Julian se queda estupefacto. Abre la boca, pero no le salen las palabras. Casi le da un infarto al ver a la enorme salamandra abalanzarse hacia el. Hubiera sido un golpe fatal si hubiera ido con otras intenciones.
Un enorme temblor hace que trastabillee, y vuelva a la realidad. En poco tiempo se desmoronaría la fortaleza como un castillo de naipes. Echa a correr tras Idab, que se mueve sorprendentemente rápido para las fracturas que parece haber sufrido, no sin antes echar un último vistazo a donde momentos antes había estado le barde.
La salamandra es ágil y esquiva las rocas que caen del techo con una rapidez increíble. Julian siente que no puede seguir el ritmo al resto del grupo. Pero entonces su carrera se pone en paralelo con Rolthos, y este le da una palmada en la espalda, junto con unas palabras de ánimo.
Julian siente como si saliera disparado -aaaaaaaah!!- exclama, intentando mantener el control de sus propios pies. -Rolthos!- Vuelve la vista atras, y el paladín parece que sigue corriendo. Aunque luego tuercen una esquina y pierde de vista al grupo.
Un enorme escombro se desploma sobre su cabeza -nononono!- Julian echa cuerpo a tierra y con un derrape que levanta una polvareda logra esquivarlo, aunque al ponerse de nuevo en pie siente que el chispeante hechizo se ha esfumado. Aun asi la salida parecía estar cerca. En un último esfuerzo dobla su carrera, llegando junto a Idab resollando.
Nessa, espada en mano y en postura de ataque, aún se mantiene tensa unos instantes después de que Idab destroce la roca que iba a caer sobre Julian. No puede dejar de lado la ira que sentía hacía escasos instantes tan fácilmente, ni puede olvidar así como así la imagen que aún se forma en su mente del Capitán de la guardia de Shideh avanzando hacia ella con intenciones inconfundibles durante la cena. Pero en honor al esfuerzo de Julian y Rolthos por salvarle - y reconociendo que es un aliado que les conviene tener a su lado como mínimo hasta que consigan salir del palacio - termina relajándose y enfundando la espada.
Vuelve a notar el sabor de la sangre en los labios, resultado del apretón en el que la envolvió la primera de las salmandras en su intento de huida, y se los limpia con la mano izquierda mientras aún mira con el ceño fruncido a la ahora aliada salamandra. No dice nada ni hace ningún otro gesto hacia Idab, sino que simplemente se gira para dirigirse, ahora sí, hacia la puerta para huir hacia la libertad. A la libertad en un semi-plano hostil, pero al menos se sentía más libre que las horas que habían pasado como invitados en aquel palacio.
A la libertad. Pero sin Jen.
Echó a correr mientras sentía los ojos llenarse de lágrimas. Por fortuna, también ahora la agilidad estuvo de su parte y consiguió evadir todos los temblores y pedazos de roca que caían sobre ellos mientras seguía con los ojos empañados los movimientos de sus compañeros mientras huían - con mayor o menor dificultad - de la trampa mortal en la que se había convertido aquella maldita cueva.
Tras recibir el glaive de Idab el paladín de Mayaheine evaluó la situación mientras a su alrededor el castillo se derrumbaba cada vez más rápido. Dejó de lado una terrible sensación de pérdida y de fracaso. Viendo que Julian estaba más herido y sabiendo lo atléticos que el resto le alcanzó a la carrera y le lanzó un Haste.
- Corre, Julian… corre!
Sin su armadura protegiéndole la carrera hacia la salida se le hizo difícil, las piedras caían a su alrededor y le golpearon varias veces haciéndole perder el equilibrio. Tan solo mediante un par de misty steps logró seguir el paso a sus veloces compañeros hacia la salida que les había mostrado Idab.
En cuanto se vio a salvo se dio la vuelta y contempló como todo se derrumbaba. Derrotado físicamente y anímicamente se dejó caer de rodillas. Sentía una enorme angustia por la muerte de Jen. Mientras miraba a las ruinas la buscaba con la mirada ya que se resistía a aceptar su muerte. “Los Fenix renacen de las cenizas, quizás Jen… en ese fuego de Fenix… como las criaturas sagradas de la leyendas…“. penssaba para si mismo.
Pero a pesar de negarse a aceptar su muerte, aun, un insidioso sentimiento de fracaso le atormentaba. Tan solo podía rezar por todos ellos, por todos los habitantes inocentes que habrían perecido bajo los escombros del castillo.
- Oh, Mayaheine, Senora de la Protección, la Justicia y el Valor, te ruego por la vida de aquellos que perecieron en esta catástrofe. Que sus almas encuentren la paz y la luz hacia el más allá. Te ruego también tu misericordia y protección para todos aquellos que puedan estar atrapados o en peligro en medio de los escombros. Que tu luz brille sobre ellos y los guíe hacia la seguridad.. Que tu luz ilumine nuestro camino y nos guíe.
Su mirada recorrió las runas buscando signos de supervivientes.
- Debemos irnos - la voz grave y rasposa de Idab saco de su ensimismamiento a los Halcones Errantes. No habían vuelto a los elegantes pasilllos y salones, si no que el antiguo Capitán había utilizado un pasadizo secreto para que salieran antes. Vraak con rostro apesadumbrado pasó su mano por los hombros de Nessa y la condujo suavemente tras la salamandra, que se dirigía hacia el muelle. Cruços revertíó a su forma humana y tiró de Julian mientras partes del palacio se resquebrajaban y caían. Todo el ala este del castillo estaba cayendo.
No tardaron mucho en llegar hasta el muelle donde, en silencio, fueron subiendo uno a la barcaza en la que llegaron. Idab se colocó en su el timón de nuevo. - Tendréis que remar vosotros- indica al grupo. - ¿Adonde? - pregunta.
La ranger tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no echarse a llorar en el momento en que Vraak pone la mano en sus hombros. De haber sido otra la situación habría dejado salir todo el dolor y la rabia que sentía en aquel momento, y lo habría hecho apoyándose precisamente en el semi-orco. Pero la urgencia en la voz de Idab hace que tenga que re-priorizar sus emociones, por lo que no puede más que mirar al sargento con ojos vidriosos durante un instante antes de dejarse guiar por él al muelle y al interior de la barcaza.
La salamandra está en lo cierto: aún no están a salvo y tienen que huir cuanto antes de aquél lugar. Además, flaco favor le haría a Julian si se desmoronara justo en ese momento, cuando aún tenían que usar sus últimas energías para huir del lugar. No se podía ni imaginar lo que estaría sintiendo el doctor en aquellos momentos. Todos habían perdido a Jen, sí, pero la pérdida de Julian era aún más profunda y aunque tenían que intentar ser fuertes por ellos mismos, tenían que serlo especialmente por él.
Nessa responde a Idab con la voz tomada por todo lo que está intentando contener.
- Al mythal. A la puerta de este semi-plano - Imagina que Idab sabe dónde está situado, pero aún así señala en silencio hacia la dirección donde vio el resplandor verde en su primer viaje en la barcaza. Luego musita un leve "No puedo ayudar con eso", refiriéndose a la petición de la salamandra para que remen, antes de colocarse en la proa de la barcaza. Al menos intentará estar atenta al camino que van a seguir sobre el río de lava.
