- Como veas. - Finalizó con evidente decepción a la negativa de assimar de contestar a su pregunta. El silenció invado de nuevo el barracón, asfixiando inmisericordemente la incipiente camaradería.
[En la cena]
- ¡¡ASOMBROSO!! - Exclamó TocToc en su idioma natal al ver el segundo plato de comida. Una de las pocas palabras que se había transmitido en Auran de generación en generación.... pocas veces, incluso de niño en su época más dorada había comido carne así, abundante, generosa, deliciosa... - TocToc levantó la cabeza de su plato de comida con evidente esfuerzo. La idea de poner en común habilidades y fortalezas era buena. Si tenían que trabajar en grupo deberían conocerse antes algo mejor. Quizás deberían haber entrenado juntos antes de partir, en vez de desaprovechar el día en paseos y charlas intrascendentes.
- Yo soy TocToc. - Mintió el hombre cuervo como quien respira. Dejando la comida en el plato y mirando al resto prosiguió. - Soy hábil con la ballesta, se moverme en la naturaleza, sobre todo en los terrenos de costa. Durante mis años de experiencia he aprendido unas pocas artes arcanas que me ayudan en mi cometido, pero solo son pequeñas habilidades . - Dijo tras la intervención de Khalion. - Al acabar de hablar añadió una última frase con una especial énfasis. - ¡Odio los muertos vivientes!
[Tras la intervencion de Bastianes]
- ¡¡¡POR CORMYR, POR LA CORONA!!!. - Contestó imitando los gritos que había escuchado en la cena.
Adriana mantuvo la mirada al elfo de los bosques pero, lejos de mostrar su incomodidad al recibir su comentario, permaneció en silencio observándole. Entrar en un juego cruzado de comentarios hirientes le hacía sentir incómoda, además de resultarle carente de sentido y, por el momento, nada personal tenía contra el druida, por lo que decidió ignorar una vez más sus provocaciones.
Leobald tomó la palabra; reconocía en el hombre ya maduro rasgos faciales y gestos inconscientes heredades de su padre, al igual que su templanza y su serenidad al expresarse. Adri aceptó la idea de las presentaciones con agrado; ella había hecho un amago de aquello mismo la noche anterior sin éxito y se alegró de que este vez las condiciones fueran más propicias y sus compañeros más receptivos. Escuchó con atención al resto y habló cuando tuvo ocasión.
- Adriana Ilinan - dijo mostrando una sonrisa a todos los presentes - durante años he servido a la Corona y a la Reina como cortesana, supongo que eso me confiere cierta habilidad para manejarme con la burocracia y moverme con facilidad entre la clase noble- meditó unos segundos, repasando en su cabeza las habilidades que podrían beneficiar al grupo. Todos, de alguna u otra forma, hacían referencia a destrezas pertenecientes a la lucha y de pronto se sintió totalmente fuera de lugar - poseo conocimientos de naturaleza, especialmente de herboristería que es el ámbito que más me interesa y al que más horas de estudio he dedicado. También soy capaz de curar heridas y aliviar moderadamente el dolor, pero no soy experta - tras una breve pausa, finalizó su intervención - y soy portadora de la luz allí donde solo hay oscuridad-.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Con deje sarcástico, Mablung contesta:-Soy bueno matando a los enemigos del bosque y a los que se ponen en su camino. Así que mientras no seáis enemigos de la naturaleza no tenemos porque llevarnos mal.- Haciendo una pausa prosigue mirando a la elfa:-No creo que nos hayan seleccionado para llevar ninguna luz, somos rabia, ira, pasión llevados al extremo. Somos todos crimínales, por lo que hemos oído el más inocente ha cometido asesinato, no , no llevamos ninguna luz, portamos la oscuridad, así que dejaros de perogrulladas y buen rollo, no somos camaradas, ni compañeros de armas, somos compañeros de celda, admitid de una vez lo qué somos,... asesinos, corruptores infernalistas y profanadoras...¿que luz pretendes portar?
-Yo por mi parte no pienso pasar un momento más de lo necesario aquí dentro y tampoco quiero deberles nada a estos humanos y su corona cuando me vaya. Vosotros haced lo que queráis, yo no busco su redención, pero tengo una deuda que debe ser saldada y luego me iré.
Leobald asintió a las intervenciones sus compañeros. Cuando le tocó el turno al druida, el caballero suspiró para si con cierto cansancio. No puede decirse que no esperase la pataleta de Mablung.
—Nadie ha dicho que debamos de ser amigos señor Mablung, pero ya oísteis al Alto Capitán —comentó al druida—. Fuera de estas puertas cada uno es responsable de los actos de los demás. Y todos somos responsables del éxito de la misión, por sencilla que parezca. Dices que tienes una deuda que pagar, bien —asiente con serenidad—, cooperar es la manera. Comprendo vuestra frustración, pero temo que no está en nuestra mano elegir otros compañeros de viaje. Espero poder confiar en vos ahí fuera.
El joven humano estaba intentado descifrar las especias utilizadas por los cocineros. No había tenido suerte con Bastines, pero quizá conseguiría hablar con los cocineros. ¿Tendrían un libro de recetas? Recordaba el libro de recetas de su madre con el que empezó a cocinar en cuanto tuvo altura suficiente para llegar a la alacena y leer.
De pronto se percató que el resto de la mesa estaba en silencio y miró a su alrededor, la mayoría le miraba esperando algo.
