La alta elfa abandonó la sala del Gran Cerebro con un amargo pesar sobre su conciencia, que se añadía a su perseverante cansancio físico.
Por un lado, la infinita nostalgia y añoranza con la que el Amo había sacudido como un puñetazo certero el corazón de la hechicera al nombrar a sus progenitores. Había evitado pensar en ellos de manera consciente, en ellos y en su vida anterior a esta, condenada ahora no solo por los hombres si no por una terrible maldición que pudría la luz de su interior. Si ellos la vieran ahora… cuán profundamente decepcionados se sentirían. Rememorar la figura de sus padres fue un golpe bajo que no esperaba, algo para lo que no estaba preparada y que la sumió en una insondable desolación.
Por otro lado, el aciago destino de Adso que, como bien había apuntado el enorme órgano flotante, era peor que la muerte. Reflexionando sobre esas enigmáticas palabras, se le vino a la mente la figura de Colton haciendo su aparición en el patio trasero de la posada. Un escalofrío de temor atenazó su cuerpo al imaginar al joven, inocente e impresionable Adso convertido en un muerto viviente, en un zombie sin voluntad, sin alma. La hechicera sentía que, inevitablemente, condenaban al peor de los destinos a todo aquel que osaba ayudar al grupo.
En silencio recorrió los pasadizos que les devolverían al exterior, sin participar en las conversaciones mantenidas con los porteadores del cofre. Solo podía concentrarse en no quedarse atrás y no trastabillar, ayudándose del inestimable apoyo de Godric, al que se mantuvo agarrada para soportar el cansancio de la caminata.
Regresar a la posada fue como regresar al hogar, el único sitio en el que podía sentirse segura y a salvo. Los chicos arrastraron el baúl hasta el centro del salón; aunque ella hubiese querido, no habría podido agarrar ni una de las asas.
- Por fin… - musitó, descalzándose y colgando la capa en la entrada. Se dirigió directamente a una de las butacas colocadas frente a la chimenea y se dejó caer a plomo sobre ella, abandonándose al calor que emanaba de la crepitante leña.
Alguien le acercó la invitación que llevaba su nombre y la leyó, primero sin mucho interés y después con curiosidad. ¿Hacía cuánto tiempo que no asistía a una fiesta? Le parecía eones. Recordó los salones exquisitamente decorados de Palacio, el desfile de vestidos elegantes y primorosos, la deliciosa comida y bebida que se servía, los detalles celosamente cuidados que hacían de la velada una noche inolvidable. Y sobre todo, bailar… bailar, sonreír, disfrutar de estar vivo, esa felicidad que le habían arrancado de cuajo. Sí, acudiría a la fiesta. Dejó caer lánguidamente el brazo mientras sostenía la invitación entre sus dedos. Hoy estaba demasiado cansada, quizá mañana abordaría esta cita con renovado entusiasmo.
Adriana permaneció ausente observando las llamas mientras sus compañeros se acomodaban y Godric se dirigía a la cocina a preparar el té. Mientras el resto planeaban como abrir el cofre, la alta elfa le daba vueltas una y otra vez a la información obtenida en las alcantarillas.
- Mucho me temo que el destino de Adso es incluso peor que el de Adklo - comentó rompiendo el silencio y llamando la atención del grupo - las palabras del cerebro me hacen sospechar que quizá volvamos a encontrarnos con el joven en el mismo estado en el que encontramos a Colton en el patio trasero… - dijo mientras miraba directamente a Khalion, sabedora de que este asunto le afectaba especialmente a él - Si llegara ese momento… debemos asegurarnos de ofrecerle la paz que merece su alma -
Dicho esto, se levantó pesadamente de la butaca y se acercó a la cocina para servirse una taza del té recién hecho de Godric. Con especial cuidado para no derramarlo, se encaminó hacia el salón y se despidió de sus compañeros
- Debéis disculparme, pero el cansancio está dinamitando las pocas fuerzas que me quedan, necesito retirarme a descansar. Buenas noches. - y subió las escaleras hasta su habitación, seguida por sus dos inseparables amigas.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald no había abierto la boca desde los dominios del Amo. Una vez en la Cabra de Mimbre, se acercó al fuego y se sentó pesadamente a deshacerse de su armadura y conservarla adecuadamente de la humedad. El calor del hogar era agradable y aquellos gestos castrenses y monótonos le ayudaban a evadirse del cansancio. Todos estaban cansados y confusos, cuando no airados como el druida que de nuevo volvía a ausentarse.
No estaba seguro de que palabras se habían cruzado en la mente de sus compañeros con aquel ser imposible, pero una cosa estaba clara, ninguna de ellas había traído paz a cualquiera de los presentes. El aroma del té recién hecho llegó a su nariz. De reojo, observó las invitaciones en la mesa.
—Bien, creo que deberíamos poner en orden nuestras prioridades, dado que cada uno parece tener sus propias motivaciones más allá de nuestro compromiso con Ghostfinger —dejó a un lado la pesada armadura—. No es mi intención juzgar a nadie, pero deberíamos estar de acuerdo en dar el siguiente paso juntos. ¿Qué queréis hacer primero?
Godric apenas habló en el camino de vuelta y se despidió de los enormes rátidos con un leve gesto de cabeza y unas palabras de agradecimiento. Estaba seguro que por el estado de sus compañeros no habrían podido arrastrar aquel cofre hasta allí. Era como si no sólo su material y contenido pesara si no que para los compañeros el precio que habían pagado por recobrarlo fuera una pesada losa sobre el mismo. Con todo tuvieron que arrastrarlo hasta la Cabra de Mimbre.
Una vez dentro, tras dejar en la entrada las botas manchadas de barro y mugre y la empapada capa, Godric avivó el fuego echando algunos troncos más y ni siquiera leyó la invitación si no que dejó que sus compañeros le comunicaran el contenido de las misivas mientras él preparaba el té y añadía un poco de cecina, queso y nueces para que restituyeran algo de fuerzas. Comentó con Ostor, mientras se quitaba su armadura y la dejaba en la cocina, que no dudaba que acudiria, pero que esperaba que no se dejara ver o tendrían problemas. Estaba demasiado cansado como para discutir con el pequeño diablillo.
Antes de que Mablung se marchara le ofreció prepararle un bocadillo de carne ahumada, y antes de que el druida pudiera quejarse desapareció en la cocina para perparle apresuradamente un pequeño hatillo con el bocata y un par de frutas que empezaban a estar demasiado maduras.
Poco después de que Adriana se retirara se desplomó en la misma butaca que había ocupado la elfa y observó a sus compañeros intentar abrir el cofre e intentó seguir la conversación sobre los siguientes pasos que debían tomar. Pero el calor del hogar y la comodidad de la manta que se había puesto encima se confabularon contra él y pronto estaba plácidamente dormido mientras los demás desentrañaban los secretos que ocultaba aquel cofre y elucubraban planes.
Ostor contempló a su Amo dormido en la butaca. Sabía que la intrusión del cerebro en los recuerdos de Godric eran mucho más peligrosos de lo que ese remiendo de ser vivo podía llegar a imaginar y el pequeño diablillo se alegró de que el cansancio hubiera derrotado al joven humano. En un gesto que sorprendió al pequeño diablillo, agarró una esquina de la manta y arropó a Godric, tapando un hombro que había quedado al aire.
La pregunta de Leobald cayó en vacío al ver que casi todos sus forzados compañeros y agentes de la corona o estaban dormidos y roncando cerca de la chimenea o se habían retirado a sus aposentos también a descansar... o a tramar sus futuros y viles actos. Khalion dejó negó con la cabeza y se retiró también indicando al caballero que mañana al alba era un mejor momento para decidir los próximos pasos a seguir.
Quedándose sólo, Leobald se dispuso a ascender las escaleras que le conducirían al primer piso y a su habitación, pero una mano anaranjada y rugosa se posó en su hombro. Al girarse, se encontró de cara con el esquivo Bugbear sin nombre, aún embutido en su armadura de bandas, aunque aparentemente desarmado.
- Se que no soy de tu confianza, pero si quieres puedo pulir, limpiar y reparar tu armadura... no soy un experto como los enanos, pero se borrar ese desdibujado emblema de su antiguo portador, y quizás, tallar uno más adecuado a tu casa... puedo trabaja por las noches, es más cómodo para mis ojos y no te resultará un inconveniente cuando la necesites durante el día.
Tras recibir la respuesta del paladín, Nadie aceptó su decisión y se dispuso para emprender sus propias tareas de mantenimiento, acercándose a su espada larga y a su arco, que reposaban estratégicamente cerca de la puerta principal de la posada. Sacando previamente de su envejecida mochila una gastada piedra de afilar y algunos óleos, comenzó su trabajo, con tremenda meticulosidad, emprendió una lenta pero concienzuda tarea de pulido de su hoja, tensado y ajuste de su arco largo, y pasó a revisar una a una la punta y las llamativas remeras, color rojo sangre, de cada una de sus flechas.
