El grupo de dirigió al molino siguiendo las indicaciones de Zevatur y Martin, que conocían bien la ciudad. El trayecto se hizo corto al usar alguno de los atajos que Zevatur conocía de su infancia. En el molino el grupo se entretuvo discutiendo diversos planes para entrar, pero un impaciente Zevatur, preocupado por la llegada de los otros agentes se adentro en el molino, haciendo que una alarma sonase y ahuyentase al habitante del molino.
Por fortuna para el grupo la persecución fue breve ya que al reconocer la voz de Martin el agente de dio la vuelta y hablo al grupo.
La conversación no duro mucho ya que de pronto un espolón demoniaco le atravesó el pecho, acabando con su vida y sus ínfulas de importancia. El demonio cogió la piedra que tanto revuelo estaba causando y se dio a la fuga. Los compañeros empezaron a correr tras el demonio, con Martin a la cabeza.
Para Zevatur la repentina escena se produjo en un parpadeo, y el demonio ya se estaba alejando a vertiginosa velocidad. Zevatur no tardo ni un momento en salir corriendo detrás del demonio ladrón y asesino. Con impotencia constato que se le escapaba. Mientras corría metió su mano en el zurrón y alcanzó a sacar la varita que tanto tiempo le había acompañado en las aventuras.
El demonio se alejaba más y más y en algunos momentos lo perdía de vista. Con una palabra arcana usó su magia para teleportarse a un tejado y ganar visión clara de la criatura. Viendo la enorme distancia que los separaba y desesperado extendió su brazo al máximo para lanzar una andanada de misiles mágicos.
El demonio miró hacia atrás, sonriendo al ver los casi inofensivos dardos volar hacia él, hasta que comprendió, tarde, que el objetivo era la piedra. Sin esperar a ver el resultado Zevatur siguió corriendo, aunque el demonio ya estaba fuera del alcance de todos sus recursos. Pero no se dio por vencido, quizás alguno de sus compañeros pudiera darle alcance o frenarle.
Ash observó alejarse a las horrendas criaturas seguidas de sus compañeros. Demasiado rápidos, demasiado lejos, tratar perseguirlos era inútil. No iba a dejar de nuevo a Helayna con todos los malvados que andaban tras ellos y, por otro lado, había otra cosa que quería comprobar.
—¿Alguno puede parar a esas cosas mágicamente? —preguntó sin demasiadas esperanzas, más atento a los alrededores en busca de más enemigos que a los propios demonios a la fuga—. Deberíamos entrar en el molino aquí somos presa fácil y queda mucha noche.
Alerta, sin bajar la guardia permanecía atento a los callejones adyacentes mientras envainaba a Gloria y empezaba a arrastrar el cuerpo del semielfo abatido de vuelta al molino.
Martin no pensaba, ni lo necesitaba, mandaban los instintos... al rojo vivo... En su mente la imagen de BJ huyendo de la escena del molino con la piedra que todos buscaban, pasando por ese momento de como la preocupación por su propio bienestar se volvía nula y acompañado de ese aire esquivo hacia sus preguntas, le irritaba en extremo. Pero la peor parte era como su perfecto cuerpo fibrado era atravesado por ese enorme demonio para robarle tan preciado tesoro... ante sus ojos, sin que el bastardo apenas pudiera reaccionar, completamente aturdido por el dolor y la frustración.
La ira no tardó en cegarle completamente, hasta el punto de que nada más importaba que vengar la posible muerte de su "amigo", ni siquiera la misma piedra causante de todos los problemas y entuertos que les rodeaban en este momento pasó a importrle lo más mínimo. Invocando la velocidad de sus botas y elevando una breve plegaria a la Reina Cuervo por el alma de su "ex-compañero", emprendió la persecución ascendiendo fácilmente por un muro cercano hasta los tejados, ... allí un diablo menor le esperaba, cubierto de espinas y con exóticas armas demoníacas, recibió al semielfo descargando varios ataques sobre él, que fácilmente alcanzaron a Martin, más preocupado de seguir persiguiendo al levemente herido masivo diablo que huía a vuelo rasante, pero a gran velocidad, sobre el techado escenario entre azoteas y evitando torres vigia.
Ignorando el dolor y las profundas heridas recibidas, los ojos del cazador vislumbraron fácilmente a su presa a pesar de la noche que se cernía sobre él. Éste aún se movía con una de sus saetas clavadas en uno de sus costados y jugando a pasar la piedra entre sus lacayos según era atacado por la magia de los aliados del bastardo, pero lo que no sabía era que al semielfo no le importaba lo más mínimo donde estuviera esa llave,... su agónica muerte era lo que primaba en su cerebro reducido prácticamente a la de un animal depredador.
Sin pensárselo ni un segundo más, e ignorando si iba sólo o acompañado... se dispuso a continuar la persecución hasta que uno de los cayera... presa o predador,... sólo podía quedar uno.
Los dardos mágicos de Zevatur no erraron el tiro, ni defraudaron en su intención.
Con un rugido de dolor el demonio observó como su mano era dañada impacto mágico tras impacto mágico hasta que no quedó de la misma más que un muñón sanguinolento.
La piedra cayó al vacío, pero raudo y certero, uno de los demonios menores que revoloteaban a su alrededor se lanzó en picado y recuperó el preciado objeto sin apenas perder el ritmo de la frenética huida entre los tejados de Waterdeep.
Hela observó con interés la interacción entre Martin y el muchacho. Que se conocían era evidente, aunque no fue consciente de la profundidad de esa unión hasta que vio la reacción del semi-elfo ante la sorpresiva e inminente muerte del ladrón de piedras.
La persecución se inició por varios de sus compañeros. La shadar-kai, dudando unos segundos, se acercó a Ash y le besó con cariño.
- Es… importante que vaya con él - le dijo con voz tierna pero rostro serio, lanzando su mirada hacia Martin que ya trepaba por los tejados - espéranos en el molino, volveré lo antes posible. Ten cuidado, por favor -
Y, tras un cálido abrazo, se despidió para trepar por una de las casas e iniciar la persecución hasta llegar a la altura del semi-elfo.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La mayoría salió en pos de los demonios que intentaban despistarlos entre la amalgama de tejados y chimeneas de la ciudad. El diablillo que estaba próximo a ellos intentó atacar a Zevatur en venganza por la mano perdida de su superior.
