Con su mano el bardo hizo gestos a Martin y Kath para reagruparse en la sala del libro con los demás. Una vez juntos, solo quedaba asumir los desastres de la misión.
-Parece que nos esperan para cenar.. espero que hayais traído hambre.. -intentando esconder bajo el humor aquel "pequeño" fracaso.- aunque lo que preocupa es que la pequeña no haya podido contestar y corra mas peligro.. Alguien me ha contactado a través de la magia.. nos invitan a la sala de juegos, en los sótanos.
Martin frenó su puño a escasos centímetros de una de las paredes del sobrecargado pasillo, su ira se había apoderado de él al conocer la noticia de que habían sido descubiertos y todo su plan de infiltración y sorpresa se había venido abajo como un frágil castillo de naipes. Volvió a maldecir pensando si en algún momento habían realmente tenido alguna oportunidad en este lugar. Afortunadamente, su arranque de frustración había sido controlado justo a tiempo antes de delatar su presencia una vez más atravesando la masonería de exquisita madera y lujoso papel decorativo de la pared de la galería donde se encontraban con sus nudillos.
Una pareja de fantasmas, que sólo el semielfo podía ver sujetaban su brazo, tirando de éste hacia atrás, aunque el bastardo no sentía fuerza alguna incidiendo sobre éste, no sabía hasta que punto había sido él el que había controlado sus beligerantes sentimientos o ellos. Entre susurros se dirigió al resto del grupo una vez que todos volvían a estar reunidos.
- Está bien, vamos directos a una trampa... una vez más ... tienen a la niña... y la usarán como ventaja en todo momento, no sé hasta que punto tiene sentido moverse más en sigilo cuando ya somos "invitados esperados" a la última fiesta de los Calassander. Propongo dirigirnos directamente a la sala de juegos del sótano sin más dilación... y justo antes de entrar prepararnos como corresponde... ¿estamos todos de acuerdo?
Martin miró de reojo a Gowther y a Morko, sabiendo que ellos necesitaban de algún tiempo extra antes de combatir para repartir sus dones mágicos o preparar su danza mortal.
Ash asintió a Guilbert y Martin reunidos de nuevo en la biblioteca.
—Vale, bueno, lo hemos intentado —se encogió de hombros sin darle mucha importancia al haber sido descubiertos—. Lo cierto es que no esperaba sorprenderles en su propia casa. Pero hemos estado cerca —palmeó el hombro de Martin amistosamente—. Y Gilbert, asumámoslo, hacemos demasiado ruido como para que averigüen dónde estamos ahora que saben de nuestra presencia. Sin embargo, si no me equivoco —dedicó una mirada cómplice al bardo por si debía corregirle—, no saben cuántos somos exactamente, así que no está demás tener una daga en las sombras —sonrió al ex-asesino pícaramente—. Martin, deberías seguirnos escondido, quizá aun puedas llegar a las niña en el momento oportuno. Los demás, afilad vuestras armas, formaremos tal jarana que no les vamos a dar tiempo a pensar. Martin tiene razón. Rápidos, directos y sin piedad, hasta el sótano. Una vez allí, habiendo demostrado nuestra fuerza, quizá podamos parlamentar con estos bastardos —asintió al bardo—, mientras Martin toma posiciones. Y en cuanto la cosa se tuerza, coges a la chiquilla —dijo mirando directamente a Martin— y te cubrimos para sacarla de allí. ¿Os parece bien?—pregunto el veterano guerrero mirando sus compañeros con un gesto decidido.
Zevatur asintió a las palabras de Ash. Echó un vistazo hacia atrás, a la biblioteca, pensó en hacerla arder, pero posiblemente estaría protegida del fuego con tanto demonio y existía la posibilidad de que si no fuese así el fuego les atrapase en el sótano. Gruñó y se dispuso a bajar a la lucha final. - Después de ti, Ash...
