- Ess.. complicado de explicar con palabrass... el Cerebro no puede morir.... - la última frase casi parece una letanía o parte de una que se debe repetir así mismo, al menos es el tono con el que les suena a todos en su cabeza.
- Vuesstross cuerposs... no loss echaréiss de menoss... renaceréiss como uno de loss nuesstross. Venid.. - les invita, haciendo un gesto con la mano y rotando un poco sobre sí mismo para dejar paso franco hacia la puerta - vayamoss.. - tras una pasua en la que parece dudar Klarotah añade, con cierto tono de urgencia. - No tenéiss alternativa... -
Gowther vislumbró una connotación extraña en las palabras de Klarotha que de alguna manera, le hicieron pensar que sus intenciones podrían ser distintas a las aparentes.-Iré contigo-Dijo mientras animaba a sus compañeros a que le siguieran-mientras llegamos a la sala de incubación me gustaría saber cuánto tiempo pasará hasta que formemos parte de vuestra comunidad.-El combate parecía ser una locura... debía haber otra salida.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Klarotah asintió a Gowther y le dejó pasar. Los guardias sin voluntad que estaban en la puerta se apartaron en silencio para dejar pasar al El'Tael
- La incubación ssuele tardar unos días, ess difícl dar una cifra exacta. pero no os preocupéiss. Oss daremoss apossentoss adecuadoss para vossotross y no oss faltará de nada. Tendréiss paz y calma y aunque cada uno tendrá apossentoss indiviualess podréiss veross cuando queráiss.. Y ssi alguno tarda máss en evolucionar que otross no debeíss dessessperar... ni ssentiross mal por ello. -
Las palabras de Karlotha y Gowrther hicieron dudar a Zevatur. Reflexionó, intentando dividir el problema en pequeñas partes como le había enseñado Canela. Enfrentarse a los Illith ahora era casi sinónimo de muerte. El épico combate K’Varn les había dejado medio muertos, sin casi recursos. Por otro lado, si había un combate quizás su única posibilidad era destruir el desagradecido cerebro y este era el único momento en el que tendrían acceso al mismo. Pero esto último era una mera conjetura, lo mismo destruir el gran cerebro no neutralizaba a los devora mentes, como no lo había hecho estar desconectado a Klarotha.
Por otro lado, acceder a formar parte de la colmena significaba morir, eso le estaba quedando más y más claro al escuchar las palabras de su ex-amigo. Pero, yendo hacia el ritual obtendrían tiempo… tiempo para buscar una oportunidad de salir del atolladero… “No… el combate es un suicidio”. Concluyó tras largos segundos.
- ¡Bien! Yo voy con vosotros. – Exclamó con energía. Empezó a avanzar hacia la salida - ¡Vamos, es nuestra única alternativa!
Klarotah asintió y Zevatur se dirigió a la salida. Los ogros con los ojos en blanco se apartaron para dejarle salir.
Titubeante, poco a poco, Gowther comenzó a seguir al inocente tiefling. Helayna dudó, y se separó un poco de Ash, tiró un poco del musculoso brazo del humano, conminándole a seguir sus amigos. Ash cruzó una rápida mirada con Morko, Martin, Kath y Kima. Todos estaban con los pies firmemente plantados en el suelo, apretando sus armas cada vez con más convicción.
Si iba a ser allí donde iban a acabar sus andanzas, por los Nueve Infiernos que sería con sus chicas en la mano y llevándose a alguno de aquellos repugnantes seres con él, el primero el traidor de Klarotah. Esbozando una sonrisa a Helayna bajó su mano a Gloria y...
Y entonces Guilbert se puso a hablar.
- Pero mi buen querido Klarotah, debo pedir disculpas a toda tu Colmena y en especial al Reverenciado y Sagrado Cerebro Anciano. En ningún momento he querido faltarle al respeto al tocarle antes en mitad del combate... yo sólo pretendía que tal acto tuviera el efecto de poder... como decirlo, despertarlo o ayudarle a liberarse del control de esa sabandija de K'Varn... pero como bien sabes mis conocimientos arcanos son todos de oídas, si me permitís la broma, y me temo que no tuvo el efecto deseado... lo de antes... bueno... mil perdones, pero es que nuestras mentes reaccionan de las maneras más inesperadas bajo los efectos del estres, y sobretodo cuando contemplamos algo que sobrepasa nuestra limitada capacidad de percepción, como cuando los mortales osan ollar las extrañas y lejanas tierras del Feywild, hogar de las hadas, duendes, trolls y las más variopintas criaturas. Cuenta la historia que Rupert el Loco antes era conocido como Rupert el Osado, y que consiguió un pergamino que le llevó a tales tierras de ensueño y maravilla...-
Mientras la atención de todos convergía en la verborrea de Guilbert, Ash recibió un fogonazo de varias imágenes en su cabeza. Klarotah abriendo la cascada de lava para que pudieran salir de la fortaleza Duergar, Helayna flotando hasta él sana y salva, su propio rostro sonriente tras beber la cerveza enana que les había servido Morko. Fue apenas un segundo pero le hizo parpadear.
-... Rupert no escuchó las advertencias de los elfos y se internó en el bosque en busca de aquel misterioso Teatro. Tenía que saber qué tenía de especial aquel Teatro. Así pues, caminó bajo el dosel de las hojas doradas... -
Martin también tuvo unas visiones similares sobre los momentos pasados con el extraño Illithid. Le vio guiándole en la oscuridad de los túneles, haciendo que se detuvieran para evitar una patrulla duergar. Imponiéndose a los gnomos de las profundidades. Y finalmente se vio así mismo abrazándole. Un extraño sentimiento mezcla de sorpresa, asco y, curiosamente, de camadería, le inundaron durante una fracción de segundo.
- ... y allí estaba, iluminado por la luz de la luna, que como un foco alumbraba todo el escenario, el ser más bello que Rupert había podido imaginar jamás, sus facciones eran perfectas, su cuerpo parecía cincelado por el más hábil de los escultores. Al comenzar a declamar su voz atrapó la voluntad y la conciencia de Rupert... -
Morko, Kath y Kima recibieron imágenes similares mientras Guilbert seguía hablando y hablando. El bardo estaba consiguiendo tiempo. No sabía para qué, pero esperaba que sus amigos lo aprovecharan bien. Sin embargo no se atrevía ni a cruzar una mirada furtiva con ellos para ver qué planes tenía su osado líder para sacarles de aquella.
Ash, con mano sudorosa, soltó el pomo de Gloria y, como si su cuerpo pesara una tonelada y casi sin creerse lo que estaba haciendo, dejó que Helayna le llevara tras Gowther y Zevatur.
Kima y Morko fueron los últimos en moverse. La expresión de Kima cuando palmeó el hombro de Morko y vencer así su última resistencia parecía decir "al menos afuera no estará el cerebro gigante..."
- BASTA-fueron decenas, cientos de voces las que entraron en sus mentes e hicieron callar, por fin, a Guilbert, que estaba llegando al final de su historia - LLEVAOSLO CON LOS DEMAS. LE PERDONAMOS. NO SABIA. PRONTO SABRÁ. FUERA. -
El Cerebro Anciano había hablado y los Illthid obedecieron. Guilbert, quizá por primera vez en su vida, tuvo la prudencia de callarse y seguir a los demás.
Antes de que las puertas del corazón del templo se cerraran tras ellos, Morko pudo ver cómo la cabeza de las aberraciones creadas por K'Varn estallaban en mil pedazos.
Escoltados por tres Illithid y los guardias controlados, y guiados por Klarotah, recorrieron varios de los pasadizos que, como la sala central, mezclaban la alienígena estructura quitinosa y casi orgánica de los amos del lugar con la antigua construcción de piedra pulida de los originales constructores de la ciudad. Subieron un tramo de escaleras y cruzaron varias membranas que hacían las veces de puertas. Finalmente llegaron a una sala circular totalmente cubierta por las sustancias alienígenas. En el centro de la misma parecía crecer del mismo suelo una especie de pila con algún tipo de líquido morado. En las paredes, formando un círculo que miraba hacia esa pila, había una especie de crisálidas, formadas por unas protuberancias que se le antojaron a Helayna como esqueléticos huesos o garras insectoides, unidas por una traslúcida membrana morada. En total había una docena de crisálidas. Una de ellas estaba cerrada. Dentro había un humano. Estaba totalmente cubierto de aquella sustancia morada y parecía muerto, pero Martin se dio cuenta que sus ojos se movían bajo sus párpados, como cuando alguien sueña.
Klarotah, que había permanecido en silencio durante su viaje volvió a hablarles.