Se atragantó y bebió algo de agua para pasar el trozo de estofado que había estado saboreando.
Adriana observó que se ponía rojo otra vez, aunque no tanto como cuando había conversado con él en el acantilado.
- Yo... Mi nombre es Godric Whitestone pero eso ya lo sabíais... no tenía mucho sentido repetirlo jejeje - rie nervioso - Yo... soy veterano de las luchas de hace unos años de la Corona contra la Horda luego... - se interrumpe y bebe de la jarra nervioso - No soy especialmente buen guerrero mis habilidades eran otras pero ahora las he perdido... pero soy bueno restañando heridas y curando enfermedades. Y no se me daba mal cocinar aunque posiblemente haya perdido algo de práctica. -
Bebe de nuevo de su ya vacía jarra pero le sirve para interponer algo entre su cara y las miradas del resto de compañeros de mesa, pero la deja al darse cuenta que está vacía. Mira alrededor y, en un arrebato de valentía se atreve a decir a Mablung, a riesgo de que el feroz druida le arranque el corazón de un mordisco.
- Como ha dicho Leobald debemos dejar a un lado el pasado. Por su parte Adriana ha demostrado ser mejor compañera de celda que vos. Por mucho o poco tiempo nuestros caminos transcurren por la misma senda así que será mejor que os comportéis. Ya habéis visto lo que vuestro orgullo os ha aportado y como nos ha afectado al resto. Dudo que, sin la comitiva élfica aqui, Bastianes os soporte más desaires. Si vuestros actos sólo os afectaran a vos os dejaría saltar por el acantilado si es lo que deseais, pero ya que nuestros destinos están ligados... comportaos... -
Se calla. Mira a su alrededor y se da cuenta que se ha puesto de pie en su apasionado arrebato. Mira el sorprendido gesto del druida y Toc Toc puede escuchar como traga saliva.
Mablung mira al caballero caído y dice:-Claro que cooperaremos, pero eres un necio si confías en cualquiera de los de esta mesa así de primeras. La confianza hay que ganársela, y nadie aquí ha hecho nada para merecerla, al menos la mía.
Volviéndose hacia el clérigo le dice con un poco de sorna:-Estoy convencido que la elfa será mil veces mejor compañera de celda que yo, seguro que llevará “luz“ a la oscuridad que te aflige. No sufras espero no tener que pasar el barracón más que lo mínimo imprescindible.-y cambiando el tono a uno más serio añade:-y mi orgullo es de lo poco que me queda, no lameré las botas de mi carcelero ni aceptaré sus limosnas, puedo valerme por mi mismo incluso aquí dentro, ¿puedes decir tú lo mismo?. No necesito su comida, ni su alojamiento. No quiero deberles nada más de lo que ya les debo.
Dicho esto se levanta de la mesa dispuesto a abandonar el salón.
Adriana esperaba un ataque directo del druida después de su presentación, pero le sorprendió la manera en la que había interpretado sus palabras. Quizá había sido demasiado literal sin pretenderlo y estaba claro que el elfo utilizaría cualquier pretexto para herirla en cuanto tuviera ocasión. Antes de poder intervenir, Leobald intentó calmar los ánimos y la atención se dirigió a Godric. Con un suspiro, Adriana desvió la mirada tras la presentación del muchacho, esperando otra embestida de Mablung tras el intento del humano por defenderla. La insinuación no tan velada con la que pretendía dañarla tampoco obtuvo una respuesta por parte de la elfa, aunque en su mirada se reflejó cierto desánimo e impotencia. Cuando finalmente el druida se levantó de la mesa airado y dispuesto a abandonar el salón, la elfa posó su mano sobre el brazo de Godric.
- Godric... te agradezco el detalle pero... es inútil- y acto seguido se dirigió al resto de sus compañeros - siento si mis palabras han originado esta desagradable situación - y volvió a guardar silencio, adoptando un gesto serio y ligeramente entristecido.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Ante las impropias insinuaciones del elfo Godric pareció enfurecerse por primera vez desde que ninguno le ha visto, parece que el excomulgado clérigo va a saltar sobre el elfo pero la mano tranquila de Adriana sobre su brazo le aplaca.
- Pero pero... como se atreve a decir que... - se pone rojo de nuevo. - si... quizá tengas razón... perdón por mi comportamiento no suele importunarme tanto las palabras de otros... yo... no sé qué me pasa... -
Deja caer los hombros volviendo a tomar control de él su depresión.
Khalion observó divertido el exabrupto élfico. Bastianes les había dado un misión y una condición, sencillo a priori, complicado en extremo, el destino personal quedaba vinculado al grupal. Y eso ampliaba el compromiso con la misión. O volvían todos por su propio pie o alguno lo haría con su cabeza en una bolsa, separada de su cuerpo.
-Por vuestros dioses, abuelo.- le dijo al caballero, pero también al joven humano-tomate.- Por qué vuestra extrañeza! Es que nunca habéis tratado con elfos antes.-les dijo con escasa discreción por ser escuchado- Su exceso de soberbia merma su compromiso, carecen de palabra.-sentenció bajo la máscara. Sus palabras arrastraban un dolor que se remontaba en el tiempo mas allá de aquella prisión.
Leobald miró de reojo al joven clérigo y volvió a suspirar con resignación, viendo un error en la vehemencia de sus argumentos. Mantuvo la mirada agresiva del druida con gesto tranquilo e inexpresivo cuando este saltó. Sin añadir nada más simplemente esperó a que abandonará la mesa.
