Wellmar escuchó a Khalion mientras acompañaba a todos los agentes hacía el exterior del templo, mientras le respondía, observaba sopesando los daños causados por la batalla, como la última hilera de bancos destruida, o el portón hecho astillas y repartido por toda la mitad sur del salón de ceremonias.
- Los chicos están adiestrados por mi, están en su última fase antes de ser ya algo más que meros novatos, son buenos y diligentes,... gracias a su dedicación y mis enseñanzas. Sé que no he sido un soldado o que las únicas grandes batallas en las que he participado han sido contra el mismo mar embravecido, pero puedo enseñarles bastante acerca de como defenderse, y eso acompañado de sus bendiciones y oraciones, les harán temibles si son obligados a trabar alguna lucha. En cuanto a Adklo... su ... existencia debe permanecer entre nosotros, ... de saberse de su presencia aquí, podríais ponerle en peligro... debo pediros a todos que esto siga siendo nuestro secreto...
[En la "Cabra de Mimbre"]
Como en la mayoría de las noches desde que los reos habían llegado a la zona más oriental de Cormyr, y por ende, a las inmediaciones de la región de Saltmarsh, el cielo nocturno de la ciudad, estaba medianamente despejado, dejando entre ver el pulido cielo nocturno cubierto de estrellas.
Desde las ventanas de la posada donde los agentes se alojaban, se podía ver la mayor parte de la ciudad, cuyas casas y edificios, brillaban con las luces de sus candiles como luciérnagas en el ocaso del verano. Un lejano sonido de oleaje marino, transmitía tranquilidad, puesto que la bahía donde desembocaba el río del Rey Pescador no quedaba lejos. Por primera vez en todo este tiempo, se podía sentir cierta paz y tranquilidad en sus vidas, a pesar del horrible combate contra las abisales criaturas de pesadilla que habían tenido escasas horas antes.
Nada más llegar al "maldito" negocio de alojamientos, Godric se adentró en la cocina, aprovechando todo lo que que había dejado el equipo de limpieza, puestos que estos habían tirado todo lo que estaba tumefacto y pútrido, y habían mantenido lo que consideraban aún edible. A pesar de que casi la totalidad del huerto casero de la parte trasera de la casa de hospedajes había quedado inutilizado, había vegetales que podían aprovecharse. El sacerdote no dudó en ponerse a obrar su magia, y tras ponerse a hervir agua y comenzar a aderezar los ingredientes, un estupendo y reparador aroma comenzó a repartirse por todo el salón de la posada, aligerando las penas y estimulando los corazones hambrientos.
Mientras tanto Adriana, ayudada por Leobald, prendió varios de los candiles que reposaban por diferentes partes de las paredes del comedor, y aprovechando algo de leña seca, juntos alimentaron la chimenea para iluminar y calentar el resto de la noche que les esperaba. La candente iluminación, empapó con un halo hogareño todo, y unas titilantes llamas que parecían danzar para todos los allí presentes, presentaron un acogedor entorno para tratar cualquier asunto pendiente.
Tras cenar la perfectamente aromatizada preparada por Godric y una fugaz charla para coordinar las guardias... Leobald y el córvido TocToc permanecieron en el salón mientras los demás se retiraban para esperar sus turnos y descansar algo. Las horas pasaron tranquilas, y los relevos se fueron sucediendo, pasando a Adriana y Godric en una segunda ronda y acabando por un solitario Khalion en la última.
Al amanecer, justo cuando los primeros rayos de sol pugnaban por atravesar los cristales de "La Cabra" y el grupo comenzaba a reunirse una vez más para afrontar los retos del día apurando los últimos vestigios de alimentos como desayuno, por la puerta entró un azorado Mablung. El elfo de los bosques nunca había sido un parangón de la simpatía o la comunicación, pero esta vez, su semblante parecía más oscuro incluso... como si fuera el heraldo de alguna nefasta noticia.
Tras salir del templo y antes de que Mablung partiera hacia la arboleda, Adriana no quiso desaprovechar la ocasión para dirigirle unas palabras junto al resto del grupo.
- Mablung, ¿te informó Golfrin de la fecha de su regreso? haríamos bien en hablar con él cuanto antes; sus palabras, hace unos días en la arboleda, cuando se dirigió a los allí presentes en un lenguaje extraño, comunicaban que nosotros éramos portadores de la marca del vacío - acentuó la palabra nosotros, mirando alternativamente a sus compañeros - me pareció extraño en su momento pero lo cierto es que no había vuelto a recordarlo hasta lo ocurrido esta noche en el templo; parece que el druida es el único que puede arrojar algo de luz a esta incógnita y darnos alguna explicación-
Continuó el resto del camino hasta la posada en silencio, agotada y abatida por todo lo ocurrido durante el día.
Cuando llegaron a su destino y fueron informados de la muerte del posadero, la alta elfa frunció el ceño. Sus sospechas sobre aquel pequeño diablo se confirmaban de nuevo y no le gustaba, creando en ella una sensación de inquietud y volviéndose a sentir observada y espiada.
- ¿Soy la única a la que le inquieta que ese malvado ser continúe entre nosotros sin hacer aparición? Ya no me siento segura aquí. Ninguno lo estamos. Debemos dar con él lo antes posible - dijo lanzándole una mirada preocupada a Godric.
Al comprobar que la podredumbre no se había extendido por las zonas donde había utilizado su magia, el alivio, al igual que las dudas la embargaron, compartiéndolas con el resto del grupo:
- Parece que nuestro pequeño experimento no ha surtido efecto. ¿Quizá solo ocurre cuando son seres vivos los dañados?¿Quizá no pese sobre mí ninguna maldición? Ah… tantas preguntas sin respuestas…- suspiró, lanzándole una mirada interrogativa a Spark, que revoloteaba por el salón.
La cena de Godric le pareció de las más deliciosas que probaba en mucho tiempo. El hambre, después de repetidos vómitos y náuseas durante todo el día, se había convertido en algo casi insoportable para su delicado estómago, y cenó todo lo servido en el plato, paliando el malestar.
Escuchó a Khalion y miró la moneda que les ofrecía, rechazándola con un gesto. No tenía ninguna intención de portar aquel objeto que tantos problemas les había acarreado: - No estoy interesada, gracias - dijo con amabilidad - pero quizá sea buena idea que la mantengamos con nosotros. Nunca se sabe si podremos necesitarla en un futuro, dadas las circunstancias.
Cuando Khalion habló sobre el protegido, Adriana intervino:
- Curioso cuanto menos… Me pregunto si la historia de estos gemelos tiene algo que ver con la ausencia de niños en esta ciudad. El incendio, el hecho de que lo hayan criado y mantenido en secreto y que aún ahora lo siga siendo… Quizá si volvemos a ver al sacerdote pueda ofrecernos más explicaciones sobre el origen y la razón de ser de los hermanos- guardó silencio, pensativa - esto me hace recapacitar sobre el ofrecimiento de Wellmar para limpiar mi maldición. Y en un sentido tiene razón: si lo que sea que me persigue me otorga el poder de entender lenguas extrañas y nos puede ayudar o dar ventaja de algún modo ante la maldad que nos rodea… estaría cometiendo un vil acto de egoísmo al deshacerme de ella. Creo que soy capaz de asumir la oscuridad que se cierne sobre mí, al menos de momento, si eso nos reporta información vital para evitar que esa corrupción se extienda… o acabe con nosotros - miro a sus compañeros, esperando una opinión.
Cuando la cena hubo terminado y la tertulia llegó a su fin, Adriana se levantó y se dirigió a sus habitaciones para descansar, seguida del pequeño unicornio alado.
Leobald contó a Khalión y los demás cuanto había averiguado tras leer el tomo de Estigya que ahora obraba en poder de TocToc de nuevo.
—Según el tomo, el dirigente de Stygia es un archiduque infernal llamado Levistus. Está castigado por una especie de rebelión contra el mismo Asmodeus, que acabó fracasando. Su castigo consiste en que vive aprisionado en el interior de uno de los Glaciales más grandes del plano. Su tumba helada hace que su figura sea apenas perceptible y nadie sea capaz de distinguir su verdadera forma...
Leobald ordenó sus pensamientos antes de seguir.
—Eones después de su castigo, un diablo tipo Gelugon, un ser vil con la forma combinada entre una mantis y un lagarto, cuyo nombre no aparece en el libro, pero le apodan el "Usurpador", "Las Mandíbulas de la Ventisca" o "La lanza impía", intentó aprovecharse de la situación de vulnerabilidad de Levistus para hacerse con el poder y elevarse como el archiduque del quinto plano infernal, para ello trazó un complejo plan que consistía en elaborar un objeto, un filo o algo parecido, que era lo único capaz de romper el férreo hielo del Glacial, dañando más de media milla de solido material congelado y defenestrar en el proceso al propio Levistus. Para ello, comenzó a atesorar los complejos materiales y el conocimiento suficiente ayudado por varios simpatizantes de la nueva rebelión, entre ellos otro diablo llamado Erridon Alaka, un maestro espía y hechicero. Estos actos le llevaron una cantidad indefinida de años y cuando finalmente su plan estaba a punto de ser ejecutado, con la hoja prácticamente completada, Errido le traicionó, demostrando ser un doble agente que en realidad trabajaba para el mismo Levistus. Éste quería usar el conocimiento del "Usurpador" para forjar la llave que le podía liberar de su prisión sin matarle en el proceso.
