Jen se acerca en silencio a la figura del yaciente Fénix. Jen puede escuchar su lenta respiración. Siente que el aire está caliente en la proximidad de la gran criatura, incluso en ese estado que le barde sólo puede describir como "apagado".
Jen se acerca hasta casi poder extender su brazo y tocarlo, pero se detiene. Si no fera por la lenta y profunda respiración Jen pensaría que es una estatua. Lo ve muy frágil, teme rozarlo y que se deshaga en una montaña de cenizas que se lleve el viento. Pero sabe que eso no ocurriría. Las cadenas lo impedirían.
Las cadenas. Pesados eslabones de hierro unidos a unos grilletes que atenazan las patas del ave se extiende desde la parte inferior del postrado fénix, por lo que Jen no puede verlos. Sin embargo, los negros eslabones se unen en un pesado candado que cuelga de la plataforma donde reposa la criatura y está a la altura de Jen. Es un candado de hierro negro, con intricadas runas grabadas que parecen recorridas por un leve resplandor azulado. Jen se percata de que es la primera cosa azul que ven desde que entraron en el plano. El ojo de la cerradura permite alojar una llave para abrir el candado y soltar las cadenas.
Cuando Jen levanta la vista de nuevo hacia el fénix su corazón se para.
El ave le esta mirando a los ojos. Se ha despertado y girado el cuello para mirarle expectante.
Si por fuera Jen está casi tan inmovil como el gigantesco ave, por dentro su corazón late como si se le fuera a salir del pecho.
"Es…. Está muerto?" Se pregunta a si misme, con una voz en su cabeza que no es la suya "He llegado demasiado tarde?"Pero algo, en su fuero interno, niega. "No" interfiere en su mente otra voz. Y entonces por su mente pasa un pensamiento que no viene de la mente del acróbata.
El tiempo se detiene.
"Estas loca" Niega la primera voz " Nos van a matar""Podríamos estar ya muertos. Dos, tres guardias encantados. Y Shideh. Que crees que va a ocurrir cuando se pase el hechizo?""No puedo ser responsable de la muerte de mis compañeros. Estamos en una celda"
Por fuera, Jen se lleva la mano al pecho, palpándose el corazón. Unos lo verían como un símbolo de congoja. De impresión. De aprehensión. Y no es mas que la confirmación de que la sólida llave sigue ahí.
"Basta de jugar seguro"
Y sin mediar palabra, con la vista fija en el ave y como impulsade por una fuerza externa, Jen saca la pequeña llave negra de su chaleco y como quien apuñala a un enemigo y retuerce el cuchillo para que la herida sea letal, introduce la llave en la cerradura, y gira la muñeca.
Jen realiza todos los movimientos bajo la atenta mirada de los rojos iris del ave. Sus pupilas se dilatan casi imperceptiblemente cuando saca la pequeña llave negra, recuperada hacia tanto del fondo de una fuente en unas ahora lejanas ruinas.
- Chune - dice en la puerta un dubitativo Ibad - No se si.. -
Jen comienza a girar su muñeca. El corazón parece estar a punto de salirsele del pecho.
- ¡¡¡ ALTO !!! -
Un destello rojizo a su espalda, entre Jen y el resto de sus amigos les ciega por un instante y al parpadear ven allí a Shidhe. Su mano izquierda está extendida hacia Jen su rostro una mueca de asombro y... ¿Miedo?
- Mi Señora - dice Idab entre sorprendido y asustado. El Capitán de la guardia mira rápidamente a su Señora, a Jen y a su Señora de nuevo. Le barde siente cómo se le seca la boca cuando se da cuenta que el infujo que tenía sobre él ha desaparecido. La revelación de la traición de Jen, la sorpresa, el odio y finalmente el miedo, se refleja en sus ojos rápidamente - Mi Señora yo... -
- ¡SILENCIO IMBECIL!!-
Shidhe sólo hace un gesto con su mano derecha, aún mirando a Jen. La enorme salamandra sale despedida contra la pared. La violencia del golpe pilla a todos por sorpresa. El sonido de los huesos rompiéndose hace que a Jen le recorra un escalofrío por la espalda.
Idab queda inmóvil en el suelo, como un muñeco roto.
Vraak es el primero en reaccionar. Cogiendo su hacha hace ademán de adelantarse hacia la efretti pero esta apenas hace otro gesto con su mano y Vraak se queda inmóvil donde está. No sólo él. Cuando Nessa y Rolthos se disponen a ir en su ayuda se dan cuenta de que sus cuerpos están rígidos y no responden a sus órdenes. Cruços está paralizado a media transformación en su forma híbrida. La Señora de Todo lo que Arde Eternamente ni siquiera les mira. Su mirada está fija en Jen.
- Jen... Chune mia - dice con una voz dulce, pero tomada por la emoción - No lo hagas, te lo ruego. Detente. No sabes lo que haces. Perdóname. No pensé que esa bestia fuera a hacerte esto. -da un paso hacia Jen, despacio - Jen, no sabes de lo que es capaz ese ser. El peligro que supone. Si lo liberas desencadenarías horrores que ni te imaginas. Por favor, ven conmigo. No pasa nada. No estoy enfadada. No es culpa tuya. -Extiende sus manos hacia Jen, como una madre que quiere consolar a su hije - Ven conmigo Jen, tú eres mi elegide, tú y yo podemos hacer tantas cosas... arreglar tantos males... ven queride. Ven conmigo mi Jen. Mi Du'la -
Jen siente un vacio en el estómago al escuchar esa palabra.
Un quejido hace que Jen aparte momentáneamente la mirada de Shidhe. El enorme animal ha lanzado un quejumbroso sonido. Su mirada es implorante, ha agachado el largo cuello y mira a Jen desde abajo, con ojos suplicantes. Una lágrima se desliza por su rostro y cae al suelo de piedra.
Al seguir con la mirada la lágrima, Jen se da cuenta de que aún tiene la mano en la llave.
Nessa ve alucinada cómo Idab sale disparado contra la pared. Cómo cae. ¿Inconsciente? ¿Muerto? No puede saberlo. Cómo Vraak se lanza al ataque. Intenta seguir al semi-orco, pero de repente se queda congelada a medio movimiento de desenfundar su espada. No puede más que observar lo que va a suceder a continuación.
Observar a Shideh, que por fin descubre su verdadera naturaleza. ¿Así trata a quien le ha servido con tanta fidelidad? ¿Por "cometer un error", que más que un error de Idab era un triunfo magistral de Jen?
Observar a Jen, con su mano sujetando firmemente la llave. Parecía increíble que aquella llave rescatada hacía tanto tiempo en el templo sumergido fuera a permitir liberar al fénix.
Eso, si le barde decidía terminar de abrir... pero Nessa no dudaba de que Jen tomaría la decisión correcta.
-Ah… Cher'a…- A le barde le falta el aliento. La situacion es realmente tensa.
"Sueltala, ella puede ayudarnos a acabar con Zalphiros! A que Nessa recupere su brazo, a que dejemos de ser el eslabón debil de una vez por todas!"