Hela agravó su gesto ya de por sí serio ante las palabras de Guilbert. Empuñó el bastón con fuerza, intentando canalizar la energía de su frustración. Asintió a las palabras de Ash, dispuesta a seguir sus indicaciones y convencida de que lo mejor era enfrentar esta situación cuanto antes, tal y como había propuesto su amado líder y Martin con anterioridad.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Martin asintió entendiendo el plan, aunque aún tuvo tiempo de añadir algo antes de desaparecer en las sombras y quedar esta vez, por detrás de ellos.
- Espero que la cría, lo primero que no eche en falta sea a mi y me mencione en nuestro futuro encuentro o el enemigo sabrá que debería haber alguien más que no ven... en cualquier caso, no perdemos nada por intentarlo. Kath, dirige tú al grupo con las indicaciones de Guilbert, yo os seguiré desde una distancia prudencial.
El semielfo se embutió en su capa de color verde pardo y se perdió en la retaguardia usando las sombras una vez más.
Con más determinación que cautela el grupo se encaminó escaleras abajo, dispuestos a que en cualquier momento sus anfitriones hicieran saltar la trampa que les habían dispuesto.
Justo al llegar al pie de las escaleras una puerta a su izquierda, próxima a las puertas dobles del salón, se abrió por sí misma, dejando ver unas escaleras que descendían al sótano.
Cuando empezaron a acercarse a las mismas, bajando el otro tramo de escaleras una muer embutida en una armadura completa les hizo una señal para detenerse. A su espalda portaba una espada bastarda cuya empuñadura acababa en una rosa negra exquisitamente forjada en metal.
- Guilbert. Espera - dijo en voz baja como si temiera ser descubierta - Por favor escúchame antes de bajar. -
El bardo sintió cómo le daba la vuelta el estómago al volver a ver su rostro. Francesca se detuvo a un par de escalones del vestíbulo.
Pese a la decepción por el plan fracasado Guilbert mantenía el poderoso hechizo que indicaba allí donde se encontraba la pequeña niña dragón. Poco tardarían en encontrarles, y aunque no había nombrado a nadie.. se esperaban a todos con seguridad. Quizá disfrazarse de Martin provocaría unos momentos de caos muy necesarios para que el original escapara con la cría.
Pero fue al llegar a las escaleras cuando su corazón cerca estuvo de detenerse. Cierto que había escuchado su nombre a los demonios pero siempre lo atribuyó a los tejemanejes demoniacos que trataban de jugar con él.. ni era la primera vez ni sería la última. Asimilar aquella visión fue algo para lo que no estaba preparado y jamás lo estaría. Pocas cosas hacían enmudecer al parlanchín trovador.. y aquella era sin duda una de ellas.
Aquel puñado de segundos en silencio que parecían horas los dedicó en observar a aquella veterana humana tan familair para Guilbert. Se quedó con los detalles.. su rostro sin apenas marcas del paso del tiempo, la inconfundible espada de la orden y la ausencia del collar que sin embargo ahora colgaba del cuello del bardo. Aquellas palabras se clavaron en un ya vapuleado miembro de la orden. Asimilar que ella seguía viva era desvelar el gran misterio que había perseguido desde que desapareció la orden y con ella, todos los hermanos de armas, Francesca incluída.
-Estás.. -acertó a decir con un débil hilo de voz- estás viva.. todo este tiempo.. -las piezas iban encajando -¿Cómo pudiste...? -su voz se cortó, sobrecogido.-Tanta muerte.. desolación.. nuestros hermanos.. fuiste tú!
El rostro de la mujer pasa por diferentes estados mientras Guilbert la observa y, por fin, habla.
Una media sonrisa, muy conocida por el bardo, se asoma a sus labios mientras se observan en silencio.
La sonrisa termina de aflorar cuando Guilbert reconoce que esta viva, con casi una disculpa en su mirada Medio paso, inconsciente, hacia él.
