Adriana caminó despacio por el cementerio hasta llegar a la salida, lamentando dejar tan pronto aquel lugar que la embargaba de paz y quietud. Por el camino se mantuvo absorta en sus pensamientos, meditando los pros y contras y las consecuencias que se pudieran derivar de continuar o no con aquella maldición.
Su nueva capacidad de entender lenguas extrañas les había proporcionado información crucial que de otra forma hubiese sido casi imposible conseguir. Pero por otro lado, nada sabía de lo que le estaba ocurriendo y hasta qué punto podría corromper su alma pura si no le ponía fin a tiempo.
¿Merecía la pena asumir el riesgo de unas consecuencias desconocidas, que podían llegar a ser nefastas, por algo de información? Debía reconocerse a sí misma el miedo que le provocaba la mera idea de ser abducida y controlada por la oscuridad maldita que parecía poseerla. Pero en ningún caso dejaría que el pánico decidiera por ella, por lo que sopesó con la mayor objetividad posible ambos escenarios, teniendo en cuenta las palabras del sacerdote y los comentarios de Leobald y Toctoc.
Cuando entraron al interior del templo y se dirigió hacia Wellmar, lo hizo con la decisión tomada. Tras las palabras de Mablung y la caricia de Godric que le infundió calidez, la alta elfa se adelantó unos pasos hasta posicionarse frente al sacerdote.
- Buen día Sacerdote Wellmar, me alegra comprobar que el templo se va reconstruyendo poco a poco después del desastre- le sonrió amablemente y buscó con la mirada al joven Adso, intentando detectarle entre los hombres de la estancia - Tras meditar cuidadosamente la propuesta que tan amablemente me ofreció con respecto a mi maldición, he decidido aceptarla. Incluso teniendo en cuenta las ventajas que nos está brindando hasta el momento, no puedo arriesgarme a que su maldad se vuelva contra nosotros y sea más devastadora de lo que somos capaces de manejar. Considero que esta es la decisión correcta. Me pongo en sus manos. - le dijo, a la espera de instrucciones.
TocToc escuchó las palabras de Adriana y la observó fijamente con admiración. No es fácil renunciar al poder. Si el que le había maldito lo había hecho porque consideró que ella fácil de corromper se había equivocado. Seriamente hizo un cabeceo hacia ella, dándole entender que admiraba su decisión y que la apoyaba.
El rápido vistazo de Adriana volvió a confirmarle que aparentemente la presencia de Adso estaba ausente, al menos en el gran salón ceremonial de la primera planta. Al acercarse el grupo hacia el altar principal, Wellmar reparó en su presencia, y con un rápido y seco gesto se despidió de sus acólitos, que salieron prestos de la estancia principal para dejarles más intimidad.
Al oir las palabras de la alta elfa, el veterano sacerdote asintió aceptando su decisión, aunque no pudo evitar desviar durante unos segundos su mirada hacia Godric con cierto gesto de preocupación, una mirada cómplice que quizás intentaba comunicar más de lo que parecía.
- Tengo preparado el hechizo adecuado, espero ser lo suficientemente fuerte para anular la pesadumbre que corrompe tu cuerpo y tu alma- tras una dramática pausa, Wellmar prosiguió indicando amablemente con la palma de su mano una dirección hacia el norte - acompañadme a los jardines de la parte trasera del templo, aquí hay gente trabajando y entorpecería el ritual.
Caminando solemnemente, el seguidor de Akadi rodeó el altar principal y salió por una puerta lateral que conducía a una bien conocida por Khalion planta adyacente al gran salón, desde allí unas escaleras ascendían a un segundo piso, pero Wellmar continuó por otra puerta de madera situada al norte, estaba algo desvencijada y desprendía ese ruído asociado a los goznes oxidados a los que se da poco uso.
Los jardines posteriores del templo parecían bien cuidados, aunque presumían de una simpleza casi marcial, varios árboles de largas ramas, se balanceaban con el continuo flujo del viento, y sus frondosas copas protegían de la lluvia. A pesar de su simplicidad, su ubicación había sido elegida inteligentemente, situados en un lugar donde la continua brisa marina era canalizada con gran maestría por la geografía circundante produciendo un elegante y continuo paso de un siroco que abrazaba a todos suavemente, agitando las melenas y ropajes de los allí presentes.
Indicando a los demás agentes para que se quedaran en un segundo plano, Wellmar cogio a Adriana por ambas manos con firmeza, y cara a cara, la situo en el centro del patio ajardinado. Sus ojos se cerraron entonando una musical letania en un lenguaje celestial, posteriormente abriándose súbitamente mostrando esos mismos ojos completamente blancos con la textura de la espuma, recordando a la bruma marina.El veterano sacerdote acabó invocando las benevolencias de la Diosa y así, la magia purificadora fue deslizándose y uniéndose a las corrientes de aire allí presentes, envolviendo a Adriana en un torbellino que elevaba su túnica y su pelirroja melena desafiando la gravedad... viento y fuego unificados en una hermosa visión.
Fue entonces cuando la situación se torció, de una manera catastrófica, y a pesar de ocurrir todo en apenas unos segundos, de algún modo, todos los allí presentes lo vivenciaron como si un extraño sopor los poseyera, cayendo en una visión de túnel a cámara lenta... de las manos de la hechicera, asidas fírmemente por su "salvador", un centenar de llagas comenzaron a aparecer, deformando su piel y abríendo heridas abiertas por las que empezaron a brotar grotescos insectos voladores abortagados y deformes, ... todo ellos formaron un enjambre que se lanzó sin piedad sobre Wellmar, devorando su carne como pirañas hambrientas, e intrudiciéndose dentro de él abriendo boquetes en la superficie de su piel por las que penetraban como un torrente corrupto y mortal.
Los apacibles vientos cambiaron, y acompañando a los alaridos de dolor y terror del sumo sacerdote, se volvieron huracanados, empujando a todos los presentes hacia atrás alejándolos del núcleo del ritual con una fuerza brutal que solo la naturaleza desbocada conocía. Mientras a duras penas podían mantener su posición... la transformación de Wellmar fue completada... a algo diferente... oscuro ... y presa de una locura sin precedentes... Su cuerpo no existía ya, sólo estaba compuesto por una amalgama de larvas que vagamente parecían mantener una forma humanoide, la túnica, el medallón y todos los útiles y ropajes del sacerdote aún se conservaban como un siniestro recuerdo, conteniendo la masa insoldable de pupas de insecto que ahora componía lo que antes fue el regente del templo...
Wellmar el "Ascendido"
Elevándose casi un metro sobre el firme del jardín, y soltándose del mortal abrazo de Adriana, El "Ascendido" parece emitir una extraña carcajada proveniente del interior de la informa masa que es ahora...
- El destino se cierra ... lo que fue robado ahora será recuperado... la comunión indolente de la impía metamorfosis ha sido completada, ... el primero de tres ... todos pagarán por sus pecados ...
Los vientos desaparecieron del claro boscoso completamente ... por primera vez en décadas, ni una brizna de brisa fluyó por aquellos jardines, y desde la parte frontal del templo, alarmados por los terroríficos alaridos, acólitos y carpinteros parecían correr para socorrer al caído sacerdote...
