Nessa no encontró ni un solo rastro que indicara que en aquel lugar hubiera criatura viva alguna. Era como si fueran los primeros seres vivos que pisaban aquellas negras rocas planas y desgastadas por el incesante viento.
Jen, que va a la cabeza del grupo com Rolthos, observa lo alto de los abruptos riscos que se elevan ante ellos. Por un momento le parece que está en una de esas novelas fantásticas que lee a veces, en las que bandidos y guerreros se baten entre si continuamente, en un lugar llamado "el salvaje oeste". En esas novelas, los forajidos suelen emboscar a los heroes en escenarios de esta clase. Cañones abruptos y estrechos.
Sin embargo no divisa movimiento alguno, y volviendo la vista hacia el resto del grupo, niega con la cabeza, y todos siguen adelante
El paladín observó con curiosidad la reacción del siniestro anciano a las reveladoras palabras de Nessa acerca del destino del templo. El intercambio de sus últimas palabras hizo que Rolthos se apartase unos pasos con repulsa difícil de ocultar. Los acontecimientos que estaban viendo y que los fragmentos de información iban dejando Ashrem le preocuparon. Empezó a hacer un resumen en su cabeza: las huellas de actividad del templo que les habían traído aquí, la sospechosa actividad humana que habían visto en las afueras del templo, los infames sacrificios humanos junto con la supervivencia del Maestro del aire, el alarmante deterioro de los sellos de la puerta del aire, la revelación de gemas y un orbe clave que no se habían tenido en cuenta y por último la inconcebible existencia de un ente superior al que Zuggtumoy ayudaba. La misión de averiguar si estaba pasando algo aquí había resultado en caso malas noticias, casi las peores posibles. ¿Podría hacer su grupo algo para solucionarlo, cómo de urgente estaba siento el deterioro?... Intercambió una mirada de preocupación con Oswald. No podían dejar que el sacrificio de los héroes fuese en vano.
Durante el viaje Rolthos y aprovechando que estaba dentro de su capa preguntó a Oswald acerca del ente superior que había mencionado Ashrem, quizás el tuviese alguna idea.
Al llegar a la isla el paladín aterrizó y al ver a Nessa y quedarse atrás se dispuso a ir en punta, después de tantas aventuras y entuertos, para muchas cosas, un simple intercambio de miradas bastaba para entenderse. Asistió a Jen silenciosamente y avanzó con cautela.
- Menudos sitios más románticos a los que me traes -dijo Julian guiñando un ojo a Jen cuando comenzaron a caminar para infundirle ánimo.
El estrecho y escarpado cañón apenas les permitía caminar de dos en dos la mayor parte del tiempo, teniendo que ir en fila de a uno en numerosas ocasiones.
El terreno era traicionero, con multitud de rocas planas y afiladas sueltas que en ocasiones se deslizaban repentinamente bajo el peso de los pies de los aventureros. El sonido constante del viento pasando por las afiladas aristas del desfiladero parecía un lamento constante de almas en pena y la luz pulsante y rojiza arrojaba sombras carmesís sobre ellos.
La travesía era dura y frustantre, las piedras del suelo les hacían trastabillar. Cuando Rolthos, molesto consigo mismo, tomó un camino que les llevó a un callejón sin salida, Vraak descargó su frustración contra una roca cercana, arrojándola al otro lado del desfiladero con un grito de rabia. Cruços se hizo un pequeño corte en el brazo con una arista que sobresalía y tras lanzar un improperio contra su guía, su cuerpo se transformó a su forma híbrida y Jen temió que saltara sobre el paladin. Pero con un profundo gruñido se controló, aunque no volvió a su forma humana.
La luz rojiza parecía crecer de intensidad según avanzaban hacia ella.
Rolthos se enfadó por las duras palabras de Cruços, y, al contrario de lo que le pasaba normalmente, según iba caminando y adentrándose más y más en aquel desfiladero su rabia iba aumentando. ¿Pero quién se había creido? Tenía suerte de que no le diera una lección a ese licántropo maldito. Si no fuera por la maldición de la espada le daría una lección. ¿Dónde pensaban que estarían sin él? Muertos, abandonados en cualquier parte. No le valoraban, daban por supuesto que siempre estaría ahí para sacarles de sus problemas. Pero pornto aprenderían. Tan sólo las palabras de Oswald Glimfeather Tercero consiguieron calmarle un poco, aunque el buho, que ahora iba de nuevo apoyado en el hombro del paladin, miraba hacia el resto de compañeros periódicamente solicitando muda ayuda..
El ritmo de la luz roja parecía aumentar, ahora era casi como el del latido de sus corazones.
Nessa no sabía, ni realmente quería ayudar a Rolthos. Siempre tenía que ser ella la que encontrara las palabras adecuadas para animar a todos ¿verdad? La que siempre se preocupaba por todos ellos. ¿Y para qué? Panda de desagradecidos que aún se atrevían a mirarla por encima del hombro como si aún fuera la niñata paleta que abandonó su pueblo por un simple sueño. Bueno pues aquello se iba a acabar. Ya estaba bien de ser siempre a la que pisoteaban y que ella se preocupara de todos. Una pequeña bola de nervios se pegó a su estómago y fue creciendo y creciendo. Nessa quería gritar.
La luz roja cubría ya el cielo por completo, con los pulsos enviando ondas rojas como la sangre en un estanque del mismo precioso líquido.
Jen sentía a la tiefling empujar, patalear y golpear su mente para salir. Sin haberse dado cuenta hasta tenía los cuernos de esa máscara. Cuando Julian se lo hizo notar en voz baja la única respuesta de Jen fue un gruñido. Su enfado subió varios enteros por el simpe hecho de que él le hubiese hablado de esa manera, susurrándole en el oído preguntándole si estaba bien. ¡Pues claro que lo estaba! Estaba cansade de que todo el mundo asumiera que necesitaba ayuda, o ser protegide. ¿Qué era lo que tenía que hacer para que fuera tomade en serio? ¿Patearle el culo a Vraak? Lo haría encantade. Ese chulo semi-orco que con sus anchas espaldas ocupaba prácticamente todo el ancho del desfiladero en aquel momento. Jen apretó los puños hasta que los nudillos se tornaron blancos para evitar golpear la cabeza de Vraak contra las rocas y no dejar de hacerlo.
Ashrem escupía, refunfuñaba e insultaba a su hermano, a los aliados que habían atacado al Templo, a los aventureros que se creían saberlo todo, se mantenía lo más alejado posible de todos.
Todos lo sentían, no estaban enfadados, no estaban molestos, eso había quedado atrás. Estaban furiosos. Las manos se movían nerviosas en torno a las armas, Vraak ni siquiera disimulaba y golpeaba periódicamente las paredes del desfiladero. Ni siquiera parecía sentir que tenía los nudillos sangrando desde hace rato. La luz roja cubría todo ahora, y todos veían todo teñido por un velo rojizo, dando al ambiente a ellos mismos un aspecto irreal.
Tan sólo Julian y Oswald Glimfeather Tercero parecían no verse afectados por aquel extraño sentimiento de furia. Y entonces la tensa situación estalló.
Vraak golpeó una roca, una esquirla arañó a Rolthos el cual se volvió sobre sí mismo rápidamente y golpeó al semi-orco en el estómago con el pomo de su glaive. El capitán de la guardia retrocedió un par de pasos, más sorprendido que dañado pero empujó a Cruços que con un fuerte gruñido se dispuso a saltar sobre ellos. Nessa levantó su arco para detenerlo y Jen levantó su Chakram para darles una lección a todos.
La luz roja latió una vez más creciendo en intensidad.
Y entonces lo escucharon.
Un grito profundo de rabia, mucho más desgarrador que los que le habían escuchado a Vraak cuando luchaba, mucho más primario que el gruñido de Cruços.
¡¡ RRAAAAAAAAAAGGGGGGGHHHHH!!
Al menos el sonido tuvo el efecto de paralizarlos donde estaban. Todos se miraron durante unos segundos, respirando profundamente y deseando dar rienda suelta a aquella furia que encendía sus corazones.
Escucharon algo más. Ruidos de lucha.
Poco a poco, Rolthos se giró sobre sus talones y siguió avanzando, en dirección a aquel rugido.
Tras el siguiente recodo el estrecho y agobiante cañón por fin se abría en una especie de anfiteatro natural creado por el viento. Este volvió a azotarles con fuerza las ropas y los cabellos contra sus caras cuando salieron al espacio abierto.
Se encontraban en la parte más ancha y alta de aquel anfiteatro natural. El terreno descendía en grandes escalones o pequeñas plataformas unos cien pies, cerrándose cada vez más hasta llegar a una pared de piedra negra y vertical coronada de aristas afialdas y puntiagudas.