Al hablar de los compañeros caídos el dolor y la empatía se refleja en su rostro
Y cuando la acusación llega y cae sobre ella como una maza inmisericorde, dolor por el injusto veredicto, decepción e incluso ¿miedo? El pequeño paso hacia el se convierte en uno hacia atrás, manteniendo las distancias.
-¿De verás crees que yo…? Tú… precisamente tú…-
parece que algo se rompe dentro de ella pero logra recomponerse aunque una leve vibración se percibe en su voz cuando vuelve a hablar.
- Escucha no hay tiempo para eso ahora. Hice lo necesario para atrapar al demonio que se había infiltrado entre nosotros y mantener la Espada a salvo y la Orden viva. Llevo años cazándolo y ahora estoy a punto de conseguirlo. Los Cassalanter. Ellos pueden averiguar el nombre del ser que aún hoy nos acecha en la sombras. Yo… - parece dudar pero se lanza - he hecho un trato con ellos. El nombre a cambio de mi ayuda. Sólo quieren el tesoro. ¿Qué son unas cuantas monedas a cambio de la venganza? ¿De librar al mundo de esa amenaza? Señé cómo suena pero escúchame. ¿Cuantas veces nos infiltramos en cultos? ¿Qué diferencia hay? -
Mientras Guilbert digiere esas palabras ella sigue halando aunque ahora también mira al resto del grupo.
- No soy la única que han reclutado. Evitemos derramar más sangre. La piedra por La Niña. Es la única oferta que creo puedo conseguir -
Las palabras de Franccesca parecían dulces y suaves pero se clavaban en lo mas profundo del alma del bardo enmascarando traición y maldad. Aquella aparición repentina había dejado al descubierto un corazón blindado por el dolor y corroído por la culpa de ser el único superviviente. Cada vez que ella hablaba a la mente del bardo solo se llegaban los recuerdos de la fortaleza, derruída, rodeada de cadáveres mientras sostenía el cuerpo quemado de una mujer.. su armadura, su ropa, su colgante. Había enterrado su cuerpo y el de mas de un centenar de hermanos aquellos días. Con cada palabra el corazón de Guilbert volvía a protegerse, blindarse, esconderse en lo mas profundo.
-La Orden.. será vengada. Su destrucción fue por la mano del hombre y no los demonios.. y estamos los dos últimos supervivientes-dijo aún con un ápice de duda pero con la frialdad de un muerto en parte.- Infiltrada.. mercadeando con la vida de una cría. Eso tiene otro nombre..
Dolorido, con las piernas casi temblando, dió un paso atrás dejando en manos de los demás una decisión tan crítica, imposible él, de razonar tras la aparición de su otrora mentora.
Una vez más el dolor se refleja en la cara de la mujer que compartió entrenamientos, peligros, éxitos, fracasos, sabanas y suelos con un joven Guilbert.
- ¿De verdad piensas que habría permitido que le hicieran daño? No he sido yo la que ha intentado usarla en su beneficio y como espía. Yo estoy protegiéndola, como no pude proteger a nuestra… - Se calla. su labio tiembla, las emociones contenidas.
Guilbert recuerda su repentino alejamiento. Le dijo que se debía a una misión que la mantendría alejada durante meses… cuando volvió ella había cambiado, y pasaba mucho tiempo alejada del castillo.
- ¿Vais a aceptar? Hay mucho más en juego de lo que creéis - dice con un tono más frío dirigiéndose al resto.
Ash observaba a Guilbert de reojo, con los poderosos músculos en tensión, haciéndose eco de la perplejidad y aflicción de su compañero. ¿Aquella pájara era un viejo amor quizás? Discretamente activó el broche de protección. Daría tiempo al bardo para aclararse. Un par de latidos era suficiente, ya no quedaba nada. Esperar no era lo suyo y hacia demasiado que lo hacían. Un enemigo a solas, la matemática era sencilla, ceñirse al plan. Esta vez ni siquiera disparó alguna socarronería, estaba demasiado cansado, demasiado enfadado. Simplemente liberó al animal salvaje saltando sobre la mujer embutida en su armadura completa y descargó muerte brutalmente con Úrsula y Norma.
