Nessa se gira al sentir la mano de Rolthos en su hombro y ve la advertencia en los ojos del paladín. Comprende la lógica aplastante de sus palabras, pero aún así mira una vez más hacia delante sintiendo la urgencia de recorrer esa calle hasta el final.
Vuelve a mirarle con intención de decir esto, pero al ver de nuevo la expresión de Rolthos y sentir además el contacto de Jen, termina de darse cuenta de que está dejándose llevar por la angustia cuando debería poner por encima todo su entrenamiento y experiencia.
Agita la cabeza, apesadumbrada y susurra:
- Perdonad, me he dejado llevar ... Tenéis razón, investiguemos alguna de estas casas antes de avanzar.
Mira hacia la que ha indicado Rolthos y asiente, añadiendo:
- Ahí viven ... vivían ... los Darren. El matrimonio y dos niños pequeños. Los pequeños tendrían ahora - hace memoria - unos ocho y diez años respectivamente.
El grupo va investigando alguna de las casas de los alrededores antes de internarse más en el pueblo. Mientras hace esto, Nessa va contando algunos datos acerca de los habitantes de cada una.
Cada recuerdo que va desgranando parece aumentar el peso de las ausencias en el pueblo.
Jen abre puerta tras puerta en la primera casa. Vacía. Prueban con otra, investigando la planta principal -Nada en el piso bajo.-Repite la conclusión que ha sacado de la primer casa con voz frustrada, devolviendo el chakram a su cinturón. Niega con la cabeza. -Es como si se hubieran esfumado con lo puesto.- Se muerde el labio preocupada y se reagrupa junto con Rolthos y Nessa junto al desvencijado marco de la puerta principal -Ninguna señal de tu diosa?- Pregunta en voz baja al paladín, escrutando los alrededores con la mirada. -Aliados, o enemigos alrededor? Esta "nada" me pone los pel...-
En ese momento repara en una escalinata que parece que lleva a un segundo piso. Una buhardilla. -Hmm... Debe de ser un granero. Voy a subir.- declara, agarrandose al manillar. A mitad de escalera un peldaño cruje bajo sus botas, y tiene que pararse una décima de segundo para comprobar que la escalinata aguanta.
La buhardilla está en penumbra y no se distinguen mas que unos bultos. Sacos? Cofres? Usando su magia, Jen ilumina una pequeña vela que lleva consigo. No es un granero, si no que mas bien parece una habitación. La pequeña luz no da mas allá que unos centímetros de claridad, asi que tiene que irse acercando, encorvada por el abuhardillado de la habitación hacia los bultos que parecen objetos. Un camastro, una alfombra, un baul... Y una cuna de bebé.
Jen se congela frente a la cuna, con una mueca de horror.
La cuna está destrozada… Desde dentro. Parece que algo rasgo la tela y rompió la madera para salir. Ilumina a un lado, y al otro, incrédula de lo que está viendo. Su cordura se desliza momentaneamente hasta los límites de la consciencia, tratando de asimilar los hechos que cuenta el escenario que pisa. La cuna está completamente salpicada de sangre, como si alguien se hubiera ensañado con su ocupante… Y luego este hubiera luchado como un animal salvaje para salir.
Lo siguiente que sabe es que está pasando como una exhalación por delante de sus compañeros, huyendo de aquella horrible visión.
Vraak tiene su hacha en las manos y la mueve a un lado y a otro nervioso. No puede evitar mirar a Nessa y lanza miradas alrededor, como si se negara a aceptar la realidad de lo que estaban viendo.
Al ver pasar como una exhalación a Jen, Julian sale detrás de ella, sin atreverse a gritar, pero decidido a no dejarla sola en aquella aldea destruida.
Cuando Julian consigue reconfortar a Jen y esta les describe el horror que ha visto en el piso superior Nessa se lleva las manos a la boca en una reacción instintiva que pretendía ahogar un gemido que realmente no llega a emitir. Como si el silencio sepulcral del pueblo se hubiera metido en su interior, simplemente mira al grupo en una muda petición para que avancen por el camino principal y puedan continuar investigando qué ha sucedido.
A medida que avanzan van desgranando más y más información. Lo que a priori les había parecido una huida desordenada de las casas - por las sillas y vajilla volcados - , se convierte en un verdadero escenario de lucha: huellas de pelea, de cuerpos que han caído al suelo en varios lugares, manchas de sangre seca en muros, vallas y otros puntos del camino. Pero ... ¿cuerpos? ninguno. Nessa detecta que alguno de los caídos se habían levantado de nuevo ... ¿quizá porque sus heridas no eran muy severas? Pero no está convencida y avanza más para poder revisar más grupos de huellas. ¡Si tan sólo la lluvia no hubiera embarrado tanto el camino ...!
Van pasando entre varias casas, todas con signos a cada cuál más descorazonador: cristales rotos, horcas con las puntas ensagrentadas, hoces abandonadas en el suelo cuando normalmente habrían estado en los cobertizos si no en los propios terrenos de labranza. Parterres pisoteados, regueros de sangre seca ... Cada nuevo hallazgo va perturbando más y más a Nessa, que nota el temblor creciente en sus manos y el frío en su estómago.
Cuando llegan a la plaza ven que una de las casas ha ardido y la joven dice:
- La casa de los McReny. Ahí vivía Harwyn. Es con quien me iba a casar...
El grupo investiga la casa, y por el estado de la misma llegan a la conclusión de que ardió aproximadamente la noche siguiente al ataque de Zalphiros a Celene.
Nessa continúa investigando las huellas por la zona de la plaza, que son más numerosas que en otras partes del camino. Al fin y al cabo, era el lugar más activo de Libernen. De haber algún lugar donde los vecinos se hubieran agolpado, sin duda habría sido aquél. Es gracias a esto que los ojos de la ranger descubren el patrón.
Primero, la cuna destrozada desde dentro. Y después, los cuerpos caídos. Que se han levantado de nuevo. Pasos que inicialmente eran ágiles, estables. Convertidos en pasos arrastrados, irregulares, como si los miembros que los habían creado hubieran sido retorcidos.
- Fueron convertidos. Todos - dice con un hilo de voz - Los lenvantaron como no muertos.
Criaturas sin mente propia, sometidas a las órdenes de su creador. Sus cuerpos destrozados, que se pudrirían poco a poco. ¿En esto se había convertido todo el pueblo? ¿Todos...? ¿Su hermano? ¿Su padre? ¿Su madre? ¿Todos ellos?
Sus ojos, llenos de lágrimas, miran a Ornym:
- Hace casi una semana de esto. El mirlo jamás llegó a entregar el mensaje.
Con el peso de esta afirmación siente sus piernas tambalearse y busca un apoyo sentándose en el borde de la fuente que marca el centro de la plaza. Apenas repara en el tinte carmesí del agua que fluye por ella.
- Estúpida de mí ... creía que podía ponerles sobre aviso... No, peor: me formé la fantasía de que las huestes de Zalphiros no habrían pasado por aquí.
Hunde momentáneamente la cara en sus manos para levantarla poco después hacia la casa que está justo en frente de la de los McReny.
- Esa es la mía.
Nessa no quiere entrar. No quiere encontrar nada que le confirme que su familia ya no existe. Que sólo queda ella.