Martin vio a Guilbert volar y acercarse aún más a los demonios, merced de la magia de su laud, y las palabras de ánimo y venganza que le dedicó le encendieron aún más la sangre.
Gowther pasó también a su lado, como si en lugar de correr por los irregulares tejados de Waterdeep lo hiciera casi despreocupadamente por un campo de alta y hermosa hierba.
Fue entonces cuando los vio. Sombras que saltaban de tejado en tejado a sus lados, acercándose hacia ellos y los demonios. Una de ellas se detuvo un segundo, agazapada en una chimena y el semi-elfo pudo distinguirla algo mejor. Vestía unas túnicas marrón rojizo, con pantalones anchos pero la parte baja atada por unas cintas algo mas rojizas que nacian de la sandalía que cubría los pies. Con la cabeza afeitada llevaba la cara embozada en una tela del mismo color que sus vestimentas, quizá algo más rojizo. Los brazos quedaban al descubierto y la piel tatuada reflejaba la luz de las antorchas y velas que llegaba desde abajo hasta ellos. Fue tan sólo un segundo, pues se lanzó tras los demonios que portaban la piedra tan rápido como podía.
Morko miro al prisionero y cuando hizo ademán de atarle y le respondió que no contesto:- Te voy a dar un voto de confianza por mí compañero Martín, rompelo y mi hacha será lo último que veas, portate bien y estate quieto hasta que vuelvan y quién sabe que te deparará el destino.
Tras lo cual se alejó un par de pasos y sin dejar de vigilar al prisionero, espero a que sus compañeros regresasen.
- No es que no te agradezca la curación - responde Ethan a Morko - Pero preferiría estar ahí afuera - señala hacia el techo por donde han salido corriendo los demás - y ayudar a Martin contra esos demonios... si no te importa... no pretendo huir, más bien al contrario. Mi intención es ir corriendo hacia el peligro, pero como te digo no quiero dejar a Martin sólo contra esos demonios y cualquiera que pueda aparecer para quedarse con la piedra... -
- De Martín y el resto de fragmentos me fío y tienen recursos de sobra para lidiar con unos demonios, sin embargo de ti no me fío, así que esperamos aquí a que vuelvan-. Contesta con calma el paladín.
- No lo entiendes. Los demonios son sólo unos de los que buscan la piedra. Zhentarim, Xanathar, El Culto... Ahora que ha aparecido la piedra y que he sido tan estúpido como para perderla la cosa se va a calentar demasiado. Deberíamos estar todos allí si queremos que la piedra con caiga en manos de quien no debe... -
Mueve un pie hacia atrás. Más para dar énfasis a sus palabras sobre la dirección que deberían estar siguiendo que para huir.
Martin no entendía porque su actitud había sido la que había sido, no sentía nada, ya no, todo eso se perdió. ¿Porqué había reaccionado tan visceralmente cuando vio a "Ethan" herido de muerte? Su mente viajaba al pasado mientras se desplazaba ´rapidamente entre los tejados, en un principio como venganza ciega, ahora, más centrado, con el objetivo de recuperar el objeto que les habían arrebatado. Los recuerdos de antaño, y de tiempos quizás mejores, seguían siendo asépticos, como estarlos mirando desde las gradas de una desconocida obra de teatro llena de clichés... sus clichés... que en otro tiempo fueron los que le ayudaron a no perderse en la locura de una vida camuflada como esclavitud a una organización donde su vida no importaba lo más mínimo.
Preocupado por perder de su alcance a sus objetivos a pesar de la velocidad extraordinaria proporcionada por sus botas, el mestizo sabía que ese encantamiento no iba a durar eternamente y que tenía que darse prisa... fue cuando las nuevas figuras entraron en escena, también persiguiendo a los demonios... sus ropajes y tatuajes les recordaban a algo o a alguien ... ¿Thay? ... ¿Cuantas facciones estaban detrás del mismo objeto? ... Si eran los que Martin pensaba, esa gente no era aliada, todo lo contrario, otra organización contra los que competir... Todo se volvía cada vez más enrevesado y ladino... y el pícaro comenzó seriamente a preguntarse que tan poderosos tesoros y reliquias podían esconderse tras esa "llave."..
He dado un salto de fe, entendiendo que son de Thay, pero si hay que tirar algo para "ubicar" a esos nuevos contendientes, adelante, que lo tiro.
Tras fijar su objetivo en uno de los diablos, el que poseía la tan apreciada gema, el mestizo prosiguió con su cacería, lanzándose en pos de aquella criatura ladina, saltando entre los muretes altos de la ciudad, bordeando los angulosos tejados.De este modo, fue cogiendo velocidad hasta que casi los tuvo a tiro, sin embargo, su obstinada sed de venganza le hizo perder el foco en el entorno que le rodeaba, haciéndole tropezar con una de las pequeñas gárgolas de piedra que operaban como desagües para la lluvia en las cúspides de las casas de bien. Maldiciendo su torpeza, el semielfo consiguió amortiguar la mayor parte de la caída dando un pal de volteretas sobre sí mismo y saltando en el último momento al techado más cercano.
Tras continuar con su persecución, más precavidamente esta vez, Martin aprovechó su oportunidad de un disparo limpio al evasivo diablillo que le precedía ya a poca distancia. Su arcó se tensó disparando una saeta que atravesó el costado de la criatura, provocando una lluvia de icores y sangre acompañando al alarido de sorpresa al sentir su presa como su impía vida se le escapaba.
Por desgracia eso no fue suficiente y aunando las fuerzas restantes que le quedaban, el diablillo continuó con su fuga piedra en mano.
El gran demonio de hueso que lideraba el pequeño grupo de diablos no parecía contento con la amputación de su mano. Se volvió hacia sus perseguidores mientras sus compinches se alejaban volando, revoloteando entre ellos, arrancaron la certera flecha de Martin y siguieron su fuga.
Gowther vio cómo el diablo venía hacia él a toda velocidad y le atacaba con su restante garra y su aguijón. Pero el El'tael estaba preparado y desvió los ataques del demonio sin problema. El sonido de su espada contra el aguijón al desviarlo le llegó incluso a Ash en el molino y saltaron chispas de fuego mientras la cola del demonio permanecía en contacto con el filo élfico.