Allí, en la parte más baja de la oquedad había una puerta traslúcida de color rojizo. Varias runas arcanas brillaban con fuerza en su superficie, tal y como habían visto en las puertas del Templo. La intensidad del brillo aumentaba con un ritmo constante, hasta que parecían estallar y enviaban otro destello rojizo al cielo.
Dos cadenas colgaban en diagonal desde las esquinas, manteniendo cerradas las dobles puertas. Sosteniéndolas, con los brazos extendidos, sus manos ensangrentadas sujetando las mismas había una mujer. Su figura parecía algo traslucida, como si no estuviera del todo allí, al igual que las hojas de las puertas. Alta y fuerte, de rostro marcado y profundos ojos azules. Su rostro estaba demacrado, su armadura rota en varios lugares, de su cuerpo manaba sangre de decenas de heridas. Pero ella se mantenía firme y fuerte, manteniendo las cadenas tensas, sosteniendo con sus hombros el peso de la puerta. La puerta estaba cerrada y Bathia no permitiría que se abriera, no importaba el castigo al que fuera sometida.
Frente a ella, apenas a unos diez pies había otro personaje. Un enorme goliath, de casi tres metros de altura. Enarbolaba una gigantesca hacha de combate, su etéreo filo cubierto de un icor negruzco, la sangre de sus enemigos. Sorlg mostraba también muchas heridas, era dificil saber si por su respiración entrecortada estaba furioso o cansado. Pero el grito de rabia que lanzó cuando levantó su hacha una vez más y cortó por la mitad a uno de sus enemigos disipó las dudas del grupo.
Y por último los vieron a ellos. Varias figuras de diferentes tamaños que saltaban de una roca a otra, de un nivel de aquel maldito anfiteatro hacia la puerta. Alas correosas, colas puntiagudas, garras afiladas sedientas de sangre. Los demonios acosaban sin cesar al goliath a la paladin con un único objetivo. Abrir la puerta. Uno de ellos lanzó una pua ósea contra el Goliath y se clavó profiundamente en el hombro de Sorlg. El poderoso guerrero dio medio paso hacia atrás, pero enseguida recuperó el terreno perdido.
Una de aquellas criaturas reparó en ellos. Giró su largo cuello hacia el grupo y en lugar de una cara demoníaca lo que vieron fue el rostro de un hombre congelado en un grito agónico de dolor y miedo. El demonio aulló extendiendo una garra hacia ellos y con un batir de sus alas saltó hacia ellos.
Entonces lo comprendieron. Los sacrificios que se habían realizado en el Templo del Aire habían creado aquellas criaturas, cuyo único objetivo era acabar con los defensores de la puerta. Cuánto tiempo habían estado luchando no podían decirlo, pero aquella guerra de desgaste sin duda acabaría con ellos.
La escena que se presentó ante ellos consiguió que la rabia que sentía la ranger hacia sus compañeros se detuviera un instante. A pesar de no haber visto a aquellas personas nunca antes, recordó al momento lo que Ornym les había contado y por ello no dudó que aquellos eran Bathia y Sorlg. Sintió un remolino de emociones recorrerla que se añadió a la furia que ya sentía dentro: compasión, por el dolor y la carga que tenían que estar sufriendo desde hacía tantos años; admiración, por la fuerza y entereza que - aún en aquél estado - estaban demostrando. Y sí, furia. Aún más furia. Por la injusticia que suponía que buenas personas tuvieran que sufrir de aquella manera. No sólo porque el destino les hubiera llevado a sacrificarse para sellar el Templo, sino también por la necedad de quienes estaban intentando romper su voluntad.
Con toda esta mezcla recorriéndola, estuvo a punto de lanzarse en armas con quien tenía más cerca. Miró de reojo a Vraak, apretó los dientes y aferró con fuerza el arco. ¿Por qué no iba a descargar todo esto sobre él? Al fin y al cabo notaba que él mismo quería hacer lo mismo con ella misma y con el resto de compañeros que estaban a su lado.
Escuchó su corazón pulsar y pulsar y sintió de nuevo el deseo de ceder a aquel remolino de emociones. Pero ... en un instante de claridad pensó ... ¿era así como quería reaccionar? ¿Era esto lo que le habían enseñado? ¿Iba a ceder a aquel maremagnum de sentimientos o iba a demostrar - una vez más - que podía anteponerse a ello? ¿Que podía superarse a sí misma? ¿Que podía mantener la calma?
Algo en ella respondió que sí. Que podía. Y que debía. Por sí misma, por sus compañeros, por los Nueve. Porque esto que estaba sucediendo no se podía permitir, no si ellos podían hacer algo al respecto.
Exhalando aire para terminar de recuperar la calma, volvió a mirar a Vraak ya con otra actitud. Asintió y le dirigió una pequeña sonrisa, que esperaba le ayudase a su vez a él a centrarse. Nessa sentía que esto era lo correcto y que lo que había pensado previamente era una ... locura. Una locura que iba a evitar volver a pensar por todos los medios.
Ignorando al demonio que se les estaba acercando, sintió que sus ataques iban a estar mejor orientados al que estaba un poco más abajo. Así que, rápida como el viento que había pintado en sus brazos escasas horas antes, se alejó del grupo hasta estar más cerca de aquél nuevo objetivo. Los fuertes vientos iban a dificultar el vuelo normalmente certero de sus flechas, por lo que decidió acercarse más de lo normal. Y disparó... una .... dos ... ¡y tres veces! La primera flecha no halló su objetivo, pero las otras dos llegaron con una precisión y fuerza tremendas, que prácticamente dejaron al demonio en el suelo. La ranger incluso pensó que le había matado, pero se dio cuenta que no era así cuando éste volvió a levantarse. Eso sí, lo hizo con visible dificultad ya que el ataque le había dejado bastante malherido.
Vraak gruñe de rabia y se lanza contra el demonio que se acerca a ellos. No para en su carrera y carga contra el mismo, empujándole con el hombro, del impacto la criatura sale hacia atrás tambaleándose pero Vraak calcula mal su propia fuerza y el demonio sale despedido más de lo que él imaginaba y su primer tajo con el hacha solo corta el aire. Lanzando una maldición el semi-orco da un salto y esta vez su hacha prueba el icor negro que hace las veces de sangre para esas criaturas. La bestia agarra el mancho del hacha que tiene clavada en un hombro y desafiando la enorme fuerza del guerrero, lo aparta mientras ruge y se dispone a acabar con el osado Vraak.
Al fondo del anfiteatro, Slorg se lanza contra uno de los demonios más grandes. Su hacha se mueve con celeridad para una criatura tan grande y golpea varias veces al demonio que aguanta el embite del gigantesco bárbaro y se dispone a devolverle los golpes uno por uno.
Mientras tanto los demonios más pequeños comienzan a flanquear al goliath para acercarse a la abnegada paladin que mantiene su posición sujetando las cadenas.
Tanto Jen como Julian se preparan para abatir a cualquier enemigo que se acerque a ellos pero todos están algo alejados aún y ni le barde ni el doctor parecen ser sus objetivos de momento.
Cruços aulla y no puede contener la rabia que le invade. Cegado por una neblina roja tan sólo ve una mancha frente a él, el paladin que siempre le mira por encima del hombro, que siempre le intenta dar lecciones de moral, él que toda su vida ha sido un privilegiado con todo hecho y que no ha visto a sus amigos morir despedazados por los demonios de Iuz cuando sólo intentaban llevar algo de comida a sus familias. No sabia lo que era el dolor, pero Cruços iba a enseñarle lo que eso significaba.
Enarboló a Vergeulv por encima de su cabeza y con un gruñido en su pecho ataca con rabia.
Rolthos es alertado por el aullido de Cruços y da gracias a que la furia que lo domina haga que sus ataques sean torpes y predecibles, haciendo que el paladin los pueda evitar sin sufrir daño alguno. Pero el ataque no ayuda a controlar la propia rabia que siente arder Rolthos en su pecho.
Dos de esos pequeños demonios, armados con armas largas parecidas a la de Rolthos, se lanzan rápidamente a por Nessa y antes de que la ranger pueda reaccionar tiene a dos encima. Uno de ellos chilla y de su hirsuta barba salen despedidas varias púas que se clavan en el brazo que la ranger levanta instintivamente para protegerse. Siente como la piel le arde allí donde impactan y sus instintos la hacen reaccionar con rapidez, arrancándose las púas con un movimiento rápido de su otra mano antes de que el veneno llegue realmente a penetrar en su cuerpo. Sin embargo baja sus defensas y los dos demonios le hacen dos profundos cortes con sus armas largas. Cortes que comienzan a sangrar profusamente. Nessa observa como un icor negruzco se extiende en los bordes de las heridas.
