Inglaterra, años 30. La depresión tras el crack del 29 ha golpeado duramente al imperio desde ultramar. La industrializada sociedad inglesa acusa el golpe económico que supone el cierre de fábricas, el paro masivo y el empobrecimiento generalizado. Sin embargo Inglaterra nunca conoció las mieles de los fabulosos 20 como los veleidosos norteamericanos y estáis acostumbrado a la escasez. En las páginas del Times, en el continente se dibuja un aire enrarecido, como si algo estuviera apunto de explotar en Alemania. Pero nada de eso os toca demasiado de cerca. Para vosotros son solo titulares en los periódicos. Sois hombres y mujeres de ciencia y eso exige una mirada alejada de la vida mundana. Doctores, enfermeras, eruditos, seminaristas, el conocimiento y vuestras propias pasiones son el motor de vuestras vidas. Pero algo inquietante está a punto de cruzarse en vuestra tranquila existencia.
Brichester. El núcleo comercial del Severn Valley, Inglaterra, cerca de la frontera con Gales. Se puede diferenciar la ciudad en tres partes: Mercy Hill al norte, Brichester, y Lower Brichester al Sur. En Brichester se encuentra la Universidad Brichester uno de los centros de enseñanza más respetados de la región y vuestra casa estos últimos años.
El campus de la Universidad está compuesto por una serie de edificaciones de estilo gótico cuyas piedras comidas por el verdín reposan entre unos jardines jalonados por cedros raquíticos y frondoso césped. Es septiembre por la mañana, temprano. Hace frío, pero ha dejado de llover hace un rato. El cielo tiene un aspecto plomizo.
En el sótano del edificio central, uno de los edificios góticos más horribles de la Universidad, se encuentra el Aula Magna de Disecciones. Es una sala pentagonal con 5 bancadas en hileras ascendentes de sillas de madera alrededor de la mesa central de disecciones. Las sillas de madera oscurecida son estrechas y han sido barnizadas cientos de veces, regalando al ambiente un aroma pegajoso y ligeramente acre. Las ventanas que dan al exterior están siempre sucias y mantienen la estancia bajo una luz morteniza que recae sobre todo en la mesa central. Cuando no está repleta de estudiantes es de hecho una sala de disecciones aceptablemente útil, si a uno no le importan los tarros de cristal que se alinean en las paredes con todo tipo de órganos de animales, humanos y otros inclasificables flotando en formol. La sala se la disputan en dura pugna las cátedras de Medicina, Zoología y Biología. Cualquier miembro de la Universidad puede, en teoría, usar la sala, pero siempre con un profesor adjunto en ella.
Esta mañana la Dra Parker se ha hecho con el Aula Magna de Disecciones. Un pequeño triunfo para la cátedra de Biología. Ha tenido que arrebatársela a ese estúpido egocéntrico del Dr White de Medicina, bien por ella. La victoria sería mucho más dulce si no fuese porque ayer fue festivo local y la mayoría de los zoquetes a los que da clase estarán durmiendo la mona. La Dra Parker se pregunta quién aparecerá mientras dejas tus cosas junto a la mesa central de la sala y repasas tus notas para la clase magistral de hoy.
Esta mañana, de camino a clase, Henry Howell ha encontrado un extraño pájaro muerto en uno de los jardines de la Universidad. Sus plumas son negras y pareciera un cuervo, pero no lo es, está seguro. Henry no tiene ni idea de qué especie es. Planeando diseccionarlo, ha llevado el cuerpo emplumado al Aula Magna de Disecciones. Al llegar se encuentra con la Dra Parker repasando sus notas. La doctora es un hueso con casi todos, menos con Henry, que siempre se ha mostrado respetuoso con su conocimiento y habilidades. Henrry ve en la Dra Parker una persona muy capaz e interesante, ¿quizá debería mostrarle lo que trae? Podría mostrarse interesada o enfadada. Henry sonríe pensando que ambas cosas serían entretenidas.
Andrea echó un vistazo a su reloj. Faltaban 10 minutos para las 9 en punto y ninguno de sus alumnos había hecho acto de presencia, nada que le extrañara teniendo en cuenta el festivo local del día anterior.
Ahora bien, todos en aquella Universidad conocían las consecuencias, ninguna agradable, de la impuntualidad en sus clases; desde la prohibición de asistir a la lección impartida ese día, añadiendo obviamente un punto negativo a sus expedientes, hasta, quién sabe, puede que un examen sorpresa que les ayudara a espabilarse de la más que segura resaca matutina.
Tampoco era algo que le preocupara ni la enojara sobremanera. No se tomaba estas faltas de impuntualidad, ni otras tantas, como un ataque personal. Simplemente asumía su rol educativo con seriedad y ninguno de estos pequeños detalles, que para ella eran extremadamente importantes, quedaban impunes. Se negaba a ser como muchos de sus colegas de cátedra, pusilánimes y equivocadamente flexibles ante las irreverentes conductas juveniles.
El respeto y el cumplimiento de las normas y la asunción de responsabilidad por parte de sus alumnos debía ser supervisada y corregida si era necesario. Aunque a veces debía reconocer que le generaba una molesta pereza; al fin y al cabo, la mayoría de sus estudiantes no llegarían a nada, una panda de jóvenes mentecatos más interesados en festejar y ligar que en tomarse en serio su educación y su futuro; irían cayendo en el transcurrir del curso, había sido testigo infinidad de veces, relegados a una profesión y unas vidas insulsas, monótonas y aburridas; con suerte, uno o dos alumnos destacarían y se convertirían en personas valiosas para la Universidad y, sobre todo, para la apasionante e injustamente denostada ciencia de la Biología. Y ella haría lo posible para facilitar la criba entre los mediocres y los pocos escogidos que realmente valían la pena.
Paseó lentamente por el aula mientras repasaba una vez más sus notas. El sonido de sus tacones reverberó firmemente entre las paredes de la sala mientras su figura esbelta se recortaba a través de la mortecina luz de los ventanales. Aunque la juventud era una época que había dejado atrás, se mantenía físicamente en buen estado, gracias a su genética más que a la práctica de ejercicio físico. De tez blanca y cabello y ojos negros, la belleza de su rostro destacaría más si no fuera por su gesto adusto y reflexivo. Algunos se preguntaban si esta mujer sabía sonreír, si habría sonreído alguna vez de felicidad o alegría y no solo para mostrar su ironía o su superioridad.
Su estilo era una perfecta sincronía entre lo tradicional y la elegancia. Vestía con ropa actual pero de corte clásico, recatada y de colores neutros y oscuros, pero que marcaban su feminidad. Su maquillaje se caracterizaba por ser discreto y sutil y, todo aquel que se acercara a su figura o entrara en una sala donde hubiese permanecido un largo rato, podía detectar en el ambiente el aroma fresco a ropa limpia y a un perfume suave. La Dra Parker cuidaba hasta el más mínimo detalle en todos los ámbitos de su vida.
Depositando sus notas sobre la mesa, se dirigió con premura hacia el perchero del aula, colocándose una bata blanca impoluta y sin una sola arruga, cubriendo el vestido negro seleccionado para aquel día. Se abotonó por completo y terminó de estirar la prenda, colocando el cuello a la perfección. Volvió a la mesa central y recogió sus apuntes, mientras escuchaba en la lejanía los pasos apresurados de algún alumno acercándose al aula. Faltaban 5 minutos para el comienzo de la clase.
Cuando Henry apareció por la puerta, Andrea levantó la vista de sus notas mirándole fijamente a los ojos. Le alivió comprobar que su prometedor alumno no la había decepcionado, al menos por ahora.
