Martin abandonó la sala presidida por el círculo arcano tras Gowther, su estado de ánimo parecía demasiado pesado, agotador, y aún así estaba de acuerdo con cada palabra que había destilado Ash en su primera intervención con los altos hechiceros... y no le había terminado de convencer la respuesta obtenida por parte de tan poderosos "aliados". En cualquier caso, el aura de desolación que emanaba el "hoja cantante" parecía impregnar también profundamente al semielfo, y de algún modo, de nuevo, se sentía como si le hubiese vuelto a fallar.
Con una mirada rápida y furtiva de soslayo a Zevartur, le hizo entender casi de manera suplicatoria que se encargara durante un tiempo de la muchacha, y tras esto se marchó a asearse y descansar en soledad, o al menos a intentar conseguir todo el aislamiento que una decena de fantasmas recordándole constantemente su continuo fracaso le permitirían.
Horas después apareció en el gran salón justo a tiempo de atender a la disertación del líder de los fragmentos, que escuchó atento asintiendo en silencio, más para sí mismo que para algún espectador externo. Apoyado contra una de las paredes sobre uno de sus hombros, el bastardo jugaba distraídamente con una de sus dagas, mientras su mente pasaba de la atención más absoluta a la historia de Ash, pasando por dejarse llevar más allá de la estancia o la torre donde se encontraba, dándole mil vueltas a todos los detalles o estrategias futuras y a los diferentes caminos que el futuro les deparaba.
Por alguna extraña razón, un helado escalofrío recorrió su espalda... y no pudo evitar sacudirse, antes de volver a apoyarse sobre la exuberante pared del salón, que le servía de improvisado soporte a su cansado cuerpo.
Y con un fogonazo todas las respuestas que ansiaba se difuminaron en el olvido del espacio y el tiempo. A escasos centímetros.. apenas unos segundos.. y desapareció bajo el dedo desintegrador de la dama Cassalanter, sin poder tocarla, abrazarla y sentir el cálido roce de sus labios por última vez. Cenizas y una espada que ahora sostenía de rodillas en el círculo de la Gran Torre de Hechicería era todo lo que le quedaba de su pasado, de su Orden y de su único gran amor. SI aquello había sido una victoria tan solo esperaba no vivir mas como aquella. Otra vez tuvo que sentir como uno a uno sus compañeros iban cayendo inertes al frio suelo de aquella cripta. Superados por los enemigos y los propios sentimientos de impotencia.
Uno a uno sus maltrechos compañeros abandonaron el círculo de teleportación, algunso entre reproches, mientras Guilbert permanecía de rodillas sujetando el enorme mandoble con la rosa en el pomo y las ramas espinosas en la guarda. Sentía un gran vacío dentro que obasorbía no solo las pocas fuerzas que le restaban, también la mala sangre. "¿Había sido Franccesca la culpable de la caíada de la orden?" No podía guardarle odio.. no ahora que la había recuperado y perdido de nuevo, esta vez para siempre. Fuera culpable o no, le había dejado tarea.. tenía que cumplir su palabra y encontrar a su hijo.
La mañana encontró al grupo que se fue reuniendo en su conocida sala poco a poco.
Laeral ya estaba allí, junto con Khelben. Sus anfitriones no dijeron mucho mientras el grupo se reunía. Tenían mejor aspecto, y sus heridas estaban sanadas gracias a la magia y el descanso, pero sus preocupaciones no habían desaparecido y aquellos que habían sufrido el potente veneno del peligroso asesino, aún sentían sus músculos doloridos y la punta de sus dedos dormidas. Sin duda utilizaba una potente neurotoxina, dedujo Gowther, emponzoñando los filos de sus mortíferas dagas.
- Buenos dias a todos. Espero que hayáis descansado bien - dijo Khelben cuando todos se hubieron servido algo de desayunar - Pese a lo duro de vuestra infiltración en la casa de los Cassalanter, no disponemos del lujo del tiempo. Creo que la Piedra ha demostrado cierta... iniciativa- dice mirando a Martin e invitándole así a contar su experiencia.
Pero Ash interrumpe preguntado a Laeral sobre la niña.
- Veréis -dice tras intercambiar una mirada con Khelben - Se dispusieron ciertas medidas para evitar que la Cámara y su contenido cayese en manos equivocadas. Una de ellas es que sólo el portador de la Piedra puede conocer su ubicación y las llaves necesarias para su apertura.La misma naturaleza de la Piedra hace que, si cambia del portador, el anterior olvide todo lo referente a la Cámara. Pero además, hay un Guardián. No sólo de la Cámara si no del Cetro. Las mismas salvaguardas que se aplican a la piedra se aplican al Guardián. No recordamos su naturaleza, ni su aspeco ni su nombre. Tan sólo que es muy poderoso y es nuestro aliado claro está. Sospechamos que la niña está relacionada con ese Guardián. Cómo exactamente no lo sabemos. -
El guerrero se movió incómodo en su sitio, no del todo satisfecho con la explicación de la dama élfica. No le hacía ninguna gracia seguir jugando a todo aquello, a pesar de que Khelben daba por sentado que lo harían. ¿Sería aquello una amenaza velada del Lord? Habían transitado por este asunto de la Piedra y el tesoro de al ciudad a ciegas desde el principio y les había ido de muy poco en todos los encuentros con los que ansiaban el artefacto. Una y otra vez Tymora les había sonreído en el último segundo, pero hasta la Dama de la Fortuna tenía un límite. Era cierto que El Culto Al Dragón también estaba interesado en echar mano a ese tesoro, pero Aguasprofundas tenía sus propios héroes.
En silencio, observaba a Martin atento a cuanto tuviera que decir. Si él había estado guardando la Piedra quizá por fin tenían información de calidad.
Martin se incorporó de su discreta posición apoyado contra la pared y quizás algo alejado del resto, no parecía nada cómodo hablando en público, incluso si tenía confianza con la gente, así que dirigirse a sus amigos y además a dos de los más altos lores de la ciudad para él significaba un acopio de asertividad del que no solía disponer.
- Yo ... esto ... si, parece que la piedra tiene algún tipo de fijación conmigo, puesto que después de entregársela a Laeral, volvió a aparecer esta noche entre mis posesiones, como si ésta me llamara, o yo a ella... no lo tengo demasiado claro...
El bastardo hurgó entre los bolsillos secretos de su capa y extrajo la preciada roca, enseñándosela a todos los presentes.
- El caso es que últimamente he tenido algunos sueños extraños, que quizás estén asociados a las diferentes posiciones de las llaves que menciona Lady Lareal, así que quizás pueda describirlos y entre todos podamos intentar localizarlos - Carraspeando y aclarándose la garganta, el mestizo comenzó a intentar rememorar sus últimos recuerdos acerca de su vívida experiencia onírica pasada - La primera de esas llaves parece estar situada por el distrito de los muelles, puesto que podía oler el mar y escucharlo a mi izquierda aunque no lo veía. Tan sólo veía el viejo molino abandonado frente a mi. En mi mano derecha había algo. Miré y dí un respingo. Allí reposaba un pedúnculo con un ojo que me miraba sin ver. Curiosamente no sentía la viscosa sensación de sujetar tal apéndice. Parecía hecho de... pergamino.
Tras una breve pausa, el fantasmal semielfo consiguió enlazar la segunda visión.
- Al parecer el segundo lugar que me viene a la memoria consistía en un majestuoso salón del trono, estaba arrodillado frente a un trono majestuoso, hermosamente tallado. Frente a mi, una Reina cubierta por una largo y ceremonial traje plateado me entregaba algo. No podía ver su rostro, una poderosa luz dorada emanaba de ella.
Ensimismado en sus propios pensamientos, Martin volvió a hablar para terminar con un tercer sueño:
- Esta vez sólo sentí la música incluso antes de escucharla. Estaba bailando al son de una música pegadiza y vibrante tocada por gaitas. Sabía que esa tonadilla se me iba a quedar metida en la cabeza durante varios días. Dejadme que la intente tatarear...
Con gran torpeza, el improvisado bardo destruyó los tímpanos de todos los allí presentes intentando emular una melodía, pero la falta de sentido musical destrozó la obra con creces. Dándose cuenta del desastre de su interpretación, el pícaro-explorador cortó la canción y prosiguió retomando un semblante de nuevo serio y oscuro.