Jen, al ver la escena que se desarrolla ante ellos, lanza una fugaz mirada a Julian, el cual parece analizar la situacion con la mente rápida de un cirujano en una operacion a corazon abierto. El médico cruza mirada con le barde también, y ambos asienten, dándose un apretón de manos antes de empezar a moverse en tandem.
Le barde se posiciona en cuclillas, resguardandose del viento lo posible, con el flequillo ondenadole en todas direcciones. Prepara en una mano su arco, gruñendo a la nada, o a cualquier enemigo que quiera acercarse a la entrada de la gruta. Julian, desde su posicion mas elevada, carga un virote en la ballesta y deja otro preparado en la mano, en un movimiento fluido. Luego se posiciona apuntando con el arma en la direccion en la cual venga un enemigo, para ser el primero en atacar si este entra en su distancia.
-Atente al viento- Le dice el médico a le barde.
Por el rabillo del ojo Jen ve como Nessa es acribillada por los demonios y siente la ira crecer dentro suyo. Casi siente los colmillos queriendo crecerle y los ojos poniendosele rojos. Aprieta la mandíbula conteniendose momentaneamente.
La rabia que sentía Rolthos se tornó en furia al ver la escena de la resistencia de los héroes contra los demonios. No podía dejar que su sacrificio fuera en vano.
- ¡Aguantad, Bathia, Solrg! ¡Por Mayaheine! – Gritó con la esperanza de aportarles fuerzas y esperanzas. Después de recibir el ataque de Cruços le lanzó una mirada reprobatoria y se lanzó al ataque de los demonios. El ataque traicionero de Cruços le cogió por sorpresa y atravesó con malicia sus defensas. Sintió algo, pero lo resistió. Con la moral algo más resentida por la traición de su compañero, atacó al demonio que estaba con Vraak, flanqueándole y alcanzándole un par de veces y haciendo brillar su arma con la luz de Mayaheine.
- ¡!Por Mayaheine!! – Grito aún más fuerte que antes.
Ante los gritos de Rolthos invocando el nombre de su deidad Bathia levantó pesadamente la vista. Si vio o no a los aventureros y al valiente paladin luchar contra uno de los demonios enviados para atormentarla no dio muestra de ello pues su mirada se concentró en los demonios que se acercaban por los flancos hacia ella y su compañero goliath. Uno de ellos intentó lanzar una pequeña esfera de fuego contra ella pero los vientos huracanados la desviaron hasta que estalló en la pared. Con un gruñido de frustración continuó avanzando hacia ella.
El enorme semi-gigante aguantó mano a mano a uno de los demonios más grandes. Ni siquiera cuando este le clavó el peligroso aguijón retrocedió. Sujetando el emponzoñado apéndice se lo arrancó de su propio cuerpo e interpuso al demonio en el camino del otro que saltaba hacia él, impidiendo así que le dañara con sus garras o su aguijón.
Rolthos y Vraak comprobaron que la criatura que tenían rodeada, toda su piel cubierta de peligrosas espinas, se revolvía y luchaba con fiereza, lanzando su cola hacia los ojos del paladin y atacando con furia con sus garras.
Dada su proximidad, el herido demonio que Nessa había alcanzado con sus flechas sí pudo lanzar sus esferas flamígeras contra ella. La primera, cogiendo por sorpresa a la joven, la alcanzó en la espalda pero pudo esquivar la segunda. Nessa intentaba no mirar las caras de dolor y horror de las pobres víctimas de los sacrificios que aullaban mientras la rodeaban.
Nessa no puede contener un grito cuando los dos demonios más pequeños logran alcanzarla con sus lanzas y, nerviosa y dolorida, se da cuenta del error táctico que ha cometido. En su presteza por ir a atacar al demonio más grande que aún no era consciente de su presencia, se había alejado demasiado y había atraído a más enemigos de los que era capaz de manejar.
Nota los latidos desbocados de su corazón y vuelve a sentir, además, el efecto de la rabia atenazándola de nuevo. Intenta controlarla respirando pausadamente y recordando no solo que está entrenada para superar este tipo de situaciones, sino que además puede contar con el soporte de sus compañeros que la han acompañado todo este tiempo. Pero al contrario que en otras ocasiones, esos recordatorios no consiguen el efecto deseado. Ha metido la pata. Hasta el fondo. No le cuesta nada imaginar la mirada altiva de Rolthos que debe estar juzgándola incluso en aquellos momentos unos metros más allá. Va a fallar. En lugar de acabar con sus enemigos como en otras ocasiones, esta vez caerá y con su caída creará una debilidad en el equipo que aprovecharán las víctimas de los sacrificios del Templo para derrotarles a ellos y a Solrg y Bathia.
Desesperada, la ranger hecha la mano a la espada con intención de descargar su miedo y su furia sobre cualquiera de las criaturas que la tienen rodeada. Pero justo en ese instante nota una presencia a su alrededor que consigue calmarla. Parece imposible que algo así exista en aquel lugar pero es como si de repente una brisa fresca la rodease y le trajese un recuerdo familiar. Un recuerdo de tiempos más sencillos, menos oscuros. ¿Aquello que notaba era el olor del jardín de su hogar en Libernen?
Aquel fugaz recuerdo consiguió centrarla. Soltó la espada e invocando las energías curativas que conocía, pudo cerrar las heridas negruzcas que los demonios más pequeños le habían causado. Logró además separarse de los tres enemigos que la rodeaban hasta una distancia un poco más segura.
No las tenía todas consigo. Aún estaba demasiado cerca de aquellas criaturas, que la miraban con intención de acabar con su vida. Pero quizás esta pequeña maniobra permitiera que alguno de los compañeros pudiera ayudarla.
Solrg continua gritando con furia e infringiendo un severo castigo al demonio que tiene delante con su hacha.
Vraak corta por la mitad al demonio con el que tanto él como Rolthos están luchando y la criatura se desvanece con un aullido de dolor en una neblina gris que el viento dispersa rápidamente. Con los ojos inyectados en sangre, el semi-orco se gira buscando a otro enemigo y su mirada se centra en Rolthos. El cual, con un gesto calmado pese a todo, levanta una mano para intentar calmar al semi-orco. Rolthos podía sentir el poder divino de Mayaheine escudándole de lo peor de aquella extraña influencia que le hacía querer golpear a sus amigos sin piedad hasta que se le rompiera el mástil del glaive, e intentó que Vraak sintiera su fresco contacto también.
Pareció surtir efecto pues, con un gruñido, Vraak se giró hacia donde estaba Nessa y salió corriendo en su dirección para intentar interceptar a los demonios que la persguian.
De manera instintiva, al ver al semi-orco, cerca de ella, Nessa se dispuso a colocarse espalda con espalda con Vraak pero este, al leer sus intenciones, levantó la mano y, entre dientes, le dijo
- No... soy demasiado peligroso... no quiero hacerte daño... -
Vraak continuó tan rápido como pudo hacia el demonio más grande que había atacado a Nessa hacía tan sólo unos segundos. Intentó cortarlo por la mitad pero la bestia esquivó con fácil el precipitado ataque.
Con la mano en el suelo y los ojos atentos a la escena que se desarrolla ante ellos, Jen se toma un momento para respirar en medio de la locura y el vendaval. El frio. Los gritos. Los sonidos de cuchilladas y golpes. Huesos crujiendo. Todo aquello hace que su yo mas furioso quiera salir y prenderse fuego. A ella y todo lo que los rodea. Pero no. Hay algo que no encaja. Hay algo... Algo que no cuadra en toda aquella escena.
"Es como si se escapara por un resquicio de mi mente" piensa para si, frustrade. Por el rabillo del ojo ve como Ashrem está medio catatónico en el suelo, acunándose a si mismo y casi llorando del miedo. "Viejo inutil" piensa, aunque solo emite un gruñido, que bien podria significar cualquier otra cosa. Y al volver la vista al combate. Lo ve.
Eso es.
Eso es lo que no encaja.
-La puerta....- Dice primero para si. -La puerta.- Repite, levantándose tan rápido que Julian aparta la ballesta para que le barde no se de un cabezazo con ella. -La puerta!!- Exclama. Y echa a correr hacia delante sin mas explicacion.
-Jen!! No!- Julian extiende una mano tratando de agarrar a le barde, pero este ya ha puesto pies en polvorosa.
-Hacia la puerta!! Van hacia la puerta! Aguantad, Bathia! Slorg!!-
En su camino su cuerpo se carga con un halo de magia que sale de si en forma de pulso de energía, dirigida hacia sus compañeros. Su voz se hace un eco tras de si, buscando su atención.