Mablung no podía creer lo que se acaba de desarrollar delante suyo, primero la corrupción en el círculo y ahora el templo. Dos lugares de poder sagrado corrompidos, claramente algo oscuro pasaba en este pueblo condenado.
La retorcida figura que era el antiguo sacerdote claramente se salía del orden natural de la cosas. Con un fluido movimiento el druida saco el arco y encajo un flecha en la cuerda listo para atacar.
Godric ahogó un grito al ver el destino corrido por Wellmar y se llevó la mano a su símbolo sagrado. La energía diviina comenzó a acumularse en su mano y dio unos pasos para interponerse entre Adriana y aquella.... cosa...
Durante la ceremonia el hombre cuervo se mantuvo algo apartado y le dedico un par de plegarias a Akadi. “Que los buenos vientos impulsen esta expedición y que las aguas…”. La estupefacción ante el repentino ataque al buen clérigo le cercenó la plegaria a mitad.
TocToc sintió otro repentino ataque de indefensión y perdición. Otro aliado que perecía ante fuerzas que no acababa de comprender. Miro a la amalgama de jugosas larvas e insectos con una mezcla de odio y resignación. Mientras se aprestaba al ineludible combate le preguntó por la identidad de ese enemigo de Akadi.
- ¿A quién sirves, criatura horripilante? ¿Y cuáles son los otros dos que pagaran por sus pecados? – Finalizó con escasa esperanzas de obtener alguna información relevante.
La alta elfa siguió a Wellmar por los jardines, con pose erguida y transmitiendo satisfacción por la decisión tomada. Obviamente cabía la posibilidad de que aquel hechizo no consiguiera limpiar de su cuerpo la maldición, pero confiaba en la destreza y los conocimientos del sacerdote y, si no surtía efecto, al menos podía sentirse tranquila por haberlo intentando.
El inicio del ritual consiguió sumirla en un estado de sosiego y calma, acentuado por el viento que azotaba sus ropas y su melena. Cerró los ojos y la invadió un sentimiento de ingravidez, casi como si estuviera flotando, aferrada a las manos de aquel anciano con las que sentía seguridad y confianza. Pero aquella falsa serenidad fue interrumpida de pronto por imágenes que bombardearon su mente, atestadas de información que le transmitían desasosiego e inquietud. Su intuición parecía marcarle que algo no iba bien.
Cuando abrió los ojos, Adriana deseó estar inmersa en otra de aquellas pesadillas que habían atormentado su descanso noches atrás. Su cerebro era incapaz de asimilar y dar sentido a lo que le estaba sucediendo.
Con el horror y la desesperación más absolutos reflejados en su rostro, observó impotente como se le abrían llagas en la piel y aparecían decenas de insectos deformes que se dirigían voraces y engullían la curtida carne del sacerdote. Un grito ahogado se escapó de su garganta, y aunque lo intentó, fue incapaz de desviar su mirada ante semejante escena indescriptible.
El ente formado por larvas flotaba delante de ella, emitiendo palabras que entendía pero cuya información carecía aún de sentido. Inmóvil durante unos segundos, sin reaccionar, observó de nuevo sus brazos, aterrorizada, y otra vez a aquella amalgama de insectos. Entonces todo su cuerpo comenzó a temblar, colapsado por la angustia y la ansiedad, y a duras penas consiguió mantenerse en pie.
Con un quejido de desesperación logró articular unas palabras hacia aquel ser.
- Qué… qué has hecho…- susurró con un hilo de voz, que fue aumentando de volumen hasta convertirse en un grito rebosante de indignación y frustración - qué eres! qué quieres! qué quieres de nosotros! por qué me persigues! por qué estás dentro de mí, maldito ser del abismo! - le increpó, buscando una explicación a todo aquello. Ni siquiera hizo amago de defenderse o de iniciar un ataque. Su único objetivo era encontrar respuestas y algo de sentido a aquella grotesca situación para no perder del todo la poca cordura que le quedaba.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Visión de túnel, ensoñamientos en canto de sirenas, alejado de la penosa y dramática realidad. Terrible y angustioso fue el despertar ante tamaña visión desagradable y viscosa. Maraña de criaturas de mil infiernos que además establecían parlamento. Ajeno y en tensión, buscando respuestas en lo profundo de si. Error renunciar a tu don, cueste lo que cueste. Solo esperaba que aquellos insectos hubieran abandonado por completo su influencia sobre la delicada elfa.
-Respóndeles!!- desenvainando una de sus cimitarras, pues si dudas como reaccionar, acero es la respuesta.- Aleja tus.. -dudó, con razón- .. tus.. de ella!
Por un momento se sintió preso de su palabra, consciente y cumplidor retrocedió unos pasos caminando hacia atrás, hacia la puerta de acceso al templo, temeroso que aquel cían acólito al que todos protegían corriera sumo peligro con Wellmar fuera de juego.
Leobald, que había segundo en un discreto segundo plano a sus compañeros hasta el templo de Akadi, asintió en silencio a las sensatas palabras de Adriana. Cuando se dirigieron al jardín trasero del templo, disfrutó de la brisa marina y se retiró de la primera línea con sumo gusto. Al fin las cosas parecían tomar el camino correcto.
Entonces ocurrió el desastre y el caballero no podía creer lo que estaba contemplando. Aquella cosa putrefacta que acababa de segar la vida del Padre Wellmar no era de este mundo. Superada la sorpresa y el asco inciales, Leobald descolgó rápidamente el escudo de su espalda e interpuso el viejo cisne entre la aberración y los jóvenes acólitos que acudían a socorrer a su maestro.
—Atrás jóvenes, eso ya no es vuestro maestro —siseó deteniéndoles con la diestra mientras les cubría con el enorme escudo alagrimado, pero sin perder de vista las larvas sinuosas que reptaban por los brazos de la grotesca criatura.
Dos frentes opuestos se abrieron repentinamente en el inevitable combate que se cernía sobre los agentes, por un lado, una puerta trasera vomitó hasta cinco acólitos con los ojos desorbitados y pupilas dilatadas, Khalion y Leobald, que defendían la retaguardia, no pudieron evitar ver la pérdida de la razón en sus rostros desencajados ante el horror de conocer el destino de su superior y padre... junto a ellos, tres carpinteros del gremio, los acompañaban alzando sus martillos y cinceles afilados, éstos parecían estar poséidos por un odio irracional también, como si la cordura les hubiera abandonado en el mismo momento en el que Wellmar había completado su nefanda transformación.
- ¡¡¡ Matar a la bruja... quemarla y acabar con sus impíos pactos... destruirla, que no quede nada de ella salvo cenizas... ... !!!
El coro sincrónico de voces compuestas por la turba de humanos desposéidos de todo autocontrol y razocionio pareció entonar su algarabía al unísono, como si de una mente colectiva desprovista de cualquier emoción que no fuera la mismísima furia se tratara.
