El temblor inicial que sentía por el frío se convierte en uno de terror absoluto cuando la ranger ve a los dos dragones. ¿¿Qué ha hecho?? ¿Los ha sentenciado a todos al elegir este camino y recorrerlo sin invocar a las sombras para protegerlos? ¡Aquél no era el nivel de precaución que Ornym le había enseñado a tener!
Respirando con ansiedad - casi hiperventilando - retrocede varios pasos para alejarse del mayor de los dragones y al hacerlo sin mirar acaba chocando con Cruços. Se aparta entonces hacia la derecha, pero lo hace a trompicones y termina cayendo pesadamente sobre la nieve. Otro error que no ayuda a que gane la tranquilidad que necesita, sino todo lo contrario.
Se echa más y más hacia atrás, hasta que comprende que solo está huyendo del horror que tiene en frente para acabar dando de bruces con el que tiene detrás. Sólo hay una opción, piensa, si tiene que morir ... al menos que sea luchando.
Con brazos temblorosos, apunta hacia la más grande de las criaturas y, con un rezo hacia Madre Naturaleza, dispara tres flechazos. Sólo el primero, que ha hecho estallar en llamas con la magia de la cuerda, alcanza a su objetivo.
El grán dragón se elevo gruñendo amenazadoramente sobre ellos, estirando su largo cuello cubierto con duras escamas blancas que refulgían en la pálida luz y contemplándoles con ojos inyectados en sangre.
Julian pudo ver en ellos odio y placer. Estaba disfrutando de la caza. Posiblemente no tenía muchas oportunidades de cazar a nadie en aquel extraño lugar. Sin embargo, ver a Rolthos aferrar con seguridad su arma y plantar cara a la inmensa criatura que tenían frente a ellos le lleno de coraje y cargó su ballesta con decisión.
Entonces el segundo dragón apareció tras ellos y rugió con fiereza. La visión de otra bestia fue demasiado para el médico cuyas manos terminaron de cargar la ballesta temblorosas. Disparó sin apuntar al nuevo dragón, más parecía que intentaba ahuyentarlo que acertarlo. Se acercó a Jen intentando protegerle de esa nueva amenaza, pero verse atrapado en aquel cañón helado rodeados por aquellas dos criaturas no daba muchas opciones.
El mayor de los dragones batió sus alas y la nieve de alrededor se elevó y arremolinó en torno a ellos, cegándoles y haciéndoles tiritar de frío por la fuerza del viento. Todo quedó oscurecido y apenas veían nada.
El que estaba detrás golpeó con su poderosa cola el hielo que se levantaba sobre ellos y provocó una avalancha donde grandes y afilados trozos de hielo cayeron sobre ellos.
Jen, al igual que su prometido, siente algo de alivio al ver a Rolthos blandir su arma contra el enorme dragón que les acechaba a un lado de la garganta. No es hasta que escucha al otro a sus espaldas que el alma se le cae a los pies. Cae de rodillas al suelo , con las manos entrelazadas como en un gesto de rezo, aunque no sabría a quien rezarle. Quizá a cualquier ente que les asegurara que saldrían vivos de esa.
-El... El mie-mi... Miedo es un... Un c-c-constructo... De.. de, de la...- Intenta empezar a recitar para calmar el pavor burbujeante que siente su alma. "vamos a morir", piensa, acobardado, con ganas de salir corriendo de alli. Arañar las paredes hasta desgastarse las uñas tratando de escalar el risco deseaperadamente. Eso es lo que haría si pudiera. Pero internamente La Luchadora y El Acróbata lo mantienen firme con las rodillas hincadas al suelo. Ya vale de correr. Y de copiar a otros.
-El miedo es real y tangible, y arde como un hierro al rojo vivo! Y me cago en mi estampa, no hemos llegado hasta aquí para ser el almuerzo de un dragón! Pudimos con un Dracolich, podemos con estas criaturas! No son tan grandes! Son solo dos lagartijas! Eeeep!!- Exclama cuando uno alza las alas y pasa describiendo un amenazador círculo por encima suyo. Jen se echa al suelo y se queda lo mas plano posible. -L-Lagartijas!- Vuelve a exclamar, aunquee tiembla un poco la voz.
El ígneo ataque inicial de aquella arquera parecía que había centrado la atención de los pequeños humanoides en uno de los dragones, en el que parecía más grande y veterano. La flecha incendiaria parecía actuar en los humanoides como una luz que atraía a pequeños insectos. Sin hablar siquiera entre ellos parecían que iban a centrar sus ataques en el más grande de los míticos dragones blancos. Indignado por sentirse ninguneado y enfurecido por los insultos de la cambia formas el dragón más pequeño aleteó rabiosamente mientras alzaba la cabeza y cogía aliento.
De pronto todo el cañón se llenó de frio y hielo. Volando sobre sus presas sopló sobre ellas, llenando el rocoso pasillo natural de un innatural frio helador que alcanzó a todos las piezas de su caza. El repentino frio atenazó con mayor crudeza a Ashrem, Julian y Nessa que sintieron el frio entumecer sus músculos y quitarles el aliento. El resto soportó el atenazador frio con un poco más de entereza. Cuando acabó su barrido estaba más cerca de su enorme compañero. Allí, sintiéndose protegido por su corpulenta presencia observó a los humanoides con una sonrisa depredadora. Podía ver como alguno de ellos estaban ya casi muertos. Intercambio una mirada llena de satisfacción, crueldad y suficiencia con su blanco compañero.
Desde la escarcha tres de aquellos humanoides seguían avanzando hacia ellos. Con algo de parsimonia el gran dragón alzó su cola para atacar al primero de ellos. El compacto semiorco había corrido raudo, implacable y usando una de las rocas que sobresalían de la pared se impulsó hacia arriba con sus firmes piernas. Su nueva arma épica refulgió cuando impacto en el cuerpo del dragón, una y dos veces. Rasgando sus escamas en terribles heridas que empezaron a sangrar de inmediato. De tal fuerza habían sido los impactos que Vraak voló hacia atrás, dándose la vuelta en el aire y usando la misma roca volvió a impulsarse hacia arriba. “Lagartija” dijo recordando las palabras de Jen que le ayudaron a sentir fuerzas para atacar de nuevo. No iba a dejar que aquel grupo al que estaba cogiendo tanto apego pereciese ante aquellos dragones. La cola del dragón latigó el aire inútilmente mientras el dragón comprendia que quizás aquellos humanoides no eran presas tan fáciles.
El enorme dragón se encaró con el segundo de los humanoides. La expresión de suficiencia se había evaporado de su cara y se fijó en las otras dos pequeñas figuras que se aproximaban casi juntas con una intensa mirada. De pronto el aspecto de uno de los hombres mutó y un pelaje animal le cubrió el cuerpo. De un inhumano salto se colocó a su altura. Quizás por la debilidad de sus heridas o quizás por la sorpresa del cambio el primer ataque le alcanzó de lleno, pero esta vez estaba preparado y tras el momento de duda le apartó con un impacto de su poderosa cola. Sintió miedo. Por primera vez desde hacia mucho tiempo dudo de sí mismo.
Aún quedaba aquel tercer hombre embutido en una pesada armadura cuyas piadas no hacían ruido. Inquieto el dragón se preparó para apartarle con la cola. Esta vez el humanoide usó la larga asta negra de su arma para impulsarse desde la pared mientras consagraba su ataque a su Diosa. El pánico tomó el control del dragón al oír su juramento ¿¿¿”Mayaheine”??? Siguiendo su instinto más primario se dispuso a soplar y llenarlo todo de un frio que acabaría con todos aquellos insignificantes humanoides de una vez por todas. Su cuello se hinchó y sus alas empezaron a aletear furiosamente, como su más joven compañero había hecho antes.
Pero cuando su poderoso tórax se tensó para impulsar el aliento no sintió el frio acariciar sus afilados dientes, si no que tan solo sintió un resbaladizo frio goteando por su cuello. El arma del paladín le había cortado el cuello tras un impacto certero y preciso que había resplandecido con el poder de la diosa del valor.
Envuelta en el remolino de nieve que creó el mayor de los dragones, Nessa no es capaz de ver nada, pero aún así percibe lo que sucede a su alrededor. Después de tantos combates juntos, distingue claramente el sonido del hacha de Vraak cortando primero el aire y después impactando brutalmente en su presa, el de las pisadas de Cruços en su forma lobuna - tan diferentes a las de su forma humana - preparándose para saltar primero y atacar después, y el del filo del glaive de Rolthos cortando a su enemigo e hiriéndolo con la posterior liberación de energía divina. Sonríe para sí misma con alivio cuando nota el sonido de un cuerpo pesado empezar a caer y el impacto del mismo retumbar en todo su cuerpo. ¡El mayor de los dragones ha caído!
