Ash estaba apunto de soltar la ballesta y recurrir a sus chicas cuando Morko y Gowther pusieron punto y final al combate. Tanto mejor, lo único que le interesaba era salir de aquel agujero. Asintió a elfo y enano. Gowther tenía razón, quizá los ladrones tuviesen algo de valor. Registró el cuerpo del semiorco mientras rezongaba maldiciones. El guerrero estaba cansado y por la situación más que por el esfuerzo. Estaba de muy mal humor y se frotaba la sien constantemente.
Cuando hubo terminado, arrastró el cuerpo como un pelele hasta los glifos. Con una mueca de hastío arrojó el cuerpo inerte del bandido, desde una distancia prudencial, sobre la runa que les faltaba por desactivar.
-Hora de largarse -escupió a un lado mientras esperaba ver trampa disparaba el fardo.
Una vez más los compañeros habían esquivado a la muerte. Renaer se desplomó en el agua y Floon le sujetó rodeándole con los brazos. Renaer, con la cabeza en el pecho, agotado y herido tan sólo daba unos golpecitos en el antebrazo de su amigo. Kath golpea el cuerpo del inerte semi-orco varias veces gruñendo de rabia. Cuando Ash la para ella parece relajarse y asiente. Se acerca a Morko, el cual siente un dolor punzante en su abdomen, y le pone la mano en el hombro. Asiente al enano y al guerrero y se va hacia Helanya. Mira a Floon y Renaer y entonces se abraza a la pálida elfa como hacen ellos.
Ash no encuentra nada digno de valor entre las ropas del semi-orco. Como avezado guerrero que es sabe reconocer cuando alguien se viste para la faena. Estos tipos, tras comprobar al resto, se han preparado rápido y han venido a hacer un trabajo. Ash se alegra de habérselo estropeado. Satisfecho, aunque algo decepcionado por no encontrar nada de valor, Ash comienza a arrastrar el cuerpo hacia los glifos, ayudado por Zevatur.
Gowther se arrodilla ante el cadaver del mago. El último corte del hacha del enano ha dejado una tremenda herida en pecho del hombre, arruinando por completo sus ropas. El eladrin recuerda que ha utilizado una varita, así que rebusca entre sus ropajes y la encuentra. Le llaman la atención las curiosas gafas que asemejan a un búho y se las quita para poder estudiarlas con más detenimiento. Un estallido de energía eléctrica y un repentino fulgor azulado le hacen volver la cabeza. Ash y Zevatur han conseguido lanzar el cuerpo del semiorco- la última runa explosiva. Gowther está a punto de irse cuando sus ojos reparan en un amuleto que el hombre lleva colgado del cuello. Originalmente estaría bajo todas sus ropas pero ahora está al descubierto. Gowther le suelta el enganche a la delicada cadena de plata y se lo lleva consigo. Para cuando llega a la altura de sus compañeros solo Zevatur falta por cruzar las runas, esperándole. Los siguientes minutos son duros para el grupo. Hela tiene que convencer a Kath de que les siga, la muchacha empeñada en volver y, posiblemente, esperar a Martin en donde el semielfo se separó del grupo. Pero con palabras suaves y diciéndole que Martin les espera por el otro lado consigue convencerla. La maga cruza una mirada de preocupación y culpabilidad con Ash.
Entre todos se turnan para llevar en parihuelas al bardo, cuyo aspecto es deplorable entre su mirada perdida y las quemaduras de la bola de fuego. Deambulan por los túneles, confiando en su memoria ahora que no tienen a Martin para guiarles de vuelta ni cuentan con los agudos ojos de Kath. Gowther pierde la noción del tiempo y ninguno sabría decir exactamente si han pasado o no por el mismo sitio varias veces pero finalmente escuchan el sonido del agua cayendo por el enorme sumidero frente allow.
Pese a la peste más acentuada del sitio y a la enorme cantidad de ratas que se están dando un festín en los cuerpos de las aberraciones que mataron, agradecen la visión de ese sitio. Están más cerca de la salida. Sin embargo ahora se enfrentan al problema de cómo subir y más con los heridos. Ash no cree poder subir el, y le sorprende que el enano haya sido capaz de llegar andando hasta allí. Morko no ha hablado en todo el camino, mirando al frente ha ido poniendo obstinadamente un pie delante de otro. Pero ahora parece a punto de desfallecer. El guerrero mira hacia arriba, colocado justo en el centro del sumidero y se le para el corazón. Arriba hay alguien. Puede ver claramente el reflejo de una o varias antorchas y escucha voces. Maldice en voz baja. No pueden huir ni, desde luego luchar. Se tenía que haber dado cuenta de que el gremio vigilaría las salidas... tenia que haberles llevado por otro sitio, tenía que haber otra salida. Maldita sea su estampa y su cabeza pastosa tras el ataque de esas cosas. Abatido saca a sus chicas para un último baile. Ya podía ver al primero de ellos asomarse al pozo.
Martin vio a Ash de pie en el fondo del sumidero. Con sus armas desenvainadas y mucho más maltrecho de lo que estaba cuando se separaron. Un poco más allá vio al resto del grupo. Heridos, quemados, agotados. Pero estaban todos. El semielfo lanzó la cuerda que sujetaban varios miembros de la guardia y de los Capas Grises que había encontrado al llegar de nuevo a la alcantarilla y junto con aquel anciano bardo que los lideraba pese a no tener librea de ninguna de las dos organizaciones, dieron las órdenes pertinentes para montar un sistema adecuado para subirlos a todos. Fanha, una miembro de los Capas Grises, conjuró un disco flotante en el que transportaron a Guilbert y a Morko, pese a la protestas del paladín.
Maltrechos, heridos y a punto de desfallecer por agotamiento, emergieron por la alcantarilla bajo el temprano sol de la mañana en la ciudad de Waterdeep.
Martin se alegró de ver a sus compañeros sanos y salvos, mientras les acompañaba por las alcantarillas junto a los capas grises, el mestizo pareció preocuparse ante todo de la salud y el estado de los miembros de sangre élfica del grupo, Gowther y Helayna, ... aún tenía grabado a fuego su juramento de la Academia muy dentro de él, y no podía evitar sentirse mal por haberlos abandonado a su suerte allí abajo para buscar una salida, que finalmente encontró, aunque fuera sólo en una única dirección.
Posteriormente se colocó al lado de Kath para acompañarla el resto del viaje hasta la superficie, tenía muchas heridas y arañazos, y su aspecto salvaje le aportaba un aura peligrosa. No pudo evitar echar un ojo a Zevatur y comprobar si compartía su misma preocupación por la chica. En cuanto a Ash y Morko, aunque maltrechos, él sabía que podían apañarse solos, y en su fuero interno agradecerían que un semielfo de heterosexualidad distraída no invadiera su espacio personal con demasiado afecto.
Guilbert seguía babeando como un bebé recién nacido y algo quizás demasiado tostado, pero su vida parecía no correr peligro, así que se centró en la extraña relación que mantenían Renaer y Floon... sin duda por su mente pasaron varios pensamientos encadenados, que se resumían en que quizás deberían besarse ya y dejarse de tonterías. Aun eran jóvenes y tenían que vivir todo el tiempo que les quedaba por delante.
El pícaro estaba deseando llegar a un sitio más tranquilo, limpio y seguro donde recuperarse y exponer a sus compañeros todo lo que había encontrado en sus pesquisas a través de las alcantarillas, una vez que la salud mental de sus aliados volviera a estar en la normalidad.
De nuevo en la superficie, Gowther pudo respirar un hedor diferente al de aquella desagradable guarida. Miró a Martin haciendo un leve gesto de saludo y sin pensarlo dos veces afirmó:
-Necesitamos ayuda no solo para nuestras heridas físicas, también para las mentales. Hubo algo... Como gusanos... Gusanos que no te dejan pensar... Todo es algo confuso. Morko habló de que la mano de algún clérigo podría solucionar esta situación.
Dijo mientras miraba a Kath, Ash y el ausente Guilbert.
-¿Podrían ayudarnos con esto?
Su voz sonó seria y preocupada. Toda la desinhibición mostrada con anterioridad parecía haber desaparecido. Su rostro mostraba cierta vergüenza y confusión. No tenía muy claro lo que pasó exactamente... Como si de una mala noche de alcohol se tratara, lo único que quería era poder recuperar sus facultades. Ya tendrían tiempo de hablar con los humanos rescatados y aquel pomposo bardo.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
- Estamos en ello muchacho pero no es algo tan sencillo.. primero había que localizaros y tenemos que saber qué os atacó -
Renaer dice
- Fue un Illithid y sus mascotas. Váyamos al templo de Tyr, yo me ocupo -
El hombre asiente - No podéis ir así cogeremos un carromato -
El grupo espera unos minutos con la espalda apoyada en la pared de la casa cercana y la guardia se encarga de que nadie cruce por la calle.
Al cabo de un rato un carromato custodiado por unos pocos miembros de la guardia y el viejo bardo les transporta por Waterdeep hasta el templo de Tyr. Ya les ha llegado un mensaje y le están esperando. Renaer baja y habla con el Sumo Sacerdote mientras varios clérigos y acólitos se ocupan de los compañeros. Una vez aseados y sus heridas atendidas el Sumo Sacerdote, acompañado por Renaer, se acerca al camastro donde yace Guilbert. Comienza a recitar una plegaria mientras deja caer polvo de diamante sobre la frente de Guilbert. Al cabo de un momento, el bardo parpadea y Kira a su alrededor confuso, pero como miraría un borracho al despertarse co la resaca en una casa ajena, no como el vegetal que era hasta ese momento.
Mientras Guilbert parpadea el Sumo Sacerdote de Tyr repite la misma operación con Kath la cual intenta atrapar el polvo de diamantes según cae. Pero al cabo de un instante sacude su cabeza.
El vacío mas absoluto. Nulidad sensorial es lo experimentó Guilbert cuando los ojos de una de aquellas bestias se centraron en él. Consciente, a duras penas, encerrado en lo mas profundo de su psique gritaba y trataba de agitarse sin que su propio cuerpo y mente reaccionaran, solo recuerdos de otros tiempos en los que deleitarse. Y entonces llegó el calor. Calor abrasador del mismísimo séptimo infierno que penetró hasta sus pulmones arrancando su último aliento.