—Démosle espacio, quizá de todos sea quien acuse más la privación de libertad —hizo un gesto con la mano quitando hierro al asunto—. Es como un lobo enjaulado, pero todos lo lobos viven en manada. Ya entrará en razón.
Observó al enmascarado Khalion tras su intervención.
—No es ese el pueblo de las hojas que yo conozco. Instruido, culto, paciente. Son gente orgullosa, ¿pero acaso no lo somos todos? —volvió a suspirar con tristeza— Es extraño, pero a pesar de todo tengo un buen presentimiento con este grupo. El druida solo necesita tiempo para verlo.
TocToc observó el conflicto algo divertido, esta vez ya metido de lleno en la comida, deglutiendo con ansiedad, ruidos y chasquidos. Cuando el druida acabo de hablar el hombre cuervo detuvo su furiosa ingesta un momento. - Hay una rata muerta! en el barracón, y unas arañas. Es extraño. Deberías echar un vistazo. - Dijo mientras un trozo de carne se balanceaba en su pico. Despues, si realmente prestar mucha atención a lo que decidida hacer el elfo siguió devorando la comida.
-Para que veas donde nos han metido, es un barracón abandonado donde se mueren hasta las alimañas ¿que esperabas encontrar, una cesta con gatitos?, aunque quizás la paja de los jergones esté envenenada, yo tendría cuidado con donde duermo- contesta al kenku mientras se abandona la sala.
La elfa dirigió la mirada a Khalion dándose por aludida tras su comentario. No eran del todo erróneas sus percepciones sobre los elfos, ella misma reconocía en muchos de su raza cierto altivo orgullo y soberbia pero, al igual que no estaba de acuerdo con su generalización, tampoco lo estaba con su aseveración de falta de palabra. No sería esa noche en la que Adriana intentara hacerle cambiar de opinión y agradeció con la mirada las palabras de Leobald.
La copiosa comida, la cerveza y la conversación de la velada se concentraron de pronto en el enclenque cuerpo de la elfa convirtiéndose en un cansancio intenso. Pero no pasó por alto el comentario del kenku, atrayendo su curiosidad, resuelta a echar un vistazo cuando volvieran a los barracones.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Adriana le pidió al hombre-cuervo que la guiara hasta el lugar en el que había encontrado los cadáveres de los animales. Godric también parecía interesado en el descubrimiento, así que juntos se acercaron al rincón donde yacían sus pequeños cuerpos sin vida. La elfa se agachó para poder inspeccionarlos, ayudándose con una pequeña rama con la que darles la vuelta. Evaluó el clima de aquella zona, la fauna característica, al igual que el estado de sus cuerpos, intentando determinar si se había producido por muerte natural, si podrían haber sido las víctimas de otro depredador o si el estado reseco que presentaban respondía más a algún tipo de envenenamiento. Intentó determinar si la muerte había sido reciente o la sequedad se debía al paso del tiempo.
El semiordenado y rápido cambio de turno en el comedor, obligó a todo el personal del primer turno a salir presto del recinto hacia el abrazo de una fría noche donde las primeras constelaciones empezaban ya a brillar en el oscuro manto celestial. Esta visión, sin embargo, duró poco, puesto que la luna en cuarto creciente fue opacada a los pocos minutos por negras nubes que amenazaban lluvia.
Para evitar una noche pasada por agua, la gente que habitaba Ghostfinger se dispuso a apresurar el paso y dirigirse a sus barracones o residencias, salvo los diferentes soldados con turno de guardias, a los que les tocaba abrigarse en sus capas, deslizar sus cascos un poco hacia adelante y aguantar el chaparrón venidero.
El ajado constructo que les hacía de cobertizo parecía tener ciertos problemas para retener el agua de lluvia fuera de su estructura, y a pesar de que algo de refugio podía ofrecer, en cuanto la lluvia acompañada del vendaval costero arreció contra sus quebradizas maderas, una cascada de goteras empezó a filtrarse entre la techumbre. Aun así era posible encontrar sitios secos y a resguardo de la humedad, sólo había que apartar algunos animales muertos y ciertos arácnidos fenecidos a un lado y colocarse en ciertos lugares estratégicos.
Antes de optar por dar una solución al pequeño e improvisado cementerio de alimañas, Adriana y Godric comenzaron a analizar con detenimiento aquellas criaturas. Si bien ambos poseían conocimientos basados en paradigmas diferentes, supieron complementarse por esta vez. Tal vez, las pasadas interacciones entre ellos facilitaron poder orquestar sus habilidades dejando a un lado, la desconfianza y los antecedentes de cada uno.
Tras barajar diferentes posibilidades y analizar diferentes aspectos, pudieron llegar a una serie de conclusiones. Los tejidos externos hacían pensar que el tiempo transcurrido desde su muerte era breve, posiblemente a primera hora de ese mismo día. Sin embargo, aparentaban estar disecados desde dentro, no se apreciaban fluidos o tejidos grasos de ningún tipo. Sin pretender llegar a la destrezas de un taxidermista, el cual siempre busca imitar mediante poses estudiadas épocas doradas de un animal, podrían establecer paralelismos con procesos de embalsamamiento. Estaba claro la naturaleza no contemplaba ese proceso en el ciclo de la vida de esos seres.
