Adriana volvió a plegar el papel con delicadeza, coronándolo igualmente con el primoroso lazo verde. Aprovechando las sombras del callejón, guardó la invitación entre sus ropajes, resguardándola tanto de la lluvia como de la vista de cualquiera.
- Tienes razón - dijo mirando hacia el cielo encapotado - será mejor que entremos y nos reunamos con los demás -
Cuando se disponía a encaminarse hacia la taberna, la voz de la muchacha llamó su atención, desviando su mirada hacia la figura que se había acercado a ellos. Una profunda lástima se apoderó de su ánimo ante la decadencia de su aspecto.
- Pobre muchacha... - susurró a Leobald con preocupación - querida niña, no necesitamos de tus servicios- le dijo con voz amable y comprensiva - ¿te encuentras bien? quizá deberías resguardarte de la lluvia, estás empapada y podrías enfermar- echó mano a sus pertenencias de manera automática hasta recordar que no disponía ni siquiera de una moneda que ofrecerle; pero rebuscando en su mochila, encontró un pequeño fardo de la comida sobrante que Elías les había preparado para el camino - No puedo ofrecerte dinero, pero espero que aceptes algo de comida. No es muy copiosa, pero te dará fuerzas - dijo sonriendo y tendiéndole el paquete, esperando que la muchacha lo recogiera.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Menudo panorama. Apurado por una reacción acalorada en exceso, pero mas aún por las las miradas que, antes disimuladas y ahora sin pudor alguno, estaban atrayendo. Lejos de la discreción que hubiera deseado decidió no empeorar las cosas reventando la jarra en Filion. "Demasiados en el ajo" pensó al contar los varios que aquella historia habían escuchado desde mesas próximas.
-Vampiros dice..- murmuró para sí dando la espalda a la mesa.. y encontrándose con Godric.-Aunque sin barro en la boca esta parece una de esas causas que te gustan..-bajando el tono de voz, que solo él pudiera oír.- En esa mesa estábamos 4 personas y dos docenas de orejas..- alertó, seguramente tarde, al joven humano.-Tiento, chaval.
Mesa y mozo lejos, y ya buscando la salida, procuró pasar allí donde con igual interés y disimulo habían seguido la historia. -Me haré un collar con las gertas alcahuetas que se entrometan en mis tejemanejes con el estilbon.-Dejó caer con volumen discreto al aire viciado de la taberna, tratando de no importunar a Kreb o a su hermano de 3 metros.
Con un gesto de indiferencia Mablung le tiende el resto de la jarra a Fillion: -Espero que la información se cierta- Tras lo cual se levanta de la mesa y sale de la posada siguiendo a Khalion.
Fuera de la posada, cuando se reúnen con los que se habían quedado fuera dice:- Parece que tenemos una pista, el mozo de almacén dice que vio a unos contrabandista sacar el aceite y llevarlo a una haciendo abandonada cercana. Siguiendo el camino de la costa hacia los acantilados, ha dicho alguna que otra chorrada acerca de vampiros y no muertos en esa hacienda. Por mi parte me alegrará salir de esta ciudad, su ambiente resulta sofocante. Si queréis hacer algo más aquí dentro no me opondré, pero os esperare fuera de los muros.- Tras lo cual emprendió el camino hacia la puerta por la que entró a la ciudad, con la esperanza de poder franquearla cuanto antes.
Godric miro al desdichado mozo del almacén y no pudo más que sentir lástima por el. Criaturas no-muerta o no se por medio sin duda su experiencia allí le había cambiado para siempre. Meditabundo siguió a Khalion y Mablung fuera del ruidoso local y busco con la mirada al resto de sus compañeros. Sabia que Leobald y Adriana estaban en la parte de atrás pero se preocupó por Toc-toc.
-Al entrar me he cruzado con Toc-toc. Parecía agitado. ¿Sabéis dónde iba? -
Leobald miró con tristeza infinita a la muchacha que paseaba sus miserias y se ofrecía en medio de aquella hediondez. Seguramente no conocía otra forma de ganarse la vida. Sus pensamiento le llevaron a Tyr, sabía que no podía salvarles a todos, pero ¿cómo era esto posible mientras la iglesia de Tyr nada en una abundancia obscena? Desde luego no había justicia en nacer sin opciones.
—Nada deseamos de ti y nada puedo ofreceros hoy, mi niña —la sonrió con dulzura paternal—, vuelve a casa o vas a enfermar con esta lluvia —dijo sin poder evitar sonar abatido.
El caballero, había comenzado a caminar pesadamente de vuelta a la puerta principal de la Red Vacía cuando cayó en algo.
—Espera —se volvió—, ¿Has comido hoy? Ve a la Cabra de Mimbre dentro de un rato y trataré de conseguirte algo caliente de comer.
Dedicó una sonrisa triste a la muchacha y se retiró con Adriana en busca de sus compañeros.
-Muros allende estarás sin respaldo.-escuchando comprensivo.-El guiso en la Cabra olía mejor que este antro. Esa mansión.. al alba pues?-Propuso sabedor de la impaciencia élfica.-Sepamos de Toc-toc y su espantada.. pues dentro era bienvenido.-reveló ya en el exterior en discreción.- Quizá quiera volver con el buche lleno.
Y ya fuera, por instinto, echo mano a su hoy inexistente bolsa de monedas. Gesto mecánico en tugurios semejantes. Cimitarras, máscara y látigo.. tenía todo. Aún sin privacidad, buena y exitosa incursión, sin muertos ni lamentos a este lado o al otro.
-Mas alla de los muros me siento más seguro y mejor que dentro de ellos. Acampare cerca del camino y de la ciudad. Os esperaré en las puertas de la ciudad para ir juntos a la hacienda.- dijo el druida mientras se alejaba hacia las puerta.