Y entonces luz..brillante y tan cegadora que el bardo tarda en acostumbrarse. Está de pie y frente a él decenas de caballeros vestidos con armaduras de plata reluciente tan cegadora que es incapaz de distinguir sus caras. Lo que si reconoce es el lugar. Suelos de obsidiana pulida hace centurias que besan las paredes de sobria piedra granítica que asciende hasta la reconocible bóveda de la sala capitular del castillo de Kernowek cuando aún se mantenía en pie antes del fatídico día cuando todo cambió. Todo coincidía con sus recuerdos antes de convertirse en ruinas y piedra quemada. Al fondo de la sala el blasón con la Rosa Negra protegía la entrada a la cripta y delante casi una centena de caballeros de la orden. Paladines, clérigos, maestros de armas.. ser Duncan, ser Edwin, lord Charac, ser Edric.. todas caras conocidas que le miran con ternura, sonrientes y agradecidos.. Muchos solo eran cadáveres quemados e irreconocibles cuando los enterró. Salvo uno. En el centro una figura de casi dos metros de altura y total ausencia de su brazo derecho mantiene clavados sus ojos en el Bardo. Ser Roderick del Valle de la Daga se acerca a Guilbert. Por encima de sus hombros asoma un mandoble con una guarnición decorada con dos enormes rosas de alabastro. Pone su enorme y única mano en el hombro de Guilbert lo que le reconforta y llena de paz..
-Por mil demonios que coño haces aquí muchacho!!??-la grave voz del paladín rompe el idílico momento..- Maldito crío indisciplinado -el rapapolvo le hace caer en la cuenta que Ser Roderick ni siquiera estaba en la fortaleza. Encontró su cuerpo cerca de Baldours Gate, calcinado, reconocible solo por su minusvalía y sin la espada de la Orden. Que demonios estaba sucediendo.-Acaso nos has vengado?? No eres bienvenido aún, Gwyar, no hasta que cumplas tu juramento y busques a tus hermanos.. es hora de volver!!!
TS Death 20! Critical Roll
Un espasmo recorre el cuerpo del calcinado bardo. Cuando ya le daban por muerto en aquella hedionda alcantarilla su corazón decide dar un latido mas.. y luego otro y otro y una bocanada de aire llena sus pulmones.. no ha llegado aún su hora aunque su esencia siga encerrada, casi difuminada, en una mente vacía. Ni el tiempo ni el espacio existen en esa realidad. No es la primera vez que despierta en un lugar desconocido aunque esa migraña es la mas fuerte que jamás haya sufrido. Intenta hacer memoria de que fue lo que bebió y salta como un resorte presto para la continuar la lucha donde la dejó.. y no es hasta que ve a su Mentor, el viejo y ciego profesor cuando procesa todo lo vivido..
-Maestro, hay mas supervivientes.. debo.. - titubea..- debo encontrar al traidor..
Y es todo lo que consigue decir antes de caer inconsciente por la gravedad de sus quemaduras y el agotamiento.
Oscuridad. Es lo que buscó Martin en el sagrado y pío templo de Tyr. Era difícil encontrar un remanso más alejado y sombrío en un templo dedicado a un Dios del bien, un asesino en un templo de la Ley y la Justicia era extremadamente paradójico. Una risa nerviosa afloró sutilmente en los labios del mestizo... así que debido a la incomodidad de la situación, su pasado, y la continua presencia de los Capas Grises, el pícaro buscó refugio en una parte más aislada del templo con la excusa de que necesitaba asearse.
Debajo de un blasón azulado con los símbolos del Dios Tullido, en la zona donde los sacerdotes de bajo rango tenían sus celdas de descanso, el pícaro se había desnudado prácticamente, sólo unos pantalones cubrían su fibroso cuerpo, mostrando un torso con cierta musculación, pero nervudo y ágil. Mientras, esperaba que su ropa se secara y perdiera todo el hediondo olor de alcantarillado, tras un intenso lavado con el jabón que le habían prestado los acólitos del templo. Era la segunda vez que se había aseado en menos de un día, la primera vez fue en el Oasis. Ese cálido baño aromatizado ahora se le antojaba lejano en el tiempo, como si hubieran pasado eras desde entonces.
Con una de sus afiladas dagas y usando un dañado trozo de espejo que siempre portaba en su mochila, normalmente usado para mirar detrás de las esquinas y callejones sin descubrirse, el semielfo se afeitaba la barba de varios días con sumo cuidado, lentamente, y con sus pensamientos perdidos en intentar asimilar todo lo ocurrido hasta el momento. Había tenido suerte y no estaba tan maltrecho como sus compañeros, y al menos sus capacidades intelectuales no se habían visto afectadas. Cerca de él yacía parte de su equipo y los objetos agenciados en el cubil del gremio de ladrones. Al mirarlos de reojo mientras terminaba de repasar su barbilla con la cuchilla, recordó que tenía que pasarse por esa tienda que vio camino del lupanar la tarde anterior, con ese extraño símbolo tan parecido a una esfera con tentáculos que no terminó de asociar a nada... hasta ahora.
Cuando acabó su sesión, y tras confirmar que toda su ropa y equipo estaba limpio y seco. Martin se volvió a vestir rápidamente para no importunar más a los jóvenes sacerdotes de alta moral que a veces pasaban por la zona y se le quedaban mirando extrañados. Aún así, no le hacían preguntas, cosa que agradecía, y se dispuso a descansar y dormir algo. Había sido una noche larga y agotadora en extremo, así que buscando algún lugar apartado y de luz tenue. Encontró una celda aún sin usar y se quedó allí, los ojos se le cerraron casi de inmediato y su respiración de cadencia normalmente agitada, se regularizó mientras el balsámico sueño le abrazaba.
Long Rest - Zzz Zzz Zzz
El cansancio hizo que el descanso fuera reparador, sin sueños, o al menos ninguno que recordara al despertar. Recogiendo toda su equipación, el mestizo salió con sigilo del templo despertándose mucho antes que sus compañeros. Había dormido casi la totalidad de la mañana y parte de la tarde pero aún podía llegar a las tiendas antes de que cerraran si se daba prisa. Tras comprobar que sus compañeros estaban bien y recuperándose aún, sin alertarles de su presencia, Martin salió del templo dispuesto a hacer un par de compras antes de volver para decidir los próximos pasos del grupo.
Visito una tienda de herbalismo y alquimia para poder recuperar el kit de venenos con lo que le falta. Y me paso también por la tienda del extraño símbolo (un Beholder si no me equivoco) que captó la atención de Martin camino del Oasis.
Gowther fue consciente esa noche de varias flaquezas que debía abordar. Una vez con su intelecto recuperado, decidió acudir a la escuela de magia a primera hora para identificar los objetos conseguidos, convocar a su compañero Luthien y estudiar su libro de magia.
El incienso rodeo el ambiente y el eladrin se sentó y comenzó a convocar a su familiar:
-Oh Aegisess, imploro tu ayuda de nuevo. Luz de luna, hija del crepúsculo ven a mi. Luthien que tu gracia me reconforte y me guíe.
El mago repetía una y otra estas palabras como un mantra. Hasta que el incienso comenzó a perfilar la figura de su familiar con motas iridiscentes frente a el. Sin previo aviso, un destello hizo aparecer a su extrañado compañero.
Identificados los objetos, resuelto algunos temas y con su compañero volvió al templo a descansar y organizar su libro de hechizos.
Las horas pasaron volando mientras el El'Tael meditaba y estudiaba atentamente su libro de hechizos. Poca a poco sus compañeros fueron despertando y Gowther aprovechó para hablarles de los objetos que había encontrado.
-He podido analizar detenidamente y descifrar lo que escondían los objetos. Estas gafas parecen aportar visión en la oscuridad mundana, aumentándola en caso de que ya se posea. La varita es similar a la que posee Zevatur, es decir, te aporta la posibilidad de lanzar dardos de fuerza arcana. Por último, el broche te da la posibilidad de lanzar el hechizo una vez entre amaneceres de protección contra un tipo de mal, ya sea demoníaco, celestial, aberraciones, elementales, hadas o muertos.
El camino de vuelta por las cloacas se tornó en algo parecido a un paseo por el purgatorio para la joven hechicera. Taciturna y hierática, siguió los pasos de sus compañeros que abrían la marcha sin soltar la mano de Kath, pero sin atreverse a mirarla directamente. La mentira piadosa que había utilizado para convencer a la humana de salir de aquel inmundo lugar le pesaba como una losa muy difícil de sostener sobre sus hombros ¿Qué le diría al llegar al otro lado? ¿Cómo podría justificar el engaño al comprobar que Martin no estaba allí? Quería tener esperanza, deseaba que la Diosa Cuervo hubiera escuchado sus súplicas y le hubiera protegido, pero después de lo sucedido en el pasillo de los glifos era una posibilidad que se le antojaba poco probable.
Aún cuando parecía que el grupo no era capaz de encontrar la salida y daba vueltas en un bucle por los mismos pasadizos, la elfa se mantenía absorta en sus pensamientos y el paso del tiempo era algo que no le afectaba. De vez en cuando, sentía la calidez de la mano de Kath u observaba el cuerpo flácido e inerte de Guilbert siendo transportado a hombros con dificultad y era en esos momentos en los que la shadar-kai abandonaba la sombra en la que ella misma se refugiaba y se reafirmaba en su decisión de salir de allí cuanto antes.
Cuando llegaron a la intersección y pudieron comprobar que quien les esperaba no era ni más ni menos que el rogue, Hela sintió el mayor alivio que había experimentado en mucho tiempo. Nerviosa y emocionada, abrazó a Kath y se abalanzó sobre Martin en cuanto tuvo ocasión, sin importarle su reticencia al contacto físico. Después de estrecharle en un abrazo, agarró su cabeza y tocó sus hombros, asegurándose de que estaba de una pieza - Gracias a nuestra Diosa, estás bien! - le susurro con cariño - pensé que te habíamos perdido. Debes contármelo todo, dónde has estado, cómo has conseguido salir de allí... Pero primero necesitamos un clérigo - dijo mirando con preocupación al grupo - tendremos tiempo de conversar después de descansar un poco.
Tras la llegada al templo, Hela se negó a separarse de Guilbert; pacientemente se situó en la cabecera del camastro donde le habían acomodado, tratando de no molestar al clérigo que intentaba librarle de aquel mal. Su cuerpo yacía quemado, magullado e inconsciente hasta que un espasmo le sacudió y su voz surgió de nuevo. Parecía estar soñando o quizá delirando por la fiebre, pero fue la señal inequívoca que le mostró que estaba fuera de peligro. Una vez más, en un periodo muy corto de tiempo, esa sensación de alivio profundo se apoderó de ella. Y entonces ya no pudo seguir ignorando el cansancio extenuante con el que llevaba luchando las últimas horas. Se acercó a Guilbert y, antes de abandonar su compañía, le acarició la mano con suavidad.