Otro de los diablillos intentó vengar la mano de su señor y se lanzó contra Zevatur, sin demasiado éxito.
Uno de los recién llegados lanzó unas pequeñas estrellas de metal contra los demonios que huían. Su puntería era buena, pero la distancia era demasiada y no consiguió acertar a ninguno de los dos.
Ash corrió como un gamo por los tejados. No le hacía demasiada gracia dejar a Morko atrás y el molino desatendido, pero no iba a separarse de Helayna otra vez, la noche en Aguas profundas había demostrado ser más peligrosa de lo que recordaba. Además, estaba disfrutando del ejercicio. Le hacía sentirse vivo tras la paliza del cementerio.
Un aviso monje salió de la nada arrojando afilados abrojos a sus pies. Ash le miró entre sorprendido y molesto, aunque mientras los saltaba limpiamente regalo al sujeto con una de sus insultantes sonrisas perladas.
Zevatur ignoró a su pariente lejano para centrarse en la desesperada carrera para intentar alcanzar la piedra y con una palabra arcana desapareció de su lado para aparecer en el siguiente tejado. Corrió veloz, pero veía desesperado como se alejaba más y más. Y de pronto en uno de los tejados estallo una defensa mágica que su sueño, para proteger de posibles ladrones, había puesto en el tejado. El ata que por sorpresa cogió desprevenido a Zevatur y le alcanzo de lleno, haciendo que de pronto estallase en risas. – ¡Es imposible, es absurdo intentar alcanzarle! – Diciendo esto empezó a rodar por el tejado a carcajadas.
Hela se encaramó a los tejados y comenzó la persecución tras Martin y los demonios. Este terreno era completamente desconocido para ella y se asombró al comprobar que no se le daba tan mal. Intentando no desviar su atención para contemplar la imagen de la ciudad al anochecer salpicada de las luces de los diferentes edificios, fijó su vista en los enemigos voladores que se iban pasando la piedra unos a otros.
En un instante, giró la cabeza hacia atrás para descubrir que Ash también se había unido a la carrera. Le sonrió fugazmente, sintiéndose más segura con su cercanía. Volvió la mirada hacia su objetivo y continuó, sin pausa, brincando y corriendo, solventando las distintas alturas a las que se enfrentaba.
No había tregua para lanzar ningún hechizo, ninguna oportunidad de parar unos segundos y atacar o les perdería en la lejanía. Justo cuando parecía acercarse lo suficiente, notó cómo uno de sus pies resbalaba al entrar en contacto con la superficie húmeda de uno de los tejados, haciendo que su cuerpo se precipitara al vacío. Consiguió, no sin esfuerzo, sujetarse con ambas manos y subir, pero el cansancio de la carrera la obligó a quedarse tumbada mientras recobraba el aliento.
Frustrada, sabiendo que esta caída le hacía perder ventaja, fue levantándose poco a poco, con la intención de continuar con la persecución.
Uno de los extraños monjes corrió saltando por los tejados con entrenada agilidad. Su último salto le llevó hasta la hechicera. Propinándole una patada voladora que alcanzó a Helayna en el pecho y la dejó sin resuello, el monje golpeó dos veces más a la shades-Kai, rápidamente. Un puñetazo en el estómago y una última vez en la garganta dejaron a Helayna sin resuello en el suelo, de rodillas, intentando llevar aire a sus pulmones. El monje siguió moviéndose, acercándose a los demonios. Uno le lanzó un dardo de aspecto óseo pero el monje embozado lo esquivó sin problemas.
Gowther, con sus agudos sentidos, vio cómo el demonio que portaba la piedra se alejaba pese a los intentos de sus compañeros de darle caza. Con una agilidad inhumana corrió y saltó entre los tejados como si hubiera nacido para ello, más que correr por los mismos parecía volar entre ellos, apoyando tan solo la punta de su pie de vez en cuando para darse impulso. El temible demonio que luchaba contra él intentó agarrarlo, pero fue en vano. El eladrin apenas escuchó el rugido de frustración que lanzó aquel ser infernal y aprestó a Aegnor para acabar con aquel ser demoníaco que intentaba huir. El corte fue limpio y certero. La hoja élfica partió literalmente en dos al demonio que tan sólo pude ver un fulgor rojizo y plateado cuando Gowther se abalanzó sobre él. Las dos secciones de la criatura cayeron a los pies del El'tael, que removió con algo de disgusto con la punta de su bota en busca de la codiciada piedra. Pero no halló nada. El otro demonio que se alejaba volando se rio maquiavélicamente del eladrin.
Mientras tanto, a su espalda, Morko se esforzaba para alcanzar al huidizo Ethan. Donde el eladrin era pura gracia y elegancia, el enano avanzaba a grandes zancadas y dando poderosos saltos. Sus movimientos eran muy rápidos, impropios para alguien de su raza, parecía que algún tipo de magia también le afectaba. Viendo que ni siquiera lanzando a Kelezburug alcanzaría al escurridizo ladronzuelo, Morko se esforzó por avanzar tanto como podía.
Tan concentrado estaba en su presa que no se percató hasta que fue demasiado tarde de la figura embozada en ropajes rojizos que se acercó por la espalda y le propinó un severo golpe con el canto de la mano en la base de su cráneo. Morko interrumpió su carrera, trastabilló y casi cayó al suelo cuando el monje le propinó una patada giratoria en las rodillas, pero aunque una dolor explosivo se propagó por ellas ante el impacto, el monje no consiguió barrerlas y que el enano acabara en el suelo. Sin embargo intentaba centrar su vista y el mundo le daba vueltas. Sin perder tiempo el monje continuó su carrera en pos del demonio. Su compañero no se entretuvo con ninguno de los perseguidores, si no que, al ver a su presa al alcance, corrió todo lo que pudo hacia la misma. Sin embargo, tras saltar a un tejado y pasar cerca de una claraboya, un fulgor morado iluminó fugazmente su figura. El monje quedó paralizado y, con la inercia, cayó de bruces en el tejado rompiendo alguna teja. Al igual que Zevatur, que se moría de risa unos metros más atrás, el monje había activado algún tipo de protección mágica. Se ve que en aquel barrio algún mago había sido diligente al vender sus servicios para proteger los hogares contra intrusos indeseados.