—Sin embargo, el "Usurpador" había protegido parte de la fórmula a cualquier ojo que no fuera el suyo, además de haber tejido un plan B por si algo salía mal o era traicionado. Cuando se vio descubierto y a punto de ser derrotado por las hordas de Levistus, en vez de acabar el encantamiento, lo cambió, haciendo que la hoja se partiera en varios fragmentos, nueve, como los planos del infierno, y su misma esencia se fundiera con todos estos, desapareciendo físicamente para pasar a ser parte de la llave. Con su último sacrificio, también dispersó esos fragmentos por el plano material, donde se perdieron para siempre ante un frustrado Archiduque que veía como la única manera de liberarse de su prisión se desintegraba ante sus ojos.
—Al parecer el deseo de esos fragmentos, ahora con consciencia propia, cada uno con una de las facetas de personalidad más viles del demonio, desean ante todo volver a ser uno. Por tanto, necesitan que la espada se complete y en ese momento, el demonio sea liberado de su cárcel autoimpuesta. Eso dejaría al "Usurpador" campo libre de nuevo para completar su hazaña que tendría completada ya prácticamente.
—Para poder realizar su deseo de reunión, estos fragmentos pueden manipular a quien los encuentre, influenciando en sus mentes para que cometan los más viles actos si con ello consiguen acercarse unos a otros, la historia cuenta como en algunos casos, estos retazos de la espada puede incluso ser absorbidos por los huéspedes en su interior, confiriéndole poderes extra y parasitándolos para obligarles a buscar y encontrar otras partes, para absorberlas a su vez hasta que todos vuelvan a ser uno.
— Al parecer, el culto de los rebeldes que ayudaba a "Las Mandíbulas de la Ventisca" en su gesta sigue activo y en las sombras, moviendo los hilos para encontrar también los restos fragmentados de su señor y volver a reunirlo, pero tienen que moverse con sumo cuidado, porque los seguidores de Levistus, también busca la llave de su liberación y tienen su propia agenda que no coincide con liberar al "Traidor" y dejarle marchar sin que pague por su afrenta.
La cena estaba fría para cuando acabó.
—¿Algo de lo relatado hace sonar alguna campana para vosotros? —preguntó a sus compañeros antes de suspirar— Ignoro que parte de toda esta historia nos incumbe a nosotros, pero las posesiones de Khalion y el hecho de hallar el tomo en poder de Sambalet aquí en Saltmarsh apuntan a algo siniestro y poderoso suelto por la ciudad. Quizá el lich que persigue TocToc también busca los fragmentos, quién sabe.
Tras una cena frugal hizo la primera guardia.
[En la "Cabra de Mimbre" por la mañana]
Leobald ya estaba en el salón de la Cabra de Mimbre cuando los demás bajaron por la mañana. El gallo le había encontrado en la sala incapaz de conciliar el sueño desde hora muy temprana. Su mirada, de natural apagada y triste, está vez lo era mas si cabe, como ausente y falta de meta. Entre los dedos acariciaba el camafeo que normalmente llevaba oculto bajo la ropa y la armadura y miraba por la ventana las luces tenues del amanecer en Saltmarsh.
Sus pensamientos estaban muy lejos. Quizá todo aquella era la invención macabra de una mente enferma y malvada que trataba de influirles, quizá era el influjo de aquel lugar o quizá eran simplemente imaginaciones suyas, pero ¿Por qué habían acudido esas visiones esa noche precisamente, después de tantos años? ¿Qué significaban? No puedo evitar pensar en su padre y en su tío, ninguno de los dos aprobaba el camino que había decidido transitar, pero el asesinato era una idea abominable, inverosímil.
Leobald suspiró con una infinita tristeza.
Seguramente solo era un sueño, un juego de la mente. Y sin embargo no podía dejar de pensar en ellas. Pensaba haber enterrado esos sentimientos hace mucho, los creía superados, pero ahora eran ten vívidos cómo aquel día en que depositó última palada de tierra en sus sepultos. Todo lo demás de pronto le importaba poco.
El caballero, sumido en el mutismo, se enfundó la armadura de forma maquinal y recogió sus cosas sin apenas probar bocado del desayuno que Godric había preparado.
TocToc escuchó a sus compañeros hablar y revelar secretos e información y asintió. Alcanzó el libro al enmascarado asesino. - Cuídalo, me gustaría leerlo algún día. – Le dijo mirándole a los ojos. – Yo guardaré la moneda si no os importa… Me preocupé por qué no me localizasen por medio de ella, pero ahora ya… da un poco igual.
- No creo que Ostor esté aquí…no creo que quiera pasarse la vida encerrado en la posada. Hay toda una ciudad que explorar con innumerables oportunidades. Nosotros apenas contamos ni con nuestra libertad. - Respondió a Adriana intentando tranquilizarla, pero lo cierto es que Ostor podía estar en cualquier lado, lo que le hizo sentirse algo inquieto. – Respecto a la podredumbre… quizás no venga de ti… sino de alguno de nosotros. ¿Quizás de esa marca de vacío?
Después de escuchar la historia de Leobald TocToc negó con la cabeza. - No me suena en absoluto esa historia. Si el lich se ha enredado en líos de demonios, habrá sido después de que yo huyese. - Dijo TocToc sintiendo cada vez más inútil intentar mantener su pasado en secreto.
Durante la guardia se acomodó en una de las grades mesas de la huérfana posada. Al principio se dedicó a copiar con detalle mapas y datos del libro de las costas. Notas y runas, fechas y mareas… En ciertos detalles se detenía más, dibujando una y otra vez con dedicada atención, emulando la longitud de los trazos, su curvatura, el grosor... Al cabo de una aproximadamente una hora se desperezó en la silla, mirando al paladín. - Siento no ser una amena compañía. - Dijo excusándose antes recoger los papeles y sacar otros.
Entonces empezó a dibujar más runas, esta vez de angulosos vértices, de intrincadas intersecciones y elaborados perfiles y grosores. Al cabo de una hora dio un respingo, alarmado, haciendo que la silla cayese al suelo. De alguna forma las runas que había intentado dibujar se habían transformado en un siniestro ojo que conocía bien. Parecía buscar y mirar a su alrededor. El terror paralizó a TocToc durante unos segundos hasta que reunió suficiente valor para a gran velocidad coger el papel y rasgarlo con fuerza.
Después del evento guardó los papeles, y descansó sin más… sin estudiar ni dibujar más, pero con un silencio lleno de preocupación.
Por la mañana al ver al druida llegar con gesto de preocupación se frustro. Posiblemente no podrían ir al cementerio, aquel druida y su táctica de hechos consumados siempre se salía con la suya.
Un empapado y sucio Mablung entró a con el alba por la puerta de la posada. Su silueta llena de barro agua y sangre era cuanto menos inquietante. Con paso firme avanzo por el salón de la posada y deteniéndose delante de Toc Toc y Adriana dijo:- Necesito vuestra ayuda-.
Dicho esto el druida pareció derrumbarse y se sentó en una de las sillas mientras continuaba hablando:- Algo no va bien en el círculo, he descubierto que las runas de protección druidicas han sido alteradas mediante runas arcanas.- Volviendose hacia Adriana dijo:- Es posible que tú teoría sobre Golfrin sea correcta, me inclino a pensar que quería deshacerse de mi presencia en el círculo. Hay cosas que no encajan, ¿ Como es que no se vio afectado por la rabia de la noche sangrienta?¿ Como se han producido la la malversaciones de las runas? - haciendo una pausa su tono de voz se vuelve un susurro cargado de ira:- Si resulta que llevas razón, ese traidor y yo nos veremos a garra y colmillo a su vuelta.
Volviendo a sus compañeros, retoma su relato:- Me temo que dicha manipulación de las runas está afectando al guardián del círculo...por favor necesito vuestra ayuda- concluye con un tono medio desesperado
Leobald observó a Mablung sentarse pesadamente en su asiento. Tenía un aspecto deplorable, pero de no ser por el sorprendente hecho de que les pidiera ayuda el caballero habría seguido atendiendo las correas de su armadura ajeno a todo. Este hecho singular sacó al caballero de su ensimismamiento. Observó la reacción de Adriana sin decir nada. Finalmente acabó de ponerse la armadura y embrazó el escudo.
—El Círculo queda de camino al Cementerio. Estaré fuera, decidáis lo que decidáis —comentó al resto con tono plomizo.
Fuera aun olía a lluvia y observó la calle y la villa que se desperezaba. Discretamente, puso su atención en discernir si alguien había seguido a Mablung.