De repente cae en la cuenta y mira a los compañeros:
- Un momento. ¿¡Y Ashrem!? ¿Qué va a ser de él? ¿Cómo vamos a ... ? ¿Vamos a irnos sin...? - Aunque acto seguido, menea la cabeza, autorespondiéndose. ¿Acaso pueden ir a buscarle...?
- No solo dejamos a Ashrem detrás, a saber cuántos sirvientes y esclavos están sepultados en los escombros. A saber cómo podrán sobrevivir en este plano si su señora obtenía el poder para protegerlos en este plano del Fénix. - Dijo mientras se disponía a remar. - Quizás su única oportunidad sea destruir este templo de una vez todas.
Reafirmandose dijo. - Hay que acabar con este lugar. Parar la fuente de tanto horror. Que el sacrificio que tanta gente ha hecho no sea en vano. Que está rueda de terror se acabe aquí y ahora.
-... tienes razón. Espero que la mayoría hayan podido escapar, tenían libertad para irse cuando quiseran. Eso nos dijeron. Sin nadie cerrándoles el paso deberían haber podido huir en cuanto sintieron los temblores ... ¿no?
La ranger quiere creer esto, pero no consigue sacar tanta convicción como le gustaría de sus palabras. Por lo que simplemente asiente a lo dicho por Rolthos y vuelve a mirar a la dirección hacia la que deben avanzar.
Julian se sienta, exhausto. Se limpia el corte con la manga una vez mas. Al levantar la cabeza cruza la mirada con Idab, y niega, cansado. -No me debeis la vida. Es mi trabajo. Soy.... Soy médico.- Y tiene que apretar los dientes para no echarse a llorar de nuevo. Esas fueron las primeras palabras que le dijo a Jen cuando se conocieron.
Agarrándose al extremo del barco que mira a las ruinas, los pensamientos mas nefastos se arremolinan en su cabeza.
"Todos han muerto. No. No todos. Hemos salvado a uno. Pero el resto... Y ashrem... Todo por una criatura que ha desaparecido... Por nada. Jen, por nada"
Le da tal punzada de dolor que se tiene que sostener el pecho, en el lugar donde está el corazón. Mira al resto del grupo, que parece igual de exhausto y decaido. Este sitio era realmente terrible.
Idab asiente a Nessa y con la ayuda de Vraak y Cruços comienzan a navegar por el río de lava, alejándose de la isla volcánica y del Palacio de Obsidiana.
- Nadie estaba obligado a quedarse -dice Idab con voz cansada y rasposa a la no muy velada acusación - Shidhe no os dijo ni una sola mentira. Aquellos que hayan huido del derrumbe habrán podido escapar. Además, ella es muy poderosa, aún sin tener sujozgado al Fénix. - Parece meditar un segundo - No puedo prever las consecuencias de lo que habéis hecho. Pero si ella le tenía prisionero tenía que tener muy buenas razones para ello. -
Siguieron remando en silencio durante unos minutos. El calor era sofocante, mucho mayor de lo que lo fue en su viaje de ida al Palacio. Se ve que, efectivamente, ya entonces Shidhe estaba ejerciendo su poder para escudarlos de alguna manera del ambiente del terrible semi-plano. Tosían y sudaban profusamente.
Idab continuó hablando
- Para que no tengáis dudas. Al dejarme al borde de la muerte Shidhe me liberó de mi Juramento hacia ella. Ahora lo tengo con vosotros por salvarme la vida. Pero no levantaré mi mano contra ella ni os ayudaré a dañarla de ninguna manera. La Señora del Palacio de Obsidiana sólo os ofreció su ayuda desde que entrásteis a este lugar y fue muy paciente con vuestras faltas de decoro. Advirtió a Chune que no liberara a la criatura, intentó detenerla. Yo... recibí mi justo castigo por ser débil. No ha tomado ninguna represalia contra vosotros... Sinceramente creo que la habéis juzgado mal. Ella nunca hubiera permitido que nada le causara daño a su Chune. Si tenéis dudas de mi lealtad, como os he dicho mi vida os pertenece hasta que la pierda u os devuelva la vuestra. Nunca he roto un Juramento. -
Rolthos apenas tiene que mirar a su lenguaje corporal para darse cuenta de que Idan no está muy cómodo con la situación actual, pero parece que será fiel a su palabra. Julian tosió y el paladín le dio un poco de agua antes de relevar a Cruços a los remos. El cazador de sangre no parecía tener muy buen aspecto.
- No sé qué pretendéis hacer en la Puerta -dice Idab - pero no estáis en condiciones de pelear. El fuego os matará antes de llegar. -
Nessa observó el medio derruido Palacio que se iba quedando a sus espaldas.
En sus resquebrajados salones, Shidhe estaba sentada en su trono, varias de las columnas yacían rotas y sus pedazos repartidos por el otrora impoluto suelo de obsidiana. La cascada de lava a su espalda caía a borbotones ahora, pues un cascote obstaculizaba su flujo.
Una de las puertas del salón del trono comenzó a agitarse. Alguien luchaba contra los cascotes caídos para poder abrir al menos una hoja de la agrietadas puertas. Con un tremendo ruido de cascotes arrastrándose sobre cristal, la puerta se abre ligeramente y por ella aparece, primero la cabeza y luego el delgado cuerpo de un anciano que mira alrededor algo confuso. Ve a Shidhe en el trono y saluda.
- Ah... hola... esto... perdona pero ¿Cuándo se come aqui? -
En la barcaza, Julian sacude la cabeza -Jen... Pero que has hecho...?- Murmura.
-Nadie cuestiona tu lealtad, Idab. Si quieres ayudarnos, te lo agradecemos. Pero no te he salvado por eso. Simplemente, no podía dejarte morir ahí...-Se encoge de hombros, sin saber que otra explicación dar.
-Tampoco cuestiono el poder de tu señora. No creo que ella sea debil, ni mucho menos. No... No sería tan fácil. - Dicho esto se le escapa una risa nerviosa, y se frota la cara. -Estoy muy cansado... Hay alguna caverna en este lugar? Donde podamos refugiarnos unas horas? Puedo intentar atender a vuestras heridas, pero... -Suspira, a media frase. Todos pueden ver como claramente está disociado de la pérdida de le barde, pero el duelo se le escapa como si fuera una olla a presión.
Ante la declaración de Julian Idab le mira sin parpadear.
- Tus motivos son nobles, aunque me son extraños. Vuestras costumbres me son tan extrañas como las nuestras a vosotros - asegura.
- Existen cuevas - dice Idab - pero no todas están abandonadas. -
Mueve el largo timón y la barcaza vira a estribor.
- Una cueva sería como un horno, pero hay una isla cercana donde podreís descansar. Seguramente salir del rio de lava os ayude... -sugiere la salamandra.
Esforzándose para remar con vigor y avanzar lo más rápido posible el paladín miró a sus compañeros mientras sufrían el calor extenuante. Quizás él, acostumbrado a llevar armadura a todas horas, tanto en los helados días de invierno como bajo un justiciero sol estival, parecía sobrellevarlo con más entereza. Pero sabía que era cuestión de tiempo que aquel calor tan intenso empezase a debilitarle también.