- Buenos días, Señor Howel- le habló correcta y educadamente, con un tono algo más suave del que solía emplear con el resto de alumnos - puede pasar y tomar asiento. Ah y, por favor, encienda la luz si es tan amable - sin más, volvió la atención a sus anotaciones.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El St Mary Bethlem, un hospital para enfermos mentales, se encuentra en un suburbio de Londres. Lleva 30 min en tren desde Charin Cross hasta Eden Park y un autobús para completar el viaje. Es un lugar tranquilo y apartado, como exigen sus inquilinos. La primera imagen del hospital es por carretera: una institución de ladrillo de reciente creación rodeada por césped y presidida por una torre alta con reloj. Desde fuera parece un lugar plácido.
Arthur aparca su Morris Minor en el aparcamiento para visitas, a un lado de la entrada. Sally baja del autobús que venía prácticamente vacío. Es septiembre a media la mañana y hace frío, pero quizá salga el sol al mediodía. Coincidís en la entrada principal como perfectos desconocidos justo cuando se levanta algo de viento.
Cuando cruzáis la entrada principal os dirigen inmediatamente a la Sala de Geriatría, en el ala Este del hospital. Sally camina con la seguridad de quien ya ha hecho esto con anterioridad. A medida que recorréis los corredores con un cierto olor a antiséptico y orina, Arthur se da cuenta de que esto es un sanatorio mental. Gritos y gemidos aislados se cuelan aquí y allá desde las puertas de las habitaciones que dejáis atrás. Más parece una cárcel para lunáticos y perturbados.
En la Sala de Geriatría la enfermera Rodgers os recibe con eficiencia, profesionalidad y educación mientras trata de enseñar a una joven e inexperta compañera. La joven os mira con nerviosismo, siempre un paso por detrás de la veterana.
—Buenos días. Bienvenidos al St Mary. Yo soy la enfermera Rodgers ¿Tienen la amabilidad de darme sus nombres, por favor? ¿A quién han venido a visitar? —dice maquinalmente con educación tras el libro de admisiones.
Mientras espera vuestra respuesta os mira directamente, con calma.
Henry, vestido con un sencillo traje de color pardo, tenía sólo dos y tres camisas y debía lavar estas continuamente mientras alternaba los trajes, no se sorprendió al encontrar a la Dra. Parker ya en la sala de disecciones. Cómo había conseguido aquella mujer la codiciada sala aquel día por encima de los catedráticos de Medicina se le escapaba al joven estudiante, pero si lo pensaba bien, al ser una mañana tras un dia festivo, posiblemente la habrían dejado reservarla a sabiendas que pocos estudiantes acudirían. No Henry. Él había conseguido levantarse con tiempo suficiente para asearse y acudir a su clase. Tenía un curioso dolor de cabeza desde luego, su pelo se levantaba en mechones rebeldes por un remolino cerca de la coronilla pese a sus intentos de peinarlo y oscuras ojeras delimitaban sus ojos, pero estaba allí. Había trabajado muy duro para llegar hasta la Universidad y no iba a permitir que una fiesta se interpusiera en su camino, y sabía lo estricta que era la Dra. Parker tanto con la impuntualidad como con las faltas de asistencia. Además, el extraño hallazgo que había realizado de camino al edificio central no sólo había picado su curiosidad, quizá le hiciera ganar algún punto positivo a ojos de la Dra.
- Buenos días Dra. Parker - dijo con educación - Disculpe Dra. pero... viniendo hacia aquí en esta agradable mañana he encontrado un especimen que quizá pueda ser de su interés. -
Le mostró el animal muerto, con cuidado de no mancharse el traje pues el otro aún estaba secándose.
- Al principio pensé que se trataba de un simple cuervo por el color de sus plumas. Pero al acercarme me percaté que carece de cerdas rictales -dice señalando el roto pico del ave donde deberían estar unas pequeñas plumas con aspecto de pelos - Por la morfología de sus patas podría pensarse que se trata de una Cyanocitta, pero están demasiado dañadas para que yo pueda sacar alguna conclusión. ¿Reconoce usted la familia a la que pertenece? - pregunta el estudiante extendiendo las manos con el cadaver del animal para que la Dra. pueda examinarlo mejor.
Los bisturís que Andrea, siempre preparada, había traído a la sesión, estaban perfectamente alineados junto a la cubeta de aluminio de la mesa de disecciones. Después de que Henry hubo dejado el espécimen en manos de Andrea y encendiese la luz, el instrumental, de tan limpio, parecía nuevo.
Meredith Wilkinson entró un poco después que Henry. Una jovencita de aspecto frágil, cara de acelga y modales timoratos. Saludó tímidamente a la profesora y a Henry y tomó asiento en la primera fila de una de las bancadas. Se subió las gafas de pasta de color caramelo sobre el puente de la nariz y sacó una libreta de notas y una flamante estilográfica de aspecto caro, seguramente regalo de su padre, dedujo Andrea. El Sr Wilkinson era un poderoso industrial del carbón de Birmingham a quien le gustaba la ostentación, igual que a su hija.
Enseguida, Andrea se dio cuenta de que Henry no iba errado, aquel ave no era en absoluto normal. Es decir, no había Cyanocittas en Inglaterra, eran especie americanas, pero lo que era más alarmante es que la Dra Parker tampoco reconocía la especie. A Andrea le llamó la atención el cráneo, que presentaba unas protuberancias repulsivas. Eran una deformidad evidente, quizá producto de alguna enfermedad.
Haced una tirada de Biología y otra de Evaluar Sinceridad. Ya sabéis, 4+ en 1d6
Sally saludó con una sonrisa educada al joven Arthur al coincidir en la entrada, pero se mantuvo callada hasta la Sala de Geriatría. Era una mujer recién entrada en la cuarentena, de estatura media y complexión más bien gruesa. Su pelo era corto y rubicundo, recogido en un moño. Su gesto era amable y sus mejillas excesivamente rosadas contrastaban con su piel clara. Vestía un traje sencillo de franela gris, de los que se pueden comprar en Harrods cada temporada. Parecía una persona práctica, desde luego, pero su aplomo al deambular por aquellos interminables pasillos era sorprendente. Era como si incluso encontrara cierto interés en todo aquello.
Cuando la enfermera Rodgers les preguntó, en seguida se adelantó para agilizar el trámite.
—Buenos días. Sally Williams, amiga de la familia del Sr Abraham Kale —dijo con brevedad y exactitud mientras exhibía una sonrisa educada.
Confrontar la locura que impregna estos muros afecta a Arthur. ¿Es esta la obra de Dios? Tira Estabilidad, Ya sabes 4+ en 1d6
Henry se inclinó sobre el extraño espécimen intentando seguir los movimientos y secuencia de trabajo de la Dra. Realmente le resultaba fascinante el aprender cosas nuevas.
Biologia: 4
Gasto 1 punto de habilidad para la tirada de Biologia, lo que, si he entendido bien, me deja en 1 en la habilidad hasta que descanse.
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Andrea levantó la vista de sus notas según escuchaba las palabras del muchacho, tras saludar de manera escueta y seca a Meredith. Se acercó a la mesa de disecciones con un gesto impaciente, esperando encontrarse cualquier espécimen herido de la ciudad, de los que alguno de sus alumnos traía a clase de vez en cuando por pura curiosidad. Pero, al observar el cuerpo inerte durante unos segundos, enseguida se dio cuenta de que aquello era diferente.
Biología: 7 Gasto 1 punto en biología
Evaluar sinceridad: 3
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
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[Hospital St Mary Bethlem]
Arthur se colocó la chaqueta de tweed burdeos y se ajustó y alisó los pantalones lisos azul turquesa nada más bajar del coche. Completaba el conjunto un chaleco oscuro, una camisa blanca y una corbata estrecha, al estilo norteamericano. Si bien tanto los hábitos como la ropa de calle de los sacerdotes podían considerarse elegantes (aunque sobrios), poderse expresar a través de la vestimenta sería una de las cosas que echaría de menos cuando fuera ordenado.