La mirada de incredulidad hacia el indisciplinado druida se tornó en intenso interés al mencionar runas arcanas.
- Es posible que Akrul, el lich, se esté entrometiendo en los asuntos del circulo… en ese caso no auguro nada bueno para el futuro del circulo druídico. Me parece bien ir a investigar, pero no se si podre ayudar a revertir su magia.
Adriana se unió a sus compañeros al amanecer, pero esta vez su pequeño y bucólico unicornio volador no la seguía como era habitual. Saludó con amabilidad, sin que le pasara desapercibido el semblante especialmente taciturno de Leobald. - Cada vez se aleja más de nosotros, esa tristeza le engulle lentamente, como un agujero negro - pensó preocupada, cavilando sobre cómo podía ayudar al veterano guerrero con esa pesada melancolía, mientras se servía el desayuno y reponía fuerzas. Por fin había podido descansar, sin sobresaltos ni visiones horribles, y el cansancio del día anterior ya era solo un recuerdo.
De pronto Mablung irrumpió en la posada, de manera tosca y abrupta como era habitual en él; en un principio, verle cubierto de sangre y barro no le sorprendió. Se habría enzarzado, como también era habitual, en cualquier otra pelea o discusión con la guardia, incluso con algún lugareño. Cualquier cosa era posible tratándose del druida. Cualquier cosa, menos que le estuviera pidiendo ayuda.
El gesto de Adriana fue primero de sorpresa y después de preocupación ante las palabras de su compañero, relatando lo sucedido en la arboleda.
- Eso es... terrible Mablung - contestó la elfa, mirándole con gesto grave - por supuesto te acompañaremos - afirmó sin un ápice de duda mientras buscaba su capa - y haremos lo que esté en nuestra mano por ayudar. Pero… ¿estás malherido? ¿De dónde proviene esa sangre? - preguntó, analizando su figura con la mirada en busca de alguna herida.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Escuchando a todos, algo le revolvía por dentro. Huérfanos abandonados, cazados o exiliados, una historia repetida que le hacía empatizar. -Es algo-respondió a adriana- que sin duda me gustaría aclarar.. que el único prepuber encontrado sea una bestia homicida con mente de adulto. En la red Vacía quizá Kreg arroje luz a estas tinieblas.
Moneda por libro fue el intercambio de custodias entre aasimar y kenku. -Recuerda.. esa moneda enmaraña complejo hechizo y malas artes que ni el gremio de asesinos conoce. Según Julius, con tiempo, el encantador podría rastrarte. De sucederme desgracia, tu eres grato en los sótanos de la Red Vacía donde es apreciada y reconocida esa moneda.- dijo, para todos mientras ojeaba páginas aleatorias del libro.- Tan solo conocer eso os pone en peligro- respondió franco al caballero, convencido de sus palabras.- Cautela.. no siempre el conocimiento casa con la autoprotección. ¿Posesiones?- terminó entre sorpresa o confusión.
[Ya a la mañana]
Con la última guardia aprovechó para despojado de la brillante armadura marinera, permanecer lo mas escondido entre sombras que pudo hasta que la acuciante necesidad de hacer café le sacó del letargo. Poco a poco los compañeros bajaban hasta que apareció por fin, ausente de todo aseo, el druida.
-Nada bueno era de esperar de semejante calaña.. ahora será demasiado tarde para cruzar aceros..-dijo con reproche- ¿Cuánto has contado y cuánto sabe esa rata?
- Gracias- dijo el druida mientras se levantaba- la sangre no es mía, es de un ciervo que cacé para alimentar al guardián. Creo que está atrapado o tratando de proteger una última runa, no pude verla bien ya que la tapaba con su cuerpo.-
-No sé si quedará alguna pieza de carne en la despensa que podamos llevarnos, mientras come es más probable que no nos preste atención, ¿donde esta el enano? No querría llevarme nada sin su permiso.
TocToc negó con la cabeza. - Murió ... creemos que fue Ostor. – suspiro mientras consideraba que parte de culpa tenían ellos de las muertes… Ellos habían traído a Ostor y ellos habían traído a los muertos que nos atacaron. - Cojamos la carne y partamos.
Tras el desayuno y un frugal aseo de Mablung, que le dejó prácticamente igual que estaba, todos volvieron a dirigirse de nuevo al Círculo druídico de Saltmarsh. Godric cerró la puerta tras de sí, sellando la posada a posibles intrusos, aunque tener justo al otro lado de la calle las barracas, ayudaba a que los maleantes no se acercaran, y mucho menos a la luz del día. El camino comenzó agradable a pesar del apretado paso que mantenía el elfo de los bosques intentando cubrir el recorrido en el menos tiempo posible. El paso por los campos de trigo al amanecer, hacía crepitar todo el paisaje tiñéndolo en tonos áureos y cobrizos, aunque el mal tiempo obligó a la bóveda celeste a tonarse nublada rápidamente, ocultando los colores que arrastraba el sol para cambiar a una paleta de grises y claroscuros que auguraban un día pasado por agua, como tantos otros en la región desde que habían llegado.
Dejando la torre Hoolwatch a su izquierda, dominando la prominente colina que se alzaba entre los campos e hierbas altas de la zona, pronto Mablung condujo a sus compañeros a través del mar verde que bordeaba la elevada geometría acercándolos al ya conocido vado por donde cruzar el río del Rey Pescador. Tocaba mojarse al menos hasta la cintura, pero justo en ese punto las aguas era relativamente mansas y no arrastrarían a nadie corriente abajo. Mientras uno a uno pasaban intentando no mojar las pertenencias más preciadas, una bandada de cuervos graznaban divertidos mientras les observaban en los lindes del bosquecillo que ocultaba el círculo y sus monolíticas piedras que se alzaban a través de las copas de los robles hacia el cielo como una pétrea corona reclamando su lugar en la misma naturaleza.
Cuando todos estuvieron al otro lado del camino, a sabiendas de que si hubieran cruzado por el gran puente de antigua arquitectura más al sur, nadie tendría que haberse empapado en el proceso, el druida volvió a guiarles hasta el claro central y a través de los árboles grabados con los glifos de protección. Pronto se encontraron bordeando el cristalino estanque hacia una zona ligeramente más escarpada pero cercana al círculo de piedras monolíticas. Allí, la entrada a una caverna se adivinaba entre la maleza, era una hendidura grande, quizás del tamaño de una casa de dos o tres pisos, de la que parecía emanar una electricidad estática que erizaba todos los pelos. De su interior un hambriento gruñido reverberó haciendo eco por todo el lugar hasta escapar del interior de la gruta...
Afinando la vista, los agraciados con el don de la infravisión, pudieron ver la figura a contra luz de un gran draco, éste poseía un enorme y largo cuello que acompaña a una cabeza con unas fauces llenas de colmillos afilados como cuchillas. Las escamas del Wyvern eran azuladas como el cielo tormentoso, y entre ellas, chasquidos eléctricos, junto a sus respectivas descargas lumínicas, danzaban como rayos azotando las nubes mientras se desplazaban a lo largo de su cuerpo.
Galadash, el que Roe la Tormenta
La bestia era impresionante incluso en su estado debilitado, puesto que claramente presentaba síntomas de desnutrición y las costillas se le marcaban nítidamente contra su pecho. Los huesos aún sangrientos, de lo que hasta hace poco debió ser un ciervo adulto, descansaban a pocos metros dentro de la caverna. El Guardián percibió a Mablung y a sus acompañantes antes incluso de que se acercaran a la cueva, y un gruñido amenazante como el de un trueno, reverberó por su garganta cuando estos se acercaban.
Con unos gestos bastante significativos, el elfo de los bosques indicó que las runas a estudiar y que él había percibido hace pocas horas estaban en el interior de la gruta, donde la bestia les esperaba...
La rápida marcha daba a entender la preocupación del druida - El puente hubiese sido una mejor opción, mis papeles han corrido un grabe peligro, Mablung. – Dijo irritado al ver que él era más rápido, pero más peligroso.
- Como de seguro es entrar en la gruta, quizás el draco solo te deje entrar a ti por alguna razón - Preguntó mientras seguía al elfo y se acercó unos pasos más, cautamente hacia la gruta.
Una vez alcanzado el claro y divisada la gruta, Mablung oyó el gruñido del Wyvern y contesto a Toc Toc:- Ni siquiera yo me atrevo a entrar hasta el fondo de la caverna, por suerte las runas que detecte profanadas son las que bordean la entrada de la gruta. Dos a cada lado y una justo en la parte superior- dijo mientras las señalaba.- Cuando queráis verlas de cerca me acercare y le lanzaré la comida para que no nos preste mucha atención, puedo incluso tratar de que se aparte de la runa de protege para que la veáis mejor.-
-También deberíamos mirar el resto de runas del claro por si han sido profanadas también-
Cuando sus compañeros duchos en las arte arcanas se lo indiquen, Mablung saca la carne traída de la posada y entra en la caverna mientras dice en Silvano:- Mablung amigo traer comida- y se la lanza al wyvern intentando que caiga en una posición que obligue a la bestia a moverse y dejar ver la runa que protege.