Queriendo seguir la estela de sus compañeros busca una salida del remolino de nieve, pero al notar que los temblores causados por el frío y el miedo aún le afectan, lo hace alejándose del dragón joven en lugar de avanzar hacia él. La distancia y los vientos van a dificultar mucho el disparo, así como el terror que aún le provoca la criatura, pero no va a quedarse paralizada sin más. No, cualquier cosa antes que eso.
Con este pensamiento en mente termina de moverse, cruzando con cuidado el río helado hasta situarse en el lado opuesto del desfiladero y dispara. Por un momento parece que los vientos van a desviar sus flechas, pero comprueba con satisfacción que una de ellas alcanza el blanco y hace rugir al joven dragón, que recibe así la primera herida de los que hasta ahora consideraba presas fáciles.
Julian trastabillea, lleno de sangre y con lo que diagnostica que puede ser una contusión de gravedad media. Se ha dado un buen golpe en la cabeza al tropezar con una placa de hielo y recibir el aliento del dragón directamente en la cara. Se lleva una mano a la cabeza y descubre que está sangrando. -No, nonono- Masculla, buscando con la otra mano en su alforja un paño con el que presionar la herida y parar el sangrado. Con él, extrae también unas hierbas que se lleva a la boca mastica. Saben a rayos, pero desprenden una sustancia similar a la adrenalina, que hace que momentaneamente se sienta mejor. Y al menos al trastabillear hacia atrás puede ver de nuevo algo.
Y entonces CRACK!!! El sonido de la roca al crujir con la caida del dragón grande hace que de un bote y se aferra a la ballesta como si fuera su posesion mas preciada.
Jen, por su parte, manotea en la bruma, tratando de ver algo. El pánico repta por su nuca y se encadena a su mente, hasta que escucha también el eco del cadaver del dragón blanco. Entonces masculla -Lagartija...- Con voz ronca, eco de dos voces diferentes. Y se lleva la mano al corazón. Escucha como palpita, y respira profundamente. Hoy no iba a ser el día de tener miedo. Hoy no. Hoy iban a honrar a los guerreros que habían dejado atrás, e iban a salir de aquel templo. Claro que si!!
Con una oleada de valentía, Jen sale de la bruma, y mira a todas partes freneticamente, hasta que cruza la vista con Vraak. -Acabad con él!! Dale caña a ese hacha!!! Que sea lo último que vean esos ojos reptilianos!!
El rugido de sorpresa del dragón más grande se tornó de dolor cuando el glaive de Rolthos, brillando con fuerza imbuido por el poder de Mayaheine, cercenó el cuello del dragón casi por la mitad. La enorme bestia cayó, golpeando el lateral del cañón y provocando una pequeña avalancha que cubrió casi por completo su cuerpo, ahora inerte.
Entre las rocas y la nieve que cayeron sobre ellos los compañeros se atrevieron a lanzar un grito de victoria, que fue abruptamente cortado por el rugido de rabia del otro dragón al ver a su compañero caer ante los humanoides. Gruño y habló con una voz cargada de odio.
- ¡¡VAIS A PAGAR POR ESTO... DEVORARE VUESTRAS TRIPAS Y QUEBRARÉ VUESTROS HUESOS!! -
Como única respuesta, une envalentonade Jen surgió de la neblina y, manteniéndole la mirada sólo dijo una palabra.
- Lagartija -
El dragón bramó y batió sus alas. En su furia golpeó las paredes del cañón y grandes trozos de hielo y roca se desplomaron sobre ellos. Casi todos consiguieron esquivarlos pero una pesada piedra alcanzó a Rolthos en una pierna. Sólo su armadura evitó que se la rompiera.
El dragón parecía haber enloquecido, lo que Nessa agradeció en parte porque si hubiera dado otra pasada con su helado aliento dudaba de que hubieran podido sobrevivir. Sin embargo, al ver la furia con la que se lanzó sobre Rolthos casi cambia de opinión. El paladín se debatía como podía contra las grandes garras interponiendo su glaive para bloquearlas, pero como el gato que juega con el ratón, al final el verdadero peligro venía de su largo cuello y sus poderosas mandíbulas. Rolthos sintió los colmillos como garras del dragón atravesar su armadura y clavarse en su piel. Incluso con un mordisco el paladin pudo sentir el frío que emanaba del interior del dragón.
Vraak saltó de nuevo en ayuda de su amigo, pero su primer ataque fue desviado por una garra del dragón. Midiendo mejor su oportunidad, Vraak lanzó un acertado tajo contra de las patas del dragón. Este, dolorido, batió con fuerza las alas, elevándose. La fuerza del viento hizo que tanto Vraak como Cruços cayeran al suelo, al igal que Rolthos y Jen que hicieron un esfuerzo por no acabar rodando por el suelo como sus amigos.
El dragón se elevó más allá del alcance de sus armas. Quizá sólo Nessa era capaz de alcanzarle ahora.
Rolthos observó como el dragón subía tras el furioso asalto y como Crucos le lanzaba un par de flechas. Pero su rabia parecía restarle la disciplina adecuada para manejar el arco con precisión y ambas flechas se perdieron zarandeadas por los furiosos vientos. Miró a su alrededor y decidió que sus compañeros podrían curarse antes de que el dragón atacase de nuevo. Sintiendo aún el frio de su mordisco se concentró para invocar a su diosa. El frio desapareció de su cuerpo y las heridas se cerraron. Se movió unos pasos para buscar un mejor ángulo y le lanzo un par de dardos. Uno se perdió en el aire pero el otro, certero, se clavó en el vientre.
Aunque habían derrotado al más poderoso de los dos dragones, la lucha aún seguía. Y un dragón era siempre un enemigo temible. Ya no contaban con el factor sorpresa y el dragón se podría mostrar más táctico o quizás pedirse el autocontrol y se abalanzarse sobre ellos en ciega furia. Cualquiera de las dos opciones podía ser letal. Rolthos asentó sus pies en el hielo preparándose para sus siguientes movimientos y observándole atentamente.
Nessa no se dejó amilanar por el dragón enloquecido. Inspirada por las maniobras de sus compañeros notó como el miedo la abandonaba y daba paso a un fuego interior que le decía que podía enfrentarse a él y que, aunque se hubiera elevado tanto, podía alcanzarle y hacer que cada disparo contase.
Tan sólo le quedaban tres flechas mágicas, pero estaban bastante heridos y el tiempo corría en su contra. Debían acabar con el dragón antes de que este volviese a usar su aliento. No dudó pues en sacar dos de las flechas mágicas, eligiéndolas de entre el resto de flechas normales por su distintivas plumas verdes. Colocó una en el arco y sujetó la segunda firmemente con el meñique para tenerla preparada y no tener que sacarla del carcaj cuando llegase el momento, lo que permitiría que el segundo disparo llegase algo más rápido de lo normal. Esto sería esencial para el plan que tenía en mente.
Así
- ¡No estés tan seguro de eso ... - le gritó al dragón en perfecto dracónido. Siguiendo con la puya de Jen, añadió - ... lagartija!
Comenzó entonces a correr hacia él invocando a la vez a la ya familiar bruma gris plateada, que rápidamente la envolvíó y la hizo desaparecer. En un abrir y cerrar de ojos, la ranger pasó de estar en el suelo corriendo hacia el dragón para aparecer a en el aire a escasos pies por debajo de él con la cuerda del arco ya tensada y lista para ser liberada. Sintiendo inmediatamente cómo empezaba a caer, disparó ambas flechas mágicas sin perder tiempo. Éstas se envolvieron en llamas en su vuelo hacia el cuello del dragón, donde impactaron de lleno.
Con su agilidad habitual, pudo maniobrar en plena caida para que sortear la mayor parte de daño del impacto. La nieve ayudó a frenar parte del mismo, pero aún así se hizo algo de daño en un tobillo. Esto no impidió que se alejara para quedarse a una distancia segura de la criatura.
Con dolor aun en el costado, pero con los sentidos más despejados, Julian evalúa la situación de sus compañeros alrededor.
Jen parece magullade, y tiene algunas manchas en el cuello, fruto de un principio de congelación en la dermis. Su primer instinto es correr hacia elle, pensando inmediatamente en la cantidad de gasas e ungüento curativo que aplicar.