- Si logramos descansar puedo rogar a Mayaheine el poder de convocar agua. - Sus palabras parecían algo mecánicas ya que se esforzaba por sepultar sus sentimientos para que no se adueñasen de sus acciones. - Pero creo que ahora es mejor racionar cuidadosamente esa agua, por si me es imposible descansar.
Cada vez que tiraba del remo para impulsar el bote se esforzaba por que la falta de Jen, la muerte de tantos inocentes o incluso el extravío del impredecible Ashrem no lo derrotasen. Había derrotado a imbatibles demonios, dragones que retornaban de la muerte e incluso a su propio fracaso para detener a Zalphiros. Todos esos enemigos parecían ahora meros contratiempos ante su la desesperanza que empezaba a enraizar en su espíritu luchador. Por ello ignoro las palabras de Idab y elucubrar sobre las consecuencias que había tenido liberar al Fénix. Solo mirando hacia delante podría sobrellevar aquella situación, así lo había aprendido tras la derrota por parte de Zalphiros.
- ¿A cuánto está el portal, y hay alguna isla de camino? Descansar nos vendría bien, sí. Si nuestra experiencia se repite, en el portal nos espera un terrible combate...
Nessa, con la mirada perdida en la ruta que están siguiendo por el río de lava, no contesta a Idab en un principio. En lo único que parece estar de acuerdo con la salamandra es que sus costumbres son demasiado diferentes. La ranger tiene claro que nunca terminará de estar de acuerdo en su visión sobre Shideh, ni de entender que el antiguo capitán acepte de tan buen grado el castigo que sufrió a manos de la Efreeti por "ser débil".
Aún así, y en aras de mantener la extraña alianza que ahora tienen con Idab, Nessa termina por girarse para mirarle y le dice:
- Entiendo tus condiciones y me parecen razonables, ninguno te pediremos que dañes a Shideh. Como dice Rolthos, si se repite lo que sucedió anteriormente, nos espera un duro combate por delante y agradeceremos tu ayuda para superarlo y lograr abrir la puerta que bloquea este semi-plano. Además, nuestros intereses estaban alineados con Shideh en este punto, por lo ayudándonos a nosotros no estarías haciendo nada que contradijese sus deseos.
Respecto al trayecto a seguir, añade:
- Vayamos a esta isla, sí. Ojalá no nos aleje mucho del lugar donde está la puerta...
Nessa se vuelve a quedar callada entonces, está empezando a sentir demasiado los efectos del río de lava. Por un momento le tienta vaciar su odre sobre sí misma para refrescarse, pero cuando escucha a Rolthos decir que deben racionarse cambia de opinión. Necesitarán maximizar ese agua todo lo que puedan, especialmente si encuentran problemas en esa isla a la que están yendo y tardan en poder tener ese descanso. Murmura entonces unas palabras convocando a Madre Naturaleza para recuperar un poco de vigor, esperando que esto sea suficiente para no caer rendida por el calor antes de llegar a descansar.
Cuando escucha a Julian hablar, y viéndole no sólo afectado anímicamente sino también bastante débil físicamente, Nessa se sienta a su lado y le toma la mano:
- No soy tan buena en esto como tú - dice esbozando una sonrisa leve que desaparece rápido - pero déjame ayudarte con tus heridas esta vez a mí. Descansa un poco, Julian...
La ranger conjura entonces su magia curativa sobre el doctor, pero no suelta su mano cuando termina de hacerlo. Le gustaría tanto poder decirle algo que le reconfortara ... Pero a la joven le fallan las palabras y no puede hacer más que quedarse sentada a su lado, sosteniendo su mano lo que resta de trayecto. Compartiendo en silencio el dolor de la herida tan profunda que habían recibido y que ningún conjuro, por potente que fuera, iba a sanar.
Con el vigoroso remar de Vraak y Rolthos la embarcación llega pronto a la isla a la que les lleva Idab.
El paladin siente que los brazos se le van a caer del dolor y la espalda le está matando. El esfuerzo, la lucha, el calor, la pérdida de Jen. Todo junto es demasiado. El joven paladín siempre había escuchado en sus estudios que el Abismo era un lugar de terribles sufirimentos donde el alma no conocía tregua y toda esperanza era aplastada. Empezaba a preguntarse si no habrían cruzado alguna otra puerta mística que les hubiese arrastrado hasta ese terrible lugar.
Vraak parecía tan abatido como el paladín y se masajeaba los brazos en silencio.
Desembarcaron en la dura y piedra volcánica. Idab aseguró el bote, aunque la corriente de lava no era muy fuerte allí, subiéndolo a la orilla mientras los demás trepaban por la escarpada pared para llegar a la relativamente plana superficie de la isla.
Tras subir trabajosamente unos doscientos pies, Nessa comprobó que lla isla no era muy grande, de forma ovalada, aproximadamente tenía unos ciento cincuenta pies de longitud en la parte más larga y unos cien en la parte más estrecha. No había donde guarecerse ni esconderse, pero sí que notó que la temperatura descendía un poco al llegar a lo alto. No se había dado cuenta de lo calientes que estaban los asientos de la barcaza hasta que puso sus manos para levantarse. Si tenían que cruzar grandes distancias en aquel lugar lo mejor sería ir haciendo pequeñas paradas periódicas para que el navegar por el rio de lava no acabara con ellos.
Todos se dejaron caer pesadamente en el suelo, exhaustos tanto física como emocionalmente.
Rolthos deposito con cuidado la mochila donde estaba el dormido Oswald Goimfeather Tercero el cual, por fin, se agitó en sueños y abrió los ojos despacio, mirando a su alrededor intentando reconocer el lugar en el que estaba.
- Por las barbas de Merlin - dijo mientras se incorporaba y su cabeza giraba casi trescientos sesenta grados - ¿Qué es lo que ha pasado muchacho ? -
Antes de que Rolthos pudiera responder todos escucharon un potente graznido en el aire. Levantaron la vista para contemplar cómo un ave gigante en llamas describe un amplio círculo alrededor de la isla. Las llamas crean una estela de fuego tras el ave y su vivo color constrasta contra el negro e inalcanzable techo del semi-plano.
El ave Fénix desciende y se posa con un poderoso batir de alas en la parte opuesta donde se han dejado caer ellos.
Vraak toma su hacha y se coloca frente a todos.
- ¿Qué es lo que quieres bestia? ¿No has tenido bastante con llevarte a Jen? Si has venido a terminar el trabajo tendrás que pasar por encima de mi!! -
Nessa traga saliva. Intenta coger su arma para ponerse al lado de Vraak, pero no se había percatado del inmenso tamaño del Fénix. Ahora que le veía con sus alas completamente extendidas se daba cuenta de que era más grande que Clorynthyas, el dragón verde renacido con el que acabaron. Pero en aquella ocasión estaban todos y habían contando con más ayuda.
Si el Fénix había venido a atacarlos... no tenía motivos, pero Idab había sido su captor durante los dioses sabían cuanto tiempo, y ellos estaban con Idab... En realidad no sabía nada de ellos. De no haber tenido tanto calor, las palmas de Nessa estarían sudando, pero la transpiración se evaporaba tan pronto como afloraba a su piel.
El ave Fénix no contesta al airado semi-orco. Cruza sus grandes alas frente así, ocultando su cuerpo salvo su cabeza y al abrirlas todos ven una esfera de color anaranjado que parece salir de su pecho.