Con una señal de TocToc, Mablung entró a la caverna con la preciada carne como obsequio para Galadash, sorprendido, el druida observó como TocToc había conjurado con su magia un gusano, un cuarteto de escarabajos y varias bayas y los ofrecía también como ofrenda, manteníendose a su lado en todo momento. Mientras tanto Adriana aprovechó para entrar en la gruta y girarse sobre sí misma para estudiar las runas mencionadas por el elfo de los bosques.
El Wyverm se agitó aún más cuando varios de los extranjeros entraron en su caverna, sin embargo, su atención quedó más fijada en la carne que traía Mablung y los gestos de apaciguamiento acompañados de las extrañas viandas del kenku... Sus amenazantes gruñidos parecieron calmarse, y tras dedicar una larga mirada al fondo de la cueva, donde un montón de tierra y roca escarvada parecían captar su instinto territorial, éste decidió alejarse de aquel lugar y comenzar a devorar los alimentos depositados allí...
Por alguna razón algo extraño pasó, y ésto volvió a sorprender por segunda vez al druida, la bestia parecía expecialmente dócil cerca de TocToc, e incluso, con un amable gesto que no había visto hasta ahora, rozó con su barbilla la cabecita del córvido compañero de Mablung... que valientemente aguantó el tipo sin salir corriendo aterrado ante una criatura que podía tragarle prácticamente de un sólo mordisco, y que medía más de cinco veces su tamaño.
El primer instinto de Leobald al ver el draco fue levantar el pesado escudo alagrimado por delante de ellos, preparado para lo peor. Sin embargo, su gesto se relajó al ver cómo aquella sierpe trataba a Mablung y sobre todo a Toc Toc. Aquella familiaridad era inaudita. ¿Quizás todo lo escrito sobre dracos merecía reescribirse? Con todo el respeto del que fue capaz y con movimiento suaves se colocó para cubrir a Adriana con su escudo, por si las tornas cambiaban por algún motivo.
—Haz lo que tengas que hacer, pero te ruego que lo hagas rápido —susurró serenamente a Adriana sin mirarla, con la vista fija en las refulgentes escamas de la formidable bestia.
Una vez más el druida les había ocultado algo, esta vez la naturaleza del guardián. A saber qué más callaba, que más información obtenida en todas esas ausencias. No podía evitar tener la sensación de que Mablung les había estado usando desde el principio. Leobald suspiró con tristeza.
La alta elfa miró horrorizada aquella bestia escondida entre las sombras de la caverna y dio un paso hacia atrás, preparándose para defenderse. Por el rugido que emitió el draco al percatarse de la presencia del grupo, no parecía ser muy amigable, hasta que Mablung les dio órdenes de entrar a la cueva mientras él le distraía con comida.
Adriana se mantuvo alejada unos minutos, cerciorándose de que efectivamente no eran atacados y observando con sorpresa la reacción del draco ante TocToc. Con prudencia y muy despacio, sin realizar movimientos bruscos, se posicionó frente a las runas. La presencia y las palabras de Leobald le infundieron tranquilidad y protección, posibilitando que la hechicera se centrara en aquello que estaba observando.
- Explosión, protección, sellado, bestia, corrupción- fue enumerando en un susurro, mientras su mirada se deslizaba de una runa a otra - estas runas originariamente fueron usadas por druidas de cierto poder, pero claramente han sido modificadas, están retorcidas, corruptas… y su significado ha sido mancillado y doblegado a oscuros intereses - tras unos segundos con la mirada fija en una de ellas, la desvió abruptamente, con un sentimiento de angustia y un leve mareo - no fijéis vuestra mirada en ellas mucho tiempo, puedo sentir la maldad y la locura que emanan-
Miró a su alrededor con urgencia, buscando a Toctoc
- Creo que sé cómo anularlas, pero no puedo hacerlo sola. Toc-toc, necesito tus conocimientos rúnicos. Debemos deshacerlas y atarlas a otro objeto, unos pergaminos nos servirán- confirmó, esperando que su compañero córvido se acercara a asistirla.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Aquella imponente bestia había vito tiempos mejores. Falta de comida o efecto de las runas, quizá ambas, pero solo con una podía ayudar. Tratando de no alterar sus descanso, y con máscara retirada para resultar menos amenazante, retrocedió con cautela y armas envainadas hacia el exterior donde no hacía mucho estaban el grupo de chusma y calaña protegidos por el druida huído.
-Trataré de cazar algo fuera y que coma antes que solo queden runas y huesos.. poca mas ayuda puedo ofrecer.
Ya fuera, trató de recordar los lugares donde acampaban los tramperos y marineros de baja estofa, restos que pudieran haber dejado o claves de su paradero u origen. Lo hacía en el mayor silencio por si además de aquello, pudiera dar muerte a alguna presa para el guardián.
Tras el sorpresivo y terrorífico roce de la criatura con él, TocToc se intentó recuperar. Volviéndose hacia el druida le señalo el fondo de la gruta. - Está intentando extraer algo del suelo, al fondo de la cueva. Deberíamos ayudarle. - Después examinó con más detalle las runas junto a Adriana. Le causaron extrañeza, no era nada familiar para él. - No entiendo… No mantienen las raíces energéticas a las que estoy acostumbrado, ni están contrapesadas, ni los centros de resonancia están armonizados. - Se quejó con frustración.
Echó un rápido vistazo a Khalion mientras se volvía a separar de la bandada. Ignoró sus acciones acostumbrado ya al caos del grupo.
Al fin escuchó atentamente el plan de la elfa. Por un momento se la quedó mirando inquisitivamente, lleno de incredulidad. - No entiendo tu plan, Adriana. Pero te ayudaré, Puedo copiarlas con gran cuidado... Aunque no las entiendo y no se que características con esenciales.
- Sin embargo creo que es mejor desenterrar lo que está intentando liberar el guardián, allí… - Dijo mientras se acercó hacia el fondo de la gruta. Conjurando una mano flotante y sacando una barra de metal de su mochila. Mientras empezaba a excavar lanzó preguntas a Adriana. Algo le rechinaba al hombre cuervo pero no quería ofender a Adriana con sospechas. - Como evitarás que la runa de explosión se dispare o no crees que pueda pasar. Y… ¿Qué haremos con las runas después, las destruiremos? Creo que destruirlas o que las guarde yo es mejor opción, podrían empeorar esas influencias que tienes. Yo no he sentido esos mareos al examinarlas.
Adriana escuchó las palabras de TocToc y en su mirada se reflejó cierta decepción. Esperaba que su compañero córvido manejara un conocimiento más amplio sobre las runas y su aparente ignorancia hacia estas en concreto convertía aquella tarea en algo mucho más difícil.
- No puedo asegurar que las runas no se disparen o se activen al intentar anularlas, y se debe realizar un hechizo complejo para atarlas a los pergaminos, pero ¿qué otra opción tenemos? ¿dejarlas como están y que continúen corrompiendo este lugar? No tenemos mucho tiempo, y es una decisión que considero debemos tomar como grupo, asumiendo todos los riesgos que corremos si algo no sale bien - dirigió su mirada a sus compañeros, esperando que se pronunciaran - yo estoy dispuesta a intentarlo, pero si decidís que lo mejor es no manipularlas y centrarnos en cavar, no me opondré -
Tras las últimas palabras de Toctoc, Adriana le miró con sorpresa inusitada, como si lo que estuviera diciendo no tuviera ningún sentido para ella.
- ¿Destruirlas? - preguntó con incredulidad - ¿por qué querríamos hacer eso? - le escrutó con extrañeza; no dejaba de sorprenderle que el kenku, tan interesado en runas y glifos, quisiera deshacerse de este valioso descubrimiento - la información que puede arrojar el estudio de estas runas quizá encierre la clave de todo lo que está sucediendo aquí- explicó a TocToc - Puedo entender tu suspicacia hacia la influencia que pueden ejercer sobre mí, pero te recuerdo que no soy yo la que pierde el control de sí misma y su raciocinio - dijo lanzando una mirada fugaz al exterior - Hasta ahora, esta extraña maldición o lo que sea que me suceda, nos ha permitido entender una lengua extraña que nos ha aportado pistas y una ventaja sobre nuestros enemigos. Creo que esta es otra oportunidad que debemos aprovechar; si soy capaz de atar esa magia como hechizos reales a los pergaminos, con tiempo y pericia podría utilizarlos, y eso nos reportaría un gran beneficio. Es más- concluyó con un ápice de emoción - te ofrezco mi ayuda para estudiarlas juntos. Así podrás ampliar tus conocimientos que seguro necesitaremos para otras ocasiones -
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
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[En el templo de Akadi. Khalion Flashback]
Wellmar escuchó a Khalion mientras acompañaba a todos los agentes hacía el exterior del templo, mientras le respondía, observaba sopesando los daños causados por la batalla, como la última hilera de bancos destruida, o el portón hecho astillas y repartido por toda la mitad sur del salón de ceremonias.