Pero un gemido lastimero llama su atención, y se gira para ver a Ashrem aferrarse a su bastón, como si las piernas hubieran estado a punto de fallarle. Mirando a ambos, su mente de médico identifica rápidamente a la persona más grave de ambos.
Con un chasquido de lengua, corre hacia Ashrem, pero el anciano en cuanto le ve aproximarse con el paquete de ungüento, extiende las manos en forma protectora, casi agresiva.
-Aléjate de mi con ese veneno!! Tú confraternizas con el changeling!! Fueeeraaaaa! Jeeeejejeje Shuuu!!! maldito, maldiitooo, arde en el infierno...!!- Exclama, manoteando, y dificultandole la tarea al médico, que intenta maniobrar lo mejor que puede.
-Maldita sea, pero estese quieto!- exclama Julian, exasperado con el anciano. Sobre todo cuando este alcanza a levantarle el parche del ojo, dejando ver un iris rojizo y sin pupila. -Que si no no puedo atenderle, hombre!-
Ahsrem se aparta de Julian aún asustado, sin sentir siquiera el efecto calmante de los ungüentos que el médico a aplicado lo mejor que ha podido. Lanza un conjuro de protección sobre sí mismo, al médico le parece que más para protegerse de él que del dragón y se aleja todo lo que puede buscando algún escondite donde cubrirse. Completamente poseído por el miedo al dragón, el anciano parece al borde de un ataque. La distancia, y la acción de su conjuro de protección parecen calmarle un poco y aunque ya no está a su lado, Julian ve que sus ojos se centran un poco y su respiración se calma, al menos para ser un poco más efectiva.
El dragón deja escapar un rugido feroz de lo más profundo de su pecho. Esos humanoides arrogantes encima tenían la osadía de insultarle. Iban a pagar. Iban a pagar muy cara su osadía y el asesinato de su compañera.
Mientras giraba majestuosamente en el cielo veía como usaban su magia y se curaban y se animaban unos a otros. No importaba. Ninguno iba a sobrevivir. Inhaló profusamente y se lanzó en picado hacia ellos. Exhaló su aliento helado para repartir fría muerte y helada venganza. El estrecho cañón se llenó de hielo y niebla y escuchó los gritos de dolor y agonía de muchos de ellos.
El dragón culminó su vuelo elevándose por encima del cañón y desapareciendo de la vista del grupo.
Tras la terrorífica pasada el grupo intentó recomponerse. Nessa estaba ateridla y tuvo que patear un par de veces el suelo para recuperar la sensibilidad en sus piernas y pies. Temía quitarse las botas y descubrir que sus dedos estaban negros y congelados más allá de recuperación. Cruços yacía no muy lejos, había recuperado la forma humana por lo que la ranger supuso que estaba inconsciente. O eso esperaba. El resto comenzaba a recuperarse. Vraak llamó cobarde a gritos al dragón aferrando su hacha con fuerza, a la espera de poder lanzarse contra él. Rolthos se quitó la escarcha de la cara y la barba y miró a su alrededor. Nessa apenas podía mantenerse en pie. Necesitaba su ayuda. Dio un par de pasos hacia ella pero el dragón volvió a aparecer en el cielo, cruzando el cañón de lado a lado con rapidez. Lanzó su aliento una vez más pero están vez creó un muro de hielo que separó al grupo. La explosión de hielo y el acto reflejo de cubrirse hicieron que Rolthos cayera al fondo helado del cañón . Con esfuerzo volvió a levantarse pero comprobó con estupor que ahora Nessa, Julian y Ashtem, que estaba cubierto por el hielo del dragón y yacía boca abajo, estaban aislados del resto del grupo por un espeso muro de hielo.
El paladín vio a Nessa malamente herida y con la intención de curarla Rolthos se dirigió hacia ella. Pero sin previo aviso un muro de hielo se interpuso entre él y ella, haciendo que perdiese el equilibrio. Desorientado sin saber muy bien que había pasado se levantó y se acercó al aliado más cercano, Cruços. El dragón se había escondido y su siguiente ataque podría ser devastador. Aplicando sus manos sobre su compañero caído Rolthos le infundio energía vital. Un soplido más y Cruços podría morir del todo, el dragón podría ser el menor de sus problemas.
Nessa dio un pequeño salto hacia atrás para evitar otro aliento pero en esta ocasión el dragón creó un muro de hielo que separó al grupo en dos. Nessa se dio cuenta que los guerreros de cuerpo a cuerpo estaban todos al otro lado del muro. Un escalofrío recorrió su espalda. Si había separado a aquellos que podían hacerle más daño en cuerpo a cuerpo…
El suelo comenzó a temblar. Algunos trozos de hielo, roca y nieve comenzaron a desprenderse de las paredes. Antes de que la joven pudiera pensar que sus temores eran fundados la pared del este estalló en decenas de pedazos y un enfurecido dragón se abalanzó sobre ella. Nessa no pudo esquivarlo, ni sus prodigiosos reflejos la ayudaron esta vez. El dragón aplastó a Nessa con una de sus grandes garras, clavando sus garras profundamente en el cuerpo de la muchacha. El dragón extendió su cuello y alas y lanzó un rugido victorioso.
Jen sentía el sudor frío recorrer su espalda, la caída del primer dragón había hecho renacer su esperanza pero la fiereza del dragón y sus estrategias estaban resultando mortíferas.
Nessa parecía muy malherida y cada vez más asustade lanzó un hechizo para restañar las peores heridas que había sufrido su amiga. Suspiró algo más tranquile cuando vio que la joven exploradora tose y, abriendo los ojos, busca instintivamente su arma para seguir la lucha. Julian, por su parte, corrió hacia Ahsrem para evitar que el anciano muriera.
El dragón vio cómo Nessa se movía de nuevo a sus pies y dejó escapar una terrible risa.
- JAJAJAJA ¿AUN OS MOVÉIS ? ESO TIENE FÁCIL SOLUCIÓN.. -
Rolthos apenas podía ver la figura del dragón a través del muro de hielo que ahora les separaba, pero vio cómo el dragón elevaba su largo cuello y extendía las alas al exhalar una vez más su helado aliento. Los guerreros gritaron casí al unísono de rabia y frustración mientras corrían hacia el muro que les separaba del dragón y sus amigos. Pese a la distancia y el muro podían sentir el terrible frío que emanaba de las fauces abiertas del dragón.
Jen se giró corriendo hacia Julian cuando vio que el dragón hinchaba su pecho y se disponía a lanzar su terrible aliento de nuevo. Nunca llegó hasta él. Fue golpeada con fuerza por una ventisca heladora. Sintió cómo los cristales de hielo se clavaban en su cuerpo como cientos de pequeñas agujas. Cayó al suelo, temblado y ateride, apenas consciente se giró para ver a Julian. El doctor yacía en el suelo, cubierto totalmente de hielo y escarcha, su piel pálida. Había intentado, sin éxito, cubrir el cuerpo del anciano clérigo que estaba encogido entre los brazos de Julian como un niño pequeño. Escuchó la risa satisfecha del dragón, y con dificultad se giró. Quizá Nessa había podido esquvar el temible aliento. Comprobó con horror que no era así. Nessa yacía inconsciente a los pies del dragón.
- Nessa!! - Vraak no podía ver lo que pasaba al otro lado del muro pero lo intuía. Corrió todo lo rápido que pudo e impulsado por sus poderosas piernas, saltó, agarrando la parte superior del muro con un brazo y escalando a lo alto del mismo. Sin dejar de moverse saltó al otro lado y corrió al lado de la ranger, interponiendose entre ella y el dragón.
- HMMM ASI QUE ESTA ES IMPORTANTE PARA TI... AHORA LA VERÁS MORIR COMO YO HE HECHO!! -
El dragón se lanzó hacia delante, empujando a Vraak a un lado, que no pudo hacer nada para evitar que el dragón tomara a Nessa en una de sus garras y la levantara como un muñeco roto.
- LAGARTIJA... VEREMOS SI A VOSOTROS OS CRECEN LOS MIEMBROS QUE PERDAIS.... -
Jen observó con horror como las fauces del dragón se abrían y este las cerraba en torno al brazo de Nessa a la altura del hombro. Con un sonido espantoso el dragón movió su poderoso cuello y arrancó el brazo de Nessa. Se relamió dejando a Nessa tirada en el suelo a los pies de Vraak, desangrándose por la terrible herida y se giro hacia elle.
- ASI QUE LAGARTIJA... -el gruñido que salió de su pecho paralizó el corazón de le barde.