La esfera crece y brilla cada vez más, pasando al amarillo y finalmente al blanco. Tienen que apartar la mirada y todos sienten el calor que emana de esa esfera. Rolthos espera que estalle en una deflagaración como la que se llevó a Jen.
Pero el estallido no llega.
Antes de poder abrir los ojos de nuevo, aún parpadeándo para ajustar su visión escuchan una voz musical que, entre risa y sollozo dice.
- Ilya... oh Ilya -
Jen, desnundo, renacido, corre a los brazos de Julian que, atónito apenas consigue reaccionar en un primer momento. Parpadea, y abraza con fuerza a Jen hundiendo el rostro en su hombro y rompiendo en profundos sollozos.
El abrazo es infinito y a la vez no es suficiente. Volvía a tener un cuerpo, volvía a escuchar la sangre latir en sus venas.
Entre lágrimas, se separa por fin de Julian, dejando las manos posadas en sus hombros. El médico le toma el rostro entre las suyas.
-Estás aquí. Eres real.- Es lo primero que dice.
-Si. Si, vliste-vliya. Estoy aquí.
-Estabas muerto.-
-En... Serio? No, no lo recuerdo. Solo recuerdo la llave y abrir el candado, y entonces...-Jen vuelve la vista al majestuoso fénix, que abre sus alas engrandeciéndose. -Embergrey... Agni, Embergrey.- sin soltar se de Julian, Jen hace una reverencia.
-Estas diferente- El médico observa, sin salir aun de su asombro. Jen hace un sonido de "hm?" Y se toma un momento para mirarse a si misme. Primero ve sus manos, y piensa "yo tenía unos brazales", y efectivamente, en un parpadeo esos brazales están. Pero sus manos ahora toman un color anaranjado que se degrada en sus antebrazos hasta fundirse con el azul de su piel que todos conocen. Luego se lleva las manos al pecho, alarmade. Y efectivamente, el colgante de Rothgar sigue ahi... Estaba antes ahí? No lo sabe, los recuerdos entre la apertura de las cadenas del fenix y su resurgimiento se le hacen cada vez mas borrosos.
"La gema! Mi chakram! Mi aro!!" Piensa, y se lleva las manos a la cadera palpándose. Y efectivamente, todo está ahí, aunque hace un momento no estaba. Su consciencia va materializando sus cosas a medida que toma sentido de quien es. Y para todos es como si siempre hubiera tenido sus pertenencias al salir de aquella esfera.
Por último, se palpa la cabeza. Ah. Ahí si que había algo diferente. Ya no tenía un lado rapado, si no ambos -Uy!- Exclama, palpándose la extensa y espesa cresta de pelo que ahora le cae por la espalda, cardada y voluminosa, en el mismo gradiente de tonos flamígeros que antes de su prematura muerte. -Pues si, algo he cambiado.-
Cuando llegaron a la isla y antes de que saliesen del bote, Rolthos detuvo a Cruços un momento. - Déjame que te cure, solo faltaba que se libase ahora otro señor de los infernos. - Dijo mientras le imponía las manos para curarle.
El agotado paladín reaccionó en piloto automático a los acontecimientos... Se puso en guardia frente a la aparente amenaza del Fenix. Se puso a resguardo ante la explosión inminente... Entonces observó con incredulidad la aparición de Jen. Aunque había atesorado la esperanza en su reaparición, la posibilidad de ver de nuevo a Jen había estado en el campo de los anhelos imposibles.
A medida que se creía más y más la reaparición de Jen una sonrisa iluminó en el agotado rostro de Rolthos.
Rolthos exclamó - ¡Jen! No puedo creer que estés aquí. Pensé que nunca volvería a verte.
Nessa pasa de estar tensa, alerta y lista para ser atacada por el fénix, el maldito fénix que había consumido a su mejor amigue, a quedarse congelada. "¿Es ... estoy soñando....?". Nota como la mano izquierda pierde fuerza, pero ni se da cuenta del ruido metálico que resuena cuando la espada se le cae al suelo por el shock.
Durante unos segundos se queda quieta, muy quieta, con los ojos muy abiertos. Luego, tras lo que parece una eternidad se lleva la mano a los labios y empieza a llorar sin contención alguna.
- ¡Jen ....! ¡Oh dioses, Jen....! - es lo único que logra balbucear.
Nota que el cuerpo le pesa, exhausto, en cada paso que da hacia su amigo, su querido amigo. Pero nada de esto le impide acercarse hasta él. Quiere estrecharle con fuerza, llorar con él como ha hecho tantas otras veces, pero no termina de acercarse del todo, dando un poco más de tiempo a la pareja a fundirse en el abrazo que tanto han echado de menos.
Cruços avanza despacio, paso a paso mirando a Jen y Julian abrazarse. Sin mirar baja el hacha de Vraak, que se ha quedado como petrificado, y finalmente corre hacia Jen y, arrodillándose, se abraza a ambos.
- No vuelvas a hacer algo asi. - le dice a Jen con voz ronca fundido en un abrazo con los dos - o te mato - dice acompañando sus palabras con un ligero gruñido.
Vraak, superado su estupor, se acerca a Nessa, y delicadamente le pasa el brazo por encima del hombro y le sonrie. - Creo que deberías unirte a ellos - le dice dulcemente.
Jen se ve abrumade ante el despliegue de afecto de todo el grupo. -Pero... Quien eres tú, y que has hecho con Cruços? Oh, estas hecho un circo, amigo. Pero eso lo arreglaremos enseguida.-
Con seguridad insta a Nessa a que se una al abrazo grupal que parecía que se ha formado. Durante largos momentos recibe la bienvenida de su grupo en ese abrazo, aunque el calor abrasador del plano hace que todos tengan que separarse. Sin embargo, aun sudando profusamente, Julian parece no querer soltar al changeling. -Lo siento. Ilya, lo siento tanto. No quería dejarte. Tienes que estar enfadado, y lo entiendo. Espera, dame un momento. Si? Volveré, no me voy, lo prometo. Lo prometo.
A regañadientes, el médico deja ir unos instantes a le barde, quien se vuelve al Fénix com profundo respeto -Embergrey. Gracias. Me habeis dado una segunda oportunidad. No hay palabras en mi para expresarlo, pero creo que no hacen falta.- Palabras que acompaña llevandose la mano al pecho, cerca del corazon
Nessa logra sonreír a Vraak mientras se limpia las lágrimas:
- Sí ... sí... Tú también, ven - le toma de la mano con cariño y le guía hasta el círculo que rodea al bardo - Tú también tienes que estar en ese abrazo de grupo. A Jen le encantará.
Ambos se aproximan y, en un momento en que Julian y Jen se han separado, la ranger aprovecha para estrechar al bardo:
- ... pensaba que ya no podría abrazarte nunca más... - le dice, tras separarse un poco y mirarle de cerca, como asegurando que de verdad está allí - Estás distinto - añade, tocando su melena mientras sonrie ampliamente - Pero eres tú. Definitivamente eres tú.
Nessa se ha olvidado por completo del Fénix. En ese momento solo quiere disfrutar de la cercanía del grupo que, gracias a todos los dioses, vuelve a estar completo ahora que tienen a Jen de vuelta.