En el flanco opuesto, la figura de Adriana, protegida por un interpuesto Godric escudo en alza, se enfrentaban a un ser "Ascendido" de aberrantes rasgos y composición, nada en su mente podía ni siquiera intentar entender lo que tenían delante de ellos. La vérmida figura, alzada sobre el suelo en una estática levitación los contemplaba, si eso era posible, en una criatura sin ojos ni rasgos faciales. Como si fuera un Dios, a cuyos pies no tuviera más un puñado de insignificantes hormigas... el Ser ni siquiera dedicó la más mínima atención a lo que ocurría en los jardines, su agenda estaba más allá de cualquier interelación con otras criaturas a las que consideraba de mente pueril y subdesarrollada...
En el núcleo de ambos frentes, un Mablung con su arco listo y apuntando al "Ascendido" y un TocToc preparado para iniciar el combate, se percataban de que la creación de Adriana no parecía en un principio hostil hacia ellos... de hecho, no parecía ni considerarlos una amenaza... Mientras seguía su hemorrágica conversación consigo mismo...
- Cinco guardianes, todos caídos, pero aún son la llave, cinco antorchas para alumbrar el camino... Su Sol extinto renació de sus cenizas, escondiendo de nuevo el corazón de aquel al que Servimos...
Jardines de la Locura:
Podéis ir tirando iniciativa en el hilo secundario.
TocToc no esperó más a que la situación se precipitara a peor, como un perfecto resorte emplumado, su oscura magia de robado origen obró su trabajo, cayendo como una maldición sobre la jugosa y levitante criatura que tenía delante. Ésta pareció envolverse por unos momentos por una tenue aura oscura que empobrecía sus habilidades y potenciaba el daño que el inteligente kenku podía provocarle.
Sin esperar ni un sólo segundo más, cargó con una saeta su ballesta pesada y apuntó al amasijo de larvas que componían a su enemigo... fue cuando se dio cuenta que la aberración había dejado de hablar, o más bien de emitir sonido alguno... como si su hechizo le hubiera obligado a mirar hacía el suelo, donde una hormiga había conseguido morder en un dedo a un Dios perfecto e inmortal... una ominosa sensación de inquietud atenazó su corazón... provocando que su disparo fallara por más de un metro a su objetivo...
- ¿Cómo? - musitó Adriana, observando desafiante a aquella abominación, torciendo el gesto en una expresión de desconcierto y extrañeza - no… ¡no! - gritó con contundencia - contéstanos, ¡te lo imploro! - pero su tono de voz nada tenía que ver con un ruego, si no más bien con una orden desesperada. Aún se mantuvo unos instantes clavando su mirada en el lugar donde deberían hallarse unos ojos, pero donde solo encontró pútridas larvas retorciéndose hipnóticamente. Solo los gritos de los acólitos que aparecieron en los jardines lograron captar su atención, siendo consciente de que la bruja a la que se referían era ella.
Les observó, escrutando sus miradas demenciadas y sus gestos amenazadores, intentando dilucidar si era una respuesta normal hacia la muerte de su guía espiritual o estaban imbuidos por alguna clase de magia o locura transitoria. Sin ápice de duda, Adriana pudo comprobar que aquellos pobres seres humanos estaban bajo el influjo de la maldad del Ascendido.
- ¡No les ataquéis!- grito al resto de sus compañeros - ¡no podemos permitir que muera más gente inocente, están fuera de sí, no son conscientes de lo que hacen! - volvió su mirada a la aberración. Si ella había provocado su aparición, quizá también podía conseguir que desistiera de sus actos.
- ¡Acaba ya con esta locura y este derramamiento de sangre gratuito, maldito ser del averno! Retorna a la oscuridad de la que provienes y no le hagas más daño a seres inocentes, ¡te lo ordeno!
Como respuesta, solo recibió la más absoluta de las indiferencias. Sopesó fugazmente las alternativas; si ella era el objetivo de esa ira irracional, quizá desapareciendo de allí pondría fin a aquella matanza. Bajó el tono de voz, aprovechando que tenía a Godric justo delante - Debo irme Godric, quizá sin la presencia del objetivo de su violencia iracunda entren en razón… u os sea más sencillo calmarles. Me dirigiré al cementerio e intentaré refugiarme allí. Si no deponen su actitud, puede que lo más sensato es que vosotros también huyáis -
Tras estas palabras, alzó su mirada hacia el oeste y desapareció ante los ojos de los presentes, dejando tras de sí una estela de chispitas juguetonas que brillaron multicolores frente al Ascendido.
Misty Step. Y luego corro todo lo que me dé mi movimiento hasta llegar a la valla del cementerio.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung tenía al antiguo sacerdote en el punto de mira, cuando la reacción de Adriana lo desconcertó haciendo que el tiro saliese desviado. Con un gruñido miro a los acólitos y carpinteros, para luego volver la mirada al sacerdote.
La duda sobre que hacer desapareció ante la " turba" que venía hacia ellos, si querían cabalgar sobre la furia que así sea, se enfrentaría a ellos furia contra furia.
Con un gruñido, la figura de Mablung cambio para transformarse en un imponente oso que dirigió sus rugidos hacia el sacerdote y la turba, retandoles a acercarse.
El caballero comprendió que los acólitos no eran dueños de su mismos y se preparó para repelerlos. Musitó la oración llevándose la mano a su camafeo al pecho y el viejo escudo cisne volvió a vibrar por un momento.
—Adriana está en lo cierto, no son dueños de si mismos, hechizados o no —dijo adelantándose un paso y golpeando con el pomo a uno de los estudiantes con intención de noquearlo—. ¡No les matéis, son sólo chiquillos!
El hombre levantó una guardia férrea tratando de que ninguno de los hechizados sobrepasará su posición en el pasillo del jardín.
Ignorando los diversos ataques de sus enemigos, el "Ascendido" voltéo su rugoso cuello para contemplar el norte, donde una escarpada colina ascendía formando una barrera natural antes de pasar a la zona del mar de hierbas y al mismo pantano. Los que aún le observaban, dirían que su actitud imitaba la de alguien que pareciera estar escuchando algo, en la lejanía.
La estratégica huida de Adriana no pasó desapercibida por la enaltecida turba de acólitos y obreros de la madera, y todos ellos parecían tener la intención de desviarse de su camino original a través de todo y de todos hasta llegar hasta ella, para lanzarse en su persecución por uno de los laterales. Leobald tras lanzar sus bendiciones sobre su propia persona cargó contra uno de los acólitos que presidía la funesta marcha golpeándolo con fuerza en la cabeza con la parte ancha de la hoja de su espada.
Daño no Letal de Leobald: 4
La resistencia de los seguidores de Akadi parecía más férrea de lo que parecía en un primer momento, y a pesar del hematoma producido en la frente del muchacho agredido por Leobald, éste no parecía verse afectado en lo más mínimo. La lejana visión del oso rugiendo tampoco causó demasiado impacto en la multitud, a la que el caballero sólo apenas podía contener. El esfuerzo del paladín podía contener a dos, o tres a lo sumo ... pero el resto seguían con la intención de lanzarse en persecución de la bruja asesina a las que espetaban todo tipo de alaridos llenos de odio y perversiones.
- ¡¡¡No huyas... te destriparemos y luego nos follaremos tus tripas... para terminar quemándote...!!!