Consciente de la presencia del bárbaro a su lado, el dragón intentó golpearle con su cola y lanzarle contra el muro, pero Vraak reaccionó a tiempo y, soltando su poderosa hacha, aferró con fuerza la cola del dragón, deteniendo su ataque e impidiendo su avance hacia Jen.
El dragón se giró hacia Vraak, más sorprendido que otra cosa e intentó zafarse del fuerte abrazo del sargento de la guardia de Greyhawk.
Rolthos tenía una oportunidad ahora que el dragón estaba distraído.
Los gritos que se escuchaban al otro lado del muro no presagiaban nada bueno. El horror que el dragón había desencadenado en un instante había sido desbastador y sus estrategias parecían irreparables. Sin reflexionar demasiado y empujado por la desesperación de la urgencia de acabar con aquella criatura que parecía no parar de congelar todo con su suplido Rolthos siguió los pasos de Vraak, saltando atléticamente a la parte superior del muro, ayudándose de la pared del cañón con la que hacía esquina.
La escena le horrorizó aún más, Nessa yacía desmembrada y en los brazos de un Vraak en shock. Mientras el dragón se regodeaba con el dolor que estaba causando.
El paladín vio que apenas quedaba tiempo para detenerle antes de que realizase alguna otra devastadora maniobra y no reflexionó. Debía detenerle y parar antes de que acabase con todos sus compañeros. Lanzó su glaive hacia delante y e invocó el poder de su diosa para teleportarse a justo debajo de su vientre. El movimiento del glaive acabó cercenando el cuello del dragón, sorprendido por el inesperado ataque.
Pero más que alegría por la victoria sintió un frio vacío a sus pies viendo los cuerpos que yacían en el suelo.
El dragón no pudo ni rugir ya que el afilado glaive del paladin cercenó sus cuerdas vocales. Sangre extrañamente fria cayó sobre Rolthos empapándole.
El dragón dio un paso hacia Jen, con la muerte aún reflejada en sus reptilianos ojos, pero Vraak empujó hacia un lado, haciendo que el pesado cuerpo de la bestia cayera de costado, quebrando su ala, en lugar de caer encima del paladin y aplastarlo.
- ¡¡NO!! NESSA!!! - Vraak casi saltó los escasos metros que le separaban de la cazadora que yacía en un charco de su propia sangre. El semi-orco la giró con delicadeza pese a lo grave de la situación y comenzó a intentar detener la hemorragia del muñón donde había estado su brazo derecho y por la que ahora manaba sin control el fluido vital.
- no no no Nessa... no.. tú no... no me dejes... no no no... -repetía una y otra vez en voz baja mientras intentaba detener la hemorragia usando sus ropas y la nieve, que se tornaba roja al no lograr parar el sangrado.
A unos metros, rota su cuerda, yacía el foco que Nessa había construido con tanto mimo para canalizar la magia de su Diosa. un par de flores se habían salido y el muérdago estaba ahora manchado de dos gotas de sangre.
Viendo lo crítico de la situación, Cruços luchó contra sus instintos y, en lugar de lanzarse a ayudar a Nessa, mantuvo la cabeza fría.
Por desgracia Nessa estaba más allá de las habilidades curativas del grupo, al menos de momento.Había contemplado demasiadas bajas en batalla y enterrado los suficientes cadáveres para saberlo. Pero aún había otros tres compañeros que podrían ayudar. Bueno, dos compañeros y Ashrem.
Esperando que Rolthos conservara la cabeza fría, saltó al muro y corrió intentando no resbalarse hacia ellos. Saltó a la nieve manchada por la sangre de sus amigos y el dragón y corrió hacia Jen.
- ¡Rolthos! -gritó - Atiende a Julian, dale una poción y que se la de a Ashrem. Le necesitamos vivo para conservar el cuerpo de Nessa. Recemos a los dioses que tenga el hechizo adecuado... -
Se dejó caer unos metros antes de llegar a Jen y se deslizó en la nieve mientras se quitaba la mochila de su espalda y empezaba a buscar en su interior la poción curativa que esperaba ayudara a le barde a recuperar la consciencia antes de que el shock por el frio del aliento acabara también con su vida. Pero el cazador estaba muy mal herido. De pronto sintió que sus fuerzas fallaban y la vista se le nublaba. Con rabia apretó los dientes y sacudió su cabeza, negándose al cálido abrazo de la insconsciencia y continuó rebuscando en su mochila.
Mirando a Nessa con horror el paladín escuchó las palabras de Cruços. Había sufrido muchos momentos difíciles, pero nunca antes la muerte de una amistad tan cercana. Agradecido y dejándose guiar por sus palabras corrió hacia Julian y le impuso sus manos infundiendole la energía necesaria para ponerle de nuevo en marcha.
"Gracias mayaheine por el poder de curación que me proporcionas."
- El dragón ha muerto. Pero te necesitamos Julian. Dale está poción y atiende a Ashrem. A él también le necesitamios vivo. - Le dio apremiante mientras empezaba a dirigirse hacia Jen esperando que no fuese demasiado tarde.
Julian, aún aterido por el frio y muy confuso asintió, cogiendo con temblorosas manos la poción que le ofrecía el paladin y volviéndose hacia el inconsciente clérigo que había protegido como había podido con su cuerpo, descorchó la botella usando sus dientes y con cuidado de no derramar demasiado por sus temblores, vertió el líquido rojizo en la boca del anciano.
La reacción no se hizo esperar y entre toses Ashrem recuperó la consciencia mientras Julian le daba unas palmadas en la espalda para ayudarle a pasar el momento y miraba la escena a su alrededor con cara horrorizada. Parecía que habían derrotado a los dragones pero ¿ a qué coste? ¿dónde estaba Jen?
Fue entonces cuando le vio. Tumbade entre la nieve, con su aspecto natural, el pelo blanquecino meciéndose al ritmo del viento que levantaba la nieve convirtiéndola en una blanquecina arena durante unos segundos.
- ¡Jen! -llamó, la voz rota.
No se movía. Se fijó más. Su pecho estaba inmóvil. No respiraba. Aun embotada por el frío y el dolor, por la cabeza de Julian pasaron los procedimientos para tratar la hipotermia y la congelación extrema. Sus propios dedos estaban ennegrecidos y no sentía algunos dedos de los pies. Todo lo que se le pasaba por la cabeza requería demasiado tiempo. Y necesitaban unos recursos de los que no disponían. Miró a su alrededor desesperado, fuego, necesitaba fuego... pero su mente le chillaba que no había tiempo. Un movimiento a sus pies cuando el anciano clérigo se sentó le hizo tener una idea. Ni siquiera pensó por un momento que toda su vida había estudiado y trabajado para no necesitar aquella solución y que los mortales pudieran forjar su propio destino. Aquellas importantes cuestiones no ocuparon ni una milésima de segundo en su cabeza. Sólo podía pensar en que no podía perder a Jen.
- Ashrem. - Consiguió decir, captando la atención del confuso anciano
- Cof.. cof... ¿has intentado ahogarme? cof... ¿qué me has dad... ? -
- Calla y escucha... Jen... Jen necesita ayuda. Curación. Vamos.. -le dice agarrándole por los hombros y tirando de él hacia el cuerpo inerte de le barde.
Tras un par de pasos Ashrem se fija en el cuerpo de Jen con su aspecto normal y comprende. Se zafa de Julian, ambos, débiles, se caen de nuevo en la nieve.
- ¿Estas loco? ¿Curar a ese demonio? ¡No! el mundo está mejor sin ellos... son.... son... ¡¡son malos!! -
Julian, arrodillado, mira desesperado a Ahsrem, las lágrimas afloran de su ojo sano.
- Por favor... - dice casi en un susurro - Jen no es malvade... al contrario... por favor... yo... le amo... por favor... -
Durante un segundo Ashrem contempla al joven doctor. Luego, sin decir nada, se levanta y, tambaleante, llega hasta Jen donde, más que agacharse, se deja caer. Acerca una mano temblorosa al pecho de Jen y la aparta, como si temiera que le barde fuera a morderle. Por fin, posa la mano en el frio cuerpo del channeling y musita unas palabras.
Al cabo de unos segundos Jen comienza a respirar de nuevo.
Julian, que se ha acercado, abraza a Jen y le pone en su regazo musitando un "gracias" a Ashrem que tan sólo asiente y da un par de pasos atrás para quedarse sentado en la nieve contemplando su alrededor.
El llanto desgarrado de Vraak meciendo a Nessa es lo único que rompe el silencio.
Jen abre los ojos entre los brazos de Julian.