Aun con la incertidumbre de aquellos hallazgos, la noche paso rápida y extraña, con un frío que calaba hasta los huesos y unos sueños fragmentados. Sin mucho tiempo para reaccionar, todos fueron conscientes de que el amanecer había tocado a su puerta. Incluso los elfos que dedicaban su tiempo a meditar profundamente como un sustituto eficaz del descanso de otras razas, se vieron sobresaltados justo a la hora de ponerse en marcha. ¿Sus cuerpos seguían resentidos y precisaban de más descanso? En cualquier caso, esa no era una opción para los de su clase.
Tras un frugal desayuno, de ligeramente mejor calidad que el último que tuvieron, el amanecer gris les volvió a acompañar, la lluvia intensa había dado paso a una llovizna ligera que cargaba el ambiente y hacía que todo fuese más pesado. Apenas se veía el sol, cuando todos se dirigieron hacía la puerta de salida donde dos guardias abrieron los pesados portones a su paso. Junto a la puerta, Broser les esperaba ya pertrechado con su armadura de placas, escudo a la espalda y su espada larga envainada. El tabardo rojizo y púrpura que cubría todo su frontal estaba totalmente empapado, así como su negro pelo medio rizado, que chorreaba pegado a su frente.
-Habéis madrugado, eso es bueno… Bastianes no ha podido venir a “despedirse”, ya sabéis, asuntos de altos capitanes. Sólo quiero desearos buena suerte en vuestra primera encomienda. Recordar, no salgáis del camino, si vais a buen paso y el tiempo mejora quizás lleguéis a Saltmarsh al anochecer. Es casi todo cuesta abajo bordeando las colinas.
El sargento de infantería mostró una sincera sonrisa mostrando una perfecta dentadura, y señaló en dirección oeste.
-No decepcionéis a la Corona, ha apostado por vosotros, una apuesta muy arriesgada sin duda, pero en ocasiones esas son las que puede traer los mayores beneficios…
Mientras todos se alejaban del que había sido su refugio en los últimos días, atravesando la primera zona de doscientos metros plagada de tocones de árboles talados, el sonido de un graznido de halcón provocó que instintivamente elevaran la mirada hacia el cielo, donde una majestuosa ave sobrevolaba en círculos al grupo. Eso les distrajo de escuchar las últimas palabras de Broser, apagadas por la lluvia y la lejanía.
Leobald se acercó a los investigadores y se unió a ellos. Aquello era extraño y antinatural ¿secos por dentro? Muertos en el día de hoy.
—¿Hay algún tipo de bestia que pueda hacer esto? ¿Quizá una araña?
A la mañana siguiente, aún inquieto por los descubrimientos de día anterior, el caballero madrugó para afeitarse. Una especie de ritual ante las nuevas empresas que le ayudaba a pensar. Una vez adecentado y a la luz del alba inspeccionó de nuevo el lugar donde encontraron los restos de animales. Fue ampliando el radio de acción desde ese punto hasta abarcar toda la sala.
Finalmente, recogió sus cosas y salió el último de las cuadras que les habías servido de abrigo. Pertrechado con sus vetustos y maltrechos enseres, Leobald cruzó el portón de Ghostfinger. Correspondió la amabilidad socarrona del soldado con un asentimiento educado. El graznido del halcón el lo alto le hizo levantar la mirada y respirar profundamente. Estaban en marcha. Los extraños acontecimientos de la noche anterior y la misteriosa misión de los elfos resonaban en su cabeza. ¿Tendrían algo que ver con lo de esas ruinas y las escaramuzas de las que había leído? Desechó la idea, seguramente se preocupaba demasiado.
Observó al druida en su entorno natural midiendo el estado de su carácter. Se echó el pesado escudo al hombro y trató de disfrutar del paseo colina abajo y del trino de las aves.
Por la mañana el druida esperó en la entrada del barracón, mientras pensaba en el extraño sueño que había tenido, a que les trajesen el desayuno y cogió su parte antes de que entrase en el barracón. Espero en la entrada hasta que lo guardas les indicaron que los acompañasen hasta la puerta. Tras escuchar a Broser le dijo con cierto tono sarcástico:-¿ Como piensa nuestro buen capitán que vamos a traer el aceite?, no veo a la elfa y al kenku cargando con garrafas desde el pueblo hasta aquí. No sabemos ni la cantidad de aceite que se supone que nos van a dar, ¿es un vial, una garafa, un barril?
Broser enarcó una empapada ceja en un gesto interrogativo ante la bateria de preguntas del druida, con una aproximación que indicaba cierta camaradería, le puso la mano en el hombro mientras le guiñaba un ojo de manera cómplice.
- No estuve presente cuando Bastianes os dio los detalles de la misión, pero no, no veo a la elfa y al kenku portando tinajas de 50 litros de aceite, ni incluso a ti. A mi entender, lo que debéis conseguir es restablecer la linea de suministros, ver que es lo que ha pasado, y volver a ponerlo todo en marcha. Los carreteros se encargarán de traer la mercancía... no vosotros. No sois mulos de carga, sois "agentes" de la Corona, resolvéis... casos complicados... o eso hacían vuestros predecesores antes de lo del pantano... ¿Entendido?
El Sargento retiró la mano del hombro del elfo de los bosques y se adentró de nuevo en el fortín para evitar más preguntas incómodas por parte del grupo.
[En los barracones]
- Como veas. - Finalizó con evidente decepción a la negativa de assimar de contestar a su pregunta. El silenció invado de nuevo el barracón, asfixiando inmisericordemente la incipiente camaradería.