A regañadientes acató las palabras del caballeros. Sorprendido por la reacción de la elfa, parecía cobrar todo sentido cuando acólitos y carpinteros les ignoraban. Sacó su segunda cimitarra para repartir acero por la zona inútil, la que no corta. Mientras trataba de frenarlos con el escudado paladín, golpeo a uno de los acólitos que pocas horas antes había intimidado hasta la micción.
-Tus maneras.. asumidas y aceptadas..-acompañó en su labor de contención al caballero.- esos críos deberían estar con su elegido..
El frenesí salvaje de los acólitos parecía cobrarles de cierto temple y resiliencia, pero aún así, y tras avanzar cubriendo el flanco del caballero, Khalión hizo que su cimitarra golpeara con gran maestría y precisión la sién del iniciado sacerdote que tenía justo frente a él, que distraído parecía intentar encontrar la manera de fintar a Leobald y salir corriendo tras la alta elfa para cumplir su promesa acerca de que hacer con sus tripas. Tras un sonido sordo de metal contra hueso, y a pesar de no haber corte alguno... el muchacho pareció tambalearse durante unos segundos antes de caer redondo al suelo con los ojos en blanco...
El segundo estoque del cazarrecompensas no fue tan acertado, y acólito previamente castigado por el paladín, supo adivinar las intenciones del enmascarado y esquivarlo fácilmente...
La horda que quedaba libre y sin contener parecía decidida a perseguir a Adriana hasta la muerte, y lo único que ya quedaba para impedirlo, era Godric y su fe...
Viendo como aquella criatura se elevaba y les ignoraba Godric se giró para impedir que aquella enloquecida turba siguiera a Adriana, o a alguno de sus compañeros se le dura la mano.
Sin ni siquiera hacer amago de coger su arma, Godric alzó la mano que sujetaba su símbolo sagrado y una luz dorada y cálida emanó del mismo bañando a los acólitos y carpinteros que se abalanzaban sobre él.
- Que la luz de Lathander disípe las sombras que nublan vuestras mentes…-
A sabiendas que el conjuro que obraría como un bálsamo tranquilizador para las mentes de los atribulados miembros de la desquiciada horda sería sólo temporal, quizás con una duración próxima al minuto a lo sumo, Godric entonó su plegaria repartiendo la divina providencia de Lathander, Lord de la Mañana, sobre todos los alterados miembros de la iglesia de Akadi y sus trabajadores adjuntos.
A medida que las motas de luz serpenteaban a su alrededor y se introducían en sus mentes, los acólitos y carpinteros parecían recobrar el sentido volviendo a ser ellos mismos, al menos por un breve espacio de tiempo... Confusos, la mayoría de ellos intentaban ubicarse no solo en el espacio físico, sino en sus recuerdos... arrojando las armas al suelo al reconocer a los agentes que tenían delante... todos menos tres de ellos, cuya obstinación por acabar con la nefanda bruja que había quebrado la vida de su superior, superaba con creces el poder calmante de la magia de Godric. Un par de acólitos y uno de los carpinteros se lanzaron en persecución de Adriana, puesto que desafortunadamente eran tres de los que Leobald no había conseguido contener con su amurallada guardia. Corriendo como si su existencia les fuera en ello, se alejaron a toda velocidad tras la alta elfa... sedientos de probar su sangre en cuanto la atraparan...
Al ver tal despliegue de fe, la criatura abominable que era el "Ascendido" pareció por primera vez "interesado" en lo que había ocurrido, ... y se dirigió directamente al sacerdote, usando algo parecido a hablar, puesto que Godric no sabría diferenciar si lo que escuchaba eran sonidos provenientes del interior de la capucha de lo que antes era Wellmar, o quizás esas palabras se grababan a fuego en su mente directamente.
- Reconozco ese símbolo, pero no el nombre con el que le denominas... Así que eres uno de "ellos" ... del culto del "Carcelero"... has oído la llamada y por eso estás aquí... pero no te tengo miedo... ni a ti ni a los tuyos...
La vérmida criatura pareció zozobrar en su voz, y extendió su mano larvaria hacía el joven sacerdote, en un valiente intento de tocarle... pero en el último momento la retiró repentinamente.
- Aún no estoy listo...
Con otro rápido gesto de su mano, la figura del "Ascendido" comenzó a difuminarse hasta desaparecer por completo, dejando un reguero de un par de decenas de gusanos tras de sí, que libres del yugo de la voluntad que los mantenía unidos, se apresuraron a buscar cobijo bajo la húmeda tierra del vergel. Apareciendo de nuevo a una treintena de pies y sobre un risco cercano, pero elevado fuera del alcance de Godric, la criaturá se encaró durante unos instantes con el fiel de Lathander, para girarse rápidamente y desaparecer una vez más en dirección norte... hacía el pantano, por la parte alta del escarpado risco que obraba como muro natural al jardín del templo.
TocToc miró indignado como el enjambre de larvas pustulantes se replegaba sin presentar más oposición que unas palabras. Esas palabras azuzaron su rabia al traerle recuerdos del bueno del Wellmar y su historia, pero apenas tuvo tiempo de reflexionar sobre su significado. Tras observar como se teleportaba y se alejaba algo le impulsó a perseguirle tenazmente, quizás oliendo debilidad o quizás dejándose llevar por esa rabia que se acumulaba taras tantos acontecimientos nefastos de los últimos días.
Su efervescente reacción pronto dió con un problema serio al entender porqué la "Aberración Ascendida" había elegido teleportarse primero al elevado risco cercano, puesto que el muro natural le bloqueaba el paso para hacer un seguimiento directo... el pequeño cuervo comenzó a moverse rápidamente buscando un camino fácil para ascender rodeando la roca que se elevaba en dirección al mar, siguiente justo el camino opuesto al que Adriana había emprendido segundos antes. Con suerte, y si seguía ascendiendo abrazado al risco y manteniendo su velocidad actual, podría vislumbrarlo en breve si el "mar de hierbas" no se lo tragaba primero.
Al otro lado del jardín, Adriana corría valientemente por su vida, y quizás también por la de los demás... incluídas las vidas de los que ella consideraba poséidos acólitos y carpinteros. Mirando frugazmente hacia atrás de vez en cuando, mientras se alejaba de la turba, pudo observar como tres de sus componentes se había conseguido separar del resto y la seguían rabiosos deseando de cumplir su promesa, acerca de sus tripas y que iban a hacer con ellas...
Sus perseguidores se encontraban a unos treinta pies cuando el muro de roca que acotaba el cementerio fue vislumbrado con esperanza por la alta elfa, sobre el muro, una verja compuesta por el mismo metal oscuro con el que la puerta del camposanto fue elaborada, parecía la única oposición a su libertad. Las paralelas hileras de barras en hierro ennegracido acababan todas y cada una de ellas en afiladas lancetas cuya utilidad era desaconsejar posibles asaltos clandestinos al lugar, pero eso no amedrento a la hechicera, que una vez llegó a su base, se dispuso a treparlas recurriendo a la destreza característica de su raza, ignorando que su condición física o atlética no había sido una prioridad en su extensa vida élfica.
Adriana debe hacer un chequeo de Athletics Dicultad: 13
Adriana caminó despacio por el cementerio hasta llegar a la salida, lamentando dejar tan pronto aquel lugar que la embargaba de paz y quietud. Por el camino se mantuvo absorta en sus pensamientos, meditando los pros y contras y las consecuencias que se pudieran derivar de continuar o no con aquella maldición.