Cruzó con paso grácil y despreocupado la distancia que le separaba de la puerta de visitas, percatándose casi en el último momento de la mujer regordeta con la que allí coincidió. Le cedió el paso galantemente, devolviéndole una sonrisa sincera.
Coincidió que ambos se dirigían a la misma sala y, dado que parecía que la mujer tenía un propósito claro, Arthur optó por seguirla a una educada distancia, ralentizando el paso para no agobiarla.
Según se adentraba en el ala Este del hospital ya no tuvo que hacer un esfuerzo consciente para . La jovialidad tanto en los andares como en el rostro del joven habían gradualmente desaparecido. Esto no era para nada lo que se esperaba cuando le dijeron que su antiguo mentor se había retirado "al cuidado de los médicos".
La preocupación de su rostro se vio teñida de sorpresa al oír el nombre del paciente que indicó su compañera de trayecto - ¡Caramba!, parece que ambos venimos a ver a la misma persona - dándose cuenta que había olvidado presentarse, añadió - Arthur Nolt, amigo del señor Kale.
Sally se sorprendió ante las palabras de Arthur. Por un momento pareció hasta avergonzada por algo, pero enseguida tendió la mano al joven seminarista.
—Encantada, que coincidencia —sonrió de nuevo en tono amable—. Lo cierto es que pensaba que el Sr Kale no recibía visitas. Me alegro de equivocarme.
La enfermera Rodgers anotaba en el libro de admisiones vuestros nombres.
—Muy bien —asintió con una sonrisa ensayada tras levantar la vista del papel— Físicamente el señor Kale no ha empeorado —relató deliberadamente optimista—, se alimenta bien y da de comer a los pájaros, como siempre —hizo una pausa para asegurarse de que habíais entendido sus palabras —. El Dr Bradfield está atendiendo al resto de pacientes —aclaró adelantándose a la posible petición de un cara a cara—. ¿Quieren pasar a ver al señor Kale? Está en el jardín en este momento. Si tienen a bien seguirme, es por aquí —dejó la frase en el aire para ver si la seguían.
Un examen preliminar reveló a maestra y alumno que aquel ave presentaba rasgos realmente sorprendentes en la composición de los huesos del cráneo, un ala y las patas. Donde debiera tener el espolón presentaba un pulgar oponible útil, como el de los primates. Ambos se miraron desconcertados, sabiendo que eso era del todo imposible. Descubrieron algunas erupciones repugnantes de aspecto sarnoso el cuello y un ala que también presentaba alguna deformación, siendo algo más grande que su gemela. Pero lo más inquietante eran sus ojos, aún vaciados de expresión por la muerte podía advertirse cierta crueldad inclemente. Morfológicamente ambos estudiosos dirían que son prácticamente humanos.
Henry, además, se dio cuenta de que Meredith estaba temblando en su sitio. Habían estado compartiendo sus pesquisas en alto. Ante tal descubrimiento, seguramente estaba aterrada por el momento inmediatamente posterior, la disección. El joven diría que había visto a la niña rica elevar una oración para no ser ella quien abriera aquella cosa repulsiva.
- Un especimen realmente... extraño. Empiezo a pensar que estamos siendo el objetivo de alguna broma pesada de la fraternidad Phi Kappa Doctora... -dijo Henry mientras, aprovechando que se había colocado de espaldas a Meredith le hizo señas a la profesora para que advirtiera el estado emocional de la alumna.
- ¿ Puedo sugerir que, dado que nadie más ha aparecido hoy, la aplicada señorita Wilkinson reciba un punto positivo y sea dispensada mientras usted y yo continuamos deshaciendo esta patraña y buscamos a los culpables? Sin duda merecen una reprimenda por hacerle perder el tiempo de esta manera... -
El estudiante deseaba fervientemente seguir investigando aquella... cosa, pero no quería tener que lidiar con una estudiante desmayada ni con los rumores que podría esparcir por el campus. Sin embargo, si pensaba que todo era una broma y que alguna fraternidad pronto tendría problemas, la cosa cambiaba por completo. Miró con intención a su profesora, esperando que hubiera captado la doble intención de sus palabras.
- Es usted demasiado generoso atribuyéndole a esos muchachos un nivel de inteligencia tal como para conseguir un espécimen de estas características... - respondió la doctora, examinando el cuerpo del ave cada vez más interesada y sorprendida. Desde luego, era necesaria una disección a conciencia para intentar dilucidar su desconcertante morfología e intentar discernir a qué podían deberse esas repugnantes erupciones.
Ante el requerimiento de Henry, Andrea levantó la mirada del cuerpo inerte y echó un vistazo a la figura de Meredith de la cual se había olvidado por completo. Observó igualmente a su alrededor para comprobar que efectivamente no había rastro de ningún otro alumno. En otras circunstancias, no hubiera permitido que ninguno de ellos abandonara la clase magistral, pero quizá en esta ocasión, la impresionable Meredith podía resultar más un estorbo que otra cosa.
- Señorita Wilkinson, dado que ninguno de sus compañeros, a excepción del señor Howel, ha tenido la decencia de acudir a la lección magistral de esta mañana, le doy permiso para retirarse - lo del punto positivo le pareció excesivo - No se preocupe, será la única que se libre del negativo y la falta de asistencia que recibirá el resto de alumnos. Espero verla en la próxima clase, señorita Wilkinson - concluyó como despedida, sin darle pie a rechistar.
Sin esperar a que la joven abandonara la sala, Andrea extrajo de su maletín una caja de guantes quirúrgicos perfectamente cerrada y un pequeño estuche que contenía varias mascarillas. Ofreció a su pupilo ambos materiales, colocándoselos ella con magistral habilidad. Seleccionó uno de los bisturís, comprobando su filo a contraluz y se dirigió a su alumno. En su tono de voz pudo detectar cierta emoción.
- Henry, si es tan amable, prepáreme las gasas y tenga cuidado. No sabemos qué tipos de virus o bacterias puede contener el cuerpo. Toda precaución es poca. Y esas protuberancias no tienen buena pinta -
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Arthur estrechó la mano tendida de Sally firmemente, pero con delicadeza - Encantado de conocerla, - hizo una brevísima pausa de indecisión - señora Williams. Debo confesar que esta es mi primera visita, hecho que lamento cada vez más - terminó, mientras recorría con la mirada la sala.
Ya parcialmente recuperado de la impresión inicial, Arthur empezó a seguir a la enfermera Rodgers. Aunque sin duda tenía preguntas para el doctor, lo primero era ver a su antiguo mentor en persona.
Contento de ver que la muchacha abandonaría el aula, pero más aún de que la Profesora siguiera contando con él para la disección, Henry asintió a cada una de las palabras de la Dra. y aunó los requerimientos de la misma con la acción, preparándose para la siguiente parte de la inspección de aquel ave tan extraña.
Cuando Arthur paseó su mirada por la sala descubrió in fraganti a la enfermera más joven mirándole fijamente. La nerviosa joven enseguida bajó la mirada avergonzada hasta el carnet con su nombre prendido del uniforme: Wilkie. En cualquier caso, el ritmo inclemente de la veterana enfermera Rodgers no daba espacio para nada más.
Tras un breve recorrido por otro pasillo salieron al exterior. Abraham Kale estaba en el césped sentado sobre una silla de hierro, disfrutando del débil sol de la mañana mientras completaba el crucigrama del Times. Para hacerlo usaba su mano izquierda. Su mano derecha estaba deformada a causa de un disparo, fruto de sus años de servicio en Sur Africa como bien sabía Arthur. Parecía un anciano algo distraído, con el pelo blanco y la barba con un corte inmaculado. Vestía un pijama y una bata limpias y parecía aseado y bien atendido, salvo por un mechón rebelde que cruzaba su frente.
