Adriana corrió por el jardín lo más rápido que pudo, acercándose cada vez más a la reja del cementerio. Afortunadamente había tenido ocasión de cambiarse de ropa y pudo experimentar la comodidad de las mallas en comparación a un vestido largo de crepé o acetato, que le hubieran dificultado la huida. Su estilizada figura se movía torpemente al trote, poco acostumbrada al esfuerzo físico, mientras giraba la mirada hacia atrás de vez en cuando para controlar la distancia a la que se mantenían alejados los acólitos.
Parecía que sus compañeros habían conseguido reducir a alguno de ellos, mientras otros avanzaban en su dirección, profiriendo insultos, vejaciones y promesas no muy halagüeñas para la alta elfa. La figura del Ascendido continuaba impertérrita en su posición, ignorando cuanto allí sucedía, hasta que, en su último vistazo, pudo apreciar que la imponente figura había desaparecido.
Pequeñas perlas de sudor impregnaban su frente cuando por fin alcanzó la valla. Aunque las puntiagudas puntas que coronaban la reja eran más altas y amenazantes de lo que había pensado en un principio, la cercanía de los hombres que aún la perseguían le dio el empujón suficiente para intentar trepar por ellas y sortear el obstáculo que la separaba de la salvación.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald trabó a cuantos pudo hasta que el conjuro de Godric eliminó el influjo que había hecho presa en sus mentes. La mayoría depuso las armas y la actitud violenta. El extraño ser de los gusanos había desaparecido, rehuyendo el combate, pero aquello no había terminado. Con una apresurada y breve disculpa a uno de los jóvenes acólitos por las contusiones, corrió tras Adriana y el resto de sus perseguidores. La elfa había alcanzado la reja del cementerio, pero aun no estaba fuera de peligro.
Adriana, intentó saltar subiéndose fácilmente al muro de piedra sobre el que se soportaba en enrejado, esa sencilla tarea mundana, ya le pareció un esfuerzo que no esperaba que fuera tan agotador y complicado. Una vez arriba, se dispuso a encaramarse a las barras de metal para trepar y pasar al otro lado intentando evitar las hileras de lancetas de la parte superior. Pero... no fue necesario, ni siquiera reunió las fuerzas mínimas para elevarse ni un palmo por la reja de oscuro metal, intento en un par de ocasiones impulsarse con un grácil salto para coger altura, pero en cuanto sus manos se aferraban a las barras, la elfa se deslizaba de nuevo hacia la base incapaz de sostenerse a sí misma a pesar de su poco peso.
Desesperada, escuchó como los desbocados acólitos se acercaban sin dejar de graznar improperios y ondeando sus afiladas dagas de Akadi en el aire de manera amenazante, prácticamente los tenía encima, y era consciente de que no tendría otra oportunidad de volver a intentar trepar sin que se arrojaran sobre ella para eviscerarla allí mismo.
En la lejanía, un caballero en pesada armadura y con un exceso de edad, intentaba acercarse corriendo bajo la fina capa de lluvia, hundiendo sus grevas en la mojada tierra ajardinada, ejerciendo un esfuerzo que parecía hacerle moverse a excesiva lentitud a los ojos de Adriana...
Con un rugido la inmensa figura de Mablung comenzó a moverse para lanzarse en carrera detrás de los humanos que iban detrás de Adriana, ignorando al resto.
Mablung se lanzó en persecución de los iracundos pueblerinos a una velocidad que nadie esperaba para tan basto cuerpo...esperaba no tener que llegar a hasta el final. Pero si cruzaban la línea, habrán sellado su destino... Y tras ver los patético intentos de la elfa por trepar ese destino parecía casi inevitable.
Justo cuando los alcanzó lanzó un rugido advirtiendo de su presencia a los humanos.
Extraña lucha, desigual, donde sulfurados acólitos buscaban la muerte mientras Khalion, maniatado por el compromiso con el humano tan solo buscaba dejarlos fuera de juego.
Salió corriendo tras los últimos que aún parecían estar bajo terrible influjo demoniaco.. y corrio mas allá de lo que otra persona podría, llegando hasta ellos mientras levantaba una de sus cimitarras con aviesas intenciones...
Los reflejos de Khalion le hicieron saltar casi como un resorte y prácticamente voló detrás de los acólitos enloquecidos, su presteza le hizo llegar con la suficiente inercia para establecer una descarga de su cimitarra, aunque de una manera poco convecional para su gusto. La manipulación de su arma para evitar el daño mortal, era algo a lo que no estaba para nada acostumbrado, y a pesar de las distracciones que causaba tener un oso rugidor de, y a su lado, todo salió mal.