- Dejad vuestrass armass ahí - dijo señalando los pies de la pila. - no lass necessitareiss -
Reluctantes, uno a uno fueron dejando las armas. Guilbert vio como la sustancia morada se agitaba cuando una pequeña criatura alargada rompió su superficie.
- Entrad -ordenó Klarotah.
Ya no había vuelta atrás. Se habían jugado todo a una mano y había llegado el momento de seguir con el farol hasta el final. Ash, con el corazón latiendo rápidamente en su pecho dio un rápido beso a Helayna antes de meterse en una de aquellas extrañas cápsulas. Martin se colocó en la de al lado, las voces del resto de los Elegidos extrañamente silenciosas. La Tejedora de Destinos parecía dispuesta a dejar que su Elegido eligiera el suyo propio.
Con un sonido similar al que hace Morko cuando restalla sus nudillos, las crisálidas se cerraron sobre ellos, dejando tan sólo sus rostros fuera. Inmediatamente se llenaron de un líquido similar al que había en la pila y notaron que no podían moverse. Seeker, que les había seguido, miró con su ojo redondo y amarillo a Martin desde arriba.
Klarotah se volvió hacia sus congéneres y estos, aparentemente satisfechos, flotaron en silencio fuera de la sala. La membrana se cerró tras ellos, dejando tan solo al drow armado y a Klarotah con ellos en la incubadora.
El Illithid se dirigió a la pila y metió su delgada mano dentro. Al levantarla un gusano blanquecino reptó entre sus dedos, miró hacia Zevatur y abrió una boca llena de dientes que hizo que todos tragaran saliva.
Despacio, con delicadeza, volvió a dejar la larva en la pila central y recorrió con la mirada de sus frios ojos amarillos a todos y cada uno de los miembros de la Compañia de Fragmentos Extraordinarios.
Se agachó y recogió una de las armas de los compañeros. Una de las espadas de Martin. Era extraño, pero verle por primera vez sujetando una arma fue tan inquietante como la situación.
Klarotah flotó por delante de ellos hasta quedarse mirando a Martin a los ojos.
Con un movimiento rápido y certero giró sobre sí mismo y cortó la cabeza del drow de un solo tajo. Se quedó quieto, mirando la sangre mancillar el suelo de la cámara de incubación. Las larvas se agitaron en la pila con el olor de la sangre fresca.
Klarotah levantó una mano, extendiendo uno de sus largos dedos y las crisálidas volvieron a abrirse, liberando a los Compañeros.
El Illithid traidor se giró hacia Martin y le entregó su arma. Mientras los demás recuperaban sus pertenencias habló.
- No hay tiempo. No había otra manera. -dijo a modo de disculpa. Martin observó la sangre que había dejado la batalla contra K'Varn en el desollamentes, ahora fue consciente de que apenas movía uno de sus brazos, herido por uno de los rayos mortales del contemplador loco. - Debes clavar tu arma en mi. Les diré que el Elegido de la Reina Cuervo consiguió liberarse y saltaste sobre mi. - Mientras Helayna, a sus espaldas, comenzaba a dibujar frenéticamente los símbolos necesarios para transportarlos a todos fuera de allí, Klarotah, despacio, de manera casi temblorosa, apoyó su mano en el hombro del semi-elfo. El último gesto que demostraba hasta donde le había transformado su tiempo con ellos.
- Debes hacerlo. Confío en ti. - le dijo. Sus siguientes palabras sólo las escuchó Martin - No dudes más de ti mismo. Ella te necesita. -
Martin parecía algo alterado ante el inminente devenir de los acontecimientos, todo estaba pasando muy rápido, y aunque en parte se había resistido muy en su interior a aceptar un destino tan terrible, finalmente, si era la voluntad de su Reina, así sería.
Cuando el semielfo fue liberado tras ver la decapitación del elfo oscuro, escuchó atentamente las palabras de Klarotah, fue cuando la llama de la esperanza volvió a avivarse en su corazón. Quizás si eran capaces de cambiar las cosas, o las personas y criaturas que se iban encontrando, aún había un camino, por remoto que fuera, para poder derrotar a todo un culto y sus nefandos objetivos.
Las confusas palabras del Illithid hicieron que su mirada primero se desviaran casi instintivamente hacia Ash, para luego pasar a Seeker, pero su atención se centró de nuevo al sentir el tacto del brazo sano de Klarotah sobre su hombro. Asintió sintiendo de nuevo el roce del pulido pomo de su espada corta en su mano y por un momento cerró los ojos, apoyando su otra mano libre sobre el hombro de su "colega" de aventuras. Él había luchado y nunca había abandonado la idea de volver con los suyos, incluso cuando estos le consideraban un paria, su meta era ayudarles a liberarse del yugo de K'varn, incluso cuando el rechazo fuera su única recompensa, quizás... este acto, y el tiempo pasado con la compañía de los fragmentos extraordinarios, había despertado algo de empatía en la criatura, y ese fragmento de sensibilidad, por diminuto y extraño que fuera en esa mente alienígena, pudiera en un futuro crecer para entender la paradoja de su civilización, ... esclavizando a su vez a otras razas para someterlas a su voluntad y el pesar que eso causaba.
No iba a matarle, ... se concentró en su otrora pasado como asesino, trayendo esas enseñanzas de como asestar golpes no letales, pero que lo parecieran... casi toda su pasada vida había aprendido como arrebatar vidas de la manera más eficiente y rápida posible, y esto le había otorgado la sabiduría para saber como hacer para no quitarla también. La anatomía de un desollamentes era algo ajena a él, pero se basó en las historias de su maestra, también habitante de la suboscuridad, y de como combatían a estos seres, como dañarles y como destruirles... Martin focalizó toda esa información para ejercer justamente el efecto contrario, incapacitarle. Cuando llegó el momento no dudó en asestar su lenta estocada, en la parte baja del pecho, hundiendo su hoja sin dudarlo y sintiendo junto a Klarotah el dolor que causaba cada centímetro de metal perforando sus entrañas... Mientras esto pasaba, su mano se aferraba más fuertemente al hombro de su víctima, mientras combatía por no dejar escapar demasiadas lágrimas... ¿debilidad? o ¿afecto?... eso prefirió guardárselo para sí mismo.
Cuando acabó, sujetó al Illithid con sus dos brazos y lo tendió con suavidad en el suelo de la sala de incubación, pesaba menos de lo que pareciera en un principio, ... icores parecidos a sangre brotaban de la herida abierta mientras colocaba las dos manos de Klarotah sobre la herida...
- Aprieta con fuerza... superarás esto... y por fin tendrás tu destino completado...
Morko no entendía nada de lo que acaba de pasar, pero todo parecía indicar que Klarotah seguía de su lado, sintiendolo por no poder curarle, cogió presto a Kheluzburk y se dispuso a defender la puerta por si alguien intentaba acceder a la extraña sala mientras Helayna acaba de conjurar.
- Debéiss.. - una tos le impide seguir y entre sus tentáculos aparece sangre morada - Debéiss partir... han ssentido mi dolor... esstarán aqui pronto... -
Martin se separó del Illithid el cual miró hacia el grupo que ahora se reunía tras el círculo de runas pintado por Helayna en el suelo apresuradamente. Un fulgor grisáceo comenzó a surgir de las runas mientras la maga recitaba las últimas palabras del hechizo que les sacaría a todos de allí.
Su mirada se encontró con la de Helayna. Sus ojos amarillos se reflejaron en los negros de la shadar-kai. El contacto mental de Klarotah fue sólo para ella.
- Esspero que encuentress lo que anhelass. Yo... -
La puerta se abrió de golpe y entraron tres Illithid que extendieron las manos y sus poderes psíquicos para intentar detener a los osados aventureros.
Con un último fogonazo de luz blanca Helayna terminó el hechizo y durante un segundo ninguno pudo ver nada.
Parpadearon y la luz fue disminuyendo.
Helayna cayó de rodillas en un suelo de mármol.
Unas manos la agarraron por los hombros. Su primer instinto fue gritar y apartarse, en su mente casi podía ver a uno de los illithid abalanzándose sobre ella para cubrir su cabeza con los tentáculos y devorar su cerebro.
- Shhh shh.. soy yo Helayna -la voz de Khelben Arunsun atravesó el velo de su confusión y miedo. - Estáis en mi torre. A salvo. -
Zevatur siguió a los Iilith con. Días, depués de la larva tendrían días... Esperaba que eso fuese suficiente para curarles o para salir de allí. Con aun más aprehensión aceptó las indicaciones. Inmovilizado se empezó a preguntar si había sido una buena idea…
- Ven con nosotros… ¿quizás puedas fundar una nueva colonia en la superficie? – dijo a Klarotah temiendo por su vida después de la traición a la colmena. Después saltó hacía el portal, donde se quedo esperando a ver si aparecía el Iilith.