[En la cena]
- ¡¡ASOMBROSO!! - Exclamó TocToc en su idioma natal al ver el segundo plato de comida. Una de las pocas palabras que se había transmitido en Auran de generación en generación.... pocas veces, incluso de niño en su época más dorada había comido carne así, abundante, generosa, deliciosa... - TocToc levantó la cabeza de su plato de comida con evidente esfuerzo. La idea de poner en común habilidades y fortalezas era buena. Si tenían que trabajar en grupo deberían conocerse antes algo mejor. Quizás deberían haber entrenado juntos antes de partir, en vez de desaprovechar el día en paseos y charlas intrascendentes.
- Yo soy TocToc. - Mintió el hombre cuervo como quien respira. Dejando la comida en el plato y mirando al resto prosiguió. - Soy hábil con la ballesta, se moverme en la naturaleza, sobre todo en los terrenos de costa. Durante mis años de experiencia he aprendido unas pocas artes arcanas que me ayudan en mi cometido, pero solo son pequeñas habilidades . - Dijo tras la intervención de Khalion. - Al acabar de hablar añadió una última frase con una especial énfasis. - ¡Odio los muertos vivientes!
[Tras la intervencion de Bastianes]
- ¡¡¡POR CORMYR, POR LA CORONA!!!. - Contestó imitando los gritos que había escuchado en la cena.
Zevatur, Rolthos
[Durante la cena]
Adriana mantuvo la mirada al elfo de los bosques pero, lejos de mostrar su incomodidad al recibir su comentario, permaneció en silencio observándole. Entrar en un juego cruzado de comentarios hirientes le hacía sentir incómoda, además de resultarle carente de sentido y, por el momento, nada personal tenía contra el druida, por lo que decidió ignorar una vez más sus provocaciones.
Leobald tomó la palabra; reconocía en el hombre ya maduro rasgos faciales y gestos inconscientes heredades de su padre, al igual que su templanza y su serenidad al expresarse. Adri aceptó la idea de las presentaciones con agrado; ella había hecho un amago de aquello mismo la noche anterior sin éxito y se alegró de que este vez las condiciones fueran más propicias y sus compañeros más receptivos. Escuchó con atención al resto y habló cuando tuvo ocasión.
- Adriana Ilinan - dijo mostrando una sonrisa a todos los presentes - durante años he servido a la Corona y a la Reina como cortesana, supongo que eso me confiere cierta habilidad para manejarme con la burocracia y moverme con facilidad entre la clase noble - meditó unos segundos, repasando en su cabeza las habilidades que podrían beneficiar al grupo. Todos, de alguna u otra forma, hacían referencia a destrezas pertenecientes a la lucha y de pronto se sintió totalmente fuera de lugar - poseo conocimientos de naturaleza, especialmente de herboristería que es el ámbito que más me interesa y al que más horas de estudio he dedicado. También soy capaz de curar heridas y aliviar moderadamente el dolor, pero no soy experta - tras una breve pausa, finalizó su intervención - y soy portadora de la luz allí donde solo hay oscuridad -.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Con deje sarcástico, Mablung contesta:-Soy bueno matando a los enemigos del bosque y a los que se ponen en su camino. Así que mientras no seáis enemigos de la naturaleza no tenemos porque llevarnos mal.- Haciendo una pausa prosigue mirando a la elfa:-No creo que nos hayan seleccionado para llevar ninguna luz, somos rabia, ira, pasión llevados al extremo. Somos todos crimínales, por lo que hemos oído el más inocente ha cometido asesinato, no , no llevamos ninguna luz, portamos la oscuridad, así que dejaros de perogrulladas y buen rollo, no somos camaradas, ni compañeros de armas, somos compañeros de celda, admitid de una vez lo qué somos,... asesinos, corruptores infernalistas y profanadoras...¿que luz pretendes portar?
-Yo por mi parte no pienso pasar un momento más de lo necesario aquí dentro y tampoco quiero deberles nada a estos humanos y su corona cuando me vaya. Vosotros haced lo que queráis, yo no busco su redención, pero tengo una deuda que debe ser saldada y luego me iré.
Leobald asintió a las intervenciones sus compañeros. Cuando le tocó el turno al druida, el caballero suspiró para si con cierto cansancio. No puede decirse que no esperase la pataleta de Mablung.
—Nadie ha dicho que debamos de ser amigos señor Mablung, pero ya oísteis al Alto Capitán —comentó al druida—. Fuera de estas puertas cada uno es responsable de los actos de los demás. Y todos somos responsables del éxito de la misión, por sencilla que parezca. Dices que tienes una deuda que pagar, bien —asiente con serenidad—, cooperar es la manera. Comprendo vuestra frustración, pero temo que no está en nuestra mano elegir otros compañeros de viaje. Espero poder confiar en vos ahí fuera.
Observó a Godric a continuación.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
El joven humano estaba intentado descifrar las especias utilizadas por los cocineros. No había tenido suerte con Bastines, pero quizá conseguiría hablar con los cocineros. ¿Tendrían un libro de recetas? Recordaba el libro de recetas de su madre con el que empezó a cocinar en cuanto tuvo altura suficiente para llegar a la alacena y leer.
De pronto se percató que el resto de la mesa estaba en silencio y miró a su alrededor, la mayoría le miraba esperando algo.
Se atragantó y bebió algo de agua para pasar el trozo de estofado que había estado saboreando.