No quiso dejar la sala hasta comprobar que todos sus compañeros estaban en proceso de recuperación; observó a Kathrinna con profundo respeto, preguntándose de dónde obtenía aquella muchacha el arrojo y la fuerza que la habían mantenido en pie cuando su raciocinio parecía perdido. A Ash le dirigió una mirada de complicidad y agradecimiento, sabiendo que sin su liderazgo la misión hubiera sucumbido al fracaso absoluto. Se acercó en silencio a Morko que roncaba ruidosamente y le besó en la mejilla con cuidado para no despertarle. A Zevatur le hizo un gesto de asentimiento desde la distancia, fascinada por el poder mágico que había desplegado en sus intervenciones; echó un último vistazo por toda la sala y echó de menos a Gowther y Martin, que sin duda habían sido los primeros en abandonar la estancia. Buscó ella también un lugar en el que poder asearse y desprenderse de aquel apestoso hedor de alcantarilla. Se refugió en el agua hirviendo de la bañera que amablemente le habían ofrecido los templarios, limpiando cuidadosamente sus heridas y enjabonando su piel cubierta de pequeños tatuajes.
Acomodada por fin en una pequeña y humilde habitación, bajo la mirada vigilante de su siempre fiel compañera Gloom, la elfa cerró los ojos para descansar. La última imagen que recordaría de manera consiente sería la silueta de su Diosa Cuervo internándose en la oscuridad.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Todos los compañeros son atendidos, sus heridas curadas y se les proporcionan habitaciones en un ala del claustro que parecen estar destinadas bien a convalecientes de larga duración, algo poco común dados los poderes curativos de los clérigos, o a invitados. Todos son aseados y alimentados y antes de irse a descansar Renaer vuelve a hablar con ellos.
"Por favor amigos, cuando os hayáis repuesto tenemos que hablar. Laeral quiere hablar con nosotros, estamos invitados a la Torre Blackstaff a cenar esta noche. Nos encontraremos allí. Descansad."
Con eso el joven noble, que ya no parece tan joven, se retira. Al contrario que los héroes que le han ayudado, y que su querido amigo Floon, Renaer no duerme esa mañana. Deambula por los pasillos de la mansión que heredó de su padre, y su padre del suyo. En el salón central, donde su padre solía conceder audiencias y celebrar bailes para las familias nobles de la ciudad, Renaer recuerda otras ocasiones. Como cada festividad de Auril, cuando su padre llenaba el salón de los más desfavorecidos de Waterdeep y se les procuraba una buena comida caliente y mantas para pasar el invierno. De pronto comprendió que no había sido vanidad lo que hizo que su padre mandara pintar el gran cuadro con una imagen de su abuelo que dominaba la gran chimenea. Dando la espalda al cuadro, abrió las grandes puertas de cristal para salir al balcón desde el que podía ver gran parte de la ciudad y el puerto. La ciudad bullía con actividad. Toda su vida había creído que las historias sobre su padre y su abuelo eran exageraciones. Para un joven criado dentro de la seguridad de los muros de la ciudad, enfrentarse a un dragón era algo que contaba su matrona para que pudiera dormir en su infancia. Pero ahora comprendía que aquella seguridad, aquella relativa tranquilidad de la que gozaban los habitantes de la ciudad, y que le habían permitido crecer como un niño feliz y convertirse en un adulto indolente, tenía un gran coste y un alto precio.
Quizá su hermana lo comprendió mucho antes que él y por eso había abandonado su hogar hacía tantos años. Renaer había intentado localizarla, incluso con la ayuda de Khelben, para darle la triste noticia de la muerte de su padre. Ni siquiera el archimago había logrado localizarla. El Alto Señor de Lathander tampoco la había podido localizar. Quería tener esperanza de que Aleena regresaría alguna vez, pero hacía tiempo que era sólo un pequeño rescoldo y que se había resignado a que su hermana tambien había fallecido.
Aquella noche le había afectado mucho más de lo que se podía imaginar. Al principio pensó que se trataría de algún marido o padre deshonrado por las afecciones que él o Floon podrían prodigado a alguna joven. Luego fue descubriendo con horror que aquello era mucho más grave. Las implicaciones de que su padre pudo haber tenido una cámara secreta llena de oro eran demasiado grandes para intentar abarcarlas aquella noche. Esa noche se había sentido impotente cuando quería proteger a su amigo, cuando quería ayudar a los guerreros que se habían enfrentado a aquellos horrores en la misma ciudad que él creía segura. Nunca más.
Volvió a atravesar las salas de su castillo y llegó a zonas profundas y secretas, que tan sólo su padre, su hermana y él conocían. En una habitación en lo más alto de una torre que no podía verse desde el exterior, bajo una hermosa vidriera que representaba el sol naciente, ardía siempre una llama anaranjada sobre un altar dedicado a Lathander, el dios que su padre y su abuelo habían seguido. Allí, alrededor del altar, estaban guardados los objetos que su padre había utilizado como defensor de la ciudad. Renaer pasó la mano casi con temor por la hermosa armadura completa que descansaba en un lateral. Y sus manos temblaron cuando cogieron la guarda de la espada que, enfundada en una sencilla funda de cuero, descansaba en el altar. Sintió un cosquilleo cuando sus manos se cerraron en torno al pomo de la espada. La desenvainó, y sin pensar en ello, la levantó sobre su cabeza. Los últimos rayos del amanecer incidieron sobre la hoja, que estalló en llamas anaranjadas. La espada, contenta de volver tener un dueño tras tantos años de olvido, lanzó un satisfecho zumbido.
Renaer se dirigió al templo de Lathander, con la espada ceñida al cinto unos minutos después. Había mucho que debía aprender.
Zevatur acabó el combate con una mirada de fogosa furia fría hacia el fondo de la sala. Otras veces había estado a punto de morir... Diversas escenas se agolpaban en su mente mientras movía el cuerpo para hacer estallar las runas en silencio. Había sido una cuestión más de suerte que de habilidad sobrevivir a la batalla con el ejercito del culto y la posterior incursión. Los troles del bosque con la emboscada... solo habían sobrevivido por estar divididos ya que no pudieron lanzar sus áreas de frio al grupo simultáneamente. Y los peligros de los gigantes habían sido colosales...
Pero esta vez los combates le habían dejado casi extenuado. Sus compañeros estaban prácticamente derrotados y a el mismo apenas le quedaban recursos. Y cuando parecía que ya casi estaban a punto de salir la perspectiva de otro combate no le heló la sangre, no sintió pánico, ni siquiera un sentimiento de perdición. Solo una férrea voluntad de no rendirse ni darse por vencido. Dando un firme apretón al medallón de su padre, el curtido tiefling se dispuso a enfrentarse fieramente con el nuevo peligro... Al ver a Martin Zevatur se relaja y el hechizo de oscuridad muere es la punta de sus manos. - ¡Bien hallado, Martin!
- Gracias por acudir a sacarnos de aquí, estamos en deuda. - Dice Zevatur con media sonrisa al bardo y el grupo de capas grises. Con una prestidigitation elimina la mayor parte de la suciedad de su cara y ropa, y aunque el olor es persistente su aspecto mejore notablemente. Viendo a Kath bien acompañada con Martin y Heleyana simplemente le sonríe confiadamente intentando tranquilizarla. Con ánimo renovado va de un superviviente de la alcantarilla a otro mostrando soporte, lanzando un par de prestidigitation para limpiar su ropa. “Hemos salido de aquí”, “Lo hemos logrado”, “Mira Floon y Renaer, ha merecido la pena”. Cuando se acerca a Gothwer parece dudar un momento, pero silenciosamente asiente con la cabeza. A veces un gesto comunica más que un largo discurso. Sin embargo, a pesar de todo, mantiene algunos de sus recursos en previsión de un último ataque por sorpresa.
Finalmente, Zevatur descansa en la habitación y apenas puede pensar en los hechos de hoy antes de caer rendido en un profundo sueño reparador. - Es posible conseguir ropas nuevas, las de monje que usáis aquí me valdrían. - Dice cuando le guían a la habitación, con la idea de quemar las apestosas ropas que lleva puestas.
Gowther continuó con el reparto de objeto y quiso dar su opinión:
-La varita puede ser usada por Helayna cuando sus recursos mágicos desfallezcan.-Dijo al ser consciente de que en el último combate la desaparecida Helayna acabó extenuada-
-Las gafas y el broche podrían ser de utilidad para Ash, en los últimos combates estuviste demasiado retirado y la oscuridad también te limitó en cierta manera. No nos podemos permitir que tus habilidades no entren en juego. Con estos dos objetos podemos mejorar eso.-Dijo mientras miraba de soslayo al guerrero sintiendo cierto rubor por lo sucedido la noche anterior.
Antes de salir hacia el lugar de la reunión, Gowhter dijo:
-Si ninguno opina lo contrario podemos dejarlo así ¿os parece? No obstante, aquí los tenéis para hacer el reparto como veáis. Si me disculpáis debo resolver algo de camino.
Salió del templo dejando los objetos sobre una de las cama y permitiendo que ellos decidieran finalmente como hacer el reparto. Ya en la calle, paró en una tienda de sastrería que denotaba cierta calidad, pretendiendo servir para clientes destacados. Se dirigió al dueño.
-Buenos días, estaría interesado en adquirir algún atuendo de cierta calidad.-Tras un rato mirando ropajes de lo más ostentosos, apareció algo que le cambió algo su estado de ánimo. Con una sonrisa le dijo:
-Este puede estar bien... si, me quedo con este...
Si bien las calidad de las telas no eran como las que acostumbraba, le recordaban de alguna manera a las que solía llevar como guardia real... por el momento podría servirle.
Después de esto acudió con el resto de sus compañeros a la cita
Una vez quepasado el efecto de la adrenalina por el combate, Morko cae con una rodilla en el suelo. Esta cansado, extenuado, y la herida del asesino sigue sangrando.
Más por cabezonería y orgullo que por tener fuerzas para ellos, el paladín se levanta y se centra en poner un pie delante del otro. El tiempo parece detenerse, mientras Morko se repite para si mismo un paso más, un paso más. No se da cuenta de que se detienen en el colector hasta que casi se choca con Ash.
Cuando las figuras de los Capas grises bajan para ayudarles, se hace patente que el enano no está en condiciones de trepar por una cuerda, de hecho bajo la luz de las antorchas se oye el murmullo, de cómo es posible que el enano, no solo sea capaz de mantenerse en pie sino de caminar.
El paladín hace un amago de quejarse cuando lo suben en el disco flotante, pero no opone una gran resistencia. Del resto del camino, solo recuerda flases, la luz a la salida de la alcantarilla, bajarse de un carruaje, una cama...
Morko se despierta envuelto en vendajes, que tratan de curar las heridas causadas por el ácido y el fuego. Tras dormir, el enano se levanta y se dirige guiado por los acólitos a los baños, donde con sumo placer se mete e la bañera de agua tibia. Tras el baño y el sueño, el color ha vuelto a la piel del paladín, que busca el comedor del templo.
