Justo antes de reposicionarse estratégicamente, ToToc disparó un dardo de gran calibre gracias a su ballesta pesada. El proyectil voló por encima de las cabezas de sus caídos aliados intentando atravesar y rematar al anfibio salvaje que ya estaba herido por otra saeta de Khalion. Pero la hasta ahora implecable puntería del kenku se resintió ante el repentino ataque de sus enemigos, y esta erró quedándose clavada en una de las paredes de madera cerca de donde el prístino haz de Adriana también había impactado segundos antes.

Recargando la enorme ballesta vio como el aparente líder profundo aparecía bajo el marco de la puerta. Disparo seguro, preciso, desde un lugar donde ni se lo esperara. Usando las esquinas cercanas aprovechó las luces y sombras asomando el virote.  Insuficiente para asaltar las defensas del profundo que no se vio sorprendido por el aasimar. 

Apurando los huecos entre la barrera formada for las bestias abisales, más concentradas en intentar devorar al sacerdote que en mantener cierta cobertura para su líder, Khalion disparó su proyectil con mucha más precisión que su compañero kenku. Escondido tras uno de los bancos, al salir para intentar sorprender al abominable sacerdote, observó como éste le miraba fijamente, como si sus ojos pudieran atravesar cualquier intento de ocultación... de manera incluso casi sobrenatural... 

Aún así, esto no amedrentó al enmascarado cazarrecompensas, que apuntó al cuerpo de su objetivo acertando parcialmente rozando uno de sus costados, aunque el dardo continuó su trayectoría perdiéndose en la noche, una lacerante herida que manaba una sangre viscosa de aspecto azulado, apareció allí donde había desgarrado el proyectil. Esto provocó que el líder de los profundos trastabillara hacia atrás algo confuso por el dolor y perdiera la concentración del hechizo que protegía a la bestial estelar...

Al sentirse desprotegida y escuchar una extraña orden del líder, la abominación tentacular se agitó furiosa a pesar de las quemaduras que ahora mostraban sus fauces. Mirando con ira al sacerdote ésta corrió hasta situarse just detrás de la linea de profundos salvajes y alzó sus apéndices hacia el cielo, emitiendo un tremebundo bramido ultraterreno que comenzó a dibujar sobre su cabeza imágenes de constelaciones retorcidad e imposibles, un vacío absoluto y esférico pareció formarse a medio metro sobre su cuerpo para pasar a colapsar sobre sí mismo y estallar en una explosión psíquica de efectos devastadores...

Todos sintieron como esquirlas de vacío se clavaban en sus mentes, intentando robarles la cordura y sumirlos en una catalepsia letal...

Godric se echó las manos a la cabeza luchando contra el horror estelar que le provocaba el in natural sonido emitido por la criatura abisal

( ST INT dif 15: 23 ) 

Concentrándose en el bienestar de sus amigos, el joven clérigo apretó los dientes e intentó eliminar a una de las abominaciones que le rodeaba y que estaba herida ordenando a su arma celestial que le atacara. 

(BA spiritual Weapon vs profundo herido 

Attack 16 Damage 10 ) 

Viendo que Adriana se había puesto a salvo e identificando al anfibio clérigo como la amenaza más acuciante, Godric apuntó con su escudo al mismo y la luz que emanaba de él empezó a brillar mientras la voz del clérigo invocaba a su dios en el idioma divino. El fulgor del escudo creció hasta convertirse en un rayo que cruzó el templo buscando impactar al abisal clérigo. 

(action: Guiding bolt:

Attack; 22 Damage 22 On a hit next attack has advantage. ) 

Intentando dar espacio a Mablung se apartó a donde el valiente elfo le había indicado. 
( Se mueve una casilla para dar espacio a Mablung donde no procoque AoO) 

Mientras todos los abisales salvajes chillaban en gorgoteos de auténtica agonía aferrándose sus cabezas que eran acuchilladas una y otra vez por las esquirlas de vacío psíquico, la divina maza de Lathander, expléndida y poderosa, se movió sin remordimiento alguno para aplastar el cráneo de la criatura que había recibido mayos castigo. Un sonido sordo de hueso fracturado acabó con su existencia, y trajo algo de paz a tan azorada mente...