—¡Pero quién tenemos aquí! ¿Es posible que sea el joven señor Nolt? Qué bueno verle —dijo reconociendo al joven seminarista y estrechándole la mano con fragilidad—. ¡Cuánto tiempo! Le veo muy bien. Señorita Williams —saludó respetuosamente a Sally—, siempre es un placer volver a verla. Gracias por venir a ver a este viejo chiflado —bromeó agradeciendo la visita a ambos.
Tras algunas indicaciones a Wilkie, que acercó unas sillas, Rodgers les dejó tras una sonrisa forzada. Enseguida Wilkie salió tras la veterana también dejándoles a solas con el paciente.
Meredith dejó diligentemente la sala claramente aliviada y pronto estuvieron a solas. Andrea decidió empezar por los extraños bulbos en el cráneo. Andrea esgrimió el escalpelo con soltura haciendo un corte perfecto mientras Henry, expectante, la asistía con las gasas en la mano por si hiciera falta.
En cuanto clavó el escalpelo en el cerebro de aquella cosa un líquido oscuro y viscoso rezumó de la incisión y se desparramó por la bandeja de disecciones. Apestaba a moho rancio, aunque subyacía un extraño olor dulzón. Si no fuera por el olor, aquella sustancia parecería caviar, medio líquido medio sólido.
Las siguientes incisiones a la criatura revelaron que estaba compuesta por un amalgama de huesos y músculos animales, humanos y esa materia oscura y pegajosa de olor a moho que no habéis visto en la vida. La estructura que conecta los tejidos es en sí misma extraña, quizá de naturaleza fúngica o cancerosa. En el estómago encontraron un meñique humano medio digerido y un trozo carne sin digerir impregnado en un polvo rosa. Por el olor a pescado y experiencias anteriores Andrea identificó la sustancia como Warfarin, un matarratas común.
Tras un examen de casi una hora, lo único de lo que estaban seguros es que nunca habían visto nada parecido, ni ellos ni nadie. ¿O quizá sí? Las numerosas paradojas fisiológicas presentes en el cadáver ponían al espécimen más en terreno de la especulación y el folklore antiguo que el campo de la ciencia. La Biblioteca de la Universidad tenía un surtido conocimiento en ese tipo de campo.
De lo que estaban seguros es que el cuerpo era absolutamente funcional, no una especie de monstruo de Frankenstein construido para gastar algún tipo de broma macabra. Hasta ahora lo que sabían de aquella cosa, ya no podían seguir llamándola ave, sólo había arrojado más preguntas que respuestas. Maestra y alumno se miraron tratando de asimilar la profundidad de aquello en lo que acababan de meter el pie. ¿Una nueva especie, una mutación monstruosa? ¿Habría más? ¿En Inglaterra? ¿Cómo era posible que nadie más se hubiera percatado?
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Estabilidad: 7
Gasto un punto
Mientras la disección de aquella criatura comenzaba, y ya por fin a solas, Henry tan sólo hizo un comentario sobre que tampoco pensaba que los miembros de la fraternidad más díscola del campus fueran capaces de aquello, que había sido una treta con el único objetivo de tranquilizar a la Srta. Wilkinson que parecía realmente turbada. No sólo por su tranquilidad, si no por la de ellos, pues aquello podía ser un descubrimiento importante y sería mejor mantener cierta discreción hasta poder verificar sus hallazgos.
Sin embargo, según avanzaba el proceso, el ánimo del joven estudiante fue cambiando. De pensar que habían podido descubrir una nueva especie de córvido, a reconocer aquella... cosa... comenzó a sentir la cabeza ligera según avanzaban, y el olor amenazó con darle nauseas más de una vez. Su estómago dio ciertamente un vuelco al encontrar el dedo meñique en el estómago del mismo, pero permaneció impasible mientras la Dra. y él se enfrascaban cada vez más en aquella necropsia.
Cuando finalizaron, con la cabeza bullendo con las ideas más descabelladas miró a la profesora en busca de guía. Su mirada lo decía todo. ¿Qué debían hacer ahora? Aquello no era ni remotamente normal y se salía por completo del limitado rango de conocimientos del estudiante.
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Estabilidad, me gasto 1 punto: 5
La doctora Parker había comenzado aquella disección con gran curiosidad y una emoción contenida por el hallazgo que se les presentaba pero, según avanzaba el análisis, su rictus se tornó más serio y circunspecto, al igual que sus intervenciones que se ciñeron a órdenes secas dirigidas a Henry.
Debido a la mascarilla, el joven estudiante solo podía observar la parte superior del rostro de su maestra, cuyo entrecejo se arrugaba cada vez más a medida que descubrían las entrañas de aquel animal. Cuando finalizaron, la mirada de Andrea se perdió durante unos segundos en algún punto del infinito de la mesa de disecciones. Esto no podía estar ocurriendo. Esto escapaba a toda ciencia biológica que ella pudiera conocer, y le gustaba presumir de conocerla muy a fondo.
Visiblemente turbada y nerviosa, estado que Henry nunca había reconocido en su maestra, Andrea tomó una de las pinzas de la bandeja de material quirúrgico y seleccionó tejidos de varias de las zonas diseccionadas, al igual que sangre y materia oscura, colocándolas en varios portaobjetos con la intención de analizarlos posteriormente en un microscopio. Al finalizar, recogió otra de las bandejas y depositó los materiales impregnados de sangre y aquella extraña mucosa y los roció con el líquido desinfectante que reposaba sobre la mesa.
Por último, introdujo el cuerpo desmembrado del espécimen en una bolsa de plástico, junto con el dedo humano, que cerró herméticamente y que envolvió completamente en un paño blanco, desinfectando así mismo la mesa de posibles restos de virus o lo que fuera que contuviera ese cuerpo.
Tras un largo silencio que a Henry se le antojó casi infinito, la doctora Parker le dirigió unas palabras mientras extraía sus guantes y mascarilla con cuidado.
- Esto es muy serio, chico - su voz representaba a la perfección la gravedad del asunto - Esto queda fuera de toda lógica científica, y créeme que la conozco en profundidad - en público siempre le hablaba de usted, pero en privado se tomaba la libertad de tutearle - Debo acudir al laboratorio para poder analizar bajo el microscopio las muestras que hemos extraído. Y su morfología… atenta contra toda regla biológica. Debe haber alguna explicación… ¿experimentos biológicos, quizá? Es… imposible que la naturaleza haya creado algo así… - lanzaba hipótesis sin esperar una respuesta por parte del pupilo - ¿Dónde dices que encontraste este ejemplar? - le preguntó, ahora sí, directamente. Sacudió la cabeza, intentando aclarar sus ideas - Quizá haya más en las inmediaciones, quizá debamos investigar las noticas de las últimas semanas por si encontráramos alguna pista. Pero es extraño que, si algo así se ha hecho público, no haya llegado a los oídos de la Cátedra de biología- chistó contrariada, incapaz de encontrar una explicación - Debemos ser extremadamente cautelosos con este descubrimiento pero, si mis análisis revelan algún peligro para la salud pública, tendré que compartirlo con mis colegas y con las autoridades competentes - comenzó a recoger con nerviosismo todos sus enseres.