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El temblor inicial que sentía por el frío se convierte en uno de terror absoluto cuando la ranger ve a los dos dragones. ¿¿Qué ha hecho?? ¿Los ha sentenciado a todos al elegir este camino y recorrerlo sin invocar a las sombras para protegerlos? ¡Aquél no era el nivel de precaución que Ornym le había enseñado a tener!
Respirando con ansiedad - casi hiperventilando - retrocede varios pasos para alejarse del mayor de los dragones y al hacerlo sin mirar acaba chocando con Cruços. Se aparta entonces hacia la derecha, pero lo hace a trompicones y termina cayendo pesadamente sobre la nieve. Otro error que no ayuda a que gane la tranquilidad que necesita, sino todo lo contrario.
Se echa más y más hacia atrás, hasta que comprende que solo está huyendo del horror que tiene en frente para acabar dando de bruces con el que tiene detrás. Sólo hay una opción, piensa, si tiene que morir ... al menos que sea luchando.
Con brazos temblorosos, apunta hacia la más grande de las criaturas y, con un rezo hacia Madre Naturaleza, dispara tres flechazos. Sólo el primero, que ha hecho estallar en llamas con la magia de la cuerda, alcanza a su objetivo.
"Si voy a morir, que sea luchando", se repite.
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El grán dragón se elevo gruñendo amenazadoramente sobre ellos, estirando su largo cuello cubierto con duras escamas blancas que refulgían en la pálida luz y contemplándoles con ojos inyectados en sangre.
Julian pudo ver en ellos odio y placer. Estaba disfrutando de la caza. Posiblemente no tenía muchas oportunidades de cazar a nadie en aquel extraño lugar. Sin embargo, ver a Rolthos aferrar con seguridad su arma y plantar cara a la inmensa criatura que tenían frente a ellos le lleno de coraje y cargó su ballesta con decisión.
Entonces el segundo dragón apareció tras ellos y rugió con fiereza. La visión de otra bestia fue demasiado para el médico cuyas manos terminaron de cargar la ballesta temblorosas. Disparó sin apuntar al nuevo dragón, más parecía que intentaba ahuyentarlo que acertarlo. Se acercó a Jen intentando protegerle de esa nueva amenaza, pero verse atrapado en aquel cañón helado rodeados por aquellas dos criaturas no daba muchas opciones.
El mayor de los dragones batió sus alas y la nieve de alrededor se elevó y arremolinó en torno a ellos, cegándoles y haciéndoles tiritar de frío por la fuerza del viento. Todo quedó oscurecido y apenas veían nada.
El que estaba detrás golpeó con su poderosa cola el hielo que se levantaba sobre ellos y provocó una avalancha donde grandes y afilados trozos de hielo cayeron sobre ellos.
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Jen, al igual que su prometido, siente algo de alivio al ver a Rolthos blandir su arma contra el enorme dragón que les acechaba a un lado de la garganta. No es hasta que escucha al otro a sus espaldas que el alma se le cae a los pies. Cae de rodillas al suelo , con las manos entrelazadas como en un gesto de rezo, aunque no sabría a quien rezarle. Quizá a cualquier ente que les asegurara que saldrían vivos de esa.
-El... El mie-mi... Miedo es un... Un c-c-constructo... De.. de, de la...- Intenta empezar a recitar para calmar el pavor burbujeante que siente su alma. "vamos a morir", piensa, acobardado, con ganas de salir corriendo de alli. Arañar las paredes hasta desgastarse las uñas tratando de escalar el risco deseaperadamente. Eso es lo que haría si pudiera. Pero internamente La Luchadora y El Acróbata lo mantienen firme con las rodillas hincadas al suelo. Ya vale de correr. Y de copiar a otros.
-El miedo es real y tangible, y arde como un hierro al rojo vivo! Y me cago en mi estampa, no hemos llegado hasta aquí para ser el almuerzo de un dragón! Pudimos con un Dracolich, podemos con estas criaturas! No son tan grandes! Son solo dos lagartijas! Eeeep!!- Exclama cuando uno alza las alas y pasa describiendo un amenazador círculo por encima suyo. Jen se echa al suelo y se queda lo mas plano posible. -L-Lagartijas!- Vuelve a exclamar, aunquee tiembla un poco la voz.
El ígneo ataque inicial de aquella arquera parecía que había centrado la atención de los pequeños humanoides en uno de los dragones, en el que parecía más grande y veterano. La flecha incendiaria parecía actuar en los humanoides como una luz que atraía a pequeños insectos. Sin hablar siquiera entre ellos parecían que iban a centrar sus ataques en el más grande de los míticos dragones blancos. Indignado por sentirse ninguneado y enfurecido por los insultos de la cambia formas el dragón más pequeño aleteó rabiosamente mientras alzaba la cabeza y cogía aliento.
De pronto todo el cañón se llenó de frio y hielo. Volando sobre sus presas sopló sobre ellas, llenando el rocoso pasillo natural de un innatural frio helador que alcanzó a todos las piezas de su caza. El repentino frio atenazó con mayor crudeza a Ashrem, Julian y Nessa que sintieron el frio entumecer sus músculos y quitarles el aliento. El resto soportó el atenazador frio con un poco más de entereza. Cuando acabó su barrido estaba más cerca de su enorme compañero. Allí, sintiéndose protegido por su corpulenta presencia observó a los humanoides con una sonrisa depredadora. Podía ver como alguno de ellos estaban ya casi muertos. Intercambio una mirada llena de satisfacción, crueldad y suficiencia con su blanco compañero.
Desde la escarcha tres de aquellos humanoides seguían avanzando hacia ellos. Con algo de parsimonia el gran dragón alzó su cola para atacar al primero de ellos. El compacto semiorco había corrido raudo, implacable y usando una de las rocas que sobresalían de la pared se impulsó hacia arriba con sus firmes piernas. Su nueva arma épica refulgió cuando impacto en el cuerpo del dragón, una y dos veces. Rasgando sus escamas en terribles heridas que empezaron a sangrar de inmediato. De tal fuerza habían sido los impactos que Vraak voló hacia atrás, dándose la vuelta en el aire y usando la misma roca volvió a impulsarse hacia arriba. “Lagartija” dijo recordando las palabras de Jen que le ayudaron a sentir fuerzas para atacar de nuevo. No iba a dejar que aquel grupo al que estaba cogiendo tanto apego pereciese ante aquellos dragones. La cola del dragón latigó el aire inútilmente mientras el dragón comprendia que quizás aquellos humanoides no eran presas tan fáciles.
El enorme dragón se encaró con el segundo de los humanoides. La expresión de suficiencia se había evaporado de su cara y se fijó en las otras dos pequeñas figuras que se aproximaban casi juntas con una intensa mirada. De pronto el aspecto de uno de los hombres mutó y un pelaje animal le cubrió el cuerpo. De un inhumano salto se colocó a su altura. Quizás por la debilidad de sus heridas o quizás por la sorpresa del cambio el primer ataque le alcanzó de lleno, pero esta vez estaba preparado y tras el momento de duda le apartó con un impacto de su poderosa cola. Sintió miedo. Por primera vez desde hacia mucho tiempo dudo de sí mismo.
Aún quedaba aquel tercer hombre embutido en una pesada armadura cuyas piadas no hacían ruido. Inquieto el dragón se preparó para apartarle con la cola. Esta vez el humanoide usó la larga asta negra de su arma para impulsarse desde la pared mientras consagraba su ataque a su Diosa. El pánico tomó el control del dragón al oír su juramento ¿¿¿”Mayaheine”??? Siguiendo su instinto más primario se dispuso a soplar y llenarlo todo de un frio que acabaría con todos aquellos insignificantes humanoides de una vez por todas. Su cuello se hinchó y sus alas empezaron a aletear furiosamente, como su más joven compañero había hecho antes.
Pero cuando su poderoso tórax se tensó para impulsar el aliento no sintió el frio acariciar sus afilados dientes, si no que tan solo sintió un resbaladizo frio goteando por su cuello. El arma del paladín le había cortado el cuello tras un impacto certero y preciso que había resplandecido con el poder de la diosa del valor.
Zevatur, Rolthos
Envuelta en el remolino de nieve que creó el mayor de los dragones, Nessa no es capaz de ver nada, pero aún así percibe lo que sucede a su alrededor. Después de tantos combates juntos, distingue claramente el sonido del hacha de Vraak cortando primero el aire y después impactando brutalmente en su presa, el de las pisadas de Cruços en su forma lobuna - tan diferentes a las de su forma humana - preparándose para saltar primero y atacar después, y el del filo del glaive de Rolthos cortando a su enemigo e hiriéndolo con la posterior liberación de energía divina. Sonríe para sí misma con alivio cuando nota el sonido de un cuerpo pesado empezar a caer y el impacto del mismo retumbar en todo su cuerpo. ¡El mayor de los dragones ha caído!