Levántandose, Godric se dio cuenta de que dos cosas, la primera era que las criaturas estaban prácticamente incapacitadas y sin capacidad de reacción alguna, con lo que aprovechó el hueco para lanzar su radiante conjuro de brillo cegador, una haz con un fulgor tal, que hacía que los ataques de Adriana parecieran pálidos y mortecinos a su lado. La segunda era que la brecha causada en la barrera de criaturas le daba línea de visión limpia. El hechizo golpeó de lleno al sacerdote enemigo, que de nuevo, no esperaba que sus lacayos cayeran tan fácilmente ante el aparentemente inmortal seguidor del Dios de la Mañana. Chillando de nuevo, su cuerpo ardió como si el mismo Sol le quemara cada escama de su cuerpo, hasta que el brillo se amoriguó parcialmente, ... haciéndole claramente visible y vulnerable a futuros ataques.

Leobald avanzó hasta la vanguardia cerrando filas con sus compañeros y tratando de no plantearse lo que estaba viendo. ¿Por qué aquel horror de pesadilla asaltaba el templo sin pudor? Su espada tajó el aire en busca del enemigo mientras levantaba la guardia como una pared de acero, listo para interponer el escudo a cualquier ataque enemigo sobre sus compañeros.

Espada 13, daño 9

Bless 3

Espada 16, daño 9

Leobald se adelantó sin dudarlo para proteger a un aturdido y agónico Mablung, junto a un Godric en una complicada situación estratégica. De momento los Profundos Salvajes seguían aullando entre gorgoteos de horror mientras la nula cordura que les podría quedar desaparecía de sus mentes, no causando amenaza alguna. Otro tema era la abominación estelar y el sacerdote de las profundidades...

Asestando un sencillo golpe a una de las aturdidas criaturas, su espada cortó fácilmente carne y músculo provocando una profunda herida en el costado del híbrido, pero éste ni siquiera pareció percatarse, completamente absorto en su propio dolor mental.

Al fondo Adso vio la situación y giró su rostro para dirigirse a una de las puertas laterales que le conducirían al piso superior donde cumpliría las órdenes de su superior... Sin embargo, su mirada volvió de nuevo al combate, especialmente hacía la herida elfa que yacía a escasos metros de su alcance. Corriendo hacia ella, con cierta agilidad sin duda no aprendida bajo el techo de monasterios, le indicó con las manos que iba a ayudarle, y tocándola invocó el poder de la sanación sobre sus contusiones.

Los profundos salvajes no dejaban de chillar, ensordeciendo con su clamor a todos a su alrededor... uno de ellos, justo el situado en frente de Godric, pareció recobrarse del aturdimiento psíquico y clavó mirada inyectada en sangre sobre el sacerdote.

Mientras Mablung se seguía debatiendo contra su propia locura, el sacerdote abisal pareció calmarse de nuevo ignorando las heridas causadas por sus enemigos, y por un momento cerró los ojos, volviendo a invocar la magia que le otorgaba su aberrante patrón. Sobre su cabeza aparecieron un par de ojos amarillentos y de iris rasgado, que brillaban con una iridiscencia enfermiza, muy opuesta a la invocada por el sacerdote de Lathander con sus favores divinos. Éstos más bien recordaban a los que pudiera poseer una criatura marina de ascendencia alienígena... y de repente, sobre ese par de ojos, aparecieron en hileras tres pares más, aunque de un tamaño menor, por un total de ocho esferas oculares que lo atisbaban todo. 

La visión de poder observar una infinitésima parte del Ser que guiaba a estas criaturas fue demasiado para la agotada cordura de los que combatían en primera linea, que veían como sus esperanzas se desvanecían junto a cualquier posible victoria.

La alta elfa, frustrada tras otro intento fallido de dañar a las criaturas abisales, y tras analizar las palabras de Wellmar, dirigió instintivamente su mirada hacia el piso superior, preguntándose quién sería ese elegido. Cuando Adso dudó y finalmente decidió correr hacia ella, Adriana le miró extrañada y con un punto de culpabilidad.