- En cuanto al guardián, me pareció escuchar su nombre en el mismo sueño, Aurinax, un enorme y poderoso dragón dorado, ... lo que me recuerda que la chiquilla no paraba de mencionar que tenía un pariente que venía a visitarle de vez en cuando a su desvencijada y abandonada casa cuando me la encontré, pero que al parecer hacía mucho tiempo que no se pasaba... ¿podría estar refiriéndose a este "Guardián"?
Al fin a salvo, Zevatur, respiró con calma. De pronto sin la urgencia de su atención en la supervivencia sintió el terrible golpe que el monje le había dado en la cara. El dolor se acentuó y presintió que un enorme hematoma aparecía en la piel. Observo a sus compañeros parlamentar y resumir la situación. Sus emociones le hacían sentir la pesada carga de la derrota, aunque en realidad habían sobrevivido, habían rescatado a la niña y mantenían la gema de la discordia.
Se llevó a la niña mientras Martin descansaba y se recuperaba. Con la ayuda de Canela la entretuvo y calmó sus preocupaciones, al poco ya estaban jugando él, Canela y ella. Calmarla tuvo un efecto balsámico en su estado de ánimo y el sentimiento de derrota desapareció diluido en su inocencia.
Tras el descanso y habiendo ya corroborado el moratón en la cara, Zevatur acudió a la reunión con el resto de sus compañeros. El sentimiento de derrota iba dando paso a uno de rabia y determinación. “Para el próximo… para los próximos combates debo de estar más preparado, más atento, más listo” se dijo a sí mismo.
- ¿Qué quiere decir que la piedra ha mostrado cierta iniciativa… ¿Que ha pasado?– Dijo con preocupación. Al verla salir del bolsillo de Martin dio un respingo levantándose de la silla – ¿La llevamos a la mansión con nosotros, sin saberlo?… ¡Eso es… eso ha sido un gran peligro! No solo nuestra vida ha estado en juego, si no el futuro de…- Dijo sin acabar y dejándose caer en la silla.
Después escuchó las palabras de Martin con curiosidad. - Quizás yo pueda saber a qué se refiere ese pedúnculo pergaminoso de los muelles... La localización es bastante exacta, enfrente del molino y con el mar a la izquierda... - Intentaba recordar que había allí, que edificios, registros o almacenes. – Parece fácil encontrar ese lugar simplemente yendo allí.
Escucho las otras historias hasta que menciono el dragón dorado. – ¿Conocéis a Aurinax, conocéis alguna forma de contactar con él? – Pregunto con curiosidad a los Lores de la ciudad.
- El molino lo conozco.... recuerdo algunos datos acerca de él. Alguna vez jugamos allí y alguna vez vimos a algún vagabundo, pero... nunca... nunca le prestamos mucha atención. Es extraño, algo así debería haberse convertido casi en nuestro cuartel general favorito. -Tras una pausa nostálgica recordando sus antiguos años en la ciudad prosiguió - Es bastante antiguo... diría que construido en los primeros años de la ciudad, pero poco usado desde hace unos 50 años me dijo una vez un alguacil. Según contaba el puerto creció mucho y no era conveniente, incluso se intentó usar como almacén, pero también se abandonó ese uso. Nunca vi a nadie ocuparse de su mantenimiento, pero siempre ha estado en buenas condiciones de observación, algo debe de tener.
Un leve aguijonazo de dolor recorrió su cara, trayéndole desde su infancia a la más dura realidad de su etapa adulta.
- Recuerdo cuando era niño los pedúnculos de las flores de la tapia... - Canela que estaba jugando con la cría de humano se detuvo un momento “Céntrate! Zevatur" le recriminó mentalmente - Ah humm si si... es verdad que hemos luchado con K’vanr hace poco, pero... ¿No habíamos visto una tienda que tenía un contemplador en la fachada? Esos dos y Xanathar son los únicos que conozco. - Dijo Zevatur relacionando lo que había descrito Martin.
- Hmm interesante - dijo Khelben - Parece que la Piedra se comunica con su portador a través de los sueños de este y le da pistas sobre dónde y cómo entrar en la Cámara... -
- ¿Se os ocurre qué pueden significar las otras partes de los sueños de Martin? - pregunto Laeral a Los Fragmentos, aparentemente divertida por el puzzle que se les presentaba.
El guerrero se movió incómodo en su sitio, no del todo satisfecho con la explicación de la dama élfica. No le hacía ninguna gracia seguir jugando a todo aquello, a pesar de que Khelben daba por sentado que lo harían. ¿Sería aquello una amenaza velada del Lord? Habían transitado por este asunto de la Piedra y el tesoro de la ciudad a ciegas desde el principio y les había ido de muy poco en todos los encuentros con los que ansiaban el artefacto. Una y otra vez Tymora les había sonreído en el último segundo, pero hasta la Dama de la Fortuna tenía un límite. Era cierto que El Culto Al Dragón también estaba interesado en echar mano a ese tesoro, pero Aguasprofundas tenía sus propios héroes. Que se encargaran ellos.
En silencio, observó a Martin atento a sus premoniciones oníricas. También escuchó a Zevatur mientras cruzaba los poderosos brazos sobre el pecho. Parecía que todo aquello ya estuviera puesto en marcha a su pesar. Martin no había pedido esa responsabilidad, esa condena, no podía simplemente dejarle en aquel lodo. Apretando la mandíbula un momento y con una mirada austera a los lores abrió por fin la boca.
—El viejo molino abandonado de los muelles y un pergamino con un pedúnculo con un ojo. El sitio que dice Zeb pinta bien aunque a mí también me suena una guarida de ese mafioso de Xanatar —asintió a su compañero—. Un salón del trono y una Reina cubierta por traje plateado que entregaba algo a Martin, mientras una poderosa luz dorada emanaba de ella ocultando su rostro. ¿Una de los Lores ocultos? ¿Alguna alta clériga de Lathander o Selune? —inquirió a Laeral—. Musica pegadiza de gaitas y baile. Gilbert, ¿te suena de algo eso que ha cantado nuestro amigo? ¿Algún antro? Es tu instrumento —animó al bardo—. Aurinax, el dragón dorado, guardián de la Cámara y pariente de la chiquilla. Quizá ella sepa como encontrarle —miró a Zeb— ¿Te encargas? Parece que hacéis buenas migas.
Se tomó un momento para seguir mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra.
—Lo que está claro es que tratar de combatir no tiene sentido —negó—. Cada vez que lo hemos intentado nos han zurrado pero bien. Tenemos que ser más rápidos que nuestros enemigos. Y sospecho que, entre la magia y los espías, tendremos poco tiempo en cada emplazamiento antes de que aparezca alguno de ellos. Cuando eso pase, nos largamos de allí. ¿Cielo puedes ayudarnos con eso? Ese círculo tuyo, memoriza cuantos puedas —cariñosamente a Helayna —. Esperemos que para entonces ya tengamos cada llave.
- Hmm aunque no conocemos su ubicación exacta, sabemos a ciencia cierta que la guarida de Xanathar el Loco está escondida en lo profundo de las catacumbas que hay bajo el alcantarillado de la ciudad. No... la Piedra sólo revela cosas relacionadas con su propósito, y su propósito es guardar la ubicación de la Cámara y revelársela a su portador. Y al parecer las llaves que son necesarias para acceder a ella. -
- Respecto a la posible identidad de esa misteriosa mujer - interviene Khelben pensativo - Creo querida que puedes ser tú misma. Las ideas de Ash el Magnífico no están desencaminadas, desde mi punto de vista. La Piedra envia mensajes algo confusos y el mundo onírico es siempre bastante subjetivo, siempre sujeto a las vivencias y recuerdos del soñador. No descarto que la Piedra utilice esto para dar pistas sobre los elementos que son necesarios para acceder a la Cámara. Martin, desconozco si en algún momento de tu pasado tuviste una audiencia o contacto con alguien de la realeza, pero creo que una reina debe darte algo, un presente. ¿No recuerdas qué era? Entiendo -responde cuando el semielfo le asegura que no pudo ver de qué objeto se trataba - entonces el objeto en sí no es importante si no el gesto.... -
Cruzó las manos delante de su rostro, extendiendo los dedos índices y dando algunos golpecitos entre ellos.