Desde el momento en el que ha salido corriendo de la casa y se ha enterrado en los brazos de Julian, en pleno ataque de pánico, la barda va aferrada al médico, y aunque su piel actual ya es de color gris, a medida que pasan escenario tras escenario va cogiendo una tonalidad enfermiza.
La inevitable conclusión de todo aquel galimatías, convertido en la simple pero aterradora declaracion de Nessa en realidad, no le sorprende. Es algo que ha estado ahí desde que pusieron pie en el pueblo... Una realidad demasiado terrible como para ser asimilada instantaneamente. Aun así, siente un peso caerle en el estómago, y el poco color que le quedaba en el rostro se drena por completo. La afirmación le retumba en los oidos. Y sabe que todos están pensando en lo mismo.
"Es culpa nuestra"
Alza la mano en direccion a Nessa, queriendo ofrecerle apoyo. -Quieres que entremos contigo?- Pregunta, forzandose a tragar saliva para poder articular palabra.
Ornym permanece en silencio al lado de Nessa cuando esta entra por fin en su antigua casa.
De todos los escenarios que la joven exploradora había imaginado para volver a su hogar, este jamás hubiera estado entre ellos.
Aparentemente todo parecía igual que siempre. Instintivamente Nessa se dirigió hacia la parte trasera y allí encontró algo que no debería estar allí. Justo al lado de la ventana del salón que daba al jardín trasero donde su madre plantaba las lavandas que tanto le gustaban y cuyo aroma había acompañado a Nessa durante toda su infancia había una cama. Una cama desecha, como si alguien se hubiera levantado.
No, no era una cama cualquiera, era la cama de sus padres. Entre todo el horror y la revelación que intentaba abrirse paso por sus mentes, aquello fue lo que más extrañó a Nessa, ¿qué hacía la cama allí? Mirando hacia la ventana abierta y a las lavandas que se mecían levemente con una ligera brisa la muchacha comprendió. Aquel era el lugar más cercano al jardín en que su padre y su hermano podían poner a su madre. Seguramente con la intención de levantarle el ánimo o incluso que reaccionara. Por los dioses ¿Tan mal estaba su madre? ¿Acaso la pérdida de sus dos hijas la había dejado realmente postrada en el lecho? Cuando había leído la carta de su hermano había albergado la esperanza de que exagerara para hacerla sentir mal. Pero aquella cama decía lo contrario y confirmaba las terribles palabras de su hermano.
Y ahora nada importaba. No estaban. Habían desaparecido junto al resto del pueblo. Su pasado, su familia, todos desaparecidos.
Una idea le atravesó como una de sus flechas.
No. Desaparecidos no. Asesinados y convertidos en...
Después de investigar la cama y ver que no hay ni rastro de sangre ni nada que explique cómo fue convertida Katherine, Nessa mira a Ornym y coge su mano, entrelazando sus dedos con los de él. Necesita recordar que aún hay algo positivo de su pasado a su lado, algo que Zalphiros no ha corrompido y que ella misma no ha estropeado.
Luego se sienta en el borde de la cama y toca con suavidad las sábanas, como si de aquella manera pudiera retener un último contacto con su madre. Lo hace en vano, por supuesto, las sábanas están frías y no ofrecen lo que Nessa busca.
- Él ... Zalphiros... ha ganado ya. Puede que le detengamos, que evitemos que consiga su propósito. Pero las pérdidas que ha provocado, todas estas muertes, todo este dolor ... en todo eso, hemos perdido y no lo podremos recuperar.
Su voz está cargada de dolor cuando añade:
- Les hice tanto daño ... y me han arrebatado toda posibilidad de enmendarlo.
Incapaz de retener las lágrimas más, la joven llora como no lo ha hecho en mucho tiempo.
***
Antes de abandonar la casa, Nessa coge varios tallos de lavanda del jardín.
En el salón se queda unos instantes mirando un dibujo que cuelga de una de las paredes. Es un carboncillo que un artista dibujó algunos años atrás cuando una feria itinerante llegó a Libernen e hizo las delicias de sus habitantes durante unos días. En él se ve a los cinco miembros de la familia con algunos años menos. Sonrientes, despreocupados, ignorantes de las desgracias que estaban por llegar.
La ranger coge el dibujo y lo guarda con sumo cuidado. Es un recuerdo que quiere conservar bien.
Dedica unos minutos a recorrer las habitaciones de la casa, mirándolas en silencio desde el vano de cada puerta y grabándolas en su memoria. En la cocina recoge un par de platos rotos del suelo y los guarda en un cajón. Ordena la mesa y sillas, y usando un paño recoge algunos alimentos podridos, que tirará más tarde. También se para un minuto a la observar las marcas de varios colores que hay en la entrada a la cocina: las marcas de medidas de altura de cuando eran niños. Logra esbozar una sonrisa mientras pasa un dedo por ellas... Andrew acabó ganando a las hermanas con bastante diferencia.
Luego sale de la casa, cerrando con cuidado puertas y ventanas. Con una última y larga mirada hacia el edificio, se vuelve y dice:
Rolthos se concentró un momento y después se volvió hacia Jen. - Siento un hedor residual a poderosa magia de muerte... bastante potente teniendo en cuenta que ha pasado bastante tiempo… - dijo el paladín con voz ronca, afectado por las horroríficas escenas y la incipiente anticipada ansiedad de su compañera y amiga Nessa.
Al final en la casa de su niñez, el dolor de Nessa hizo que su corazón se encogiese. Como acto reflejo, el único que se le ocurrió en el momento, fue investigar la escena. Era evidente que había sido obra de Zalphiros, pero quizás pudiese encontrar alguna pisa adicional. [Ayudándose de un detectar magia].
Después se acercó a Nessa y le dio un fuerte abrazo y le susurró a su oído las palabras de apoyo que le vinieron a la cabeza en tan emotivo momento. - Siento mucho lo que ha pasado aquí. Cuentas con mi determinación en los pasos que decidas seguir desde aquí.
Al salir de la casa el paladín miro alrededor. Parecía increíble que no hubiese ni un solo superviviente… El joven paladín miro alrededor y viendo que no había ningún peligro alzó la voz. – ¡Hola! Algun superviviente! Somos refuerzos de Greyhawk. Soy servidor de Mayaheine, diosa de la protección, la justicia y el valor. – grito sin demasiada esperanza.
Jen, que ha estado siguiendo los movimientos de la cazadora en silencio, sale junto a Rolthos, con un brazo alrededor de los hombros de Nessa, como queriendo que se apoye en ella aunque sabe que la cazadora se tiene en pie, y niega con la cabeza.
-Nadie nos va a responder... Ni ahora ni luego. Esto es un erial.- Mira la desolacion a su alrededor, sintiendo como se le acumula la bilis en laa garganta. -Nada más podemos hacer aquí mas que esperar que algun día estos fantasmas encuentren paz.-
"Aunque el peso de su tormento nos persiga de por vida" piensa para si. La imagen de la cuna aun sigue en su cabeza. No hay palabras para describir el horror que ha visto aquel pueblo. En este caso, el silencio del lugar cuenta toda la historia que hace falta saber.
El concienzudo análisis de Rolthos de la casa de Nessa arroja pocos resultados.
