- Gracias muchachos -dijo Godric aunque él era más joven que los dos guaridas- Volveremos cuando sea más... conveniente... ¡buena guardia!-dijo Godric prácticamente tirando de sus compañeros para evitar mayores enfrentamientos.
Una vez alejados unos metros Godric dijo en voz baja a sus compañeros.
- La verdad es que con tantas emociones casi no me había percatado de lo tarde que es. No creo que Elliander nos reciba ahora, y si lo hace y le sacamos de la cama no lo hará del mejor de los humores. Quizá deberíamos esperar al alba. Sin duda con la luz de Lathander iluminándonos nuestros designios llegarán a buen puerto. -
-Entendido-dijo a los diligentes guardias.- Redoblar la atención pues como el asalto de los muertos de anoche alguien traté de dar con ellos sin importarle quien encuentren en su camino.
Cuando se alejaban, junto a las palabras de Godric solo añadió.
-Confirmado parece que ambos elfos permanecen juntos en el interior.. quizá mas seguros que fuera. El asalto al barco resulta inminente y dudo de encontrarnos con garantías- viendo el deplorable estado del paladin reacio a gastar en si mismo los favores de su dios.-Incluso de ser vital, pueso usar oscuridad y discrección para cabalgar antes del alba a Ghostfinger.
TocToc asintió a las palabras de Khalion. - Sabemos que los alquimistas intentaran acabar con la vida de Mablung. Tened cuidado mientras este aquí, la sutileza no es su principal característica.
Después, apartado de la guardia se mostro de acuerdo con las palabras de Godric. – Creo que hablar con Eliander será suficiente para liberar a nuestros compañeros, al menos para la misión que tenemos pasado mañana, que es de extrema importancia. Descansemos, lo necesitamos.
Leobald se despidió del guardia del turno de noche con rigurosa educación. Tra las palabras de Godric y Toctoc asintió pesadamente con un suspiró lacónico. El chico y el kenku tenían razón, no lograrían nada bueno para Adriana sacando a Eliander de la cama a estas horas.
—Bien, volvamos a la posada, pero deberíamos escribir un informe ahora que aún tenemos frescos los acontecimientos. Toctoc, Khalion, ¿tendréis la bondad de poner vuestras averiguaciones sobre el papel antes de iros a dormir? —preguntó mientras caminaban de vuelta a la Cabra de Mimbre—. Con el alba iré a presentarlo ante el capitán. Debemos hacerlo antes del abordaje, quien sabe que nos depara el futuro. Pudimos aplazar la sentencia de Adriana hasta después del asunto del barco, pero quizá no estemos en condiciones de presentar el informe tras el combate.
Volvieron a la posada tras fracasar en su intento de volver a juntar el grupo. El aasimar dudaba si aquel interés era para terminar el duelo inconcluso del templo. Daba igual, necesitaban descansar y todo se vería de forma distinta por la mañana. Despojándose de la armadura de cuero que había usado para su incursión, se dejó caer sobre uno d elos sillones paar comenzar el relato y otro, lo plasmara en papel.
-Seguimos el rastro, con problemas, pero gracias a Toctoc llegamos hasta un círculo de dólmenes que mas parecía una mano en piedra enterrada. Allí, la aberración que antes fue Wellmar reposaba ya sin levitar con duras acusaciones al traidor Golfrin. Como os dije, vestido de escamas azules y baile de energías. Escudado bajo extraña heráldica, de alambiques, vasos y mejunjes.-trató de pintar lo que su memoria había retenido sobre aquel escudo.- Quizá Mablung aportara mas conocimientos.. y por terminar con el filborg.. en sus brazos no usaba armadura al uso como la vuestra- señalando los pesados guanteletes de los humanos.- Eran.. funestos dispositivos, mecanismos, y fluidos verdes.. junto al ejercito que vimos en el círculo.. deberíamos extremar acciones y aceros de volver a cruzarnos con ese gigante..
Se despojó de la máscara para sentir el calor del hogar. Su pelo, enmarañado y sucio, ocultaba los brillos plateados muestra de su divino origen, como sus ojos donde el azul ocupaba todo el globo ocular, sin iris, sin pupilas.
-El hombre insectos reprochaba al falso druida su fracaso corrompiendo o eliminando a Mablung.. como ya hicieron con los suyos. Luego solo enigmas que carecen de sentido para mi. Sin saber si referido al druida u otro distinto, vio en nuestro encuentro a un miembro de una orden que parecía preocuparle. Sus palabras.." la orden sigue en activo, he visto a uno de ellos... puede que haya cambiado, evolucionado, pero siguen siendo ellos, ... hay que encontrarles y destruirles, despertar a los soñadores es nuestra prioridad absoluta."
El cazarrecompensas aprovechó para calentarse con el te preparado con maestría por Godric. Con sus inhumanos ojos escudriñaba a sus compañeros con cierto fastidio, sin conseguir discernir si entre ellos se presentaba la membresía a la orden que asustaba al "Heraldo. Sobre la mesa, la careta arrancada al enorme árbol que aún mantenía los orbes ya apagados que fueran sus también azules ojos.
-Golfrin trató de excusarse.. para molestia del caído en desgracia Wellmar. Mundana palabrería para él, pero que mas nos atañe aquí. Un mal gestante en dreadwood, corrupción en los pantanos del oeste que hostiga a los hombres lagarto tb cazados desde la costa.. posiblemente abocados sin cuartel hacia..- aquí meditó pues sin haber escuchado mas intuía el objetivo.- ..aquí.
-Fue cuando desaparecieron usando aquellas piedras, con fuentes de luz blanca e intensa, como las constelaciones que vimos en las alcantarillas. Justo antes, el "heraldo" afeo las mundanas excusas acusando al gigante de un "pecado" compartido con los suyos.. "la gran blasfemia de la que fueron partícipes" y que obtendrían indulgencia si realizan un fiel servicio. Después, solo silencio.
Tras narrar las épicas aventuras vividas por la pareja de aasimar y hombre-cuervo, y apuntarlas todas en un elaborado informe para Eliander, todo el grupo de "agentes" se marcho a descansar para aprovechar la mañana siguiente e informar al capitán de la guardia. Éste los recibió sin hacerles apenas esperar, y leyó con detenimiento el documento escrito a puño y letra por Leobald... su ceño se arrugó al detenerse más detalladamente en algunos de los párrafos más crípticos, pero sin duda parecío empatizar en cierto modo con los enviado de Bastianes.
Indicándoles que hará una copia del documento en pergamino y que la pasará también a Ghostfinger para que estén al tanto, el capitán les dio a entender que esa información cambiaría mucho las cosas tal y como estaban, y que estas nuevas amenazas eran algo que Saltmarsh debería priorizar, especialmente si de repente se veían emparedados entre varios frentes, como el de las tribus de hombres lagarto... aunque convecer al "Consejo" sin pruebas feacientes salvo palabras de "afiliados" a la Corona, iba a ser muy difícil... pero que haría lo posible.
El Alto capitán también agradeció el "trofeo" de la mole de musgo que el cazarecompensas le había traído, he hizo algunas referencias a que había visto criaturas de ese tipo en Dreadwod, cuando combatió junto a los druidas en las guerras de las Sombras, colaborando como guardianes con los círculos druídicos... pero la versión que narraban los "agentes" lo alejaba mucho de su habitat y comportamiento natural...
El resto del día pasó sin más exabruptos, y otra noche más, todos pudieron descansar...
¡¡¡DING ... subís de nivel!!! ... no me déis las gracias a mi, sino a vuestras aventuras y entuertos por los mundos oscuros y llenos de sombras :P
CAPITULO 1. Parte 2. (Asalto al "Fantasma del Mar")
La cala hacía honor a su nombre, no era muy amplía quizás no más de doscientos metros rodeada de escarpados acantilados que ascendían elevándose hasta casi tocar las perennes nubes que comenzaban a desprender su constante llovizna como cada amanecer. Se podía acceder desde dos lugares por tierra, una traicionera vereda que bordeaba la costa entre pesadas y resbaladizas rocas, o una gruta que se abría directamente al centro de la enclaustrada bahía y desde la que se accedía desde la parte superior por unas colinas cercanas.
Con las indicaciones que el día anterior había proporcionado Eliander, el grupo compuesto por el kenku, el aasimar, el sacerdote y el caballero habían usado el sendero como vía de aproximación, cuando aún era prácticamente de noche y la oscuridad se resistía a remitir bajo los primeros rayos del Sol. Allí les estaba esperando una patrulla de la guardía de Saltmarsh, y un ya conocido joven acólito de la orden de Akadi. Junto a ellos, y con la mitad del casco aún en tierra, un gran y sólido bote para unas ocho personas parecía ser el futuro transporte a usar para la operación de infiltración... Un pequeño mástil con una discreta vela en pana gris recogida y atada en su parte más alta completaba la embarcación junto a un timón manual que haría las veces de guía en las arremolinadas aguas.
Pero sin duda, lo más impresionante de todo, era el cementerio de cascos, restos de barcos y navíos que pobablaban toda la cala, no sólo en tierra, sino integrándose también mar adentro, formando una suerte de laberinto de maderas, puentes, cascos partidos, castillos de proa que parcialmente surgian de las aguas, mástiles repartidos caóticamente en centenas de metros alrededor se alzaban como agujas en un océano traicionero. No había palabras para describir aquella visión... era como si los restos de decenas de batallas navales a lo largo de la historia hubieran acabado todos allí de algún modo... y eso hacía la travesía extremadamente peligrosa, pero a su vez, les proporcionaba una cobertura implecable si era acompañada por alguna artimaña extra...
El sargento de la patrulla se acercó a los agentes para saludarles y hacerles un resumen de la misión, señalando a varios baúles con ropas más apropiadas para la infiltración, atuendos de contrabandistas y piratas... que debían componer con su equipo de alguna manera creativa... también agradecieron a un silencioso Adso, su presencia allí, después de los últimos acontecimientos ocurridos en su templo, y como a pesar de eso, el muchacho había sido capaz de mantener la promesa de su superior, aportando su bendición, habilidades mágicas y experiencia a la expedición.
Pronto, una segunda patrulla se acercó a la cala, pero esta vez proveniente de la gruta, ésta era menor, un cuarteto de soldados, con las insignias de la guardía de Saltmarsh mezclada con las de la prisión, y junto a ellos, Mablung y Adriana caminaban libres de cualquier atadura o cadenas.
Mientras el reencuentro se producía, el sargento prosiguió explicando el plan, y como Adso les acompañaría en el bote invocando nieblas protectoras y guiándolos hasta la localización del navío de los contrabandistas, mientras en la distancia, otra patrulla junto a Nadie, los distraerían siguiendo los protocolos de comunicación desde la mansión abandonada, y ésta, una vez que se completara la misión, sería volada con las cargas de explosivos que tan amablemente había donado Manistrad y su equipo...
La incesante brisa marina parecía acompañar toda la escena, haciendo que cuando alguien hablara exhalara un frío vaho al exterior... pero el calor del reencuentro y la emoción por una nueva aventura, que probablemente acabara en desastre absoluto, sobrepasaba esa calima que pretendía herlarle hasta los huesos a todos los allí presentes.
TocToc empezó a escuchar la historia narrada por Khalion con cierto escepticismo, dispuesto a intervenir tan pronto como sus palabras se tornasen en confusas hipérboles y crípticas comparaciones. Pero mientras hablaba, TocToc ladeó levemente la cabeza, gratamente sorprendido. Asintiendo se limitó a apuntar algún detalle extra y alguna sutil corrección
- Golfrin parecía solicito ante el ser, llamándole “Heraldo”, aunque a la vista quedaba que le costaba doblegar su orgullo.
- Sin duda las palabra referidas a los soñadores, “la orden” y Mablung era lo más confuso, pero en esencia lo que dice Khalion es muy fiel a lo que oímos. Parece que fueron los seguidores del dios del Heraldo los que acabaron con los druidas y están buscando a los soñadores y acabar con la orden.
Tan solo al final sus palabras se empezaron a tornar confusas, sin duda por el cansancio final. Con compasión TocToc intervino para completar el relato y ayudar ante la dificultosa tarea de Khalion.
- Lo de la facción de Golfrin cometieron alguna blasfemia o pecado para con el dios del Heraldo. Y no están tan a bien con él, sin embargo le sirven, buscando una difícil redención. Los conflictos que se abalanzan contra Saltmarsh que ha enumerado Khalion son tan solo una pantalla o una distracción sobre lo que están preparando la facción del Heraldo. Una distracción mundana pero peligrosa.