La chica observó con cierta mirada de incredulidad a la elfa, sus ojos marcados con un ligero tono morado por unas ojeras casi crónicas, se paseaban desde la Adriana a la comida que ésta le ofrecía y viceversa, casi como hipnotizada... finalmente, se acercó y cogió la comida con sumo cuidado, probando algo de queso con avidez y guardando el resto... envolviéndolo de nuevo en el paño que lo protegía... Dando unos pasos más atrás, la chica ofreció una ligera reverencia de la cabeza en señal de agradecimiento y despedida... la joven se dispuso a macharse pero a los pocos pasos se dio la vuelta cuando Leobald volvió a llamar su atención... escuchando su propuesta, la chica negó con la cabeza... aunque parecía agradecida, y a pesar de su corta edad, ya había tenido suficientes experiencias para saber que no te tenías que fiar de un desconocido que te invita a su territorio... Sin emgargo, les dirigió una frase a ambos, esta no fue tan mecánica y automatizada como la primera, pero si algo críptica en sus formas.
- Cuidado... con las ratas, no matéis ninguna, ... nunca en Saltmarsh...
La chica volvió a girarse y salió corriendo para llegar a sea cual fuese su denostada casa u hogar, si es que existía alguno.
[En la Red Vacía, plaza frontal]
Adriana y Leobald aparecieron por uno de los laterales del local casi al mismo tiempo que Khalion, Godric y Mablung salian por la puerta principal de la escandalosa posada. Todos reunidos de nuevo bajo la lluvia, se dieron cuenta de que apenas faltaban un par de horas para el anochecer, las sombras se alargaban cada vez más, y por alguna razón, toda esa zona de la ciudad rezumaba peligro con cada hora que se aproximaba al ocaso del día. Sin demorarse demasiado, casi hubo una decisión silenciosa de acudir de nuevo a La Cabra de Mimbre a llenar sus estómagos con algo de comida caliente y quizás descansar en alguna habitación semi-decente. El camino de vuelta se hizo más corto que el de venida, quizás porque sus pasos inconscientemente eran más apresurados para salir de los arrabales de la ciudad portuaria cuanto antes.
En una decena de minutos habían vuelto a la altura del traicionero puente de piedra, cuya presencia parecía tormentar de algún modo al druida. Subieron la calle dejando la ominosa estructura detrás y pronto llegaron de nuevo al lugar donde Lankus les había recibido. La incursión minera parecía que haberse disipado y el local estaba vacío, pero un agradable olor a estofado y puchero se escapaba por las rendijas de la puerta de entrada invitando a una agradable cena... Mablung pareció despedirse de los demás justo en este punto, y se dirigió hacia las afueras, no sin ser observado por los dos guardias que estaban apostados en las puertas de las barracas justo en frente de ellos, parecían haberle reconocido, pero no se movieron de allí ni hicieron ningún comentario.
[En la Cabra de Mimbre]
La cena estaba servida, como si el posadero supiera el número exacto de comensales, en una mesa del salón principal cercana a una fogosa chimenea, seis platos con un perolo de estofado aún caliente les esperaban, todo perfecta y marcialmente ordenado, cubiertos, servilletas de tela bordadas con el símbolo de La Corona, cestas de pan del día y piezas de fruta fresca. Una tabla de quesos acompañaba todo el reparto de viandas. Cuando entraron, Lenkus estaba enciendiendo varios quinqués colgados en lugares estrátegicos de las paredes del gran salón, alumbrando con inteligencia toda la estancia. En su mesa descansaban también varias velas gruesas de cera que estaban encendidas justo al lado de la gran jarra de cerveza y vasos de barro.
El posadero se limpió las trabajadas manos, ya de por sí sin mácula, contra un mandil blanco perfecto antes de contestarles con una amplia sonrisa.
- No sabía si ibáis a aparecer esta noche, pero estaba pagado de todos modos... así que cumplí con mi deber... por favor siéntense y disfruten de la cena y el calor de la chimenea, seguro que es de agradecer para secar vuestros ropajes castigados por este persistente temporal. Un momento... ¿No falta uno...? Me habían informado de que eráis seis personas.
Mablung se despide de sus compañeros y se dirige hacia la puerta, cuando al ver a los dos guardas recuerda las palabras de Leobald, se detiene entablando una diálogo interior consigo mismo y al final cambia de dirección y se dirigen hacia ellos:- Soy Mablung, creo q vuestro señor Eliander quiere hablar conmigo. Decidle q ahora es el momento, pues me dispongo a salir de la ciudad y no sé si volveré.
En la puerta de la Cabra de Mimbre Godric hace un último intento.
-Mablung espera - cuando el feroz elfo se vuelve a mirarle traga saliva pero sigue hablando - por favor entra con nosotros al menos cena y luego si quieres vuelve a los bosques, pero al menos cuéntanos que paso con la guardia y porque piensan que tuviste algo que ver con la muerte de uno de ellos. Eso nos ayudará a defender tu caso. -
- Gracias por el ofrecimiento, pero no. No quiero deberle nada más Bastianes de lo que ya le debo y quiero pasar el mayor tiempo posible en la naturaleza. Disfrutad de la cena -
-Y no se de qué me acusan, solo hablé con el viejo guarda de la puerta y me dejó pasar, nada más. Seguramente quieren divertirse un rato a mi costa y no les culpo, pero no participaré en su juego-.
Los guardias se vieron sorprendidos al ver que el druida se acercó a ellos pare avisar de su partida, los humanos que portaban el tabardo de Saltmarsh, los juncos sobre una fuente de agua, se miraron primero entre ellos hasta que el de la izquierda se adelantó un paso hacia el druida. Eran jóvenes también, pero no tanto como los que estaban en la puerta, estos tenían un poco más de experiencia.