Prólogo
Inglaterra, años 30. La depresión tras el crack del 29 ha golpeado duramente al imperio desde ultramar. La industrializada sociedad inglesa acusa el golpe económico que supone el cierre de fábricas, el paro masivo y el empobrecimiento generalizado. Sin embargo Inglaterra nunca conoció las mieles de los fabulosos 20 como los veleidosos norteamericanos y estáis acostumbrado a la escasez. En las páginas del Times, en el continente se dibuja un aire enrarecido, como si algo estuviera apunto de explotar en Alemania. Pero nada de eso os toca demasiado de cerca. Para vosotros son solo titulares en los periódicos. Sois hombres y mujeres de ciencia y eso exige una mirada alejada de la vida mundana. Doctores, enfermeras, eruditos, seminaristas, el conocimiento y vuestras propias pasiones son el motor de vuestras vidas. Pero algo inquietante está a punto de cruzarse en vuestra tranquila existencia.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
[Universidad de Brichester]
Brichester. El núcleo comercial del Severn Valley, Inglaterra, cerca de la frontera con Gales. Se puede diferenciar la ciudad en tres partes: Mercy Hill al norte, Brichester, y Lower Brichester al Sur. En Brichester se encuentra la Universidad Brichester uno de los centros de enseñanza más respetados de la región y vuestra casa estos últimos años.
El campus de la Universidad está compuesto por una serie de edificaciones de estilo gótico cuyas piedras comidas por el verdín reposan entre unos jardines jalonados por cedros raquíticos y frondoso césped. Es septiembre por la mañana, temprano. Hace frío, pero ha dejado de llover hace un rato. El cielo tiene un aspecto plomizo.
En el sótano del edificio central, uno de los edificios góticos más horribles de la Universidad, se encuentra el Aula Magna de Disecciones. Es una sala pentagonal con 5 bancadas en hileras ascendentes de sillas de madera alrededor de la mesa central de disecciones. Las sillas de madera oscurecida son estrechas y han sido barnizadas cientos de veces, regalando al ambiente un aroma pegajoso y ligeramente acre. Las ventanas que dan al exterior están siempre sucias y mantienen la estancia bajo una luz morteniza que recae sobre todo en la mesa central. Cuando no está repleta de estudiantes es de hecho una sala de disecciones aceptablemente útil, si a uno no le importan los tarros de cristal que se alinean en las paredes con todo tipo de órganos de animales, humanos y otros inclasificables flotando en formol. La sala se la disputan en dura pugna las cátedras de Medicina, Zoología y Biología. Cualquier miembro de la Universidad puede, en teoría, usar la sala, pero siempre con un profesor adjunto en ella.
Esta mañana la Dra Parker se ha hecho con el Aula Magna de Disecciones. Un pequeño triunfo para la cátedra de Biología. Ha tenido que arrebatársela a ese estúpido egocéntrico del Dr White de Medicina, bien por ella. La victoria sería mucho más dulce si no fuese porque ayer fue festivo local y la mayoría de los zoquetes a los que da clase estarán durmiendo la mona. La Dra Parker se pregunta quién aparecerá mientras dejas tus cosas junto a la mesa central de la sala y repasas tus notas para la clase magistral de hoy.
Esta mañana, de camino a clase, Henry Howell ha encontrado un extraño pájaro muerto en uno de los jardines de la Universidad. Sus plumas son negras y pareciera un cuervo, pero no lo es, está seguro. Henry no tiene ni idea de qué especie es. Planeando diseccionarlo, ha llevado el cuerpo emplumado al Aula Magna de Disecciones. Al llegar se encuentra con la Dra Parker repasando sus notas. La doctora es un hueso con casi todos, menos con Henry, que siempre se ha mostrado respetuoso con su conocimiento y habilidades. Henrry ve en la Dra Parker una persona muy capaz e interesante, ¿quizá debería mostrarle lo que trae? Podría mostrarse interesada o enfadada. Henry sonríe pensando que ambas cosas serían entretenidas.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Andrea echó un vistazo a su reloj. Faltaban 10 minutos para las 9 en punto y ninguno de sus alumnos había hecho acto de presencia, nada que le extrañara teniendo en cuenta el festivo local del día anterior.
Ahora bien, todos en aquella Universidad conocían las consecuencias, ninguna agradable, de la impuntualidad en sus clases; desde la prohibición de asistir a la lección impartida ese día, añadiendo obviamente un punto negativo a sus expedientes, hasta, quién sabe, puede que un examen sorpresa que les ayudara a espabilarse de la más que segura resaca matutina.
Tampoco era algo que le preocupara ni la enojara sobremanera. No se tomaba estas faltas de impuntualidad, ni otras tantas, como un ataque personal. Simplemente asumía su rol educativo con seriedad y ninguno de estos pequeños detalles, que para ella eran extremadamente importantes, quedaban impunes. Se negaba a ser como muchos de sus colegas de cátedra, pusilánimes y equivocadamente flexibles ante las irreverentes conductas juveniles.
El respeto y el cumplimiento de las normas y la asunción de responsabilidad por parte de sus alumnos debía ser supervisada y corregida si era necesario. Aunque a veces debía reconocer que le generaba una molesta pereza; al fin y al cabo, la mayoría de sus estudiantes no llegarían a nada, una panda de jóvenes mentecatos más interesados en festejar y ligar que en tomarse en serio su educación y su futuro; irían cayendo en el transcurrir del curso, había sido testigo infinidad de veces, relegados a una profesión y unas vidas insulsas, monótonas y aburridas; con suerte, uno o dos alumnos destacarían y se convertirían en personas valiosas para la Universidad y, sobre todo, para la apasionante e injustamente denostada ciencia de la Biología. Y ella haría lo posible para facilitar la criba entre los mediocres y los pocos escogidos que realmente valían la pena.
Paseó lentamente por el aula mientras repasaba una vez más sus notas. El sonido de sus tacones reverberó firmemente entre las paredes de la sala mientras su figura esbelta se recortaba a través de la mortecina luz de los ventanales. Aunque la juventud era una época que había dejado atrás, se mantenía físicamente en buen estado, gracias a su genética más que a la práctica de ejercicio físico. De tez blanca y cabello y ojos negros, la belleza de su rostro destacaría más si no fuera por su gesto adusto y reflexivo. Algunos se preguntaban si esta mujer sabía sonreír, si habría sonreído alguna vez de felicidad o alegría y no solo para mostrar su ironía o su superioridad.
Su estilo era una perfecta sincronía entre lo tradicional y la elegancia. Vestía con ropa actual pero de corte clásico, recatada y de colores neutros y oscuros, pero que marcaban su feminidad. Su maquillaje se caracterizaba por ser discreto y sutil y, todo aquel que se acercara a su figura o entrara en una sala donde hubiese permanecido un largo rato, podía detectar en el ambiente el aroma fresco a ropa limpia y a un perfume suave. La Dra Parker cuidaba hasta el más mínimo detalle en todos los ámbitos de su vida.
Depositando sus notas sobre la mesa, se dirigió con premura hacia el perchero del aula, colocándose una bata blanca impoluta y sin una sola arruga, cubriendo el vestido negro seleccionado para aquel día. Se abotonó por completo y terminó de estirar la prenda, colocando el cuello a la perfección. Volvió a la mesa central y recogió sus apuntes, mientras escuchaba en la lejanía los pasos apresurados de algún alumno acercándose al aula. Faltaban 5 minutos para el comienzo de la clase.
Cuando Henry apareció por la puerta, Andrea levantó la vista de sus notas mirándole fijamente a los ojos. Le alivió comprobar que su prometedor alumno no la había decepcionado, al menos por ahora.
- Buenos días, Señor Howel - le habló correcta y educadamente, con un tono algo más suave del que solía emplear con el resto de alumnos - puede pasar y tomar asiento. Ah y, por favor, encienda la luz si es tan amable - sin más, volvió la atención a sus anotaciones.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[Hospital St Mary Bethlem]
El St Mary Bethlem, un hospital para enfermos mentales, se encuentra en un suburbio de Londres. Lleva 30 min en tren desde Charin Cross hasta Eden Park y un autobús para completar el viaje. Es un lugar tranquilo y apartado, como exigen sus inquilinos. La primera imagen del hospital es por carretera: una institución de ladrillo de reciente creación rodeada por césped y presidida por una torre alta con reloj. Desde fuera parece un lugar plácido.