- Los ropajes plateados creo que nos dan otra pista - dice mirando a los ojos a Laeral - ¿Tú no querida? -
Ella medio sonríe
- Hace tiempo que dejé mi trono para venir a vivir con vos... -dice con tono de fingido reproche - pero como dice Ash quizá es suficiente con que uno de los Lores Ocultos actúe... -
Se vuelve hacia Martin.
- Dime Martin Shadowleaf. ¿Qué puede ofrecerte esta reina en el exilio como presente? -
Hela se había mostrado callada y distante desde la vuelta del grupo a la torre. Vagaba por los pasillos y se mantenía en los salones en un segundo lugar, igual que una sombra más de su plano de sombras. Quizá era la manera en la que la shadar-kai recuperaba sus fuerzas y recargaba la energía perdida durante aquel enfrentamiento devastador.
Pero, lejos de replegarse en sus propios pensamientos, invertía el tiempo observando con interés a los miembros del grupo, analizando sus palabras y reacciones, sacando sus propias conclusiones.
Aquel encuentro había sido especialmente demoledor para todos. Las primeras palabras de Ash hacia Khelben y Laeral así lo habían demostrado. Entendía la postura de su líder, la carga que soportaba y la frustración de las derrotas que, una y otra vez, les perseguía en cada encuentro. Compartía su dolor y su rabia, pero disentía con él en el objeto de su desahogo. Siempre había considerado a los Archimagos como sus aliados, poderosos personajes de aquel plano que les habían ofrecido su ayuda y su hospitalidad. No intervino ante las palabras de su amado, pero le lanzó una mirada de urgencia a Laeral con la que le rogaba paciencia hasta que los ánimos se calmaran.
Morko y Zevatur parecían los menos afectados por los últimos acontecimientos. Cansados y apesadumbrados, se retiraron a reponerse, como otras tantas veces les había visto hacer después de un combate.
Sin embargo, Gowther y Martin parecían realmente afectados por lo que acababa de suceder, aunque se esforzaron en ocultarlo al resto.
Guilbert era un caso aparte. No podía imaginar el dolor que había sufrido con la pérdida de Francesca. Recuperar a un ser amado para que inmediatamente te lo arrebataran de aquella forma tan cruel, debía ser simplemente insoportable. Era por el que más lástima sentía y al que intentó apoyar con su presencia de la mejor forma que pudo. Helayna no se caracterizaba por su don de gentes, pero transmitía su calidez con pequeños gestos de cercanía.
Tras el merecido descanso, se dirigió al salón junto a Ash para reunirse con el grupo y escuchó atentamente las intervenciones de todos ellos.
Las últimas revelaciones con respecto al extraño comportamiento de la piedra dejaba patente la importancia de Martin en todo este asunto. Una vez más el peso de la responsabilidad caía sobre los hombros del semi-elfo, responsabilidad de la que ella se sentía partícipe. No era de extrañar sabiendo quién era, y ella no olvidaba el verdadero motivo por el que había abandonado el plano de las sombras. Así que fuera lo que fuese lo que tuvieran que hacer, Hela permanecería al lado de Martin hasta el final.
- Haré todo lo que esté en mi mano para ayudar - afirmó ante el requerimiento de Ash, al que sonrió tiernamente - Estoy de acuerdo contigo; otro enfrentamiento directo no tiene sentido, debemos intentar encontrar las llaves sin llamar la atención y sin darle una opción a nuestros enemigos de atacarnos, que por lo visto son realmente numerosos y peligrosos. Y precisamente por eso creo que, aunque no lo parezca, lo estamos haciendo bastante bien - acarició el hombro de su líder en señal de apoyo - Estamos todos vivos, hemos conseguido rescatar a la niña y Guilbert… ha resuelto un enigma de su pasado que, aunque con un desenlace nefasto, estoy segura que en un futuro le devolverá la paz que tanto ansía su alma. Ahora Martin ha sido elegido por esa piedra por alguna razón, así que nos uniremos una vez más para resolver este misterio- la hechicera intentó infundir algo de optimismo al grupo - Nunca nos hemos rendido ante nada y esta no será la primera vez - dijo mientras lanzaba una mirada de complicidad a Laeral.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Las revelaciones iban teniendo lugar lentamenbte en el gran salón. Mientras todos reconfortaban su cuerpo y alma el gran vacío dentro del bardo se acrecentaba por momentos. Sentado en la penumbra de un rincón reposaba su mentón en la guarda con forma de rosa del enorme mandoble de la orden, aún en su sobria vaina de cuero negro y filigranas en plata con motivos vegetales de clara manufactura élfica. Presente pero ausente, así yacía derrotado en la silla mientras todos ponían en común diferencias y pesares.
Solo al escuchar la directa alusión de Martin rompió el ensueño melancólico en el que se encontraba. -Parece la melodía que el desdichado Orly entonaba en la posada donde nos refugiamos.. una canción marinera. Poco Puedo añadir a lo dicho por Zev sobre ese lugar. EL resto debería consultar pero ya estamos en el mejor sitio para esas averiguaciones.- DIjo, con un tono de voz sombrío y apagado.
En otro momento Guilbert hubiera disfrutado la retaila de acertijos y enigmas que Martin describía desde el mundo onírico, pero el pesar podía en el derrotado humano. Había construído una familia a su alrededor, y todos estaban a salvo y en especial la inocente niña que había pagado los platos rotos del descuído de la Compañía de los fragmetnos extraordinarios. Ya no estaba solo pero no podía sentir un terrible dolor por la perdida de Francesca. El último filamento que le unía con su pasado había sido cortado de cuajo y de la manera mas cruel posible. SIn respuesta, sin aclaraciones, tan solo un mar de dudas. En privado pediría ayuda. Las palabras de Hela pese a la buena intención erraban en su fondo. Mas difuso estaba ahora su pasado y cada vez con menos protagonistas para aclararlo.
En medio del debate y con discrección se levantó y abandonó primero el salón, luego la planta y por último la torre de hechicería perdiéndose en la misma ciudad de donde fue rescatado por Francesca.
Martin volvió a las sombras temporalmente mientras el resto de compañeros intentaban aportar sus conocimientos a los enigmas planteados, como siempre, sintió cierta paz mientras se encontraba en segundo plano, sólo acompañado por sus fantasmas..., en cierto modo empezaba a empatizar con Guilbert, y como éste invocaba la ayuda de sus antiguos compañeros en forma espiritual, recogiendo un eco de su pasado, para traerlo al presente y volverles a dar otra oportunidad de combatir contra sus viejos enemigos con honor.
Su mente comenzó a cavilar, dándose cuenta de un detalle que quizás pudiera ser relevante y una complicación extra en su búsqueda actual... carraspeando se atrevió a interrumplir la conversación justo en el momento en que se fijaba como un discreto caballero bardo se marchaba de la sala con el sobrepeso de la pérdida a sus hombros.
- Si Aurinax era el anterior portador de la piedra, y perderla provoca también perder la memoria... quizás éste no recuerde nada de lo que es o fue... de su propósito original, quizás esté viviendo con una forma humana en la ciudad sin ser consciente de que es un dragón dorado y el guardián de la cámara... y por eso tampoco se acuerde de la chiquilla, eso explicaría porque ella me dijo que simplemente un día dejó de visitarla en su lugar especial... ese caserón abandonado donde me llevó la primera vez que me crucé con ella...
Una mirada triste anidó en los violáceos ojos del semielfo, siendo consciente de la dramática historia que había detrás de todo aquello. Sus pensamientos parecieron distanciarse de nuevo de aquel lugar y de aquella torre, viajando hacía el norte, un frío y nevado páramo, donde un destino parecía esperarle no sólo a él, sino a todos... especialmente a Kath.
Su ensoñación, se vio interrumpida abrúptamente por las repentinas palabras y la revelación de Laeral. El silencio se hizo en la sala y repentinamente se encontró con la incomoda mirada de todos los presentes enfocada sobre su persona.
- Dime Martin Shadowleaf. ¿Qué puede ofrecerte esta reina en el exilio como presente? -
El bastardo permaneció mudo y desconcertado... sin saber muy bien que responder, sabiendo que todos esperaban algo inteligente y épico.. Él carecía de ambas cosas.
- No deseo nada mi Señora... yo ... ojala tuviera más control sobre mi vida, sobre lo que me rodea... pero eso no se puede cristalizar en un presente... Con su bendición para que nuestra próxima gesta salga exitosa, ... para variar..., es más que suficiente...
