Nessa se deja peinar por su amigue, en lo que se está convirtiendo en un ritual para les dos. La ranger además agradece las palabras de Jen, que siempre le ayudan a quitar un poquito del peso que se ha apoderado de su corazón desde que leyó la carta de su hermano.
Sonríe a su amigue y dice:
- Desde luego, me siento más fuerte con vosotros. Porque te confesaré que tengo miedo, Jen, mucho miedo. Miedo de enfrentarme a Andrew, pero más aún de enfrentarme a mi padre. Y por supuesto, miedo de cómo voy a encontrar a mi madre y ... de no ver a mi hermana nunca más.
La ranger suspira largamente, y añade:
- Pero bueno, eso es a partir de mañana. Hay que intentar disfrutar de este día, ¿no? ¿Qué opinas de .... ESTO? - dice mientras abre un poco su carcaj y le enseña a le barde las botellas de vino élfico - Hagamos que esta noche sea digna de recordar, ¿sí?
Tras la firma y sello de Julian el Alto Magistrado pone el de Greyhawk y Sir Cynair y Eritai firman como testigos. Anton enrolla el pergamino para entregárselo con una leve reverencia mientras Cruços hace lo propio con el suyo que es firmado por Xandy'la y Sir Cynair como testigos.
Sin embargo cuando están recogiendo los pergaminos y sonriendo la puerta de la sala se abre de par en par para revelar a un apresurado Vraak. Tras él, el rector de la Academia Gris Abraldazin Hosk, con la cara descompuesta, entra en la sala.
- Lamento la interrumpción - dice - pero debéis ver esto Sires -dice a los ilustres personajes que están en la sala.
Sin mediar mucha más palabra el hechicero les indica que se tomen de las manos y con unas palabras aracanas y un fogonazo de luz todos sienten el frio aire del invierno azotarles la cara. Se encuentran en las murallas externas de la ciudad, mirando al este por la posición de la luna menguante en el cielo estrellado.
En el horizonte puede verse un fulgor rojo que se extiende millas y millas a lo largo de la fina línea que separa el cielo de la tierra. Un espeso humo se eleva ominoso y desafiante en la noche y, aunque está demasiado lejos, todos jurarían que pueden oler la madera quemada.
- Celene está ardiendo -
Las palabras de Sir Cynair les hiela la sangre a todos.
La línea de fuego se extendía hasta el Nyr Dyv y la frontera con Furyondy.
Le molestaban los gritos. Pese a saber que se acabarían pronto, le molestaban. Era algo totalmente innecesario, pero al parecer inevitable. Quizá en otro momento, en otra vida, lo podría haber entendido. Paseó su mirada mientras sus siervos llevaban a cabo su voluntad de manera metódica, aséptica. Se preguntó cómo había tardado tanto tiempo en apreciar el valor y la simpleza de aquellas criaturas, incluso la belleza que había en su forma de ejecutar sus órdenes. No había crueldad en ellos, ni odio, ni deseo. Tan sólo la voluntad de cumplir con los designios que habían sido marcados para ellos. Por ella. Por él.
Escuchó los gritos de sus vecinos y titubeó antes de abrir los postigos de la ventana. Pero tenía que asegurarse. Los abrió y el frío aire invernal casi apagó los últimos rescoldos del hogar. El horror se desarrollaba ante sus ojos. Aquellas criaturas no-muertas caminaban entre las casas del pueblo e iban masacrando sin piedad alguna a todo el que encontraban. Se mordió los labios hasta sangrar para no gritar cuando uno de ellos atravesó con su garra el pecho del viejo Albert. Con lágrimas en los ojos cerró de nuevo los postigos y miró hacia su padre.
Cerró los ojos. Esperando que los gritos se acabaran. Respiró hondo el nocturno aire esperando oler las flores que había visto en el pueblo, pero sólo le llegó el olor a sangre, miedo y muerte.
Con un suspiro de resignación abrió de nuevo los ojos y observó curiosa como una de las casas empezaba a arder. Las llamas lamían la fachada saliendo por las ventanas, furiosas, vengativas. Le resultó curioso que, al final, siempre ardía alguna casa, o granero. Miró a su espalda y pudo ver la línea de humo que se elevaba en la noche. Aquello debería producirle algún sentimiento. Al fin y al cabo aquello que ardía a varias millas de distancia, al otro lado del río, había sido su hogar. Pero esa había sido otra vida. Antes de conocerle a él. de darse a él en cuerpo y alma. En realidad no. Nunca había sido su hogar y ella lo sabía. Por eso lo abandonó. ¿Era verdad lo que él le había dicho? ¿Estaba vengándose de los elfos por haberla tratado con desdén? ¿Era tal su amor por ella que un desagravio merecía la aniquilación de todo un reino? Una media sonrisa se dibujó en sus negros labios. No importaba si aquel movimiento siempre había estado en sus planes o realmente lo hacia por ella. La quería. Y ella a él. Eso era suficiente.
Con lágrimas en los ojos, apretando con fuerza un hacha en una mano y la mano de su padre en la otra, forzándole a salir de la casa y cerrar la puerta se agazaparon tras las ruedas de un carromato. Los muertos vivientes seguían masacrando a sus vecinos, a sus amigos. La casa de los Mcreny estaba en llamas. No les había visto salir. Uno de aquellos seres les descubrió y se lanzó hacia ellos. Con un grito fruto del miedo y la desesperación clavó con fuerza su hacha en la cabeza del zombi, que se desplomó en el suelo a sus pies sin emitir ni un sólo sonido. Pero su grito había alertado a otro de ellos que giro su podrida cabeza en su dirección y les miro con ojos muertos. Quiso recuperar su hacha, pero estaba demasiado clavada en el cráneo del otro zombi. La criatura se abalanzó sobre él, con los dedos convertidos en putrefactas garras buscando su cuello. Cayeron al suelo y rodaron. Tuvo que aguantar una nausea al verse envuelto por el fétido olor de la criatura que quedó sobre él. Poco a poco iba acercando sus garras a su piel. Ya sentía cómo le arañaba y sentía salir un ligero hilo de sangre. El zombi abrió la boca para morder la suave piel del cuello y de repente se quedó laxo sobre él. Sobresaliendo de su boca y su frente aparecieron las puntas de una horca. Con un gruñido se quitó el cadáver de encima y su padre le ayudó a levantarse. Ambos recuperaron sus herramientas pero era demasiado tarde. Estaban rodeados. Paso a paso los zombies se fueron acercando y esta vez no pudieron hacer nada contra su superioridad numérica. Lo último que vio Andrew con horror mientras le arrancaban la vida a mordiscos fue que la puerta de su casa se abría merced de la brisa nocturna.
Todo acabó más rápido de lo esperado. Por fin, una vez más, había silencio. O casi, pues sus siervos aún se movían arrastrando los pies en busca de más víctimas.
Aldalanatüste levantó un dedo y todos los no muertos se quedaron donde estaban. El fuego de la casa iluminaba la dantesca escena con decenas de pueblerinos muertos a los pies de sus ejecutores no-muertos que aún tenían la sangre fresa de sus víctimas en sus garras y bocas. Caminó hasta casi el centro del pueblo, y allí cogió un cuerno negro de su cinto y lo llevó a sus labios. Sopló, invocando las fuerzas mágicas que ahora poseía. No sonó ninguna nota, al menos no este plano. Bajo el cuerno y al cabo de unos segundos los muertos comenzaron a mover sus extremidades. Poco a poco, uno a uno, se fueron levantado para unirse al cada vez mayor ejército de él. Zalphiros estaría satisfecho.
Con una orden mental sus siervos comenzaron a avanzar hacia el norte, en busca del siguiente pueblo para aumentar aún más su número. Fue entonces cuando la brisa movió una puerta entreabierta en sus goznes y Aldalantüste sintió curiosidad al ver que la puerta de una casa se abría.