Encuentra que hubo algo de lucha en la entrada de la casa, pero no en la casa misma. Al parecer alguien abandonó la casa con la intención de alejar a los atacantes de la casa. Y parece que tuvieron éxito pues al parecer sólo unas huellas se adentran en la casa. Rolthos casi no las ve por las pisadas de sus compañeros y las suyas propias, pero parece que, quien fuese, se asomó a la ventana de uno de los laterales antes de entrar en la casa y pueden encontrar unas huellas intactas. Al contario que las huellas del exterior del pueblo o de otras casas, no se trata de los pasos torcidos y pesados de los muertos vivientes, si no un par de ligeras y elegantes botas, de pies algo menudos para ser de Zalphiros, que es quien todos tienen en mente, son los únicos que entran en la casa, y salen acompañados de otro par de huellas hacia el jardín de lavanda, donde no hay signo alguno de lucha. En esta ocasión las dos personas, una con las elegantes botas y otra descalza, caminan lado a lado, hasta llegar frente a las plantas del jardín y luego se desvanecen. No es que pierdan el rastro, ya que Ornym lo confirma, simplemente desaparecen.
El paladín se acuclilló cerca de la cama y siguió las tenues huellas que encontró. Pidiendo ayuda a Ornym logró seguirlas hasta el jardín y en susurros compartió las conclusiones con él. Cruzo una mirada con él y después echo una mirada furtiva a Nessa cargada de preocupación por las implicaciones a las que Se podía llegar desde esos indicios. Con pesados pasos regresó y relato lo averiguado, guardándose las conclusiones para sí mismo.
- Parece que alguien impidió que las huestes de muertos vivientes entrasen a la casa, alejándolos de la casa. Pero alguien, no un muerto viviente, alguien más pequeño que Zalphiros entro en la casa y se llevó a la convaleciente al jardín. Allí las huellas desaparecen, quizás algún conjuro o una montura voladora.
Nessa está con la mirada perdida en algún punto de la calle y sin prestar mucha atención a los hallazgos Rolthos. Pero algo en lo que el paladín va contando la saca de su ensimismamiento, y entonces se gira para mirarle con atención. Sus ojos enrojecidos están llenos de ira cuando dice:
- ¿Cómo dices? ¿Alguien más pequeño que Zalphiros?
Aprieta con fuerza las manos.
- Aldalantanustë. Esa hija de ... - contiene su lengua a duras penas - ¿Aldalantanustë hizo todo esto? ¿Y entró en mi casa y se llevó a mi madre?
Furibunda, empieza a dar cortos pasos de un lado a otro. Por su mente van pasando rápidas imágenes de lo que se imagina que le va a hacer esa elfa la próxima vez que se cruce con ella. Hasta que de repente se para en seco, cayendo en la cuenta de que ha estado apretando y aprentado cada vez más las manos. Abre entonces la mano derecha y ve que los tallos de lavanda que había cogido momentos antes en el jardín están ahora aplastados y destrozados. Sus restos caen al suelo embarrado mientras los mira con los ojos ahora apenados. Aquel pequeño gesto parecía contribuir a la destrucción que ya reinaba a su alrededor.
La ranger se lleva esa misma mano a las sienes mientras cierra los ojos un momento, y se la oye musitar:
- ... voy a coger otros. Los necesito, quiero ... quiero añadirlos a mi foco.
-Alda...- Murmura Jen, atónita no ante la revelación del nombre de la elfa como mano ejecutora de la desgracia de aquel pueblo, si no porque, en realidad, tiene sentido aquella conclusión. Y eso lo hace mas terrorífico todavía.
-Voy contigo.- Acompaña a Nesaa a por otros tallos de lavanda. -Tienes mas ropa de abrigo? Pensaba coger cosas en la finca... Pero me temo que haya pasado exactamente lo mismo que aquí.- Dice con voz cortada. La idea de aquella desolación como un evento repetido le agujerea el estómago y le hunde el alma por dentro.
En silencio, abrumados por la gravedad y el horror de lo acontecido en el pueblo, consiguen juntar algunos suministros y parten en dirección a la hacienda y plantaciones que ahora pertenecen a Julian. A los gritos de Rolthos tan sólo contesta un cuervo, al parecer molesto por el repentino ruido.
Al pasar por el otro lado del pueblo ven como, debido al un incendio, el molino se ha derramando parcialmente y los escombros han caído sobre el arroyo que discurre por el límite del pueblo, prácticamente bloqueando su paso y creando una suerte de presa. La tierra alrededor ha empezado a empantanarse por la acumulación de agua, que aunque sigue corriendo, lo hace muy débilmente.
Vraak, quien no ha mediado palabra desde hace bastante, se introduce en el agua antes de que nadie pueda plantearse anda y aparta algunos escombros de gran tamaño, haciendo que el agua vuelva a correr de manera más fluida.
El viaje hasta los terrenos vinícolas de Julian dura apenas un día en el que los compañeros apenas hablan. Ornym no deja a Nessa sola y aunque le habla poco le hace saber que no está sola simplemente con su presencia. Incluso Vraak se acerca y tiene algún gesto con ella similar a los que mostraba antes de la aparición del elfo.
A media mañana del día siguiente llegan a la hacienda. Construida en lo alto de una colina que domina la aldea cercana, sin duda con las casas de aquellos que trabajan las tierras, sus muros de piedra rojiza y su tejado de madera con vigas a la vista y grandes balcones dan un aspecto rústico y acogedro a la misma. Jen se sorprende de lo grande que es, casi más parecido a un palacete por el tamaño que a una casa de la campiña.
En el camino no ven a nadie trabajando los campos, ni a nadie en la aldea cercana, lo que hace que su corazón se encoja. Pero pronto se percatan que de algunas chimeneas de la casa, seguramente de la parte de la cocina, se eleva humo y cuando están próximos a la casa varios perros comienzan a ladrar.
- ¡Alto!! - les grita una voz femenina desde el camino que lleva a la puerta de la casa el cual está flanqueado por una plantación de olivos y algunos árboles que arrojan su sombra sobre la senda - ¡De..deteneos! ¡No tenemos riquezas pero si armas para defender nuestras vidas!! ¿Quienes sois y qué queréis? -
Nessa frunce el ceño cuando Jen se refiere a la maga elfa por el nombre que usaban cuando era una aliada.
- "Alda" - resopla - No se merece que la sigamos llamando así. Como si fuera alguien cercano, alguien a quien nos uniera algo. Alguien que no hace esto - dice señalado al pueblo en general.
Suaviza su tono cuando cambian de tema.
- ... Esperemos que todo vaya bien en la hacienda. Estando más al sur, y con Zalphiros dirigiéndose al norte según las informaciones que tenemos, debería... - dice, intentando animar a Julian y Jen.
Asiente a la barda y entran de nuevo a la casa, donde la ranger coge nuevos tallos - que esta vez guarda con cuidado para usarlos más adelante - y varias prendas de invierno en su casa y otras del pueblo que reparten entre el grupo.
** Saliendo del pueblo y de camino a la hacienda **
La ranger camina en un mutismo que comparte con el resto grupo cuando se ponen en marcha para salir del pueblo. Mira apenada al molino destruido y cómo su derrumbe está empantanando las tierras que antes eran el terreno de labranza de sus antiguos vecinos, pero no dice nada. Como si algo se hubiera congelado en su interior, simplemente lo mira estática y ve cómo Vraak lo desatasca casi como si fuera otra persona la que estuviera mirando en lugar de ella.
