La lluvia de cortes de Khalion volvió a conseguir casi lo imposible, herir y arrancar impresionantes tajos de sustancia de la criatura como si estuviera rebanando sus mismísmos órganos internos... si tuviera alguno... Aprovechando ciertos ángulos clave, e incidendo sus cimitarras cerca de las aristas de la base, el enmascarado intentaban desmontar el cubo de su sostén para hacerlo zozobrar y derrumbarse como un castillo de naipes... y era bueno haciéndolo, demostrando a todos la calidad de su entrenamiento profesional y el terrible enemigo que pudiera llegar a ser si algún día se cruzaban con sus intereses.
TocToc no desaprovechó la ocasión y lanzó otro certero dardo a través de una de las horribles endiduras que el cazarrecompensas había creado con su danza de mutilación, antes de volver a retroceder y dejar tanqueando a la hechicera por un lado y a Godric por el opuesto... El virote pentró profundamente, salpicando con grandes cantidades de materia viscosa toda la zona por donde había penetrado...
Mientras, Leobald, que parecía haber nacido de nuevo envuelto en un líquido amniótico corrosivo y letal, como si de un mal parto se tratara... se preparó para la revancha.
Las heridas ardientes y constantes del ácido apenas le dejaban pensar, pero de pronto la masa gelatinosa se vino abajo presa de un estremecimiento. En cuanto pudo sacar la cabeza de la viscosa sustancia, inhaló una bocanada de aire largamente esperada. De rodillas, respirando entrecortadamente entre el amasijo de babas y aun cubierto por restos de melaza acre, no pudo dejar de apreciar el poderío del oso enloquecido al que debía la vida.
Sacudiéndose de encima la inacción y sin pensarlo demasiado, recogió la espada de entre los restos del monstruo y embrazó de nuevo el escudo. Leobald corrió a ayudar a los demás a abatir al último de los cubos gelatinosos. Con varias zancadas largas llegó hasta el enemigo y enterró su acero en la criatura para volver a levantar la guardia del escudo inmediatamente después de recuperar la hoja. Trató de mantener la calma, aun con el cabello pegado a su sien, goteando humores ácidos, siempre atento para desviar cualquier seudópodo dirigido contra él o sus compañeros.
Entonces, aun sin moverse, su mirada quedo perdida un instante. Tras un breve momento de ausencia, sacudió la cabeza violentamente echando mano de toda su fuerza de voluntad. Enseguida pudo recobrar la serenidad y la conciencia de si mismo.
—¿Habéis sentido eso? —preguntó a los demás frunciendo el ceño mientras mantenía la guardia alta—. Alguien o algo ha tratado de entrar en mi cabeza por la fuerza. ¿Acaso ese que llamáis el Amo tendría el poder y la osadía de tal cosa?
El cubo gelatinoso se debatía en sus últimos estertores, pero aun era peligroso. Y sin embargo, aquel intento de ataque mental le provocaba una preocupación mucho mayor.
—¿Todos estáis bien? —. Miró al resto de compañeros de reojo en busca de signos de enajenación.
Su mirada estaba fija en algún punto lejano que atravesaba el peligroso cubo gelatinoso e incluso a sus compañeros que se arremolinaban alrededor del mismo para acabar con el peligroso ser viscoso. Godric no veía nada de eso, su mente perdida en algún lugar.
El clérigo baja los brazos, el escudo cae al suelo repiqueteando mientras que la maza lo hace con un ruido sordo. Su labio inferior tiembla y extiende su mano despacio hacia ningún lugar en concreto, como si quisiera alcanzar algo que sólo sus ojos pueden ver.
- No... no... - musita pero no dice más su mirada perdida en otro tiempo y otro lugar.
De pronto, Adriana pareció perder todo interés en el combate. Bajó lánguidamente los brazos que mantenía tensos en posición de ataque para escrutar con la mirada la oscuridad de las alcantarillas. Parecía estar buscando algo, siguiendo el rastro de una voz.
- ¿Eres tú aquel al que buscamos? - lanzó las palabras al aire, mientras su mirada se perdía en los techos del pasadizo.
En décimas de segundo, su gesto se tornó de interrogativo a ausente. Parecía estar en otro tiempo, en otro sitio, muy alejada del presente. Una mueca de horror desfiguró sus suaves líneas de expresión y comenzó a balbucear.
- No… esta es la devastación absoluta, la oscuridad que desoló el bosque… ¿qué hago aquí?, ¿por qué no recuerdo nada de todo esto? - sorpresivamente, un atisbo de esperanza iluminó fugazmente la mirada perdida de la elfa, su voz sonó temblorosa pero alentadora - ¿Iram?- dijo mientras entrecerraba los ojos - ¿Iram, eres tú?- se agitó nerviosa, buscando a su patrón entre las sombras - Iram, ¿dónde estás? ¡Irám! - exclamó, mientras su rostro palidecía. Estiró sus brazos y los observó con espanto, y se llevó las manos a la cabeza, alborotando su cabellera, intentando zafarse de algo que obviamente era invisible para el resto
- ¡Nooo! - gritó con furia y desesperación - ¡Yo no soy así, no soy ella, yo no hice esto! ¡Por favor, créeme!- su mirada, despojada de toda cordura, se movía frenéticamente de un lado a otro hasta que se detuvo abruptamente en un punto fijo del suelo, más allá de la neblina que ocultaba sus pies. Como un peso muerto, cayó de rodillas, dirigiéndose a aquello que su perturbada mente estuviera imaginando en ese momento.
- Querida niña… perdóname… yo no sabía… no deberías haber estado aquí… yo no hice esto… perdóname… - y su voz se ahogó en un sollozo inconsolable, totalmente ajena a todo lo demás.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
MIentras Godric y Adriana luchaban por combatir sus fantasmas internos, su érratico comportamiento contestó a la pregunta de Leobald... El resto de presentes si habían sentido que algo, muy sutílmente, había intentado tocar su mente... su consciencia... pero si no hubiera sido por la advertencia del caballero, apenas lo habrían notado. Al menos, actualmente no se sentían afectados por ningún poder enanejante y podían seguir combatiendo sin problemas.
El prácticamente descompuesto cubo que quedaba, pareció coger de nuevo una esquirla de ira y hambre de sus más primigenios instintos, y alzó, probablemente por última vez en su existencia, otro pseudópodo cargado de sustancia corrosiva. Éste azoto una vez más el cuerpo del enorme oso, al que por su tamaño, era difícil fallar. El golpe zumbó con fuerza cortando el aire e impactó con una descomunal contudencia sobre la bestia peluda en un costado, el sonido de varias costillas rotas al quebrarse se elevó sobre los gritos y sollozos de Adriana... y Mablung se vio terriblemente herido, apenas pudiéndose mantener en pie. De hecho el druida perdía el control por momentos sobre su forma animal debido al daño masivo que había sufrido. Partes de la forma úrsida del elfo de los bosques comenzaba a tirar de él para regresar a su forma natural, y su zarpas comenzaron a menguar considerablemente... Sólo su férrea fuerza de voluntad o quizás su instinto salvaje, conseguía mantener aún su estado feral a duras penas...
