Nessa, que esperaba ver salir de aquella habitación a uno solo de los habitantes de la fortaleza, se quedó helada cuando vio aparecer a tantos enemigos. ¡Eran muchos más de los que les había dicho Idab! ¿Y como iban a derrotar a los que iban tan protegidos por dobles escudos?
La mirada decidida de Vraak logró sacarla de su estupor, y mientras el semiorco se lanzó a por el que les amenazaba desde la retaguardia, Nessa decidió que no quería estar en medio de aquellos cuatro escudos. ¿Quizás podría colocarse a las espaldas del gigante al que había atacado Vraak para tener más facilidad para impactarle? Al fin y al cabo, aquellos escudos no le cubrían por detrás.
Decidida, se llevó la pulsera de muérdago y sauce a los labios y la besó levemente, tras lo cual murmuró:
- Madre, guía mis pasos.
Al momento, una bruma plateada cubrió a la ranger, que en un abrir y cerrar de ojos se teleportó a la altura de la nuca del gigante. Cayendo al suelo con gracia casi felina, no tardó en desenvainar y lanzar precisas estocadas a las piernas desprotegidas del gigante.
Siguiendo a sus compañero, Cruços se lanza contra el gigante que les corta la retirada. Hay demasiados y están en una posición fuerte. Tienen que replantearse su estrategia.
Imbuyendo su ancestral hoja con el poder de la tormenta, Cruços lanza dos poderosas estocadas. La primera rebota inofensiva contra los enormes escudos de los gigantes pero con la segunda Cruços escucha con satisfacción el gruñido de dolor del gigante. El impacto que ha hecho saltar chispas tiene que haber debilitado los brazos del gigante, aún así el estoico guerrero soporta con firmeza el castigo al que le están sometiendo los compañeros.
A una orden de los gigantes que están en el interior, el que cierra la puerta del salón del trono se pone lateral. Con precisión estudiada, los dos gigantes arrojan grandes lanzas, tan enormes como virotes de balistas, y estas impactan a Rolthos y Julian. Inmediatamente, el gigante con los escudos recupera su posición.
Rolthos recibe un impacto en su hombro, si no fuera por el conjuro del Fénix que les protege del fuego y que le ha permitido ponerse su armadura, posiblemente le habría arrancado el brazo. Desde luego duele como si lo hubiera hecho.
Julian no tiene tanta suerte. El joven médico es atravesado de parte a parte por la enorme lanza, que se clava con un ángulo en el suelo. Julian no tiene tiempo ni de mirar a Jen, se queda ahí, empalado en la enorme lanza, la sangre manando profusamente de la horrible herida.
Los dos gigantes con los escudos se dan una señal y cargan hacia delante. Nessa ve con horror como los enormes escudos comienzan a arrasar a sus amigos sin misericordia alguna.
Vraak intenta aguantar pero finalmente consigue echare a un lado. Rolthos, Cruços y Jen no tienen tanta suerte.
Por la intervención de algún hado, el escudo del gigante que pasa por encima de Julian choca con la lanza y el ángulo en que esta estaba clavada hace que se combe de manera casi imposible. Finalmente, y ante el avance demoledor del gigante, es el suelo el que cede y la lanza, con Julian aún ensartado en ella, sale disparada dando vueltas por el aire. En mitad de la loca cabriola, la lanza se separa del cuerpo del pobre doctor, que cae pesadamente sobre un hombro en el suelo.
Jen no puede apartar los ojos de tal macabra escena, y es su perdición. El gigante la arrasa con sus escudos y, cuando ambos colosos chocan produciendo un ruido tremendo, Jen no recuerda nada más.
Nessa ahoga un grito pero por el lateral derecho y a través de los anchos hombros del gigante es capaz de ver como Julian, que se ha recuperado sorprendentemente rápido, se cuela entre el espacio que han formado los escudos y Nessa respira un poco más tranquila sabiendo que Julian está atendiendo a Jen.
Rolthos, aún aturdido por la fuerza del impacto y con los oídos pitándole, apenas logra ver como una figura delgada y ágil se cuela en el estrecho espacio en que se encuentran, Cruços, Jen y él mismo. Ni siquiera tocan el suelo ya que, gracias a la ligera curvatura del final de sus escudos, estos se tocan bajo ellos y se encuentran sobre los mismos.
Cruços sacude su cabeza y gruñe con rabia mientras se incorpora, y ve cómo Julian aplica un vendaje rápido a Jen y le hace oler el contenido de un pequeño bote, abriendo le barde los ojos y cogiendo aire. Al ver a Julian sobre elle sonrie, pese a sus heridas y le abraza. Pero Julian no ha terminado. Pasa al lado de Cruços y le da una poción curativa, mientras que él saca otro vendaje de su zurrón y corre a aplicárselo a Rolthos, frenando una hemorragia de uno de sus brazos donde tiene un profundo corte.
Jen parpadea rápidamente y sacude su cabeza mientras intenta recomponerse. Se ve rodeade de los enormes escudos metálicos que parecen estar incandescentes. Se siente mareade pero viendo a Julian moverse con tanta seguridad, ayudando a todos pese a su terrible herida, le da fuerzas para recomponerse. Aún no están perdidos. Levanta las manos y pequeñas chispas de color rojizo le envuelven y a varios de sus compañeros, infundiéndoles de valor y energía, haciendo que se reincorporaran y se mantuvieran en pie en el estrecho espacio entre los escudos de los gigantes.
Rolthos sonrió tanto a Julian como a Jen y agaró con fuerza su glaive, listo para la batalla aunque sabía que su situación era muy delicada.
Rolthos observó estupefacto cómo la emboscada se cerraba a su alrededor. Los gigantes habían sido más astutos de lo que habían previsto, y la trampa estaba sellada. Se maldecía por no haber considerado todas las posibilidades, pero en ese momento, no había tiempo para lamentos; debían enfrentar la amenaza que tenían frente a ellos.
Agradeció el vendaje rápido de Julian y observó la imponente figura metálica que se erguía ante él. El paladín esperó con paciencia, evaluando cada movimiento. Cuando el gigante miró a Julian con odio mientras curaba a sus compañeros, Rolthos detectó una apertura en su aparentemente inexpugnable defensa.
Una determinación feroz lo inundó, y aprovechó esa pequeña rendija entre las placas de la armadura. La hoja de su glaive silbó al penetrar y rozar el metal, haciendo que chispas volaran. Una y otra vez, atacó la misma abertura, haciendo que el interior del gigante estallara con una brillante luz de Mayaheine.
A pesar de la imposible situacion, un rayo de esperanza renació en el corazón de Rolthos, sabiendo que aún tenían una oportunidad de cambiar el curso de la batalla.
Al ver caer a uno de sus guardaespaldas el caudillo de los gigantes abandonó su trono con un rugido de rabia y gritó órdenes a sus soldados, los cuales cogieron otra lanza y la arrojaron contra el paladin. Pero no todo pareció salir como tenían planeado. Uno de ellos, al cogerla del suelo no fue capaz de agarrarla correctamente y se le escurrió de las manos. Intentó volver a agarrarla, pero sólo consiguió que empezara a girar entre sus manos de manera muy peligrosa. Finalmente cayó sobre el pie del mismo gigante, y sólo la bota de hierro que llevaba impidió que le atravesara el pie. El gigante, que parecía algo más joven que el resto aulló de dolor por el impacto.