Al final acompañando las palabras TocToc conjuró una ilusión en la que se veía una de las piedras en forma de dedo y una esfera de luz que fue apareciendo con unas constelaciones en su interior, constelaciones cuya impronta era familiar a los presentes por haber visto figuras parecidas en anteriores ocasiones. - Al final invocando algún tipo de magia, quizás anclada a los monolitos, se teleportaron hacia algún lugar desconocido.
Como conclusión TocToc finalizó. - Esas facciones llamadas soñadores o “la orden” son posiblemente la clave para empezar a desentrañar esa amenaza y la respuesta que se le puede dar. Sería bueno encontrar a esos sonadores antes de que el heraldo lo haga. Escribe también esa conclusión, Leobald,
Al finalizar el documento y leerlo una ultima vez TocToc se recostó agotado en la silla - Con todo, no se como relacionar a Adriana con todo esto… Era ella una sonadora, era Wellmar un miembro de “la orden”? Hay muchos cabos sueltos pero estoy agotado y necesito ordenar mis ideas antes de empezar a tejer el tapiz de lo que está pasando en esta ciudad…
La posada estaba en silencio y a oscuras, debía de ser cerca de media noche. En su cuarto, Leobald repasaba una vez más el informe que debía presentar al capitán Eliander por la mañana. La escasa luz del candil remarcaba los surcos del tiempo en su rostro, pero el baño reciente y la frente despejada con el cabello peinado hacia atrás le daban un porte sereno. La maltratada armadura completa y su espada descansaban a los pies de la cama. El metal había sido convenientemente limpiado de restos de barro del pantano y encerado para evitar la corrosión. El enorme escudo alagrimado con el cisne de los Tenhall, medio borrado ya, se apoyaba en la pared como un vigilante incansable.
El hombre se pasó la mano por la sienes y dejó el manuscrito a un lado, por fin satisfecho con su redacción. El relicario de plata se descolgó de su cuello al moverse. Leobald lo recogió con tristeza y abrió el camafeo una vez más. Los mechones de cabello trenzado anudados en lana aun tenían su olor. Había pasado mucho tiempo ya desde aquella etapa de su vida, pero el dolor del recuerdo permanecía, amargo, inevitable. El mundo era un lugar mucho más frío sin el ruido de sus risas. No podía dejar de pensar que les había fallado. Su ausencia le había vuelto a echar el camino años atrás y había dado tumbos hasta su situación actual.
Y sin embargo, en aquel grupo de reos, en aquel lugar ovidado de la justicia, había encontrado un propósito. Uno del que había huido años atrás, alejado por el dolor y la pérdida. Los hombres deben salvarse a si mismos, siempre había creído en eso y apenas entendía porqué tenía aquellos dones, pensó mirándose las manos callosas que habían sanado a sus compañeros horas antes. No es que hubiera renegado de su fe en Tyr, la fe de los Tenhall, sino que cuando abandonó sus salones también creía haber dejado todo eso atrás. Pero fue vanidoso pensar que no necesitaría ayuda si pretendía marcar la diferencia. Quizá si hubiera abrazado antes los dones que le habían sido ofrecidos podría haber salvado a Alindra y los pequeños de la enfermedad. Ese pensamiento le atormentaba.
Pues bien, eso estaba a punto de cambiar, se dijo a si mismo mientras sostenía el camafeo de plata contra su pecho. El mundo es un lugar cruel e injusto, pero lo será igual mañana si nadie hace nada. Su compañera Adriana les necesitaba y Mablung también. La justicia era una dama esquiva, más en Saltmarsh. Leyes había, lo que faltaba era justicia. Adriana era una víctima y el salvaje druida había cometido un error, pero no merecía la horca por ello. Él era solo un hombre, viejo y cansado, golpeado por el dolor, pero en esta noche juraría solemnemente llevar la justicia a cada rincón y tratar de hacerla anidar en el corazón de los hombres. Casi todos podían cambiar y la palabra era la mejor herramienta para ello. Defender al honrado, al desvalido, hacer ver, llegar a la verdad y, llegado el caso, combatir a aquellos que no quisieran cambiar.
Leobald, arrodillado en su celda, juró aquella promesa en esa fría noche en Saltmarsh. Un beso sobre el camafeo de su esposa y sus pequeños selló su compromiso, mientras una imperceptible bruma dorada descendía sobre sus hombros hasta desaparecer.
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El día de descanso venía bien a TocToc, tenía multitud de notas que transcribir a sus papeles; quería seguir estudiando el libro de las mareas y deseaba practicar las runas enanas. Además su cuerpo le pedía algo de descanso antes de la misión en él barco. Se despidió de sus compañeros tras pasar por la cocina y coger un pequeño saco de harina, un puñado de frutos secos y un cepillo de cerdas prietas.
- Deseo sumergirme en mis estudios, si no os hace falta mi ayuda me pasare el día en mi habitación, estudiando y escribiendo. Comeré y cenare en mi habitación.
Lo que ocurre en la habitación a solas:
Al llegar a la habitación cerró bien la puerta y la ventana y los atrancó. Entonces depositó los frutos secos en la mesa y se movió al centro de la habitación. Allí esparció puñados de harina por todo el espacio de la estancia. Con atención observó los patrones de la harina al caer y después como se habían depositado en el suelo. Se fijó si en algún sitio quedaban patrones de criaturas invisibles o volutas de harina movidas por algún aleteo.
Satisfecho de los resultados recogió la harina pasando el cepillo con parsimonia metiéndola de nuevo en el saco. Mientras, reflexionaba sobre su tiempo disponible, era limitado y quería estudiar muchas cosas. Quería anotar los acontecimientos más recientes, había visto y oído muchas cosas y el cansancio del día anterior le impedía atar cabos y relacionar acontecimientos, pero se veían varios patrones de facciones emerger. También quería estudiar el libro de las mareas, había mucha información en sus páginas y quería poder llegar a memorizar los patrones de las mismas y los puntos más importantes de la costa, pues intuía que le seria de utilidad más adelante. También quería seguir desentrañando la clave que se hallaba escrita allí, aunque en eso se enfrentaba a un muro inescrutable. Tenia la poción y las cuentas que serían útiles en sus misiones. Por último quería practicar las runas ya que se sentía al borde de desentrañar un glifo radical clave que le abriría las puertas de robar más poder a Akrul. Ahora que le había localizado era más urgente protegerse de él.
Sentándose en la pequeña mesa empezó a escribir sobre los acontecimientos de los últimos días, picoteando de vez en cuando los frutos secos junto a unas bayas y gusanillos verdes que convoco. Había decidido que era mejor dejar plasmados los acontecimientos más recientes antes de que las memorias se hiciesen más neblinosas.
Después se sentó a inspeccionar las cinco cuentas que había encontrado en la cueva, tratando de identificarlas y tomando un muy pequeño sorbo de la poción.
Dando por concluido la escritura del pequeño diario y la identificación retomó el estudio del almanaque de las mareas. Centrándose en la zona de la costa en donde tendría lugar la próxima misión.
Cuando se tomó el último gusanillo verde y vio que ya no quedaba nada que le distrajese de lo que más le importaba dio por concluido el estudio. Con creciente emoción se preparó para el estudio de las runas despejando la mesa de todo lo superfluo.
Su respiración se hizo más agitada con las expectativas ya que las implicaciones de este estudio eran capitales para su futuro. Concentrándose sus manos empezaron a trazar los angulosos y precisos trazos. Aunque lentamente al principio, tras varios toscos dibujos las runas parecieron cobrar vida propia, guiando sus manos, casi enseñándole como proceder tras cada nuevo ángulo. El progreso se tornó veloz, tanto que en algunos pasos TocToc no entendía la lógica del progreso hasta varios ensayos de runas después. Incluso algunas figuras se quedaban en incomprensibles fragmentos. Pero los resultados estaban ahí y sentía su creciente poder.
TocToc empezó a sudar con el esfuerzo, absorto en la actividad. Poco a poco runas en formas similares a ojos empezaron a poblar sus pergaminos. Similares unas a otras, con ángulos cada vez más precisos y con volutas fractales cada vez más elaboradas y profundas. Las horas pasaron, pero a pesar de la creciente fatiga no podía detenerse. La actividad le estaba reportando conocimientos que le llegaban como una avalancha. Ávido de poder sonrió, sintiendo de pronto más destellos de poder de Akrul llegando hasta él.
Al completar una última runa, perfecta en su composición, se echó para atrás con una risotada que llenó la habitación. Lo había conseguido.
La satisfacción duró tan solo un fragmento de segundo ya que de pronto dejó de ver. No era oscuridad, no era que algo le tapase la vista, es que la visión le había sido arrebatada. La lejana risa de Akrul estalló en los oídos del hombre cuervo mientras el pánico se apoderaba de él. Palpándose la cara con incomprensión un sentimiento de derrota le aplastó en la silla.
Varios minutos pasaron mientras las revanchistas risas seguían atormentándole inmisericordemente. Akrul disfrutaba la burla al insignificante y despreciable hombre cuervo. TocToc poco a poco empezó a comprender, el Lich le había tendido una trampa rúnica. Guiado por su propia avaricia y la influencia del enano no-muerto había escrito runas que transferían su propia visión al Lich. Una última risotada cruel resonó en su cabeza al comprender que además sin su vista no podría dibujar más runas para arrebatarle más poder al Lich enano.
Lágrimas de impotencia bañaron sus ojos y resbalaron pico abajo. Le había dejado ciego e impotente para remediarlo. Tras el momento de pánico llegó el arrepentimiento. Si no hubiese sido tan avaricioso, tan imprudente... Cerró sus puños con fuerza, recostado en la silla, ciego y derrotado. El arrepentimiento le hizo repasar las runas mentalmente con desasosiego.
Esos pasos que no había comprendido, claro. “Maldito seas Akrul” murmuró para sí. Sus ojos ya no eran suyos, sino de Akrul y ninguna runa que él mismo pudiera escribir podría solucionarlo. Tan solo una runa similar escrita por el misno Akrul podría devolvérselos. Una runa como la que acababa de escribir el mismo por propia voluntad. El lich podría ver mágicamente por sus ojos cuanto quisiera, incluso atravesar vendas y oscuridades. Sus compañeros estarían en peligro en el momento en el que saliese de la habitación para pedir ayuda. Él mismo era inútil ahora. Inválido y peligroso.
La cabo de un rato concluyó que quitarse la vida quizás fuese la única opción, la única salida… Sin ver más soluciones se movió a ciegas por la habitación, palpando alrededor. Cogió el chuchillo que tenía en la mochila y empezó a pasar el dedo pulgar por la hoja, sintiendo su agudo filo, vacilante de su próximo paso. Sentado en el suelo sintió amargamente la inminente derrota definitiva, casi podía ver la prepotente sonrisa de Akrul. Más lágrimas humedecieron su pico, si tan solo hubiese sido más cuidadoso, si hubiese…
De pronto alzó la cabeza con esperanza. El pulgar se deslizó hacia la afilada punta que derramó unas gotas de sangre. Quizás no era necesario morir. Quizás… En su cabeza empezó a repasar las runas intentando concretar esa salida. El conjuro de transferencia era irreversible, pero… si… La magia rúnica que había comprendido le otorgaba habilidades que antes no tenía y quizás… Sus ojos eran inservibles y peligrosos ojos…. Pero…
Se inclinó sobre el suelo de madera y la daga empezó a labrar trazos que después palpaba con la mano. En cada nuevo trazo sintió el desdén y el enfado creciente de Akrul. El odio le afirmó, y le devolvió las fuerzas que la derrota le había arrebatado. Esta vez el progreso fue más lento, agónicamente lento. La salida que veía requería un gran sacrificio pero si lograba completar la runa de forma adecuada quizás no tuviese que sacrificarse a sí mismo. Inexorablemente el suelo se llenó de intrincadas runas de robustas aristas. Pero finalmente completó la que estaba diseñando.
Su entorno se le apareció con imágenes mortecinas y apagadas. Había recuperado la visión, al menos en parte. Gracias al poder que había obtenido del Lich en su trampa mortal había adquirido el conocimiento de obtener esa especial pero reducida visión. Solo quedaba el último paso. El más doloroso, el sacrificio.
