Zevatur miró a sus compañeros. - Yo acudiré al establecimiento de Mirt, para conseguir los pergaminos para curar el mal de la petrificación. No serán baratos... así que si alguien con dinero puede acompañarme. - Dicho mientras revisaba su escuálida bolsa de dinero. – Algo para protegerse de los ígneos alientos también sería interesante... pero es más difícil... Yo soy de natural resistente, pero el aliento es siempre peligroso.
El semielfo bastardo salió de la torre con cierto aire de distracción, de nuevo retomando su rutina de permanecer atento a posibles espías u observadores indeseados, aunque quizás, buscaba con su mirada la presencia de alguien en particular... esa realización interior, le hizo ruborizarse de inmediato, y sintió cierta vergüenza tras recordar lo acontecido en la torre. Su hilo de pensamientos cambió rápidamente de rumbo, sintiendo que le hubiera gustado despedirse mejor de la niña de doradas escamas, pero la misión apremiaba y les quedaba un duro camino por delante.
Sus divagaciones se vieron interrumpidas cuando el extraño semi-gigante sorprendió con su presente a Ash. Martin observó al enorme mensajero con discreción, pero antes de pedir al líder de los fragmentos que le permitiera inspeccionar el misterioso paquete por si había trampas, éste ya lo había desenvuelto mostrando su espectacular contenido. Las hojas le llamaron poderosamente la atención, y elevó la mirada buscando la suya, cuando el guerrero dio a entender que también había enlazado su vida a la tejedora de destinos... ¿cual habría sido el precio esta vez? ... prefirió no discurrir sobre el tema demasiado.
Ante la propuesta de Zevatur, el explorador asintió y comentó algo rápido, quizás si tenía una última tarea pendiente, aunque no estaba seguro de verse capaz de emprenderla esta vez.
- Quedamos en el portón norte de la ciudad en una hora, desde allí partiremos hacia nuestro nuevo destino. Espero que estéis todos bien pertrechados contra el frío... yo... iré a intentar conseguir quizás algo de información que nos pueda valer... con suerte... Sed discretos, muchas fuerzas sin duda seguirán buscándonos.
Su voz distante no disimulaba que algo más había detrás... pero embutido en su capa gris con tonos verdes pálidos, y tapándose el rostro, el ex-agente de la Academia desapareció entre la multitud, como una hoja otoñal más, fluyendo sobre un río caudaloso.
Gowther, consciente del inminente viaje a Neverwinter, se dedicó a la meticulosa preparación de sus enseres. En la tranquilidad de su aposento en la Torre Negra, ordenó cuidadosamente cada artículo. Entre sus pertenencias, destacaban la fiel espada Aegnor, su libro de hechizos y los valiosos ingredientes alquímicos recolectados durante sus aventuras, que incluían viales de sangre y cerebro de Umber Hulk, así como materiales para potenciar armaduras y armas.
Una vez listo, se desplazó hacia donde Khelben y Laeral esperaban. Con un gesto respetuoso y una gratitud genuina, expresó su agradecimiento por el conocimiento y la hospitalidad recibidos. "Vuestra guía ha sido invaluable en estos tiempos inciertos," afirmó con sinceridad. La despedida, marcada por el afecto y el respeto mutuo, dejó una impresión duradera en Gowther.
Posteriormente, se encaminó al mercado de la ciudad. El contraste entre el bullicio del mercado y la serenidad de la Torre era palpable. Con determinación, se adentró entre los puestos, buscando comerciantes interesados en los singulares ingredientes alquímicos que ofrecía. Exhibió con orgullo los exóticos materiales, negociando su intercambio por ítems de valor estratégico.
En cada transacción, Gowther examinaba meticulosamente las ofertas, asegurándose de que cada objeto adquirido añadiera una ventaja táctica significativa para los desafíos venideros. Su enfoque estaba en adquirir ítems que brindaran protección y fortalecieran sus habilidades en combate.
Esto es lo que tengo de las aventuras.
Ingredientes para pociones:
Vial de sangre de Umber Hulk x 2
Vial con Cerebro umber hulk x 1
Ingredientes para tres armaduras de cuero +2:
Piel para armadura ligera encantadaX3 de gusano
Ingredientes para 3 armas de filo +1:
Empuñadura de hueso de gusanox3
Con las nuevas adquisiciones aseguradas, Gowther regresó para encontrarse con sus compañeros. Listo para la siguiente fase de su viaje, se unió a los Fragmentos Extraordinarios, fortalecido y mejor equipado para enfrentar lo que les esperaba en Neverwinter.
Martin intentó dirigirse a aquel lugar que sólo él y aquel misterioso oportunista conocían. Se merecía una despedida, una explicación...
Éste había aparecido repentinamente de nuevo en su vida, y ese proceso, había puesto de nuevo sus sentimientos en movimiento, pero más que como una ligera brisa que fluía con naturalidad sobre unos campos de trigo, dándoles forma con su aéreo toque, había despertado un tremendo huracán caótico que le causaba atracción y rechazo al mismo tiempo. Los pasos, apenas perceptibles entre las calles más estrechas y sinuosas de la ciudad, se encaminaban hacia aquella localización, que tanto significado, puro, y sin cifrar, había tenido en el pasado para ambos.
Sin embargo, algo le detuvo en seco, cuando apenas había comenzado su camino. ¿Culpa? quizás ... ¿Pánico al enfrentamiento? seguro... ¿Remordimientos por lo que había hecho? sin duda. Estaba seguro de que él le había intentado localizar estos tres días, aunque para el semielfo habían supuesto semanas... y que no se habría rendido, no como estaba justamente haciendo él en ese momento. Parado, estático entre la multitud, por casi un minuto entero, el bastardo se dio la vuelta cancelando inmediatamente su plan. Redirigió su destino al estrictamente hablado con sus compañeros de antemano, y se encaminó hacía la puerta Norte, mientras apretaba su mano con fuerza formando un puño, que perdía color y palidecía por la falta de riego ante tanta fuerza... frustración ... y pena.
Quizás más adelante, quizás en otra vida...
Cuando Gowther apareció bajo el inmenso umbral que habría paso al exterior de la ciudad, Martin le saludo amablemente, pero sin duda, se veía que era un acto reflejo, mecánico. Su mente no estaba allí, y simplemente esperaba a los demás para comenzar el duro viaje que les esperaba.
Zevatur llegó al portal ligero de ánimo con la sensación de estar preparado. Se había despedido de su familia y negociado en la medida de lo posible la adquisición de los elementos para enfrentarse a los peligros que les aguardaban. Saludo con un movimiento de cabeza al taciturno Martin y encendió su pipa con un sutil conjuro. Su hábito de fumar se había hecho más cotidiano y la imagen de Zevatur fumando de la pipa era más y más común.
El cielo sobre la ciudad vibraba con la energía de la mañana. Gowther, de pie en la plaza, observaba cómo su lechuza familiar, Luthien, se elevaba grácilmente en el aire antes de dirigirse hacia Martin, quien se encontraba a cierta distancia. En sus garras, Luthien llevaba un pequeño paquete, envuelto con una precisión y cuidado que reflejaban la naturaleza meticulosa de su amo.
Al acercarse, Luthien dejó caer el paquete con suavidad en las manos extendidas de Martin. Este, visiblemente sorprendido, desenvolvió el paquete para revelar un pañuelo finamente tejido. La tela era de una artesanía élfica exquisita, con sujeciones estratégicas que permitían usarla de múltiples formas: como bandana, venda para el brazo, bufanda ligera, o incluso como una cinta minimalista para el cabello. Cada doblez y nudo en la tela tenía un propósito, revelando las múltiples funciones del objeto con una elegancia sutil. Además, tenía un sencillo encantamiento que permitía que el pañuelo se auto-reparara y limpiara, añadiendo un toque práctico a su belleza.
