Artorius comenzó a guiar a los agentes, que habían al parecer accedido a ayudarles contra el "Innombrable", a través de la planta principal hacía el prístino y blanco altar tallado en piedra marmórea. Mientras continuaba contestando los requerimientos de sus héroes y salvadores como buenamente podía y sabía... mientras, la comitiva era cerrada por los otros tres desconocidos hermanos de similares características que el prelado, terminando de formar la improvisada Santa Compaña.
- Caballero, esos nombres son antiguos, y si, se refieren a cultos de Lathander que seguían a Amanautor cuando... éste tomó su lugar. Un Dios más ... pragmático y ardiente que nuestro Señor de la Mañana, sin duda, pero extremadamente efectivo sin discusión alguna. Todos esos cultos se extinguieron hace siglos, ... y buena parte del tiempo fueron considerados apóstatas tras el regreso del Gran "Amanecer". Me estás revelando información que quizás yo no debería saber... Vaalastroth podría aprovechar cualquier ápice de conocimiento para encontrar y destruir al resto de "soñadores", que quizás no tengan tanta suerte como nosotros para portar ayuda externa.
Ante la pálida ara de piedra, el prelado alzó su mirada al cielo en una silenciosa plegaria, y se dispuso a manipular algún resorte o dispositivo en la base de esta. Con un quejumbroso chirrido de roca sobre losa, el altar se deslizó sobre sí mismo, dejando en su lugar unas escaleras que se hundían en la oscuridad por debajo del templo, conduciendo a cámaras secretas desconocidas... tras esto el monje dirigió la comitiva, precedido por la esfera dorada, que aumentó su luminiscencia hasta radiar como si fuera un pequeño Sol alado.
- Siento el cliché, yo no diseñe la arquitectura de este sagrado lugar... En cuanto a los gemelos que mencionas, estoy convencido de que están relacionados con él de algún modo, se han ido gestando esas anomalías desde que tenemos memoria en la región, como si de algún modo, fueran una pieza importante para el gran plan, pero como indico, desconozco los detalles, ni siquiera sé si forman parte del rito de sello, o necesarios justamente para lo opuesto...
Dirigiéndose sin desvíos por el nuevo túnel construido con gran maestría por expertos canteros, éste se hundía cada vez más en espiral, siempre manteniéndose debajo de la isla bendecida por el Dios de la Mañana... sin alejarse en ninguna dirección en particular de su eje de descenso. Esta vez, el líder de los hermanos-monje, se dirigió al druida, puesto que sus preguntas parecían especialmente relevantes para el inminente futuro que les esperaba.
- El ritual que conjuraremos sobre vosotros, os dejara en letargo, vuestro cuerpo físico se mantendrá aquí, protegido por la guardiana del "durmiente", una vez en el otro lado... se generará un eco vuestro en el mundo onírico, normalmente se parecerá a vosotros, aunque a veces surgen algún detalle que se desvía, dependiendo de la voluntad de los sometidos al hechizo, o de si portan algún objeto de poder que pueda influenciar, o del poder del durmiente que ha generado el plano de sueño... Como al parecer el nuestro ha comenzado a perder el control... no puedo aseguraros que cambios puede haber al otro lado. Una vez allí vuestras armas y conjuros sufrirán la misma suerte, serán ecos de lo que portáis aquí, con la misma efectividad... en teoría claro... No sabemos nada de las pesadillas u horrores que podáis encontraros allí, pero son lo suficientemente poderosas como para desestabilizar al "Soñador" y eso es algo a tener en cuenta... puesto que él era... un miembro muy poderoso de nuestra orden... En cualquier caso, como entraréis en letargo como parte del hechizo, eso os servirá como un breve descanso para vuestros agotados cuerpos y mentes.
Un ligero temblor sacudió el cuerpoal borde del colapso de Artorius, que quizás fuera causado por mencionar a su ulterior líder, o quizás porque el destino de su camino se encontraba ya delante suya. Un gran portón doble hecho de piedra negra impedía el progreso más allá. El corredor acababa en pendiente contra dos pesadas hojas talladas con iconografía religiosa, una batalla angelical contra un ente tentacular que surgía del mar, sólo su cabeza y un brazo emergían de las tumultuosas olas, así que su tamaño era difícil de precisar, pero en comparación con los diminutos seres celestiales que le combatían, debía ser del tamaño de una torre de una docena de pisos al menos, quizás tres veces en altura que el mismo faro de Ghostfinger.
Extendiendo su mano, que portaba el medallón sagrado de Lathander, el prelado tocó la puerta con extremo cuidado, y ésta, comenzó a ceder abriéndose hacia dentro, dando lugar a una espaciosa cámara hexagonal, también elaborada en la misma roca negra. El lugar era sencillo, un camastro alzado y labrado en la misma piedra madre, sostenía el cuerpo sumido en un estupor eterno de un ser arrugado y momificado, muy parecido a los hermanos de la orden que acompañaban a los agentes, sólo que su estado estaba mucho más decrépito y ajado, Si aún portaba vida, debería ser efímera, imperceptible, un leve suspiro en un océano de oscuridad. En contraste con su avejentado cuerpo, el humano, estaba embutido en una armadura de tintes dorados perfectamente pulida, igual a las que se alojaban en las hornacinas de la planta principal del templo, pero con grabados más elaborados y exquisitos. Una gran espada descansaba sobre su pecho, con el acero imbuido recorriendo su cuerpo hasta los pies.
La escena terminaba conla presencia de una figura de corte femenino con hermosas alas extendidas, reposaba levitando a su lado portando una argéntea armadura completa, ribeteada con telas de color carmesí. Una runa ígnea lucía sobre su frente, recogiendo un vaporoso cabello cobrizo que parecía flotar ingrávido. Su rostro parecía mezclar seriedad, introspección e ira... y sus ojos encendidos como ascuas radiantes, se posaron sobre los recién llegados juiciosos, rozando la irreverencia.
Gospiel - Ángel Forjado en la Batalla, la Furia de Amanautor.
- Has obrado bien Artorius, ¡Presenciad a Gospiel!, la protectora de Lord Belestrus, alto Mitrado de nuestro Señor. Vuestra ayuda es bienvenida, que vuestra fe, sea la brea que selle la inquebrantable voluntad de nuestro mártir. Que con vuestros actos, el equilibrio vuelva de nuevo al Sueño, y la cárcel quede reparada una vez más, bajo las lacerantes llamas del Dios Radiante.
Nock cambió el foco de sus pensamientos, dejando de lado la reflexión sobre Godric y su posible posesión. Se preguntaba si Godric sería consciente de lo que estaba sucediendo una vez que saliera del trance, o si incluso confiaría esos detalles a Ostor. Decidió dejar esos pensamientos a un lado, ya que, aunque inicialmente había contemplado el templo con ojos de admiración, fascinado por sus arcos intrincadamente tallados y las vidrieras que capturaban la luz desafiando la opacidad del pantano, su admiración pronto se desvió hacia los monjes. “¿Cómo mantienen esta estructura en medio del pantano? ¿Cómo sobreviven a sus peligros, aislados? ¿Cómo mantienen su fe y permanecen inquebrantables, incorruptos en su sacrificio y misión?”, reflexionaba en circunspecto silencio.
En la apoteca, se detuvo a admirar los escritos antiguos, sus páginas amarillentas y el brillo en los ojos de Godric y Ariana, maravillados también por la riqueza que allí se atesoraba. Pero de repente, pareció caer en una idea y comentó brevemente con una voz imitada con palabras de Chak y del propio magistrado.
- Veo que tienen una apoteca extraordinaria, repleta de remedios y sabiduría escrita... ¿quizás podría pedirles un remedio para un terrible envenenamiento? Sería bueno poder consultar estos escritos para ayudar a un seguidor del Señor de la Mañana en problemas - Dijo refiriéndose al magistrado. - Creemos que está expuesto a una exposición continua y permanente a la Muerte Carmesí. Ha estado durante mucho tiempo.
Después, se dirigió a Llondyl, repitiendo con tono serio: - Bastianes no nos envió solo para atender el problema de los hombres lagarto, también para encontrar lo que pasó a vuestro grupo - Dirigiéndose a los demás, agregó - No solo deberíamos averiguar qué pretenden hacer, sino que deberíamos intentar impedirlo, dialogando con ellos y, en su defecto, averiguar qué planes concretos tienen, que van a atacar ya lo sabemos.
En las reflexiones acerca de sus siguientes pasos, asintió al unísono con los demás cuando el grupo aceptó ayudar a los clérigos. "Al fin, parece que hay bastante unanimidad en los propósitos e intenciones del grupo", pensó. Su admiración por los monjes y el templo creció al ver al alado ángel guardián, una figura majestuosa y serena que parecía vigilar todo el recinto.
- Honorable Gospiel - Dijo Nock, haciendo una reverencia profunda ante el ángel alado que sus compañeros no habían presenciado antes. - Es un honor ayudar en tan noble encomienda - Expresó, su voz resonando con un tono de adoracion que habia escuchado antes en algunos de los seguidores aun vivos de Akrul.
Mablung no pudo ocultar su sorpresa al ver al angel que custodiaba al durmiente y su mirada quedo prendada en la runa flamigera que ardía en la frente del angel, puede que el se sintiese una encarnación dela furia de la naturaleza, pero el angel encarna la furia de un dios y eso al druida le gusta.
Apartando la mirada del angel se volvio hacia Artorius mientras sacaba el colgante que llevaba oculto y se lo mostraba primera al clérigo y luego al angel:- Porto conmigo una reliquia que nos ha sido de utilidad en la lucha contra Vaalastroth, fue capaz de revertir el estado de corrupción de uno de los druidas, pero no se hasta que punto es seguro llevarla en esta misión, vamos a internarnos en un mundo que desconocemos y que puede que ya se halle bajo una fuerte influencia por parte de Vaalastroth. Seguramente nos sea de ayuda, pero si cae en sus manos...
Adriana admiró la magnificencia de aquella figura alada y flamígera que velaba el cuerpo del durmiente. Al igual que Nock, se presentó con una pequeña reverencia de respeto. Sus palabras le infundieron valor y esperanza para afrontar los peligros desconocidos que les esperaban en el mundo de los sueños y calmó de alguna forma la inquietud que sentía en su interior. ¿Qué cambios produciría en ellos? ¿Su magia volvería a refulgir con su luz ahora que la maldición parecía haberse escondido? ¿O sus efectos pútridos se volverían más intensos al adentrarse en el mundo onírico? No había manera de descubrirlo sin experimentarlo, pero al menos estaba prevenida para esperar cualquier cosa.
El caballero recorrió los túneles en silencio. Cavilaba sobre los oscuros asuntos que parecían rebelarse tímidamente a su alrededor. Aun atisbando el horror como si este fuese un espejismo en el desierto, apenas esbozado, era sin duda ominoso y abrumador. Empezaban a ver como algunos puntos de su azarosa andadura desde Ghosfinger se unían y el nexo común parecía ser ese ser aberrante de otro mundo, una afrenta a los dioses de Faerun.