El otro, que parecía una copia exacta del más torpe, sí consiguió coger una de sus armas arrojadizas y la lanzó con certera puntería contra el paladín. Era el mismo que había conseguido atravesar a Julian antes. Pero esta vez, al estar prevenido, Rolthos consiguió desviar el proyectil con el mango de su glaive. Al caer con estrépito a su lado se fijo. No eran lanzas lo que les lanzaban ahora, si no espetos de metal utilizados en la cocina. Quizá no tan equilibrados pero sin duda peligrosos como había sufrido Julian en sus carnes.
La gigante, vestida con evidentes ropajes nobles de color rojizo bajo su armadura de acero negro conjura una bola de fuego en su mano que arroja contra Vraak pero el semi-orco ni siquiera está en el mismo sitio cuando la bola golpea la pared tras él. Gracias al hueco que ha conseguido Rolthos, Vraak toma impulso y se lanza contra los enormes escudos del gigante. Pero los enormes escudos y la buena posición del gigante hacen que el semi-orco salga rebotado hacia atrás y su hacha caiga de sus manos. Con el orgullo algo herido, Vraak se levanta y recoge su hacha, preparado para seguir combatiendo.
Nessa ve la escena desde el otro lado del cadaver del gigante que ha derrotado Rolthos y siente su cuerpo y los escudos aún emanando calor, si no fuera por la protección que les brinda el hechizo del Fénix aquello sería realmente insoportable.
La caída del primero de los gigantes portaescudos allanaba el camino, pero aún quedaba demasiado por hacer. A Nessa no le gustaba la idea de tener que acercarse tanto a sus compañeros, que estuvieran todos tan juntos les ponía en clara desventaja táctica. Pero no tenía más opción. Echó en falta una vez más poder usar el arco. Aunque el poder volver a sujetarlo estaba más cerca que antes, aún estaba demasiado lejos ...
Sin poder hacer mucho más, echó a correr hacia el otro portaescudos y consiguió hacerle algo de año daño con la espada.
Al exponerse a los otros atacantes, Nessa, pese a herir al gigante aunque fuese levemente, recibe rápidamente un fuerte impacto de uno de los espetos convertidos en jabalinas improvisadas por los gigantes. Mientras que el gigante de la izquierda esta vez sí acertaba a Rolthos, el de la derecha parecía tener un talento natural y Nessa sintió que el hombro del brazo que estaba sanando casi se le dislocaba.
Sin embargo, el gigante de los escudos, bien por el hechizo de Jen, el golpe de Vraak, o por haber visto caer a su compañero, o una mezcla de todo, apenas consiguió mover los escudos para golpearles, sin conseguir acertar contra ninguno de ellos. Sin embargo Rolthos sí aprovechó el momento en que la enorme barrera de metal se movía para dar un certero golpe con su larga arma cuando el acorazado guerrero intentaba golpear a Cruços. Julian seguía administrando primeros auxilios a sus compañeros mientras que hostigaba al gigante con su espada. Cruços fue más efectivo y los sonidos metálicos de Vergegulv contra los enormes escudos reverberaon en el salón del trono. No desperdició la poción que le había proporcionado Julian y la apuró de un trago.
Jen, viendo a Julian recuperado y mientras sentía el frescor de la tela con una cataplasma previamente untada que le había puesto Julian corriendo en una de las quemaduras, se sentía más animade para continuar la lucha. Los Halcones no se rendían tan fácilmente.
En medio del caótico enfrentamiento, Rolthos centró toda su atención en el gigante acorazado que se alzaba como un coloso frente a él. Con su glaive en alto y la mirada inyectada de furia y determinación, se abalanzó sobre su formidable adversario.
Gracias a la intervención de Jen, que distrajo al acorazado gigante, un primer primer ataque encontró una apertura en la armadura. Sin embargo, el segundo se encontró con un interpuesto e impenetrable escudo que resistió el embate del arma. El gigante abrió la boca en una carcajada complaciente.
"¡Qué diablos!" pensó Rolthos al ver la enorme boca abrirse de par en par. "No voy a desaprovechar esta oportunidad..." Así, el tercer ataque fue el punto culminante. Con un rugido de determinación, Rolthos saltó y girando todo su cuerpo lanzó un ataque brutal con la punta del asta de su glaive, impactando directamente en el interior de su garganta. En ese momento crítico, Rolthos canalizó todo su poder sagrado en un smite potente. La energía divina envolvió su glaive y estalló en un resplandor intenso, haciendo que su cabeza estallase reverberantemente en el interior de su casco metálico .
El gigante, ahora sin vida, cayó con un estruendo ensordecedor, sacudiendo el suelo bajo su peso. Rolthos se tambaleó ligeramente, visiblemente agotado por el esfuerzo. Con una sonrisa forzada, se dirigió hacia sus compañeros y, entre respiraciones agitadas, exclamó - Ha estado bien, pero me temo que mi energía casi ha llegado a su límite -
Luego, mirando a la pareja Real, agregó con determinación mientras avanzaba lentamente hacia el interior de la sala, vigilando la enorme puerta y los gigantes que aún quedaban en el interior - ¿Os rendís? No necesitan morir mas subditos...
-¡¡NOOOO! - aulla la gigante al ver como el guerrero del escudo cae con su cabeza fulminada por el paladin. -¡¡ MI HIJO!! -
- ¡¡ZEGTAMAR!!! - grita el Rey, cogiendo su espadón y cargando contra el paladin -¡¡MATADLOS MATADLOS A TODOS!!! - El gigante se lanza con la mirada perdida y lanzando espuma por la boca.
Su largo espadón llega tan lejos como el glaive del paladin y ataca con una rabia inusitada. Pero esa misma rabia le hace torpe. Frugwar se vuelve descuidado y Rolthos ve venir el ataque a una legua, esquivandolo sin problema. El enorme espadón golpea el suelo con una fuerza descomunal, de haber golpeado al paladin posiblemente le habría partido por la mitad. Tal es la fuerza del impacto que la hoja se queda clavada en el suelo y el gigante tiene que hacer palanca para poder recuperarla.
La Reina Brismjarda se coloca tras su marido y conjura una enorme bola ígnea que golpea a Rolthos en el pecho. Las llamas envuelven al valiente paladin mientras golpea al Rey y se aproxima a él. Mientras las llamas le envuelven, sintiendo que la magia del Fénix le protege incluso de estas poderosas llamas mágicas, siente un nudo en el estómago al mirar a la enfurecida gigante. Sabe que esta batalla ni se va a dar ni a recibir cuartel.
Cargando desde el pasillo, Vraak entra en la sala y se coloca frente a Rolthos. Frugwar intenta asestar un golpe con su espadón, pero el veterano guerrero se agacha esquivandolo y asesta dos poderosos golpes al rey de los gigantes de fuego, que ruge de dolor y rabia y se dispone a acabar con el semi-orco.
Nessa se apresta para ayudar a sus amigos, aunque siente que su pequeña espada no será suficiente como para dañar realmente a los gigantes.
La ranger sigue al bárbaro, y lanza sendos ataques contra el rey de los gigantes. Puede que no tenga tanta fuerza ni su espada sea tan potente como el hacha de Sorlg, pero aún así, Frugwar nota el corte que ha recibido.