Con una mezcla agridulce de derrota por perder sus ojos y de victoria por escaparse de las despiadadas garras de Akrul TocToc suspiró. Esto iba a doler, pero había sufrido en manos de Akrul torturas peores, aunque nunca tan definitivas ni inhabilitantes. Conjuró unas larvas que se introdujo en la boca antes de automutilarse.
El dolor fue intenso y la sangre regó sus cuencas vacías y resbaló pico abajo por donde horas antes habían resbalado lágrimas. Casi como un acto reflejo tragó las larvas que frenaron el sangrado y salvaron su vida. Pero el dolor le arrojó a la inconsciencia.
La mañana siguiente le encontró tirado en el suelo, en un charco seco de su propia sangre. Lentamente y aun dolorido, acostumbrándose a su nueva visión se limpió como pudo la sangre seca y desgarró un trozo de sabana para vendarse las cuencas vacías de los ojos. Dejando las runas labradas en el suelo detrás, algunas con oscura sangre seca en las hendiduras salió al encuentro de sus compañeros de bandada.
Ante las preguntas de los compañeros TocToc explicó someramente sus problemas. – He perdido los ojos, pero no la visión, que aún tengo aunque reducida, puedo percibir de cerca, aunque de lejos todo me es oscuro e imperceptible.
Ahora TocToc va con un trozo de sabana a modo de venda tapando las cuencas vacías donde deberían estar sus ojos. Esta ciego pero puede ver hasta 120 pies incluso en la oscuridad.
Sobre el lomo de aquel caballo que les dirigía directamente hacia su nueva misión, Adriana cerró los ojos y dejó que la brisa húmeda azotara su rostro y su cabello rojo fuego ondeara libre, mezclándose con el salitre del ambiente y la fina lluvia que creaba perfectos tirabuzones en su melena.
Las pesadillas de la noche anterior habían vuelto a perturbar la calma y el sosiego conseguidos días atrás y una extraña sensación de desazón volvía a empañar su habitual ánimo optimista. Aquellas visiones la atormentaban de nuevo y cada vez las percibía más reales y angustiosas. De hecho, la de aquella noche había sido, de algún modo, diferente.
Después de experimentar todo aquel horror y pánico, podía sentir, si fijaba mucho la mirada, cómo en su cerebro burbujeaban sus ideas, dotándose de una energía casi palpable, de un calor que se concentraba en sus sienes, como si sus pensamientos cobraran una fuerza desconocida hasta entonces y fueran capaces de atravesar la mente de los demás. No se había atrevido a probarlo aún y fue entonces cuando recordó, con gran tristeza, las palabras del difunto Wellmar, aconsejándola aprovechar las ventajas que la maldición le otorgaba. El miedo a perder el control y dejarse llevar por la oscuridad provocaban un rechazo absoluto a esa idea, pero empezaba a convencerse de que no tenía muchas más opciones.
Las sombras y líneas difuminadas que advertía en el horizonte poco a poco se fueron tornando en figuras definidas y reconocibles para la alta elfa; un barco anclado en la orilla, hombres diseminados por la cala y una gruta justo detrás en la que imaginaba estarían sus compañeros.
Antes de que el animal parara por completo su marcha, Adriana ya estaba deslizándose hasta el suelo como solo una buena amazona experimentada podría hacer. Limpiándose las lágrimas del rostro provocadas por el viento frío que había castigado sus ojos azules, apretó el paso con dificultad mientras caminaba por la fina arena que hundía parcialmente sus botas, hasta adentrarse en la gruta. Las voces fueron llegando a sus oídos, primero como ecos lejanos ininteligibles y después con los matices propios de cada uno de sus compañeros. Esbozó una leve sonrisa al reconocerles por fin en el interior y corrió hacia la comitiva, abalanzándose sobre el sacerdote y dándole un fuerte abrazo. Su voz denotaba una sincera alegría al reencontrarse con ellos y unas marcadas ojeras ensombrecían su mirada, dando a entender que no había descansado bien.
- Godric, querido, ¡qué alegría verte! - dijo separándose y mirándole de arriba abajo, sin soltarle de los brazos, dirigiéndose también al resto del grupo - qué alegría veros a todos por fin y comprobar que estáis bien, y… ¿por qué vais vestidos así? - se acercó a cada uno de ellos, ofreciéndoles un delicado abrazo, no tan efusivo como el de Godric, y sin importarle si los destinatarios querían recibirlo o no. Al llegar al kenku, su gesto se tornó en preocupación - Tok-tok, ¿estás bien? ¿necesitas curación? ¿qué te ha pasado en los ojos?-
Después de los primeros saludos, la hechicera miró a su alrededor, reconociendo el territorio y haciéndose una composición de lugar y, sobre todo, observando a los soldados que se encontraban cerca de ellos. Con sorpresa reconoció a Adso, que permanecía algo apartado del grupo, y no pudo evitar mirarle fijamente durante unos instantes. No esperaba que el joven participara en la misión, pero tenerle allí le permitiría hablar con él sobre sus visiones en el templo. Le hizo una pequeña reverencia a modo de saludo y se giró para tomar a Godric de un brazo y susurrarle
- Debemos informaros de importantes novedades. Necesitamos encontrar un sitio alejado de oídos indiscretos - comentó al grupo - ¿Cuánto tiempo tenemos hasta el asalto? Aprovechemos el que nos quede para ponernos al día -
Unos sonidos leve y estridentes que los presentes pudieron detectar, surgieron de los bolsillos de la capa de la alta elfa. Todos los que miraran hacia esa dirección, pudieron observar como algo se removía entre la tela para, segundos más tarde, divisar dos pequeñas cabezas de rata, con evidentes síntomas de alguna enfermedad que les provocaba pústulas y heridas, que sobresalían al exterior y observaban su alrededor con ojos curiosos.
- ¡Uy, casi me olvido de vosotras! - exclamó Adriana divertida - ellas son Betty y Llagas. Es curioso cómo en una celda se forjan amistades tan variopintas. No podía dejarlas allí, pobrecitas. Pero son muy listas y… ese es otro de los temas de los que tenemos que hablar - miró a su alrededor, comenzando a caminar en busca de un lugar fuera del alcance de cualquier otro que no fueran sus compañeros.
Mablung espero a que la efusiva Adriana acabase para desmontar de su caballo y saludar a los presentes, su cara reflejaba una mezcla de curiosidad y compasión cuando vio el lacerado rostro de Toc-Toc y espero a que el kenku contestará a Adriana. Hizo una pequeña reverencia a modo de saludo hacia Godric y Khalion, pero mantubo una mirada dura y desafiante al cruzarse con Leobald.
Cuando Adriana mostró a sus nuevas acompañantes se le acerco y le dijo al oído:- Ten presente que seguramente informen a su señor de todo lo que vean y oigan, simplemente tenlo en cuenta.
Tras lo cual se dirigió a los baúles y recordando a los marinos del pueblo y a los visitantes en el círculo y saco lo que a su parecer debería de ser un atuendo claramente marinero. Sin ningún resquicio de pudor se cambio delante de todos y al ver sus compañeros con armaduras dijo:- No se si es muy común que los piratas y marineros vayan con armadura, no las veo muy útiles en caso de caer al agua, pero tampoco es que sea un experto en estos temas-.
Una vez sus compañeros se hubiesen pertrechado dijo:- ¿Cómo procedemos una vez que hayamos subido al barco, buscamos la mago para tratar de acabar con él, vamos a por el capitán, abrimos una vía de agua?
Una vez presentado el informe el aasimar se despidió de todos. Asuntos pendientes con una dama le ocuparon algo de mañana antes de terminar en la posada de Kreb. La misma esencia de los dioses que llevaba dentro nunca estuvo preparada para su mas terrorífico enemigo, el alcohol. Un solo trago le doblegó abriendo camino a todos sus fantasmas. Los acontecimientos recientes no abandonaban su cabeza; la desigual contienda con el gigante arbóreo había mellado la autoconfianza del cazarrecompensas. Dolorido, mas por dentro que por fuera, y ya recuperado de la fortuita sangría del pantano hizo algo que buscaba mas veces de las que quería reconocer, buscar pelea y la red vacía parecía el sitio indicado.
En su mente repetía con dureza los últimos combates donde no había estado a la altura. repasaba con obsesión sus movimientos, sus fintas y sus malas defensas. Recordaba incluso cuando de niño quedó en el filo entre vida y muerte por el sadismo de los banderizos de Cormyr. Igual que entonces, ayduado de sus dotes regeneradoras, busco gresca allí y acá, aprendiendo una nueva posición de manos, un juego de piernas aunque el precio fueran huesos rotos, ojos morados o costillas quebradas.
Poco tardó en encontrar lo que buscaba. Unas monedas en una taberna de baja estofa siempre abren los grupos de lucha. Al que no le gusta pelear por dinero le gusta apostarlo cuando otros pelean, y aquella mañana, tenían la mitad de lo necesario. Poco tardó en encontrar el primer rival, a manos desnudas y una aún mas borracho al que podría haber mandado a dormir con premura, pero no estaba allí para ganar sencillo sino para que doliera. Repetía el baile con los bugbears y sus jabalís, una y otra vez, manos abajo, indefenso y a merced del rival buscaba el golpe perfecto: entrar, pegar, salir.. con resultado dispar: ceja abierta, nariz rota, pómulo hundido, para desgracia del aasmiar, siempre los propios. Sin embargo, aquel dolor jamás alcanzaba el que sufría dentro, imperfecto, débil, vulnerable.
Todo quedó enmarañado en la neblina de aquel único trago de alcohol y la adrenalina. Cuando llegó a la posada molido a palos, apenas en pie y desfigurado por los repetidos desafíos pero con una gran sonrisa dibujada en su cara, satisfecho.
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Tras las primeras luces del alba, cuando TocToc pudo observar a sus compañeros con calma observó sutiles pero inconfundibles cambios. Leobald desprendía una calma y firmeza que parecían haberle abandonado el día anterior. Khalion también parecía más seguro de sí mismo, con una elegancia felina al andar y moverse. Su impresión se reafirmó al ver a Godric y más tarde también cuando vio a Mablung y Adriana. Todos parecían más competentes, un gran cambio respecto a los desechos humanoides de los primeros días de condena. Él había perdido la vista y posiblemente era más débil que antes, pero sus compañeros rezumaban competencia y seguridad. Quizás sobrevivirían al absurdo asalto al barco. A pesar del dolor que aún latía en las cuencas vacías de sus ojos, sonrió con una mezcla de esperanza y tristeza.
Mientras eperaban en la fría brisa marítima TocToc observó la orilla del mar y alzando la mirada una terrible congoja se apodero de él. El horizonte le era invisible. Las nubes, el sol… No había podido ver el amanecer, y nunca más podría disfrutar de sus espectaculares y brillantes tonalidades rojas. Si hubiese tenido ojos las lágrimas se hubiesen derramado sin remedio.
Cuando oyó a sus compañeros decir que se acercaban Mablung y Adriana se quitó un peso de los hombros, no los habían ejecutado y estaban libres de momento, al fin una buena noticia. Miró a su alrededor, desorientado sin acostumbrarse a no ver en la lejanía hasta que escucho sus voces y pudo verlos al fin. Abrazó a Adriana con calidez prolongando el abrazo unos instantes más después de que ella pareciera querer finalizarlo.
- Bien venidos al grupo, Llagas y Betty. - Saludo a las pequenas criaturas.
- Akrul – Dijo abiertamente sin preocuparse ya de su identidad o de ocultar ya su historia. - Él se apoderó de mi visión y la única forma de negarle el uso de mis ojos fue deshacerme de ellos. - Dijo con palabras que dejaban poco espacio para más preguntas. - Se que es un gran sacrificio, pero aún puedo ver mi entorno. No seré una carga para la misión o vuestro futuro. - Intentando cambiar de asunto a algo más alegre preguntó ¿Habéis sido exonerados de la muerte de Wellmar o aún os acusan de ello? – Dijo mirando de reojo a Adso.
Alzó la cabeza de pronto, alegre, al escuchar el plan de la misión. ¿Nadie seguía con vida y estaba ayudando en la misión? ¿Significaría que había sido perdonado? Su corazón se ablando un poco y a pesar de su traicionera y voluble actitud así lo deseo. Suspiró, había habido demasiadas muertes los últimos días. En ese momento se dio cuenta de que Nadie se había hecho un pequeño hueco en su corazón.
- ¿Significa que Nadie ha sido perdonado? – Pregunto al sargento.