No es hasta que el semiorco sale del agua y se vuelven a poner en camino que termina de reaccionar, y es entonces cuando se acerca y le dice:
- Perdona, me he quedado ensimismada antes y ni siquiera he pensado en ayudar. Gracias, Vraak. Aunque ya no queda nadie en el pueblo, da un cierto descanso el que al menos el río vuelva a fluir ...
El resto del viaje a la hacienda transcurre en ese mismo estado de estupor con algunos pequeños momentos en que logra centrarse en lo que está sucediendo en el momento. Nota y agradece el apoyo de Ornym, así como los gestos de cariño que le continúan brindando Jen y Rolthos. Que incluso Vraak lo haga la tranquiliza especialmente. Como si de forma paralela al pequeño río de su pueblo, lo que se trastocó entre ellos también volviese lentamente a su cauce.
Una vez llegados a la hacienda de Julian, Nessa se queda en la retaguardia, dejando que sean Julian y Jen quienes inicien la conversación con unos visiblemente afectados habitantes.
Viaje: Libernen → Hacienda de Julian (Villa Güluvor) / Día de viaje: 8 desde que salimos de Greyhawk. 1 desde Libernen / Hora: medio día / Fecha: ¿Finales de Patchwall/Brightleaf/Octubre)? / Clima: Fresquete, pero no tanto como en el Celene invadido. / Mood: Bajoneros AF. (。╯︵╰。)
Julian se adelanta entonces, a paso con el caballo. Porta en su mano el pergamino que acredita su propiedad sobre la finca a la que se dirigen.
-Doctor Julian Devorak! - llama, girando al caballo. -Soy el propietario de esta finca! Venimos de Greyhawk, y no pretendemos mal alguno! Si alguien necesita asistencia médica podemos proporcionarla.
Jen tras él, observa los alrededores con expresión tensa y el ceño fruncido, en busca de la fuente de aquella voz.
"Estan aterrorizados...." Piensa para si. Aun asi su expresion se suaviza un poco cuando Julian ofrece ayuda médica. "Siempre pensando en el bien ajeno... Un día te van a engañar por bueno"
Una figura aparece tras los árboles que bordean el camino. Se trata de una mujer adentrada en la treintena. Viste ropas amarillentas de campesina. Tiene el pelo recogido en una coleta corta y porta una horca en su mano. Su gesto severo no resta atractivo a su rostro ni expresividad a sus grandes ojos marrones.
- No hace falta que os acerquéis más - asevera con gesto seco mientras mira a Julian y al resto.
Tras ella, y alrededor del camino, aparecen al menos media docena de campesinos vestidos de manera similar a la mujer y pertrechados de sus aparatos de labranza a modo de armas.
Todos están tensos y aunque intentan parecer amenazadores el grupo no puede evitar ver el nerviosismo y hasta miedo en sus miradas.
Percibiendo la situación tanto Ornym como Vraak apartan las manos de sus armas y las dejan a la vista.
- Pobre gente... - susurra Ornym a Nessa que permanece a su lado.
La mujer es la única que no parece amedrentarse por el aspecto amenazador del grupo armado hasta los dientes que ha llegado hasta su puerta.
- No me vengáis con papeles, yo también se escribir. ¿Cómo sabemos que no sois secuaces de los que levantan los muertos? ¿ O bandidos que quieren aprovecharse de la situación? Marchaos en paz y nada tendréis que lamentar. -
Jen se tensa cuando mencionan a Zalphiros y sus seguidores. Casi le cruje la espalda de contraer el cuerpo, se muere por preguntarles. Pero lo primero es lo primero, y es intentar permanecer con la cabeza sobre los hombros. Su mirada se desvia momentaneamente a las horcas, los rastrillos y los palos. Aquella muchedumbre podría hacerlos papilla si se lo proponían. En parte siente algo de orgullo, pensando en esos trabajadores enfrentandose con uñas y dientes a Aldalantanuste, o a una horda de no-muertos.
- Está bien. Está bien. No nos acercaremos. Julian, por favor, retrocede querido.- Comenta al médico, aunque no hace falta pues el médico ya está tirando suavemente de las riendas del caballo para que este retroceda unos pasos.
Lo que hace es llevar lentamente la mano hacia el chakram de su cinto. Ante el movimiento de la barda la mujer parece tensarse, cosa que hace que Jen se alerte. -Solo voy a dejar mi arma.- Dice, con voz tranquila, levantando la otra mano a la vista de la mujer. -Por favor. Solo voy a dejar mi arma. -Repite, lentamente deshaciendo el chakram de su cinto, y lo deja caer al suelo. El objeto cae al suelo con un "clank", y Jen levanta las manos entonces. Hace una respiracion profunda y se dirige a la muchedumbre entonces.
-Venimos desde Liebernen. La desolación que hemos visto nos ha dejado con el corazón hundido, y esperábamos con todas nuestras fuerzas que esta finca las cosas fueran diferente. No tenemos asuntos con los que levantan a los muertos mas que el darles caza y acabar con ellos. Es por ello que tenemos entre nosotros a dos excelentes exploradores y rastreadores. - Gira la cabeza hacia Nessa y Ornym, quien acepta la presentacion con un ligero gesto de cabeza. Luego la barda sigue hablando.
- También está con nosotros el sargento Vraak, de la guardia de Greyhawk. Y nos acompaña un paladín de Mayaheine. Si lo permitís os puede enseñar su símbolo. - Extiende la mano hacia Rolthos.
-Por último, yo me llamo Jen. Soy... La pareja, del Doctor Devorak.- Extiende la otra mano hacia Julian, quien la toma con gesto suave. -Ahora ya conoceis a nuestro grupo. Puedo saber vuestro nombre?- Esto último se lo dice a la mujer que parece que lidera a aquella tropa.
En la retaguardia, mientras Jen hace las presentaciones, Nessa asiente a las palabras de Ornym y responde quedamente:
- Al menos parece que no han sido atacados, por fortuna.
Apoya una mano en su antebrazo con afecto antes de adelantarse para ponerse a la altura de la barda, justo cuando esta termina de hablar. Quiere apoyar lo dicho por su amiga. Levanta ambas manos en actitud tranquilizadora y añade:
- Yo misma soy de Libernen. Creedme cuando os digo que no tengo palabras para expresar lo que siento desde que estuvimos allí. Ver que este lugar no ha corrido la misma suerte ... que estamos pudiendo tener esta conversación con vosotros - se lleva una mano al pecho y añade - nos alivia inmensamente.
- No venimos con intención de causar problemas. Al contrario: a Julian le preocupaba vuestro estado y, aunque nuestros pasos nos llevan más al sur, quisimos desviarnos para comprobarlo. ¿Habéis visto el ejército muertos y a quienes lo comandan?
Nessa mira tanto a la mujer como al grupo que la rodea, preguntándose si - estando la hacienda relativamente cerca de Libernen - alguno de ellos habría presenciado el ataque.
Nessa se gira al sentir la mano de Rolthos en su hombro y ve la advertencia en los ojos del paladín. Comprende la lógica aplastante de sus palabras, pero aún así mira una vez más hacia delante sintiendo la urgencia de recorrer esa calle hasta el final.