- Según mi punto de vista tienes dos opciones, hacer lo incorrecto y marcharte, has de saber que se ha cursado una orden de arresto sobre tu persona, con lo que te arrestarán en las puertas de salida por intentar huir de la justicia, y volverías encadenado a las celdas hasta tu juicio, o... entrar ahora por tu propio pie y manteniendo la dignidad, aclarar tu situación y tu acusación con Eliander, y quizás, todo se resuelva de una manera rápida y por la mañana estás libre y sin cargos... dependiendo de tu grado de culpabilidad claro...
La voz del humano, con barba de dos días, largas y anchas patillas y mirada cansada bajo su casco, no parecía desafiante, más bien explicativa... en ningún momento hizo ningún amago agresivo o ademán de arrestarle allí mismo, simplemente le estaba dando elecciones, y explicando las consecuencias de cada una.
Con un gesto de resignación, pero calmado por las palabras del guarda dijo:.No se de qué se me acusa, pero si fuese culpable no hubiese estado paseandome por toda la ciudad ni ahora hablando con vosotros. Llevadme hasta él para poder aclarar esto y poder salir de la ciudad.-
-¿Supongo que querréis que deje aquí las armas?- preguntó mientras se llevaba las manos a la hebilla del cinto del que colgaba la cimitarra.
Leobald compartió con sus compañeros cuanto les había pasado en los callejones y escuchó atentamente lo que estos averiguaron sobre los ladrones de aceite, aunque parecía más lacónico que de costumbre. Caminó hasta la Cabra de Mimbre sumido en sus pensamientos. ¿Quién era esa chiquilla y qué había querido decir con eso de las ratas? Apenas reparó en la cena, como si su estómago se hubiera cerrado traicioneramente en los callejones tras la Red Vacía. Cuando el diligente posadero se dirigió a ellos sintió que debía decir algo. Parecía un solícito hombre de ley y respetaba eso.
—Buenas noches, no nos han presentado, pero yo soy Leobald —saludó educadamente mientras dejaba su pesado escudo a un lado y empezaba a deshacerse de su armadura—. Gracias por todo esto. Nuestro compañero Mablung pasará la noche al raso por voluntad propia. Costumbres de druida —se limitó a disculparse el caballero—. Se unirá a nosotros por la mañana. Por cierto esta noche han salido algunos nombres en nuestra investigación. No tienen porqué estar relacionados con el aceite. Como local, quizá podáis arrojar algo de luz sobre ellos. Xendros Yi'roko Zsash ¿Quién es? Y que hay de la mansión de fuera de la ciudad ¿Cuál es su historia? —miró a Lenkus con curiosidad— Ah y finalmente están las ratas de Saltmarsh, ¿hay algo que debamos saber de ellas? Encontramos interesante el temor que suscitan entre algunos aldeanos.
Con un gesto de la mano peinó sus cabellos mojados de hacia atrás despejando su frente y sonriendo al hostelero con esa tristeza cansada que acostumbraba a acompañarle.
Adriana se encaminó hacia la Cabra de Mimbre con una sensación agridulce. Le había impactado sobremanera la decadencia y la miseria del barrio que abandonaban, la precaria situación en la que malvivían sus habitantes y las actividades a las que esa pobre muchacha se veía abocada para sobrevivir; sabía que, lamentablemente, solo era una pequeña muestra de otras muchas niñas en su misma situación. Pero también se sentía satisfecha por haber podido ayudar, aunque solo fuera con el detalle de ofrecerle un poco de comida.
Agotada en cuerpo y espíritu, recibió con agrado el calor de la estancia y la comida servida en la mesa. Asimismo, se sintió aliviada al comprobar que Minestrad y su séquito habían abandonado ya la posada. Necesitaba relajarse y disfrutar de una velada de intimidad con sus compañeros para planear la jornada venidera.
Se desprendió de su capa empapada y se dirigió a la chimenea frente a la que aguardó pacientemente hasta entrar en calor, mientras escuchaba con interés la conversación entre Leobald y el posadero. Atenta a las respuestas, tomó asiento dispuesta a saciar su hambre.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
"Ve con cuidado Mablung " añade a modo de despedida Godric al druida " la hostilidad que he percibido en los guaridas de la puerta no parecía un juego..."
Lanzando un profundo suspiro al ver las espaldas del druida desaparecer en la lluviosa noche Godric entró en la Cabra de Mimbre y recibió con alivio el cálido y sobretodo, seco ambiente.
Se quitó la empapada capa y ayudó a Adriana cerca del fuego para que se calentara mientras Leobald intentaba arrojar algo más de luz a las pesquisas que habían iniciado.
Lenkus sonrió de oreja a oreja al observar a sus únicos clientes sentirse aliviados y agradecidos ante su esmerado y pulcro trabajo, según Leobald dejó el escudo al lado de la chimenea y sus pertrechos, el posadero los recogió con cuidado para llevárselos a su habitación, no sin antes coger algo de grasa y aceites de detrás de la barra para darle una limpieza y un ajustes apropiados. Mientras los diversos y embarrados compañeros iban haciando algo parecido, el ex-veterano de la corona iba recogiendo todo para darles un lavado de cara y depositarlos donde correspondía en cada caso en las estancias del piso superior.
Mientras estaba atereado con sus labores de limpieza y preparaciones, no dejaba de echar un ojo a la mesa por si los agentes de Ghostfinger necesitaban algo más en su cena, o por si la chimenea necesitaba más lumbre para hacerles entrar en calor.
Entre sus paseos, Lenkus iba respondiendo a las preguntas de Leobald con mirada distraída pero con un tono sincero.