Durante los preparativos TocToc conjuró unos gusanillos y junto con varios objetos los repartió entre los presentes. - Tenemos que hablar de muchas cosas pero más adelante – Dijo a modo de explicación Repartió unas pequeñas cuentas iridiscentes quedándose una él mismo. - Esto son Bead of Force. Al arrojarla estallan en un escudo de fuerza que dana, atrapa y expulsa. Y esta es una Potion of Frost Giant Strength para Leobald. - Tambien encontre dinero y otros productos valiosos que repartire cuandosalgamos de esta mision.
- La verdad es que no sabría muy bien cómo definir nuestra situación actual...hasta donde yo sé no hemos sido redimidos de nada y si sobrevivimos al asalto del barco, no sé si nos volverá a aguardar las comidas celdas de la prisión- contesto el druida mientras aceptaba el pequeño orbe de manos del kenku.
El hombre cuervo asintió - Entiendo. - Después de repartir el resto de bayas y pequeños orbes se dirigió al druida. - Al seguir al ser de gusanos, al que se refieren como el Heraldo, averiguamos que Golfrin está aliado con su facción. También que no habiendo logrado corromperte tiene como misión asesinarte. Debemos estar atentos. - Dijo en voz alta, tambien para Adso ya que deseaba que viese que la bandada estaba de su parte.
Tras el agotador día en el pantano y la redacción del informe, de la cual Godric se ausentó unos minutos mientras terminaba de limpiar la cocina y sacaba la basura, el joven sacerdote cayó rápidamente agotado en su cama. Al día siguiente apenas se despertó a tiempo para poder atender sus rezos y rituales al amanecer, pero luego volvió a caer dormido un par de horas, haciendo que se perdiera la visita a Elliander. Al despertar definitivamente, Godric pasó el resto de la mañana cocinando y terminando de recoger la sala común de la apresurada cena del día anterior, así como del barro que habían dejado casi por todas partes.
Mientras trabajaba repasaba los acontecimientos de los últimos días, en especial del día anterior. Se había sentido bastante impotente en la lucha contra aquel extraño ser del pantano. Siempre se había considerado un conservador de la vida, al menos hasta aquel aciago día en el sótano con la Condesa. Al recordar aquello paró un momento sus actividades y buscó algo de agua para refrescarse. Aún le dolía recordarlo, y aún había demasiadas incógnitas en su cabeza. Debía admitir que no recordaba cómo se había hecho con la daga ceremonial de la mano de la condesa, tan sólo recordaba pequeños fragmentos de aquel forcejeo y aquella lucha. Pero siempre se estremecía al recordar el calor de la sangre de la mujer en sus manos. Se estremeció y se obligó a seguir el hilo de sus propios pensamientos. Si, había sido fácil para él, incluso en la campaña contra la Horda, mantenerse en un segundo plano en la mayoría de las luchas y dedicarse a atender a los heridos, pero no podía permitirse el mismo lujo en estas circunstancias. Ya desde que salieran de Ghostfinger se había visto obligado a tomar un papel más activo en las luchas en las que se veían envueltos, sin mencionar la escaramuza contra los contrabandistas. Eran demasiado pocos y además la mayoría se preocupaba sólo de sí misma o de destruir a lo que fuera que tuvieran por delante sin preocuparse de proteger el flanco del sanador. Debía tomar un papel más activo, por tanto. Pediría a Lathander ayuda y guía en ese sentido.
Poco antes de la hora de la comida, un hacendoso Godric llevó dos paquetes cuidadosamente envueltos para que se los entregaran a Adriana y Mablung con parte de la comida que había hecho para aquel día. Una sopa de pescado y unas bolas con la carne del guiso que había sobrado el día anterior, envueltas en bechamel y fritas en una sartén con pan y mantequilla. Dejó a los soldados la marmita con el resto del guiso, en parte para intentar aliviar su guardia bajo la incesante lluvia de Saltmarsh y en parte para asegurarse que les entregarían la comida a sus amigos.
Después, con parte de las monedas que Toc-toc había encontrado en la cueva, y que le había pedido prestadas al kenku la noche antes de retirarse, repuso los materiales que necesitaba en su fiel zurrón para poder atender las heridas a sus compañeros. Por ultimo, y ya cuando caía la tarde, fue al círculo druídico para ver si podía recuperar las armas, en caso de que Mablung las hubiera dejado allí, y los enseres del druida para poder dárselos al día siguiente. De vuelta en la posada, y tras recuperar la marmita del guiso ahora vacía, fue al cuarto de Adriana y preparó una bolsa con sus enseres. Se preocupó de buscar y añadir el cepillo de pelo que la había visto utilizar.
Dejó comida en la puerta para Toc-Toc, que había pedido no ser molestado y atendió las heridas de un vapuleado Khalion cuando volvió de donde fuera que había ido para recibir alguna que otra paliza. Godric apenas se sorprendió y no insistió mucho en sus preguntas, limitándose a sanar al aasimar.
Al día siguiente el amanecer llegó a un ya despierto Godric, el cual solicitó a Lathander ayuda, no sólo para proteger y curar a sus hijos, si no poder para defenderlos y dañar a aquellos que osaran causarles daño. Y Lathander respondió otorgándole hechizos más destructivos. Godric, acostumbrado a la presencia de la muerte, fue bendecido con la habilidad de permitir ver a sus enemigos lo que les esperaba al otro lado, aquello que sufrirían cuando cruzaran el último umbral les era revelado, iluminado por la divina luz de Lathander, aunque fuera brevemente. Este conocimiento sería suficiente para hacer enloquecer o dañar de manera definitiva la psique de cualquiera. Godric no se sintió mal por aquel nuevo poder, si no que le parecía justo que los pecadores conocieran su destino, y pagaran por sus crímenes. Una parte de él quiso gritarle que aquello no estaba bien, pero el monje no le hizo caso.
Recibió al resto cuando bajaron con un desayuno a base de pasteles de frutos secos, guardó unos pocos para dárselos a Adriana y Mablung después, y dio a cada uno de sus compañeros un filete de cerdo empanado con plátano y miel, así como unas naranjas. Les vendría bien para recuperar fuerzas tras el asalto al barco. Godric no llevaba su armadura, pero sí su escudo, su maza y su fiel zurrón, así como el símbolo sagrado de Lathander. Pese a las quejas de Toc-Toc, Godric insistió en limpiar y vendar correctamente las heridas de sus ojos. El horror se reflejaba en el rostro del sacerdote mientras atendía en silencio las ahora vacías cuencas del hombre cuervo.
Cuando llegaron a la cala y por fin vieron a sus amigos, Godric dejó escapar un suspiro al ver a Adriana sana y salva. Sorprendido por su abrazo respondió a su abrazo con cariño y cuando ella se separó para saludar al resto el resto del olor de su perfume se quedó con el humano. Aunque tenía que reconocer que se notaba que había pasado las dos últimas noches en una celda, seguía oliendo maravillosamente bien. Saludó a Mablung ofreciéndole la mano y les preguntó si habían recibido la comida que les llevó el día anterior. Después les entregó un pequeño paquete con un filete y algo de fruta, como al resto.
Las noticias de que Nadie seguía con vida le reconfortaron y agradeció a Lathander aquel rayo de esperanza que les había arrojado.
Cuando Adriana le susurró que debían compartir noticias y ponerse al día Godric asintió y se separaron un poco del resto. No pudo evitar sorprenderse y sentirse preocupado por el echo de que Adriana llevase a dos ratas enfermas con ella. Eso explicaba, en parte, el extraño deje que había percibido en su olor al abrazarse.
- Adriana, esos animales están enfermos -dijo con delicadeza - quizá pueda preparar un emplasto para su piel pero... no sé si es muy buena idea que vengan con nosotros. Además, el viaje puede ser peligroso para ellas, si cayeran al agua... ¿Quizá sea buena idea dejarlas aquí y recogerlas a nuestra vuelta? - sugirió.
Cuando Toc-Toc, por fin, dio una explicación sobre lo que le había pasado el joven humano apretó los puños y rogó a Lathander que le otorgara el poder para hacer que su amigo recuperara la vista, pero también para poder eliminiar de la faz de Faerûn a aquel ser impío que parecía dispuesto a hacer la vida del kenku un infierno.
- Yo no llevo mi armadura precisamente por eso -asintió a Mablung - aunque no sé si esto - dijo poníendose una bandana en la cabeza y una larga cinta alrededor de la cintura - me da aspecto de marinero.
La comida de Godric tiene los siguientes efectos:
- Si tras un short rest gastáis HD para recuperar vida, recuperáis 1d8 más.
Gratamente sorprendida por el abrazo de Toktok, Adriana lo alargó todo lo que el kenku parecía necesitar, transmitiéndole ternura y calidez. Tras escuchar el relato de la pérdida de sus ojos, en la mirada de la elfa se reflejó cierta admiración hacia su compañero
- Eres realmente valiente Toktok. No solo asumiste una responsabilidad que no te correspondía siendo condenado a muerte, si no que ahora sacrificas tu visión por un bien mayor. Es admirable. Por mi parte, intentaré hacer lo que esté en mi mano para ayudarte con tu nueva condición-
Adriana se frotó las manos nerviosa, lamentando la falta de tiempo para comentar las novedades con sus compañeros. Cuando Godric comenzó a caminar junto a ella, la elfa miró a su alrededor observando a los hombres allí reunidos.
- Lamentablemente no tenemos tiempo ahora y son cuestiones que todo el grupo ha de conocer. Esperemos a un momento más propicio. Si me disculpas… - le dijo acariciando su brazo - debo hacer algo antes de partir.
Abandonando la compañía del sacerdote, se dirigió directamente hacia Adso, sin desviar la mirada de su figura. No sabía cómo el joven reaccionaria ante su presencia y sus palabras, y en los segundos que duró su acercamiento, intentó leer en sus gestos o movimientos alguna pista. Cuando estuvo a su altura, le cogió delicadamente de las manos, esperando que no la rechazara
- Adso, quiero expresarte mi más sincero pésame por la pérdida de tu maestro. Ha debido ser un durísimo golpe para sus acólitos. No puedo evitar sentir cierta responsabilidad por haber sido el canal por el que aquel ser le arrebató la vida de una forma tan cruel e inmisericorde. Ten por seguro que si yo hubiese tenido cualquier resquicio de sospecha de que algo así pudiera suceder, no le hubiera permitido realizar el ritual -
La hechicera meditó unos segundos sobre las palabras de Mablung. Estaba tan entusiasmada por la compañía de los pequeños roedores que no se había parado a pensar que quizá estaba exponiendo al grupo a un peligro potencial. Tras la sugerencia de Godric sobre las ratas, Adriana asintió al sacerdote, sacando a sus nuevas amigas de los bolsillos y dirigiéndoles unas palabras:
- El mar es peligroso para vosotras, debéis quedaros aquí y esperar nuestro regreso, así estaréis a salvo - las depositó en la arena y acto seguido, se dirigió hacia el baúl de las ropas para encontrar algo apropiado que ponerse para el asalto.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric siguió a Adriana para hablar con Adso. No creía que el muchacho fuera a hacer nada, pero no tenían tiempo de una escena, ni él lo iba a permitir.
Al desvestirse de los ropajes de Sanbalet tuvo que vaciar varios de sus bolsillos traspasando numerosas gemas, monedas, pociones, y componentes de los conjuros. Al fin eligió varios ropajes grises que disponían de varios bolsillos en donde almacenar todos sus tesoros. En encima se puso la armadura, las armas y la cuerda de su mochila.
- Os agradecería que me guardaseis este equipo, que no necesitaré en este asalto. - Dijo dejando su mochila y el lujoso vestido con retazos de seda verde de Sanbalet cerca del baúl.
Después, hablando del plan les enseñó la cuerda a sus compañeros.
- Yo puedo hacer subir la cuerda, manipulándola con magia hasta 30 pies y atarla arriba. Después podemos subir por ella. También podríamos subir por el ancla, pero si es metálica puede hacer más ruido.
- Gracias muchachos - dijo Godric aunque él era más joven que los dos guaridas - Volveremos cuando sea más... conveniente... ¡buena guardia!- dijo Godric prácticamente tirando de sus compañeros para evitar mayores enfrentamientos.
Una vez alejados unos metros Godric dijo en voz baja a sus compañeros.