- Los chicos están adiestrados por mi, están en su última fase antes de ser ya algo más que meros novatos, son buenos y diligentes,... gracias a su dedicación y mis enseñanzas. Sé que no he sido un soldado o que las únicas grandes batallas en las que he participado han sido contra el mismo mar embravecido, pero puedo enseñarles bastante acerca de como defenderse, y eso acompañado de sus bendiciones y oraciones, les harán temibles si son obligados a trabar alguna lucha. En cuanto a Adklo... su ... existencia debe permanecer entre nosotros, ... de saberse de su presencia aquí, podríais ponerle en peligro... debo pediros a todos que esto siga siendo nuestro secreto...
[En la "Cabra de Mimbre"]
Como en la mayoría de las noches desde que los reos habían llegado a la zona más oriental de Cormyr, y por ende, a las inmediaciones de la región de Saltmarsh, el cielo nocturno de la ciudad, estaba medianamente despejado, dejando entre ver el pulido cielo nocturno cubierto de estrellas.
Desde las ventanas de la posada donde los agentes se alojaban, se podía ver la mayor parte de la ciudad, cuyas casas y edificios, brillaban con las luces de sus candiles como luciérnagas en el ocaso del verano. Un lejano sonido de oleaje marino, transmitía tranquilidad, puesto que la bahía donde desembocaba el río del Rey Pescador no quedaba lejos. Por primera vez en todo este tiempo, se podía sentir cierta paz y tranquilidad en sus vidas, a pesar del horrible combate contra las abisales criaturas de pesadilla que habían tenido escasas horas antes.
Nada más llegar al "maldito" negocio de alojamientos, Godric se adentró en la cocina, aprovechando todo lo que que había dejado el equipo de limpieza, puestos que estos habían tirado todo lo que estaba tumefacto y pútrido, y habían mantenido lo que consideraban aún edible. A pesar de que casi la totalidad del huerto casero de la parte trasera de la casa de hospedajes había quedado inutilizado, había vegetales que podían aprovecharse. El sacerdote no dudó en ponerse a obrar su magia, y tras ponerse a hervir agua y comenzar a aderezar los ingredientes, un estupendo y reparador aroma comenzó a repartirse por todo el salón de la posada, aligerando las penas y estimulando los corazones hambrientos.
Mientras tanto Adriana, ayudada por Leobald, prendió varios de los candiles que reposaban por diferentes partes de las paredes del comedor, y aprovechando algo de leña seca, juntos alimentaron la chimenea para iluminar y calentar el resto de la noche que les esperaba. La candente iluminación, empapó con un halo hogareño todo, y unas titilantes llamas que parecían danzar para todos los allí presentes, presentaron un acogedor entorno para tratar cualquier asunto pendiente.
Tras cenar la perfectamente aromatizada preparada por Godric y una fugaz charla para coordinar las guardias... Leobald y el córvido TocToc permanecieron en el salón mientras los demás se retiraban para esperar sus turnos y descansar algo. Las horas pasaron tranquilas, y los relevos se fueron sucediendo, pasando a Adriana y Godric en una segunda ronda y acabando por un solitario Khalion en la última.
Al amanecer, justo cuando los primeros rayos de sol pugnaban por atravesar los cristales de "La Cabra" y el grupo comenzaba a reunirse una vez más para afrontar los retos del día apurando los últimos vestigios de alimentos como desayuno, por la puerta entró un azorado Mablung. El elfo de los bosques nunca había sido un parangón de la simpatía o la comunicación, pero esta vez, su semblante parecía más oscuro incluso... como si fuera el heraldo de alguna nefasta noticia.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Tras salir del templo y antes de que Mablung partiera hacia la arboleda, Adriana no quiso desaprovechar la ocasión para dirigirle unas palabras junto al resto del grupo.
- Mablung, ¿te informó Golfrin de la fecha de su regreso? haríamos bien en hablar con él cuanto antes; sus palabras, hace unos días en la arboleda, cuando se dirigió a los allí presentes en un lenguaje extraño, comunicaban que nosotros éramos portadores de la marca del vacío - acentuó la palabra nosotros, mirando alternativamente a sus compañeros - me pareció extraño en su momento pero lo cierto es que no había vuelto a recordarlo hasta lo ocurrido esta noche en el templo; parece que el druida es el único que puede arrojar algo de luz a esta incógnita y darnos alguna explicación -
Continuó el resto del camino hasta la posada en silencio, agotada y abatida por todo lo ocurrido durante el día.
Cuando llegaron a su destino y fueron informados de la muerte del posadero, la alta elfa frunció el ceño. Sus sospechas sobre aquel pequeño diablo se confirmaban de nuevo y no le gustaba, creando en ella una sensación de inquietud y volviéndose a sentir observada y espiada.
- ¿Soy la única a la que le inquieta que ese malvado ser continúe entre nosotros sin hacer aparición? Ya no me siento segura aquí. Ninguno lo estamos. Debemos dar con él lo antes posible - dijo lanzándole una mirada preocupada a Godric.
Al comprobar que la podredumbre no se había extendido por las zonas donde había utilizado su magia, el alivio, al igual que las dudas la embargaron, compartiéndolas con el resto del grupo:
- Parece que nuestro pequeño experimento no ha surtido efecto. ¿Quizá solo ocurre cuando son seres vivos los dañados?¿Quizá no pese sobre mí ninguna maldición? Ah… tantas preguntas sin respuestas… - suspiró, lanzándole una mirada interrogativa a Spark, que revoloteaba por el salón.
La cena de Godric le pareció de las más deliciosas que probaba en mucho tiempo. El hambre, después de repetidos vómitos y náuseas durante todo el día, se había convertido en algo casi insoportable para su delicado estómago, y cenó todo lo servido en el plato, paliando el malestar.
Escuchó a Khalion y miró la moneda que les ofrecía, rechazándola con un gesto. No tenía ninguna intención de portar aquel objeto que tantos problemas les había acarreado: - No estoy interesada, gracias - dijo con amabilidad - pero quizá sea buena idea que la mantengamos con nosotros. Nunca se sabe si podremos necesitarla en un futuro, dadas las circunstancias.
Cuando Khalion habló sobre el protegido, Adriana intervino:
- Curioso cuanto menos… Me pregunto si la historia de estos gemelos tiene algo que ver con la ausencia de niños en esta ciudad. El incendio, el hecho de que lo hayan criado y mantenido en secreto y que aún ahora lo siga siendo… Quizá si volvemos a ver al sacerdote pueda ofrecernos más explicaciones sobre el origen y la razón de ser de los hermanos - guardó silencio, pensativa - esto me hace recapacitar sobre el ofrecimiento de Wellmar para limpiar mi maldición. Y en un sentido tiene razón: si lo que sea que me persigue me otorga el poder de entender lenguas extrañas y nos puede ayudar o dar ventaja de algún modo ante la maldad que nos rodea… estaría cometiendo un vil acto de egoísmo al deshacerme de ella. Creo que soy capaz de asumir la oscuridad que se cierne sobre mí, al menos de momento, si eso nos reporta información vital para evitar que esa corrupción se extienda… o acabe con nosotros - miro a sus compañeros, esperando una opinión.
Cuando la cena hubo terminado y la tertulia llegó a su fin, Adriana se levantó y se dirigió a sus habitaciones para descansar, seguida del pequeño unicornio alado.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[En la "Cabra de Mimbre" por la noche]
Leobald contó a Khalión y los demás cuanto había averiguado tras leer el tomo de Estigya que ahora obraba en poder de TocToc de nuevo.
—Según el tomo, el dirigente de Stygia es un archiduque infernal llamado Levistus. Está castigado por una especie de rebelión contra el mismo Asmodeus, que acabó fracasando. Su castigo consiste en que vive aprisionado en el interior de uno de los Glaciales más grandes del plano. Su tumba helada hace que su figura sea apenas perceptible y nadie sea capaz de distinguir su verdadera forma...
Leobald ordenó sus pensamientos antes de seguir.
—Eones después de su castigo, un diablo tipo Gelugon, un ser vil con la forma combinada entre una mantis y un lagarto, cuyo nombre no aparece en el libro, pero le apodan el "Usurpador", "Las Mandíbulas de la Ventisca" o "La lanza impía", intentó aprovecharse de la situación de vulnerabilidad de Levistus para hacerse con el poder y elevarse como el archiduque del quinto plano infernal, para ello trazó un complejo plan que consistía en elaborar un objeto, un filo o algo parecido, que era lo único capaz de romper el férreo hielo del Glacial, dañando más de media milla de solido material congelado y defenestrar en el proceso al propio Levistus. Para ello, comenzó a atesorar los complejos materiales y el conocimiento suficiente ayudado por varios simpatizantes de la nueva rebelión, entre ellos otro diablo llamado Erridon Alaka, un maestro espía y hechicero. Estos actos le llevaron una cantidad indefinida de años y cuando finalmente su plan estaba a punto de ser ejecutado, con la hoja prácticamente completada, Errido le traicionó, demostrando ser un doble agente que en realidad trabajaba para el mismo Levistus. Éste quería usar el conocimiento del "Usurpador" para forjar la llave que le podía liberar de su prisión sin matarle en el proceso.