La visión del ángel guardián y el Durmiente reconfortaron su alma. Era la confirmación de que no estaban solos en aquella enorme gesta que suponía la paz en la región. O al menos no la muerte y la violencia sobre los inocentes de aquella parte de Cormyr. La existencia real de aquella amenaza cósmica empezaba a resonar en su cabeza como una explicación al heterodoxo plan divino que les había juntado en el faro prisión, siendo todos los agentes tan diferentes. Con respeto, saludo a la guardiana, asintiendo severamente. Observó al mártir en su cárcel de piedra y no pudo sino compadecerse del prelado y alabar su enorme sacrificio.
—No hay tiempo que perder. Adelante —se puso en manos de Artorius, no veía que les quedara otro camino.
Deberían confiar en los monjes. La amenaza era muy real y no podían prescindir de nadie en lo que estaba por venir en ese mundo onírico.
Cuando Mablung sacó el artefacto sus ojos se desviaron hacia él.
Mientras en Artorius dejaba espacio para que los agentes se pusieran al día con Llondyl, dedicó unos minutos para conversar con el curioso Kenku acerca de los preparados y medicamentos naturales que allí se preparaban o pudieran tener almacenados.
- No poseemos tal remedio aquí, nuestros recursos son muy limitados, sólo productos y materias del pantano y de nuestro huerto, la toxina generada y conocida como "Muerte Carmesí" requiere, si no me equivoco, de materiales bastante exótico provenientes la mayoría de las selvas al sur, en Chult, al igual que su antídoto. Aunque si poseemos documentos acerca de como preparar tal solución sanadora, eres libre de echar un ojo o hacer una copia si lo requieres, es lo menos que podemos hacer por vosotros.
El prelado señaló a un montón de libros y anotaciones justamente en unos escritorios que hacían esquina con la cámara, indicando a Nock dónde encontrar lo que buscaba. Mientras, el kenku no había perdido el tiempo, y ya estaba entablando conversación con el miliciano perdido. Este le contestó entre alguna que otra tos seca, mostrando cierta debilidad al hablar, como si le costara mantener el aire en su cuerpo.
- ¿Impedirlo? ... su máquina de guerra ya está en marcha... no podéis combatir solos contra un ejercito armado y preparado para la guerra. Nos llevan días de ventaja, incluso semanas, como si lo tuvieran todo muy planeado. Sois unos necios si no sois capaces de adaptar e improvisar órdenes según os adentráis en la misión original. Se llama trabajo de campo... De algún modo siento, que su taimada reina ya ha ganado, y lo único que nos queda es prevenir a la ciudad para amortiguar el daño... si es que se llega a tiempo...
Otra cadena de toses graves, que rascaban con fuerza la garganta del brigada, perteneciente al cuerpo de exploración, impidieron que pudiera proseguir con su súplica.
Si Nock comienza a ojear los libros y manuscritos puede tirar una tirada de Perception pero con desventaja puesto que la prisa hace que se muevan casi de inmediato hacía el altar y el pasaje secreto.
[Flashforward a la Camara del Soñador]
- - El honor es nuestro valeroso hombre-ave, ... vuestra ayuda no puede venir en mejor momento,...
Al extraer Mablung su colgante-reliquia, el silencio se hizo en la sala. Artorius lo observó primero, pero negó con la cabeza, indicando que desconocía su procedencia o impacto en el ritual venidero, pero cuando Gospiel lo observó, fue capaz de emitir algunas palabras al respecto, con cierta calidez, pero transmitiendo firmeza al mismo tiempo.
- No soy capaz de reconocer tal abalorio, pero si soy capaz de sentir su inmenso poder, comparable al de los antiguos Mithales que dieron lugar a la ruptura del tejido mágico y la caída de Netheril y Mith Drannor. Es un poder inconmensurable, y como su portador, debes elegir su destino y calibrar sus riesgos. Sin duda podría ser de gran ayuda al otro lado, e incluso inclinar la balanza a nuestro favor... pero si cayera en manos del Innombrable, nuestra condena estaría prácticamente asegurada... Es una decisión difícil, ... pero si optas por no llevarla contigo, yo podría guardarla en tu ausencia, y protegerla mientras no interfiriera en mi primera directiva, proteger al durmiente y su cuerpo físico...
- Oh podría quedármela yo...- El anaranjado hobgoblin saltó casi de improviso dejando sorprendidos a todos, sus ojos, como rendijas, vigilaban al ángel que levitaba delante suya, con un gesto de desconfianza que rozaba la paranoia - No creo que sea conveniente dejar los cuerpos de mis compañeros en letargo e indefensos aquí sin alguien que los vigile... a parte de vuestra orden claro... y además, tenéis un hombre de armas bastante herido arriba, que ahora mismo está sólo y desatendido de sus heridas... Me quedaré aquí, sin participar en vuestro hechizo, comprobando que todo esté bien... y en orden.
Gospiel situó con delicadeza su mano izquierda sobre su pecho, donde debería estar su corazón, justamente tocando su inmaculada armadura celestial, mientras respondía al semihumano con cierta condescendencia a pesar de intentar modular su tono.
- Entre mis compañeros de batalla, eso podríamos llamarlo cobardía... pero yo prefiero denominarlo ... "prudencia", una gran virtud sin duda, si se sabe usar en su justa medida. La decisión está en vuestras manos, nosotros acataremos vuestro veredicto.
Si en algún momento, la intención era haber ofendido al orgulloso Nadie, éste no parecía afectado en absoluto, y simplemente contestó con un monosílabo.
- Vale.
- Vale.
Tras un gesto de calma, Gospiel escuchó la premura del caballero Leobald y asintió con la cabeza mostrando su acuerdo. Con su mano derecha cedió el turno de palabra a Artorius, que habló esta vez de nuevo a través del orbe radiante alado.
- Tumbaros alrededor del Soñador, en círculo, boca arriba, la proximidad es importante, puesto que es vital para que conectéis con su reino onírico. En cuanto comencemos a cantar, y entonar las palabras arcanas del hechizo, sentiréis un pesado sopor, no os resistáis, dejaros llevar, y descansad en su lírica. Despertaréis al otro lado descansados, y preparaos para cualquier cosa, en los sueños... nada es lo que parece... y todo suele seguir las reglas del mismo Soñador... sólo esperemos que éste no haya perdido demasiado el control.
Mablung medito un momento tras las palabras del Angel y Nadie y guardándose el amuleto de nuevo dijo:- En ese caso lo llevare conmigo-.
-¿Que pasara con nuestro compañeros en el mundo onírico? entiendo que ya no estarán bajo la salvaguarda del templo- dijo señalando a Godric y Adriana.
Tras lo cual se situó cerca del soñador y se tumbo boca arriba y cerro lo ojos a la espera de que el ritual comenzase. Sentía curiosidad por ese mundo onírico y el aspecto que tendrá en él.
Adriana asintió ante el gesto de Mablung de guardarse el colgante. Al final, no había mejor persona que su dueño para portarlo y asumirían las consecuencias fueran buenas o malas.
En silencio, se tumbó en el suelo tal y como Artorius les había pedido, boca arriba, depositando suavemente las manos en el regazo, lo más cercana posible al Soñador. Cerró los ojos aún cuando el hechizo no había comenzado. Intentó relajar todos los músculos de su cuerpo, centrándose en la serenidad interior que experimentaba en aquel lugar. Quizá fueran los últimos segundos de sosiego que podría disfrutar antes de adentrarse en el mundo de los sueños.
El primero en incorporarse fue Adriano el Empalador, Señor de los semi-ogros, un ser de casi dos metros y medio, que sacaba a todos los demás medio cuerpo. Su complexión era corpulenta, siendo grueso y peludo, con rastas de rosados colores que caían sobre sus hombros, mezclándose con su densa barba. A pesar de portar cierta realea en su vestimenta de ribeteados dorados, contrastando con su azulada piel, un leve pero palpable hedor a putrefacción parecía rodearle constantemente. Un bastón acabado en un incandescente rubí coronado con un cráneo humano, hacía juego con sus ojos del color de la sangre recién derramada. Su mascota, una diminuta bestia infernal de rasgos caprinos y cuatro cuernos, parecía comportarse como si la fusión de un par de ratas se tratara, oteando el ambiente y acicalándose unos inexistentes bigotes.
Lo más llamativo y, quizás, de ahí venía el doble sentido de su título, era el inmenso miembro que penduleaba entre sus piernas, grueso como un brazo, y que rozaba constantemente sus rodillas... afortunadamente, permanecía oculto bajo sus ricos ropajes y sólo él y sus amantes eran conscientes de él.
Adriano, El Empalador, Señor de los Semi-Ogros.
Tras él, una figura más menuda, casi infantil, apareció embutida en una armadura completa de placas a medida. Era Leobaldina, la niña-mártir, emprendedora de las cruzadas pías y santa de su propia fe. De su yelmo abierto, rizos castaños brotaban, mientras el rostro de una infante de no más nueve primaveras, parecía posar con un aire marcial, ilustre, que nada acompañaba a su diminuto tamaño. De hecho, le llegaba a las rodillas al señor de los Semi-Ogros, lo que les hacía una pareja totalmente de opuestos.De la espada que arrastraba, y que casi le alcanzaba en tamaño, parecía brotar constantemente sangre húmeda de su hoja, la sangre de sus otrora enemigos, atados y torturados dentro de su sagrado acero, condenados a expiar sus pecados de por vida.
Leobaldina, la niña-mártir, Líder de la Pía cruzada de su propia Fe.
No lejos de ellos, se alzó un ser completamente azul de piel con orejas puntiagudas, carente de la mitad de su rostro, y de profundos ojos color zafiro, su presencia era sin duda imponente. Con armadura plateada y tremendamente diseñada para el combate acuático, Khalionilo, el tritón ronin, guardián de las mareas y protector de los susurros entre las olas... emergió en el Sueño para combatir a sus enemigos. Una máscara de marfil tallado levitaba flotando siempre cerca de él, danzando a su alrededor como una bailarina entre las corrientes invisibles. Su espada tenía la peculiar característica de estar formada de agua viva, una exótica magia que ataba los elementos y les daba forma de armas.
Khalionilo, Guardían de las Mareas, protector de los susurros entre las olas.
Mas héroes se iban incorporando al Reino Onírico, esta vez fue el turno de una bella mujer de origen infernal, joven, y de carácter lascivo, con sangre de súcubos recorriendo sus venas, Asmogódrica, la Quebradora de la Inocencia, portaba su báculo presidido por un pentágono ardiente, símbolo del poder de su Deidad caída. Generosos pechos contrastaban con el par de retorcidos cuernos que nacían de su cabeza, dándole un aspecto seductor y temible a la vez. Se cuentan historias acerca de ella, y de que ejércitos enteros cayeron a su paso, cuando consiguió enfrentar a sus generales entre sí, por la simple posibilidad de pasar una noche con ella...