Julian se queda estupefacto. Abre la boca, pero no le salen las palabras. Casi le da un infarto al ver a la enorme salamandra abalanzarse hacia el. Hubiera sido un golpe fatal si hubiera ido con otras intenciones.
Un enorme temblor hace que trastabillee, y vuelva a la realidad. En poco tiempo se desmoronaría la fortaleza como un castillo de naipes. Echa a correr tras Idab, que se mueve sorprendentemente rápido para las fracturas que parece haber sufrido, no sin antes echar un último vistazo a donde momentos antes había estado le barde.
La salamandra es ágil y esquiva las rocas que caen del techo con una rapidez increíble. Julian siente que no puede seguir el ritmo al resto del grupo. Pero entonces su carrera se pone en paralelo con Rolthos, y este le da una palmada en la espalda, junto con unas palabras de ánimo.
Julian siente como si saliera disparado -aaaaaaaah!!- exclama, intentando mantener el control de sus propios pies. -Rolthos!- Vuelve la vista atras, y el paladín parece que sigue corriendo. Aunque luego tuercen una esquina y pierde de vista al grupo.
Un enorme escombro se desploma sobre su cabeza -nononono!- Julian echa cuerpo a tierra y con un derrape que levanta una polvareda logra esquivarlo, aunque al ponerse de nuevo en pie siente que el chispeante hechizo se ha esfumado. Aun asi la salida parecía estar cerca. En un último esfuerzo dobla su carrera, llegando junto a Idab resollando.
Nessa, espada en mano y en postura de ataque, aún se mantiene tensa unos instantes después de que Idab destroce la roca que iba a caer sobre Julian. No puede dejar de lado la ira que sentía hacía escasos instantes tan fácilmente, ni puede olvidar así como así la imagen que aún se forma en su mente del Capitán de la guardia de Shideh avanzando hacia ella con intenciones inconfundibles durante la cena. Pero en honor al esfuerzo de Julian y Rolthos por salvarle - y reconociendo que es un aliado que les conviene tener a su lado como mínimo hasta que consigan salir del palacio - termina relajándose y enfundando la espada.
Vuelve a notar el sabor de la sangre en los labios, resultado del apretón en el que la envolvió la primera de las salmandras en su intento de huida, y se los limpia con la mano izquierda mientras aún mira con el ceño fruncido a la ahora aliada salamandra. No dice nada ni hace ningún otro gesto hacia Idab, sino que simplemente se gira para dirigirse, ahora sí, hacia la puerta para huir hacia la libertad. A la libertad en un semi-plano hostil, pero al menos se sentía más libre que las horas que habían pasado como invitados en aquel palacio.
A la libertad. Pero sin Jen.
Echó a correr mientras sentía los ojos llenarse de lágrimas. Por fortuna, también ahora la agilidad estuvo de su parte y consiguió evadir todos los temblores y pedazos de roca que caían sobre ellos mientras seguía con los ojos empañados los movimientos de sus compañeros mientras huían - con mayor o menor dificultad - de la trampa mortal en la que se había convertido aquella maldita cueva.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Tras recibir el glaive de Idab el paladín de Mayaheine evaluó la situación mientras a su alrededor el castillo se derrumbaba cada vez más rápido. Dejó de lado una terrible sensación de pérdida y de fracaso. Viendo que Julian estaba más herido y sabiendo lo atléticos que el resto le alcanzó a la carrera y le lanzó un Haste.
- Corre, Julian… corre!
Sin su armadura protegiéndole la carrera hacia la salida se le hizo difícil, las piedras caían a su alrededor y le golpearon varias veces haciéndole perder el equilibrio. Tan solo mediante un par de misty steps logró seguir el paso a sus veloces compañeros hacia la salida que les había mostrado Idab.
En cuanto se vio a salvo se dio la vuelta y contempló como todo se derrumbaba. Derrotado físicamente y anímicamente se dejó caer de rodillas. Sentía una enorme angustia por la muerte de Jen. Mientras miraba a las ruinas la buscaba con la mirada ya que se resistía a aceptar su muerte. “Los Fenix renacen de las cenizas, quizás Jen… en ese fuego de Fenix… como las criaturas sagradas de la leyendas…“. penssaba para si mismo.
Pero a pesar de negarse a aceptar su muerte, aun, un insidioso sentimiento de fracaso le atormentaba. Tan solo podía rezar por todos ellos, por todos los habitantes inocentes que habrían perecido bajo los escombros del castillo.
- Oh, Mayaheine, Senora de la Protección, la Justicia y el Valor, te ruego por la vida de aquellos que perecieron en esta catástrofe. Que sus almas encuentren la paz y la luz hacia el más allá. Te ruego también tu misericordia y protección para todos aquellos que puedan estar atrapados o en peligro en medio de los escombros. Que tu luz brille sobre ellos y los guíe hacia la seguridad.. Que tu luz ilumine nuestro camino y nos guíe.
Su mirada recorrió las runas buscando signos de supervivientes.
Zevatur, Rolthos
- Debemos irnos - la voz grave y rasposa de Idab saco de su ensimismamiento a los Halcones Errantes.
No habían vuelto a los elegantes pasilllos y salones, si no que el antiguo Capitán había utilizado un pasadizo secreto para que salieran antes.
Vraak con rostro apesadumbrado pasó su mano por los hombros de Nessa y la condujo suavemente tras la salamandra, que se dirigía hacia el muelle.
Cruços revertíó a su forma humana y tiró de Julian mientras partes del palacio se resquebrajaban y caían. Todo el ala este del castillo estaba cayendo.
No tardaron mucho en llegar hasta el muelle donde, en silencio, fueron subiendo uno a la barcaza en la que llegaron.
Idab se colocó en su el timón de nuevo.
- Tendréis que remar vosotros- indica al grupo.
- ¿Adonde? - pregunta.
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La ranger tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no echarse a llorar en el momento en que Vraak pone la mano en sus hombros. De haber sido otra la situación habría dejado salir todo el dolor y la rabia que sentía en aquel momento, y lo habría hecho apoyándose precisamente en el semi-orco. Pero la urgencia en la voz de Idab hace que tenga que re-priorizar sus emociones, por lo que no puede más que mirar al sargento con ojos vidriosos durante un instante antes de dejarse guiar por él al muelle y al interior de la barcaza.
La salamandra está en lo cierto: aún no están a salvo y tienen que huir cuanto antes de aquél lugar. Además, flaco favor le haría a Julian si se desmoronara justo en ese momento, cuando aún tenían que usar sus últimas energías para huir del lugar. No se podía ni imaginar lo que estaría sintiendo el doctor en aquellos momentos. Todos habían perdido a Jen, sí, pero la pérdida de Julian era aún más profunda y aunque tenían que intentar ser fuertes por ellos mismos, tenían que serlo especialmente por él.
Nessa responde a Idab con la voz tomada por todo lo que está intentando contener.
- Al mythal. A la puerta de este semi-plano - Imagina que Idab sabe dónde está situado, pero aún así señala en silencio hacia la dirección donde vio el resplandor verde en su primer viaje en la barcaza. Luego musita un leve "No puedo ayudar con eso", refiriéndose a la petición de la salamandra para que remen, antes de colocarse en la proa de la barcaza. Al menos intentará estar atenta al camino que van a seguir sobre el río de lava.