A la mañana siguiente, el grupo fue de nuevo reuniéndose en el salón principal del local que ejercía como su hogar temporal. Según el sol asomaba, un apestoso olor a huevos podridos comenzó a flotar en el ambiente proveniente de la cocina. Al parecer, Ostor había decidido obsequiar a todo el grupo con un desayuno preparado por él, intentando imitar, sin ningún éxito, las excelentes habilidades culinarias de Godric. Restos de gallinas destripadas a medio guisar, huevos escalfados con sus propias cáscaras machacadas y manteca con sabor a azufre mezclada sobre pan duro... fueron dispuestos caóticamente sobre diversos platos que el diablillo fue colocando en la mesa principal... ni siquiera el tamaño de las raciones parecían seguir algún patrón lógico... pero de algún modo, el diminuto habitante de los nueve infiernos parecía orgulloso de su obra.
- Hoy nos espera un día duro... necesitáis recuperar fuerzas para tomar la mejor decisión posible... cof cof ... <machacar a los enemigos del gran Godric> cof cof...
La dantesca escena terminó justo cuando la puerta de "La Cabra de Mimbre" se abría para dejar paso a un retornado Mablung, que bajo el dintel del umbral de entrada, y a contra luz, se veía imponente, y parecía poseer su propia electricidad... de hecho, de su mano izquierda, parecía que unas pequeñas descargas iónicas surcaban su piel culebreando entre sus dedos, terminando por saltar graciosamente hacia el metal del pomo del mismo portón que acababa de abrir... como si un poderoso semidios de los truenos se tratara.
Adriana no bajó a la planta principal al despertar antes del alba. Tras remolonear bajo las pesadas y cálidas mantas durante un buen rato, sintió de nuevo el vigor y la energía que tanto había echado en falta la jornada anterior. Aquella noche su descanso había sido apacible y sosegado, sin pesadillas, sin visiones, caracterizado por un ruido blanco que le había permitido recuperarse del todo.
Escoltada por sus inseparables amigas, atravesó los silenciosos pasillos de la posada hasta llegar a los baños. Si descansar había sido una urgente prioridad, la segunda era zambullirse en el agua caliente y jabonosa para desprenderse de toda la porquería de las cloacas. Aquel olor se le había incrustado en lo más profundo de sus fosas nasales, diría incluso que de su cerebro, y no sabía si sería capaz de deshacerse de él.
Cuando los primeros reflejos de la claridad del día asomaron tímidos por el horizonte, la alta elfa descendió las escaleras hasta el salón, perfectamente aseada y ataviada con un camisón largo y una bata sencilla anudada a la cintura. De su rostro había desaparecido esa sombra oscura de profundo agotamiento de la que sus compañeros habían sido testigos el día anterior, y parecía que había recobrado el brillo en su mirada y el color en sus mejillas.
Dando los buenos días a los presentes, olfateó el aire con extrañeza mientras cruzaba el salón. Estaba hambrienta pero el ambiente denso y viciado de un olor que no era capaz de precisar le cerró el estómago de golpe. Cuando contempló el banquete preparado por Ostor, su rostro se contrajo en una mueca de asco y repugnancia, y lanzó una mirada de auxilio a Godric. Las únicas que parecían atraídas por aquel horror eran Betty y Llagas, que chillaron excitadas y se acercaron rápidamente a olisquear el desayuno, acostumbradas como estaban a alimentarse en estercoleros de la inmundicia de la ciudad. Adriana las rescató con cariño impidiendo que ingirieran nada de aquello.
- Godric, por favor… - le comentó como un ruego al sacerdote - ¿serías tan amable de prepararnos un desayuno apto para el consumo?- le acarició suavemente el hombro. Ni siquiera se dignó a dirigirse a Ostor, ni a mencionarle, castigándole con su indiferencia. No se creía su falsa amabilidad ni su falsa preocupación. Era un ser lo suficientemente inteligente como para saber que esa comida no iba a ser del agrado de ninguno de ellos. Los intentos de manipulación de ese diablillo no tenían límites, y lo demostraba en cada uno de sus actos.
Afortunadamente, la entrada de Mablung desvió la atención de Adriana hacia algo más agradable pero igualmente sorprendente. Le observó interrogativa en el quicio de la puerta.
- Buenos días Mablung - le saludó - Llegas a tiempo para desayunar. Veo que has pasado una noche… interesante, cuando menos- le sonrió y se dirigió a la cocina, en busca de una bolsa grande de basura.
Con una energía recuperada, mientras Godric preparaba un nuevo desayuno, fue volcando la apestosa comida hasta vaciar todos los platos. Cerró la bolsa y la arrastró hasta depositarla en el exterior por la puerta trasera. Con un grácil movimiento de manos, disipó el hediondo ambiente, sustituyéndolo por un aroma fresco y limpio.
- Compañeros - dijo dirigiéndose al grupo - sentémonos a desayunar y decidamos nuestros siguientes pasos- su talante era optimista y decidido.
Ayudó al sacerdote a servir la comida. Tras ingerir algún bocado y beber media taza de café, comenzó a hablar.
- Tenemos varios frentes abiertos y mucha información que digerir. Será mejor empezar por lo urgente, aunque no necesariamente lo más importante. Creo conveniente que al menos alguno de nosotros acudamos a la fiesta a la que hemos sido invitados esta noche. Yo me ofrezco voluntaria - miró a cada uno de los integrantes del grupo para saber quién la acompañaría - Después de meditarlo y teniendo en cuenta el tiempo del que disponemos en esta jornada, considero que la mejor opción es dirigirnos a Ghostfinguer para informar a Bastianes de los nuevos acontecimientosy tratar con él los asuntos que consideréis oportunos. Así podré aprovechar para solicitar vestimenta adecuada para el evento de esta noche. Obviamente no podemos presentarnos de cualquier manera -
Godric se retiró, tras dejar la vajilla de la cena en la pila, a su habitación. Demasiado cansado para pensar si quiera en sus siguientes pasos, y desde luego no sintiéndose nada inclinado a asistir a ninguna fiesta.
Se despertó sin embargo, poco antes de que los primero rayos del alba comenzaran a asomar por el este, más por la fuerza de la costumbre que por no necesitar más descanso. Sin embargo, devoto, se arrodilló frente a la ventana abierta y oró al Señor de la Mañana mientras sus dorados fulgores comenzaban a tornar el púrpura de la madrugada en bellos naranjas y rojos.
Sintiéndose reconfortado, y con la mente mucho más clara, sintió que sus oraciones y estudios le daban una nueva claridad, una nueva confianza para poder tratar de sanar las heridas de sus amigos y compañeros. Se sentía tan fuerte de espíritu que casi se creía capaz de tratar de eliminar la maldición de Adriana. Pero, mientras se vestía, resolvió dejar el tema para más adelante, ya que sabía lo que diria la elfa, a la vista de lo que le había ocurrido al último clérigo que lo había intentado.
Bajó a la cocina y limpió la vajilla del día anterior y dejó preparado el desayuno para todos. Los días que habían pasado fuera habían dejado bastante de sus provisiones podridas y se dedicó a sacar la mayoría, y más apestosa, fuera. Fue una tarea sucia y, sabiendo que aún le quedaban los huevos podridos pero prefería tirarlos más lejos de la posada, fue a su habitación a asearse. Apestaba.
Al bajar contempló no sin horror como Ostor había intentado emularle y se apresuró a cambiar los platos del pequeño demonio por su desayuno de tostadas con mantequilla y miel y a calentar agua para preparar te a sus amigos con una pequeña mirada de disculpa por el intento de Ostor de complacerles.
- Ostor - le dijo en la cocina mientras se afanaba por acumular platos con comida más saludable - yo... agradezco tu intento de ayudar pero la próxima vez ¿qué tal si me ayudas y lo preparamos juntos? Asi te puedo indicar qué es lo que más les gusta a los demás... -
Por alguna razón no quería herir los sentimientos del pequeño diablillo. Aquel intento podia indicar que, de alguna manera, estaba ocurriendo justo lo contrario a lo que todos temían, y que el pequeño ser estuviera viéndose influenciado por ellos, en lugar de al contrario.
Cuando Mablung volvió a la posada no pudo evitar percatarse de las líneas de energía que recorrían su cuerpo.
- Ehh Se te ve bien Mablung... ¿todo bien en la Arboleda? ¿Te gustó la cena que te preparé? -
Viendo que Adriana se disponía a recoger la fallida comida de Ostor Godric se apresura a recoger el plato de la elfa.
- Está bien, yo me encargo. - dice cogiendo el plato de comida y viendo la cara de disgusto de la elfa le dice en voz un poco baja pero que todos pueden escuchar
- Lo ha intentado... a su manera.. - sonríe a manera de disculpa - creo que es buena cosa que haga algo de manera... desinteresada. Por cierto... estas deslumbrante -le suelta de pronto poniéndose rojo como la piel del pequeño diablillo que revolotea cerca.
Adriana sostuvo la mirada del sacerdote mientras le hablaba. En los ojos de la elfa, Godric pudo observar cómo una sombra de tristeza y frustración empañaba su brillo, que duró escasos segundos. Debía asumir la inocencia del muchacho, no podía luchar contra ella.