Martin se esmeró por seguir el ritmo de los demonios y vio que, en el barrio siguiente, había alguna especie de fiesta o celebración popular. Podía ver las calles iluminadas y escuchar el jolgorio de la gente celebrando. Aún estaban lejos, pero se acercaban rápidamente.
El semielfo comenzó a pensar en el error que traería permitir que los demonios y la persecución llegaran a la zona de la celebración. Estarían demasiado expuestos y si conseguían abatir al portador de la piedra y esta caía entre la multitud, sería un infierno encontrarla.
Decidido a que eso no ocurriera, siguió saltando entre los tejados hasta que, con su extremadamente mejorada vista como fantasma de las sombras, localizó al demonio espinado que se reía mientras huía con el preciado tesoro que todos buscaban, Zhentarines, monjes de Thai, Cultistas, Gremios de Ladrones... y ellos, posiblemente los únicos que le darían un uso que no pusiera en peligro la ciudad o el mismo plano...
Concentrándose en calmar su ira e interponer el bien mayor que aportaba esta misión al suyo propio, y a su sed de venganza personal, el bastardo preparó su arco con dos flechas. Deteniéndose unos segundos para apuntar con extrema precisión y no fallar de nuevo. El destino de mucha gente se jugaba en esos disparos, y afianzando su voluntad de acabar con todo en ese mismo instante, dos flechas disparadas prácticamente seguidas surcaron el nocturno cielo con un agudo silbido. Ambas impactaron atravesando el pecho del escurridizo demonio, que borró su sonrisa de un plumazo para pasar a sentir los estertores de muerte y dolor que el semielfo le había "regalado".
La piedra cayó de sus manos lánguidamente... hacía el suelo de una encrucijada donde casualmente un carromato esperaba a alguien. Martin no dudo, y terminó su movimiento con una pirueta que le hizo descender de los tejados hacía el firme aprovechando todas y cada una de las hendiduras y salientes de las paredes y ventanas cercanas, para acabar aterrerizando indenmne sobre el empedrado suelo. La piedra, cayó en su mano abierta... y éste la guardó rápidamente en uno de sus múltiples bolsillos secretos. Aún así, no estaba fuera de peligro, puesto que decenas de enemigos les perseguían en busca de lo mismo que él había obtenido.
Tendría que esconderse y pronto... afortunadamente la celebración donde la gente se concentraba no estaba lejos...
Martin miró a su alrededor en busca de un buen lugar para esconderse. La encrucijada de calles en la que había caído formaba un T girada cuarenta y cinco grados hacia su izquierda. En el centro se levantaba un solitario árbol. Un sauce llorón cuyas ramas acariciaban la superficie de un pequeño foso con agua que rodeaba al árbol. Un minúscula vallita creada por semicírculos de metal entrelazados delimitaba apenas diez centímetros de hierba antes de llegar al foso que sólo tenía el doble de anchura.
Frente a él, y ocupando prácticamente ese lado de la calle se encontraba un elegante carromato tirado por dos caballos azabaches. Al semi-elfo le resultó extraño ver un carromato como ese en aquella parte de la ciudad. Aunque no era infrecuente que algún noble frecuentara a su amante.
Martin buscó salidas. A su izquierda y a su derecha la parte estrecha de la encrucijada le ofrecía dos calles por las que escapar. Frente a él y un poco a la derecha, la parte más larga del cruce le llevaba hacia la que parecía ser una celebración para alguna deidad. Aún estaba lejos pero ahora se podían escuchar claramente la música y el jolgorio.
La puerta del carromato se abrió y descendió un tiefling de piel rojiza, largos cuernos que salían de sus sienes hacia atrás y se elevaban un poco al final. Vestía una elegante túninca de seda y terciopelo gris y azul claro, con unos pantalones negros bajo la misma. Martin se percató de que sus pies no tocaban el suelo, flotaba a unos centímetros del mismo. Miró directamente a Martin con sus ojos dorados.
- Yo me haré cargo de eso muchacho - dijo con tono tranquilo colocando sus manos juntas a su espalda. - Gracias por entregarlo. -
Había algo que no acababa de cuadrarle a Martin en aquel tiefling. Quizá era su postura, o su tono de hablar, pero algo no le encajaba.
Desde el tejado Gowther también vio al tiefling salir del carromato y hablar con el mestizo. El Eladrin tuvo que admitir que aquel tipo era, cuando menos, elegante.
Mientras tanto en los tejados continuaba la mortal persecución.
El demonio de hueso rugió y se lanzó hacia delante, volando con sus alas que parecían las de un insecto. Se abalanzó sobre un desprevenido Guilbert y le produjo un corte profundo en la espalda con sus garras. Pero el bardo pudo reaccionar al resto de los ataques del enfurecido demonio.
El pequeño ser alado que estaba cerca de Ash le lanzó una espina, que el formidable guerrero esquivó sin problemas, mientras se lanzaba todo lo rápido que sus correosas alas le permitían hacia delante. Al pasar por encima de Morko le lanzó otra espina. Por pura maldad y porque los demonios como él odian a los paladines. La pua se quedó clavada en la cota de malla que el enano llevaba bajo las placas de su armadura sin producir daño. Pese a su estado embotado por el dolor del golpe del monje y no entender su lengua, Morko entendió perfectamente el insulto dedicado a su familia que le dijo el demonio.
Uno de los monjes llegó hasta Gowther e intentó dejarle aturdido como a sus compañeros, pero el El'tael esquivo gracilmente los ataques. Más parecía una danza que un combate.
Ethan corrió tanto como pudo, saltando de tejado en tejado y esquivando por poco la lucha entre el monje y Gowther. Se dejó caer al lado de Martin y, jadeando, le dijo desafiante al tiefling.
- Si quieres la piedra tendrás que pasar por encima de mi. -
- Oh -contestó el tiefling sin quitar los ojos de Martin- ¿Es necesaria la violencia? Todos somos amigos aquí ¿Verdad? -
Apretando los dientes y sacudiendo su cabeza Ethan sonrió desafiante.
- Yo no soy tu amigo estirado... -
El tiefling chasca los labios.
- Tsk. Entiendo. Que... desafortunado -
El tiefling colocó sus manos delante de su pecho, tocando las yemas de la otra mano.