La ruta hasta llegar a la sala de las conversiones se había caracterizado por una mezcla de emociones contradictorias en la hechicera. Observó a Klarotah a lo largo de camino, hierático y firme, buscando en su silencio alguna señal que le mostrara sus verdaderas intenciones. No la halló y el temor a un destino fatal se entremezclaba con la confianza depositada en él. La esperanza era lo único que les quedaba.
Sin alternativa, obedeció las órdenes del illithid y soltó con suavidad su bastón con un leve temblor en la mano. Besó a Ash y se introdujo en la incubadora. El líquido morado empapó su ropa, quedando paralizada, y pensamientos fatídicos surcaron su mente.
Intentó con dificultad girar la cabeza para que su última imagen fuera el rostro de Ash. ¿Tenía razón su amado y querido líder?¿Había sido una ingenua al confiar en un ser que solo mostraba frialdad y cuyo objetivo se centraba en la dominación de otras razas? Recordó el momento en el que Klarotah le salvó la vida y en aquella sutil caricia de uno de sus tentáculos en su hombro. Se aferró a aquellas imágenes para no abandonarse al pánico y a la desesperación.
Cuando el desollamentes recogió el arma de Martin del suelo y cortó de un tajo la cabeza del drow, Helayna cerró los ojos destensando todo su cuerpo, mientras una sonrisa de alivio y agradecimiento se dibujaba en su rostro y un profundo sentimiento de orgullo hacia Klarotah la invadió. Las crisálidas se abrieron y saltó de aquel habitáculo con rapidez, sin tiempo que perder.
Mientras conjuraba el portal que les devolvería al exterior, podía escuchar las palabras del pulpoide y la conversación con Martin. La concentración requerida para el hechizo no permitía ni un ápice de distracción y esta vez no pudo permitirse intervenir. Escuchó también cómo Zevatur le invitaba a huir con ellos. La elfa sabía que Klarotah no accedería. Al igual que ellos pertenecían al mundo exterior, él pertenecía a la suboscuridad y su Colmena.
En el último segundo, cuando su mirada se cruzó con la de Klarotah, Hela le dirigió una sonrisa y la imagen de un abrazo que intentaba transmitir todo su agradecimiento. Le lanzó un pensamiento rápido a modo de despedida, sabiendo que sería la última vez que viera a su extraño y fugaz compañero de oscuridad.
- Gracias compañero, amigo... siempre permanecerás en mis pensamientos. Búscanos si nos necesitas-
No pudo estirar más el tiempo, no pudo escuchar las últimas palabras que el Illithid intentó transmitirle. Todo se precipitó en una imagen caótica y terrible en la que varios desollamentes irrumpían en la habitación y se dirigían hacia ellos para sorber sus cerebros. Y luego la luz cegadora que les envolvió en un silencio abismal.
De rodillas sobre el frío suelo, Hela gritó al sentir unas manos sobre sus hombros. Abrió los ojos al escuchar una voz conocida, mirando a su alrededor desorientada, reconociendo la sala por la que pocos días antes habían accedido a la ciudad de los enanos. Recorrió con su mirada a cada uno de sus compañeros, asegurándose de que todos habían llegado sanos y salvos y un sentimiento de tristeza al comprobar, como ya sabía, que Klarotah no estaba allí.
Se abalanzó hacia Ash con lágrimas en los ojos, producidas por la tensión acumulada y la alegría de saberse a salvo.
- Lo hemos conseguido, estamos en casa - le susurró mientras se dejaba sostener en sus brazos, exhausta.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La luz blanca envolvió al semielfo justo cuando había dejado con delicadeza el cuerpo de Klarotah en el frío suelo de texturas biológicas y la puerta se vino abajo dejando entrar a una multitud de enemigos sedientos de su masa cerebral. Todo se volvió prístino, luminoso, tan sólo por unos segundos quizás, aunque al agotado explorador se le antojaron minutos enteros. Se sintió aliviado al sentir en su hombro el ligero peso de su fiel compañero "Seeker", y que éste viajaría con él gracias a la veterana hechicería de Helayna.
Sintió paz en esos momentos, fue un sentimiento extraño, casi tan alienígena como las salas que acababan de abandonar en la suboscuridad, pero intentó disfrutarlo dejándose arrastrar. Pronto, su siempre inquieta psique comenzó a encadenar pensamientos, ¿quizás esto es lo que se siente al morir...? una tremenda tranquilidad acompañada de esa luz pura y cegadora que te guía a un lugar mejor, lejos del sufrimiento y el dolor.
Al abrir de nuevo los ojos pudo comprobar que se encontraba en el salón del círculo arcano en la hacienda y torre de Khelben. El bastardo suspiró aliviado y todo su fugaz estado de transcendencia se evaporó como volutas de humo en una noche despejada, dejando paso a un cansancio y dolor extremo. Sus músculos y huesos chillaban dentro de sí, castigados por las múltiples magias nigrománticas absorbidas que le habían robado la misma esencia vital. Dio un par de pasos hacia el archimago de Waterdeep antes de caer de rodillas exhausto, con las ropas carcomidas de un marinero y un carcaj castigado por el ácido lleno de flechas improvisadas de restos quitinosos de insectos. Más se parecía a un mendigo totalmente desahuciado y punto de abandonar este mundo que a un héroe elegido de nadie.
- Khelben... hemos rescatado a Lady Kima... K'varn ha sido derrotado... Mithral Hall está a salvo...
Tras su frase, expelida casi con sus últimos alientos. Martin se dejo caer en el suelo bocabajo abrazando el agradable frescor de la losa de piedra y abandonando su consciencia al deseado y merecido descanso.
Tras la teleportación Zevatur escucho al hombre y miró a su alrededor, parpadeando. La huida había sido in-extremis y casi no podía creer que al fin estuvieran a salvo. Los últimos minutos de su estancia habían sido terroríficos.
- Gracias, Klarotah... - Murmuró casi sin aliento. Mirando a su alrededor se sintió a salvo. Sin embargo la victoria y la huida le habían dejado un agridulce sabor de boca. A lo largo de las muchas aventuras con sus compañeros se había acostumbrado a salvarse por sus propias manos. Y esta vez, su salvación había estado en las manos de Klarotah. "Como han cambiado las cosas, en el pasado haber salvado el pescuezo de esta forma hubiese sido motivo de alegría. Ahora me preocupa el no haber podido ser lo suficientemente capaz de haberlo hecho gracias a mis medios..." Se sorprendió a si mismo con el pensamiento. Tras los instantes de introspección levantó la mirada y sonrió con seguridad.
Desde luego ya no era aquel muchacho que partió en búsqueda de su familia y de su identidad.
Ash enarcó una ceja cuando cabeza del drow rodó por los aires, pero pero no desperdiciar una oportunidad era parte de su credo. Salió de la vaina deshaciéndose de ella con repugnancia. Asintió a Klarotha con seriedad y recogió sus pertenencias para cubrir a la maga mientras conjuraba la puerta mágica. En cuanto estuvo lista tiró de ella hacia la seguridad del otro lado.
El fogonazo de luz fue demasiado para sus ojos de lagarto y tardó unos segundos en darse cuenta de donde estaban. La torre de Khelben, zona segura.
—Tengo que admitir que eso sí ha sido desinteresado. Quizá me equivocara con ese Illith después de todo —dijo pensando que era eso o es que el illith era emasiado listo y no eran capaces de ver su jugada.
Observó el estado de todo el mundo y sonrió viendo que saldrían de esta. Besó a Helayna y sin separarse de su lado arrojó a los pies de Khelben el bulto envuelto en su capa roja que había ido cargando desde el templo de los illith.
—Ahí tenéis archimago, el Cuerno de Orcus que obraba en poder de K'varn —sonrió jactancioso a pesar de la mugre que le cubría—. Malo será que no sea uno de los fragmentos que buscamos.
Khelben y Laeral se encargan de asistir a los agotados aventureros. Primero les alojan por una noche en la propia torre y, tras demasiado tiempo, todos los miembros de la Compañia de los Fragmentos Extraordinarios disfrutan de un buen baño caliente, una ovípara cena y un mullido y cómodo colchón. Pero sobretodo, disfrutan de la sensación de seguridad que la Torre Blackstaff les brinda. Durante la cena hablan poco y sus anfitriones no les presionan con preguntas ni pesquisas sobre sus viajes. Sí envían, sin embargo, un mensaje a Mithral Hall para tranquilizar e informar a los enanos.