-Cargad hacia la puerta!! Hay que defenderla!!- Dice la proyeccion distorsionada de la voz de Jen. Aunque no está segure de que sus compañeros le escuchen, al menos el mensaje se produce. Y espera que junto con su desbocada carrera, el resto sigan su camino.
Los pequeños demonios siguieron a Nessa y la hostigaron, pero esta vez la joven ranger estaba preparada y pudo esquivar los ataques de los mismos. El resto de seres siguió su avance hacia la puerta y Bastia, incluso uno de ellos le lanzó una pequeña bola de fuego, pero de repente, aparecieron unas figuras traslúcidas y etéreas frente a ella. Su aspecto era similar al de Sorlg, imponentes goliath con tatuajes ceremoniales en el rostro y los brazos. Uno de ellos levantó su brazo izquierdo, protegido por un escudo de madera, y desvió la bola a un lado. Los demonios sisearon y continuaron acercándose.
Nessa siente cómo la sensación de peligro y ansiedad se disipa cuando ve la imponente figura de Vraak acercándose y posteriormente situándose entre ella y el mayor de los demonios. Aquello cambiaba la situación en la que se encontraba previamente y le permitía encarar a los dos pequeños demonios con mayor seguridad y confianza.
La reacción de Vraak cuando hizo ademán de acercarse a él la dejó parada durante un instante. El semiorco tenía razón, por supuesto. En cualquier otra situación aquella habría sido una buena opción táctica, pero no allí, donde algo en el ambiente parecía querer imbuirles a todos de un deseo de querer hacer daño a lo primero que tuvieran a la vista, incluso aunque fueran sus propios amigos. Agradeció internamente aquel gesto, que demostraba - una vez más - lo considerado que llegaba a ser el bárbaro ... especialmente en aquél momento en el que se notaba que le estaba costando mantener el control más que al resto de compañeros.
Decidió honrar el deseo de Vraak alejándose de él sin perder más tiempo del necesario. Y no necesitó pensar mucho para decidir dónde situarse ya que justo en aquél instante llegó el aviso de Jen. ¡Tenían que ir hacia la puerta! Sintió como la voz de su amigue renovaba sus energías y decidió olvidarse temporalmente de los enemigos que la rodeaban para avanzar hacia Bathia y Solrg.
Al ver a le barde correr desbocade hacia la puerta, Julian se lleva las manos a la cabeza, desesperado.
-Maldita sea, Jen. Pero que haces?!- Exclama el medico entre dientes, creyendo por un momento que ha perdido el juicio.
Con indecision, mira atras, adelante, quiere salir, se detiene, y, finalmente, con un audible gruñido, se impulsa y entra en el campo de batalla, siguiendo los pasos del artista de circo. "Alea jacta est, corre por tu vida!" se dice a si mismo, empezando a correr hacia delante. En las manos lleva la ballesta, agarrandose a ella como si su vida dependiera de ello (en realidad su vida dependía bastante de ello) y apuntando a todas partes, porque, ya que estaba, si se podia llevar a algun demonio por delante, mejor.
Cruços gruñó por lo bajo... intentando controlar su rabia que amenazaba con controlar sus movimientos. Aferrando con fuerza la empuñadura de su espada. Corriendo sobre sus cuartos traseros y lanzando un aullido saltó para caer sobre uno de los dos demonios que atosigaban a Nessa. Levantando la espada bastarda por encima de su cabeza la descargó sobre el demonio y casi lo cortó por la mitad, el filo de su espada estaba manchado de su propia sangre y allí donde el líquido alimentaba el metal pequeñas chispas recorrian el metal. Al impactar a la criatura la electircidad la recorrió, y una luz dorada brillante envolvío al demonio que despareció con un gemido de dolor.
Respirando pesadamente, luchando por mantener el control, la forma crinos de Cruços sonrió triunfalmente a Nessa.
A pesar de sentir la rabia embotando su raciocinio, la idea de defender la puerta se impuso. Dando pesados pero seguros pasos sobre las piedras Rolthos se movió ágilmente hacia la puerta, al llegar a la altura de uno de los demonios medianos se centró en él. Con el rabillo de ojo observó a los demonios más grandes que amenazaban al goliat espiritual, pero no podía llegar hasta ellos. Sin embargo, el rápido avance sorprendió al demonio que fue incapaz de esquivar ninguno de los ataques del paladín. El glaive cortó su carne y el asta impactó en su frente.
Cuando, rabioso, dirigió su atención contra el paladín, Rolthos le lanzó un ataque a las piernas, cortando una vez más su carne y haciendo que su movimiento se detuviese. Frustrado le lanzó dos bolas de fuego y una de ellas impacto en el pecho de Rolthos haciendo que el fuego lacerase su carne y chamuscase parte de los pelos de su barba.
- Aguantad... Aguantad. - Interpeló a las figuras espirituales. - ¡Onyrin os manda recuerdos!
Los demonios aullaron de rabia y atacaron con fiereza a los defensores de la puerta y a los recién llegados.
Pero ahora los héroes lucharon con renovadas energías, quizá por las alentadoras palabras de Rolthos y evitaron la mayoría de las garras, dientes y aguijones que los demonios lanzaban contra ellos con furioso abandono.
El demonio que se aproximaba a Rolthos gritó de dolor y frustración al ver su avance cortado e intentó lanzar un par de pequeñas bolas flamígeras al paladín. La primera le cogió un poco desprevenido y dejó una marca negruzca en el centro del peto de su armadura. Rolthos pudo sentir el metal caliente sobre su carne pese a la protección del cuero interior. Por eso no dejó que la segunda esfera le impactara y se agachó, desviándose enseguida por causa del fuerte viento y perdiéndose en lejanía.
Ashrem pareció recuperarse del primer shock y, tímidamente, se acercó hasta la entrada del anfiteatro. Murmuró unas palabras y un rayo rojo cayó del cielo sobre el demonio que combatía Rolthos.
Oswalf Glimfeather Tercero usaba todas sus fuerzas para mantenerse cerca del paladin. Rolthos le pudo escuchar susurra "No puedo creerlo... son ellos..."
La ranger no se había alejado aún completamente de las criaturas demoniacas cuando alcanzó a ver cómo Cruços se ponía ante ellas y directamente abatía a una. Compartió con él una mirada cómplice y asintió, en un rápido pero claro signo de agradecimiento. Se quedaba más tranquila sabiendo que Vraak ya no se quedaría rodeado por tres criaturas y no le cabía duda de que la fuerza combinada del bárbaro y el cazador de sangre terminaría rápido con aquel grupo de enemigos.
Dándoles la espalda y ahora sí enfocando hacia la puerta donde Bathia y Sorlg aguantaban con bravura el embate del resto de criaturas, Nessa avanzó hasta colocarse próxima a Rolthos. Pensó en atacar a su mismo objetivo, pero no logró encontrar un hueco claro para que el ataque fuese efectivo, por lo que hizo un giro en el último momento para dirigir sus flechas a uno de los demonios mayores que atosigaban a Sorlg.
Dirigió una breve plegaria a Madre Naturaleza para que la guiase y así pudiera atacar con mayor claridad y potencia a su enemigo y también activó la cuerda flamígera exclamando en élfico:
- ¡Narserma!
... pero se arrepintió acto seguido de esto último cuando recordó que ya había hecho esto dos veces durante el combate contra Kelto. ¡No más de dos activaciones por día! ¡Dos! ¡Eso era lo que le había dicho Cruços cuando se la dio! Esta era la tercera vez que lo hacía en el mismo día ... ¿iba a romperse la cuerda en medio del combate?, pensó, preocupada.
Sin embargo, para su sorpresa y tranquildad, notó el tacto cálido de la cuerda contra su mejilla acompañada del familiar fulgor rojizo que significaba que todo estaba en orden y que la cuerda seguía intacta. La ranger no tuvo tiempo para extrañarse, sino que observó como la primera de la flecha estallaba en llamas y hallaba su objetivo en las carnes de la criatura. La segunda flecha falló, pero la ranger esperaba que aquel primer flechazo le pusiera las cosas algo más fáciles a Sorlg.
- ¡Vamos en vuestra ayuda! ¡No estáis solos! - gritó, uniéndose a los ánimos de Rolthos y Jen.
Como respondiendo a las palabras de Nessa, Sorlg rugió y descargó su gran hacha contra el demonio que tenía la flecha de Nessa aún clavada en un costado. La bestia gimió y aulló de rabia y dolor, con el rostro congelado en el momento de su muerte de una mujer joven.