El grupo de dirigió al molino siguiendo las indicaciones de Zevatur y Martin, que conocían bien la ciudad. El trayecto se hizo corto al usar alguno de los atajos que Zevatur conocía de su infancia. En el molino el grupo se entretuvo discutiendo diversos planes para entrar, pero un impaciente Zevatur, preocupado por la llegada de los otros agentes se adentro en el molino, haciendo que una alarma sonase y ahuyentase al habitante del molino.
Por fortuna para el grupo la persecución fue breve ya que al reconocer la voz de Martin el agente de dio la vuelta y hablo al grupo.
La conversación no duro mucho ya que de pronto un espolón demoniaco le atravesó el pecho, acabando con su vida y sus ínfulas de importancia. El demonio cogió la piedra que tanto revuelo estaba causando y se dio a la fuga. Los compañeros empezaron a correr tras el demonio, con Martin a la cabeza.
Para Zevatur la repentina escena se produjo en un parpadeo, y el demonio ya se estaba alejando a vertiginosa velocidad. Zevatur no tardo ni un momento en salir corriendo detrás del demonio ladrón y asesino. Con impotencia constato que se le escapaba. Mientras corría metió su mano en el zurrón y alcanzó a sacar la varita que tanto tiempo le había acompañado en las aventuras.
El demonio se alejaba más y más y en algunos momentos lo perdía de vista. Con una palabra arcana usó su magia para teleportarse a un tejado y ganar visión clara de la criatura. Viendo la enorme distancia que los separaba y desesperado extendió su brazo al máximo para lanzar una andanada de misiles mágicos.
El demonio miró hacia atrás, sonriendo al ver los casi inofensivos dardos volar hacia él, hasta que comprendió, tarde, que el objetivo era la piedra. Sin esperar a ver el resultado Zevatur siguió corriendo, aunque el demonio ya estaba fuera del alcance de todos sus recursos. Pero no se dio por vencido, quizás alguno de sus compañeros pudiera darle alcance o frenarle.
Zevatur, Rolthos
Ash observó alejarse a las horrendas criaturas seguidas de sus compañeros. Demasiado rápidos, demasiado lejos, tratar perseguirlos era inútil. No iba a dejar de nuevo a Helayna con todos los malvados que andaban tras ellos y, por otro lado, había otra cosa que quería comprobar.
—¿Alguno puede parar a esas cosas mágicamente? —preguntó sin demasiadas esperanzas, más atento a los alrededores en busca de más enemigos que a los propios demonios a la fuga—. Deberíamos entrar en el molino aquí somos presa fácil y queda mucha noche.
Alerta, sin bajar la guardia permanecía atento a los callejones adyacentes mientras envainaba a Gloria y empezaba a arrastrar el cuerpo del semielfo abatido de vuelta al molino.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Martin no pensaba, ni lo necesitaba, mandaban los instintos... al rojo vivo... En su mente la imagen de BJ huyendo de la escena del molino con la piedra que todos buscaban, pasando por ese momento de como la preocupación por su propio bienestar se volvía nula y acompañado de ese aire esquivo hacia sus preguntas, le irritaba en extremo. Pero la peor parte era como su perfecto cuerpo fibrado era atravesado por ese enorme demonio para robarle tan preciado tesoro... ante sus ojos, sin que el bastardo apenas pudiera reaccionar, completamente aturdido por el dolor y la frustración.
La ira no tardó en cegarle completamente, hasta el punto de que nada más importaba que vengar la posible muerte de su "amigo", ni siquiera la misma piedra causante de todos los problemas y entuertos que les rodeaban en este momento pasó a importrle lo más mínimo. Invocando la velocidad de sus botas y elevando una breve plegaria a la Reina Cuervo por el alma de su "ex-compañero", emprendió la persecución ascendiendo fácilmente por un muro cercano hasta los tejados, ... allí un diablo menor le esperaba, cubierto de espinas y con exóticas armas demoníacas, recibió al semielfo descargando varios ataques sobre él, que fácilmente alcanzaron a Martin, más preocupado de seguir persiguiendo al levemente herido masivo diablo que huía a vuelo rasante, pero a gran velocidad, sobre el techado escenario entre azoteas y evitando torres vigia.
Ignorando el dolor y las profundas heridas recibidas, los ojos del cazador vislumbraron fácilmente a su presa a pesar de la noche que se cernía sobre él. Éste aún se movía con una de sus saetas clavadas en uno de sus costados y jugando a pasar la piedra entre sus lacayos según era atacado por la magia de los aliados del bastardo, pero lo que no sabía era que al semielfo no le importaba lo más mínimo donde estuviera esa llave,... su agónica muerte era lo que primaba en su cerebro reducido prácticamente a la de un animal depredador.
Sin pensárselo ni un segundo más, e ignorando si iba sólo o acompañado... se dispuso a continuar la persecución hasta que uno de los cayera... presa o predador,... sólo podía quedar uno.
Encontré la foto de "Ethan"
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Los dardos mágicos de Zevatur no erraron el tiro, ni defraudaron en su intención.
Con un rugido de dolor el demonio observó como su mano era dañada impacto mágico tras impacto mágico hasta que no quedó de la misma más que un muñón sanguinolento.
La piedra cayó al vacío, pero raudo y certero, uno de los demonios menores que revoloteaban a su alrededor se lanzó en picado y recuperó el preciado objeto sin apenas perder el ritmo de la frenética huida entre los tejados de Waterdeep.
PbP Character: A few ;)
Hela observó con interés la interacción entre Martin y el muchacho. Que se conocían era evidente, aunque no fue consciente de la profundidad de esa unión hasta que vio la reacción del semi-elfo ante la sorpresiva e inminente muerte del ladrón de piedras.
La persecución se inició por varios de sus compañeros. La shadar-kai, dudando unos segundos, se acercó a Ash y le besó con cariño.
- Es… importante que vaya con él - le dijo con voz tierna pero rostro serio, lanzando su mirada hacia Martin que ya trepaba por los tejados - espéranos en el molino, volveré lo antes posible. Ten cuidado, por favor -
Y, tras un cálido abrazo, se despidió para trepar por una de las casas e iniciar la persecución hasta llegar a la altura del semi-elfo.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La mayoría salió en pos de los demonios que intentaban despistarlos entre la amalgama de tejados y chimeneas de la ciudad. El diablillo que estaba próximo a ellos intentó atacar a Zevatur en venganza por la mano perdida de su superior.