Queriendo seguir la estela de sus compañeros busca una salida del remolino de nieve, pero al notar que los temblores causados por el frío y el miedo aún le afectan, lo hace alejándose del dragón joven en lugar de avanzar hacia él. La distancia y los vientos van a dificultar mucho el disparo, así como el terror que aún le provoca la criatura, pero no va a quedarse paralizada sin más. No, cualquier cosa antes que eso.
Con este pensamiento en mente termina de moverse, cruzando con cuidado el río helado hasta situarse en el lado opuesto del desfiladero y dispara. Por un momento parece que los vientos van a desviar sus flechas, pero comprueba con satisfacción que una de ellas alcanza el blanco y hace rugir al joven dragón, que recibe así la primera herida de los que hasta ahora consideraba presas fáciles.
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Julian trastabillea, lleno de sangre y con lo que diagnostica que puede ser una contusión de gravedad media. Se ha dado un buen golpe en la cabeza al tropezar con una placa de hielo y recibir el aliento del dragón directamente en la cara. Se lleva una mano a la cabeza y descubre que está sangrando. -No, nonono- Masculla, buscando con la otra mano en su alforja un paño con el que presionar la herida y parar el sangrado. Con él, extrae también unas hierbas que se lleva a la boca mastica. Saben a rayos, pero desprenden una sustancia similar a la adrenalina, que hace que momentaneamente se sienta mejor. Y al menos al trastabillear hacia atrás puede ver de nuevo algo.
Y entonces CRACK!!! El sonido de la roca al crujir con la caida del dragón grande hace que de un bote y se aferra a la ballesta como si fuera su posesion mas preciada.
Jen, por su parte, manotea en la bruma, tratando de ver algo. El pánico repta por su nuca y se encadena a su mente, hasta que escucha también el eco del cadaver del dragón blanco. Entonces masculla -Lagartija...- Con voz ronca, eco de dos voces diferentes. Y se lleva la mano al corazón. Escucha como palpita, y respira profundamente. Hoy no iba a ser el día de tener miedo. Hoy no. Hoy iban a honrar a los guerreros que habían dejado atrás, e iban a salir de aquel templo. Claro que si!!
Con una oleada de valentía, Jen sale de la bruma, y mira a todas partes freneticamente, hasta que cruza la vista con Vraak. -Acabad con él!! Dale caña a ese hacha!!! Que sea lo último que vean esos ojos reptilianos!!
El rugido de sorpresa del dragón más grande se tornó de dolor cuando el glaive de Rolthos, brillando con fuerza imbuido por el poder de Mayaheine, cercenó el cuello del dragón casi por la mitad. La enorme bestia cayó, golpeando el lateral del cañón y provocando una pequeña avalancha que cubrió casi por completo su cuerpo, ahora inerte.
Entre las rocas y la nieve que cayeron sobre ellos los compañeros se atrevieron a lanzar un grito de victoria, que fue abruptamente cortado por el rugido de rabia del otro dragón al ver a su compañero caer ante los humanoides. Gruño y habló con una voz cargada de odio.
- ¡¡VAIS A PAGAR POR ESTO... DEVORARE VUESTRAS TRIPAS Y QUEBRARÉ VUESTROS HUESOS!! -
Como única respuesta, une envalentonade Jen surgió de la neblina y, manteniéndole la mirada sólo dijo una palabra.
- Lagartija -
El dragón bramó y batió sus alas. En su furia golpeó las paredes del cañón y grandes trozos de hielo y roca se desplomaron sobre ellos. Casi todos consiguieron esquivarlos pero una pesada piedra alcanzó a Rolthos en una pierna. Sólo su armadura evitó que se la rompiera.
El dragón parecía haber enloquecido, lo que Nessa agradeció en parte porque si hubiera dado otra pasada con su helado aliento dudaba de que hubieran podido sobrevivir. Sin embargo, al ver la furia con la que se lanzó sobre Rolthos casi cambia de opinión. El paladín se debatía como podía contra las grandes garras interponiendo su glaive para bloquearlas, pero como el gato que juega con el ratón, al final el verdadero peligro venía de su largo cuello y sus poderosas mandíbulas. Rolthos sintió los colmillos como garras del dragón atravesar su armadura y clavarse en su piel. Incluso con un mordisco el paladin pudo sentir el frío que emanaba del interior del dragón.
Vraak saltó de nuevo en ayuda de su amigo, pero su primer ataque fue desviado por una garra del dragón. Midiendo mejor su oportunidad, Vraak lanzó un acertado tajo contra de las patas del dragón. Este, dolorido, batió con fuerza las alas, elevándose. La fuerza del viento hizo que tanto Vraak como Cruços cayeran al suelo, al igal que Rolthos y Jen que hicieron un esfuerzo por no acabar rodando por el suelo como sus amigos.
El dragón se elevó más allá del alcance de sus armas. Quizá sólo Nessa era capaz de alcanzarle ahora.
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Rolthos observó como el dragón subía tras el furioso asalto y como Crucos le lanzaba un par de flechas. Pero su rabia parecía restarle la disciplina adecuada para manejar el arco con precisión y ambas flechas se perdieron zarandeadas por los furiosos vientos. Miró a su alrededor y decidió que sus compañeros podrían curarse antes de que el dragón atacase de nuevo. Sintiendo aún el frio de su mordisco se concentró para invocar a su diosa. El frio desapareció de su cuerpo y las heridas se cerraron. Se movió unos pasos para buscar un mejor ángulo y le lanzo un par de dardos. Uno se perdió en el aire pero el otro, certero, se clavó en el vientre.
Aunque habían derrotado al más poderoso de los dos dragones, la lucha aún seguía. Y un dragón era siempre un enemigo temible. Ya no contaban con el factor sorpresa y el dragón se podría mostrar más táctico o quizás pedirse el autocontrol y se abalanzarse sobre ellos en ciega furia. Cualquiera de las dos opciones podía ser letal. Rolthos asentó sus pies en el hielo preparándose para sus siguientes movimientos y observándole atentamente.
Zevatur, Rolthos
Nessa no se dejó amilanar por el dragón enloquecido. Inspirada por las maniobras de sus compañeros notó como el miedo la abandonaba y daba paso a un fuego interior que le decía que podía enfrentarse a él y que, aunque se hubiera elevado tanto, podía alcanzarle y hacer que cada disparo contase.
Tan sólo le quedaban tres flechas mágicas, pero estaban bastante heridos y el tiempo corría en su contra. Debían acabar con el dragón antes de que este volviese a usar su aliento. No dudó pues en sacar dos de las flechas mágicas, eligiéndolas de entre el resto de flechas normales por su distintivas plumas verdes. Colocó una en el arco y sujetó la segunda firmemente con el meñique para tenerla preparada y no tener que sacarla del carcaj cuando llegase el momento, lo que permitiría que el segundo disparo llegase algo más rápido de lo normal. Esto sería esencial para el plan que tenía en mente.
Así
- ¡No estés tan seguro de eso ... - le gritó al dragón en perfecto dracónido. Siguiendo con la puya de Jen, añadió - ... lagartija!
Comenzó entonces a correr hacia él invocando a la vez a la ya familiar bruma gris plateada, que rápidamente la envolvíó y la hizo desaparecer. En un abrir y cerrar de ojos, la ranger pasó de estar en el suelo corriendo hacia el dragón para aparecer a en el aire a escasos pies por debajo de él con la cuerda del arco ya tensada y lista para ser liberada. Sintiendo inmediatamente cómo empezaba a caer, disparó ambas flechas mágicas sin perder tiempo. Éstas se envolvieron en llamas en su vuelo hacia el cuello del dragón, donde impactaron de lleno.
Con su agilidad habitual, pudo maniobrar en plena caida para que sortear la mayor parte de daño del impacto. La nieve ayudó a frenar parte del mismo, pero aún así se hizo algo de daño en un tobillo. Esto no impidió que se alejara para quedarse a una distancia segura de la criatura.
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Con dolor aun en el costado, pero con los sentidos más despejados, Julian evalúa la situación de sus compañeros alrededor.
Jen parece magullade, y tiene algunas manchas en el cuello, fruto de un principio de congelación en la dermis. Su primer instinto es correr hacia elle, pensando inmediatamente en la cantidad de gasas e ungüento curativo que aplicar.