Nessa no tiene tiempo para alegrarse por haber conseguido dañarle, porque acto seguido ve por el rabillo del ojo como uno de los guardias se aproxima a ella y descarga un golpe que casi termina con ella en el suelo. El dolor es tal que incluso pierde la concentración de la marca de cazadora que mantenía activo desde hacía un rato.
Julian, que ve como su compañera está en las últimas, se acerca a ella cataplasma en mano para aliviarle un poco el dolor...
El ataque de los Halcones Errantes sobre el Rey Frugwar es devastador pero el veterano guerrero no obtuvo su título de Rey de los Gigantes por ser débil. Pese a tener varias heridas que habrían acabado con cualquier enemigo menor, el Rey continuaba enarbolando su pesada espada con fuerza, motivado aún más por la furia de haber visto caer a uno de sus hijos en batalla.
Jen se siente desfallecer. Sabe que sus amigos, no, su familia, no podrá soportar mucho más tiempo un castigo como ese. Cada golpe certero de los gigantes podría partir por la mitad un árbol. Pero no es momento de desfallecer.
"Son muy fuertes..." Piensa le barde, magullade y con todos los miembros del cuerpo doloridos. Se fija en Rolthos, que echando literalmente humo del ataque igneo que acaba de recibir, vuelve a empuñar el Glaive dispuesto a seguir atacando y decide apoyarle.
-Mayaheine está contigo Rolthos. Eres su campeón!- Exclama dandole un toque en el hombro. Un halo verde delinea al paladín momentaneamente imbuyendole de valentía -Son fuertes, pero nosotros tambien! Vamos grupo!- Y tanto a Rolthos como a Nessa como a Cruços se les ralentiza momentaneamente el tiempo, dándoles la oportunidad de ponerse fuera del alcance de espadas y hechizos al menos momentaneamente.
Rolthos, enardecido por las palabras de Jen dirige con precisión los ataques hacia el enrome y poderoso Rey de los gigantes. Enloquecido por la rabia como está, el poderoso guerrero es descuidado y el valiente paladin encuentra su objetivo, cortando profundamente en la carne del gigante.
Enfurecido, Frugwar levanta su arma por encima de su cabeza y Rolthos no desaprovecha la oportunidad. Con su hoja brillando, bendecida por el poder de Mayaheine, el galive de Rolthos atraviesa el pecho y el corazón del Rey de los gigantes de fuego que, atónito, mira primero el arma y luego al paladin que ha sido su ejecutor mientras su espadón cae al suelo, quebrándose. El gigante da dos pasos hacia atrás, su mirada se vuelve desafiante de nuevo. Parece que va a atacar al paladin con las manos vacías, pero su cuerpo le falla y cae de rodillas, la sangre manando de sus heridas. Alarga la mano hacia Rolthos, pero el cuerpo, ya sin vida, cae hacia atrás.
La Reina chilla, sintiendo cómo su corazón se desgarra una vez más y corre a arrodillarse para sostener la cabeza de su marido en su regazo. Durante un segundo toca el rostro que la mira sin verla y le cierra los ojos en un gesto que sorprende por lo delicado en mitad de la escena tan violenta que están viviendo. Con un grito desgarrador, los ojos arrasados en lágrimas de pena y rabia, apunta a Rolthos y de su desesperación sale un rayo verde que se dirigie al corazón del paladin. Pero el joven guerrero divino reacciona a tiempo y se agacha, pasando el rayo por encima de él. Impacta contra una de las hojas de la enorme puerta y lo envuelve en rayos verduzcos. En un instante, donde estaba la puerta sólo quedan cenizas que se esparcen por la entrada y el pasillo.
Vraak no pierde el tiempo. Se lanza contra uno de los gigantes que quedan y asesta tres terribles golpes con su hacha, que por tamaño bien podría ser utilizada por los gigantes, haciendo que el guerrero doble la rodilla. Aún queda fuerza en el gigante para pelear, pues cuando Vraak se adelanta para asestar el golpe final, este detiene su arma con la mano y rechaza el ataque del semi-orco.
Viendo la escena a través de las cenizas de la destruida puerta Nessa no siente alivio al ver caer al Rey ni la eficacia de Vraak. Esa mujer es muy peligrosa y ellos están al borde de sus fuerzas.
Desde un punto más alejado gracias a los ánimos y a la magia de Jen, Nessa puede ver el desarrollo del combate como si fuera una obra de teatro y ella una mera espectadora. Ve como Rolthos, aún con su magia mermada, es capaz de acabar con el rey Frugwar y cómo Vraak sigue dando terribles hachazos que van segando poco a poco al resto de gigantes. Pero la obra se torna real, demasiado real, cuando ve a la reina arremeter contra el paladín.
Nessa había oido hablar de aquel conjuro. Ornym le contó una vez cómo algunos hechiceros podían convocar un rayo que, a pesar de su aspecto fino y endeble, podía reducir a un montón de polvo a aquél a quien se lo lanzaban, especialmente si la víctima estaba muy malherida. Tal y como se lo había descrito el elfo, seguramente lo conocía por haberlo visto de primera mano. Quiso hacer algo, ir en ayuda de su amigo, pero sólo podía mirar y desear que Rolthos fuera lo suficientemente rápido. Porque ... ¿cómo podrían curarle o traerle de vuelta si el rayo desintegrador le alcanzaba?
Por fortuna sus miedos no se llegaron a cumplir porque el paladín fue capaz de sortear el conjuro. Pero aquellos breves instantes de terror le hicieron ver que aquella mujer era demasiado peligrosa. Tenían que acabar con ella pronto, antes de que volviera a atacarles de aquella manera.
Cogiendo carrerilla y acercándose de nuevo al fragor del combate, la joven ranger dirigió un primer ataque al guardián con el que estaba Vraak, y el corte que le propinó en la ingle acabó con las últimas energías del gigante, que cayó muerto cuan largo era.
Nessa dirigió entonces su mirada a la reina. La entendía, entendía su dolor. ¡Estaban matando a su familia! La propia ranger reaccionaría igual si presenciara la muerte de aquellos a los que consideraba su familia. Pero a pesar de entender su dolor, no podía permitirse sentir pena por ella. Eran sus vidas, o la de los gigantes. Así que se lanzó al ataque, pero en lugar de acercarse a la reina, la joven hizo algo que nunca había hecho hasta entonces: lanzó su espada como si se tratase de un arma arrojadiza, y esta se clavó en el costado de la reina gigante con tanta fuerza como si hubiera estado justo a su lado.
Mientras se preparaba para ir a recuperar la espada, vio por el rabillo del ojo cómo Cruços hacía su parte lacerando sin piedad al guardián que quedaba vivo. Julian, que quizás había sentido el mismo terror que Nessa al ver aquél rayo verde, prefirió asaetear a la reina. Pero a pesar del daño que estaba recibiendo, aquella terrible mujer seguía teniendo mucha energía. Tenían que acabar con ella.
Jen tambien contiene la respiracion unos segundos, inesperadamente tocade por el desenlace del rey gigante. Quiza podrian haber dialogado, quiza podrian.... Su mente se vuelve al primer gigante que encontraron y que casi se los come sin miramiento alguno. Era un ámbito de supervivencia. Si salian de este lugar quiza pudiera dar una silenciosa plegaria a... (Quien sabe. El amor va mas allá de los Dioses) En nombre de las vidas que habían quitado en su frenética carrera por salir de este lugar maldito.