- La verdad es que con tantas emociones casi no me había percatado de lo tarde que es. No creo que Elliander nos reciba ahora, y si lo hace y le sacamos de la cama no lo hará del mejor de los humores. Quizá deberíamos esperar al alba. Sin duda con la luz de Lathander iluminándonos nuestros designios llegarán a buen puerto. -
PbP Character: A few ;)
-Entendido- dijo a los diligentes guardias.- Redoblar la atención pues como el asalto de los muertos de anoche alguien traté de dar con ellos sin importarle quien encuentren en su camino.
Cuando se alejaban, junto a las palabras de Godric solo añadió.
-Confirmado parece que ambos elfos permanecen juntos en el interior.. quizá mas seguros que fuera. El asalto al barco resulta inminente y dudo de encontrarnos con garantías- viendo el deplorable estado del paladin reacio a gastar en si mismo los favores de su dios.-Incluso de ser vital, pueso usar oscuridad y discrección para cabalgar antes del alba a Ghostfinger.
TocToc asintió a las palabras de Khalion. - Sabemos que los alquimistas intentaran acabar con la vida de Mablung. Tened cuidado mientras este aquí, la sutileza no es su principal característica.
Después, apartado de la guardia se mostro de acuerdo con las palabras de Godric. – Creo que hablar con Eliander será suficiente para liberar a nuestros compañeros, al menos para la misión que tenemos pasado mañana, que es de extrema importancia. Descansemos, lo necesitamos.
Zevatur, Rolthos
Leobald se despidió del guardia del turno de noche con rigurosa educación. Tra las palabras de Godric y Toctoc asintió pesadamente con un suspiró lacónico. El chico y el kenku tenían razón, no lograrían nada bueno para Adriana sacando a Eliander de la cama a estas horas.
—Bien, volvamos a la posada, pero deberíamos escribir un informe ahora que aún tenemos frescos los acontecimientos. Toctoc, Khalion, ¿tendréis la bondad de poner vuestras averiguaciones sobre el papel antes de iros a dormir? —preguntó mientras caminaban de vuelta a la Cabra de Mimbre—. Con el alba iré a presentarlo ante el capitán. Debemos hacerlo antes del abordaje, quien sabe que nos depara el futuro. Pudimos aplazar la sentencia de Adriana hasta después del asunto del barco, pero quizá no estemos en condiciones de presentar el informe tras el combate.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Volvieron a la posada tras fracasar en su intento de volver a juntar el grupo. El aasimar dudaba si aquel interés era para terminar el duelo inconcluso del templo. Daba igual, necesitaban descansar y todo se vería de forma distinta por la mañana. Despojándose de la armadura de cuero que había usado para su incursión, se dejó caer sobre uno d elos sillones paar comenzar el relato y otro, lo plasmara en papel.
-Seguimos el rastro, con problemas, pero gracias a Toctoc llegamos hasta un círculo de dólmenes que mas parecía una mano en piedra enterrada. Allí, la aberración que antes fue Wellmar reposaba ya sin levitar con duras acusaciones al traidor Golfrin. Como os dije, vestido de escamas azules y baile de energías. Escudado bajo extraña heráldica, de alambiques, vasos y mejunjes. -trató de pintar lo que su memoria había retenido sobre aquel escudo.- Quizá Mablung aportara mas conocimientos.. y por terminar con el filborg.. en sus brazos no usaba armadura al uso como la vuestra- señalando los pesados guanteletes de los humanos.- Eran.. funestos dispositivos, mecanismos, y fluidos verdes.. junto al ejercito que vimos en el círculo.. deberíamos extremar acciones y aceros de volver a cruzarnos con ese gigante..
Se despojó de la máscara para sentir el calor del hogar. Su pelo, enmarañado y sucio, ocultaba los brillos plateados muestra de su divino origen, como sus ojos donde el azul ocupaba todo el globo ocular, sin iris, sin pupilas.
-El hombre insectos reprochaba al falso druida su fracaso corrompiendo o eliminando a Mablung.. como ya hicieron con los suyos. Luego solo enigmas que carecen de sentido para mi. Sin saber si referido al druida u otro distinto, vio en nuestro encuentro a un miembro de una orden que parecía preocuparle. Sus palabras.. " la orden sigue en activo, he visto a uno de ellos... puede que haya cambiado, evolucionado, pero siguen siendo ellos, ... hay que encontrarles y destruirles, despertar a los soñadores es nuestra prioridad absoluta."
El cazarrecompensas aprovechó para calentarse con el te preparado con maestría por Godric. Con sus inhumanos ojos escudriñaba a sus compañeros con cierto fastidio, sin conseguir discernir si entre ellos se presentaba la membresía a la orden que asustaba al "Heraldo. Sobre la mesa, la careta arrancada al enorme árbol que aún mantenía los orbes ya apagados que fueran sus también azules ojos.
-Golfrin trató de excusarse.. para molestia del caído en desgracia Wellmar. Mundana palabrería para él, pero que mas nos atañe aquí. Un mal gestante en dreadwood, corrupción en los pantanos del oeste que hostiga a los hombres lagarto tb cazados desde la costa.. posiblemente abocados sin cuartel hacia..- aquí meditó pues sin haber escuchado mas intuía el objetivo.- ..aquí.
-Fue cuando desaparecieron usando aquellas piedras, con fuentes de luz blanca e intensa, como las constelaciones que vimos en las alcantarillas. Justo antes, el "heraldo" afeo las mundanas excusas acusando al gigante de un "pecado" compartido con los suyos.. "la gran blasfemia de la que fueron partícipes" y que obtendrían indulgencia si realizan un fiel servicio. Después, solo silencio.
Tras narrar las épicas aventuras vividas por la pareja de aasimar y hombre-cuervo, y apuntarlas todas en un elaborado informe para Eliander, todo el grupo de "agentes" se marcho a descansar para aprovechar la mañana siguiente e informar al capitán de la guardia. Éste los recibió sin hacerles apenas esperar, y leyó con detenimiento el documento escrito a puño y letra por Leobald... su ceño se arrugó al detenerse más detalladamente en algunos de los párrafos más crípticos, pero sin duda parecío empatizar en cierto modo con los enviado de Bastianes.
Indicándoles que hará una copia del documento en pergamino y que la pasará también a Ghostfinger para que estén al tanto, el capitán les dio a entender que esa información cambiaría mucho las cosas tal y como estaban, y que estas nuevas amenazas eran algo que Saltmarsh debería priorizar, especialmente si de repente se veían emparedados entre varios frentes, como el de las tribus de hombres lagarto... aunque convecer al "Consejo" sin pruebas feacientes salvo palabras de "afiliados" a la Corona, iba a ser muy difícil... pero que haría lo posible.
El Alto capitán también agradeció el "trofeo" de la mole de musgo que el cazarecompensas le había traído, he hizo algunas referencias a que había visto criaturas de ese tipo en Dreadwod, cuando combatió junto a los druidas en las guerras de las Sombras, colaborando como guardianes con los círculos druídicos... pero la versión que narraban los "agentes" lo alejaba mucho de su habitat y comportamiento natural...
El resto del día pasó sin más exabruptos, y otra noche más, todos pudieron descansar...
¡¡¡DING ... subís de nivel!!! ... no me déis las gracias a mi, sino a vuestras aventuras y entuertos por los mundos oscuros y llenos de sombras :P
" ¡Oh la Oscuridad...! "
CAPITULO 1. Parte 2. (Asalto al "Fantasma del Mar")
La cala hacía honor a su nombre, no era muy amplía quizás no más de doscientos metros rodeada de escarpados acantilados que ascendían elevándose hasta casi tocar las perennes nubes que comenzaban a desprender su constante llovizna como cada amanecer. Se podía acceder desde dos lugares por tierra, una traicionera vereda que bordeaba la costa entre pesadas y resbaladizas rocas, o una gruta que se abría directamente al centro de la enclaustrada bahía y desde la que se accedía desde la parte superior por unas colinas cercanas.
Con las indicaciones que el día anterior había proporcionado Eliander, el grupo compuesto por el kenku, el aasimar, el sacerdote y el caballero habían usado el sendero como vía de aproximación, cuando aún era prácticamente de noche y la oscuridad se resistía a remitir bajo los primeros rayos del Sol. Allí les estaba esperando una patrulla de la guardía de Saltmarsh, y un ya conocido joven acólito de la orden de Akadi. Junto a ellos, y con la mitad del casco aún en tierra, un gran y sólido bote para unas ocho personas parecía ser el futuro transporte a usar para la operación de infiltración... Un pequeño mástil con una discreta vela en pana gris recogida y atada en su parte más alta completaba la embarcación junto a un timón manual que haría las veces de guía en las arremolinadas aguas.
Pero sin duda, lo más impresionante de todo, era el cementerio de cascos, restos de barcos y navíos que pobablaban toda la cala, no sólo en tierra, sino integrándose también mar adentro, formando una suerte de laberinto de maderas, puentes, cascos partidos, castillos de proa que parcialmente surgian de las aguas, mástiles repartidos caóticamente en centenas de metros alrededor se alzaban como agujas en un océano traicionero. No había palabras para describir aquella visión... era como si los restos de decenas de batallas navales a lo largo de la historia hubieran acabado todos allí de algún modo... y eso hacía la travesía extremadamente peligrosa, pero a su vez, les proporcionaba una cobertura implecable si era acompañada por alguna artimaña extra...
El sargento de la patrulla se acercó a los agentes para saludarles y hacerles un resumen de la misión, señalando a varios baúles con ropas más apropiadas para la infiltración, atuendos de contrabandistas y piratas... que debían componer con su equipo de alguna manera creativa... también agradecieron a un silencioso Adso, su presencia allí, después de los últimos acontecimientos ocurridos en su templo, y como a pesar de eso, el muchacho había sido capaz de mantener la promesa de su superior, aportando su bendición, habilidades mágicas y experiencia a la expedición.
Pronto, una segunda patrulla se acercó a la cala, pero esta vez proveniente de la gruta, ésta era menor, un cuarteto de soldados, con las insignias de la guardía de Saltmarsh mezclada con las de la prisión, y junto a ellos, Mablung y Adriana caminaban libres de cualquier atadura o cadenas.
Mientras el reencuentro se producía, el sargento prosiguió explicando el plan, y como Adso les acompañaría en el bote invocando nieblas protectoras y guiándolos hasta la localización del navío de los contrabandistas, mientras en la distancia, otra patrulla junto a Nadie, los distraerían siguiendo los protocolos de comunicación desde la mansión abandonada, y ésta, una vez que se completara la misión, sería volada con las cargas de explosivos que tan amablemente había donado Manistrad y su equipo...
La incesante brisa marina parecía acompañar toda la escena, haciendo que cuando alguien hablara exhalara un frío vaho al exterior... pero el calor del reencuentro y la emoción por una nueva aventura, que probablemente acabara en desastre absoluto, sobrepasaba esa calima que pretendía herlarle hasta los huesos a todos los allí presentes.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
[En la redaccion del documento para Eliander]
TocToc empezó a escuchar la historia narrada por Khalion con cierto escepticismo, dispuesto a intervenir tan pronto como sus palabras se tornasen en confusas hipérboles y crípticas comparaciones. Pero mientras hablaba, TocToc ladeó levemente la cabeza, gratamente sorprendido. Asintiendo se limitó a apuntar algún detalle extra y alguna sutil corrección
- Golfrin parecía solicito ante el ser, llamándole “Heraldo”, aunque a la vista quedaba que le costaba doblegar su orgullo.
- Sin duda las palabra referidas a los soñadores, “la orden” y Mablung era lo más confuso, pero en esencia lo que dice Khalion es muy fiel a lo que oímos. Parece que fueron los seguidores del dios del Heraldo los que acabaron con los druidas y están buscando a los soñadores y acabar con la orden.
Tan solo al final sus palabras se empezaron a tornar confusas, sin duda por el cansancio final. Con compasión TocToc intervino para completar el relato y ayudar ante la dificultosa tarea de Khalion.
- Lo de la facción de Golfrin cometieron alguna blasfemia o pecado para con el dios del Heraldo. Y no están tan a bien con él, sin embargo le sirven, buscando una difícil redención. Los conflictos que se abalanzan contra Saltmarsh que ha enumerado Khalion son tan solo una pantalla o una distracción sobre lo que están preparando la facción del Heraldo. Una distracción mundana pero peligrosa.