Gowther, observando desde la distancia, se aclaró la garganta incómodamente antes de hablar, su voz apenas audible en la distancia que los separaba. "Fue idea de Luthien," dijo torpemente, como si su familiar pudiera tomar tales decisiones. "Y... eh, he agregado un pequeño encantamiento. Se auto-reparará y limpiará solo. Práctico, ¿no?" Su excusa, claramente forzada, y la explicación apresurada sobre el encantamiento, no hacían más que añadir a la tensión palpable entre ellos.
Mientras Martin examinaba el pañuelo, tocando suavemente la tela, su expresión oscilaba entre la sorpresa y una reflexión introspectiva. Sus ojos se levantaban ocasionalmente hacia Gowther, transmitiendo una mezcla de curiosidad y un entendimiento tácito. Por su parte, Gowther evitaba el contacto visual directo, desviando la mirada, una clara señal de su incomodidad y vulnerabilidad. Cada gesto, cada pausa en su movimiento, hablaba de una tensión no resuelta, de una historia no contada que se entretejía entre ellos como el hilo fino del pañuelo en sus manos.
Martin no pudo evitar notar el aroma que desprendía el pañuelo. Era un olor sutil, evocador, que insinuaba en lugar de revelar, sugiriendo recuerdos compartidos cuyos detalles se perdían en la bruma de la memoria. Al mismo tiempo, se percató de la calidad de la artesanía. Era evidente que no era un objeto que se pudiera encontrar en los mercados comunes, siendo una pieza única posiblemente tejida por las hábiles manos de un artesano élfico. Este detalle le hizo preguntarse sobre el esfuerzo y el pensamiento que Gowther había invertido en este regalo.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Martin tardó en salir de su estupor, parecía confuso y agradecido al mismo tiempo. Con cuidado alargó el pañuelo y lo entrelazó en su cuello como si fuera una protectora bufanda para cubrir su cuello y garganta, lo que le parecía una buena idea debido al frío clima que les esperaba al norte en su viaje. La exquisita tela le daba un toque elegante, que contrastaba con el aspecto de explorador forestal del resto de su atuendo. Una intrépida nota de color en sus monótonos ropajes verdes oscuros y grises.
Su mente viajó a su interior mientras preparaba la prenda, dándose cuenta de como Gowther evitaba su mirada directa. Un sentimiento de inferioridad volvió a intentar apoderarse de él, aunque esta vez lo consiguió mantener a raya. Era difícil no abandonarse a la sumisión ante un eladrín de su estirpe, cuando toda tu infancia y adolescencia había estado condicionada y alienada para servirles, sin preguntas ni remordimientos, uno tenía que poner mucho de su parte para frenar esos trenes de pensamientos. ¿Qué había hecho al El'tael diferente en su trato hacia el mestizo? ¿El "acercamiento" que habían tenido en la torre de los Archimagos había dejado más impronta de la que él pensaba?... Fue de nuevo un gran esfuerzo no dejarse llevar por un insidioso síndrome del impostor, pero Martin consiguió mantener el porte, sin bajar su mirada por primera vez en muchos años.
Ante de hablar, cerró sus ojos por unos segundos y sus labios temblaron ligeramente, pero su grave voz finalmente arrancó calmada.
- Muchas gracias Gowther, no era necesario... es un artículo excepcional, y lo cuidaré y mantendré conmigo siempre. Yo... espero... algún día... concederte un presente que lo iguale, aunque has puesto el listón tan alto que no sé si seré capaz...
El tímido semielfo sonrió abiertamente, aunque no tardó en rascarse la cabeza nerviosamente y desviar su mirada hacía Luthien, que reposaba apoyado sobre la rama de uno de los frondosos árboles exteriores al muro de la ciudad. Finalmente terminó bajando la cabeza respetuosamente ante la majestuosa ave que era el familiar de su compañero, como señal de agradecimiento, puesto que en teoría todo había sido idea suya.
- Esto... si que tardan los demás... espero que no esté en problemas...
Morko se enfundó su ropa de invierno, asegurando que se ajustaba bien a la armadura y no dejaba que el calor corporal se escapase por la superficie de metal de la misma. Una vez hechas las oportunas comprobaciones, guardó el resto de su equipo en su mochila de viaje y cogiendo a Kheluzburk se dirigió hacia el portal que los llevaría hasta Neverwinter. Confiaba en que sus compañeros no tardasen mucho en llegar.
Ash, junto al portal mágico, se ceñía sus nuevas espadas a la cintura sin demasiada pompa. Una tupida capa roja para el invierno colgaba de sus hombros. Sus nuevas chicas tenían una aspecto fantástico, pero por alguna razón los ojos del guerrero no brillaban como otras veces al estrenar hoja. Relegó sus viejas espadas a la espalda y desenvainó el nuevo acero para sopesar su equilibrio maquinalmente. Las espadas brillaron inmaculadas con el reflejo del sol que entraba por la ventana. Blandió las hojas un par de veces y las volvió a envainar. Asintió a Morko al verlo llegar.
—Bueno, andando, matemos algunos dragones —sonrió al príncipe enano—. ¿Y los demás?
- Es cierto - dice Laeral en la que se ha convertido en la sala común del grupo en la Torre - tardan demasiado. ¿Habíais quedado a una hora concreta o... ? -pregunta a los Fragmentos alli reunidos en espera del resto para ser teleportados.
Martin:
Martin tira 1d100 por favor. Si sacas 05 o menos pasan cosas... interesantes
A media mañana, bajo el sol brillante que inundaba la puerta norte de Waterdeep, Gowther se acercó a Martin. La imponente estructura de piedra de la puerta se erguía majestuosamente, testigo silencioso de las idas y venidas de mercaderes, aventureros y ciudadanos. No muy lejos de ellos, Zevatur, otro integrante del grupo, observaba con una mezcla de curiosidad e interés.
"Martin," dijo Gowther, con una voz que trataba de mantenerse ecuánime a pesar de la incertidumbre que le provocaba la situación. "Debo corregirte. Nuestro encuentro aquí fue solo una casualidad." Hizo una pausa, buscando elegir sus palabras con cuidado. "En realidad, habíamos quedado en la torre.Debemos apresurarnos." La puerta norte, con sus guardias vigilantes y la constante actividad, era un recordatorio del dinamismo y la vitalidad de la ciudad.
Gowther observó a Martin, esperando su reacción. Mientras tanto, Zevatur, a una distancia respetuosa, los observaba discretamente. Su presencia añadía una dimensión adicional a la interacción, un testigo silencioso de este intercambio cargado de emociones y subtexto. El sol de la mañana creaba sombras danzantes sobre las piedras del camino y las murallas de la ciudad, mientras un ligero viento agitaba las banderas y estandartes. La luz del sol reflejaba la claridad del día, pero también lanzaba sombras que parecían simbolizar las complicadas emociones y pensamientos que Gowther y Martin estaban experimentando.
Tras este momento de conexión y entendimiento, los tres compañeros se pusieron en marcha hacia la torre del mago. El camino serpenteaba a través de la vibrante ciudad. Mientras caminaban, el ruido de Waterdeep los envolvía. Mercaderes pregonaban sus mercancías, los ciudadanos se apresuraban en sus quehaceres diarios, y pequeños grupos de aventureros discutían planes y mapas.
Gowther caminaba con una nueva determinación, y a su lado, Martin parecía más confiado, con una expresión de gratitud y esperanza. Zevatur, observador, ofrecía comentarios ligeros que aliviaban la tensión del momento anterior. La ciudad, con sus altas torres y calles adoquinadas, parecía cobrar vida propia. Los rayos del sol se filtraban a través de los altos edificios, mientras un bardo tocaba una melodía alegre.
