La sorpresa de que Saxa conociera a Ispin se vio superada con creces cuando Remi reveló que él también acudía al mismo funeral.
- Pero, pero… ¿Tú también, Remington? - boquiabierta, observó al grupo y pensó en las escasas probabilidades de que un puñado de desconocidos se encontraran con un objetivo común tan concreto. ¿Sería el destino? Recordó a su amigo fallecido y, todavía con lágrimas en los ojos, esbozó una pequeña sonrisa de emoción. Solo él podía conseguir algo así, allá donde estuviese.
Deseando llegar, emprendió la marcha con ánimo. Sentía cansancio por la tensión de la reciente batalla y las preguntas que se agolpaban en su mente sobre los extraños seres y la resurrección del kender, pero ahora, estando tan cerca de Volger, los recuerdos de Ispin invadían su ánimo con agridulce nostalgia.
Observó a su alrededor con curiosidad, sabiendo que aquellas calles habían presenciado el ir y venir de su amigo durante años, aquel había sido el hogar al que regresar tras sus aventuras y desventuras. Se lo imaginó caminando con su alegre carácter, comprando en esta o aquella tienda, charlando con los vecinos, entrando en una taberna y pidiendo una jarra de cerveza. Le invadió la extraña sensación de estar convencida de que, en cualquier momento, le vería aparecer tras la próxima esquina o saliendo por una puerta, o de haber escuchado su risa entre el parloteo de la concurrida plaza. Suspiró con tristeza, recordándose a sí misma que eso ya nunca volvería a suceder. Pero cada vez se convencía más del acierto de haber emprendido este viaje, sintiéndose ahora mucho más cerca de él.
Ante la huida de exploración del kender, Uri simplemente le observó unos segundos alejarse, sin hacer comentario alguno, y continuó rumbo a la posada.
Con pequeños saltitos por la emoción Fritz se alejó de la gente alta que le había acompañado hasta Vogler. ¿Quién iba a pensar que ante un descubrimiento como el visto en aquel puente inconcluso no iba a atraer la atención de todos?. Solo se podía entender en lo aburridos que son a menudo, protestando y regañando por todo, normal que corran cansados a dormir a la taberna.. con lo agotador que era sufrirlos para el kender imagina para ellos mismos.
Era viejo.. muy viejo.. como todo aquello que a Fritz le provocaba curiosidad, como aquel martín pescador labrado en la anciana piedra. Con la boca abierta se quedó contemplándolo mientras a su espalda un viejo enano de las colinas, mas sorprendido que otra cosa, veía a un kender mirar la piedra. Mas se sorprendió cuando Fritz demostró sus conocimientos, mas en lo antiguo que en la arquitectura en si del puente. Y mas sorprendido aún cuando tras hablar largo y tendido descubrió que el kender se había ido con el valioso monóculo que pocos minutos antes colgaba de la elaborada cadena de plata de uno de sus bolsillos que parecía hasta mágico. Solo gracias a la ausencia de los Dioses se puede explicar que las blasfemias y juramentos que salían treas la barba de aquel enano no acabaron con un rayo partiéndole el dos.
"Que majo el enano" pensó Fritz entre saltitos camino de una posada de la que desconocía todo, pero sobretodo su ubicación. Jugueteaba con aquella pulida lente que veía de lo mas útil para sus investigaciones cuando con estupor dio de bruces con otro kender y no uno cualquiera, su propio primo, StuartfrogStiltonson de los Stiltonson de toda la vida. "Uaaaaalaaaaa" dijeron ambos en estéreo. Su primo se había ido, como todo kender, cuando ya tienes muy visto tu pueblo. Vestía muy elegante y llevaba un bonito sombrero de cuero de lo mas útil para el clima soleado de la costa. Stuart era primo segundo por parte de madre y primo tercero por parte padre, tan alejado en grado como para mantener tus cosas vigiladas. Se había mudado allí hace unos años, suficiente para conocer la posada donde esperaban a Fritz. Se pusieron al día, sobre Vogler y sobre el asunto aquel del tío Lumien que en paz descanse y las ocas. Con un abrazo de manos rápidas se despidieron, emprendiendo camino el esbelto Stuart con su nuevo monóculo enano, emocionado y sin caer en la cuenta de que Fritz entraba en la posada con un sombrero de cuero que antes no llevaba.
El pequeño grupo entra en la ciudad de Vogler por la Puerta del Rio, dejando a su derecha la elevación dominada por la vieja torre semicubierta por enredaderas. Rápidamente el inquieto kender se pierde entre la gente y las callejuelas, con el objetivo de ir a ver el inacabado puente. De haber permanecido con sus compañeros habría hecho la mayoría del viaje con ellos, pero su entusiasmo le lleva a correr sin esperar al resto.
Por su parte, Saxa, Remington, Uri y Averil caminan por la calle sin evitar darse cuenta de que la ciudad se prepara para una celebración, siendo el ambiente ya prácticamente festivo. Las calles están adornadas con guirnaldas y flores y pese al cansancio, no pueden evitar contagiarse del buen humor que reina en el aire. La gente con la que se cruzan es muy amable y no tienen problema en indicarles el camino a la posada.
Llegan a la Plaza Principal, donde hay colocado un escenario y donde los preparativos de la fiestason mayores. Charlando con una amable joven que les acompaña parte del camino les informa se trata del Fetival del Martín Pescador, que se celebra cada año para conmemorar la victoria de las fuerzas de Solamnia sobre las enviadas por el Príncipe Sacerdote de Istar, una batalla que se libró casi cuatrocientos años antes, una centuria antes del Cataclismo, pero que las arraigadas tradiciones solamnicas han mantenido hasta sus días.
Dejando la Casa de la Alcaldesa a su espalda, y despidiéndose de su amable guía, el grupo continúa andando hacia el sur hasta dar con el Muelle para, finalmente, encontrar a su derecha la posada del Cangrejo de Latón, un edificio semicircular que recuerda vagamente al animal del que toma el nombre.
Una vez dentro les da la bienvenida una humana de tez oscura y ascendencia Ergothniana, llamada Yalme. Al presentarse les sonríe amablemente y les asegura que sus habitaciones están listas y que tanto la estancia como sus comidas y cenas están cubiertas. Tras darles una llave a cada uno, y guardarse la del kender para cuando llegue unos minutos más tarde, les da sus condolencias y les agradece que hayan hecho tan largo viaje para despedir a Ispin. Se separan unos miuntos, para acomodarse en sus habitaciones e incluso refrescarse y por fin se reunen todos, Frizt con un flamante sombrero de cuero en la cabeza, en las sala común. Allí está esperándoles una mujer humana, de pelo gris, embutida en la armadura completa de los Caballeros de Solamnia que se encuentra charlando con Yalme y cuando les ve llegar se presenta.
- Bienvenidos a Vogler. Mi nombre es Becklin Uth Viharin y he sido yo la que os ha convocado aqui en nombre de nuestro amigo Ispin Greenshield. No tenía el placer de conoceros a ninguno en persona, pero por las descripciones de Ispin siento que os conozco. Saxa, Frizt, el joven Remington y Urialanthalassa -dice con una amplia sonrisa - A vos, escudera, no os reconozco - dice curiosa.
- Mi nombre es Averil Uth Pathwarden Señora - dice con un saludo respetuoso - No tenía el placer de conocer a vuestro amigo, pero he conocido a estos viajeros en el camino y hemos compartido el mismo hasta aqui, pues me dirijo a Kalaman a presentarme a la Comandante Nestra Vendri, -
La veterana mujer asiente - Ya veo, bienvenida también Averil Uth Pathwarden. Venid por favor, sentaos y compartamos una jarra de cerveza o vino, y algo de pescado. Cudgel se nos unirá en breve creo. -
Se sientan en una mesa bajo un gran mural en el que dos grandes cangrejos están luchando en una playa. El dibujo tiene finas líneas de latón realzando las figuras de los cangrejos y refleja la luz del hogar.
A pesar de la nostalgia y la tristeza por su amigo ausente, Uri disfrutó de una reconfortante emoción al ser testigo de la vida y la alegría de las calles de Vogler. En cierta manera le recordó a su hogar, por las guirnaldas de vivos colores y las flores que le transportaban a la naturaleza en la que había disfrutado su niñez y juventud.
Sin embargo, la cazadora se sentía inquieta por una razón que no fue capaz de determinar hasta que, una vez instalados en la posada, mientras se aseaba y soltaba su petate en la habitación, se percató de cuál era el motivo de su desasosiego: ni un solo elfo.
No reconocer a ningún semejante en las concurridas calles o en la atestada posada le hizo sentir de pronto como un bicho raro, totalmente fuera de lugar, desprotegida, con una sensación extrañísima en la boca del estómago parecida al vértigo. Sabía que los elfos raramente abandonaban sus tierras desde hacía bastantes años, pero no había sido consciente de lo que eso significaba hasta que no se había visto fuera de su tierra natal.
Aunque todo el mundo había sido muy amable, cabía la posibilidad de convertirse en la diana de las miradas indiscretas y curiosas, en el mejor de los casos. ¿Qué pensaba toda aquella gente de su raza? Saxa, Remi y Fritz parecían ser personas en las que poder confiar pero, ¿a quién recurriría si le sucedía algo? ¿Acaso podía un humano o un Kender empatizar con un elfo si se veía en verdaderos problemas? Agobiada, se sentó en el camastro, recordándose una y otra vez que se encontraba rodeada de los amigos más íntimos de Ispin. Nada malo le podía ocurrir.
Pero la imagen de sus padres se clavó en su memoria como una flecha dolorosa cargada de añoranza, tras la cual apareció la figura de su maestro Halidnanthalassa, y las palabras que tanto le había repetido estos últimos años: Urialanthalassa, preocúpate de los problemas cuando los tengas delante, ni antes ni después; igual que cuando le das caza a tu presa. Y con este recuerdo, que consiguió templar su ánimo, se levantó de la cama, se lavó la cara y se dirigió al salón, sin perder de vista el objetivo por el que había viajado a esta ciudad.