Por su parte Vraak clavó su hacha en el hombro del demonio con el que estaba luchando. Su arma se quedó encajada en el cuerpo del demonio pero al semi-orco no pareció importarle. Dejándose llevar por la furia que lo embargaba propinó una patada en el pecho al demonio, tirándolo al suelo. Sin perder un segundo y gritando tan alto como le permitian sus pulmones, el semi-orco se lanzó contra la bestia y comenzó a descargar puñetazo tras puñetazo contra el demonio. Vraak había perdido todo rastro de cordura y tan sólo era capaz de golpear y golpear y golpear a aquel ser dejando que toda la rabia que sentía ardiera como un incendo devastador en su pecho.
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Nessa no encontró ni un solo rastro que indicara que en aquel lugar hubiera criatura viva alguna. Era como si fueran los primeros seres vivos que pisaban aquellas negras rocas planas y desgastadas por el incesante viento.
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Jen, que va a la cabeza del grupo com Rolthos, observa lo alto de los abruptos riscos que se elevan ante ellos. Por un momento le parece que está en una de esas novelas fantásticas que lee a veces, en las que bandidos y guerreros se baten entre si continuamente, en un lugar llamado "el salvaje oeste". En esas novelas, los forajidos suelen emboscar a los heroes en escenarios de esta clase. Cañones abruptos y estrechos.
Sin embargo no divisa movimiento alguno, y volviendo la vista hacia el resto del grupo, niega con la cabeza, y todos siguen adelante
El paladín observó con curiosidad la reacción del siniestro anciano a las reveladoras palabras de Nessa acerca del destino del templo. El intercambio de sus últimas palabras hizo que Rolthos se apartase unos pasos con repulsa difícil de ocultar. Los acontecimientos que estaban viendo y que los fragmentos de información iban dejando Ashrem le preocuparon. Empezó a hacer un resumen en su cabeza: las huellas de actividad del templo que les habían traído aquí, la sospechosa actividad humana que habían visto en las afueras del templo, los infames sacrificios humanos junto con la supervivencia del Maestro del aire, el alarmante deterioro de los sellos de la puerta del aire, la revelación de gemas y un orbe clave que no se habían tenido en cuenta y por último la inconcebible existencia de un ente superior al que Zuggtumoy ayudaba. La misión de averiguar si estaba pasando algo aquí había resultado en caso malas noticias, casi las peores posibles. ¿Podría hacer su grupo algo para solucionarlo, cómo de urgente estaba siento el deterioro?... Intercambió una mirada de preocupación con Oswald. No podían dejar que el sacrificio de los héroes fuese en vano.
Durante el viaje Rolthos y aprovechando que estaba dentro de su capa preguntó a Oswald acerca del ente superior que había mencionado Ashrem, quizás el tuviese alguna idea.
Al llegar a la isla el paladín aterrizó y al ver a Nessa y quedarse atrás se dispuso a ir en punta, después de tantas aventuras y entuertos, para muchas cosas, un simple intercambio de miradas bastaba para entenderse. Asistió a Jen silenciosamente y avanzó con cautela.
Zevatur, Rolthos
- Menudos sitios más románticos a los que me traes - dijo Julian guiñando un ojo a Jen cuando comenzaron a caminar para infundirle ánimo.
El estrecho y escarpado cañón apenas les permitía caminar de dos en dos la mayor parte del tiempo, teniendo que ir en fila de a uno en numerosas ocasiones.
El terreno era traicionero, con multitud de rocas planas y afiladas sueltas que en ocasiones se deslizaban repentinamente bajo el peso de los pies de los aventureros. El sonido constante del viento pasando por las afiladas aristas del desfiladero parecía un lamento constante de almas en pena y la luz pulsante y rojiza arrojaba sombras carmesís sobre ellos.
La travesía era dura y frustantre, las piedras del suelo les hacían trastabillar. Cuando Rolthos, molesto consigo mismo, tomó un camino que les llevó a un callejón sin salida, Vraak descargó su frustración contra una roca cercana, arrojándola al otro lado del desfiladero con un grito de rabia. Cruços se hizo un pequeño corte en el brazo con una arista que sobresalía y tras lanzar un improperio contra su guía, su cuerpo se transformó a su forma híbrida y Jen temió que saltara sobre el paladin. Pero con un profundo gruñido se controló, aunque no volvió a su forma humana.
La luz rojiza parecía crecer de intensidad según avanzaban hacia ella.
Rolthos se enfadó por las duras palabras de Cruços, y, al contrario de lo que le pasaba normalmente, según iba caminando y adentrándose más y más en aquel desfiladero su rabia iba aumentando. ¿Pero quién se había creido? Tenía suerte de que no le diera una lección a ese licántropo maldito. Si no fuera por la maldición de la espada le daría una lección. ¿Dónde pensaban que estarían sin él? Muertos, abandonados en cualquier parte. No le valoraban, daban por supuesto que siempre estaría ahí para sacarles de sus problemas. Pero pornto aprenderían. Tan sólo las palabras de Oswald Glimfeather Tercero consiguieron calmarle un poco, aunque el buho, que ahora iba de nuevo apoyado en el hombro del paladin, miraba hacia el resto de compañeros periódicamente solicitando muda ayuda..
El ritmo de la luz roja parecía aumentar, ahora era casi como el del latido de sus corazones.
Nessa no sabía, ni realmente quería ayudar a Rolthos. Siempre tenía que ser ella la que encontrara las palabras adecuadas para animar a todos ¿verdad? La que siempre se preocupaba por todos ellos. ¿Y para qué? Panda de desagradecidos que aún se atrevían a mirarla por encima del hombro como si aún fuera la niñata paleta que abandonó su pueblo por un simple sueño. Bueno pues aquello se iba a acabar. Ya estaba bien de ser siempre a la que pisoteaban y que ella se preocupara de todos. Una pequeña bola de nervios se pegó a su estómago y fue creciendo y creciendo. Nessa quería gritar.
La luz roja cubría ya el cielo por completo, con los pulsos enviando ondas rojas como la sangre en un estanque del mismo precioso líquido.
Jen sentía a la tiefling empujar, patalear y golpear su mente para salir. Sin haberse dado cuenta hasta tenía los cuernos de esa máscara. Cuando Julian se lo hizo notar en voz baja la única respuesta de Jen fue un gruñido. Su enfado subió varios enteros por el simpe hecho de que él le hubiese hablado de esa manera, susurrándole en el oído preguntándole si estaba bien. ¡Pues claro que lo estaba! Estaba cansade de que todo el mundo asumiera que necesitaba ayuda, o ser protegide. ¿Qué era lo que tenía que hacer para que fuera tomade en serio? ¿Patearle el culo a Vraak? Lo haría encantade. Ese chulo semi-orco que con sus anchas espaldas ocupaba prácticamente todo el ancho del desfiladero en aquel momento. Jen apretó los puños hasta que los nudillos se tornaron blancos para evitar golpear la cabeza de Vraak contra las rocas y no dejar de hacerlo.
Ashrem escupía, refunfuñaba e insultaba a su hermano, a los aliados que habían atacado al Templo, a los aventureros que se creían saberlo todo, se mantenía lo más alejado posible de todos.
Todos lo sentían, no estaban enfadados, no estaban molestos, eso había quedado atrás. Estaban furiosos. Las manos se movían nerviosas en torno a las armas, Vraak ni siquiera disimulaba y golpeaba periódicamente las paredes del desfiladero. Ni siquiera parecía sentir que tenía los nudillos sangrando desde hace rato. La luz roja cubría todo ahora, y todos veían todo teñido por un velo rojizo, dando al ambiente a ellos mismos un aspecto irreal.
Tan sólo Julian y Oswald Glimfeather Tercero parecían no verse afectados por aquel extraño sentimiento de furia. Y entonces la tensa situación estalló.
Vraak golpeó una roca, una esquirla arañó a Rolthos el cual se volvió sobre sí mismo rápidamente y golpeó al semi-orco en el estómago con el pomo de su glaive. El capitán de la guardia retrocedió un par de pasos, más sorprendido que dañado pero empujó a Cruços que con un fuerte gruñido se dispuso a saltar sobre ellos. Nessa levantó su arco para detenerlo y Jen levantó su Chakram para darles una lección a todos.
La luz roja latió una vez más creciendo en intensidad.
Y entonces lo escucharon.
Un grito profundo de rabia, mucho más desgarrador que los que le habían escuchado a Vraak cuando luchaba, mucho más primario que el gruñido de Cruços.
¡¡ RRAAAAAAAAAAGGGGGGGHHHHH!!
Al menos el sonido tuvo el efecto de paralizarlos donde estaban. Todos se miraron durante unos segundos, respirando profundamente y deseando dar rienda suelta a aquella furia que encendía sus corazones.
Escucharon algo más. Ruidos de lucha.
Poco a poco, Rolthos se giró sobre sus talones y siguió avanzando, en dirección a aquel rugido.