Adriana observó que se ponía rojo otra vez, aunque no tanto como cuando había conversado con él en el acantilado.
- Yo... Mi nombre es Godric Whitestone pero eso ya lo sabíais... no tenía mucho sentido repetirlo jejeje - rie nervioso - Yo... soy veterano de las luchas de hace unos años de la Corona contra la Horda luego... - se interrumpe y bebe de la jarra nervioso - No soy especialmente buen guerrero mis habilidades eran otras pero ahora las he perdido... pero soy bueno restañando heridas y curando enfermedades. Y no se me daba mal cocinar aunque posiblemente haya perdido algo de práctica. -
Bebe de nuevo de su ya vacía jarra pero le sirve para interponer algo entre su cara y las miradas del resto de compañeros de mesa, pero la deja al darse cuenta que está vacía. Mira alrededor y, en un arrebato de valentía se atreve a decir a Mablung, a riesgo de que el feroz druida le arranque el corazón de un mordisco.
- Como ha dicho Leobald debemos dejar a un lado el pasado. Por su parte Adriana ha demostrado ser mejor compañera de celda que vos. Por mucho o poco tiempo nuestros caminos transcurren por la misma senda así que será mejor que os comportéis. Ya habéis visto lo que vuestro orgullo os ha aportado y como nos ha afectado al resto. Dudo que, sin la comitiva élfica aqui, Bastianes os soporte más desaires. Si vuestros actos sólo os afectaran a vos os dejaría saltar por el acantilado si es lo que deseais, pero ya que nuestros destinos están ligados... comportaos... -
Se calla. Mira a su alrededor y se da cuenta que se ha puesto de pie en su apasionado arrebato. Mira el sorprendido gesto del druida y Toc Toc puede escuchar como traga saliva.
- eeh.. Gracias -
Concluye sentándose y callándose.
PbP Character: A few ;)
Mablung mira al caballero caído y dice:-Claro que cooperaremos, pero eres un necio si confías en cualquiera de los de esta mesa así de primeras. La confianza hay que ganársela, y nadie aquí ha hecho nada para merecerla, al menos la mía.
Volviéndose hacia el clérigo le dice con un poco de sorna:-Estoy convencido que la elfa será mil veces mejor compañera de celda que yo, seguro que llevará “luz“ a la oscuridad que te aflige. No sufras espero no tener que pasar el barracón más que lo mínimo imprescindible.-y cambiando el tono a uno más serio añade:-y mi orgullo es de lo poco que me queda, no lameré las botas de mi carcelero ni aceptaré sus limosnas, puedo valerme por mi mismo incluso aquí dentro, ¿puedes decir tú lo mismo?. No necesito su comida, ni su alojamiento. No quiero deberles nada más de lo que ya les debo.
Dicho esto se levanta de la mesa dispuesto a abandonar el salón.
Adriana esperaba un ataque directo del druida después de su presentación, pero le sorprendió la manera en la que había interpretado sus palabras. Quizá había sido demasiado literal sin pretenderlo y estaba claro que el elfo utilizaría cualquier pretexto para herirla en cuanto tuviera ocasión. Antes de poder intervenir, Leobald intentó calmar los ánimos y la atención se dirigió a Godric. Con un suspiro, Adriana desvió la mirada tras la presentación del muchacho, esperando otra embestida de Mablung tras el intento del humano por defenderla. La insinuación no tan velada con la que pretendía dañarla tampoco obtuvo una respuesta por parte de la elfa, aunque en su mirada se reflejó cierto desánimo e impotencia. Cuando finalmente el druida se levantó de la mesa airado y dispuesto a abandonar el salón, la elfa posó su mano sobre el brazo de Godric.
- Godric... te agradezco el detalle pero... es inútil - y acto seguido se dirigió al resto de sus compañeros - siento si mis palabras han originado esta desagradable situación - y volvió a guardar silencio, adoptando un gesto serio y ligeramente entristecido.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Ante las impropias insinuaciones del elfo Godric pareció enfurecerse por primera vez desde que ninguno le ha visto, parece que el excomulgado clérigo va a saltar sobre el elfo pero la mano tranquila de Adriana sobre su brazo le aplaca.
- Pero pero... como se atreve a decir que... - se pone rojo de nuevo. - si... quizá tengas razón... perdón por mi comportamiento no suele importunarme tanto las palabras de otros... yo... no sé qué me pasa... -
Deja caer los hombros volviendo a tomar control de él su depresión.
PbP Character: A few ;)
Khalion observó divertido el exabrupto élfico. Bastianes les había dado un misión y una condición, sencillo a priori, complicado en extremo, el destino personal quedaba vinculado al grupal. Y eso ampliaba el compromiso con la misión. O volvían todos por su propio pie o alguno lo haría con su cabeza en una bolsa, separada de su cuerpo.
-Por vuestros dioses, abuelo.- le dijo al caballero, pero también al joven humano-tomate.- Por qué vuestra extrañeza! Es que nunca habéis tratado con elfos antes. -les dijo con escasa discreción por ser escuchado- Su exceso de soberbia merma su compromiso, carecen de palabra. -sentenció bajo la máscara. Sus palabras arrastraban un dolor que se remontaba en el tiempo mas allá de aquella prisión.
Leobald miró de reojo al joven clérigo y volvió a suspirar con resignación, viendo un error en la vehemencia de sus argumentos. Mantuvo la mirada agresiva del druida con gesto tranquilo e inexpresivo cuando este saltó. Sin añadir nada más simplemente esperó a que abandonará la mesa.