De repente cae en la cuenta y mira a los compañeros:
- Un momento. ¿¡Y Ashrem!? ¿Qué va a ser de él? ¿Cómo vamos a ... ? ¿Vamos a irnos sin...? - Aunque acto seguido, menea la cabeza, autorespondiéndose. ¿Acaso pueden ir a buscarle...?
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- No solo dejamos a Ashrem detrás, a saber cuántos sirvientes y esclavos están sepultados en los escombros. A saber cómo podrán sobrevivir en este plano si su señora obtenía el poder para protegerlos en este plano del Fénix. - Dijo mientras se disponía a remar. - Quizás su única oportunidad sea destruir este templo de una vez todas.
Reafirmandose dijo. - Hay que acabar con este lugar. Parar la fuente de tanto horror. Que el sacrificio que tanta gente ha hecho no sea en vano. Que está rueda de terror se acabe aquí y ahora.
Zevatur, Rolthos
Nessa menea la cabeza apesadumbrada:
-... tienes razón. Espero que la mayoría hayan podido escapar, tenían libertad para irse cuando quiseran. Eso nos dijeron. Sin nadie cerrándoles el paso deberían haber podido huir en cuanto sintieron los temblores ... ¿no?
La ranger quiere creer esto, pero no consigue sacar tanta convicción como le gustaría de sus palabras. Por lo que simplemente asiente a lo dicho por Rolthos y vuelve a mirar a la dirección hacia la que deben avanzar.
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Julian se sienta, exhausto. Se limpia el corte con la manga una vez mas. Al levantar la cabeza cruza la mirada con Idab, y niega, cansado. -No me debeis la vida. Es mi trabajo. Soy.... Soy médico.- Y tiene que apretar los dientes para no echarse a llorar de nuevo. Esas fueron las primeras palabras que le dijo a Jen cuando se conocieron.
Agarrándose al extremo del barco que mira a las ruinas, los pensamientos mas nefastos se arremolinan en su cabeza.
"Todos han muerto. No. No todos. Hemos salvado a uno. Pero el resto... Y ashrem... Todo por una criatura que ha desaparecido... Por nada. Jen, por nada"
Le da tal punzada de dolor que se tiene que sostener el pecho, en el lugar donde está el corazón. Mira al resto del grupo, que parece igual de exhausto y decaido. Este sitio era realmente terrible.
Idab asiente a Nessa y con la ayuda de Vraak y Cruços comienzan a navegar por el río de lava, alejándose de la isla volcánica y del Palacio de Obsidiana.
- Nadie estaba obligado a quedarse - dice Idab con voz cansada y rasposa a la no muy velada acusación - Shidhe no os dijo ni una sola mentira. Aquellos que hayan huido del derrumbe habrán podido escapar. Además, ella es muy poderosa, aún sin tener sujozgado al Fénix. - Parece meditar un segundo - No puedo prever las consecuencias de lo que habéis hecho. Pero si ella le tenía prisionero tenía que tener muy buenas razones para ello. -
Siguieron remando en silencio durante unos minutos. El calor era sofocante, mucho mayor de lo que lo fue en su viaje de ida al Palacio. Se ve que, efectivamente, ya entonces Shidhe estaba ejerciendo su poder para escudarlos de alguna manera del ambiente del terrible semi-plano. Tosían y sudaban profusamente.
Idab continuó hablando
- Para que no tengáis dudas. Al dejarme al borde de la muerte Shidhe me liberó de mi Juramento hacia ella. Ahora lo tengo con vosotros por salvarme la vida. Pero no levantaré mi mano contra ella ni os ayudaré a dañarla de ninguna manera. La Señora del Palacio de Obsidiana sólo os ofreció su ayuda desde que entrásteis a este lugar y fue muy paciente con vuestras faltas de decoro. Advirtió a Chune que no liberara a la criatura, intentó detenerla. Yo... recibí mi justo castigo por ser débil. No ha tomado ninguna represalia contra vosotros... Sinceramente creo que la habéis juzgado mal. Ella nunca hubiera permitido que nada le causara daño a su Chune. Si tenéis dudas de mi lealtad, como os he dicho mi vida os pertenece hasta que la pierda u os devuelva la vuestra. Nunca he roto un Juramento. -
Rolthos apenas tiene que mirar a su lenguaje corporal para darse cuenta de que Idan no está muy cómodo con la situación actual, pero parece que será fiel a su palabra. Julian tosió y el paladín le dio un poco de agua antes de relevar a Cruços a los remos. El cazador de sangre no parecía tener muy buen aspecto.
- No sé qué pretendéis hacer en la Puerta - dice Idab - pero no estáis en condiciones de pelear. El fuego os matará antes de llegar. -
Nessa observó el medio derruido Palacio que se iba quedando a sus espaldas.
En sus resquebrajados salones, Shidhe estaba sentada en su trono, varias de las columnas yacían rotas y sus pedazos repartidos por el otrora impoluto suelo de obsidiana. La cascada de lava a su espalda caía a borbotones ahora, pues un cascote obstaculizaba su flujo.
Una de las puertas del salón del trono comenzó a agitarse. Alguien luchaba contra los cascotes caídos para poder abrir al menos una hoja de la agrietadas puertas. Con un tremendo ruido de cascotes arrastrándose sobre cristal, la puerta se abre ligeramente y por ella aparece, primero la cabeza y luego el delgado cuerpo de un anciano que mira alrededor algo confuso. Ve a Shidhe en el trono y saluda.
- Ah... hola... esto... perdona pero ¿Cuándo se come aqui? -
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En la barcaza, Julian sacude la cabeza -Jen... Pero que has hecho...?- Murmura.
-Nadie cuestiona tu lealtad, Idab. Si quieres ayudarnos, te lo agradecemos. Pero no te he salvado por eso. Simplemente, no podía dejarte morir ahí...-Se encoge de hombros, sin saber que otra explicación dar.
-Tampoco cuestiono el poder de tu señora. No creo que ella sea debil, ni mucho menos. No... No sería tan fácil. - Dicho esto se le escapa una risa nerviosa, y se frota la cara. -Estoy muy cansado... Hay alguna caverna en este lugar? Donde podamos refugiarnos unas horas? Puedo intentar atender a vuestras heridas, pero... -Suspira, a media frase. Todos pueden ver como claramente está disociado de la pérdida de le barde, pero el duelo se le escapa como si fuera una olla a presión.
Ante la declaración de Julian Idab le mira sin parpadear.
- Tus motivos son nobles, aunque me son extraños. Vuestras costumbres me son tan extrañas como las nuestras a vosotros - asegura.
- Existen cuevas - dice Idab - pero no todas están abandonadas. -
Mueve el largo timón y la barcaza vira a estribor.
- Una cueva sería como un horno, pero hay una isla cercana donde podreís descansar. Seguramente salir del rio de lava os ayude... - sugiere la salamandra.
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Esforzándose para remar con vigor y avanzar lo más rápido posible el paladín miró a sus compañeros mientras sufrían el calor extenuante. Quizás él, acostumbrado a llevar armadura a todas horas, tanto en los helados días de invierno como bajo un justiciero sol estival, parecía sobrellevarlo con más entereza. Pero sabía que era cuestión de tiempo que aquel calor tan intenso empezase a debilitarle también.