Vuelve a mirarle con intención de decir esto, pero al ver de nuevo la expresión de Rolthos y sentir además el contacto de Jen, termina de darse cuenta de que está dejándose llevar por la angustia cuando debería poner por encima todo su entrenamiento y experiencia.
Agita la cabeza, apesadumbrada y susurra:
- Perdonad, me he dejado llevar ... Tenéis razón, investiguemos alguna de estas casas antes de avanzar.
Mira hacia la que ha indicado Rolthos y asiente, añadiendo:
- Ahí viven ... vivían ... los Darren. El matrimonio y dos niños pequeños. Los pequeños tendrían ahora - hace memoria - unos ocho y diez años respectivamente.
El grupo va investigando alguna de las casas de los alrededores antes de internarse más en el pueblo. Mientras hace esto, Nessa va contando algunos datos acerca de los habitantes de cada una.
Cada recuerdo que va desgranando parece aumentar el peso de las ausencias en el pueblo.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Jen abre puerta tras puerta en la primera casa. Vacía.
Prueban con otra, investigando la planta principal -Nada en el piso bajo.-Repite la conclusión que ha sacado de la primer casa con voz frustrada, devolviendo el chakram a su cinturón. Niega con la cabeza. -Es como si se hubieran esfumado con lo puesto.- Se muerde el labio preocupada y se reagrupa junto con Rolthos y Nessa junto al desvencijado marco de la puerta principal -Ninguna señal de tu diosa?- Pregunta en voz baja al paladín, escrutando los alrededores con la mirada. -Aliados, o enemigos alrededor? Esta "nada" me pone los pel...-
En ese momento repara en una escalinata que parece que lleva a un segundo piso. Una buhardilla. -Hmm... Debe de ser un granero. Voy a subir.- declara, agarrandose al manillar. A mitad de escalera un peldaño cruje bajo sus botas, y tiene que pararse una décima de segundo para comprobar que la escalinata aguanta.
La buhardilla está en penumbra y no se distinguen mas que unos bultos. Sacos? Cofres?
Usando su magia, Jen ilumina una pequeña vela que lleva consigo. No es un granero, si no que mas bien parece una habitación. La pequeña luz no da mas allá que unos centímetros de claridad, asi que tiene que irse acercando, encorvada por el abuhardillado de la habitación hacia los bultos que parecen objetos. Un camastro, una alfombra, un baul... Y una cuna de bebé.
Jen se congela frente a la cuna, con una mueca de horror.
La cuna está destrozada… Desde dentro. Parece que algo rasgo la tela y rompió la madera para salir. Ilumina a un lado, y al otro, incrédula de lo que está viendo. Su cordura se desliza momentaneamente hasta los límites de la consciencia, tratando de asimilar los hechos que cuenta el escenario que pisa. La cuna está completamente salpicada de sangre, como si alguien se hubiera ensañado con su ocupante… Y luego este hubiera luchado como un animal salvaje para salir.
Lo siguiente que sabe es que está pasando como una exhalación por delante de sus compañeros, huyendo de aquella horrible visión.
Ornym está al lado de Nessa, en silencio estoico.
Vraak tiene su hacha en las manos y la mueve a un lado y a otro nervioso. No puede evitar mirar a Nessa y lanza miradas alrededor, como si se negara a aceptar la realidad de lo que estaban viendo.
Al ver pasar como una exhalación a Jen, Julian sale detrás de ella, sin atreverse a gritar, pero decidido a no dejarla sola en aquella aldea destruida.
PbP Character: A few ;)
Cuando Julian consigue reconfortar a Jen y esta les describe el horror que ha visto en el piso superior Nessa se lleva las manos a la boca en una reacción instintiva que pretendía ahogar un gemido que realmente no llega a emitir. Como si el silencio sepulcral del pueblo se hubiera metido en su interior, simplemente mira al grupo en una muda petición para que avancen por el camino principal y puedan continuar investigando qué ha sucedido.
A medida que avanzan van desgranando más y más información. Lo que a priori les había parecido una huida desordenada de las casas - por las sillas y vajilla volcados - , se convierte en un verdadero escenario de lucha: huellas de pelea, de cuerpos que han caído al suelo en varios lugares, manchas de sangre seca en muros, vallas y otros puntos del camino. Pero ... ¿cuerpos? ninguno. Nessa detecta que alguno de los caídos se habían levantado de nuevo ... ¿quizá porque sus heridas no eran muy severas? Pero no está convencida y avanza más para poder revisar más grupos de huellas. ¡Si tan sólo la lluvia no hubiera embarrado tanto el camino ...!
Van pasando entre varias casas, todas con signos a cada cuál más descorazonador: cristales rotos, horcas con las puntas ensagrentadas, hoces abandonadas en el suelo cuando normalmente habrían estado en los cobertizos si no en los propios terrenos de labranza. Parterres pisoteados, regueros de sangre seca ... Cada nuevo hallazgo va perturbando más y más a Nessa, que nota el temblor creciente en sus manos y el frío en su estómago.
Cuando llegan a la plaza ven que una de las casas ha ardido y la joven dice:
- La casa de los McReny. Ahí vivía Harwyn. Es con quien me iba a casar...
El grupo investiga la casa, y por el estado de la misma llegan a la conclusión de que ardió aproximadamente la noche siguiente al ataque de Zalphiros a Celene.
Nessa continúa investigando las huellas por la zona de la plaza, que son más numerosas que en otras partes del camino. Al fin y al cabo, era el lugar más activo de Libernen. De haber algún lugar donde los vecinos se hubieran agolpado, sin duda habría sido aquél. Es gracias a esto que los ojos de la ranger descubren el patrón.
Primero, la cuna destrozada desde dentro. Y después, los cuerpos caídos. Que se han levantado de nuevo. Pasos que inicialmente eran ágiles, estables. Convertidos en pasos arrastrados, irregulares, como si los miembros que los habían creado hubieran sido retorcidos.
- Fueron convertidos. Todos - dice con un hilo de voz - Los lenvantaron como no muertos.
Criaturas sin mente propia, sometidas a las órdenes de su creador. Sus cuerpos destrozados, que se pudrirían poco a poco. ¿En esto se había convertido todo el pueblo? ¿Todos...? ¿Su hermano? ¿Su padre? ¿Su madre? ¿Todos ellos?
Sus ojos, llenos de lágrimas, miran a Ornym:
- Hace casi una semana de esto. El mirlo jamás llegó a entregar el mensaje.
Con el peso de esta afirmación siente sus piernas tambalearse y busca un apoyo sentándose en el borde de la fuente que marca el centro de la plaza. Apenas repara en el tinte carmesí del agua que fluye por ella.
- Estúpida de mí ... creía que podía ponerles sobre aviso... No, peor: me formé la fantasía de que las huestes de Zalphiros no habrían pasado por aquí.
Hunde momentáneamente la cara en sus manos para levantarla poco después hacia la casa que está justo en frente de la de los McReny.
- Esa es la mía.
Nessa no quiere entrar. No quiere encontrar nada que le confirme que su familia ya no existe. Que sólo queda ella.
Pero tenía que hacerlo...
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Desde el momento en el que ha salido corriendo de la casa y se ha enterrado en los brazos de Julian, en pleno ataque de pánico, la barda va aferrada al médico, y aunque su piel actual ya es de color gris, a medida que pasan escenario tras escenario va cogiendo una tonalidad enfermiza.