Dolor... todas las terminaciones nerviosas mandaban oleadas de dolror mientras el acido corroia su cuerpo..Mablung se estremecia por el dorlor causado por el último ataque del cubo pero su furia era mas poderosa, aferrandose a ella lanzó su maltrecho cuerpo contra el cubo, casi parecia que el enorme oso se introducia dentro del cubo mientras sus garras y mandibula acababan con la criatura, la niebla de el suelo parecio elevarse cuando el cubo acabo por deshacerse en una nube de gases envolviendo al oso dentro...
Cuando la niebla se disipa, no queda rastro del animal y Mablung, indemne, con el ceño fruncido mira el estropicio que hay a su alrededor, -¿pero que...? atina a decir cuando ve el estado de varios de sus compañeros catatonicos. Buscando con la mirada a los que parecen no estar afectados dice:-¿Que les ha pasado?. Tras lo cual se acerca a Adriana y a Godric para ver su estado.
- Lo… lo he sentido, pero no logró emponzoñar mi mente. – Contestó al paladín mientras apuntaba la ballesta dispuesto a disparar a la verde mole. El intercambio de golpes entre Mablung y el cubo se le antojó como el impacto a gran velocidad de dos enormes rocas, demoledor y aterrador. Al ver sucumbir al cubo alzó la ballesta y miró a sus compañeros sintiéndose algo inútil por el momento. Unos enajenados y otros heridos.
Leobald asintió a Toc Toc y Mablung viendo que el druida se ocuparía de Adriana. Los lances del combate habían dejado al caballero junto a Godric así que extendió su brazo con celeridad hasta tocar el hombro del joven. Mientras musitaba una plegaria, aplastaba el camafeo contra su pecho con su otra mano. La espada del maduro caballero tintineó en las losas del túnel levantando girones de niebla al caer.
—¿Joven Godric?— preguntó al fin con la esperanza de volver a ver al novicio de nuevo dueño de si mismo.
Protection from Evil a Godric:
Until the spell ends, one willing creature you touch is protected against certain types of creatures: aberrations, celestials, elementals, fey, fiends, and undead.
The protection grants several benefits. Creatures of those types have disadvantage on attack rolls against the target. The target also can't be charmed, frightened, or possessed by them. If the target is already charmed, frightened, or possessed by such a creature, the target has advantage on any new saving throw against the relevant effect.
La interacción de Leobald sobre el joven sacerdote pareció de alguna manera surtir efecto, y el el adepto de Lathander, la Luz de la Mañana, trastabilló torpemente saliendo de su extraño estado de estupor... Su visión pareció centrarse, fijándola al frente y reconociendo a sus compañeros, aunque su mente parecía tremendamente atribulada y confusa, como si hubiese sido despertado de un mal sueño, uno de esos tan malos, que la calificación de pesadilla ni siquiera le haría justicia...
La niebla pareció cobrar fuerza, y comenzó a elevar su nivel hasta llegar casi hasta la cintura de todos los presentes... aunque, su forma comenzó a desafíar al mismo tiempo las leyes de la naturaleza... Por alguna razón, ésta parecía cubrir solo una dirección y un pasillo de entre todos los que abandonaban la encrucijada, como si se tratara de un rail usado en algún tipo de mina donde se extrajeran rocas y metales. Sin duda, alguien o algo... intentaba guiarles hacía algún lugar o quizás, por el contrario, conducirles a alguna trampa mortal... y no lo hacía de una manera discreta precisamente... las brumas serpeteaban siguiendo un camino específico a través de los diferentes túneles delante de ellos... y alguien con el poder de moldearlas a voluntad, les podría estar esperando al final... o no ...
Un desgarrador grito alteró la extraña visión que estaban presenciando, Adriana, había conseguido volver en sí misma, aunque había tardado algo más que Godric, que había sido ayudado al parecer por la bendición de rectitud de Leobald... El rostro de la hechicera parecía desencajado... y sus ojos intentaban fijarse en algo que le pareciera real, para poder aferrarse a ello y no volver a ser arrastrada a las profundidades más oscuras de su propia ... consciencia ...
El tiempo extra que ha pasado Adriana en su ... "estado" de auto meditación inducida le ha pasado bastante factura, y va con un nivel de Exhausted encima, que de momento no puede quitarse... ni aunque descanse... La intervención de Leobald, ha prevenido ese mismo efecto en Godric.
-¿Que os ha pasado?- volvió a preguntar Mablung tras la escueta explicación de Toc Toc, aunque no se le ocurría que podría emponzoñar la mente de sus "estables" compañeros.
- Deberíamos movernos, no creo que sea seguro permanecer parado mucho tiempo en estos túneles. O seguimos la niebla o vamos por otro camino.-
Arrodillándose al lado de Adriana dijo:- Quizás tus amigas puedan ayudarnos a elegir el camino.
Adriana continuó con la mirada perdida durante unos minutos más, farfullando quejidos de pavor reflejados a su vez en su rostro desencajado - tú… otra vez tú…- fue lo único coherente que acertó a exclamar en aquel estado.
Tras un desgarrador alarido y muy lentamente, como si de un perezoso despertar se tratara, la alta elfa fue suavizando sus facciones, sus pupilas recuperaron su tamaño habitual y los movimientos de sus ojos se fueron centrando en cada uno de sus compañeros, a los que por fin reconoció, regresando así al plano de la cordura y el presente. Se llevó una mano a la frente, cerrando los ojos fuertemente y los volvió a abrir cerciorándose del fin de aquella pesadilla.
Un arrollador cansancio se apoderó de las fuerzas de la hechicera, que le hizo perder el equilibrio momentáneamente, obligándola a apoyarse en una de las paredes del túnel para recuperar el aliento. No recordaba ese cansancio al llegar a las cloacas, aquella experiencia le había pasado más factura de lo que imaginaba.
Escuchó a Mablung cuando se acercó a ella. La alta elfa pareció recordar, tomándose unos segundos en contestar.
- Algo o alguien se ha introducido en mi mente, revelándome visiones terribles, imágenes de un pasado y un presente que no recuerdo… o que nunca sucedió, puede que con la única finalidad de torturarme o confundirme; el bosque, devastado por la oscuridad… la hija de Bastianes… - suspiró con pesar, masajeándose las sienes - y también el ser en el que se convirtió Wellmar, mi maldición…- explicó sin ser capaz de dar más detalles, aún aturdida y con la respiración entrecortada - quizá ha sido la maldición la que me ha provocado este estado porque… ¿estáis todos bien? ¿he sido yo la única afectada por esta locura? - preguntó preocupada, observando a su alrededor y confirmando que las babosas habían sido destruidas.