Laeral sonríe tiernamente ante las palabras de Martin.
- Cuentas con mi bendición Martin Shadowleaf -dice la archimaga inclinándose levemente sobre el semi-elfo deposita un cálido beso en su frente - Que mi bendición y mi presente te acompañen en tus gestas y las de tus compañeros. -
El roce de los labios de la mujer produce un extraño efecto calmante en Martin.
- Respecto al efecto de la Piedra en el protector de la Cámara, no lo creo... la Piedra antes pertenecía a Lord Neverthember, el padre de vuestro amigo, no a Aurinax - apunta Khelben con un tono, no obstante, algo preocupado - Sin embargo, coincido en que algo le ha tenido que ocurrir para descuidar a la muchacha por la que ha parecido velar tanto tiempo. Debéis ir con cautela. -
Se meso la barba durante unos segundos.
- Parece que tenemos casi todas las piezas del puzzle. Una ubicación, el viejo molino que parece convenientemente ignorado por todos, pero aún así conservado. Un lugar discreto y que todo el mundo está acostumbrado a ver y cuya presencia no se plantean en el día a dia aquellos que lo ven. Una de las llaves, el presente de una reina, y la otra, una tonadilla marinera. Sigo pensando en la otra... ¿un ojo de pergamino? -
Cuando Martin lo desee, puede activar un Bless que le incluye a él y hasta 6 criaturas más. El hechizo tendrá una duración de 1 minuto. No recomiendo usarlo antes de usar el presente como la "llave" que se supone es.
—Mmm. Acabo de recordar que pasamos por una extraña tienda que hacía esquina en una de las calles del distrito de los Muelles. —Ash entrecerró lo ojos tratando de tirar del hilo del recuerdo— Con la fachada pintada de un púrpura oscuro, con un contemplador en el cartel. Creo que era la Tienda del Viejo Xoblob. Quizá tenga relación con el molino aunque no se muy bien como. Es como si uno de los ojos de ese contemplador de pega fuera llave.
- Creo que tenemos todo para empezar, ir a la tienda esa a ver si localizamos la tercera llave y luego ir al molino... - En la discusión se percató de pronto de que Gilbert había salido de la estancia - Necesitaremos a Gilbert para cantar aquella tonadilla? ¿Aunque no entiendo cómo puede haber sido esa tonadilla la llave... estáis seguros de que una tonadilla popular que escuchamos de casualidad es la llave?
- Deberíamos prepararnos... ocultar nuestros movimientos con disfraces para intentar despistar a los espías que posiblemente vigilan la torre, o que nos puedan avistar en la ciudad.
- Además, entiendo que encontraremos al guardián al abrir la cámara. Quizás si ha tenido algún problema de memoria deberíamos pensar como identificarnos con él, quizás frase, hablare con ella, pero llevárnosla a una misión así de peligrosa no es una buena idea.– Pensó un momento – Yo tengo algo de herencia de dragón, pero no creo que guarde ninguna relación con todo esto.
Tras tomar las precauciones necesarias, cubriendo sus identidades con magia, algunos disfraces improvisados y largas y pesadas capas, la Compañía de los Fragmentos Extraordinarios abandona la Torre Negra y se encamina hacia el distrito de los muelles, en busca de la llave que, aparentemente, les hace falta. Confiando en que Guilbert se una a ellos lo antes posible.
Cuando han recorrido la mitad del camino comienzan a escuchar una hermosa música. Parece venir de todas partes, acercándose hacia ellos y con más y más músicos uniéndose al coro de instrumentos que toca una música solemne y triste. Cada vez más y más bardos por toda la ciudad se unen a la música que se eleva por encima de los ruidos mundanos y cotidianos de la ciudad de los esplendores que, al escucharla, se ve paralizada momentáneamente.
El requiem es hermoso pero triste, causando un pesar en los compañeros que no pueden evitar sentirse tristes y melancólicos. Cuando la música alcanza su climax, las campanas de los templos y las catedrales de Waterdeep se unen al coro, haciendo retumbar las piedras de la ciudad con sus armoniosos sonidos.
Al fin, la música y el repicar de las campanas muere, dejando una sensación de melancolía en los corazones de todos los de la ciudad. La gente continúa con sus quehaceres, no de manera triste o pesada, si no con la profunda reflexión de la pérdida y el sentimiento de tristeza no pesa en sus almas, pero les acompaña tal y como en otros momentos les acompaña la alegría o el júbilo. La música no sólo ha despertado el sentimiento de tristeza en ellos, si no la aceptación de la misma.
Morko, el miembro de la Compañía que quizá más seres queridos haya perdido, enjuaga una lágrima de su ojo en las sombras de su capucha antes de volver a ponerse en marcha siguiendo a sus compañeros.
No tardan en llegar hasta las inmediaciones de la tienda del viejo Xoblob. La puerta púrpura está entreabierta, dejando salir un humo del mismo color al aire de la ciudad. El abotargado contemplador, construido en papel maché, parece mirar en todas las direcciones a la vez con sus pedúnculos falsos, aunque su ojo central está dirigido hacia los cuatro escalones de madera que dan acceso a la puerta púrpura. Tras haber luchado con K'Varn, no sólo las dimensiones son mucho más pequeñas, si no que además, las proporciones no son correctas, la boca es demasiado pequeña, y los pedúnculos demasiado largos. Zevatur no puede evitar un escalofrío, puesto que prefería no saber este tipo de cosas, al menos no haber adquirido esos conocimientos tras una experienca tan traumática.
Un mercader, un peletero por su apariencia, se acerca al grupo y les saluda con confianza.
La música pareció potenciar el efecto de la melancolía que recorría las venas del semielfo últimamente, como si fuera ya parte de su propia sangre. La aceptación de esa tristeza que parecía impregnarlo todo le concedió cierta paz mental momentáneamente, pero sus efectos sobre el ánimo permanecerían por mucho más tiempo. El bastardo se quedó parado junto a los demás de la compañía observando los vapores de color púrpura que seguían atrayentes patrones con cierto corte hipnótico, al menos para él. Mientras batallaba con sus fantasmas internos y los que no lo eran tanto, para decidir si era el primero en entrar en aquel lugar o llevar cualquier tipo de conversación que requiriera una interacción social... Martín lamentó una vez más la desaparición del carismático Guilbert... él hubiera sabido sin duda como manejar una situación así.
La aparición del peletero acercándose al grupo le sacó de su lid interna y con cierta alarma mal disimulada se giró hacia éste, devolviéndole el saludo con un tono carente de emoción alguna.
- Buenos días estimado comerciante... ¿cómo podemos ayudarle?
Martin se arrepintió de cada palabra que salió de su boca, que sonaba a sospecha en cada sílaba que iba desprendiendo en su forzada charla.
Con paso plomizo el bardo bajó desde el campanario del barrio comercial. Lentamente apuraba el aire que quedaba dentro de la bolsa de su gaita. Lo adornos y filigranas en plata brillaban bajo la luz de la luna. Bajo su mascarada podía moverse con falsa seguridad por las calles hasta dar con la siguiente amenzaza.
-Buenas noches dulce Dama, saludos Caballeros -dijo el desconocido comerciante al grupo de aventureros.- Parecen ustedes un poco perdidos y es mas, incompletos para los misterios que la gran ciudad esconde.. ¿verdad?. -Y así como si nada, el peletero desapareció mostrando al bardo por todos conocido. Su rostro demacrado prueba de una herida profunda sin cerrar. Ojos rojos y desaliñado, con la enorme espada que no sabía usar a la espalda. -Hacia donde vamos entonces, mis buenos amigos?
La música hizo que zevatur entrase en un melancólico trance que tan solo fue roto por los terroríficos recuerdos del enfrentamiento con el demente beholder. La réplica incorrecta que había desencadenado los recuerdos también redujo su carga emocional.
- Gilbert! - dijo quedamente. - Eres realmente tu? Somos nosotros! - Dijo levantando la capucha de monje ascético que cubría su peculiar rostro colorado.
- Creemos que una de las llaves está en este lugar... Debemos entrar y buscarla, si la sabemos reconocer....