La otra voz no dice nada, pero La Protectora nunca ha necesitado muchas palabras para expresarse. Jen puede sentirla mirar a traves de sus ojos la llave con fijeza.
"Y si está mintiendo? Y si son solo lágrimas de cocodrilo? Y si no es un fénix y es otra cosa tendiéndote una trampa?"
Jen escucha a su voz atentamente. Sabe que tiene miedo. Miedo a dejar pasar la oportunidad de tener el poder necesario para vencer al mal que se extiende por Oerth. Y tras el miedo, la certeza de que el primer y verdadero paso para acabar con ese mal de raiz es salir de la rueda de poder. Quizá no llegue a ver el mañana de su raza, y quede olvidade para siempre. Pero, como dijo una vez un héroe "hoy no es el día".
Asi qu se encomienda a lo único que sabe "Caminante… Protege a tu descendencia".Y termina de girar la muñeca y abrir el candado.
La llave gira y el candando se abre. Con un pequeño destello azulado que parte del candado y recorre las cadenas se escuchan dos chasquidos y los grilletes que mantenían preso al fénix resuenan en la piedra.
El enorme fénix se pone en pie, sacudiendo su cabeza, largas plumas que nacen de su cuello se abren y extienden en abanico mientras se incorpora. Shidhe solloza impotente.
Un resplandor rojizo comienza a salir del pecho del Fénix. Jen comienza a sentir el calor y la luz que emanan del ave como un cálido amanecer. El ave pliega sus alas y es como si una nube hubiera tapado el naciente sol que va creciendo de intensidad y tornando las grises plumas del ave en un bello plumaje de vivos colores amarillo naranja y rojo.
El Fénix extiende sus alas, estirando el cuello y lanzando una poderosa llamada de victoria y libertad, levantando el vuelo y estallando en llamas que llenan tóda la cámara.
Las llamas envuelven a Jen que está a los pies de la magnífica ave y, ante los atónitos ojos de sus amigos, le barde desaparece consumide por las llamas en la inmensa deflagración.
Shidhe desaparece en un estallido justo antes de que las llamas la alcancen y la onda expansiva arroja a todos al suelo.
Libres del hechizo paralizador, aturdidos y medio cegados, miran incrédulos hacia donde hace tan sólo un segundo estaba su amigue y el gran Fénix.
El ave ha desaparecido, un gran agujero con los bordes rojizos por el extremo calor indica que ha salido volando, creando una salida con su extremo calor.
Donde antes estaba Jen, ahora no quedan más que unas pocas cenizas que caen mecidas por una débil brisa.
Aturdida, herida, incrédula, Nessa mira a su alrededor. Debe tratarse, sin duda de un error. Una pesadilla, eso es, una pesadilla. A cámara lenta ve cómo Cruços y Vraak sujetan a Julian que chilla el nombre de Jen intentando llegar donde estaba, pero la misma piedra de esa zona aún está al rojo blanco. El pitido de sus oídos le impide escuchar los gritos desgarrados de Julian y la desesperación en la voz de Cruços y Vraak. Amargas lágrimas corren libres por el rostro del Cazador de Sangre.
Rolthos escucha el temblor antes de sentirlo. La misma roca se agita y los arroja de nuevo al suelo. Respirando con dificultad por el calor que les ha golpeado observa con horror como una grieta empieza a aparecer en la pared de la sala, y otra, y otra más. Tienen que salir de ahí, huir del palacio antes de que se caiga, literalmente, sobre sus cabezas.
Los acontecimientos se produjeron en tan rápida sucesión que Rolthos solo podía reaccionar... O ni siquiera reaccionar ya que de pronto se encontró también paralizado con sus manos aferrando el glaive. No había opciones buenas, o condenaban a las criaturas a una vida de servidumbre bajo la cruel tiranía de Shidhe o las condenaban a los mortales peligros del plano de fuego. Pero liberar al Fenix parecía un acto que en sí mismo debía hacerse y tan solo quedaba enfrentarse a las consecuencias del mismo. Porque sabia que camino iba a tomar Jen.
Durante el breve momento en que Jen escuchaba a Shidhe y consideraba sus palabras rezó a Mayaheine para darle fuerzas y resolución para enfrentarse a las consecuencias de la que creía inevitable decisión de Jen.
La emergencia de la situación hace que Rolthos entierre rápidamente las dudas ante la corrección de la última decisión de Jen, ante el horror innombrable de perder a Jen, ante la inconsolable y desgarradora tristeza de sus amigos ante su perdida.
- ¡Debemos salir de aquí! – Gritó con firmeza – ¡O todos moriremos enterrados!
Nessa siente cómo su cuerpo se libera del hechizo paralizador, pero aún así, se queda congelada. Esto no era lo que tenía que pasar. Estaba segura de que Jen había hecho lo correcto. ¿Cómo podía ser...? ¿Cómo...?
Escuchando los gritos de Julian - amortiguados por los pitidos de sus oídos - y casi sin saber qué estaba haciendo se acercó avanzó unos pasos adelante, hasta colocarse a la altura de Julian, Cruços y Vraak, para ver el lugar que Jen había ocupado instantes antes. Y miró, volvió buscar. Sabía de sobra que lo que quería encontrar no iba a estar allí por mucho que se acercase para ver mejor. Pero aún así sus ojos no lograron apartarse de aquel círculo durante unos instantes casi eternos.
- No .... no.... - balbuceó - Esto no tenía que suceder. No tenía que ser así.
Miró hacia arriba, siguiendo la estela de destrucción que había dejado el fénix en su vuelo de libertad. Pero con sus ojos anegados en lágrimas no pudo ver demasiado. Al darse cuenta de las cenizas que ahora caían suavemente, Nessa extendió la mano para capturar los restos que cayeron sobre ella. ¿Esto era lo que queda de su amigue....? No podía ser, no podía ser. Con este pensamiento resonando en su mente, cerró el puño y se lo acercó al pecho, a su corazón, y así permaneció quieta e incrédula, hasta que el grito de Rolthos le sacó de su estupor.
El paladín tenían razón. Tenían que salir de allí. Flaco favor le hacía a Jen si perecían en aquel lugar. Vio como Julian, desesperado, se apoyaba en Vraak y Cruços, prácticamente incapaz de sostenerse en pie por sus propias fuerzas. Jen no habría querido ver a Julian sufriendo así, y mucho menos que acabara atrapado en aquel lugar.
La ranger se secó las lágrimas, sin darse cuenta de que con este gesto había extendido parte que aquellas cenizas - las cenizas de Jen - en su rostro, que ahora lucía varias marcas grisáceas. Se giró hacia Cruços, Julián y Vraak y dijo:
- ¡Rolthos tiene razón, tenemos que irnos!