Cuando el druida hizo referencia a la espesa niebla, la hechicera la observó extrañada y curiosa. Betty y Llagas se agitaron nerviosas en los bolsillos de la capa en los que se habían escondido antes de la reyerta. Las animó a salir y percibió que se sentían claramente atraídas por aquella señal.
- Parece que, efectivamente, este es el camino - confirmó Adriana, confiando en la intuición de sus nuevas amigas. Haciendo un gran esfuerzo, sintiéndose agotada, como si su cuerpo pesara el doble de lo habitual, volvió a erguirse posicionándose claramente en el camino por el que la niebla cobraba vida.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El caballero observó a Godric y Adriana en silencio con gesto preocupado por un momento, particularmente por a la elfa. Sin duda había tormentos en la mente de la cortesana. Le asaltó una punzada de compasión.
—Godric también ha sido presa del embrujo, pero parece que ya pasó todo. Fortaleza —asintió a la elfa y al clérigo en tono tranquilizador.
Tras cerciorarse de que nadie más estaba herido de gravedad, hizo una pausa para retirar los últimos restos de gelatina de su anatomía y peinar su cabello hacia atrás con un gesto de la mano derecha. La frente despejada le daba un porte algo más digno.
Leobald recogió del suelo su espada reprimiendo un gemido cansado al doblarse sobre sí mismo. Erguido de nuevo, envainó y suspiró por fin. Sin prisa, recuperó de su mochila la linterna que encontraron en la hacienda Goldstone. Cuando la hubo encendido, embrazó de nuevo el enorme escudo. La linterna proyectaba un decidido cono de luz que, sin embargo, moría enterrado en la espesa niebla. Mablung tenía razón, tenían que moverse. Con paso cansado se puso en cabeza lacónicamente, como si la armadura pesara más de la cuenta.
—TocToc, quizá puedas ayudar a Adriana a caminar en retaguardia —añadió consciente de las demostradas dotes de tirador del hombre pájaro en caso necesario. Sin esperar respuesta, asintió a Mablung y se internó en la niebla lentamente.
Godric apenas reaccionó algo tarde para intentar ayudar a Adriana en su atribulado periplo. Él había pasado por el suyo propio y apenas pudo susurrar unas palabras de gratitud a Leobald por la ayuda y el apoyo prestados.
- Yo también he sufrido algo similar - consiguió decir apenas con un susurro de voz - Yo... no... no puedo hablar de lo que me ha mostrado... yo.. necesito pensar... -
Y así, cabizbajo y arrastrando los pies siguió a los compañeros en silencio.
Los pasos de la compañía parecían amortiguarse bajo el extraño devenir de la niebla que les acompañaba, como un lento torrente de hipnóticas brumas. El incómodo silencio producido tras el asalto por parte de los cubos, y ... las mentes de algunos de los componentes de los Agentes parecía haber agríado el ambiente, aunque quizás, sus desavenencias y desacuerdos también habían hecho más mella en su relación de lo que se algunos querrían reconocer.
Unidos sólo por el deber quizás, y sin apenas lazos entre sí, esto se podría ver como una ventaja en algunos casos, o como una debilidad en otros... en cualquier caso, un enemigo que pudiera sentir o detectar esa vulnerabilidad, sin duda intentaría aprovecharse de ella, y eso parecía que era a lo que se enfrentaban ahí abajo, en las secas alcantarillas, donde los pasillos de moho mortecino parecían ser sus únicos acompañantes.
El trayecto se hizo pesado, puesto que el avance era lento. La poca visibilidad del suelo que pisaban obligaba a caminar con cautela, muchas veces no se veía la superficie canalizada del piso, y si, por algún casual, hubiera algún pozo o apertura vertical justo delante de ellos, hubiera sido prácticamente imposibile detectarla. Este peligro fue sencillamente resuelto usando un palo de suficiente longitud a medio carcomer procedente del interior de una de las gelatinosas aberraciones que habían dejado atrás, una sencilla idea que Adriana aportó y a la que no quiso dar demasiada importancia.
Los roedores seguían de nuevo libres el curso marcado, pero como conllevaba una gran dificultad mantener un contacto visual con ellos, éstos emitían pequeños sonidos y chillidos para ayudar a dibujar mentalmente su localización. Aunque tampoco parecían necesarios, puesto que no se desviaban del recorrido marcado, lo que facilitaba el no tener que memorizar las decenas de quiebros, encrucijadas y desviaciones por las que iban transitando.
Finalmente, y por primera vez en todo el camino, tras un extraño y algo forzado giro a su izquierda dejando atrás un largo pasillo, unas escaleras labradas en piedra, descendían unos tres metros a lo largo de varias decenas de metros más en una dirección alineada completamente. Al final de dichas escaleras, solo les esperaba un anodino muro de ladrillos... y nada más. El camino se detenía abruptamente, dando carencia totalmente de sentido a las escaleras y la última desviación tomada...
Mientras los Agentes de Saltmarsh se preparaban para definir sus próximos pasos, la constante niebla comenzó lentamente a disolverse... haciándose cada vez menos densa... dando a entender que ya había cometido su objetivo... fuera cual fuera éste.
Una extraña voz, familiar para algunos, desconocida para otros, pareció darles una extraña bienvenida, dentro de sus cabezas, esto les ocurrió a todos menos a Leobald, que no sintió absolutamente nada, sólo el silencio. Ésta sobaba ahogada, como si alguien sumergido estuviera dirigiéndose a todos ellos, desde alguna insoldable sima oceánica... Era clara y palpable, casi como si la tuvieran extrañamente cerca, sólo que dentro de sus mentes...
- Bienvenidos... Dejad atrás vuestros sentidos y acudid a mi...
Os detengo aquí por si alguno quiere aportar algo más antes de ... bueno ... lo que vaya a pasar y por si queréis prepararos antes... porque soy bueno y achuchable... y os doy tiempo de planear, buffar... o lo que necesitéis...
Leobald no la oye, pero siente que algo intenta comunicarse con él mentalmente... si voluntariamente le deja entrar, también oiría lo mismo.
Leobald se acercó al muro para investigar la zona en busca de un pasadizo secreto. Se negaba a pensar que aquel pasillo simplemente acabase de aquella manera. Siempre alerta, con el escudo listo, abrió el ojo de la lampara y la pasó por la pared en busca de la más mínima corriente de aire que hiciera oscilar su llama.
Leobald parpadeó y entrecerró los ojos sin estar seguro de lo que estaba viendo. Pero era cierto. Se volvió a su compañeros.
—Es una ilusión. El muro, es un embuste. Veo una puerta de acero reforzado al otro lado —dijo con voz reposada señalando a un punto más allá del muro ilusorio—. Vamos, quizá esté abierta si han confiado en esta superchería para alejar a los curiosos.
Trató de atravesar el muro para tirar del picaporte de la puerta de aspecto inexpugnable.