Demasiada fuerza y poco control, pensó obviamente tarde el enmascarado, cuando el acólito se apartó casi sin esfuerzo de su predecible estocada descafeinada, que con torpeza, siguió su trayectoria sin que pudiera ser frenada, hasta que encontró un tope con el que chocar... la cabeza del inmeso oso pardo que se situaba al lado del cazarrecompensas. Con un ruido sordo, el golpe aturdió levemente al animal que dejó de rugir al verse sorprendido con un metálico impacto por un lateral supuestamente defendido...
Mablung tiene desventaja en su próximo ataque... (si tiene dos ataques por asalto, sólo afecta al primero)
Enfangado hasta la cintura, el caballero llegó trabajosamente hasta la posición de los acólitos y trató de interponerse entre ellos y Adriana empujando a dos de ellos con el enorme escudo alagrimado.
—¡Deteneos insensatos! ¡Cejad en vuestro empeño antes de que alguien salga terriblemente herido! ¡Ella no es el enemigo! —voceó mientras trataba de ganar la posición.
Athletics: 14 Athletics: 6
// Shove x2
// Shield Master Shove If you take the Attack action on your turn, you can use a bonus action to try to shove a creature within 5 ft. of you with your shield.
//Shove Using the Attack action, you can make a special melee attack to shove a creature, either to knock it prone or push it away from you. If you're able to make multiple attacks with the Attack action, this attack replaces one of them.
The target must be no more than one size larger than you and must be within your reach. Instead of making an attack roll, you make a Strength (Athletics) check contested by the target's Strength (Athletics) or Dexterity (Acrobatics) check (the target chooses the ability to use). If you win the contest, you either knock the target prone or push it 5 feet away from you.
El clérigo de Lathander contuvo una arcada cuando aquella criatura estuvo a punto de tocarle, pero no sólo el asco le impideron actuar mientras lo que antes había sido Welmar, aparentemente sin importarle su propia seguridad, se acercaba a él y luego se alejaba sin mostrar la mas mínima preocupación. Fue el miedo el que contuvo su mano. No sólo por él si no por lo que aquel ser podría hacer a sus compañeros, y en especial a Adriana. Si aquel ser decía no estar listo aún, él sabía que no lo estaba para enfrentarse a él ni por asomo. Y ahora que parecía que perdía interés en la elfa decidió concentrarse en aquello que sí podía afrontar.
Sin embargo, Godric sabía que no podría detener a los tres que se acercaban a Adriana, no sin herirlos y no quería hacer eso. Además debía mantener el control sobre el resto.
Se volvió al que tenía más cerca de aquellos que la luz de Lathander había aclarado su mente.
"Decidme. ¿Qué locura es esta? ¿Porqué os comportáis así de repente? -
Los acólitos hechizados, ajenos a todo menos a Adriana, descuidaron su guardia. Leobald aprovechó el momento tratar para golpear de nuevo con intención de aturdir a su oponente, con la esperanza de que las nieblas de la inconsciencia disparan el influjo sobre ellos.
Mablung observo como los acólitos ignoraban su presencia y pasaban delante de sus fauces sin inmutarse, no era su problema si no sabina controlar su rabia, alzo una de sus zarpas para golpear a uno de ellos y dejarlo inconsciente cuando sintió un ataque por el flanco, de una rápida mirada vio como el Asimar se recomponía tras un torpe intento de ataque. A la mente de Mablung acudieron las imágenes de las pasadas "traiciones" de Khalion, más valdría acabar con esto pronto.
Desequilibrado por el ataque Mablung lanzo sus zarpas hacia uno de los acólitos, tras el ataque de Khalion las prioridades han cambiado, no podía arriesgarse a estar jugando al ratón y al gato mientras el asesino lo atacaba por los flancos. Sin miramientos acabó con la vida del desdichado, un problema menos; para acto seguido encararse con Khalion listo para someterlo si trataba de atacar de nuevo a sus compañeros
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—¡Nooo! —gritó Leobald justo cuando la sangre de la víctima mortal de Mablung salpicaba su rostro.
Con un suspiró de tristeza y hastío empuñó la espada con firmeza y encaró al animal salvaje. Las palabras eran vanas. Mablung sabía lo que hacía, siempre lo había sabido y aquel acto había sido innecesario y cruel. Uno de los jóvenes que habían protegido la noche anterior se desangraba inerte en el suelo con sus tripas en las garras del oso. ¿Dónde quedaba la justicia en aquello? Leobald no reparó en lo descomunal del oso pardo, o en su terrible fuerza, simplemente le encaró con tristeza y blandió el acero con voluntad férrea.
Mientras una desgarradora pelea entre aliados estaba a punto de producirse a cierta distancia, como si la misma locura propagada por el "Ascendido" se hubiera apodera de parte del grupo, los horrorizados acólitos y carpinteros se arremolinaron asustados alrededor de Godric, claramente confusos e intentando asimilar lo que habían vivido y visto en los últimos minutos.