—Sin embargo, el "Usurpador" había protegido parte de la fórmula a cualquier ojo que no fuera el suyo, además de haber tejido un plan B por si algo salía mal o era traicionado. Cuando se vio descubierto y a punto de ser derrotado por las hordas de Levistus, en vez de acabar el encantamiento, lo cambió, haciendo que la hoja se partiera en varios fragmentos, nueve, como los planos del infierno, y su misma esencia se fundiera con todos estos, desapareciendo físicamente para pasar a ser parte de la llave. Con su último sacrificio, también dispersó esos fragmentos por el plano material, donde se perdieron para siempre ante un frustrado Archiduque que veía como la única manera de liberarse de su prisión se desintegraba ante sus ojos.
—Al parecer el deseo de esos fragmentos, ahora con consciencia propia, cada uno con una de las facetas de personalidad más viles del demonio, desean ante todo volver a ser uno. Por tanto, necesitan que la espada se complete y en ese momento, el demonio sea liberado de su cárcel autoimpuesta. Eso dejaría al "Usurpador" campo libre de nuevo para completar su hazaña que tendría completada ya prácticamente.
—Para poder realizar su deseo de reunión, estos fragmentos pueden manipular a quien los encuentre, influenciando en sus mentes para que cometan los más viles actos si con ello consiguen acercarse unos a otros, la historia cuenta como en algunos casos, estos retazos de la espada puede incluso ser absorbidos por los huéspedes en su interior, confiriéndole poderes extra y parasitándolos para obligarles a buscar y encontrar otras partes, para absorberlas a su vez hasta que todos vuelvan a ser uno.
— Al parecer, el culto de los rebeldes que ayudaba a "Las Mandíbulas de la Ventisca" en su gesta sigue activo y en las sombras, moviendo los hilos para encontrar también los restos fragmentados de su señor y volver a reunirlo, pero tienen que moverse con sumo cuidado, porque los seguidores de Levistus, también busca la llave de su liberación y tienen su propia agenda que no coincide con liberar al "Traidor" y dejarle marchar sin que pague por su afrenta.
La cena estaba fría para cuando acabó.
—¿Algo de lo relatado hace sonar alguna campana para vosotros? —preguntó a sus compañeros antes de suspirar— Ignoro que parte de toda esta historia nos incumbe a nosotros, pero las posesiones de Khalion y el hecho de hallar el tomo en poder de Sambalet aquí en Saltmarsh apuntan a algo siniestro y poderoso suelto por la ciudad. Quizá el lich que persigue TocToc también busca los fragmentos, quién sabe.
Tras una cena frugal hizo la primera guardia.
[En la "Cabra de Mimbre" por la mañana]
Leobald ya estaba en el salón de la Cabra de Mimbre cuando los demás bajaron por la mañana. El gallo le había encontrado en la sala incapaz de conciliar el sueño desde hora muy temprana. Su mirada, de natural apagada y triste, está vez lo era mas si cabe, como ausente y falta de meta. Entre los dedos acariciaba el camafeo que normalmente llevaba oculto bajo la ropa y la armadura y miraba por la ventana las luces tenues del amanecer en Saltmarsh.
Sus pensamientos estaban muy lejos. Quizá todo aquella era la invención macabra de una mente enferma y malvada que trataba de influirles, quizá era el influjo de aquel lugar o quizá eran simplemente imaginaciones suyas, pero ¿Por qué habían acudido esas visiones esa noche precisamente, después de tantos años? ¿Qué significaban? No puedo evitar pensar en su padre y en su tío, ninguno de los dos aprobaba el camino que había decidido transitar, pero el asesinato era una idea abominable, inverosímil.
Leobald suspiró con una infinita tristeza.
Seguramente solo era un sueño, un juego de la mente. Y sin embargo no podía dejar de pensar en ellas. Pensaba haber enterrado esos sentimientos hace mucho, los creía superados, pero ahora eran ten vívidos cómo aquel día en que depositó última palada de tierra en sus sepultos. Todo lo demás de pronto le importaba poco.
El caballero, sumido en el mutismo, se enfundó la armadura de forma maquinal y recogió sus cosas sin apenas probar bocado del desayuno que Godric había preparado.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
TocToc escuchó a sus compañeros hablar y revelar secretos e información y asintió. Alcanzó el libro al enmascarado asesino. - Cuídalo, me gustaría leerlo algún día. – Le dijo mirándole a los ojos. – Yo guardaré la moneda si no os importa… Me preocupé por qué no me localizasen por medio de ella, pero ahora ya… da un poco igual.
- No creo que Ostor esté aquí…no creo que quiera pasarse la vida encerrado en la posada. Hay toda una ciudad que explorar con innumerables oportunidades. Nosotros apenas contamos ni con nuestra libertad. - Respondió a Adriana intentando tranquilizarla, pero lo cierto es que Ostor podía estar en cualquier lado, lo que le hizo sentirse algo inquieto. – Respecto a la podredumbre… quizás no venga de ti… sino de alguno de nosotros. ¿Quizás de esa marca de vacío?
Después de escuchar la historia de Leobald TocToc negó con la cabeza. - No me suena en absoluto esa historia. Si el lich se ha enredado en líos de demonios, habrá sido después de que yo huyese. - Dijo TocToc sintiendo cada vez más inútil intentar mantener su pasado en secreto.
Durante la guardia se acomodó en una de las grades mesas de la huérfana posada. Al principio se dedicó a copiar con detalle mapas y datos del libro de las costas. Notas y runas, fechas y mareas… En ciertos detalles se detenía más, dibujando una y otra vez con dedicada atención, emulando la longitud de los trazos, su curvatura, el grosor... Al cabo de una aproximadamente una hora se desperezó en la silla, mirando al paladín. - Siento no ser una amena compañía. - Dijo excusándose antes recoger los papeles y sacar otros.
Entonces empezó a dibujar más runas, esta vez de angulosos vértices, de intrincadas intersecciones y elaborados perfiles y grosores. Al cabo de una hora dio un respingo, alarmado, haciendo que la silla cayese al suelo. De alguna forma las runas que había intentado dibujar se habían transformado en un siniestro ojo que conocía bien. Parecía buscar y mirar a su alrededor. El terror paralizó a TocToc durante unos segundos hasta que reunió suficiente valor para a gran velocidad coger el papel y rasgarlo con fuerza.
Después del evento guardó los papeles, y descansó sin más… sin estudiar ni dibujar más, pero con un silencio lleno de preocupación.
Por la mañana al ver al druida llegar con gesto de preocupación se frustro. Posiblemente no podrían ir al cementerio, aquel druida y su táctica de hechos consumados siempre se salía con la suya.
Zevatur, Rolthos
Un empapado y sucio Mablung entró a con el alba por la puerta de la posada. Su silueta llena de barro agua y sangre era cuanto menos inquietante. Con paso firme avanzo por el salón de la posada y deteniéndose delante de Toc Toc y Adriana dijo:- Necesito vuestra ayuda-.
Dicho esto el druida pareció derrumbarse y se sentó en una de las sillas mientras continuaba hablando:- Algo no va bien en el círculo, he descubierto que las runas de protección druidicas han sido alteradas mediante runas arcanas.- Volviendose hacia Adriana dijo:- Es posible que tú teoría sobre Golfrin sea correcta, me inclino a pensar que quería deshacerse de mi presencia en el círculo. Hay cosas que no encajan, ¿ Como es que no se vio afectado por la rabia de la noche sangrienta?¿ Como se han producido la la malversaciones de las runas? - haciendo una pausa su tono de voz se vuelve un susurro cargado de ira:- Si resulta que llevas razón, ese traidor y yo nos veremos a garra y colmillo a su vuelta.
Volviendo a sus compañeros, retoma su relato:- Me temo que dicha manipulación de las runas está afectando al guardián del círculo...por favor necesito vuestra ayuda- concluye con un tono medio desesperado
Leobald observó a Mablung sentarse pesadamente en su asiento. Tenía un aspecto deplorable, pero de no ser por el sorprendente hecho de que les pidiera ayuda el caballero habría seguido atendiendo las correas de su armadura ajeno a todo. Este hecho singular sacó al caballero de su ensimismamiento. Observó la reacción de Adriana sin decir nada. Finalmente acabó de ponerse la armadura y embrazó el escudo.
—El Círculo queda de camino al Cementerio. Estaré fuera, decidáis lo que decidáis —comentó al resto con tono plomizo.
Fuera aun olía a lluvia y observó la calle y la villa que se desperezaba. Discretamente, puso su atención en discernir si alguien había seguido a Mablung.