Parece que ha pasado una eternidad desde que empezamos on a buscar a Floon, pero solo han pasado 24 horas, Floon...el semblante del enano se endurece y dice a sus compañeros:- Voy a tener unas amigables palabras con Volo. Sin decir más se levanta vuelve a sus aposentos recoge a Kheluzburk y sale a la calle.
Con pasos firmes el enano se dirige a la posada y antes de entrar, pasa por los establos a ver cómo está Daghr. Ver al oso anima al espíritu del paladín. - Espero q pronto nos pongamos en marcha compañero, le dice mientras le rasca detrás de las orejas. Con paso decidido entra en la taberna, y dirigiéndose directamente a la barra pregunta por Volo.
Martin volvió de su incursión a la ciudad una hora antes de su cita nocturna, comprobando con cierto alivio como ya estaban todos sus compañeros en buen estado y de mejor humor, aunque no vio de primeras a Morko, intento reunirse con ellos para exponerles todo lo que había encontrado en su infiltración en las entrañas del gremio. Cuando tuvo a todos cerca, y consiguió un lugar con algo de privacidad para todos, sacó de su mochila varios sacos y objectos mientras explicada donde los halló.
- Cuando me perd... me adentré en las cámaras del gremio buscando una salida, conseguí acceder a los aposentos de la misteriosa Tiefling de tez oscura que nos atacó junto a la aberración tentacular que desollaba nuestras mentes. En su estancia, encontré varias cosas, muy bien ocultas en dobles fondos dentro de un baúl...
El pícaro muestra sobre la mesa un saco de monedas y otro con varias gemas. También extrae tres pociones de un color carmesí, y otra de un tono turquesa gaseoso. A su lado deja unos ropajes de altísima calidad, que el mestizo aclara que le recuerdan a los llevados por la nobleza élfica. Junto a todos los objetos, de la mochila saca un pequeño libro con una relación de los barcos que van a salir y entrar en la ciudad en las próximas semanas, Martin expone sus ideas sobre este diario explicando que él cree que lo tenía la hechicera demoníaca como un listado de posibles rutas de huida si las cosas se ponían feas.
Tras una pequeña pausa, y con un gesto más dramático, el semielfo vuelve a extraer otro objeto de su mochila, esta vez es una pequeña estatua de alabastro tallada con la forma de alguna criatura demoníaca.
- Es mágica. Brilló cuando activé un círculo de teletransportación en su cámara privada, es como una llave que abre ese tipo de magia, pero no soy un experto y no sé si servirá para otros propósitos además de ese.
El pícaro se mostró bastante incómodo al hablar de la estatuilla, traer una figura demoníaca a un templo del bien, la ley y la justicia no le causaba demasiada tranquilidad.
Gowther coincidió con Martin unos instantes para ver los objetos encontrados, pero ya era tarde para poder pararse a analizar y desentrañar mágicamente los objetos. -Me temo que no hay mucho tiempo para analizarlos-Dijo mirando detenidamente el vestido femenino con telas élficas de alta calidad.-En la noche o puede que incluso mañana podré decirte que secretos esconden.-Justo cuando estaba haciendo el ademan de salir se acordó de la tendencia del mestizo por ausentarse sobre todo al llegar la noche- Si me lo permites puedo custodiarlos por si tienes intereses distintos de estar reunido con nosotros durante esta noche.-Haciendo una pausa, se justificó buscando evitar malentendidos en cualquier oyente-Mi intención no es otra que aprovechar cualquier momento que tenga y poder estudiarlos.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Martin escuchó atentamente las palabras de Gowther y asintió ofreciéndole los objetos para su custodia.
- No podrían estar en mejores manos.
Mientras el Eladrin se marchaba, y apenas en un susurro para sí mismo añadió algo más en el último momento.
- Estaré en la cena de esta noche con vosotros, esta vez intentaré no fallaros...
Con un gesto en su rostro que mostraba melancolía, el mestizo no pudo evitar echar de menos al Gowther jocoso y lleno de exaltación de hace unas horas.
- ¿ Y cómo y cuando piensas que nos has fallado ahora Maestro ? - la voz de Kath sorprende a Martin y la muchacha se apoya en la pared cerca de él, esperando una respuesta.
Martin dio un pequeño respingo al verse sorprendido por Kath, se giró casi como un resorte y se rascó su recién afeitada perilla disimulando una sonrisa medio forzada. Sin duda la chica había alcanzado cotas de sigilo dignas del más avezado de los pícaros que el mestizo conociera, e incluso conseguía atravesar su férrea aura de paranoia que le hacía estar casi perennemente en alerta constante.
- ¡¡Kath!! Veo que estás recuperada y en plenas facultades... yo, estoy ... orgulloso de ti, eres ya toda una profesional, ya sabes... en las alcantarillas te comportaste como una veterana...
Cada palabra que se desprendía de los labios del semielfo, parecía costarle un mundo salir, como si no estuviera nada acostumbrado a hablar de sentimientos. Una vida enclaustrada y dedicada a un solo objetivo, sin preguntas, sin emociones, ... solo la voluntad de los altos elfos comunicada a través de la señora de los Shadowleaf, Leb'hna, la dama oscura. Las memorias se agolpaban en su cabeza en tropel, bloqueando sus pensamientos propios... ¿Dónde quedaba aquel chico sin familia?, sin ni siquiera apellido propio, puesto que todos los miembros de la Academia acogían el título de Shadowleaf cuando sobrevivían al examen final donde eran reconocidos como asesinos oficialmente. Sin pasado, ¿para que buscar un futuro?
A pesar de su complicada relación con BJ, y la pérdida y sacrificio que supuso esa etapa de su vida, en las últimas veinticuatro horas, Martin había recibido más afecto físico real que en prácticamente toda su existencia, primero fue Gowther en su fase emotiva, luego se le unió la joven hechicera Helayna, cuando le abrazó incomodándolo en extremo, y ahora el ver a Kath a salvo, le terminó de remover lo que quedaba de su congelada alma.
El pícaro se acercó a su protegida, y sin más palabras la abrazó sin decir nada. Mantendría ese momento en el tiempo, y en su memoria por muchos años.
La elfa abrió los ojos horas más tarde, recobrando la consciencia de forma paulatina. Los recuerdos de las últimas 24 horas se agolparon en su cabeza en forma de imágenes vívidas que se sucedían como si de una película se tratara, pero que sentía tan lejanas como si hubieran transcurrido eones. Se desperezó y se sintió prácticamente recuperada.
Se acercó a la túnica que había dejado colgada el día anterior y de la que había intentado despegar la mugre y la sangre de las cloacas, pero aún desprendía un olor desagradable y húmedo. Debía encontrar otros ropajes con los que acudir a la cita a la que habían sido convocados. Introdujo la mano entre la tela y de un bolsillo escondido extrajo un pequeño kit portátil que contenía sus adminículos de tatuar. No quería dejar pasar más tiempo, con miedo a que sus emociones se diluyeran con el paso de las horas. Se sentó de nuevo en el camastro y eligió una zona del antebrazo izquierdo para marcarse la piel. Su mirada vagó perdida unos instantes y, con mano firme, la cuchilla manchada de tinta negra comenzó a dibujar una línea en su cadavérica piel. Fue una figura realizada en un solo trazo, de líneas curvas y ovaladas que se entrelazaban entre sí; un pequeño caos en espiral que encerraba un gran significado.
Se limpió la sangre del brazo y se dispuso a salir del templo sin pasar por la sala donde sus compañeros seguían descansando. Necesitaba pasear y encontrarse de nuevo consigo misma. Las emociones de la noche anterior la habían dejado exhausta y ahora, con la calma de un nuevo día, quiso disfrutar de un poco de soledad. Abandonó el edificio en silencio, deslizándose por los pasillos hasta llegar a la entrada principal. Colocándose la capucha para pasar lo más desapercibida posible, se lanzó a la calle camino a la posada en la que habían dejado sus cosas el día anterior, intentando orientarse recordando los caminos que ya conocía de la ciudad y preguntando a los lugareños.
Caminando sin prisa, se deleitó en los sonidos y los colores que la rodeaban y se perdió entre la actividad de las calles bulliciosas. Sin poder evitarlo, surgían en su mente ráfagas de recuerdos del día anterior y pensar en Guilbert le provocaba una emoción difícil de reconocer y de manejar, volviendo a sentir vértigo y temor. Quizá la magia de la música era la fuente de estas sensaciones desconocidas y eso decidió pensar para tranquilizar su espíritu.
Fijó su atención esta vez en buscar otras ropas para sustituir las que llevaba puestas y le llevó más tiempo de lo que había imaginado; por un momento, echó de menos al bardo y su conocimiento de la ciudad. Finalmente, consiguió una túnica de terciopelo negro, sobria y elegante sin accesorios, pero con capucha, y salió de la tienda con prisa, temiendo haberse entretenido demasiado.
De nuevo con algo de dificultad consiguió encontrar la posada. Fue una sensación extraña, como un sentimiento de volver al hogar aunque solo hubiera pasado una noche allí. Por fin en su habitación se cambió de ropa; la túnica le quedaba bien, pero aún debía acostumbrarse a su tacto, y era un alivio sentirse limpia de nuevo. Gloom se introdujo en uno de los pliegues de la tela y se revolvió hasta encontrar un sitio cómodo y seguro.
Cuando estaba a punto de salir por la puerta, le pareció reconocer la voz de un conocido. Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro al observar a Morko apostado en la barra cuando asomó su cabeza con curiosidad y, sin que notara su presencia, se acercó a él. Realmente sintió una profunda alegría al ver al enano, aunque ahora con algo menos de pelo en la barba - ¿Me invitas a un trago de esa cerveza, príncipe? - le susurró a la espalda, mientras alcanzaba su jarra y le daba un largo trago -Nos vendrá bien antes de la cita que nos espera esta noche - musitó saboreando el amargor del líquido- Apúrate o llegaremos tarde, conozco el camino - Depositando la cerveza en la mesa de nuevo, se apresuró hacia la salida, mirándole con un gesto apremiante y sosteniendo la puerta esperando a que se uniera a ella.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
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Ash estaba apunto de soltar la ballesta y recurrir a sus chicas cuando Morko y Gowther pusieron punto y final al combate. Tanto mejor, lo único que le interesaba era salir de aquel agujero. Asintió a elfo y enano. Gowther tenía razón, quizá los ladrones tuviesen algo de valor. Registró el cuerpo del semiorco mientras rezongaba maldiciones. El guerrero estaba cansado y por la situación más que por el esfuerzo. Estaba de muy mal humor y se frotaba la sien constantemente.