Tras el siguiente recodo el estrecho y agobiante cañón por fin se abría en una especie de anfiteatro natural creado por el viento. Este volvió a azotarles con fuerza las ropas y los cabellos contra sus caras cuando salieron al espacio abierto.
Se encontraban en la parte más ancha y alta de aquel anfiteatro natural. El terreno descendía en grandes escalones o pequeñas plataformas unos cien pies, cerrándose cada vez más hasta llegar a una pared de piedra negra y vertical coronada de aristas afialdas y puntiagudas.
Allí, en la parte más baja de la oquedad había una puerta traslúcida de color rojizo. Varias runas arcanas brillaban con fuerza en su superficie, tal y como habían visto en las puertas del Templo. La intensidad del brillo aumentaba con un ritmo constante, hasta que parecían estallar y enviaban otro destello rojizo al cielo.
Dos cadenas colgaban en diagonal desde las esquinas, manteniendo cerradas las dobles puertas. Sosteniéndolas, con los brazos extendidos, sus manos ensangrentadas sujetando las mismas había una mujer. Su figura parecía algo traslucida, como si no estuviera del todo allí, al igual que las hojas de las puertas. Alta y fuerte, de rostro marcado y profundos ojos azules. Su rostro estaba demacrado, su armadura rota en varios lugares, de su cuerpo manaba sangre de decenas de heridas. Pero ella se mantenía firme y fuerte, manteniendo las cadenas tensas, sosteniendo con sus hombros el peso de la puerta. La puerta estaba cerrada y Bathia no permitiría que se abriera, no importaba el castigo al que fuera sometida.
Frente a ella, apenas a unos diez pies había otro personaje. Un enorme goliath, de casi tres metros de altura. Enarbolaba una gigantesca hacha de combate, su etéreo filo cubierto de un icor negruzco, la sangre de sus enemigos. Sorlg mostraba también muchas heridas, era dificil saber si por su respiración entrecortada estaba furioso o cansado. Pero el grito de rabia que lanzó cuando levantó su hacha una vez más y cortó por la mitad a uno de sus enemigos disipó las dudas del grupo.
Y por último los vieron a ellos. Varias figuras de diferentes tamaños que saltaban de una roca a otra, de un nivel de aquel maldito anfiteatro hacia la puerta. Alas correosas, colas puntiagudas, garras afiladas sedientas de sangre. Los demonios acosaban sin cesar al goliath a la paladin con un único objetivo. Abrir la puerta. Uno de ellos lanzó una pua ósea contra el Goliath y se clavó profiundamente en el hombro de Sorlg. El poderoso guerrero dio medio paso hacia atrás, pero enseguida recuperó el terreno perdido.
Una de aquellas criaturas reparó en ellos. Giró su largo cuello hacia el grupo y en lugar de una cara demoníaca lo que vieron fue el rostro de un hombre congelado en un grito agónico de dolor y miedo. El demonio aulló extendiendo una garra hacia ellos y con un batir de sus alas saltó hacia ellos.
Entonces lo comprendieron. Los sacrificios que se habían realizado en el Templo del Aire habían creado aquellas criaturas, cuyo único objetivo era acabar con los defensores de la puerta. Cuánto tiempo habían estado luchando no podían decirlo, pero aquella guerra de desgaste sin duda acabaría con ellos.
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La escena que se presentó ante ellos consiguió que la rabia que sentía la ranger hacia sus compañeros se detuviera un instante. A pesar de no haber visto a aquellas personas nunca antes, recordó al momento lo que Ornym les había contado y por ello no dudó que aquellos eran Bathia y Sorlg. Sintió un remolino de emociones recorrerla que se añadió a la furia que ya sentía dentro: compasión, por el dolor y la carga que tenían que estar sufriendo desde hacía tantos años; admiración, por la fuerza y entereza que - aún en aquél estado - estaban demostrando. Y sí, furia. Aún más furia. Por la injusticia que suponía que buenas personas tuvieran que sufrir de aquella manera. No sólo porque el destino les hubiera llevado a sacrificarse para sellar el Templo, sino también por la necedad de quienes estaban intentando romper su voluntad.
Con toda esta mezcla recorriéndola, estuvo a punto de lanzarse en armas con quien tenía más cerca. Miró de reojo a Vraak, apretó los dientes y aferró con fuerza el arco. ¿Por qué no iba a descargar todo esto sobre él? Al fin y al cabo notaba que él mismo quería hacer lo mismo con ella misma y con el resto de compañeros que estaban a su lado.
Escuchó su corazón pulsar y pulsar y sintió de nuevo el deseo de ceder a aquel remolino de emociones. Pero ... en un instante de claridad pensó ... ¿era así como quería reaccionar? ¿Era esto lo que le habían enseñado? ¿Iba a ceder a aquel maremagnum de sentimientos o iba a demostrar - una vez más - que podía anteponerse a ello? ¿Que podía superarse a sí misma? ¿Que podía mantener la calma?
Algo en ella respondió que sí. Que podía. Y que debía. Por sí misma, por sus compañeros, por los Nueve. Porque esto que estaba sucediendo no se podía permitir, no si ellos podían hacer algo al respecto.
Exhalando aire para terminar de recuperar la calma, volvió a mirar a Vraak ya con otra actitud. Asintió y le dirigió una pequeña sonrisa, que esperaba le ayudase a su vez a él a centrarse. Nessa sentía que esto era lo correcto y que lo que había pensado previamente era una ... locura. Una locura que iba a evitar volver a pensar por todos los medios.
Ignorando al demonio que se les estaba acercando, sintió que sus ataques iban a estar mejor orientados al que estaba un poco más abajo. Así que, rápida como el viento que había pintado en sus brazos escasas horas antes, se alejó del grupo hasta estar más cerca de aquél nuevo objetivo. Los fuertes vientos iban a dificultar el vuelo normalmente certero de sus flechas, por lo que decidió acercarse más de lo normal. Y disparó... una .... dos ... ¡y tres veces! La primera flecha no halló su objetivo, pero las otras dos llegaron con una precisión y fuerza tremendas, que prácticamente dejaron al demonio en el suelo. La ranger incluso pensó que le había matado, pero se dio cuenta que no era así cuando éste volvió a levantarse. Eso sí, lo hizo con visible dificultad ya que el ataque le había dejado bastante malherido.
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Vraak gruñe de rabia y se lanza contra el demonio que se acerca a ellos. No para en su carrera y carga contra el mismo, empujándole con el hombro, del impacto la criatura sale hacia atrás tambaleándose pero Vraak calcula mal su propia fuerza y el demonio sale despedido más de lo que él imaginaba y su primer tajo con el hacha solo corta el aire. Lanzando una maldición el semi-orco da un salto y esta vez su hacha prueba el icor negro que hace las veces de sangre para esas criaturas. La bestia agarra el mancho del hacha que tiene clavada en un hombro y desafiando la enorme fuerza del guerrero, lo aparta mientras ruge y se dispone a acabar con el osado Vraak.
Al fondo del anfiteatro, Slorg se lanza contra uno de los demonios más grandes. Su hacha se mueve con celeridad para una criatura tan grande y golpea varias veces al demonio que aguanta el embite del gigantesco bárbaro y se dispone a devolverle los golpes uno por uno.
Mientras tanto los demonios más pequeños comienzan a flanquear al goliath para acercarse a la abnegada paladin que mantiene su posición sujetando las cadenas.
Tanto Jen como Julian se preparan para abatir a cualquier enemigo que se acerque a ellos pero todos están algo alejados aún y ni le barde ni el doctor parecen ser sus objetivos de momento.
Cruços aulla y no puede contener la rabia que le invade. Cegado por una neblina roja tan sólo ve una mancha frente a él, el paladin que siempre le mira por encima del hombro, que siempre le intenta dar lecciones de moral, él que toda su vida ha sido un privilegiado con todo hecho y que no ha visto a sus amigos morir despedazados por los demonios de Iuz cuando sólo intentaban llevar algo de comida a sus familias. No sabia lo que era el dolor, pero Cruços iba a enseñarle lo que eso significaba.
Enarboló a Vergeulv por encima de su cabeza y con un gruñido en su pecho ataca con rabia.
Rolthos es alertado por el aullido de Cruços y da gracias a que la furia que lo domina haga que sus ataques sean torpes y predecibles, haciendo que el paladin los pueda evitar sin sufrir daño alguno. Pero el ataque no ayuda a controlar la propia rabia que siente arder Rolthos en su pecho.