Asmogódrica, La Quebradora de la Inocencia. Subyugadora de Hombres y Mujeres por igual.
Sobre los allí presentes, volando sobre las ruinas, un majestuoso ser alado acabó aterrizando a su lado. Su plumaje tostado y sus rasgos aguileños, le portaban de un aire de grandeza insuperable, un ser que parecía estar sobre todo y sobre todos. Ataviado con vestimentas tribales perfectamente tratadas y de una calidad extrema, y, armado con un arco ritual cuya mera presencia causaba terror en sus enemigos. Nockolito, el azote de los vientos, cazador de las cimas, mezclaba perfectamente el mestizaje entre un ave rapaz y un humano, tomando lo mejor de los dos en cada posible caso.
Nockolito, el azote de los vientos, Cazador de las Cimas.
Por último, pero no por ello menor importante, de hecho quizás todo lo contrario, la criatura más pura, sensible y virginal posible terminó por adentrarse en las ruinas desde el exterior. Mablungcela, era la encarnación de la bondad y la inocencia, con rasgos élficos muy marcados, y su piel pálida, casi de papel, era tan delicada que amenazaba con desprenderse al menor roce. Ropajes ferales, que recordaban a lejanos bosques prohibidos más allá de las brumas, cubrían su cuerpo. Una mirada perdida, llena de sensibilidad y un pelo albino característico de la realeza de los altos elfos marcaba su estirpe. Siempre atenta, siempre educada, se decía que había roto el corazón de más de cien pretendientes, a los que había rechazado por encontrar los más mínimos rasgos de maldad en su interior.
Mablungcela, Guardiana de la Reliquia, Princesa de la Foresta. Guardiana de los Secretos.
Quizás tengáis que adaptar un poco vuestros roles interpretativos a voluntad y como os sintáis cómodos intentando asemejaros a vuestras descripciones. Conserváis por supuesto vuestra forma de ser, pero influenciada por vuestros títulos, quizás un poco de más... Vuestras características no cambian excepto por las raciales, y tamaños como sigue:
[Este post iba primero, pero me lo marcó como spam]
Los cánticos comenzaron a envolver al grupo, en un tono casi imperceptible, debido a que las costuras de los hermanos monjes, impedían emitir sonidos en un volumen superior al de un lejano zumbido, un murmullo arrullador que acunaba a los sujetos del hechizo. Pronto los párpado comenzaron a pesar demasiado y los diferentes agentes cayeron uno a uno en un profundo sopor.
Mientras, y siempre vigilante, Nadie observaba retirado, en el umbral de la cámara que conducía con el pasadizo ascendente de salida. Su mano derecha reposaba descaradamente sobre el pomo de su pragmática espada larga, envainada, pero al acecho por si detectaba algún movimiento sospechoso al que acompañar con una decapitación...
Como parte de la magia del poderoso hechizo ritual, podéis hacer un short rest, gastando dados para sanaros, recuperar conjuros si sois brujos o formas de animal si sois druidas, etc... quizás enlazaros con algún objeto mágico recién encontrado...
[En el Reino Onírico de Prestorius el "Faro en la Oscuridad"]
Según el letargo se iba levantando, los diferentes aspectos de los subordinados de Bastianes se fuero materializando en el nuevo reino. Formándose desde una luminiscente bruma de un intenso verde esmeralda, cada uno se fue incorporando, algo aturdidos al principio ¿Cuánto tiempo había pasado? No era seguro, y probablemente el avance del día y la noche en aquel lugar seguiría sus propias pautas.
Unas ruinas bastante derruidas conformaban la cuna desde donde se habían incorporado a aquel lugar. Sólo aguantaban parte de las paredes, cubiertas de una frondosa cubierta de enredaderas salpicadas de exóticas flores de un color blanco prístino, como el altar que habían tenido que desplazar para llegar a la cámara subterránea donde se realizó el ritual. La planta formaba la misma silueta que la catedral donde habían partido, pero decenas de grietas e incluso, secciones enteras de pared, habían cedido al paso de las eras. Donde debería estar el ara de adoración, había sólo una roca ennegrecida partida en dos, como hubiese sido golpeada por un relámpago.
Sobre ellos, las nubes se abrían como en el mundo real, dando paso a un haz de luz, que, a falta de techumbre, les bañaba de lleno con un cálido abrazo. Más allá de los muros que les circundaban, se adivinaba un denso bosque, y no un apestoso pantano. Árboles altos de recio porte cobraban retorcidas y oníricas formas, dibujando figuras espirales con sus troncos y ramas. Varios caminos se adentraban en la foresta, que parecía bloquear la visión más allá de los restos del ruinoso templo. Uno por cada punto cardinal... si es que la orientación servía para algo allí.
La hermosa tiefling miró a su alrededor entre curiosa y sorprendida. Sin embargo, al ver entrar en las ruinas a Mablungcela no pudo evitar morderse el labio inferior. Gesto que había causado en más de una ocasión que hombres píos rompieran sus votos de castidad e incluso,una vez, que toda una centuria de soldados hobgoblin se matase entre si.
- Hmmm hola querida... - saludó con un tono que recordó al de un gato ronroneando - Me alegro que te hayas unido a nosotros en esta misión... -
La mirada de arriba abajo que le dedicó dejaba clara cual era la misión que tenía en mente la hermosa tiefling de piel rojiza.
La niña mártir se miró las manos y los pies, sorprendida de ser tan pequeña. Hizo un mohín y sopló uno de los rizos que caracoleaban hacia fuera del yelmo. Observó a su compañeros con curiosidad, hasta reconocerlos a todos. ¿Aquella chica tan guapa era el druida?
—¡Oh que asco! ¡Déjala tranquila, asquerosa! —dijo Leobaldina reprimiendo una arcada cuando, por fin, entendió el doble sentido de la tiefling— Tenemos un deber importante de cumplir. El mundo cuenta con nosotros. Nada de tuki-tuki —reprendió a la diablesa encarnada entrecerrando los ojos—. Hay que encontrar al prelado del bien. ¿Alguna idea? —preguntó a todos y nadie a la vez, mientras trataba de subirse a un muro en ruinas con el objetivo de otear en busca del susodicho.
Adriana, o al menos una parte de ella, abrió los ojos lentamente, disipando la nebulosa del sueño en el que se había sumido durante un tiempo indeterminado. El haz de luz cálido templaba su rostro y, antes de incorporarse, varias imágenes se agolparon en su cabeza, como cuando despiertas de un sueño profundo y recuerdas qué día es, dónde estas y la realidad se conforma de nuevo en tu mente consciente.
Pero esta vez las imágenes eran peculiares. Entre sus recuerdos sobre cómo habían llegado hasta allí, Artorius, el durmiente, la capilla, la misión… otras radicalmente opuestas se sucedían como si también fueran propias. Retazos de batallas, crueles y sangrientas, campamentos rudimentarios instalados en un claro de un bosque, el olor de la sangre, el sudor, la putrefacción. Un grupo de semi-ogros a su alrededor. Una voz ruda y tosca, rasgada, claramente masculina, profería órdenes por doquier, inquisitivas. ¿Parecía ser su voz? Ingentes banquetes al rededor de fogatas donde diversos animales se asaban sobre las llamas, jarras de cerveza y vino regando su garganta. Pestañeó varias veces, intentando deshacer esa sensación desagradable, dispuesta a levantarse.
Cuando apoyó una de sus delicadas manos en el suelo para impulsarse, observó con horror cómo ésta había sido sustituida por una manaza enorme y de un color azulado. La sorpresa facilitó que, casi de un salto, se pusiera en pié. ¿Por qué le costaba tanto moverse? Se sentía extrañamente fuerte, pero pesada y torpe, gigante, con dificultad para controlar su cuerpo con la gracilidad característica de los elfos.
Se observó desde los pies hasta donde le llegó la vista, incrédula. Se tocó las manos, el pelo, la cara, esa barba frondosa y desaliñada que caía sobre su pecho, intentando reconocerse. - -Pero qué… ¿alguien tiene un espejo? - balbuceó - ¡Por los cojones mohosos de un troll de la ciénaga!- profirió, con esa voz masculina que no era suya pero lo era a la vez. Con los ojos muy abiertos, mostrando una auténtica sorpresa por las palabras que acaba de emitir, se cubrió rápidamente la boca con las manazas, descubriendo unos incipientes colmillos. Parecía estar intentando contener aquella voz. Observó a sus compañeros, buscando en ellos respuestas. Y un nombre se le reveló, dándole por fin todas las respuestas: Adriano, el Empalador, Señor de los semi-ogros.
Con un gesto contrariado volvió a observarse, más tranquila tras la sorpresa inicial. Era extraño porque, aunque ya no era una alta elfa, sentía igualmente ese cuerpo como suyo. Observó a su alrededor y se agachó para recoger el bastón que sin duda le pertenecía y de pronto se percató de la mascota que le miraba suplicante y nerviosa. De alguna manera, supo que en esa bestia convivían Llagas y Betty. La recogió con uno de sus enormes brazos y el pequeño ser le lamió la cara con cariño - Para ya, Gastty, yo también me alegro de verte- dijo soltando una sonora carcajada.
Así que estos eran los sutiles cambios de los que les había prevenido Artorius.
- Bueno, bueno, bueno… - siseó, con una sonrisa socarrona, mientras comenzaba a caminar entre los miembros del grupo - ¿qué tenemos por aquí? - a una velocidad inusitada, se sentía extrañamente cómoda con su nueva personalidad, aunque su cuerpo era aún pesado y poco manejable. Y quizá Adriana no estuviera de acuerdo, pero a Adriano la situación le resultaba increíblemente divertida.
- ¡Oh, una pequeña Leobald! - comentó acercándose a la niña y agachándose hasta ponerse a su altura - no temas, protegeremos tu frágil cuerpecito de cualquier amenaza. Si te portas bien, te dejaré jugar con Gastty - le dijo acercando a la bestia de manera amigable.
- Vaya, Khalion, te has convertido en un ser acuático… puede que nos venga bien si hay lagos o ríos por aquí. Aunque… me gustabas más de semi-humano… - aseveró con una amplia sonrisa.
- Mmmm… ¿Godric? - preguntó, acercándose a la diablesa - espero que no nos corrompas a todos con tu… belleza. Iba a decir maldad, pero belleza es más políticamente correcto - vuelve a lanzar otra risotada y una mirada a la elfa que no podría ser otro que Mablung - aunque ya veo que te ha faltado tiempo para intentarlo con uno de nosotros-
Elevó su mirada a los cielos para detectar al compañero córvido que ahora se había convertido en un majestuoso ser alado.
- ¡Eh! - gritó, dirigiendo su voz hacia arriba - ¡Nock, o como demonios te llames ahora, baja aquí y organicemos un plan para nuestra incursión! - no podía evitar dar órdenes con la mayor de las confianzas.
Finalmente, se acercó a Mablung. Le observó con ternura y con cierta nostalgia. Era lo más parecido a ella en aquel mundo onírico.