A la mañana siguiente incluso aquellos con sangre élfica se levantan tarde y disfrutan de los mullidos colchones y las cálidas mantas hasta bien entrada la mañana. Un revitalizante desayuno les es llevado a la cama por invisibles sirvientes del mago, y más de uno vuelve a disfrutar de un baño en las bañeras mágicas en las que pueden regular la temperatura del agua a su gusto.
A la hora de la comida se reúnen, prácticamente al mismo tiempo sin haberlo acordado, en la misma sala donde ya cenaron.
Presentes están sus anfitriones, Khelben y Laeral, Kima y Finathiel, así como Volo y, recién llegado gracias a las mágicas artes de Khelben, Bruennor Battlehammer.
Aunque hay una copiosa comida, en general se come poco y todos escuchan con avidez las aventuras y desventuras que les han acontecido en la Suboscuridad.
Una de las primeras cosas que hizo Zevatur fue convocar a Canela de nuevo, el cual maldijo haberse perdido la oportunidad de no haber podido intervenir en el combate. Pero disfrutar de la comodida y del alojamiento lujoso, despues de haber pasado tanto tiempo durmiendo apretujado bajo las cupulas de Gothwer, revigorizo el animo de Zevatur y Canela. Asi en las reuniones relataron con bastantes detalles sus experiencias en la suboscuridad.
- Al final K'Varn era un beholder que del alguna forma subyugo a toda una colonia de Iiliths. La verdad es que no tengo ni idea de como lo hizo. Y en cualquier caso en el caos del combate no tenia ninguna repercusion. Tambien la corona duergar... Demasaido enemigos ahi abajo ahra. Aunque tambien algun aliado.
Bruennor no puede evitar sonreir cuando las noticias de la caída de los reyes duergar le es relatada, aunque no deja de estar preocupado.
- Parece que habéis hecho mucho más que detener un ataque contra Mithrall Hall muchachos. Gracias por el aviso. - Le dice a Guilbert devolviéndole una figurita talalda de un cuervo - Yo destruiría esa cosa, o hasta la enviaría de vuelta... -dice refiriéndose a la corona - los duergar pueden ser verdaderamente obstinados y vengativos. LLevarla con vosotros es pintaros una diana en la espalda. En cualquier caso - palmea el hombro de Morko - Tu padre estaría orgulloso de ti muchacho. -
- Respecto a la forma en que K'Varn dominaba a la colonia Illthid... - dice Laeral - supongo que el Cuerno de Orcus tenía algo que ver. ¿Está en las estancias de Bahamut Lady Kima ? -
Kima asiente
- Así es. Y allí permanecerá. Ya que no podemos guardarlo en las Cámaras de Waterdeep... ya que nadie puede encontrarlas ¿ Verdad Khelben ? -
Khelben sonríe
- Por desgracia no. Nuestras pesquisas para volver a hallarlas no dan sus frutos. -
La deliciosa comida tras interminables días en la suboscuridad y el ansia de intervenir en la conversación hizo que Zevatur hablase con la boca llena, tapándosela con la mano. - Investigar y averiguar donde están esas cámaras podría ser un buen paso para nuestro grupo si no encontramos más pistas acerca del culto del dragón. Reunir recursos para luchar contra el culto sería un buen cambio... Tomar iniciativa en vez de estar siempre reaccionando a lo que nos pasa. Tras acabar de tragar la comida acabo dando un pequeño golpe sobre la mesa. - ¡Tomar el control!
- Y hablando del culto, tuvimos visiones varias con ese asunto. - Dice Zevatur relatando, una vez más con ayuda de las proyecciones mentales de Canela, las visiones del sueño sobre el culto del dragón. – La montaña, los cultistas, las caras... ¿Os suenan de algo?
- El cuerno... ¿Se podría destruir, reconvertir? ¿Qué podemos hacer con él? ¿La corona, quizás podríamos pedir algún rescate? ¿O alguna tregua o alianza de los duergar para algún favor para los de Mithrall Hall?. Yo dejaría la corona en manos de los enanos, ellos sabrán mejor que hacer con ella... No veo motivo para regodearnos en nuestro magnicidio.
Ash también disfrutó de las comodidades de la torre con deleite, particularmente de los baños en compañía de Hela.
Durande el ágape sonrió con aprobación al ver el buen humor de Zeb. Dejó que Zeb y Guilbert relatara las hazañas de Los Fragmentos Extraordinarios asintiendo de vez en cuando con un a media sonrisa. Cuando encontró el momento, relató su sueño sin pudor, a pesar de hayarse entre personajes tal ilustres, tratando de no dejarse detalle. Quizá ellos supieran ver algo útil entre las nieblas oníricas.
Sin embargo lo que más le interesaba de la velada era Helayna y no veía el momento de que acabará para poder volver a estar a solas. Si todo el asunto del Culto alguna vez había tenido algún sentido era ahora, por ella. El resto del mundo podía irse al infierno.
—¿Qué hay del Culto? —preguntó sin embargo a Khelben y Laeral— ¿Algún movimiento mientras estábamos ahí abajo? ¿Y qué salones son esos que decís haber perdido? —añadió con curiosidad.
- El Culto ha hecho movimientos hacia el Norte como la propia Kima os ha confirmado, creemos que están buscando la Máscara Blanca allí. Pero hace años que un extraño efecto nos impide ver más allá del Muro del Mundo y no podemos conseguir ver sus movimientos.- comenta Laeral a las preguntas de Ash - Parece haber rebajado el nivel de los ataques a las poblaciones pero los Arpistas nos informan que sus espías y operativos están buscando algo en Waterdeep. -
- Así es - interviene Volo - Y eso responde también a la pregunta que has hecho Ash. Con la muerte del anterior Lord Desenmascarado hemos perdido la habilidad de acceder a las Cámaras de Waterdeep. Corren muchos rumores sobre su contenido y muchas son las facciones interesadas en acceder a ellas. Por eso capturaron a Floon y Renaer. Xanathar es uno de los que está buscando las Cámaras. Hemos sabido que el Culto también está tras su pista y algunos otros, aunque aún desconocemos quienes más. ¡Por cierto! - añade alegremente - ¡vuestra casa está lista para ser ocupada por sus orgullosos y nuevos inquilinos! ¡He elegido los muebles yo mismo!
- Por otro lado, no todos son noticias tan preocupantes, o al menos no tanto -dice Khelben - Los ataques de los gigantes que se estaban produciendo han disminuido bastante, aunque se han visto algunos grupos cerca de Goldenfields, la comunidad agrícola más importante de Waterdeep, pero parece que son sólo gigantes de las colinas y algunos ogros, que pueden causar problemas pero no tanto como cuando los gigantes de las nubes estaban implicados -
- Respecto a ese sueño Ash, puede significar muchas cosas pero por los detalles que dices creemos reconocer las espadas que viste - dice Finathiel - se tratan de dos hojas forjadas en Mith Drannor, Aglareb y Mithlaeg eran sus nombres, una pareja de espadas que entregamos como regalo a un leal aliado humano en las Guerras. Curioso que hayas soñado con ellas. Puede que estes destiando a encontrarlas de nuevo... -
Tras su llegada a Waterdeep, el príncipe enano cayó en estado de abatimiento. Durante esa noche sus comportamientos fueron automáticos y no prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor.
En su habitación, Morko no paraba de recordar el último enfrentamiento donde no había sido de ninguna utilidad, es más fue fácilmente dominado por su enemigo.
Las correrías por infraoscuridad le hacían dudar de cuál es su misión. El resto de sus compañeros pareceren dedicados en cuerpo y alma a destruir el culto, pero para Morko la reconstrucción de su hogar y su gente pesaba mucho, cada vez más en su corazón y creía pensaba que esa faceta la estaba dejando de lado. Con esos pensamientos se fue a dormir, inquieto e intranquilo.
Taciturnamente se unió a la comida con sus compañeros y antes le alusión directa a su padre replicó tras dar un sorbo a su cerveza:- No estoy tan seguro de eso, mientras yo me voy de aventuras mi pueblo sufre y mi ciudad yace en ruinas. No es algo de lo que un príncipe pueda sentirse orgulloso. Está misión me aleja y expone cada a peligros cada vez mayores, no sé si puedo comprometerme con ella como el resto de los fragmentos... tengo otras obligaciones que atender y llevo tiempo descuidandolas. Estas últimas aventuras me hacen dudar de si estoy haciendo lo correcto, no me malinterpreteis sé que acabar con el culto es fundamental, pero también lo es cuidar de lo que queda de mi gente y tratar de reconstruir nuestro hogar.-
Con un suspiro guardo silencio
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- Ess.. complicado de explicar con palabrass... el Cerebro no puede morir.... - la última frase casi parece una letanía o parte de una que se debe repetir así mismo, al menos es el tono con el que les suena a todos en su cabeza.