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La mirada de incredulidad hacia el indisciplinado druida se tornó en intenso interés al mencionar runas arcanas.
- Es posible que Akrul, el lich, se esté entrometiendo en los asuntos del circulo… en ese caso no auguro nada bueno para el futuro del circulo druídico. Me parece bien ir a investigar, pero no se si podre ayudar a revertir su magia.
Zevatur, Rolthos
Adriana se unió a sus compañeros al amanecer, pero esta vez su pequeño y bucólico unicornio volador no la seguía como era habitual. Saludó con amabilidad, sin que le pasara desapercibido el semblante especialmente taciturno de Leobald. - Cada vez se aleja más de nosotros, esa tristeza le engulle lentamente, como un agujero negro - pensó preocupada, cavilando sobre cómo podía ayudar al veterano guerrero con esa pesada melancolía, mientras se servía el desayuno y reponía fuerzas. Por fin había podido descansar, sin sobresaltos ni visiones horribles, y el cansancio del día anterior ya era solo un recuerdo.
De pronto Mablung irrumpió en la posada, de manera tosca y abrupta como era habitual en él; en un principio, verle cubierto de sangre y barro no le sorprendió. Se habría enzarzado, como también era habitual, en cualquier otra pelea o discusión con la guardia, incluso con algún lugareño. Cualquier cosa era posible tratándose del druida. Cualquier cosa, menos que le estuviera pidiendo ayuda.
El gesto de Adriana fue primero de sorpresa y después de preocupación ante las palabras de su compañero, relatando lo sucedido en la arboleda.
- Eso es... terrible Mablung - contestó la elfa, mirándole con gesto grave - por supuesto te acompañaremos - afirmó sin un ápice de duda mientras buscaba su capa - y haremos lo que esté en nuestra mano por ayudar. Pero… ¿estás malherido? ¿De dónde proviene esa sangre? - preguntó, analizando su figura con la mirada en busca de alguna herida.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[Aún por la noche]
Escuchando a todos, algo le revolvía por dentro. Huérfanos abandonados, cazados o exiliados, una historia repetida que le hacía empatizar. -Es algo-respondió a adriana- que sin duda me gustaría aclarar.. que el único prepuber encontrado sea una bestia homicida con mente de adulto. En la red Vacía quizá Kreg arroje luz a estas tinieblas.
Moneda por libro fue el intercambio de custodias entre aasimar y kenku. -Recuerda.. esa moneda enmaraña complejo hechizo y malas artes que ni el gremio de asesinos conoce. Según Julius, con tiempo, el encantador podría rastrarte. De sucederme desgracia, tu eres grato en los sótanos de la Red Vacía donde es apreciada y reconocida esa moneda.- dijo, para todos mientras ojeaba páginas aleatorias del libro.- Tan solo conocer eso os pone en peligro- respondió franco al caballero, convencido de sus palabras.- Cautela.. no siempre el conocimiento casa con la autoprotección. ¿Posesiones?- terminó entre sorpresa o confusión.
[Ya a la mañana]
Con la última guardia aprovechó para despojado de la brillante armadura marinera, permanecer lo mas escondido entre sombras que pudo hasta que la acuciante necesidad de hacer café le sacó del letargo. Poco a poco los compañeros bajaban hasta que apareció por fin, ausente de todo aseo, el druida.
-Nada bueno era de esperar de semejante calaña.. ahora será demasiado tarde para cruzar aceros..- dijo con reproche- ¿Cuánto has contado y cuánto sabe esa rata?
- Gracias- dijo el druida mientras se levantaba- la sangre no es mía, es de un ciervo que cacé para alimentar al guardián. Creo que está atrapado o tratando de proteger una última runa, no pude verla bien ya que la tapaba con su cuerpo.-
-No sé si quedará alguna pieza de carne en la despensa que podamos llevarnos, mientras come es más probable que no nos preste atención, ¿donde esta el enano? No querría llevarme nada sin su permiso.
TocToc negó con la cabeza. - Murió ... creemos que fue Ostor. – suspiro mientras consideraba que parte de culpa tenían ellos de las muertes… Ellos habían traído a Ostor y ellos habían traído a los muertos que nos atacaron. - Cojamos la carne y partamos.
Zevatur, Rolthos
Tras el desayuno y un frugal aseo de Mablung, que le dejó prácticamente igual que estaba, todos volvieron a dirigirse de nuevo al Círculo druídico de Saltmarsh. Godric cerró la puerta tras de sí, sellando la posada a posibles intrusos, aunque tener justo al otro lado de la calle las barracas, ayudaba a que los maleantes no se acercaran, y mucho menos a la luz del día. El camino comenzó agradable a pesar del apretado paso que mantenía el elfo de los bosques intentando cubrir el recorrido en el menos tiempo posible. El paso por los campos de trigo al amanecer, hacía crepitar todo el paisaje tiñéndolo en tonos áureos y cobrizos, aunque el mal tiempo obligó a la bóveda celeste a tonarse nublada rápidamente, ocultando los colores que arrastraba el sol para cambiar a una paleta de grises y claroscuros que auguraban un día pasado por agua, como tantos otros en la región desde que habían llegado.
Dejando la torre Hoolwatch a su izquierda, dominando la prominente colina que se alzaba entre los campos e hierbas altas de la zona, pronto Mablung condujo a sus compañeros a través del mar verde que bordeaba la elevada geometría acercándolos al ya conocido vado por donde cruzar el río del Rey Pescador. Tocaba mojarse al menos hasta la cintura, pero justo en ese punto las aguas era relativamente mansas y no arrastrarían a nadie corriente abajo. Mientras uno a uno pasaban intentando no mojar las pertenencias más preciadas, una bandada de cuervos graznaban divertidos mientras les observaban en los lindes del bosquecillo que ocultaba el círculo y sus monolíticas piedras que se alzaban a través de las copas de los robles hacia el cielo como una pétrea corona reclamando su lugar en la misma naturaleza.
Cuando todos estuvieron al otro lado del camino, a sabiendas de que si hubieran cruzado por el gran puente de antigua arquitectura más al sur, nadie tendría que haberse empapado en el proceso, el druida volvió a guiarles hasta el claro central y a través de los árboles grabados con los glifos de protección. Pronto se encontraron bordeando el cristalino estanque hacia una zona ligeramente más escarpada pero cercana al círculo de piedras monolíticas. Allí, la entrada a una caverna se adivinaba entre la maleza, era una hendidura grande, quizás del tamaño de una casa de dos o tres pisos, de la que parecía emanar una electricidad estática que erizaba todos los pelos. De su interior un hambriento gruñido reverberó haciendo eco por todo el lugar hasta escapar del interior de la gruta...
Afinando la vista, los agraciados con el don de la infravisión, pudieron ver la figura a contra luz de un gran draco, éste poseía un enorme y largo cuello que acompaña a una cabeza con unas fauces llenas de colmillos afilados como cuchillas. Las escamas del Wyvern eran azuladas como el cielo tormentoso, y entre ellas, chasquidos eléctricos, junto a sus respectivas descargas lumínicas, danzaban como rayos azotando las nubes mientras se desplazaban a lo largo de su cuerpo.
Galadash, el que Roe la Tormenta
La bestia era impresionante incluso en su estado debilitado, puesto que claramente presentaba síntomas de desnutrición y las costillas se le marcaban nítidamente contra su pecho. Los huesos aún sangrientos, de lo que hasta hace poco debió ser un ciervo adulto, descansaban a pocos metros dentro de la caverna. El Guardián percibió a Mablung y a sus acompañantes antes incluso de que se acercaran a la cueva, y un gruñido amenazante como el de un trueno, reverberó por su garganta cuando estos se acercaban.
Con unos gestos bastante significativos, el elfo de los bosques indicó que las runas a estudiar y que él había percibido hace pocas horas estaban en el interior de la gruta, donde la bestia les esperaba...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La rápida marcha daba a entender la preocupación del druida - El puente hubiese sido una mejor opción, mis papeles han corrido un grabe peligro, Mablung. – Dijo irritado al ver que él era más rápido, pero más peligroso.
- Como de seguro es entrar en la gruta, quizás el draco solo te deje entrar a ti por alguna razón - Preguntó mientras seguía al elfo y se acercó unos pasos más, cautamente hacia la gruta.
Zevatur, Rolthos
Una vez alcanzado el claro y divisada la gruta, Mablung oyó el gruñido del Wyvern y contesto a Toc Toc:- Ni siquiera yo me atrevo a entrar hasta el fondo de la caverna, por suerte las runas que detecte profanadas son las que bordean la entrada de la gruta. Dos a cada lado y una justo en la parte superior- dijo mientras las señalaba.- Cuando queráis verlas de cerca me acercare y le lanzaré la comida para que no nos preste mucha atención, puedo incluso tratar de que se aparte de la runa de protege para que la veáis mejor.-
-También deberíamos mirar el resto de runas del claro por si han sido profanadas también-
Cuando sus compañeros duchos en las arte arcanas se lo indiquen, Mablung saca la carne traída de la posada y entra en la caverna mientras dice en Silvano:- Mablung amigo traer comida- y se la lanza al wyvern intentando que caiga en una posición que obligue a la bestia a moverse y dejar ver la runa que protege.