Arthur aparca su Morris Minor en el aparcamiento para visitas, a un lado de la entrada. Sally baja del autobús que venía prácticamente vacío. Es septiembre a media la mañana y hace frío, pero quizá salga el sol al mediodía. Coincidís en la entrada principal como perfectos desconocidos justo cuando se levanta algo de viento.
Cuando cruzáis la entrada principal os dirigen inmediatamente a la Sala de Geriatría, en el ala Este del hospital. Sally camina con la seguridad de quien ya ha hecho esto con anterioridad. A medida que recorréis los corredores con un cierto olor a antiséptico y orina, Arthur se da cuenta de que esto es un sanatorio mental. Gritos y gemidos aislados se cuelan aquí y allá desde las puertas de las habitaciones que dejáis atrás. Más parece una cárcel para lunáticos y perturbados.
En la Sala de Geriatría la enfermera Rodgers os recibe con eficiencia, profesionalidad y educación mientras trata de enseñar a una joven e inexperta compañera. La joven os mira con nerviosismo, siempre un paso por detrás de la veterana.
—Buenos días. Bienvenidos al St Mary. Yo soy la enfermera Rodgers ¿Tienen la amabilidad de darme sus nombres, por favor? ¿A quién han venido a visitar? —dice maquinalmente con educación tras el libro de admisiones.
Mientras espera vuestra respuesta os mira directamente, con calma.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Henry, vestido con un sencillo traje de color pardo, tenía sólo dos y tres camisas y debía lavar estas continuamente mientras alternaba los trajes, no se sorprendió al encontrar a la Dra. Parker ya en la sala de disecciones. Cómo había conseguido aquella mujer la codiciada sala aquel día por encima de los catedráticos de Medicina se le escapaba al joven estudiante, pero si lo pensaba bien, al ser una mañana tras un dia festivo, posiblemente la habrían dejado reservarla a sabiendas que pocos estudiantes acudirían. No Henry. Él había conseguido levantarse con tiempo suficiente para asearse y acudir a su clase. Tenía un curioso dolor de cabeza desde luego, su pelo se levantaba en mechones rebeldes por un remolino cerca de la coronilla pese a sus intentos de peinarlo y oscuras ojeras delimitaban sus ojos, pero estaba allí. Había trabajado muy duro para llegar hasta la Universidad y no iba a permitir que una fiesta se interpusiera en su camino, y sabía lo estricta que era la Dra. Parker tanto con la impuntualidad como con las faltas de asistencia. Además, el extraño hallazgo que había realizado de camino al edificio central no sólo había picado su curiosidad, quizá le hiciera ganar algún punto positivo a ojos de la Dra.
- Buenos días Dra. Parker - dijo con educación - Disculpe Dra. pero... viniendo hacia aquí en esta agradable mañana he encontrado un especimen que quizá pueda ser de su interés. -
Le mostró el animal muerto, con cuidado de no mancharse el traje pues el otro aún estaba secándose.
- Al principio pensé que se trataba de un simple cuervo por el color de sus plumas. Pero al acercarme me percaté que carece de cerdas rictales - dice señalando el roto pico del ave donde deberían estar unas pequeñas plumas con aspecto de pelos - Por la morfología de sus patas podría pensarse que se trata de una Cyanocitta, pero están demasiado dañadas para que yo pueda sacar alguna conclusión. ¿Reconoce usted la familia a la que pertenece? - pregunta el estudiante extendiendo las manos con el cadaver del animal para que la Dra. pueda examinarlo mejor.
PbP Character: A few ;)
[Universidad de Brichester]
Los bisturís que Andrea, siempre preparada, había traído a la sesión, estaban perfectamente alineados junto a la cubeta de aluminio de la mesa de disecciones. Después de que Henry hubo dejado el espécimen en manos de Andrea y encendiese la luz, el instrumental, de tan limpio, parecía nuevo.
Meredith Wilkinson entró un poco después que Henry. Una jovencita de aspecto frágil, cara de acelga y modales timoratos. Saludó tímidamente a la profesora y a Henry y tomó asiento en la primera fila de una de las bancadas. Se subió las gafas de pasta de color caramelo sobre el puente de la nariz y sacó una libreta de notas y una flamante estilográfica de aspecto caro, seguramente regalo de su padre, dedujo Andrea. El Sr Wilkinson era un poderoso industrial del carbón de Birmingham a quien le gustaba la ostentación, igual que a su hija.
Enseguida, Andrea se dio cuenta de que Henry no iba errado, aquel ave no era en absoluto normal. Es decir, no había Cyanocittas en Inglaterra, eran especie americanas, pero lo que era más alarmante es que la Dra Parker tampoco reconocía la especie. A Andrea le llamó la atención el cráneo, que presentaba unas protuberancias repulsivas. Eran una deformidad evidente, quizá producto de alguna enfermedad.
Haced una tirada de Biología y otra de Evaluar Sinceridad. Ya sabéis, 4+ en 1d6
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[Hospital St Mary Bethlem]
Sally saludó con una sonrisa educada al joven Arthur al coincidir en la entrada, pero se mantuvo callada hasta la Sala de Geriatría. Era una mujer recién entrada en la cuarentena, de estatura media y complexión más bien gruesa. Su pelo era corto y rubicundo, recogido en un moño. Su gesto era amable y sus mejillas excesivamente rosadas contrastaban con su piel clara. Vestía un traje sencillo de franela gris, de los que se pueden comprar en Harrods cada temporada. Parecía una persona práctica, desde luego, pero su aplomo al deambular por aquellos interminables pasillos era sorprendente. Era como si incluso encontrara cierto interés en todo aquello.
Cuando la enfermera Rodgers les preguntó, en seguida se adelantó para agilizar el trámite.
—Buenos días. Sally Williams, amiga de la familia del Sr Abraham Kale —dijo con brevedad y exactitud mientras exhibía una sonrisa educada.
Confrontar la locura que impregna estos muros afecta a Arthur. ¿Es esta la obra de Dios? Tira Estabilidad, Ya sabes 4+ en 1d6
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[Universidad de Brichester]
Henry se inclinó sobre el extraño espécimen intentando seguir los movimientos y secuencia de trabajo de la Dra. Realmente le resultaba fascinante el aprender cosas nuevas.
Biologia: 4
Gasto 1 punto de habilidad para la tirada de Biologia, lo que, si he entendido bien, me deja en 1 en la habilidad hasta que descanse.
Evaluar Sinceridad: 2
PbP Character: A few ;)
Andrea levantó la vista de sus notas según escuchaba las palabras del muchacho, tras saludar de manera escueta y seca a Meredith. Se acercó a la mesa de disecciones con un gesto impaciente, esperando encontrarse cualquier espécimen herido de la ciudad, de los que alguno de sus alumnos traía a clase de vez en cuando por pura curiosidad. Pero, al observar el cuerpo inerte durante unos segundos, enseguida se dio cuenta de que aquello era diferente.
Biología: 7
Gasto 1 punto en biología
Evaluar sinceridad: 3
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[Hospital St Mary Bethlem]
Arthur se colocó la chaqueta de tweed burdeos y se ajustó y alisó los pantalones lisos azul turquesa nada más bajar del coche. Completaba el conjunto un chaleco oscuro, una camisa blanca y una corbata estrecha, al estilo norteamericano. Si bien tanto los hábitos como la ropa de calle de los sacerdotes podían considerarse elegantes (aunque sobrios), poderse expresar a través de la vestimenta sería una de las cosas que echaría de menos cuando fuera ordenado.