Martin abandonó la sala presidida por el círculo arcano tras Gowther, su estado de ánimo parecía demasiado pesado, agotador, y aún así estaba de acuerdo con cada palabra que había destilado Ash en su primera intervención con los altos hechiceros... y no le había terminado de convencer la respuesta obtenida por parte de tan poderosos "aliados". En cualquier caso, el aura de desolación que emanaba el "hoja cantante" parecía impregnar también profundamente al semielfo, y de algún modo, de nuevo, se sentía como si le hubiese vuelto a fallar.
Con una mirada rápida y furtiva de soslayo a Zevartur, le hizo entender casi de manera suplicatoria que se encargara durante un tiempo de la muchacha, y tras esto se marchó a asearse y descansar en soledad, o al menos a intentar conseguir todo el aislamiento que una decena de fantasmas recordándole constantemente su continuo fracaso le permitirían.
Horas después apareció en el gran salón justo a tiempo de atender a la disertación del líder de los fragmentos, que escuchó atento asintiendo en silencio, más para sí mismo que para algún espectador externo. Apoyado contra una de las paredes sobre uno de sus hombros, el bastardo jugaba distraídamente con una de sus dagas, mientras su mente pasaba de la atención más absoluta a la historia de Ash, pasando por dejarse llevar más allá de la estancia o la torre donde se encontraba, dándole mil vueltas a todos los detalles o estrategias futuras y a los diferentes caminos que el futuro les deparaba.
Por alguna extraña razón, un helado escalofrío recorrió su espalda... y no pudo evitar sacudirse, antes de volver a apoyarse sobre la exuberante pared del salón, que le servía de improvisado soporte a su cansado cuerpo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Y con un fogonazo todas las respuestas que ansiaba se difuminaron en el olvido del espacio y el tiempo. A escasos centímetros.. apenas unos segundos.. y desapareció bajo el dedo desintegrador de la dama Cassalanter, sin poder tocarla, abrazarla y sentir el cálido roce de sus labios por última vez. Cenizas y una espada que ahora sostenía de rodillas en el círculo de la Gran Torre de Hechicería era todo lo que le quedaba de su pasado, de su Orden y de su único gran amor. SI aquello había sido una victoria tan solo esperaba no vivir mas como aquella. Otra vez tuvo que sentir como uno a uno sus compañeros iban cayendo inertes al frio suelo de aquella cripta. Superados por los enemigos y los propios sentimientos de impotencia.
Uno a uno sus maltrechos compañeros abandonaron el círculo de teleportación, algunso entre reproches, mientras Guilbert permanecía de rodillas sujetando el enorme mandoble con la rosa en el pomo y las ramas espinosas en la guarda. Sentía un gran vacío dentro que obasorbía no solo las pocas fuerzas que le restaban, también la mala sangre. "¿Había sido Franccesca la culpable de la caíada de la orden?" No podía guardarle odio.. no ahora que la había recuperado y perdido de nuevo, esta vez para siempre. Fuera culpable o no, le había dejado tarea.. tenía que cumplir su palabra y encontrar a su hijo.
La mañana encontró al grupo que se fue reuniendo en su conocida sala poco a poco.
Laeral ya estaba allí, junto con Khelben. Sus anfitriones no dijeron mucho mientras el grupo se reunía. Tenían mejor aspecto, y sus heridas estaban sanadas gracias a la magia y el descanso, pero sus preocupaciones no habían desaparecido y aquellos que habían sufrido el potente veneno del peligroso asesino, aún sentían sus músculos doloridos y la punta de sus dedos dormidas. Sin duda utilizaba una potente neurotoxina, dedujo Gowther, emponzoñando los filos de sus mortíferas dagas.
- Buenos dias a todos. Espero que hayáis descansado bien - dijo Khelben cuando todos se hubieron servido algo de desayunar - Pese a lo duro de vuestra infiltración en la casa de los Cassalanter, no disponemos del lujo del tiempo. Creo que la Piedra ha demostrado cierta... iniciativa - dice mirando a Martin e invitándole así a contar su experiencia.
Pero Ash interrumpe preguntado a Laeral sobre la niña.
- Veréis - dice tras intercambiar una mirada con Khelben - Se dispusieron ciertas medidas para evitar que la Cámara y su contenido cayese en manos equivocadas. Una de ellas es que sólo el portador de la Piedra puede conocer su ubicación y las llaves necesarias para su apertura.La misma naturaleza de la Piedra hace que, si cambia del portador, el anterior olvide todo lo referente a la Cámara. Pero además, hay un Guardián. No sólo de la Cámara si no del Cetro. Las mismas salvaguardas que se aplican a la piedra se aplican al Guardián. No recordamos su naturaleza, ni su aspeco ni su nombre. Tan sólo que es muy poderoso y es nuestro aliado claro está. Sospechamos que la niña está relacionada con ese Guardián. Cómo exactamente no lo sabemos. -
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El guerrero se movió incómodo en su sitio, no del todo satisfecho con la explicación de la dama élfica. No le hacía ninguna gracia seguir jugando a todo aquello, a pesar de que Khelben daba por sentado que lo harían. ¿Sería aquello una amenaza velada del Lord? Habían transitado por este asunto de la Piedra y el tesoro de al ciudad a ciegas desde el principio y les había ido de muy poco en todos los encuentros con los que ansiaban el artefacto. Una y otra vez Tymora les había sonreído en el último segundo, pero hasta la Dama de la Fortuna tenía un límite. Era cierto que El Culto Al Dragón también estaba interesado en echar mano a ese tesoro, pero Aguasprofundas tenía sus propios héroes.
En silencio, observaba a Martin atento a cuanto tuviera que decir. Si él había estado guardando la Piedra quizá por fin tenían información de calidad.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Martin se incorporó de su discreta posición apoyado contra la pared y quizás algo alejado del resto, no parecía nada cómodo hablando en público, incluso si tenía confianza con la gente, así que dirigirse a sus amigos y además a dos de los más altos lores de la ciudad para él significaba un acopio de asertividad del que no solía disponer.
- Yo ... esto ... si, parece que la piedra tiene algún tipo de fijación conmigo, puesto que después de entregársela a Laeral, volvió a aparecer esta noche entre mis posesiones, como si ésta me llamara, o yo a ella... no lo tengo demasiado claro...
El bastardo hurgó entre los bolsillos secretos de su capa y extrajo la preciada roca, enseñándosela a todos los presentes.
- El caso es que últimamente he tenido algunos sueños extraños, que quizás estén asociados a las diferentes posiciones de las llaves que menciona Lady Lareal, así que quizás pueda describirlos y entre todos podamos intentar localizarlos - Carraspeando y aclarándose la garganta, el mestizo comenzó a intentar rememorar sus últimos recuerdos acerca de su vívida experiencia onírica pasada - La primera de esas llaves parece estar situada por el distrito de los muelles, puesto que podía oler el mar y escucharlo a mi izquierda aunque no lo veía. Tan sólo veía el viejo molino abandonado frente a mi. En mi mano derecha había algo. Miré y dí un respingo. Allí reposaba un pedúnculo con un ojo que me miraba sin ver. Curiosamente no sentía la viscosa sensación de sujetar tal apéndice. Parecía hecho de... pergamino.
Tras una breve pausa, el fantasmal semielfo consiguió enlazar la segunda visión.
- Al parecer el segundo lugar que me viene a la memoria consistía en un majestuoso salón del trono, estaba arrodillado frente a un trono majestuoso, hermosamente tallado. Frente a mi, una Reina cubierta por una largo y ceremonial traje plateado me entregaba algo. No podía ver su rostro, una poderosa luz dorada emanaba de ella.
Ensimismado en sus propios pensamientos, Martin volvió a hablar para terminar con un tercer sueño:
- Esta vez sólo sentí la música incluso antes de escucharla. Estaba bailando al son de una música pegadiza y vibrante tocada por gaitas. Sabía que esa tonadilla se me iba a quedar metida en la cabeza durante varios días. Dejadme que la intente tatarear...
Con gran torpeza, el improvisado bardo destruyó los tímpanos de todos los allí presentes intentando emular una melodía, pero la falta de sentido musical destrozó la obra con creces. Dándose cuenta del desastre de su interpretación, el pícaro-explorador cortó la canción y prosiguió retomando un semblante de nuevo serio y oscuro.