- No, Adso, estoy bien, esto no es necesario... - le intentó convencer mientras el joven aliviaba su dolor - debes acudir al piso superior como te ha ordenado el sacerdote - le dijo, sabiendo que no se marcharía hasta restañar sus heridas por completo - Muchas gracias Adso, has sido muy amable - de dijo cuando hubo acabado, sonriéndole tiernamente y apremiándole con la mirada para que se fuera a cumplir su misión.

Dado que su estrategia de atacar individualmente a aquellas abominaciones resultaba infructuosa, decidió cambiar a un ataque más grupal, aprovechando un hueco vacío entre sus oponentes que evitaba dañar también a sus aliados.

Invocó así una esfera de un amarillo brillante, primero del tamaño de una manzana, que fue creciendo en el lugar señalado, haciéndose cada vez más grande y refulgiendo con fuego luminoso y abrasador. Segundos después, y con un movimiento rápido y preciso de sus manos, lanzó la esfera contra el maligno sacerdote. 

Wellmar dirigió una mirada de decepción extrema a su acólito al ver como había ignorado una orden directa para sanar a una persona que apenas sufría heridas, poniendo en peligro la sagrada misión que le había encomendado. Sin duda esto traería consecuencias para el muchacho. Sacando de su toga ceremonial una pizca de un extraño polvo mezclado con agua, el sacerdote lanzó sus componentes al aire mientras terminaba de culminar su letanía divina.

 - ¡Esto... acaba... ahora... ! ¡No tenéis poder aquí ...!

El polvo lanzado al aire comenzó a tomar coalescencia y flotar hasta situarse justo encima del grupo de enemigos, en ese momento, una serie de nubarrones artificiales oscuros y fríos giraban tormentosamente sobre la bóveda interior del templo, como si un segundo cielo se hubiera creado allí mismo, en el gran salón de ritos. La lluvia de hielo y granizo fue devastadora, vomitando sobre todas las criaturas con total precisión piedras congeladas y ventiscas que cortaban la misma piel como si estuvieran compuesta de cuchillas...

Todo acabó casi como empezó, y la superficie donde se había desplegado tal ira de la naturaleza seguía cubierta de los detritus de la tormenta, con una película de hielo cubriéndolo todo.

Los tres profundos salvajes fueron completamente obliterados, las piedras de granizo atravesaron sus escamosos cuerpos como si fueran balas de cañón, provocando en su cuerpo agujeros del tamaño de huevos de gallina y haciéndoles perecer en una terrible agonía de frío y devastación de órganos internos.

La suerte tampoco sonrío al sacerdote abisal y su mascota tentacular, que recibieron el mismo cruel castigo de la diosa de los Vientos. Aunque sus cuerpo aún estaban en pie, más parecían quesos gruyeres que formas compatibles con la vida... El rostro de calma que hasta ahora había mantenido el híbrido humanoide se había tornado en terror ante el castigo sufrido, como si no entendieras que acababa de pasar...

Sin embargo, las desgracias que acababan que acababan de sacudirles no habían acabado aún. La furia del fuego se encarnó en una precisa esfera ígnea perfecta que ase materializó bajo la voluntad de Adriana justo al lado de los dos supervivientes. Hielo y Fuego, uno tras otro, quizás era más de lo que podían aguantar sus maltrechos cuerpos... Sin demorarse ni un segundo desde su aparición, la candente esfera rodó sin piedad alguna sobre el cuerpo semi-congelado del acólito del abismo, intentando hacerle arder como si no hubiera un mañana...

Está vez, al parecer, el horrorizado sacerdote consiguió echarse aun lado a tiempo y sólo sufrió heridas por quemadura parciales... Su mirada se desvió hacía la oscuridad desde donde habían salido, claramente sopesando la posibilidad de salir huyendo hacía los muelles para no volver... al menos en mucho tiempo.

 TocToc se asomó desde la esquina y al ver la devastación de los conjuros de sus aliados se envalentonó. Con una palabra en gutural enano transfirió la marca al sacerdote aberrante. Si deseaba huir, la marca la e dificultaría el esconderse. Después apunto con la ballesta, esperando que esta vez sí acertaste a su presa.

El dardo del kenku sesgó tanto la intención de huida del sacerdote enemigo, como su vida. Al atravesarle la garganta, el profundo intentó dar algunas últimas órdenes a la abominación, aferrando con fuerza su talismán, pero ningún sonido pudo salir de su interior, salvo el salvaje borboteo de la sangre viscosa y azulada...

Tras esto cayó al suelo muerto... dejando sólo a la abominación como único enemigo en el templo...

Con el aparente líder profundo caído y la situación.. controlada a hielo y fuego, el aasimar sintió esa sensación, vivida la noche antes en la posada, que quizá aquello era una nueva distracción. Apunto la enorme ballesta al engendro de los mares descargando en ella todo su furia.

 Sin comprobar siquiera lo certero de su disparo corrió hacia el interior del templo completando la tarea inacabada del joven acólito. -Adso, obedece al pastor.. rápido, vayamos.- emprendiendo el ascenso a las dependencias superiores a la carrera.

 -El protegido!- dijo como alerta mientras subía- ¿Se encuentra a salvo? No dejaré que esos seres se acerquen..-tratando de tranquilizarlos

Adso dudó por unos momentos, pero al ver que Adriana estaba a salvo, y la mirada de futuro castigo de su superior, indicó a Khalion la dirección a seguir y se preparó para seguirlo y guiarle en cuanto le alcanzara.

Mientras tanto, la abominación estelar, a pesar de carecer de guía espiritual ahora, parecía seguir sus propios instintos, aunque... sus actos no diferían mucho de su comportamiento anterior. Con un pequeño chillido de satisfacción, ignorando sus propias heridas, se lanzó agitando garras y tentáculos para terminar el trabajo que debió acometer minutos antes. Destruir la dañina fuente de iluminación que le dañaba sus ojos como si fuera la mismísima luz del día. Sus afiladas uñas como cuchillas volvieron a chisporrotear con energía psíquica púrpura, y con ella intentó brutalmente desprender la cabeza del sacerdote de su cuello.

Leobald interpuso parte de su cuerpo y escudo ante la carga, entorpeciendo el ataque... pero la bestia abisal parecía dispuesta a darlo todo presa de la locura.

El golpe, en efecto, fue devastador, la garra penetró sin dificultad la armadura del joven sacerdote de Lathander, y éste sintió como su cuerpo se deparaba prácticamente en dos... mientras salvajes descargas de energía psíquica castigaban todos sus órganos internos, parte de los cuales parecían haber olvidado la parte de "internos" y aparecían desbordados por la herida abierta de más de un palmo acompañados de una lluvia de su propia sangre que salpicó tanto a su verdugo como al recién recuperado druida. Aparentemente sin ese golpe le había infligido suficiente daño como para que Godric colapsara y cayera al suelo con los escasos retazos de su vida escapándose...

Cuando el monstruo fue a rematarlo para saborear la carne fresca y moribunda, absorbiendo esos últimos momentos cercanos a la muerta donde el pavor es más tangible, su terrible excitación hizo que sus tentáculos se enredaran torpemente entre sí... confundiendo al ser por unos momentos... quizás claves...

La luz del escudo de Godric siguió brillando a pesar de la inconsciencia del seguidor de Lathander, pero esa luz de algún modo ahora parecía más apagada, menos viva... pero sobre todo... menos dañina para la criatura.

Leobald cubrió a ambos con el escudo, mientras imponía sus manos a un agonizante Godric.

—¡Arriba muchacho! —espetó al joven clérigo tratando de no perder la compostura—. No hemos acabado. 

Tras ver que el veterano paladín, devolvía prácticamente a la vida a Godric, Adso decidió esta ver obedecer las órdenes de su superior y corrió escaleras arriba tras los pasos de Khalion que ya previamente se había perdido del campo de visión siguiendo el mismo camino. Wellmar a su vez, decidido a terminar cuanto antes con el asalto a su templo, y viendo los estragos que había causado su hechizo previo, se acercó a primera linéa el también situándose justo al lado de Leobald. Una vez allí continuo con otra letanía, esta más clamorosa, que concluyó rápidamente cuando golpeó, agachándose en el proceso, con la palma de su mano en el suelo del tempo. Un estruendo como nunca se había oído retumbó haciendo eco por todo el salón ceremonial, desplegando a su vez una imponente onda de choque, que como un trueno, rugió intentando empujar y destruír a su enemigo al mismo tiempo.