Aferró el brazo de su amigo y se acercó más a él, a escasos centímetros de su rostro. Le susurró unas palabras de manera cariñosa pero determinante - Godric, no te lleves a engaño. Ostor no hace nada - remarco la palabra - de manera desinteresada - suspiró y negó levemente con la cabeza con resignación - solo espero que te des cuenta antes de que sea demasiado tarde -
Cuando se disponía a alejarse, escuchó el piropo de Godric. Se giró para mirarle y esbozó una tierna sonrisa de agradecimiento, disipando cualquier rastro de conflicto entre los jóvenes.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald agradeció con sinceridad el gesto del hobgoblin, pero declinó la oferta amablemente. Aquellas tareas castrenses, repetitivas y constantes, le relajaban y le ayudaban a poner en orden sus pensamientos del día anterior. La fuerza de la costumbre había convertido en un trabajo manual automático que Leobald agradecía. Por no mencionar que las sentía su deber. Acabó lo que estaba haciendo respetando el espacio de Nadie y se despidió educadamente al retirarse.
Por la mañana se unió a su compañeros aseado y peinado hacia atrás. Había lavado su tabardo la noche anterior y había tomado un baño frío. Su mirada triste y su frente despejada precedieron un saludo cortes y recatado. No intervino en absoluto en el asunto de Ostor. Mientras desayunaba, observó la teatral vuelta de Mablung con pausado interés y le saludó cordialmente cuando se acercó.
—Yo te acompañaré, Adriana, si te parece bien —dijo dejando el desayuno a un lado—. Estuve en muchas recepciones de joven y los asuntos de la corte no me nos completamente desconocidos. Pero no debemos olvidar el cofre —miró entonces el baúl a un lado del salón—. El druida dio su vida para que salvásemos lo que contiene de las manos equivocadas. ¿No deberíamos averiguar por qué, qué contiene?
Cargar y vigilar el cofre había dejado al aasimar agotado y según se alejaban del interior de la tierra aquellas extrañas fortalezas le iban abandonando. Escaso en palabras y fuerzas se fue a dormir tras acordar con Nadie la custodia del enorme baúl acorazado durante la noche. Sin despedidas ni palabras gratas la puerta de su cuerto cerró hasta que el aroma de un desayuno cocinado con amor, cariño y buenas intenciones inundaron la posada.
Khalion descendió la escalera desenmascarado, con el pelo plateado y largo suelto sobre los hombros. De piel clara y facciones mas cercanas a un elfo que a un humano llamarían la atención de no ser porue sus ojos atraían todas las miradas. Grandes, sin iris ni pupilas, toda la esclerótica era azul brillante que desprendían un ligero halo cuando el cazarrecompensas movía la cabeza. Su armadura de motivos marineros conjugaba con su perlo argento y de su cinto colgaban a un lado su poco usado látigo y la máscara que acostumbraba a llevar.
-Huele delicioso-dijo al ver el despliegue de materias primas pasadas algunas a cuchillo o garra en la cocina.-Pero el ave me gusta mas en sopa- rechazando con educación aquellos manjares de los siete infiernos.
Se sentó delante del cofre y comenzó el estudio previa intervención de sus mecanismos. Quería conseguir toda información que pudiera serle últil con posterioridad. Absorto en aquel artilugio espero a que todos bajaran y comenzaran a debatir los pasos a seguir. -Una fiesta siempre es una fiesta..- contestó al reparto de tareas- .. pero ghostfinger sería un buen lugar para custodiar este cofre si queremos abrirlo con garantías.
- Si apenas pudimos traerlo aqui, necesitando la ayuda de aquellos enormes rátidos - dice Godric - No me quiero ni imaginar el tener que trasladarlo hasta Ghostfinger. Y si me lo permitís - añade bajando un poco la voz - no me fio mucho de la guarnición que tenemos enfrente ni de sus oficiales, si lo dejamos allí o pedimos ayuda para llevarlo a Ghosfinger seguramente se incautarán de él y nunca veremos sus contenidos que tan costosos han sido. No, yo digo que lo abramos aquí y reportemos su contenido a Bastianes, pero seguro que, salvo que sean piedras, es más fácil de transportar que dentro de ese ataud de hierro. -
Mablung hizo caso omiso al desastre que había montado en la posada y tomando una silla, espero que Godric acabará de recoger para decir: - El guardián del círculo ha regresado, por lo que Godric, te pediría que no te pasases por allí, aún esta resentido por el incidente con los restos de Fenrir, por otro lado Toc Toc debería pasarse a saludarle, esta muy agradecido por su liberación.-
-Respecto al cofre, creo que lo mejor es abrirlo, pero si no podemos, coincido en que lo mejor es sacarlo de aquí, quizás podamos llevarlo en un carro hasta Ghostfinguer, pero eso llevará mas de un día. ¿Quizás unos llevan el carro y otros van a la fiesta?. Pero creo que a nuestro buen capitán Eliander le decepcionaría si no fuésemos todos, hay una invitación para cada uno, y tiene que mostrar a sus reos...en proceso de redención... . En caso de que debamos custodiar el cofre me ofrezco voluntario, tocarle las narices al capitán y a esta ciudad es placer del que no pienso privarme hasta que nos vayamos de aquí. Si queréis que vayamos todos, podemos custodiar el cofre en el círculo, ahora que el guardián ha regresado lo veo el lugar más seguro-.
Godric palidece un poco ante la mención del Guardián pero asiente.
- Me alegro de que esos necios no pudieran acertarle con las balistas cuando le vieron. Por favor dile que mantendré la distancia y reitérale mis disculpas… - dice el joven clérigo ruborizándose un poco al recordar su torpeza con los restos del druida.
TocToc negó con la cabeza a la pregunta de si podía abrir el cofre. - Creo que sería mejor intentarlo con fuerza bruta, una palanqueta podría hacernos la labor. -Dijo mientras se empezaba ir a su habitación. – Mañana lo intentamos si queréis. Tengo cosas que pensar, que hacer... – Dijo mientras subia agotado y reflexivo.
Cuando TocToc bajó llevaba debajo del brazo unos legajos amarrados y sujetos por cuerdas y no parecía especialmente descansado. No pareció especialmente horrorizado por el desayuno diabólico de Ostor y sin prestar demasiada atención al revuelo que provoco se sentó cansinamente a la mesa. Dejó los legajos que tenía encima de la mesa y apoyó su cabeza en la mano, denotando un cansancio y cierto hastío. Permaneció callado y agradeció la nueva comida de Godric, esta vez mucho más apetecible, incluso para él.
La figura de Mablung en el dintel de la puerta hizo que se incorporara, había algo intrínsecamente diferente e impresionante en él. - Será un placer pasarme a visitarle, me alegra que este bien, sano salvo y reconstituyéndose. Hay innumerables peligros, en el circulo estará bien, protegido y protegiéndolo.
Como si se hubiese activado tras el desayuno y las buenas noticias desde el circulo anuncio a sus compañeros algo más.
- Esta noche he aprendido a estudiar objetos místicos... A reconocer sus propiedades y características, si deseáis identificar alguno me lo podéis pasar y en una hora os podré dar los detalles. Pero hay que consumir una perla por valor de 100 monedas de oro. - Dijo mientras manipulaba, abría y cerraba el legajo de pergaminos que antes había dejado en la mesa. Los pergaminos parecían revueltos y sin orden, pero ciertas runas parecían marcar las hojas y unirlas entre sí, formando una malla de uniones místicas que las mantenían en orden y se referenciaban unas a otras.
Al fin contestó a las líneas de acción que Adriana había planteado. - Creo que abrir el cofre cuanto antes es lo mejor, con una palanqueta si es necesario. En cuanto a la fiesta, yo preferiría regresar al campamento, debo reunirme con Bastianes y tener unas palabras con él. Es urgente. Para mí. Y en una fiesta humana... no pinto mucho. – En sus palabras se intuía la reticencia a separar la bandada, pero ya había pospuesto una y otra vez una entrevista con Bastianes. Después de la fiesta surgiría otra emergencia y después otra... La fiesta parecía lo menos urgente, aunque seguramente los nobles se lo tomarían como un insulto
La intención era lo que contaba, y a pesar de la rápida intervención de Godric para para paliar la cruel y despiadada actitud de Adriana, intentando deshacerse con total desprecio del altruista pero poco comestible desayuno preparado por Ostor, éste se dio cuenta de aquella afrenta. Sus ojos amarillentos de iris serpentino, que contrastaban con el intenso color rojo sangre de su piel, quedaron reducidos a meras rendijas por las que rezumaba odio en su más pura esencia, fijos en la alta elfa. Sus pequeñas manos, acabadas en afiladas garras como alfileres infernales, permanecieron cerradas en un apretado puño diminuto...
Ni las forjas de almas más profundas y candentes de las simas de Phlegethos, ardían tanto como el rencor que combustionaba en el interior del diablillo en ese momento. No dijo ni una sola palabra mientras el sacerdote lo conducía casi a la fuerza a la cocina donde se dispuso a preparar unas viandas nuevas para que sus demás compañeros pudieran rellenar sus buches. Adriana sabía, que en algún momento, en el más inoportuno posible, sería aprovechado por aquel engendro en miniatura, procedente del mismísimo averno para devolverle el "favor".