Se acercó específicamente a Julian y apoyó la mano en su hombro. El doctor seguía mirando con el rostro desencajado al lugar donde había estado Jen hasta hacía unos instantes y Nessa sabía que en aquel estado iba a ser difícil hacerle ver que necesitaban salir de ahí ya, pero tenía que intentarlo:
- Julian... Julian, escúchame por favor - apoyó con cuidado la mano en el rostro del doctor, intentando que dejase de mirar al círculo candente y se centrara en sus ojos - Este sitio se va a desmoronar. Vámonos. Jen no querría que ninguno pereciésemos aquí. Especialmente tú. Tenemos que salir. Por elle, Julian ...
Le tomó entonces de la mano y tiró con gentileza para hacer que el doctor diera sus primeros pasos en pos de la puerta.
Julian, aun con amargas lágrimas cayéndole por el rostro, se enjuga los ojos, y asiente -Vamos, si. O acabaremos sepultados- Agarra la mano de Nessa con fuerza y se deja llevar, ayudado de Cruços y Vraak, uno a cada lado, que lo guardan como si se fuera a descomponer en cualquier momento.
Nessa se gira entonces para guiar a Julian hacia Rolthos sujetando su mano con firmeza, tratando así de infundirle un ánimo del que realmente ella carece en esos momentos. "No puede ser que esto esté pasando... no puede ser cierto ... no puede...", va pensando. Pero en cuanto se gira y ve que aún hay dos salamandras en la sala, este hilo de pensamiento se cortado de golpe. ¿Van a dejarles salir? ¿O van a cerrarles el paso o incluso atacarles?
Llegan entonces hasta Rolthos y, sin estar muy segura de lo que va a pasar, le susurra:
- Soy la más rápida. Me adelantaré. Espero que no me ataquen, pero si lo hacen ... - no termina la frase. Si lo hacen, no quedará más remedio que actuar en consecuencia.
Suelta entonces la mano de Julian y se lanza en pos de la puerta.
Cuando Nessa se aproximaba a la puerta, pasando al lado del caído Idab, las dos salamandras que la custodiaban, y que ya no estaban bajo el influjo del hechizo de Jen, se abalanzan contra ella, interponiendo sus largas lanzas en el camino de la ranger sin llegar a introducirse en la sala. Nessa consigue esquivar una de ellas, pero no es lo bastante rápida como para esquivar la segunda de las armas, que se clava en su hombro. Ahogando un grito de dolor, no sólo por el filo que se clava en su carne si no porque el hierro está al rojo vivo y quema su carne, Nessa golpea el asta de la lanza y consigue liberarse. Pero ese gesto la deja al descubierto de la otra salamandra, que se introduce en la sala y corta el abdomen de Nessa, girando sobre sí misma y envolviendo a la joven en su larga cola.
Nessa siente cómo le falta el aire ante el tremendo apretón que le oprime la costillas. Intenta gritar y lucha por introducir una bocanada de aire en sus pulmones, pero escucha cómo se le parte una costilla. Siente el aire ardiendo introducirse en su garganta mientras la oscuridad la reclama.
Cruços ve prácticamente desparecer a Nessa en la presa de la cola de la salamandra y se lanza gruñendo al combate, dejando que la rabia le consuma, se hace un corte en la mano mientras salta hacia delante y corta con su espada Vergeluv la cola de la salamdra, la cual se retira chillando de dolor, no sólo por el tajo en su cola si no porque sus ojos se han vuelto completamente negros y lágrimas incandescentes recorren sus mejillas.
Nessa cae al suelo, arrodillada, tomando aire pese al dolor en su costado. Poco a poco comienza a recobrar la visión. No sabe quiere ni pensar en lo que hubiera ocurrido si Cruços no hubiera reaccionado tan rápido.
Julian reacciona con lentitud. Momentaneamente la niebla se despeja en su mente, donde solo late el eco de Jen. Hay un cuerpo. Hay alguien herido... Nessa. Es Nessa. Y el cuerpo es el de Idab. La salamandra había sido un daño colateral de la furia de Shideh. Sus instintos arrancan, y se dirije apresurado hacia donde está el cuerpo. Nessa respiraba. Estaba consciente, y maldecía. Eso era bueno. La ira era buena para los pacientes. El silencio no.
El vacío... Menos.
-Por favor, por favor soy médico. Esto se está desmoronando!- Exclama, de nuevo enjugándose los ojos que empiezan a escocerle. Se da cuenta de que con el bombazo el parche del ojo le ha salido volando. Se arrodilla a toda prisa junto a Idab -Quiero ver si respira.-Evalua rapidamente el estado de Idab- Está muy magullado pero vivo! -Exclama, con un deje de triunfo-.Tenemos que salir de aquí. Rolthos. Rolthos! Ayúdame a cargarlo! Podemos tratarlo. No está perdido!
Las salamandras ni siquiera miran a Julian, concentradas en la humana que ha intentado huir y en el hombre-lobo que enarbola un mandoble con rayos recorriendo el negro acero de su hoja. Si han sentido los temblores o eso es algo que les preocupa si quiera no es algo que pueda inferirse de su lenguaje corporal o gestos.
La salamandra que aún no ha entrado en la cámara intenta golpear a Cruços por encima del hombro de su compañero, pero el hombre-lobo desvía sus ataques con su espada, saltan chispas cuando los aceros, ambos cargados con magia elemental, entrechocan.
Julian tiene cuidado de no tocar a Idab, pues, incluso en ese estado comatoso, el calor que desprende el cuerpo del Capitán de la Guardia del Palacio de Obsidiana es similar al de los rescoldos de una hoguera que aún no se ha apagado del todo.
Rolthos escuchó a Julian pero ignoro su petición, la rabia de ver morir a Jen le hacia imposible ver ninguna solución diplomática, e incluso intimidarles para que huyesen se le hizo inadmisible. En cambio, se lanzó hacia las salamandras. Jurando por Mayaheine se centró en la más cercana de las dos, manteniéndose a una prudente distancia. Aprovechando que su guardia había bajado al dedicar su atención a Cruços y Vraak atacó con precisos movimientos de su glaive negro que impactó dos veces, estallando en un refulgir de luz divina en ambas ocasiones.
- ¡Ni siquiera te entienden, Julian! – Dijo Rolthos con siseante rabia.
La salamandra se vio superada por la técnica y rabia de los ataques de Rolthos, que impartió su divina venganza contra ella.
El suelo tembló y casi pierden el equilibrio. Grandes cascotes comenzaron a caer del techo. Casi todos los esquivaron pero Julian no lo vio venir. Una gran sección de piedra cayó sobre él y el incosnciente Idab. La piedra se partió al impactar contra el caído capitán y una de las esquirlas golpeó a Julian en la cabeza, haciéndole un profundo corte en la sien.
La salamandra que ostigaba al grupo no pudo esquivar otra piedra que cayó en su cola. La criatura chilló de dolor, apoyándose en su lanza consiguió liberar su cola de la piedra que la había golpeado, pero era evidente por el extraño ángulo que tenía que algún hueso le había roto.