Pero ahora no era el momento. -Arriba Rolthos!!- Vuelve al lado del paladin dispueste a apoyarle en su batalla -Arriba!- Una niebla verde cubre al paladin momentaneamente cerrando algunas de sus heridas y aliviando magulladuras
Rolthos, animado por las palabras de Jen, se levanta y sintiendo que sus fuerzas vuelven a él, carga contra la Reina asestándole dos certeros golpes con fuerza. Pero la Reina, lejos de amedrentarse, se deja consumir por la rabia y esta se materializa en una poderosa llamarada que envuelve al paladin.
Rolthos se sorprende al sentir el intenso calor de las llamas pese a la protección de la magia del Fénix. La Reina, siendo una hábil hechicera, no deja que esas llamas mueran, si no que las recoge, moviendo sus grandes brazos para formar un remolino de fuego y, mientras lanza gritos y maldiciones en su idioma envía ese remolino de fuego contra los Halcones.
Al verlo llegar, Vraak intenta proteger con su cuerpo a Nessa, pero el calor de las llamas es demasiado intenso y la ranger cae inconsciente entre los brazos del semi-orco. Mientras se desliza hacia la oscuridad, Nessa no puede evitar pensar que no es un mal sitio para dejarse llevar... sintiendo el poderoso pecho de Vraak contra su rostro y protegida por sus brazos. Al ver a Nessa inconsciente, Vraak recoge su hacha tras depositarla con inusitada delicadeza en el suelo y con un grito gutural, salta hacia la Reina. El primer golpe hace que la giganta use de nuevo su hechizo para envolver a Vraak en llamas, pero este las ignora y, con el fuego aún recorriendo su cuerpo, asesta un golpe más a la hechicera, haciendo que esta trastabille hacia atrás. Luchando contra la inconsciencia, Rolthos ve como Vraak, aún en llamas, vuelve a saltar y corta de un tajo la cabeza de la Reina, cuyo cuerpo cae al suelo inerte. Junto con la cabeza, por el suelo rueda un collar de oro con una gema marrón engarzada.
Ver caer a su último lider enardece al gigante restante. Antes de que nadie pueda celebrar que el enemigo más peligroso ha caído, el guerrero golpea a Cruços, asestándole un tajo en el vientre que casi lo parte por la mitad. Cayendo en un charco de su propia sangre, Cruços vuelve a su forma humana, lo rayos muriendo poco a poco en la hoja ancetral. El gigante, dispuesto a acabar con todos, clava su enorme hoja en el pecho del cazador de sangre, atravesándolo y liberando su arma de una patada al cuerpo inerte de Cruços. Con un grito de furia, carga contra Vraak y un aturdido Rolthos que obeserva, a espaldas del gigante, como sus temores comienzan a hacerse realidad cuando el rubi de la espada de Cruços comienza a brillar con una pulsante luz rojiza. Al contrario que la iluminación del salón del trono, que recuerda al lago de lava del exterior por sus matices, este nuevo foco de luz rojiza parece algo enfermizo e intenso.
Pero los temores de Rolthos son injustificados, al menos mientras Julian esté cerca. Abandonando toda precaución por sí mismo, el médico se acerca a su amigo caído y con una destreza y habilidad impresionantes, y una sangre fría fuera de lo común, consigue taponar una arteria principal al meter una mano en la terrible herida del pecho de Cruços y con la otra comienza a suturarla con aguja e hilo que saca de su fiel zurrón.
- No puedo reparar todo este daño... - dice, casi suplica mirando al resto y deteniendo su mirada en la caída Nessa - Necesita magia o morirá pronto... -
"nos vamos a morir aqui" piensa jen, mientras crea casi sin pensar una esfera curativa que dirige de nuevo a rolthos, con pocas esperanzas tras el horror que acaban de presenciar "nos vamos a morir aquí..."
Sacando fuerzas de la idea de que, si el cae, sus amigos sufrirán las consecuencias, Rolthos golpea con fiereza al gigante que queda, provocándole dos heridas profundas en las piernas. Pero el enorme gigante, que hubiera segado la vida de Cruços de no ser por Julian, no se detiene ante tales heridas. Golpea al paladin con un puño que tiene la fuerza de un toro, haciéndole caer, y levanta su espada para decapitar al servidor de Mayaheine. Pero en el último segundo, Vraak, dando un poderoso salto, cercena los brazos del gigante con su hacha. El gigante no tiene tiempo de girtar pues es su propia arma, cayendo inerte, la que corta su cabeza por la mitad.
Jen no se detiene a ver la carniceria, pues ya está corriendo y aplicando su magia a Nessa, que yace en el suelo con graves quemaduras. Al ver que su amiga comienza a abrir los ojos, aunque parece dolerle todo, Jen vuelve a concentrarse a su alrededor y empieza a ser consciente de que la batalla ha terminado.
Los grandes cuerpos de los gigantes yacen en el suelo, desperdigados, y es dificil saber de quien es la sangre que les cubre, de ellos o de sus enemigos. Pero parece que, una vez más, los Halcones Errantes han salido victoriosos contra todo pronóstico.
Rolthos siente que le duele todo el cuerpo y Vraak parece exhausto, dejando caer el hacha en el suelo para acudir al lado de Nessa y asegurarse que se encuentra bien, o al menos, que se va a recuperar.
Un chamuscado Oswald Glimfeather Tercero se acerca dando pequeños saltos y caminando despacio, perplejo, hacia ellos.
- Creo... - carraspea un poco - creo que eso es lo que habíamos venido a buscar.. -dice señalando con su ala sana el collar que ha caido del decapitado cuello de la Reina.
En cuanto Jen obra su magia curativa sobre ella Nessa abre los ojos y comienza a incorporarse entre toses y exclamaciones de dolor. Cuando comprueba que ya no hay enemigos vivos y que los compañeros están en pie, aunque malheridos, parece relajarse un poco recostándose de nuevo un poco hacia atrás, apoyada en le barde.
- ... tenemos que ... descansar - dice con dificultad - No podemos continuar ... no así.
Mira a su amigue y le pregunta:
- Tu domo. Podrías...? - no acaba la pregunta, aunque la intención de la misma parece clara.
No responde a las palabras de Oswald, sino que solo mira a la gema marrón. Toda aquella masacre había sido por aquella maldita gema. Viéndola ahí tirada ahora le parecía todo tan vano. ¿Era aquel el camino que tenían por delante? ¿Matar a todos los que portasen gemas en semejantes carnicerías? ¿Para hacer luego qué con ellas?
Cuando Vraak se acerca a ella con preocupación en sus ojos y quemaduras por doquier, la ranger le sonríe débilmente. Quiere decirle tantas cosas, pero no parece ser capaz de encontrar las palabras en ese preciso instante. Una vez más el semi-orco ha demostrado con acciones claras lo que la joven significa para él, y Nessa ya no tiene dudas. Con dificultad se incorpora y le abraza. También le susurra algo al oído.
@FairIthilien:
Aún con voz débil y cansada, Nessa dice al oído de Vraak:
- No te alejes nunca de mí ... Si estás más allá de un susurro de distancia, ya estarás demasiado lejos.
@FrandalSilveryes:
Vraak aprieta un poco más a Nessa en su abrazo. Con delicadeza. No contesta, sólo deja que el abrazo dure unos segundos más.