Las dos chicas de Ash comenzaron su baile morral y cortaron el aire entre el y la mujer con rapidez y eficacia mortal. Ambas llegaron hasta ella que miró hacia Ash con una extraña expresión en su cara.
Las dos hojas atravesaron a la mujer como si estuviese echa de aire, su imagen difuminándose ligeramente al ser atravesada por las espadas.
- Pero qué? Necios, estoy abajo. He aprovechado un momento en que estaba sola para intentar evitar… -
Mira hacia atrás, por encima de su hombro y dirige una última mirada a Ash. Al experimentado guerrero le recorre un escalofrío ante esa mirada.
Tras observar toda la escena, Morko escupio a sus pies mientras dijo:- Entiendo las motivaciones de esa mujer, pero jugar con la vida de un niña, simplemente a veces el precio por lo que queremos es demasiado alto y no se debe pagar. Sigamos- Tras lo cual enarbola su hacha sigueindo a Ash.
Zevatur observó la escena entre Guilbert y su fantasma del pasado. Parecía altamente emocional y nada bueno auguraba. Cuando Ash arremetió contra ella y se desvaneció, su aún joven semblante mostró signos de preocupación. La suerte estaba echada y la impetuosidad de sus compañeros podía costarle la muerte a la niña. Después de la escena ya no podía hacer nada y se resignó, eso sí, con férrea voluntad de salvar a la niña y hacer pagar a aquellos que la dañasen. – Vamos– Dijo apretando la mandíbula.
Guilbert acabó en un rincón sumido en un mar de dudas y sentimientos encontrados. Todo cuadraba.. era la pieza que no encajaba en aquel terrible suceso cuando la orden acabó destruida. Durante años había investigado lo ocurrido y ahora todo tenía sentido.. todo.. o no todo?. Que había querido decir con esa última frase.. no pudo proteger nuestra.. nuestra qué?. Estaba tan derrotado que apenas pudo recriminar la actuación de Ash.
-Si trabaja para los Casslanter pagará por ello y por la muerte de todos los hermanos de la Orden. Si sus palabras esconden algo de verdad, evitará que la pequeña salga herida.. A fuego y furia!!
Usando el mismo hechizo que ya había usado con la niña decidió mandar un mensaje a su antigua mentora.. "La piedra es mas que una llave a un tesoro. Mucha gente morirá si la consiguen. Sálvala.. por todo lo que representaste y por el juramente que una vez me hiciste recitar. Sálvala." Y canceló el cantrip antes de poder recibir respuesta de Feanccesca.
-La niña.. está en esa dirección.. el hechizo de localización parece activo.
La shadar-kai observó la figura de la mujer con su gesto hierático y en tensión por si debía intervenir, pero pronto entendió que era mejor mantenerse al margen al tratarse de un asunto privado y personal entre ella y Guilbert. No obstante, no perdió atención a la conversación y a las consecuencias que de ella se derivaran.
Cuando Ash, con su impetuosa toma de decisiones que tanto le caracterizaba, se dirigió hacia la mujer dispuesto a finalizar con el problema en ese momento, Hela empuñó su bastón y dio un paso al frente. Le sorprendió su reacción pero no le iba a detener, tampoco hubiera podido. Al desvanecerse su figura cual encantamiento, la elfa lo entendió.
- Ha utilizado una proyección astral - comentó al grupo antes de seguir el camino - es un hechizo muy poderoso. No nos lo van a poner fácil ahí abajo - sentenció preocupada.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Las estrechas escaleras bajaban varios metros en espiral hasta llegar a una gran bodega en la que descansaban grandes barriles unos frente a otros. El grupo avanzó por al menos media docena de aquellos barriles que flanqueaban su paso como silenciosos guardianes. El olor a uva fermentada era fuerte en aquel lugar. Los barriles dieron paso a una bodega donde docenas de botellas reposaban en estanterías especialmente diseñadas para ello.