Si veo que alguno se idiotiza y trata de atacar a alguien le tiro un "Protección contra le mal" otra vez en vez de buscar puertas secretas, claro.
Adriana recorrió las alcantarillas apesadumbrada, en parte por las visiones de las que acababa de ser testigo y en parte por el cansancio incesante que sentía al realizar cada uno de sus movimientos. Al llegar al final del camino, escrutó su alrededor en busca de una salida o de un recoveco alternativo por el que continuar, dirigiéndole una mueca de extrañeza a sus ratitas con la esperanza de que ellas supieran o vieran algo que al resto se le escapaba.
Fue entonces cuando esa voz volvió a retumbar en su cabeza, automáticamente reconocible para ella. Aunque sabía que provenía de su propia mente, instintivamente dirigió su mirada hacia el techo, como si quisiera localizarlo en ese punto. Se mantuvo en silencio, esperando una nueva señal, otra instrucción o, simplemente, su aparición. Fue entonces cuando Leobald indicó la ilusión frente a la que se encontraban. Adriana volvió a escrutar el muro que ella seguía percibiendo sin salida, y se mantuvo atenta a lo que sucediera si el caballero se internaba por la puerta que afirmaba que existía.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald se acercó para atravesar el muro, e instintivamente alzó su mano derecha para atravesarlo con decisión, puesto que en su cabeza, allí no existía tal cosa, tan sólo una puerta reforzada. Cuando llegó a la altura de la arquitectura que le bloqueaba el paso, el caballero no llegó ni siquiera palparla, un palmo antes calló de rodillas sujetándose el abdomen descompuesto de dolor, como si una miriada de abejas le aguijonearan desde dentro intentando abrirse paso a través de sus entrañas...
El grito de agonía retumbó entre los mohosos muros del viejo sistema de alcantarillado de Saltmarsh, ya en desuso, .. y el paladín cayó de lado hecho un ovillo de enervante e insidioso dolor que apenas podía resistir ni él, ni cualquier ser humano cuerdo...
No tardaron ni unos segundos, incluso antes de que el joven Godric pudiera reaccionar, en el que las manos del veterano agente comenzaran a necrotizarse, con sus marcadas venas volviéndose negras y amoratadas... y en paralelo, la piel comenzó a agrietarse, secarse y ajarse a una velocidad que desafiaba a la de cualquier enfermedad o aflicción conocida... dando forma a unas esqueléticas extremidades que apenas eran hueso y piel carcomida como el cuero viejo.
La víctimas de tan terrible maldición dejó de gritar casi de inmediato, cuando una abotargada lengua, obstruyó toda su boca, copando la totalidad de la cavidad, como una gruesa lamprea retorciéndose en el fango...
La alta elfa no podía creer lo que sus sentidos le mostraban. La visión de Leboald retorciéndose de dolor y siendo consumido por una podredumbre tan parecida a su maldición consternó su cordura por unos segundos. ¿Era aquella otra pesadilla creada por algún hechizo del Amo? ¿Era real?
La reacción natural y primera de Adriana hubiera sido acercarse al cuerpo tumefacto y grotesco de Leobald e intentar curarle, pero las palabras del Amo que resonaban en su cabeza parecían indicar lo contrario. No debían dar crédito a sus sentidos, no debían reaccionar ante lo que ellos les mostraban. Resistirse a una imagen tan real, a la muerte misma de su compañero que agonizaba entre horribles estertores, decidir dejarle marchar por la sospecha de que eso le salvaría, era una decisión complicada de tomar. ¿Estaba dispuesta a asumir la responsabilidad de su muerte si aquello no salía bien?
Su inteligencia y poder de deducción habían sido sus mayores aliados en el pasado, y no podía darles la espalda en ese momento. Su intuición le marcaba que aquello era lo correcto.
- ¡Esperad! - exclamó a sus compañeros antes de que estos pudieran reaccionar - dejad atrás vuestros sentidos… - repitió las palabras de su cabeza - sospecho que es una prueba más, y me temo que la única manera de salvar a Leobald es ignorar lo que nuestros sentidos nos muestran- miró alternativamente a sus compañeros con urgencia y preocupación.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
TocToc avanzaba despacio, las garras de los pies palpaban con aprensión el húmedo y desagradable suelo. De vez en cuando, tras quedarse unos pasos rezagado, aceleraba para alcanzar a sus compañeros con un suave pero rápido chapoteo.
Al llegar al muro sintió las palabras de aquel que se hacía llamar el amo y se preguntó que hacían realmente allí. Observó a Adriana y Mablung preguntándose si no les estarían llevando a una emboscada. También a Leobald, que al acercarse calmadamente al muro parecía tener todo bajo control.
De pronto el infierno se desató. En un primer instinto sacó la ballesta y retrocedió unos pasos, preparado para protegerse y atacar a aquello que estaba matando a Leobald. Pero en pocos segundos Leobald estaba de pronto mas allá de toda ayuda. Fue entonces cuando las palabras de Adriana actuaron como un bálsamo de esperanza. Sin entender muy bien lo que significaban intentó seguir sus instrucciones. Abandonó su visión necrótica, ignoró los sonidos de sus compañeros y el húmedo contacto del suelo con sus garras y se centró en su interior y en aquella voz.
"Leobald es un compañero, uno de nosotros, un aliado... " Pensó interpelando a la voz, intentando responder y comunicarse con ella.
El acto de TocToc pareció traer tranquilidad al hombre cuervo, cuyo emplumado rostro, relajado, pareció encontrar la respuesta que Adriana había conjeturado. Pero esa paz duró poco, con un horrible graznido, su pico se abrió de par en par, hasta un ángulo casi imposible, pareciendo que iba a partir su exquisito cráneo en dos... su lengua, tubular y amoratada, se retorcía como una serpiente agonizante asomando de su guarida, mientras intentaba articular palabras que consiguieran comunicar algo a sus compañeros.
Doblándose de dolor, al igual que Leobald, el pequeño kenku cayó al suelo de rodillas, mientras que con sus afiladas zarpas, intentaba forzar que su pico se cerrara ejerciendo toda la presión y fuerza que los terribles latigazos de dolor le permitían.
Fue en vano... su cuerpo comenzó a convusionar entre horribles estertores mientras que por los huecos de sus ojos un alquitranado fluido viscoso y blanquecino comenzó a supurar... Los chillidos cesaron... y el pecho del agente más ágil e inteligente de la compañía apenas se elevaba para captar cada bocanada de aire que le permitiría seguir viviendo...
- ¿Pero que cojones? Amo Godric... creo que es el momento de una retirada estratégica hasta que sepamos con que estamos tratando...
La vocecilla de Ostor apenas era audible en algún lugar cercano al sacerdote, pero su preocupación parecía estar en sus picos más altos.
Rollback Post to RevisionRollBack
" ¡Oh la Oscuridad...! "
To post a comment, please login or register a new account.