Cuando hubo terminado, arrastró el cuerpo como un pelele hasta los glifos. Con una mueca de hastío arrojó el cuerpo inerte del bandido, desde una distancia prudencial, sobre la runa que les faltaba por desactivar.
-Hora de largarse -escupió a un lado mientras esperaba ver trampa disparaba el fardo.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Una vez más los compañeros habían esquivado a la muerte.
Renaer se desplomó en el agua y Floon le sujetó rodeándole con los brazos. Renaer, con la cabeza en el pecho, agotado y herido tan sólo daba unos golpecitos en el antebrazo de su amigo.
Kath golpea el cuerpo del inerte semi-orco varias veces gruñendo de rabia. Cuando Ash la para ella parece relajarse y asiente. Se acerca a Morko, el cual siente un dolor punzante en su abdomen, y le pone la mano en el hombro. Asiente al enano y al guerrero y se va hacia Helanya. Mira a Floon y Renaer y entonces se abraza a la pálida elfa como hacen ellos.
Ash no encuentra nada digno de valor entre las ropas del semi-orco. Como avezado guerrero que es sabe reconocer cuando alguien se viste para la faena. Estos tipos, tras comprobar al resto, se han preparado rápido y han venido a hacer un trabajo. Ash se alegra de habérselo estropeado. Satisfecho, aunque algo decepcionado por no encontrar nada de valor, Ash comienza a arrastrar el cuerpo hacia los glifos, ayudado por Zevatur.
Gowther se arrodilla ante el cadaver del mago. El último corte del hacha del enano ha dejado una tremenda herida en pecho del hombre, arruinando por completo sus ropas. El eladrin recuerda que ha utilizado una varita, así que rebusca entre sus ropajes y la encuentra. Le llaman la atención las curiosas gafas que asemejan a un búho y se las quita para poder estudiarlas con más detenimiento.
Un estallido de energía eléctrica y un repentino fulgor azulado le hacen volver la cabeza. Ash y Zevatur han conseguido lanzar el cuerpo del semiorco- la última runa explosiva. Gowther está a punto de irse cuando sus ojos reparan en un amuleto que el hombre lleva colgado del cuello. Originalmente estaría bajo todas sus ropas pero ahora está al descubierto. Gowther le suelta el enganche a la delicada cadena de plata y se lo lleva consigo. Para cuando llega a la altura de sus compañeros solo Zevatur falta por cruzar las runas, esperándole.
Los siguientes minutos son duros para el grupo.
Hela tiene que convencer a Kath de que les siga, la muchacha empeñada en volver y, posiblemente, esperar a Martin en donde el semielfo se separó del grupo. Pero con palabras suaves y diciéndole que Martin les espera por el otro lado consigue convencerla. La maga cruza una mirada de preocupación y culpabilidad con Ash.
Entre todos se turnan para llevar en parihuelas al bardo, cuyo aspecto es deplorable entre su mirada perdida y las quemaduras de la bola de fuego.
Deambulan por los túneles, confiando en su memoria ahora que no tienen a Martin para guiarles de vuelta ni cuentan con los agudos ojos de Kath.
Gowther pierde la noción del tiempo y ninguno sabría decir exactamente si han pasado o no por el mismo sitio varias veces pero finalmente escuchan el sonido del agua cayendo por el enorme sumidero frente allow.
Pese a la peste más acentuada del sitio y a la enorme cantidad de ratas que se están dando un festín en los cuerpos de las aberraciones que mataron, agradecen la visión de ese sitio. Están más cerca de la salida.
Sin embargo ahora se enfrentan al problema de cómo subir y más con los heridos. Ash no cree poder subir el, y le sorprende que el enano haya sido capaz de llegar andando hasta allí. Morko no ha hablado en todo el camino, mirando al frente ha ido poniendo obstinadamente un pie delante de otro. Pero ahora parece a punto de desfallecer.
El guerrero mira hacia arriba, colocado justo en el centro del sumidero y se le para el corazón. Arriba hay alguien. Puede ver claramente el reflejo de una o varias antorchas y escucha voces. Maldice en voz baja. No pueden huir ni, desde luego luchar. Se tenía que haber dado cuenta de que el gremio vigilaría las salidas... tenia que haberles llevado por otro sitio, tenía que haber otra salida. Maldita sea su estampa y su cabeza pastosa tras el ataque de esas cosas.
Abatido saca a sus chicas para un último baile. Ya podía ver al primero de ellos asomarse al pozo.
Martin vio a Ash de pie en el fondo del sumidero. Con sus armas desenvainadas y mucho más maltrecho de lo que estaba cuando se separaron. Un poco más allá vio al resto del grupo. Heridos, quemados, agotados. Pero estaban todos. El semielfo lanzó la cuerda que sujetaban varios miembros de la guardia y de los Capas Grises que había encontrado al llegar de nuevo a la alcantarilla y junto con aquel anciano bardo que los lideraba pese a no tener librea de ninguna de las dos organizaciones, dieron las órdenes pertinentes para montar un sistema adecuado para subirlos a todos. Fanha, una miembro de los Capas Grises, conjuró un disco flotante en el que transportaron a Guilbert y a Morko, pese a la protestas del paladín.
Maltrechos, heridos y a punto de desfallecer por agotamiento, emergieron por la alcantarilla bajo el temprano sol de la mañana en la ciudad de Waterdeep.
PbP Character: A few ;)
Martin se alegró de ver a sus compañeros sanos y salvos, mientras les acompañaba por las alcantarillas junto a los capas grises, el mestizo pareció preocuparse ante todo de la salud y el estado de los miembros de sangre élfica del grupo, Gowther y Helayna, ... aún tenía grabado a fuego su juramento de la Academia muy dentro de él, y no podía evitar sentirse mal por haberlos abandonado a su suerte allí abajo para buscar una salida, que finalmente encontró, aunque fuera sólo en una única dirección.
Posteriormente se colocó al lado de Kath para acompañarla el resto del viaje hasta la superficie, tenía muchas heridas y arañazos, y su aspecto salvaje le aportaba un aura peligrosa. No pudo evitar echar un ojo a Zevatur y comprobar si compartía su misma preocupación por la chica. En cuanto a Ash y Morko, aunque maltrechos, él sabía que podían apañarse solos, y en su fuero interno agradecerían que un semielfo de heterosexualidad distraída no invadiera su espacio personal con demasiado afecto.
Guilbert seguía babeando como un bebé recién nacido y algo quizás demasiado tostado, pero su vida parecía no correr peligro, así que se centró en la extraña relación que mantenían Renaer y Floon... sin duda por su mente pasaron varios pensamientos encadenados, que se resumían en que quizás deberían besarse ya y dejarse de tonterías. Aun eran jóvenes y tenían que vivir todo el tiempo que les quedaba por delante.
El pícaro estaba deseando llegar a un sitio más tranquilo, limpio y seguro donde recuperarse y exponer a sus compañeros todo lo que había encontrado en sus pesquisas a través de las alcantarillas, una vez que la salud mental de sus aliados volviera a estar en la normalidad.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
De nuevo en la superficie, Gowther pudo respirar un hedor diferente al de aquella desagradable guarida. Miró a Martin haciendo un leve gesto de saludo y sin pensarlo dos veces afirmó:
-Necesitamos ayuda no solo para nuestras heridas físicas, también para las mentales. Hubo algo... Como gusanos... Gusanos que no te dejan pensar... Todo es algo confuso. Morko habló de que la mano de algún clérigo podría solucionar esta situación.
Dijo mientras miraba a Kath, Ash y el ausente Guilbert.
-¿Podrían ayudarnos con esto?
Su voz sonó seria y preocupada. Toda la desinhibición mostrada con anterioridad parecía haber desaparecido. Su rostro mostraba cierta vergüenza y confusión. No tenía muy claro lo que pasó exactamente... Como si de una mala noche de alcohol se tratara, lo único que quería era poder recuperar sus facultades. Ya tendrían tiempo de hablar con los humanos rescatados y aquel pomposo bardo.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
El bardo entrado en años asiente diciendo.
- Estamos en ello muchacho pero no es algo tan sencillo.. primero había que localizaros y tenemos que saber qué os atacó -
Renaer dice
- Fue un Illithid y sus mascotas. Váyamos al templo de Tyr, yo me ocupo -
El hombre asiente - No podéis ir así cogeremos un carromato -
El grupo espera unos minutos con la espalda apoyada en la pared de la casa cercana y la guardia se encarga de que nadie cruce por la calle.
Al cabo de un rato un carromato custodiado por unos pocos miembros de la guardia y el viejo bardo les transporta por Waterdeep hasta el templo de Tyr.
Ya les ha llegado un mensaje y le están esperando. Renaer baja y habla con el Sumo Sacerdote mientras varios clérigos y acólitos se ocupan de los compañeros.
Una vez aseados y sus heridas atendidas el Sumo Sacerdote, acompañado por Renaer, se acerca al camastro donde yace Guilbert. Comienza a recitar una plegaria mientras deja caer polvo de diamante sobre la frente de Guilbert.
Al cabo de un momento, el bardo parpadea y Kira a su alrededor confuso, pero como miraría un borracho al despertarse co la resaca en una casa ajena, no como el vegetal que era hasta ese momento.
Mientras Guilbert parpadea el Sumo Sacerdote de Tyr repite la misma operación con Kath la cual intenta atrapar el polvo de diamantes según cae. Pero al cabo de un instante sacude su cabeza.
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El vacío mas absoluto. Nulidad sensorial es lo experimentó Guilbert cuando los ojos de una de aquellas bestias se centraron en él. Consciente, a duras penas, encerrado en lo mas profundo de su psique gritaba y trataba de agitarse sin que su propio cuerpo y mente reaccionaran, solo recuerdos de otros tiempos en los que deleitarse. Y entonces llegó el calor. Calor abrasador del mismísimo séptimo infierno que penetró hasta sus pulmones arrancando su último aliento.
Y entonces luz..brillante y tan cegadora que el bardo tarda en acostumbrarse. Está de pie y frente a él decenas de caballeros vestidos con armaduras de plata reluciente tan cegadora que es incapaz de distinguir sus caras. Lo que si reconoce es el lugar. Suelos de obsidiana pulida hace centurias que besan las paredes de sobria piedra granítica que asciende hasta la reconocible bóveda de la sala capitular del castillo de Kernowek cuando aún se mantenía en pie antes del fatídico día cuando todo cambió. Todo coincidía con sus recuerdos antes de convertirse en ruinas y piedra quemada.