- Vuesstross cuerposs... no loss echaréiss de menoss... renaceréiss como uno de loss nuesstross. Venid.. - les invita, haciendo un gesto con la mano y rotando un poco sobre sí mismo para dejar paso franco hacia la puerta - vayamoss.. - tras una pasua en la que parece dudar Klarotah añade, con cierto tono de urgencia. - No tenéiss alternativa... -
PbP Character: A few ;)
Gowther vislumbró una connotación extraña en las palabras de Klarotha que de alguna manera, le hicieron pensar que sus intenciones podrían ser distintas a las aparentes.-Iré contigo-Dijo mientras animaba a sus compañeros a que le siguieran- mientras llegamos a la sala de incubación me gustaría saber cuánto tiempo pasará hasta que formemos parte de vuestra comunidad.-El combate parecía ser una locura... debía haber otra salida.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Klarotah asintió a Gowther y le dejó pasar. Los guardias sin voluntad que estaban en la puerta se apartaron en silencio para dejar pasar al El'Tael
- La incubación ssuele tardar unos días, ess difícl dar una cifra exacta. pero no os preocupéiss. Oss daremoss apossentoss adecuadoss para vossotross y no oss faltará de nada. Tendréiss paz y calma y aunque cada uno tendrá apossentoss indiviualess podréiss veross cuando queráiss.. Y ssi alguno tarda máss en evolucionar que otross no debeíss dessessperar... ni ssentiross mal por ello. -
PbP Character: A few ;)
Las palabras de Karlotha y Gowrther hicieron dudar a Zevatur. Reflexionó, intentando dividir el problema en pequeñas partes como le había enseñado Canela. Enfrentarse a los Illith ahora era casi sinónimo de muerte. El épico combate K’Varn les había dejado medio muertos, sin casi recursos. Por otro lado, si había un combate quizás su única posibilidad era destruir el desagradecido cerebro y este era el único momento en el que tendrían acceso al mismo. Pero esto último era una mera conjetura, lo mismo destruir el gran cerebro no neutralizaba a los devora mentes, como no lo había hecho estar desconectado a Klarotha.
Por otro lado, acceder a formar parte de la colmena significaba morir, eso le estaba quedando más y más claro al escuchar las palabras de su ex-amigo. Pero, yendo hacia el ritual obtendrían tiempo… tiempo para buscar una oportunidad de salir del atolladero… “No… el combate es un suicidio”. Concluyó tras largos segundos.
- ¡Bien! Yo voy con vosotros. – Exclamó con energía. Empezó a avanzar hacia la salida - ¡Vamos, es nuestra única alternativa!
Zevatur, Rolthos
Klarotah asintió y Zevatur se dirigió a la salida. Los ogros con los ojos en blanco se apartaron para dejarle salir.
Titubeante, poco a poco, Gowther comenzó a seguir al inocente tiefling. Helayna dudó, y se separó un poco de Ash, tiró un poco del musculoso brazo del humano, conminándole a seguir sus amigos. Ash cruzó una rápida mirada con Morko, Martin, Kath y Kima. Todos estaban con los pies firmemente plantados en el suelo, apretando sus armas cada vez con más convicción.
Si iba a ser allí donde iban a acabar sus andanzas, por los Nueve Infiernos que sería con sus chicas en la mano y llevándose a alguno de aquellos repugnantes seres con él, el primero el traidor de Klarotah. Esbozando una sonrisa a Helayna bajó su mano a Gloria y...
Y entonces Guilbert se puso a hablar.
- Pero mi buen querido Klarotah, debo pedir disculpas a toda tu Colmena y en especial al Reverenciado y Sagrado Cerebro Anciano. En ningún momento he querido faltarle al respeto al tocarle antes en mitad del combate... yo sólo pretendía que tal acto tuviera el efecto de poder... como decirlo, despertarlo o ayudarle a liberarse del control de esa sabandija de K'Varn... pero como bien sabes mis conocimientos arcanos son todos de oídas, si me permitís la broma, y me temo que no tuvo el efecto deseado... lo de antes... bueno... mil perdones, pero es que nuestras mentes reaccionan de las maneras más inesperadas bajo los efectos del estres, y sobretodo cuando contemplamos algo que sobrepasa nuestra limitada capacidad de percepción, como cuando los mortales osan ollar las extrañas y lejanas tierras del Feywild, hogar de las hadas, duendes, trolls y las más variopintas criaturas. Cuenta la historia que Rupert el Loco antes era conocido como Rupert el Osado, y que consiguió un pergamino que le llevó a tales tierras de ensueño y maravilla... -
Mientras la atención de todos convergía en la verborrea de Guilbert, Ash recibió un fogonazo de varias imágenes en su cabeza. Klarotah abriendo la cascada de lava para que pudieran salir de la fortaleza Duergar, Helayna flotando hasta él sana y salva, su propio rostro sonriente tras beber la cerveza enana que les había servido Morko. Fue apenas un segundo pero le hizo parpadear.
-... Rupert no escuchó las advertencias de los elfos y se internó en el bosque en busca de aquel misterioso Teatro. Tenía que saber qué tenía de especial aquel Teatro. Así pues, caminó bajo el dosel de las hojas doradas... -
Martin también tuvo unas visiones similares sobre los momentos pasados con el extraño Illithid. Le vio guiándole en la oscuridad de los túneles, haciendo que se detuvieran para evitar una patrulla duergar. Imponiéndose a los gnomos de las profundidades. Y finalmente se vio así mismo abrazándole. Un extraño sentimiento mezcla de sorpresa, asco y, curiosamente, de camadería, le inundaron durante una fracción de segundo.
- ... y allí estaba, iluminado por la luz de la luna, que como un foco alumbraba todo el escenario, el ser más bello que Rupert había podido imaginar jamás, sus facciones eran perfectas, su cuerpo parecía cincelado por el más hábil de los escultores. Al comenzar a declamar su voz atrapó la voluntad y la conciencia de Rupert... -
Morko, Kath y Kima recibieron imágenes similares mientras Guilbert seguía hablando y hablando. El bardo estaba consiguiendo tiempo. No sabía para qué, pero esperaba que sus amigos lo aprovecharan bien. Sin embargo no se atrevía ni a cruzar una mirada furtiva con ellos para ver qué planes tenía su osado líder para sacarles de aquella.
Ash, con mano sudorosa, soltó el pomo de Gloria y, como si su cuerpo pesara una tonelada y casi sin creerse lo que estaba haciendo, dejó que Helayna le llevara tras Gowther y Zevatur.
Kima y Morko fueron los últimos en moverse. La expresión de Kima cuando palmeó el hombro de Morko y vencer así su última resistencia parecía decir "al menos afuera no estará el cerebro gigante..."
- BASTA- fueron decenas, cientos de voces las que entraron en sus mentes e hicieron callar, por fin, a Guilbert, que estaba llegando al final de su historia - LLEVAOSLO CON LOS DEMAS. LE PERDONAMOS. NO SABIA. PRONTO SABRÁ. FUERA. -
El Cerebro Anciano había hablado y los Illthid obedecieron. Guilbert, quizá por primera vez en su vida, tuvo la prudencia de callarse y seguir a los demás.
Antes de que las puertas del corazón del templo se cerraran tras ellos, Morko pudo ver cómo la cabeza de las aberraciones creadas por K'Varn estallaban en mil pedazos.
Escoltados por tres Illithid y los guardias controlados, y guiados por Klarotah, recorrieron varios de los pasadizos que, como la sala central, mezclaban la alienígena estructura quitinosa y casi orgánica de los amos del lugar con la antigua construcción de piedra pulida de los originales constructores de la ciudad. Subieron un tramo de escaleras y cruzaron varias membranas que hacían las veces de puertas. Finalmente llegaron a una sala circular totalmente cubierta por las sustancias alienígenas. En el centro de la misma parecía crecer del mismo suelo una especie de pila con algún tipo de líquido morado. En las paredes, formando un círculo que miraba hacia esa pila, había una especie de crisálidas, formadas por unas protuberancias que se le antojaron a Helayna como esqueléticos huesos o garras insectoides, unidas por una traslúcida membrana morada. En total había una docena de crisálidas. Una de ellas estaba cerrada. Dentro había un humano. Estaba totalmente cubierto de aquella sustancia morada y parecía muerto, pero Martin se dio cuenta que sus ojos se movían bajo sus párpados, como cuando alguien sueña.
Klarotah, que había permanecido en silencio durante su viaje volvió a hablarles.
- Dejad vuestrass armass ahí - dijo señalando los pies de la pila. - no lass necessitareiss -
Reluctantes, uno a uno fueron dejando las armas. Guilbert vio como la sustancia morada se agitaba cuando una pequeña criatura alargada rompió su superficie.