Nessa, que esperaba ver salir de aquella habitación a uno solo de los habitantes de la fortaleza, se quedó helada cuando vio aparecer a tantos enemigos. ¡Eran muchos más de los que les había dicho Idab! ¿Y como iban a derrotar a los que iban tan protegidos por dobles escudos?
La mirada decidida de Vraak logró sacarla de su estupor, y mientras el semiorco se lanzó a por el que les amenazaba desde la retaguardia, Nessa decidió que no quería estar en medio de aquellos cuatro escudos. ¿Quizás podría colocarse a las espaldas del gigante al que había atacado Vraak para tener más facilidad para impactarle? Al fin y al cabo, aquellos escudos no le cubrían por detrás.
Decidida, se llevó la pulsera de muérdago y sauce a los labios y la besó levemente, tras lo cual murmuró:
- Madre, guía mis pasos.
Al momento, una bruma plateada cubrió a la ranger, que en un abrir y cerrar de ojos se teleportó a la altura de la nuca del gigante. Cayendo al suelo con gracia casi felina, no tardó en desenvainar y lanzar precisas estocadas a las piernas desprotegidas del gigante.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Chase | Shenua | Arren | Lyra
Siguiendo a sus compañero, Cruços se lanza contra el gigante que les corta la retirada. Hay demasiados y están en una posición fuerte. Tienen que replantearse su estrategia.
Imbuyendo su ancestral hoja con el poder de la tormenta, Cruços lanza dos poderosas estocadas. La primera rebota inofensiva contra los enormes escudos de los gigantes pero con la segunda Cruços escucha con satisfacción el gruñido de dolor del gigante. El impacto que ha hecho saltar chispas tiene que haber debilitado los brazos del gigante, aún así el estoico guerrero soporta con firmeza el castigo al que le están sometiendo los compañeros.
A una orden de los gigantes que están en el interior, el que cierra la puerta del salón del trono se pone lateral. Con precisión estudiada, los dos gigantes arrojan grandes lanzas, tan enormes como virotes de balistas, y estas impactan a Rolthos y Julian. Inmediatamente, el gigante con los escudos recupera su posición.
Rolthos recibe un impacto en su hombro, si no fuera por el conjuro del Fénix que les protege del fuego y que le ha permitido ponerse su armadura, posiblemente le habría arrancado el brazo. Desde luego duele como si lo hubiera hecho.
Julian no tiene tanta suerte. El joven médico es atravesado de parte a parte por la enorme lanza, que se clava con un ángulo en el suelo. Julian no tiene tiempo ni de mirar a Jen, se queda ahí, empalado en la enorme lanza, la sangre manando profusamente de la horrible herida.
PbP Character: A few ;)
Los dos gigantes con los escudos se dan una señal y cargan hacia delante. Nessa ve con horror como los enormes escudos comienzan a arrasar a sus amigos sin misericordia alguna.
Vraak intenta aguantar pero finalmente consigue echare a un lado. Rolthos, Cruços y Jen no tienen tanta suerte.
Por la intervención de algún hado, el escudo del gigante que pasa por encima de Julian choca con la lanza y el ángulo en que esta estaba clavada hace que se combe de manera casi imposible. Finalmente, y ante el avance demoledor del gigante, es el suelo el que cede y la lanza, con Julian aún ensartado en ella, sale disparada dando vueltas por el aire. En mitad de la loca cabriola, la lanza se separa del cuerpo del pobre doctor, que cae pesadamente sobre un hombro en el suelo.
Jen no puede apartar los ojos de tal macabra escena, y es su perdición. El gigante la arrasa con sus escudos y, cuando ambos colosos chocan produciendo un ruido tremendo, Jen no recuerda nada más.
Nessa ahoga un grito pero por el lateral derecho y a través de los anchos hombros del gigante es capaz de ver como Julian, que se ha recuperado sorprendentemente rápido, se cuela entre el espacio que han formado los escudos y Nessa respira un poco más tranquila sabiendo que Julian está atendiendo a Jen.
Rolthos, aún aturdido por la fuerza del impacto y con los oídos pitándole, apenas logra ver como una figura delgada y ágil se cuela en el estrecho espacio en que se encuentran, Cruços, Jen y él mismo. Ni siquiera tocan el suelo ya que, gracias a la ligera curvatura del final de sus escudos, estos se tocan bajo ellos y se encuentran sobre los mismos.
Cruços sacude su cabeza y gruñe con rabia mientras se incorpora, y ve cómo Julian aplica un vendaje rápido a Jen y le hace oler el contenido de un pequeño bote, abriendo le barde los ojos y cogiendo aire. Al ver a Julian sobre elle sonrie, pese a sus heridas y le abraza. Pero Julian no ha terminado. Pasa al lado de Cruços y le da una poción curativa, mientras que él saca otro vendaje de su zurrón y corre a aplicárselo a Rolthos, frenando una hemorragia de uno de sus brazos donde tiene un profundo corte.
PbP Character: A few ;)
Jen parpadea rápidamente y sacude su cabeza mientras intenta recomponerse. Se ve rodeade de los enormes escudos metálicos que parecen estar incandescentes. Se siente mareade pero viendo a Julian moverse con tanta seguridad, ayudando a todos pese a su terrible herida, le da fuerzas para recomponerse. Aún no están perdidos. Levanta las manos y pequeñas chispas de color rojizo le envuelven y a varios de sus compañeros, infundiéndoles de valor y energía, haciendo que se reincorporaran y se mantuvieran en pie en el estrecho espacio entre los escudos de los gigantes.
Rolthos sonrió tanto a Julian como a Jen y agaró con fuerza su glaive, listo para la batalla aunque sabía que su situación era muy delicada.
PbP Character: A few ;)
Rolthos observó estupefacto cómo la emboscada se cerraba a su alrededor. Los gigantes habían sido más astutos de lo que habían previsto, y la trampa estaba sellada. Se maldecía por no haber considerado todas las posibilidades, pero en ese momento, no había tiempo para lamentos; debían enfrentar la amenaza que tenían frente a ellos.
Agradeció el vendaje rápido de Julian y observó la imponente figura metálica que se erguía ante él. El paladín esperó con paciencia, evaluando cada movimiento. Cuando el gigante miró a Julian con odio mientras curaba a sus compañeros, Rolthos detectó una apertura en su aparentemente inexpugnable defensa.
Una determinación feroz lo inundó, y aprovechó esa pequeña rendija entre las placas de la armadura. La hoja de su glaive silbó al penetrar y rozar el metal, haciendo que chispas volaran. Una y otra vez, atacó la misma abertura, haciendo que el interior del gigante estallara con una brillante luz de Mayaheine.
A pesar de la imposible situacion, un rayo de esperanza renació en el corazón de Rolthos, sabiendo que aún tenían una oportunidad de cambiar el curso de la batalla.
Zevatur, Rolthos
Al ver caer a uno de sus guardaespaldas el caudillo de los gigantes abandonó su trono con un rugido de rabia y gritó órdenes a sus soldados, los cuales cogieron otra lanza y la arrojaron contra el paladin. Pero no todo pareció salir como tenían planeado. Uno de ellos, al cogerla del suelo no fue capaz de agarrarla correctamente y se le escurrió de las manos. Intentó volver a agarrarla, pero sólo consiguió que empezara a girar entre sus manos de manera muy peligrosa. Finalmente cayó sobre el pie del mismo gigante, y sólo la bota de hierro que llevaba impidió que le atravesara el pie. El gigante, que parecía algo más joven que el resto aulló de dolor por el impacto.