Nessa se levanta con dificultad, respirando entrecortadamente y sintiendo que las piernas apenas la sujetan. El dolor del costado y del hombro es terrible y nota el sabor de su propia sangre en la boca. Pero por encima de todo ello, lo que siente es rabia. Por pensar que podía evitar aquel combate. Por imaginar que las salamandras reconsiderarían sus lealtades al ver cómo Shideh había tratado a su capitán. Sentía rabia contra todo lo que tuviera que ver con el semi-plano de fuego. Rabia contra la maldita Shideh. Contra Idab, por muy herido que estuviera. Contra el fénix, que les había arrebatado a Jen en un abrir y cerrar de ojos cuando todo lo que le barde había deseado era liberarlo de su prisión.
Al ver que las salamandras no cejaban en sus intentos de acabar con ellos y seguían atacando tanto a Cruços como a Vraak la ranger desenfundó su espada, dispuesta a descargar toda aquella ira acumulada contra ellas. Quería que sintieran dolor. Que pagaran con creces por todo lo que estaba sucediendo en aquél maldito lugar. Que sufrieran tanto como estaban sufriendo ellos.
Esquivando con agilidad casi felina las piedras que iban cayendo a su alrededor, Nessa corrió los escasos metros que le separaban de la ya malherida criatura y se abalanzó sobre ella, derrumbándola hacia atrás y aterrizando directamente sobre su pecho, donde hundió su espada con toda la fuerza que su brazo izquierdo le permitió imprimir. Ignorando las quemaduras que el cuerpo ya inerte de la salamandra aún provocaba saltó hacia su compañera, pero esta vez su acero no encontró el ángulo adecuado y no consiguió herirla.
Ahora ya sí, consciente de que semejante ataque la había dejado aún más débil y de que no aguantaría mucho más si se quedaba al frente, la joven se hechó hacia atrás situándose de nuevo al lado de Vraak y poniéndose fuera del alcance del enemigo.
Julian se limpia con la manga el corte, embadurnandose de sangre mas que limpiandose. De su bolsa saca unos frascos, una pequeña navaja y unas vendas. Se fija en que parte de la roca aplasta parte de la garganta de la salamandra, cuya caja torácica debe de estar ya bastante fracturada. Sabe lo que tiene que hacer y está sudando de calor y tensión.
-Vale... Vale. Podemos hacerlo. Respira. -Y apretando los dientes introduce la navaja en la traquea de la salamandra, y abre un respiradero. Le arden las manos y casi no se oye a si mismo gritar de dolor. El trabajo es chapucero, pero cuando escucha la gran bocanada de aire que da Idab, se retira bruscamente, y a gatas, se arrastra hasta Vraak y Rolthos, incorporándose despues.
-Tenemos que quitarle la roca de encima. No podemos... No podemos dejarlo asi- Le dice al paladín, señalando a Idab. -El si nos entiende, no podemos dejarlo morir!-
La gran salamandra abre los ojos y mira fijamente a Julian. Su cola se mueve instintivamente y el joven doctor no sabe interpretar si la intensidad de la mirada del Capitán es buena o mala. intenta hablar pero la incisión en la garganta que le ha salvado la vida se lo impide. Idab trata de sacudirse la enrome roca resquebrajada de encina pero no lo consigue. Sus brazos pierden fuerza y vuelve a caer al suelo.
Mientras tanto Cruços intercambia estocadas con la salamandra. Vraak lanza un grito de guerra y salta hacia ellos. De dos poderosos golpes no solo acaba con la vida del guardián si no que lanza su cuerpo a un lado de una patada. Se gira hacia Julian sin poder creer lo que acaba de oír.
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Cegado por la rabia Rolthos apenas escuchó las palabras y petición de Julian. En la vorágine del combate logró esquivar con la ayuda de la providencia de Mayaheine los escombros que caían del techo y su actitud se relajó al ver que la amenaza para sus compañeros había muerto Vio las manos quemadas de Julian, escuchó sus implorantes palabras y comprendió sus actos. La rabia y la urgencia que habían sepultado el sentimiento de pérdida de Jen se desvanecieron y la inmensa tristeza de la perdida de Jen con la compasión por Julian le conmovió. Normalmente habría exclamado en acuerdo con Crusos, pero, no pudo negarse sin más a llamada de Julian.
- ¡Idab! ¿Nos ayudaras a salvarnos a todos?! – Preguntó estudiando a la salamandra. Su falta de rabia hacia el grupo le convenció de que, por Julian, merecía una oportunidad. Con un suspiro de rabia se acercó a ella y le intento ayudar a levantar la piedra... – ¡Vamos a la de 3! – Dijo mientras la levantaba con todas las fuerzas de que era capaz, gruñiendo con el esfuerzo.
Rolthos sujetó la piedra con ambas manos dejando la lanza en el suelo momentáneamente. La salamandra no contestó al paladín, sólo le miraba fijamente pero Rolthos pudo sentir cómo hacía fuerza cuando él comenzó a tensar los músculos de las piernas y la espalda para intentar mover la enorme pieza del techo que había aprisionado al Capitán. Rolthos sintió que sus brazos ardían y que sus piernas se iban a romper, pero lanzando un grito consiguió no sólo aguantar, si no levantar la piedra lo suficiente como para que Idab se deslizara por debajo.
Los siguientes segundos ocurrieron muy deprisa, pese a que Rolthos lo vivió todo en cámara lenta.
Idab reptó mucho más rápido de lo que nadie hubiera podido suponer para alguien de su tamaño y que había sufrido tales heridas. El suelo comenzó a temblar de nuevo y el techo y las paredes continuaron agrietándose. En su huida Idab asió la abandonada lanza de Rolthos. El paladín intentó reaccionar pero su cuerpo, tras el esfuerzo titánico de levantar la piedra, no le obedeció. Los temblores le tiraron al suelo. Idab se dirigía como una flecha hacia Julian, la mirada fija en él. Vraak gritó, intentando advertir al médico, Nessa comenzó a moverse con su espada, sabiendo que sería demasiado tarde. La salamandra saltó hacia delante, extendiendo la lanza de Rolthos hacia Julian. Impactó en la roca que caía directa a la cabeza del joven médico con tanta fuerza que la despedazó, haciéndola literalmente estallar en pedazos que cayeron inofensivos sobre Julian y Nessa. La enorme salamandra se mantuvo a distancia, y entregó de nuevo su lanza a Rolthos con una inclinación de su cabeza. cuando este consiguió llegar hasta ellos tambaleándose.
Idab intentó hablar pero la incisión practicada por Julian se lo impedía, ya que el aire salía por ese pequeño orificio antes de llegar a sus cuerdas vocales.
Algo frustrado llevó unos dedos a su garganta y cauterizó la herida. Con voz ronca habló por fin.
- Habéis arriesgado la vida para salvar la mia. Mi vida es vuestra hasta que os la devuelva o la pierda intentándolo -e hizo una profunda reverencia sobre todo ante Julian y Rolthos. - Seguidme, no hay tiempo - dice y sale de la sala recogiendo su arma que yace en el suelo y comienza a subir las escaleras con rapidez.
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Jen se acerca en silencio a la figura del yaciente Fénix. Jen puede escuchar su lenta respiración. Siente que el aire está caliente en la proximidad de la gran criatura, incluso en ese estado que le barde sólo puede describir como "apagado".