Al fondo de la sala el blasón con la Rosa Negra protegía la entrada a la cripta y delante casi una centena de caballeros de la orden. Paladines, clérigos, maestros de armas.. ser Duncan, ser Edwin, lord Charac, ser Edric.. todas caras conocidas que le miran con ternura, sonrientes y agradecidos.. Muchos solo eran cadáveres quemados e irreconocibles cuando los enterró. Salvo uno. En el centro una figura de casi dos metros de altura y total ausencia de su brazo derecho mantiene clavados sus ojos en el Bardo. Ser Roderick del Valle de la Daga se acerca a Guilbert. Por encima de sus hombros asoma un mandoble con una guarnición decorada con dos enormes rosas de alabastro. Pone su enorme y única mano en el hombro de Guilbert lo que le reconforta y llena de paz..
-Por mil demonios que coño haces aquí muchacho!!??-la grave voz del paladín rompe el idílico momento..- Maldito crío indisciplinado -el rapapolvo le hace caer en la cuenta que Ser Roderick ni siquiera estaba en la fortaleza. Encontró su cuerpo cerca de Baldours Gate, calcinado, reconocible solo por su minusvalía y sin la espada de la Orden. Que demonios estaba sucediendo. -Acaso nos has vengado?? No eres bienvenido aún, Gwyar, no hasta que cumplas tu juramento y busques a tus hermanos.. es hora de volver!!!
TS Death 20! Critical Roll
Un espasmo recorre el cuerpo del calcinado bardo. Cuando ya le daban por muerto en aquella hedionda alcantarilla su corazón decide dar un latido mas.. y luego otro y otro y una bocanada de aire llena sus pulmones.. no ha llegado aún su hora aunque su esencia siga encerrada, casi difuminada, en una mente vacía. Ni el tiempo ni el espacio existen en esa realidad. No es la primera vez que despierta en un lugar desconocido aunque esa migraña es la mas fuerte que jamás haya sufrido. Intenta hacer memoria de que fue lo que bebió y salta como un resorte presto para la continuar la lucha donde la dejó.. y no es hasta que ve a su Mentor, el viejo y ciego profesor cuando procesa todo lo vivido..
-Maestro, hay mas supervivientes.. debo.. - titubea..- debo encontrar al traidor..
Y es todo lo que consigue decir antes de caer inconsciente por la gravedad de sus quemaduras y el agotamiento.
- Tranquilo muchacho - dice el anciano bardo sujetando de los hombros a Guilbert y volviendo a acostarlo. - descansa ahora. -
El Sumo Sacerdote hace que el resto se acueste mientras otros clérigos realizan el mismo ritual con los heridos.
Un vendado Renaer les dice
- Descansad ahora amigos. Recuperémonos de esta odisea pero sabed que os estoy muy agradecido podremos hablar cuando nos encontremos algo mejor -
PbP Character: A few ;)
Oscuridad. Es lo que buscó Martin en el sagrado y pío templo de Tyr. Era difícil encontrar un remanso más alejado y sombrío en un templo dedicado a un Dios del bien, un asesino en un templo de la Ley y la Justicia era extremadamente paradójico. Una risa nerviosa afloró sutilmente en los labios del mestizo... así que debido a la incomodidad de la situación, su pasado, y la continua presencia de los Capas Grises, el pícaro buscó refugio en una parte más aislada del templo con la excusa de que necesitaba asearse.
Debajo de un blasón azulado con los símbolos del Dios Tullido, en la zona donde los sacerdotes de bajo rango tenían sus celdas de descanso, el pícaro se había desnudado prácticamente, sólo unos pantalones cubrían su fibroso cuerpo, mostrando un torso con cierta musculación, pero nervudo y ágil. Mientras, esperaba que su ropa se secara y perdiera todo el hediondo olor de alcantarillado, tras un intenso lavado con el jabón que le habían prestado los acólitos del templo. Era la segunda vez que se había aseado en menos de un día, la primera vez fue en el Oasis. Ese cálido baño aromatizado ahora se le antojaba lejano en el tiempo, como si hubieran pasado eras desde entonces.
Con una de sus afiladas dagas y usando un dañado trozo de espejo que siempre portaba en su mochila, normalmente usado para mirar detrás de las esquinas y callejones sin descubrirse, el semielfo se afeitaba la barba de varios días con sumo cuidado, lentamente, y con sus pensamientos perdidos en intentar asimilar todo lo ocurrido hasta el momento. Había tenido suerte y no estaba tan maltrecho como sus compañeros, y al menos sus capacidades intelectuales no se habían visto afectadas. Cerca de él yacía parte de su equipo y los objetos agenciados en el cubil del gremio de ladrones. Al mirarlos de reojo mientras terminaba de repasar su barbilla con la cuchilla, recordó que tenía que pasarse por esa tienda que vio camino del lupanar la tarde anterior, con ese extraño símbolo tan parecido a una esfera con tentáculos que no terminó de asociar a nada... hasta ahora.
Cuando acabó su sesión, y tras confirmar que toda su ropa y equipo estaba limpio y seco. Martin se volvió a vestir rápidamente para no importunar más a los jóvenes sacerdotes de alta moral que a veces pasaban por la zona y se le quedaban mirando extrañados. Aún así, no le hacían preguntas, cosa que agradecía, y se dispuso a descansar y dormir algo. Había sido una noche larga y agotadora en extremo, así que buscando algún lugar apartado y de luz tenue. Encontró una celda aún sin usar y se quedó allí, los ojos se le cerraron casi de inmediato y su respiración de cadencia normalmente agitada, se regularizó mientras el balsámico sueño le abrazaba.
Long Rest - Zzz Zzz Zzz
El cansancio hizo que el descanso fuera reparador, sin sueños, o al menos ninguno que recordara al despertar. Recogiendo toda su equipación, el mestizo salió con sigilo del templo despertándose mucho antes que sus compañeros. Había dormido casi la totalidad de la mañana y parte de la tarde pero aún podía llegar a las tiendas antes de que cerraran si se daba prisa. Tras comprobar que sus compañeros estaban bien y recuperándose aún, sin alertarles de su presencia, Martin salió del templo dispuesto a hacer un par de compras antes de volver para decidir los próximos pasos del grupo.
Visito una tienda de herbalismo y alquimia para poder recuperar el kit de venenos con lo que le falta. Y me paso también por la tienda del extraño símbolo (un Beholder si no me equivoco) que captó la atención de Martin camino del Oasis.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Gowther fue consciente esa noche de varias flaquezas que debía abordar. Una vez con su intelecto recuperado, decidió acudir a la escuela de magia a primera hora para identificar los objetos conseguidos, convocar a su compañero Luthien y estudiar su libro de magia.
El incienso rodeo el ambiente y el eladrin se sentó y comenzó a convocar a su familiar:
-Oh Aegisess, imploro tu ayuda de nuevo. Luz de luna, hija del crepúsculo ven a mi. Luthien que tu gracia me reconforte y me guíe.
El mago repetía una y otra estas palabras como un mantra. Hasta que el incienso comenzó a perfilar la figura de su familiar con motas iridiscentes frente a el. Sin previo aviso, un destello hizo aparecer a su extrañado compañero.
Identificados los objetos, resuelto algunos temas y con su compañero volvió al templo a descansar y organizar su libro de hechizos.
Las horas pasaron volando mientras el El'Tael meditaba y estudiaba atentamente su libro de hechizos. Poca a poco sus compañeros fueron despertando y Gowther aprovechó para hablarles de los objetos que había encontrado.
-He podido analizar detenidamente y descifrar lo que escondían los objetos. Estas gafas parecen aportar visión en la oscuridad mundana, aumentándola en caso de que ya se posea. La varita es similar a la que posee Zevatur, es decir, te aporta la posibilidad de lanzar dardos de fuerza arcana. Por último, el broche te da la posibilidad de lanzar el hechizo una vez entre amaneceres de protección contra un tipo de mal, ya sea demoníaco, celestial, aberraciones, elementales, hadas o muertos.
Acabó diciendo mientras miraba a sus compañeros.
las gafas:
https://www.dndbeyond.com/magic-items/goggles-of-night
Las varita:
https://www.dndbeyond.com/magic-items/wand-of-magic-missiles
El broche:
Te permite lanzar el https://www.dndbeyond.com/spells/protection-from-evil-and-good una vez entre longrest y longrest, como BA y requiere attunement.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
El camino de vuelta por las cloacas se tornó en algo parecido a un paseo por el purgatorio para la joven hechicera. Taciturna y hierática, siguió los pasos de sus compañeros que abrían la marcha sin soltar la mano de Kath, pero sin atreverse a mirarla directamente. La mentira piadosa que había utilizado para convencer a la humana de salir de aquel inmundo lugar le pesaba como una losa muy difícil de sostener sobre sus hombros ¿Qué le diría al llegar al otro lado? ¿Cómo podría justificar el engaño al comprobar que Martin no estaba allí? Quería tener esperanza, deseaba que la Diosa Cuervo hubiera escuchado sus súplicas y le hubiera protegido, pero después de lo sucedido en el pasillo de los glifos era una posibilidad que se le antojaba poco probable.
Aún cuando parecía que el grupo no era capaz de encontrar la salida y daba vueltas en un bucle por los mismos pasadizos, la elfa se mantenía absorta en sus pensamientos y el paso del tiempo era algo que no le afectaba. De vez en cuando, sentía la calidez de la mano de Kath u observaba el cuerpo flácido e inerte de Guilbert siendo transportado a hombros con dificultad y era en esos momentos en los que la shadar-kai abandonaba la sombra en la que ella misma se refugiaba y se reafirmaba en su decisión de salir de allí cuanto antes.
Cuando llegaron a la intersección y pudieron comprobar que quien les esperaba no era ni más ni menos que el rogue, Hela sintió el mayor alivio que había experimentado en mucho tiempo. Nerviosa y emocionada, abrazó a Kath y se abalanzó sobre Martin en cuanto tuvo ocasión, sin importarle su reticencia al contacto físico. Después de estrecharle en un abrazo, agarró su cabeza y tocó sus hombros, asegurándose de que estaba de una pieza - Gracias a nuestra Diosa, estás bien! - le susurro con cariño - pensé que te habíamos perdido. Debes contármelo todo, dónde has estado, cómo has conseguido salir de allí... Pero primero necesitamos un clérigo - dijo mirando con preocupación al grupo - tendremos tiempo de conversar después de descansar un poco.
Tras la llegada al templo, Hela se negó a separarse de Guilbert; pacientemente se situó en la cabecera del camastro donde le habían acomodado, tratando de no molestar al clérigo que intentaba librarle de aquel mal. Su cuerpo yacía quemado, magullado e inconsciente hasta que un espasmo le sacudió y su voz surgió de nuevo. Parecía estar soñando o quizá delirando por la fiebre, pero fue la señal inequívoca que le mostró que estaba fuera de peligro. Una vez más, en un periodo muy corto de tiempo, esa sensación de alivio profundo se apoderó de ella. Y entonces ya no pudo seguir ignorando el cansancio extenuante con el que llevaba luchando las últimas horas. Se acercó a Guilbert y, antes de abandonar su compañía, le acarició la mano con suavidad.