La torre, elevándose hacia el cielo, marcaba el horizonte con su silueta desafiante, un faro que guiaba a Gowther, Martin y Zevatur hacia lo desconocido. En su camino, cada uno llevaba consigo no solo sus armas y conjuros, sino también la resolución de enfrentar lo que viniera. El trayecto hacia la estructura no era meramente un desplazamiento en el espacio, sino una marcha hacia retos inminentes y oportunidades aún por descubrir.
Mientras Gowther, Martin y Zevatur continuaban su camino hacia la torre del mago, las calles de Waterdeep empezaban a quedar atrás, dando paso a un ambiente más tranquilo y misterioso. La torre misma, un edificio antiguo y lleno de secretos, se alzaba ante ellos, sus paredes de piedra antiguas y resistentes al tiempo. La puerta de la torre, tallada con intrincados símbolos arcanos, se abrió sin esfuerzo al acercarse, como si reconociera su derecho a entrar.
Dentro de la torre, un silencio reverente era interrumpido solo por el eco de los pasos de Gowther, Martin y Zevatur en las losas de piedra. Ascendieron por la escalera en espiral, rodeados de estanterías cargadas con antiguos tomos y artefactos místicos que centelleaban tenuemente. Al alcanzar la amplia sala en la cúspide de la torre, se encontraron con Ash, Morko, Khelben y Laeral, quienes estaban inmersos en un debate sobre los próximos pasos de su aventura.
Mientras Gowther y sus compañeros se integraban silenciosamente a la discusión, la puerta de la sala se abrió en varias ocasiones. Primero entró Kath, seguido de cerca por Helayna. Cada uno se unió a la conversación sin interrupciones, aportando sus perspectivas y conocimientos. Con la llegada de estos últimos, la reunión estaba completa, y la atmósfera de la sala se intensificó con la promesa de decisiones importantes y estrategias a desarrollar para lo que estaba por venir.
Tras caer en la cuenta de que había errado por completo el lugar de partida, Martin se sorprendió a sí mismo ruborizándose hasta el extremo, al parecer como un torpe principiante ante el veterano Eladrín. Rápidamente intentó recordar las conversaciones pasadas acerca del punto de encuentro, pero no conseguía reunir esa información en su memoria, sin duda porque en vez de estar atento, su mente se encontraría divagando muy lejos de ese tipo de datos importantes, sumida en sus propios arremolinados problemas y estrategias de confrontación ante eventos futuros.
Carraspeando mientras intentaba disimular su vergüenza, el semielfo asintió en silencio ante Gowther, y tras dejarse acompañar por Zevatur, los tres se dirigieron a la torre donde esperaba no haber causado demasiada demora en su partida.
Mientras el trio abandona la Puerta Norte y se pierde entre las calles de la metropolí, una figura embozada en una capa oscura entra en la plaza en la que se abre la Puerta y que da la bienvenida en la ciudad a los viajeros. La figura camina apresurada y parece haber perdido algo... o a alguien. Mira de un lado a otro buscando, escudriñando rostros y figuras en busca de alguien. Al cabo de unos minutos, frustrado, sale por la misma calle que, sín él saberlo, el objetivo de su búsqueda ha atravesado hace escasos minutos algo confundido y bastante avergonzado.
Con la llegada de una circunspecta Kath, Los Fragmentos Extraordinarios estaban reunidos casi en su totalidad.
Kath carraspeó y dijo.
- Guilbert no va a venir - antes de que nadie pudiera preguntar nada abrió su mano izquierda y mostró una rosa negra cuyos pétalos se abrieron hasta cubrir la palma de su mano, la flor parecía delicada y hermosa. Kath musitó una sola palabra "halfling" y la rosa comenzó a brillar, como si reflejara el sol en el rocío de la mañana. La negra flor se elevó de la mano de su portadora y esta se retiró hasta colocarse al lado de Martin. Las motas de luz se fueron intensificando y uniendo, hasta formar la figura de Guilbert, aunque de color azulado traslúcido.
Guilbert vestía su armadura de batalla, su capa, la espada de su orden cruzada en la espalda, y un tartan perfectamente plisado y colocado atravesando su pecho y rodeando su cintura. Helayna no pudo dejar de notar el parecido que mostraba con aquellos espíritus que el bardo invocaba en combate, los caídos miembros de su Orden. La imagen comenzó a hablar.
- Amigos míos. Lamento comunicaros que no podré acompañaros en la siguiente etapa del viaje. Sí, soy un cobarde por no deciros esto a la cara, pero apenas he conseguido reunir el coraje para dejaros este mensaje, temo que si os miro a los ojos mi resolución flaquee y no pueda llevar a cabo lo que debo hacer. -Guilbert hace una pausa, baja la mirada y aprieta un puño. Sus hombros tiemblan en un profundo suspiro y parece reunir el valor suficiente como para continuar, aunque al hacerlo su voz suena algo estrangulada. - Yo, que me dedico a usar el verso y la prosa para elevar corazones y espíritus, no encuentro las palabras para expresaros mis sentimientos hacia vosotros. Me encontrasteis encerrado en un lugar más profundo y oscuro del que me sacásteis, pero a vuestro lado he vuelto a encotrar las fuerzas para salir del oscuro lugar donde estaba mi alma. Con vosotros he vuelto a encontrar lo que realmente había perdido y estaba buscando; una familia. - traga saliva, pero no hace nada por ocultar las lágrimas que asoman a sus ojos. - Sin embargo y aunque me es conocida la gravedad de nuestra misión, es precisamente por... mi... familia por quien debo abandonaros, al menos hasta haber cumplido con la última voluntad de Francesca y encontrar a mi hija. No puedo estar divido entre mi compromiso con vosotros y saber que, en alguna parte, ella esta viva y sola. Espero poder volver a vuetro lado a tiempo para la batalla y recuperar el reino de Morko. Uno no tiene la oportunidad de que un Príncipe enano le deba una todos los dias - añade guiñando un ojo y mostrando al alegre compañero que todos han llegado a querer, pero enseguida recupera la seriedad - No puedo haceros ninguna promesa, pues estas pueden pesar demasiado en los corazones si no pueden ser cumplidas, pero haré todo lo que esté en mi mano para volver y luchar de nuevo a vuestro lado.Conservad la Rosa Negra, de esa forma podré localizaros. Mientras tanto, cuidaos. Sabed que llevo una parte de cada uno de vosotros en mi corazón. Que los dioses os sonrian. -
Gulbert hace una reverencia, quitándose su sombrero y la imagen vuelve a transformarse en pequeñas motas de luz que se desvanecen en una espiral, como gotas de lluvia dispersadas por el tiempo.
Gowther, observando la despedida espectral de Guilbert con una expresión de seriedad y respeto, se adelantó un paso, captando la atención de los presentes. Con la gracia y el porte que caracterizan a su estirpe, pero también con la calidez que había aprendido a valorar en su grupo, dijo:
“La ausencia de Guilbert dejará un vacío entre nosotros, tanto en la batalla como en el corazón. Su coraje y su arte han sido faros en nuestros viajes más oscuros.” Hizo una pausa, su mirada recorriendo la sala, conectando brevemente con cada uno de sus compañeros. “Pero debemos respetar su decisión y su deber. Aunque no esté físicamente, su espíritu y sus enseñanzas permanecerán con nosotros.”
Gowther se acercó a Kath y, con un gesto delicado pero firme, tomó la Rosa Negra. “Conservaremos esto como un vínculo con Guilbert y como recordatorio de nuestro compañero. Y cuando regrese, que así será, lo recibiremos con los brazos abiertos.”