Mientras la entrada de Mablung templaba el ya de por si caldeado ambiente, y tras las diferentes opiniones puestas sobre la mesa sobre el futuro aún por decidir de los diferentes agentes, el desenmascarado Khalion se acercó al mismo tiempo a la caja fuerte, extrayendo de entre los pliegues de su elaborada armadura una funda de cuero enroscada sobre sí misma sobre la que se desplegaba una decena de diferentes ganzúas y útiles de... aperturas de emergencia para cerrojos rebeldes. Sin embargo, el mecanismo de apertura del pesado cofre blindado parecía a ojos vista bastante complejo en sí mismo. Tres engranajes parecían encajar unos sobre otros con diferentes símbolos. El primero y más grande parecía contener, tras ser inspeccionado con más detalle y tranquilidad, caligráficos caracteres que simbolizaban diferentes direcciones o rutas, como las referencias que se pondrían un mapa de navegación marino. El segundo, de tamaño más pequeño, parecía contener grabados representando diferentes tipos de embarcaciones, de todos los tamaños y formas, desde grandes navíos y calaveras, hasta pequeños esquifes rápidos y de un único mástil. El tercero, por ende, parecía representar diferentes iconos usados por el gremio de contrabandistas, el aasimar era capaz de reconocerlos, pero no sabía que significaba cada uno de ellos.
TocToc, que agotado parecía tener problemas recordando historias de su pasado como navegante-esclavo, supo reconocer ese tipo de mecanismos para sellar muy valiosos activos de grandes mercaderes o poderosos príncipes pirata. No lo tenía del todo claro en su turbia mente, pero sabía que la solución estaba relacionada con rutas de contrabando usadas por cierta élite del mar, y como usaban diferentes trayectos para la recogida de materiales, y el desplazamiento para las entregas, y como nunca coincidían por si eran interceptados, para no poner al descubierto la totalidad de la ruta de contrabando. Sin duda, veteranos contrabandista de cierta categoría sabrían al menos descifrar parte de la combinación que abriría esa caja, aunque el dueño de ésta siempre se solía guardar algún as en la manga para si. Igualmente, parecía que se necesitaba una llave para que, una vez la combinación fuese dispuesta, ésta girara dentro de la cerradura para el resto y completar el proceso.
Los ojos azulados y sin pupilas del celestial maldito se posaron en la cerradura, y éste se dispuso a intentar una apertura "ou'soa decore" como se solía decir en el gremio, puenteando el molesto problema de los engranajes y sus posibles combinaciones, y quizás ayudado por una palanqueta que Nadie había sacado de algún lado y había encajado en lo que él creía la parte más débil de la intersección de la puerta con el resto de la estructura, podría conseguirlo.
Las habilidades del cazarrecompensas no se hicieron esperar, y varios chasquidos satisfactorios comenzaron a sonar... hasta llegar al último... donde todo el mecanismo pareció bloquearse. Enseguida supo que sus destrezas habían conseguido poder ignorar dos de las tres muescas necesarias, además de la propia llave, pero que no podría llegar a más sin la última, y para esto necesitarían a alguien que supera de... contrabando local, y no un cualquiera, alguien con cierta posición, al menos para que descifrara los símbolos del último engranaje... ¿Dónde podrían encontrar uno así?... Estaban tan cerca, ... y al mismo tiempo tan lejos de descubrir los secretos allí guardados.
Nunca fue un ladrón y aquello se notaba. Con cierta torpeza por la falta de costumbre comenzó a manipular aquellos engranajes. Desconocía el valor de lo que allí dentro se ocultaba pero no le cabía duda de los valioso que era por si mismo el enorme y acorazado cofre. Estudió las runas e incluso hizo copia en papel por si les resultara útil.
-Hasta aquí puedo llegar- dijo inundado de frustración.-Reconozco estas runas del gremio de contrabandistas.. pero no las entiendo y debo suponer que tampoco los peldaños mas bajos del gremio. Toc Toc.. quizá tu libro tenga alguna clave, quizá los hermanos que apresamos.. O alguien que aunque no queramos quizá sea nuestra mejor fuente.- mirando de soslayo hacia el caballero, buscando un cruce de miradas que ambos entendieran.
Hmm... - Tras las palabras de Khalion TocToc saco el libro de la costa y empezó a contrastar rutas, runas y feroflificos. - Es posible que estás runas extrañas sean algo parecido a ese candado... - Dijo tras las examinaba con cuidado.
- No creo que ese cofre pueda abrirse con fuerza bruta sin dañar lo que alberga, ¿podéis recurrir a las ratas, no?, se ofrecieron para ayudar con la apertura del cofre- comento Mablung tras los intentos por abrir el cofre- de todas formas mi oferta de custodiar el cofre en el circulo sigue en pie-.
-Por otro lado me ofrezco a ir Ghostfinguer, cualquier cosa que sea salir de esta ciudad me parece bien aunque si tenemos que llevarnos el cofre, dudo que nos de tiempo a volver para la fiesta, aunque siempre podemos trasladarlo mañana e ir todos a la pantomima montada por los nobles-
- ¡¡ Esperad !! - Graznó con cierto entusiasmo TocToc al ver todos y cada uno de los símbolos asociados a los contrabandistas en el diario que perteneció en su día al carcelero de Ostor y patrón temporal de Nadie, que fue defenestrado cruelmente y sin piedad por los agentes de la Corona. En varias páginas había entradas donde se anotaban movimientos de mercancías con el barco de los hermanos norteños, curiosamente condenados también a la horca tras "negociar" su rendición con los susodichos agentes, y algunos puntos de recogida más, donde se detallaban algunas rutas... que curiosamente, también coincidían con las mostradas en una de las muescas de la caja blindada que había conseguido puentear el no-enmascarado Khalion con sus artes de no-pícaro.
La despierta mente de la claramente raza superior de los kenku comenzó a funcionar hilando sus puntadas mentales, y asociando rutas, símbolos y caja fuerte... sinceramente, con todas las referencias mencionadas, y la experiencia como navegante y medio pirata del hombre cuervo, el descifrado de la última pieza del puzzle casi fluía por sí misma, como un gratificante oleaje que empujase un bote en la dirección correcta sin apenas esfuerzo.
Acercándose con sus emplumados brazos y afiladas manos, TocToc, colocó y ajustó el último engranaje sin dejar de fijarse en su diario (suyo y solo suyo), pasando las páginas rápidamente y con avidez para encontrar cada uno de los símbolos y su referencia. El 'Click' final no pudo sonar más harmonioso... y la puerta blindada se desencajó con suavidad dejando al descubierto el contenido que tan celosamente guardaba...
El interior estaba separado en dos secciones, en la superior parecía contener decenas de documentos, especialmente registros de propiedad en diversas e importantes ciudades a lo largo de la costa del Dragonmeere, tanto al norte como al sur, en Westgate, Teziir, Marsember o la misma capital, Suzail, todas a nombre un único propietario, Gellan Primewater. Las haciendas parecían consistir en mansiones, almacenes o terrenos siempre colindantes con el mar. Así mismo, diversos pagarés nominativos, también con el mismo beneficiario en sus membretes, y pertenecientes a dos importantes bancos diferentes, uno en Westgate y otro en Suzail, constituían una verdadera fortuna si su dueño los recuperara. Al parecer se habían conseguido mantener intactos y en perfecto estado, pareciendo casi nuevos, con ese olor característico a papel recién pasado por la imprenta, y a los veteranos ojos de un "experto en falsificaciones" como TocToc, daban la primera impresión de ser bastante legales.
En la segunda sección, mucho más amplia, varios objetos se apilaban con algo más de desorden. El primero que llamaba la atención, era un centro dorado, con ominosas runas inscritas a lo largo de su recorrido. Éste acababa en uno de sus extremos, soportando una circunferencia espinada que emulaba un sol ardiente. Godric no tardó en identificar los glifos como una letanía a Lathander, aunque era antigua, de un dogma de hace siglos que ya apenas se usaba. Junto al cetro, lo que parecía una capa bordada con motivos de hojas, acompañaba al resto de objetos, el tallado era tan sutil y de tan alta calidad, que el follaje parecía casi real, incluso emitía un ligero aroma a coníferas recién empapadas por la lluvia, si uno se la acercaba al rostro.
Casi desapercibida, y al fondo del blindado cofre, una talla esférica con la forma de la cabeza de un gato, parecía relucir debido a que uno de sus ojos contenía una piedra preciosa de un color verde esmeralda, mientras que el otro ojo quedaba vacío, a la espera de su correspondiente gema. Si se observaba con cautela, dentro de la joya existente, una bruma parecía moverse danzando, atrayendo con sus hipnóticos patrones la atención. Por alguna razón la talla, no más grande del tamaño de un guijarro, era templada al tacto. Junto a ella, descansaba otra talla, pero esta vez más propia de un orfebre. Ésta tomaba la forma de un escarabajo trabajado en oro y vetas de lapislázuli, con ribetes en platino y caparazón formado por láminas de escamas de rubí.
La alta elfa abandonó la sala del Gran Cerebro con un amargo pesar sobre su conciencia, que se añadía a su perseverante cansancio físico.