Al acercarse al fondo de la misma escucharon el leve quejido de una puerta al abrirse a su izquierda. Allí, oculta tras una estantería, había una puerta que daba a otras escaleras que descendían. Al parecer sus anfitriones habían abierto el acceso secreto para ellos. El interior de estas escaleras era algo más lúgubre que las anteriores pero al fondo podían distinguir el titilar de alguna antorcha.
Con gesto circunspecto bajaron de uno este nuevo tramo de escaleras. Nada se escuchaba más abajo y tras unos veinte o más metros de descenso, franquearon una puerta de madera negra reforzada con metal y entraron a un pasillo que más parecía un recibidor. Una elegante alfombra cubría el suelo. Otro tramo de escaleras descendía frente ellos, una vez más en su espiral. En la pared frente a ellos había un gran cuadro de un hombre elegantemente vestido, de cuidada perilla y que portaba un bastón con un impresionante rubí en el pomo. De las sienes del apuesto hombre aparecían un par de pequeños cuernos. Morko reconoció al instante a Asmodeus, Príncipe de los Infiernos.
Varios pasillos se abrían en las paredes norte, sur y otros dos en la misma pared este por la que habían llegado ellos, estas dos salidas bloqueadas por puertas similares a la habían abierto al final del tramo de sus escaleras.
Antes de que se preguntaran cuál sería el camino a seguir una cacofonía de voces susurraron a su alrededor.
"Abajo... abajo... bajo...abajo... jo.. "
Siguieron descendiendo y, gracias al sentido de la orientación bajo tierra de Morko, supieron que estaban descendiendo, una vez más, varias decenas de metros. Al contrario de lo esperado, sin embargo, en lugar de encontrar un ambiente cada vez más fresco, el aire parecía más caliente. No llegaba a ser agobiante, pero sin duda con todo el equipo que muchos de ellos portaban no era cómodo.
Al final de las escaleras llegaron a una sala muy similar a la de arriba, solo que esta vez el enorme y expertamente pintado cuadro, era de un enorme demonio rojo, de cuerpo musculoso, poderosas patas de cabra, con los brazos y las alas abiertas que parecían abarcar toda la sala. A los lados del mismo había dos pasillos. Helayna tuvo la sensación de que la pintura les invitaba a entrar en ellos. Kath echó un rápido vistazo y les informó que unos metros más adelante ambos terminaban en puertas de madera que estaban entreabiertas y detrás de las cuales había una gran sala. Al parecer ambos pasillos desembocaban en la misma sala principal.
La compañía de los Fragmentos Extraordinarios avanzó los metros que les separaban de aquella sala preguntándose dónde se habían metido esta vez.
En efecto ambas puertas daban a una gran sala rectangular. Grandes techos abovedados se elevaban casi a treinta pies por encima de ellos. Filas de anchas columnas talladas sostenían el alto techo y acrecentaban la sensación de encontrarse en un templo. hileras de velas, dispuestas de manera aparentemente aleatoria, iluminaban débilmente todo el gran espacio que ocupaba el mismo. La compañía había accedido por la pared este y por lo que podían distinguir a los lados, tanto al norte como al sur había dos alas, aparentemente vacías. Toda la sala apestaba a azufre.
Las paredes estaban cubiertas de tapices que, al igual que los bajorrelieves de las columnas, mostraban escenas dantescas en las que demonios varios torturaban o dominaban a las razas libres. En todas ellas predominaba, en ocasiones tan sólo como una figura ominosa en el fondo, otras como principal protagonista, la imagen del Príncipe de los Infiernos.
Al fondo del templo se podía distinguir una gran estatua del elegante y bello hombre con perilla y pequeños cuernos que parecía observarles. La sala descendía varios metros y en la parte de abajo se podía ver el fulgor de un fuego. El olor a azufre provenía de allí.