- Si logramos descansar puedo rogar a Mayaheine el poder de convocar agua. - Sus palabras parecían algo mecánicas ya que se esforzaba por sepultar sus sentimientos para que no se adueñasen de sus acciones. - Pero creo que ahora es mejor racionar cuidadosamente esa agua, por si me es imposible descansar.
Cada vez que tiraba del remo para impulsar el bote se esforzaba por que la falta de Jen, la muerte de tantos inocentes o incluso el extravío del impredecible Ashrem no lo derrotasen. Había derrotado a imbatibles demonios, dragones que retornaban de la muerte e incluso a su propio fracaso para detener a Zalphiros. Todos esos enemigos parecían ahora meros contratiempos ante su la desesperanza que empezaba a enraizar en su espíritu luchador. Por ello ignoro las palabras de Idab y elucubrar sobre las consecuencias que había tenido liberar al Fénix. Solo mirando hacia delante podría sobrellevar aquella situación, así lo había aprendido tras la derrota por parte de Zalphiros.
- ¿A cuánto está el portal, y hay alguna isla de camino? Descansar nos vendría bien, sí. Si nuestra experiencia se repite, en el portal nos espera un terrible combate...
Zevatur, Rolthos
Nessa, con la mirada perdida en la ruta que están siguiendo por el río de lava, no contesta a Idab en un principio. En lo único que parece estar de acuerdo con la salamandra es que sus costumbres son demasiado diferentes. La ranger tiene claro que nunca terminará de estar de acuerdo en su visión sobre Shideh, ni de entender que el antiguo capitán acepte de tan buen grado el castigo que sufrió a manos de la Efreeti por "ser débil".
Aún así, y en aras de mantener la extraña alianza que ahora tienen con Idab, Nessa termina por girarse para mirarle y le dice:
- Entiendo tus condiciones y me parecen razonables, ninguno te pediremos que dañes a Shideh. Como dice Rolthos, si se repite lo que sucedió anteriormente, nos espera un duro combate por delante y agradeceremos tu ayuda para superarlo y lograr abrir la puerta que bloquea este semi-plano. Además, nuestros intereses estaban alineados con Shideh en este punto, por lo ayudándonos a nosotros no estarías haciendo nada que contradijese sus deseos.
Respecto al trayecto a seguir, añade:
- Vayamos a esta isla, sí. Ojalá no nos aleje mucho del lugar donde está la puerta...
Nessa se vuelve a quedar callada entonces, está empezando a sentir demasiado los efectos del río de lava. Por un momento le tienta vaciar su odre sobre sí misma para refrescarse, pero cuando escucha a Rolthos decir que deben racionarse cambia de opinión. Necesitarán maximizar ese agua todo lo que puedan, especialmente si encuentran problemas en esa isla a la que están yendo y tardan en poder tener ese descanso. Murmura entonces unas palabras convocando a Madre Naturaleza para recuperar un poco de vigor, esperando que esto sea suficiente para no caer rendida por el calor antes de llegar a descansar.
Cuando escucha a Julian hablar, y viéndole no sólo afectado anímicamente sino también bastante débil físicamente, Nessa se sienta a su lado y le toma la mano:
- No soy tan buena en esto como tú - dice esbozando una sonrisa leve que desaparece rápido - pero déjame ayudarte con tus heridas esta vez a mí. Descansa un poco, Julian...
La ranger conjura entonces su magia curativa sobre el doctor, pero no suelta su mano cuando termina de hacerlo. Le gustaría tanto poder decirle algo que le reconfortara ... Pero a la joven le fallan las palabras y no puede hacer más que quedarse sentada a su lado, sosteniendo su mano lo que resta de trayecto. Compartiendo en silencio el dolor de la herida tan profunda que habían recibido y que ningún conjuro, por potente que fuera, iba a sanar.
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Con el vigoroso remar de Vraak y Rolthos la embarcación llega pronto a la isla a la que les lleva Idab.
El paladin siente que los brazos se le van a caer del dolor y la espalda le está matando. El esfuerzo, la lucha, el calor, la pérdida de Jen. Todo junto es demasiado. El joven paladín siempre había escuchado en sus estudios que el Abismo era un lugar de terribles sufirimentos donde el alma no conocía tregua y toda esperanza era aplastada. Empezaba a preguntarse si no habrían cruzado alguna otra puerta mística que les hubiese arrastrado hasta ese terrible lugar.
Vraak parecía tan abatido como el paladín y se masajeaba los brazos en silencio.
Desembarcaron en la dura y piedra volcánica. Idab aseguró el bote, aunque la corriente de lava no era muy fuerte allí, subiéndolo a la orilla mientras los demás trepaban por la escarpada pared para llegar a la relativamente plana superficie de la isla.
Tras subir trabajosamente unos doscientos pies, Nessa comprobó que lla isla no era muy grande, de forma ovalada, aproximadamente tenía unos ciento cincuenta pies de longitud en la parte más larga y unos cien en la parte más estrecha. No había donde guarecerse ni esconderse, pero sí que notó que la temperatura descendía un poco al llegar a lo alto. No se había dado cuenta de lo calientes que estaban los asientos de la barcaza hasta que puso sus manos para levantarse. Si tenían que cruzar grandes distancias en aquel lugar lo mejor sería ir haciendo pequeñas paradas periódicas para que el navegar por el rio de lava no acabara con ellos.
Todos se dejaron caer pesadamente en el suelo, exhaustos tanto física como emocionalmente.
Rolthos deposito con cuidado la mochila donde estaba el dormido Oswald Goimfeather Tercero el cual, por fin, se agitó en sueños y abrió los ojos despacio, mirando a su alrededor intentando reconocer el lugar en el que estaba.
- Por las barbas de Merlin - dijo mientras se incorporaba y su cabeza giraba casi trescientos sesenta grados - ¿Qué es lo que ha pasado muchacho ? -
Antes de que Rolthos pudiera responder todos escucharon un potente graznido en el aire. Levantaron la vista para contemplar cómo un ave gigante en llamas describe un amplio círculo alrededor de la isla. Las llamas crean una estela de fuego tras el ave y su vivo color constrasta contra el negro e inalcanzable techo del semi-plano.
El ave Fénix desciende y se posa con un poderoso batir de alas en la parte opuesta donde se han dejado caer ellos.
Vraak toma su hacha y se coloca frente a todos.
- ¿Qué es lo que quieres bestia? ¿No has tenido bastante con llevarte a Jen? Si has venido a terminar el trabajo tendrás que pasar por encima de mi!! -
Nessa traga saliva. Intenta coger su arma para ponerse al lado de Vraak, pero no se había percatado del inmenso tamaño del Fénix. Ahora que le veía con sus alas completamente extendidas se daba cuenta de que era más grande que Clorynthyas, el dragón verde renacido con el que acabaron. Pero en aquella ocasión estaban todos y habían contando con más ayuda.
Si el Fénix había venido a atacarlos... no tenía motivos, pero Idab había sido su captor durante los dioses sabían cuanto tiempo, y ellos estaban con Idab... En realidad no sabía nada de ellos. De no haber tenido tanto calor, las palmas de Nessa estarían sudando, pero la transpiración se evaporaba tan pronto como afloraba a su piel.
El ave Fénix no contesta al airado semi-orco. Cruza sus grandes alas frente así, ocultando su cuerpo salvo su cabeza y al abrirlas todos ven una esfera de color anaranjado que parece salir de su pecho.