- Xendrus es un rufián, cuidado con los tratos que hacéis con él, le encanta la letra pequeña, ya sabéis... sólo le importa él mismo, los beneficios y su lejana y selvática Chult. Sin embargo, si le bailais el agua puede ser un poderoso aliado, tiene muy buenos materiales y recursos, incluídos mágicos. Se dice que él se ha encargado de ser el único proveedor de este tipo de objetos arcanos en toda la ciudad... ya no hay competencia... y si la hay, debe hacerlo muy a escondidas suyo. Es un tipo bastante misterioso y celoso de su pasado, así que no investiguéis mucho o preguntéis, puede que se moleste...
Mientras Lenkus traía más cerveza a la mesa y retiraba el plato y cubiertos de Mablung, continuó su charla.
- No sé a que mansión en particular os referís, hay bastantes haciendas en las afueras y derredores de Saltmarsh, algunas en mejor estado que otras... Si podéis ser más específicos... - haciendo una pausa, se rascó la cabeza con un gesto interrogativo - En cuanto a las ratas, no sé muy bien ... que significa eso de que los aldeanos les tienen miedo, hay muchas ratas en Saltmarsh, es un puerto, a veces hay que incluso que purgar los navíos de ellas o se comen todo el grano o lo que porten como raciones para sus viajes... yo mismo me encargo de que este local esté vacío de rodeodores, he cazado y dado muerte a decenas de ellas, y sigo aquí... sin consecuencia alguna...
TocToc siguió a los compañeros algo taciturno, la tarde estaba más avanzada y la pasada mala noche estaba pansándole una factura más onerosa. Sus ojos se sentían pesados y su energía se había desvanecido repentinamente tras el estallido de adrenalina en la posada de los bajos fondos. Tras el breve paseo despidió a Maglum con una negación de cabeza, sin fuerzas para expresar con claridad que deberían permanecer juntos en territorio hostil.
Ni siquiera se lanzó a por la comida con la voracidad habitual. Tan solo el solícito cuidado del posadero hizo que un pico de de energia le recorriese el cuerpo, un agradecido Un honesto "gracias" acudió a su pico y lamentó no tener dinero para recompensar su amabilidad. Una breve mirada de recalentado rencor se posó en Godric y Leobald. Despues sin participar en la conversación se dirigió a su habitación. - Nos veremos mañana. No os metais en más lios.
Adriana, apoyada delicadamente del brazo de Godric y agradeciendo sus atenciones, se acercó con él a la mesa y se sentó frente al olor del delicioso estofado servido. Escuchó a Lenkus con agrado. Le gustaba cómo se expresaba, su educación y su amabilidad, rasgos que parecían brillar por su ausencia en la ciudad de Saltmarsh. Comiendo pausadamente, se sintió con la suficiente confianza como para dirigirse a él:
- La comida está deliciosa, gracias Lenkus - dijo regalándole una sonrisa - La hacienda a la que nos referimos se encuentra siguiendo el desvío por el viejo sendero de la costa, cerca de los acantilados- le dijo al posadero en busca de más información - al parecer todos los lugareños la conocen y la temen por sus historias sobre vampiros y fantasmas- se limpió los labios delicadamente con la servilleta y observó la reacción de Lenkus - con respecto a las ratas... no estoy segura de que se trate de una referencia literal ¿ningún grupo o estrato social es apodado por estas tierras de esta manera? - le preguntó directa, sin muchas esperanzas de que el buen tabernero supiera a qué se refería.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Justo cuando el kenku se levantó para retirarse a sus aposentos, Lenkus pareció recordar algo y se dirigió rápidamente al almacén situado en la parte posterior de la barra haciendo indicaciones a TocToc para que esperara. A los pocos minutos apareció de nuevo con una bolsa en cuero de cierta calidad y cerrada con un cordel en el mismo tono dorado que las cintas de los Agentes de Ghostfinger. Parecía contener algunas monedas. Depositando la bolsa sobre la mesa donde estaban cenando sonrió de nuevo.
- Antes salisteis como almas que huyen de Stygia y no me dio tiempo a entregaros vuestro salario, son doce monedas de oro, dos por cabeza, tenéis suerte, es casi lo que cobran los trabajadores portuarios por dos meses de jornada, se nota que Bastianes es generoso...
Ante los comentarios de Adriana elogiando sus habilidades culinarias, el posadero pareció ruborizarse ligeramente, sin que ella preguntara, volvió a llenar su plato con más estofado como recompensa a su positivo comentario.
- No soy más que un humilde ex-veterano de guerra, fiel servidor de la Corona, me temo que mi cocina dista mucho de ser perfecta señorita... En cuanto al tema de la mansión, si, sé a cual os referís, lleva abandonada décadas al parecer, no recuerdo bien quien fue su dueño... me suena que quizás alguien de Isla Paraíso, ¿un alquimista pudiera ser? Oh... me temo que mi memoria no es lo que era, pero podéis ir a ver los registros de propiedad a La Gran Casa del Consejo, o también llamada Ayuntamiento de Saltmarsh... Lo que si recuerdo son las historias que se cuecen sobre apariciones y luces que bailan por la noche a través de sus ventanas rotas... No sé si algo más allá de lo natural lo habita, pero siendo tan antigua seguro que tiene algún tipo de inquilinos, vivos o muertos... y quizás de esos a los que no les gusten las visitas...
Tras una pequeña pausa para romper el camino oscuro y siniestro que había dado a su conversación, Lenkus volvió a sonreír.
- Seguro que la mayoría de historias son habladurías de pueblerinos incultos y con temores hasta de su propia sombra... aun así, si el destino os lleva allí, andad con cuidado. Por cierto, volviendo al tema de las ratas... siento defraudarla una vez mas, más no tengo información alguna acerca de ningún grupo o asociación que tomen por nombre algo relacionado con las ratas...
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" ¡Oh la Oscuridad...! "
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Adriana volvió a plegar el papel con delicadeza, coronándolo igualmente con el primoroso lazo verde. Aprovechando las sombras del callejón, guardó la invitación entre sus ropajes, resguardándola tanto de la lluvia como de la vista de cualquiera.