Por un lado, la infinita nostalgia y añoranza con la que el Amo había sacudido como un puñetazo certero el corazón de la hechicera al nombrar a sus progenitores. Había evitado pensar en ellos de manera consciente, en ellos y en su vida anterior a esta, condenada ahora no solo por los hombres si no por una terrible maldición que pudría la luz de su interior. Si ellos la vieran ahora… cuán profundamente decepcionados se sentirían. Rememorar la figura de sus padres fue un golpe bajo que no esperaba, algo para lo que no estaba preparada y que la sumió en una insondable desolación.
Por otro lado, el aciago destino de Adso que, como bien había apuntado el enorme órgano flotante, era peor que la muerte. Reflexionando sobre esas enigmáticas palabras, se le vino a la mente la figura de Colton haciendo su aparición en el patio trasero de la posada. Un escalofrío de temor atenazó su cuerpo al imaginar al joven, inocente e impresionable Adso convertido en un muerto viviente, en un zombie sin voluntad, sin alma. La hechicera sentía que, inevitablemente, condenaban al peor de los destinos a todo aquel que osaba ayudar al grupo.
En silencio recorrió los pasadizos que les devolverían al exterior, sin participar en las conversaciones mantenidas con los porteadores del cofre. Solo podía concentrarse en no quedarse atrás y no trastabillar, ayudándose del inestimable apoyo de Godric, al que se mantuvo agarrada para soportar el cansancio de la caminata.
Regresar a la posada fue como regresar al hogar, el único sitio en el que podía sentirse segura y a salvo. Los chicos arrastraron el baúl hasta el centro del salón; aunque ella hubiese querido, no habría podido agarrar ni una de las asas.
- Por fin… - musitó, descalzándose y colgando la capa en la entrada. Se dirigió directamente a una de las butacas colocadas frente a la chimenea y se dejó caer a plomo sobre ella, abandonándose al calor que emanaba de la crepitante leña.
Alguien le acercó la invitación que llevaba su nombre y la leyó, primero sin mucho interés y después con curiosidad. ¿Hacía cuánto tiempo que no asistía a una fiesta? Le parecía eones. Recordó los salones exquisitamente decorados de Palacio, el desfile de vestidos elegantes y primorosos, la deliciosa comida y bebida que se servía, los detalles celosamente cuidados que hacían de la velada una noche inolvidable. Y sobre todo, bailar… bailar, sonreír, disfrutar de estar vivo, esa felicidad que le habían arrancado de cuajo. Sí, acudiría a la fiesta. Dejó caer lánguidamente el brazo mientras sostenía la invitación entre sus dedos. Hoy estaba demasiado cansada, quizá mañana abordaría esta cita con renovado entusiasmo.
Adriana permaneció ausente observando las llamas mientras sus compañeros se acomodaban y Godric se dirigía a la cocina a preparar el té. Mientras el resto planeaban como abrir el cofre, la alta elfa le daba vueltas una y otra vez a la información obtenida en las alcantarillas.
- Mucho me temo que el destino de Adso es incluso peor que el de Adklo - comentó rompiendo el silencio y llamando la atención del grupo - las palabras del cerebro me hacen sospechar que quizá volvamos a encontrarnos con el joven en el mismo estado en el que encontramos a Colton en el patio trasero… - dijo mientras miraba directamente a Khalion, sabedora de que este asunto le afectaba especialmente a él - Si llegara ese momento… debemos asegurarnos de ofrecerle la paz que merece su alma -
Dicho esto, se levantó pesadamente de la butaca y se acercó a la cocina para servirse una taza del té recién hecho de Godric. Con especial cuidado para no derramarlo, se encaminó hacia el salón y se despidió de sus compañeros
- Debéis disculparme, pero el cansancio está dinamitando las pocas fuerzas que me quedan, necesito retirarme a descansar. Buenas noches. - y subió las escaleras hasta su habitación, seguida por sus dos inseparables amigas.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald no había abierto la boca desde los dominios del Amo. Una vez en la Cabra de Mimbre, se acercó al fuego y se sentó pesadamente a deshacerse de su armadura y conservarla adecuadamente de la humedad. El calor del hogar era agradable y aquellos gestos castrenses y monótonos le ayudaban a evadirse del cansancio. Todos estaban cansados y confusos, cuando no airados como el druida que de nuevo volvía a ausentarse.
No estaba seguro de que palabras se habían cruzado en la mente de sus compañeros con aquel ser imposible, pero una cosa estaba clara, ninguna de ellas había traído paz a cualquiera de los presentes. El aroma del té recién hecho llegó a su nariz. De reojo, observó las invitaciones en la mesa.
—Bien, creo que deberíamos poner en orden nuestras prioridades, dado que cada uno parece tener sus propias motivaciones más allá de nuestro compromiso con Ghostfinger —dejó a un lado la pesada armadura—. No es mi intención juzgar a nadie, pero deberíamos estar de acuerdo en dar el siguiente paso juntos. ¿Qué queréis hacer primero?
Observó el cofre cerrado en medio de la sala.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Godric apenas habló en el camino de vuelta y se despidió de los enormes rátidos con un leve gesto de cabeza y unas palabras de agradecimiento. Estaba seguro que por el estado de sus compañeros no habrían podido arrastrar aquel cofre hasta allí. Era como si no sólo su material y contenido pesara si no que para los compañeros el precio que habían pagado por recobrarlo fuera una pesada losa sobre el mismo. Con todo tuvieron que arrastrarlo hasta la Cabra de Mimbre.
Una vez dentro, tras dejar en la entrada las botas manchadas de barro y mugre y la empapada capa, Godric avivó el fuego echando algunos troncos más y ni siquiera leyó la invitación si no que dejó que sus compañeros le comunicaran el contenido de las misivas mientras él preparaba el té y añadía un poco de cecina, queso y nueces para que restituyeran algo de fuerzas. Comentó con Ostor, mientras se quitaba su armadura y la dejaba en la cocina, que no dudaba que acudiria, pero que esperaba que no se dejara ver o tendrían problemas. Estaba demasiado cansado como para discutir con el pequeño diablillo.
Antes de que Mablung se marchara le ofreció prepararle un bocadillo de carne ahumada, y antes de que el druida pudiera quejarse desapareció en la cocina para perparle apresuradamente un pequeño hatillo con el bocata y un par de frutas que empezaban a estar demasiado maduras.
Poco después de que Adriana se retirara se desplomó en la misma butaca que había ocupado la elfa y observó a sus compañeros intentar abrir el cofre e intentó seguir la conversación sobre los siguientes pasos que debían tomar. Pero el calor del hogar y la comodidad de la manta que se había puesto encima se confabularon contra él y pronto estaba plácidamente dormido mientras los demás desentrañaban los secretos que ocultaba aquel cofre y elucubraban planes.
Ostor contempló a su Amo dormido en la butaca. Sabía que la intrusión del cerebro en los recuerdos de Godric eran mucho más peligrosos de lo que ese remiendo de ser vivo podía llegar a imaginar y el pequeño diablillo se alegró de que el cansancio hubiera derrotado al joven humano. En un gesto que sorprendió al pequeño diablillo, agarró una esquina de la manta y arropó a Godric, tapando un hombro que había quedado al aire.
PbP Character: A few ;)
La pregunta de Leobald cayó en vacío al ver que casi todos sus forzados compañeros y agentes de la corona o estaban dormidos y roncando cerca de la chimenea o se habían retirado a sus aposentos también a descansar... o a tramar sus futuros y viles actos. Khalion dejó negó con la cabeza y se retiró también indicando al caballero que mañana al alba era un mejor momento para decidir los próximos pasos a seguir.
Quedándose sólo, Leobald se dispuso a ascender las escaleras que le conducirían al primer piso y a su habitación, pero una mano anaranjada y rugosa se posó en su hombro. Al girarse, se encontró de cara con el esquivo Bugbear sin nombre, aún embutido en su armadura de bandas, aunque aparentemente desarmado.
- Se que no soy de tu confianza, pero si quieres puedo pulir, limpiar y reparar tu armadura... no soy un experto como los enanos, pero se borrar ese desdibujado emblema de su antiguo portador, y quizás, tallar uno más adecuado a tu casa... puedo trabaja por las noches, es más cómodo para mis ojos y no te resultará un inconveniente cuando la necesites durante el día.
Tras recibir la respuesta del paladín, Nadie aceptó su decisión y se dispuso para emprender sus propias tareas de mantenimiento, acercándose a su espada larga y a su arco, que reposaban estratégicamente cerca de la puerta principal de la posada. Sacando previamente de su envejecida mochila una gastada piedra de afilar y algunos óleos, comenzó su trabajo, con tremenda meticulosidad, emprendió una lenta pero concienzuda tarea de pulido de su hoja, tensado y ajuste de su arco largo, y pasó a revisar una a una la punta y las llamativas remeras, color rojo sangre, de cada una de sus flechas.