La esfera crece y brilla cada vez más, pasando al amarillo y finalmente al blanco. Tienen que apartar la mirada y todos sienten el calor que emana de esa esfera. Rolthos espera que estalle en una deflagaración como la que se llevó a Jen.
Pero el estallido no llega.
Antes de poder abrir los ojos de nuevo, aún parpadeándo para ajustar su visión escuchan una voz musical que, entre risa y sollozo dice.
- Ilya... oh Ilya -
Jen, desnundo, renacido, corre a los brazos de Julian que, atónito apenas consigue reaccionar en un primer momento. Parpadea, y abraza con fuerza a Jen hundiendo el rostro en su hombro y rompiendo en profundos sollozos.
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El abrazo es infinito y a la vez no es suficiente. Volvía a tener un cuerpo, volvía a escuchar la sangre latir en sus venas.
Entre lágrimas, se separa por fin de Julian, dejando las manos posadas en sus hombros. El médico le toma el rostro entre las suyas.
-Estás aquí. Eres real.- Es lo primero que dice.
-Si. Si, vliste-vliya. Estoy aquí.
-Estabas muerto.-
-En... Serio? No, no lo recuerdo. Solo recuerdo la llave y abrir el candado, y entonces...-Jen vuelve la vista al majestuoso fénix, que abre sus alas engrandeciéndose. -Embergrey... Agni, Embergrey.- sin soltar se de Julian, Jen hace una reverencia.
-Estas diferente- El médico observa, sin salir aun de su asombro. Jen hace un sonido de "hm?" Y se toma un momento para mirarse a si misme. Primero ve sus manos, y piensa "yo tenía unos brazales", y efectivamente, en un parpadeo esos brazales están. Pero sus manos ahora toman un color anaranjado que se degrada en sus antebrazos hasta fundirse con el azul de su piel que todos conocen. Luego se lleva las manos al pecho, alarmade. Y efectivamente, el colgante de Rothgar sigue ahi... Estaba antes ahí? No lo sabe, los recuerdos entre la apertura de las cadenas del fenix y su resurgimiento se le hacen cada vez mas borrosos.
"La gema! Mi chakram! Mi aro!!" Piensa, y se lleva las manos a la cadera palpándose. Y efectivamente, todo está ahí, aunque hace un momento no estaba. Su consciencia va materializando sus cosas a medida que toma sentido de quien es. Y para todos es como si siempre hubiera tenido sus pertenencias al salir de aquella esfera.
Por último, se palpa la cabeza. Ah. Ahí si que había algo diferente. Ya no tenía un lado rapado, si no ambos -Uy!- Exclama, palpándose la extensa y espesa cresta de pelo que ahora le cae por la espalda, cardada y voluminosa, en el mismo gradiente de tonos flamígeros que antes de su prematura muerte. -Pues si, algo he cambiado.-
Cuando llegaron a la isla y antes de que saliesen del bote, Rolthos detuvo a Cruços un momento. - Déjame que te cure, solo faltaba que se libase ahora otro señor de los infernos. - Dijo mientras le imponía las manos para curarle.
El agotado paladín reaccionó en piloto automático a los acontecimientos... Se puso en guardia frente a la aparente amenaza del Fenix. Se puso a resguardo ante la explosión inminente... Entonces observó con incredulidad la aparición de Jen. Aunque había atesorado la esperanza en su reaparición, la posibilidad de ver de nuevo a Jen había estado en el campo de los anhelos imposibles.
A medida que se creía más y más la reaparición de Jen una sonrisa iluminó en el agotado rostro de Rolthos.
Rolthos exclamó - ¡Jen! No puedo creer que estés aquí. Pensé que nunca volvería a verte.
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Nessa pasa de estar tensa, alerta y lista para ser atacada por el fénix, el maldito fénix que había consumido a su mejor amigue, a quedarse congelada. "¿Es ... estoy soñando....?". Nota como la mano izquierda pierde fuerza, pero ni se da cuenta del ruido metálico que resuena cuando la espada se le cae al suelo por el shock.
Durante unos segundos se queda quieta, muy quieta, con los ojos muy abiertos. Luego, tras lo que parece una eternidad se lleva la mano a los labios y empieza a llorar sin contención alguna.
- ¡Jen ....! ¡Oh dioses, Jen....! - es lo único que logra balbucear.
Nota que el cuerpo le pesa, exhausto, en cada paso que da hacia su amigo, su querido amigo. Pero nada de esto le impide acercarse hasta él. Quiere estrecharle con fuerza, llorar con él como ha hecho tantas otras veces, pero no termina de acercarse del todo, dando un poco más de tiempo a la pareja a fundirse en el abrazo que tanto han echado de menos.
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Cruços avanza despacio, paso a paso mirando a Jen y Julian abrazarse. Sin mirar baja el hacha de Vraak, que se ha quedado como petrificado, y finalmente corre hacia Jen y, arrodillándose, se abraza a ambos.
- No vuelvas a hacer algo asi. - le dice a Jen con voz ronca fundido en un abrazo con los dos - o te mato - dice acompañando sus palabras con un ligero gruñido.
Vraak, superado su estupor, se acerca a Nessa, y delicadamente le pasa el brazo por encima del hombro y le sonrie. - Creo que deberías unirte a ellos - le dice dulcemente.
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Jen se ve abrumade ante el despliegue de afecto de todo el grupo. -Pero... Quien eres tú, y que has hecho con Cruços? Oh, estas hecho un circo, amigo. Pero eso lo arreglaremos enseguida.-
Con seguridad insta a Nessa a que se una al abrazo grupal que parecía que se ha formado. Durante largos momentos recibe la bienvenida de su grupo en ese abrazo, aunque el calor abrasador del plano hace que todos tengan que separarse. Sin embargo, aun sudando profusamente, Julian parece no querer soltar al changeling. -Lo siento. Ilya, lo siento tanto. No quería dejarte. Tienes que estar enfadado, y lo entiendo. Espera, dame un momento. Si? Volveré, no me voy, lo prometo. Lo prometo.
A regañadientes, el médico deja ir unos instantes a le barde, quien se vuelve al Fénix com profundo respeto -Embergrey. Gracias. Me habeis dado una segunda oportunidad. No hay palabras en mi para expresarlo, pero creo que no hacen falta.- Palabras que acompaña llevandose la mano al pecho, cerca del corazon
Nessa logra sonreír a Vraak mientras se limpia las lágrimas:
- Sí ... sí... Tú también, ven - le toma de la mano con cariño y le guía hasta el círculo que rodea al bardo - Tú también tienes que estar en ese abrazo de grupo. A Jen le encantará.
Ambos se aproximan y, en un momento en que Julian y Jen se han separado, la ranger aprovecha para estrechar al bardo:
- ... pensaba que ya no podría abrazarte nunca más... - le dice, tras separarse un poco y mirarle de cerca, como asegurando que de verdad está allí - Estás distinto - añade, tocando su melena mientras sonrie ampliamente - Pero eres tú. Definitivamente eres tú.
Nessa se ha olvidado por completo del Fénix. En ese momento solo quiere disfrutar de la cercanía del grupo que, gracias a todos los dioses, vuelve a estar completo ahora que tienen a Jen de vuelta.
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