Después de guardar cuidadosamente la rosa, se volvió hacia el resto del grupo: “Ahora, debemos enfocarnos en los desafíos que tenemos por delante. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial en lo que está por venir. El tiempo apremia... Avancemos juntos, pero ya no como compañeros de combate, sino como la familia que hemos forjado... Es hora de continuar.”
Con estas palabras, Gowther reafirmó no solo su compromiso con la misión, sino también el vínculo inquebrantable que unía a Los Fragmentos Extraordinarios, una alianza forjada en la confianza mutua y en las batallas compartidas.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Zevatur suspiro con tristeza. No era tristeza, era melancolía adelantada ya que sabía que le echaría de menos en los campamentos, en los combates, en las posadas. Pero se alegró por el, la vida de aventuras desgastaba y cortaba una vida de raíz, evitaba echas raíces... Gilbert sería más feliz haciendo lo suyo.
- Cuando regresemos podremos tomarnos unas cervezas juntos de nuevo. Ya ciento las horas. Cuanto antes partamos, antes podremos disfrutar de su presencia. -Dijo abimadente.
Martin observó la belleza de la rosa negra, pero su corazón se quebró al oír el mensaje de su querido compañero. ¿Cobarde decía? Cuando a los ojos del mestizo, era todo lo contrario, valor para enfrentarse a su carga, haciendo frente y haciendo lo correcto, no como él, que había decidido huir lo más lejos posible de este lugar, de sus responsabilidades y de la gente que amaba... a la que había traicionado. Un verdadero héroe al que sin duda echaría en falta, ... una redención completada donde él mismo sólo iba a dejar vacío.
Intentando ocultar una lágrima, miró de reojo a Gowther, y luego su mente viajó hacía la figura de B.J. al que probablemente, nunca volvería a ver, y al que de alguna manera, había vuelto a fallar.
- Será mejor que nos marchemos, estamos dilatando nuestra partida demasiado.
Su voz sonó sería y distante, desapegada y pragmática, una barrera emocional que se había elevado para evitar sentir más dolor.
Hela había aprovechado hasta el último momento para permanecer en la biblioteca absorbiendo los conocimientos de magia a su disposición. Antes de abandonar la sala y reunirse con sus compañeros para emprender el viaje de su nueva misión, paseó lentamente por la estancia, acariciando suavemente los lomos de los libros, las mesas y las estanterías de madera. Se detuvo en uno de los ventanales y miró al exterior, suspirando con la añoranza que sabía que sentiría cuando estuviera lejos de allí.
Un último vistazo y se dirigió con determinación a la salida. No quiso volver la vista atrás para no entristecer más aún aquel momento. Sus compañeros la esperaban y debía centrarse en su nuevo objetivo, desprovista de sentimientos de nostalgia que entorpecieran su viaje. La Torre permanecería impertérrita hasta su vuelta.
Pero la despedida de Guilbert, inesperada y distante, ya que no se produjo en persona, depositó un poso de tristeza en su corazón. Entendía sus razones y apoyaba al bardo en su decisión, pero sabía que le echaría profundamente de menos. En su petate mantenía a salvo la flauta que le regaló con la que se había introducido en el arte de la música. La tocaría allá donde pudieran disfrutar de un momento de descanso, para recordarle y que su espíritu permaneciera con ellos en la distancia.
Sin pronunciar palabra, bajó la mirada entristecida cuando la imagen de su amigo se desvaneció. Y volvió a alzarla tras las palabras del eladrín. Solo le miró fijamente, analizando su tono de voz y su lenguaje no verbal. Parecía estable, al menos por el momento. Pero no bajaría la guardia ante los extraños comportamientos que esperaba no volvieran a repetirse.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Ash encajó la marcha de Guilbert con estoicismo. Le iba a echar de menos, pero le entendía perfectamente.
—Bueno, bonito discurso Gowther —dijo enarcando un ceja—. En fin, Martin tiene razón, tenemos dragones que matar y fortuna que ganar —sonrió a todos apretando a Hela contra si—. Guilbert tiene lo que quiere y llorar está de más si podemos pelear. Seguimos siendo los Fragmentos Extraordinarios y nadie más va a hacer el trabajo que tenemos por delante. No hay plan B, así que andando amigos —Sonrió jactanciosamente—. Antes de que me arrepienta y vuelva a las dulces sábanas con Hela el tiempo que nos quede antes de que todo arda. Que no se me antoja mal plan —guiñó a su amada mientras se disponía a cruzar el portal.
Morko asintió con cierta envidia la facilidad con la que Guilbert podía seguir sus responsabilidades individuales, cosa que a él por algún motivo no se le permitía, pero le deseo suerte en su fuero interno antes de agarrar con fuerza su hacha y mostrar que estaba listo para partir.
Con los Fragmentos aparentemente listos para la siguiente etapa de su viaje, Laeral asiente y les pide que entren en el círculo de runas plateadas que está dibujado en el centro de la sala donde se han reunido. Cuando todos están en el interior, la hechicera, dedicándoles una última sonrisa comienza su cántico arcano, moviendo las manos con elegancia y precisión. Hay muchos practicantes del Arte en Faerûn, y ver a Gowther desarrollar su técnica es un regalo para los sentidos, pero sin duda la palabra que le viene a la mente a todos al ver a Laeral ejecutar el hechizo es maestría. La intensidad de las runas hace eco a la de su cántico y la magia va concencentrándose cada vez más a su alrededor. La intensidad del brillo plateado crece tanto que a su alrededor sólo parece haber ese fulgor plateado, casi blanco. Todos sienten un pequeño vértigo, como si de repente hubiesen dado un salto al vació, aunque ninguno había movido un solo pie. Pero algo ocurre. La voz de Laeral, que hasta ese momento había ido in crescendo, parece quebrarse durante una fracción de segundo. El brillo a su alrededor parece perder intensidad, es tan sólo un parpadeo, pero todos sienten como si su esqueleto fuera arrancado de su cuerpo y vuelto a colocar dentro. Pueden oir la voz de Khelben exclamar. - ¡Mystra bendita... Laeral!! - y su su voz, grave y profunda comienza a entonar otro cántico mágico. Sea lo que sea que ha ocurrido la voz de Laeral se impone de nuevo y gana de nuevo firmeza y solidez. El brillo aumenta hasta ser completamente cegador y obligar a todos a cerrar los ojos.
Cuando los abren ya no están en la Torre Negra. El aire viene cargado a su izquierda por un fuerte olor a salitre. El viento fresco agita sus capas y juega con sus cabellos. Sienten la roca húmeda por el romper de las olas bajo sus pies. Frente a ellos, bajo un cielo griz plomizo que amenaza lluvia, a un par de kilómetros ven la ciudad de Neverwinter.
La que otrora fuera llamda la Joya del Norte, fue prácticamente destruida hace un par de décadas cuando un volcán entró en erupción en mitad de la misma, acabando con casi toda su población y con la línea real. Cientos de años de historia fueron arrasados por rocas ígneas en apenas unos minutos. Una gran cicatriz aún recorre la parte sur de la ciudad, conocida como La Cicatriz, de donde se dice que, pese a haber sido sellada, aún emergen criaturas extrañas y mutadas. Lord Neverember, tras haber sido desterrado de Waterdeep, ha dedicado sus esfuerzos a reconstruir la ciudad y devolverle su lugar como centro de la civilización y el comercio en el Norte. Y sus esfuerzos se han visto recompensados, puesd aunque aún son visibles los efectos de la destrucción, la ciudad está prácticamente reconstruida.