No quiso dejar la sala hasta comprobar que todos sus compañeros estaban en proceso de recuperación; observó a Kathrinna con profundo respeto, preguntándose de dónde obtenía aquella muchacha el arrojo y la fuerza que la habían mantenido en pie cuando su raciocinio parecía perdido. A Ash le dirigió una mirada de complicidad y agradecimiento, sabiendo que sin su liderazgo la misión hubiera sucumbido al fracaso absoluto. Se acercó en silencio a Morko que roncaba ruidosamente y le besó en la mejilla con cuidado para no despertarle. A Zevatur le hizo un gesto de asentimiento desde la distancia, fascinada por el poder mágico que había desplegado en sus intervenciones; echó un último vistazo por toda la sala y echó de menos a Gowther y Martin, que sin duda habían sido los primeros en abandonar la estancia. Buscó ella también un lugar en el que poder asearse y desprenderse de aquel apestoso hedor de alcantarilla. Se refugió en el agua hirviendo de la bañera que amablemente le habían ofrecido los templarios, limpiando cuidadosamente sus heridas y enjabonando su piel cubierta de pequeños tatuajes.
Acomodada por fin en una pequeña y humilde habitación, bajo la mirada vigilante de su siempre fiel compañera Gloom, la elfa cerró los ojos para descansar. La última imagen que recordaría de manera consiente sería la silueta de su Diosa Cuervo internándose en la oscuridad.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Todos los compañeros son atendidos, sus heridas curadas y se les proporcionan habitaciones en un ala del claustro que parecen estar destinadas bien a convalecientes de larga duración, algo poco común dados los poderes curativos de los clérigos, o a invitados. Todos son aseados y alimentados y antes de irse a descansar Renaer vuelve a hablar con ellos.
"Por favor amigos, cuando os hayáis repuesto tenemos que hablar. Laeral quiere hablar con nosotros, estamos invitados a la Torre Blackstaff a cenar esta noche. Nos encontraremos allí. Descansad."
Con eso el joven noble, que ya no parece tan joven, se retira. Al contrario que los héroes que le han ayudado, y que su querido amigo Floon, Renaer no duerme esa mañana. Deambula por los pasillos de la mansión que heredó de su padre, y su padre del suyo. En el salón central, donde su padre solía conceder audiencias y celebrar bailes para las familias nobles de la ciudad, Renaer recuerda otras ocasiones. Como cada festividad de Auril, cuando su padre llenaba el salón de los más desfavorecidos de Waterdeep y se les procuraba una buena comida caliente y mantas para pasar el invierno. De pronto comprendió que no había sido vanidad lo que hizo que su padre mandara pintar el gran cuadro con una imagen de su abuelo que dominaba la gran chimenea. Dando la espalda al cuadro, abrió las grandes puertas de cristal para salir al balcón desde el que podía ver gran parte de la ciudad y el puerto. La ciudad bullía con actividad. Toda su vida había creído que las historias sobre su padre y su abuelo eran exageraciones. Para un joven criado dentro de la seguridad de los muros de la ciudad, enfrentarse a un dragón era algo que contaba su matrona para que pudiera dormir en su infancia. Pero ahora comprendía que aquella seguridad, aquella relativa tranquilidad de la que gozaban los habitantes de la ciudad, y que le habían permitido crecer como un niño feliz y convertirse en un adulto indolente, tenía un gran coste y un alto precio.
Quizá su hermana lo comprendió mucho antes que él y por eso había abandonado su hogar hacía tantos años. Renaer había intentado localizarla, incluso con la ayuda de Khelben, para darle la triste noticia de la muerte de su padre. Ni siquiera el archimago había logrado localizarla. El Alto Señor de Lathander tampoco la había podido localizar. Quería tener esperanza de que Aleena regresaría alguna vez, pero hacía tiempo que era sólo un pequeño rescoldo y que se había resignado a que su hermana tambien había fallecido.
Aquella noche le había afectado mucho más de lo que se podía imaginar. Al principio pensó que se trataría de algún marido o padre deshonrado por las afecciones que él o Floon podrían prodigado a alguna joven. Luego fue descubriendo con horror que aquello era mucho más grave. Las implicaciones de que su padre pudo haber tenido una cámara secreta llena de oro eran demasiado grandes para intentar abarcarlas aquella noche. Esa noche se había sentido impotente cuando quería proteger a su amigo, cuando quería ayudar a los guerreros que se habían enfrentado a aquellos horrores en la misma ciudad que él creía segura. Nunca más.
Volvió a atravesar las salas de su castillo y llegó a zonas profundas y secretas, que tan sólo su padre, su hermana y él conocían. En una habitación en lo más alto de una torre que no podía verse desde el exterior, bajo una hermosa vidriera que representaba el sol naciente, ardía siempre una llama anaranjada sobre un altar dedicado a Lathander, el dios que su padre y su abuelo habían seguido. Allí, alrededor del altar, estaban guardados los objetos que su padre había utilizado como defensor de la ciudad. Renaer pasó la mano casi con temor por la hermosa armadura completa que descansaba en un lateral. Y sus manos temblaron cuando cogieron la guarda de la espada que, enfundada en una sencilla funda de cuero, descansaba en el altar. Sintió un cosquilleo cuando sus manos se cerraron en torno al pomo de la espada. La desenvainó, y sin pensar en ello, la levantó sobre su cabeza. Los últimos rayos del amanecer incidieron sobre la hoja, que estalló en llamas anaranjadas. La espada, contenta de volver tener un dueño tras tantos años de olvido, lanzó un satisfecho zumbido.
Renaer se dirigió al templo de Lathander, con la espada ceñida al cinto unos minutos después. Había mucho que debía aprender.
PbP Character: A few ;)
Zevatur acabó el combate con una mirada de fogosa furia fría hacia el fondo de la sala. Otras veces había estado a punto de morir... Diversas escenas se agolpaban en su mente mientras movía el cuerpo para hacer estallar las runas en silencio. Había sido una cuestión más de suerte que de habilidad sobrevivir a la batalla con el ejercito del culto y la posterior incursión. Los troles del bosque con la emboscada... solo habían sobrevivido por estar divididos ya que no pudieron lanzar sus áreas de frio al grupo simultáneamente. Y los peligros de los gigantes habían sido colosales...
Pero esta vez los combates le habían dejado casi extenuado. Sus compañeros estaban prácticamente derrotados y a el mismo apenas le quedaban recursos. Y cuando parecía que ya casi estaban a punto de salir la perspectiva de otro combate no le heló la sangre, no sintió pánico, ni siquiera un sentimiento de perdición. Solo una férrea voluntad de no rendirse ni darse por vencido. Dando un firme apretón al medallón de su padre, el curtido tiefling se dispuso a enfrentarse fieramente con el nuevo peligro... Al ver a Martin Zevatur se relaja y el hechizo de oscuridad muere es la punta de sus manos. - ¡Bien hallado, Martin!
- Gracias por acudir a sacarnos de aquí, estamos en deuda. - Dice Zevatur con media sonrisa al bardo y el grupo de capas grises. Con una prestidigitation elimina la mayor parte de la suciedad de su cara y ropa, y aunque el olor es persistente su aspecto mejore notablemente. Viendo a Kath bien acompañada con Martin y Heleyana simplemente le sonríe confiadamente intentando tranquilizarla. Con ánimo renovado va de un superviviente de la alcantarilla a otro mostrando soporte, lanzando un par de prestidigitation para limpiar su ropa. “Hemos salido de aquí”, “Lo hemos logrado”, “Mira Floon y Renaer, ha merecido la pena”. Cuando se acerca a Gothwer parece dudar un momento, pero silenciosamente asiente con la cabeza. A veces un gesto comunica más que un largo discurso. Sin embargo, a pesar de todo, mantiene algunos de sus recursos en previsión de un último ataque por sorpresa.
Finalmente, Zevatur descansa en la habitación y apenas puede pensar en los hechos de hoy antes de caer rendido en un profundo sueño reparador. - Es posible conseguir ropas nuevas, las de monje que usáis aquí me valdrían. - Dice cuando le guían a la habitación, con la idea de quemar las apestosas ropas que lleva puestas.
Zevatur, Rolthos
Gowther continuó con el reparto de objeto y quiso dar su opinión:
-La varita puede ser usada por Helayna cuando sus recursos mágicos desfallezcan.-Dijo al ser consciente de que en el último combate la desaparecida Helayna acabó extenuada-
-Las gafas y el broche podrían ser de utilidad para Ash, en los últimos combates estuviste demasiado retirado y la oscuridad también te limitó en cierta manera. No nos podemos permitir que tus habilidades no entren en juego. Con estos dos objetos podemos mejorar eso.-Dijo mientras miraba de soslayo al guerrero sintiendo cierto rubor por lo sucedido la noche anterior.
Antes de salir hacia el lugar de la reunión, Gowhter dijo:
-Si ninguno opina lo contrario podemos dejarlo así ¿os parece? No obstante, aquí los tenéis para hacer el reparto como veáis. Si me disculpáis debo resolver algo de camino.
Salió del templo dejando los objetos sobre una de las cama y permitiendo que ellos decidieran finalmente como hacer el reparto. Ya en la calle, paró en una tienda de sastrería que denotaba cierta calidad, pretendiendo servir para clientes destacados. Se dirigió al dueño.
-Buenos días, estaría interesado en adquirir algún atuendo de cierta calidad.-Tras un rato mirando ropajes de lo más ostentosos, apareció algo que le cambió algo su estado de ánimo. Con una sonrisa le dijo:
-Este puede estar bien... si, me quedo con este...
Si bien las calidad de las telas no eran como las que acostumbraba, le recordaban de alguna manera a las que solía llevar como guardia real... por el momento podría servirle.
Después de esto acudió con el resto de sus compañeros a la cita
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Una vez quepasado el efecto de la adrenalina por el combate, Morko cae con una rodilla en el suelo. Esta cansado, extenuado, y la herida del asesino sigue sangrando.
Más por cabezonería y orgullo que por tener fuerzas para ellos, el paladín se levanta y se centra en poner un pie delante del otro. El tiempo parece detenerse, mientras Morko se repite para si mismo un paso más, un paso más. No se da cuenta de que se detienen en el colector hasta que casi se choca con Ash.
Cuando las figuras de los Capas grises bajan para ayudarles, se hace patente que el enano no está en condiciones de trepar por una cuerda, de hecho bajo la luz de las antorchas se oye el murmullo, de cómo es posible que el enano, no solo sea capaz de mantenerse en pie sino de caminar.