- Nosotros... no lo sabemos... sentimos la "llamada", pero sólo los que estábamos fuera del templo... ayudando con las reparaciones... acudimos atenazados por una profunda compulsión, y la visión que pudimos presenciar, de nuestro maestro, transformado en esa "cosa"... fue más de lo que nuestras aturdidas mentes pudieron sostener,... por alguna razón sabíamos que la culpable era la chica... y una rabia ciega se encargó del resto... Por favor maese sacerdote... no nos permita caer de nuevo en esa locura...
En ese momento, fue cuando todos fueron testigos del desmembramiento cruel y despiadado por parte del oso gigante de uno de ellos, que desgraciadamente no había podido superar aún la influencia larvaria de su real enemigo... Los rostros de todos los civiles e iniciados allí presentes palidecieron al contemplar como sus "protectores" se volvían primero contra ellos y luego se intentaban destruir entre si...
- Oh no... está volviendo a ocurrir...
Aterrados, todos se separaron de Godric, haciéndole cómplice con su mirada de lo que acababa de acontecer... una vez que habían interpuesto cierta distancia prudencialmente, comenzaron a correr entre gritos de pánico intentando alertar a las autoridades portuarias o a la guardia de Saltmarsh, lo que pillara más cerca en ese momento.
Atento a Kahlion Mablung rugió de dolor cuando el paladín le atacó. Volviéndose vio al paladín con su espada ensangrentada en la mano. Una vez los humanos traicionaban su confianza. Los sucesos de antaño se repiten.
Un gruñido ascendió desde su garganta mientras la rabia acudía a el, ¿Como osaba aquel viejo lleno de prejuicios a atacarle por la espalda? ¿Ese era su código?. Que así fuera. Irguiendose sobre sus patas traseras se lanzó sobre su nueva presa.
La alta elfa no cejaba en su empeño de intentar escalar por aquella reja, a sabiendas de que le resultaba una hazaña imposible. Las voces de los acólitos se acercaban cada vez más y poco tardarían en darle caza. Pero sus compañeros, preocupados por el destino de la hechicera, se aproximaban también para intentar evitarlo.
Aún sobre el murete de piedra y aferrada a los hierros con fuerza, Adriana observó con estupefacción cómo la situación daba un giro inesperado. Primero, el golpe torpe y desviado de Khalion que aterrizó sobre Mablung. Después, la furia incontenida del oso descargando su ira sobre uno de los acólitos, arrancándole la vida en el acto. El grito desesperado de la elfa se unió al de Leoblad.
- ¡Nooooo! - exclamó, soltando una de sus manos de un barrote para extenderla hacia la masacre. Y después, el golpe del caballero hacia Mablung.
- ¡Nooooo! - volvió a exclamar la alta elfa, llevándose esta vez la mano libre a la cara y cerrando los ojos*, temiendo las consecuencias inevitables de aquel acto. Entendía los motivos de Leobald, pero sabía que el druida no se sometería a ese castigo por parte del caballero y respondería igualmente con violencia. Si no paraban inmediatamente esta refriega, las cosas acabarían muy mal.
- ¡Deteneos, os lo imploro! - gritó mientras intentaba bajar torpemente del murete, viéndose ya fuera de peligro. Se acercó a ellos, interponiéndose entre oso y humano. La imponente figura de Mablung le producía respeto y temor, pero era la única opción de intentar que el druida no siguiera atacando, arriesgándose a recibir también ella daño por su parte - lo único que conseguiremos es matarnos entre nosotros, y ahora tenemos otros problemas de los que preocuparnos- dijo mirando hacia Godric y los acólitos que buscaban ayuda ante la muerte de su compañero - resolveremos nuestras diferencias en un lugar más apropiado. La guardia no tardará en llegar con la intención de llevarnos presos cuando vean lo sucedido -
*Facepalm
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Presuponer que aquellos acólitos bajo incierto influjo volverían a sus personalidades no dejaba de ser un acto de fe. Apropiado, cierto era, para caballeros y miembros del clero, no para aquellos que en sus quehaceres anteriores habían tratado alguno que otra vez contra turbas.
Sin compartir la visión del caballero, había aceptado sus maneras no letales más como reto que como ideal.. pareciéndole la reacción del enorme oso de lo más apropiada. Alguien acostumbrado a dirigir turba y masas semejantes a una muerte segura bajo blasón y estandarte sin rédalos ni cargo de conciencia, de pronto aparentaba falso interés. Aquella era justa lid, dominados o no, donde defendían una vida y un grupo. Y la respuesta que a manos del humano aconteció, casi provocó un ataque de celos, pues si de algo estaba convencido, es que que o el primer acero o la priemera sangre, sería del aasimar.
Usando la mano libre hizo que su látigo detonara con dureza contra el suelo tratando de atraer la atención de ambos.
-suficiente- gritó alzando el látigo para una segunda acometida al aire.- guardad garbo y acero para la aberración responsable.. no estamos todos.. toctoc puede estar en peligro.