Ash se dio cuenta enseguida, aunque no estaban haciendo nada por esconderse, pudo ver varias figuras de demonios entre las columnas. Les observaban con ojos que reflejaban el fuego del altar y las velas. Portaban curvas lanzas y tridentes y todos poseían unas extrañas barbas que parecían agitarse con vida propia. Sin decir nada y sin moverse, siguen a la Compañía en su avance por la sala.
Frente a ellos todos pudieron ver una gran figura de casi dos metros y medio de alto, en el centro del templo que al principio habían tomado por una estatua pero al entrar ellos se giró en su dirección y les dedicó una sonrisa taimada. A Guilbert le recordó la de un gato a punto de comerse un ratón. Grandes brazos sostenían un enorme glaive, tan alto como Ash. Un grisáceo pelo hirsuto cubría su cuerpo y al sonreír mostró unos colmillos adornados con anillos. El bugbear más grande que ninguno ha visto jamás guarda el paso al fondo del Templo.
Casi al instante varias figuras se materializaron a sus pies.
Una, la reconocieron enseguida. El mayordomo de los Cassalanter, con su apariencia real, la que habían conseguido descubrir en las calles de Waterdeep.
Tras él, y un poco a su izquierda, un hombre y una mujer elegantemente vestidos les observaban como si se trataran de un exótico animal enjaulado y expuesto para divertimento de los ojos curiosos de la nobleza. De rostros angulosos y hermosos, el parecido entre ellos era evidente. La mujer llevaba el pelo recogido en un complicado moño, la última moda entre las mujeres nobles de Waterdeep, y portaba un largo y pesado vestido de seda y encaje amarillo y verde. El hombre, con un corte de pelo y perilla extremadamente parecidos a los de la pintura y estatua a su espalda, llevaba una levita de los mismos colores, un bastón con un rubí, y en su mano izquierda, que sujetaba una de las solapas de la levita podía verse un anillo de oro con el símbolo de los Cassalanter.
Ammalia Cassalanter
Victorio Cassalanter
- Mis señores -dijo el mayordomo con voz melosa - Ammalia y Victorio Cassalanter se sienten honrados de recibirles en su humilde morada. Por favor reciban con los honores que se merecen a los Señores de la Villa, Lord y Lady Cassalanter - Con una reverencia extiende el brazo hacia sus señores y da un pequeño paso hacia atrás.
- Sed bienvenidos a mi casa -comienza el hombre. Guilbert reconoce la voz como la que le habló anteriormente. - Me hubiera gustado poder tratar este delicado asunto de otra manera pero el tiempo apremia y teníamos que llamar vuestra atención. Seré, si me lo permitís, directo. Necesitamos la Piedra. En realidad, necesitamos acceso al tesoro que guarda la Piedra. No se trata, al contrario que otros que la buscan, de avaricia. Como sin duda sabéis, nuestra familia tuvo en el pasado tratos con el Señor de los Infiernos. Mi hermana y yo hemos trabajado mucho y muy duro para cortar los lazos de nuestra familia con tales... criaturas -uno de los demonios que está entre los pilares gruñe levemente. - Sin embargo nos ha sido requerido el pago de una considerable suma para poder liberar las almas de nuestros padres de un funesto destino y poder quedar así, por fin, libres. Por lo tanto, os pedimos la Piedra. Por el alma de nuestros padres. -
La mujer a su lado se cubre el rostro con una máscara de porcelana, mirando de hito en hito a los miembros de la Compañía.
Mientras habla, tanto Helayna como Gowther reconocen el mismo hechizo que usó antes Francesca para hablar con ellos en el vestíbulo de la mansión. No están allí, al menos no directamente frente a ellos. Zevatur, gracias al extraño patrón de las sombras y el reflejo del fuego que arde unos metros más abajo, tras el gigantesco bugbear, deduce que es allí donde se encuentran realmente sus interlocutores. Canela clavó sus diminutas garras en su hombro, claramente preocupado por la situación.