Con una señal de TocToc, Mablung entró a la caverna con la preciada carne como obsequio para Galadash, sorprendido, el druida observó como TocToc había conjurado con su magia un gusano, un cuarteto de escarabajos y varias bayas y los ofrecía también como ofrenda, manteníendose a su lado en todo momento. Mientras tanto Adriana aprovechó para entrar en la gruta y girarse sobre sí misma para estudiar las runas mencionadas por el elfo de los bosques.
El Wyverm se agitó aún más cuando varios de los extranjeros entraron en su caverna, sin embargo, su atención quedó más fijada en la carne que traía Mablung y los gestos de apaciguamiento acompañados de las extrañas viandas del kenku... Sus amenazantes gruñidos parecieron calmarse, y tras dedicar una larga mirada al fondo de la cueva, donde un montón de tierra y roca escarvada parecían captar su instinto territorial, éste decidió alejarse de aquel lugar y comenzar a devorar los alimentos depositados allí...
Por alguna razón algo extraño pasó, y ésto volvió a sorprender por segunda vez al druida, la bestia parecía expecialmente dócil cerca de TocToc, e incluso, con un amable gesto que no había visto hasta ahora, rozó con su barbilla la cabecita del córvido compañero de Mablung... que valientemente aguantó el tipo sin salir corriendo aterrado ante una criatura que podía tragarle prácticamente de un sólo mordisco, y que medía más de cinco veces su tamaño.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
El primer instinto de Leobald al ver el draco fue levantar el pesado escudo alagrimado por delante de ellos, preparado para lo peor. Sin embargo, su gesto se relajó al ver cómo aquella sierpe trataba a Mablung y sobre todo a Toc Toc. Aquella familiaridad era inaudita. ¿Quizás todo lo escrito sobre dracos merecía reescribirse? Con todo el respeto del que fue capaz y con movimiento suaves se colocó para cubrir a Adriana con su escudo, por si las tornas cambiaban por algún motivo.
—Haz lo que tengas que hacer, pero te ruego que lo hagas rápido —susurró serenamente a Adriana sin mirarla, con la vista fija en las refulgentes escamas de la formidable bestia.
Una vez más el druida les había ocultado algo, esta vez la naturaleza del guardián. A saber qué más callaba, que más información obtenida en todas esas ausencias. No podía evitar tener la sensación de que Mablung les había estado usando desde el principio. Leobald suspiró con tristeza.
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La alta elfa miró horrorizada aquella bestia escondida entre las sombras de la caverna y dio un paso hacia atrás, preparándose para defenderse. Por el rugido que emitió el draco al percatarse de la presencia del grupo, no parecía ser muy amigable, hasta que Mablung les dio órdenes de entrar a la cueva mientras él le distraía con comida.
Adriana se mantuvo alejada unos minutos, cerciorándose de que efectivamente no eran atacados y observando con sorpresa la reacción del draco ante TocToc. Con prudencia y muy despacio, sin realizar movimientos bruscos, se posicionó frente a las runas. La presencia y las palabras de Leobald le infundieron tranquilidad y protección, posibilitando que la hechicera se centrara en aquello que estaba observando.
- Explosión, protección, sellado, bestia, corrupción- fue enumerando en un susurro, mientras su mirada se deslizaba de una runa a otra - estas runas originariamente fueron usadas por druidas de cierto poder, pero claramente han sido modificadas, están retorcidas, corruptas… y su significado ha sido mancillado y doblegado a oscuros intereses - tras unos segundos con la mirada fija en una de ellas, la desvió abruptamente, con un sentimiento de angustia y un leve mareo - no fijéis vuestra mirada en ellas mucho tiempo, puedo sentir la maldad y la locura que emanan -
Miró a su alrededor con urgencia, buscando a Toctoc
- Creo que sé cómo anularlas, pero no puedo hacerlo sola. Toc-toc, necesito tus conocimientos rúnicos. Debemos deshacerlas y atarlas a otro objeto, unos pergaminos nos servirán - confirmó, esperando que su compañero córvido se acercara a asistirla.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Aquella imponente bestia había vito tiempos mejores. Falta de comida o efecto de las runas, quizá ambas, pero solo con una podía ayudar. Tratando de no alterar sus descanso, y con máscara retirada para resultar menos amenazante, retrocedió con cautela y armas envainadas hacia el exterior donde no hacía mucho estaban el grupo de chusma y calaña protegidos por el druida huído.
-Trataré de cazar algo fuera y que coma antes que solo queden runas y huesos.. poca mas ayuda puedo ofrecer.
Ya fuera, trató de recordar los lugares donde acampaban los tramperos y marineros de baja estofa, restos que pudieran haber dejado o claves de su paradero u origen. Lo hacía en el mayor silencio por si además de aquello, pudiera dar muerte a alguna presa para el guardián.
Tras el sorpresivo y terrorífico roce de la criatura con él, TocToc se intentó recuperar. Volviéndose hacia el druida le señalo el fondo de la gruta. - Está intentando extraer algo del suelo, al fondo de la cueva. Deberíamos ayudarle. - Después examinó con más detalle las runas junto a Adriana. Le causaron extrañeza, no era nada familiar para él. - No entiendo… No mantienen las raíces energéticas a las que estoy acostumbrado, ni están contrapesadas, ni los centros de resonancia están armonizados. - Se quejó con frustración.
Echó un rápido vistazo a Khalion mientras se volvía a separar de la bandada. Ignoró sus acciones acostumbrado ya al caos del grupo.
Al fin escuchó atentamente el plan de la elfa. Por un momento se la quedó mirando inquisitivamente, lleno de incredulidad. - No entiendo tu plan, Adriana. Pero te ayudaré, Puedo copiarlas con gran cuidado... Aunque no las entiendo y no se que características con esenciales.
- Sin embargo creo que es mejor desenterrar lo que está intentando liberar el guardián, allí… - Dijo mientras se acercó hacia el fondo de la gruta. Conjurando una mano flotante y sacando una barra de metal de su mochila. Mientras empezaba a excavar lanzó preguntas a Adriana. Algo le rechinaba al hombre cuervo pero no quería ofender a Adriana con sospechas. - Como evitarás que la runa de explosión se dispare o no crees que pueda pasar. Y… ¿Qué haremos con las runas después, las destruiremos? Creo que destruirlas o que las guarde yo es mejor opción, podrían empeorar esas influencias que tienes. Yo no he sentido esos mareos al examinarlas.
Zevatur, Rolthos
Adriana escuchó las palabras de TocToc y en su mirada se reflejó cierta decepción. Esperaba que su compañero córvido manejara un conocimiento más amplio sobre las runas y su aparente ignorancia hacia estas en concreto convertía aquella tarea en algo mucho más difícil.
- No puedo asegurar que las runas no se disparen o se activen al intentar anularlas, y se debe realizar un hechizo complejo para atarlas a los pergaminos, pero ¿qué otra opción tenemos? ¿dejarlas como están y que continúen corrompiendo este lugar? No tenemos mucho tiempo, y es una decisión que considero debemos tomar como grupo, asumiendo todos los riesgos que corremos si algo no sale bien - dirigió su mirada a sus compañeros, esperando que se pronunciaran - yo estoy dispuesta a intentarlo, pero si decidís que lo mejor es no manipularlas y centrarnos en cavar, no me opondré -
Tras las últimas palabras de Toctoc, Adriana le miró con sorpresa inusitada, como si lo que estuviera diciendo no tuviera ningún sentido para ella.
- ¿Destruirlas? - preguntó con incredulidad - ¿por qué querríamos hacer eso? - le escrutó con extrañeza; no dejaba de sorprenderle que el kenku, tan interesado en runas y glifos, quisiera deshacerse de este valioso descubrimiento - la información que puede arrojar el estudio de estas runas quizá encierre la clave de todo lo que está sucediendo aquí - explicó a TocToc - Puedo entender tu suspicacia hacia la influencia que pueden ejercer sobre mí, pero te recuerdo que no soy yo la que pierde el control de sí misma y su raciocinio - dijo lanzando una mirada fugaz al exterior - Hasta ahora, esta extraña maldición o lo que sea que me suceda, nos ha permitido entender una lengua extraña que nos ha aportado pistas y una ventaja sobre nuestros enemigos. Creo que esta es otra oportunidad que debemos aprovechar; si soy capaz de atar esa magia como hechizos reales a los pergaminos, con tiempo y pericia podría utilizarlos, y eso nos reportaría un gran beneficio. Es más - concluyó con un ápice de emoción - te ofrezco mi ayuda para estudiarlas juntos. Así podrás ampliar tus conocimientos que seguro necesitaremos para otras ocasiones -
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"