- Me gusta ser elfa, pero a veces es difícil- le susurró con complicidad - Adriana sigue dentro de este cuerpo, aunque no lo parezca - dijo, golpeándose fuertemente el pecho con el puño - si necesitas algo, solo tienes que decírmelo.
Se giró y abrió los brazos teatralmente, dirigiéndose a sus compañeros.
- ¡Aquí me tenéis, Adriano el Empalador, Señor de los Semi-ogros! ¡Vayamos a matar cosas! - finalizó con una carcajada y una sonora y maloliente ventosidad, mientras la Adriana de su interior se cubría el rostro con la mano y suspiraba avergonzada.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung se sentía confuso, sus recuerdos se entremezclaban con los de una princesa de los altos elfos y su cuerpo ya no era el suyo era el de una princesa, a su vuelta tendría unas palabras con los clérigos acerca de su ritual, pero ahora lo importante, volviéndose hacia la demonio y con una suave y melódica voz dijo:- Entiendo que te sientas atraída por mí, toda tu vida te has visto privada de lo que yo encarno, eres como el fuego salvaje que lo consume todo y solo deja cenizas a su paso, que vida tan triste y solitaria debes de haber llevado. En el fondo los de tu especie me dais lastima- concluyo en bajando la voz y agachando la mirada...para acto seguido levantar su rostro y mirando a los ojos del demonio directamente añadió:- pero más te vale recordar quien soy, o somos, y de lo que soy capaz, una falta de respeto hacia mi persona y lo dejaré salir y ya sabes que mi otro yo no se anda con rodeos-
Apartándose delicadamente un mechón prístino de la cara se volvió hacia el resto observando sus nuevas formas, deteniéndose en la niña un momento, para negar con la cabeza y añadir:- Deberíamos ponernos en camino, voy a ver si encuentro algún rastro del soñador, ¿alguno es tan amable de ayudarme?- concluyo con una sonrisa pura como el agua de un manantial.
This post has potentially manipulated dice roll results.
En la apoteca: Percepccion: 11
Nockolito se deleita en la majestuosidad de su vuelo, saboreando la sensación de libertad, una ansiada facultad que le había sido negada y que ahora lo llama hacia los cielos como una promesa de libertad. Al descender majestuosamente junto a sus compañeros, dirige su mirada hacia la infinitud del cielo. Se conmueve profundamente, hallando un deleite casi místico en los caprichosos juegos de luz que adornan las nubes. Con una emoción profunda, medita brevemente sobre su sufrida existencia. La recuperada visión se convierte para él en un amargo cóctel de sensaciones: la embriaguez de la visión se entremezcla con la nostalgia por un mundo de colores y formas que le fue cruelmente arrebatado.
Al posar su vista en sus compañeros, su semblante adquiere una solemnidad y severidad que son el espejo de la confianza y grandeza que emana de su ser. Nockolito, en un silencio elocuente, proyecta una solidez imperturbable, erigiéndose como un pilar de firmeza para aquellos que lo rodean. Escucha a sus compañeros y su sonrisa, la de un guerrero templado en el fragor de la adversidad, es una muestra tenacidad y de aceptación estoica.
No obstante, al intentar verbalizar sus pensamientos, se topa con un reto inesperado: su voz, o más bien, su capacidad de imitación, parece haberlo abandonado. Sin embargo, tras un titubeo de infinita sorpresa sus palabras fluyen con claridad y convicción, resonando con profundidad y seguridad.
- Soy Nockolito, el azote de los vientos, cazador de las cimas. - Declara, su sonrisa reflejando el gozo de su nueva voz. - Es un honor encontrarme con vuestras esencias en este plano onírico, seamos ensoñaciones de nuestros deseos, de nuestros miedos, de nuestro pasado o de nuestro futuro - Prosigue, su voz teñida del disfrute de escuchar su propia voz. - Parece que aquí ha ocurrido una explosión, algo que ha fracturado esta piedra. Tal vez aquí descubramos alguna clave sobre lo que está sucediendo, antes de aventurarnos en el espesor del bosque. - Comenta, señalando hacia la roca con un gesto amplio y envolvente.
La diablesa sonríe divertida ante las palabras acusatorias de la pequeña embutida en una armadura pesada.
- No te preocupes también se apreciar que las buenas esencias vienen en frascos pequeñ... agh!! pero si no eres una halfling! eres una humana en miniatura!! Y nos llaman demonios a nosotros!! Enviando a una niña a la batalla embutida en una armadura y con una espada más grande que ella... No temas peque -le dice agachándose hacia delante para quedar a su altura. De ser aún el fornido guerrero del mundo material, y tener veinte años menos Leobald habría sentido cómo su corazón se aceleraba al dejar con ese gesto, a la vista el elegante y sensual escote. - Cuidaremos de tí, no dejaremos que los mounstruos malos te coman... -se levantó, dando un par de golpecitos en el casco de la pequeña.
Las palabras de la elfa parecieron divertir a la demonio, lejos de amedrentarla o herirla. Se acercó al semi-ogro y, con aire desenfadado, pero aún mirando a la hermosa elfa, se apoyó despreocupada sobre él, como si fuera una columna en lugar de un ser vivo.
- Hmm debo de haber dado muy cerca del blanco para que se ponga asi... ¿ no crees? -le dice a Adriano pero mirándo a la elfa con una media sonrisa. Con un mohín parece olvidarse por completo de ella y mira hacia arriba para hablar con el gigantón. - El Empalador eh? Y a quién empalas... y con qué?- le dice guiñándole un ojo.
Sólo cuando el majestuoso Aaracroka menciona la piedra fracturada el rostro de la hermosa súcubo parece recordar quienes son en realidad y cúal es su misión a juzgar por la mirada de sorpresa e incluso pánico que cruza por sus ojos. Es tal el cambio en su expresión que hasta parece encogerse y se aparta de Adriano. Pero el momento pasa y el aplomo y vuelve a su ser.
- ¿En serio? -le dice a todos y a nadie en particular - ¿Es que no había nadie más? pero si hasta es virgen!!! - exclama - Me siento sucia por primera vez en todos los siglos de mi existencia...- se frota la piel, como si le picara. - A ver qué podemos averiguar de esa roca tuya Nockolito-
(( Si puede le da ventaja a Nockolito en su tirada)
Adriano se cruza de brazos y muestra una gran sonrisa socarrona a la diablesa ante su pregunta: - Apuesto a que te encantaría descubrirlo experimentándolo en tus propias carnes. Habitualmente no suelo llevar a cabo esas prácticas con mis compañeros, pero estoy seguro de que, muy pronto, tendrás ocasión de despejar tus dudas, en cuanto nos crucemos con algún maldito bastardo al que masacrar- se alejó de Godric y se acercó en busca de rastros que les arrojaran cualquier pista.
Aquí es cuando tiro percepción y pifio estrepitosamente.
Rollback Post to RevisionRollBack
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Nock no encuentra nada especial a parte de lo que mencionó Artorius entre los papeles de la Apoteca.
Mientras la majestuosa ave rapaz que era Nocktolito, se acercó al altar quebrado y ennegrecido, su visión aguileña comenzó a analizar el lugar, aunque sin mucho éxito, en efecto, parecía exactamente lo que era, un accidente provocado por un relámpago, aunque era raro saber si en ese lugar el tiempo cambiaba o estaban estancados en una perenne primavera al amanecer. Mientras se acariciaba su robusto y varonil pico, pensando en las posibilidades, recordó que al descender al templo en ruinas pudo vislumbrar lo que había más allá del bosque, y que quizás era relevante exponerlo.
Allende de las copas de los ancestrales árboles que componían la mayor parte del pasaje, el reino onírico parecía acotado, a no más de cinco millas alrededor del núcleo central donde habían ido manisfestándose. Una bruma densa parecía oscurecer la visión más allá. Como hitos importantes, al noroeste, esa misma bruma no poseía la característica tonalidad gris y húmeda de la niebla matutina, sino más bien era anaranjada... y lo mismo pasaba en las brumas que comenzaban muy al sur. El tono esta vez era más oscuro y sombrío, como si una tormenta de noche viva estuviera a punto de desatarse. Pero lo más llamativo de todo era, que en esa misma dirección, justo en el linde de la foresta con la bruma azabache, una gran cadena se elevaba hacía los cielos, de eslabones gargantuéscos, como montañas. Éstos parecía nacer en la tierra y elevarse hasta el cielo, volviéndose más traslúcidos según ascendían. Era una visión que quitaba el aliento, y que sólo los seres superiores y alados como él, podían disfrutar desde su posición en los aires sobre los restos de la catedral.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un enorme ser se tambaleó torpemente a su lado para inspeccionar también el altar. El semi-ogro se agachó levemente para poder tener mejor ángulo de visión, y tocó con sus enormes manazas, repleta de dedos como morcillas, la superficie... Encontrando la respuesta que tanto esperaba, ... como experto en brebajes, preparados y alquimia. Adri-Ano reconoció, sin lugar a dudas, que los restos quemados eran productos de derramar una buena cantidad de la toxina conocida como "Muerte Carmesí" y hacerla arder... su acidez se ve multiplicada ante tal cambio químico y es capaz de debilitar y quebrar las rocas más densas y duras... ¿Estaría también Chak en aquel lugar? ¿Les podía haber seguido y de algún modo adelantarse a ellos?... Era una posibilidad alta bajo los ojos del enorme ser de piel azul y rastas púrpura.
Mientras tanto Mablungcela, la princesa alta elfa, paseaba con cierta indiferencia y condescendencia por igual cerca del exterior de las ruinas, buscando huellas o pistas en la cercanía. Como heredera de los Reinos Élficos de Opiumsiun, había sido adiestrada en múltiples disciplinas, no sólo en las maneras y formas de la corte. Y una de ellas era la de seguir rastros... Allí, junto al sendero que se dirigía al sur, una diminutas pisadas parecían hundirse entre las cuidadas hierbas, siguiendo en paralelo el camino. No parecía pesadas, una criatura bípeda pequeña, de calzado ligero.. que parecía adentrarse en el bosque a unas decenas de metros más allá del claro donde se encontraban.
Cuando Adriano se le acercó, la niña-martir tuvo que taparse la nariz. De no ser por este particular habría interpuesto su espada entre ella y la bestia que el semiogro se empeñaba en presentar como mascota.
Incapaz de contestar a Asmogódrica en sus mismos términos de ingenio, Leobaldina, roja de ira, reaccionó tarde cuando la bella y descarada tiefling le golpeó el casco con condescendencia.
—Ya decidiré yo quien es el bicho malo aquí —refunfuñó colocándose el casco de nuevo y agitando su espada en un movimiento pretendidamente amenazador que resultaba algo ridículo.
Tomó aire y observó a Nocktolito a la espera de su indudable buen juicio.
Artorius comenzó a guiar a los agentes, que habían al parecer accedido a ayudarles contra el "Innombrable", a través de la planta principal hacía el prístino y blanco altar tallado en piedra marmórea. Mientras continuaba contestando los requerimientos de sus héroes y salvadores como buenamente podía y sabía... mientras, la comitiva era cerrada por los otros tres desconocidos hermanos de similares características que el prelado, terminando de formar la improvisada Santa Compaña.