La inevitable conclusión de todo aquel galimatías, convertido en la simple pero aterradora declaracion de Nessa en realidad, no le sorprende. Es algo que ha estado ahí desde que pusieron pie en el pueblo... Una realidad demasiado terrible como para ser asimilada instantaneamente. Aun así, siente un peso caerle en el estómago, y el poco color que le quedaba en el rostro se drena por completo. La afirmación le retumba en los oidos. Y sabe que todos están pensando en lo mismo.
"Es culpa nuestra"
Alza la mano en direccion a Nessa, queriendo ofrecerle apoyo. -Quieres que entremos contigo?- Pregunta, forzandose a tragar saliva para poder articular palabra.
Nessa toma con una mano la que le ofrece Jen mientras que con la otra intenta enjugar sus lágrimas con poco éxito.
Con voz débil, ausente de su habitual tono más seguro y sereno, musita:
- Por favor...
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Ornym permanece en silencio al lado de Nessa cuando esta entra por fin en su antigua casa.
De todos los escenarios que la joven exploradora había imaginado para volver a su hogar, este jamás hubiera estado entre ellos.
Aparentemente todo parecía igual que siempre. Instintivamente Nessa se dirigió hacia la parte trasera y allí encontró algo que no debería estar allí. Justo al lado de la ventana del salón que daba al jardín trasero donde su madre plantaba las lavandas que tanto le gustaban y cuyo aroma había acompañado a Nessa durante toda su infancia había una cama. Una cama desecha, como si alguien se hubiera levantado.
No, no era una cama cualquiera, era la cama de sus padres. Entre todo el horror y la revelación que intentaba abrirse paso por sus mentes, aquello fue lo que más extrañó a Nessa, ¿qué hacía la cama allí? Mirando hacia la ventana abierta y a las lavandas que se mecían levemente con una ligera brisa la muchacha comprendió. Aquel era el lugar más cercano al jardín en que su padre y su hermano podían poner a su madre. Seguramente con la intención de levantarle el ánimo o incluso que reaccionara. Por los dioses ¿Tan mal estaba su madre? ¿Acaso la pérdida de sus dos hijas la había dejado realmente postrada en el lecho? Cuando había leído la carta de su hermano había albergado la esperanza de que exagerara para hacerla sentir mal. Pero aquella cama decía lo contrario y confirmaba las terribles palabras de su hermano.
Y ahora nada importaba. No estaban. Habían desaparecido junto al resto del pueblo. Su pasado, su familia, todos desaparecidos.
Una idea le atravesó como una de sus flechas.
No. Desaparecidos no. Asesinados y convertidos en...
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Después de investigar la cama y ver que no hay ni rastro de sangre ni nada que explique cómo fue convertida Katherine, Nessa mira a Ornym y coge su mano, entrelazando sus dedos con los de él. Necesita recordar que aún hay algo positivo de su pasado a su lado, algo que Zalphiros no ha corrompido y que ella misma no ha estropeado.
Luego se sienta en el borde de la cama y toca con suavidad las sábanas, como si de aquella manera pudiera retener un último contacto con su madre. Lo hace en vano, por supuesto, las sábanas están frías y no ofrecen lo que Nessa busca.
- Él ... Zalphiros... ha ganado ya. Puede que le detengamos, que evitemos que consiga su propósito. Pero las pérdidas que ha provocado, todas estas muertes, todo este dolor ... en todo eso, hemos perdido y no lo podremos recuperar.
Su voz está cargada de dolor cuando añade:
- Les hice tanto daño ... y me han arrebatado toda posibilidad de enmendarlo.
Incapaz de retener las lágrimas más, la joven llora como no lo ha hecho en mucho tiempo.
***
Antes de abandonar la casa, Nessa coge varios tallos de lavanda del jardín.
En el salón se queda unos instantes mirando un dibujo que cuelga de una de las paredes. Es un carboncillo que un artista dibujó algunos años atrás cuando una feria itinerante llegó a Libernen e hizo las delicias de sus habitantes durante unos días. En él se ve a los cinco miembros de la familia con algunos años menos. Sonrientes, despreocupados, ignorantes de las desgracias que estaban por llegar.
La ranger coge el dibujo y lo guarda con sumo cuidado. Es un recuerdo que quiere conservar bien.
Dedica unos minutos a recorrer las habitaciones de la casa, mirándolas en silencio desde el vano de cada puerta y grabándolas en su memoria. En la cocina recoge un par de platos rotos del suelo y los guarda en un cajón. Ordena la mesa y sillas, y usando un paño recoge algunos alimentos podridos, que tirará más tarde. También se para un minuto a la observar las marcas de varios colores que hay en la entrada a la cocina: las marcas de medidas de altura de cuando eran niños. Logra esbozar una sonrisa mientras pasa un dedo por ellas... Andrew acabó ganando a las hermanas con bastante diferencia.
Luego sale de la casa, cerrando con cuidado puertas y ventanas. Con una última y larga mirada hacia el edificio, se vuelve y dice:
- Ya nada nos retiene aquí. Vayámonos.
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Rolthos se concentró un momento y después se volvió hacia Jen. - Siento un hedor residual a poderosa magia de muerte... bastante potente teniendo en cuenta que ha pasado bastante tiempo… - dijo el paladín con voz ronca, afectado por las horroríficas escenas y la incipiente anticipada ansiedad de su compañera y amiga Nessa.
Al final en la casa de su niñez, el dolor de Nessa hizo que su corazón se encogiese. Como acto reflejo, el único que se le ocurrió en el momento, fue investigar la escena. Era evidente que había sido obra de Zalphiros, pero quizás pudiese encontrar alguna pisa adicional. [Ayudándose de un detectar magia].
Después se acercó a Nessa y le dio un fuerte abrazo y le susurró a su oído las palabras de apoyo que le vinieron a la cabeza en tan emotivo momento. - Siento mucho lo que ha pasado aquí. Cuentas con mi determinación en los pasos que decidas seguir desde aquí.
Al salir de la casa el paladín miro alrededor. Parecía increíble que no hubiese ni un solo superviviente… El joven paladín miro alrededor y viendo que no había ningún peligro alzó la voz. – ¡Hola! Algun superviviente! Somos refuerzos de Greyhawk. Soy servidor de Mayaheine, diosa de la protección, la justicia y el valor. – grito sin demasiada esperanza.
Zevatur, Rolthos
Jen, que ha estado siguiendo los movimientos de la cazadora en silencio, sale junto a Rolthos, con un brazo alrededor de los hombros de Nessa, como queriendo que se apoye en ella aunque sabe que la cazadora se tiene en pie, y niega con la cabeza.
-Nadie nos va a responder... Ni ahora ni luego. Esto es un erial.- Mira la desolacion a su alrededor, sintiendo como se le acumula la bilis en laa garganta. -Nada más podemos hacer aquí mas que esperar que algun día estos fantasmas encuentren paz.-
"Aunque el peso de su tormento nos persiga de por vida" piensa para si. La imagen de la cuna aun sigue en su cabeza. No hay palabras para describir el horror que ha visto aquel pueblo. En este caso, el silencio del lugar cuenta toda la historia que hace falta saber.