La situación parecía congelada en el tiempo, tras el asalto enfurecido del oso pardo sobre Leobald, como respuesta a su azote divino que había castigado el lomo de la bestia, el caballero aguantó de nuevo la pocisión mientras sentía una lluvía de garras afiladas y mordiscos desgarradores chocar contra su metálico escudo. Sin duda si le hubieran llegado a alcanzar, le hubieran dejado en una posición muy parecida a la del acólito despiezado del suelo... cuya sangre había regado varios metros alrededor de los jardines desde el punto donde había caído.
Adriana, se había interpuesto entre ambos, segundos antes del seco chasquido del látigo del Khalion, que amenazaba con sus incandescentes ojos a todos los presentes para que se detuvieran sino querían sufrir su ira y la pérdida de su paciencia.
En la lejanía, mientras el resto de acólitos y carpinteros huían despavoridos de la escena, mucho más allá de donde Godric intentaba entender que estaba pasando con sus aliados, la figura de TocToc volvió a aparecer descendiendo por el risco...
Mablung rugió con furia cuando sus ataques no lograron traspasar el escudo del paladín traidor. Irguiéndose ,e ignorando la triste figura del asimar, para volver a descargar su furia vio como Adriana se interponía entre él y su presa. Con frustración rugió de nuevo bajando y poniendo su cara a la altura de la elfa, volvió a rugir, quería que sintiese la furia que lo embargaba. Hace unos días hubiese apartado a al delicada elfa sin pensarlo, pero ella y Toc Toc habían limpiado el círculo, si quería conservar la vida del triste paladín que así fuese. Ya no le incumbía lo que les pasase a sus colaboradores ni a la gente de esta maldita ciudad.
Sin volverse a mirar atrás el enorme oso abandonó los terrenos del templo en dirección hacia la espesura del círculo.
Godric tardo unos segundos en comprender lo que los acólitos y carpinteros veían a su espalda. Él intentaba calmarles.
-Tranquilos no erais dueños de vosotros mismos. Una Magia oscura y desconocida ha obrado aquí y lamentablemente…-
las palabras murieron en sus labios al ver que huían y el de giro para ver como sus compañeros se atacaban entre sí.
Se quedó estupefacto al ver que Adriana se interponía para parar la pelea entre druida y caballero y aunque él sabía que nada tenía que ver la influencia que había dominado a los civiles, sabía que aquello era aún mas profundo y peor. La desconfianza y rabia había acabado como era de esperar. Pero ¿Que había pasado en concreto? Tampoco importaba mucho.
Al ver pasar al oso a su lado Godric le puso la mano en el enorme hombro. - Mablung no… espera…-
Su voz era apenas un susurro, abrumado por la situación ñ.
De alguna manera Adriana se había colado entre el oso salvaje y su guardia. El oso rugía y hacia ondear los cabellos de fuego de la elfa. Adelantó un pie para rebasarla y ponerla a salvo cuando el rugiente animal se dio media vuelta y huyó sin mirar atrás. El caballero desarmó su férrea guardia e intercambio una mirada fría con Adriana. Suspiró con tristeza dirigiéndose al acólito abatido, solo unos pasos por detrás de él. El hombre se arrodilló junto al imberbe que aun conservaba las manos rígidas y encrespadas tratando de sujetarse las tripas para mantenerlas en su sitio sin éxito, con la visión perdida. Leobald cerró los ojos del muchacho con delicadeza y rezó algunas oraciones quedamente.
Cuando se irguió de nuevo, atendió al resto de acólitos convalecientes. Observó la llegada de TocToc con cierta curiosidad.
Adriana cerró los ojos girando hacia un lado la cara cuando Mablung descargó su rugido ensordecedor. Con el cuerpo rígido y sin moverse, apretando los puños, esperó cualquier reacción del iracundo oso, preparada para recibir un embate. Pero, tras unos segundos sin que sucediera nada de aquello, abrió los ojos para descubrir que el druida se daba la vuelta y abandonaba una vez más a sus compañeros.
Suspiró con alivio y tristeza. Al fin y al cabo, aquello era lo mejor. Una parte de ella se sintió orgullosa al haber corrido el riesgo de interponerse entre sus compañeros y haber evitado un mal mayor.
Después de devolverle la mirada a Leobald, observó su alrededor, confirmando que los acólitos que habían vuelto en sí habían desaparecido ya y detectando la figura de Toc-toc que se dirigía hacia ellos, esperando a que llegara para hablar cuando estuvieran todos reunidos de nuevo.