Martin vio a Guilbert volar y acercarse aún más a los demonios, merced de la magia de su laud, y las palabras de ánimo y venganza que le dedicó le encendieron aún más la sangre.
Gowther pasó también a su lado, como si en lugar de correr por los irregulares tejados de Waterdeep lo hiciera casi despreocupadamente por un campo de alta y hermosa hierba.
Fue entonces cuando los vio. Sombras que saltaban de tejado en tejado a sus lados, acercándose hacia ellos y los demonios. Una de ellas se detuvo un segundo, agazapada en una chimena y el semi-elfo pudo distinguirla algo mejor. Vestía unas túnicas marrón rojizo, con pantalones anchos pero la parte baja atada por unas cintas algo mas rojizas que nacian de la sandalía que cubría los pies. Con la cabeza afeitada llevaba la cara embozada en una tela del mismo color que sus vestimentas, quizá algo más rojizo. Los brazos quedaban al descubierto y la piel tatuada reflejaba la luz de las antorchas y velas que llegaba desde abajo hasta ellos. Fue tan sólo un segundo, pues se lanzó tras los demonios que portaban la piedra tan rápido como podía.
PbP Character: A few ;)
Morko miro al prisionero y cuando hizo ademán de atarle y le respondió que no contesto:- Te voy a dar un voto de confianza por mí compañero Martín, rompelo y mi hacha será lo último que veas, portate bien y estate quieto hasta que vuelvan y quién sabe que te deparará el destino.
Tras lo cual se alejó un par de pasos y sin dejar de vigilar al prisionero, espero a que sus compañeros regresasen.
- No es que no te agradezca la curación - responde Ethan a Morko - Pero preferiría estar ahí afuera - señala hacia el techo por donde han salido corriendo los demás - y ayudar a Martin contra esos demonios... si no te importa... no pretendo huir, más bien al contrario. Mi intención es ir corriendo hacia el peligro, pero como te digo no quiero dejar a Martin sólo contra esos demonios y cualquiera que pueda aparecer para quedarse con la piedra... -
PbP Character: A few ;)
- De Martín y el resto de fragmentos me fío y tienen recursos de sobra para lidiar con unos demonios, sin embargo de ti no me fío, así que esperamos aquí a que vuelvan-. Contesta con calma el paladín.
- No lo entiendes. Los demonios son sólo unos de los que buscan la piedra. Zhentarim, Xanathar, El Culto... Ahora que ha aparecido la piedra y que he sido tan estúpido como para perderla la cosa se va a calentar demasiado. Deberíamos estar todos allí si queremos que la piedra con caiga en manos de quien no debe... -
Mueve un pie hacia atrás. Más para dar énfasis a sus palabras sobre la dirección que deberían estar siguiendo que para huir.
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Martin no entendía porque su actitud había sido la que había sido, no sentía nada, ya no, todo eso se perdió. ¿Porqué había reaccionado tan visceralmente cuando vio a "Ethan" herido de muerte? Su mente viajaba al pasado mientras se desplazaba ´rapidamente entre los tejados, en un principio como venganza ciega, ahora, más centrado, con el objetivo de recuperar el objeto que les habían arrebatado. Los recuerdos de antaño, y de tiempos quizás mejores, seguían siendo asépticos, como estarlos mirando desde las gradas de una desconocida obra de teatro llena de clichés... sus clichés... que en otro tiempo fueron los que le ayudaron a no perderse en la locura de una vida camuflada como esclavitud a una organización donde su vida no importaba lo más mínimo.
Preocupado por perder de su alcance a sus objetivos a pesar de la velocidad extraordinaria proporcionada por sus botas, el mestizo sabía que ese encantamiento no iba a durar eternamente y que tenía que darse prisa... fue cuando las nuevas figuras entraron en escena, también persiguiendo a los demonios... sus ropajes y tatuajes les recordaban a algo o a alguien ... ¿Thay? ... ¿Cuantas facciones estaban detrás del mismo objeto? ... Si eran los que Martin pensaba, esa gente no era aliada, todo lo contrario, otra organización contra los que competir... Todo se volvía cada vez más enrevesado y ladino... y el pícaro comenzó seriamente a preguntarse que tan poderosos tesoros y reliquias podían esconderse tras esa "llave."..
He dado un salto de fe, entendiendo que son de Thay, pero si hay que tirar algo para "ubicar" a esos nuevos contendientes, adelante, que lo tiro.
Tras fijar su objetivo en uno de los diablos, el que poseía la tan apreciada gema, el mestizo prosiguió con su cacería, lanzándose en pos de aquella criatura ladina, saltando entre los muretes altos de la ciudad, bordeando los angulosos tejados.De este modo, fue cogiendo velocidad hasta que casi los tuvo a tiro, sin embargo, su obstinada sed de venganza le hizo perder el foco en el entorno que le rodeaba, haciéndole tropezar con una de las pequeñas gárgolas de piedra que operaban como desagües para la lluvia en las cúspides de las casas de bien. Maldiciendo su torpeza, el semielfo consiguió amortiguar la mayor parte de la caída dando un pal de volteretas sobre sí mismo y saltando en el último momento al techado más cercano.
Tras continuar con su persecución, más precavidamente esta vez, Martin aprovechó su oportunidad de un disparo limpio al evasivo diablillo que le precedía ya a poca distancia. Su arcó se tensó disparando una saeta que atravesó el costado de la criatura, provocando una lluvia de icores y sangre acompañando al alarido de sorpresa al sentir su presa como su impía vida se le escapaba.
Por desgracia eso no fue suficiente y aunando las fuerzas restantes que le quedaban, el diablillo continuó con su fuga piedra en mano.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
El gran demonio de hueso que lideraba el pequeño grupo de diablos no parecía contento con la amputación de su mano. Se volvió hacia sus perseguidores mientras sus compinches se alejaban volando, revoloteando entre ellos, arrancaron la certera flecha de Martin y siguieron su fuga.
Gowther vio cómo el diablo venía hacia él a toda velocidad y le atacaba con su restante garra y su aguijón. Pero el El'tael estaba preparado y desvió los ataques del demonio sin problema. El sonido de su espada contra el aguijón al desviarlo le llegó incluso a Ash en el molino y saltaron chispas de fuego mientras la cola del demonio permanecía en contacto con el filo élfico.