- Mi hermana cree que pierdo el tiempo. Francesca me dice que no vais a escuchar. Pero yo tenía que intentarlo. Decidme Compañía de los Fragmentos Extraordinarios. ¿Vais a ayudarnos? -
Martin siguió totalmente oculto a sus compañeros dejando una prudencial separación entre ellos, bajando cada vez más en las profundidades de la tierra, y notando como la temperatura ascendía ominosamente a cada paso, una insidiosa inquietud comenzó a azorarle las entrañas. Atravesando puertas secretas y grandilocuentes salones dedicados a los demonios más poderosos conocidos, el semielfo palideció más aún si cabe, al llegar al templo empapado en olores sulfurosos... demonios armados se deslizaban en segundos planos, vigilantes...
¿Sería capaz de avanzar sin ser visto? Sabía que sus habilidades eran bastante óptimas contra humanos y criaturas de baja calaña, pero nunca había puesto a prueba sus habilidades contra tan terribles monstruos salidos literalmente del mismísimo infierno. Con prudencia extrema, intentó deslizarse sin ser visto por un lateral del templo, usando las columnas como protección, y estudiando los movimientos y posiciones de todos los infernales de barba afilada.
La visión del satánico bugbear le estremeció de pies a cabeza, y ni siquiera los fantasmas que le acompañaban y los héroes de la Reina Cuervo que le aconsejaban podían calmarle. Las palabras de los hermanos Cassalanter sonaron vacías y huecas en los oídos del bastardo, ... sibilinas y con más mentiras que verdad... - "Nunca te fíes de un demonio o de sus seguidores", fue la oración interna que le nació desde dentro... Sólo esperaba que sus compañeros no cediesen a sus taimadas artimañas y fueran capaces de ver a través del velo de medias verdades que se estaba tejiendo a su alrededor.
En cualquier caso su mirada se detuvo momentaneamente sobre el apuesto Guilbert, y confió en su criterio, no por ende, él había tratado con este tripo de criaturas toda su vida... para exterminarlas sin contemplaciones allí donde se enquistaran.
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" ¡Oh la Oscuridad...! "
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Con su mano el bardo hizo gestos a Martin y Kath para reagruparse en la sala del libro con los demás. Una vez juntos, solo quedaba asumir los desastres de la misión.
-Parece que nos esperan para cenar.. espero que hayais traído hambre.. -intentando esconder bajo el humor aquel "pequeño" fracaso.- aunque lo que preocupa es que la pequeña no haya podido contestar y corra mas peligro.. Alguien me ha contactado a través de la magia.. nos invitan a la sala de juegos, en los sótanos.
Martin frenó su puño a escasos centímetros de una de las paredes del sobrecargado pasillo, su ira se había apoderado de él al conocer la noticia de que habían sido descubiertos y todo su plan de infiltración y sorpresa se había venido abajo como un frágil castillo de naipes. Volvió a maldecir pensando si en algún momento habían realmente tenido alguna oportunidad en este lugar. Afortunadamente, su arranque de frustración había sido controlado justo a tiempo antes de delatar su presencia una vez más atravesando la masonería de exquisita madera y lujoso papel decorativo de la pared de la galería donde se encontraban con sus nudillos.
Una pareja de fantasmas, que sólo el semielfo podía ver sujetaban su brazo, tirando de éste hacia atrás, aunque el bastardo no sentía fuerza alguna incidiendo sobre éste, no sabía hasta que punto había sido él el que había controlado sus beligerantes sentimientos o ellos. Entre susurros se dirigió al resto del grupo una vez que todos volvían a estar reunidos.
- Está bien, vamos directos a una trampa... una vez más ... tienen a la niña... y la usarán como ventaja en todo momento, no sé hasta que punto tiene sentido moverse más en sigilo cuando ya somos "invitados esperados" a la última fiesta de los Calassander. Propongo dirigirnos directamente a la sala de juegos del sótano sin más dilación... y justo antes de entrar prepararnos como corresponde... ¿estamos todos de acuerdo?