- Entrad - ordenó Klarotah.
Ya no había vuelta atrás. Se habían jugado todo a una mano y había llegado el momento de seguir con el farol hasta el final. Ash, con el corazón latiendo rápidamente en su pecho dio un rápido beso a Helayna antes de meterse en una de aquellas extrañas cápsulas. Martin se colocó en la de al lado, las voces del resto de los Elegidos extrañamente silenciosas. La Tejedora de Destinos parecía dispuesta a dejar que su Elegido eligiera el suyo propio.
Con un sonido similar al que hace Morko cuando restalla sus nudillos, las crisálidas se cerraron sobre ellos, dejando tan sólo sus rostros fuera. Inmediatamente se llenaron de un líquido similar al que había en la pila y notaron que no podían moverse. Seeker, que les había seguido, miró con su ojo redondo y amarillo a Martin desde arriba.
Klarotah se volvió hacia sus congéneres y estos, aparentemente satisfechos, flotaron en silencio fuera de la sala. La membrana se cerró tras ellos, dejando tan solo al drow armado y a Klarotah con ellos en la incubadora.
El Illithid se dirigió a la pila y metió su delgada mano dentro. Al levantarla un gusano blanquecino reptó entre sus dedos, miró hacia Zevatur y abrió una boca llena de dientes que hizo que todos tragaran saliva.
Despacio, con delicadeza, volvió a dejar la larva en la pila central y recorrió con la mirada de sus frios ojos amarillos a todos y cada uno de los miembros de la Compañia de Fragmentos Extraordinarios.
Se agachó y recogió una de las armas de los compañeros. Una de las espadas de Martin. Era extraño, pero verle por primera vez sujetando una arma fue tan inquietante como la situación.
Klarotah flotó por delante de ellos hasta quedarse mirando a Martin a los ojos.
Con un movimiento rápido y certero giró sobre sí mismo y cortó la cabeza del drow de un solo tajo. Se quedó quieto, mirando la sangre mancillar el suelo de la cámara de incubación. Las larvas se agitaron en la pila con el olor de la sangre fresca.
Klarotah levantó una mano, extendiendo uno de sus largos dedos y las crisálidas volvieron a abrirse, liberando a los Compañeros.
El Illithid traidor se giró hacia Martin y le entregó su arma. Mientras los demás recuperaban sus pertenencias habló.
- No hay tiempo. No había otra manera. -dijo a modo de disculpa. Martin observó la sangre que había dejado la batalla contra K'Varn en el desollamentes, ahora fue consciente de que apenas movía uno de sus brazos, herido por uno de los rayos mortales del contemplador loco. - Debes clavar tu arma en mi. Les diré que el Elegido de la Reina Cuervo consiguió liberarse y saltaste sobre mi. - Mientras Helayna, a sus espaldas, comenzaba a dibujar frenéticamente los símbolos necesarios para transportarlos a todos fuera de allí, Klarotah, despacio, de manera casi temblorosa, apoyó su mano en el hombro del semi-elfo. El último gesto que demostraba hasta donde le había transformado su tiempo con ellos.
- Debes hacerlo. Confío en ti. - le dijo. Sus siguientes palabras sólo las escuchó Martin - No dudes más de ti mismo. Ella te necesita. -
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Martin parecía algo alterado ante el inminente devenir de los acontecimientos, todo estaba pasando muy rápido, y aunque en parte se había resistido muy en su interior a aceptar un destino tan terrible, finalmente, si era la voluntad de su Reina, así sería.
Cuando el semielfo fue liberado tras ver la decapitación del elfo oscuro, escuchó atentamente las palabras de Klarotah, fue cuando la llama de la esperanza volvió a avivarse en su corazón. Quizás si eran capaces de cambiar las cosas, o las personas y criaturas que se iban encontrando, aún había un camino, por remoto que fuera, para poder derrotar a todo un culto y sus nefandos objetivos.
Las confusas palabras del Illithid hicieron que su mirada primero se desviaran casi instintivamente hacia Ash, para luego pasar a Seeker, pero su atención se centró de nuevo al sentir el tacto del brazo sano de Klarotah sobre su hombro. Asintió sintiendo de nuevo el roce del pulido pomo de su espada corta en su mano y por un momento cerró los ojos, apoyando su otra mano libre sobre el hombro de su "colega" de aventuras. Él había luchado y nunca había abandonado la idea de volver con los suyos, incluso cuando estos le consideraban un paria, su meta era ayudarles a liberarse del yugo de K'varn, incluso cuando el rechazo fuera su única recompensa, quizás... este acto, y el tiempo pasado con la compañía de los fragmentos extraordinarios, había despertado algo de empatía en la criatura, y ese fragmento de sensibilidad, por diminuto y extraño que fuera en esa mente alienígena, pudiera en un futuro crecer para entender la paradoja de su civilización, ... esclavizando a su vez a otras razas para someterlas a su voluntad y el pesar que eso causaba.
No iba a matarle, ... se concentró en su otrora pasado como asesino, trayendo esas enseñanzas de como asestar golpes no letales, pero que lo parecieran... casi toda su pasada vida había aprendido como arrebatar vidas de la manera más eficiente y rápida posible, y esto le había otorgado la sabiduría para saber como hacer para no quitarla también. La anatomía de un desollamentes era algo ajena a él, pero se basó en las historias de su maestra, también habitante de la suboscuridad, y de como combatían a estos seres, como dañarles y como destruirles... Martin focalizó toda esa información para ejercer justamente el efecto contrario, incapacitarle. Cuando llegó el momento no dudó en asestar su lenta estocada, en la parte baja del pecho, hundiendo su hoja sin dudarlo y sintiendo junto a Klarotah el dolor que causaba cada centímetro de metal perforando sus entrañas... Mientras esto pasaba, su mano se aferraba más fuertemente al hombro de su víctima, mientras combatía por no dejar escapar demasiadas lágrimas... ¿debilidad? o ¿afecto?... eso prefirió guardárselo para sí mismo.
Cuando acabó, sujetó al Illithid con sus dos brazos y lo tendió con suavidad en el suelo de la sala de incubación, pesaba menos de lo que pareciera en un principio, ... icores parecidos a sangre brotaban de la herida abierta mientras colocaba las dos manos de Klarotah sobre la herida...
- Aprieta con fuerza... superarás esto... y por fin tendrás tu destino completado...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Morko no entendía nada de lo que acaba de pasar, pero todo parecía indicar que Klarotah seguía de su lado, sintiendolo por no poder curarle, cogió presto a Kheluzburk y se dispuso a defender la puerta por si alguien intentaba acceder a la extraña sala mientras Helayna acaba de conjurar.
Klarotah apoya su cabeza en la base de la pila.
- Debéiss.. - una tos le impide seguir y entre sus tentáculos aparece sangre morada - Debéiss partir... han ssentido mi dolor... esstarán aqui pronto... -
Martin se separó del Illithid el cual miró hacia el grupo que ahora se reunía tras el círculo de runas pintado por Helayna en el suelo apresuradamente. Un fulgor grisáceo comenzó a surgir de las runas mientras la maga recitaba las últimas palabras del hechizo que les sacaría a todos de allí.
Su mirada se encontró con la de Helayna. Sus ojos amarillos se reflejaron en los negros de la shadar-kai. El contacto mental de Klarotah fue sólo para ella.
- Esspero que encuentress lo que anhelass. Yo... -
La puerta se abrió de golpe y entraron tres Illithid que extendieron las manos y sus poderes psíquicos para intentar detener a los osados aventureros.
Con un último fogonazo de luz blanca Helayna terminó el hechizo y durante un segundo ninguno pudo ver nada.
Parpadearon y la luz fue disminuyendo.
Helayna cayó de rodillas en un suelo de mármol.
Unas manos la agarraron por los hombros. Su primer instinto fue gritar y apartarse, en su mente casi podía ver a uno de los illithid abalanzándose sobre ella para cubrir su cabeza con los tentáculos y devorar su cerebro.
- Shhh shh.. soy yo Helayna - la voz de Khelben Arunsun atravesó el velo de su confusión y miedo. - Estáis en mi torre. A salvo. -
PbP Character: A few ;)
Zevatur siguió a los Iilith con. Días, depués de la larva tendrían días... Esperaba que eso fuese suficiente para curarles o para salir de allí. Con aun más aprehensión aceptó las indicaciones. Inmovilizado se empezó a preguntar si había sido una buena idea…
- Ven con nosotros… ¿quizás puedas fundar una nueva colonia en la superficie? – dijo a Klarotah temiendo por su vida después de la traición a la colmena. Después saltó hacía el portal, donde se quedo esperando a ver si aparecía el Iilith.