Dos de esos pequeños demonios, armados con armas largas parecidas a la de Rolthos, se lanzan rápidamente a por Nessa y antes de que la ranger pueda reaccionar tiene a dos encima. Uno de ellos chilla y de su hirsuta barba salen despedidas varias púas que se clavan en el brazo que la ranger levanta instintivamente para protegerse. Siente como la piel le arde allí donde impactan y sus instintos la hacen reaccionar con rapidez, arrancándose las púas con un movimiento rápido de su otra mano antes de que el veneno llegue realmente a penetrar en su cuerpo. Sin embargo baja sus defensas y los dos demonios le hacen dos profundos cortes con sus armas largas. Cortes que comienzan a sangrar profusamente. Nessa observa como un icor negruzco se extiende en los bordes de las heridas.
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Jen, al ver la escena que se desarrolla ante ellos, lanza una fugaz mirada a Julian, el cual parece analizar la situacion con la mente rápida de un cirujano en una operacion a corazon abierto. El médico cruza mirada con le barde también, y ambos asienten, dándose un apretón de manos antes de empezar a moverse en tandem.
Le barde se posiciona en cuclillas, resguardandose del viento lo posible, con el flequillo ondenadole en todas direcciones. Prepara en una mano su arco, gruñendo a la nada, o a cualquier enemigo que quiera acercarse a la entrada de la gruta. Julian, desde su posicion mas elevada, carga un virote en la ballesta y deja otro preparado en la mano, en un movimiento fluido. Luego se posiciona apuntando con el arma en la direccion en la cual venga un enemigo, para ser el primero en atacar si este entra en su distancia.
-Atente al viento- Le dice el médico a le barde.
Por el rabillo del ojo Jen ve como Nessa es acribillada por los demonios y siente la ira crecer dentro suyo. Casi siente los colmillos queriendo crecerle y los ojos poniendosele rojos. Aprieta la mandíbula conteniendose momentaneamente.
La rabia que sentía Rolthos se tornó en furia al ver la escena de la resistencia de los héroes contra los demonios. No podía dejar que su sacrificio fuera en vano.
- ¡Aguantad, Bathia, Solrg! ¡Por Mayaheine! – Gritó con la esperanza de aportarles fuerzas y esperanzas. Después de recibir el ataque de Cruços le lanzó una mirada reprobatoria y se lanzó al ataque de los demonios. El ataque traicionero de Cruços le cogió por sorpresa y atravesó con malicia sus defensas. Sintió algo, pero lo resistió. Con la moral algo más resentida por la traición de su compañero, atacó al demonio que estaba con Vraak, flanqueándole y alcanzándole un par de veces y haciendo brillar su arma con la luz de Mayaheine.
- ¡!Por Mayaheine!! – Grito aún más fuerte que antes.
Zevatur, Rolthos
Ante los gritos de Rolthos invocando el nombre de su deidad Bathia levantó pesadamente la vista. Si vio o no a los aventureros y al valiente paladin luchar contra uno de los demonios enviados para atormentarla no dio muestra de ello pues su mirada se concentró en los demonios que se acercaban por los flancos hacia ella y su compañero goliath. Uno de ellos intentó lanzar una pequeña esfera de fuego contra ella pero los vientos huracanados la desviaron hasta que estalló en la pared. Con un gruñido de frustración continuó avanzando hacia ella.
El enorme semi-gigante aguantó mano a mano a uno de los demonios más grandes. Ni siquiera cuando este le clavó el peligroso aguijón retrocedió. Sujetando el emponzoñado apéndice se lo arrancó de su propio cuerpo e interpuso al demonio en el camino del otro que saltaba hacia él, impidiendo así que le dañara con sus garras o su aguijón.
Rolthos y Vraak comprobaron que la criatura que tenían rodeada, toda su piel cubierta de peligrosas espinas, se revolvía y luchaba con fiereza, lanzando su cola hacia los ojos del paladin y atacando con furia con sus garras.
Dada su proximidad, el herido demonio que Nessa había alcanzado con sus flechas sí pudo lanzar sus esferas flamígeras contra ella. La primera, cogiendo por sorpresa a la joven, la alcanzó en la espalda pero pudo esquivar la segunda. Nessa intentaba no mirar las caras de dolor y horror de las pobres víctimas de los sacrificios que aullaban mientras la rodeaban.
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Nessa no puede contener un grito cuando los dos demonios más pequeños logran alcanzarla con sus lanzas y, nerviosa y dolorida, se da cuenta del error táctico que ha cometido. En su presteza por ir a atacar al demonio más grande que aún no era consciente de su presencia, se había alejado demasiado y había atraído a más enemigos de los que era capaz de manejar.
Nota los latidos desbocados de su corazón y vuelve a sentir, además, el efecto de la rabia atenazándola de nuevo. Intenta controlarla respirando pausadamente y recordando no solo que está entrenada para superar este tipo de situaciones, sino que además puede contar con el soporte de sus compañeros que la han acompañado todo este tiempo. Pero al contrario que en otras ocasiones, esos recordatorios no consiguen el efecto deseado. Ha metido la pata. Hasta el fondo. No le cuesta nada imaginar la mirada altiva de Rolthos que debe estar juzgándola incluso en aquellos momentos unos metros más allá. Va a fallar. En lugar de acabar con sus enemigos como en otras ocasiones, esta vez caerá y con su caída creará una debilidad en el equipo que aprovecharán las víctimas de los sacrificios del Templo para derrotarles a ellos y a Solrg y Bathia.
Desesperada, la ranger hecha la mano a la espada con intención de descargar su miedo y su furia sobre cualquiera de las criaturas que la tienen rodeada. Pero justo en ese instante nota una presencia a su alrededor que consigue calmarla. Parece imposible que algo así exista en aquel lugar pero es como si de repente una brisa fresca la rodease y le trajese un recuerdo familiar. Un recuerdo de tiempos más sencillos, menos oscuros. ¿Aquello que notaba era el olor del jardín de su hogar en Libernen?
Aquel fugaz recuerdo consiguió centrarla. Soltó la espada e invocando las energías curativas que conocía, pudo cerrar las heridas negruzcas que los demonios más pequeños le habían causado. Logró además separarse de los tres enemigos que la rodeaban hasta una distancia un poco más segura.
No las tenía todas consigo. Aún estaba demasiado cerca de aquellas criaturas, que la miraban con intención de acabar con su vida. Pero quizás esta pequeña maniobra permitiera que alguno de los compañeros pudiera ayudarla.
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Solrg continua gritando con furia e infringiendo un severo castigo al demonio que tiene delante con su hacha.
Vraak corta por la mitad al demonio con el que tanto él como Rolthos están luchando y la criatura se desvanece con un aullido de dolor en una neblina gris que el viento dispersa rápidamente. Con los ojos inyectados en sangre, el semi-orco se gira buscando a otro enemigo y su mirada se centra en Rolthos. El cual, con un gesto calmado pese a todo, levanta una mano para intentar calmar al semi-orco. Rolthos podía sentir el poder divino de Mayaheine escudándole de lo peor de aquella extraña influencia que le hacía querer golpear a sus amigos sin piedad hasta que se le rompiera el mástil del glaive, e intentó que Vraak sintiera su fresco contacto también.
Pareció surtir efecto pues, con un gruñido, Vraak se giró hacia donde estaba Nessa y salió corriendo en su dirección para intentar interceptar a los demonios que la persguian.
De manera instintiva, al ver al semi-orco, cerca de ella, Nessa se dispuso a colocarse espalda con espalda con Vraak pero este, al leer sus intenciones, levantó la mano y, entre dientes, le dijo
- No... soy demasiado peligroso... no quiero hacerte daño... -
Vraak continuó tan rápido como pudo hacia el demonio más grande que había atacado a Nessa hacía tan sólo unos segundos. Intentó cortarlo por la mitad pero la bestia esquivó con fácil el precipitado ataque.
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Con la mano en el suelo y los ojos atentos a la escena que se desarrolla ante ellos, Jen se toma un momento para respirar en medio de la locura y el vendaval.
El frio. Los gritos. Los sonidos de cuchilladas y golpes. Huesos crujiendo. Todo aquello hace que su yo mas furioso quiera salir y prenderse fuego. A ella y todo lo que los rodea.
Pero no. Hay algo que no encaja. Hay algo... Algo que no cuadra en toda aquella escena.
"Es como si se escapara por un resquicio de mi mente" piensa para si, frustrade. Por el rabillo del ojo ve como Ashrem está medio catatónico en el suelo, acunándose a si mismo y casi llorando del miedo.
"Viejo inutil" piensa, aunque solo emite un gruñido, que bien podria significar cualquier otra cosa.
Y al volver la vista al combate. Lo ve.
Eso es.
Eso es lo que no encaja.
-La puerta....- Dice primero para si. -La puerta.- Repite, levantándose tan rápido que Julian aparta la ballesta para que le barde no se de un cabezazo con ella. -La puerta!!- Exclama. Y echa a correr hacia delante sin mas explicacion.