La lluvia de cortes de Khalion volvió a conseguir casi lo imposible, herir y arrancar impresionantes tajos de sustancia de la criatura como si estuviera rebanando sus mismísmos órganos internos... si tuviera alguno... Aprovechando ciertos ángulos clave, e incidendo sus cimitarras cerca de las aristas de la base, el enmascarado intentaban desmontar el cubo de su sostén para hacerlo zozobrar y derrumbarse como un castillo de naipes... y era bueno haciéndolo, demostrando a todos la calidad de su entrenamiento profesional y el terrible enemigo que pudiera llegar a ser si algún día se cruzaban con sus intereses.
TocToc no desaprovechó la ocasión y lanzó otro certero dardo a través de una de las horribles endiduras que el cazarrecompensas había creado con su danza de mutilación, antes de volver a retroceder y dejar tanqueando a la hechicera por un lado y a Godric por el opuesto... El virote pentró profundamente, salpicando con grandes cantidades de materia viscosa toda la zona por donde había penetrado...
Mientras, Leobald, que parecía haber nacido de nuevo envuelto en un líquido amniótico corrosivo y letal, como si de un mal parto se tratara... se preparó para la revancha.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Las heridas ardientes y constantes del ácido apenas le dejaban pensar, pero de pronto la masa gelatinosa se vino abajo presa de un estremecimiento. En cuanto pudo sacar la cabeza de la viscosa sustancia, inhaló una bocanada de aire largamente esperada. De rodillas, respirando entrecortadamente entre el amasijo de babas y aun cubierto por restos de melaza acre, no pudo dejar de apreciar el poderío del oso enloquecido al que debía la vida.
Sacudiéndose de encima la inacción y sin pensarlo demasiado, recogió la espada de entre los restos del monstruo y embrazó de nuevo el escudo. Leobald corrió a ayudar a los demás a abatir al último de los cubos gelatinosos. Con varias zancadas largas llegó hasta el enemigo y enterró su acero en la criatura para volver a levantar la guardia del escudo inmediatamente después de recuperar la hoja. Trató de mantener la calma, aun con el cabello pegado a su sien, goteando humores ácidos, siempre atento para desviar cualquier seudópodo dirigido contra él o sus compañeros.
Entonces, aun sin moverse, su mirada quedo perdida un instante. Tras un breve momento de ausencia, sacudió la cabeza violentamente echando mano de toda su fuerza de voluntad. Enseguida pudo recobrar la serenidad y la conciencia de si mismo.
—¿Habéis sentido eso? —preguntó a los demás frunciendo el ceño mientras mantenía la guardia alta—. Alguien o algo ha tratado de entrar en mi cabeza por la fuerza. ¿Acaso ese que llamáis el Amo tendría el poder y la osadía de tal cosa?
El cubo gelatinoso se debatía en sus últimos estertores, pero aun era peligroso. Y sin embargo, aquel intento de ataque mental le provocaba una preocupación mucho mayor.
—¿Todos estáis bien? —. Miró al resto de compañeros de reojo en busca de signos de enajenación.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Godric no contestó al veterano paladín.
Su mirada estaba fija en algún punto lejano que atravesaba el peligroso cubo gelatinoso e incluso a sus compañeros que se arremolinaban alrededor del mismo para acabar con el peligroso ser viscoso. Godric no veía nada de eso, su mente perdida en algún lugar.
El clérigo baja los brazos, el escudo cae al suelo repiqueteando mientras que la maza lo hace con un ruido sordo. Su labio inferior tiembla y extiende su mano despacio hacia ningún lugar en concreto, como si quisiera alcanzar algo que sólo sus ojos pueden ver.
- No... no... - musita pero no dice más su mirada perdida en otro tiempo y otro lugar.
PbP Character: A few ;)
De pronto, Adriana pareció perder todo interés en el combate. Bajó lánguidamente los brazos que mantenía tensos en posición de ataque para escrutar con la mirada la oscuridad de las alcantarillas. Parecía estar buscando algo, siguiendo el rastro de una voz.
- ¿Eres tú aquel al que buscamos? - lanzó las palabras al aire, mientras su mirada se perdía en los techos del pasadizo.
En décimas de segundo, su gesto se tornó de interrogativo a ausente. Parecía estar en otro tiempo, en otro sitio, muy alejada del presente. Una mueca de horror desfiguró sus suaves líneas de expresión y comenzó a balbucear.
- No… esta es la devastación absoluta, la oscuridad que desoló el bosque… ¿qué hago aquí?, ¿por qué no recuerdo nada de todo esto? - sorpresivamente, un atisbo de esperanza iluminó fugazmente la mirada perdida de la elfa, su voz sonó temblorosa pero alentadora - ¿Iram? - dijo mientras entrecerraba los ojos - ¿Iram, eres tú? - se agitó nerviosa, buscando a su patrón entre las sombras - Iram, ¿dónde estás? ¡Irám! - exclamó, mientras su rostro palidecía. Estiró sus brazos y los observó con espanto, y se llevó las manos a la cabeza, alborotando su cabellera, intentando zafarse de algo que obviamente era invisible para el resto
- ¡Nooo! - gritó con furia y desesperación - ¡Yo no soy así, no soy ella, yo no hice esto! ¡Por favor, créeme! - su mirada, despojada de toda cordura, se movía frenéticamente de un lado a otro hasta que se detuvo abruptamente en un punto fijo del suelo, más allá de la neblina que ocultaba sus pies. Como un peso muerto, cayó de rodillas, dirigiéndose a aquello que su perturbada mente estuviera imaginando en ese momento.
- Querida niña… perdóname… yo no sabía… no deberías haber estado aquí… yo no hice esto… perdóname… - y su voz se ahogó en un sollozo inconsolable, totalmente ajena a todo lo demás.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
MIentras Godric y Adriana luchaban por combatir sus fantasmas internos, su érratico comportamiento contestó a la pregunta de Leobald... El resto de presentes si habían sentido que algo, muy sutílmente, había intentado tocar su mente... su consciencia... pero si no hubiera sido por la advertencia del caballero, apenas lo habrían notado. Al menos, actualmente no se sentían afectados por ningún poder enanejante y podían seguir combatiendo sin problemas.
El prácticamente descompuesto cubo que quedaba, pareció coger de nuevo una esquirla de ira y hambre de sus más primigenios instintos, y alzó, probablemente por última vez en su existencia, otro pseudópodo cargado de sustancia corrosiva. Éste azoto una vez más el cuerpo del enorme oso, al que por su tamaño, era difícil fallar. El golpe zumbó con fuerza cortando el aire e impactó con una descomunal contudencia sobre la bestia peluda en un costado, el sonido de varias costillas rotas al quebrarse se elevó sobre los gritos y sollozos de Adriana... y Mablung se vio terriblemente herido, apenas pudiéndose mantener en pie. De hecho el druida perdía el control por momentos sobre su forma animal debido al daño masivo que había sufrido. Partes de la forma úrsida del elfo de los bosques comenzaba a tirar de él para regresar a su forma natural, y su zarpas comenzaron a menguar considerablemente... Sólo su férrea fuerza de voluntad o quizás su instinto salvaje, conseguía mantener aún su estado feral a duras penas...