Zevatur, Rolthos
La ruta hasta llegar a la sala de las conversiones se había caracterizado por una mezcla de emociones contradictorias en la hechicera. Observó a Klarotah a lo largo de camino, hierático y firme, buscando en su silencio alguna señal que le mostrara sus verdaderas intenciones. No la halló y el temor a un destino fatal se entremezclaba con la confianza depositada en él. La esperanza era lo único que les quedaba.
Sin alternativa, obedeció las órdenes del illithid y soltó con suavidad su bastón con un leve temblor en la mano. Besó a Ash y se introdujo en la incubadora. El líquido morado empapó su ropa, quedando paralizada, y pensamientos fatídicos surcaron su mente.
Intentó con dificultad girar la cabeza para que su última imagen fuera el rostro de Ash. ¿Tenía razón su amado y querido líder?¿Había sido una ingenua al confiar en un ser que solo mostraba frialdad y cuyo objetivo se centraba en la dominación de otras razas? Recordó el momento en el que Klarotah le salvó la vida y en aquella sutil caricia de uno de sus tentáculos en su hombro. Se aferró a aquellas imágenes para no abandonarse al pánico y a la desesperación.
Cuando el desollamentes recogió el arma de Martin del suelo y cortó de un tajo la cabeza del drow, Helayna cerró los ojos destensando todo su cuerpo, mientras una sonrisa de alivio y agradecimiento se dibujaba en su rostro y un profundo sentimiento de orgullo hacia Klarotah la invadió. Las crisálidas se abrieron y saltó de aquel habitáculo con rapidez, sin tiempo que perder.
Mientras conjuraba el portal que les devolvería al exterior, podía escuchar las palabras del pulpoide y la conversación con Martin. La concentración requerida para el hechizo no permitía ni un ápice de distracción y esta vez no pudo permitirse intervenir. Escuchó también cómo Zevatur le invitaba a huir con ellos. La elfa sabía que Klarotah no accedería. Al igual que ellos pertenecían al mundo exterior, él pertenecía a la suboscuridad y su Colmena.
En el último segundo, cuando su mirada se cruzó con la de Klarotah, Hela le dirigió una sonrisa y la imagen de un abrazo que intentaba transmitir todo su agradecimiento. Le lanzó un pensamiento rápido a modo de despedida, sabiendo que sería la última vez que viera a su extraño y fugaz compañero de oscuridad.
- Gracias compañero, amigo... siempre permanecerás en mis pensamientos. Búscanos si nos necesitas -
No pudo estirar más el tiempo, no pudo escuchar las últimas palabras que el Illithid intentó transmitirle. Todo se precipitó en una imagen caótica y terrible en la que varios desollamentes irrumpían en la habitación y se dirigían hacia ellos para sorber sus cerebros. Y luego la luz cegadora que les envolvió en un silencio abismal.
De rodillas sobre el frío suelo, Hela gritó al sentir unas manos sobre sus hombros. Abrió los ojos al escuchar una voz conocida, mirando a su alrededor desorientada, reconociendo la sala por la que pocos días antes habían accedido a la ciudad de los enanos. Recorrió con su mirada a cada uno de sus compañeros, asegurándose de que todos habían llegado sanos y salvos y un sentimiento de tristeza al comprobar, como ya sabía, que Klarotah no estaba allí.
Se abalanzó hacia Ash con lágrimas en los ojos, producidas por la tensión acumulada y la alegría de saberse a salvo.
- Lo hemos conseguido, estamos en casa - le susurró mientras se dejaba sostener en sus brazos, exhausta.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La luz blanca envolvió al semielfo justo cuando había dejado con delicadeza el cuerpo de Klarotah en el frío suelo de texturas biológicas y la puerta se vino abajo dejando entrar a una multitud de enemigos sedientos de su masa cerebral. Todo se volvió prístino, luminoso, tan sólo por unos segundos quizás, aunque al agotado explorador se le antojaron minutos enteros. Se sintió aliviado al sentir en su hombro el ligero peso de su fiel compañero "Seeker", y que éste viajaría con él gracias a la veterana hechicería de Helayna.
Sintió paz en esos momentos, fue un sentimiento extraño, casi tan alienígena como las salas que acababan de abandonar en la suboscuridad, pero intentó disfrutarlo dejándose arrastrar. Pronto, su siempre inquieta psique comenzó a encadenar pensamientos, ¿quizás esto es lo que se siente al morir...? una tremenda tranquilidad acompañada de esa luz pura y cegadora que te guía a un lugar mejor, lejos del sufrimiento y el dolor.
Al abrir de nuevo los ojos pudo comprobar que se encontraba en el salón del círculo arcano en la hacienda y torre de Khelben. El bastardo suspiró aliviado y todo su fugaz estado de transcendencia se evaporó como volutas de humo en una noche despejada, dejando paso a un cansancio y dolor extremo. Sus músculos y huesos chillaban dentro de sí, castigados por las múltiples magias nigrománticas absorbidas que le habían robado la misma esencia vital. Dio un par de pasos hacia el archimago de Waterdeep antes de caer de rodillas exhausto, con las ropas carcomidas de un marinero y un carcaj castigado por el ácido lleno de flechas improvisadas de restos quitinosos de insectos. Más se parecía a un mendigo totalmente desahuciado y punto de abandonar este mundo que a un héroe elegido de nadie.
- Khelben... hemos rescatado a Lady Kima... K'varn ha sido derrotado... Mithral Hall está a salvo...
Tras su frase, expelida casi con sus últimos alientos. Martin se dejo caer en el suelo bocabajo abrazando el agradable frescor de la losa de piedra y abandonando su consciencia al deseado y merecido descanso.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Tras la teleportación Zevatur escucho al hombre y miró a su alrededor, parpadeando. La huida había sido in-extremis y casi no podía creer que al fin estuvieran a salvo. Los últimos minutos de su estancia habían sido terroríficos.
- Gracias, Klarotah... - Murmuró casi sin aliento. Mirando a su alrededor se sintió a salvo. Sin embargo la victoria y la huida le habían dejado un agridulce sabor de boca. A lo largo de las muchas aventuras con sus compañeros se había acostumbrado a salvarse por sus propias manos. Y esta vez, su salvación había estado en las manos de Klarotah. "Como han cambiado las cosas, en el pasado haber salvado el pescuezo de esta forma hubiese sido motivo de alegría. Ahora me preocupa el no haber podido ser lo suficientemente capaz de haberlo hecho gracias a mis medios..." Se sorprendió a si mismo con el pensamiento. Tras los instantes de introspección levantó la mirada y sonrió con seguridad.
Desde luego ya no era aquel muchacho que partió en búsqueda de su familia y de su identidad.
- Bien hallado, Khelben Arunsun.
Zevatur, Rolthos
Ash enarcó una ceja cuando cabeza del drow rodó por los aires, pero pero no desperdiciar una oportunidad era parte de su credo. Salió de la vaina deshaciéndose de ella con repugnancia. Asintió a Klarotha con seriedad y recogió sus pertenencias para cubrir a la maga mientras conjuraba la puerta mágica. En cuanto estuvo lista tiró de ella hacia la seguridad del otro lado.
El fogonazo de luz fue demasiado para sus ojos de lagarto y tardó unos segundos en darse cuenta de donde estaban. La torre de Khelben, zona segura.
—Tengo que admitir que eso sí ha sido desinteresado. Quizá me equivocara con ese Illith después de todo —dijo pensando que era eso o es que el illith era emasiado listo y no eran capaces de ver su jugada.
Observó el estado de todo el mundo y sonrió viendo que saldrían de esta. Besó a Helayna y sin separarse de su lado arrojó a los pies de Khelben el bulto envuelto en su capa roja que había ido cargando desde el templo de los illith.
—Ahí tenéis archimago, el Cuerno de Orcus que obraba en poder de K'varn —sonrió jactancioso a pesar de la mugre que le cubría—. Malo será que no sea uno de los fragmentos que buscamos.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Khelben y Laeral se encargan de asistir a los agotados aventureros. Primero les alojan por una noche en la propia torre y, tras demasiado tiempo, todos los miembros de la Compañia de los Fragmentos Extraordinarios disfrutan de un buen baño caliente, una ovípara cena y un mullido y cómodo colchón. Pero sobretodo, disfrutan de la sensación de seguridad que la Torre Blackstaff les brinda. Durante la cena hablan poco y sus anfitriones no les presionan con preguntas ni pesquisas sobre sus viajes. Sí envían, sin embargo, un mensaje a Mithral Hall para tranquilizar e informar a los enanos.