Su nueva capacidad de entender lenguas extrañas les había proporcionado información crucial que de otra forma hubiese sido casi imposible conseguir. Pero por otro lado, nada sabía de lo que le estaba ocurriendo y hasta qué punto podría corromper su alma pura si no le ponía fin a tiempo.
¿Merecía la pena asumir el riesgo de unas consecuencias desconocidas, que podían llegar a ser nefastas, por algo de información? Debía reconocerse a sí misma el miedo que le provocaba la mera idea de ser abducida y controlada por la oscuridad maldita que parecía poseerla. Pero en ningún caso dejaría que el pánico decidiera por ella, por lo que sopesó con la mayor objetividad posible ambos escenarios, teniendo en cuenta las palabras del sacerdote y los comentarios de Leobald y Toctoc.
Cuando entraron al interior del templo y se dirigió hacia Wellmar, lo hizo con la decisión tomada. Tras las palabras de Mablung y la caricia de Godric que le infundió calidez, la alta elfa se adelantó unos pasos hasta posicionarse frente al sacerdote.
- Buen día Sacerdote Wellmar, me alegra comprobar que el templo se va reconstruyendo poco a poco después del desastre - le sonrió amablemente y buscó con la mirada al joven Adso, intentando detectarle entre los hombres de la estancia - Tras meditar cuidadosamente la propuesta que tan amablemente me ofreció con respecto a mi maldición, he decidido aceptarla. Incluso teniendo en cuenta las ventajas que nos está brindando hasta el momento, no puedo arriesgarme a que su maldad se vuelva contra nosotros y sea más devastadora de lo que somos capaces de manejar. Considero que esta es la decisión correcta. Me pongo en sus manos. - le dijo, a la espera de instrucciones.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
TocToc escuchó las palabras de Adriana y la observó fijamente con admiración. No es fácil renunciar al poder. Si el que le había maldito lo había hecho porque consideró que ella fácil de corromper se había equivocado. Seriamente hizo un cabeceo hacia ella, dándole entender que admiraba su decisión y que la apoyaba.
Zevatur, Rolthos
El rápido vistazo de Adriana volvió a confirmarle que aparentemente la presencia de Adso estaba ausente, al menos en el gran salón ceremonial de la primera planta. Al acercarse el grupo hacia el altar principal, Wellmar reparó en su presencia, y con un rápido y seco gesto se despidió de sus acólitos, que salieron prestos de la estancia principal para dejarles más intimidad.
Al oir las palabras de la alta elfa, el veterano sacerdote asintió aceptando su decisión, aunque no pudo evitar desviar durante unos segundos su mirada hacia Godric con cierto gesto de preocupación, una mirada cómplice que quizás intentaba comunicar más de lo que parecía.
- Tengo preparado el hechizo adecuado, espero ser lo suficientemente fuerte para anular la pesadumbre que corrompe tu cuerpo y tu alma - tras una dramática pausa, Wellmar prosiguió indicando amablemente con la palma de su mano una dirección hacia el norte - acompañadme a los jardines de la parte trasera del templo, aquí hay gente trabajando y entorpecería el ritual.
Caminando solemnemente, el seguidor de Akadi rodeó el altar principal y salió por una puerta lateral que conducía a una bien conocida por Khalion planta adyacente al gran salón, desde allí unas escaleras ascendían a un segundo piso, pero Wellmar continuó por otra puerta de madera situada al norte, estaba algo desvencijada y desprendía ese ruído asociado a los goznes oxidados a los que se da poco uso.
Los jardines posteriores del templo parecían bien cuidados, aunque presumían de una simpleza casi marcial, varios árboles de largas ramas, se balanceaban con el continuo flujo del viento, y sus frondosas copas protegían de la lluvia. A pesar de su simplicidad, su ubicación había sido elegida inteligentemente, situados en un lugar donde la continua brisa marina era canalizada con gran maestría por la geografía circundante produciendo un elegante y continuo paso de un siroco que abrazaba a todos suavemente, agitando las melenas y ropajes de los allí presentes.
Indicando a los demás agentes para que se quedaran en un segundo plano, Wellmar cogio a Adriana por ambas manos con firmeza, y cara a cara, la situo en el centro del patio ajardinado. Sus ojos se cerraron entonando una musical letania en un lenguaje celestial, posteriormente abriándose súbitamente mostrando esos mismos ojos completamente blancos con la textura de la espuma, recordando a la bruma marina.El veterano sacerdote acabó invocando las benevolencias de la Diosa y así, la magia purificadora fue deslizándose y uniéndose a las corrientes de aire allí presentes, envolviendo a Adriana en un torbellino que elevaba su túnica y su pelirroja melena desafiando la gravedad... viento y fuego unificados en una hermosa visión.
Fue entonces cuando la situación se torció, de una manera catastrófica, y a pesar de ocurrir todo en apenas unos segundos, de algún modo, todos los allí presentes lo vivenciaron como si un extraño sopor los poseyera, cayendo en una visión de túnel a cámara lenta... de las manos de la hechicera, asidas fírmemente por su "salvador", un centenar de llagas comenzaron a aparecer, deformando su piel y abríendo heridas abiertas por las que empezaron a brotar grotescos insectos voladores abortagados y deformes, ... todo ellos formaron un enjambre que se lanzó sin piedad sobre Wellmar, devorando su carne como pirañas hambrientas, e intrudiciéndose dentro de él abriendo boquetes en la superficie de su piel por las que penetraban como un torrente corrupto y mortal.
Los apacibles vientos cambiaron, y acompañando a los alaridos de dolor y terror del sumo sacerdote, se volvieron huracanados, empujando a todos los presentes hacia atrás alejándolos del núcleo del ritual con una fuerza brutal que solo la naturaleza desbocada conocía. Mientras a duras penas podían mantener su posición... la transformación de Wellmar fue completada... a algo diferente... oscuro ... y presa de una locura sin precedentes... Su cuerpo no existía ya, sólo estaba compuesto por una amalgama de larvas que vagamente parecían mantener una forma humanoide, la túnica, el medallón y todos los útiles y ropajes del sacerdote aún se conservaban como un siniestro recuerdo, conteniendo la masa insoldable de pupas de insecto que ahora componía lo que antes fue el regente del templo...
Wellmar el "Ascendido"
Elevándose casi un metro sobre el firme del jardín, y soltándose del mortal abrazo de Adriana, El "Ascendido" parece emitir una extraña carcajada proveniente del interior de la informa masa que es ahora...
- El destino se cierra ... lo que fue robado ahora será recuperado... la comunión indolente de la impía metamorfosis ha sido completada, ... el primero de tres ... todos pagarán por sus pecados ...
Los vientos desaparecieron del claro boscoso completamente ... por primera vez en décadas, ni una brizna de brisa fluyó por aquellos jardines, y desde la parte frontal del templo, alarmados por los terroríficos alaridos, acólitos y carpinteros parecían correr para socorrer al caído sacerdote...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mablung no podía creer lo que se acaba de desarrollar delante suyo, primero la corrupción en el círculo y ahora el templo. Dos lugares de poder sagrado corrompidos, claramente algo oscuro pasaba en este pueblo condenado.