—Démosle espacio, quizá de todos sea quien acuse más la privación de libertad —hizo un gesto con la mano quitando hierro al asunto—. Es como un lobo enjaulado, pero todos lo lobos viven en manada. Ya entrará en razón.
Observó al enmascarado Khalion tras su intervención.
—No es ese el pueblo de las hojas que yo conozco. Instruido, culto, paciente. Son gente orgullosa, ¿pero acaso no lo somos todos? —volvió a suspirar con tristeza— Es extraño, pero a pesar de todo tengo un buen presentimiento con este grupo. El druida solo necesita tiempo para verlo.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
TocToc observó el conflicto algo divertido, esta vez ya metido de lleno en la comida, deglutiendo con ansiedad, ruidos y chasquidos. Cuando el druida acabo de hablar el hombre cuervo detuvo su furiosa ingesta un momento. - Hay una rata muerta! en el barracón, y unas arañas. Es extraño. Deberías echar un vistazo. - Dijo mientras un trozo de carne se balanceaba en su pico. Despues, si realmente prestar mucha atención a lo que decidida hacer el elfo siguió devorando la comida.
Zevatur, Rolthos
-Para que veas donde nos han metido, es un barracón abandonado donde se mueren hasta las alimañas ¿que esperabas encontrar, una cesta con gatitos?, aunque quizás la paja de los jergones esté envenenada, yo tendría cuidado con donde duermo- contesta al kenku mientras se abandona la sala.
La elfa dirigió la mirada a Khalion dándose por aludida tras su comentario. No eran del todo erróneas sus percepciones sobre los elfos, ella misma reconocía en muchos de su raza cierto altivo orgullo y soberbia pero, al igual que no estaba de acuerdo con su generalización, tampoco lo estaba con su aseveración de falta de palabra. No sería esa noche en la que Adriana intentara hacerle cambiar de opinión y agradeció con la mirada las palabras de Leobald.
La copiosa comida, la cerveza y la conversación de la velada se concentraron de pronto en el enclenque cuerpo de la elfa convirtiéndose en un cansancio intenso. Pero no pasó por alto el comentario del kenku, atrayendo su curiosidad, resuelta a echar un vistazo cuando volvieran a los barracones.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[Tras la cena, en los barracones]
Adriana le pidió al hombre-cuervo que la guiara hasta el lugar en el que había encontrado los cadáveres de los animales. Godric también parecía interesado en el descubrimiento, así que juntos se acercaron al rincón donde yacían sus pequeños cuerpos sin vida. La elfa se agachó para poder inspeccionarlos, ayudándose con una pequeña rama con la que darles la vuelta. Evaluó el clima de aquella zona, la fauna característica, al igual que el estado de sus cuerpos, intentando determinar si se había producido por muerte natural, si podrían haber sido las víctimas de otro depredador o si el estado reseco que presentaban respondía más a algún tipo de envenenamiento. Intentó determinar si la muerte había sido reciente o la sequedad se debía al paso del tiempo.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Nature: 4
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Nature: 22
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[Ghostfinger]
El semiordenado y rápido cambio de turno en el comedor, obligó a todo el personal del primer turno a salir presto del recinto hacia el abrazo de una fría noche donde las primeras constelaciones empezaban ya a brillar en el oscuro manto celestial. Esta visión, sin embargo, duró poco, puesto que la luna en cuarto creciente fue opacada a los pocos minutos por negras nubes que amenazaban lluvia.
Para evitar una noche pasada por agua, la gente que habitaba Ghostfinger se dispuso a apresurar el paso y dirigirse a sus barracones o residencias, salvo los diferentes soldados con turno de guardias, a los que les tocaba abrigarse en sus capas, deslizar sus cascos un poco hacia adelante y aguantar el chaparrón venidero.
El ajado constructo que les hacía de cobertizo parecía tener ciertos problemas para retener el agua de lluvia fuera de su estructura, y a pesar de que algo de refugio podía ofrecer, en cuanto la lluvia acompañada del vendaval costero arreció contra sus quebradizas maderas, una cascada de goteras empezó a filtrarse entre la techumbre. Aun así era posible encontrar sitios secos y a resguardo de la humedad, sólo había que apartar algunos animales muertos y ciertos arácnidos fenecidos a un lado y colocarse en ciertos lugares estratégicos.
Antes de optar por dar una solución al pequeño e improvisado cementerio de alimañas, Adriana y Godric comenzaron a analizar con detenimiento aquellas criaturas. Si bien ambos poseían conocimientos basados en paradigmas diferentes, supieron complementarse por esta vez. Tal vez, las pasadas interacciones entre ellos facilitaron poder orquestar sus habilidades dejando a un lado, la desconfianza y los antecedentes de cada uno.
Tras barajar diferentes posibilidades y analizar diferentes aspectos, pudieron llegar a una serie de conclusiones. Los tejidos externos hacían pensar que el tiempo transcurrido desde su muerte era breve, posiblemente a primera hora de ese mismo día. Sin embargo, aparentaban estar disecados desde dentro, no se apreciaban fluidos o tejidos grasos de ningún tipo. Sin pretender llegar a la destrezas de un taxidermista, el cual siempre busca imitar mediante poses estudiadas épocas doradas de un animal, podrían establecer paralelismos con procesos de embalsamamiento. Estaba claro la naturaleza no contemplaba ese proceso en el ciclo de la vida de esos seres.