Entró en la hacienda sin querer tocar nada, sólo quería mirar, por una vez quería ver cómo había sido la vida de aquellos que ahora la servían por toda la eternidad. Subió en silencio las escaleras hasta el segundo piso y sus pasos le llevaron a la habitación principal. Allí, en la cama, con la mirada perdida en la ventana había una mujer con el pelo rubio trenzado.
A la elfa le resultó curioso que aquella mujer no hubiera intentado huir o luchar como todos los demás. Se acercó, preguntándose si no estaría muerta, aunque sabía que de ser así ahora estaría marchando hacia el norte como el resto.
La mujer giró la cabeza y la miró, aunque su mirada estaba perdida y parecía estar muy lejos de alli.
- ¿Celene? Es la tierra natal de Ornym. Y el fuego parecía extenderse hasta el lago Nyr Dyv. Eso está muy cerca de mi pueblo. Dioses...
Se acerca las manos a las sienes, preocupada, mientras se aleja unos pasos del círculo en el que había participado hasta hacia unos instantes. Si ya sentía necesidad de salir de Greyhawk, ésta era ahora más acuciante.
Luego se dirige a Abraldazin y al resto del consejo:
- ¿Sabéis que ha estado sucediendo en Celene? ¿Había algún tipo de conflicto últimamente que haya podido provocar esto?
Jen ahoga un grito y se lleva la mano al pecho al ver el fuego a lo lejos, con expresion horrorizada. -oh no!- Exclama cuando Nessa afirma lo cerca que está el fuego de su pueblo. -Nessa, tenemos que ir! Tu pueblo podria estar en peligro! Que hacemos? Cuando ha empezado esto? Cuanto lleva ardiendo?-
El hechicero mira a las lejanas llamas con los ojos llenos de lágrimas.
- Los Orcos de Pojmar jamás podrían hacer esto, no sin que les hubiéramos descubierto. Sólo conozco dos seres que odien tanto a mi pueblo como para lanzar un ataque así. Iuz, el cual no podría atravesar Furyondia con un ejército para hacer esto y... Zalphiros. Pero para poder esquivar las defensas de Celene ha tenido que recibir ayuda de alguien que las conociera. Dijisteis que la maga Aldanatüste se fue con él, ¿Cierto? -
-Qué?! Aldalantanüste nunca haría algo así!-Asegura de primeras le barde, rotundamente.- Es una locura, se fue con él para salvarnos a nosotros. No haria...!- Mira las llamas de nuevo.- Ella no...!- Su voz muere, y traga saliva dandose cuenta de la terrible conclusión a la que eso le lleva. -Zalphiros la habrá embaucado... O lavado el cerebro! O, o... Oh, Alda...!- Vuelve a mirar la muralla de llamas a lo lejos, y no puede decir nada más. Negando con la cabeza y ante la desoladora escena se acerca a Julian, quien no ha dicho palabra en todo el tiempo, arrastrado hasta aquí sin comerlo ni beberlo y quien está mirando las llamas a lo lejos casi sin pestañear como quien ve algo fuera de los limites de su cordura. Se apoya en él y se aferra a su brazo temiendo que las piernas le vayan a ceder de un momento a otro.
La voz de Vraak, ronca or la emoción es la única que contesta a Jen.
- Ninguno la conocíamos tan bien. Sea por voluntad propia o por medio de la Magia... - las palabras mueren en su garganta.
Julian está pálido, se siente impotente ante tales acontecimiento. Pero el contacto de Jen le devuelve a la realidad y pasa un brazo por los hombros del barde. Elle es algo real, tangible y se aferra a su amor tanto para dar consúelo como para recibirlo. Una parte de su mente quiere que se quede allí con el siempre, mantenerle alejade del peligro. Sabe que no podrá. Pero esa es una parte de Jen que le encanta y aterra al mismo tiempo.
De pronto, por encima de su cabeza pasan varias criaturas voladoras en dirección a Celene. Parte de la Guardia Gris se dirige hacia allí a lomos de los hipo grifos. Nessa ve también algunas aguilas gigantes, al menos media docena.
Sir Cynair, sin decir una palabra, extiende un par de alas resplandecientes de su espalda. Parecen hechas de ondulantes haces de luz dorada. Tras cruzar una mirada con Xandry’la se eleva en el cielo nocturno con un poderoso batir de alas, y se une a la avanzadilla que envía Greyhawk en ayuda de sus aliados.
- ¿Qué podemos hacer? - pregunta Nessa - ¿podemos disponer de algún grifo para ir rápidamente a ayudar? Abraldazin, ¿habría posibilidad de que nos teleportaras?
Nessa se encuentra dividida, entre la necesidad que siente de ir a por su familia y la urgencia de los bosques ardiendo en la lejanía...
La calmada y tranquila felicidad de Rolthos por la ceremonia de sus amigos se agrió de inmediato al ver arder todo en la lejanía. El temor de que aquello fuese obra de Zalphiros y por tanto consecuencia de sus actos le paralizó. Si era obra de Zalphiros nada de lo que hiciese podría redimir las incontables vidas que ahora cargaban sobre sus hombros. Se miró las manos imaginándoselas llenas de sangre. Entendió de pronto que no había redención posible para su fracaso pasado.
- Debo ir a ayudar - Dijo sin emoción. - Si no disponéis de un medio de transporte para acudir de inmediato, partiré a caballo ahora mismo.
Sentía todo perdido y condenado. Tan solo la promesa que hizo con sus votos le guió para actuar, para seguir adelante.
Las siguientes horas fueron un tanto confusas. La ciudad se sumió en un estado de calma confusa mientras las noticias corrían más rápidas que el fuego que consumía el bosque de Celene. Sin embargo, al no parecer que existiera una amenaza inmediata contra la propia Greyhawk, la ciudad amanece intentado mantener la normalidad, pero anticipando los cambios que van a ocurrir y temiendo que la sombra de la guerra vuelva a extenderse sobre ella.
Los amigos vieron amanecer en una habitación de estudio de la Academia Gris, mientras esperaban que el Rector volviese con noticias. Tras los primeros momentos en que vieron a sus aliados dar órdenes y preparar las defensas de la ciudad ante un posible ataque de quien fuera que estaba atacando Celene, los primeros informes comenzaron a llegar.
Hordas de muertos vivientes se habían levantado de los campos de batalla de los años anteriores y ahora marchaban por la frontera de Celene en dirección al norte, a Furyondy. Lo peor parecía ser que, allí donde atacaban, los caídos defendiendo sus hogares pasaban a engrosar las filas del ejercito que lenta, pero inexorablemente se dirigía hacia el norte.
Sobre un mapa de la zona los compañeros junto con la mayoría de los miembros del Consejo de la ciudad estudian la situación durante largo rato.
- Parece que Zalphiros quiere llegar al lugar donde el Imperio de Iuz se enfrentó a Furyondya y sus aliados... si llega a esa frontera, su ya considerable fuerza alcanzará proporciones demasiado grandes - deduce Sentan Nurev, General de Greyhawk, tras las informaciones aportadas por el mago y lo que han podido recabar.
- ¿Tanto poder le da el artefacto ? - pregunta Antón
- Es dificil de saber - responde Eirtai - pero de momento no parece tener límite -
- Por lo menos - responde Abraldazin con una venda fresca en su hombro - la mayoría de sus fuerzas parecen consistir en esqueletos y zombies. Tan sólo el dacrolich que le sirve de montura conserva voluntad propia. -
- ¿Seguimos sin noticias de Sir Cynair? - pregunta Xan' drila. Abraldazin niega con la cabeza.