- En cuanto al guardián, me pareció escuchar su nombre en el mismo sueño, Aurinax, un enorme y poderoso dragón dorado, ... lo que me recuerda que la chiquilla no paraba de mencionar que tenía un pariente que venía a visitarle de vez en cuando a su desvencijada y abandonada casa cuando me la encontré, pero que al parecer hacía mucho tiempo que no se pasaba... ¿podría estar refiriéndose a este "Guardián"?
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Al fin a salvo, Zevatur, respiró con calma. De pronto sin la urgencia de su atención en la supervivencia sintió el terrible golpe que el monje le había dado en la cara. El dolor se acentuó y presintió que un enorme hematoma aparecía en la piel. Observo a sus compañeros parlamentar y resumir la situación. Sus emociones le hacían sentir la pesada carga de la derrota, aunque en realidad habían sobrevivido, habían rescatado a la niña y mantenían la gema de la discordia.
Se llevó a la niña mientras Martin descansaba y se recuperaba. Con la ayuda de Canela la entretuvo y calmó sus preocupaciones, al poco ya estaban jugando él, Canela y ella. Calmarla tuvo un efecto balsámico en su estado de ánimo y el sentimiento de derrota desapareció diluido en su inocencia.
Tras el descanso y habiendo ya corroborado el moratón en la cara, Zevatur acudió a la reunión con el resto de sus compañeros. El sentimiento de derrota iba dando paso a uno de rabia y determinación. “Para el próximo… para los próximos combates debo de estar más preparado, más atento, más listo” se dijo a sí mismo.
- ¿Qué quiere decir que la piedra ha mostrado cierta iniciativa… ¿Que ha pasado? – Dijo con preocupación. Al verla salir del bolsillo de Martin dio un respingo levantándose de la silla – ¿La llevamos a la mansión con nosotros, sin saberlo?… ¡Eso es… eso ha sido un gran peligro! No solo nuestra vida ha estado en juego, si no el futuro de… - Dijo sin acabar y dejándose caer en la silla.
Después escuchó las palabras de Martin con curiosidad. - Quizás yo pueda saber a qué se refiere ese pedúnculo pergaminoso de los muelles... La localización es bastante exacta, enfrente del molino y con el mar a la izquierda... - Intentaba recordar que había allí, que edificios, registros o almacenes. – Parece fácil encontrar ese lugar simplemente yendo allí.
Escucho las otras historias hasta que menciono el dragón dorado. – ¿Conocéis a Aurinax, conocéis alguna forma de contactar con él? – Pregunto con curiosidad a los Lores de la ciudad.
Zevatur, Rolthos
- El molino lo conozco.... recuerdo algunos datos acerca de él. Alguna vez jugamos allí y alguna vez vimos a algún vagabundo, pero... nunca... nunca le prestamos mucha atención. Es extraño, algo así debería haberse convertido casi en nuestro cuartel general favorito. - Tras una pausa nostálgica recordando sus antiguos años en la ciudad prosiguió - Es bastante antiguo... diría que construido en los primeros años de la ciudad, pero poco usado desde hace unos 50 años me dijo una vez un alguacil. Según contaba el puerto creció mucho y no era conveniente, incluso se intentó usar como almacén, pero también se abandonó ese uso. Nunca vi a nadie ocuparse de su mantenimiento, pero siempre ha estado en buenas condiciones de observación, algo debe de tener.
Un leve aguijonazo de dolor recorrió su cara, trayéndole desde su infancia a la más dura realidad de su etapa adulta.
- Recuerdo cuando era niño los pedúnculos de las flores de la tapia... - Canela que estaba jugando con la cría de humano se detuvo un momento “Céntrate! Zevatur" le recriminó mentalmente - Ah humm si si... es verdad que hemos luchado con K’vanr hace poco, pero... ¿No habíamos visto una tienda que tenía un contemplador en la fachada? Esos dos y Xanathar son los únicos que conozco. - Dijo Zevatur relacionando lo que había descrito Martin.
Zevatur, Rolthos
- Hmm interesante - dijo Khelben - Parece que la Piedra se comunica con su portador a través de los sueños de este y le da pistas sobre dónde y cómo entrar en la Cámara... -
- ¿Se os ocurre qué pueden significar las otras partes de los sueños de Martin? - pregunto Laeral a Los Fragmentos, aparentemente divertida por el puzzle que se les presentaba.
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El guerrero se movió incómodo en su sitio, no del todo satisfecho con la explicación de la dama élfica. No le hacía ninguna gracia seguir jugando a todo aquello, a pesar de que Khelben daba por sentado que lo harían. ¿Sería aquello una amenaza velada del Lord? Habían transitado por este asunto de la Piedra y el tesoro de la ciudad a ciegas desde el principio y les había ido de muy poco en todos los encuentros con los que ansiaban el artefacto. Una y otra vez Tymora les había sonreído en el último segundo, pero hasta la Dama de la Fortuna tenía un límite. Era cierto que El Culto Al Dragón también estaba interesado en echar mano a ese tesoro, pero Aguasprofundas tenía sus propios héroes. Que se encargaran ellos.
En silencio, observó a Martin atento a sus premoniciones oníricas. También escuchó a Zevatur mientras cruzaba los poderosos brazos sobre el pecho. Parecía que todo aquello ya estuviera puesto en marcha a su pesar. Martin no había pedido esa responsabilidad, esa condena, no podía simplemente dejarle en aquel lodo. Apretando la mandíbula un momento y con una mirada austera a los lores abrió por fin la boca.
—El viejo molino abandonado de los muelles y un pergamino con un pedúnculo con un ojo. El sitio que dice Zeb pinta bien aunque a mí también me suena una guarida de ese mafioso de Xanatar —asintió a su compañero—. Un salón del trono y una Reina cubierta por traje plateado que entregaba algo a Martin, mientras una poderosa luz dorada emanaba de ella ocultando su rostro. ¿Una de los Lores ocultos? ¿Alguna alta clériga de Lathander o Selune? —inquirió a Laeral—. Musica pegadiza de gaitas y baile. Gilbert, ¿te suena de algo eso que ha cantado nuestro amigo? ¿Algún antro? Es tu instrumento —animó al bardo—. Aurinax, el dragón dorado, guardián de la Cámara y pariente de la chiquilla. Quizá ella sepa como encontrarle —miró a Zeb— ¿Te encargas? Parece que hacéis buenas migas.
Se tomó un momento para seguir mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra.
—Lo que está claro es que tratar de combatir no tiene sentido —negó—. Cada vez que lo hemos intentado nos han zurrado pero bien. Tenemos que ser más rápidos que nuestros enemigos. Y sospecho que, entre la magia y los espías, tendremos poco tiempo en cada emplazamiento antes de que aparezca alguno de ellos. Cuando eso pase, nos largamos de allí. ¿Cielo puedes ayudarnos con eso? Ese círculo tuyo, memoriza cuantos puedas —cariñosamente a Helayna —. Esperemos que para entonces ya tengamos cada llave.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
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Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
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Laeral escuchó las palabras de Ash
- Hmm aunque no conocemos su ubicación exacta, sabemos a ciencia cierta que la guarida de Xanathar el Loco está escondida en lo profundo de las catacumbas que hay bajo el alcantarillado de la ciudad. No... la Piedra sólo revela cosas relacionadas con su propósito, y su propósito es guardar la ubicación de la Cámara y revelársela a su portador. Y al parecer las llaves que son necesarias para acceder a ella. -
- Respecto a la posible identidad de esa misteriosa mujer - interviene Khelben pensativo - Creo querida que puedes ser tú misma. Las ideas de Ash el Magnífico no están desencaminadas, desde mi punto de vista. La Piedra envia mensajes algo confusos y el mundo onírico es siempre bastante subjetivo, siempre sujeto a las vivencias y recuerdos del soñador. No descarto que la Piedra utilice esto para dar pistas sobre los elementos que son necesarios para acceder a la Cámara. Martin, desconozco si en algún momento de tu pasado tuviste una audiencia o contacto con alguien de la realeza, pero creo que una reina debe darte algo, un presente. ¿No recuerdas qué era? Entiendo - responde cuando el semielfo le asegura que no pudo ver de qué objeto se trataba - entonces el objeto en sí no es importante si no el gesto.... -
Cruzó las manos delante de su rostro, extendiendo los dedos índices y dando algunos golpecitos entre ellos.