El concienzudo análisis de Rolthos de la casa de Nessa arroja pocos resultados.
Encuentra que hubo algo de lucha en la entrada de la casa, pero no en la casa misma. Al parecer alguien abandonó la casa con la intención de alejar a los atacantes de la casa. Y parece que tuvieron éxito pues al parecer sólo unas huellas se adentran en la casa. Rolthos casi no las ve por las pisadas de sus compañeros y las suyas propias, pero parece que, quien fuese, se asomó a la ventana de uno de los laterales antes de entrar en la casa y pueden encontrar unas huellas intactas. Al contario que las huellas del exterior del pueblo o de otras casas, no se trata de los pasos torcidos y pesados de los muertos vivientes, si no un par de ligeras y elegantes botas, de pies algo menudos para ser de Zalphiros, que es quien todos tienen en mente, son los únicos que entran en la casa, y salen acompañados de otro par de huellas hacia el jardín de lavanda, donde no hay signo alguno de lucha. En esta ocasión las dos personas, una con las elegantes botas y otra descalza, caminan lado a lado, hasta llegar frente a las plantas del jardín y luego se desvanecen. No es que pierdan el rastro, ya que Ornym lo confirma, simplemente desaparecen.
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El paladín se acuclilló cerca de la cama y siguió las tenues huellas que encontró. Pidiendo ayuda a Ornym logró seguirlas hasta el jardín y en susurros compartió las conclusiones con él. Cruzo una mirada con él y después echo una mirada furtiva a Nessa cargada de preocupación por las implicaciones a las que Se podía llegar desde esos indicios. Con pesados pasos regresó y relato lo averiguado, guardándose las conclusiones para sí mismo.
- Parece que alguien impidió que las huestes de muertos vivientes entrasen a la casa, alejándolos de la casa. Pero alguien, no un muerto viviente, alguien más pequeño que Zalphiros entro en la casa y se llevó a la convaleciente al jardín. Allí las huellas desaparecen, quizás algún conjuro o una montura voladora.
Zevatur, Rolthos
Nessa está con la mirada perdida en algún punto de la calle y sin prestar mucha atención a los hallazgos Rolthos. Pero algo en lo que el paladín va contando la saca de su ensimismamiento, y entonces se gira para mirarle con atención. Sus ojos enrojecidos están llenos de ira cuando dice:
- ¿Cómo dices? ¿Alguien más pequeño que Zalphiros?
Aprieta con fuerza las manos.
- Aldalantanustë. Esa hija de ... - contiene su lengua a duras penas - ¿Aldalantanustë hizo todo esto? ¿Y entró en mi casa y se llevó a mi madre?
Furibunda, empieza a dar cortos pasos de un lado a otro. Por su mente van pasando rápidas imágenes de lo que se imagina que le va a hacer esa elfa la próxima vez que se cruce con ella. Hasta que de repente se para en seco, cayendo en la cuenta de que ha estado apretando y aprentado cada vez más las manos. Abre entonces la mano derecha y ve que los tallos de lavanda que había cogido momentos antes en el jardín están ahora aplastados y destrozados. Sus restos caen al suelo embarrado mientras los mira con los ojos ahora apenados. Aquel pequeño gesto parecía contribuir a la destrucción que ya reinaba a su alrededor.
La ranger se lleva esa misma mano a las sienes mientras cierra los ojos un momento, y se la oye musitar:
- ... voy a coger otros. Los necesito, quiero ... quiero añadirlos a mi foco.
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-Alda...- Murmura Jen, atónita no ante la revelación del nombre de la elfa como mano ejecutora de la desgracia de aquel pueblo, si no porque, en realidad, tiene sentido aquella conclusión. Y eso lo hace mas terrorífico todavía.
-Voy contigo.- Acompaña a Nesaa a por otros tallos de lavanda. -Tienes mas ropa de abrigo? Pensaba coger cosas en la finca... Pero me temo que haya pasado exactamente lo mismo que aquí.- Dice con voz cortada. La idea de aquella desolación como un evento repetido le agujerea el estómago y le hunde el alma por dentro.
En silencio, abrumados por la gravedad y el horror de lo acontecido en el pueblo, consiguen juntar algunos suministros y parten en dirección a la hacienda y plantaciones que ahora pertenecen a Julian. A los gritos de Rolthos tan sólo contesta un cuervo, al parecer molesto por el repentino ruido.
Al pasar por el otro lado del pueblo ven como, debido al un incendio, el molino se ha derramando parcialmente y los escombros han caído sobre el arroyo que discurre por el límite del pueblo, prácticamente bloqueando su paso y creando una suerte de presa. La tierra alrededor ha empezado a empantanarse por la acumulación de agua, que aunque sigue corriendo, lo hace muy débilmente.
Vraak, quien no ha mediado palabra desde hace bastante, se introduce en el agua antes de que nadie pueda plantearse anda y aparta algunos escombros de gran tamaño, haciendo que el agua vuelva a correr de manera más fluida.
El viaje hasta los terrenos vinícolas de Julian dura apenas un día en el que los compañeros apenas hablan. Ornym no deja a Nessa sola y aunque le habla poco le hace saber que no está sola simplemente con su presencia. Incluso Vraak se acerca y tiene algún gesto con ella similar a los que mostraba antes de la aparición del elfo.
A media mañana del día siguiente llegan a la hacienda. Construida en lo alto de una colina que domina la aldea cercana, sin duda con las casas de aquellos que trabajan las tierras, sus muros de piedra rojiza y su tejado de madera con vigas a la vista y grandes balcones dan un aspecto rústico y acogedro a la misma. Jen se sorprende de lo grande que es, casi más parecido a un palacete por el tamaño que a una casa de la campiña.
En el camino no ven a nadie trabajando los campos, ni a nadie en la aldea cercana, lo que hace que su corazón se encoja. Pero pronto se percatan que de algunas chimeneas de la casa, seguramente de la parte de la cocina, se eleva humo y cuando están próximos a la casa varios perros comienzan a ladrar.
- ¡Alto!! - les grita una voz femenina desde el camino que lleva a la puerta de la casa el cual está flanqueado por una plantación de olivos y algunos árboles que arrojan su sombra sobre la senda - ¡De..deteneos! ¡No tenemos riquezas pero si armas para defender nuestras vidas!! ¿Quienes sois y qué queréis? -
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** Flashback al anterior post de Jen **
Nessa frunce el ceño cuando Jen se refiere a la maga elfa por el nombre que usaban cuando era una aliada.
- "Alda" - resopla - No se merece que la sigamos llamando así. Como si fuera alguien cercano, alguien a quien nos uniera algo. Alguien que no hace esto - dice señalado al pueblo en general.
Suaviza su tono cuando cambian de tema.
- ... Esperemos que todo vaya bien en la hacienda. Estando más al sur, y con Zalphiros dirigiéndose al norte según las informaciones que tenemos, debería... - dice, intentando animar a Julian y Jen.
Asiente a la barda y entran de nuevo a la casa, donde la ranger coge nuevos tallos - que esta vez guarda con cuidado para usarlos más adelante - y varias prendas de invierno en su casa y otras del pueblo que reparten entre el grupo.