-¡Encantada Becklin!- exclamó con su característico desparpajo a la humana, estrechándole la mano - en efecto, yo soy Urialanthalassa ¡Eres igualita a como te describía Ispin! - dijo sonriendo ampliamente - bueno, quizá un poco más alta en persona - tras la efusividad de la presentación, su tono se entristeció visiblemente - Lamento que tengamos que conocernos en tan aciagas circunstancias; no podía perderme la despedida de Ispin por nada del mundo. Ha sido un viaje largo y arduo, pero ha merecido la pena - concluyó, tomando asiento y agarrando una de las jarras de cerveza, dejando que el resto de grupo se presentara.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Saxa mira agradecida a Yalme y se despide de sus compañeros sin entretenerse demasiado, aunque primero se asegura de mirar a qué habitación van cada uno. También se queda con el número de la de Fritz. No creía que fuera a suceder nada en aquel pueblo tan encantador - máxime cuando iba a tener el lugar el funeral de una persona tan querida y conocida como Ispin - pero después de tantos años como mercenaria el memorizar al lado de quien descansaba en cada momento le salía de forma automática. Había perdido la cuenta de las veces en que se había tenido que preparar para un ataque sorpresa en medio de la noche, y conocer los nombres y los hábitos de quienes tenías al lado podía ser un factor crítico.
Miró alucinada la habitación que le habían asignado. Desde luego, nunca había dormido en un lugar tan cuidado y de tal calidad antes. Los barracones de los mercenarios eran ... en fin, barracones, y las veces que volvía a la tribu con su padre y los demás, todo era bastante más sencillo que aquello. Sin embargo, no le dio demasiadas vueltas y simplemente dejó caer el petate en el medio de la habitación para luego empezar a quitarse la ropa hasta revelar todas las heridas que había sufrido y limpiarlas, desinfectarlas y vendarlas con el cuidado y precisión de quien había realizado aquél procedimiento sobre sí misma y otras personas cientos de veces.
Cuando terminó, prácticamente se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos, disfrutando de la maravillosa sensación de no tener ni un músculo en movimiento durante una buena media hora.
Parecía otra persona cuando bajó por las escaleras para encontrase con sus compañeros y con Becklin. Más relajada, bastante menos dolorida y con la melena roja suelta en toda su extensión en vez de tenerla atada. Aquella cascada rojiza casi parecía tener vida propia y reflejaba hasta el último de los rayos del sol que entraban por las ventanas del Cangrejo de Latón.
- ¡Así que tu eres la famosa Becklin! Me alegro de conocerte al fin. Ispin hablaba maravillas de sus aventuras contigo y con Cudgel - dijo con voz cargada de afecto - Es extraño, ¿sabéis? No sé como fue en vuestro caso, pero lo cierto es que yo ví a Ispin una sola vez, hará unos veinte años. Estuvimos viajando juntos durante unas semanas y tras separarnos, seguimos carteándonos durante años. Como decía, es extraño, que aquel encuentro tan aleatorio y que en mi caso al menos, sólo sucedió una vez, haya dado con todos nosotros aquí. ¿Verdad? El bueno de Ispin ... Ojalá hubiera podido venir a visitarle cuando aún vivía. Siempre acababa cada una de sus cartas con una invitación a visitar Vogler, pero nunca conseguí cumplirlo. Hasta hoy. - la bárbara mira en este momento a través de la ventana, perdida en sus pensamientos. Si tan sólo pudiera haber visto a su buen amigo una vez más antes de que muriese...
Entre saltitos, la forma comun de moverse un kender, Fritz entró en la gran taberna donde todos le esperaban. "Uaaalaaaaa" pensó al ver el ajetreo que allí dentro se vivía, platos con suculentos manjares, jarras de cerveza rebosando de espuma.. y el tremendo alboroto que se vivía previo al festival. No tardó en extraviar la llave que Yalme le dió pero aquellas puertas se abrían mas rápido con el su pequeño kit de ganzúas y pinzas que Ispin le había enseñado a usar hacía unos años. A los alguaciles de todos los pueblos no les gustaba que llevara esas herramientas, pero hay tantas cerraduras con llaves perdidas o tan escondidas que ni su dueño las recuerda que el llevarlas era puro servicio público sin duda alguna.
Cuando estaban todos juntos dispestos a pedir misteriosamente Fritz ya tenía una copa de vino en sus manos. La mesonera no parecío agradecer el ahorro de tiempo que el kender le había proporcionado pero continuó seguramente por respeto a la Caballero de Solamnia.
-Me alegro de conocerte Becklin!!- dijo con cierta nostalgia- Es una lástima conocernos sin Ispin!! Me contaba tantas aventuras vuestras que era como si yo estuviera allí!! Aún guardo la fabulosa Espada "Espina" que me regaló y enseñó a usar!-mostrando con orgullo la mas común y y desgastada espada corta que se pudiera encontrar.
El joven aprendiz tardó un poco en volver a bajar, pero cuando lo hizo lucía aseado y con la ropa limpia, como si no hubiera viajado por los caminos los últimos días combatiendo a extraños monstruos y bandidos.
Saludó a sus compañeros y su anfitriona educadamemte mientras Sir Arthur ronroneaba colgado de su brazo. El fogoso cabellos suelto de Saxa le noqueó un poco, pero enseguida prestaba atención a los demás. Parecía que Ispin les había llegado al corazón profundamente a todos de alguna manera.
Apenas comió o bebió nada. Tras un vistazo somero al pintoresco local se limitó a permanecer muy atento a cada palabra que Averil pudiera decir. No podía dejar de pensar en lo que había visto en el camino.
Averil parece consciente del escrutinio por parte del joven mago, pero se mantiene en segundo plano, comiendo distraidamente de un plato de pescado y no mantiene contacto directo con el mago, algo avergonzada. Sabe que tienen una conversación pendiente pero no quiere interrumpir el funeral y el mago es consciente de que el tema a tratar es mejor hacerlo en intimidad.
Mientras tanto cada vez más gente llega a la Posada, conocidos y amigos de Ispin que se reúnen para darle su último adios. Entre la gente Uri se percata de que, al fin y al cabo, no es la única elfa del pueblo. Manteniéndose apartada, Uri ve una figura encapuchada, pero que al ajustarse su capa los agudos sentidos de la elfa reconocen a una elfa silvanesti. Es una elfa, pero ella nunca había visto a uno de sus primos. Desde que se separaron hace siglos, los dos pueblos élficos han mantenido poco contacto. Sin embargo, con su piel pálida y sus hermosos rasgos, una elfa silvanesti está alli, atendiendo al funeral de Ispin.
No pasan mucho tiempo, conversando con Becklin cuando una enana vestida con armadura entra en el Cangrejo de Latón. Saluda a varios lugareños con un sonoro grito, correspondido por un coro de voces. Se acerca sonriente hasta Becklin y le dice con discreción. "Todo está listo". La caballero de Solamnia asiente grave y la presenta.
- Amigos, esta es Cudgel Ironsmile. Estoy segura de que la conocéis de las historias de Ispin de cuando éramos jóvenes.. -
- ¡¡Habla por tí Viharin!! -la interrumpe la enana - No serás joven tú... ¡ yo estoy en la flor de la vida! -dice bromeando con su amiga y golpeando la mesa con fuerza. - Encantada de conoceros. Gracias por venir a despedir al bueno de Greenshield. Una lástima que nos hayamos reunido en estas circunstancias, pero estoy segura de que el viejo estaría contento de vernos juntos. -
-Cudgel!!-dijo con la familiaridad que le daba haber escuchado tantas historias por boca de Ispin- Yo soy Fritzfoxstiltonson Recklessfire-se presentó sabiendose no tan importante como para haber llegado hasta la enana sus aventuras con Greenshield.-No os podéis imaginar lo que hemos visto viniendo!!! Antes sólo Ispin me creía pero esta vez estaban ellos cuando nos atacaron...- dijo bajando la voz, como si su secreto valiera dinero y no quiesiera darlo gratis- .. unos seres que parecían dragones, pero pequeños como humanos y andaban sobre dos patas.. o piernas.. no se muy bien.. ¿Verdad Saxa!!!? ¿A que tú los viste tambiñen!!??
Saxa, que se había puesto un poco melancólica, reaccionó ante la llamada de Fritz:
- ¿Eh? ¡Ah! Perdón, me he distraido. Me alegra conocerte, Cudgel. Y sí, Fritz, no miente. Vimos unas criaturas encapuchadas que atacaron a unos pobres Caballeros de Solamnia. Eran extremadamente fuertes y, cuando fuimos a socorrer a los caballeros, estos se descubrieron como ... bueno... - señala al kender y continúa - lo que ha dicho.
Va a seguir hablando pero de repente se ve interrumpida por un camarero que por fin le trae el brebaje que ha pedido la bárbara. Le habían hablado de aquella cosa llamada café que se supone que da mucha energía y quería probarla. Coge la taza, la huele - "Mmm, no pinta mal" - la prueba y ....
- PFFFFFFFFFFFF, ¿qué demonios es esto? ¡Pero si sabe fatal!
Saxa no escupe su bebida - puede ser una bárbara de las llanuras, pero definitivamente no es una mujer de las cavernas - sino que simplemente reacciona con desagrado a ese primer contacto con el sabor amargo del café.
Uri sintió una punzada de emocionó al detectar a la silvanesti entre la multitud de la taberna, provocando que esa sensación de soledad que le acompañaba se redujera drásticamente.
Pero, a pesar de que su primer impulso fue levantarse y dirigirse a ella con la mejor de las intenciones, lo retuvo al recordar que jamás se había relacionado con ninguno de ellos. No estaba muy segura de que aquella elfa aceptara de buen grado su sociabilidad.
En vez de presentarse de primeras, decidió observarla de manera sutil, descubrir con quién se relacionaba, si pedía bebida, o si por el contrario se mantenía alejada y en soledad. ¿Llevaba aquella capucha para que nadie fuera capaz de reconocer su raza?¿Tan peligroso era dejarse ver por estas tierras? Un detalle que Uri ni se había planteado hasta ese momento.