A la mañana siguiente, el grupo fue de nuevo reuniéndose en el salón principal del local que ejercía como su hogar temporal. Según el sol asomaba, un apestoso olor a huevos podridos comenzó a flotar en el ambiente proveniente de la cocina. Al parecer, Ostor había decidido obsequiar a todo el grupo con un desayuno preparado por él, intentando imitar, sin ningún éxito, las excelentes habilidades culinarias de Godric. Restos de gallinas destripadas a medio guisar, huevos escalfados con sus propias cáscaras machacadas y manteca con sabor a azufre mezclada sobre pan duro... fueron dispuestos caóticamente sobre diversos platos que el diablillo fue colocando en la mesa principal... ni siquiera el tamaño de las raciones parecían seguir algún patrón lógico... pero de algún modo, el diminuto habitante de los nueve infiernos parecía orgulloso de su obra.
- Hoy nos espera un día duro... necesitáis recuperar fuerzas para tomar la mejor decisión posible... cof cof ... <machacar a los enemigos del gran Godric> cof cof...
La dantesca escena terminó justo cuando la puerta de "La Cabra de Mimbre" se abría para dejar paso a un retornado Mablung, que bajo el dintel del umbral de entrada, y a contra luz, se veía imponente, y parecía poseer su propia electricidad... de hecho, de su mano izquierda, parecía que unas pequeñas descargas iónicas surcaban su piel culebreando entre sus dedos, terminando por saltar graciosamente hacia el metal del pomo del mismo portón que acababa de abrir... como si un poderoso semidios de los truenos se tratara.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Adriana no bajó a la planta principal al despertar antes del alba. Tras remolonear bajo las pesadas y cálidas mantas durante un buen rato, sintió de nuevo el vigor y la energía que tanto había echado en falta la jornada anterior. Aquella noche su descanso había sido apacible y sosegado, sin pesadillas, sin visiones, caracterizado por un ruido blanco que le había permitido recuperarse del todo.
Escoltada por sus inseparables amigas, atravesó los silenciosos pasillos de la posada hasta llegar a los baños. Si descansar había sido una urgente prioridad, la segunda era zambullirse en el agua caliente y jabonosa para desprenderse de toda la porquería de las cloacas. Aquel olor se le había incrustado en lo más profundo de sus fosas nasales, diría incluso que de su cerebro, y no sabía si sería capaz de deshacerse de él.
Cuando los primeros reflejos de la claridad del día asomaron tímidos por el horizonte, la alta elfa descendió las escaleras hasta el salón, perfectamente aseada y ataviada con un camisón largo y una bata sencilla anudada a la cintura. De su rostro había desaparecido esa sombra oscura de profundo agotamiento de la que sus compañeros habían sido testigos el día anterior, y parecía que había recobrado el brillo en su mirada y el color en sus mejillas.
Dando los buenos días a los presentes, olfateó el aire con extrañeza mientras cruzaba el salón. Estaba hambrienta pero el ambiente denso y viciado de un olor que no era capaz de precisar le cerró el estómago de golpe. Cuando contempló el banquete preparado por Ostor, su rostro se contrajo en una mueca de asco y repugnancia, y lanzó una mirada de auxilio a Godric. Las únicas que parecían atraídas por aquel horror eran Betty y Llagas, que chillaron excitadas y se acercaron rápidamente a olisquear el desayuno, acostumbradas como estaban a alimentarse en estercoleros de la inmundicia de la ciudad. Adriana las rescató con cariño impidiendo que ingirieran nada de aquello.
- Godric, por favor… - le comentó como un ruego al sacerdote - ¿serías tan amable de prepararnos un desayuno apto para el consumo? - le acarició suavemente el hombro. Ni siquiera se dignó a dirigirse a Ostor, ni a mencionarle, castigándole con su indiferencia. No se creía su falsa amabilidad ni su falsa preocupación. Era un ser lo suficientemente inteligente como para saber que esa comida no iba a ser del agrado de ninguno de ellos. Los intentos de manipulación de ese diablillo no tenían límites, y lo demostraba en cada uno de sus actos.
Afortunadamente, la entrada de Mablung desvió la atención de Adriana hacia algo más agradable pero igualmente sorprendente. Le observó interrogativa en el quicio de la puerta.
- Buenos días Mablung - le saludó - Llegas a tiempo para desayunar. Veo que has pasado una noche… interesante, cuando menos - le sonrió y se dirigió a la cocina, en busca de una bolsa grande de basura.
Con una energía recuperada, mientras Godric preparaba un nuevo desayuno, fue volcando la apestosa comida hasta vaciar todos los platos. Cerró la bolsa y la arrastró hasta depositarla en el exterior por la puerta trasera. Con un grácil movimiento de manos, disipó el hediondo ambiente, sustituyéndolo por un aroma fresco y limpio.
- Compañeros - dijo dirigiéndose al grupo - sentémonos a desayunar y decidamos nuestros siguientes pasos - su talante era optimista y decidido.
Ayudó al sacerdote a servir la comida. Tras ingerir algún bocado y beber media taza de café, comenzó a hablar.
- Tenemos varios frentes abiertos y mucha información que digerir. Será mejor empezar por lo urgente, aunque no necesariamente lo más importante. Creo conveniente que al menos alguno de nosotros acudamos a la fiesta a la que hemos sido invitados esta noche. Yo me ofrezco voluntaria - miró a cada uno de los integrantes del grupo para saber quién la acompañaría - Después de meditarlo y teniendo en cuenta el tiempo del que disponemos en esta jornada, considero que la mejor opción es dirigirnos a Ghostfinguer para informar a Bastianes de los nuevos acontecimientos y tratar con él los asuntos que consideréis oportunos. Así podré aprovechar para solicitar vestimenta adecuada para el evento de esta noche. Obviamente no podemos presentarnos de cualquier manera -
Prestidigitation para el olor nauseabundo
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric se retiró, tras dejar la vajilla de la cena en la pila, a su habitación. Demasiado cansado para pensar si quiera en sus siguientes pasos, y desde luego no sintiéndose nada inclinado a asistir a ninguna fiesta.
Se despertó sin embargo, poco antes de que los primero rayos del alba comenzaran a asomar por el este, más por la fuerza de la costumbre que por no necesitar más descanso. Sin embargo, devoto, se arrodilló frente a la ventana abierta y oró al Señor de la Mañana mientras sus dorados fulgores comenzaban a tornar el púrpura de la madrugada en bellos naranjas y rojos.
Sintiéndose reconfortado, y con la mente mucho más clara, sintió que sus oraciones y estudios le daban una nueva claridad, una nueva confianza para poder tratar de sanar las heridas de sus amigos y compañeros. Se sentía tan fuerte de espíritu que casi se creía capaz de tratar de eliminar la maldición de Adriana. Pero, mientras se vestía, resolvió dejar el tema para más adelante, ya que sabía lo que diria la elfa, a la vista de lo que le había ocurrido al último clérigo que lo había intentado.
Bajó a la cocina y limpió la vajilla del día anterior y dejó preparado el desayuno para todos. Los días que habían pasado fuera habían dejado bastante de sus provisiones podridas y se dedicó a sacar la mayoría, y más apestosa, fuera. Fue una tarea sucia y, sabiendo que aún le quedaban los huevos podridos pero prefería tirarlos más lejos de la posada, fue a su habitación a asearse. Apestaba.
Al bajar contempló no sin horror como Ostor había intentado emularle y se apresuró a cambiar los platos del pequeño demonio por su desayuno de tostadas con mantequilla y miel y a calentar agua para preparar te a sus amigos con una pequeña mirada de disculpa por el intento de Ostor de complacerles.
- Ostor - le dijo en la cocina mientras se afanaba por acumular platos con comida más saludable - yo... agradezco tu intento de ayudar pero la próxima vez ¿qué tal si me ayudas y lo preparamos juntos? Asi te puedo indicar qué es lo que más les gusta a los demás... -
Por alguna razón no quería herir los sentimientos del pequeño diablillo. Aquel intento podia indicar que, de alguna manera, estaba ocurriendo justo lo contrario a lo que todos temían, y que el pequeño ser estuviera viéndose influenciado por ellos, en lugar de al contrario.
Cuando Mablung volvió a la posada no pudo evitar percatarse de las líneas de energía que recorrían su cuerpo.
- Ehh Se te ve bien Mablung... ¿todo bien en la Arboleda? ¿Te gustó la cena que te preparé? -
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Viendo que Adriana se disponía a recoger la fallida comida de Ostor Godric se apresura a recoger el plato de la elfa.
- Está bien, yo me encargo. - dice cogiendo el plato de comida y viendo la cara de disgusto de la elfa le dice en voz un poco baja pero que todos pueden escuchar
- Lo ha intentado... a su manera.. - sonríe a manera de disculpa - creo que es buena cosa que haga algo de manera... desinteresada. Por cierto... estas deslumbrante - le suelta de pronto poniéndose rojo como la piel del pequeño diablillo que revolotea cerca.
PbP Character: A few ;)
Adriana sostuvo la mirada del sacerdote mientras le hablaba. En los ojos de la elfa, Godric pudo observar cómo una sombra de tristeza y frustración empañaba su brillo, que duró escasos segundos. Debía asumir la inocencia del muchacho, no podía luchar contra ella.