Al final acompañando las palabras TocToc conjuró una ilusión en la que se veía una de las piedras en forma de dedo y una esfera de luz que fue apareciendo con unas constelaciones en su interior, constelaciones cuya impronta era familiar a los presentes por haber visto figuras parecidas en anteriores ocasiones. - Al final invocando algún tipo de magia, quizás anclada a los monolitos, se teleportaron hacia algún lugar desconocido.
Como conclusión TocToc finalizó. - Esas facciones llamadas soñadores o “la orden” son posiblemente la clave para empezar a desentrañar esa amenaza y la respuesta que se le puede dar. Sería bueno encontrar a esos sonadores antes de que el heraldo lo haga. Escribe también esa conclusión, Leobald,
Al finalizar el documento y leerlo una ultima vez TocToc se recostó agotado en la silla - Con todo, no se como relacionar a Adriana con todo esto… Era ella una sonadora, era Wellmar un miembro de “la orden”? Hay muchos cabos sueltos pero estoy agotado y necesito ordenar mis ideas antes de empezar a tejer el tapiz de lo que está pasando en esta ciudad…
Zevatur, Rolthos
[La noche antes de entregar el informe]
La posada estaba en silencio y a oscuras, debía de ser cerca de media noche. En su cuarto, Leobald repasaba una vez más el informe que debía presentar al capitán Eliander por la mañana. La escasa luz del candil remarcaba los surcos del tiempo en su rostro, pero el baño reciente y la frente despejada con el cabello peinado hacia atrás le daban un porte sereno. La maltratada armadura completa y su espada descansaban a los pies de la cama. El metal había sido convenientemente limpiado de restos de barro del pantano y encerado para evitar la corrosión. El enorme escudo alagrimado con el cisne de los Tenhall, medio borrado ya, se apoyaba en la pared como un vigilante incansable.
El hombre se pasó la mano por la sienes y dejó el manuscrito a un lado, por fin satisfecho con su redacción. El relicario de plata se descolgó de su cuello al moverse. Leobald lo recogió con tristeza y abrió el camafeo una vez más. Los mechones de cabello trenzado anudados en lana aun tenían su olor. Había pasado mucho tiempo ya desde aquella etapa de su vida, pero el dolor del recuerdo permanecía, amargo, inevitable. El mundo era un lugar mucho más frío sin el ruido de sus risas. No podía dejar de pensar que les había fallado. Su ausencia le había vuelto a echar el camino años atrás y había dado tumbos hasta su situación actual.
Y sin embargo, en aquel grupo de reos, en aquel lugar ovidado de la justicia, había encontrado un propósito. Uno del que había huido años atrás, alejado por el dolor y la pérdida. Los hombres deben salvarse a si mismos, siempre había creído en eso y apenas entendía porqué tenía aquellos dones, pensó mirándose las manos callosas que habían sanado a sus compañeros horas antes. No es que hubiera renegado de su fe en Tyr, la fe de los Tenhall, sino que cuando abandonó sus salones también creía haber dejado todo eso atrás. Pero fue vanidoso pensar que no necesitaría ayuda si pretendía marcar la diferencia. Quizá si hubiera abrazado antes los dones que le habían sido ofrecidos podría haber salvado a Alindra y los pequeños de la enfermedad. Ese pensamiento le atormentaba.
Pues bien, eso estaba a punto de cambiar, se dijo a si mismo mientras sostenía el camafeo de plata contra su pecho. El mundo es un lugar cruel e injusto, pero lo será igual mañana si nadie hace nada. Su compañera Adriana les necesitaba y Mablung también. La justicia era una dama esquiva, más en Saltmarsh. Leyes había, lo que faltaba era justicia. Adriana era una víctima y el salvaje druida había cometido un error, pero no merecía la horca por ello. Él era solo un hombre, viejo y cansado, golpeado por el dolor, pero en esta noche juraría solemnemente llevar la justicia a cada rincón y tratar de hacerla anidar en el corazón de los hombres. Casi todos podían cambiar y la palabra era la mejor herramienta para ello. Defender al honrado, al desvalido, hacer ver, llegar a la verdad y, llegado el caso, combatir a aquellos que no quisieran cambiar.
Leobald, arrodillado en su celda, juró aquella promesa en esa fría noche en Saltmarsh. Un beso sobre el camafeo de su esposa y sus pequeños selló su compromiso, mientras una imperceptible bruma dorada descendía sobre sus hombros hasta desaparecer.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
El día de descanso venía bien a TocToc, tenía multitud de notas que transcribir a sus papeles; quería seguir estudiando el libro de las mareas y deseaba practicar las runas enanas. Además su cuerpo le pedía algo de descanso antes de la misión en él barco. Se despidió de sus compañeros tras pasar por la cocina y coger un pequeño saco de harina, un puñado de frutos secos y un cepillo de cerdas prietas.
- Deseo sumergirme en mis estudios, si no os hace falta mi ayuda me pasare el día en mi habitación, estudiando y escribiendo. Comeré y cenare en mi habitación.
Lo que ocurre en la habitación a solas:
Al llegar a la habitación cerró bien la puerta y la ventana y los atrancó. Entonces depositó los frutos secos en la mesa y se movió al centro de la habitación. Allí esparció puñados de harina por todo el espacio de la estancia. Con atención observó los patrones de la harina al caer y después como se habían depositado en el suelo. Se fijó si en algún sitio quedaban patrones de criaturas invisibles o volutas de harina movidas por algún aleteo.
Perception: 24
Satisfecho de los resultados recogió la harina pasando el cepillo con parsimonia metiéndola de nuevo en el saco. Mientras, reflexionaba sobre su tiempo disponible, era limitado y quería estudiar muchas cosas. Quería anotar los acontecimientos más recientes, había visto y oído muchas cosas y el cansancio del día anterior le impedía atar cabos y relacionar acontecimientos, pero se veían varios patrones de facciones emerger. También quería estudiar el libro de las mareas, había mucha información en sus páginas y quería poder llegar a memorizar los patrones de las mismas y los puntos más importantes de la costa, pues intuía que le seria de utilidad más adelante. También quería seguir desentrañando la clave que se hallaba escrita allí, aunque en eso se enfrentaba a un muro inescrutable. Tenia la poción y las cuentas que serían útiles en sus misiones. Por último quería practicar las runas ya que se sentía al borde de desentrañar un glifo radical clave que le abriría las puertas de robar más poder a Akrul. Ahora que le había localizado era más urgente protegerse de él.
Sentándose en la pequeña mesa empezó a escribir sobre los acontecimientos de los últimos días, picoteando de vez en cuando los frutos secos junto a unas bayas y gusanillos verdes que convoco. Había decidido que era mejor dejar plasmados los acontecimientos más recientes antes de que las memorias se hiciesen más neblinosas.
Después se sentó a inspeccionar las cinco cuentas que había encontrado en la cueva, tratando de identificarlas y tomando un muy pequeño sorbo de la poción.
Dando por concluido la escritura del pequeño diario y la identificación retomó el estudio del almanaque de las mareas. Centrándose en la zona de la costa en donde tendría lugar la próxima misión.
Cuando se tomó el último gusanillo verde y vio que ya no quedaba nada que le distrajese de lo que más le importaba dio por concluido el estudio. Con creciente emoción se preparó para el estudio de las runas despejando la mesa de todo lo superfluo.
Su respiración se hizo más agitada con las expectativas ya que las implicaciones de este estudio eran capitales para su futuro. Concentrándose sus manos empezaron a trazar los angulosos y precisos trazos. Aunque lentamente al principio, tras varios toscos dibujos las runas parecieron cobrar vida propia, guiando sus manos, casi enseñándole como proceder tras cada nuevo ángulo. El progreso se tornó veloz, tanto que en algunos pasos TocToc no entendía la lógica del progreso hasta varios ensayos de runas después. Incluso algunas figuras se quedaban en incomprensibles fragmentos. Pero los resultados estaban ahí y sentía su creciente poder.
TocToc empezó a sudar con el esfuerzo, absorto en la actividad. Poco a poco runas en formas similares a ojos empezaron a poblar sus pergaminos. Similares unas a otras, con ángulos cada vez más precisos y con volutas fractales cada vez más elaboradas y profundas. Las horas pasaron, pero a pesar de la creciente fatiga no podía detenerse. La actividad le estaba reportando conocimientos que le llegaban como una avalancha. Ávido de poder sonrió, sintiendo de pronto más destellos de poder de Akrul llegando hasta él.
Al completar una última runa, perfecta en su composición, se echó para atrás con una risotada que llenó la habitación. Lo había conseguido.
La satisfacción duró tan solo un fragmento de segundo ya que de pronto dejó de ver. No era oscuridad, no era que algo le tapase la vista, es que la visión le había sido arrebatada. La lejana risa de Akrul estalló en los oídos del hombre cuervo mientras el pánico se apoderaba de él. Palpándose la cara con incomprensión un sentimiento de derrota le aplastó en la silla.
Varios minutos pasaron mientras las revanchistas risas seguían atormentándole inmisericordemente. Akrul disfrutaba la burla al insignificante y despreciable hombre cuervo. TocToc poco a poco empezó a comprender, el Lich le había tendido una trampa rúnica. Guiado por su propia avaricia y la influencia del enano no-muerto había escrito runas que transferían su propia visión al Lich. Una última risotada cruel resonó en su cabeza al comprender que además sin su vista no podría dibujar más runas para arrebatarle más poder al Lich enano.
Lágrimas de impotencia bañaron sus ojos y resbalaron pico abajo. Le había dejado ciego e impotente para remediarlo. Tras el momento de pánico llegó el arrepentimiento. Si no hubiese sido tan avaricioso, tan imprudente... Cerró sus puños con fuerza, recostado en la silla, ciego y derrotado. El arrepentimiento le hizo repasar las runas mentalmente con desasosiego.
Esos pasos que no había comprendido, claro. “Maldito seas Akrul” murmuró para sí. Sus ojos ya no eran suyos, sino de Akrul y ninguna runa que él mismo pudiera escribir podría solucionarlo. Tan solo una runa similar escrita por el misno Akrul podría devolvérselos. Una runa como la que acababa de escribir el mismo por propia voluntad. El lich podría ver mágicamente por sus ojos cuanto quisiera, incluso atravesar vendas y oscuridades. Sus compañeros estarían en peligro en el momento en el que saliese de la habitación para pedir ayuda. Él mismo era inútil ahora. Inválido y peligroso.
La cabo de un rato concluyó que quitarse la vida quizás fuese la única opción, la única salida… Sin ver más soluciones se movió a ciegas por la habitación, palpando alrededor. Cogió el chuchillo que tenía en la mochila y empezó a pasar el dedo pulgar por la hoja, sintiendo su agudo filo, vacilante de su próximo paso. Sentado en el suelo sintió amargamente la inminente derrota definitiva, casi podía ver la prepotente sonrisa de Akrul. Más lágrimas humedecieron su pico, si tan solo hubiese sido más cuidadoso, si hubiese…
De pronto alzó la cabeza con esperanza. El pulgar se deslizó hacia la afilada punta que derramó unas gotas de sangre. Quizás no era necesario morir. Quizás… En su cabeza empezó a repasar las runas intentando concretar esa salida. El conjuro de transferencia era irreversible, pero… si… La magia rúnica que había comprendido le otorgaba habilidades que antes no tenía y quizás… Sus ojos eran inservibles y peligrosos ojos…. Pero…
Se inclinó sobre el suelo de madera y la daga empezó a labrar trazos que después palpaba con la mano. En cada nuevo trazo sintió el desdén y el enfado creciente de Akrul. El odio le afirmó, y le devolvió las fuerzas que la derrota le había arrebatado. Esta vez el progreso fue más lento, agónicamente lento. La salida que veía requería un gran sacrificio pero si lograba completar la runa de forma adecuada quizás no tuviese que sacrificarse a sí mismo. Inexorablemente el suelo se llenó de intrincadas runas de robustas aristas. Pero finalmente completó la que estaba diseñando.
Su entorno se le apareció con imágenes mortecinas y apagadas. Había recuperado la visión, al menos en parte. Gracias al poder que había obtenido del Lich en su trampa mortal había adquirido el conocimiento de obtener esa especial pero reducida visión. Solo quedaba el último paso. El más doloroso, el sacrificio.
Con una mezcla agridulce de derrota por perder sus ojos y de victoria por escaparse de las despiadadas garras de Akrul TocToc suspiró. Esto iba a doler, pero había sufrido en manos de Akrul torturas peores, aunque nunca tan definitivas ni inhabilitantes. Conjuró unas larvas que se introdujo en la boca antes de automutilarse.