La retorcida figura que era el antiguo sacerdote claramente se salía del orden natural de la cosas. Con un fluido movimiento el druida saco el arco y encajo un flecha en la cuerda listo para atacar.
Godric ahogó un grito al ver el destino corrido por Wellmar y se llevó la mano a su símbolo sagrado. La energía diviina comenzó a acumularse en su mano y dio unos pasos para interponerse entre Adriana y aquella.... cosa...
PbP Character: A few ;)
Durante la ceremonia el hombre cuervo se mantuvo algo apartado y le dedico un par de plegarias a Akadi. “Que los buenos vientos impulsen esta expedición y que las aguas…”. La estupefacción ante el repentino ataque al buen clérigo le cercenó la plegaria a mitad.
TocToc sintió otro repentino ataque de indefensión y perdición. Otro aliado que perecía ante fuerzas que no acababa de comprender. Miro a la amalgama de jugosas larvas e insectos con una mezcla de odio y resignación. Mientras se aprestaba al ineludible combate le preguntó por la identidad de ese enemigo de Akadi.
- ¿A quién sirves, criatura horripilante? ¿Y cuáles son los otros dos que pagaran por sus pecados? – Finalizó con escasa esperanzas de obtener alguna información relevante.
Zevatur, Rolthos
La alta elfa siguió a Wellmar por los jardines, con pose erguida y transmitiendo satisfacción por la decisión tomada. Obviamente cabía la posibilidad de que aquel hechizo no consiguiera limpiar de su cuerpo la maldición, pero confiaba en la destreza y los conocimientos del sacerdote y, si no surtía efecto, al menos podía sentirse tranquila por haberlo intentando.
El inicio del ritual consiguió sumirla en un estado de sosiego y calma, acentuado por el viento que azotaba sus ropas y su melena. Cerró los ojos y la invadió un sentimiento de ingravidez, casi como si estuviera flotando, aferrada a las manos de aquel anciano con las que sentía seguridad y confianza. Pero aquella falsa serenidad fue interrumpida de pronto por imágenes que bombardearon su mente, atestadas de información que le transmitían desasosiego e inquietud. Su intuición parecía marcarle que algo no iba bien.
Cuando abrió los ojos, Adriana deseó estar inmersa en otra de aquellas pesadillas que habían atormentado su descanso noches atrás. Su cerebro era incapaz de asimilar y dar sentido a lo que le estaba sucediendo.
Con el horror y la desesperación más absolutos reflejados en su rostro, observó impotente como se le abrían llagas en la piel y aparecían decenas de insectos deformes que se dirigían voraces y engullían la curtida carne del sacerdote. Un grito ahogado se escapó de su garganta, y aunque lo intentó, fue incapaz de desviar su mirada ante semejante escena indescriptible.
El ente formado por larvas flotaba delante de ella, emitiendo palabras que entendía pero cuya información carecía aún de sentido. Inmóvil durante unos segundos, sin reaccionar, observó de nuevo sus brazos, aterrorizada, y otra vez a aquella amalgama de insectos. Entonces todo su cuerpo comenzó a temblar, colapsado por la angustia y la ansiedad, y a duras penas consiguió mantenerse en pie.
Con un quejido de desesperación logró articular unas palabras hacia aquel ser.
- Qué… qué has hecho… - susurró con un hilo de voz, que fue aumentando de volumen hasta convertirse en un grito rebosante de indignación y frustración - qué eres! qué quieres! qué quieres de nosotros! por qué me persigues! por qué estás dentro de mí, maldito ser del abismo! - le increpó, buscando una explicación a todo aquello. Ni siquiera hizo amago de defenderse o de iniciar un ataque. Su único objetivo era encontrar respuestas y algo de sentido a aquella grotesca situación para no perder del todo la poca cordura que le quedaba.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Visión de túnel, ensoñamientos en canto de sirenas, alejado de la penosa y dramática realidad. Terrible y angustioso fue el despertar ante tamaña visión desagradable y viscosa. Maraña de criaturas de mil infiernos que además establecían parlamento. Ajeno y en tensión, buscando respuestas en lo profundo de si. Error renunciar a tu don, cueste lo que cueste. Solo esperaba que aquellos insectos hubieran abandonado por completo su influencia sobre la delicada elfa.
-Respóndeles!!- desenvainando una de sus cimitarras, pues si dudas como reaccionar, acero es la respuesta.- Aleja tus.. -dudó, con razón- .. tus.. de ella!
Por un momento se sintió preso de su palabra, consciente y cumplidor retrocedió unos pasos caminando hacia atrás, hacia la puerta de acceso al templo, temeroso que aquel cían acólito al que todos protegían corriera sumo peligro con Wellmar fuera de juego.
Leobald, que había segundo en un discreto segundo plano a sus compañeros hasta el templo de Akadi, asintió en silencio a las sensatas palabras de Adriana. Cuando se dirigieron al jardín trasero del templo, disfrutó de la brisa marina y se retiró de la primera línea con sumo gusto. Al fin las cosas parecían tomar el camino correcto.
Entonces ocurrió el desastre y el caballero no podía creer lo que estaba contemplando. Aquella cosa putrefacta que acababa de segar la vida del Padre Wellmar no era de este mundo. Superada la sorpresa y el asco inciales, Leobald descolgó rápidamente el escudo de su espalda e interpuso el viejo cisne entre la aberración y los jóvenes acólitos que acudían a socorrer a su maestro.
—Atrás jóvenes, eso ya no es vuestro maestro —siseó deteniéndoles con la diestra mientras les cubría con el enorme escudo alagrimado, pero sin perder de vista las larvas sinuosas que reptaban por los brazos de la grotesca criatura.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Dos frentes opuestos se abrieron repentinamente en el inevitable combate que se cernía sobre los agentes, por un lado, una puerta trasera vomitó hasta cinco acólitos con los ojos desorbitados y pupilas dilatadas, Khalion y Leobald, que defendían la retaguardia, no pudieron evitar ver la pérdida de la razón en sus rostros desencajados ante el horror de conocer el destino de su superior y padre... junto a ellos, tres carpinteros del gremio, los acompañaban alzando sus martillos y cinceles afilados, éstos parecían estar poséidos por un odio irracional también, como si la cordura les hubiera abandonado en el mismo momento en el que Wellmar había completado su nefanda transformación.
- ¡¡¡ Matar a la bruja... quemarla y acabar con sus impíos pactos... destruirla, que no quede nada de ella salvo cenizas... ... !!!
El coro sincrónico de voces compuestas por la turba de humanos desposéidos de todo autocontrol y razocionio pareció entonar su algarabía al unísono, como si de una mente colectiva desprovista de cualquier emoción que no fuera la mismísima furia se tratara.
En el flanco opuesto, la figura de Adriana, protegida por un interpuesto Godric escudo en alza, se enfrentaban a un ser "Ascendido" de aberrantes rasgos y composición, nada en su mente podía ni siquiera intentar entender lo que tenían delante de ellos. La vérmida figura, alzada sobre el suelo en una estática levitación los contemplaba, si eso era posible, en una criatura sin ojos ni rasgos faciales. Como si fuera un Dios, a cuyos pies no tuviera más un puñado de insignificantes hormigas... el Ser ni siquiera dedicó la más mínima atención a lo que ocurría en los jardines, su agenda estaba más allá de cualquier interelación con otras criaturas a las que consideraba de mente pueril y subdesarrollada...