Aferró el brazo de su amigo y se acercó más a él, a escasos centímetros de su rostro. Le susurró unas palabras de manera cariñosa pero determinante - Godric, no te lleves a engaño. Ostor no hace nada - remarco la palabra - de manera desinteresada - suspiró y negó levemente con la cabeza con resignación - solo espero que te des cuenta antes de que sea demasiado tarde -
Cuando se disponía a alejarse, escuchó el piropo de Godric. Se giró para mirarle y esbozó una tierna sonrisa de agradecimiento, disipando cualquier rastro de conflicto entre los jóvenes.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald agradeció con sinceridad el gesto del hobgoblin, pero declinó la oferta amablemente. Aquellas tareas castrenses, repetitivas y constantes, le relajaban y le ayudaban a poner en orden sus pensamientos del día anterior. La fuerza de la costumbre había convertido en un trabajo manual automático que Leobald agradecía. Por no mencionar que las sentía su deber. Acabó lo que estaba haciendo respetando el espacio de Nadie y se despidió educadamente al retirarse.
Por la mañana se unió a su compañeros aseado y peinado hacia atrás. Había lavado su tabardo la noche anterior y había tomado un baño frío. Su mirada triste y su frente despejada precedieron un saludo cortes y recatado. No intervino en absoluto en el asunto de Ostor. Mientras desayunaba, observó la teatral vuelta de Mablung con pausado interés y le saludó cordialmente cuando se acercó.
—Yo te acompañaré, Adriana, si te parece bien —dijo dejando el desayuno a un lado—. Estuve en muchas recepciones de joven y los asuntos de la corte no me nos completamente desconocidos. Pero no debemos olvidar el cofre —miró entonces el baúl a un lado del salón—. El druida dio su vida para que salvásemos lo que contiene de las manos equivocadas. ¿No deberíamos averiguar por qué, qué contiene?
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Cargar y vigilar el cofre había dejado al aasimar agotado y según se alejaban del interior de la tierra aquellas extrañas fortalezas le iban abandonando. Escaso en palabras y fuerzas se fue a dormir tras acordar con Nadie la custodia del enorme baúl acorazado durante la noche. Sin despedidas ni palabras gratas la puerta de su cuerto cerró hasta que el aroma de un desayuno cocinado con amor, cariño y buenas intenciones inundaron la posada.
Khalion descendió la escalera desenmascarado, con el pelo plateado y largo suelto sobre los hombros. De piel clara y facciones mas cercanas a un elfo que a un humano llamarían la atención de no ser porue sus ojos atraían todas las miradas. Grandes, sin iris ni pupilas, toda la esclerótica era azul brillante que desprendían un ligero halo cuando el cazarrecompensas movía la cabeza. Su armadura de motivos marineros conjugaba con su perlo argento y de su cinto colgaban a un lado su poco usado látigo y la máscara que acostumbraba a llevar.
-Huele delicioso- dijo al ver el despliegue de materias primas pasadas algunas a cuchillo o garra en la cocina.-Pero el ave me gusta mas en sopa- rechazando con educación aquellos manjares de los siete infiernos.
Se sentó delante del cofre y comenzó el estudio previa intervención de sus mecanismos. Quería conseguir toda información que pudiera serle últil con posterioridad. Absorto en aquel artilugio espero a que todos bajaran y comenzaran a debatir los pasos a seguir. -Una fiesta siempre es una fiesta..- contestó al reparto de tareas- .. pero ghostfinger sería un buen lugar para custodiar este cofre si queremos abrirlo con garantías.
- Si apenas pudimos traerlo aqui, necesitando la ayuda de aquellos enormes rátidos - dice Godric - No me quiero ni imaginar el tener que trasladarlo hasta Ghostfinger. Y si me lo permitís - añade bajando un poco la voz - no me fio mucho de la guarnición que tenemos enfrente ni de sus oficiales, si lo dejamos allí o pedimos ayuda para llevarlo a Ghosfinger seguramente se incautarán de él y nunca veremos sus contenidos que tan costosos han sido. No, yo digo que lo abramos aquí y reportemos su contenido a Bastianes, pero seguro que, salvo que sean piedras, es más fácil de transportar que dentro de ese ataud de hierro. -
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Mablung hizo caso omiso al desastre que había montado en la posada y tomando una silla, espero que Godric acabará de recoger para decir: - El guardián del círculo ha regresado, por lo que Godric, te pediría que no te pasases por allí, aún esta resentido por el incidente con los restos de Fenrir, por otro lado Toc Toc debería pasarse a saludarle, esta muy agradecido por su liberación.-
-Respecto al cofre, creo que lo mejor es abrirlo, pero si no podemos, coincido en que lo mejor es sacarlo de aquí, quizás podamos llevarlo en un carro hasta Ghostfinguer, pero eso llevará mas de un día. ¿Quizás unos llevan el carro y otros van a la fiesta?. Pero creo que a nuestro buen capitán Eliander le decepcionaría si no fuésemos todos, hay una invitación para cada uno, y tiene que mostrar a sus reos...en proceso de redención... . En caso de que debamos custodiar el cofre me ofrezco voluntario, tocarle las narices al capitán y a esta ciudad es placer del que no pienso privarme hasta que nos vayamos de aquí. Si queréis que vayamos todos, podemos custodiar el cofre en el círculo, ahora que el guardián ha regresado lo veo el lugar más seguro-.
Godric palidece un poco ante la mención del Guardián pero asiente.
- Me alegro de que esos necios no pudieran acertarle con las balistas cuando le vieron. Por favor dile que mantendré la distancia y reitérale mis disculpas… - dice el joven clérigo ruborizándose un poco al recordar su torpeza con los restos del druida.
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[Antes de la manana]
TocToc negó con la cabeza a la pregunta de si podía abrir el cofre. - Creo que sería mejor intentarlo con fuerza bruta, una palanqueta podría hacernos la labor. -Dijo mientras se empezaba ir a su habitación. – Mañana lo intentamos si queréis. Tengo cosas que pensar, que hacer... – Dijo mientras subia agotado y reflexivo.
Zevatur, Rolthos
Cuando TocToc bajó llevaba debajo del brazo unos legajos amarrados y sujetos por cuerdas y no parecía especialmente descansado. No pareció especialmente horrorizado por el desayuno diabólico de Ostor y sin prestar demasiada atención al revuelo que provoco se sentó cansinamente a la mesa. Dejó los legajos que tenía encima de la mesa y apoyó su cabeza en la mano, denotando un cansancio y cierto hastío. Permaneció callado y agradeció la nueva comida de Godric, esta vez mucho más apetecible, incluso para él.
La figura de Mablung en el dintel de la puerta hizo que se incorporara, había algo intrínsecamente diferente e impresionante en él. - Será un placer pasarme a visitarle, me alegra que este bien, sano salvo y reconstituyéndose. Hay innumerables peligros, en el circulo estará bien, protegido y protegiéndolo.
Como si se hubiese activado tras el desayuno y las buenas noticias desde el circulo anuncio a sus compañeros algo más.
- Esta noche he aprendido a estudiar objetos místicos... A reconocer sus propiedades y características, si deseáis identificar alguno me lo podéis pasar y en una hora os podré dar los detalles. Pero hay que consumir una perla por valor de 100 monedas de oro. - Dijo mientras manipulaba, abría y cerraba el legajo de pergaminos que antes había dejado en la mesa. Los pergaminos parecían revueltos y sin orden, pero ciertas runas parecían marcar las hojas y unirlas entre sí, formando una malla de uniones místicas que las mantenían en orden y se referenciaban unas a otras.
Al fin contestó a las líneas de acción que Adriana había planteado. - Creo que abrir el cofre cuanto antes es lo mejor, con una palanqueta si es necesario. En cuanto a la fiesta, yo preferiría regresar al campamento, debo reunirme con Bastianes y tener unas palabras con él. Es urgente. Para mí. Y en una fiesta humana... no pinto mucho. – En sus palabras se intuía la reticencia a separar la bandada, pero ya había pospuesto una y otra vez una entrevista con Bastianes. Después de la fiesta surgiría otra emergencia y después otra... La fiesta parecía lo menos urgente, aunque seguramente los nobles se lo tomarían como un insulto
Zevatur, Rolthos
La intención era lo que contaba, y a pesar de la rápida intervención de Godric para para paliar la cruel y despiadada actitud de Adriana, intentando deshacerse con total desprecio del altruista pero poco comestible desayuno preparado por Ostor, éste se dio cuenta de aquella afrenta. Sus ojos amarillentos de iris serpentino, que contrastaban con el intenso color rojo sangre de su piel, quedaron reducidos a meras rendijas por las que rezumaba odio en su más pura esencia, fijos en la alta elfa. Sus pequeñas manos, acabadas en afiladas garras como alfileres infernales, permanecieron cerradas en un apretado puño diminuto...
Ni las forjas de almas más profundas y candentes de las simas de Phlegethos, ardían tanto como el rencor que combustionaba en el interior del diablillo en ese momento. No dijo ni una sola palabra mientras el sacerdote lo conducía casi a la fuerza a la cocina donde se dispuso a preparar unas viandas nuevas para que sus demás compañeros pudieran rellenar sus buches. Adriana sabía, que en algún momento, en el más inoportuno posible, sería aprovechado por aquel engendro en miniatura, procedente del mismísimo averno para devolverle el "favor".