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PbP Character: A few ;)
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Zevatur miró a sus compañeros. - Yo acudiré al establecimiento de Mirt, para conseguir los pergaminos para curar el mal de la petrificación. No serán baratos... así que si alguien con dinero puede acompañarme. - Dicho mientras revisaba su escuálida bolsa de dinero. – Algo para protegerse de los ígneos alientos también sería interesante... pero es más difícil... Yo soy de natural resistente, pero el aliento es siempre peligroso.
Zevatur, Rolthos
El semielfo bastardo salió de la torre con cierto aire de distracción, de nuevo retomando su rutina de permanecer atento a posibles espías u observadores indeseados, aunque quizás, buscaba con su mirada la presencia de alguien en particular... esa realización interior, le hizo ruborizarse de inmediato, y sintió cierta vergüenza tras recordar lo acontecido en la torre. Su hilo de pensamientos cambió rápidamente de rumbo, sintiendo que le hubiera gustado despedirse mejor de la niña de doradas escamas, pero la misión apremiaba y les quedaba un duro camino por delante.
Sus divagaciones se vieron interrumpidas cuando el extraño semi-gigante sorprendió con su presente a Ash. Martin observó al enorme mensajero con discreción, pero antes de pedir al líder de los fragmentos que le permitiera inspeccionar el misterioso paquete por si había trampas, éste ya lo había desenvuelto mostrando su espectacular contenido. Las hojas le llamaron poderosamente la atención, y elevó la mirada buscando la suya, cuando el guerrero dio a entender que también había enlazado su vida a la tejedora de destinos... ¿cual habría sido el precio esta vez? ... prefirió no discurrir sobre el tema demasiado.
Ante la propuesta de Zevatur, el explorador asintió y comentó algo rápido, quizás si tenía una última tarea pendiente, aunque no estaba seguro de verse capaz de emprenderla esta vez.
- Quedamos en el portón norte de la ciudad en una hora, desde allí partiremos hacia nuestro nuevo destino. Espero que estéis todos bien pertrechados contra el frío... yo... iré a intentar conseguir quizás algo de información que nos pueda valer... con suerte... Sed discretos, muchas fuerzas sin duda seguirán buscándonos.
Su voz distante no disimulaba que algo más había detrás... pero embutido en su capa gris con tonos verdes pálidos, y tapándose el rostro, el ex-agente de la Academia desapareció entre la multitud, como una hoja otoñal más, fluyendo sobre un río caudaloso.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Gowther, consciente del inminente viaje a Neverwinter, se dedicó a la meticulosa preparación de sus enseres. En la tranquilidad de su aposento en la Torre Negra, ordenó cuidadosamente cada artículo. Entre sus pertenencias, destacaban la fiel espada Aegnor, su libro de hechizos y los valiosos ingredientes alquímicos recolectados durante sus aventuras, que incluían viales de sangre y cerebro de Umber Hulk, así como materiales para potenciar armaduras y armas.
Una vez listo, se desplazó hacia donde Khelben y Laeral esperaban. Con un gesto respetuoso y una gratitud genuina, expresó su agradecimiento por el conocimiento y la hospitalidad recibidos. "Vuestra guía ha sido invaluable en estos tiempos inciertos," afirmó con sinceridad. La despedida, marcada por el afecto y el respeto mutuo, dejó una impresión duradera en Gowther.
Posteriormente, se encaminó al mercado de la ciudad. El contraste entre el bullicio del mercado y la serenidad de la Torre era palpable. Con determinación, se adentró entre los puestos, buscando comerciantes interesados en los singulares ingredientes alquímicos que ofrecía. Exhibió con orgullo los exóticos materiales, negociando su intercambio por ítems de valor estratégico.
En cada transacción, Gowther examinaba meticulosamente las ofertas, asegurándose de que cada objeto adquirido añadiera una ventaja táctica significativa para los desafíos venideros. Su enfoque estaba en adquirir ítems que brindaran protección y fortalecieran sus habilidades en combate.
Esto es lo que tengo de las aventuras.
Ingredientes para pociones:
Vial de sangre de Umber Hulk x 2
Vial con Cerebro umber hulk x 1
Ingredientes para tres armaduras de cuero +2:
Piel para armadura ligera encantadaX3 de gusano
Ingredientes para 3 armas de filo +1:
Empuñadura de hueso de gusanox3
Con las nuevas adquisiciones aseguradas, Gowther regresó para encontrarse con sus compañeros. Listo para la siguiente fase de su viaje, se unió a los Fragmentos Extraordinarios, fortalecido y mejor equipado para enfrentar lo que les esperaba en Neverwinter.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Martin intentó dirigirse a aquel lugar que sólo él y aquel misterioso oportunista conocían. Se merecía una despedida, una explicación...
Éste había aparecido repentinamente de nuevo en su vida, y ese proceso, había puesto de nuevo sus sentimientos en movimiento, pero más que como una ligera brisa que fluía con naturalidad sobre unos campos de trigo, dándoles forma con su aéreo toque, había despertado un tremendo huracán caótico que le causaba atracción y rechazo al mismo tiempo. Los pasos, apenas perceptibles entre las calles más estrechas y sinuosas de la ciudad, se encaminaban hacia aquella localización, que tanto significado, puro, y sin cifrar, había tenido en el pasado para ambos.
Sin embargo, algo le detuvo en seco, cuando apenas había comenzado su camino. ¿Culpa? quizás ... ¿Pánico al enfrentamiento? seguro... ¿Remordimientos por lo que había hecho? sin duda. Estaba seguro de que él le había intentado localizar estos tres días, aunque para el semielfo habían supuesto semanas... y que no se habría rendido, no como estaba justamente haciendo él en ese momento. Parado, estático entre la multitud, por casi un minuto entero, el bastardo se dio la vuelta cancelando inmediatamente su plan. Redirigió su destino al estrictamente hablado con sus compañeros de antemano, y se encaminó hacía la puerta Norte, mientras apretaba su mano con fuerza formando un puño, que perdía color y palidecía por la falta de riego ante tanta fuerza... frustración ... y pena.
Quizás más adelante, quizás en otra vida...
Cuando Gowther apareció bajo el inmenso umbral que habría paso al exterior de la ciudad, Martin le saludo amablemente, pero sin duda, se veía que era un acto reflejo, mecánico. Su mente no estaba allí, y simplemente esperaba a los demás para comenzar el duro viaje que les esperaba.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Zevatur llegó al portal ligero de ánimo con la sensación de estar preparado. Se había despedido de su familia y negociado en la medida de lo posible la adquisición de los elementos para enfrentarse a los peligros que les aguardaban. Saludo con un movimiento de cabeza al taciturno Martin y encendió su pipa con un sutil conjuro. Su hábito de fumar se había hecho más cotidiano y la imagen de Zevatur fumando de la pipa era más y más común.
Zevatur, Rolthos
El cielo sobre la ciudad vibraba con la energía de la mañana. Gowther, de pie en la plaza, observaba cómo su lechuza familiar, Luthien, se elevaba grácilmente en el aire antes de dirigirse hacia Martin, quien se encontraba a cierta distancia. En sus garras, Luthien llevaba un pequeño paquete, envuelto con una precisión y cuidado que reflejaban la naturaleza meticulosa de su amo.
Al acercarse, Luthien dejó caer el paquete con suavidad en las manos extendidas de Martin. Este, visiblemente sorprendido, desenvolvió el paquete para revelar un pañuelo finamente tejido. La tela era de una artesanía élfica exquisita, con sujeciones estratégicas que permitían usarla de múltiples formas: como bandana, venda para el brazo, bufanda ligera, o incluso como una cinta minimalista para el cabello. Cada doblez y nudo en la tela tenía un propósito, revelando las múltiples funciones del objeto con una elegancia sutil. Además, tenía un sencillo encantamiento que permitía que el pañuelo se auto-reparara y limpiara, añadiendo un toque práctico a su belleza.