En el núcleo de ambos frentes, un Mablung con su arco listo y apuntando al "Ascendido" y un TocToc preparado para iniciar el combate, se percataban de que la creación de Adriana no parecía en un principio hostil hacia ellos... de hecho, no parecía ni considerarlos una amenaza... Mientras seguía su hemorrágica conversación consigo mismo...
- Cinco guardianes, todos caídos, pero aún son la llave, cinco antorchas para alumbrar el camino... Su Sol extinto renació de sus cenizas, escondiendo de nuevo el corazón de aquel al que Servimos...
Jardines de la Locura:
Podéis ir tirando iniciativa en el hilo secundario.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
TocToc no esperó más a que la situación se precipitara a peor, como un perfecto resorte emplumado, su oscura magia de robado origen obró su trabajo, cayendo como una maldición sobre la jugosa y levitante criatura que tenía delante. Ésta pareció envolverse por unos momentos por una tenue aura oscura que empobrecía sus habilidades y potenciaba el daño que el inteligente kenku podía provocarle.
Sin esperar ni un sólo segundo más, cargó con una saeta su ballesta pesada y apuntó al amasijo de larvas que componían a su enemigo... fue cuando se dio cuenta que la aberración había dejado de hablar, o más bien de emitir sonido alguno... como si su hechizo le hubiera obligado a mirar hacía el suelo, donde una hormiga había conseguido morder en un dedo a un Dios perfecto e inmortal... una ominosa sensación de inquietud atenazó su corazón... provocando que su disparo fallara por más de un metro a su objetivo...
Turno de Adriana.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
- ¿Cómo? - musitó Adriana, observando desafiante a aquella abominación, torciendo el gesto en una expresión de desconcierto y extrañeza - no… ¡no! - gritó con contundencia - contéstanos, ¡te lo imploro! - pero su tono de voz nada tenía que ver con un ruego, si no más bien con una orden desesperada. Aún se mantuvo unos instantes clavando su mirada en el lugar donde deberían hallarse unos ojos, pero donde solo encontró pútridas larvas retorciéndose hipnóticamente. Solo los gritos de los acólitos que aparecieron en los jardines lograron captar su atención, siendo consciente de que la bruja a la que se referían era ella.
Les observó, escrutando sus miradas demenciadas y sus gestos amenazadores, intentando dilucidar si era una respuesta normal hacia la muerte de su guía espiritual o estaban imbuidos por alguna clase de magia o locura transitoria. Sin ápice de duda, Adriana pudo comprobar que aquellos pobres seres humanos estaban bajo el influjo de la maldad del Ascendido.
- ¡No les ataquéis! - grito al resto de sus compañeros - ¡no podemos permitir que muera más gente inocente, están fuera de sí, no son conscientes de lo que hacen! - volvió su mirada a la aberración. Si ella había provocado su aparición, quizá también podía conseguir que desistiera de sus actos.
- ¡Acaba ya con esta locura y este derramamiento de sangre gratuito, maldito ser del averno! Retorna a la oscuridad de la que provienes y no le hagas más daño a seres inocentes, ¡te lo ordeno!
Como respuesta, solo recibió la más absoluta de las indiferencias. Sopesó fugazmente las alternativas; si ella era el objetivo de esa ira irracional, quizá desapareciendo de allí pondría fin a aquella matanza. Bajó el tono de voz, aprovechando que tenía a Godric justo delante - Debo irme Godric, quizá sin la presencia del objetivo de su violencia iracunda entren en razón… u os sea más sencillo calmarles. Me dirigiré al cementerio e intentaré refugiarme allí. Si no deponen su actitud, puede que lo más sensato es que vosotros también huyáis -
Tras estas palabras, alzó su mirada hacia el oeste y desapareció ante los ojos de los presentes, dejando tras de sí una estela de chispitas juguetonas que brillaron multicolores frente al Ascendido.
Misty Step. Y luego corro todo lo que me dé mi movimiento hasta llegar a la valla del cementerio.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung tenía al antiguo sacerdote en el punto de mira, cuando la reacción de Adriana lo desconcertó haciendo que el tiro saliese desviado. Con un gruñido miro a los acólitos y carpinteros, para luego volver la mirada al sacerdote.
La duda sobre que hacer desapareció ante la " turba" que venía hacia ellos, si querían cabalgar sobre la furia que así sea, se enfrentaría a ellos furia contra furia.
Con un gruñido, la figura de Mablung cambio para transformarse en un imponente oso que dirigió sus rugidos hacia el sacerdote y la turba, retandoles a acercarse.
El caballero comprendió que los acólitos no eran dueños de su mismos y se preparó para repelerlos. Musitó la oración llevándose la mano a su camafeo al pecho y el viejo escudo cisne volvió a vibrar por un momento.
—Adriana está en lo cierto, no son dueños de si mismos, hechizados o no —dijo adelantándose un paso y golpeando con el pomo a uno de los estudiantes con intención de noquearlo—. ¡No les matéis, son sólo chiquillos!
El hombre levantó una guardia férrea tratando de que ninguno de los hechizados sobrepasará su posición en el pasillo del jardín.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Ignorando los diversos ataques de sus enemigos, el "Ascendido" voltéo su rugoso cuello para contemplar el norte, donde una escarpada colina ascendía formando una barrera natural antes de pasar a la zona del mar de hierbas y al mismo pantano. Los que aún le observaban, dirían que su actitud imitaba la de alguien que pareciera estar escuchando algo, en la lejanía.
La estratégica huida de Adriana no pasó desapercibida por la enaltecida turba de acólitos y obreros de la madera, y todos ellos parecían tener la intención de desviarse de su camino original a través de todo y de todos hasta llegar hasta ella, para lanzarse en su persecución por uno de los laterales. Leobald tras lanzar sus bendiciones sobre su propia persona cargó contra uno de los acólitos que presidía la funesta marcha golpeándolo con fuerza en la cabeza con la parte ancha de la hoja de su espada.
Daño no Letal de Leobald: 4
La resistencia de los seguidores de Akadi parecía más férrea de lo que parecía en un primer momento, y a pesar del hematoma producido en la frente del muchacho agredido por Leobald, éste no parecía verse afectado en lo más mínimo. La lejana visión del oso rugiendo tampoco causó demasiado impacto en la multitud, a la que el caballero sólo apenas podía contener. El esfuerzo del paladín podía contener a dos, o tres a lo sumo ... pero el resto seguían con la intención de lanzarse en persecución de la bruja asesina a las que espetaban todo tipo de alaridos llenos de odio y perversiones.
- ¡¡¡No huyas... te destriparemos y luego nos follaremos tus tripas... para terminar quemándote...!!!