Turno de Mablung
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Dolor... todas las terminaciones nerviosas mandaban oleadas de dolror mientras el acido corroia su cuerpo..Mablung se estremecia por el dorlor causado por el último ataque del cubo pero su furia era mas poderosa, aferrandose a ella lanzó su maltrecho cuerpo contra el cubo, casi parecia que el enorme oso se introducia dentro del cubo mientras sus garras y mandibula acababan con la criatura, la niebla de el suelo parecio elevarse cuando el cubo acabo por deshacerse en una nube de gases envolviendo al oso dentro...
Cuando la niebla se disipa, no queda rastro del animal y Mablung, indemne, con el ceño fruncido mira el estropicio que hay a su alrededor, -¿pero que...? atina a decir cuando ve el estado de varios de sus compañeros catatonicos. Buscando con la mirada a los que parecen no estar afectados dice:-¿Que les ha pasado?. Tras lo cual se acerca a Adriana y a Godric para ver su estado.
- Lo… lo he sentido, pero no logró emponzoñar mi mente. – Contestó al paladín mientras apuntaba la ballesta dispuesto a disparar a la verde mole. El intercambio de golpes entre Mablung y el cubo se le antojó como el impacto a gran velocidad de dos enormes rocas, demoledor y aterrador. Al ver sucumbir al cubo alzó la ballesta y miró a sus compañeros sintiéndose algo inútil por el momento. Unos enajenados y otros heridos.
Zevatur, Rolthos
Leobald asintió a Toc Toc y Mablung viendo que el druida se ocuparía de Adriana. Los lances del combate habían dejado al caballero junto a Godric así que extendió su brazo con celeridad hasta tocar el hombro del joven. Mientras musitaba una plegaria, aplastaba el camafeo contra su pecho con su otra mano. La espada del maduro caballero tintineó en las losas del túnel levantando girones de niebla al caer.
—¿Joven Godric?— preguntó al fin con la esperanza de volver a ver al novicio de nuevo dueño de si mismo.
Protection from Evil a Godric:
Until the spell ends, one willing creature you touch is protected against certain types of creatures: aberrations, celestials, elementals, fey, fiends, and undead.
The protection grants several benefits. Creatures of those types have disadvantage on attack rolls against the target. The target also can't be charmed, frightened, or possessed by them. If the target is already charmed, frightened, or possessed by such a creature, the target has advantage on any new saving throw against the relevant effect.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La interacción de Leobald sobre el joven sacerdote pareció de alguna manera surtir efecto, y el el adepto de Lathander, la Luz de la Mañana, trastabilló torpemente saliendo de su extraño estado de estupor... Su visión pareció centrarse, fijándola al frente y reconociendo a sus compañeros, aunque su mente parecía tremendamente atribulada y confusa, como si hubiese sido despertado de un mal sueño, uno de esos tan malos, que la calificación de pesadilla ni siquiera le haría justicia...
La niebla pareció cobrar fuerza, y comenzó a elevar su nivel hasta llegar casi hasta la cintura de todos los presentes... aunque, su forma comenzó a desafíar al mismo tiempo las leyes de la naturaleza... Por alguna razón, ésta parecía cubrir solo una dirección y un pasillo de entre todos los que abandonaban la encrucijada, como si se tratara de un rail usado en algún tipo de mina donde se extrajeran rocas y metales. Sin duda, alguien o algo... intentaba guiarles hacía algún lugar o quizás, por el contrario, conducirles a alguna trampa mortal... y no lo hacía de una manera discreta precisamente... las brumas serpeteaban siguiendo un camino específico a través de los diferentes túneles delante de ellos... y alguien con el poder de moldearlas a voluntad, les podría estar esperando al final... o no ...
Un desgarrador grito alteró la extraña visión que estaban presenciando, Adriana, había conseguido volver en sí misma, aunque había tardado algo más que Godric, que había sido ayudado al parecer por la bendición de rectitud de Leobald... El rostro de la hechicera parecía desencajado... y sus ojos intentaban fijarse en algo que le pareciera real, para poder aferrarse a ello y no volver a ser arrastrada a las profundidades más oscuras de su propia ... consciencia ...
El tiempo extra que ha pasado Adriana en su ... "estado" de auto meditación inducida le ha pasado bastante factura, y va con un nivel de Exhausted encima, que de momento no puede quitarse... ni aunque descanse... La intervención de Leobald, ha prevenido ese mismo efecto en Godric.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
-¿Que os ha pasado?- volvió a preguntar Mablung tras la escueta explicación de Toc Toc, aunque no se le ocurría que podría emponzoñar la mente de sus "estables" compañeros.
- Deberíamos movernos, no creo que sea seguro permanecer parado mucho tiempo en estos túneles. O seguimos la niebla o vamos por otro camino.-
Arrodillándose al lado de Adriana dijo:- Quizás tus amigas puedan ayudarnos a elegir el camino.
Adriana continuó con la mirada perdida durante unos minutos más, farfullando quejidos de pavor reflejados a su vez en su rostro desencajado - tú… otra vez tú… - fue lo único coherente que acertó a exclamar en aquel estado.
Tras un desgarrador alarido y muy lentamente, como si de un perezoso despertar se tratara, la alta elfa fue suavizando sus facciones, sus pupilas recuperaron su tamaño habitual y los movimientos de sus ojos se fueron centrando en cada uno de sus compañeros, a los que por fin reconoció, regresando así al plano de la cordura y el presente. Se llevó una mano a la frente, cerrando los ojos fuertemente y los volvió a abrir cerciorándose del fin de aquella pesadilla.
Un arrollador cansancio se apoderó de las fuerzas de la hechicera, que le hizo perder el equilibrio momentáneamente, obligándola a apoyarse en una de las paredes del túnel para recuperar el aliento. No recordaba ese cansancio al llegar a las cloacas, aquella experiencia le había pasado más factura de lo que imaginaba.
Escuchó a Mablung cuando se acercó a ella. La alta elfa pareció recordar, tomándose unos segundos en contestar.
- Algo o alguien se ha introducido en mi mente, revelándome visiones terribles, imágenes de un pasado y un presente que no recuerdo… o que nunca sucedió, puede que con la única finalidad de torturarme o confundirme; el bosque, devastado por la oscuridad… la hija de Bastianes… - suspiró con pesar, masajeándose las sienes - y también el ser en el que se convirtió Wellmar, mi maldición… - explicó sin ser capaz de dar más detalles, aún aturdida y con la respiración entrecortada - quizá ha sido la maldición la que me ha provocado este estado porque… ¿estáis todos bien? ¿he sido yo la única afectada por esta locura? - preguntó preocupada, observando a su alrededor y confirmando que las babosas habían sido destruidas.