Cruzó con paso grácil y despreocupado la distancia que le separaba de la puerta de visitas, percatándose casi en el último momento de la mujer regordeta con la que allí coincidió. Le cedió el paso galantemente, devolviéndole una sonrisa sincera.
Coincidió que ambos se dirigían a la misma sala y, dado que parecía que la mujer tenía un propósito claro, Arthur optó por seguirla a una educada distancia, ralentizando el paso para no agobiarla.
Según se adentraba en el ala Este del hospital ya no tuvo que hacer un esfuerzo consciente para . La jovialidad tanto en los andares como en el rostro del joven habían gradualmente desaparecido. Esto no era para nada lo que se esperaba cuando le dijeron que su antiguo mentor se había retirado "al cuidado de los médicos".
La preocupación de su rostro se vio teñida de sorpresa al oír el nombre del paciente que indicó su compañera de trayecto - ¡Caramba!, parece que ambos venimos a ver a la misma persona - dándose cuenta que había olvidado presentarse, añadió - Arthur Nolt, amigo del señor Kale.
Estabilidad: 3
[Hospital St Mary Bethlem]
Sally se sorprendió ante las palabras de Arthur. Por un momento pareció hasta avergonzada por algo, pero enseguida tendió la mano al joven seminarista.
—Encantada, que coincidencia —sonrió de nuevo en tono amable—. Lo cierto es que pensaba que el Sr Kale no recibía visitas. Me alegro de equivocarme.
La enfermera Rodgers anotaba en el libro de admisiones vuestros nombres.
—Muy bien —asintió con una sonrisa ensayada tras levantar la vista del papel— Físicamente el señor Kale no ha empeorado —relató deliberadamente optimista—, se alimenta bien y da de comer a los pájaros, como siempre —hizo una pausa para asegurarse de que habíais entendido sus palabras —. El Dr Bradfield está atendiendo al resto de pacientes —aclaró adelantándose a la posible petición de un cara a cara—. ¿Quieren pasar a ver al señor Kale? Está en el jardín en este momento. Si tienen a bien seguirme, es por aquí —dejó la frase en el aire para ver si la seguían.
Sally parecía más que dispuesta a seguirla.
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[Universidad de Brichester]
Un examen preliminar reveló a maestra y alumno que aquel ave presentaba rasgos realmente sorprendentes en la composición de los huesos del cráneo, un ala y las patas. Donde debiera tener el espolón presentaba un pulgar oponible útil, como el de los primates. Ambos se miraron desconcertados, sabiendo que eso era del todo imposible. Descubrieron algunas erupciones repugnantes de aspecto sarnoso el cuello y un ala que también presentaba alguna deformación, siendo algo más grande que su gemela. Pero lo más inquietante eran sus ojos, aún vaciados de expresión por la muerte podía advertirse cierta crueldad inclemente. Morfológicamente ambos estudiosos dirían que son prácticamente humanos.
Henry, además, se dio cuenta de que Meredith estaba temblando en su sitio. Habían estado compartiendo sus pesquisas en alto. Ante tal descubrimiento, seguramente estaba aterrada por el momento inmediatamente posterior, la disección. El joven diría que había visto a la niña rica elevar una oración para no ser ella quien abriera aquella cosa repulsiva.
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- Un especimen realmente... extraño. Empiezo a pensar que estamos siendo el objetivo de alguna broma pesada de la fraternidad Phi Kappa Doctora... - dijo Henry mientras, aprovechando que se había colocado de espaldas a Meredith le hizo señas a la profesora para que advirtiera el estado emocional de la alumna.
- ¿ Puedo sugerir que, dado que nadie más ha aparecido hoy, la aplicada señorita Wilkinson reciba un punto positivo y sea dispensada mientras usted y yo continuamos deshaciendo esta patraña y buscamos a los culpables? Sin duda merecen una reprimenda por hacerle perder el tiempo de esta manera... -
El estudiante deseaba fervientemente seguir investigando aquella... cosa, pero no quería tener que lidiar con una estudiante desmayada ni con los rumores que podría esparcir por el campus. Sin embargo, si pensaba que todo era una broma y que alguna fraternidad pronto tendría problemas, la cosa cambiaba por completo. Miró con intención a su profesora, esperando que hubiera captado la doble intención de sus palabras.
PbP Character: A few ;)
- Es usted demasiado generoso atribuyéndole a esos muchachos un nivel de inteligencia tal como para conseguir un espécimen de estas características... - respondió la doctora, examinando el cuerpo del ave cada vez más interesada y sorprendida. Desde luego, era necesaria una disección a conciencia para intentar dilucidar su desconcertante morfología e intentar discernir a qué podían deberse esas repugnantes erupciones.
Ante el requerimiento de Henry, Andrea levantó la mirada del cuerpo inerte y echó un vistazo a la figura de Meredith de la cual se había olvidado por completo. Observó igualmente a su alrededor para comprobar que efectivamente no había rastro de ningún otro alumno. En otras circunstancias, no hubiera permitido que ninguno de ellos abandonara la clase magistral, pero quizá en esta ocasión, la impresionable Meredith podía resultar más un estorbo que otra cosa.
- Señorita Wilkinson, dado que ninguno de sus compañeros, a excepción del señor Howel, ha tenido la decencia de acudir a la lección magistral de esta mañana, le doy permiso para retirarse - lo del punto positivo le pareció excesivo - No se preocupe, será la única que se libre del negativo y la falta de asistencia que recibirá el resto de alumnos. Espero verla en la próxima clase, señorita Wilkinson - concluyó como despedida, sin darle pie a rechistar.
Sin esperar a que la joven abandonara la sala, Andrea extrajo de su maletín una caja de guantes quirúrgicos perfectamente cerrada y un pequeño estuche que contenía varias mascarillas. Ofreció a su pupilo ambos materiales, colocándoselos ella con magistral habilidad. Seleccionó uno de los bisturís, comprobando su filo a contraluz y se dirigió a su alumno. En su tono de voz pudo detectar cierta emoción.
- Henry, si es tan amable, prepáreme las gasas y tenga cuidado. No sabemos qué tipos de virus o bacterias puede contener el cuerpo. Toda precaución es poca. Y esas protuberancias no tienen buena pinta -
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[Hospital St Mary Bethlem]
Arthur estrechó la mano tendida de Sally firmemente, pero con delicadeza - Encantado de conocerla, - hizo una brevísima pausa de indecisión - señora Williams. Debo confesar que esta es mi primera visita, hecho que lamento cada vez más - terminó, mientras recorría con la mirada la sala.
Ya parcialmente recuperado de la impresión inicial, Arthur empezó a seguir a la enfermera Rodgers. Aunque sin duda tenía preguntas para el doctor, lo primero era ver a su antiguo mentor en persona.
[Universidad de Brichester]
Contento de ver que la muchacha abandonaría el aula, pero más aún de que la Profesora siguiera contando con él para la disección, Henry asintió a cada una de las palabras de la Dra. y aunó los requerimientos de la misma con la acción, preparándose para la siguiente parte de la inspección de aquel ave tan extraña.
PbP Character: A few ;)
[Hospital St Mary Bethlem]
Cuando Arthur paseó su mirada por la sala descubrió in fraganti a la enfermera más joven mirándole fijamente. La nerviosa joven enseguida bajó la mirada avergonzada hasta el carnet con su nombre prendido del uniforme: Wilkie. En cualquier caso, el ritmo inclemente de la veterana enfermera Rodgers no daba espacio para nada más.