El dolor fue intenso y la sangre regó sus cuencas vacías y resbaló pico abajo por donde horas antes habían resbalado lágrimas. Casi como un acto reflejo tragó las larvas que frenaron el sangrado y salvaron su vida. Pero el dolor le arrojó a la inconsciencia.
La mañana siguiente le encontró tirado en el suelo, en un charco seco de su propia sangre. Lentamente y aun dolorido, acostumbrándose a su nueva visión se limpió como pudo la sangre seca y desgarró un trozo de sabana para vendarse las cuencas vacías de los ojos. Dejando las runas labradas en el suelo detrás, algunas con oscura sangre seca en las hendiduras salió al encuentro de sus compañeros de bandada.
Ante las preguntas de los compañeros TocToc explicó someramente sus problemas. – He perdido los ojos, pero no la visión, que aún tengo aunque reducida, puedo percibir de cerca, aunque de lejos todo me es oscuro e imperceptible.
Ahora TocToc va con un trozo de sabana a modo de venda tapando las cuencas vacías donde deberían estar sus ojos. Esta ciego pero puede ver hasta 120 pies incluso en la oscuridad.
Zevatur, Rolthos
Sobre el lomo de aquel caballo que les dirigía directamente hacia su nueva misión, Adriana cerró los ojos y dejó que la brisa húmeda azotara su rostro y su cabello rojo fuego ondeara libre, mezclándose con el salitre del ambiente y la fina lluvia que creaba perfectos tirabuzones en su melena.
Las pesadillas de la noche anterior habían vuelto a perturbar la calma y el sosiego conseguidos días atrás y una extraña sensación de desazón volvía a empañar su habitual ánimo optimista. Aquellas visiones la atormentaban de nuevo y cada vez las percibía más reales y angustiosas. De hecho, la de aquella noche había sido, de algún modo, diferente.
Después de experimentar todo aquel horror y pánico, podía sentir, si fijaba mucho la mirada, cómo en su cerebro burbujeaban sus ideas, dotándose de una energía casi palpable, de un calor que se concentraba en sus sienes, como si sus pensamientos cobraran una fuerza desconocida hasta entonces y fueran capaces de atravesar la mente de los demás. No se había atrevido a probarlo aún y fue entonces cuando recordó, con gran tristeza, las palabras del difunto Wellmar, aconsejándola aprovechar las ventajas que la maldición le otorgaba. El miedo a perder el control y dejarse llevar por la oscuridad provocaban un rechazo absoluto a esa idea, pero empezaba a convencerse de que no tenía muchas más opciones.
Las sombras y líneas difuminadas que advertía en el horizonte poco a poco se fueron tornando en figuras definidas y reconocibles para la alta elfa; un barco anclado en la orilla, hombres diseminados por la cala y una gruta justo detrás en la que imaginaba estarían sus compañeros.
Antes de que el animal parara por completo su marcha, Adriana ya estaba deslizándose hasta el suelo como solo una buena amazona experimentada podría hacer. Limpiándose las lágrimas del rostro provocadas por el viento frío que había castigado sus ojos azules, apretó el paso con dificultad mientras caminaba por la fina arena que hundía parcialmente sus botas, hasta adentrarse en la gruta. Las voces fueron llegando a sus oídos, primero como ecos lejanos ininteligibles y después con los matices propios de cada uno de sus compañeros. Esbozó una leve sonrisa al reconocerles por fin en el interior y corrió hacia la comitiva, abalanzándose sobre el sacerdote y dándole un fuerte abrazo. Su voz denotaba una sincera alegría al reencontrarse con ellos y unas marcadas ojeras ensombrecían su mirada, dando a entender que no había descansado bien.
- Godric, querido, ¡qué alegría verte! - dijo separándose y mirándole de arriba abajo, sin soltarle de los brazos, dirigiéndose también al resto del grupo - qué alegría veros a todos por fin y comprobar que estáis bien, y… ¿por qué vais vestidos así? - se acercó a cada uno de ellos, ofreciéndoles un delicado abrazo, no tan efusivo como el de Godric, y sin importarle si los destinatarios querían recibirlo o no. Al llegar al kenku, su gesto se tornó en preocupación - Tok-tok, ¿estás bien? ¿necesitas curación? ¿qué te ha pasado en los ojos? -
Después de los primeros saludos, la hechicera miró a su alrededor, reconociendo el territorio y haciéndose una composición de lugar y, sobre todo, observando a los soldados que se encontraban cerca de ellos. Con sorpresa reconoció a Adso, que permanecía algo apartado del grupo, y no pudo evitar mirarle fijamente durante unos instantes. No esperaba que el joven participara en la misión, pero tenerle allí le permitiría hablar con él sobre sus visiones en el templo. Le hizo una pequeña reverencia a modo de saludo y se giró para tomar a Godric de un brazo y susurrarle
- Debemos informaros de importantes novedades. Necesitamos encontrar un sitio alejado de oídos indiscretos - comentó al grupo - ¿Cuánto tiempo tenemos hasta el asalto? Aprovechemos el que nos quede para ponernos al día -
Unos sonidos leve y estridentes que los presentes pudieron detectar, surgieron de los bolsillos de la capa de la alta elfa. Todos los que miraran hacia esa dirección, pudieron observar como algo se removía entre la tela para, segundos más tarde, divisar dos pequeñas cabezas de rata, con evidentes síntomas de alguna enfermedad que les provocaba pústulas y heridas, que sobresalían al exterior y observaban su alrededor con ojos curiosos.
- ¡Uy, casi me olvido de vosotras! - exclamó Adriana divertida - ellas son Betty y Llagas. Es curioso cómo en una celda se forjan amistades tan variopintas. No podía dejarlas allí, pobrecitas. Pero son muy listas y… ese es otro de los temas de los que tenemos que hablar - miró a su alrededor, comenzando a caminar en busca de un lugar fuera del alcance de cualquier otro que no fueran sus compañeros.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung espero a que la efusiva Adriana acabase para desmontar de su caballo y saludar a los presentes, su cara reflejaba una mezcla de curiosidad y compasión cuando vio el lacerado rostro de Toc-Toc y espero a que el kenku contestará a Adriana. Hizo una pequeña reverencia a modo de saludo hacia Godric y Khalion, pero mantubo una mirada dura y desafiante al cruzarse con Leobald.
Cuando Adriana mostró a sus nuevas acompañantes se le acerco y le dijo al oído:- Ten presente que seguramente informen a su señor de todo lo que vean y oigan, simplemente tenlo en cuenta.
Tras lo cual se dirigió a los baúles y recordando a los marinos del pueblo y a los visitantes en el círculo y saco lo que a su parecer debería de ser un atuendo claramente marinero. Sin ningún resquicio de pudor se cambio delante de todos y al ver sus compañeros con armaduras dijo:- No se si es muy común que los piratas y marineros vayan con armadura, no las veo muy útiles en caso de caer al agua, pero tampoco es que sea un experto en estos temas-.
Una vez sus compañeros se hubiesen pertrechado dijo:- ¿Cómo procedemos una vez que hayamos subido al barco, buscamos la mago para tratar de acabar con él, vamos a por el capitán, abrimos una vía de agua?
[Tras visitar al capitán]
Una vez presentado el informe el aasimar se despidió de todos. Asuntos pendientes con una dama le ocuparon algo de mañana antes de terminar en la posada de Kreb. La misma esencia de los dioses que llevaba dentro nunca estuvo preparada para su mas terrorífico enemigo, el alcohol. Un solo trago le doblegó abriendo camino a todos sus fantasmas. Los acontecimientos recientes no abandonaban su cabeza; la desigual contienda con el gigante arbóreo había mellado la autoconfianza del cazarrecompensas. Dolorido, mas por dentro que por fuera, y ya recuperado de la fortuita sangría del pantano hizo algo que buscaba mas veces de las que quería reconocer, buscar pelea y la red vacía parecía el sitio indicado.
En su mente repetía con dureza los últimos combates donde no había estado a la altura. repasaba con obsesión sus movimientos, sus fintas y sus malas defensas. Recordaba incluso cuando de niño quedó en el filo entre vida y muerte por el sadismo de los banderizos de Cormyr. Igual que entonces, ayduado de sus dotes regeneradoras, busco gresca allí y acá, aprendiendo una nueva posición de manos, un juego de piernas aunque el precio fueran huesos rotos, ojos morados o costillas quebradas.
Poco tardó en encontrar lo que buscaba. Unas monedas en una taberna de baja estofa siempre abren los grupos de lucha. Al que no le gusta pelear por dinero le gusta apostarlo cuando otros pelean, y aquella mañana, tenían la mitad de lo necesario. Poco tardó en encontrar el primer rival, a manos desnudas y una aún mas borracho al que podría haber mandado a dormir con premura, pero no estaba allí para ganar sencillo sino para que doliera. Repetía el baile con los bugbears y sus jabalís, una y otra vez, manos abajo, indefenso y a merced del rival buscaba el golpe perfecto: entrar, pegar, salir.. con resultado dispar: ceja abierta, nariz rota, pómulo hundido, para desgracia del aasmiar, siempre los propios. Sin embargo, aquel dolor jamás alcanzaba el que sufría dentro, imperfecto, débil, vulnerable.
Todo quedó enmarañado en la neblina de aquel único trago de alcohol y la adrenalina. Cuando llegó a la posada molido a palos, apenas en pie y desfigurado por los repetidos desafíos pero con una gran sonrisa dibujada en su cara, satisfecho.
Tras las primeras luces del alba, cuando TocToc pudo observar a sus compañeros con calma observó sutiles pero inconfundibles cambios. Leobald desprendía una calma y firmeza que parecían haberle abandonado el día anterior. Khalion también parecía más seguro de sí mismo, con una elegancia felina al andar y moverse. Su impresión se reafirmó al ver a Godric y más tarde también cuando vio a Mablung y Adriana. Todos parecían más competentes, un gran cambio respecto a los desechos humanoides de los primeros días de condena. Él había perdido la vista y posiblemente era más débil que antes, pero sus compañeros rezumaban competencia y seguridad. Quizás sobrevivirían al absurdo asalto al barco. A pesar del dolor que aún latía en las cuencas vacías de sus ojos, sonrió con una mezcla de esperanza y tristeza.
Mientras eperaban en la fría brisa marítima TocToc observó la orilla del mar y alzando la mirada una terrible congoja se apodero de él. El horizonte le era invisible. Las nubes, el sol… No había podido ver el amanecer, y nunca más podría disfrutar de sus espectaculares y brillantes tonalidades rojas. Si hubiese tenido ojos las lágrimas se hubiesen derramado sin remedio.
Cuando oyó a sus compañeros decir que se acercaban Mablung y Adriana se quitó un peso de los hombros, no los habían ejecutado y estaban libres de momento, al fin una buena noticia. Miró a su alrededor, desorientado sin acostumbrarse a no ver en la lejanía hasta que escucho sus voces y pudo verlos al fin. Abrazó a Adriana con calidez prolongando el abrazo unos instantes más después de que ella pareciera querer finalizarlo.
- Bien venidos al grupo, Llagas y Betty. - Saludo a las pequenas criaturas.
- Akrul – Dijo abiertamente sin preocuparse ya de su identidad o de ocultar ya su historia. - Él se apoderó de mi visión y la única forma de negarle el uso de mis ojos fue deshacerme de ellos. - Dijo con palabras que dejaban poco espacio para más preguntas. - Se que es un gran sacrificio, pero aún puedo ver mi entorno. No seré una carga para la misión o vuestro futuro. - Intentando cambiar de asunto a algo más alegre preguntó ¿Habéis sido exonerados de la muerte de Wellmar o aún os acusan de ello? – Dijo mirando de reojo a Adso.
Alzó la cabeza de pronto, alegre, al escuchar el plan de la misión. ¿Nadie seguía con vida y estaba ayudando en la misión? ¿Significaría que había sido perdonado? Su corazón se ablando un poco y a pesar de su traicionera y voluble actitud así lo deseo. Suspiró, había habido demasiadas muertes los últimos días. En ese momento se dio cuenta de que Nadie se había hecho un pequeño hueco en su corazón.
- ¿Significa que Nadie ha sido perdonado? – Pregunto al sargento.