Cuando el druida hizo referencia a la espesa niebla, la hechicera la observó extrañada y curiosa. Betty y Llagas se agitaron nerviosas en los bolsillos de la capa en los que se habían escondido antes de la reyerta. Las animó a salir y percibió que se sentían claramente atraídas por aquella señal.
- Parece que, efectivamente, este es el camino - confirmó Adriana, confiando en la intuición de sus nuevas amigas. Haciendo un gran esfuerzo, sintiéndose agotada, como si su cuerpo pesara el doble de lo habitual, volvió a erguirse posicionándose claramente en el camino por el que la niebla cobraba vida.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El caballero observó a Godric y Adriana en silencio con gesto preocupado por un momento, particularmente por a la elfa. Sin duda había tormentos en la mente de la cortesana. Le asaltó una punzada de compasión.
—Godric también ha sido presa del embrujo, pero parece que ya pasó todo. Fortaleza —asintió a la elfa y al clérigo en tono tranquilizador.
Tras cerciorarse de que nadie más estaba herido de gravedad, hizo una pausa para retirar los últimos restos de gelatina de su anatomía y peinar su cabello hacia atrás con un gesto de la mano derecha. La frente despejada le daba un porte algo más digno.
Leobald recogió del suelo su espada reprimiendo un gemido cansado al doblarse sobre sí mismo. Erguido de nuevo, envainó y suspiró por fin. Sin prisa, recuperó de su mochila la linterna que encontraron en la hacienda Goldstone. Cuando la hubo encendido, embrazó de nuevo el enorme escudo. La linterna proyectaba un decidido cono de luz que, sin embargo, moría enterrado en la espesa niebla. Mablung tenía razón, tenían que moverse. Con paso cansado se puso en cabeza lacónicamente, como si la armadura pesara más de la cuenta.
—TocToc, quizá puedas ayudar a Adriana a caminar en retaguardia —añadió consciente de las demostradas dotes de tirador del hombre pájaro en caso necesario. Sin esperar respuesta, asintió a Mablung y se internó en la niebla lentamente.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Godric apenas reaccionó algo tarde para intentar ayudar a Adriana en su atribulado periplo. Él había pasado por el suyo propio y apenas pudo susurrar unas palabras de gratitud a Leobald por la ayuda y el apoyo prestados.
- Yo también he sufrido algo similar - consiguió decir apenas con un susurro de voz - Yo... no... no puedo hablar de lo que me ha mostrado... yo.. necesito pensar... -
Y así, cabizbajo y arrastrando los pies siguió a los compañeros en silencio.
PbP Character: A few ;)
Los pasos de la compañía parecían amortiguarse bajo el extraño devenir de la niebla que les acompañaba, como un lento torrente de hipnóticas brumas. El incómodo silencio producido tras el asalto por parte de los cubos, y ... las mentes de algunos de los componentes de los Agentes parecía haber agríado el ambiente, aunque quizás, sus desavenencias y desacuerdos también habían hecho más mella en su relación de lo que se algunos querrían reconocer.
Unidos sólo por el deber quizás, y sin apenas lazos entre sí, esto se podría ver como una ventaja en algunos casos, o como una debilidad en otros... en cualquier caso, un enemigo que pudiera sentir o detectar esa vulnerabilidad, sin duda intentaría aprovecharse de ella, y eso parecía que era a lo que se enfrentaban ahí abajo, en las secas alcantarillas, donde los pasillos de moho mortecino parecían ser sus únicos acompañantes.
El trayecto se hizo pesado, puesto que el avance era lento. La poca visibilidad del suelo que pisaban obligaba a caminar con cautela, muchas veces no se veía la superficie canalizada del piso, y si, por algún casual, hubiera algún pozo o apertura vertical justo delante de ellos, hubiera sido prácticamente imposibile detectarla. Este peligro fue sencillamente resuelto usando un palo de suficiente longitud a medio carcomer procedente del interior de una de las gelatinosas aberraciones que habían dejado atrás, una sencilla idea que Adriana aportó y a la que no quiso dar demasiada importancia.
Los roedores seguían de nuevo libres el curso marcado, pero como conllevaba una gran dificultad mantener un contacto visual con ellos, éstos emitían pequeños sonidos y chillidos para ayudar a dibujar mentalmente su localización. Aunque tampoco parecían necesarios, puesto que no se desviaban del recorrido marcado, lo que facilitaba el no tener que memorizar las decenas de quiebros, encrucijadas y desviaciones por las que iban transitando.
Finalmente, y por primera vez en todo el camino, tras un extraño y algo forzado giro a su izquierda dejando atrás un largo pasillo, unas escaleras labradas en piedra, descendían unos tres metros a lo largo de varias decenas de metros más en una dirección alineada completamente. Al final de dichas escaleras, solo les esperaba un anodino muro de ladrillos... y nada más. El camino se detenía abruptamente, dando carencia totalmente de sentido a las escaleras y la última desviación tomada...
Mientras los Agentes de Saltmarsh se preparaban para definir sus próximos pasos, la constante niebla comenzó lentamente a disolverse... haciándose cada vez menos densa... dando a entender que ya había cometido su objetivo... fuera cual fuera éste.
Una extraña voz, familiar para algunos, desconocida para otros, pareció darles una extraña bienvenida, dentro de sus cabezas, esto les ocurrió a todos menos a Leobald, que no sintió absolutamente nada, sólo el silencio. Ésta sobaba ahogada, como si alguien sumergido estuviera dirigiéndose a todos ellos, desde alguna insoldable sima oceánica... Era clara y palpable, casi como si la tuvieran extrañamente cerca, sólo que dentro de sus mentes...
- Bienvenidos... Dejad atrás vuestros sentidos y acudid a mi...
Os detengo aquí por si alguno quiere aportar algo más antes de ... bueno ... lo que vaya a pasar y por si queréis prepararos antes... porque soy bueno y achuchable... y os doy tiempo de planear, buffar... o lo que necesitéis...
Leobald no la oye, pero siente que algo intenta comunicarse con él mentalmente... si voluntariamente le deja entrar, también oiría lo mismo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald se acercó al muro para investigar la zona en busca de un pasadizo secreto. Se negaba a pensar que aquel pasillo simplemente acabase de aquella manera. Siempre alerta, con el escudo listo, abrió el ojo de la lampara y la pasó por la pared en busca de la más mínima corriente de aire que hiciera oscilar su llama.
Leobald parpadeó y entrecerró los ojos sin estar seguro de lo que estaba viendo. Pero era cierto. Se volvió a su compañeros.
—Es una ilusión. El muro, es un embuste. Veo una puerta de acero reforzado al otro lado —dijo con voz reposada señalando a un punto más allá del muro ilusorio—. Vamos, quizá esté abierta si han confiado en esta superchería para alejar a los curiosos.