- Tienes razón - dijo mirando hacia el cielo encapotado - será mejor que entremos y nos reunamos con los demás -
Cuando se disponía a encaminarse hacia la taberna, la voz de la muchacha llamó su atención, desviando su mirada hacia la figura que se había acercado a ellos. Una profunda lástima se apoderó de su ánimo ante la decadencia de su aspecto.
- Pobre muchacha... - susurró a Leobald con preocupación - querida niña, no necesitamos de tus servicios - le dijo con voz amable y comprensiva - ¿te encuentras bien? quizá deberías resguardarte de la lluvia, estás empapada y podrías enfermar - echó mano a sus pertenencias de manera automática hasta recordar que no disponía ni siquiera de una moneda que ofrecerle; pero rebuscando en su mochila, encontró un pequeño fardo de la comida sobrante que Elías les había preparado para el camino - No puedo ofrecerte dinero, pero espero que aceptes algo de comida. No es muy copiosa, pero te dará fuerzas - dijo sonriendo y tendiéndole el paquete, esperando que la muchacha lo recogiera.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[En la Red Vacía, dejando la mesa de Filion]
Menudo panorama. Apurado por una reacción acalorada en exceso, pero mas aún por las las miradas que, antes disimuladas y ahora sin pudor alguno, estaban atrayendo. Lejos de la discreción que hubiera deseado decidió no empeorar las cosas reventando la jarra en Filion. "Demasiados en el ajo" pensó al contar los varios que aquella historia habían escuchado desde mesas próximas.
-Vampiros dice..- murmuró para sí dando la espalda a la mesa.. y encontrándose con Godric.-Aunque sin barro en la boca esta parece una de esas causas que te gustan.. -bajando el tono de voz, que solo él pudiera oír.- En esa mesa estábamos 4 personas y dos docenas de orejas..- alertó, seguramente tarde, al joven humano.- Tiento, chaval.
Mesa y mozo lejos, y ya buscando la salida, procuró pasar allí donde con igual interés y disimulo habían seguido la historia. -Me haré un collar con las gertas alcahuetas que se entrometan en mis tejemanejes con el estilbon.-Dejó caer con volumen discreto al aire viciado de la taberna, tratando de no importunar a Kreb o a su hermano de 3 metros.
Con un gesto de indiferencia Mablung le tiende el resto de la jarra a Fillion: -Espero que la información se cierta- Tras lo cual se levanta de la mesa y sale de la posada siguiendo a Khalion.
Fuera de la posada, cuando se reúnen con los que se habían quedado fuera dice:- Parece que tenemos una pista, el mozo de almacén dice que vio a unos contrabandista sacar el aceite y llevarlo a una haciendo abandonada cercana. Siguiendo el camino de la costa hacia los acantilados, ha dicho alguna que otra chorrada acerca de vampiros y no muertos en esa hacienda. Por mi parte me alegrará salir de esta ciudad, su ambiente resulta sofocante. Si queréis hacer algo más aquí dentro no me opondré, pero os esperare fuera de los muros.- Tras lo cual emprendió el camino hacia la puerta por la que entró a la ciudad, con la esperanza de poder franquearla cuanto antes.
Godric miro al desdichado mozo del almacén y no pudo más que sentir lástima por el. Criaturas no-muerta o no se por medio sin duda su experiencia allí le había cambiado para siempre.
Meditabundo siguió a Khalion y Mablung fuera del ruidoso local y busco con la mirada al resto de sus compañeros.
Sabia que Leobald y Adriana estaban en la parte de atrás pero se preocupó por Toc-toc.
-Al entrar me he cruzado con Toc-toc. Parecía agitado. ¿Sabéis dónde iba? -
PbP Character: A few ;)
Leobald miró con tristeza infinita a la muchacha que paseaba sus miserias y se ofrecía en medio de aquella hediondez. Seguramente no conocía otra forma de ganarse la vida. Sus pensamiento le llevaron a Tyr, sabía que no podía salvarles a todos, pero ¿cómo era esto posible mientras la iglesia de Tyr nada en una abundancia obscena? Desde luego no había justicia en nacer sin opciones.
—Nada deseamos de ti y nada puedo ofreceros hoy, mi niña —la sonrió con dulzura paternal—, vuelve a casa o vas a enfermar con esta lluvia —dijo sin poder evitar sonar abatido.
El caballero, había comenzado a caminar pesadamente de vuelta a la puerta principal de la Red Vacía cuando cayó en algo.
—Espera —se volvió—, ¿Has comido hoy? Ve a la Cabra de Mimbre dentro de un rato y trataré de conseguirte algo caliente de comer.
Dedicó una sonrisa triste a la muchacha y se retiró con Adriana en busca de sus compañeros.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
-Muros allende estarás sin respaldo.-escuchando comprensivo.-El guiso en la Cabra olía mejor que este antro. Esa mansión.. al alba pues?-Propuso sabedor de la impaciencia élfica.-Sepamos de Toc-toc y su espantada.. pues dentro era bienvenido.-reveló ya en el exterior en discreción.- Quizá quiera volver con el buche lleno.
Y ya fuera, por instinto, echo mano a su hoy inexistente bolsa de monedas. Gesto mecánico en tugurios semejantes. Cimitarras, máscara y látigo.. tenía todo. Aún sin privacidad, buena y exitosa incursión, sin muertos ni lamentos a este lado o al otro.
-Mas alla de los muros me siento más seguro y mejor que dentro de ellos. Acampare cerca del camino y de la ciudad. Os esperaré en las puertas de la ciudad para ir juntos a la hacienda.- dijo el druida mientras se alejaba hacia las puerta.