Gowther, observando desde la distancia, se aclaró la garganta incómodamente antes de hablar, su voz apenas audible en la distancia que los separaba. "Fue idea de Luthien," dijo torpemente, como si su familiar pudiera tomar tales decisiones. "Y... eh, he agregado un pequeño encantamiento. Se auto-reparará y limpiará solo. Práctico, ¿no?" Su excusa, claramente forzada, y la explicación apresurada sobre el encantamiento, no hacían más que añadir a la tensión palpable entre ellos.
Mientras Martin examinaba el pañuelo, tocando suavemente la tela, su expresión oscilaba entre la sorpresa y una reflexión introspectiva. Sus ojos se levantaban ocasionalmente hacia Gowther, transmitiendo una mezcla de curiosidad y un entendimiento tácito. Por su parte, Gowther evitaba el contacto visual directo, desviando la mirada, una clara señal de su incomodidad y vulnerabilidad. Cada gesto, cada pausa en su movimiento, hablaba de una tensión no resuelta, de una historia no contada que se entretejía entre ellos como el hilo fino del pañuelo en sus manos.
Martin no pudo evitar notar el aroma que desprendía el pañuelo. Era un olor sutil, evocador, que insinuaba en lugar de revelar, sugiriendo recuerdos compartidos cuyos detalles se perdían en la bruma de la memoria. Al mismo tiempo, se percató de la calidad de la artesanía. Era evidente que no era un objeto que se pudiera encontrar en los mercados comunes, siendo una pieza única posiblemente tejida por las hábiles manos de un artesano élfico. Este detalle le hizo preguntarse sobre el esfuerzo y el pensamiento que Gowther había invertido en este regalo.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Martin tardó en salir de su estupor, parecía confuso y agradecido al mismo tiempo. Con cuidado alargó el pañuelo y lo entrelazó en su cuello como si fuera una protectora bufanda para cubrir su cuello y garganta, lo que le parecía una buena idea debido al frío clima que les esperaba al norte en su viaje. La exquisita tela le daba un toque elegante, que contrastaba con el aspecto de explorador forestal del resto de su atuendo. Una intrépida nota de color en sus monótonos ropajes verdes oscuros y grises.
Su mente viajó a su interior mientras preparaba la prenda, dándose cuenta de como Gowther evitaba su mirada directa. Un sentimiento de inferioridad volvió a intentar apoderarse de él, aunque esta vez lo consiguió mantener a raya. Era difícil no abandonarse a la sumisión ante un eladrín de su estirpe, cuando toda tu infancia y adolescencia había estado condicionada y alienada para servirles, sin preguntas ni remordimientos, uno tenía que poner mucho de su parte para frenar esos trenes de pensamientos. ¿Qué había hecho al El'tael diferente en su trato hacia el mestizo? ¿El "acercamiento" que habían tenido en la torre de los Archimagos había dejado más impronta de la que él pensaba?... Fue de nuevo un gran esfuerzo no dejarse llevar por un insidioso síndrome del impostor, pero Martin consiguió mantener el porte, sin bajar su mirada por primera vez en muchos años.
Ante de hablar, cerró sus ojos por unos segundos y sus labios temblaron ligeramente, pero su grave voz finalmente arrancó calmada.
- Muchas gracias Gowther, no era necesario... es un artículo excepcional, y lo cuidaré y mantendré conmigo siempre. Yo... espero... algún día... concederte un presente que lo iguale, aunque has puesto el listón tan alto que no sé si seré capaz...
El tímido semielfo sonrió abiertamente, aunque no tardó en rascarse la cabeza nerviosamente y desviar su mirada hacía Luthien, que reposaba apoyado sobre la rama de uno de los frondosos árboles exteriores al muro de la ciudad. Finalmente terminó bajando la cabeza respetuosamente ante la majestuosa ave que era el familiar de su compañero, como señal de agradecimiento, puesto que en teoría todo había sido idea suya.
- Esto... si que tardan los demás... espero que no esté en problemas...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Morko se enfundó su ropa de invierno, asegurando que se ajustaba bien a la armadura y no dejaba que el calor corporal se escapase por la superficie de metal de la misma. Una vez hechas las oportunas comprobaciones, guardó el resto de su equipo en su mochila de viaje y cogiendo a Kheluzburk se dirigió hacia el portal que los llevaría hasta Neverwinter. Confiaba en que sus compañeros no tardasen mucho en llegar.
Ash, junto al portal mágico, se ceñía sus nuevas espadas a la cintura sin demasiada pompa. Una tupida capa roja para el invierno colgaba de sus hombros. Sus nuevas chicas tenían una aspecto fantástico, pero por alguna razón los ojos del guerrero no brillaban como otras veces al estrenar hoja. Relegó sus viejas espadas a la espalda y desenvainó el nuevo acero para sopesar su equilibrio maquinalmente. Las espadas brillaron inmaculadas con el reflejo del sol que entraba por la ventana. Blandió las hojas un par de veces y las volvió a envainar. Asintió a Morko al verlo llegar.
—Bueno, andando, matemos algunos dragones —sonrió al príncipe enano—. ¿Y los demás?
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- Es cierto - dice Laeral en la que se ha convertido en la sala común del grupo en la Torre - tardan demasiado. ¿Habíais quedado a una hora concreta o... ? - pregunta a los Fragmentos alli reunidos en espera del resto para ser teleportados.
Martin:
Martin tira 1d100 por favor. Si sacas 05 o menos pasan cosas... interesantes
PbP Character: A few ;)
A media mañana, bajo el sol brillante que inundaba la puerta norte de Waterdeep, Gowther se acercó a Martin. La imponente estructura de piedra de la puerta se erguía majestuosamente, testigo silencioso de las idas y venidas de mercaderes, aventureros y ciudadanos. No muy lejos de ellos, Zevatur, otro integrante del grupo, observaba con una mezcla de curiosidad e interés.
"Martin," dijo Gowther, con una voz que trataba de mantenerse ecuánime a pesar de la incertidumbre que le provocaba la situación. "Debo corregirte. Nuestro encuentro aquí fue solo una casualidad." Hizo una pausa, buscando elegir sus palabras con cuidado. "En realidad, habíamos quedado en la torre. Debemos apresurarnos." La puerta norte, con sus guardias vigilantes y la constante actividad, era un recordatorio del dinamismo y la vitalidad de la ciudad.
Gowther observó a Martin, esperando su reacción. Mientras tanto, Zevatur, a una distancia respetuosa, los observaba discretamente. Su presencia añadía una dimensión adicional a la interacción, un testigo silencioso de este intercambio cargado de emociones y subtexto. El sol de la mañana creaba sombras danzantes sobre las piedras del camino y las murallas de la ciudad, mientras un ligero viento agitaba las banderas y estandartes. La luz del sol reflejaba la claridad del día, pero también lanzaba sombras que parecían simbolizar las complicadas emociones y pensamientos que Gowther y Martin estaban experimentando.
Tras este momento de conexión y entendimiento, los tres compañeros se pusieron en marcha hacia la torre del mago. El camino serpenteaba a través de la vibrante ciudad. Mientras caminaban, el ruido de Waterdeep los envolvía. Mercaderes pregonaban sus mercancías, los ciudadanos se apresuraban en sus quehaceres diarios, y pequeños grupos de aventureros discutían planes y mapas.
Gowther caminaba con una nueva determinación, y a su lado, Martin parecía más confiado, con una expresión de gratitud y esperanza. Zevatur, observador, ofrecía comentarios ligeros que aliviaban la tensión del momento anterior. La ciudad, con sus altas torres y calles adoquinadas, parecía cobrar vida propia. Los rayos del sol se filtraban a través de los altos edificios, mientras un bardo tocaba una melodía alegre.