- Los ropajes plateados creo que nos dan otra pista - dice mirando a los ojos a Laeral - ¿Tú no querida? -
Ella medio sonríe
- Hace tiempo que dejé mi trono para venir a vivir con vos... - dice con tono de fingido reproche - pero como dice Ash quizá es suficiente con que uno de los Lores Ocultos actúe... -
Se vuelve hacia Martin.
- Dime Martin Shadowleaf. ¿Qué puede ofrecerte esta reina en el exilio como presente? -
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Hela se había mostrado callada y distante desde la vuelta del grupo a la torre. Vagaba por los pasillos y se mantenía en los salones en un segundo lugar, igual que una sombra más de su plano de sombras. Quizá era la manera en la que la shadar-kai recuperaba sus fuerzas y recargaba la energía perdida durante aquel enfrentamiento devastador.
Pero, lejos de replegarse en sus propios pensamientos, invertía el tiempo observando con interés a los miembros del grupo, analizando sus palabras y reacciones, sacando sus propias conclusiones.
Aquel encuentro había sido especialmente demoledor para todos. Las primeras palabras de Ash hacia Khelben y Laeral así lo habían demostrado. Entendía la postura de su líder, la carga que soportaba y la frustración de las derrotas que, una y otra vez, les perseguía en cada encuentro. Compartía su dolor y su rabia, pero disentía con él en el objeto de su desahogo. Siempre había considerado a los Archimagos como sus aliados, poderosos personajes de aquel plano que les habían ofrecido su ayuda y su hospitalidad. No intervino ante las palabras de su amado, pero le lanzó una mirada de urgencia a Laeral con la que le rogaba paciencia hasta que los ánimos se calmaran.
Morko y Zevatur parecían los menos afectados por los últimos acontecimientos. Cansados y apesadumbrados, se retiraron a reponerse, como otras tantas veces les había visto hacer después de un combate.
Sin embargo, Gowther y Martin parecían realmente afectados por lo que acababa de suceder, aunque se esforzaron en ocultarlo al resto.
Guilbert era un caso aparte. No podía imaginar el dolor que había sufrido con la pérdida de Francesca. Recuperar a un ser amado para que inmediatamente te lo arrebataran de aquella forma tan cruel, debía ser simplemente insoportable. Era por el que más lástima sentía y al que intentó apoyar con su presencia de la mejor forma que pudo. Helayna no se caracterizaba por su don de gentes, pero transmitía su calidez con pequeños gestos de cercanía.
Tras el merecido descanso, se dirigió al salón junto a Ash para reunirse con el grupo y escuchó atentamente las intervenciones de todos ellos.
Las últimas revelaciones con respecto al extraño comportamiento de la piedra dejaba patente la importancia de Martin en todo este asunto. Una vez más el peso de la responsabilidad caía sobre los hombros del semi-elfo, responsabilidad de la que ella se sentía partícipe. No era de extrañar sabiendo quién era, y ella no olvidaba el verdadero motivo por el que había abandonado el plano de las sombras. Así que fuera lo que fuese lo que tuvieran que hacer, Hela permanecería al lado de Martin hasta el final.
- Haré todo lo que esté en mi mano para ayudar - afirmó ante el requerimiento de Ash, al que sonrió tiernamente - Estoy de acuerdo contigo; otro enfrentamiento directo no tiene sentido, debemos intentar encontrar las llaves sin llamar la atención y sin darle una opción a nuestros enemigos de atacarnos, que por lo visto son realmente numerosos y peligrosos. Y precisamente por eso creo que, aunque no lo parezca, lo estamos haciendo bastante bien - acarició el hombro de su líder en señal de apoyo - Estamos todos vivos, hemos conseguido rescatar a la niña y Guilbert… ha resuelto un enigma de su pasado que, aunque con un desenlace nefasto, estoy segura que en un futuro le devolverá la paz que tanto ansía su alma. Ahora Martin ha sido elegido por esa piedra por alguna razón, así que nos uniremos una vez más para resolver este misterio - la hechicera intentó infundir algo de optimismo al grupo - Nunca nos hemos rendido ante nada y esta no será la primera vez - dijo mientras lanzaba una mirada de complicidad a Laeral.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Las revelaciones iban teniendo lugar lentamenbte en el gran salón. Mientras todos reconfortaban su cuerpo y alma el gran vacío dentro del bardo se acrecentaba por momentos. Sentado en la penumbra de un rincón reposaba su mentón en la guarda con forma de rosa del enorme mandoble de la orden, aún en su sobria vaina de cuero negro y filigranas en plata con motivos vegetales de clara manufactura élfica. Presente pero ausente, así yacía derrotado en la silla mientras todos ponían en común diferencias y pesares.
Solo al escuchar la directa alusión de Martin rompió el ensueño melancólico en el que se encontraba. -Parece la melodía que el desdichado Orly entonaba en la posada donde nos refugiamos.. una canción marinera. Poco Puedo añadir a lo dicho por Zev sobre ese lugar. EL resto debería consultar pero ya estamos en el mejor sitio para esas averiguaciones.- DIjo, con un tono de voz sombrío y apagado.
En otro momento Guilbert hubiera disfrutado la retaila de acertijos y enigmas que Martin describía desde el mundo onírico, pero el pesar podía en el derrotado humano. Había construído una familia a su alrededor, y todos estaban a salvo y en especial la inocente niña que había pagado los platos rotos del descuído de la Compañía de los fragmetnos extraordinarios. Ya no estaba solo pero no podía sentir un terrible dolor por la perdida de Francesca. El último filamento que le unía con su pasado había sido cortado de cuajo y de la manera mas cruel posible. SIn respuesta, sin aclaraciones, tan solo un mar de dudas. En privado pediría ayuda. Las palabras de Hela pese a la buena intención erraban en su fondo. Mas difuso estaba ahora su pasado y cada vez con menos protagonistas para aclararlo.
En medio del debate y con discrección se levantó y abandonó primero el salón, luego la planta y por último la torre de hechicería perdiéndose en la misma ciudad de donde fue rescatado por Francesca.
Martin volvió a las sombras temporalmente mientras el resto de compañeros intentaban aportar sus conocimientos a los enigmas planteados, como siempre, sintió cierta paz mientras se encontraba en segundo plano, sólo acompañado por sus fantasmas..., en cierto modo empezaba a empatizar con Guilbert, y como éste invocaba la ayuda de sus antiguos compañeros en forma espiritual, recogiendo un eco de su pasado, para traerlo al presente y volverles a dar otra oportunidad de combatir contra sus viejos enemigos con honor.
Su mente comenzó a cavilar, dándose cuenta de un detalle que quizás pudiera ser relevante y una complicación extra en su búsqueda actual... carraspeando se atrevió a interrumplir la conversación justo en el momento en que se fijaba como un discreto caballero bardo se marchaba de la sala con el sobrepeso de la pérdida a sus hombros.
- Si Aurinax era el anterior portador de la piedra, y perderla provoca también perder la memoria... quizás éste no recuerde nada de lo que es o fue... de su propósito original, quizás esté viviendo con una forma humana en la ciudad sin ser consciente de que es un dragón dorado y el guardián de la cámara... y por eso tampoco se acuerde de la chiquilla, eso explicaría porque ella me dijo que simplemente un día dejó de visitarla en su lugar especial... ese caserón abandonado donde me llevó la primera vez que me crucé con ella...
Una mirada triste anidó en los violáceos ojos del semielfo, siendo consciente de la dramática historia que había detrás de todo aquello. Sus pensamientos parecieron distanciarse de nuevo de aquel lugar y de aquella torre, viajando hacía el norte, un frío y nevado páramo, donde un destino parecía esperarle no sólo a él, sino a todos... especialmente a Kath.
Su ensoñación, se vio interrumpida abrúptamente por las repentinas palabras y la revelación de Laeral. El silencio se hizo en la sala y repentinamente se encontró con la incomoda mirada de todos los presentes enfocada sobre su persona.
- Dime Martin Shadowleaf. ¿Qué puede ofrecerte esta reina en el exilio como presente? -
El bastardo permaneció mudo y desconcertado... sin saber muy bien que responder, sabiendo que todos esperaban algo inteligente y épico.. Él carecía de ambas cosas.