[En la Red Vacía, callejón trasero]
La chica observó con cierta mirada de incredulidad a la elfa, sus ojos marcados con un ligero tono morado por unas ojeras casi crónicas, se paseaban desde la Adriana a la comida que ésta le ofrecía y viceversa, casi como hipnotizada... finalmente, se acercó y cogió la comida con sumo cuidado, probando algo de queso con avidez y guardando el resto... envolviéndolo de nuevo en el paño que lo protegía... Dando unos pasos más atrás, la chica ofreció una ligera reverencia de la cabeza en señal de agradecimiento y despedida... la joven se dispuso a macharse pero a los pocos pasos se dio la vuelta cuando Leobald volvió a llamar su atención... escuchando su propuesta, la chica negó con la cabeza... aunque parecía agradecida, y a pesar de su corta edad, ya había tenido suficientes experiencias para saber que no te tenías que fiar de un desconocido que te invita a su territorio... Sin emgargo, les dirigió una frase a ambos, esta no fue tan mecánica y automatizada como la primera, pero si algo críptica en sus formas.
- Cuidado... con las ratas, no matéis ninguna, ... nunca en Saltmarsh...
La chica volvió a girarse y salió corriendo para llegar a sea cual fuese su denostada casa u hogar, si es que existía alguno.
[En la Red Vacía, plaza frontal]
Adriana y Leobald aparecieron por uno de los laterales del local casi al mismo tiempo que Khalion, Godric y Mablung salian por la puerta principal de la escandalosa posada. Todos reunidos de nuevo bajo la lluvia, se dieron cuenta de que apenas faltaban un par de horas para el anochecer, las sombras se alargaban cada vez más, y por alguna razón, toda esa zona de la ciudad rezumaba peligro con cada hora que se aproximaba al ocaso del día. Sin demorarse demasiado, casi hubo una decisión silenciosa de acudir de nuevo a La Cabra de Mimbre a llenar sus estómagos con algo de comida caliente y quizás descansar en alguna habitación semi-decente. El camino de vuelta se hizo más corto que el de venida, quizás porque sus pasos inconscientemente eran más apresurados para salir de los arrabales de la ciudad portuaria cuanto antes.
En una decena de minutos habían vuelto a la altura del traicionero puente de piedra, cuya presencia parecía tormentar de algún modo al druida. Subieron la calle dejando la ominosa estructura detrás y pronto llegaron de nuevo al lugar donde Lankus les había recibido. La incursión minera parecía que haberse disipado y el local estaba vacío, pero un agradable olor a estofado y puchero se escapaba por las rendijas de la puerta de entrada invitando a una agradable cena... Mablung pareció despedirse de los demás justo en este punto, y se dirigió hacia las afueras, no sin ser observado por los dos guardias que estaban apostados en las puertas de las barracas justo en frente de ellos, parecían haberle reconocido, pero no se movieron de allí ni hicieron ningún comentario.
[En la Cabra de Mimbre]
La cena estaba servida, como si el posadero supiera el número exacto de comensales, en una mesa del salón principal cercana a una fogosa chimenea, seis platos con un perolo de estofado aún caliente les esperaban, todo perfecta y marcialmente ordenado, cubiertos, servilletas de tela bordadas con el símbolo de La Corona, cestas de pan del día y piezas de fruta fresca. Una tabla de quesos acompañaba todo el reparto de viandas. Cuando entraron, Lenkus estaba enciendiendo varios quinqués colgados en lugares estrátegicos de las paredes del gran salón, alumbrando con inteligencia toda la estancia. En su mesa descansaban también varias velas gruesas de cera que estaban encendidas justo al lado de la gran jarra de cerveza y vasos de barro.
El posadero se limpió las trabajadas manos, ya de por sí sin mácula, contra un mandil blanco perfecto antes de contestarles con una amplia sonrisa.
- No sabía si ibáis a aparecer esta noche, pero estaba pagado de todos modos... así que cumplí con mi deber... por favor siéntense y disfruten de la cena y el calor de la chimenea, seguro que es de agradecer para secar vuestros ropajes castigados por este persistente temporal. Un momento... ¿No falta uno...? Me habían informado de que eráis seis personas.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mablung se despide de sus compañeros y se dirige hacia la puerta, cuando al ver a los dos guardas recuerda las palabras de Leobald, se detiene entablando una diálogo interior consigo mismo y al final cambia de dirección y se dirigen hacia ellos:- Soy Mablung, creo q vuestro señor Eliander quiere hablar conmigo. Decidle q ahora es el momento, pues me dispongo a salir de la ciudad y no sé si volveré.
En la puerta de la Cabra de Mimbre Godric hace un último intento.
-Mablung espera - cuando el feroz elfo se vuelve a mirarle traga saliva pero sigue hablando - por favor entra con nosotros al menos cena y luego si quieres vuelve a los bosques, pero al menos cuéntanos que paso con la guardia y porque piensan que tuviste algo que ver con la muerte de uno de ellos. Eso nos ayudará a defender tu caso. -
PbP Character: A few ;)
- Gracias por el ofrecimiento, pero no. No quiero deberle nada más Bastianes de lo que ya le debo y quiero pasar el mayor tiempo posible en la naturaleza. Disfrutad de la cena -
-Y no se de qué me acusan, solo hablé con el viejo guarda de la puerta y me dejó pasar, nada más. Seguramente quieren divertirse un rato a mi costa y no les culpo, pero no participaré en su juego-.
[Saltmarsh, en las puertas de las barracas]
Los guardias se vieron sorprendidos al ver que el druida se acercó a ellos pare avisar de su partida, los humanos que portaban el tabardo de Saltmarsh, los juncos sobre una fuente de agua, se miraron primero entre ellos hasta que el de la izquierda se adelantó un paso hacia el druida. Eran jóvenes también, pero no tanto como los que estaban en la puerta, estos tenían un poco más de experiencia.