Jen se acerca hasta casi poder extender su brazo y tocarlo, pero se detiene. Si no fera por la lenta y profunda respiración Jen pensaría que es una estatua. Lo ve muy frágil, teme rozarlo y que se deshaga en una montaña de cenizas que se lleve el viento. Pero sabe que eso no ocurriría. Las cadenas lo impedirían.
Las cadenas. Pesados eslabones de hierro unidos a unos grilletes que atenazan las patas del ave se extiende desde la parte inferior del postrado fénix, por lo que Jen no puede verlos. Sin embargo, los negros eslabones se unen en un pesado candado que cuelga de la plataforma donde reposa la criatura y está a la altura de Jen. Es un candado de hierro negro, con intricadas runas grabadas que parecen recorridas por un leve resplandor azulado. Jen se percata de que es la primera cosa azul que ven desde que entraron en el plano. El ojo de la cerradura permite alojar una llave para abrir el candado y soltar las cadenas.
Cuando Jen levanta la vista de nuevo hacia el fénix su corazón se para.
El ave le esta mirando a los ojos. Se ha despertado y girado el cuello para mirarle expectante.
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Si por fuera Jen está casi tan inmovil como el gigantesco ave, por dentro su corazón late como si se le fuera a salir del pecho.
"Es…. Está muerto?" Se pregunta a si misme, con una voz en su cabeza que no es la suya "He llegado demasiado tarde?"Pero algo, en su fuero interno, niega. "No" interfiere en su mente otra voz. Y entonces por su mente pasa un pensamiento que no viene de la mente del acróbata.
El tiempo se detiene.
"Estas loca" Niega la primera voz " Nos van a matar""Podríamos estar ya muertos. Dos, tres guardias encantados. Y Shideh. Que crees que va a ocurrir cuando se pase el hechizo?""No puedo ser responsable de la muerte de mis compañeros. Estamos en una celda"
Por fuera, Jen se lleva la mano al pecho, palpándose el corazón. Unos lo verían como un símbolo de congoja. De impresión. De aprehensión. Y no es mas que la confirmación de que la sólida llave sigue ahí.
"Basta de jugar seguro"
Y sin mediar palabra, con la vista fija en el ave y como impulsade por una fuerza externa, Jen saca la pequeña llave negra de su chaleco y como quien apuñala a un enemigo y retuerce el cuchillo para que la herida sea letal, introduce la llave en la cerradura, y gira la muñeca.
Jen realiza todos los movimientos bajo la atenta mirada de los rojos iris del ave. Sus pupilas se dilatan casi imperceptiblemente cuando saca la pequeña llave negra, recuperada hacia tanto del fondo de una fuente en unas ahora lejanas ruinas.
- Chune - dice en la puerta un dubitativo Ibad - No se si.. -
Jen comienza a girar su muñeca. El corazón parece estar a punto de salirsele del pecho.
- ¡¡¡ ALTO !!! -
Un destello rojizo a su espalda, entre Jen y el resto de sus amigos les ciega por un instante y al parpadear ven allí a Shidhe. Su mano izquierda está extendida hacia Jen su rostro una mueca de asombro y... ¿Miedo?
- Mi Señora - dice Idab entre sorprendido y asustado. El Capitán de la guardia mira rápidamente a su Señora, a Jen y a su Señora de nuevo. Le barde siente cómo se le seca la boca cuando se da cuenta que el infujo que tenía sobre él ha desaparecido. La revelación de la traición de Jen, la sorpresa, el odio y finalmente el miedo, se refleja en sus ojos rápidamente
- Mi Señora yo... -
- ¡SILENCIO IMBECIL!!-
Shidhe sólo hace un gesto con su mano derecha, aún mirando a Jen. La enorme salamandra sale despedida contra la pared. La violencia del golpe pilla a todos por sorpresa. El sonido de los huesos rompiéndose hace que a Jen le recorra un escalofrío por la espalda.
Idab queda inmóvil en el suelo, como un muñeco roto.
Vraak es el primero en reaccionar. Cogiendo su hacha hace ademán de adelantarse hacia la efretti pero esta apenas hace otro gesto con su mano y Vraak se queda inmóvil donde está.
No sólo él. Cuando Nessa y Rolthos se disponen a ir en su ayuda se dan cuenta de que sus cuerpos están rígidos y no responden a sus órdenes. Cruços está paralizado a media transformación en su forma híbrida.
La Señora de Todo lo que Arde Eternamente ni siquiera les mira. Su mirada está fija en Jen.
- Jen... Chune mia - dice con una voz dulce, pero tomada por la emoción - No lo hagas, te lo ruego. Detente. No sabes lo que haces. Perdóname. No pensé que esa bestia fuera a hacerte esto. - da un paso hacia Jen, despacio - Jen, no sabes de lo que es capaz ese ser. El peligro que supone. Si lo liberas desencadenarías horrores que ni te imaginas. Por favor, ven conmigo. No pasa nada. No estoy enfadada. No es culpa tuya. - Extiende sus manos hacia Jen, como una madre que quiere consolar a su hije - Ven conmigo Jen, tú eres mi elegide, tú y yo podemos hacer tantas cosas... arreglar tantos males... ven queride. Ven conmigo mi Jen. Mi Du'la -
Jen siente un vacio en el estómago al escuchar esa palabra.
Un quejido hace que Jen aparte momentáneamente la mirada de Shidhe. El enorme animal ha lanzado un quejumbroso sonido. Su mirada es implorante, ha agachado el largo cuello y mira a Jen desde abajo, con ojos suplicantes. Una lágrima se desliza por su rostro y cae al suelo de piedra.
Al seguir con la mirada la lágrima, Jen se da cuenta de que aún tiene la mano en la llave.
Sólo tiene que girarla.
O soltarla.
PbP Character: A few ;)
Nessa ve alucinada cómo Idab sale disparado contra la pared. Cómo cae. ¿Inconsciente? ¿Muerto? No puede saberlo. Cómo Vraak se lanza al ataque. Intenta seguir al semi-orco, pero de repente se queda congelada a medio movimiento de desenfundar su espada. No puede más que observar lo que va a suceder a continuación.
Observar a Shideh, que por fin descubre su verdadera naturaleza. ¿Así trata a quien le ha servido con tanta fidelidad? ¿Por "cometer un error", que más que un error de Idab era un triunfo magistral de Jen?
Observar a Jen, con su mano sujetando firmemente la llave. Parecía increíble que aquella llave rescatada hacía tanto tiempo en el templo sumergido fuera a permitir liberar al fénix.
Eso, si le barde decidía terminar de abrir... pero Nessa no dudaba de que Jen tomaría la decisión correcta.
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-Ah… Cher'a…- A le barde le falta el aliento. La situacion es realmente tensa.
"Sueltala, ella puede ayudarnos a acabar con Zalphiros! A que Nessa recupere su brazo, a que dejemos de ser el eslabón debil de una vez por todas!"
La otra voz no dice nada, pero La Protectora nunca ha necesitado muchas palabras para expresarse. Jen puede sentirla mirar a traves de sus ojos la llave con fijeza.