La torre, elevándose hacia el cielo, marcaba el horizonte con su silueta desafiante, un faro que guiaba a Gowther, Martin y Zevatur hacia lo desconocido. En su camino, cada uno llevaba consigo no solo sus armas y conjuros, sino también la resolución de enfrentar lo que viniera. El trayecto hacia la estructura no era meramente un desplazamiento en el espacio, sino una marcha hacia retos inminentes y oportunidades aún por descubrir.
Mientras Gowther, Martin y Zevatur continuaban su camino hacia la torre del mago, las calles de Waterdeep empezaban a quedar atrás, dando paso a un ambiente más tranquilo y misterioso. La torre misma, un edificio antiguo y lleno de secretos, se alzaba ante ellos, sus paredes de piedra antiguas y resistentes al tiempo. La puerta de la torre, tallada con intrincados símbolos arcanos, se abrió sin esfuerzo al acercarse, como si reconociera su derecho a entrar.
Dentro de la torre, un silencio reverente era interrumpido solo por el eco de los pasos de Gowther, Martin y Zevatur en las losas de piedra. Ascendieron por la escalera en espiral, rodeados de estanterías cargadas con antiguos tomos y artefactos místicos que centelleaban tenuemente. Al alcanzar la amplia sala en la cúspide de la torre, se encontraron con Ash, Morko, Khelben y Laeral, quienes estaban inmersos en un debate sobre los próximos pasos de su aventura.
Mientras Gowther y sus compañeros se integraban silenciosamente a la discusión, la puerta de la sala se abrió en varias ocasiones. Primero entró Kath, seguido de cerca por Helayna. Cada uno se unió a la conversación sin interrupciones, aportando sus perspectivas y conocimientos. Con la llegada de estos últimos, la reunión estaba completa, y la atmósfera de la sala se intensificó con la promesa de decisiones importantes y estrategias a desarrollar para lo que estaba por venir.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Tras caer en la cuenta de que había errado por completo el lugar de partida, Martin se sorprendió a sí mismo ruborizándose hasta el extremo, al parecer como un torpe principiante ante el veterano Eladrín. Rápidamente intentó recordar las conversaciones pasadas acerca del punto de encuentro, pero no conseguía reunir esa información en su memoria, sin duda porque en vez de estar atento, su mente se encontraría divagando muy lejos de ese tipo de datos importantes, sumida en sus propios arremolinados problemas y estrategias de confrontación ante eventos futuros.
Carraspeando mientras intentaba disimular su vergüenza, el semielfo asintió en silencio ante Gowther, y tras dejarse acompañar por Zevatur, los tres se dirigieron a la torre donde esperaba no haber causado demasiada demora en su partida.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mientras el trio abandona la Puerta Norte y se pierde entre las calles de la metropolí, una figura embozada en una capa oscura entra en la plaza en la que se abre la Puerta y que da la bienvenida en la ciudad a los viajeros. La figura camina apresurada y parece haber perdido algo... o a alguien. Mira de un lado a otro buscando, escudriñando rostros y figuras en busca de alguien. Al cabo de unos minutos, frustrado, sale por la misma calle que, sín él saberlo, el objetivo de su búsqueda ha atravesado hace escasos minutos algo confundido y bastante avergonzado.
Con la llegada de una circunspecta Kath, Los Fragmentos Extraordinarios estaban reunidos casi en su totalidad.
Kath carraspeó y dijo.
- Guilbert no va a venir - antes de que nadie pudiera preguntar nada abrió su mano izquierda y mostró una rosa negra cuyos pétalos se abrieron hasta cubrir la palma de su mano, la flor parecía delicada y hermosa. Kath musitó una sola palabra "halfling" y la rosa comenzó a brillar, como si reflejara el sol en el rocío de la mañana. La negra flor se elevó de la mano de su portadora y esta se retiró hasta colocarse al lado de Martin. Las motas de luz se fueron intensificando y uniendo, hasta formar la figura de Guilbert, aunque de color azulado traslúcido.
Guilbert vestía su armadura de batalla, su capa, la espada de su orden cruzada en la espalda, y un tartan perfectamente plisado y colocado atravesando su pecho y rodeando su cintura. Helayna no pudo dejar de notar el parecido que mostraba con aquellos espíritus que el bardo invocaba en combate, los caídos miembros de su Orden.
La imagen comenzó a hablar.
- Amigos míos. Lamento comunicaros que no podré acompañaros en la siguiente etapa del viaje. Sí, soy un cobarde por no deciros esto a la cara, pero apenas he conseguido reunir el coraje para dejaros este mensaje, temo que si os miro a los ojos mi resolución flaquee y no pueda llevar a cabo lo que debo hacer. - Guilbert hace una pausa, baja la mirada y aprieta un puño. Sus hombros tiemblan en un profundo suspiro y parece reunir el valor suficiente como para continuar, aunque al hacerlo su voz suena algo estrangulada. - Yo, que me dedico a usar el verso y la prosa para elevar corazones y espíritus, no encuentro las palabras para expresaros mis sentimientos hacia vosotros. Me encontrasteis encerrado en un lugar más profundo y oscuro del que me sacásteis, pero a vuestro lado he vuelto a encotrar las fuerzas para salir del oscuro lugar donde estaba mi alma. Con vosotros he vuelto a encontrar lo que realmente había perdido y estaba buscando; una familia. - traga saliva, pero no hace nada por ocultar las lágrimas que asoman a sus ojos. - Sin embargo y aunque me es conocida la gravedad de nuestra misión, es precisamente por... mi... familia por quien debo abandonaros, al menos hasta haber cumplido con la última voluntad de Francesca y encontrar a mi hija. No puedo estar divido entre mi compromiso con vosotros y saber que, en alguna parte, ella esta viva y sola. Espero poder volver a vuetro lado a tiempo para la batalla y recuperar el reino de Morko. Uno no tiene la oportunidad de que un Príncipe enano le deba una todos los dias - añade guiñando un ojo y mostrando al alegre compañero que todos han llegado a querer, pero enseguida recupera la seriedad - No puedo haceros ninguna promesa, pues estas pueden pesar demasiado en los corazones si no pueden ser cumplidas, pero haré todo lo que esté en mi mano para volver y luchar de nuevo a vuestro lado.Conservad la Rosa Negra, de esa forma podré localizaros. Mientras tanto, cuidaos. Sabed que llevo una parte de cada uno de vosotros en mi corazón. Que los dioses os sonrian. -
Gulbert hace una reverencia, quitándose su sombrero y la imagen vuelve a transformarse en pequeñas motas de luz que se desvanecen en una espiral, como gotas de lluvia dispersadas por el tiempo.
PbP Character: A few ;)
Gowther, observando la despedida espectral de Guilbert con una expresión de seriedad y respeto, se adelantó un paso, captando la atención de los presentes. Con la gracia y el porte que caracterizan a su estirpe, pero también con la calidez que había aprendido a valorar en su grupo, dijo:
“La ausencia de Guilbert dejará un vacío entre nosotros, tanto en la batalla como en el corazón. Su coraje y su arte han sido faros en nuestros viajes más oscuros.” Hizo una pausa, su mirada recorriendo la sala, conectando brevemente con cada uno de sus compañeros. “Pero debemos respetar su decisión y su deber. Aunque no esté físicamente, su espíritu y sus enseñanzas permanecerán con nosotros.”
Gowther se acercó a Kath y, con un gesto delicado pero firme, tomó la Rosa Negra. “Conservaremos esto como un vínculo con Guilbert y como recordatorio de nuestro compañero. Y cuando regrese, que así será, lo recibiremos con los brazos abiertos.”