- Defendía el poblado elfo de Syhnirfen del ataque del dracolich cuando me marché con los refugiados. - hace una pausa intentado encontrar las palabras adecuadas - Estoy seguro de que... -
Xan'drila niega con la cabeza
- Veremos. Ahora concentrémonos - dice, aunque Jen puede ver que aprieta la mandíbula y Julian y elle intercambian una mirada.
- ¿Cómo es posible que tenga tanta eficacia? Aún usando la magia no puede dirigir un frente tan largo como el que ha desplegado en Celene. - comenta Sir Lyndal Greydragon, Maestre de la Orden de Mayaheine.
- Tiene algunos lugartenientes, aprendices de sus oscuras artes seguramente. - responde Abraldazin y mira a Vraak y el resto de los compañeros - parece que una de ellas es la elfa que huyó con el portando la reliquia... -
- Debemos concentrar nuestros esfuerzos en ayudar a Celene - dice con la aquiesencia unánime de todos. El alcalde permanece en silencio, observando todo desde la cabecera de la mesa. Nessa no lo había visto nunca, se trataba de un hombre anciano, enjuto, con la piel marcada por las arrugas y las manos con dedos largos y, incluso por la avanzada edad, elegantes. Vestía una túnica de terciopelo azul oscuro y se cubría con una pesada capa de piel de oso pese a que en el hogar ardían dos grandes maderos.
- Movilizaré dos batallones para unirnos a las fuerzas de Furyondy y detener su avance hacia el noreste. Es posible que Celene pueda atacar desde el sur, pero dudo que puedan dedicar tropas a algo que no sea defender sus tierras. - añade Sentan Nurev - Pero con los refuerzos de Furyondy deberíamos ser capaces de frenarle antes de que llegue a la frontera con el Imperio de Iuz. -
Eirtai parece preocupada. Duda antes de añadir.
- He oído que algo ocurría en las tierras del suroeste de Furyondy. Terremotos, repentinas crecidas de ríos... - todos se miran y enmudecen. Como si algo que temían se estuviera confirmando.
- ¿Crees que el Templo... ? - pregunta Abraldazin.
Ella niega con la cabeza - No lo sé... no es tan grave como la última vez. Pero si empeora Furyondy no podrá acudir en ayuda de nuestras tropas ni de Celene. -
- Suficiente - les corta una voz profunda, que aunque ajada por la edad aún es poderosa. - No podemos cubrir todos los frentes. Enviaremos ayuda al bosque de Celene, la guste a la Reina o no que otros hollen sus bosques, no quedará nada que pisar si los muertos vivientes arrasan con todo. Preparad los batallones para partir lo antes posible e interceptar el grueso del ejército. Si Celene consigue defender el núcleo de su reino empujará a los esqueletos hacia el noreste, para que se junten con las fuerzas principales de Zalphiros y podamos acabar con ellos. Buscad agentes que puedan ayudar en los otros asuntos, sobre todo recabando información. ¿Está el Consejo de acuerdo? - pregunta mirando a todos, los cuales asienten - Bien, debemos tranquilizar a la población. No podemos ocultar algo así, ni debemos. Es importante preparar la Ciudad en caso de que nuestros planes fracasen. No me cabe duda de que Zalphiros intentará atacar la Ciudad antes o después. Una vez más, el Consejo y la Ciudad os agradecen vuestra ayuda y consejos Lady Fey'la - Se levanta, y todos lo hacen en deferencia al anciano Alcalde. - Si me disculpáis, debo recibir a una delegación de la Hermandad Escarlata. No frunzáis así el ceño Sir Lyndal, debemos recibirlos, pese a todo. -
Con paso más vivo del que su edad podría sugerir, aunque apoyándose en un elegante bastón, el Alcalde abandona la sala no sin antes dedicar una mirada al pequeño grupo de aventureros que ha asistido a la reunión del Consejo.
Mientras el resto comienza a enfrascarse en los detalles logísticos y legales de las acciones que deben ser tomadas Xandry'la y Ser Lyndal se acercan a ellos.
- Partiré hacia Shynirfen en unas horas- dice la elfa - Nessa siento no poder ir contigo hacia tu hogar, las fuerzas de Zalphiros están por la zona aunque no tenemos noticias de tu ciudad, pero yo... yo debo ir en otra dirección. - no puede evitar ocultar la preocupación en su voz.
- ¿Qué haréis una vez lleguéis a Libennen? - pregunta Sir Lyndal.
Nessa, silenciosa, intercambia miradas cada vez más preocupadas con sus compañeros mientras escuchan los planes de los altos cargos de la ciudad. Sólo se decide a intervenir cuando escucha la mención del "Templo".
Nessa makes a History check! 1d20 (16) + 2 = 18 ¿Templo? ¿Que templo?
- Ese templo ... ¿os referís al Templo del Mal Elemental? Mi maestro combatió en esa cruzada y me contó alguna de historia de aquél lugar. Sinceramente espero que no haya actividad allí de nuevo. Quizás merecería la pena comprobar si todo esta en orden allí, una vez podamos resolver los asuntos más acuciantes.
Cuando Xandry'la y Sir Lyndal se acercan a ellos, la ranger mira a la elfa:
- Lo entiendo. Espero que todo vaya bien allí, Xandry'la.
Luego responde a Sir Lyndal:
- Supongo que dependerá de lo que encontremos... Confieso que en mi caso los motivos familiares pesan mucho, mi hermana desapareció hace un tiempo del pueblo y me gustaría buscarla, o al menos encontrar alguna pista que me ayude a entender lo que sucedió. Pero entiendo que la prioridad ahora está en Celene, y creo que hablo por todos al decir que nos gustaría ayudar a echar a esas hordas de no muertos - mira al grupo buscando su confirmación - Ni que decir tiene que nos sentimos responsables y queremos hacer lo que esté en nuestras manos para acabar con Zalphiros, y cualquiera que le acompañe.
Rolthos permaneció en un amargo silencio mientras los acontecimientos transcurrían a su alrededor.
- Estaría bien saber cuál es el verdadero objetivo de Zalphiros. Lleva años de meticulosa planificación de un elaborado plan. Los artefactos eran solo el primer paso. Y creo que este ataque es simplemente un paso subsecuente. – Tras una pausa prosigue. – De mi enfrentamiento con él, entiendo que su motivación no es la simple destrucción, caos y sufrimiento de la población. Si mi interpretación es correcta, la muerte de miles de inocentes sería un mal necesario para su objetivo final. Objetivo final que el considera justo y necesario.
- ¿Dónde se ha avistado a Aldalanatüste? Me inclino a ir a su encuentro y averiguar acerca de las intenciones del nigromante.
Jen intenta seguir la conversacion lo mejor que puede, tratando de retener los detalles que le parecen importantes. Nunca fue un gran estratega, pero intenta poner sus prioridades en orden.
Lo primero que hace es darle un codazo a Julian, y le pone la palmaa de la mano hacia arriba, haciendo un gesto de "dame". -Paga.- Dice por lo bajini. Julian vuelca los ojos, y saca una moneda de un bolsillo. Moneda que Jen se guarda en el chaleco con una sonrisa de satisfaccion.
-Que templo? Que mal elemental? Hay algo alli que pueda bloquear al ejercito de Furyondya? Si es asi, es lo primero que buscaría Zalphiros, no? O alguno de sus lugartenientes. Algo con lo que neutralizar a sus enemigoh, pero de que estoy hablando. Si va montado en un dracolich! Que tonteria, si se creerá invencible.- Suspira, pensando en la arrogancia del nigromante.
-Estoy con Nessa. Seguir con el plan inicial de ir a su ciudad natal me parece prioritario. Es... -traga saliva antes de hablar - Es un punto en mitad del recorrido de Zalphiros, y no sabemos si ha sido atacado o no! Quizá nos de pistas del por qué de sus acciones, y tal vez podamos atajarle.-
- Se la ha visto en varias aldeas a lo largo de la frontera- response Sir Lyndal a Rolthos. - Creo que ir a Liebernen es buena idea. Alli puede que encontréis alguna pista y podáis ayudarles a preparar la defensa en caso de que se desvíen hacia allí. -
- Respecto al Templo - añade - no conseguimos destruirlo pero si sellarlo. Caos y destrucción es lo que parecían buscar sus seguidores, replicar el caos primordial de los planos elementales en Oerth. Si esa fuerza volviera a levantarse de nuevo, Furyondy tendría problemas para hacer frente a la amenaza de Zalphiros y está, además de contener a Iuz en el norte. - Mira a Nessa - ¿Dices que tu maestro estuvo allí? ¿Cuál era su nombre? -
- Dudo que el nigromante tenga relación alguna con el Templo - dice Xandry’la - pero si el Templo o sus seguidores están activos sin duda habrá aprovechado la oportunidad para atacar y sacar rédito de la confusión. -
Los dos ilustres de la ciudad, así como Xandry'la miran asombrados a Nessa.
- ¿Ornym Galadornë? ¿ El Guardian Esmeralda de la Reina? - dice el viejo caballero francamente sorprendido.
- Poco después de volver de la cruzada contra el Templo, Ornym se retiró de la Corte de las Estrellas -confirma Xandry'la - Lo que me sorprende es que te tomara como pupila. No me malinterpretes -se apresura a añadir - es que dijo que no quería volver a empuñar un arma. Por eso me sorprende que te enseñara a ti a usarlas. Debería haber reconocido el estilo - la elfa sonríe a Nessa - Sin duda eres una buena alumna de sus enseñanzas -
Las noticias sobre su antiguo aliado parecen sorprender a Sir Lyndal y Eirtai en un primer momento pero parecen asentir a las palabras de la elfa.
- Normal... después de lo que pasó... - dice en voz baja Eirtai mirando a Sir Lyndal, el cual, con aire grave asiente.
Nessa de pronto cae en la cuenta de la reticencia de Ornym por enseñarla, y todo lo que le costó de ruegos y más ruegos que comenzara a entrenarla en el uso del arco y las espadas.
- Dijiste - la interrumpe Xandry'la en sus pensamientos - ¿que había abandonado tu pueblo? Una lástima, pues ninguna avanzadilla de muertos vivientes llegaría a un lugar protegido por él. - Tras una breve pausa dice - Espero que esté bien. -
- Ehem - interrumpe Vraak - Estoy con Rolthos que estaría bien localizar a esa elfa traidora. - Mira al grupo, en especial a Nessa - Si me aceptáis, me gustaría acompañaros. Yo también me siento responsable de lo que está ocurriendo. -
Con su destino decidido, Eritai contesta a Nessa.
- Me temo que los Jinetes de Grifos son una de las unidades de mayor renombre en la Ciudad. Crían a sus grifos desde que rompen el cascarón hasta la edad adulta, cada jinete al suyo propio, y el lazo que se forma entre ellos es indestructible. Los grifos no aceptan a ningún otro jinete. Y no creo que el Alcalde lo autorizara de todas maneras. -
- Con la Ciudad en estado de alerta y preparándose para marchar los ejércitos nuestros recursos son limitados pero os facilitaré una carta para que podáis pertrecharos en la ciudad antes de partir. - dice el General de la ciudad desde la mesa.
La Matriarca de St. Cuthbert añade
- Contactaré con vosotros periódicamente para compartir información. Si vemos que sois necesarios en alguna parte con urgencia lo sabréis. - pone la mano en el hombro de Nessa - Espero que lleguéis a tiempo, y que encuentres a tu hermana. Que St. Cuthberth guíe tus pasos. -
Sir Lyndal se lleva aparte a su más joven paladín.
- Puedo ver esa mirada en tus ojos joven Rolthos. No te martirices. No eres el responsable. Fuiste engañado, como lo fuimos todos cuando pensamos que Zalphiros no era una amenaza, pese a lo que aseguraba Sir Peltros. -suspira - Como desearía ver la cara a ese viejo cascarrabias aunque me estuviera recordando que él tenía razón - niega con la cabeza, sonriendo al recordar a un viejo amigo. - En cualquier caso Rolthos. No lleves una carga que no te corresponde. De haber tomado otra decisión os habría matado a todos y ahora no sabríamos ni qué está pasando ni quién es el responsable. Por lo menos ahora contamos con algo de información. Y puedes ir allí y llevar la justicia y justa venganza de Mayaheine hasta él. - Le pone la mano en el hombro y aprieta con fuerza.
El desconcierto asoma en la cara de la joven ranger:
- ¿Guardián Esmeralda? Yo ... no lo sabía...
Mira al suelo, aún procesándolo, y sintiendose además un poco avergonzada por desconocer tantos detalles de alguien con quien había pasado tanto tiempo.
"¿Dijo que no volvería a empuñar un arma? ¿Y aún así decidió tomarme como pupila?"
Nessa sintió el peso de aquella verdad como una losa, acompañada por una punzada de culpabilidad. Pero con todo, algo se sobrepuso: la decisión de no desperdiciar lo que a su maestro, sin duda, debió costarle hacer.
"Haré que te sientas orgulloso de mí, Ornym"
Tras el momento de ensimismamiento, vuelve la mirada a los presentes:
- Sí, se fue de Libernen...
"Y no de forma agradable, a juzgar por lo que escribió Andrew. Oh dioses, le debo una disculpa enorme"
- ¿Puedo preguntar ... qué fue lo que le hizo tomar esa decisión? ¿Que sucedió?
Momentos después, cuando Vraak pregunta si puede acompañarles, Nessa asiente y sonríe:
- Por supuesto, tu hacha será bienvenida, Vraak.
La ranger incluso se permite un momento de humor en el ambiente tan serio cuando añade entre risas:
- Prometo no clavarte ninguna flecha esta vez.
La ranger además agradece las palabras y el apoyo de Eritai. Algo en la presencia de la Matriarca de St. Cuthbert hace que Nessa se sienta mejor. Lo sintió la primera vez que la vio, en el interrogatorio tras volver de la torre del dragón, y ahora de nuevo. ¿Cómo conseguia llenarla de paz de esa manera?
Sus interlocutores intercambian miradas ante la pregunta de Nessa
- Si él no te lo dijo... mejor respetar su intimidad... -dice Eritai con voz suave - Tuvo que tomar una decisión muy difícil, por el bien de todos. Hizo lo correcto. Pese a todo -le explica sin querer entrar en detalles pero sintiendo que la chica necesita una explicación para calmar su preocupación. - Tu maestro es un héroe Nessa - le dice mirándola a los ojos - No lo olvides nunca. - le sonríe
Momentos más tarde Vraak sonríe de medio lado.
- Intentaré no cortaros por la mitad esta vez, pero yo no prometo nada -contesta a Nessa guiñándole un ojo.
-Necesitaremls caballos! O una forma de transporte que nos permita movernos con velocidad. No podemos teleportarnos? Hay muchas incógnitas que despejar, y si podemos dar con una pista sobre las tropas de Zalphiros, no perdamos mas tiempo. - Afirma Jen, decidide con el destino. Dicho esto se vuelve a Ilya y le toma de las manos. -Mantente sano y a salvo, por favor.- Juntan sus frentes en un silencioso acuerdo, y tras inspirar hondo, Jen le suelta y se vuelve hacia el grupo, decidide a marchar en cuanto puedan.
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** Un ratito antes de la ceremonia **
Nessa se deja peinar por su amigue, en lo que se está convirtiendo en un ritual para les dos. La ranger además agradece las palabras de Jen, que siempre le ayudan a quitar un poquito del peso que se ha apoderado de su corazón desde que leyó la carta de su hermano.
Sonríe a su amigue y dice:
- Desde luego, me siento más fuerte con vosotros. Porque te confesaré que tengo miedo, Jen, mucho miedo. Miedo de enfrentarme a Andrew, pero más aún de enfrentarme a mi padre. Y por supuesto, miedo de cómo voy a encontrar a mi madre y ... de no ver a mi hermana nunca más.
La ranger suspira largamente, y añade:
- Pero bueno, eso es a partir de mañana. Hay que intentar disfrutar de este día, ¿no? ¿Qué opinas de .... ESTO? - dice mientras abre un poco su carcaj y le enseña a le barde las botellas de vino élfico - Hagamos que esta noche sea digna de recordar, ¿sí?
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Tras la firma y sello de Julian el Alto Magistrado pone el de Greyhawk y Sir Cynair y Eritai firman como testigos. Anton enrolla el pergamino para entregárselo con una leve reverencia mientras Cruços hace lo propio con el suyo que es firmado por Xandy'la y Sir Cynair como testigos.
Sin embargo cuando están recogiendo los pergaminos y sonriendo la puerta de la sala se abre de par en par para revelar a un apresurado Vraak. Tras él, el rector de la Academia Gris Abraldazin Hosk, con la cara descompuesta, entra en la sala.
- Lamento la interrumpción - dice - pero debéis ver esto Sires - dice a los ilustres personajes que están en la sala.
Sin mediar mucha más palabra el hechicero les indica que se tomen de las manos y con unas palabras aracanas y un fogonazo de luz todos sienten el frio aire del invierno azotarles la cara. Se encuentran en las murallas externas de la ciudad, mirando al este por la posición de la luna menguante en el cielo estrellado.
musica
En el horizonte puede verse un fulgor rojo que se extiende millas y millas a lo largo de la fina línea que separa el cielo de la tierra. Un espeso humo se eleva ominoso y desafiante en la noche y, aunque está demasiado lejos, todos jurarían que pueden oler la madera quemada.
- Celene está ardiendo -
Las palabras de Sir Cynair les hiela la sangre a todos.
La línea de fuego se extendía hasta el Nyr Dyv y la frontera con Furyondy.
PbP Character: A few ;)
Los gritos la rodeaban.
musica
Le molestaban los gritos. Pese a saber que se acabarían pronto, le molestaban. Era algo totalmente innecesario, pero al parecer inevitable. Quizá en otro momento, en otra vida, lo podría haber entendido. Paseó su mirada mientras sus siervos llevaban a cabo su voluntad de manera metódica, aséptica. Se preguntó cómo había tardado tanto tiempo en apreciar el valor y la simpleza de aquellas criaturas, incluso la belleza que había en su forma de ejecutar sus órdenes. No había crueldad en ellos, ni odio, ni deseo. Tan sólo la voluntad de cumplir con los designios que habían sido marcados para ellos. Por ella. Por él.
Escuchó los gritos de sus vecinos y titubeó antes de abrir los postigos de la ventana. Pero tenía que asegurarse. Los abrió y el frío aire invernal casi apagó los últimos rescoldos del hogar. El horror se desarrollaba ante sus ojos. Aquellas criaturas no-muertas caminaban entre las casas del pueblo e iban masacrando sin piedad alguna a todo el que encontraban. Se mordió los labios hasta sangrar para no gritar cuando uno de ellos atravesó con su garra el pecho del viejo Albert. Con lágrimas en los ojos cerró de nuevo los postigos y miró hacia su padre.
Cerró los ojos. Esperando que los gritos se acabaran. Respiró hondo el nocturno aire esperando oler las flores que había visto en el pueblo, pero sólo le llegó el olor a sangre, miedo y muerte.
Con un suspiro de resignación abrió de nuevo los ojos y observó curiosa como una de las casas empezaba a arder. Las llamas lamían la fachada saliendo por las ventanas, furiosas, vengativas. Le resultó curioso que, al final, siempre ardía alguna casa, o granero. Miró a su espalda y pudo ver la línea de humo que se elevaba en la noche. Aquello debería producirle algún sentimiento. Al fin y al cabo aquello que ardía a varias millas de distancia, al otro lado del río, había sido su hogar. Pero esa había sido otra vida. Antes de conocerle a él. de darse a él en cuerpo y alma. En realidad no. Nunca había sido su hogar y ella lo sabía. Por eso lo abandonó. ¿Era verdad lo que él le había dicho? ¿Estaba vengándose de los elfos por haberla tratado con desdén? ¿Era tal su amor por ella que un desagravio merecía la aniquilación de todo un reino? Una media sonrisa se dibujó en sus negros labios. No importaba si aquel movimiento siempre había estado en sus planes o realmente lo hacia por ella. La quería. Y ella a él. Eso era suficiente.
Con lágrimas en los ojos, apretando con fuerza un hacha en una mano y la mano de su padre en la otra, forzándole a salir de la casa y cerrar la puerta se agazaparon tras las ruedas de un carromato. Los muertos vivientes seguían masacrando a sus vecinos, a sus amigos. La casa de los Mcreny estaba en llamas. No les había visto salir. Uno de aquellos seres les descubrió y se lanzó hacia ellos. Con un grito fruto del miedo y la desesperación clavó con fuerza su hacha en la cabeza del zombi, que se desplomó en el suelo a sus pies sin emitir ni un sólo sonido. Pero su grito había alertado a otro de ellos que giro su podrida cabeza en su dirección y les miro con ojos muertos. Quiso recuperar su hacha, pero estaba demasiado clavada en el cráneo del otro zombi. La criatura se abalanzó sobre él, con los dedos convertidos en putrefactas garras buscando su cuello. Cayeron al suelo y rodaron. Tuvo que aguantar una nausea al verse envuelto por el fétido olor de la criatura que quedó sobre él. Poco a poco iba acercando sus garras a su piel. Ya sentía cómo le arañaba y sentía salir un ligero hilo de sangre. El zombi abrió la boca para morder la suave piel del cuello y de repente se quedó laxo sobre él. Sobresaliendo de su boca y su frente aparecieron las puntas de una horca. Con un gruñido se quitó el cadáver de encima y su padre le ayudó a levantarse. Ambos recuperaron sus herramientas pero era demasiado tarde. Estaban rodeados. Paso a paso los zombies se fueron acercando y esta vez no pudieron hacer nada contra su superioridad numérica. Lo último que vio Andrew con horror mientras le arrancaban la vida a mordiscos fue que la puerta de su casa se abría merced de la brisa nocturna.
Todo acabó más rápido de lo esperado. Por fin, una vez más, había silencio. O casi, pues sus siervos aún se movían arrastrando los pies en busca de más víctimas.
Aldalanatüste levantó un dedo y todos los no muertos se quedaron donde estaban. El fuego de la casa iluminaba la dantesca escena con decenas de pueblerinos muertos a los pies de sus ejecutores no-muertos que aún tenían la sangre fresa de sus víctimas en sus garras y bocas. Caminó hasta casi el centro del pueblo, y allí cogió un cuerno negro de su cinto y lo llevó a sus labios. Sopló, invocando las fuerzas mágicas que ahora poseía. No sonó ninguna nota, al menos no este plano. Bajo el cuerno y al cabo de unos segundos los muertos comenzaron a mover sus extremidades. Poco a poco, uno a uno, se fueron levantado para unirse al cada vez mayor ejército de él. Zalphiros estaría satisfecho.
Con una orden mental sus siervos comenzaron a avanzar hacia el norte, en busca del siguiente pueblo para aumentar aún más su número. Fue entonces cuando la brisa movió una puerta entreabierta en sus goznes y Aldalantüste sintió curiosidad al ver que la puerta de una casa se abría.
Entró en la hacienda sin querer tocar nada, sólo quería mirar, por una vez quería ver cómo había sido la vida de aquellos que ahora la servían por toda la eternidad. Subió en silencio las escaleras hasta el segundo piso y sus pasos le llevaron a la habitación principal. Allí, en la cama, con la mirada perdida en la ventana había una mujer con el pelo rubio trenzado.
A la elfa le resultó curioso que aquella mujer no hubiera intentado huir o luchar como todos los demás. Se acercó, preguntándose si no estaría muerta, aunque sabía que de ser así ahora estaría marchando hacia el norte como el resto.
La mujer giró la cabeza y la miró, aunque su mirada estaba perdida y parecía estar muy lejos de alli.
- ¿Nessa? ¿Eres tú ? -
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Un escalofrío recorre la espalda de Nessa:
- ¿Celene? Es la tierra natal de Ornym. Y el fuego parecía extenderse hasta el lago Nyr Dyv. Eso está muy cerca de mi pueblo. Dioses...
Se acerca las manos a las sienes, preocupada, mientras se aleja unos pasos del círculo en el que había participado hasta hacia unos instantes. Si ya sentía necesidad de salir de Greyhawk, ésta era ahora más acuciante.
Luego se dirige a Abraldazin y al resto del consejo:
- ¿Sabéis que ha estado sucediendo en Celene? ¿Había algún tipo de conflicto últimamente que haya podido provocar esto?
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Jen ahoga un grito y se lleva la mano al pecho al ver el fuego a lo lejos, con expresion horrorizada. -oh no!- Exclama cuando Nessa afirma lo cerca que está el fuego de su pueblo. -Nessa, tenemos que ir! Tu pueblo podria estar en peligro! Que hacemos? Cuando ha empezado esto? Cuanto lleva ardiendo?-
El hechicero mira a las lejanas llamas con los ojos llenos de lágrimas.
- Los Orcos de Pojmar jamás podrían hacer esto, no sin que les hubiéramos descubierto. Sólo conozco dos seres que odien tanto a mi pueblo como para lanzar un ataque así. Iuz, el cual no podría atravesar Furyondia con un ejército para hacer esto y... Zalphiros. Pero para poder esquivar las defensas de Celene ha tenido que recibir ayuda de alguien que las conociera. Dijisteis que la maga Aldanatüste se fue con él, ¿Cierto? -
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-Qué?! Aldalantanüste nunca haría algo así!-Asegura de primeras le barde, rotundamente.- Es una locura, se fue con él para salvarnos a nosotros. No haria...!- Mira las llamas de nuevo.- Ella no...!- Su voz muere, y traga saliva dandose cuenta de la terrible conclusión a la que eso le lleva. -Zalphiros la habrá embaucado... O lavado el cerebro! O, o... Oh, Alda...!- Vuelve a mirar la muralla de llamas a lo lejos, y no puede decir nada más. Negando con la cabeza y ante la desoladora escena se acerca a Julian, quien no ha dicho palabra en todo el tiempo, arrastrado hasta aquí sin comerlo ni beberlo y quien está mirando las llamas a lo lejos casi sin pestañear como quien ve algo fuera de los limites de su cordura. Se apoya en él y se aferra a su brazo temiendo que las piernas le vayan a ceder de un momento a otro.
La voz de Vraak, ronca or la emoción es la única que contesta a Jen.
- Ninguno la conocíamos tan bien. Sea por voluntad propia o por medio de la Magia... - las palabras mueren en su garganta.
Julian está pálido, se siente impotente ante tales acontecimiento. Pero el contacto de Jen le devuelve a la realidad y pasa un brazo por los hombros del barde. Elle es algo real, tangible y se aferra a su amor tanto para dar consúelo como para recibirlo. Una parte de su mente quiere que se quede allí con el siempre, mantenerle alejade del peligro. Sabe que no podrá. Pero esa es una parte de Jen que le encanta y aterra al mismo tiempo.
De pronto, por encima de su cabeza pasan varias criaturas voladoras en dirección a Celene.
Parte de la Guardia Gris se dirige hacia allí a lomos de los hipo grifos. Nessa ve también algunas aguilas gigantes, al menos media docena.
Sir Cynair, sin decir una palabra, extiende un par de alas resplandecientes de su espalda. Parecen hechas de ondulantes haces de luz dorada. Tras cruzar una mirada con Xandry’la se eleva en el cielo nocturno con un poderoso batir de alas, y se une a la avanzadilla que envía Greyhawk en ayuda de sus aliados.
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- ¿Qué podemos hacer? - pregunta Nessa - ¿podemos disponer de algún grifo para ir rápidamente a ayudar? Abraldazin, ¿habría posibilidad de que nos teleportaras?
Nessa se encuentra dividida, entre la necesidad que siente de ir a por su familia y la urgencia de los bosques ardiendo en la lejanía...
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La calmada y tranquila felicidad de Rolthos por la ceremonia de sus amigos se agrió de inmediato al ver arder todo en la lejanía. El temor de que aquello fuese obra de Zalphiros y por tanto consecuencia de sus actos le paralizó. Si era obra de Zalphiros nada de lo que hiciese podría redimir las incontables vidas que ahora cargaban sobre sus hombros. Se miró las manos imaginándoselas llenas de sangre. Entendió de pronto que no había redención posible para su fracaso pasado.
- Debo ir a ayudar - Dijo sin emoción. - Si no disponéis de un medio de transporte para acudir de inmediato, partiré a caballo ahora mismo.
Sentía todo perdido y condenado. Tan solo la promesa que hizo con sus votos le guió para actuar, para seguir adelante.
Zevatur, Rolthos
Las siguientes horas fueron un tanto confusas. La ciudad se sumió en un estado de calma confusa mientras las noticias corrían más rápidas que el fuego que consumía el bosque de Celene. Sin embargo, al no parecer que existiera una amenaza inmediata contra la propia Greyhawk, la ciudad amanece intentado mantener la normalidad, pero anticipando los cambios que van a ocurrir y temiendo que la sombra de la guerra vuelva a extenderse sobre ella.
Los amigos vieron amanecer en una habitación de estudio de la Academia Gris, mientras esperaban que el Rector volviese con noticias. Tras los primeros momentos en que vieron a sus aliados dar órdenes y preparar las defensas de la ciudad ante un posible ataque de quien fuera que estaba atacando Celene, los primeros informes comenzaron a llegar.
Hordas de muertos vivientes se habían levantado de los campos de batalla de los años anteriores y ahora marchaban por la frontera de Celene en dirección al norte, a Furyondy. Lo peor parecía ser que, allí donde atacaban, los caídos defendiendo sus hogares pasaban a engrosar las filas del ejercito que lenta, pero inexorablemente se dirigía hacia el norte.
Sobre un mapa de la zona los compañeros junto con la mayoría de los miembros del Consejo de la ciudad estudian la situación durante largo rato.
- Parece que Zalphiros quiere llegar al lugar donde el Imperio de Iuz se enfrentó a Furyondya y sus aliados... si llega a esa frontera, su ya considerable fuerza alcanzará proporciones demasiado grandes - deduce Sentan Nurev, General de Greyhawk, tras las informaciones aportadas por el mago y lo que han podido recabar.
- ¿Tanto poder le da el artefacto ? - pregunta Antón
- Es dificil de saber - responde Eirtai - pero de momento no parece tener límite -
- Por lo menos - responde Abraldazin con una venda fresca en su hombro - la mayoría de sus fuerzas parecen consistir en esqueletos y zombies. Tan sólo el dacrolich que le sirve de montura conserva voluntad propia. -
- ¿Seguimos sin noticias de Sir Cynair? - pregunta Xan' drila. Abraldazin niega con la cabeza.
- Defendía el poblado elfo de Syhnirfen del ataque del dracolich cuando me marché con los refugiados. - hace una pausa intentado encontrar las palabras adecuadas - Estoy seguro de que... -
Xan'drila niega con la cabeza
- Veremos. Ahora concentrémonos - dice, aunque Jen puede ver que aprieta la mandíbula y Julian y elle intercambian una mirada.
- ¿Cómo es posible que tenga tanta eficacia? Aún usando la magia no puede dirigir un frente tan largo como el que ha desplegado en Celene. - comenta Sir Lyndal Greydragon, Maestre de la Orden de Mayaheine.
- Tiene algunos lugartenientes, aprendices de sus oscuras artes seguramente. - responde Abraldazin y mira a Vraak y el resto de los compañeros - parece que una de ellas es la elfa que huyó con el portando la reliquia... -
- Debemos concentrar nuestros esfuerzos en ayudar a Celene - dice con la aquiesencia unánime de todos. El alcalde permanece en silencio, observando todo desde la cabecera de la mesa. Nessa no lo había visto nunca, se trataba de un hombre anciano, enjuto, con la piel marcada por las arrugas y las manos con dedos largos y, incluso por la avanzada edad, elegantes. Vestía una túnica de terciopelo azul oscuro y se cubría con una pesada capa de piel de oso pese a que en el hogar ardían dos grandes maderos.
- Movilizaré dos batallones para unirnos a las fuerzas de Furyondy y detener su avance hacia el noreste. Es posible que Celene pueda atacar desde el sur, pero dudo que puedan dedicar tropas a algo que no sea defender sus tierras. - añade Sentan Nurev - Pero con los refuerzos de Furyondy deberíamos ser capaces de frenarle antes de que llegue a la frontera con el Imperio de Iuz. -
Eirtai parece preocupada. Duda antes de añadir.
- He oído que algo ocurría en las tierras del suroeste de Furyondy. Terremotos, repentinas crecidas de ríos... - todos se miran y enmudecen. Como si algo que temían se estuviera confirmando.
- ¿Crees que el Templo... ? - pregunta Abraldazin.
Ella niega con la cabeza - No lo sé... no es tan grave como la última vez. Pero si empeora Furyondy no podrá acudir en ayuda de nuestras tropas ni de Celene. -
- Suficiente - les corta una voz profunda, que aunque ajada por la edad aún es poderosa. - No podemos cubrir todos los frentes. Enviaremos ayuda al bosque de Celene, la guste a la Reina o no que otros hollen sus bosques, no quedará nada que pisar si los muertos vivientes arrasan con todo. Preparad los batallones para partir lo antes posible e interceptar el grueso del ejército. Si Celene consigue defender el núcleo de su reino empujará a los esqueletos hacia el noreste, para que se junten con las fuerzas principales de Zalphiros y podamos acabar con ellos. Buscad agentes que puedan ayudar en los otros asuntos, sobre todo recabando información. ¿Está el Consejo de acuerdo? - pregunta mirando a todos, los cuales asienten - Bien, debemos tranquilizar a la población. No podemos ocultar algo así, ni debemos. Es importante preparar la Ciudad en caso de que nuestros planes fracasen. No me cabe duda de que Zalphiros intentará atacar la Ciudad antes o después. Una vez más, el Consejo y la Ciudad os agradecen vuestra ayuda y consejos Lady Fey'la - Se levanta, y todos lo hacen en deferencia al anciano Alcalde. - Si me disculpáis, debo recibir a una delegación de la Hermandad Escarlata. No frunzáis así el ceño Sir Lyndal, debemos recibirlos, pese a todo. -
Con paso más vivo del que su edad podría sugerir, aunque apoyándose en un elegante bastón, el Alcalde abandona la sala no sin antes dedicar una mirada al pequeño grupo de aventureros que ha asistido a la reunión del Consejo.
Mientras el resto comienza a enfrascarse en los detalles logísticos y legales de las acciones que deben ser tomadas Xandry'la y Ser Lyndal se acercan a ellos.
- Partiré hacia Shynirfen en unas horas - dice la elfa - Nessa siento no poder ir contigo hacia tu hogar, las fuerzas de Zalphiros están por la zona aunque no tenemos noticias de tu ciudad, pero yo... yo debo ir en otra dirección. - no puede evitar ocultar la preocupación en su voz.
- ¿Qué haréis una vez lleguéis a Libennen? - pregunta Sir Lyndal.
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Nessa, silenciosa, intercambia miradas cada vez más preocupadas con sus compañeros mientras escuchan los planes de los altos cargos de la ciudad. Sólo se decide a intervenir cuando escucha la mención del "Templo".
Nessa makes a History check!
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¿Templo? ¿Que templo?
- Ese templo ... ¿os referís al Templo del Mal Elemental? Mi maestro combatió en esa cruzada y me contó alguna de historia de aquél lugar. Sinceramente espero que no haya actividad allí de nuevo. Quizás merecería la pena comprobar si todo esta en orden allí, una vez podamos resolver los asuntos más acuciantes.
Cuando Xandry'la y Sir Lyndal se acercan a ellos, la ranger mira a la elfa:
- Lo entiendo. Espero que todo vaya bien allí, Xandry'la.
Luego responde a Sir Lyndal:
- Supongo que dependerá de lo que encontremos... Confieso que en mi caso los motivos familiares pesan mucho, mi hermana desapareció hace un tiempo del pueblo y me gustaría buscarla, o al menos encontrar alguna pista que me ayude a entender lo que sucedió. Pero entiendo que la prioridad ahora está en Celene, y creo que hablo por todos al decir que nos gustaría ayudar a echar a esas hordas de no muertos - mira al grupo buscando su confirmación - Ni que decir tiene que nos sentimos responsables y queremos hacer lo que esté en nuestras manos para acabar con Zalphiros, y cualquiera que le acompañe.
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Rolthos permaneció en un amargo silencio mientras los acontecimientos transcurrían a su alrededor.
- Estaría bien saber cuál es el verdadero objetivo de Zalphiros. Lleva años de meticulosa planificación de un elaborado plan. Los artefactos eran solo el primer paso. Y creo que este ataque es simplemente un paso subsecuente. – Tras una pausa prosigue. – De mi enfrentamiento con él, entiendo que su motivación no es la simple destrucción, caos y sufrimiento de la población. Si mi interpretación es correcta, la muerte de miles de inocentes sería un mal necesario para su objetivo final. Objetivo final que el considera justo y necesario.
- ¿Dónde se ha avistado a Aldalanatüste? Me inclino a ir a su encuentro y averiguar acerca de las intenciones del nigromante.
Zevatur, Rolthos
Jen intenta seguir la conversacion lo mejor que puede, tratando de retener los detalles que le parecen importantes. Nunca fue un gran estratega, pero intenta poner sus prioridades en orden.
Lo primero que hace es darle un codazo a Julian, y le pone la palmaa de la mano hacia arriba, haciendo un gesto de "dame". -Paga.- Dice por lo bajini. Julian vuelca los ojos, y saca una moneda de un bolsillo. Moneda que Jen se guarda en el chaleco con una sonrisa de satisfaccion.
-Que templo? Que mal elemental? Hay algo alli que pueda bloquear al ejercito de Furyondya? Si es asi, es lo primero que buscaría Zalphiros, no? O alguno de sus lugartenientes. Algo con lo que neutralizar a sus enemigoh, pero de que estoy hablando. Si va montado en un dracolich! Que tonteria, si se creerá invencible.- Suspira, pensando en la arrogancia del nigromante.