Aun con la incertidumbre de aquellos hallazgos, la noche paso rápida y extraña, con un frío que calaba hasta los huesos y unos sueños fragmentados. Sin mucho tiempo para reaccionar, todos fueron conscientes de que el amanecer había tocado a su puerta. Incluso los elfos que dedicaban su tiempo a meditar profundamente como un sustituto eficaz del descanso de otras razas, se vieron sobresaltados justo a la hora de ponerse en marcha. ¿Sus cuerpos seguían resentidos y precisaban de más descanso? En cualquier caso, esa no era una opción para los de su clase.
Tras un frugal desayuno, de ligeramente mejor calidad que el último que tuvieron, el amanecer gris les volvió a acompañar, la lluvia intensa había dado paso a una llovizna ligera que cargaba el ambiente y hacía que todo fuese más pesado. Apenas se veía el sol, cuando todos se dirigieron hacía la puerta de salida donde dos guardias abrieron los pesados portones a su paso. Junto a la puerta, Broser les esperaba ya pertrechado con su armadura de placas, escudo a la espalda y su espada larga envainada. El tabardo rojizo y púrpura que cubría todo su frontal estaba totalmente empapado, así como su negro pelo medio rizado, que chorreaba pegado a su frente.
-Habéis madrugado, eso es bueno… Bastianes no ha podido venir a “despedirse”, ya sabéis, asuntos de altos capitanes. Sólo quiero desearos buena suerte en vuestra primera encomienda. Recordar, no salgáis del camino, si vais a buen paso y el tiempo mejora quizás lleguéis a Saltmarsh al anochecer. Es casi todo cuesta abajo bordeando las colinas.
El sargento de infantería mostró una sincera sonrisa mostrando una perfecta dentadura, y señaló en dirección oeste.
-No decepcionéis a la Corona, ha apostado por vosotros, una apuesta muy arriesgada sin duda, pero en ocasiones esas son las que puede traer los mayores beneficios…
Mientras todos se alejaban del que había sido su refugio en los últimos días, atravesando la primera zona de doscientos metros plagada de tocones de árboles talados, el sonido de un graznido de halcón provocó que instintivamente elevaran la mirada hacia el cielo, donde una majestuosa ave sobrevolaba en círculos al grupo. Eso les distrajo de escuchar las últimas palabras de Broser, apagadas por la lluvia y la lejanía.
- … o las más catastróficas pérdidas.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald se acercó a los investigadores y se unió a ellos. Aquello era extraño y antinatural ¿secos por dentro? Muertos en el día de hoy.
—¿Hay algún tipo de bestia que pueda hacer esto? ¿Quizá una araña?
A la mañana siguiente, aún inquieto por los descubrimientos de día anterior, el caballero madrugó para afeitarse. Una especie de ritual ante las nuevas empresas que le ayudaba a pensar. Una vez adecentado y a la luz del alba inspeccionó de nuevo el lugar donde encontraron los restos de animales. Fue ampliando el radio de acción desde ese punto hasta abarcar toda la sala.
Finalmente, recogió sus cosas y salió el último de las cuadras que les habías servido de abrigo. Pertrechado con sus vetustos y maltrechos enseres, Leobald cruzó el portón de Ghostfinger. Correspondió la amabilidad socarrona del soldado con un asentimiento educado.
El graznido del halcón el lo alto le hizo levantar la mirada y respirar profundamente. Estaban en marcha. Los extraños acontecimientos de la noche anterior y la misteriosa misión de los elfos resonaban en su cabeza. ¿Tendrían algo que ver con lo de esas ruinas y las escaramuzas de las que había leído? Desechó la idea, seguramente se preocupaba demasiado.
Observó al druida en su entorno natural midiendo el estado de su carácter. Se echó el pesado escudo al hombro y trató de disfrutar del paseo colina abajo y del trino de las aves.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Por la mañana el druida esperó en la entrada del barracón, mientras pensaba en el extraño sueño que había tenido, a que les trajesen el desayuno y cogió su parte antes de que entrase en el barracón. Espero en la entrada hasta que lo guardas les indicaron que los acompañasen hasta la puerta. Tras escuchar a Broser le dijo con cierto tono sarcástico:-¿ Como piensa nuestro buen capitán que vamos a traer el aceite?, no veo a la elfa y al kenku cargando con garrafas desde el pueblo hasta aquí. No sabemos ni la cantidad de aceite que se supone que nos van a dar, ¿es un vial, una garafa, un barril?
[En las puertas de Ghostfinger]
Broser enarcó una empapada ceja en un gesto interrogativo ante la bateria de preguntas del druida, con una aproximación que indicaba cierta camaradería, le puso la mano en el hombro mientras le guiñaba un ojo de manera cómplice.
- No estuve presente cuando Bastianes os dio los detalles de la misión, pero no, no veo a la elfa y al kenku portando tinajas de 50 litros de aceite, ni incluso a ti. A mi entender, lo que debéis conseguir es restablecer la linea de suministros, ver que es lo que ha pasado, y volver a ponerlo todo en marcha. Los carreteros se encargarán de traer la mercancía... no vosotros. No sois mulos de carga, sois "agentes" de la Corona, resolvéis... casos complicados... o eso hacían vuestros predecesores antes de lo del pantano... ¿Entendido?
El Sargento retiró la mano del hombro del elfo de los bosques y se adentró de nuevo en el fortín para evitar más preguntas incómodas por parte del grupo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "