A pesar de la desconfianza inicial TocToc se consagró en cuerpo y alma a seguir las instrucciones de Adriana al pie de la letra. Escribir runas y seguir instrucciones con detalle eran dos de las cosas que mejor se le habían dado en el pasado. El resultado final y la velocidad con la que Godric destruyó el pergamino sorprendió a TocToc. Al fin vio perderse en el cielo la bestia y suspiró de envida ante tan majestuoso volar.
- No hay de que… Pero no es un favor que te hayamos hecho específicamente a ti, sino como agentes de la corona. Por otro lado, el circulo se ha quedado sin el guardián. Ahora será más vulnerable, espero que hayamos acertado en liberarle.
Aun jadeando por las emociones Godric se atrevió a poner la mano en el hombro de Mablung.
- Ha sido un honor poder ayudarte Mablung, y te ayudaré a preparar los ritos necesarios. Lamento mucho lo que ha ocurrido con los restos... yo... supongo que la presencia de tan impresionante guardián me puso más nervioso de lo que debería. Lo lamento, no pretendia, en ningún momento, ser irrespetuoso. -
- Bien hecho Adriana y Toc-Toc. Eso ha sido realmente impresionante... - les dice a sus amigos. - Es curioso lo que podemos conseguir si confiamos los unos en los otros y trabajamos en equipo ¿verdad? -dice casi de manera casual pero esperando que sus palabras calen en sus compañeros.
Adriana observó el vuelo del draco con una sonrisa serena. Suspiró para expulsar toda la tensión acumulada y se volvió a su compañero córvido.
- Buen trabajo TocToc, sin tu ayuda no hubiese sido posible -
Mientras recogía los útiles del ritual, el resto del grupo se fue reuniendo en el interior de la cueva. Las palabras de Mablung fueron especialmente reconfortantes para la alta elfa, que mostraban cómo la coraza de continua desconfianza y recelo del druida parecía comenzar a resquebrajarse.
- Agradezco tus palabras, Mablung. Afortunadamente todo ha salido bien y el guardián es libre de nuevo. Daremos el descanso a Ferrin que se merece, lamento mucho su pérdida - dijo con una mueca de tristeza - Estoy de acuerdo con TocToc, vayamos primero al cementerio y después al templo a informar a Wellmar de todo lo ocurrido -
Se acercó a Godric, agarrándole la mano y apretándola suavemente como agradecimiento a su apoyo y confianza incondicional y a su discurso que compartía al completo. Observó la reacción de Leobald, preocupada por su actitud esquiva y profundamente triste de las últimas horas, esperando que este pequeño acercamiento del grupo le reportara al caballero algo de esperanza y unión.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Con el rugido triunfal del wyvern, Leobald se irguió en su posición junto al cadáver del halfling para observar como saboreaba su ansiada libertad. Nada podía averiguar del cuerpo, pero al menos sus compañeros habían liberado a la formidable criatura de su cautiverio. Era una criatura peligrosa, pero parecía noble y había sufrido más de lo que seguramente le correspondía. Una buena obra, desinteresada, para variar. Sin embargo, ya no albergaba excesivas esperanzas en aquel azaroso puñado de individuos. Taciturna y silenciosamente, sin peligro ya a ofender al guardián, registró la cueva alrededor del enterramiento por si encontrara alguna pista de quien había sido el sepulturero o cualquier cosa de interés.
Aún con la duda acerca de la causa y destino final del anterior y verdadero guardián del círculo, Leobald comenzó a estudiar la enorme gruta que según calculaba descansaba justamente debajo del claro de aguas cristalinas que hacía de núcleo ceremonial y corazón de la arboleda druídica. Todo parecía conducir a que el lugar simplemente hacía de guarida de Galadash, y aunque estaba bastante limpia en general, el caballero encontró restos de huesos y costillares de reses en algunos puntos alejados pegados a las paredes de la cueva, junto a lo que entendió que serían deshechos en forma de heces de la criatura.
Alguna humedad se filtraba en el techo, sin duda al formar parte del soporte del fondo de la circular laguna superior, dando lugar a algunas estalactitas concentradas en la zona central de la caverna. Cuando su paseo se concentró más en la zona del enterramiento, su cansada pero veterana vista se percató de unas rocas sueltas que provenían de una zona de pared cercana, sin duda con las labores de exhumación del fallecido Ferrin Kastilar y los rugidos del wyverm, ésta habían cedido dejando a la vista una extraña hendidura donde, medio oculto, y muy difícil de ver, un ligero resplandor metálico reflejó su brillo hacia los ojos de Leobald.
Acercándose con curiosidad y cautela, el caballero apartó parte del detritus que aún quedaba en la concavidad natural y descubriendo una extraña herramienta de origen druida, una pequeña hoz para recortar muérdago y otras hierbas con propiedades útiles parecía haber sido ocultada allí, su hoja tenía una perfecta forma de media luna y a pesar de su situación, el arma parecía mantener el lustre como si pudiera cortar con la precisión del primer día. A su lado, otro extraño objeto llamó la atención del paladín, medio enterrado, un huevo de gran tamaño, de cáscara beteada en diferentes tonos azules y zafiros, lucía deslustrado y quebradizo. El moho se había adherido con fuerza a su cascarón exterior y por desgracia parecía abandonado y descuidado hace tiempo... lo que hacía casi con toda probabilidad que lo que fuera que se estuviera gestando en su interior hubiera muerto semanas o meses antes.
Leobald rescató ambos objetos de la roca. Se colgó la hoz del cinto y llevó el cascarón inerte entre las palmas de las manos hasta TocToc.
—Quizá esto explique parte del trato que te profesaba el draco —tendió el huevo al kenku delicadamente, con tristeza—. Quizá, de alguna manera viera en ti un reflejo de lo que había perdido aquí dentro. Justo es que le des oportuna sepultura TocToc.
Cuando el huevo obraba en manos de TocToc enseñó la hoz al resto.
—Esto estaba oculto junto al huevo de draco, en la pared, lejos del cuerpo del difunto druida. —mostró la hoz antigua a todos, pero preguntó a Mablung en particular—. ¿Alguna idea de por qué? ¿Hay algún rito que lo explique?
- La hoz siempre ha sido un símbolo de la orden, muchos druidas la portan como herramienta de trabajo y ocasionalmente como arma. Respecto al por que estaba aquí, quizás el propio Ferrin la escondió en el lugar que consideraba más seguro, temiendo que algo le pudiese pasar. Quizás pensaba que estaría a salvo junto a los mas preciado para el guardián- dijo mientras señalaba al huevo en manos de Toc Toc.- Hay muchas preguntas respecto a lo que ha pasado aquí que debemos contestar, por desgracia me temo que deberemos esperar a que regrese Golfrin.
-Me gustaría conservarla hasta que un nuevo druida venga a hacerse cargo del círculo- añadió extendiendo la mano hacia Leobal.
- Por desgracia no pude ver mucho del desdichado Ferrin pero sospecho que murió envenenado por la Muerte Carmesí. - dice Godric - Estaba mirando la dentadura donde creí ver algún resto cuando… se rompió… - dice aún avergonzado. -
Leobald sostuvo la hoz entre sus manos unos momentos sin responder a Mablung. Cerró los ojos un momento y pareció inspirar en silencio. Cuando los abrió paseó su mirada por los presentes.
—No veo maldad en ninguno de estos objetos. Vosotros tres en cambio —señaló a Adriana, Godric y Khalion— albergáis la semilla de algo nefando, en vuestras manos está combatirlo o alimentarlo. Espero haber sido claro —añadió con tristeza—. Ten, se digno de ella —dijo finalmente al elfo salvaje tendiéndole la hoz.
El caballero colgó su escudo alagrimado al hombro listo para emprender el camino al cementerio.
- En el interior de todos está la posibilidad de alimentar el bien o el mal Leobald. Es decisión de cada uno, cada día, cada momento- se acerca a Adriana y le pone la mano en el hombro - hoy hemos hecho algo bueno. Todos juntos. Hagamos que el día cuente y que nuestras acciones hablen por nosotros -
Cuando Leobald mostró la hoz, un pequeño destello de colores surgió de las manos de la alta elfa y, sin tocar el arma, la observó fijamente durante unos instantes
- Detecto una agradable aura mágica de encantamiento. Como bien apunta Leobald, no parece estar corrupta. Si quisieras saber más, Mablung, sería necesario un análisis de identificación más específico -
Tras las palabras del caballero, Adriana le dirigió una mirada algo triste pero comprensiva. Sabía que su discurso era fruto de aquello que le estaba carcomiendo por dentro; quizá él no portaba una marca maldita como ella y sus compañeros, pero la ponzoña de la tristeza, la soledad y la desconfianza podían llegar a ser igual de peligrosas. Con amabilidad, sin acritud, intentando suavizar sus palabras, le contestó:
- Leobald, no creo que ninguno de nosotros haya elegido este destino. Para poder combatirlo necesitamos conocerlo, y en investigar y buscar respuestas es en lo que estoy centrando mis energías fervientemente. Tengo la esperanza de que nos acompañes y nos ayudes en esta ardua y peligrosa tarea, pero no te lo reprocharé si deseas mantenerte al margen. Como has dicho, en las manos de cada uno recae la responsabilidad de sus decisiones.
Guardó silencio y esperó a que sus compañeros decidieran poner rumbo al cementerio.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
TocToc cogió el huevo con cuidado. Parecía en muy malas condiciones, y si el draco lo había abandonado posiblemente estaría muerto. Sin embargo, no puedo evitar sentir una simpatía y sentimiento paternal hacia él. Miro a Leobald con agradecimiento, incapaz de resistirse a la ridícula esperanza que sus instintos paternales le imponían. Se quitó el abrigo y después de limpiar con cuidado la parte más grosera del moho lo envolvió con cuidado con el abrigo.
- Tras la acusación de Leobald, TocToc escuchó las respuestas de sus compañeros. Khalion habia sido controlado sin que fuese consciente en al menos una ocasión. Adriana tenia algún tipo de maldición relacionada con las criaturas que provienen de las profundidades marítimas, corroborado por Welmar. Godric testaba vínculado con entes de los infiernos, corroborado por Ostor. El paladin habia detectado alguna influencia en ellos. - Es cierto que vuestros actos pasados no han sido peores que los de el resto de nosotros. Que nuestros actos futuros forgen nuestra huella etica. Pero como dice Adriana, ignorar esa influencia no ayudara a luchar contra ella... ahora bien, abrazarla tampoco.
Finalmente miró a Mablung. – Deberíamos enterrar al druida antes de que Golfrin regrese. ¿Quizás esta noche? ¿O ahora mismo? ?O partamos al cementrio ya?
Quizá, sin máscara, hubieran podido ver la cara poco sorprendida de los prejuicios cortesanos. Resultaba molesta la insistencia y cuestionamiento constante de sus lealtades. Aquel caballero, dos veces sometido por miedos y terrores, daba mas importancia a un caso aislado que a su propia falta de redaños.
-Tu naciste igual que los demás y sin embargo criado con privilegios que te hicieron creer que eras especial, distinto e inmune a las leyes de los hombres, pero fuiste tocada con la mácula criminal del que viola sus leyes..-trató de responder, con tono tranquilo.- Yo nací distinto, especial y único, criado sin privilegios, como uno mas. Tocado por los dioses solo me puso la diana y sobre mi recayeron privilegiados de alta cuna como su excelencia, impunes de ley. Gente como tu sobrevive mandando lacayos y banderizos a solucionar sus problemas, yo sobrevivo huyendo de ellos cumpliendo su ley, con sus normas.
Un silencio, doloso, se apodero del aasimar. Sus cabellos argentos sobresalían entre máscara y capucha de la capa. Despacio la echó sobre sus hombres, retirando las correas que fijaban la máscara a su rostro. Ya sin su cobertura, miró a todos con los enormes ojos sin corneas ni pupilas, todo azules.
-No solo la miseria de los hombres me ha perseguido. Con ellos era fácil, usaba sus mismas armas, acero y muerte, pero en otras situaciones necesité artes familiares..-dijo dirigiendo su mirada a elfa y hombre-pájaro.- Cuando los líderes de alta alcurnia sucumben a sus pesadillas lloriqueando como niños yo busco sobrevivir.. de forma no muy distinta a la cólera que desata Mablung. En mi caso, afrontaba la fuente en lugar de huír, en su caso, nadie se interpuso entre él y la ventana.
La mañana había avanzado ligeramente y tras recoger todos los materiales y reliquias encontradas en la gruta, el grupo de agentes decidió moverse hacía el cementerio, adyacente al extraño templo de Akadi, la dama del viento. El viaje muy parecido al ejercido la anterior noche en recorrido, parecía otro totalmente diferente debido al bullicio y el excesivo tránsito de locales por todas las callejuelas y via principal que acabaría derivando hacia el muelle. Los gritos y el fuerte olor a pescado parecía mezclarse con el oloroso almizcle a sudor de estibador de higiene distraída.
La zona de los muelles estaba plagada de gente, ingentes cantidades de marineros, estibadores y trabajadores portuarios se movían en un frenesí de trabajo casi interminable en todas direcciones. El bullicio también se elevó a niveles que ahogaban los ruidos de la lluvia y la tormenta, gritos, silbidos, golpes y relinchos de animales de carga lo conquistaban todo.
La línea de muelles se difuminaba con barcos de todos los tamaños y funcionalidades a lo largo de la línea de costa, banderas de diferentes países y afiliaciones de los Reinos coloreaban el gris paisaje. Varias estructuras prominentes se atisbaban desde la vía principal, una inmensa planta de procesado de pescado y lonja principal de la ciudad, otra mansión de aspecto extraño y arquitectura parecida a la de un collage de diferentes estilos, unos grandes almacenes para guardar materiales y bienes no asociados a la pesca, y casi al final de los muelles, donde acababa la misma ciudad, los gremios de pescadores y carpinteros.
Justo antes de llegar a la proximidad de la zona de gremios, el extraño grupo se desvió hacía el norte para retomar el sendero al cementerio, pasando por el establecimiento de Mercancias Winston, ahora abierto y ofreciendo sus materiales asociados a aventureros y exploradores siguiendo su premisa de "bienes sólidos a precios honestos". El camino hacia el camposanto ascendía bordeando el templo durante un buen tramo hasta llegar a un terreno amplio y flanqueado por un vallado de roca de casi dos metros de altura acompañado de lancetas de hierro forjado en su parte más elevada. La verja que hacía de portón de entrada era artesanal, construída también en el mismo material que las lancetas pero con suntuosos elementos espirales y grecas concéntricas en color negro.
El acceso estaba abierto y la colina se veía salpicada de tumbas y mausoléos alla donde alcanzaba la vista, pero, como en la misma ciudad, una parte algo más separada y elevada del resto recogía las construcciones más lujosas en mármoles y rocas de calidad asociadas a la nobleza, el resto de lápidas y estatuas cubiertas de musgo, más humildes, yacía geográficamente por debajo de esta zona de mayor realea.
Salvo un par de viudas plañideras, en ropajes y tules negros, nadie más parecía recorrer los extraños caminos pavimentados en piedras planas, así que, a pesar de la extensión del recinto, fue fácil localizar al encargado del cementerio, que junto a una casita de una única planta rectangular situada dentro del mismo camposanto, ordenaba tranquilamente sus aperos de trabajo, como palas, maderas, algunas herramientas de bricolage y escarpias. El semiorco Krag, lucia el torso descubierto marcando un excelente cuerpo musculoso y cincelado, que casi rozaba la perfección, de piel cobriza, cubierto sólamente por un chaleco oscuro que sin duda había vivido mejores tiempos, sus pantalones de lona eran recios y diseñados para aguantar las duras jornadas laborales, al igual que sus botas, única prenda de vestir de cierta calidad.
TocToc se detuvo un momento embelesado por las geométrica verja. Después recuperó el pasob con un rápido trote hasta alcanzar a sus compañeros.
La aparición del semiorco, supuestamente erudito no pareció sorprender al kenku, que no guardaba tantos prejuicios sobre las razas mamuferas como ella mismos.
- Buenos días, Krag. Welmar nos envía al no poder responder el mismo algunas preguntas que le hicimos. - Dijo directamente. - Yo soy TocToc y estos mis compañeros agentes de la corona... - Dijo educadamente mientras le spreswntaba uno a uno de forma casi ritual. Despues tras las cordiales presentaciones regreso a tratar el meollo de la question. -Tengo unos dibujos anlosbquw no logro sacar ningún sentido y según parece, tu eres de los más eruditos del lugar. Quizás podrías ayudarnos? Dijo mientras hacía ademán de sacar los papeles de la mochila.
El caballero permaneció algo ausente durante el camino al cementerio. No había contestado a sus compañeros, pero tampoco desprendía acritud o reproche. En su caminar tranquilo le sorprendió el bullicio del puerto. No era marino, pero parecía algo excesivo para una ciudad del tamaño de Saltmarsh. Además, no le cuadraba demasiado con las historias de precariedad que les había contado el párroco de Akadi. Tanta actividad comercial debía dejar pingues beneficios en las arcas locales. Todo apuntaba a algún tipo de injusticia mediante la cual la riqueza era solo explotada por unos pocos. Observó las casas señoriales y la mansión de distraída arquitectura.
Tras cruzar el enrejado del cementerio y dar con el enterrador, Leobald le dispensó un saludó cortés. Dejó hablar a Toc Toc, que había tomado al iniciativa y parecía tener ciertas dotes diplomáticas. El enterrador no tenía el aspecto de un estudioso al que estaba acostumbrado, pero en Saltmarsh todo era extraño y estaban prevenidos de eso así que no le costó ocultar su sorpresa tras una máscara de cortesía. Escuchó atentamente con las manos a la espalda y aspecto relajado. Era de día y nada parecía amenazarlos. La paz del lugar y aquel erudito de prominentes músculos le inspiraban cierta confianza que no sabía justificar.
Según el grupo se acercaba, el semiorco dejó de trabajar en sus aperos y se quedó erguido esperando su llegada, limpiándose las manos con un viejo trapo y observándolos con cierta mirada analista. Sin mediar palabra esperó a que TocToc hiciera las presentaciones mientras asentía levemente con la cabeza, girada en un leve ángulo y deslizando sus pupilas hacia abajo para percibir con claridad los rasgos del no tan alto kenku.
Al mencionar éste a Wellmar y el título de "agentes de la corona", Krag sonrío afablemente, e interrumpió educacamente en ese momento para presentarse a sí mismo.
- Soy Krag el enterrador, me alegra saber que sois amigos del buen Wellmar, puesto que sus amigos son mis amigos. Entiendo "agentes" a por lo que habéis venido, dejadme guiaros hasta el lugar, no os vi aquel nefasto día, pero supongo que tendrías ocupaciones para la Corona que reclamarían vuestra presencia en otro lugar.
El encargado del cementerio les hizo una indicación a todos para que le siguieran dirigiéndose hacía el centro del camposanto a un paso tranquilo. La forma de hablar del semiorco denotaba cierta cultura, y se alejaba mucho de los barbarismos típicos de los de su raza, lo que contrastaba claramente con un cuerpo claramente entrenado y cuidado casi al detalle.
Cuando TocToc prosiguió su charla, comentando las verdaderas intenciones de la visita, Krag se detuvo casi nada más comenzar su camino entre las lápidas y tumbas alineadas a ambos lados del sendero y se quedó pensativo. Sacándose unos anteojos del bosillo de su chaleco y colocándoselos, extendió la callosa mano para coger los papeles y apuntes del córvido miembro de los agentes.
- Disculpad, pensé que veníais por otro asunto... déjadme estudiarlos, aunque mi "erudicción" está bastante ligada con el acceso a ciertas bibliotecas privadas aquí en la ciudad.
Decidme que le pasáis exactamente a Krag para que haga su tirada de Historia o lo que corresponda.
Godric permaneció en segundo plano, algo impresionado por el esculpido cuerpo del enterrador. Iba a preguntarle qué les iba a enseñar, pero prefirió esperar a que examinara los papeles de Toc-Toc. Mientras el semi-orco pensaba el clérigo paseó la mirada por el camposanto, contemplando el lugar de descanso de los muertos de aquella ciudad.
- Oh... ¿hay algún problema en el cementerio? Quizás podríamos ayudar o informar a nuestros superiores de la naturaleza o gravedad del asunto. - Dijo TocToc mientras sacaba los papeles de la mochila. - Un problema en el cementerio puede ser… Si no os importa me gustaría ver el problema – Dijo tanto para el semiorco como para sus compañeros. Los papeles se atascaron en la mochila y tuvo que sacudirla levemente para poder sacarlos bien. Al fin los logró extraer más o menos intactos.
Allí estaban los símbolos que había ido copiando del almanaque de mareas, también las estrellas del medallón de la aberración marítima que había atacado el templo.
A pesar de la desconfianza inicial TocToc se consagró en cuerpo y alma a seguir las instrucciones de Adriana al pie de la letra. Escribir runas y seguir instrucciones con detalle eran dos de las cosas que mejor se le habían dado en el pasado. El resultado final y la velocidad con la que Godric destruyó el pergamino sorprendió a TocToc. Al fin vio perderse en el cielo la bestia y suspiró de envida ante tan majestuoso volar.
- No hay de que… Pero no es un favor que te hayamos hecho específicamente a ti, sino como agentes de la corona. Por otro lado, el circulo se ha quedado sin el guardián. Ahora será más vulnerable, espero que hayamos acertado en liberarle.
- Yo querria ir al cementerio.
Zevatur, Rolthos
Aun jadeando por las emociones Godric se atrevió a poner la mano en el hombro de Mablung.
- Ha sido un honor poder ayudarte Mablung, y te ayudaré a preparar los ritos necesarios. Lamento mucho lo que ha ocurrido con los restos... yo... supongo que la presencia de tan impresionante guardián me puso más nervioso de lo que debería. Lo lamento, no pretendia, en ningún momento, ser irrespetuoso. -
- Bien hecho Adriana y Toc-Toc. Eso ha sido realmente impresionante... - les dice a sus amigos. - Es curioso lo que podemos conseguir si confiamos los unos en los otros y trabajamos en equipo ¿verdad? - dice casi de manera casual pero esperando que sus palabras calen en sus compañeros.
PbP Character: A few ;)
Imponente criatura, abriéndose paso hacia libertad. Se alegró por aquel magnífico dracónido libre al fin de su prisión.
-¿Es lo que pretendíamos?- confuso ante la resolución del encuentro.-Parece que la caza ya no hará falta.
Adriana observó el vuelo del draco con una sonrisa serena. Suspiró para expulsar toda la tensión acumulada y se volvió a su compañero córvido.
- Buen trabajo TocToc, sin tu ayuda no hubiese sido posible -
Mientras recogía los útiles del ritual, el resto del grupo se fue reuniendo en el interior de la cueva. Las palabras de Mablung fueron especialmente reconfortantes para la alta elfa, que mostraban cómo la coraza de continua desconfianza y recelo del druida parecía comenzar a resquebrajarse.
- Agradezco tus palabras, Mablung. Afortunadamente todo ha salido bien y el guardián es libre de nuevo. Daremos el descanso a Ferrin que se merece, lamento mucho su pérdida - dijo con una mueca de tristeza - Estoy de acuerdo con TocToc, vayamos primero al cementerio y después al templo a informar a Wellmar de todo lo ocurrido -
Se acercó a Godric, agarrándole la mano y apretándola suavemente como agradecimiento a su apoyo y confianza incondicional y a su discurso que compartía al completo. Observó la reacción de Leobald, preocupada por su actitud esquiva y profundamente triste de las últimas horas, esperando que este pequeño acercamiento del grupo le reportara al caballero algo de esperanza y unión.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Con el rugido triunfal del wyvern, Leobald se irguió en su posición junto al cadáver del halfling para observar como saboreaba su ansiada libertad. Nada podía averiguar del cuerpo, pero al menos sus compañeros habían liberado a la formidable criatura de su cautiverio. Era una criatura peligrosa, pero parecía noble y había sufrido más de lo que seguramente le correspondía. Una buena obra, desinteresada, para variar. Sin embargo, ya no albergaba excesivas esperanzas en aquel azaroso puñado de individuos. Taciturna y silenciosamente, sin peligro ya a ofender al guardián, registró la cueva alrededor del enterramiento por si encontrara alguna pista de quien había sido el sepulturero o cualquier cosa de interés.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Aún con la duda acerca de la causa y destino final del anterior y verdadero guardián del círculo, Leobald comenzó a estudiar la enorme gruta que según calculaba descansaba justamente debajo del claro de aguas cristalinas que hacía de núcleo ceremonial y corazón de la arboleda druídica. Todo parecía conducir a que el lugar simplemente hacía de guarida de Galadash, y aunque estaba bastante limpia en general, el caballero encontró restos de huesos y costillares de reses en algunos puntos alejados pegados a las paredes de la cueva, junto a lo que entendió que serían deshechos en forma de heces de la criatura.
Alguna humedad se filtraba en el techo, sin duda al formar parte del soporte del fondo de la circular laguna superior, dando lugar a algunas estalactitas concentradas en la zona central de la caverna. Cuando su paseo se concentró más en la zona del enterramiento, su cansada pero veterana vista se percató de unas rocas sueltas que provenían de una zona de pared cercana, sin duda con las labores de exhumación del fallecido Ferrin Kastilar y los rugidos del wyverm, ésta habían cedido dejando a la vista una extraña hendidura donde, medio oculto, y muy difícil de ver, un ligero resplandor metálico reflejó su brillo hacia los ojos de Leobald.
Acercándose con curiosidad y cautela, el caballero apartó parte del detritus que aún quedaba en la concavidad natural y descubriendo una extraña herramienta de origen druida, una pequeña hoz para recortar muérdago y otras hierbas con propiedades útiles parecía haber sido ocultada allí, su hoja tenía una perfecta forma de media luna y a pesar de su situación, el arma parecía mantener el lustre como si pudiera cortar con la precisión del primer día. A su lado, otro extraño objeto llamó la atención del paladín, medio enterrado, un huevo de gran tamaño, de cáscara beteada en diferentes tonos azules y zafiros, lucía deslustrado y quebradizo. El moho se había adherido con fuerza a su cascarón exterior y por desgracia parecía abandonado y descuidado hace tiempo... lo que hacía casi con toda probabilidad que lo que fuera que se estuviera gestando en su interior hubiera muerto semanas o meses antes.
Moon Sickle
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald rescató ambos objetos de la roca. Se colgó la hoz del cinto y llevó el cascarón inerte entre las palmas de las manos hasta TocToc.
—Quizá esto explique parte del trato que te profesaba el draco —tendió el huevo al kenku delicadamente, con tristeza—. Quizá, de alguna manera viera en ti un reflejo de lo que había perdido aquí dentro. Justo es que le des oportuna sepultura TocToc.
Cuando el huevo obraba en manos de TocToc enseñó la hoz al resto.
—Esto estaba oculto junto al huevo de draco, en la pared, lejos del cuerpo del difunto druida. —mostró la hoz antigua a todos, pero preguntó a Mablung en particular—. ¿Alguna idea de por qué? ¿Hay algún rito que lo explique?
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- La hoz siempre ha sido un símbolo de la orden, muchos druidas la portan como herramienta de trabajo y ocasionalmente como arma. Respecto al por que estaba aquí, quizás el propio Ferrin la escondió en el lugar que consideraba más seguro, temiendo que algo le pudiese pasar. Quizás pensaba que estaría a salvo junto a los mas preciado para el guardián- dijo mientras señalaba al huevo en manos de Toc Toc.- Hay muchas preguntas respecto a lo que ha pasado aquí que debemos contestar, por desgracia me temo que deberemos esperar a que regrese Golfrin.
-Me gustaría conservarla hasta que un nuevo druida venga a hacerse cargo del círculo- añadió extendiendo la mano hacia Leobal.
- Por desgracia no pude ver mucho del desdichado Ferrin pero sospecho que murió envenenado por la Muerte Carmesí. - dice Godric - Estaba mirando la dentadura donde creí ver algún resto cuando… se rompió… - dice aún avergonzado. -
PbP Character: A few ;)
Leobald sostuvo la hoz entre sus manos unos momentos sin responder a Mablung. Cerró los ojos un momento y pareció inspirar en silencio. Cuando los abrió paseó su mirada por los presentes.
—No veo maldad en ninguno de estos objetos. Vosotros tres en cambio —señaló a Adriana, Godric y Khalion— albergáis la semilla de algo nefando, en vuestras manos está combatirlo o alimentarlo. Espero haber sido claro —añadió con tristeza—. Ten, se digno de ella —dijo finalmente al elfo salvaje tendiéndole la hoz.
El caballero colgó su escudo alagrimado al hombro listo para emprender el camino al cementerio.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Godric respondió con templanza algo extraño en el
- En el interior de todos está la posibilidad de alimentar el bien o el mal Leobald. Es decisión de cada uno, cada día, cada momento- se acerca a Adriana y le pone la mano en el hombro - hoy hemos hecho algo bueno. Todos juntos. Hagamos que el día cuente y que nuestras acciones hablen por nosotros -
PbP Character: A few ;)
Cuando Leobald mostró la hoz, un pequeño destello de colores surgió de las manos de la alta elfa y, sin tocar el arma, la observó fijamente durante unos instantes
- Detecto una agradable aura mágica de encantamiento. Como bien apunta Leobald, no parece estar corrupta. Si quisieras saber más, Mablung, sería necesario un análisis de identificación más específico -
Tras las palabras del caballero, Adriana le dirigió una mirada algo triste pero comprensiva. Sabía que su discurso era fruto de aquello que le estaba carcomiendo por dentro; quizá él no portaba una marca maldita como ella y sus compañeros, pero la ponzoña de la tristeza, la soledad y la desconfianza podían llegar a ser igual de peligrosas. Con amabilidad, sin acritud, intentando suavizar sus palabras, le contestó:
- Leobald, no creo que ninguno de nosotros haya elegido este destino. Para poder combatirlo necesitamos conocerlo, y en investigar y buscar respuestas es en lo que estoy centrando mis energías fervientemente. Tengo la esperanza de que nos acompañes y nos ayudes en esta ardua y peligrosa tarea, pero no te lo reprocharé si deseas mantenerte al margen. Como has dicho, en las manos de cada uno recae la responsabilidad de sus decisiones.
Guardó silencio y esperó a que sus compañeros decidieran poner rumbo al cementerio.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
TocToc cogió el huevo con cuidado. Parecía en muy malas condiciones, y si el draco lo había abandonado posiblemente estaría muerto. Sin embargo, no puedo evitar sentir una simpatía y sentimiento paternal hacia él. Miro a Leobald con agradecimiento, incapaz de resistirse a la ridícula esperanza que sus instintos paternales le imponían. Se quitó el abrigo y después de limpiar con cuidado la parte más grosera del moho lo envolvió con cuidado con el abrigo.
- Tras la acusación de Leobald, TocToc escuchó las respuestas de sus compañeros. Khalion habia sido controlado sin que fuese consciente en al menos una ocasión. Adriana tenia algún tipo de maldición relacionada con las criaturas que provienen de las profundidades marítimas, corroborado por Welmar. Godric testaba vínculado con entes de los infiernos, corroborado por Ostor. El paladin habia detectado alguna influencia en ellos. - Es cierto que vuestros actos pasados no han sido peores que los de el resto de nosotros. Que nuestros actos futuros forgen nuestra huella etica. Pero como dice Adriana, ignorar esa influencia no ayudara a luchar contra ella... ahora bien, abrazarla tampoco.
Finalmente miró a Mablung. – Deberíamos enterrar al druida antes de que Golfrin regrese. ¿Quizás esta noche? ¿O ahora mismo? ?O partamos al cementrio ya?
Zevatur, Rolthos
Quizá, sin máscara, hubieran podido ver la cara poco sorprendida de los prejuicios cortesanos. Resultaba molesta la insistencia y cuestionamiento constante de sus lealtades. Aquel caballero, dos veces sometido por miedos y terrores, daba mas importancia a un caso aislado que a su propia falta de redaños.
-Tu naciste igual que los demás y sin embargo criado con privilegios que te hicieron creer que eras especial, distinto e inmune a las leyes de los hombres, pero fuiste tocada con la mácula criminal del que viola sus leyes.. -trató de responder, con tono tranquilo.- Yo nací distinto, especial y único, criado sin privilegios, como uno mas. Tocado por los dioses solo me puso la diana y sobre mi recayeron privilegiados de alta cuna como su excelencia, impunes de ley. Gente como tu sobrevive mandando lacayos y banderizos a solucionar sus problemas, yo sobrevivo huyendo de ellos cumpliendo su ley, con sus normas.
Un silencio, doloso, se apodero del aasimar. Sus cabellos argentos sobresalían entre máscara y capucha de la capa. Despacio la echó sobre sus hombres, retirando las correas que fijaban la máscara a su rostro. Ya sin su cobertura, miró a todos con los enormes ojos sin corneas ni pupilas, todo azules.
-No solo la miseria de los hombres me ha perseguido. Con ellos era fácil, usaba sus mismas armas, acero y muerte, pero en otras situaciones necesité artes familiares..- dijo dirigiendo su mirada a elfa y hombre-pájaro.- Cuando los líderes de alta alcurnia sucumben a sus pesadillas lloriqueando como niños yo busco sobrevivir.. de forma no muy distinta a la cólera que desata Mablung. En mi caso, afrontaba la fuente en lugar de huír, en su caso, nadie se interpuso entre él y la ventana.
La mañana había avanzado ligeramente y tras recoger todos los materiales y reliquias encontradas en la gruta, el grupo de agentes decidió moverse hacía el cementerio, adyacente al extraño templo de Akadi, la dama del viento. El viaje muy parecido al ejercido la anterior noche en recorrido, parecía otro totalmente diferente debido al bullicio y el excesivo tránsito de locales por todas las callejuelas y via principal que acabaría derivando hacia el muelle. Los gritos y el fuerte olor a pescado parecía mezclarse con el oloroso almizcle a sudor de estibador de higiene distraída.
La zona de los muelles estaba plagada de gente, ingentes cantidades de marineros, estibadores y trabajadores portuarios se movían en un frenesí de trabajo casi interminable en todas direcciones. El bullicio también se elevó a niveles que ahogaban los ruidos de la lluvia y la tormenta, gritos, silbidos, golpes y relinchos de animales de carga lo conquistaban todo.
La línea de muelles se difuminaba con barcos de todos los tamaños y funcionalidades a lo largo de la línea de costa, banderas de diferentes países y afiliaciones de los Reinos coloreaban el gris paisaje. Varias estructuras prominentes se atisbaban desde la vía principal, una inmensa planta de procesado de pescado y lonja principal de la ciudad, otra mansión de aspecto extraño y arquitectura parecida a la de un collage de diferentes estilos, unos grandes almacenes para guardar materiales y bienes no asociados a la pesca, y casi al final de los muelles, donde acababa la misma ciudad, los gremios de pescadores y carpinteros.
Justo antes de llegar a la proximidad de la zona de gremios, el extraño grupo se desvió hacía el norte para retomar el sendero al cementerio, pasando por el establecimiento de Mercancias Winston, ahora abierto y ofreciendo sus materiales asociados a aventureros y exploradores siguiendo su premisa de "bienes sólidos a precios honestos". El camino hacia el camposanto ascendía bordeando el templo durante un buen tramo hasta llegar a un terreno amplio y flanqueado por un vallado de roca de casi dos metros de altura acompañado de lancetas de hierro forjado en su parte más elevada. La verja que hacía de portón de entrada era artesanal, construída también en el mismo material que las lancetas pero con suntuosos elementos espirales y grecas concéntricas en color negro.
El acceso estaba abierto y la colina se veía salpicada de tumbas y mausoléos alla donde alcanzaba la vista, pero, como en la misma ciudad, una parte algo más separada y elevada del resto recogía las construcciones más lujosas en mármoles y rocas de calidad asociadas a la nobleza, el resto de lápidas y estatuas cubiertas de musgo, más humildes, yacía geográficamente por debajo de esta zona de mayor realea.
Salvo un par de viudas plañideras, en ropajes y tules negros, nadie más parecía recorrer los extraños caminos pavimentados en piedras planas, así que, a pesar de la extensión del recinto, fue fácil localizar al encargado del cementerio, que junto a una casita de una única planta rectangular situada dentro del mismo camposanto, ordenaba tranquilamente sus aperos de trabajo, como palas, maderas, algunas herramientas de bricolage y escarpias. El semiorco Krag, lucia el torso descubierto marcando un excelente cuerpo musculoso y cincelado, que casi rozaba la perfección, de piel cobriza, cubierto sólamente por un chaleco oscuro que sin duda había vivido mejores tiempos, sus pantalones de lona eran recios y diseñados para aguantar las duras jornadas laborales, al igual que sus botas, única prenda de vestir de cierta calidad.
Krag
" ¡Oh la Oscuridad...! "
TocToc se detuvo un momento embelesado por las geométrica verja. Después recuperó el pasob con un rápido trote hasta alcanzar a sus compañeros.
La aparición del semiorco, supuestamente erudito no pareció sorprender al kenku, que no guardaba tantos prejuicios sobre las razas mamuferas como ella mismos.
- Buenos días, Krag. Welmar nos envía al no poder responder el mismo algunas preguntas que le hicimos. - Dijo directamente. - Yo soy TocToc y estos mis compañeros agentes de la corona... - Dijo educadamente mientras le spreswntaba uno a uno de forma casi ritual. Despues tras las cordiales presentaciones regreso a tratar el meollo de la question. -Tengo unos dibujos anlosbquw no logro sacar ningún sentido y según parece, tu eres de los más eruditos del lugar. Quizás podrías ayudarnos? Dijo mientras hacía ademán de sacar los papeles de la mochila.
Zevatur, Rolthos
El caballero permaneció algo ausente durante el camino al cementerio. No había contestado a sus compañeros, pero tampoco desprendía acritud o reproche. En su caminar tranquilo le sorprendió el bullicio del puerto. No era marino, pero parecía algo excesivo para una ciudad del tamaño de Saltmarsh. Además, no le cuadraba demasiado con las historias de precariedad que les había contado el párroco de Akadi. Tanta actividad comercial debía dejar pingues beneficios en las arcas locales. Todo apuntaba a algún tipo de injusticia mediante la cual la riqueza era solo explotada por unos pocos. Observó las casas señoriales y la mansión de distraída arquitectura.
Tras cruzar el enrejado del cementerio y dar con el enterrador, Leobald le dispensó un saludó cortés. Dejó hablar a Toc Toc, que había tomado al iniciativa y parecía tener ciertas dotes diplomáticas. El enterrador no tenía el aspecto de un estudioso al que estaba acostumbrado, pero en Saltmarsh todo era extraño y estaban prevenidos de eso así que no le costó ocultar su sorpresa tras una máscara de cortesía. Escuchó atentamente con las manos a la espalda y aspecto relajado. Era de día y nada parecía amenazarlos. La paz del lugar y aquel erudito de prominentes músculos le inspiraban cierta confianza que no sabía justificar.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Según el grupo se acercaba, el semiorco dejó de trabajar en sus aperos y se quedó erguido esperando su llegada, limpiándose las manos con un viejo trapo y observándolos con cierta mirada analista. Sin mediar palabra esperó a que TocToc hiciera las presentaciones mientras asentía levemente con la cabeza, girada en un leve ángulo y deslizando sus pupilas hacia abajo para percibir con claridad los rasgos del no tan alto kenku.
Al mencionar éste a Wellmar y el título de "agentes de la corona", Krag sonrío afablemente, e interrumpió educacamente en ese momento para presentarse a sí mismo.
- Soy Krag el enterrador, me alegra saber que sois amigos del buen Wellmar, puesto que sus amigos son mis amigos. Entiendo "agentes" a por lo que habéis venido, dejadme guiaros hasta el lugar, no os vi aquel nefasto día, pero supongo que tendrías ocupaciones para la Corona que reclamarían vuestra presencia en otro lugar.
El encargado del cementerio les hizo una indicación a todos para que le siguieran dirigiéndose hacía el centro del camposanto a un paso tranquilo. La forma de hablar del semiorco denotaba cierta cultura, y se alejaba mucho de los barbarismos típicos de los de su raza, lo que contrastaba claramente con un cuerpo claramente entrenado y cuidado casi al detalle.
Cuando TocToc prosiguió su charla, comentando las verdaderas intenciones de la visita, Krag se detuvo casi nada más comenzar su camino entre las lápidas y tumbas alineadas a ambos lados del sendero y se quedó pensativo. Sacándose unos anteojos del bosillo de su chaleco y colocándoselos, extendió la callosa mano para coger los papeles y apuntes del córvido miembro de los agentes.
- Disculpad, pensé que veníais por otro asunto... déjadme estudiarlos, aunque mi "erudicción" está bastante ligada con el acceso a ciertas bibliotecas privadas aquí en la ciudad.
Decidme que le pasáis exactamente a Krag para que haga su tirada de Historia o lo que corresponda.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Godric permaneció en segundo plano, algo impresionado por el esculpido cuerpo del enterrador. Iba a preguntarle qué les iba a enseñar, pero prefirió esperar a que examinara los papeles de Toc-Toc. Mientras el semi-orco pensaba el clérigo paseó la mirada por el camposanto, contemplando el lugar de descanso de los muertos de aquella ciudad.
PbP Character: A few ;)
- Oh... ¿hay algún problema en el cementerio? Quizás podríamos ayudar o informar a nuestros superiores de la naturaleza o gravedad del asunto. - Dijo TocToc mientras sacaba los papeles de la mochila. - Un problema en el cementerio puede ser… Si no os importa me gustaría ver el problema – Dijo tanto para el semiorco como para sus compañeros. Los papeles se atascaron en la mochila y tuvo que sacudirla levemente para poder sacarlos bien. Al fin los logró extraer más o menos intactos.
Allí estaban los símbolos que había ido copiando del almanaque de mareas, también las estrellas del medallón de la aberración marítima que había atacado el templo.
Zevatur, Rolthos