- Caballero, esos nombres son antiguos, y si, se refieren a cultos de Lathander que seguían a Amanautor cuando... éste tomó su lugar. Un Dios más ... pragmático y ardiente que nuestro Señor de la Mañana, sin duda, pero extremadamente efectivo sin discusión alguna. Todos esos cultos se extinguieron hace siglos, ... y buena parte del tiempo fueron considerados apóstatas tras el regreso del Gran "Amanecer". Me estás revelando información que quizás yo no debería saber... Vaalastroth podría aprovechar cualquier ápice de conocimiento para encontrar y destruir al resto de "soñadores", que quizás no tengan tanta suerte como nosotros para portar ayuda externa.
Ante la pálida ara de piedra, el prelado alzó su mirada al cielo en una silenciosa plegaria, y se dispuso a manipular algún resorte o dispositivo en la base de esta. Con un quejumbroso chirrido de roca sobre losa, el altar se deslizó sobre sí mismo, dejando en su lugar unas escaleras que se hundían en la oscuridad por debajo del templo, conduciendo a cámaras secretas desconocidas... tras esto el monje dirigió la comitiva, precedido por la esfera dorada, que aumentó su luminiscencia hasta radiar como si fuera un pequeño Sol alado.
- Siento el cliché, yo no diseñe la arquitectura de este sagrado lugar... En cuanto a los gemelos que mencionas, estoy convencido de que están relacionados con él de algún modo, se han ido gestando esas anomalías desde que tenemos memoria en la región, como si de algún modo, fueran una pieza importante para el gran plan, pero como indico, desconozco los detalles, ni siquiera sé si forman parte del rito de sello, o necesarios justamente para lo opuesto...
Dirigiéndose sin desvíos por el nuevo túnel construido con gran maestría por expertos canteros, éste se hundía cada vez más en espiral, siempre manteniéndose debajo de la isla bendecida por el Dios de la Mañana... sin alejarse en ninguna dirección en particular de su eje de descenso. Esta vez, el líder de los hermanos-monje, se dirigió al druida, puesto que sus preguntas parecían especialmente relevantes para el inminente futuro que les esperaba.
- El ritual que conjuraremos sobre vosotros, os dejara en letargo, vuestro cuerpo físico se mantendrá aquí, protegido por la guardiana del "durmiente", una vez en el otro lado... se generará un eco vuestro en el mundo onírico, normalmente se parecerá a vosotros, aunque a veces surgen algún detalle que se desvía, dependiendo de la voluntad de los sometidos al hechizo, o de si portan algún objeto de poder que pueda influenciar, o del poder del durmiente que ha generado el plano de sueño... Como al parecer el nuestro ha comenzado a perder el control... no puedo aseguraros que cambios puede haber al otro lado. Una vez allí vuestras armas y conjuros sufrirán la misma suerte, serán ecos de lo que portáis aquí, con la misma efectividad... en teoría claro... No sabemos nada de las pesadillas u horrores que podáis encontraros allí, pero son lo suficientemente poderosas como para desestabilizar al "Soñador" y eso es algo a tener en cuenta... puesto que él era... un miembro muy poderoso de nuestra orden... En cualquier caso, como entraréis en letargo como parte del hechizo, eso os servirá como un breve descanso para vuestros agotados cuerpos y mentes.
Un ligero temblor sacudió el cuerpoal borde del colapso de Artorius, que quizás fuera causado por mencionar a su ulterior líder, o quizás porque el destino de su camino se encontraba ya delante suya. Un gran portón doble hecho de piedra negra impedía el progreso más allá. El corredor acababa en pendiente contra dos pesadas hojas talladas con iconografía religiosa, una batalla angelical contra un ente tentacular que surgía del mar, sólo su cabeza y un brazo emergían de las tumultuosas olas, así que su tamaño era difícil de precisar, pero en comparación con los diminutos seres celestiales que le combatían, debía ser del tamaño de una torre de una docena de pisos al menos, quizás tres veces en altura que el mismo faro de Ghostfinger.
Extendiendo su mano, que portaba el medallón sagrado de Lathander, el prelado tocó la puerta con extremo cuidado, y ésta, comenzó a ceder abriéndose hacia dentro, dando lugar a una espaciosa cámara hexagonal, también elaborada en la misma roca negra. El lugar era sencillo, un camastro alzado y labrado en la misma piedra madre, sostenía el cuerpo sumido en un estupor eterno de un ser arrugado y momificado, muy parecido a los hermanos de la orden que acompañaban a los agentes, sólo que su estado estaba mucho más decrépito y ajado, Si aún portaba vida, debería ser efímera, imperceptible, un leve suspiro en un océano de oscuridad. En contraste con su avejentado cuerpo, el humano, estaba embutido en una armadura de tintes dorados perfectamente pulida, igual a las que se alojaban en las hornacinas de la planta principal del templo, pero con grabados más elaborados y exquisitos. Una gran espada descansaba sobre su pecho, con el acero imbuido recorriendo su cuerpo hasta los pies.
La escena terminaba conla presencia de una figura de corte femenino con hermosas alas extendidas, reposaba levitando a su lado portando una argéntea armadura completa, ribeteada con telas de color carmesí. Una runa ígnea lucía sobre su frente, recogiendo un vaporoso cabello cobrizo que parecía flotar ingrávido. Su rostro parecía mezclar seriedad, introspección e ira... y sus ojos encendidos como ascuas radiantes, se posaron sobre los recién llegados juiciosos, rozando la irreverencia.
Gospiel - Ángel Forjado en la Batalla, la Furia de Amanautor.
- Has obrado bien Artorius, ¡Presenciad a Gospiel!, la protectora de Lord Belestrus, alto Mitrado de nuestro Señor. Vuestra ayuda es bienvenida, que vuestra fe, sea la brea que selle la inquebrantable voluntad de nuestro mártir. Que con vuestros actos, el equilibrio vuelva de nuevo al Sueño, y la cárcel quede reparada una vez más, bajo las lacerantes llamas del Dios Radiante.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Nock cambió el foco de sus pensamientos, dejando de lado la reflexión sobre Godric y su posible posesión. Se preguntaba si Godric sería consciente de lo que estaba sucediendo una vez que saliera del trance, o si incluso confiaría esos detalles a Ostor. Decidió dejar esos pensamientos a un lado, ya que, aunque inicialmente había contemplado el templo con ojos de admiración, fascinado por sus arcos intrincadamente tallados y las vidrieras que capturaban la luz desafiando la opacidad del pantano, su admiración pronto se desvió hacia los monjes. “¿Cómo mantienen esta estructura en medio del pantano? ¿Cómo sobreviven a sus peligros, aislados? ¿Cómo mantienen su fe y permanecen inquebrantables, incorruptos en su sacrificio y misión?”, reflexionaba en circunspecto silencio.
En la apoteca, se detuvo a admirar los escritos antiguos, sus páginas amarillentas y el brillo en los ojos de Godric y Ariana, maravillados también por la riqueza que allí se atesoraba. Pero de repente, pareció caer en una idea y comentó brevemente con una voz imitada con palabras de Chak y del propio magistrado.
- Veo que tienen una apoteca extraordinaria, repleta de remedios y sabiduría escrita... ¿quizás podría pedirles un remedio para un terrible envenenamiento? Sería bueno poder consultar estos escritos para ayudar a un seguidor del Señor de la Mañana en problemas - Dijo refiriéndose al magistrado. - Creemos que está expuesto a una exposición continua y permanente a la Muerte Carmesí. Ha estado durante mucho tiempo.
Después, se dirigió a Llondyl, repitiendo con tono serio: - Bastianes no nos envió solo para atender el problema de los hombres lagarto, también para encontrar lo que pasó a vuestro grupo - Dirigiéndose a los demás, agregó - No solo deberíamos averiguar qué pretenden hacer, sino que deberíamos intentar impedirlo, dialogando con ellos y, en su defecto, averiguar qué planes concretos tienen, que van a atacar ya lo sabemos.
En las reflexiones acerca de sus siguientes pasos, asintió al unísono con los demás cuando el grupo aceptó ayudar a los clérigos. "Al fin, parece que hay bastante unanimidad en los propósitos e intenciones del grupo", pensó. Su admiración por los monjes y el templo creció al ver al alado ángel guardián, una figura majestuosa y serena que parecía vigilar todo el recinto.
- Honorable Gospiel - Dijo Nock, haciendo una reverencia profunda ante el ángel alado que sus compañeros no habían presenciado antes. - Es un honor ayudar en tan noble encomienda - Expresó, su voz resonando con un tono de adoracion que habia escuchado antes en algunos de los seguidores aun vivos de Akrul.
Zevatur, Rolthos
Mablung no pudo ocultar su sorpresa al ver al angel que custodiaba al durmiente y su mirada quedo prendada en la runa flamigera que ardía en la frente del angel, puede que el se sintiese una encarnación dela furia de la naturaleza, pero el angel encarna la furia de un dios y eso al druida le gusta.
Apartando la mirada del angel se volvio hacia Artorius mientras sacaba el colgante que llevaba oculto y se lo mostraba primera al clérigo y luego al angel:- Porto conmigo una reliquia que nos ha sido de utilidad en la lucha contra Vaalastroth, fue capaz de revertir el estado de corrupción de uno de los druidas, pero no se hasta que punto es seguro llevarla en esta misión, vamos a internarnos en un mundo que desconocemos y que puede que ya se halle bajo una fuerte influencia por parte de Vaalastroth. Seguramente nos sea de ayuda, pero si cae en sus manos...
Adriana admiró la magnificencia de aquella figura alada y flamígera que velaba el cuerpo del durmiente. Al igual que Nock, se presentó con una pequeña reverencia de respeto. Sus palabras le infundieron valor y esperanza para afrontar los peligros desconocidos que les esperaban en el mundo de los sueños y calmó de alguna forma la inquietud que sentía en su interior. ¿Qué cambios produciría en ellos? ¿Su magia volvería a refulgir con su luz ahora que la maldición parecía haberse escondido? ¿O sus efectos pútridos se volverían más intensos al adentrarse en el mundo onírico? No había manera de descubrirlo sin experimentarlo, pero al menos estaba prevenida para esperar cualquier cosa.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El caballero recorrió los túneles en silencio. Cavilaba sobre los oscuros asuntos que parecían rebelarse tímidamente a su alrededor. Aun atisbando el horror como si este fuese un espejismo en el desierto, apenas esbozado, era sin duda ominoso y abrumador. Empezaban a ver como algunos puntos de su azarosa andadura desde Ghosfinger se unían y el nexo común parecía ser ese ser aberrante de otro mundo, una afrenta a los dioses de Faerun.