- Debemos buscar a Eliander y explicarle lo sucedido antes de que la guardia nos aprese. Huir ahora aumentaría nuestra culpabilidad a sus ojos - concluyó, esperando sus opiniones.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
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Adriana corrió por el jardín lo más rápido que pudo, acercándose cada vez más a la reja del cementerio. Afortunadamente había tenido ocasión de cambiarse de ropa y pudo experimentar la comodidad de las mallas en comparación a un vestido largo de crepé o acetato, que le hubieran dificultado la huida. Su estilizada figura se movía torpemente al trote, poco acostumbrada al esfuerzo físico, mientras giraba la mirada hacia atrás de vez en cuando para controlar la distancia a la que se mantenían alejados los acólitos.
Parecía que sus compañeros habían conseguido reducir a alguno de ellos, mientras otros avanzaban en su dirección, profiriendo insultos, vejaciones y promesas no muy halagüeñas para la alta elfa. La figura del Ascendido continuaba impertérrita en su posición, ignorando cuanto allí sucedía, hasta que, en su último vistazo, pudo apreciar que la imponente figura había desaparecido.
Pequeñas perlas de sudor impregnaban su frente cuando por fin alcanzó la valla. Aunque las puntiagudas puntas que coronaban la reja eran más altas y amenazantes de lo que había pensado en un principio, la cercanía de los hombres que aún la perseguían le dio el empujón suficiente para intentar trepar por ellas y sortear el obstáculo que la separaba de la salvación.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald trabó a cuantos pudo hasta que el conjuro de Godric eliminó el influjo que había hecho presa en sus mentes. La mayoría depuso las armas y la actitud violenta. El extraño ser de los gusanos había desaparecido, rehuyendo el combate, pero aquello no había terminado. Con una apresurada y breve disculpa a uno de los jóvenes acólitos por las contusiones, corrió tras Adriana y el resto de sus perseguidores. La elfa había alcanzado la reja del cementerio, pero aun no estaba fuera de peligro.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana, intentó saltar subiéndose fácilmente al muro de piedra sobre el que se soportaba en enrejado, esa sencilla tarea mundana, ya le pareció un esfuerzo que no esperaba que fuera tan agotador y complicado. Una vez arriba, se dispuso a encaramarse a las barras de metal para trepar y pasar al otro lado intentando evitar las hileras de lancetas de la parte superior. Pero... no fue necesario, ni siquiera reunió las fuerzas mínimas para elevarse ni un palmo por la reja de oscuro metal, intento en un par de ocasiones impulsarse con un grácil salto para coger altura, pero en cuanto sus manos se aferraban a las barras, la elfa se deslizaba de nuevo hacia la base incapaz de sostenerse a sí misma a pesar de su poco peso.
Desesperada, escuchó como los desbocados acólitos se acercaban sin dejar de graznar improperios y ondeando sus afiladas dagas de Akadi en el aire de manera amenazante, prácticamente los tenía encima, y era consciente de que no tendría otra oportunidad de volver a intentar trepar sin que se arrojaran sobre ella para eviscerarla allí mismo.
En la lejanía, un caballero en pesada armadura y con un exceso de edad, intentaba acercarse corriendo bajo la fina capa de lluvia, hundiendo sus grevas en la mojada tierra ajardinada, ejerciendo un esfuerzo que parecía hacerle moverse a excesiva lentitud a los ojos de Adriana...
Turno de Oso-Mablung rugidor.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Con un rugido la inmensa figura de Mablung comenzó a moverse para lanzarse en carrera detrás de los humanos que iban detrás de Adriana, ignorando al resto.
Mablung se lanzó en persecución de los iracundos pueblerinos a una velocidad que nadie esperaba para tan basto cuerpo...esperaba no tener que llegar a hasta el final. Pero si cruzaban la línea, habrán sellado su destino... Y tras ver los patético intentos de la elfa por trepar ese destino parecía casi inevitable.
Justo cuando los alcanzó lanzó un rugido advirtiendo de su presencia a los humanos.
Extraña lucha, desigual, donde sulfurados acólitos buscaban la muerte mientras Khalion, maniatado por el compromiso con el humano tan solo buscaba dejarlos fuera de juego.
Salió corriendo tras los últimos que aún parecían estar bajo terrible influjo demoniaco.. y corrio mas allá de lo que otra persona podría, llegando hasta ellos mientras levantaba una de sus cimitarras con aviesas intenciones...
Los reflejos de Khalion le hicieron saltar casi como un resorte y prácticamente voló detrás de los acólitos enloquecidos, su presteza le hizo llegar con la suficiente inercia para establecer una descarga de su cimitarra, aunque de una manera poco convecional para su gusto. La manipulación de su arma para evitar el daño mortal, era algo a lo que no estaba para nada acostumbrado, y a pesar de las distracciones que causaba tener un oso rugidor de, y a su lado, todo salió mal.
Demasiada fuerza y poco control, pensó obviamente tarde el enmascarado, cuando el acólito se apartó casi sin esfuerzo de su predecible estocada descafeinada, que con torpeza, siguió su trayectoria sin que pudiera ser frenada, hasta que encontró un tope con el que chocar... la cabeza del inmeso oso pardo que se situaba al lado del cazarrecompensas. Con un ruido sordo, el golpe aturdió levemente al animal que dejó de rugir al verse sorprendido con un metálico impacto por un lateral supuestamente defendido...