- Según mi punto de vista tienes dos opciones, hacer lo incorrecto y marcharte, has de saber que se ha cursado una orden de arresto sobre tu persona, con lo que te arrestarán en las puertas de salida por intentar huir de la justicia, y volverías encadenado a las celdas hasta tu juicio, o... entrar ahora por tu propio pie y manteniendo la dignidad, aclarar tu situación y tu acusación con Eliander, y quizás, todo se resuelva de una manera rápida y por la mañana estás libre y sin cargos... dependiendo de tu grado de culpabilidad claro...
La voz del humano, con barba de dos días, largas y anchas patillas y mirada cansada bajo su casco, no parecía desafiante, más bien explicativa... en ningún momento hizo ningún amago agresivo o ademán de arrestarle allí mismo, simplemente le estaba dando elecciones, y explicando las consecuencias de cada una.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Con un gesto de resignación, pero calmado por las palabras del guarda dijo:.No se de qué se me acusa, pero si fuese culpable no hubiese estado paseandome por toda la ciudad ni ahora hablando con vosotros. Llevadme hasta él para poder aclarar esto y poder salir de la ciudad.-
-¿Supongo que querréis que deje aquí las armas?- preguntó mientras se llevaba las manos a la hebilla del cinto del que colgaba la cimitarra.
[En la Cabra de Mimbre]
Leobald compartió con sus compañeros cuanto les había pasado en los callejones y escuchó atentamente lo que estos averiguaron sobre los ladrones de aceite, aunque parecía más lacónico que de costumbre. Caminó hasta la Cabra de Mimbre sumido en sus pensamientos. ¿Quién era esa chiquilla y qué había querido decir con eso de las ratas? Apenas reparó en la cena, como si su estómago se hubiera cerrado traicioneramente en los callejones tras la Red Vacía. Cuando el diligente posadero se dirigió a ellos sintió que debía decir algo. Parecía un solícito hombre de ley y respetaba eso.
—Buenas noches, no nos han presentado, pero yo soy Leobald —saludó educadamente mientras dejaba su pesado escudo a un lado y empezaba a deshacerse de su armadura—. Gracias por todo esto. Nuestro compañero Mablung pasará la noche al raso por voluntad propia. Costumbres de druida —se limitó a disculparse el caballero—. Se unirá a nosotros por la mañana. Por cierto esta noche han salido algunos nombres en nuestra investigación. No tienen porqué estar relacionados con el aceite. Como local, quizá podáis arrojar algo de luz sobre ellos. Xendros Yi'roko Zsash ¿Quién es? Y que hay de la mansión de fuera de la ciudad ¿Cuál es su historia? —miró a Lenkus con curiosidad— Ah y finalmente están las ratas de Saltmarsh, ¿hay algo que debamos saber de ellas? Encontramos interesante el temor que suscitan entre algunos aldeanos.
Con un gesto de la mano peinó sus cabellos mojados de hacia atrás despejando su frente y sonriendo al hostelero con esa tristeza cansada que acostumbraba a acompañarle.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana se encaminó hacia la Cabra de Mimbre con una sensación agridulce. Le había impactado sobremanera la decadencia y la miseria del barrio que abandonaban, la precaria situación en la que malvivían sus habitantes y las actividades a las que esa pobre muchacha se veía abocada para sobrevivir; sabía que, lamentablemente, solo era una pequeña muestra de otras muchas niñas en su misma situación. Pero también se sentía satisfecha por haber podido ayudar, aunque solo fuera con el detalle de ofrecerle un poco de comida.
Agotada en cuerpo y espíritu, recibió con agrado el calor de la estancia y la comida servida en la mesa. Asimismo, se sintió aliviada al comprobar que Minestrad y su séquito habían abandonado ya la posada. Necesitaba relajarse y disfrutar de una velada de intimidad con sus compañeros para planear la jornada venidera.
Se desprendió de su capa empapada y se dirigió a la chimenea frente a la que aguardó pacientemente hasta entrar en calor, mientras escuchaba con interés la conversación entre Leobald y el posadero. Atenta a las respuestas, tomó asiento dispuesta a saciar su hambre.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
"Ve con cuidado Mablung " añade a modo de despedida Godric al druida " la hostilidad que he percibido en los guaridas de la puerta no parecía un juego..."
Lanzando un profundo suspiro al ver las espaldas del druida desaparecer en la lluviosa noche Godric entró en la Cabra de Mimbre y recibió con alivio el cálido y sobretodo, seco ambiente.
Se quitó la empapada capa y ayudó a Adriana cerca del fuego para que se calentara mientras Leobald intentaba arrojar algo más de luz a las pesquisas que habían iniciado.
PbP Character: A few ;)
[En la Cabra de Mimbre]
Lenkus sonrió de oreja a oreja al observar a sus únicos clientes sentirse aliviados y agradecidos ante su esmerado y pulcro trabajo, según Leobald dejó el escudo al lado de la chimenea y sus pertrechos, el posadero los recogió con cuidado para llevárselos a su habitación, no sin antes coger algo de grasa y aceites de detrás de la barra para darle una limpieza y un ajustes apropiados. Mientras los diversos y embarrados compañeros iban haciando algo parecido, el ex-veterano de la corona iba recogiendo todo para darles un lavado de cara y depositarlos donde correspondía en cada caso en las estancias del piso superior.
Mientras estaba atereado con sus labores de limpieza y preparaciones, no dejaba de echar un ojo a la mesa por si los agentes de Ghostfinger necesitaban algo más en su cena, o por si la chimenea necesitaba más lumbre para hacerles entrar en calor.
Entre sus paseos, Lenkus iba respondiendo a las preguntas de Leobald con mirada distraída pero con un tono sincero.