La visión del ángel guardián y el Durmiente reconfortaron su alma. Era la confirmación de que no estaban solos en aquella enorme gesta que suponía la paz en la región. O al menos no la muerte y la violencia sobre los inocentes de aquella parte de Cormyr. La existencia real de aquella amenaza cósmica empezaba a resonar en su cabeza como una explicación al heterodoxo plan divino que les había juntado en el faro prisión, siendo todos los agentes tan diferentes. Con respeto, saludo a la guardiana, asintiendo severamente. Observó al mártir en su cárcel de piedra y no pudo sino compadecerse del prelado y alabar su enorme sacrificio.
—No hay tiempo que perder. Adelante —se puso en manos de Artorius, no veía que les quedara otro camino.
Deberían confiar en los monjes. La amenaza era muy real y no podían prescindir de nadie en lo que estaba por venir en ese mundo onírico.
Cuando Mablung sacó el artefacto sus ojos se desviaron hacia él.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
[Flashback, en la Apoteca]
Mientras en Artorius dejaba espacio para que los agentes se pusieran al día con Llondyl, dedicó unos minutos para conversar con el curioso Kenku acerca de los preparados y medicamentos naturales que allí se preparaban o pudieran tener almacenados.
- No poseemos tal remedio aquí, nuestros recursos son muy limitados, sólo productos y materias del pantano y de nuestro huerto, la toxina generada y conocida como "Muerte Carmesí" requiere, si no me equivoco, de materiales bastante exótico provenientes la mayoría de las selvas al sur, en Chult, al igual que su antídoto. Aunque si poseemos documentos acerca de como preparar tal solución sanadora, eres libre de echar un ojo o hacer una copia si lo requieres, es lo menos que podemos hacer por vosotros.
El prelado señaló a un montón de libros y anotaciones justamente en unos escritorios que hacían esquina con la cámara, indicando a Nock dónde encontrar lo que buscaba. Mientras, el kenku no había perdido el tiempo, y ya estaba entablando conversación con el miliciano perdido. Este le contestó entre alguna que otra tos seca, mostrando cierta debilidad al hablar, como si le costara mantener el aire en su cuerpo.
- ¿Impedirlo? ... su máquina de guerra ya está en marcha... no podéis combatir solos contra un ejercito armado y preparado para la guerra. Nos llevan días de ventaja, incluso semanas, como si lo tuvieran todo muy planeado. Sois unos necios si no sois capaces de adaptar e improvisar órdenes según os adentráis en la misión original. Se llama trabajo de campo... De algún modo siento, que su taimada reina ya ha ganado, y lo único que nos queda es prevenir a la ciudad para amortiguar el daño... si es que se llega a tiempo...
Otra cadena de toses graves, que rascaban con fuerza la garganta del brigada, perteneciente al cuerpo de exploración, impidieron que pudiera proseguir con su súplica.
Si Nock comienza a ojear los libros y manuscritos puede tirar una tirada de Perception pero con desventaja puesto que la prisa hace que se muevan casi de inmediato hacía el altar y el pasaje secreto.
[Flashforward a la Camara del Soñador]
- - El honor es nuestro valeroso hombre-ave, ... vuestra ayuda no puede venir en mejor momento,...
Al extraer Mablung su colgante-reliquia, el silencio se hizo en la sala. Artorius lo observó primero, pero negó con la cabeza, indicando que desconocía su procedencia o impacto en el ritual venidero, pero cuando Gospiel lo observó, fue capaz de emitir algunas palabras al respecto, con cierta calidez, pero transmitiendo firmeza al mismo tiempo.
- No soy capaz de reconocer tal abalorio, pero si soy capaz de sentir su inmenso poder, comparable al de los antiguos Mithales que dieron lugar a la ruptura del tejido mágico y la caída de Netheril y Mith Drannor. Es un poder inconmensurable, y como su portador, debes elegir su destino y calibrar sus riesgos. Sin duda podría ser de gran ayuda al otro lado, e incluso inclinar la balanza a nuestro favor... pero si cayera en manos del Innombrable, nuestra condena estaría prácticamente asegurada... Es una decisión difícil, ... pero si optas por no llevarla contigo, yo podría guardarla en tu ausencia, y protegerla mientras no interfiriera en mi primera directiva, proteger al durmiente y su cuerpo físico...
- Oh podría quedármela yo... - El anaranjado hobgoblin saltó casi de improviso dejando sorprendidos a todos, sus ojos, como rendijas, vigilaban al ángel que levitaba delante suya, con un gesto de desconfianza que rozaba la paranoia - No creo que sea conveniente dejar los cuerpos de mis compañeros en letargo e indefensos aquí sin alguien que los vigile... a parte de vuestra orden claro... y además, tenéis un hombre de armas bastante herido arriba, que ahora mismo está sólo y desatendido de sus heridas... Me quedaré aquí, sin participar en vuestro hechizo, comprobando que todo esté bien... y en orden.
Gospiel situó con delicadeza su mano izquierda sobre su pecho, donde debería estar su corazón, justamente tocando su inmaculada armadura celestial, mientras respondía al semihumano con cierta condescendencia a pesar de intentar modular su tono.
- Entre mis compañeros de batalla, eso podríamos llamarlo cobardía... pero yo prefiero denominarlo ... "prudencia", una gran virtud sin duda, si se sabe usar en su justa medida. La decisión está en vuestras manos, nosotros acataremos vuestro veredicto.
Si en algún momento, la intención era haber ofendido al orgulloso Nadie, éste no parecía afectado en absoluto, y simplemente contestó con un monosílabo.
- Vale.
- Vale.
Tras un gesto de calma, Gospiel escuchó la premura del caballero Leobald y asintió con la cabeza mostrando su acuerdo. Con su mano derecha cedió el turno de palabra a Artorius, que habló esta vez de nuevo a través del orbe radiante alado.
- Tumbaros alrededor del Soñador, en círculo, boca arriba, la proximidad es importante, puesto que es vital para que conectéis con su reino onírico. En cuanto comencemos a cantar, y entonar las palabras arcanas del hechizo, sentiréis un pesado sopor, no os resistáis, dejaros llevar, y descansad en su lírica. Despertaréis al otro lado descansados, y preparaos para cualquier cosa, en los sueños... nada es lo que parece... y todo suele seguir las reglas del mismo Soñador... sólo esperemos que éste no haya perdido demasiado el control.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mablung medito un momento tras las palabras del Angel y Nadie y guardándose el amuleto de nuevo dijo:- En ese caso lo llevare conmigo-.
-¿Que pasara con nuestro compañeros en el mundo onírico? entiendo que ya no estarán bajo la salvaguarda del templo- dijo señalando a Godric y Adriana.
Tras lo cual se situó cerca del soñador y se tumbo boca arriba y cerro lo ojos a la espera de que el ritual comenzase. Sentía curiosidad por ese mundo onírico y el aspecto que tendrá en él.
Adriana asintió ante el gesto de Mablung de guardarse el colgante. Al final, no había mejor persona que su dueño para portarlo y asumirían las consecuencias fueran buenas o malas.
En silencio, se tumbó en el suelo tal y como Artorius les había pedido, boca arriba, depositando suavemente las manos en el regazo, lo más cercana posible al Soñador. Cerró los ojos aún cuando el hechizo no había comenzado. Intentó relajar todos los músculos de su cuerpo, centrándose en la serenidad interior que experimentaba en aquel lugar. Quizá fueran los últimos segundos de sosiego que podría disfrutar antes de adentrarse en el mundo de los sueños.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El primero en incorporarse fue Adriano el Empalador, Señor de los semi-ogros, un ser de casi dos metros y medio, que sacaba a todos los demás medio cuerpo. Su complexión era corpulenta, siendo grueso y peludo, con rastas de rosados colores que caían sobre sus hombros, mezclándose con su densa barba. A pesar de portar cierta realea en su vestimenta de ribeteados dorados, contrastando con su azulada piel, un leve pero palpable hedor a putrefacción parecía rodearle constantemente. Un bastón acabado en un incandescente rubí coronado con un cráneo humano, hacía juego con sus ojos del color de la sangre recién derramada. Su mascota, una diminuta bestia infernal de rasgos caprinos y cuatro cuernos, parecía comportarse como si la fusión de un par de ratas se tratara, oteando el ambiente y acicalándose unos inexistentes bigotes.
Lo más llamativo y, quizás, de ahí venía el doble sentido de su título, era el inmenso miembro que penduleaba entre sus piernas, grueso como un brazo, y que rozaba constantemente sus rodillas... afortunadamente, permanecía oculto bajo sus ricos ropajes y sólo él y sus amantes eran conscientes de él.
Adriano, El Empalador, Señor de los Semi-Ogros.
Tras él, una figura más menuda, casi infantil, apareció embutida en una armadura completa de placas a medida. Era Leobaldina, la niña-mártir, emprendedora de las cruzadas pías y santa de su propia fe. De su yelmo abierto, rizos castaños brotaban, mientras el rostro de una infante de no más nueve primaveras, parecía posar con un aire marcial, ilustre, que nada acompañaba a su diminuto tamaño. De hecho, le llegaba a las rodillas al señor de los Semi-Ogros, lo que les hacía una pareja totalmente de opuestos.De la espada que arrastraba, y que casi le alcanzaba en tamaño, parecía brotar constantemente sangre húmeda de su hoja, la sangre de sus otrora enemigos, atados y torturados dentro de su sagrado acero, condenados a expiar sus pecados de por vida.
Leobaldina, la niña-mártir, Líder de la Pía cruzada de su propia Fe.
No lejos de ellos, se alzó un ser completamente azul de piel con orejas puntiagudas, carente de la mitad de su rostro, y de profundos ojos color zafiro, su presencia era sin duda imponente. Con armadura plateada y tremendamente diseñada para el combate acuático, Khalionilo, el tritón ronin, guardián de las mareas y protector de los susurros entre las olas... emergió en el Sueño para combatir a sus enemigos. Una máscara de marfil tallado levitaba flotando siempre cerca de él, danzando a su alrededor como una bailarina entre las corrientes invisibles. Su espada tenía la peculiar característica de estar formada de agua viva, una exótica magia que ataba los elementos y les daba forma de armas.
Khalionilo, Guardían de las Mareas, protector de los susurros entre las olas.
[Continúa]
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mas héroes se iban incorporando al Reino Onírico, esta vez fue el turno de una bella mujer de origen infernal, joven, y de carácter lascivo, con sangre de súcubos recorriendo sus venas, Asmogódrica, la Quebradora de la Inocencia, portaba su báculo presidido por un pentágono ardiente, símbolo del poder de su Deidad caída. Generosos pechos contrastaban con el par de retorcidos cuernos que nacían de su cabeza, dándole un aspecto seductor y temible a la vez. Se cuentan historias acerca de ella, y de que ejércitos enteros cayeron a su paso, cuando consiguió enfrentar a sus generales entre sí, por la simple posibilidad de pasar una noche con ella...
Asmogódrica, La Quebradora de la Inocencia. Subyugadora de Hombres y Mujeres por igual.