Mablung tiene desventaja en su próximo ataque... (si tiene dos ataques por asalto, sólo afecta al primero)
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Enfangado hasta la cintura, el caballero llegó trabajosamente hasta la posición de los acólitos y trató de interponerse entre ellos y Adriana empujando a dos de ellos con el enorme escudo alagrimado.
—¡Deteneos insensatos! ¡Cejad en vuestro empeño antes de que alguien salga terriblemente herido! ¡Ella no es el enemigo! —voceó mientras trataba de ganar la posición.
Athletics: 14
Athletics: 6
// Shove x2
// Shield Master Shove
If you take the Attack action on your turn, you can use a bonus action to try to shove a creature within 5 ft. of you with your shield.
//Shove
Using the Attack action, you can make a special melee attack to shove a creature, either to knock it prone or push it away from you. If you're able to make multiple attacks with the Attack action, this attack replaces one of them.
The target must be no more than one size larger than you and must be within your reach. Instead of making an attack roll, you make a Strength (Athletics) check contested by the target's Strength (Athletics) or Dexterity (Acrobatics) check (the target chooses the ability to use). If you win the contest, you either knock the target prone or push it 5 feet away from you.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
El clérigo de Lathander contuvo una arcada cuando aquella criatura estuvo a punto de tocarle, pero no sólo el asco le impideron actuar mientras lo que antes había sido Welmar, aparentemente sin importarle su propia seguridad, se acercaba a él y luego se alejaba sin mostrar la mas mínima preocupación. Fue el miedo el que contuvo su mano. No sólo por él si no por lo que aquel ser podría hacer a sus compañeros, y en especial a Adriana. Si aquel ser decía no estar listo aún, él sabía que no lo estaba para enfrentarse a él ni por asomo. Y ahora que parecía que perdía interés en la elfa decidió concentrarse en aquello que sí podía afrontar.
Sin embargo, Godric sabía que no podría detener a los tres que se acercaban a Adriana, no sin herirlos y no quería hacer eso. Además debía mantener el control sobre el resto.
Se volvió al que tenía más cerca de aquellos que la luz de Lathander había aclarado su mente.
"Decidme. ¿Qué locura es esta? ¿Porqué os comportáis así de repente? -
PbP Character: A few ;)
Los acólitos hechizados, ajenos a todo menos a Adriana, descuidaron su guardia. Leobald aprovechó el momento tratar para golpear de nuevo con intención de aturdir a su oponente, con la esperanza de que las nieblas de la inconsciencia disparan el influjo sobre ellos.
No letal: 9
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Mablung observo como los acólitos ignoraban su presencia y pasaban delante de sus fauces sin inmutarse, no era su problema si no sabina controlar su rabia, alzo una de sus zarpas para golpear a uno de ellos y dejarlo inconsciente cuando sintió un ataque por el flanco, de una rápida mirada vio como el Asimar se recomponía tras un torpe intento de ataque. A la mente de Mablung acudieron las imágenes de las pasadas "traiciones" de Khalion, más valdría acabar con esto pronto.
Desequilibrado por el ataque Mablung lanzo sus zarpas hacia uno de los acólitos, tras el ataque de Khalion las prioridades han cambiado, no podía arriesgarse a estar jugando al ratón y al gato mientras el asesino lo atacaba por los flancos. Sin miramientos acabó con la vida del desdichado, un problema menos; para acto seguido encararse con Khalion listo para someterlo si trataba de atacar de nuevo a sus compañeros
—¡Nooo! —gritó Leobald justo cuando la sangre de la víctima mortal de Mablung salpicaba su rostro.
Con un suspiró de tristeza y hastío empuñó la espada con firmeza y encaró al animal salvaje. Las palabras eran vanas. Mablung sabía lo que hacía, siempre lo había sabido y aquel acto había sido innecesario y cruel. Uno de los jóvenes que habían protegido la noche anterior se desangraba inerte en el suelo con sus tripas en las garras del oso. ¿Dónde quedaba la justicia en aquello? Leobald no reparó en lo descomunal del oso pardo, o en su terrible fuerza, simplemente le encaró con tristeza y blandió el acero con voluntad férrea.
Espada: 14
Daño con smite: 17
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Mientras una desgarradora pelea entre aliados estaba a punto de producirse a cierta distancia, como si la misma locura propagada por el "Ascendido" se hubiera apodera de parte del grupo, los horrorizados acólitos y carpinteros se arremolinaron asustados alrededor de Godric, claramente confusos e intentando asimilar lo que habían vivido y visto en los últimos minutos.