Su observación fue interrumpida por la energética llegada de Cudgel, a la que la exploradora prestó toda su atención. Sonriendo con alegría, alzó la jarra de cerveza a modo de saludo
- Cudgel, ¡qué alegría verte! - exclamó entusiasmada - es tan emocionante conoceros después de haber escuchado hablar tanto de vosotras... - en su voz se mezclaba la alegría y la añoranza - Urialanthalassa, por cierto - comentó presentándose, cuando de pronto fue interrumpida por el exabrupto de Saxa sobre el brebaje que acababan de servirle.
Con curiosidad, se acercó a su zona de la mesa - ¿Me dejas probar? - le preguntó, agarrando la taza y olfateando el contenido. Con cuidado, le pegó un pequeño trago, saboreándolo durante unos segundos y arrugando la frente - mmm... me recuerda a alguna infusión amarga que nuestro sanador nos obliga a ingerir antes de las expediciones... al final te acabas acostumbrando - dice sonriendo y devolviéndole la taza, para acto seguido darle un trago a su cerveza y aclarar el sabor de su paladar.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
—Deberíamos informar a las autoridades tras los oficios —asintió a la enana y a la caballera tras compartir una mirada con sus compañeros.
Tras unos momentos de silencio y un carraspeo se dirigió a la anfitriona.
—Caballera Backlin, hay algo que me gustaría preguntarle —trató de buscar las palabras aferrando su jarra de zarzaparrilla—. Me consuela de que os tuviera al menos a vosotras en sus últimas horas, pero ¿cómo fue, cómo murió nuestro amigo? ¿Acaso estaba enfermo? No era tan mayor ¿O sí?
La veterana Caballero de la Espada escucha con aire grave las perturbadoras noticias que le comunica el kender y que corroboran los demás viajeros. Intercambia una mirada preocupada con su amiga y asiente a las palabras de Remington.
- Tras la ceremonia hablaremos con la Alcadesa Raven. Mejor ser discretos sobre este asunto- asegura.
- No era tan mayor -afirma respondiendo de nuevo al aprendiz de mago - Y sin embargo había entrado en el invierno de su vida. Ninguno sabemos de cuánto tiempo disonemos en este mundo, pero si algo me enseñó Ispin es que es mejor disfrutarlo con aventuras y buena compañía que preocuparse por aquello que no está a nuestro alcance saber, como por ejemplo el momento de nuestra partida. -
Uri se fijó en que la silvanesti ni comia ni bebia nada, ni se relacionaba con nadie.
- Si estáis listos - interviene Cudgel, solemne - Es la hora -
Becklin asiente y ambas se levantan, guiando no sólo al grupo, si no a la gente que se ha ido juntando en la posada hasta el cercano muelle donde hay dispuesta una canoa con en cuerpo amortajado y cubierto de flores frescas.
Becklin hace un gesto para que los viajeros se coloquen en el muelle, cerca de ella y de Cudgel que se colocan justo al lado del bote. Una pequeña multitud se ha congregado en el pequeño muelle y sus alrededores, asi como en el río, donde varias pequeñas embarcaciones de pesca llevan a los afligidos vecinos y amigos del finado.
Un músico comienza a tocar una dulce melodía y Becklin con su armadura completa reflejando la luz dorada de la puesta de sol se dirige a las personas allí reunidas y sonriendo amablemente comienza a hablar, su voz es clara y fuerte en la brisa del atardecer.
- Todos conocisteis a Ispin como un amigo, y no había nadie como él. Antes de morir me dijo " Debe haber historias, no lágrimas, para un viejo sinvergüenza como yo. Asegúrate de que todos conozcan mis historias cuando parta a la mayor de las aventuras’” -hace una pequeña pausa, sonriendo al recordar. Hace un gesto hacia Cudgel y las dos toman las sogas que les permiten ir descendiendo el bote con el cuerpo de Ispin al rio Vingaard. - Así que cumplamos con su último deseo - continua mientras la corriente comienza a llevarse la pequeña embarcación - En la víspera del Festival del Martín Pescador, te rendimos homenaje Ispin. Buen viaje amigo, hasta que volvamos a vernos - termina en un tono más suave, dedicado más a su viejo amigo que a la gente reunida mientras el río aleja el bote de Ispin.
Todo el mundo permanece en silencio, tan sólo la suave música del violin y el suave chapoteo del agua contra el muelle rompen el silencio mientras todos ven partir a Ispin en un último viaje.
Es Cudgel quien rompe el silencio diciendo.
- Bueno. El viejo dijo que nada de lágrimas, asi que vamos a cumplir con sus deseos y honrarle como es debido. Vayamos a beber y contar historias! -añade aunque su voz suena un poco quebrada y los que están cerca de ella en el muelle ven cómo se pasa la manga por los ojos. Poco a poco la gente, sonriendo pese a todo, comienza a volver al Cangrejo.
Uri asintió con la cabeza a la pregunta de Remi sobre el motivo de la muerte de Ispin, algo que ella también ansiaba saber y aún no había tenido ocasión de preguntar. Pero la respuesta de la humana le resultó vaga e inconcreta y no entendió el por qué de la evitación de ofrecer los detalles de la muerte de su amigo. ¿Escondía algo más o simplemente consideró que no era relevante y su fallecimiento se había producido de forma natural?
Con la idea de indagar sobre este asunto más tarde, se levantó de la mesa para acudir junto con el resto al homenaje que se le ofrecía a Ispin. Recorriendo las calles, antes de llegar al muelle, la elfa se vio invadida por la tristeza y la nostalgia, ahora mucho más intensa, al ver a toda aquella multitud reunirse para despedir al aventurero. Sus ojos comenzaron a empañarse de lágrimas.
Se posicionó en primera fila, observando el cuerpo amortajado en la barcaza, sin desviar la mirada. Escuchó las palabras de Becklin en la lejanía, al igual que la música de violín, como un eco que servía de banda sonora a las palabras silenciosas de despedida que ella le brindaba a aquel cuerpo inerte.
- Ispin, querido amigo… quiero agradecerte nuestra amistad, profunda y verdadera- los recuerdos en forma de imágenes nítidas se agolparon en su mente: la primera vez que se conocieron, sus escapadas al bosque, los cálidos momentos que pasaron junto a la hoguera escuchando sus increíbles aventuras, sus carcajadas sonoras y contagiosas, su sonrisa que iluminaba los momentos más oscuros - Fuiste mi primer amigo humano, me enseñaste a ser valiente, a conocer a las personas antes de juzgarlas, a confiar en ellas, a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida - recordó las veladas de cerveza y baile ridículo con las que la elfa reía hasta doblarse y dolerle el estómago. Sonrió inconscientemente - Solo lamento no haber pasado más tiempo a tu lado, aunque el que pasamos juntos lo atesoro en mi corazón como uno de los recuerdos más importantes de mi vida - se aferró a la imagen del abrazo que se dieron la última vez al despedirse - Descansa ahora, querido amigo. Te quiero y te echaré de menos, pero te buscaré en cada arcoíris tras las tormentas, y sabré que estás conmigo, acompañándome allá donde vaya. Nunca te olvidaré -
Las lágrimas se derramaban silenciosas por su rostro sin intentar reprimirlas y, cuando la barcaza se perdió lentamente río abajo, le ofreció una última sonrisa. Limpiándose los mocos y las lágrimas, miró a su alrededor buscando una figura amiga. Ahora no tenía a su padre a su lado y necesitaba urgentemente un abrazo. Se acercó a Saxa, con un ruego en su mirada, ofreciéndole los brazos abiertos, esperando que la humana le brindara el consuelo y el calor que necesitaba en ese momento. Quizá el resto podía interpretar este gesto como un signo de debilidad; para ella, la muestra y la gestión de sus emociones, tal y como la habían educado desde niña, era simplemente una necesidad.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Aún en la taberna, Saxa ve cómo Uri se acerca a olfatear primero y probar después el café y asiente cuando la elfa le dice que se acabará acostumbrando a medida que lo pruebe más veces.
- Pues no te falta razón, Uri - comentó la pelirroja bárbara, quedándose un momento pensativa - Ahora que lo pienso, la primera vez que mi padre me dio a probar cerveza, hace ya tantos años atrás, prácticamente la escupí toda la suelo. ¿Te lo puedes creer? JAJAJAJ ¡Y ahora no hay mejor sensación que beberse de golpe una jarra tras acabar un día agotador con la garganta reseca! Está bien, le daré otra oportunidad.
Poco a poco la bárbara termina su primer café y aunque no deja el mejor de los regustos en la boca, hay que decir que sí que siente una chispa de energía extra que no tenía antes de bebérselo. "Interesante. Verdaderamente interesante. Seguiré probando más. ¿Quizás hasta se pueda mezclar con otras bebidas?", piensa la bárbara para sí misma. Esto no lo expresa en voz alta porque el resto ya está prestando atención a la muy buena pregunta que ha hecho Remington sobre la muerte de Ispin. Ni Becklin ni Cudgel ofrecen mucha información, y de todas maneras, ya llega el momento de acudir al funeral, así que Saxa no añade más a lo dicho por los demás en este punto.
Camino al funeral y durante el oficio Saxa no habla mucho. Y no es que no tenga mucho que decir, pero está empezando a notar cada vez con más intensidad el peso de la pérdida de Ispin, y además, no está siendo inmune precisamente a los sentimientos de todos los que le rodean. Efectivamente, el viejo había conseguido dejar una impresión muy profunda en muchísima gente. Y esto a Saxa la entristecía tanto ... pero a la par, le alegraba tantísimo también ... Qué curiosa aquella sensación de que un sentimiento a priori negativo - como la tristeza - pudiera a la vez generar sensaciones tan positivas.
Durante un momento se vio transportada a su pueblo, tantísimos años atrás, cuando una Saxa adolescente lloraba junto a su padre la pérdida de su madre. Vidar había querido transmitir a su "pequeña" que aquellas lágrimas no eran más que la expresión de un amor que no iba desaparecer jamás por mucho que la persona por la que lloraba hubiese desaparecido y que aquello debía alegrarla. Saxa no había logrado comprenderlo o aceptarlo entonces. Lo hizo mucho tiempo después. Y en aquél momento en Vogler simplemente estaba reconfirmándolo.
Así que Saxa sonrió. Con lágrimas en los ojos, pero sonrió. Estaba contenta. Todos habían sufrido una gran pérdida. Pero todos eran mejores y más felices por haber conocido a Ispin. Un maravilloso círculo que quedaba perfectamente cerrado.
Cuando Uri se acercó a ella, Saxa miró a la elfa con cariño y le sonrió con calidez.
- Ven aquí, pequeña - dijo, mientras la rodeaba con sus brazos. Uri no era pequeña. Era una mujer muy hábil y fuerte. Pero en aquél momento era su pequeña, de forma similar a como Saxa había sido la pequeña de su padre en el funeral de su madre.
No dijo nada más. Simplemente dejó que Urialanthalassa se expresase como necesitaba en aquel momento.
La Caballera Backlin y el propio Ispin habían pedido que nadie llorase y Remington se esforzó tanto como pudo en reprimir sus lágrimas. Tuvo que sentarse en el muelle porque las piernas le fallaban. Apenas podía respirar mientras veía como el bote con la mortaja de su amigo se alejaba sobre las aguas del Vingaard. Él le había dado un futuro, uno del que ser dueño y ya no podía devolverle el favor. Habría querido ver su rostro una vez más, pero la mortaja y el expeditivo ritual de despedida se lo habían impedido. Con pesar, se compadeció del gesto de Urianthalassa y de Saxa y tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo para tragarse las lágrimas.
Sir Arthur subió a su regazo y comenzó a ronronear mientras frotaba tímidamente la cabeza con la mano inerte del joven aprendiz. La vida seguía y de Ispin Greenshield ya solo quedaban lo buenos recuerdos. Ausente, acarició el suave pelaje de Sir Arthur mientras el bote se perdía río abajo. Se arropó en su capa mientras los pasos de quienes seguían a Cudgel se mezclaban con el rumor de la corriente.
No solo parecía un joven niño humano sino que a veces lloraba como si lo fuera. Y eso ya había pasado cuando recibió la carta anunciando la muerte de Ispin, todas las lágrimas que guardaba para ese luto ya habían sido gastadas. Así que cuando llegó el momento de la despedida por la mente de Fritz solo pasaba encontrar un buen sitio para la última despedida. Con alguna dificultad y desavenencias con los gatos callejeros locales escaló hasta una de las casas aledañas al muelle. El pescador que tenía secando sus redes recién remendadas seguro que quedaría sorprendido de como había pescado un enfadado gato naranja atigrado mas gordo de lo normal, su amigo el sieamés de la cicatriz y su amiga tricolor que no paraba de bufar como si quisiera apagar un incendio.
Con el asunto de los gatos solucionado, ya solo quedaba encontrar sitio entre aquellas malhumoradas gaviotas que tomaban el sol en la arista central del tejado. Fue una pena que el intercambio de pareceres y la siguiente agitación de graznidos, piadas y otros ruídos coincidieran con el sentido discurso e Becklin y parte de los presentas no llegaran si quiera a escucharlo entre tanto follón avícola. Pero es que aquella gaviota gorda graznaba como si le fuera la vida en ello, con los ojos inyectados en sangre y el pico tan desencajado que hasta regurjitaba los arenques del desayuno. Que peste!
Llegó a la cima justo cuando todos tomaban rumbo a la posada. Allí, sentado y solo, con el sol ocultándose por el oeste tiñiendo el cielo de bonitos naranjas y rojos halos, Fritz dio su último adiós a su amigo Ispin que desaparecía en su barca fúnebre río abajo. -Que tengas un buen viaje, amigo mío.- se despidió ignorante de la retaila de maldiciones de un pescador ante el destrozo de aparejos mientras una obesa gaviota parecía reirse de él entre vómitos.
Las no pocas personas que han atendido al funeral de Ispin se reúnen en al Cangrejo.
La posadera y sus ayudantes apenas dan a basto a servir las bebidas y sacar grandes bandejas comida para todo el mundo. Al principio el aire es solemne, con algunos sollozos entre la gente pero pronto el ambiente cambia, en gran medida al talante de Cudgel, y no se tardan en escuchar risas y música alegre en la posada.
- Recuerdo aquella vez - está diciendo un pescador entrado en años, de barba cerrada y rostro surcado de arrugas por el sol y el viento - En que Ispin me acompañó a pescar. Apenas llevábamos dos horas faenando cuando la caña de Ispin se torció como si hubiera atarazado un leviatán. con esfuerzo y habilidad Ispin se pasó los siguientes cinco minutos luchando contra aquella monstruosidad y cuando por fin consiguió izarlo… allí estaba… el mismísimo Rompesedales.Benebog se retorcía y golpeaba con tanta fuerza que su cola arrancó un trozo de la balandra de mi barco. Ispin me miró con una sonrisa triunfante, dio unos ligeros golpecitos al monstruoso pez en la cabeza y cuando lo tranquilizó le retiró el anzuelo con cuidado y lo soltó de nuevo al río Vingaard. “Alguien que ha sobrevivido a tantas cosas como para hacerse tan grande no merece acabar en un espeto” me dijo con un guiño. - la gente sonríe y aplaude con admiración mientras el hombre cuenta su historia.
Tras el breve lapso de tiempo de remojarse el gaznate una mujer joven toma el relevo
- Ispin me contó una vez que el Lord de Palanthas ordenó que le arrojaran al calabozo porque durante una representación Ispin le había cortado la mitad de su poblado mostach Al parecer Ispin aprovechó cuando el Lord se quedó dormido y no se podía escuchar a los artistas por sus sonoros ronquidos. Ispin se libró de la cárcel convenciendo al Lord que aquello era un antiguo remedio para evitar los ronquidos que se remontaba al tiempo del Príncipe de los Sacerdotes y que él había descubierto explorando antiguas ruinas de antes del Cataclismo. Sea como fuere Ispin consiguió salir airoso y la Señora de Palabthas volvió a admitir a su marido en sus aposentos ahora que su tranquilo sueño estaba asegurado. No seré yo quien hable mas de la cuenta pero nueve meses mas tarde el heredero del Loed de Palanthas nacía en la ciudad…-
La gente vuelve a reír y brindar con buen humor. Todos excepto un joven de pelo rubio pajizo y vestido con caras y elegantes ropajes granate que sonríe irónicamente y no parece dar crédito a ninguna de las historias que se cuentan. Es algo molesto pero la gente le ignora y prefiere concentrarse en la siguiente historia del avezado aventurero.
- En otra ocasión- dice un hombre con una armadura que ha visto mejores tiempos. Saxa lo reconoce como un veterano mercenario y no se le escapa que su insignia es idéntica a la que luce Cudgel en el pectoral de su armadura - Un trireme coña dado por una banda de piratas minotauros estaba causando estragos en la costa Del Mar Sangriebto. Ispin les encontró y les convenció de que iban en la dirección equivocada para encontrar las mejoras poblaciones para saquear. Los envió mar adentro en dirección al Torbellino y nunca más se supo de ellos -
Uri se fija en la solitaria figura de la elfa silvanesti, aún embozada en su capa que se mantenía en una esquina de la sala.
- Ispin me contó que salvó a toda una aldea del ataque de un ogro usando su escudo para reflejar la luz del sol en los ojos de la criatura. Confundido se precipitó en un foso que Ispin había cavado y los aldeanos lo sepultaron antes de que pudiera escapar. - dice un entusiasmado adolescente que se sonroja y sonríe con los vítores que recibe tras su historia.
Beclin y Cudgel están sentadas en una mesa algo apartada, compartiendo en silencio una cerveza y disfrutando de las historias de su viejo amigo.
Uri se separó de los brazos de Saxa totalmente reconfortada. Ese abrazo le había permitido cerrar con especial cariño la pérdida y la despedida de Ispin, sintiéndose cerca de alguien que la entendía perfectamente en un momento tan delicado. En silencio, pero con una sonrisa en el rostro, se adentró en el Cangrejo de Latón y se dejó embriagar por el calor que desprendía la muchedumbre. Bebió, brindó y rió con cada historia narrada, tal y como él habría querido.
Tras los primeros momentos y las primeras jarras de cerveza, la calma volvió a su interior y su atención se centró en los pequeños detalles de la taberna. Así, observó a sus anfitrionas bebiendo alejadas en una mesa y detectó de nuevo a la silvanesti, sola y apartada disfrutando de su particular homenaje al fallecido.
Había llegado el momento de acercarse. Reconocía que el alcohol le ofrecía el empuje suficiente para vencer las reticencias y debía aprovecharlo. Dio un rodeo para recoger un par de jarras servidas en la barra y se dirigió hacia la elfa.
- Perdona que te moleste - comentó cuando llegó a su altura, depositando una de las bebidas delante suya, ofreciéndosela claramente - Me llamo Urialanthalassa Adian, de las tierra de Qualinost - volvió a rascarse la coronilla nerviosa, nunca podía evitarlo - también conocías a Ispin, ¿verdad? era un hombre… excepcional, todos vamos a echarle mucho de menos - miró a su alrededor, sonriendo nerviosamente - ¿te importa que me siente un rato contigo? nunca había salido de mi reino y eres la primera elfa que veo en estas tierras; es un alivio no sentirse tan sola entre tanta gente desconocida. ¿Puedo preguntarte cómo te llamas?- esperó expectante su reacción.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
-Y yo soy Fritzfoxstiltonson Recklessfire!!- dijo extendiendo su manita a la ahora abrumada elfa en una conversación donde no había sido invitado..- Uaaalaaaa teneis las orejas de punta como yo! No os sintais solas, estoy yo con vosotras y seguro que encontramos alguna aventura. ¿Hay ruinas anteriores al cataclismo en tu pueblo?..¿cual es tu pueblo?.-decidió preguntar mejor por orden.-pero.. no quería interrumpir.. disculpad.. ¿qué ibas a responder?
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La sorpresa de que Saxa conociera a Ispin se vio superada con creces cuando Remi reveló que él también acudía al mismo funeral.
- Pero, pero… ¿Tú también, Remington? - boquiabierta, observó al grupo y pensó en las escasas probabilidades de que un puñado de desconocidos se encontraran con un objetivo común tan concreto. ¿Sería el destino? Recordó a su amigo fallecido y, todavía con lágrimas en los ojos, esbozó una pequeña sonrisa de emoción. Solo él podía conseguir algo así, allá donde estuviese.
Deseando llegar, emprendió la marcha con ánimo. Sentía cansancio por la tensión de la reciente batalla y las preguntas que se agolpaban en su mente sobre los extraños seres y la resurrección del kender, pero ahora, estando tan cerca de Volger, los recuerdos de Ispin invadían su ánimo con agridulce nostalgia.
Observó a su alrededor con curiosidad, sabiendo que aquellas calles habían presenciado el ir y venir de su amigo durante años, aquel había sido el hogar al que regresar tras sus aventuras y desventuras. Se lo imaginó caminando con su alegre carácter, comprando en esta o aquella tienda, charlando con los vecinos, entrando en una taberna y pidiendo una jarra de cerveza. Le invadió la extraña sensación de estar convencida de que, en cualquier momento, le vería aparecer tras la próxima esquina o saliendo por una puerta, o de haber escuchado su risa entre el parloteo de la concurrida plaza. Suspiró con tristeza, recordándose a sí misma que eso ya nunca volvería a suceder. Pero cada vez se convencía más del acierto de haber emprendido este viaje, sintiéndose ahora mucho más cerca de él.
Ante la huida de exploración del kender, Uri simplemente le observó unos segundos alejarse, sin hacer comentario alguno, y continuó rumbo a la posada.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Con pequeños saltitos por la emoción Fritz se alejó de la gente alta que le había acompañado hasta Vogler. ¿Quién iba a pensar que ante un descubrimiento como el visto en aquel puente inconcluso no iba a atraer la atención de todos?. Solo se podía entender en lo aburridos que son a menudo, protestando y regañando por todo, normal que corran cansados a dormir a la taberna.. con lo agotador que era sufrirlos para el kender imagina para ellos mismos.
Era viejo.. muy viejo.. como todo aquello que a Fritz le provocaba curiosidad, como aquel martín pescador labrado en la anciana piedra. Con la boca abierta se quedó contemplándolo mientras a su espalda un viejo enano de las colinas, mas sorprendido que otra cosa, veía a un kender mirar la piedra. Mas se sorprendió cuando Fritz demostró sus conocimientos, mas en lo antiguo que en la arquitectura en si del puente. Y mas sorprendido aún cuando tras hablar largo y tendido descubrió que el kender se había ido con el valioso monóculo que pocos minutos antes colgaba de la elaborada cadena de plata de uno de sus bolsillos que parecía hasta mágico. Solo gracias a la ausencia de los Dioses se puede explicar que las blasfemias y juramentos que salían treas la barba de aquel enano no acabaron con un rayo partiéndole el dos.
"Que majo el enano" pensó Fritz entre saltitos camino de una posada de la que desconocía todo, pero sobretodo su ubicación. Jugueteaba con aquella pulida lente que veía de lo mas útil para sus investigaciones cuando con estupor dio de bruces con otro kender y no uno cualquiera, su propio primo, StuartfrogStiltonson de los Stiltonson de toda la vida. "Uaaaaalaaaaa" dijeron ambos en estéreo. Su primo se había ido, como todo kender, cuando ya tienes muy visto tu pueblo. Vestía muy elegante y llevaba un bonito sombrero de cuero de lo mas útil para el clima soleado de la costa. Stuart era primo segundo por parte de madre y primo tercero por parte padre, tan alejado en grado como para mantener tus cosas vigiladas. Se había mudado allí hace unos años, suficiente para conocer la posada donde esperaban a Fritz. Se pusieron al día, sobre Vogler y sobre el asunto aquel del tío Lumien que en paz descanse y las ocas. Con un abrazo de manos rápidas se despidieron, emprendiendo camino el esbelto Stuart con su nuevo monóculo enano, emocionado y sin caer en la cuenta de que Fritz entraba en la posada con un sombrero de cuero que antes no llevaba.
El pequeño grupo entra en la ciudad de Vogler por la Puerta del Rio, dejando a su derecha la elevación dominada por la vieja torre semicubierta por enredaderas. Rápidamente el inquieto kender se pierde entre la gente y las callejuelas, con el objetivo de ir a ver el inacabado puente. De haber permanecido con sus compañeros habría hecho la mayoría del viaje con ellos, pero su entusiasmo le lleva a correr sin esperar al resto.
Por su parte, Saxa, Remington, Uri y Averil caminan por la calle sin evitar darse cuenta de que la ciudad se prepara para una celebración, siendo el ambiente ya prácticamente festivo. Las calles están adornadas con guirnaldas y flores y pese al cansancio, no pueden evitar contagiarse del buen humor que reina en el aire. La gente con la que se cruzan es muy amable y no tienen problema en indicarles el camino a la posada.
Llegan a la Plaza Principal, donde hay colocado un escenario y donde los preparativos de la fiestason mayores. Charlando con una amable joven que les acompaña parte del camino les informa se trata del Fetival del Martín Pescador, que se celebra cada año para conmemorar la victoria de las fuerzas de Solamnia sobre las enviadas por el Príncipe Sacerdote de Istar, una batalla que se libró casi cuatrocientos años antes, una centuria antes del Cataclismo, pero que las arraigadas tradiciones solamnicas han mantenido hasta sus días.
Dejando la Casa de la Alcaldesa a su espalda, y despidiéndose de su amable guía, el grupo continúa andando hacia el sur hasta dar con el Muelle para, finalmente, encontrar a su derecha la posada del Cangrejo de Latón, un edificio semicircular que recuerda vagamente al animal del que toma el nombre.
Una vez dentro les da la bienvenida una humana de tez oscura y ascendencia Ergothniana, llamada Yalme. Al presentarse les sonríe amablemente y les asegura que sus habitaciones están listas y que tanto la estancia como sus comidas y cenas están cubiertas. Tras darles una llave a cada uno, y guardarse la del kender para cuando llegue unos minutos más tarde, les da sus condolencias y les agradece que hayan hecho tan largo viaje para despedir a Ispin. Se separan unos miuntos, para acomodarse en sus habitaciones e incluso refrescarse y por fin se reunen todos, Frizt con un flamante sombrero de cuero en la cabeza, en las sala común.
Allí está esperándoles una mujer humana, de pelo gris, embutida en la armadura completa de los Caballeros de Solamnia que se encuentra charlando con Yalme y cuando les ve llegar se presenta.
- Bienvenidos a Vogler. Mi nombre es Becklin Uth Viharin y he sido yo la que os ha convocado aqui en nombre de nuestro amigo Ispin Greenshield. No tenía el placer de conoceros a ninguno en persona, pero por las descripciones de Ispin siento que os conozco. Saxa, Frizt, el joven Remington y Urialanthalassa - dice con una amplia sonrisa - A vos, escudera, no os reconozco - dice curiosa.
- Mi nombre es Averil Uth Pathwarden Señora - dice con un saludo respetuoso - No tenía el placer de conocer a vuestro amigo, pero he conocido a estos viajeros en el camino y hemos compartido el mismo hasta aqui, pues me dirijo a Kalaman a presentarme a la Comandante Nestra Vendri, -
La veterana mujer asiente - Ya veo, bienvenida también Averil Uth Pathwarden. Venid por favor, sentaos y compartamos una jarra de cerveza o vino, y algo de pescado. Cudgel se nos unirá en breve creo. -
Se sientan en una mesa bajo un gran mural en el que dos grandes cangrejos están luchando en una playa. El dibujo tiene finas líneas de latón realzando las figuras de los cangrejos y refleja la luz del hogar.
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A pesar de la nostalgia y la tristeza por su amigo ausente, Uri disfrutó de una reconfortante emoción al ser testigo de la vida y la alegría de las calles de Vogler. En cierta manera le recordó a su hogar, por las guirnaldas de vivos colores y las flores que le transportaban a la naturaleza en la que había disfrutado su niñez y juventud.
Sin embargo, la cazadora se sentía inquieta por una razón que no fue capaz de determinar hasta que, una vez instalados en la posada, mientras se aseaba y soltaba su petate en la habitación, se percató de cuál era el motivo de su desasosiego: ni un solo elfo.
No reconocer a ningún semejante en las concurridas calles o en la atestada posada le hizo sentir de pronto como un bicho raro, totalmente fuera de lugar, desprotegida, con una sensación extrañísima en la boca del estómago parecida al vértigo. Sabía que los elfos raramente abandonaban sus tierras desde hacía bastantes años, pero no había sido consciente de lo que eso significaba hasta que no se había visto fuera de su tierra natal.
Aunque todo el mundo había sido muy amable, cabía la posibilidad de convertirse en la diana de las miradas indiscretas y curiosas, en el mejor de los casos. ¿Qué pensaba toda aquella gente de su raza? Saxa, Remi y Fritz parecían ser personas en las que poder confiar pero, ¿a quién recurriría si le sucedía algo? ¿Acaso podía un humano o un Kender empatizar con un elfo si se veía en verdaderos problemas? Agobiada, se sentó en el camastro, recordándose una y otra vez que se encontraba rodeada de los amigos más íntimos de Ispin. Nada malo le podía ocurrir.
Pero la imagen de sus padres se clavó en su memoria como una flecha dolorosa cargada de añoranza, tras la cual apareció la figura de su maestro Halidnanthalassa, y las palabras que tanto le había repetido estos últimos años: Urialanthalassa, preocúpate de los problemas cuando los tengas delante, ni antes ni después; igual que cuando le das caza a tu presa. Y con este recuerdo, que consiguió templar su ánimo, se levantó de la cama, se lavó la cara y se dirigió al salón, sin perder de vista el objetivo por el que había viajado a esta ciudad.
-¡Encantada Becklin! - exclamó con su característico desparpajo a la humana, estrechándole la mano - en efecto, yo soy Urialanthalassa ¡Eres igualita a como te describía Ispin! - dijo sonriendo ampliamente - bueno, quizá un poco más alta en persona - tras la efusividad de la presentación, su tono se entristeció visiblemente - Lamento que tengamos que conocernos en tan aciagas circunstancias; no podía perderme la despedida de Ispin por nada del mundo. Ha sido un viaje largo y arduo, pero ha merecido la pena - concluyó, tomando asiento y agarrando una de las jarras de cerveza, dejando que el resto de grupo se presentara.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Saxa mira agradecida a Yalme y se despide de sus compañeros sin entretenerse demasiado, aunque primero se asegura de mirar a qué habitación van cada uno. También se queda con el número de la de Fritz. No creía que fuera a suceder nada en aquel pueblo tan encantador - máxime cuando iba a tener el lugar el funeral de una persona tan querida y conocida como Ispin - pero después de tantos años como mercenaria el memorizar al lado de quien descansaba en cada momento le salía de forma automática. Había perdido la cuenta de las veces en que se había tenido que preparar para un ataque sorpresa en medio de la noche, y conocer los nombres y los hábitos de quienes tenías al lado podía ser un factor crítico.
Miró alucinada la habitación que le habían asignado. Desde luego, nunca había dormido en un lugar tan cuidado y de tal calidad antes. Los barracones de los mercenarios eran ... en fin, barracones, y las veces que volvía a la tribu con su padre y los demás, todo era bastante más sencillo que aquello. Sin embargo, no le dio demasiadas vueltas y simplemente dejó caer el petate en el medio de la habitación para luego empezar a quitarse la ropa hasta revelar todas las heridas que había sufrido y limpiarlas, desinfectarlas y vendarlas con el cuidado y precisión de quien había realizado aquél procedimiento sobre sí misma y otras personas cientos de veces.
Cuando terminó, prácticamente se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos, disfrutando de la maravillosa sensación de no tener ni un músculo en movimiento durante una buena media hora.
Parecía otra persona cuando bajó por las escaleras para encontrase con sus compañeros y con Becklin. Más relajada, bastante menos dolorida y con la melena roja suelta en toda su extensión en vez de tenerla atada. Aquella cascada rojiza casi parecía tener vida propia y reflejaba hasta el último de los rayos del sol que entraban por las ventanas del Cangrejo de Latón.
- ¡Así que tu eres la famosa Becklin! Me alegro de conocerte al fin. Ispin hablaba maravillas de sus aventuras contigo y con Cudgel - dijo con voz cargada de afecto - Es extraño, ¿sabéis? No sé como fue en vuestro caso, pero lo cierto es que yo ví a Ispin una sola vez, hará unos veinte años. Estuvimos viajando juntos durante unas semanas y tras separarnos, seguimos carteándonos durante años. Como decía, es extraño, que aquel encuentro tan aleatorio y que en mi caso al menos, sólo sucedió una vez, haya dado con todos nosotros aquí. ¿Verdad? El bueno de Ispin ... Ojalá hubiera podido venir a visitarle cuando aún vivía. Siempre acababa cada una de sus cartas con una invitación a visitar Vogler, pero nunca conseguí cumplirlo. Hasta hoy. - la bárbara mira en este momento a través de la ventana, perdida en sus pensamientos. Si tan sólo pudiera haber visto a su buen amigo una vez más antes de que muriese...
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Entre saltitos, la forma comun de moverse un kender, Fritz entró en la gran taberna donde todos le esperaban. "Uaaalaaaaa" pensó al ver el ajetreo que allí dentro se vivía, platos con suculentos manjares, jarras de cerveza rebosando de espuma.. y el tremendo alboroto que se vivía previo al festival. No tardó en extraviar la llave que Yalme le dió pero aquellas puertas se abrían mas rápido con el su pequeño kit de ganzúas y pinzas que Ispin le había enseñado a usar hacía unos años. A los alguaciles de todos los pueblos no les gustaba que llevara esas herramientas, pero hay tantas cerraduras con llaves perdidas o tan escondidas que ni su dueño las recuerda que el llevarlas era puro servicio público sin duda alguna.
Cuando estaban todos juntos dispestos a pedir misteriosamente Fritz ya tenía una copa de vino en sus manos. La mesonera no parecío agradecer el ahorro de tiempo que el kender le había proporcionado pero continuó seguramente por respeto a la Caballero de Solamnia.
-Me alegro de conocerte Becklin!!- dijo con cierta nostalgia- Es una lástima conocernos sin Ispin!! Me contaba tantas aventuras vuestras que era como si yo estuviera allí!! Aún guardo la fabulosa Espada "Espina" que me regaló y enseñó a usar!- mostrando con orgullo la mas común y y desgastada espada corta que se pudiera encontrar.
El joven aprendiz tardó un poco en volver a bajar, pero cuando lo hizo lucía aseado y con la ropa limpia, como si no hubiera viajado por los caminos los últimos días combatiendo a extraños monstruos y bandidos.
Saludó a sus compañeros y su anfitriona educadamemte mientras Sir Arthur ronroneaba colgado de su brazo. El fogoso cabellos suelto de Saxa le noqueó un poco, pero enseguida prestaba atención a los demás. Parecía que Ispin les había llegado al corazón profundamente a todos de alguna manera.
Apenas comió o bebió nada. Tras un vistazo somero al pintoresco local se limitó a permanecer muy atento a cada palabra que Averil pudiera decir. No podía dejar de pensar en lo que había visto en el camino.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Averil parece consciente del escrutinio por parte del joven mago, pero se mantiene en segundo plano, comiendo distraidamente de un plato de pescado y no mantiene contacto directo con el mago, algo avergonzada. Sabe que tienen una conversación pendiente pero no quiere interrumpir el funeral y el mago es consciente de que el tema a tratar es mejor hacerlo en intimidad.
Mientras tanto cada vez más gente llega a la Posada, conocidos y amigos de Ispin que se reúnen para darle su último adios. Entre la gente Uri se percata de que, al fin y al cabo, no es la única elfa del pueblo. Manteniéndose apartada, Uri ve una figura encapuchada, pero que al ajustarse su capa los agudos sentidos de la elfa reconocen a una elfa silvanesti. Es una elfa, pero ella nunca había visto a uno de sus primos. Desde que se separaron hace siglos, los dos pueblos élficos han mantenido poco contacto. Sin embargo, con su piel pálida y sus hermosos rasgos, una elfa silvanesti está alli, atendiendo al funeral de Ispin.
No pasan mucho tiempo, conversando con Becklin cuando una enana vestida con armadura entra en el Cangrejo de Latón. Saluda a varios lugareños con un sonoro grito, correspondido por un coro de voces. Se acerca sonriente hasta Becklin y le dice con discreción. "Todo está listo". La caballero de Solamnia asiente grave y la presenta.
- Amigos, esta es Cudgel Ironsmile. Estoy segura de que la conocéis de las historias de Ispin de cuando éramos jóvenes.. -
- ¡¡Habla por tí Viharin!! - la interrumpe la enana - No serás joven tú... ¡ yo estoy en la flor de la vida! - dice bromeando con su amiga y golpeando la mesa con fuerza. - Encantada de conoceros. Gracias por venir a despedir al bueno de Greenshield. Una lástima que nos hayamos reunido en estas circunstancias, pero estoy segura de que el viejo estaría contento de vernos juntos. -
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-Cudgel!!-dijo con la familiaridad que le daba haber escuchado tantas historias por boca de Ispin- Yo soy Fritzfoxstiltonson Recklessfire- se presentó sabiendose no tan importante como para haber llegado hasta la enana sus aventuras con Greenshield.-No os podéis imaginar lo que hemos visto viniendo!!! Antes sólo Ispin me creía pero esta vez estaban ellos cuando nos atacaron...- dijo bajando la voz, como si su secreto valiera dinero y no quiesiera darlo gratis- .. unos seres que parecían dragones, pero pequeños como humanos y andaban sobre dos patas.. o piernas.. no se muy bien.. ¿Verdad Saxa!!!? ¿A que tú los viste tambiñen!!??
Saxa, que se había puesto un poco melancólica, reaccionó ante la llamada de Fritz:
- ¿Eh? ¡Ah! Perdón, me he distraido. Me alegra conocerte, Cudgel. Y sí, Fritz, no miente. Vimos unas criaturas encapuchadas que atacaron a unos pobres Caballeros de Solamnia. Eran extremadamente fuertes y, cuando fuimos a socorrer a los caballeros, estos se descubrieron como ... bueno... - señala al kender y continúa - lo que ha dicho.
Va a seguir hablando pero de repente se ve interrumpida por un camarero que por fin le trae el brebaje que ha pedido la bárbara. Le habían hablado de aquella cosa llamada café que se supone que da mucha energía y quería probarla. Coge la taza, la huele - "Mmm, no pinta mal" - la prueba y ....
- PFFFFFFFFFFFF, ¿qué demonios es esto? ¡Pero si sabe fatal!
Saxa no escupe su bebida - puede ser una bárbara de las llanuras, pero definitivamente no es una mujer de las cavernas - sino que simplemente reacciona con desagrado a ese primer contacto con el sabor amargo del café.
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Uri sintió una punzada de emocionó al detectar a la silvanesti entre la multitud de la taberna, provocando que esa sensación de soledad que le acompañaba se redujera drásticamente.
Pero, a pesar de que su primer impulso fue levantarse y dirigirse a ella con la mejor de las intenciones, lo retuvo al recordar que jamás se había relacionado con ninguno de ellos. No estaba muy segura de que aquella elfa aceptara de buen grado su sociabilidad.
En vez de presentarse de primeras, decidió observarla de manera sutil, descubrir con quién se relacionaba, si pedía bebida, o si por el contrario se mantenía alejada y en soledad. ¿Llevaba aquella capucha para que nadie fuera capaz de reconocer su raza?¿Tan peligroso era dejarse ver por estas tierras? Un detalle que Uri ni se había planteado hasta ese momento.
Su observación fue interrumpida por la energética llegada de Cudgel, a la que la exploradora prestó toda su atención. Sonriendo con alegría, alzó la jarra de cerveza a modo de saludo
- Cudgel, ¡qué alegría verte! - exclamó entusiasmada - es tan emocionante conoceros después de haber escuchado hablar tanto de vosotras... - en su voz se mezclaba la alegría y la añoranza - Urialanthalassa, por cierto - comentó presentándose, cuando de pronto fue interrumpida por el exabrupto de Saxa sobre el brebaje que acababan de servirle.
Con curiosidad, se acercó a su zona de la mesa - ¿Me dejas probar? - le preguntó, agarrando la taza y olfateando el contenido. Con cuidado, le pegó un pequeño trago, saboreándolo durante unos segundos y arrugando la frente - mmm... me recuerda a alguna infusión amarga que nuestro sanador nos obliga a ingerir antes de las expediciones... al final te acabas acostumbrando - dice sonriendo y devolviéndole la taza, para acto seguido darle un trago a su cerveza y aclarar el sabor de su paladar.
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—Deberíamos informar a las autoridades tras los oficios —asintió a la enana y a la caballera tras compartir una mirada con sus compañeros.
Tras unos momentos de silencio y un carraspeo se dirigió a la anfitriona.
—Caballera Backlin, hay algo que me gustaría preguntarle —trató de buscar las palabras aferrando su jarra de zarzaparrilla—. Me consuela de que os tuviera al menos a vosotras en sus últimas horas, pero ¿cómo fue, cómo murió nuestro amigo? ¿Acaso estaba enfermo? No era tan mayor ¿O sí?
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La veterana Caballero de la Espada escucha con aire grave las perturbadoras noticias que le comunica el kender y que corroboran los demás viajeros. Intercambia una mirada preocupada con su amiga y asiente a las palabras de Remington.
- Tras la ceremonia hablaremos con la Alcadesa Raven. Mejor ser discretos sobre este asunto- asegura.
- No era tan mayor - afirma respondiendo de nuevo al aprendiz de mago - Y sin embargo había entrado en el invierno de su vida. Ninguno sabemos de cuánto tiempo disonemos en este mundo, pero si algo me enseñó Ispin es que es mejor disfrutarlo con aventuras y buena compañía que preocuparse por aquello que no está a nuestro alcance saber, como por ejemplo el momento de nuestra partida. -
Uri se fijó en que la silvanesti ni comia ni bebia nada, ni se relacionaba con nadie.
- Si estáis listos - interviene Cudgel, solemne - Es la hora -
Becklin asiente y ambas se levantan, guiando no sólo al grupo, si no a la gente que se ha ido juntando en la posada hasta el cercano muelle donde hay dispuesta una canoa con en cuerpo amortajado y cubierto de flores frescas.
Becklin hace un gesto para que los viajeros se coloquen en el muelle, cerca de ella y de Cudgel que se colocan justo al lado del bote. Una pequeña multitud se ha congregado en el pequeño muelle y sus alrededores, asi como en el río, donde varias pequeñas embarcaciones de pesca llevan a los afligidos vecinos y amigos del finado.
Un músico comienza a tocar una dulce melodía y Becklin con su armadura completa reflejando la luz dorada de la puesta de sol se dirige a las personas allí reunidas y sonriendo amablemente comienza a hablar, su voz es clara y fuerte en la brisa del atardecer.
- Todos conocisteis a Ispin como un amigo, y no había nadie como él. Antes de morir me dijo " Debe haber historias, no lágrimas, para un viejo sinvergüenza como yo. Asegúrate de que todos conozcan mis historias cuando parta a la mayor de las aventuras’” - hace una pequeña pausa, sonriendo al recordar. Hace un gesto hacia Cudgel y las dos toman las sogas que les permiten ir descendiendo el bote con el cuerpo de Ispin al rio Vingaard. - Así que cumplamos con su último deseo - continua mientras la corriente comienza a llevarse la pequeña embarcación - En la víspera del Festival del Martín Pescador, te rendimos homenaje Ispin. Buen viaje amigo, hasta que volvamos a vernos - termina en un tono más suave, dedicado más a su viejo amigo que a la gente reunida mientras el río aleja el bote de Ispin.
Todo el mundo permanece en silencio, tan sólo la suave música del violin y el suave chapoteo del agua contra el muelle rompen el silencio mientras todos ven partir a Ispin en un último viaje.
Es Cudgel quien rompe el silencio diciendo.
- Bueno. El viejo dijo que nada de lágrimas, asi que vamos a cumplir con sus deseos y honrarle como es debido. Vayamos a beber y contar historias! - añade aunque su voz suena un poco quebrada y los que están cerca de ella en el muelle ven cómo se pasa la manga por los ojos. Poco a poco la gente, sonriendo pese a todo, comienza a volver al Cangrejo.
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Uri asintió con la cabeza a la pregunta de Remi sobre el motivo de la muerte de Ispin, algo que ella también ansiaba saber y aún no había tenido ocasión de preguntar. Pero la respuesta de la humana le resultó vaga e inconcreta y no entendió el por qué de la evitación de ofrecer los detalles de la muerte de su amigo. ¿Escondía algo más o simplemente consideró que no era relevante y su fallecimiento se había producido de forma natural?
Con la idea de indagar sobre este asunto más tarde, se levantó de la mesa para acudir junto con el resto al homenaje que se le ofrecía a Ispin. Recorriendo las calles, antes de llegar al muelle, la elfa se vio invadida por la tristeza y la nostalgia, ahora mucho más intensa, al ver a toda aquella multitud reunirse para despedir al aventurero. Sus ojos comenzaron a empañarse de lágrimas.
Se posicionó en primera fila, observando el cuerpo amortajado en la barcaza, sin desviar la mirada. Escuchó las palabras de Becklin en la lejanía, al igual que la música de violín, como un eco que servía de banda sonora a las palabras silenciosas de despedida que ella le brindaba a aquel cuerpo inerte.
- Ispin, querido amigo… quiero agradecerte nuestra amistad, profunda y verdadera - los recuerdos en forma de imágenes nítidas se agolparon en su mente: la primera vez que se conocieron, sus escapadas al bosque, los cálidos momentos que pasaron junto a la hoguera escuchando sus increíbles aventuras, sus carcajadas sonoras y contagiosas, su sonrisa que iluminaba los momentos más oscuros - Fuiste mi primer amigo humano, me enseñaste a ser valiente, a conocer a las personas antes de juzgarlas, a confiar en ellas, a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida - recordó las veladas de cerveza y baile ridículo con las que la elfa reía hasta doblarse y dolerle el estómago. Sonrió inconscientemente - Solo lamento no haber pasado más tiempo a tu lado, aunque el que pasamos juntos lo atesoro en mi corazón como uno de los recuerdos más importantes de mi vida - se aferró a la imagen del abrazo que se dieron la última vez al despedirse - Descansa ahora, querido amigo. Te quiero y te echaré de menos, pero te buscaré en cada arcoíris tras las tormentas, y sabré que estás conmigo, acompañándome allá donde vaya. Nunca te olvidaré -
Las lágrimas se derramaban silenciosas por su rostro sin intentar reprimirlas y, cuando la barcaza se perdió lentamente río abajo, le ofreció una última sonrisa. Limpiándose los mocos y las lágrimas, miró a su alrededor buscando una figura amiga. Ahora no tenía a su padre a su lado y necesitaba urgentemente un abrazo. Se acercó a Saxa, con un ruego en su mirada, ofreciéndole los brazos abiertos, esperando que la humana le brindara el consuelo y el calor que necesitaba en ese momento. Quizá el resto podía interpretar este gesto como un signo de debilidad; para ella, la muestra y la gestión de sus emociones, tal y como la habían educado desde niña, era simplemente una necesidad.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Aún en la taberna, Saxa ve cómo Uri se acerca a olfatear primero y probar después el café y asiente cuando la elfa le dice que se acabará acostumbrando a medida que lo pruebe más veces.
- Pues no te falta razón, Uri - comentó la pelirroja bárbara, quedándose un momento pensativa - Ahora que lo pienso, la primera vez que mi padre me dio a probar cerveza, hace ya tantos años atrás, prácticamente la escupí toda la suelo. ¿Te lo puedes creer? JAJAJAJ ¡Y ahora no hay mejor sensación que beberse de golpe una jarra tras acabar un día agotador con la garganta reseca! Está bien, le daré otra oportunidad.
Poco a poco la bárbara termina su primer café y aunque no deja el mejor de los regustos en la boca, hay que decir que sí que siente una chispa de energía extra que no tenía antes de bebérselo. "Interesante. Verdaderamente interesante. Seguiré probando más. ¿Quizás hasta se pueda mezclar con otras bebidas?", piensa la bárbara para sí misma. Esto no lo expresa en voz alta porque el resto ya está prestando atención a la muy buena pregunta que ha hecho Remington sobre la muerte de Ispin. Ni Becklin ni Cudgel ofrecen mucha información, y de todas maneras, ya llega el momento de acudir al funeral, así que Saxa no añade más a lo dicho por los demás en este punto.
Camino al funeral y durante el oficio Saxa no habla mucho. Y no es que no tenga mucho que decir, pero está empezando a notar cada vez con más intensidad el peso de la pérdida de Ispin, y además, no está siendo inmune precisamente a los sentimientos de todos los que le rodean. Efectivamente, el viejo había conseguido dejar una impresión muy profunda en muchísima gente. Y esto a Saxa la entristecía tanto ... pero a la par, le alegraba tantísimo también ... Qué curiosa aquella sensación de que un sentimiento a priori negativo - como la tristeza - pudiera a la vez generar sensaciones tan positivas.
Durante un momento se vio transportada a su pueblo, tantísimos años atrás, cuando una Saxa adolescente lloraba junto a su padre la pérdida de su madre. Vidar había querido transmitir a su "pequeña" que aquellas lágrimas no eran más que la expresión de un amor que no iba desaparecer jamás por mucho que la persona por la que lloraba hubiese desaparecido y que aquello debía alegrarla. Saxa no había logrado comprenderlo o aceptarlo entonces. Lo hizo mucho tiempo después. Y en aquél momento en Vogler simplemente estaba reconfirmándolo.
Así que Saxa sonrió. Con lágrimas en los ojos, pero sonrió. Estaba contenta. Todos habían sufrido una gran pérdida. Pero todos eran mejores y más felices por haber conocido a Ispin. Un maravilloso círculo que quedaba perfectamente cerrado.
Cuando Uri se acercó a ella, Saxa miró a la elfa con cariño y le sonrió con calidez.
- Ven aquí, pequeña - dijo, mientras la rodeaba con sus brazos. Uri no era pequeña. Era una mujer muy hábil y fuerte. Pero en aquél momento era su pequeña, de forma similar a como Saxa había sido la pequeña de su padre en el funeral de su madre.
No dijo nada más. Simplemente dejó que Urialanthalassa se expresase como necesitaba en aquel momento.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
La Caballera Backlin y el propio Ispin habían pedido que nadie llorase y Remington se esforzó tanto como pudo en reprimir sus lágrimas. Tuvo que sentarse en el muelle porque las piernas le fallaban. Apenas podía respirar mientras veía como el bote con la mortaja de su amigo se alejaba sobre las aguas del Vingaard. Él le había dado un futuro, uno del que ser dueño y ya no podía devolverle el favor. Habría querido ver su rostro una vez más, pero la mortaja y el expeditivo ritual de despedida se lo habían impedido. Con pesar, se compadeció del gesto de Urianthalassa y de Saxa y tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo para tragarse las lágrimas.
Sir Arthur subió a su regazo y comenzó a ronronear mientras frotaba tímidamente la cabeza con la mano inerte del joven aprendiz. La vida seguía y de Ispin Greenshield ya solo quedaban lo buenos recuerdos. Ausente, acarició el suave pelaje de Sir Arthur mientras el bote se perdía río abajo. Se arropó en su capa mientras los pasos de quienes seguían a Cudgel se mezclaban con el rumor de la corriente.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
No solo parecía un joven niño humano sino que a veces lloraba como si lo fuera. Y eso ya había pasado cuando recibió la carta anunciando la muerte de Ispin, todas las lágrimas que guardaba para ese luto ya habían sido gastadas. Así que cuando llegó el momento de la despedida por la mente de Fritz solo pasaba encontrar un buen sitio para la última despedida. Con alguna dificultad y desavenencias con los gatos callejeros locales escaló hasta una de las casas aledañas al muelle. El pescador que tenía secando sus redes recién remendadas seguro que quedaría sorprendido de como había pescado un enfadado gato naranja atigrado mas gordo de lo normal, su amigo el sieamés de la cicatriz y su amiga tricolor que no paraba de bufar como si quisiera apagar un incendio.
Con el asunto de los gatos solucionado, ya solo quedaba encontrar sitio entre aquellas malhumoradas gaviotas que tomaban el sol en la arista central del tejado. Fue una pena que el intercambio de pareceres y la siguiente agitación de graznidos, piadas y otros ruídos coincidieran con el sentido discurso e Becklin y parte de los presentas no llegaran si quiera a escucharlo entre tanto follón avícola. Pero es que aquella gaviota gorda graznaba como si le fuera la vida en ello, con los ojos inyectados en sangre y el pico tan desencajado que hasta regurjitaba los arenques del desayuno. Que peste!
Llegó a la cima justo cuando todos tomaban rumbo a la posada. Allí, sentado y solo, con el sol ocultándose por el oeste tiñiendo el cielo de bonitos naranjas y rojos halos, Fritz dio su último adiós a su amigo Ispin que desaparecía en su barca fúnebre río abajo. -Que tengas un buen viaje, amigo mío.- se despidió ignorante de la retaila de maldiciones de un pescador ante el destrozo de aparejos mientras una obesa gaviota parecía reirse de él entre vómitos.
Las no pocas personas que han atendido al funeral de Ispin se reúnen en al Cangrejo.
La posadera y sus ayudantes apenas dan a basto a servir las bebidas y sacar grandes bandejas comida para todo el mundo. Al principio el aire es solemne, con algunos sollozos entre la gente pero pronto el ambiente cambia, en gran medida al talante de Cudgel, y no se tardan en escuchar risas y música alegre en la posada.
- Recuerdo aquella vez - está diciendo un pescador entrado en años, de barba cerrada y rostro surcado de arrugas por el sol y el viento - En que Ispin me acompañó a pescar. Apenas llevábamos dos horas faenando cuando la caña de Ispin se torció como si hubiera atarazado un leviatán.
con esfuerzo y habilidad Ispin se pasó los siguientes cinco minutos luchando contra aquella monstruosidad y cuando por fin consiguió izarlo… allí estaba… el mismísimo Rompesedales.Benebog se retorcía y golpeaba con tanta fuerza que su cola arrancó un trozo de la balandra de mi barco.
Ispin me miró con una sonrisa triunfante, dio unos ligeros golpecitos al monstruoso pez en la cabeza y cuando lo tranquilizó le retiró el anzuelo con cuidado y lo soltó de nuevo al río Vingaard. “Alguien que ha sobrevivido a tantas cosas como para hacerse tan grande no merece acabar en un espeto” me dijo con un guiño. - la gente sonríe y aplaude con admiración mientras el hombre cuenta su historia.
Tras el breve lapso de tiempo de remojarse el gaznate una mujer joven toma el relevo
- Ispin me contó una vez que el Lord de Palanthas ordenó que le arrojaran al calabozo porque durante una representación Ispin le había cortado la mitad de su poblado mostach Al parecer Ispin aprovechó cuando el Lord se quedó dormido y no se podía escuchar a los artistas por sus sonoros ronquidos.
Ispin se libró de la cárcel convenciendo al Lord que aquello era un antiguo remedio para evitar los ronquidos que se remontaba al tiempo del Príncipe de los Sacerdotes y que él había descubierto explorando antiguas ruinas de antes del Cataclismo. Sea como fuere Ispin consiguió salir airoso y la Señora de Palabthas volvió a admitir a su marido en sus aposentos ahora que su tranquilo sueño estaba asegurado. No seré yo quien hable mas de la cuenta pero nueve meses mas tarde el heredero del Loed de Palanthas nacía en la ciudad…-
La gente vuelve a reír y brindar con buen humor. Todos excepto un joven de pelo rubio pajizo y vestido con caras y elegantes ropajes granate que sonríe irónicamente y no parece dar crédito a ninguna de las historias que se cuentan. Es algo molesto pero la gente le ignora y prefiere concentrarse en la siguiente historia del avezado aventurero.
- En otra ocasión- dice un hombre con una armadura que ha visto mejores tiempos. Saxa lo reconoce como un veterano mercenario y no se le escapa que su insignia es idéntica a la que luce Cudgel en el pectoral de su armadura - Un trireme coña dado por una banda de piratas minotauros estaba causando estragos en la costa Del Mar Sangriebto. Ispin les encontró y les convenció de que iban en la dirección equivocada para encontrar las mejoras poblaciones para saquear. Los envió mar adentro en dirección al Torbellino y nunca más se supo de ellos -
Uri se fija en la solitaria figura de la elfa silvanesti, aún embozada en su capa que se mantenía en una esquina de la sala.
- Ispin me contó que salvó a toda una aldea del ataque de un ogro usando su escudo para reflejar la luz del sol en los ojos de la criatura. Confundido se precipitó en un foso que Ispin había cavado y los aldeanos lo sepultaron antes de que pudiera escapar. - dice un entusiasmado adolescente que se sonroja y sonríe con los vítores que recibe tras su historia.
Beclin y Cudgel están sentadas en una mesa algo apartada, compartiendo en silencio una cerveza y disfrutando de las historias de su viejo amigo.
PbP Character: A few ;)
Uri se separó de los brazos de Saxa totalmente reconfortada. Ese abrazo le había permitido cerrar con especial cariño la pérdida y la despedida de Ispin, sintiéndose cerca de alguien que la entendía perfectamente en un momento tan delicado. En silencio, pero con una sonrisa en el rostro, se adentró en el Cangrejo de Latón y se dejó embriagar por el calor que desprendía la muchedumbre. Bebió, brindó y rió con cada historia narrada, tal y como él habría querido.
Tras los primeros momentos y las primeras jarras de cerveza, la calma volvió a su interior y su atención se centró en los pequeños detalles de la taberna. Así, observó a sus anfitrionas bebiendo alejadas en una mesa y detectó de nuevo a la silvanesti, sola y apartada disfrutando de su particular homenaje al fallecido.
Había llegado el momento de acercarse. Reconocía que el alcohol le ofrecía el empuje suficiente para vencer las reticencias y debía aprovecharlo. Dio un rodeo para recoger un par de jarras servidas en la barra y se dirigió hacia la elfa.
- Perdona que te moleste - comentó cuando llegó a su altura, depositando una de las bebidas delante suya, ofreciéndosela claramente - Me llamo Urialanthalassa Adian, de las tierra de Qualinost - volvió a rascarse la coronilla nerviosa, nunca podía evitarlo - también conocías a Ispin, ¿verdad? era un hombre… excepcional, todos vamos a echarle mucho de menos - miró a su alrededor, sonriendo nerviosamente - ¿te importa que me siente un rato contigo? nunca había salido de mi reino y eres la primera elfa que veo en estas tierras; es un alivio no sentirse tan sola entre tanta gente desconocida. ¿Puedo preguntarte cómo te llamas? - esperó expectante su reacción.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
-Y yo soy Fritzfoxstiltonson Recklessfire!!- dijo extendiendo su manita a la ahora abrumada elfa en una conversación donde no había sido invitado..- Uaaalaaaa teneis las orejas de punta como yo! No os sintais solas, estoy yo con vosotras y seguro que encontramos alguna aventura. ¿Hay ruinas anteriores al cataclismo en tu pueblo?..¿cual es tu pueblo?.-decidió preguntar mejor por orden.-pero.. no quería interrumpir.. disculpad.. ¿qué ibas a responder?