Otro de los diablillos intentó vengar la mano de su señor y se lanzó contra Zevatur, sin demasiado éxito.
Uno de los recién llegados lanzó unas pequeñas estrellas de metal contra los demonios que huían. Su puntería era buena, pero la distancia era demasiada y no consiguió acertar a ninguno de los dos.
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Ash corrió como un gamo por los tejados. No le hacía demasiada gracia dejar a Morko atrás y el molino desatendido, pero no iba a separarse de Helayna otra vez, la noche en Aguas profundas había demostrado ser más peligrosa de lo que recordaba. Además, estaba disfrutando del ejercicio. Le hacía sentirse vivo tras la paliza del cementerio.
Un aviso monje salió de la nada arrojando afilados abrojos a sus pies. Ash le miró entre sorprendido y molesto, aunque mientras los saltaba limpiamente regalo al sujeto con una de sus insultantes sonrisas perladas.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Zevatur ignoró a su pariente lejano para centrarse en la desesperada carrera para intentar alcanzar la piedra y con una palabra arcana desapareció de su lado para aparecer en el siguiente tejado. Corrió veloz, pero veía desesperado como se alejaba más y más. Y de pronto en uno de los tejados estallo una defensa mágica que su sueño, para proteger de posibles ladrones, había puesto en el tejado. El ata que por sorpresa cogió desprevenido a Zevatur y le alcanzo de lleno, haciendo que de pronto estallase en risas. – ¡Es imposible, es absurdo intentar alcanzarle! – Diciendo esto empezó a rodar por el tejado a carcajadas.
Zevatur, Rolthos
Hela se encaramó a los tejados y comenzó la persecución tras Martin y los demonios. Este terreno era completamente desconocido para ella y se asombró al comprobar que no se le daba tan mal. Intentando no desviar su atención para contemplar la imagen de la ciudad al anochecer salpicada de las luces de los diferentes edificios, fijó su vista en los enemigos voladores que se iban pasando la piedra unos a otros.
En un instante, giró la cabeza hacia atrás para descubrir que Ash también se había unido a la carrera. Le sonrió fugazmente, sintiéndose más segura con su cercanía. Volvió la mirada hacia su objetivo y continuó, sin pausa, brincando y corriendo, solventando las distintas alturas a las que se enfrentaba.
No había tregua para lanzar ningún hechizo, ninguna oportunidad de parar unos segundos y atacar o les perdería en la lejanía. Justo cuando parecía acercarse lo suficiente, notó cómo uno de sus pies resbalaba al entrar en contacto con la superficie húmeda de uno de los tejados, haciendo que su cuerpo se precipitara al vacío. Consiguió, no sin esfuerzo, sujetarse con ambas manos y subir, pero el cansancio de la carrera la obligó a quedarse tumbada mientras recobraba el aliento.
Frustrada, sabiendo que esta caída le hacía perder ventaja, fue levantándose poco a poco, con la intención de continuar con la persecución.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Uno de los extraños monjes corrió saltando por los tejados con entrenada agilidad. Su último salto le llevó hasta la hechicera. Propinándole una patada voladora que alcanzó a Helayna en el pecho y la dejó sin resuello, el monje golpeó dos veces más a la shades-Kai, rápidamente. Un puñetazo en el estómago y una última vez en la garganta dejaron a Helayna sin resuello en el suelo, de rodillas, intentando llevar aire a sus pulmones.
El monje siguió moviéndose, acercándose a los demonios. Uno le lanzó un dardo de aspecto óseo pero el monje embozado lo esquivó sin problemas.
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Gowther, con sus agudos sentidos, vio cómo el demonio que portaba la piedra se alejaba pese a los intentos de sus compañeros de darle caza. Con una agilidad inhumana corrió y saltó entre los tejados como si hubiera nacido para ello, más que correr por los mismos parecía volar entre ellos, apoyando tan solo la punta de su pie de vez en cuando para darse impulso. El temible demonio que luchaba contra él intentó agarrarlo, pero fue en vano. El eladrin apenas escuchó el rugido de frustración que lanzó aquel ser infernal y aprestó a Aegnor para acabar con aquel ser demoníaco que intentaba huir.
El corte fue limpio y certero. La hoja élfica partió literalmente en dos al demonio que tan sólo pude ver un fulgor rojizo y plateado cuando Gowther se abalanzó sobre él. Las dos secciones de la criatura cayeron a los pies del El'tael, que removió con algo de disgusto con la punta de su bota en busca de la codiciada piedra. Pero no halló nada.
El otro demonio que se alejaba volando se rio maquiavélicamente del eladrin.
Mientras tanto, a su espalda, Morko se esforzaba para alcanzar al huidizo Ethan. Donde el eladrin era pura gracia y elegancia, el enano avanzaba a grandes zancadas y dando poderosos saltos. Sus movimientos eran muy rápidos, impropios para alguien de su raza, parecía que algún tipo de magia también le afectaba. Viendo que ni siquiera lanzando a Kelezburug alcanzaría al escurridizo ladronzuelo, Morko se esforzó por avanzar tanto como podía.
Tan concentrado estaba en su presa que no se percató hasta que fue demasiado tarde de la figura embozada en ropajes rojizos que se acercó por la espalda y le propinó un severo golpe con el canto de la mano en la base de su cráneo. Morko interrumpió su carrera, trastabilló y casi cayó al suelo cuando el monje le propinó una patada giratoria en las rodillas, pero aunque una dolor explosivo se propagó por ellas ante el impacto, el monje no consiguió barrerlas y que el enano acabara en el suelo. Sin embargo intentaba centrar su vista y el mundo le daba vueltas. Sin perder tiempo el monje continuó su carrera en pos del demonio.
Su compañero no se entretuvo con ninguno de los perseguidores, si no que, al ver a su presa al alcance, corrió todo lo que pudo hacia la misma. Sin embargo, tras saltar a un tejado y pasar cerca de una claraboya, un fulgor morado iluminó fugazmente su figura. El monje quedó paralizado y, con la inercia, cayó de bruces en el tejado rompiendo alguna teja. Al igual que Zevatur, que se moría de risa unos metros más atrás, el monje había activado algún tipo de protección mágica. Se ve que en aquel barrio algún mago había sido diligente al vender sus servicios para proteger los hogares contra intrusos indeseados.