- Xendrus es un rufián, cuidado con los tratos que hacéis con él, le encanta la letra pequeña, ya sabéis... sólo le importa él mismo, los beneficios y su lejana y selvática Chult. Sin embargo, si le bailais el agua puede ser un poderoso aliado, tiene muy buenos materiales y recursos, incluídos mágicos. Se dice que él se ha encargado de ser el único proveedor de este tipo de objetos arcanos en toda la ciudad... ya no hay competencia... y si la hay, debe hacerlo muy a escondidas suyo. Es un tipo bastante misterioso y celoso de su pasado, así que no investiguéis mucho o preguntéis, puede que se moleste...
Mientras Lenkus traía más cerveza a la mesa y retiraba el plato y cubiertos de Mablung, continuó su charla.
- No sé a que mansión en particular os referís, hay bastantes haciendas en las afueras y derredores de Saltmarsh, algunas en mejor estado que otras... Si podéis ser más específicos... - haciendo una pausa, se rascó la cabeza con un gesto interrogativo - En cuanto a las ratas, no sé muy bien ... que significa eso de que los aldeanos les tienen miedo, hay muchas ratas en Saltmarsh, es un puerto, a veces hay que incluso que purgar los navíos de ellas o se comen todo el grano o lo que porten como raciones para sus viajes... yo mismo me encargo de que este local esté vacío de rodeodores, he cazado y dado muerte a decenas de ellas, y sigo aquí... sin consecuencia alguna...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
TocToc siguió a los compañeros algo taciturno, la tarde estaba más avanzada y la pasada mala noche estaba pansándole una factura más onerosa. Sus ojos se sentían pesados y su energía se había desvanecido repentinamente tras el estallido de adrenalina en la posada de los bajos fondos. Tras el breve paseo despidió a Maglum con una negación de cabeza, sin fuerzas para expresar con claridad que deberían permanecer juntos en territorio hostil.
Ni siquiera se lanzó a por la comida con la voracidad habitual. Tan solo el solícito cuidado del posadero hizo que un pico de de energia le recorriese el cuerpo, un agradecido Un honesto "gracias" acudió a su pico y lamentó no tener dinero para recompensar su amabilidad. Una breve mirada de recalentado rencor se posó en Godric y Leobald. Despues sin participar en la conversación se dirigió a su habitación. - Nos veremos mañana. No os metais en más lios.
Zevatur, Rolthos
Adriana, apoyada delicadamente del brazo de Godric y agradeciendo sus atenciones, se acercó con él a la mesa y se sentó frente al olor del delicioso estofado servido. Escuchó a Lenkus con agrado. Le gustaba cómo se expresaba, su educación y su amabilidad, rasgos que parecían brillar por su ausencia en la ciudad de Saltmarsh. Comiendo pausadamente, se sintió con la suficiente confianza como para dirigirse a él:
- La comida está deliciosa, gracias Lenkus - dijo regalándole una sonrisa - La hacienda a la que nos referimos se encuentra siguiendo el desvío por el viejo sendero de la costa, cerca de los acantilados - le dijo al posadero en busca de más información - al parecer todos los lugareños la conocen y la temen por sus historias sobre vampiros y fantasmas - se limpió los labios delicadamente con la servilleta y observó la reacción de Lenkus - con respecto a las ratas... no estoy segura de que se trate de una referencia literal ¿ningún grupo o estrato social es apodado por estas tierras de esta manera? - le preguntó directa, sin muchas esperanzas de que el buen tabernero supiera a qué se refería.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
[En la Cabra de Mimbre]
Justo cuando el kenku se levantó para retirarse a sus aposentos, Lenkus pareció recordar algo y se dirigió rápidamente al almacén situado en la parte posterior de la barra haciendo indicaciones a TocToc para que esperara. A los pocos minutos apareció de nuevo con una bolsa en cuero de cierta calidad y cerrada con un cordel en el mismo tono dorado que las cintas de los Agentes de Ghostfinger. Parecía contener algunas monedas. Depositando la bolsa sobre la mesa donde estaban cenando sonrió de nuevo.
- Antes salisteis como almas que huyen de Stygia y no me dio tiempo a entregaros vuestro salario, son doce monedas de oro, dos por cabeza, tenéis suerte, es casi lo que cobran los trabajadores portuarios por dos meses de jornada, se nota que Bastianes es generoso...
Ante los comentarios de Adriana elogiando sus habilidades culinarias, el posadero pareció ruborizarse ligeramente, sin que ella preguntara, volvió a llenar su plato con más estofado como recompensa a su positivo comentario.
- No soy más que un humilde ex-veterano de guerra, fiel servidor de la Corona, me temo que mi cocina dista mucho de ser perfecta señorita... En cuanto al tema de la mansión, si, sé a cual os referís, lleva abandonada décadas al parecer, no recuerdo bien quien fue su dueño... me suena que quizás alguien de Isla Paraíso, ¿un alquimista pudiera ser? Oh... me temo que mi memoria no es lo que era, pero podéis ir a ver los registros de propiedad a La Gran Casa del Consejo, o también llamada Ayuntamiento de Saltmarsh... Lo que si recuerdo son las historias que se cuecen sobre apariciones y luces que bailan por la noche a través de sus ventanas rotas... No sé si algo más allá de lo natural lo habita, pero siendo tan antigua seguro que tiene algún tipo de inquilinos, vivos o muertos... y quizás de esos a los que no les gusten las visitas...
Tras una pequeña pausa para romper el camino oscuro y siniestro que había dado a su conversación, Lenkus volvió a sonreír.
- Seguro que la mayoría de historias son habladurías de pueblerinos incultos y con temores hasta de su propia sombra... aun así, si el destino os lleva allí, andad con cuidado. Por cierto, volviendo al tema de las ratas... siento defraudarla una vez mas, más no tengo información alguna acerca de ningún grupo o asociación que tomen por nombre algo relacionado con las ratas...
" ¡Oh la Oscuridad...! "