A la mañana siguiente incluso aquellos con sangre élfica se levantan tarde y disfrutan de los mullidos colchones y las cálidas mantas hasta bien entrada la mañana. Un revitalizante desayuno les es llevado a la cama por invisibles sirvientes del mago, y más de uno vuelve a disfrutar de un baño en las bañeras mágicas en las que pueden regular la temperatura del agua a su gusto.
A la hora de la comida se reúnen, prácticamente al mismo tiempo sin haberlo acordado, en la misma sala donde ya cenaron.
Presentes están sus anfitriones, Khelben y Laeral, Kima y Finathiel, así como Volo y, recién llegado gracias a las mágicas artes de Khelben, Bruennor Battlehammer.
Aunque hay una copiosa comida, en general se come poco y todos escuchan con avidez las aventuras y desventuras que les han acontecido en la Suboscuridad.
PbP Character: A few ;)
Una de las primeras cosas que hizo Zevatur fue convocar a Canela de nuevo, el cual maldijo haberse perdido la oportunidad de no haber podido intervenir en el combate. Pero disfrutar de la comodida y del alojamiento lujoso, despues de haber pasado tanto tiempo durmiendo apretujado bajo las cupulas de Gothwer, revigorizo el animo de Zevatur y Canela. Asi en las reuniones relataron con bastantes detalles sus experiencias en la suboscuridad.
- Al final K'Varn era un beholder que del alguna forma subyugo a toda una colonia de Iiliths. La verdad es que no tengo ni idea de como lo hizo. Y en cualquier caso en el caos del combate no tenia ninguna repercusion. Tambien la corona duergar... Demasaido enemigos ahi abajo ahra. Aunque tambien algun aliado.
Zevatur, Rolthos
Bruennor no puede evitar sonreir cuando las noticias de la caída de los reyes duergar le es relatada, aunque no deja de estar preocupado.
- Parece que habéis hecho mucho más que detener un ataque contra Mithrall Hall muchachos. Gracias por el aviso. - Le dice a Guilbert devolviéndole una figurita talalda de un cuervo - Yo destruiría esa cosa, o hasta la enviaría de vuelta... - dice refiriéndose a la corona - los duergar pueden ser verdaderamente obstinados y vengativos. LLevarla con vosotros es pintaros una diana en la espalda. En cualquier caso - palmea el hombro de Morko - Tu padre estaría orgulloso de ti muchacho. -
- Respecto a la forma en que K'Varn dominaba a la colonia Illthid... - dice Laeral - supongo que el Cuerno de Orcus tenía algo que ver. ¿Está en las estancias de Bahamut Lady Kima ? -
Kima asiente
- Así es. Y allí permanecerá. Ya que no podemos guardarlo en las Cámaras de Waterdeep... ya que nadie puede encontrarlas ¿ Verdad Khelben ? -
Khelben sonríe
- Por desgracia no. Nuestras pesquisas para volver a hallarlas no dan sus frutos. -
PbP Character: A few ;)
La deliciosa comida tras interminables días en la suboscuridad y el ansia de intervenir en la conversación hizo que Zevatur hablase con la boca llena, tapándosela con la mano. - Investigar y averiguar donde están esas cámaras podría ser un buen paso para nuestro grupo si no encontramos más pistas acerca del culto del dragón. Reunir recursos para luchar contra el culto sería un buen cambio... Tomar iniciativa en vez de estar siempre reaccionando a lo que nos pasa. Tras acabar de tragar la comida acabo dando un pequeño golpe sobre la mesa. - ¡Tomar el control!
- Y hablando del culto, tuvimos visiones varias con ese asunto. - Dice Zevatur relatando, una vez más con ayuda de las proyecciones mentales de Canela, las visiones del sueño sobre el culto del dragón. – La montaña, los cultistas, las caras... ¿Os suenan de algo?
- El cuerno... ¿Se podría destruir, reconvertir? ¿Qué podemos hacer con él? ¿La corona, quizás podríamos pedir algún rescate? ¿O alguna tregua o alianza de los duergar para algún favor para los de Mithrall Hall?. Yo dejaría la corona en manos de los enanos, ellos sabrán mejor que hacer con ella... No veo motivo para regodearnos en nuestro magnicidio.
Zevatur, Rolthos
Ash también disfrutó de las comodidades de la torre con deleite, particularmente de los baños en compañía de Hela.
Durande el ágape sonrió con aprobación al ver el buen humor de Zeb. Dejó que Zeb y Guilbert relatara las hazañas de Los Fragmentos Extraordinarios asintiendo de vez en cuando con un a media sonrisa. Cuando encontró el momento, relató su sueño sin pudor, a pesar de hayarse entre personajes tal ilustres, tratando de no dejarse detalle. Quizá ellos supieran ver algo útil entre las nieblas oníricas.
Sin embargo lo que más le interesaba de la velada era Helayna y no veía el momento de que acabará para poder volver a estar a solas. Si todo el asunto del Culto alguna vez había tenido algún sentido era ahora, por ella. El resto del mundo podía irse al infierno.
—¿Qué hay del Culto? —preguntó sin embargo a Khelben y Laeral— ¿Algún movimiento mientras estábamos ahí abajo? ¿Y qué salones son esos que decís haber perdido? —añadió con curiosidad.
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- El Culto ha hecho movimientos hacia el Norte como la propia Kima os ha confirmado, creemos que están buscando la Máscara Blanca allí. Pero hace años que un extraño efecto nos impide ver más allá del Muro del Mundo y no podemos conseguir ver sus movimientos.- comenta Laeral a las preguntas de Ash - Parece haber rebajado el nivel de los ataques a las poblaciones pero los Arpistas nos informan que sus espías y operativos están buscando algo en Waterdeep. -
- Así es - interviene Volo - Y eso responde también a la pregunta que has hecho Ash. Con la muerte del anterior Lord Desenmascarado hemos perdido la habilidad de acceder a las Cámaras de Waterdeep. Corren muchos rumores sobre su contenido y muchas son las facciones interesadas en acceder a ellas. Por eso capturaron a Floon y Renaer. Xanathar es uno de los que está buscando las Cámaras. Hemos sabido que el Culto también está tras su pista y algunos otros, aunque aún desconocemos quienes más. ¡Por cierto! - añade alegremente - ¡vuestra casa está lista para ser ocupada por sus orgullosos y nuevos inquilinos! ¡He elegido los muebles yo mismo!
- Por otro lado, no todos son noticias tan preocupantes, o al menos no tanto - dice Khelben - Los ataques de los gigantes que se estaban produciendo han disminuido bastante, aunque se han visto algunos grupos cerca de Goldenfields, la comunidad agrícola más importante de Waterdeep, pero parece que son sólo gigantes de las colinas y algunos ogros, que pueden causar problemas pero no tanto como cuando los gigantes de las nubes estaban implicados -
- Respecto a ese sueño Ash, puede significar muchas cosas pero por los detalles que dices creemos reconocer las espadas que viste - dice Finathiel - se tratan de dos hojas forjadas en Mith Drannor, Aglareb y Mithlaeg eran sus nombres, una pareja de espadas que entregamos como regalo a un leal aliado humano en las Guerras. Curioso que hayas soñado con ellas. Puede que estes destiando a encontrarlas de nuevo... -
PbP Character: A few ;)
Tras su llegada a Waterdeep, el príncipe enano cayó en estado de abatimiento. Durante esa noche sus comportamientos fueron automáticos y no prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor.
En su habitación, Morko no paraba de recordar el último enfrentamiento donde no había sido de ninguna utilidad, es más fue fácilmente dominado por su enemigo.
Las correrías por infraoscuridad le hacían dudar de cuál es su misión. El resto de sus compañeros pareceren dedicados en cuerpo y alma a destruir el culto, pero para Morko la reconstrucción de su hogar y su gente pesaba mucho, cada vez más en su corazón y creía pensaba que esa faceta la estaba dejando de lado. Con esos pensamientos se fue a dormir, inquieto e intranquilo.
Taciturnamente se unió a la comida con sus compañeros y antes le alusión directa a su padre replicó tras dar un sorbo a su cerveza:- No estoy tan seguro de eso, mientras yo me voy de aventuras mi pueblo sufre y mi ciudad yace en ruinas. No es algo de lo que un príncipe pueda sentirse orgulloso. Está misión me aleja y expone cada a peligros cada vez mayores, no sé si puedo comprometerme con ella como el resto de los fragmentos... tengo otras obligaciones que atender y llevo tiempo descuidandolas. Estas últimas aventuras me hacen dudar de si estoy haciendo lo correcto, no me malinterpreteis sé que acabar con el culto es fundamental, pero también lo es cuidar de lo que queda de mi gente y tratar de reconstruir nuestro hogar.-
Con un suspiro guardo silencio