El otro, que parecía una copia exacta del más torpe, sí consiguió coger una de sus armas arrojadizas y la lanzó con certera puntería contra el paladín. Era el mismo que había conseguido atravesar a Julian antes. Pero esta vez, al estar prevenido, Rolthos consiguió desviar el proyectil con el mango de su glaive. Al caer con estrépito a su lado se fijo. No eran lanzas lo que les lanzaban ahora, si no espetos de metal utilizados en la cocina. Quizá no tan equilibrados pero sin duda peligrosos como había sufrido Julian en sus carnes.
La gigante, vestida con evidentes ropajes nobles de color rojizo bajo su armadura de acero negro conjura una bola de fuego en su mano que arroja contra Vraak pero el semi-orco ni siquiera está en el mismo sitio cuando la bola golpea la pared tras él. Gracias al hueco que ha conseguido Rolthos, Vraak toma impulso y se lanza contra los enormes escudos del gigante. Pero los enormes escudos y la buena posición del gigante hacen que el semi-orco salga rebotado hacia atrás y su hacha caiga de sus manos. Con el orgullo algo herido, Vraak se levanta y recoge su hacha, preparado para seguir combatiendo.
Nessa ve la escena desde el otro lado del cadaver del gigante que ha derrotado Rolthos y siente su cuerpo y los escudos aún emanando calor, si no fuera por la protección que les brinda el hechizo del Fénix aquello sería realmente insoportable.
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La caída del primero de los gigantes portaescudos allanaba el camino, pero aún quedaba demasiado por hacer. A Nessa no le gustaba la idea de tener que acercarse tanto a sus compañeros, que estuvieran todos tan juntos les ponía en clara desventaja táctica. Pero no tenía más opción. Echó en falta una vez más poder usar el arco. Aunque el poder volver a sujetarlo estaba más cerca que antes, aún estaba demasiado lejos ...
Sin poder hacer mucho más, echó a correr hacia el otro portaescudos y consiguió hacerle algo de año daño con la espada.
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Al exponerse a los otros atacantes, Nessa, pese a herir al gigante aunque fuese levemente, recibe rápidamente un fuerte impacto de uno de los espetos convertidos en jabalinas improvisadas por los gigantes. Mientras que el gigante de la izquierda esta vez sí acertaba a Rolthos, el de la derecha parecía tener un talento natural y Nessa sintió que el hombro del brazo que estaba sanando casi se le dislocaba.
Sin embargo, el gigante de los escudos, bien por el hechizo de Jen, el golpe de Vraak, o por haber visto caer a su compañero, o una mezcla de todo, apenas consiguió mover los escudos para golpearles, sin conseguir acertar contra ninguno de ellos. Sin embargo Rolthos sí aprovechó el momento en que la enorme barrera de metal se movía para dar un certero golpe con su larga arma cuando el acorazado guerrero intentaba golpear a Cruços.
Julian seguía administrando primeros auxilios a sus compañeros mientras que hostigaba al gigante con su espada. Cruços fue más efectivo y los sonidos metálicos de Vergegulv contra los enormes escudos reverberaon en el salón del trono. No desperdició la poción que le había proporcionado Julian y la apuró de un trago.
Jen, viendo a Julian recuperado y mientras sentía el frescor de la tela con una cataplasma previamente untada que le había puesto Julian corriendo en una de las quemaduras, se sentía más animade para continuar la lucha. Los Halcones no se rendían tan fácilmente.
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En medio del caótico enfrentamiento, Rolthos centró toda su atención en el gigante acorazado que se alzaba como un coloso frente a él. Con su glaive en alto y la mirada inyectada de furia y determinación, se abalanzó sobre su formidable adversario.
Gracias a la intervención de Jen, que distrajo al acorazado gigante, un primer primer ataque encontró una apertura en la armadura. Sin embargo, el segundo se encontró con un interpuesto e impenetrable escudo que resistió el embate del arma. El gigante abrió la boca en una carcajada complaciente.
"¡Qué diablos!" pensó Rolthos al ver la enorme boca abrirse de par en par. "No voy a desaprovechar esta oportunidad..." Así, el tercer ataque fue el punto culminante. Con un rugido de determinación, Rolthos saltó y girando todo su cuerpo lanzó un ataque brutal con la punta del asta de su glaive, impactando directamente en el interior de su garganta. En ese momento crítico, Rolthos canalizó todo su poder sagrado en un smite potente. La energía divina envolvió su glaive y estalló en un resplandor intenso, haciendo que su cabeza estallase reverberantemente en el interior de su casco metálico .
El gigante, ahora sin vida, cayó con un estruendo ensordecedor, sacudiendo el suelo bajo su peso. Rolthos se tambaleó ligeramente, visiblemente agotado por el esfuerzo. Con una sonrisa forzada, se dirigió hacia sus compañeros y, entre respiraciones agitadas, exclamó - Ha estado bien, pero me temo que mi energía casi ha llegado a su límite -
Luego, mirando a la pareja Real, agregó con determinación mientras avanzaba lentamente hacia el interior de la sala, vigilando la enorme puerta y los gigantes que aún quedaban en el interior - ¿Os rendís? No necesitan morir mas subditos...
Zevatur, Rolthos
-¡¡NOOOO! - aulla la gigante al ver como el guerrero del escudo cae con su cabeza fulminada por el paladin. -¡¡ MI HIJO!! -
- ¡¡ZEGTAMAR!!! - grita el Rey, cogiendo su espadón y cargando contra el paladin -¡¡MATADLOS MATADLOS A TODOS!!! - El gigante se lanza con la mirada perdida y lanzando espuma por la boca.
Su largo espadón llega tan lejos como el glaive del paladin y ataca con una rabia inusitada. Pero esa misma rabia le hace torpe. Frugwar se vuelve descuidado y Rolthos ve venir el ataque a una legua, esquivandolo sin problema. El enorme espadón golpea el suelo con una fuerza descomunal, de haber golpeado al paladin posiblemente le habría partido por la mitad. Tal es la fuerza del impacto que la hoja se queda clavada en el suelo y el gigante tiene que hacer palanca para poder recuperarla.
La Reina Brismjarda se coloca tras su marido y conjura una enorme bola ígnea que golpea a Rolthos en el pecho. Las llamas envuelven al valiente paladin mientras golpea al Rey y se aproxima a él. Mientras las llamas le envuelven, sintiendo que la magia del Fénix le protege incluso de estas poderosas llamas mágicas, siente un nudo en el estómago al mirar a la enfurecida gigante. Sabe que esta batalla ni se va a dar ni a recibir cuartel.
Cargando desde el pasillo, Vraak entra en la sala y se coloca frente a Rolthos. Frugwar intenta asestar un golpe con su espadón, pero el veterano guerrero se agacha esquivandolo y asesta dos poderosos golpes al rey de los gigantes de fuego, que ruge de dolor y rabia y se dispone a acabar con el semi-orco.
Nessa se apresta para ayudar a sus amigos, aunque siente que su pequeña espada no será suficiente como para dañar realmente a los gigantes.
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La ranger sigue al bárbaro, y lanza sendos ataques contra el rey de los gigantes. Puede que no tenga tanta fuerza ni su espada sea tan potente como el hacha de Sorlg, pero aún así, Frugwar nota el corte que ha recibido.