-Estoy con Nessa. Seguir con el plan inicial de ir a su ciudad natal me parece prioritario. Es... -traga saliva antes de hablar - Es un punto en mitad del recorrido de Zalphiros, y no sabemos si ha sido atacado o no! Quizá nos de pistas del por qué de sus acciones, y tal vez podamos atajarle.-
- Se la ha visto en varias aldeas a lo largo de la frontera- response Sir Lyndal a Rolthos. - Creo que ir a Liebernen es buena idea. Alli puede que encontréis alguna pista y podáis ayudarles a preparar la defensa en caso de que se desvíen hacia allí. -
- Respecto al Templo - añade - no conseguimos destruirlo pero si sellarlo. Caos y destrucción es lo que parecían buscar sus seguidores, replicar el caos primordial de los planos elementales en Oerth. Si esa fuerza volviera a levantarse de nuevo, Furyondy tendría problemas para hacer frente a la amenaza de Zalphiros y está, además de contener a Iuz en el norte. - Mira a Nessa - ¿Dices que tu maestro estuvo allí? ¿Cuál era su nombre? -
- Dudo que el nigromante tenga relación alguna con el Templo - dice Xandry’la - pero si el Templo o sus seguidores están activos sin duda habrá aprovechado la oportunidad para atacar y sacar rédito de la confusión. -
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- Sí, estuvo allí. Su nombre es Ornym, Ornym Galadornë - dice Nessa, preguntándose si Sir Lyndal o Eritai le conocerán.
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Los dos ilustres de la ciudad, así como Xandry'la miran asombrados a Nessa.
- ¿Ornym Galadornë? ¿ El Guardian Esmeralda de la Reina? - dice el viejo caballero francamente sorprendido.
- Poco después de volver de la cruzada contra el Templo, Ornym se retiró de la Corte de las Estrellas - confirma Xandry'la - Lo que me sorprende es que te tomara como pupila. No me malinterpretes - se apresura a añadir - es que dijo que no quería volver a empuñar un arma. Por eso me sorprende que te enseñara a ti a usarlas. Debería haber reconocido el estilo - la elfa sonríe a Nessa - Sin duda eres una buena alumna de sus enseñanzas -
Las noticias sobre su antiguo aliado parecen sorprender a Sir Lyndal y Eirtai en un primer momento pero parecen asentir a las palabras de la elfa.
- Normal... después de lo que pasó... - dice en voz baja Eirtai mirando a Sir Lyndal, el cual, con aire grave asiente.
Nessa de pronto cae en la cuenta de la reticencia de Ornym por enseñarla, y todo lo que le costó de ruegos y más ruegos que comenzara a entrenarla en el uso del arco y las espadas.
- Dijiste - la interrumpe Xandry'la en sus pensamientos - ¿que había abandonado tu pueblo? Una lástima, pues ninguna avanzadilla de muertos vivientes llegaría a un lugar protegido por él. - Tras una breve pausa dice - Espero que esté bien. -
- Ehem - interrumpe Vraak - Estoy con Rolthos que estaría bien localizar a esa elfa traidora. - Mira al grupo, en especial a Nessa - Si me aceptáis, me gustaría acompañaros. Yo también me siento responsable de lo que está ocurriendo. -
Con su destino decidido, Eritai contesta a Nessa.
- Me temo que los Jinetes de Grifos son una de las unidades de mayor renombre en la Ciudad. Crían a sus grifos desde que rompen el cascarón hasta la edad adulta, cada jinete al suyo propio, y el lazo que se forma entre ellos es indestructible. Los grifos no aceptan a ningún otro jinete. Y no creo que el Alcalde lo autorizara de todas maneras. -
- Con la Ciudad en estado de alerta y preparándose para marchar los ejércitos nuestros recursos son limitados pero os facilitaré una carta para que podáis pertrecharos en la ciudad antes de partir. - dice el General de la ciudad desde la mesa.
La Matriarca de St. Cuthbert añade
- Contactaré con vosotros periódicamente para compartir información. Si vemos que sois necesarios en alguna parte con urgencia lo sabréis. - pone la mano en el hombro de Nessa - Espero que lleguéis a tiempo, y que encuentres a tu hermana. Que St. Cuthberth guíe tus pasos. -
Sir Lyndal se lleva aparte a su más joven paladín.
- Puedo ver esa mirada en tus ojos joven Rolthos. No te martirices. No eres el responsable. Fuiste engañado, como lo fuimos todos cuando pensamos que Zalphiros no era una amenaza, pese a lo que aseguraba Sir Peltros. - suspira - Como desearía ver la cara a ese viejo cascarrabias aunque me estuviera recordando que él tenía razón - niega con la cabeza, sonriendo al recordar a un viejo amigo. - En cualquier caso Rolthos. No lleves una carga que no te corresponde. De haber tomado otra decisión os habría matado a todos y ahora no sabríamos ni qué está pasando ni quién es el responsable. Por lo menos ahora contamos con algo de información. Y puedes ir allí y llevar la justicia y justa venganza de Mayaheine hasta él. - Le pone la mano en el hombro y aprieta con fuerza.
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El desconcierto asoma en la cara de la joven ranger:
- ¿Guardián Esmeralda? Yo ... no lo sabía...
Mira al suelo, aún procesándolo, y sintiendose además un poco avergonzada por desconocer tantos detalles de alguien con quien había pasado tanto tiempo.
"¿Dijo que no volvería a empuñar un arma? ¿Y aún así decidió tomarme como pupila?"
Nessa sintió el peso de aquella verdad como una losa, acompañada por una punzada de culpabilidad. Pero con todo, algo se sobrepuso: la decisión de no desperdiciar lo que a su maestro, sin duda, debió costarle hacer.
"Haré que te sientas orgulloso de mí, Ornym"
Tras el momento de ensimismamiento, vuelve la mirada a los presentes:
- Sí, se fue de Libernen...
"Y no de forma agradable, a juzgar por lo que escribió Andrew. Oh dioses, le debo una disculpa enorme"
- ¿Puedo preguntar ... qué fue lo que le hizo tomar esa decisión? ¿Que sucedió?
Momentos después, cuando Vraak pregunta si puede acompañarles, Nessa asiente y sonríe:
- Por supuesto, tu hacha será bienvenida, Vraak.
La ranger incluso se permite un momento de humor en el ambiente tan serio cuando añade entre risas:
- Prometo no clavarte ninguna flecha esta vez.
La ranger además agradece las palabras y el apoyo de Eritai. Algo en la presencia de la Matriarca de St. Cuthbert hace que Nessa se sienta mejor. Lo sintió la primera vez que la vio, en el interrogatorio tras volver de la torre del dragón, y ahora de nuevo. ¿Cómo conseguia llenarla de paz de esa manera?
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Sus interlocutores intercambian miradas ante la pregunta de Nessa
- Si él no te lo dijo... mejor respetar su intimidad... - dice Eritai con voz suave - Tuvo que tomar una decisión muy difícil, por el bien de todos. Hizo lo correcto. Pese a todo - le explica sin querer entrar en detalles pero sintiendo que la chica necesita una explicación para calmar su preocupación. - Tu maestro es un héroe Nessa - le dice mirándola a los ojos - No lo olvides nunca. - le sonríe
Momentos más tarde Vraak sonríe de medio lado.
- Intentaré no cortaros por la mitad esta vez, pero yo no prometo nada - contesta a Nessa guiñándole un ojo.
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-Necesitaremls caballos! O una forma de transporte que nos permita movernos con velocidad. No podemos teleportarnos? Hay muchas incógnitas que despejar, y si podemos dar con una pista sobre las tropas de Zalphiros, no perdamos mas tiempo. - Afirma Jen, decidide con el destino. Dicho esto se vuelve a Ilya y le toma de las manos. -Mantente sano y a salvo, por favor.- Juntan sus frentes en un silencioso acuerdo, y tras inspirar hondo, Jen le suelta y se vuelve hacia el grupo, decidide a marchar en cuanto puedan.