- Nosotros... no lo sabemos... sentimos la "llamada", pero sólo los que estábamos fuera del templo... ayudando con las reparaciones... acudimos atenazados por una profunda compulsión, y la visión que pudimos presenciar, de nuestro maestro, transformado en esa "cosa"... fue más de lo que nuestras aturdidas mentes pudieron sostener,... por alguna razón sabíamos que la culpable era la chica... y una rabia ciega se encargó del resto... Por favor maese sacerdote... no nos permita caer de nuevo en esa locura...
En ese momento, fue cuando todos fueron testigos del desmembramiento cruel y despiadado por parte del oso gigante de uno de ellos, que desgraciadamente no había podido superar aún la influencia larvaria de su real enemigo... Los rostros de todos los civiles e iniciados allí presentes palidecieron al contemplar como sus "protectores" se volvían primero contra ellos y luego se intentaban destruir entre si...
- Oh no... está volviendo a ocurrir...
Aterrados, todos se separaron de Godric, haciéndole cómplice con su mirada de lo que acababa de acontecer... una vez que habían interpuesto cierta distancia prudencialmente, comenzaron a correr entre gritos de pánico intentando alertar a las autoridades portuarias o a la guardia de Saltmarsh, lo que pillara más cerca en ese momento.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Atento a Kahlion Mablung rugió de dolor cuando el paladín le atacó. Volviéndose vio al paladín con su espada ensangrentada en la mano. Una vez los humanos traicionaban su confianza. Los sucesos de antaño se repiten.
Un gruñido ascendió desde su garganta mientras la rabia acudía a el, ¿Como osaba aquel viejo lleno de prejuicios a atacarle por la espalda? ¿Ese era su código?. Que así fuera. Irguiendose sobre sus patas traseras se lanzó sobre su nueva presa.
BA: Rabia
Acción: Multi attack
La alta elfa no cejaba en su empeño de intentar escalar por aquella reja, a sabiendas de que le resultaba una hazaña imposible. Las voces de los acólitos se acercaban cada vez más y poco tardarían en darle caza. Pero sus compañeros, preocupados por el destino de la hechicera, se aproximaban también para intentar evitarlo.
Aún sobre el murete de piedra y aferrada a los hierros con fuerza, Adriana observó con estupefacción cómo la situación daba un giro inesperado. Primero, el golpe torpe y desviado de Khalion que aterrizó sobre Mablung. Después, la furia incontenida del oso descargando su ira sobre uno de los acólitos, arrancándole la vida en el acto. El grito desesperado de la elfa se unió al de Leoblad.
- ¡Nooooo! - exclamó, soltando una de sus manos de un barrote para extenderla hacia la masacre. Y después, el golpe del caballero hacia Mablung.
- ¡Nooooo! - volvió a exclamar la alta elfa, llevándose esta vez la mano libre a la cara y cerrando los ojos*, temiendo las consecuencias inevitables de aquel acto. Entendía los motivos de Leobald, pero sabía que el druida no se sometería a ese castigo por parte del caballero y respondería igualmente con violencia. Si no paraban inmediatamente esta refriega, las cosas acabarían muy mal.
- ¡Deteneos, os lo imploro! - gritó mientras intentaba bajar torpemente del murete, viéndose ya fuera de peligro. Se acercó a ellos, interponiéndose entre oso y humano. La imponente figura de Mablung le producía respeto y temor, pero era la única opción de intentar que el druida no siguiera atacando, arriesgándose a recibir también ella daño por su parte - lo único que conseguiremos es matarnos entre nosotros, y ahora tenemos otros problemas de los que preocuparnos - dijo mirando hacia Godric y los acólitos que buscaban ayuda ante la muerte de su compañero - resolveremos nuestras diferencias en un lugar más apropiado. La guardia no tardará en llegar con la intención de llevarnos presos cuando vean lo sucedido -
*Facepalm
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Presuponer que aquellos acólitos bajo incierto influjo volverían a sus personalidades no dejaba de ser un acto de fe. Apropiado, cierto era, para caballeros y miembros del clero, no para aquellos que en sus quehaceres anteriores habían tratado alguno que otra vez contra turbas.
Sin compartir la visión del caballero, había aceptado sus maneras no letales más como reto que como ideal.. pareciéndole la reacción del enorme oso de lo más apropiada. Alguien acostumbrado a dirigir turba y masas semejantes a una muerte segura bajo blasón y estandarte sin rédalos ni cargo de conciencia, de pronto aparentaba falso interés.
Aquella era justa lid, dominados o no, donde defendían una vida y un grupo. Y la respuesta que a manos del humano aconteció, casi provocó un ataque de celos, pues si de algo estaba convencido, es que que o el primer acero o la priemera sangre, sería del aasimar.
Usando la mano libre hizo que su látigo detonara con dureza contra el suelo tratando de atraer la atención de ambos.