"Y si está mintiendo? Y si son solo lágrimas de cocodrilo? Y si no es un fénix y es otra cosa tendiéndote una trampa?"
Jen escucha a su voz atentamente. Sabe que tiene miedo. Miedo a dejar pasar la oportunidad de tener el poder necesario para vencer al mal que se extiende por Oerth. Y tras el miedo, la certeza de que el primer y verdadero paso para acabar con ese mal de raiz es salir de la rueda de poder. Quizá no llegue a ver el mañana de su raza, y quede olvidade para siempre. Pero, como dijo una vez un héroe "hoy no es el día".
Asi qu se encomienda a lo único que sabe "Caminante… Protege a tu descendencia".Y termina de girar la muñeca y abrir el candado.
-¡¡¡NOOO!!-
La llave gira y el candando se abre. Con un pequeño destello azulado que parte del candado y recorre las cadenas se escuchan dos chasquidos y los grilletes que mantenían preso al fénix resuenan en la piedra.
El enorme fénix se pone en pie, sacudiendo su cabeza, largas plumas que nacen de su cuello se abren y extienden en abanico mientras se incorpora. Shidhe solloza impotente.
Un resplandor rojizo comienza a salir del pecho del Fénix. Jen comienza a sentir el calor y la luz que emanan del ave como un cálido amanecer. El ave pliega sus alas y es como si una nube hubiera tapado el naciente sol que va creciendo de intensidad y tornando las grises plumas del ave en un bello plumaje de vivos colores amarillo naranja y rojo.
El Fénix extiende sus alas, estirando el cuello y lanzando una poderosa llamada de victoria y libertad, levantando el vuelo y estallando en llamas que llenan tóda la cámara.
Las llamas envuelven a Jen que está a los pies de la magnífica ave y, ante los atónitos ojos de sus amigos, le barde desaparece consumide por las llamas en la inmensa deflagración.
Shidhe desaparece en un estallido justo antes de que las llamas la alcancen y la onda expansiva arroja a todos al suelo.
Libres del hechizo paralizador, aturdidos y medio cegados, miran incrédulos hacia donde hace tan sólo un segundo estaba su amigue y el gran Fénix.
El ave ha desaparecido, un gran agujero con los bordes rojizos por el extremo calor indica que ha salido volando, creando una salida con su extremo calor.
Donde antes estaba Jen, ahora no quedan más que unas pocas cenizas que caen mecidas por una débil brisa.
Aturdida, herida, incrédula, Nessa mira a su alrededor. Debe tratarse, sin duda de un error. Una pesadilla, eso es, una pesadilla. A cámara lenta ve cómo Cruços y Vraak sujetan a Julian que chilla el nombre de Jen intentando llegar donde estaba, pero la misma piedra de esa zona aún está al rojo blanco. El pitido de sus oídos le impide escuchar los gritos desgarrados de Julian y la desesperación en la voz de Cruços y Vraak. Amargas lágrimas corren libres por el rostro del Cazador de Sangre.
Rolthos escucha el temblor antes de sentirlo. La misma roca se agita y los arroja de nuevo al suelo. Respirando con dificultad por el calor que les ha golpeado observa con horror como una grieta empieza a aparecer en la pared de la sala, y otra, y otra más. Tienen que salir de ahí, huir del palacio antes de que se caiga, literalmente, sobre sus cabezas.
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Los acontecimientos se produjeron en tan rápida sucesión que Rolthos solo podía reaccionar... O ni siquiera reaccionar ya que de pronto se encontró también paralizado con sus manos aferrando el glaive. No había opciones buenas, o condenaban a las criaturas a una vida de servidumbre bajo la cruel tiranía de Shidhe o las condenaban a los mortales peligros del plano de fuego. Pero liberar al Fenix parecía un acto que en sí mismo debía hacerse y tan solo quedaba enfrentarse a las consecuencias del mismo. Porque sabia que camino iba a tomar Jen.
Durante el breve momento en que Jen escuchaba a Shidhe y consideraba sus palabras rezó a Mayaheine para darle fuerzas y resolución para enfrentarse a las consecuencias de la que creía inevitable decisión de Jen.
La emergencia de la situación hace que Rolthos entierre rápidamente las dudas ante la corrección de la última decisión de Jen, ante el horror innombrable de perder a Jen, ante la inconsolable y desgarradora tristeza de sus amigos ante su perdida.
- ¡Debemos salir de aquí! – Gritó con firmeza – ¡O todos moriremos enterrados!
Zevatur, Rolthos
Nessa siente cómo su cuerpo se libera del hechizo paralizador, pero aún así, se queda congelada. Esto no era lo que tenía que pasar. Estaba segura de que Jen había hecho lo correcto. ¿Cómo podía ser...? ¿Cómo...?
Escuchando los gritos de Julian - amortiguados por los pitidos de sus oídos - y casi sin saber qué estaba haciendo se acercó avanzó unos pasos adelante, hasta colocarse a la altura de Julian, Cruços y Vraak, para ver el lugar que Jen había ocupado instantes antes. Y miró, volvió buscar. Sabía de sobra que lo que quería encontrar no iba a estar allí por mucho que se acercase para ver mejor. Pero aún así sus ojos no lograron apartarse de aquel círculo durante unos instantes casi eternos.
- No .... no.... - balbuceó - Esto no tenía que suceder. No tenía que ser así.
Miró hacia arriba, siguiendo la estela de destrucción que había dejado el fénix en su vuelo de libertad. Pero con sus ojos anegados en lágrimas no pudo ver demasiado. Al darse cuenta de las cenizas que ahora caían suavemente, Nessa extendió la mano para capturar los restos que cayeron sobre ella. ¿Esto era lo que queda de su amigue....? No podía ser, no podía ser. Con este pensamiento resonando en su mente, cerró el puño y se lo acercó al pecho, a su corazón, y así permaneció quieta e incrédula, hasta que el grito de Rolthos le sacó de su estupor.
El paladín tenían razón. Tenían que salir de allí. Flaco favor le hacía a Jen si perecían en aquel lugar. Vio como Julian, desesperado, se apoyaba en Vraak y Cruços, prácticamente incapaz de sostenerse en pie por sus propias fuerzas. Jen no habría querido ver a Julian sufriendo así, y mucho menos que acabara atrapado en aquel lugar.
La ranger se secó las lágrimas, sin darse cuenta de que con este gesto había extendido parte que aquellas cenizas - las cenizas de Jen - en su rostro, que ahora lucía varias marcas grisáceas. Se giró hacia Cruços, Julián y Vraak y dijo:
- ¡Rolthos tiene razón, tenemos que irnos!
Se acercó específicamente a Julian y apoyó la mano en su hombro. El doctor seguía mirando con el rostro desencajado al lugar donde había estado Jen hasta hacía unos instantes y Nessa sabía que en aquel estado iba a ser difícil hacerle ver que necesitaban salir de ahí ya, pero tenía que intentarlo:
- Julian... Julian, escúchame por favor - apoyó con cuidado la mano en el rostro del doctor, intentando que dejase de mirar al círculo candente y se centrara en sus ojos - Este sitio se va a desmoronar. Vámonos. Jen no querría que ninguno pereciésemos aquí. Especialmente tú. Tenemos que salir. Por elle, Julian ...