El paladín hace un amago de quejarse cuando lo suben en el disco flotante, pero no opone una gran resistencia. Del resto del camino, solo recuerda flases, la luz a la salida de la alcantarilla, bajarse de un carruaje, una cama...
Morko se despierta envuelto en vendajes, que tratan de curar las heridas causadas por el ácido y el fuego. Tras dormir, el enano se levanta y se dirige guiado por los acólitos a los baños, donde con sumo placer se mete e la bañera de agua tibia. Tras el baño y el sueño, el color ha vuelto a la piel del paladín, que busca el comedor del templo.
Parece que ha pasado una eternidad desde que empezamos on a buscar a Floon, pero solo han pasado 24 horas, Floon...el semblante del enano se endurece y dice a sus compañeros:- Voy a tener unas amigables palabras con Volo. Sin decir más se levanta vuelve a sus aposentos recoge a Kheluzburk y sale a la calle.
Con pasos firmes el enano se dirige a la posada y antes de entrar, pasa por los establos a ver cómo está Daghr. Ver al oso anima al espíritu del paladín. - Espero q pronto nos pongamos en marcha compañero, le dice mientras le rasca detrás de las orejas. Con paso decidido entra en la taberna, y dirigiéndose directamente a la barra pregunta por Volo.
Martin volvió de su incursión a la ciudad una hora antes de su cita nocturna, comprobando con cierto alivio como ya estaban todos sus compañeros en buen estado y de mejor humor, aunque no vio de primeras a Morko, intento reunirse con ellos para exponerles todo lo que había encontrado en su infiltración en las entrañas del gremio. Cuando tuvo a todos cerca, y consiguió un lugar con algo de privacidad para todos, sacó de su mochila varios sacos y objectos mientras explicada donde los halló.
- Cuando me perd... me adentré en las cámaras del gremio buscando una salida, conseguí acceder a los aposentos de la misteriosa Tiefling de tez oscura que nos atacó junto a la aberración tentacular que desollaba nuestras mentes. En su estancia, encontré varias cosas, muy bien ocultas en dobles fondos dentro de un baúl...
El pícaro muestra sobre la mesa un saco de monedas y otro con varias gemas. También extrae tres pociones de un color carmesí, y otra de un tono turquesa gaseoso. A su lado deja unos ropajes de altísima calidad, que el mestizo aclara que le recuerdan a los llevados por la nobleza élfica. Junto a todos los objetos, de la mochila saca un pequeño libro con una relación de los barcos que van a salir y entrar en la ciudad en las próximas semanas, Martin expone sus ideas sobre este diario explicando que él cree que lo tenía la hechicera demoníaca como un listado de posibles rutas de huida si las cosas se ponían feas.
Tras una pequeña pausa, y con un gesto más dramático, el semielfo vuelve a extraer otro objeto de su mochila, esta vez es una pequeña estatua de alabastro tallada con la forma de alguna criatura demoníaca.
- Es mágica. Brilló cuando activé un círculo de teletransportación en su cámara privada, es como una llave que abre ese tipo de magia, pero no soy un experto y no sé si servirá para otros propósitos además de ese.
El pícaro se mostró bastante incómodo al hablar de la estatuilla, traer una figura demoníaca a un templo del bien, la ley y la justicia no le causaba demasiada tranquilidad.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Antes de salir a por el atuendo:
Gowther coincidió con Martin unos instantes para ver los objetos encontrados, pero ya era tarde para poder pararse a analizar y desentrañar mágicamente los objetos. -Me temo que no hay mucho tiempo para analizarlos-Dijo mirando detenidamente el vestido femenino con telas élficas de alta calidad.-En la noche o puede que incluso mañana podré decirte que secretos esconden.-Justo cuando estaba haciendo el ademan de salir se acordó de la tendencia del mestizo por ausentarse sobre todo al llegar la noche- Si me lo permites puedo custodiarlos por si tienes intereses distintos de estar reunido con nosotros durante esta noche.-Haciendo una pausa, se justificó buscando evitar malentendidos en cualquier oyente- Mi intención no es otra que aprovechar cualquier momento que tenga y poder estudiarlos.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Martin escuchó atentamente las palabras de Gowther y asintió ofreciéndole los objetos para su custodia.
- No podrían estar en mejores manos.
Mientras el Eladrin se marchaba, y apenas en un susurro para sí mismo añadió algo más en el último momento.
- Estaré en la cena de esta noche con vosotros, esta vez intentaré no fallaros...
Con un gesto en su rostro que mostraba melancolía, el mestizo no pudo evitar echar de menos al Gowther jocoso y lleno de exaltación de hace unas horas.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
- ¿ Y cómo y cuando piensas que nos has fallado ahora Maestro ? - la voz de Kath sorprende a Martin y la muchacha se apoya en la pared cerca de él, esperando una respuesta.
PbP Character: A few ;)
Martin dio un pequeño respingo al verse sorprendido por Kath, se giró casi como un resorte y se rascó su recién afeitada perilla disimulando una sonrisa medio forzada. Sin duda la chica había alcanzado cotas de sigilo dignas del más avezado de los pícaros que el mestizo conociera, e incluso conseguía atravesar su férrea aura de paranoia que le hacía estar casi perennemente en alerta constante.
- ¡¡Kath!! Veo que estás recuperada y en plenas facultades... yo, estoy ... orgulloso de ti, eres ya toda una profesional, ya sabes... en las alcantarillas te comportaste como una veterana...
Cada palabra que se desprendía de los labios del semielfo, parecía costarle un mundo salir, como si no estuviera nada acostumbrado a hablar de sentimientos. Una vida enclaustrada y dedicada a un solo objetivo, sin preguntas, sin emociones, ... solo la voluntad de los altos elfos comunicada a través de la señora de los Shadowleaf, Leb'hna, la dama oscura. Las memorias se agolpaban en su cabeza en tropel, bloqueando sus pensamientos propios... ¿Dónde quedaba aquel chico sin familia?, sin ni siquiera apellido propio, puesto que todos los miembros de la Academia acogían el título de Shadowleaf cuando sobrevivían al examen final donde eran reconocidos como asesinos oficialmente. Sin pasado, ¿para que buscar un futuro?
A pesar de su complicada relación con BJ, y la pérdida y sacrificio que supuso esa etapa de su vida, en las últimas veinticuatro horas, Martin había recibido más afecto físico real que en prácticamente toda su existencia, primero fue Gowther en su fase emotiva, luego se le unió la joven hechicera Helayna, cuando le abrazó incomodándolo en extremo, y ahora el ver a Kath a salvo, le terminó de remover lo que quedaba de su congelada alma.
El pícaro se acercó a su protegida, y sin más palabras la abrazó sin decir nada. Mantendría ese momento en el tiempo, y en su memoria por muchos años.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La elfa abrió los ojos horas más tarde, recobrando la consciencia de forma paulatina. Los recuerdos de las últimas 24 horas se agolparon en su cabeza en forma de imágenes vívidas que se sucedían como si de una película se tratara, pero que sentía tan lejanas como si hubieran transcurrido eones. Se desperezó y se sintió prácticamente recuperada.
Se acercó a la túnica que había dejado colgada el día anterior y de la que había intentado despegar la mugre y la sangre de las cloacas, pero aún desprendía un olor desagradable y húmedo. Debía encontrar otros ropajes con los que acudir a la cita a la que habían sido convocados. Introdujo la mano entre la tela y de un bolsillo escondido extrajo un pequeño kit portátil que contenía sus adminículos de tatuar. No quería dejar pasar más tiempo, con miedo a que sus emociones se diluyeran con el paso de las horas. Se sentó de nuevo en el camastro y eligió una zona del antebrazo izquierdo para marcarse la piel. Su mirada vagó perdida unos instantes y, con mano firme, la cuchilla manchada de tinta negra comenzó a dibujar una línea en su cadavérica piel. Fue una figura realizada en un solo trazo, de líneas curvas y ovaladas que se entrelazaban entre sí; un pequeño caos en espiral que encerraba un gran significado.
Se limpió la sangre del brazo y se dispuso a salir del templo sin pasar por la sala donde sus compañeros seguían descansando. Necesitaba pasear y encontrarse de nuevo consigo misma. Las emociones de la noche anterior la habían dejado exhausta y ahora, con la calma de un nuevo día, quiso disfrutar de un poco de soledad. Abandonó el edificio en silencio, deslizándose por los pasillos hasta llegar a la entrada principal. Colocándose la capucha para pasar lo más desapercibida posible, se lanzó a la calle camino a la posada en la que habían dejado sus cosas el día anterior, intentando orientarse recordando los caminos que ya conocía de la ciudad y preguntando a los lugareños.
Caminando sin prisa, se deleitó en los sonidos y los colores que la rodeaban y se perdió entre la actividad de las calles bulliciosas. Sin poder evitarlo, surgían en su mente ráfagas de recuerdos del día anterior y pensar en Guilbert le provocaba una emoción difícil de reconocer y de manejar, volviendo a sentir vértigo y temor. Quizá la magia de la música era la fuente de estas sensaciones desconocidas y eso decidió pensar para tranquilizar su espíritu.
Fijó su atención esta vez en buscar otras ropas para sustituir las que llevaba puestas y le llevó más tiempo de lo que había imaginado; por un momento, echó de menos al bardo y su conocimiento de la ciudad. Finalmente, consiguió una túnica de terciopelo negro, sobria y elegante sin accesorios, pero con capucha, y salió de la tienda con prisa, temiendo haberse entretenido demasiado.
De nuevo con algo de dificultad consiguió encontrar la posada. Fue una sensación extraña, como un sentimiento de volver al hogar aunque solo hubiera pasado una noche allí. Por fin en su habitación se cambió de ropa; la túnica le quedaba bien, pero aún debía acostumbrarse a su tacto, y era un alivio sentirse limpia de nuevo. Gloom se introdujo en uno de los pliegues de la tela y se revolvió hasta encontrar un sitio cómodo y seguro.
Cuando estaba a punto de salir por la puerta, le pareció reconocer la voz de un conocido. Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro al observar a Morko apostado en la barra cuando asomó su cabeza con curiosidad y, sin que notara su presencia, se acercó a él. Realmente sintió una profunda alegría al ver al enano, aunque ahora con algo menos de pelo en la barba - ¿Me invitas a un trago de esa cerveza, príncipe? - le susurró a la espalda, mientras alcanzaba su jarra y le daba un largo trago - Nos vendrá bien antes de la cita que nos espera esta noche - musitó saboreando el amargor del líquido - Apúrate o llegaremos tarde, conozco el camino - Depositando la cerveza en la mesa de nuevo, se apresuró hacia la salida, mirándole con un gesto apremiante y sosteniendo la puerta esperando a que se uniera a ella.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"