-Jen!! No!- Julian extiende una mano tratando de agarrar a le barde, pero este ya ha puesto pies en polvorosa.
-Hacia la puerta!! Van hacia la puerta! Aguantad, Bathia! Slorg!!-
En su camino su cuerpo se carga con un halo de magia que sale de si en forma de pulso de energía, dirigida hacia sus compañeros. Su voz se hace un eco tras de si, buscando su atención.
-Cargad hacia la puerta!! Hay que defenderla!!- Dice la proyeccion distorsionada de la voz de Jen. Aunque no está segure de que sus compañeros le escuchen, al menos el mensaje se produce. Y espera que junto con su desbocada carrera, el resto sigan su camino.
Los pequeños demonios siguieron a Nessa y la hostigaron, pero esta vez la joven ranger estaba preparada y pudo esquivar los ataques de los mismos. El resto de seres siguió su avance hacia la puerta y Bastia, incluso uno de ellos le lanzó una pequeña bola de fuego, pero de repente, aparecieron unas figuras traslúcidas y etéreas frente a ella. Su aspecto era similar al de Sorlg, imponentes goliath con tatuajes ceremoniales en el rostro y los brazos. Uno de ellos levantó su brazo izquierdo, protegido por un escudo de madera, y desvió la bola a un lado. Los demonios sisearon y continuaron acercándose.
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Nessa siente cómo la sensación de peligro y ansiedad se disipa cuando ve la imponente figura de Vraak acercándose y posteriormente situándose entre ella y el mayor de los demonios. Aquello cambiaba la situación en la que se encontraba previamente y le permitía encarar a los dos pequeños demonios con mayor seguridad y confianza.
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Al ver a le barde correr desbocade hacia la puerta, Julian se lleva las manos a la cabeza, desesperado.
-Maldita sea, Jen. Pero que haces?!- Exclama el medico entre dientes, creyendo por un momento que ha perdido el juicio.
Con indecision, mira atras, adelante, quiere salir, se detiene, y, finalmente, con un audible gruñido, se impulsa y entra en el campo de batalla, siguiendo los pasos del artista de circo. "Alea jacta est, corre por tu vida!" se dice a si mismo, empezando a correr hacia delante. En las manos lleva la ballesta, agarrandose a ella como si su vida dependiera de ello (en realidad su vida dependía bastante de ello) y apuntando a todas partes, porque, ya que estaba, si se podia llevar a algun demonio por delante, mejor.
Cruços gruñó por lo bajo... intentando controlar su rabia que amenazaba con controlar sus movimientos. Aferrando con fuerza la empuñadura de su espada. Corriendo sobre sus cuartos traseros y lanzando un aullido saltó para caer sobre uno de los dos demonios que atosigaban a Nessa. Levantando la espada bastarda por encima de su cabeza la descargó sobre el demonio y casi lo cortó por la mitad, el filo de su espada estaba manchado de su propia sangre y allí donde el líquido alimentaba el metal pequeñas chispas recorrian el metal. Al impactar a la criatura la electircidad la recorrió, y una luz dorada brillante envolvío al demonio que despareció con un gemido de dolor.
Respirando pesadamente, luchando por mantener el control, la forma crinos de Cruços sonrió triunfalmente a Nessa.
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A pesar de sentir la rabia embotando su raciocinio, la idea de defender la puerta se impuso. Dando pesados pero seguros pasos sobre las piedras Rolthos se movió ágilmente hacia la puerta, al llegar a la altura de uno de los demonios medianos se centró en él. Con el rabillo de ojo observó a los demonios más grandes que amenazaban al goliat espiritual, pero no podía llegar hasta ellos. Sin embargo, el rápido avance sorprendió al demonio que fue incapaz de esquivar ninguno de los ataques del paladín. El glaive cortó su carne y el asta impactó en su frente.
Cuando, rabioso, dirigió su atención contra el paladín, Rolthos le lanzó un ataque a las piernas, cortando una vez más su carne y haciendo que su movimiento se detuviese. Frustrado le lanzó dos bolas de fuego y una de ellas impacto en el pecho de Rolthos haciendo que el fuego lacerase su carne y chamuscase parte de los pelos de su barba.
- Aguantad... Aguantad. - Interpeló a las figuras espirituales. - ¡Onyrin os manda recuerdos!
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Los demonios aullaron de rabia y atacaron con fiereza a los defensores de la puerta y a los recién llegados.
Pero ahora los héroes lucharon con renovadas energías, quizá por las alentadoras palabras de Rolthos y evitaron la mayoría de las garras, dientes y aguijones que los demonios lanzaban contra ellos con furioso abandono.
El demonio que se aproximaba a Rolthos gritó de dolor y frustración al ver su avance cortado e intentó lanzar un par de pequeñas bolas flamígeras al paladín. La primera le cogió un poco desprevenido y dejó una marca negruzca en el centro del peto de su armadura. Rolthos pudo sentir el metal caliente sobre su carne pese a la protección del cuero interior. Por eso no dejó que la segunda esfera le impactara y se agachó, desviándose enseguida por causa del fuerte viento y perdiéndose en lejanía.
Ashrem pareció recuperarse del primer shock y, tímidamente, se acercó hasta la entrada del anfiteatro. Murmuró unas palabras y un rayo rojo cayó del cielo sobre el demonio que combatía Rolthos.
Oswalf Glimfeather Tercero usaba todas sus fuerzas para mantenerse cerca del paladin. Rolthos le pudo escuchar susurra "No puedo creerlo... son ellos..."
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La ranger no se había alejado aún completamente de las criaturas demoniacas cuando alcanzó a ver cómo Cruços se ponía ante ellas y directamente abatía a una. Compartió con él una mirada cómplice y asintió, en un rápido pero claro signo de agradecimiento. Se quedaba más tranquila sabiendo que Vraak ya no se quedaría rodeado por tres criaturas y no le cabía duda de que la fuerza combinada del bárbaro y el cazador de sangre terminaría rápido con aquel grupo de enemigos.
Dándoles la espalda y ahora sí enfocando hacia la puerta donde Bathia y Sorlg aguantaban con bravura el embate del resto de criaturas, Nessa avanzó hasta colocarse próxima a Rolthos. Pensó en atacar a su mismo objetivo, pero no logró encontrar un hueco claro para que el ataque fuese efectivo, por lo que hizo un giro en el último momento para dirigir sus flechas a uno de los demonios mayores que atosigaban a Sorlg.
Dirigió una breve plegaria a Madre Naturaleza para que la guiase y así pudiera atacar con mayor claridad y potencia a su enemigo y también activó la cuerda flamígera exclamando en élfico:
- ¡Narserma!
... pero se arrepintió acto seguido de esto último cuando recordó que ya había hecho esto dos veces durante el combate contra Kelto. ¡No más de dos activaciones por día! ¡Dos! ¡Eso era lo que le había dicho Cruços cuando se la dio! Esta era la tercera vez que lo hacía en el mismo día ... ¿iba a romperse la cuerda en medio del combate?, pensó, preocupada.
Sin embargo, para su sorpresa y tranquildad, notó el tacto cálido de la cuerda contra su mejilla acompañada del familiar fulgor rojizo que significaba que todo estaba en orden y que la cuerda seguía intacta. La ranger no tuvo tiempo para extrañarse, sino que observó como la primera de la flecha estallaba en llamas y hallaba su objetivo en las carnes de la criatura. La segunda flecha falló, pero la ranger esperaba que aquel primer flechazo le pusiera las cosas algo más fáciles a Sorlg.
- ¡Vamos en vuestra ayuda! ¡No estáis solos! - gritó, uniéndose a los ánimos de Rolthos y Jen.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Como respondiendo a las palabras de Nessa, Sorlg rugió y descargó su gran hacha contra el demonio que tenía la flecha de Nessa aún clavada en un costado. La bestia gimió y aulló de rabia y dolor, con el rostro congelado en el momento de su muerte de una mujer joven.
Por su parte Vraak clavó su hacha en el hombro del demonio con el que estaba luchando. Su arma se quedó encajada en el cuerpo del demonio pero al semi-orco no pareció importarle. Dejándose llevar por la furia que lo embargaba propinó una patada en el pecho al demonio, tirándolo al suelo. Sin perder un segundo y gritando tan alto como le permitian sus pulmones, el semi-orco se lanzó contra la bestia y comenzó a descargar puñetazo tras puñetazo contra el demonio. Vraak había perdido todo rastro de cordura y tan sólo era capaz de golpear y golpear y golpear a aquel ser dejando que toda la rabia que sentía ardiera como un incendo devastador en su pecho.
PbP Character: A few ;)