** Saliendo del pueblo y de camino a la hacienda **
La ranger camina en un mutismo que comparte con el resto grupo cuando se ponen en marcha para salir del pueblo. Mira apenada al molino destruido y cómo su derrumbe está empantanando las tierras que antes eran el terreno de labranza de sus antiguos vecinos, pero no dice nada. Como si algo se hubiera congelado en su interior, simplemente lo mira estática y ve cómo Vraak lo desatasca casi como si fuera otra persona la que estuviera mirando en lugar de ella.
No es hasta que el semiorco sale del agua y se vuelven a poner en camino que termina de reaccionar, y es entonces cuando se acerca y le dice:
- Perdona, me he quedado ensimismada antes y ni siquiera he pensado en ayudar. Gracias, Vraak. Aunque ya no queda nadie en el pueblo, da un cierto descanso el que al menos el río vuelva a fluir ...
El resto del viaje a la hacienda transcurre en ese mismo estado de estupor con algunos pequeños momentos en que logra centrarse en lo que está sucediendo en el momento. Nota y agradece el apoyo de Ornym, así como los gestos de cariño que le continúan brindando Jen y Rolthos. Que incluso Vraak lo haga la tranquiliza especialmente. Como si de forma paralela al pequeño río de su pueblo, lo que se trastocó entre ellos también volviese lentamente a su cauce.
Una vez llegados a la hacienda de Julian, Nessa se queda en la retaguardia, dejando que sean Julian y Jen quienes inicien la conversación con unos visiblemente afectados habitantes.
Viaje: Libernen → Hacienda de Julian (Villa Güluvor) / Día de viaje: 8 desde que salimos de Greyhawk. 1 desde Libernen / Hora: medio día / Fecha: ¿Finales de Patchwall/Brightleaf/Octubre)? / Clima: Fresquete, pero no tanto como en el Celene invadido. / Mood: Bajoneros AF. (。╯︵╰。)
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Julian se adelanta entonces, a paso con el caballo. Porta en su mano el pergamino que acredita su propiedad sobre la finca a la que se dirigen.
-Doctor Julian Devorak! - llama, girando al caballo. -Soy el propietario de esta finca! Venimos de Greyhawk, y no pretendemos mal alguno! Si alguien necesita asistencia médica podemos proporcionarla.
Jen tras él, observa los alrededores con expresión tensa y el ceño fruncido, en busca de la fuente de aquella voz.
"Estan aterrorizados...." Piensa para si. Aun asi su expresion se suaviza un poco cuando Julian ofrece ayuda médica. "Siempre pensando en el bien ajeno... Un día te van a engañar por bueno"
Una figura aparece tras los árboles que bordean el camino. Se trata de una mujer adentrada en la treintena. Viste ropas amarillentas de campesina. Tiene el pelo recogido en una coleta corta y porta una horca en su mano. Su gesto severo no resta atractivo a su rostro ni expresividad a sus grandes ojos marrones.
- No hace falta que os acerquéis más - asevera con gesto seco mientras mira a Julian y al resto.
Tras ella, y alrededor del camino, aparecen al menos media docena de campesinos vestidos de manera similar a la mujer y pertrechados de sus aparatos de labranza a modo de armas.
Todos están tensos y aunque intentan parecer amenazadores el grupo no puede evitar ver el nerviosismo y hasta miedo en sus miradas.
Percibiendo la situación tanto Ornym como Vraak apartan las manos de sus armas y las dejan a la vista.
- Pobre gente... - susurra Ornym a Nessa que permanece a su lado.
La mujer es la única que no parece amedrentarse por el aspecto amenazador del grupo armado hasta los dientes que ha llegado hasta su puerta.
- No me vengáis con papeles, yo también se escribir. ¿Cómo sabemos que no sois secuaces de los que levantan los muertos? ¿ O bandidos que quieren aprovecharse de la situación? Marchaos en paz y nada tendréis que lamentar. -
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Jen se tensa cuando mencionan a Zalphiros y sus seguidores. Casi le cruje la espalda de contraer el cuerpo, se muere por preguntarles. Pero lo primero es lo primero, y es intentar permanecer con la cabeza sobre los hombros. Su mirada se desvia momentaneamente a las horcas, los rastrillos y los palos. Aquella muchedumbre podría hacerlos papilla si se lo proponían. En parte siente algo de orgullo, pensando en esos trabajadores enfrentandose con uñas y dientes a Aldalantanuste, o a una horda de no-muertos.
- Está bien. Está bien. No nos acercaremos. Julian, por favor, retrocede querido.- Comenta al médico, aunque no hace falta pues el médico ya está tirando suavemente de las riendas del caballo para que este retroceda unos pasos.
Lo que hace es llevar lentamente la mano hacia el chakram de su cinto. Ante el movimiento de la barda la mujer parece tensarse, cosa que hace que Jen se alerte.
-Solo voy a dejar mi arma.- Dice, con voz tranquila, levantando la otra mano a la vista de la mujer. -Por favor. Solo voy a dejar mi arma. -Repite, lentamente deshaciendo el chakram de su cinto, y lo deja caer al suelo. El objeto cae al suelo con un "clank", y Jen levanta las manos entonces. Hace una respiracion profunda y se dirige a la muchedumbre entonces.
-Venimos desde Liebernen. La desolación que hemos visto nos ha dejado con el corazón hundido, y esperábamos con todas nuestras fuerzas que esta finca las cosas fueran diferente. No tenemos asuntos con los que levantan a los muertos mas que el darles caza y acabar con ellos. Es por ello que tenemos entre nosotros a dos excelentes exploradores y rastreadores. - Gira la cabeza hacia Nessa y Ornym, quien acepta la presentacion con un ligero gesto de cabeza. Luego la barda sigue hablando.
- También está con nosotros el sargento Vraak, de la guardia de Greyhawk. Y nos acompaña un paladín de Mayaheine. Si lo permitís os puede enseñar su símbolo. - Extiende la mano hacia Rolthos.
-Por último, yo me llamo Jen. Soy... La pareja, del Doctor Devorak.- Extiende la otra mano hacia Julian, quien la toma con gesto suave. -Ahora ya conoceis a nuestro grupo. Puedo saber vuestro nombre?- Esto último se lo dice a la mujer que parece que lidera a aquella tropa.
En la retaguardia, mientras Jen hace las presentaciones, Nessa asiente a las palabras de Ornym y responde quedamente:
- Al menos parece que no han sido atacados, por fortuna.
Apoya una mano en su antebrazo con afecto antes de adelantarse para ponerse a la altura de la barda, justo cuando esta termina de hablar. Quiere apoyar lo dicho por su amiga. Levanta ambas manos en actitud tranquilizadora y añade:
- Yo misma soy de Libernen. Creedme cuando os digo que no tengo palabras para expresar lo que siento desde que estuvimos allí. Ver que este lugar no ha corrido la misma suerte ... que estamos pudiendo tener esta conversación con vosotros - se lleva una mano al pecho y añade - nos alivia inmensamente.
- No venimos con intención de causar problemas. Al contrario: a Julian le preocupaba vuestro estado y, aunque nuestros pasos nos llevan más al sur, quisimos desviarnos para comprobarlo. ¿Habéis visto el ejército muertos y a quienes lo comandan?
Nessa mira tanto a la mujer como al grupo que la rodea, preguntándose si - estando la hacienda relativamente cerca de Libernen - alguno de ellos habría presenciado el ataque.
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