Mientras la entrada de Mablung templaba el ya de por si caldeado ambiente, y tras las diferentes opiniones puestas sobre la mesa sobre el futuro aún por decidir de los diferentes agentes, el desenmascarado Khalion se acercó al mismo tiempo a la caja fuerte, extrayendo de entre los pliegues de su elaborada armadura una funda de cuero enroscada sobre sí misma sobre la que se desplegaba una decena de diferentes ganzúas y útiles de... aperturas de emergencia para cerrojos rebeldes. Sin embargo, el mecanismo de apertura del pesado cofre blindado parecía a ojos vista bastante complejo en sí mismo. Tres engranajes parecían encajar unos sobre otros con diferentes símbolos. El primero y más grande parecía contener, tras ser inspeccionado con más detalle y tranquilidad, caligráficos caracteres que simbolizaban diferentes direcciones o rutas, como las referencias que se pondrían un mapa de navegación marino. El segundo, de tamaño más pequeño, parecía contener grabados representando diferentes tipos de embarcaciones, de todos los tamaños y formas, desde grandes navíos y calaveras, hasta pequeños esquifes rápidos y de un único mástil. El tercero, por ende, parecía representar diferentes iconos usados por el gremio de contrabandistas, el aasimar era capaz de reconocerlos, pero no sabía que significaba cada uno de ellos.
TocToc, que agotado parecía tener problemas recordando historias de su pasado como navegante-esclavo, supo reconocer ese tipo de mecanismos para sellar muy valiosos activos de grandes mercaderes o poderosos príncipes pirata. No lo tenía del todo claro en su turbia mente, pero sabía que la solución estaba relacionada con rutas de contrabando usadas por cierta élite del mar, y como usaban diferentes trayectos para la recogida de materiales, y el desplazamiento para las entregas, y como nunca coincidían por si eran interceptados, para no poner al descubierto la totalidad de la ruta de contrabando. Sin duda, veteranos contrabandista de cierta categoría sabrían al menos descifrar parte de la combinación que abriría esa caja, aunque el dueño de ésta siempre se solía guardar algún as en la manga para si. Igualmente, parecía que se necesitaba una llave para que, una vez la combinación fuese dispuesta, ésta girara dentro de la cerradura para el resto y completar el proceso.
Los ojos azulados y sin pupilas del celestial maldito se posaron en la cerradura, y éste se dispuso a intentar una apertura "ou'soa decore" como se solía decir en el gremio, puenteando el molesto problema de los engranajes y sus posibles combinaciones, y quizás ayudado por una palanqueta que Nadie había sacado de algún lado y había encajado en lo que él creía la parte más débil de la intersección de la puerta con el resto de la estructura, podría conseguirlo.
Las habilidades del cazarrecompensas no se hicieron esperar, y varios chasquidos satisfactorios comenzaron a sonar... hasta llegar al último... donde todo el mecanismo pareció bloquearse. Enseguida supo que sus destrezas habían conseguido poder ignorar dos de las tres muescas necesarias, además de la propia llave, pero que no podría llegar a más sin la última, y para esto necesitarían a alguien que supera de... contrabando local, y no un cualquiera, alguien con cierta posición, al menos para que descifrara los símbolos del último engranaje... ¿Dónde podrían encontrar uno así?... Estaban tan cerca, ... y al mismo tiempo tan lejos de descubrir los secretos allí guardados.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Nunca fue un ladrón y aquello se notaba. Con cierta torpeza por la falta de costumbre comenzó a manipular aquellos engranajes. Desconocía el valor de lo que allí dentro se ocultaba pero no le cabía duda de los valioso que era por si mismo el enorme y acorazado cofre. Estudió las runas e incluso hizo copia en papel por si les resultara útil.
-Hasta aquí puedo llegar- dijo inundado de frustración.-Reconozco estas runas del gremio de contrabandistas.. pero no las entiendo y debo suponer que tampoco los peldaños mas bajos del gremio. Toc Toc.. quizá tu libro tenga alguna clave, quizá los hermanos que apresamos.. O alguien que aunque no queramos quizá sea nuestra mejor fuente.- mirando de soslayo hacia el caballero, buscando un cruce de miradas que ambos entendieran.
Hmm... - Tras las palabras de Khalion TocToc saco el libro de la costa y empezó a contrastar rutas, runas y feroflificos. - Es posible que estás runas extrañas sean algo parecido a ese candado... - Dijo tras las examinaba con cuidado.
Zevatur, Rolthos
- No creo que ese cofre pueda abrirse con fuerza bruta sin dañar lo que alberga, ¿podéis recurrir a las ratas, no?, se ofrecieron para ayudar con la apertura del cofre- comento Mablung tras los intentos por abrir el cofre- de todas formas mi oferta de custodiar el cofre en el circulo sigue en pie-.
-Por otro lado me ofrezco a ir Ghostfinguer, cualquier cosa que sea salir de esta ciudad me parece bien aunque si tenemos que llevarnos el cofre, dudo que nos de tiempo a volver para la fiesta, aunque siempre podemos trasladarlo mañana e ir todos a la pantomima montada por los nobles-
- ¡¡ Esperad !! - Graznó con cierto entusiasmo TocToc al ver todos y cada uno de los símbolos asociados a los contrabandistas en el diario que perteneció en su día al carcelero de Ostor y patrón temporal de Nadie, que fue defenestrado cruelmente y sin piedad por los agentes de la Corona. En varias páginas había entradas donde se anotaban movimientos de mercancías con el barco de los hermanos norteños, curiosamente condenados también a la horca tras "negociar" su rendición con los susodichos agentes, y algunos puntos de recogida más, donde se detallaban algunas rutas... que curiosamente, también coincidían con las mostradas en una de las muescas de la caja blindada que había conseguido puentear el no-enmascarado Khalion con sus artes de no-pícaro.
La despierta mente de la claramente raza superior de los kenku comenzó a funcionar hilando sus puntadas mentales, y asociando rutas, símbolos y caja fuerte... sinceramente, con todas las referencias mencionadas, y la experiencia como navegante y medio pirata del hombre cuervo, el descifrado de la última pieza del puzzle casi fluía por sí misma, como un gratificante oleaje que empujase un bote en la dirección correcta sin apenas esfuerzo.
Acercándose con sus emplumados brazos y afiladas manos, TocToc, colocó y ajustó el último engranaje sin dejar de fijarse en su diario (suyo y solo suyo), pasando las páginas rápidamente y con avidez para encontrar cada uno de los símbolos y su referencia. El 'Click' final no pudo sonar más harmonioso... y la puerta blindada se desencajó con suavidad dejando al descubierto el contenido que tan celosamente guardaba...
El interior estaba separado en dos secciones, en la superior parecía contener decenas de documentos, especialmente registros de propiedad en diversas e importantes ciudades a lo largo de la costa del Dragonmeere, tanto al norte como al sur, en Westgate, Teziir, Marsember o la misma capital, Suzail, todas a nombre un único propietario, Gellan Primewater. Las haciendas parecían consistir en mansiones, almacenes o terrenos siempre colindantes con el mar. Así mismo, diversos pagarés nominativos, también con el mismo beneficiario en sus membretes, y pertenecientes a dos importantes bancos diferentes, uno en Westgate y otro en Suzail, constituían una verdadera fortuna si su dueño los recuperara. Al parecer se habían conseguido mantener intactos y en perfecto estado, pareciendo casi nuevos, con ese olor característico a papel recién pasado por la imprenta, y a los veteranos ojos de un "experto en falsificaciones" como TocToc, daban la primera impresión de ser bastante legales.
En la segunda sección, mucho más amplia, varios objetos se apilaban con algo más de desorden. El primero que llamaba la atención, era un centro dorado, con ominosas runas inscritas a lo largo de su recorrido. Éste acababa en uno de sus extremos, soportando una circunferencia espinada que emulaba un sol ardiente. Godric no tardó en identificar los glifos como una letanía a Lathander, aunque era antigua, de un dogma de hace siglos que ya apenas se usaba. Junto al cetro, lo que parecía una capa bordada con motivos de hojas, acompañaba al resto de objetos, el tallado era tan sutil y de tan alta calidad, que el follaje parecía casi real, incluso emitía un ligero aroma a coníferas recién empapadas por la lluvia, si uno se la acercaba al rostro.
Casi desapercibida, y al fondo del blindado cofre, una talla esférica con la forma de la cabeza de un gato, parecía relucir debido a que uno de sus ojos contenía una piedra preciosa de un color verde esmeralda, mientras que el otro ojo quedaba vacío, a la espera de su correspondiente gema. Si se observaba con cautela, dentro de la joya existente, una bruma parecía moverse danzando, atrayendo con sus hipnóticos patrones la atención. Por alguna razón la talla, no más grande del tamaño de un guijarro, era templada al tacto. Junto a ella, descansaba otra talla, pero esta vez más propia de un orfebre. Ésta tomaba la forma de un escarabajo trabajado en oro y vetas de lapislázuli, con ribetes en platino y caparazón formado por láminas de escamas de rubí.
" ¡Oh la Oscuridad...! "