Le tomó entonces de la mano y tiró con gentileza para hacer que el doctor diera sus primeros pasos en pos de la puerta.
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Julian, aun con amargas lágrimas cayéndole por el rostro, se enjuga los ojos, y asiente -Vamos, si. O acabaremos sepultados- Agarra la mano de Nessa con fuerza y se deja llevar, ayudado de Cruços y Vraak, uno a cada lado, que lo guardan como si se fuera a descomponer en cualquier momento.
Nessa se gira entonces para guiar a Julian hacia Rolthos sujetando su mano con firmeza, tratando así de infundirle un ánimo del que realmente ella carece en esos momentos. "No puede ser que esto esté pasando... no puede ser cierto ... no puede...", va pensando. Pero en cuanto se gira y ve que aún hay dos salamandras en la sala, este hilo de pensamiento se cortado de golpe. ¿Van a dejarles salir? ¿O van a cerrarles el paso o incluso atacarles?
Llegan entonces hasta Rolthos y, sin estar muy segura de lo que va a pasar, le susurra:
- Soy la más rápida. Me adelantaré. Espero que no me ataquen, pero si lo hacen ... - no termina la frase. Si lo hacen, no quedará más remedio que actuar en consecuencia.
Suelta entonces la mano de Julian y se lanza en pos de la puerta.
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Cuando Nessa se aproximaba a la puerta, pasando al lado del caído Idab, las dos salamandras que la custodiaban, y que ya no estaban bajo el influjo del hechizo de Jen, se abalanzan contra ella, interponiendo sus largas lanzas en el camino de la ranger sin llegar a introducirse en la sala. Nessa consigue esquivar una de ellas, pero no es lo bastante rápida como para esquivar la segunda de las armas, que se clava en su hombro. Ahogando un grito de dolor, no sólo por el filo que se clava en su carne si no porque el hierro está al rojo vivo y quema su carne, Nessa golpea el asta de la lanza y consigue liberarse. Pero ese gesto la deja al descubierto de la otra salamandra, que se introduce en la sala y corta el abdomen de Nessa, girando sobre sí misma y envolviendo a la joven en su larga cola.
Nessa siente cómo le falta el aire ante el tremendo apretón que le oprime la costillas. Intenta gritar y lucha por introducir una bocanada de aire en sus pulmones, pero escucha cómo se le parte una costilla. Siente el aire ardiendo introducirse en su garganta mientras la oscuridad la reclama.
Cruços ve prácticamente desparecer a Nessa en la presa de la cola de la salamandra y se lanza gruñendo al combate, dejando que la rabia le consuma, se hace un corte en la mano mientras salta hacia delante y corta con su espada Vergeluv la cola de la salamdra, la cual se retira chillando de dolor, no sólo por el tajo en su cola si no porque sus ojos se han vuelto completamente negros y lágrimas incandescentes recorren sus mejillas.
Nessa cae al suelo, arrodillada, tomando aire pese al dolor en su costado. Poco a poco comienza a recobrar la visión. No sabe quiere ni pensar en lo que hubiera ocurrido si Cruços no hubiera reaccionado tan rápido.
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Julian reacciona con lentitud. Momentaneamente la niebla se despeja en su mente, donde solo late el eco de Jen. Hay un cuerpo. Hay alguien herido... Nessa. Es Nessa. Y el cuerpo es el de Idab. La salamandra había sido un daño colateral de la furia de Shideh. Sus instintos arrancan, y se dirije apresurado hacia donde está el cuerpo. Nessa respiraba. Estaba consciente, y maldecía. Eso era bueno. La ira era buena para los pacientes. El silencio no.
El vacío... Menos.
-Por favor, por favor soy médico. Esto se está desmoronando!- Exclama, de nuevo enjugándose los ojos que empiezan a escocerle. Se da cuenta de que con el bombazo el parche del ojo le ha salido volando. Se arrodilla a toda prisa junto a Idab -Quiero ver si respira.-Evalua rapidamente el estado de Idab- Está muy magullado pero vivo! -Exclama, con un deje de triunfo-.Tenemos que salir de aquí. Rolthos. Rolthos! Ayúdame a cargarlo! Podemos tratarlo. No está perdido!
Las salamandras ni siquiera miran a Julian, concentradas en la humana que ha intentado huir y en el hombre-lobo que enarbola un mandoble con rayos recorriendo el negro acero de su hoja. Si han sentido los temblores o eso es algo que les preocupa si quiera no es algo que pueda inferirse de su lenguaje corporal o gestos.
La salamandra que aún no ha entrado en la cámara intenta golpear a Cruços por encima del hombro de su compañero, pero el hombre-lobo desvía sus ataques con su espada, saltan chispas cuando los aceros, ambos cargados con magia elemental, entrechocan.
Julian tiene cuidado de no tocar a Idab, pues, incluso en ese estado comatoso, el calor que desprende el cuerpo del Capitán de la Guardia del Palacio de Obsidiana es similar al de los rescoldos de una hoguera que aún no se ha apagado del todo.
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Rolthos escuchó a Julian pero ignoro su petición, la rabia de ver morir a Jen le hacia imposible ver ninguna solución diplomática, e incluso intimidarles para que huyesen se le hizo inadmisible. En cambio, se lanzó hacia las salamandras. Jurando por Mayaheine se centró en la más cercana de las dos, manteniéndose a una prudente distancia. Aprovechando que su guardia había bajado al dedicar su atención a Cruços y Vraak atacó con precisos movimientos de su glaive negro que impactó dos veces, estallando en un refulgir de luz divina en ambas ocasiones.
- ¡Ni siquiera te entienden, Julian! – Dijo Rolthos con siseante rabia.
Zevatur, Rolthos
La salamandra se vio superada por la técnica y rabia de los ataques de Rolthos, que impartió su divina venganza contra ella.
El suelo tembló y casi pierden el equilibrio. Grandes cascotes comenzaron a caer del techo. Casi todos los esquivaron pero Julian no lo vio venir. Una gran sección de piedra cayó sobre él y el incosnciente Idab. La piedra se partió al impactar contra el caído capitán y una de las esquirlas golpeó a Julian en la cabeza, haciéndole un profundo corte en la sien.
La salamandra que ostigaba al grupo no pudo esquivar otra piedra que cayó en su cola. La criatura chilló de dolor, apoyándose en su lanza consiguió liberar su cola de la piedra que la había golpeado, pero era evidente por el extraño ángulo que tenía que algún hueso le había roto.