Pero un gemido lastimero llama su atención, y se gira para ver a Ashrem aferrarse a su bastón, como si las piernas hubieran estado a punto de fallarle. Mirando a ambos, su mente de médico identifica rápidamente a la persona más grave de ambos.
Con un chasquido de lengua, corre hacia Ashrem, pero el anciano en cuanto le ve aproximarse con el paquete de ungüento, extiende las manos en forma protectora, casi agresiva.
-Aléjate de mi con ese veneno!! Tú confraternizas con el changeling!! Fueeeraaaaa! Jeeeejejeje Shuuu!!! maldito, maldiitooo, arde en el infierno...!!- Exclama, manoteando, y dificultandole la tarea al médico, que intenta maniobrar lo mejor que puede.
-Maldita sea, pero estese quieto!- exclama Julian, exasperado con el anciano. Sobre todo cuando este alcanza a levantarle el parche del ojo, dejando ver un iris rojizo y sin pupila. -Que si no no puedo atenderle, hombre!-
Ahsrem se aparta de Julian aún asustado, sin sentir siquiera el efecto calmante de los ungüentos que el médico a aplicado lo mejor que ha podido. Lanza un conjuro de protección sobre sí mismo, al médico le parece que más para protegerse de él que del dragón y se aleja todo lo que puede buscando algún escondite donde cubrirse. Completamente poseído por el miedo al dragón, el anciano parece al borde de un ataque.
La distancia, y la acción de su conjuro de protección parecen calmarle un poco y aunque ya no está a su lado, Julian ve que sus ojos se centran un poco y su respiración se calma, al menos para ser un poco más efectiva.
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El dragón deja escapar un rugido feroz de lo más profundo de su pecho.
Esos humanoides arrogantes encima tenían la osadía de insultarle. Iban a pagar. Iban a pagar muy cara su osadía y el asesinato de su compañera.
Mientras giraba majestuosamente en el cielo veía como usaban su magia y se curaban y se animaban unos a otros. No importaba. Ninguno iba a sobrevivir.
Inhaló profusamente y se lanzó en picado hacia ellos. Exhaló su aliento helado para repartir fría muerte y helada venganza.
El estrecho cañón se llenó de hielo y niebla y escuchó los gritos de dolor y agonía de muchos de ellos.
El dragón culminó su vuelo elevándose por encima del cañón y desapareciendo de la vista del grupo.
Tras la terrorífica pasada el grupo intentó recomponerse. Nessa estaba ateridla y tuvo que patear un par de veces el suelo para recuperar la sensibilidad en sus piernas y pies. Temía quitarse las botas y descubrir que sus dedos estaban negros y congelados más allá de recuperación.
Cruços yacía no muy lejos, había recuperado la forma humana por lo que la ranger supuso que estaba inconsciente. O eso esperaba. El resto comenzaba a recuperarse. Vraak llamó cobarde a gritos al dragón aferrando su hacha con fuerza, a la espera de poder lanzarse contra él.
Rolthos se quitó la escarcha de la cara y la barba y miró a su alrededor. Nessa apenas podía mantenerse en pie. Necesitaba su ayuda.
Dio un par de pasos hacia ella pero el dragón volvió a aparecer en el cielo, cruzando el cañón de lado a lado con rapidez. Lanzó su aliento una vez más pero están vez creó un muro de hielo que separó al grupo.
La explosión de hielo y el acto reflejo de cubrirse hicieron que Rolthos cayera al fondo helado del cañón . Con esfuerzo volvió a levantarse pero comprobó con estupor que ahora Nessa, Julian y Ashtem, que estaba cubierto por el hielo del dragón y yacía boca abajo, estaban aislados del resto del grupo por un espeso muro de hielo.
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El paladín vio a Nessa malamente herida y con la intención de curarla Rolthos se dirigió hacia ella. Pero sin previo aviso un muro de hielo se interpuso entre él y ella, haciendo que perdiese el equilibrio. Desorientado sin saber muy bien que había pasado se levantó y se acercó al aliado más cercano, Cruços. El dragón se había escondido y su siguiente ataque podría ser devastador. Aplicando sus manos sobre su compañero caído Rolthos le infundio energía vital. Un soplido más y Cruços podría morir del todo, el dragón podría ser el menor de sus problemas.
Zevatur, Rolthos
Nessa dio un pequeño salto hacia atrás para evitar otro aliento pero en esta ocasión el dragón creó un muro de hielo que separó al grupo en dos.
Nessa se dio cuenta que los guerreros de cuerpo a cuerpo estaban todos al otro lado del muro. Un escalofrío recorrió su espalda.
Si había separado a aquellos que podían hacerle más daño en cuerpo a cuerpo…
El suelo comenzó a temblar. Algunos trozos de hielo, roca y nieve comenzaron a desprenderse de las paredes.
Antes de que la joven pudiera pensar que sus temores eran fundados la pared del este estalló en decenas de pedazos y un enfurecido dragón se abalanzó sobre ella.
Nessa no pudo esquivarlo, ni sus prodigiosos reflejos la ayudaron esta vez.
El dragón aplastó a Nessa con una de sus grandes garras, clavando sus garras profundamente en el cuerpo de la muchacha.
El dragón extendió su cuello y alas y lanzó un rugido victorioso.
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Jen sentía el sudor frío recorrer su espalda, la caída del primer dragón había hecho renacer su esperanza pero la fiereza del dragón y sus estrategias estaban resultando mortíferas.
Nessa parecía muy malherida y cada vez más asustade lanzó un hechizo para restañar las peores heridas que había sufrido su amiga. Suspiró algo más tranquile cuando vio que la joven exploradora tose y, abriendo los ojos, busca instintivamente su arma para seguir la lucha. Julian, por su parte, corrió hacia Ahsrem para evitar que el anciano muriera.
El dragón vio cómo Nessa se movía de nuevo a sus pies y dejó escapar una terrible risa.
- JAJAJAJA ¿AUN OS MOVÉIS ? ESO TIENE FÁCIL SOLUCIÓN.. -
Rolthos apenas podía ver la figura del dragón a través del muro de hielo que ahora les separaba, pero vio cómo el dragón elevaba su largo cuello y extendía las alas al exhalar una vez más su helado aliento. Los guerreros gritaron casí al unísono de rabia y frustración mientras corrían hacia el muro que les separaba del dragón y sus amigos. Pese a la distancia y el muro podían sentir el terrible frío que emanaba de las fauces abiertas del dragón.
Jen se giró corriendo hacia Julian cuando vio que el dragón hinchaba su pecho y se disponía a lanzar su terrible aliento de nuevo. Nunca llegó hasta él. Fue golpeada con fuerza por una ventisca heladora. Sintió cómo los cristales de hielo se clavaban en su cuerpo como cientos de pequeñas agujas. Cayó al suelo, temblado y ateride, apenas consciente se giró para ver a Julian. El doctor yacía en el suelo, cubierto totalmente de hielo y escarcha, su piel pálida. Había intentado, sin éxito, cubrir el cuerpo del anciano clérigo que estaba encogido entre los brazos de Julian como un niño pequeño. Escuchó la risa satisfecha del dragón, y con dificultad se giró. Quizá Nessa había podido esquvar el temible aliento. Comprobó con horror que no era así. Nessa yacía inconsciente a los pies del dragón.
- Nessa!! - Vraak no podía ver lo que pasaba al otro lado del muro pero lo intuía. Corrió todo lo rápido que pudo e impulsado por sus poderosas piernas, saltó, agarrando la parte superior del muro con un brazo y escalando a lo alto del mismo. Sin dejar de moverse saltó al otro lado y corrió al lado de la ranger, interponiendose entre ella y el dragón.
- HMMM ASI QUE ESTA ES IMPORTANTE PARA TI... AHORA LA VERÁS MORIR COMO YO HE HECHO!! -
El dragón se lanzó hacia delante, empujando a Vraak a un lado, que no pudo hacer nada para evitar que el dragón tomara a Nessa en una de sus garras y la levantara como un muñeco roto.
- LAGARTIJA... VEREMOS SI A VOSOTROS OS CRECEN LOS MIEMBROS QUE PERDAIS.... -
Jen observó con horror como las fauces del dragón se abrían y este las cerraba en torno al brazo de Nessa a la altura del hombro. Con un sonido espantoso el dragón movió su poderoso cuello y arrancó el brazo de Nessa. Se relamió dejando a Nessa tirada en el suelo a los pies de Vraak, desangrándose por la terrible herida y se giro hacia elle.
- ASI QUE LAGARTIJA... - el gruñido que salió de su pecho paralizó el corazón de le barde.