-suficiente- gritó alzando el látigo para una segunda acometida al aire.- guardad garbo y acero para la aberración responsable.. no estamos todos.. toctoc puede estar en peligro.
La situación parecía congelada en el tiempo, tras el asalto enfurecido del oso pardo sobre Leobald, como respuesta a su azote divino que había castigado el lomo de la bestia, el caballero aguantó de nuevo la pocisión mientras sentía una lluvía de garras afiladas y mordiscos desgarradores chocar contra su metálico escudo. Sin duda si le hubieran llegado a alcanzar, le hubieran dejado en una posición muy parecida a la del acólito despiezado del suelo... cuya sangre había regado varios metros alrededor de los jardines desde el punto donde había caído.
Adriana, se había interpuesto entre ambos, segundos antes del seco chasquido del látigo del Khalion, que amenazaba con sus incandescentes ojos a todos los presentes para que se detuvieran sino querían sufrir su ira y la pérdida de su paciencia.
En la lejanía, mientras el resto de acólitos y carpinteros huían despavoridos de la escena, mucho más allá de donde Godric intentaba entender que estaba pasando con sus aliados, la figura de TocToc volvió a aparecer descendiendo por el risco...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mablung rugió con furia cuando sus ataques no lograron traspasar el escudo del paladín traidor. Irguiéndose ,e ignorando la triste figura del asimar, para volver a descargar su furia vio como Adriana se interponía entre él y su presa. Con frustración rugió de nuevo bajando y poniendo su cara a la altura de la elfa, volvió a rugir, quería que sintiese la furia que lo embargaba. Hace unos días hubiese apartado a al delicada elfa sin pensarlo, pero ella y Toc Toc habían limpiado el círculo, si quería conservar la vida del triste paladín que así fuese. Ya no le incumbía lo que les pasase a sus colaboradores ni a la gente de esta maldita ciudad.
Sin volverse a mirar atrás el enorme oso abandonó los terrenos del templo en dirección hacia la espesura del círculo.
Godric tardo unos segundos en comprender lo que los acólitos y carpinteros veían a su espalda. Él intentaba calmarles.
-Tranquilos no erais dueños de vosotros mismos. Una Magia oscura y desconocida ha obrado aquí y lamentablemente…-
las palabras murieron en sus labios al ver que huían y el de giro para ver como sus compañeros se atacaban entre sí.
Se quedó estupefacto al ver que Adriana se interponía para parar la pelea entre druida y caballero y aunque él sabía que nada tenía que ver la influencia que había dominado a los civiles, sabía que aquello era aún mas profundo y peor. La desconfianza y rabia había acabado como era de esperar. Pero ¿Que había pasado en concreto? Tampoco importaba mucho.
Al ver pasar al oso a su lado Godric le puso la mano en el enorme hombro.
- Mablung no… espera…-
Su voz era apenas un susurro, abrumado por la situación ñ.
PbP Character: A few ;)
De alguna manera Adriana se había colado entre el oso salvaje y su guardia. El oso rugía y hacia ondear los cabellos de fuego de la elfa. Adelantó un pie para rebasarla y ponerla a salvo cuando el rugiente animal se dio media vuelta y huyó sin mirar atrás. El caballero desarmó su férrea guardia e intercambio una mirada fría con Adriana. Suspiró con tristeza dirigiéndose al acólito abatido, solo unos pasos por detrás de él. El hombre se arrodilló junto al imberbe que aun conservaba las manos rígidas y encrespadas tratando de sujetarse las tripas para mantenerlas en su sitio sin éxito, con la visión perdida. Leobald cerró los ojos del muchacho con delicadeza y rezó algunas oraciones quedamente.
Cuando se irguió de nuevo, atendió al resto de acólitos convalecientes. Observó la llegada de TocToc con cierta curiosidad.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana cerró los ojos girando hacia un lado la cara cuando Mablung descargó su rugido ensordecedor. Con el cuerpo rígido y sin moverse, apretando los puños, esperó cualquier reacción del iracundo oso, preparada para recibir un embate. Pero, tras unos segundos sin que sucediera nada de aquello, abrió los ojos para descubrir que el druida se daba la vuelta y abandonaba una vez más a sus compañeros.
Suspiró con alivio y tristeza. Al fin y al cabo, aquello era lo mejor. Una parte de ella se sintió orgullosa al haber corrido el riesgo de interponerse entre sus compañeros y haber evitado un mal mayor.
Después de devolverle la mirada a Leobald, observó su alrededor, confirmando que los acólitos que habían vuelto en sí habían desaparecido ya y detectando la figura de Toc-toc que se dirigía hacia ellos, esperando a que llegara para hablar cuando estuvieran todos reunidos de nuevo.
- Debemos buscar a Eliander y explicarle lo sucedido antes de que la guardia nos aprese. Huir ahora aumentaría nuestra culpabilidad a sus ojos - concluyó, esperando sus opiniones.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"