La intensidad de la onda expansiva no sólo lanzó como si fuera un muñeco de trapo a la abominación cais diez pies hacia atrás golpeándolo contra la escalinara de subida que daba acceso al templo desde el exterior. Sino que fracturó sus huesos y abrío más heridas abierta allí donde la carne había sido impactada de lleno.

Aún así, la criatura... se mantuvo en pie, casi contorsionada y rota... sostenida apenas por un hilo de vida... pero allí seguía, dispuesta a devorar a todos cuantos habitaban ese templo.

-¡Nooooo! - el grito angustiado de la elfa resonó elevándose por encima del fragor de la batalla al ver a Godric caer, quizá sin vida. Se acercó corriendo, quedándose a medio camino, observando como Leobald conseguía librarle de una muerte más que probable. 

Enfurecida, descargó su rabia hacia el único ser que quedaba en pie, lanzando sin piedad la bola de fuego que crepitaba en la sala, para terminar con un haz de luz que atravesó el espacio con determinación.

La furia de Adriana se desató sobre el ser que apenas se mantenía con vida, pero esa misma ira, la cegaba, y sus ataques eran poco precisos y rabiosos. El haz de luz pasó a más de dos metros de la criatura, aunque la bola de fuego si cargó contra su posición, quemando parcialmente parte de sus escamas y piel rota.

La ira se vio desvanecida por imágenes que no están diseñadas para las mentes mortales, perdido en esta nueva dimensión, el combate parecía algo lejano, ajeno a la nueva realidad que los seres abisales le mostraban.

La ira de la naturaleza en forma de tormenta de hielo le saco de su estado de conmoción y cuando volvió a la realidad vio que el combate estaba en sus fase final, con todos los enemigos muertos y un único engendro en pie. Vio al "protegido" caído, con una terrible herida que le cruzaba todo el pecho, más vale que sobreviviese...y gracias a los cuidados del paladín parecía que lo conseguiría...cierta diablesa estará contenta, pendo para si mismo Mablung.

Dejando caer la cimitarra, con un fluido movimiento saco el arco y disparo a abominación:

Attack: 26 Damage: 19

Las nuevas visiones pasaron factura al druida y su concentración fallo haciendo que la flecha golpeo sin causar daño en la correosa piel del engendro.

Con solo la aberración en pie el combate parecía bien encarrilado. Sin embargo aún no podían cantar victoria aquella aberración eran tan peligrosa como horrible. Además, la caída de Godric les había afectado y estaban fallando. Miro a Godric y por el y por la bandada de concentró. Con una palabra enana marcó la aberración y acto seguido descargó la ballesta sobre ella.

 - Bien! Bandada... - Animó a sus compañeros al sentir que acertaba a su objetivo intentando que la caída de Godric no les abatiese la moral. 

El dardo pesado de TocToc volvió a demostrar a todos quien era el ejecutor real del grupo, clavándose con fuerza, la saeta atravesó las fauces abiertas y desprotegidas de la abominación para atravesar el cerebro o lo que fuera que moviese a esa criatura... Entre horribles estertores, el ser cayó al suelo derrumbándose pesadamente... el cuerpo comenzó a emitir un hediondo olor casi de manera instantánea obligando a todos en varios metros a taparse la nariz y la boca con la mano o lo que tuvieran cerca.

Wellmar, agradecido, puso la mano en el hombro del joven Godric intentándole dar fuerzas, con otra plegaria... invocó los vientos de la sanación sobre el seguidor de Lathander, cerrando sus heridas aún más. 

 - ¿Estás mejor muchacho? Por un momento pensé que te perdíamos, curioso despliegue de "luz", no había visto nada parecido nunca,... cómo tampoco he visto a esa criatura - El sacerdote de Akadi señaló a la abominación con desprecio - No es la primera vez que veo a los híbridos... pero eso es nuevo... - tras una dramática pausa, su conversación prosiguió - En cualquier caso estamos en deuda con todos vosotros... el Templo de Akadi os debe un favor, y eso es algo muy preciado si sabes atesorarlo.

Mirando por un momento los destrozos de la puerta, se giró para comprobar que Adso había subido a asegurar a los demás acólitos, fue cuando el responsable del templo arqueó una ceja algo confuso.

- ¿Dónde está vuestro colega el enmascarado?