Consciente de la presencia del bárbaro a su lado, el dragón intentó golpearle con su cola y lanzarle contra el muro, pero Vraak reaccionó a tiempo y, soltando su poderosa hacha, aferró con fuerza la cola del dragón, deteniendo su ataque e impidiendo su avance hacia Jen.
El dragón se giró hacia Vraak, más sorprendido que otra cosa e intentó zafarse del fuerte abrazo del sargento de la guardia de Greyhawk.
Rolthos tenía una oportunidad ahora que el dragón estaba distraído.
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Los gritos que se escuchaban al otro lado del muro no presagiaban nada bueno. El horror que el dragón había desencadenado en un instante había sido desbastador y sus estrategias parecían irreparables. Sin reflexionar demasiado y empujado por la desesperación de la urgencia de acabar con aquella criatura que parecía no parar de congelar todo con su suplido Rolthos siguió los pasos de Vraak, saltando atléticamente a la parte superior del muro, ayudándose de la pared del cañón con la que hacía esquina.
La escena le horrorizó aún más, Nessa yacía desmembrada y en los brazos de un Vraak en shock. Mientras el dragón se regodeaba con el dolor que estaba causando.
El paladín vio que apenas quedaba tiempo para detenerle antes de que realizase alguna otra devastadora maniobra y no reflexionó. Debía detenerle y parar antes de que acabase con todos sus compañeros. Lanzó su glaive hacia delante y e invocó el poder de su diosa para teleportarse a justo debajo de su vientre. El movimiento del glaive acabó cercenando el cuello del dragón, sorprendido por el inesperado ataque.
Pero más que alegría por la victoria sintió un frio vacío a sus pies viendo los cuerpos que yacían en el suelo.
Zevatur, Rolthos
El dragón no pudo ni rugir ya que el afilado glaive del paladin cercenó sus cuerdas vocales. Sangre extrañamente fria cayó sobre Rolthos empapándole.
El dragón dio un paso hacia Jen, con la muerte aún reflejada en sus reptilianos ojos, pero Vraak empujó hacia un lado, haciendo que el pesado cuerpo de la bestia cayera de costado, quebrando su ala, en lugar de caer encima del paladin y aplastarlo.
- ¡¡NO!! NESSA!!! - Vraak casi saltó los escasos metros que le separaban de la cazadora que yacía en un charco de su propia sangre. El semi-orco la giró con delicadeza pese a lo grave de la situación y comenzó a intentar detener la hemorragia del muñón donde había estado su brazo derecho y por la que ahora manaba sin control el fluido vital.
- no no no Nessa... no.. tú no... no me dejes... no no no... - repetía una y otra vez en voz baja mientras intentaba detener la hemorragia usando sus ropas y la nieve, que se tornaba roja al no lograr parar el sangrado.
A unos metros, rota su cuerda, yacía el foco que Nessa había construido con tanto mimo para canalizar la magia de su Diosa. un par de flores se habían salido y el muérdago estaba ahora manchado de dos gotas de sangre.
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Viendo lo crítico de la situación, Cruços luchó contra sus instintos y, en lugar de lanzarse a ayudar a Nessa, mantuvo la cabeza fría.
Por desgracia Nessa estaba más allá de las habilidades curativas del grupo, al menos de momento.Había contemplado demasiadas bajas en batalla y enterrado los suficientes cadáveres para saberlo. Pero aún había otros tres compañeros que podrían ayudar. Bueno, dos compañeros y Ashrem.
Esperando que Rolthos conservara la cabeza fría, saltó al muro y corrió intentando no resbalarse hacia ellos. Saltó a la nieve manchada por la sangre de sus amigos y el dragón y corrió hacia Jen.
- ¡Rolthos! - gritó - Atiende a Julian, dale una poción y que se la de a Ashrem. Le necesitamos vivo para conservar el cuerpo de Nessa. Recemos a los dioses que tenga el hechizo adecuado... -
Se dejó caer unos metros antes de llegar a Jen y se deslizó en la nieve mientras se quitaba la mochila de su espalda y empezaba a buscar en su interior la poción curativa que esperaba ayudara a le barde a recuperar la consciencia antes de que el shock por el frio del aliento acabara también con su vida. Pero el cazador estaba muy mal herido. De pronto sintió que sus fuerzas fallaban y la vista se le nublaba. Con rabia apretó los dientes y sacudió su cabeza, negándose al cálido abrazo de la insconsciencia y continuó rebuscando en su mochila.
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Mirando a Nessa con horror el paladín escuchó las palabras de Cruços. Había sufrido muchos momentos difíciles, pero nunca antes la muerte de una amistad tan cercana. Agradecido y dejándose guiar por sus palabras corrió hacia Julian y le impuso sus manos infundiendole la energía necesaria para ponerle de nuevo en marcha.
"Gracias mayaheine por el poder de curación que me proporcionas."
- El dragón ha muerto. Pero te necesitamos Julian. Dale está poción y atiende a Ashrem. A él también le necesitamios vivo. - Le dio apremiante mientras empezaba a dirigirse hacia Jen esperando que no fuese demasiado tarde.
Zevatur, Rolthos
Julian, aún aterido por el frio y muy confuso asintió, cogiendo con temblorosas manos la poción que le ofrecía el paladin y volviéndose hacia el inconsciente clérigo que había protegido como había podido con su cuerpo, descorchó la botella usando sus dientes y con cuidado de no derramar demasiado por sus temblores, vertió el líquido rojizo en la boca del anciano.
La reacción no se hizo esperar y entre toses Ashrem recuperó la consciencia mientras Julian le daba unas palmadas en la espalda para ayudarle a pasar el momento y miraba la escena a su alrededor con cara horrorizada. Parecía que habían derrotado a los dragones pero ¿ a qué coste? ¿dónde estaba Jen?
Fue entonces cuando le vio. Tumbade entre la nieve, con su aspecto natural, el pelo blanquecino meciéndose al ritmo del viento que levantaba la nieve convirtiéndola en una blanquecina arena durante unos segundos.
- ¡Jen! - llamó, la voz rota.
No se movía. Se fijó más. Su pecho estaba inmóvil. No respiraba.
Aun embotada por el frío y el dolor, por la cabeza de Julian pasaron los procedimientos para tratar la hipotermia y la congelación extrema. Sus propios dedos estaban ennegrecidos y no sentía algunos dedos de los pies. Todo lo que se le pasaba por la cabeza requería demasiado tiempo. Y necesitaban unos recursos de los que no disponían. Miró a su alrededor desesperado, fuego, necesitaba fuego... pero su mente le chillaba que no había tiempo. Un movimiento a sus pies cuando el anciano clérigo se sentó le hizo tener una idea. Ni siquiera pensó por un momento que toda su vida había estudiado y trabajado para no necesitar aquella solución y que los mortales pudieran forjar su propio destino. Aquellas importantes cuestiones no ocuparon ni una milésima de segundo en su cabeza. Sólo podía pensar en que no podía perder a Jen.
- Ashrem. - Consiguió decir, captando la atención del confuso anciano
- Cof.. cof... ¿has intentado ahogarme? cof... ¿qué me has dad... ? -
- Calla y escucha... Jen... Jen necesita ayuda. Curación. Vamos.. - le dice agarrándole por los hombros y tirando de él hacia el cuerpo inerte de le barde.
Tras un par de pasos Ashrem se fija en el cuerpo de Jen con su aspecto normal y comprende. Se zafa de Julian, ambos, débiles, se caen de nuevo en la nieve.
- ¿Estas loco? ¿Curar a ese demonio? ¡No! el mundo está mejor sin ellos... son.... son... ¡¡son malos!! -
Julian, arrodillado, mira desesperado a Ahsrem, las lágrimas afloran de su ojo sano.
- Por favor... - dice casi en un susurro - Jen no es malvade... al contrario... por favor... yo... le amo... por favor... -
Durante un segundo Ashrem contempla al joven doctor. Luego, sin decir nada, se levanta y, tambaleante, llega hasta Jen donde, más que agacharse, se deja caer. Acerca una mano temblorosa al pecho de Jen y la aparta, como si temiera que le barde fuera a morderle. Por fin, posa la mano en el frio cuerpo del channeling y musita unas palabras.
Al cabo de unos segundos Jen comienza a respirar de nuevo.
Julian, que se ha acercado, abraza a Jen y le pone en su regazo musitando un "gracias" a Ashrem que tan sólo asiente y da un par de pasos atrás para quedarse sentado en la nieve contemplando su alrededor.
El llanto desgarrado de Vraak meciendo a Nessa es lo único que rompe el silencio.
Jen abre los ojos entre los brazos de Julian.
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