Después de guardar cuidadosamente la rosa, se volvió hacia el resto del grupo: “Ahora, debemos enfocarnos en los desafíos que tenemos por delante. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial en lo que está por venir. El tiempo apremia... Avancemos juntos, pero ya no como compañeros de combate, sino como la familia que hemos forjado... Es hora de continuar.”
Con estas palabras, Gowther reafirmó no solo su compromiso con la misión, sino también el vínculo inquebrantable que unía a Los Fragmentos Extraordinarios, una alianza forjada en la confianza mutua y en las batallas compartidas.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Zevatur suspiro con tristeza. No era tristeza, era melancolía adelantada ya que sabía que le echaría de menos en los campamentos, en los combates, en las posadas. Pero se alegró por el, la vida de aventuras desgastaba y cortaba una vida de raíz, evitaba echas raíces... Gilbert sería más feliz haciendo lo suyo.
- Cuando regresemos podremos tomarnos unas cervezas juntos de nuevo. Ya ciento las horas. Cuanto antes partamos, antes podremos disfrutar de su presencia. -Dijo abimadente.
Zevatur, Rolthos
Martin observó la belleza de la rosa negra, pero su corazón se quebró al oír el mensaje de su querido compañero. ¿Cobarde decía? Cuando a los ojos del mestizo, era todo lo contrario, valor para enfrentarse a su carga, haciendo frente y haciendo lo correcto, no como él, que había decidido huir lo más lejos posible de este lugar, de sus responsabilidades y de la gente que amaba... a la que había traicionado. Un verdadero héroe al que sin duda echaría en falta, ... una redención completada donde él mismo sólo iba a dejar vacío.
Intentando ocultar una lágrima, miró de reojo a Gowther, y luego su mente viajó hacía la figura de B.J. al que probablemente, nunca volvería a ver, y al que de alguna manera, había vuelto a fallar.
- Será mejor que nos marchemos, estamos dilatando nuestra partida demasiado.
Su voz sonó sería y distante, desapegada y pragmática, una barrera emocional que se había elevado para evitar sentir más dolor.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Hela había aprovechado hasta el último momento para permanecer en la biblioteca absorbiendo los conocimientos de magia a su disposición. Antes de abandonar la sala y reunirse con sus compañeros para emprender el viaje de su nueva misión, paseó lentamente por la estancia, acariciando suavemente los lomos de los libros, las mesas y las estanterías de madera. Se detuvo en uno de los ventanales y miró al exterior, suspirando con la añoranza que sabía que sentiría cuando estuviera lejos de allí.
Un último vistazo y se dirigió con determinación a la salida. No quiso volver la vista atrás para no entristecer más aún aquel momento. Sus compañeros la esperaban y debía centrarse en su nuevo objetivo, desprovista de sentimientos de nostalgia que entorpecieran su viaje. La Torre permanecería impertérrita hasta su vuelta.
Pero la despedida de Guilbert, inesperada y distante, ya que no se produjo en persona, depositó un poso de tristeza en su corazón. Entendía sus razones y apoyaba al bardo en su decisión, pero sabía que le echaría profundamente de menos. En su petate mantenía a salvo la flauta que le regaló con la que se había introducido en el arte de la música. La tocaría allá donde pudieran disfrutar de un momento de descanso, para recordarle y que su espíritu permaneciera con ellos en la distancia.
Sin pronunciar palabra, bajó la mirada entristecida cuando la imagen de su amigo se desvaneció. Y volvió a alzarla tras las palabras del eladrín. Solo le miró fijamente, analizando su tono de voz y su lenguaje no verbal. Parecía estable, al menos por el momento. Pero no bajaría la guardia ante los extraños comportamientos que esperaba no volvieran a repetirse.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Ash encajó la marcha de Guilbert con estoicismo. Le iba a echar de menos, pero le entendía perfectamente.
—Bueno, bonito discurso Gowther —dijo enarcando un ceja—. En fin, Martin tiene razón, tenemos dragones que matar y fortuna que ganar —sonrió a todos apretando a Hela contra si—. Guilbert tiene lo que quiere y llorar está de más si podemos pelear. Seguimos siendo los Fragmentos Extraordinarios y nadie más va a hacer el trabajo que tenemos por delante. No hay plan B, así que andando amigos —Sonrió jactanciosamente—. Antes de que me arrepienta y vuelva a las dulces sábanas con Hela el tiempo que nos quede antes de que todo arda. Que no se me antoja mal plan —guiñó a su amada mientras se disponía a cruzar el portal.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Morko asintió con cierta envidia la facilidad con la que Guilbert podía seguir sus responsabilidades individuales, cosa que a él por algún motivo no se le permitía, pero le deseo suerte en su fuero interno antes de agarrar con fuerza su hacha y mostrar que estaba listo para partir.
Con los Fragmentos aparentemente listos para la siguiente etapa de su viaje, Laeral asiente y les pide que entren en el círculo de runas plateadas que está dibujado en el centro de la sala donde se han reunido. Cuando todos están en el interior, la hechicera, dedicándoles una última sonrisa comienza su cántico arcano, moviendo las manos con elegancia y precisión.
Hay muchos practicantes del Arte en Faerûn, y ver a Gowther desarrollar su técnica es un regalo para los sentidos, pero sin duda la palabra que le viene a la mente a todos al ver a Laeral ejecutar el hechizo es maestría.
La intensidad de las runas hace eco a la de su cántico y la magia va concencentrándose cada vez más a su alrededor. La intensidad del brillo plateado crece tanto que a su alrededor sólo parece haber ese fulgor plateado, casi blanco. Todos sienten un pequeño vértigo, como si de repente hubiesen dado un salto al vació, aunque ninguno había movido un solo pie.
Pero algo ocurre. La voz de Laeral, que hasta ese momento había ido in crescendo, parece quebrarse durante una fracción de segundo. El brillo a su alrededor parece perder intensidad, es tan sólo un parpadeo, pero todos sienten como si su esqueleto fuera arrancado de su cuerpo y vuelto a colocar dentro.
Pueden oir la voz de Khelben exclamar. - ¡Mystra bendita... Laeral!! - y su su voz, grave y profunda comienza a entonar otro cántico mágico.
Sea lo que sea que ha ocurrido la voz de Laeral se impone de nuevo y gana de nuevo firmeza y solidez. El brillo aumenta hasta ser completamente cegador y obligar a todos a cerrar los ojos.
Cuando los abren ya no están en la Torre Negra.
El aire viene cargado a su izquierda por un fuerte olor a salitre. El viento fresco agita sus capas y juega con sus cabellos. Sienten la roca húmeda por el romper de las olas bajo sus pies. Frente a ellos, bajo un cielo griz plomizo que amenaza lluvia, a un par de kilómetros ven la ciudad de Neverwinter.
La que otrora fuera llamda la Joya del Norte, fue prácticamente destruida hace un par de décadas cuando un volcán entró en erupción en mitad de la misma, acabando con casi toda su población y con la línea real. Cientos de años de historia fueron arrasados por rocas ígneas en apenas unos minutos. Una gran cicatriz aún recorre la parte sur de la ciudad, conocida como La Cicatriz, de donde se dice que, pese a haber sido sellada, aún emergen criaturas extrañas y mutadas.
Lord Neverember, tras haber sido desterrado de Waterdeep, ha dedicado sus esfuerzos a reconstruir la ciudad y devolverle su lugar como centro de la civilización y el comercio en el Norte. Y sus esfuerzos se han visto recompensados, puesd aunque aún son visibles los efectos de la destrucción, la ciudad está prácticamente reconstruida.
PbP Character: A few ;)