Durante los preparativos TocToc conjuró unos gusanillos y junto con varios objetos los repartió entre los presentes. - Tenemos que hablar de muchas cosas pero más adelante – Dijo a modo de explicación Repartió unas pequeñas cuentas iridiscentes quedándose una él mismo. - Esto son Bead of Force. Al arrojarla estallan en un escudo de fuerza que dana, atrapa y expulsa. Y esta es una Potion of Frost Giant Strength para Leobald. - Tambien encontre dinero y otros productos valiosos que repartire cuandosalgamos de esta mision.
Bead of Force
Mablung 1
Godric 1
Adriana 1
Khaliion 1
TocToc 1
Goodberry (gusanos y escarabajos: 4 bayas 4 )
Mablung: 2 Escarabajos
Godric: Baya
Adriana: Baya; Llagas y betty: 2 larvas
Khaliion: Baya
TocToc: 2 Gusanos
Leobald Baya
Zevatur, Rolthos
- La verdad es que no sabría muy bien cómo definir nuestra situación actual...hasta donde yo sé no hemos sido redimidos de nada y si sobrevivimos al asalto del barco, no sé si nos volverá a aguardar las comidas celdas de la prisión- contesto el druida mientras aceptaba el pequeño orbe de manos del kenku.
El hombre cuervo asintió - Entiendo. - Después de repartir el resto de bayas y pequeños orbes se dirigió al druida. - Al seguir al ser de gusanos, al que se refieren como el Heraldo, averiguamos que Golfrin está aliado con su facción. También que no habiendo logrado corromperte tiene como misión asesinarte. Debemos estar atentos. - Dijo en voz alta, tambien para Adso ya que deseaba que viese que la bandada estaba de su parte.
Zevatur, Rolthos
Tras el agotador día en el pantano y la redacción del informe, de la cual Godric se ausentó unos minutos mientras terminaba de limpiar la cocina y sacaba la basura, el joven sacerdote cayó rápidamente agotado en su cama. Al día siguiente apenas se despertó a tiempo para poder atender sus rezos y rituales al amanecer, pero luego volvió a caer dormido un par de horas, haciendo que se perdiera la visita a Elliander. Al despertar definitivamente, Godric pasó el resto de la mañana cocinando y terminando de recoger la sala común de la apresurada cena del día anterior, así como del barro que habían dejado casi por todas partes.
Mientras trabajaba repasaba los acontecimientos de los últimos días, en especial del día anterior. Se había sentido bastante impotente en la lucha contra aquel extraño ser del pantano. Siempre se había considerado un conservador de la vida, al menos hasta aquel aciago día en el sótano con la Condesa. Al recordar aquello paró un momento sus actividades y buscó algo de agua para refrescarse. Aún le dolía recordarlo, y aún había demasiadas incógnitas en su cabeza. Debía admitir que no recordaba cómo se había hecho con la daga ceremonial de la mano de la condesa, tan sólo recordaba pequeños fragmentos de aquel forcejeo y aquella lucha. Pero siempre se estremecía al recordar el calor de la sangre de la mujer en sus manos. Se estremeció y se obligó a seguir el hilo de sus propios pensamientos. Si, había sido fácil para él, incluso en la campaña contra la Horda, mantenerse en un segundo plano en la mayoría de las luchas y dedicarse a atender a los heridos, pero no podía permitirse el mismo lujo en estas circunstancias. Ya desde que salieran de Ghostfinger se había visto obligado a tomar un papel más activo en las luchas en las que se veían envueltos, sin mencionar la escaramuza contra los contrabandistas. Eran demasiado pocos y además la mayoría se preocupaba sólo de sí misma o de destruir a lo que fuera que tuvieran por delante sin preocuparse de proteger el flanco del sanador. Debía tomar un papel más activo, por tanto. Pediría a Lathander ayuda y guía en ese sentido.
Poco antes de la hora de la comida, un hacendoso Godric llevó dos paquetes cuidadosamente envueltos para que se los entregaran a Adriana y Mablung con parte de la comida que había hecho para aquel día. Una sopa de pescado y unas bolas con la carne del guiso que había sobrado el día anterior, envueltas en bechamel y fritas en una sartén con pan y mantequilla. Dejó a los soldados la marmita con el resto del guiso, en parte para intentar aliviar su guardia bajo la incesante lluvia de Saltmarsh y en parte para asegurarse que les entregarían la comida a sus amigos.
Después, con parte de las monedas que Toc-toc había encontrado en la cueva, y que le había pedido prestadas al kenku la noche antes de retirarse, repuso los materiales que necesitaba en su fiel zurrón para poder atender las heridas a sus compañeros. Por ultimo, y ya cuando caía la tarde, fue al círculo druídico para ver si podía recuperar las armas, en caso de que Mablung las hubiera dejado allí, y los enseres del druida para poder dárselos al día siguiente. De vuelta en la posada, y tras recuperar la marmita del guiso ahora vacía, fue al cuarto de Adriana y preparó una bolsa con sus enseres. Se preocupó de buscar y añadir el cepillo de pelo que la había visto utilizar.
Dejó comida en la puerta para Toc-Toc, que había pedido no ser molestado y atendió las heridas de un vapuleado Khalion cuando volvió de donde fuera que había ido para recibir alguna que otra paliza. Godric apenas se sorprendió y no insistió mucho en sus preguntas, limitándose a sanar al aasimar.
Al día siguiente el amanecer llegó a un ya despierto Godric, el cual solicitó a Lathander ayuda, no sólo para proteger y curar a sus hijos, si no poder para defenderlos y dañar a aquellos que osaran causarles daño. Y Lathander respondió otorgándole hechizos más destructivos. Godric, acostumbrado a la presencia de la muerte, fue bendecido con la habilidad de permitir ver a sus enemigos lo que les esperaba al otro lado, aquello que sufrirían cuando cruzaran el último umbral les era revelado, iluminado por la divina luz de Lathander, aunque fuera brevemente. Este conocimiento sería suficiente para hacer enloquecer o dañar de manera definitiva la psique de cualquiera. Godric no se sintió mal por aquel nuevo poder, si no que le parecía justo que los pecadores conocieran su destino, y pagaran por sus crímenes. Una parte de él quiso gritarle que aquello no estaba bien, pero el monje no le hizo caso.
Recibió al resto cuando bajaron con un desayuno a base de pasteles de frutos secos, guardó unos pocos para dárselos a Adriana y Mablung después, y dio a cada uno de sus compañeros un filete de cerdo empanado con plátano y miel, así como unas naranjas. Les vendría bien para recuperar fuerzas tras el asalto al barco. Godric no llevaba su armadura, pero sí su escudo, su maza y su fiel zurrón, así como el símbolo sagrado de Lathander.
Pese a las quejas de Toc-Toc, Godric insistió en limpiar y vendar correctamente las heridas de sus ojos. El horror se reflejaba en el rostro del sacerdote mientras atendía en silencio las ahora vacías cuencas del hombre cuervo.
Cuando llegaron a la cala y por fin vieron a sus amigos, Godric dejó escapar un suspiro al ver a Adriana sana y salva. Sorprendido por su abrazo respondió a su abrazo con cariño y cuando ella se separó para saludar al resto el resto del olor de su perfume se quedó con el humano. Aunque tenía que reconocer que se notaba que había pasado las dos últimas noches en una celda, seguía oliendo maravillosamente bien. Saludó a Mablung ofreciéndole la mano y les preguntó si habían recibido la comida que les llevó el día anterior. Después les entregó un pequeño paquete con un filete y algo de fruta, como al resto.
Las noticias de que Nadie seguía con vida le reconfortaron y agradeció a Lathander aquel rayo de esperanza que les había arrojado.
Cuando Adriana le susurró que debían compartir noticias y ponerse al día Godric asintió y se separaron un poco del resto. No pudo evitar sorprenderse y sentirse preocupado por el echo de que Adriana llevase a dos ratas enfermas con ella. Eso explicaba, en parte, el extraño deje que había percibido en su olor al abrazarse.
- Adriana, esos animales están enfermos - dijo con delicadeza - quizá pueda preparar un emplasto para su piel pero... no sé si es muy buena idea que vengan con nosotros. Además, el viaje puede ser peligroso para ellas, si cayeran al agua... ¿Quizá sea buena idea dejarlas aquí y recogerlas a nuestra vuelta? - sugirió.
Cuando Toc-Toc, por fin, dio una explicación sobre lo que le había pasado el joven humano apretó los puños y rogó a Lathander que le otorgara el poder para hacer que su amigo recuperara la vista, pero también para poder eliminiar de la faz de Faerûn a aquel ser impío que parecía dispuesto a hacer la vida del kenku un infierno.
- Yo no llevo mi armadura precisamente por eso - asintió a Mablung - aunque no sé si esto - dijo poníendose una bandana en la cabeza y una larga cinta alrededor de la cintura - me da aspecto de marinero.
La comida de Godric tiene los siguientes efectos:
- Si tras un short rest gastáis HD para recuperar vida, recuperáis 1d8 más.
PbP Character: A few ;)
Gratamente sorprendida por el abrazo de Toktok, Adriana lo alargó todo lo que el kenku parecía necesitar, transmitiéndole ternura y calidez. Tras escuchar el relato de la pérdida de sus ojos, en la mirada de la elfa se reflejó cierta admiración hacia su compañero
- Eres realmente valiente Toktok. No solo asumiste una responsabilidad que no te correspondía siendo condenado a muerte, si no que ahora sacrificas tu visión por un bien mayor. Es admirable. Por mi parte, intentaré hacer lo que esté en mi mano para ayudarte con tu nueva condición -
Adriana se frotó las manos nerviosa, lamentando la falta de tiempo para comentar las novedades con sus compañeros. Cuando Godric comenzó a caminar junto a ella, la elfa miró a su alrededor observando a los hombres allí reunidos.
- Lamentablemente no tenemos tiempo ahora y son cuestiones que todo el grupo ha de conocer. Esperemos a un momento más propicio. Si me disculpas… - le dijo acariciando su brazo - debo hacer algo antes de partir.
Abandonando la compañía del sacerdote, se dirigió directamente hacia Adso, sin desviar la mirada de su figura. No sabía cómo el joven reaccionaria ante su presencia y sus palabras, y en los segundos que duró su acercamiento, intentó leer en sus gestos o movimientos alguna pista. Cuando estuvo a su altura, le cogió delicadamente de las manos, esperando que no la rechazara
- Adso, quiero expresarte mi más sincero pésame por la pérdida de tu maestro. Ha debido ser un durísimo golpe para sus acólitos. No puedo evitar sentir cierta responsabilidad por haber sido el canal por el que aquel ser le arrebató la vida de una forma tan cruel e inmisericorde. Ten por seguro que si yo hubiese tenido cualquier resquicio de sospecha de que algo así pudiera suceder, no le hubiera permitido realizar el ritual -
La hechicera meditó unos segundos sobre las palabras de Mablung. Estaba tan entusiasmada por la compañía de los pequeños roedores que no se había parado a pensar que quizá estaba exponiendo al grupo a un peligro potencial. Tras la sugerencia de Godric sobre las ratas, Adriana asintió al sacerdote, sacando a sus nuevas amigas de los bolsillos y dirigiéndoles unas palabras:
- El mar es peligroso para vosotras, debéis quedaros aquí y esperar nuestro regreso, así estaréis a salvo - las depositó en la arena y acto seguido, se dirigió hacia el baúl de las ropas para encontrar algo apropiado que ponerse para el asalto.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric siguió a Adriana para hablar con Adso. No creía que el muchacho fuera a hacer nada, pero no tenían tiempo de una escena, ni él lo iba a permitir.
PbP Character: A few ;)
Al desvestirse de los ropajes de Sanbalet tuvo que vaciar varios de sus bolsillos traspasando numerosas gemas, monedas, pociones, y componentes de los conjuros. Al fin eligió varios ropajes grises que disponían de varios bolsillos en donde almacenar todos sus tesoros. En encima se puso la armadura, las armas y la cuerda de su mochila.
- Os agradecería que me guardaseis este equipo, que no necesitaré en este asalto. - Dijo dejando su mochila y el lujoso vestido con retazos de seda verde de Sanbalet cerca del baúl.
Después, hablando del plan les enseñó la cuerda a sus compañeros.
- Yo puedo hacer subir la cuerda, manipulándola con magia hasta 30 pies y atarla arriba. Después podemos subir por ella. También podríamos subir por el ancla, pero si es metálica puede hacer más ruido.
Zevatur, Rolthos