Nessa no tiene tiempo para alegrarse por haber conseguido dañarle, porque acto seguido ve por el rabillo del ojo como uno de los guardias se aproxima a ella y descarga un golpe que casi termina con ella en el suelo. El dolor es tal que incluso pierde la concentración de la marca de cazadora que mantenía activo desde hacía un rato.
Julian, que ve como su compañera está en las últimas, se acerca a ella cataplasma en mano para aliviarle un poco el dolor...
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El ataque de los Halcones Errantes sobre el Rey Frugwar es devastador pero el veterano guerrero no obtuvo su título de Rey de los Gigantes por ser débil. Pese a tener varias heridas que habrían acabado con cualquier enemigo menor, el Rey continuaba enarbolando su pesada espada con fuerza, motivado aún más por la furia de haber visto caer a uno de sus hijos en batalla.
Jen se siente desfallecer. Sabe que sus amigos, no, su familia, no podrá soportar mucho más tiempo un castigo como ese. Cada golpe certero de los gigantes podría partir por la mitad un árbol. Pero no es momento de desfallecer.
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"Son muy fuertes..." Piensa le barde, magullade y con todos los miembros del cuerpo doloridos. Se fija en Rolthos, que echando literalmente humo del ataque igneo que acaba de recibir, vuelve a empuñar el Glaive dispuesto a seguir atacando y decide apoyarle.
-Mayaheine está contigo Rolthos. Eres su campeón!- Exclama dandole un toque en el hombro. Un halo verde delinea al paladín momentaneamente imbuyendole de valentía -Son fuertes, pero nosotros tambien! Vamos grupo!- Y tanto a Rolthos como a Nessa como a Cruços se les ralentiza momentaneamente el tiempo, dándoles la oportunidad de ponerse fuera del alcance de espadas y hechizos al menos momentaneamente.
Rolthos, enardecido por las palabras de Jen dirige con precisión los ataques hacia el enrome y poderoso Rey de los gigantes. Enloquecido por la rabia como está, el poderoso guerrero es descuidado y el valiente paladin encuentra su objetivo, cortando profundamente en la carne del gigante.
Enfurecido, Frugwar levanta su arma por encima de su cabeza y Rolthos no desaprovecha la oportunidad. Con su hoja brillando, bendecida por el poder de Mayaheine, el galive de Rolthos atraviesa el pecho y el corazón del Rey de los gigantes de fuego que, atónito, mira primero el arma y luego al paladin que ha sido su ejecutor mientras su espadón cae al suelo, quebrándose.
El gigante da dos pasos hacia atrás, su mirada se vuelve desafiante de nuevo. Parece que va a atacar al paladin con las manos vacías, pero su cuerpo le falla y cae de rodillas, la sangre manando de sus heridas. Alarga la mano hacia Rolthos, pero el cuerpo, ya sin vida, cae hacia atrás.
La Reina chilla, sintiendo cómo su corazón se desgarra una vez más y corre a arrodillarse para sostener la cabeza de su marido en su regazo. Durante un segundo toca el rostro que la mira sin verla y le cierra los ojos en un gesto que sorprende por lo delicado en mitad de la escena tan violenta que están viviendo.
Con un grito desgarrador, los ojos arrasados en lágrimas de pena y rabia, apunta a Rolthos y de su desesperación sale un rayo verde que se dirigie al corazón del paladin. Pero el joven guerrero divino reacciona a tiempo y se agacha, pasando el rayo por encima de él. Impacta contra una de las hojas de la enorme puerta y lo envuelve en rayos verduzcos. En un instante, donde estaba la puerta sólo quedan cenizas que se esparcen por la entrada y el pasillo.
Vraak no pierde el tiempo. Se lanza contra uno de los gigantes que quedan y asesta tres terribles golpes con su hacha, que por tamaño bien podría ser utilizada por los gigantes, haciendo que el guerrero doble la rodilla. Aún queda fuerza en el gigante para pelear, pues cuando Vraak se adelanta para asestar el golpe final, este detiene su arma con la mano y rechaza el ataque del semi-orco.
Viendo la escena a través de las cenizas de la destruida puerta Nessa no siente alivio al ver caer al Rey ni la eficacia de Vraak. Esa mujer es muy peligrosa y ellos están al borde de sus fuerzas.
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Desde un punto más alejado gracias a los ánimos y a la magia de Jen, Nessa puede ver el desarrollo del combate como si fuera una obra de teatro y ella una mera espectadora. Ve como Rolthos, aún con su magia mermada, es capaz de acabar con el rey Frugwar y cómo Vraak sigue dando terribles hachazos que van segando poco a poco al resto de gigantes. Pero la obra se torna real, demasiado real, cuando ve a la reina arremeter contra el paladín.
Nessa había oido hablar de aquel conjuro. Ornym le contó una vez cómo algunos hechiceros podían convocar un rayo que, a pesar de su aspecto fino y endeble, podía reducir a un montón de polvo a aquél a quien se lo lanzaban, especialmente si la víctima estaba muy malherida. Tal y como se lo había descrito el elfo, seguramente lo conocía por haberlo visto de primera mano. Quiso hacer algo, ir en ayuda de su amigo, pero sólo podía mirar y desear que Rolthos fuera lo suficientemente rápido. Porque ... ¿cómo podrían curarle o traerle de vuelta si el rayo desintegrador le alcanzaba?
Por fortuna sus miedos no se llegaron a cumplir porque el paladín fue capaz de sortear el conjuro. Pero aquellos breves instantes de terror le hicieron ver que aquella mujer era demasiado peligrosa. Tenían que acabar con ella pronto, antes de que volviera a atacarles de aquella manera.
Cogiendo carrerilla y acercándose de nuevo al fragor del combate, la joven ranger dirigió un primer ataque al guardián con el que estaba Vraak, y el corte que le propinó en la ingle acabó con las últimas energías del gigante, que cayó muerto cuan largo era.
Nessa dirigió entonces su mirada a la reina. La entendía, entendía su dolor. ¡Estaban matando a su familia! La propia ranger reaccionaría igual si presenciara la muerte de aquellos a los que consideraba su familia. Pero a pesar de entender su dolor, no podía permitirse sentir pena por ella. Eran sus vidas, o la de los gigantes. Así que se lanzó al ataque, pero en lugar de acercarse a la reina, la joven hizo algo que nunca había hecho hasta entonces: lanzó su espada como si se tratase de un arma arrojadiza, y esta se clavó en el costado de la reina gigante con tanta fuerza como si hubiera estado justo a su lado.
Mientras se preparaba para ir a recuperar la espada, vio por el rabillo del ojo cómo Cruços hacía su parte lacerando sin piedad al guardián que quedaba vivo. Julian, que quizás había sentido el mismo terror que Nessa al ver aquél rayo verde, prefirió asaetear a la reina. Pero a pesar del daño que estaba recibiendo, aquella terrible mujer seguía teniendo mucha energía. Tenían que acabar con ella.
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Jen tambien contiene la respiracion unos segundos, inesperadamente tocade por el desenlace del rey gigante. Quiza podrian haber dialogado, quiza podrian.... Su mente se vuelve al primer gigante que encontraron y que casi se los come sin miramiento alguno. Era un ámbito de supervivencia. Si salian de este lugar quiza pudiera dar una silenciosa plegaria a... (Quien sabe. El amor va mas allá de los Dioses) En nombre de las vidas que habían quitado en su frenética carrera por salir de este lugar maldito.