Trató de atravesar el muro para tirar del picaporte de la puerta de aspecto inexpugnable.
Si veo que alguno se idiotiza y trata de atacar a alguien le tiro un "Protección contra le mal" otra vez en vez de buscar puertas secretas, claro.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana recorrió las alcantarillas apesadumbrada, en parte por las visiones de las que acababa de ser testigo y en parte por el cansancio incesante que sentía al realizar cada uno de sus movimientos. Al llegar al final del camino, escrutó su alrededor en busca de una salida o de un recoveco alternativo por el que continuar, dirigiéndole una mueca de extrañeza a sus ratitas con la esperanza de que ellas supieran o vieran algo que al resto se le escapaba.
Fue entonces cuando esa voz volvió a retumbar en su cabeza, automáticamente reconocible para ella. Aunque sabía que provenía de su propia mente, instintivamente dirigió su mirada hacia el techo, como si quisiera localizarlo en ese punto. Se mantuvo en silencio, esperando una nueva señal, otra instrucción o, simplemente, su aparición. Fue entonces cuando Leobald indicó la ilusión frente a la que se encontraban. Adriana volvió a escrutar el muro que ella seguía percibiendo sin salida, y se mantuvo atenta a lo que sucediera si el caballero se internaba por la puerta que afirmaba que existía.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald se acercó para atravesar el muro, e instintivamente alzó su mano derecha para atravesarlo con decisión, puesto que en su cabeza, allí no existía tal cosa, tan sólo una puerta reforzada. Cuando llegó a la altura de la arquitectura que le bloqueaba el paso, el caballero no llegó ni siquiera palparla, un palmo antes calló de rodillas sujetándose el abdomen descompuesto de dolor, como si una miriada de abejas le aguijonearan desde dentro intentando abrirse paso a través de sus entrañas...
El grito de agonía retumbó entre los mohosos muros del viejo sistema de alcantarillado de Saltmarsh, ya en desuso, .. y el paladín cayó de lado hecho un ovillo de enervante e insidioso dolor que apenas podía resistir ni él, ni cualquier ser humano cuerdo...
No tardaron ni unos segundos, incluso antes de que el joven Godric pudiera reaccionar, en el que las manos del veterano agente comenzaran a necrotizarse, con sus marcadas venas volviéndose negras y amoratadas... y en paralelo, la piel comenzó a agrietarse, secarse y ajarse a una velocidad que desafiaba a la de cualquier enfermedad o aflicción conocida... dando forma a unas esqueléticas extremidades que apenas eran hueso y piel carcomida como el cuero viejo.
La víctimas de tan terrible maldición dejó de gritar casi de inmediato, cuando una abotargada lengua, obstruyó toda su boca, copando la totalidad de la cavidad, como una gruesa lamprea retorciéndose en el fango...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La alta elfa no podía creer lo que sus sentidos le mostraban. La visión de Leboald retorciéndose de dolor y siendo consumido por una podredumbre tan parecida a su maldición consternó su cordura por unos segundos. ¿Era aquella otra pesadilla creada por algún hechizo del Amo? ¿Era real?
La reacción natural y primera de Adriana hubiera sido acercarse al cuerpo tumefacto y grotesco de Leobald e intentar curarle, pero las palabras del Amo que resonaban en su cabeza parecían indicar lo contrario. No debían dar crédito a sus sentidos, no debían reaccionar ante lo que ellos les mostraban. Resistirse a una imagen tan real, a la muerte misma de su compañero que agonizaba entre horribles estertores, decidir dejarle marchar por la sospecha de que eso le salvaría, era una decisión complicada de tomar. ¿Estaba dispuesta a asumir la responsabilidad de su muerte si aquello no salía bien?
Su inteligencia y poder de deducción habían sido sus mayores aliados en el pasado, y no podía darles la espalda en ese momento. Su intuición le marcaba que aquello era lo correcto.
- ¡Esperad! - exclamó a sus compañeros antes de que estos pudieran reaccionar - dejad atrás vuestros sentidos… - repitió las palabras de su cabeza - sospecho que es una prueba más, y me temo que la única manera de salvar a Leobald es ignorar lo que nuestros sentidos nos muestran - miró alternativamente a sus compañeros con urgencia y preocupación.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
TocToc avanzaba despacio, las garras de los pies palpaban con aprensión el húmedo y desagradable suelo. De vez en cuando, tras quedarse unos pasos rezagado, aceleraba para alcanzar a sus compañeros con un suave pero rápido chapoteo.
Al llegar al muro sintió las palabras de aquel que se hacía llamar el amo y se preguntó que hacían realmente allí. Observó a Adriana y Mablung preguntándose si no les estarían llevando a una emboscada. También a Leobald, que al acercarse calmadamente al muro parecía tener todo bajo control.
De pronto el infierno se desató. En un primer instinto sacó la ballesta y retrocedió unos pasos, preparado para protegerse y atacar a aquello que estaba matando a Leobald. Pero en pocos segundos Leobald estaba de pronto mas allá de toda ayuda. Fue entonces cuando las palabras de Adriana actuaron como un bálsamo de esperanza. Sin entender muy bien lo que significaban intentó seguir sus instrucciones. Abandonó su visión necrótica, ignoró los sonidos de sus compañeros y el húmedo contacto del suelo con sus garras y se centró en su interior y en aquella voz.
"Leobald es un compañero, uno de nosotros, un aliado... " Pensó interpelando a la voz, intentando responder y comunicarse con ella.
Zevatur, Rolthos
El acto de TocToc pareció traer tranquilidad al hombre cuervo, cuyo emplumado rostro, relajado, pareció encontrar la respuesta que Adriana había conjeturado. Pero esa paz duró poco, con un horrible graznido, su pico se abrió de par en par, hasta un ángulo casi imposible, pareciendo que iba a partir su exquisito cráneo en dos... su lengua, tubular y amoratada, se retorcía como una serpiente agonizante asomando de su guarida, mientras intentaba articular palabras que consiguieran comunicar algo a sus compañeros.
Doblándose de dolor, al igual que Leobald, el pequeño kenku cayó al suelo de rodillas, mientras que con sus afiladas zarpas, intentaba forzar que su pico se cerrara ejerciendo toda la presión y fuerza que los terribles latigazos de dolor le permitían.
Fue en vano... su cuerpo comenzó a convusionar entre horribles estertores mientras que por los huecos de sus ojos un alquitranado fluido viscoso y blanquecino comenzó a supurar... Los chillidos cesaron... y el pecho del agente más ágil e inteligente de la compañía apenas se elevaba para captar cada bocanada de aire que le permitiría seguir viviendo...
- ¿Pero que cojones? Amo Godric... creo que es el momento de una retirada estratégica hasta que sepamos con que estamos tratando...
La vocecilla de Ostor apenas era audible en algún lugar cercano al sacerdote, pero su preocupación parecía estar en sus picos más altos.
" ¡Oh la Oscuridad...! "