Turno de Khalion por cierto.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
A regañadientes acató las palabras del caballeros. Sorprendido por la reacción de la elfa, parecía cobrar todo sentido cuando acólitos y carpinteros les ignoraban. Sacó su segunda cimitarra para repartir acero por la zona inútil, la que no corta. Mientras trataba de frenarlos con el escudado paladín, golpeo a uno de los acólitos que pocas horas antes había intimidado hasta la micción.
-Tus maneras.. asumidas y aceptadas..-acompañó en su labor de contención al caballero.- esos críos deberían estar con su elegido..
El frenesí salvaje de los acólitos parecía cobrarles de cierto temple y resiliencia, pero aún así, y tras avanzar cubriendo el flanco del caballero, Khalión hizo que su cimitarra golpeara con gran maestría y precisión la sién del iniciado sacerdote que tenía justo frente a él, que distraído parecía intentar encontrar la manera de fintar a Leobald y salir corriendo tras la alta elfa para cumplir su promesa acerca de que hacer con sus tripas. Tras un sonido sordo de metal contra hueso, y a pesar de no haber corte alguno... el muchacho pareció tambalearse durante unos segundos antes de caer redondo al suelo con los ojos en blanco...
El segundo estoque del cazarrecompensas no fue tan acertado, y acólito previamente castigado por el paladín, supo adivinar las intenciones del enmascarado y esquivarlo fácilmente...
La horda que quedaba libre y sin contener parecía decidida a perseguir a Adriana hasta la muerte, y lo único que ya quedaba para impedirlo, era Godric y su fe...
Turno de Godric.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Viendo como aquella criatura se elevaba y les ignoraba Godric se giró para impedir que aquella enloquecida turba siguiera a Adriana, o a alguno de sus compañeros se le dura la mano.
Sin ni siquiera hacer amago de coger su arma, Godric alzó la mano que sujetaba su símbolo sagrado y una luz dorada y cálida emanó del mismo bañando a los acólitos y carpinteros que se abalanzaban sobre él.
- Que la luz de Lathander disípe las sombras que nublan vuestras mentes…-
Cerró los ojos confiando plenamente en Lathander.
PbP Character: A few ;)
A sabiendas que el conjuro que obraría como un bálsamo tranquilizador para las mentes de los atribulados miembros de la desquiciada horda sería sólo temporal, quizás con una duración próxima al minuto a lo sumo, Godric entonó su plegaria repartiendo la divina providencia de Lathander, Lord de la Mañana, sobre todos los alterados miembros de la iglesia de Akadi y sus trabajadores adjuntos.
A medida que las motas de luz serpenteaban a su alrededor y se introducían en sus mentes, los acólitos y carpinteros parecían recobrar el sentido volviendo a ser ellos mismos, al menos por un breve espacio de tiempo... Confusos, la mayoría de ellos intentaban ubicarse no solo en el espacio físico, sino en sus recuerdos... arrojando las armas al suelo al reconocer a los agentes que tenían delante... todos menos tres de ellos, cuya obstinación por acabar con la nefanda bruja que había quebrado la vida de su superior, superaba con creces el poder calmante de la magia de Godric. Un par de acólitos y uno de los carpinteros se lanzaron en persecución de Adriana, puesto que desafortunadamente eran tres de los que Leobald no había conseguido contener con su amurallada guardia. Corriendo como si su existencia les fuera en ello, se alejaron a toda velocidad tras la alta elfa... sedientos de probar su sangre en cuanto la atraparan...
Al ver tal despliegue de fe, la criatura abominable que era el "Ascendido" pareció por primera vez "interesado" en lo que había ocurrido, ... y se dirigió directamente al sacerdote, usando algo parecido a hablar, puesto que Godric no sabría diferenciar si lo que escuchaba eran sonidos provenientes del interior de la capucha de lo que antes era Wellmar, o quizás esas palabras se grababan a fuego en su mente directamente.
- Reconozco ese símbolo, pero no el nombre con el que le denominas... Así que eres uno de "ellos" ... del culto del "Carcelero"... has oído la llamada y por eso estás aquí... pero no te tengo miedo... ni a ti ni a los tuyos...
La vérmida criatura pareció zozobrar en su voz, y extendió su mano larvaria hacía el joven sacerdote, en un valiente intento de tocarle... pero en el último momento la retiró repentinamente.
- Aún no estoy listo...
Con otro rápido gesto de su mano, la figura del "Ascendido" comenzó a difuminarse hasta desaparecer por completo, dejando un reguero de un par de decenas de gusanos tras de sí, que libres del yugo de la voluntad que los mantenía unidos, se apresuraron a buscar cobijo bajo la húmeda tierra del vergel. Apareciendo de nuevo a una treintena de pies y sobre un risco cercano, pero elevado fuera del alcance de Godric, la criaturá se encaró durante unos instantes con el fiel de Lathander, para girarse rápidamente y desaparecer una vez más en dirección norte... hacía el pantano, por la parte alta del escarpado risco que obraba como muro natural al jardín del templo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
TocToc miró indignado como el enjambre de larvas pustulantes se replegaba sin presentar más oposición que unas palabras. Esas palabras azuzaron su rabia al traerle recuerdos del bueno del Wellmar y su historia, pero apenas tuvo tiempo de reflexionar sobre su significado. Tras observar como se teleportaba y se alejaba algo le impulsó a perseguirle tenazmente, quizás oliendo debilidad o quizás dejándose llevar por esa rabia que se acumulaba taras tantos acontecimientos nefastos de los últimos días.
Su efervescente reacción pronto dió con un problema serio al entender porqué la "Aberración Ascendida" había elegido teleportarse primero al elevado risco cercano, puesto que el muro natural le bloqueaba el paso para hacer un seguimiento directo... el pequeño cuervo comenzó a moverse rápidamente buscando un camino fácil para ascender rodeando la roca que se elevaba en dirección al mar, siguiente justo el camino opuesto al que Adriana había emprendido segundos antes. Con suerte, y si seguía ascendiendo abrazado al risco y manteniendo su velocidad actual, podría vislumbrarlo en breve si el "mar de hierbas" no se lo tragaba primero.
Al otro lado del jardín, Adriana corría valientemente por su vida, y quizás también por la de los demás... incluídas las vidas de los que ella consideraba poséidos acólitos y carpinteros. Mirando frugazmente hacia atrás de vez en cuando, mientras se alejaba de la turba, pudo observar como tres de sus componentes se había conseguido separar del resto y la seguían rabiosos deseando de cumplir su promesa, acerca de sus tripas y que iban a hacer con ellas...
Sus perseguidores se encontraban a unos treinta pies cuando el muro de roca que acotaba el cementerio fue vislumbrado con esperanza por la alta elfa, sobre el muro, una verja compuesta por el mismo metal oscuro con el que la puerta del camposanto fue elaborada, parecía la única oposición a su libertad. Las paralelas hileras de barras en hierro ennegracido acababan todas y cada una de ellas en afiladas lancetas cuya utilidad era desaconsejar posibles asaltos clandestinos al lugar, pero eso no amedrento a la hechicera, que una vez llegó a su base, se dispuso a treparlas recurriendo a la destreza característica de su raza, ignorando que su condición física o atlética no había sido una prioridad en su extensa vida élfica.
Adriana debe hacer un chequeo de Athletics Dicultad: 13
" ¡Oh la Oscuridad...! "