- No deseo nada mi Señora... yo ... ojala tuviera más control sobre mi vida, sobre lo que me rodea... pero eso no se puede cristalizar en un presente... Con su bendición para que nuestra próxima gesta salga exitosa, ... para variar..., es más que suficiente...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Laeral sonríe tiernamente ante las palabras de Martin.
- Cuentas con mi bendición Martin Shadowleaf - dice la archimaga inclinándose levemente sobre el semi-elfo deposita un cálido beso en su frente - Que mi bendición y mi presente te acompañen en tus gestas y las de tus compañeros. -
El roce de los labios de la mujer produce un extraño efecto calmante en Martin.
- Respecto al efecto de la Piedra en el protector de la Cámara, no lo creo... la Piedra antes pertenecía a Lord Neverthember, el padre de vuestro amigo, no a Aurinax - apunta Khelben con un tono, no obstante, algo preocupado - Sin embargo, coincido en que algo le ha tenido que ocurrir para descuidar a la muchacha por la que ha parecido velar tanto tiempo. Debéis ir con cautela. -
Se meso la barba durante unos segundos.
- Parece que tenemos casi todas las piezas del puzzle. Una ubicación, el viejo molino que parece convenientemente ignorado por todos, pero aún así conservado. Un lugar discreto y que todo el mundo está acostumbrado a ver y cuya presencia no se plantean en el día a dia aquellos que lo ven. Una de las llaves, el presente de una reina, y la otra, una tonadilla marinera. Sigo pensando en la otra... ¿un ojo de pergamino? -
Cuando Martin lo desee, puede activar un Bless que le incluye a él y hasta 6 criaturas más. El hechizo tendrá una duración de 1 minuto.
No recomiendo usarlo antes de usar el presente como la "llave" que se supone es.
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—Mmm. Acabo de recordar que pasamos por una extraña tienda que hacía esquina en una de las calles del distrito de los Muelles. —Ash entrecerró lo ojos tratando de tirar del hilo del recuerdo— Con la fachada pintada de un púrpura oscuro, con un contemplador en el cartel. Creo que era la Tienda del Viejo Xoblob. Quizá tenga relación con el molino aunque no se muy bien como. Es como si uno de los ojos de ese contemplador de pega fuera llave.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- Creo que tenemos todo para empezar, ir a la tienda esa a ver si localizamos la tercera llave y luego ir al molino... - En la discusión se percató de pronto de que Gilbert había salido de la estancia - Necesitaremos a Gilbert para cantar aquella tonadilla? ¿Aunque no entiendo cómo puede haber sido esa tonadilla la llave... estáis seguros de que una tonadilla popular que escuchamos de casualidad es la llave?
- Deberíamos prepararnos... ocultar nuestros movimientos con disfraces para intentar despistar a los espías que posiblemente vigilan la torre, o que nos puedan avistar en la ciudad.
- Además, entiendo que encontraremos al guardián al abrir la cámara. Quizás si ha tenido algún problema de memoria deberíamos pensar como identificarnos con él, quizás frase, hablare con ella, pero llevárnosla a una misión así de peligrosa no es una buena idea. – Pensó un momento – Yo tengo algo de herencia de dragón, pero no creo que guarde ninguna relación con todo esto.
Zevatur, Rolthos
Tras tomar las precauciones necesarias, cubriendo sus identidades con magia, algunos disfraces improvisados y largas y pesadas capas, la Compañía de los Fragmentos Extraordinarios abandona la Torre Negra y se encamina hacia el distrito de los muelles, en busca de la llave que, aparentemente, les hace falta. Confiando en que Guilbert se una a ellos lo antes posible.
Cuando han recorrido la mitad del camino comienzan a escuchar una hermosa música. Parece venir de todas partes, acercándose hacia ellos y con más y más músicos uniéndose al coro de instrumentos que toca una música solemne y triste. Cada vez más y más bardos por toda la ciudad se unen a la música que se eleva por encima de los ruidos mundanos y cotidianos de la ciudad de los esplendores que, al escucharla, se ve paralizada momentáneamente.
El requiem es hermoso pero triste, causando un pesar en los compañeros que no pueden evitar sentirse tristes y melancólicos. Cuando la música alcanza su climax, las campanas de los templos y las catedrales de Waterdeep se unen al coro, haciendo retumbar las piedras de la ciudad con sus armoniosos sonidos.
Al fin, la música y el repicar de las campanas muere, dejando una sensación de melancolía en los corazones de todos los de la ciudad. La gente continúa con sus quehaceres, no de manera triste o pesada, si no con la profunda reflexión de la pérdida y el sentimiento de tristeza no pesa en sus almas, pero les acompaña tal y como en otros momentos les acompaña la alegría o el júbilo. La música no sólo ha despertado el sentimiento de tristeza en ellos, si no la aceptación de la misma.
Morko, el miembro de la Compañía que quizá más seres queridos haya perdido, enjuaga una lágrima de su ojo en las sombras de su capucha antes de volver a ponerse en marcha siguiendo a sus compañeros.
No tardan en llegar hasta las inmediaciones de la tienda del viejo Xoblob. La puerta púrpura está entreabierta, dejando salir un humo del mismo color al aire de la ciudad. El abotargado contemplador, construido en papel maché, parece mirar en todas las direcciones a la vez con sus pedúnculos falsos, aunque su ojo central está dirigido hacia los cuatro escalones de madera que dan acceso a la puerta púrpura. Tras haber luchado con K'Varn, no sólo las dimensiones son mucho más pequeñas, si no que además, las proporciones no son correctas, la boca es demasiado pequeña, y los pedúnculos demasiado largos.
Zevatur no puede evitar un escalofrío, puesto que prefería no saber este tipo de cosas, al menos no haber adquirido esos conocimientos tras una experienca tan traumática.
Un mercader, un peletero por su apariencia, se acerca al grupo y les saluda con confianza.
PbP Character: A few ;)
La música pareció potenciar el efecto de la melancolía que recorría las venas del semielfo últimamente, como si fuera ya parte de su propia sangre. La aceptación de esa tristeza que parecía impregnarlo todo le concedió cierta paz mental momentáneamente, pero sus efectos sobre el ánimo permanecerían por mucho más tiempo. El bastardo se quedó parado junto a los demás de la compañía observando los vapores de color púrpura que seguían atrayentes patrones con cierto corte hipnótico, al menos para él. Mientras batallaba con sus fantasmas internos y los que no lo eran tanto, para decidir si era el primero en entrar en aquel lugar o llevar cualquier tipo de conversación que requiriera una interacción social... Martín lamentó una vez más la desaparición del carismático Guilbert... él hubiera sabido sin duda como manejar una situación así.
La aparición del peletero acercándose al grupo le sacó de su lid interna y con cierta alarma mal disimulada se giró hacia éste, devolviéndole el saludo con un tono carente de emoción alguna.
- Buenos días estimado comerciante... ¿cómo podemos ayudarle?
Martin se arrepintió de cada palabra que salió de su boca, que sonaba a sospecha en cada sílaba que iba desprendiendo en su forzada charla.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Con paso plomizo el bardo bajó desde el campanario del barrio comercial. Lentamente apuraba el aire que quedaba dentro de la bolsa de su gaita. Lo adornos y filigranas en plata brillaban bajo la luz de la luna. Bajo su mascarada podía moverse con falsa seguridad por las calles hasta dar con la siguiente amenzaza.
-Buenas noches dulce Dama, saludos Caballeros -dijo el desconocido comerciante al grupo de aventureros.- Parecen ustedes un poco perdidos y es mas, incompletos para los misterios que la gran ciudad esconde.. ¿verdad?. - Y así como si nada, el peletero desapareció mostrando al bardo por todos conocido. Su rostro demacrado prueba de una herida profunda sin cerrar. Ojos rojos y desaliñado, con la enorme espada que no sabía usar a la espalda. -Hacia donde vamos entonces, mis buenos amigos?
La música hizo que zevatur entrase en un melancólico trance que tan solo fue roto por los terroríficos recuerdos del enfrentamiento con el demente beholder. La réplica incorrecta que había desencadenado los recuerdos también redujo su carga emocional.
- Gilbert! - dijo quedamente. - Eres realmente tu? Somos nosotros! - Dijo levantando la capucha de monje ascético que cubría su peculiar rostro colorado.
- Creemos que una de las llaves está en este lugar... Debemos entrar y buscarla, si la sabemos reconocer....
Zevatur, Rolthos