Tras un breve recorrido por otro pasillo salieron al exterior. Abraham Kale estaba en el césped sentado sobre una silla de hierro, disfrutando del débil sol de la mañana mientras completaba el crucigrama del Times. Para hacerlo usaba su mano izquierda. Su mano derecha estaba deformada a causa de un disparo, fruto de sus años de servicio en Sur Africa como bien sabía Arthur. Parecía un anciano algo distraído, con el pelo blanco y la barba con un corte inmaculado. Vestía un pijama y una bata limpias y parecía aseado y bien atendido, salvo por un mechón rebelde que cruzaba su frente.
—¡Pero quién tenemos aquí! ¿Es posible que sea el joven señor Nolt? Qué bueno verle —dijo reconociendo al joven seminarista y estrechándole la mano con fragilidad—. ¡Cuánto tiempo! Le veo muy bien. Señorita Williams —saludó respetuosamente a Sally—, siempre es un placer volver a verla. Gracias por venir a ver a este viejo chiflado —bromeó agradeciendo la visita a ambos.
Tras algunas indicaciones a Wilkie, que acercó unas sillas, Rodgers les dejó tras una sonrisa forzada. Enseguida Wilkie salió tras la veterana también dejándoles a solas con el paciente.
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[Universidad de Brichester]
Meredith dejó diligentemente la sala claramente aliviada y pronto estuvieron a solas. Andrea decidió empezar por los extraños bulbos en el cráneo. Andrea esgrimió el escalpelo con soltura haciendo un corte perfecto mientras Henry, expectante, la asistía con las gasas en la mano por si hiciera falta.
En cuanto clavó el escalpelo en el cerebro de aquella cosa un líquido oscuro y viscoso rezumó de la incisión y se desparramó por la bandeja de disecciones. Apestaba a moho rancio, aunque subyacía un extraño olor dulzón. Si no fuera por el olor, aquella sustancia parecería caviar, medio líquido medio sólido.
Las siguientes incisiones a la criatura revelaron que estaba compuesta por un amalgama de huesos y músculos animales, humanos y esa materia oscura y pegajosa de olor a moho que no habéis visto en la vida. La estructura que conecta los tejidos es en sí misma extraña, quizá de naturaleza fúngica o cancerosa. En el estómago encontraron un meñique humano medio digerido y un trozo carne sin digerir impregnado en un polvo rosa. Por el olor a pescado y experiencias anteriores Andrea identificó la sustancia como Warfarin, un matarratas común.
Tras un examen de casi una hora, lo único de lo que estaban seguros es que nunca habían visto nada parecido, ni ellos ni nadie. ¿O quizá sí? Las numerosas paradojas fisiológicas presentes en el cadáver ponían al espécimen más en terreno de la especulación y el folklore antiguo que el campo de la ciencia. La Biblioteca de la Universidad tenía un surtido conocimiento en ese tipo de campo.
De lo que estaban seguros es que el cuerpo era absolutamente funcional, no una especie de monstruo de Frankenstein construido para gastar algún tipo de broma macabra. Hasta ahora lo que sabían de aquella cosa, ya no podían seguir llamándola ave, sólo había arrojado más preguntas que respuestas. Maestra y alumno se miraron tratando de asimilar la profundidad de aquello en lo que acababan de meter el pie. ¿Una nueva especie, una mutación monstruosa? ¿Habría más? ¿En Inglaterra? ¿Cómo era posible que nadie más se hubiera percatado?
Tirad Estabilidad ambos
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Estabilidad: 7
Gasto un punto
Mientras la disección de aquella criatura comenzaba, y ya por fin a solas, Henry tan sólo hizo un comentario sobre que tampoco pensaba que los miembros de la fraternidad más díscola del campus fueran capaces de aquello, que había sido una treta con el único objetivo de tranquilizar a la Srta. Wilkinson que parecía realmente turbada. No sólo por su tranquilidad, si no por la de ellos, pues aquello podía ser un descubrimiento importante y sería mejor mantener cierta discreción hasta poder verificar sus hallazgos.
Sin embargo, según avanzaba el proceso, el ánimo del joven estudiante fue cambiando. De pensar que habían podido descubrir una nueva especie de córvido, a reconocer aquella... cosa... comenzó a sentir la cabeza ligera según avanzaban, y el olor amenazó con darle nauseas más de una vez. Su estómago dio ciertamente un vuelco al encontrar el dedo meñique en el estómago del mismo, pero permaneció impasible mientras la Dra. y él se enfrascaban cada vez más en aquella necropsia.
Cuando finalizaron, con la cabeza bullendo con las ideas más descabelladas miró a la profesora en busca de guía. Su mirada lo decía todo. ¿Qué debían hacer ahora? Aquello no era ni remotamente normal y se salía por completo del limitado rango de conocimientos del estudiante.
PbP Character: A few ;)
Estabilidad, me gasto 1 punto: 5
La doctora Parker había comenzado aquella disección con gran curiosidad y una emoción contenida por el hallazgo que se les presentaba pero, según avanzaba el análisis, su rictus se tornó más serio y circunspecto, al igual que sus intervenciones que se ciñeron a órdenes secas dirigidas a Henry.
Debido a la mascarilla, el joven estudiante solo podía observar la parte superior del rostro de su maestra, cuyo entrecejo se arrugaba cada vez más a medida que descubrían las entrañas de aquel animal. Cuando finalizaron, la mirada de Andrea se perdió durante unos segundos en algún punto del infinito de la mesa de disecciones. Esto no podía estar ocurriendo. Esto escapaba a toda ciencia biológica que ella pudiera conocer, y le gustaba presumir de conocerla muy a fondo.
Visiblemente turbada y nerviosa, estado que Henry nunca había reconocido en su maestra, Andrea tomó una de las pinzas de la bandeja de material quirúrgico y seleccionó tejidos de varias de las zonas diseccionadas, al igual que sangre y materia oscura, colocándolas en varios portaobjetos con la intención de analizarlos posteriormente en un microscopio. Al finalizar, recogió otra de las bandejas y depositó los materiales impregnados de sangre y aquella extraña mucosa y los roció con el líquido desinfectante que reposaba sobre la mesa.
Por último, introdujo el cuerpo desmembrado del espécimen en una bolsa de plástico, junto con el dedo humano, que cerró herméticamente y que envolvió completamente en un paño blanco, desinfectando así mismo la mesa de posibles restos de virus o lo que fuera que contuviera ese cuerpo.
Tras un largo silencio que a Henry se le antojó casi infinito, la doctora Parker le dirigió unas palabras mientras extraía sus guantes y mascarilla con cuidado.
- Esto es muy serio, chico - su voz representaba a la perfección la gravedad del asunto - Esto queda fuera de toda lógica científica, y créeme que la conozco en profundidad - en público siempre le hablaba de usted, pero en privado se tomaba la libertad de tutearle - Debo acudir al laboratorio para poder analizar bajo el microscopio las muestras que hemos extraído. Y su morfología… atenta contra toda regla biológica. Debe haber alguna explicación… ¿experimentos biológicos, quizá? Es… imposible que la naturaleza haya creado algo así… - lanzaba hipótesis sin esperar una respuesta por parte del pupilo - ¿Dónde dices que encontraste este ejemplar? - le preguntó, ahora sí, directamente. Sacudió la cabeza, intentando aclarar sus ideas - Quizá haya más en las inmediaciones, quizá debamos investigar las noticas de las últimas semanas por si encontráramos alguna pista. Pero es extraño que, si algo así se ha hecho público, no haya llegado a los oídos de la Cátedra de biología - chistó contrariada, incapaz de encontrar una explicación - Debemos ser extremadamente cautelosos con este descubrimiento pero, si mis análisis revelan algún peligro para la salud pública, tendré que compartirlo con mis colegas y con las autoridades competentes - comenzó a recoger con nerviosismo todos sus enseres.
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