Martin se esmeró por seguir el ritmo de los demonios y vio que, en el barrio siguiente, había alguna especie de fiesta o celebración popular. Podía ver las calles iluminadas y escuchar el jolgorio de la gente celebrando. Aún estaban lejos, pero se acercaban rápidamente.
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El semielfo comenzó a pensar en el error que traería permitir que los demonios y la persecución llegaran a la zona de la celebración. Estarían demasiado expuestos y si conseguían abatir al portador de la piedra y esta caía entre la multitud, sería un infierno encontrarla.
Decidido a que eso no ocurriera, siguió saltando entre los tejados hasta que, con su extremadamente mejorada vista como fantasma de las sombras, localizó al demonio espinado que se reía mientras huía con el preciado tesoro que todos buscaban, Zhentarines, monjes de Thai, Cultistas, Gremios de Ladrones... y ellos, posiblemente los únicos que le darían un uso que no pusiera en peligro la ciudad o el mismo plano...
Concentrándose en calmar su ira e interponer el bien mayor que aportaba esta misión al suyo propio, y a su sed de venganza personal, el bastardo preparó su arco con dos flechas. Deteniéndose unos segundos para apuntar con extrema precisión y no fallar de nuevo. El destino de mucha gente se jugaba en esos disparos, y afianzando su voluntad de acabar con todo en ese mismo instante, dos flechas disparadas prácticamente seguidas surcaron el nocturno cielo con un agudo silbido. Ambas impactaron atravesando el pecho del escurridizo demonio, que borró su sonrisa de un plumazo para pasar a sentir los estertores de muerte y dolor que el semielfo le había "regalado".
La piedra cayó de sus manos lánguidamente... hacía el suelo de una encrucijada donde casualmente un carromato esperaba a alguien. Martin no dudo, y terminó su movimiento con una pirueta que le hizo descender de los tejados hacía el firme aprovechando todas y cada una de las hendiduras y salientes de las paredes y ventanas cercanas, para acabar aterrerizando indenmne sobre el empedrado suelo. La piedra, cayó en su mano abierta... y éste la guardó rápidamente en uno de sus múltiples bolsillos secretos. Aún así, no estaba fuera de peligro, puesto que decenas de enemigos les perseguían en busca de lo mismo que él había obtenido.
Tendría que esconderse y pronto... afortunadamente la celebración donde la gente se concentraba no estaba lejos...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Martin miró a su alrededor en busca de un buen lugar para esconderse. La encrucijada de calles en la que había caído formaba un T girada cuarenta y cinco grados hacia su izquierda. En el centro se levantaba un solitario árbol. Un sauce llorón cuyas ramas acariciaban la superficie de un pequeño foso con agua que rodeaba al árbol. Un minúscula vallita creada por semicírculos de metal entrelazados delimitaba apenas diez centímetros de hierba antes de llegar al foso que sólo tenía el doble de anchura.
Frente a él, y ocupando prácticamente ese lado de la calle se encontraba un elegante carromato tirado por dos caballos azabaches. Al semi-elfo le resultó extraño ver un carromato como ese en aquella parte de la ciudad. Aunque no era infrecuente que algún noble frecuentara a su amante.
Martin buscó salidas. A su izquierda y a su derecha la parte estrecha de la encrucijada le ofrecía dos calles por las que escapar. Frente a él y un poco a la derecha, la parte más larga del cruce le llevaba hacia la que parecía ser una celebración para alguna deidad. Aún estaba lejos pero ahora se podían escuchar claramente la música y el jolgorio.
La puerta del carromato se abrió y descendió un tiefling de piel rojiza, largos cuernos que salían de sus sienes hacia atrás y se elevaban un poco al final. Vestía una elegante túninca de seda y terciopelo gris y azul claro, con unos pantalones negros bajo la misma. Martin se percató de que sus pies no tocaban el suelo, flotaba a unos centímetros del mismo. Miró directamente a Martin con sus ojos dorados.
- Yo me haré cargo de eso muchacho - dijo con tono tranquilo colocando sus manos juntas a su espalda. - Gracias por entregarlo. -
Había algo que no acababa de cuadrarle a Martin en aquel tiefling. Quizá era su postura, o su tono de hablar, pero algo no le encajaba.
Desde el tejado Gowther también vio al tiefling salir del carromato y hablar con el mestizo. El Eladrin tuvo que admitir que aquel tipo era, cuando menos, elegante.
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Mientras tanto en los tejados continuaba la mortal persecución.
El demonio de hueso rugió y se lanzó hacia delante, volando con sus alas que parecían las de un insecto. Se abalanzó sobre un desprevenido Guilbert y le produjo un corte profundo en la espalda con sus garras. Pero el bardo pudo reaccionar al resto de los ataques del enfurecido demonio.
El pequeño ser alado que estaba cerca de Ash le lanzó una espina, que el formidable guerrero esquivó sin problemas, mientras se lanzaba todo lo rápido que sus correosas alas le permitían hacia delante. Al pasar por encima de Morko le lanzó otra espina. Por pura maldad y porque los demonios como él odian a los paladines. La pua se quedó clavada en la cota de malla que el enano llevaba bajo las placas de su armadura sin producir daño. Pese a su estado embotado por el dolor del golpe del monje y no entender su lengua, Morko entendió perfectamente el insulto dedicado a su familia que le dijo el demonio.
Uno de los monjes llegó hasta Gowther e intentó dejarle aturdido como a sus compañeros, pero el El'tael esquivo gracilmente los ataques. Más parecía una danza que un combate.
Ethan corrió tanto como pudo, saltando de tejado en tejado y esquivando por poco la lucha entre el monje y Gowther. Se dejó caer al lado de Martin y, jadeando, le dijo desafiante al tiefling.
- Si quieres la piedra tendrás que pasar por encima de mi. -
- Oh - contestó el tiefling sin quitar los ojos de Martin - ¿Es necesaria la violencia? Todos somos amigos aquí ¿Verdad? -
Apretando los dientes y sacudiendo su cabeza Ethan sonrió desafiante.
- Yo no soy tu amigo estirado... -
El tiefling chasca los labios.
- Tsk. Entiendo. Que... desafortunado -
El tiefling colocó sus manos delante de su pecho, tocando las yemas de la otra mano.
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