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Nessa se levanta con dificultad, respirando entrecortadamente y sintiendo que las piernas apenas la sujetan. El dolor del costado y del hombro es terrible y nota el sabor de su propia sangre en la boca. Pero por encima de todo ello, lo que siente es rabia. Por pensar que podía evitar aquel combate. Por imaginar que las salamandras reconsiderarían sus lealtades al ver cómo Shideh había tratado a su capitán. Sentía rabia contra todo lo que tuviera que ver con el semi-plano de fuego. Rabia contra la maldita Shideh. Contra Idab, por muy herido que estuviera. Contra el fénix, que les había arrebatado a Jen en un abrir y cerrar de ojos cuando todo lo que le barde había deseado era liberarlo de su prisión.
Al ver que las salamandras no cejaban en sus intentos de acabar con ellos y seguían atacando tanto a Cruços como a Vraak la ranger desenfundó su espada, dispuesta a descargar toda aquella ira acumulada contra ellas. Quería que sintieran dolor. Que pagaran con creces por todo lo que estaba sucediendo en aquél maldito lugar. Que sufrieran tanto como estaban sufriendo ellos.
Esquivando con agilidad casi felina las piedras que iban cayendo a su alrededor, Nessa corrió los escasos metros que le separaban de la ya malherida criatura y se abalanzó sobre ella, derrumbándola hacia atrás y aterrizando directamente sobre su pecho, donde hundió su espada con toda la fuerza que su brazo izquierdo le permitió imprimir. Ignorando las quemaduras que el cuerpo ya inerte de la salamandra aún provocaba saltó hacia su compañera, pero esta vez su acero no encontró el ángulo adecuado y no consiguió herirla.
Ahora ya sí, consciente de que semejante ataque la había dejado aún más débil y de que no aguantaría mucho más si se quedaba al frente, la joven se hechó hacia atrás situándose de nuevo al lado de Vraak y poniéndose fuera del alcance del enemigo.
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Julian se limpia con la manga el corte, embadurnandose de sangre mas que limpiandose. De su bolsa saca unos frascos, una pequeña navaja y unas vendas. Se fija en que parte de la roca aplasta parte de la garganta de la salamandra, cuya caja torácica debe de estar ya bastante fracturada. Sabe lo que tiene que hacer y está sudando de calor y tensión.
-Vale... Vale. Podemos hacerlo. Respira. -Y apretando los dientes introduce la navaja en la traquea de la salamandra, y abre un respiradero. Le arden las manos y casi no se oye a si mismo gritar de dolor. El trabajo es chapucero, pero cuando escucha la gran bocanada de aire que da Idab, se retira bruscamente, y a gatas, se arrastra hasta Vraak y Rolthos, incorporándose despues.
-Tenemos que quitarle la roca de encima. No podemos... No podemos dejarlo asi- Le dice al paladín, señalando a Idab. -El si nos entiende, no podemos dejarlo morir!-
La gran salamandra abre los ojos y mira fijamente a Julian. Su cola se mueve instintivamente y el joven doctor no sabe interpretar si la intensidad de la mirada del Capitán es buena o mala.
intenta hablar pero la incisión en la garganta que le ha salvado la vida se lo impide.
Idab trata de sacudirse la enrome roca resquebrajada de encina pero no lo consigue. Sus brazos pierden fuerza y vuelve a caer al suelo.
Mientras tanto Cruços intercambia estocadas con la salamandra. Vraak lanza un grito de guerra y salta hacia ellos. De dos poderosos golpes no solo acaba con la vida del guardián si no que lanza su cuerpo a un lado de una patada.
Se gira hacia Julian sin poder creer lo que acaba de oír.
- Estaa de coña ¿no?-
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Cegado por la rabia Rolthos apenas escuchó las palabras y petición de Julian. En la vorágine del combate logró esquivar con la ayuda de la providencia de Mayaheine los escombros que caían del techo y su actitud se relajó al ver que la amenaza para sus compañeros había muerto Vio las manos quemadas de Julian, escuchó sus implorantes palabras y comprendió sus actos. La rabia y la urgencia que habían sepultado el sentimiento de pérdida de Jen se desvanecieron y la inmensa tristeza de la perdida de Jen con la compasión por Julian le conmovió. Normalmente habría exclamado en acuerdo con Crusos, pero, no pudo negarse sin más a llamada de Julian.
- ¡Idab! ¿Nos ayudaras a salvarnos a todos?! – Preguntó estudiando a la salamandra. Su falta de rabia hacia el grupo le convenció de que, por Julian, merecía una oportunidad. Con un suspiro de rabia se acercó a ella y le intento ayudar a levantar la piedra... – ¡Vamos a la de 3! – Dijo mientras la levantaba con todas las fuerzas de que era capaz, gruñiendo con el esfuerzo.
Tiro fuerza por su fuese ncesario. STR: 18
Tirada en avrae, atletismo: 24
Zevatur, Rolthos
Rolthos sujetó la piedra con ambas manos dejando la lanza en el suelo momentáneamente. La salamandra no contestó al paladín, sólo le miraba fijamente pero Rolthos pudo sentir cómo hacía fuerza cuando él comenzó a tensar los músculos de las piernas y la espalda para intentar mover la enorme pieza del techo que había aprisionado al Capitán. Rolthos sintió que sus brazos ardían y que sus piernas se iban a romper, pero lanzando un grito consiguió no sólo aguantar, si no levantar la piedra lo suficiente como para que Idab se deslizara por debajo.
Los siguientes segundos ocurrieron muy deprisa, pese a que Rolthos lo vivió todo en cámara lenta.
Idab reptó mucho más rápido de lo que nadie hubiera podido suponer para alguien de su tamaño y que había sufrido tales heridas. El suelo comenzó a temblar de nuevo y el techo y las paredes continuaron agrietándose.
En su huida Idab asió la abandonada lanza de Rolthos. El paladín intentó reaccionar pero su cuerpo, tras el esfuerzo titánico de levantar la piedra, no le obedeció. Los temblores le tiraron al suelo.
Idab se dirigía como una flecha hacia Julian, la mirada fija en él. Vraak gritó, intentando advertir al médico, Nessa comenzó a moverse con su espada, sabiendo que sería demasiado tarde.
La salamandra saltó hacia delante, extendiendo la lanza de Rolthos hacia Julian.
Impactó en la roca que caía directa a la cabeza del joven médico con tanta fuerza que la despedazó, haciéndola literalmente estallar en pedazos que cayeron inofensivos sobre Julian y Nessa.
La enorme salamandra se mantuvo a distancia, y entregó de nuevo su lanza a Rolthos con una inclinación de su cabeza. cuando este consiguió llegar hasta ellos tambaleándose.
Idab intentó hablar pero la incisión practicada por Julian se lo impedía, ya que el aire salía por ese pequeño orificio antes de llegar a sus cuerdas vocales.
Algo frustrado llevó unos dedos a su garganta y cauterizó la herida. Con voz ronca habló por fin.
- Habéis arriesgado la vida para salvar la mia. Mi vida es vuestra hasta que os la devuelva o la pierda intentándolo - e hizo una profunda reverencia sobre todo ante Julian y Rolthos. - Seguidme, no hay tiempo - dice y sale de la sala recogiendo su arma que yace en el suelo y comienza a subir las escaleras con rapidez.
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