Pero ahora no era el momento. -Arriba Rolthos!!- Vuelve al lado del paladin dispueste a apoyarle en su batalla -Arriba!- Una niebla verde cubre al paladin momentaneamente cerrando algunas de sus heridas y aliviando magulladuras
Rolthos, animado por las palabras de Jen, se levanta y sintiendo que sus fuerzas vuelven a él, carga contra la Reina asestándole dos certeros golpes con fuerza. Pero la Reina, lejos de amedrentarse, se deja consumir por la rabia y esta se materializa en una poderosa llamarada que envuelve al paladin.
Rolthos se sorprende al sentir el intenso calor de las llamas pese a la protección de la magia del Fénix. La Reina, siendo una hábil hechicera, no deja que esas llamas mueran, si no que las recoge, moviendo sus grandes brazos para formar un remolino de fuego y, mientras lanza gritos y maldiciones en su idioma envía ese remolino de fuego contra los Halcones.
Al verlo llegar, Vraak intenta proteger con su cuerpo a Nessa, pero el calor de las llamas es demasiado intenso y la ranger cae inconsciente entre los brazos del semi-orco. Mientras se desliza hacia la oscuridad, Nessa no puede evitar pensar que no es un mal sitio para dejarse llevar... sintiendo el poderoso pecho de Vraak contra su rostro y protegida por sus brazos.
Al ver a Nessa inconsciente, Vraak recoge su hacha tras depositarla con inusitada delicadeza en el suelo y con un grito gutural, salta hacia la Reina. El primer golpe hace que la giganta use de nuevo su hechizo para envolver a Vraak en llamas, pero este las ignora y, con el fuego aún recorriendo su cuerpo, asesta un golpe más a la hechicera, haciendo que esta trastabille hacia atrás. Luchando contra la inconsciencia, Rolthos ve como Vraak, aún en llamas, vuelve a saltar y corta de un tajo la cabeza de la Reina, cuyo cuerpo cae al suelo inerte. Junto con la cabeza, por el suelo rueda un collar de oro con una gema marrón engarzada.
Ver caer a su último lider enardece al gigante restante. Antes de que nadie pueda celebrar que el enemigo más peligroso ha caído, el guerrero golpea a Cruços, asestándole un tajo en el vientre que casi lo parte por la mitad. Cayendo en un charco de su propia sangre, Cruços vuelve a su forma humana, lo rayos muriendo poco a poco en la hoja ancetral. El gigante, dispuesto a acabar con todos, clava su enorme hoja en el pecho del cazador de sangre, atravesándolo y liberando su arma de una patada al cuerpo inerte de Cruços. Con un grito de furia, carga contra Vraak y un aturdido Rolthos que obeserva, a espaldas del gigante, como sus temores comienzan a hacerse realidad cuando el rubi de la espada de Cruços comienza a brillar con una pulsante luz rojiza. Al contrario que la iluminación del salón del trono, que recuerda al lago de lava del exterior por sus matices, este nuevo foco de luz rojiza parece algo enfermizo e intenso.
Pero los temores de Rolthos son injustificados, al menos mientras Julian esté cerca. Abandonando toda precaución por sí mismo, el médico se acerca a su amigo caído y con una destreza y habilidad impresionantes, y una sangre fría fuera de lo común, consigue taponar una arteria principal al meter una mano en la terrible herida del pecho de Cruços y con la otra comienza a suturarla con aguja e hilo que saca de su fiel zurrón.
- No puedo reparar todo este daño... - dice, casi suplica mirando al resto y deteniendo su mirada en la caída Nessa - Necesita magia o morirá pronto... -
Jen comprende la súplica de la voz de Julian.
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"nos vamos a morir aqui" piensa jen, mientras crea casi sin pensar una esfera curativa que dirige de nuevo a rolthos, con pocas esperanzas tras el horror que acaban de presenciar "nos vamos a morir aquí..."
Sacando fuerzas de la idea de que, si el cae, sus amigos sufrirán las consecuencias, Rolthos golpea con fiereza al gigante que queda, provocándole dos heridas profundas en las piernas. Pero el enorme gigante, que hubiera segado la vida de Cruços de no ser por Julian, no se detiene ante tales heridas. Golpea al paladin con un puño que tiene la fuerza de un toro, haciéndole caer, y levanta su espada para decapitar al servidor de Mayaheine. Pero en el último segundo, Vraak, dando un poderoso salto, cercena los brazos del gigante con su hacha. El gigante no tiene tiempo de girtar pues es su propia arma, cayendo inerte, la que corta su cabeza por la mitad.
Jen no se detiene a ver la carniceria, pues ya está corriendo y aplicando su magia a Nessa, que yace en el suelo con graves quemaduras. Al ver que su amiga comienza a abrir los ojos, aunque parece dolerle todo, Jen vuelve a concentrarse a su alrededor y empieza a ser consciente de que la batalla ha terminado.
Los grandes cuerpos de los gigantes yacen en el suelo, desperdigados, y es dificil saber de quien es la sangre que les cubre, de ellos o de sus enemigos. Pero parece que, una vez más, los Halcones Errantes han salido victoriosos contra todo pronóstico.
Rolthos siente que le duele todo el cuerpo y Vraak parece exhausto, dejando caer el hacha en el suelo para acudir al lado de Nessa y asegurarse que se encuentra bien, o al menos, que se va a recuperar.
Un chamuscado Oswald Glimfeather Tercero se acerca dando pequeños saltos y caminando despacio, perplejo, hacia ellos.
- Creo... - carraspea un poco - creo que eso es lo que habíamos venido a buscar.. - dice señalando con su ala sana el collar que ha caido del decapitado cuello de la Reina.
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En cuanto Jen obra su magia curativa sobre ella Nessa abre los ojos y comienza a incorporarse entre toses y exclamaciones de dolor. Cuando comprueba que ya no hay enemigos vivos y que los compañeros están en pie, aunque malheridos, parece relajarse un poco recostándose de nuevo un poco hacia atrás, apoyada en le barde.
- ... tenemos que ... descansar - dice con dificultad - No podemos continuar ... no así.
Mira a su amigue y le pregunta:
- Tu domo. Podrías...? - no acaba la pregunta, aunque la intención de la misma parece clara.
No responde a las palabras de Oswald, sino que solo mira a la gema marrón. Toda aquella masacre había sido por aquella maldita gema. Viéndola ahí tirada ahora le parecía todo tan vano. ¿Era aquel el camino que tenían por delante? ¿Matar a todos los que portasen gemas en semejantes carnicerías? ¿Para hacer luego qué con ellas?
Cuando Vraak se acerca a ella con preocupación en sus ojos y quemaduras por doquier, la ranger le sonríe débilmente. Quiere decirle tantas cosas, pero no parece ser capaz de encontrar las palabras en ese preciso instante. Una vez más el semi-orco ha demostrado con acciones claras lo que la joven significa para él, y Nessa ya no tiene dudas. Con dificultad se incorpora y le abraza. También le susurra algo al oído.
@FairIthilien:
Aún con voz débil y cansada, Nessa dice al oído de Vraak:
- No te alejes nunca de mí ... Si estás más allá de un susurro de distancia, ya estarás demasiado lejos.
@FrandalSilveryes:
Vraak aprieta un poco más a Nessa en su abrazo. Con delicadeza. No contesta, sólo deja que el abrazo dure unos segundos más.
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