Sobre los allí presentes, volando sobre las ruinas, un majestuoso ser alado acabó aterrizando a su lado. Su plumaje tostado y sus rasgos aguileños, le portaban de un aire de grandeza insuperable, un ser que parecía estar sobre todo y sobre todos. Ataviado con vestimentas tribales perfectamente tratadas y de una calidad extrema, y, armado con un arco ritual cuya mera presencia causaba terror en sus enemigos. Nockolito, el azote de los vientos, cazador de las cimas, mezclaba perfectamente el mestizaje entre un ave rapaz y un humano, tomando lo mejor de los dos en cada posible caso.
Nockolito, el azote de los vientos, Cazador de las Cimas.
Por último, pero no por ello menor importante, de hecho quizás todo lo contrario, la criatura más pura, sensible y virginal posible terminó por adentrarse en las ruinas desde el exterior. Mablungcela, era la encarnación de la bondad y la inocencia, con rasgos élficos muy marcados, y su piel pálida, casi de papel, era tan delicada que amenazaba con desprenderse al menor roce. Ropajes ferales, que recordaban a lejanos bosques prohibidos más allá de las brumas, cubrían su cuerpo. Una mirada perdida, llena de sensibilidad y un pelo albino característico de la realeza de los altos elfos marcaba su estirpe. Siempre atenta, siempre educada, se decía que había roto el corazón de más de cien pretendientes, a los que había rechazado por encontrar los más mínimos rasgos de maldad en su interior.
Mablungcela, Guardiana de la Reliquia, Princesa de la Foresta. Guardiana de los Secretos.
Quizás tengáis que adaptar un poco vuestros roles interpretativos a voluntad y como os sintáis cómodos intentando asemejaros a vuestras descripciones. Conserváis por supuesto vuestra forma de ser, pero influenciada por vuestros títulos, quizás un poco de más... Vuestras características no cambian excepto por las raciales, y tamaños como sigue:
Adriano: Raciales - Goliath, Tamaño cambia a Grande.
Leeobaldina - Raciales - Sin Cambios, Tamaño cambia a pequeño.
Khalionilo - Raciales - Tritón
Asmogódrica - Raciales - Tiefling Asmodeus
Nocktolito - Raciales - Aarakocra
Mablungcela - Alto Elfo
" ¡Oh la Oscuridad...! "
[Este post iba primero, pero me lo marcó como spam]
Los cánticos comenzaron a envolver al grupo, en un tono casi imperceptible, debido a que las costuras de los hermanos monjes, impedían emitir sonidos en un volumen superior al de un lejano zumbido, un murmullo arrullador que acunaba a los sujetos del hechizo. Pronto los párpado comenzaron a pesar demasiado y los diferentes agentes cayeron uno a uno en un profundo sopor.
Mientras, y siempre vigilante, Nadie observaba retirado, en el umbral de la cámara que conducía con el pasadizo ascendente de salida. Su mano derecha reposaba descaradamente sobre el pomo de su pragmática espada larga, envainada, pero al acecho por si detectaba algún movimiento sospechoso al que acompañar con una decapitación...
Como parte de la magia del poderoso hechizo ritual, podéis hacer un short rest, gastando dados para sanaros, recuperar conjuros si sois brujos o formas de animal si sois druidas, etc... quizás enlazaros con algún objeto mágico recién encontrado...
[En el Reino Onírico de Prestorius el "Faro en la Oscuridad"]
Según el letargo se iba levantando, los diferentes aspectos de los subordinados de Bastianes se fuero materializando en el nuevo reino. Formándose desde una luminiscente bruma de un intenso verde esmeralda, cada uno se fue incorporando, algo aturdidos al principio ¿Cuánto tiempo había pasado? No era seguro, y probablemente el avance del día y la noche en aquel lugar seguiría sus propias pautas.
Unas ruinas bastante derruidas conformaban la cuna desde donde se habían incorporado a aquel lugar. Sólo aguantaban parte de las paredes, cubiertas de una frondosa cubierta de enredaderas salpicadas de exóticas flores de un color blanco prístino, como el altar que habían tenido que desplazar para llegar a la cámara subterránea donde se realizó el ritual. La planta formaba la misma silueta que la catedral donde habían partido, pero decenas de grietas e incluso, secciones enteras de pared, habían cedido al paso de las eras. Donde debería estar el ara de adoración, había sólo una roca ennegrecida partida en dos, como hubiese sido golpeada por un relámpago.
Sobre ellos, las nubes se abrían como en el mundo real, dando paso a un haz de luz, que, a falta de techumbre, les bañaba de lleno con un cálido abrazo. Más allá de los muros que les circundaban, se adivinaba un denso bosque, y no un apestoso pantano. Árboles altos de recio porte cobraban retorcidas y oníricas formas, dibujando figuras espirales con sus troncos y ramas. Varios caminos se adentraban en la foresta, que parecía bloquear la visión más allá de los restos del ruinoso templo. Uno por cada punto cardinal... si es que la orientación servía para algo allí.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La hermosa tiefling miró a su alrededor entre curiosa y sorprendida. Sin embargo, al ver entrar en las ruinas a Mablungcela no pudo evitar morderse el labio inferior. Gesto que había causado en más de una ocasión que hombres píos rompieran sus votos de castidad e incluso,una vez, que toda una centuria de soldados hobgoblin se matase entre si.
- Hmmm hola querida... - saludó con un tono que recordó al de un gato ronroneando - Me alegro que te hayas unido a nosotros en esta misión... -
La mirada de arriba abajo que le dedicó dejaba clara cual era la misión que tenía en mente la hermosa tiefling de piel rojiza.
PbP Character: A few ;)
La niña mártir se miró las manos y los pies, sorprendida de ser tan pequeña. Hizo un mohín y sopló uno de los rizos que caracoleaban hacia fuera del yelmo. Observó a su compañeros con curiosidad, hasta reconocerlos a todos. ¿Aquella chica tan guapa era el druida?
—¡Oh que asco! ¡Déjala tranquila, asquerosa! —dijo Leobaldina reprimiendo una arcada cuando, por fin, entendió el doble sentido de la tiefling— Tenemos un deber importante de cumplir. El mundo cuenta con nosotros. Nada de tuki-tuki —reprendió a la diablesa encarnada entrecerrando los ojos—. Hay que encontrar al prelado del bien. ¿Alguna idea? —preguntó a todos y nadie a la vez, mientras trataba de subirse a un muro en ruinas con el objetivo de otear en busca del susodicho.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana, o al menos una parte de ella, abrió los ojos lentamente, disipando la nebulosa del sueño en el que se había sumido durante un tiempo indeterminado. El haz de luz cálido templaba su rostro y, antes de incorporarse, varias imágenes se agolparon en su cabeza, como cuando despiertas de un sueño profundo y recuerdas qué día es, dónde estas y la realidad se conforma de nuevo en tu mente consciente.
Pero esta vez las imágenes eran peculiares. Entre sus recuerdos sobre cómo habían llegado hasta allí, Artorius, el durmiente, la capilla, la misión… otras radicalmente opuestas se sucedían como si también fueran propias. Retazos de batallas, crueles y sangrientas, campamentos rudimentarios instalados en un claro de un bosque, el olor de la sangre, el sudor, la putrefacción. Un grupo de semi-ogros a su alrededor. Una voz ruda y tosca, rasgada, claramente masculina, profería órdenes por doquier, inquisitivas. ¿Parecía ser su voz? Ingentes banquetes al rededor de fogatas donde diversos animales se asaban sobre las llamas, jarras de cerveza y vino regando su garganta. Pestañeó varias veces, intentando deshacer esa sensación desagradable, dispuesta a levantarse.
Cuando apoyó una de sus delicadas manos en el suelo para impulsarse, observó con horror cómo ésta había sido sustituida por una manaza enorme y de un color azulado. La sorpresa facilitó que, casi de un salto, se pusiera en pié. ¿Por qué le costaba tanto moverse? Se sentía extrañamente fuerte, pero pesada y torpe, gigante, con dificultad para controlar su cuerpo con la gracilidad característica de los elfos.
Se observó desde los pies hasta donde le llegó la vista, incrédula. Se tocó las manos, el pelo, la cara, esa barba frondosa y desaliñada que caía sobre su pecho, intentando reconocerse. - -Pero qué… ¿alguien tiene un espejo? - balbuceó - ¡Por los cojones mohosos de un troll de la ciénaga! - profirió, con esa voz masculina que no era suya pero lo era a la vez. Con los ojos muy abiertos, mostrando una auténtica sorpresa por las palabras que acaba de emitir, se cubrió rápidamente la boca con las manazas, descubriendo unos incipientes colmillos. Parecía estar intentando contener aquella voz. Observó a sus compañeros, buscando en ellos respuestas. Y un nombre se le reveló, dándole por fin todas las respuestas: Adriano, el Empalador, Señor de los semi-ogros.
Con un gesto contrariado volvió a observarse, más tranquila tras la sorpresa inicial. Era extraño porque, aunque ya no era una alta elfa, sentía igualmente ese cuerpo como suyo. Observó a su alrededor y se agachó para recoger el bastón que sin duda le pertenecía y de pronto se percató de la mascota que le miraba suplicante y nerviosa. De alguna manera, supo que en esa bestia convivían Llagas y Betty. La recogió con uno de sus enormes brazos y el pequeño ser le lamió la cara con cariño - Para ya, Gastty, yo también me alegro de verte - dijo soltando una sonora carcajada.
Así que estos eran los sutiles cambios de los que les había prevenido Artorius.
- Bueno, bueno, bueno… - siseó, con una sonrisa socarrona, mientras comenzaba a caminar entre los miembros del grupo - ¿qué tenemos por aquí? - a una velocidad inusitada, se sentía extrañamente cómoda con su nueva personalidad, aunque su cuerpo era aún pesado y poco manejable. Y quizá Adriana no estuviera de acuerdo, pero a Adriano la situación le resultaba increíblemente divertida.
- ¡Oh, una pequeña Leobald! - comentó acercándose a la niña y agachándose hasta ponerse a su altura - no temas, protegeremos tu frágil cuerpecito de cualquier amenaza. Si te portas bien, te dejaré jugar con Gastty - le dijo acercando a la bestia de manera amigable.
- Vaya, Khalion, te has convertido en un ser acuático… puede que nos venga bien si hay lagos o ríos por aquí. Aunque… me gustabas más de semi-humano… - aseveró con una amplia sonrisa.
- Mmmm… ¿Godric? - preguntó, acercándose a la diablesa - espero que no nos corrompas a todos con tu… belleza. Iba a decir maldad, pero belleza es más políticamente correcto - vuelve a lanzar otra risotada y una mirada a la elfa que no podría ser otro que Mablung - aunque ya veo que te ha faltado tiempo para intentarlo con uno de nosotros -
Elevó su mirada a los cielos para detectar al compañero córvido que ahora se había convertido en un majestuoso ser alado.
- ¡Eh! - gritó, dirigiendo su voz hacia arriba - ¡Nock, o como demonios te llames ahora, baja aquí y organicemos un plan para nuestra incursión! - no podía evitar dar órdenes con la mayor de las confianzas.
Finalmente, se acercó a Mablung. Le observó con ternura y con cierta nostalgia. Era lo más parecido a ella en aquel mundo onírico.
- Me gusta ser elfa, pero a veces es difícil - le susurró con complicidad - Adriana sigue dentro de este cuerpo, aunque no lo parezca - dijo, golpeándose fuertemente el pecho con el puño - si necesitas algo, solo tienes que decírmelo.
Se giró y abrió los brazos teatralmente, dirigiéndose a sus compañeros.
- ¡Aquí me tenéis, Adriano el Empalador, Señor de los Semi-ogros! ¡Vayamos a matar cosas! - finalizó con una carcajada y una sonora y maloliente ventosidad, mientras la Adriana de su interior se cubría el rostro con la mano y suspiraba avergonzada.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung se sentía confuso, sus recuerdos se entremezclaban con los de una princesa de los altos elfos y su cuerpo ya no era el suyo era el de una princesa, a su vuelta tendría unas palabras con los clérigos acerca de su ritual, pero ahora lo importante, volviéndose hacia la demonio y con una suave y melódica voz dijo:- Entiendo que te sientas atraída por mí, toda tu vida te has visto privada de lo que yo encarno, eres como el fuego salvaje que lo consume todo y solo deja cenizas a su paso, que vida tan triste y solitaria debes de haber llevado. En el fondo los de tu especie me dais lastima- concluyo en bajando la voz y agachando la mirada...para acto seguido levantar su rostro y mirando a los ojos del demonio directamente añadió:- pero más te vale recordar quien soy, o somos, y de lo que soy capaz, una falta de respeto hacia mi persona y lo dejaré salir y ya sabes que mi otro yo no se anda con rodeos-
Apartándose delicadamente un mechón prístino de la cara se volvió hacia el resto observando sus nuevas formas, deteniéndose en la niña un momento, para negar con la cabeza y añadir:- Deberíamos ponernos en camino, voy a ver si encuentro algún rastro del soñador, ¿alguno es tan amable de ayudarme?- concluyo con una sonrisa pura como el agua de un manantial.
En la apoteca: Percepccion: 11
Nockolito se deleita en la majestuosidad de su vuelo, saboreando la sensación de libertad, una ansiada facultad que le había sido negada y que ahora lo llama hacia los cielos como una promesa de libertad. Al descender majestuosamente junto a sus compañeros, dirige su mirada hacia la infinitud del cielo. Se conmueve profundamente, hallando un deleite casi místico en los caprichosos juegos de luz que adornan las nubes. Con una emoción profunda, medita brevemente sobre su sufrida existencia. La recuperada visión se convierte para él en un amargo cóctel de sensaciones: la embriaguez de la visión se entremezcla con la nostalgia por un mundo de colores y formas que le fue cruelmente arrebatado.
Al posar su vista en sus compañeros, su semblante adquiere una solemnidad y severidad que son el espejo de la confianza y grandeza que emana de su ser. Nockolito, en un silencio elocuente, proyecta una solidez imperturbable, erigiéndose como un pilar de firmeza para aquellos que lo rodean. Escucha a sus compañeros y su sonrisa, la de un guerrero templado en el fragor de la adversidad, es una muestra tenacidad y de aceptación estoica.
No obstante, al intentar verbalizar sus pensamientos, se topa con un reto inesperado: su voz, o más bien, su capacidad de imitación, parece haberlo abandonado. Sin embargo, tras un titubeo de infinita sorpresa sus palabras fluyen con claridad y convicción, resonando con profundidad y seguridad.
- Soy Nockolito, el azote de los vientos, cazador de las cimas. - Declara, su sonrisa reflejando el gozo de su nueva voz. - Es un honor encontrarme con vuestras esencias en este plano onírico, seamos ensoñaciones de nuestros deseos, de nuestros miedos, de nuestro pasado o de nuestro futuro - Prosigue, su voz teñida del disfrute de escuchar su propia voz. - Parece que aquí ha ocurrido una explosión, algo que ha fracturado esta piedra. Tal vez aquí descubramos alguna clave sobre lo que está sucediendo, antes de aventurarnos en el espesor del bosque. - Comenta, señalando hacia la roca con un gesto amplio y envolvente.
Zevatur, Rolthos
La diablesa sonríe divertida ante las palabras acusatorias de la pequeña embutida en una armadura pesada.
- No te preocupes también se apreciar que las buenas esencias vienen en frascos pequeñ... agh!! pero si no eres una halfling! eres una humana en miniatura!! Y nos llaman demonios a nosotros!! Enviando a una niña a la batalla embutida en una armadura y con una espada más grande que ella... No temas peque - le dice agachándose hacia delante para quedar a su altura. De ser aún el fornido guerrero del mundo material, y tener veinte años menos Leobald habría sentido cómo su corazón se aceleraba al dejar con ese gesto, a la vista el elegante y sensual escote. - Cuidaremos de tí, no dejaremos que los mounstruos malos te coman... - se levantó, dando un par de golpecitos en el casco de la pequeña.
Las palabras de la elfa parecieron divertir a la demonio, lejos de amedrentarla o herirla. Se acercó al semi-ogro y, con aire desenfadado, pero aún mirando a la hermosa elfa, se apoyó despreocupada sobre él, como si fuera una columna en lugar de un ser vivo.
- Hmm debo de haber dado muy cerca del blanco para que se ponga asi... ¿ no crees? - le dice a Adriano pero mirándo a la elfa con una media sonrisa. Con un mohín parece olvidarse por completo de ella y mira hacia arriba para hablar con el gigantón. - El Empalador eh? Y a quién empalas... y con qué?- le dice guiñándole un ojo.
Sólo cuando el majestuoso Aaracroka menciona la piedra fracturada el rostro de la hermosa súcubo parece recordar quienes son en realidad y cúal es su misión a juzgar por la mirada de sorpresa e incluso pánico que cruza por sus ojos. Es tal el cambio en su expresión que hasta parece encogerse y se aparta de Adriano. Pero el momento pasa y el aplomo y vuelve a su ser.
- ¿En serio? - le dice a todos y a nadie en particular - ¿Es que no había nadie más? pero si hasta es virgen!!! - exclama - Me siento sucia por primera vez en todos los siglos de mi existencia...- se frota la piel, como si le picara. - A ver qué podemos averiguar de esa roca tuya Nockolito-
(( Si puede le da ventaja a Nockolito en su tirada)
PbP Character: A few ;)
Adriano se cruza de brazos y muestra una gran sonrisa socarrona a la diablesa ante su pregunta: - Apuesto a que te encantaría descubrirlo experimentándolo en tus propias carnes. Habitualmente no suelo llevar a cabo esas prácticas con mis compañeros, pero estoy seguro de que, muy pronto, tendrás ocasión de despejar tus dudas, en cuanto nos crucemos con algún maldito bastardo al que masacrar - se alejó de Godric y se acercó en busca de rastros que les arrojaran cualquier pista.
Aquí es cuando tiro percepción y pifio estrepitosamente.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Nock no encuentra nada especial a parte de lo que mencionó Artorius entre los papeles de la Apoteca.
Mientras la majestuosa ave rapaz que era Nocktolito, se acercó al altar quebrado y ennegrecido, su visión aguileña comenzó a analizar el lugar, aunque sin mucho éxito, en efecto, parecía exactamente lo que era, un accidente provocado por un relámpago, aunque era raro saber si en ese lugar el tiempo cambiaba o estaban estancados en una perenne primavera al amanecer. Mientras se acariciaba su robusto y varonil pico, pensando en las posibilidades, recordó que al descender al templo en ruinas pudo vislumbrar lo que había más allá del bosque, y que quizás era relevante exponerlo.
Allende de las copas de los ancestrales árboles que componían la mayor parte del pasaje, el reino onírico parecía acotado, a no más de cinco millas alrededor del núcleo central donde habían ido manisfestándose. Una bruma densa parecía oscurecer la visión más allá. Como hitos importantes, al noroeste, esa misma bruma no poseía la característica tonalidad gris y húmeda de la niebla matutina, sino más bien era anaranjada... y lo mismo pasaba en las brumas que comenzaban muy al sur. El tono esta vez era más oscuro y sombrío, como si una tormenta de noche viva estuviera a punto de desatarse. Pero lo más llamativo de todo era, que en esa misma dirección, justo en el linde de la foresta con la bruma azabache, una gran cadena se elevaba hacía los cielos, de eslabones gargantuéscos, como montañas. Éstos parecía nacer en la tierra y elevarse hasta el cielo, volviéndose más traslúcidos según ascendían. Era una visión que quitaba el aliento, y que sólo los seres superiores y alados como él, podían disfrutar desde su posición en los aires sobre los restos de la catedral.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un enorme ser se tambaleó torpemente a su lado para inspeccionar también el altar. El semi-ogro se agachó levemente para poder tener mejor ángulo de visión, y tocó con sus enormes manazas, repleta de dedos como morcillas, la superficie... Encontrando la respuesta que tanto esperaba, ... como experto en brebajes, preparados y alquimia. Adri-Ano reconoció, sin lugar a dudas, que los restos quemados eran productos de derramar una buena cantidad de la toxina conocida como "Muerte Carmesí" y hacerla arder... su acidez se ve multiplicada ante tal cambio químico y es capaz de debilitar y quebrar las rocas más densas y duras... ¿Estaría también Chak en aquel lugar? ¿Les podía haber seguido y de algún modo adelantarse a ellos?... Era una posibilidad alta bajo los ojos del enorme ser de piel azul y rastas púrpura.
Mientras tanto Mablungcela, la princesa alta elfa, paseaba con cierta indiferencia y condescendencia por igual cerca del exterior de las ruinas, buscando huellas o pistas en la cercanía. Como heredera de los Reinos Élficos de Opiumsiun, había sido adiestrada en múltiples disciplinas, no sólo en las maneras y formas de la corte. Y una de ellas era la de seguir rastros... Allí, junto al sendero que se dirigía al sur, una diminutas pisadas parecían hundirse entre las cuidadas hierbas, siguiendo en paralelo el camino. No parecía pesadas, una criatura bípeda pequeña, de calzado ligero.. que parecía adentrarse en el bosque a unas decenas de metros más allá del claro donde se encontraban.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Cuando Adriano se le acercó, la niña-martir tuvo que taparse la nariz. De no ser por este particular habría interpuesto su espada entre ella y la bestia que el semiogro se empeñaba en presentar como mascota.
Incapaz de contestar a Asmogódrica en sus mismos términos de ingenio, Leobaldina, roja de ira, reaccionó tarde cuando la bella y descarada tiefling le golpeó el casco con condescendencia.
—Ya decidiré yo quien es el bicho malo aquí —refunfuñó colocándose el casco de nuevo y agitando su espada en un movimiento pretendidamente amenazador que resultaba algo ridículo.
Tomó aire y observó a Nocktolito a la espera de su indudable buen juicio.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)