Martin miró de reojo a Gowther y a Morko, sabiendo que ellos necesitaban de algún tiempo extra antes de combatir para repartir sus dones mágicos o preparar su danza mortal.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Ash asintió a Guilbert y Martin reunidos de nuevo en la biblioteca.
—Vale, bueno, lo hemos intentado —se encogió de hombros sin darle mucha importancia al haber sido descubiertos—. Lo cierto es que no esperaba sorprenderles en su propia casa. Pero hemos estado cerca —palmeó el hombro de Martin amistosamente—. Y Gilbert, asumámoslo, hacemos demasiado ruido como para que averigüen dónde estamos ahora que saben de nuestra presencia. Sin embargo, si no me equivoco —dedicó una mirada cómplice al bardo por si debía corregirle—, no saben cuántos somos exactamente, así que no está demás tener una daga en las sombras —sonrió al ex-asesino pícaramente—. Martin, deberías seguirnos escondido, quizá aun puedas llegar a las niña en el momento oportuno. Los demás, afilad vuestras armas, formaremos tal jarana que no les vamos a dar tiempo a pensar. Martin tiene razón. Rápidos, directos y sin piedad, hasta el sótano. Una vez allí, habiendo demostrado nuestra fuerza, quizá podamos parlamentar con estos bastardos —asintió al bardo—, mientras Martin toma posiciones. Y en cuanto la cosa se tuerza, coges a la chiquilla —dijo mirando directamente a Martin— y te cubrimos para sacarla de allí. ¿Os parece bien?—pregunto el veterano guerrero mirando sus compañeros con un gesto decidido.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Zevatur asintió a las palabras de Ash. Echó un vistazo hacia atrás, a la biblioteca, pensó en hacerla arder, pero posiblemente estaría protegida del fuego con tanto demonio y existía la posibilidad de que si no fuese así el fuego les atrapase en el sótano. Gruñó y se dispuso a bajar a la lucha final. - Después de ti, Ash...
Zevatur, Rolthos
Hela agravó su gesto ya de por sí serio ante las palabras de Guilbert. Empuñó el bastón con fuerza, intentando canalizar la energía de su frustración. Asintió a las palabras de Ash, dispuesta a seguir sus indicaciones y convencida de que lo mejor era enfrentar esta situación cuanto antes, tal y como había propuesto su amado líder y Martin con anterioridad.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Martin asintió entendiendo el plan, aunque aún tuvo tiempo de añadir algo antes de desaparecer en las sombras y quedar esta vez, por detrás de ellos.
- Espero que la cría, lo primero que no eche en falta sea a mi y me mencione en nuestro futuro encuentro o el enemigo sabrá que debería haber alguien más que no ven... en cualquier caso, no perdemos nada por intentarlo. Kath, dirige tú al grupo con las indicaciones de Guilbert, yo os seguiré desde una distancia prudencial.
El semielfo se embutió en su capa de color verde pardo y se perdió en la retaguardia usando las sombras una vez más.
Stealth check: 1d20 (20) + 12 =
32
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Con más determinación que cautela el grupo se encaminó escaleras abajo, dispuestos a que en cualquier momento sus anfitriones hicieran saltar la trampa que les habían dispuesto.
Justo al llegar al pie de las escaleras una puerta a su izquierda, próxima a las puertas dobles del salón, se abrió por sí misma, dejando ver unas escaleras que descendían al sótano.
Cuando empezaron a acercarse a las mismas, bajando el otro tramo de escaleras una muer embutida en una armadura completa les hizo una señal para detenerse. A su espalda portaba una espada bastarda cuya empuñadura acababa en una rosa negra exquisitamente forjada en metal.
- Guilbert. Espera - dijo en voz baja como si temiera ser descubierta - Por favor escúchame antes de bajar. -
El bardo sintió cómo le daba la vuelta el estómago al volver a ver su rostro. Francesca se detuvo a un par de escalones del vestíbulo.
PbP Character: A few ;)
Pese a la decepción por el plan fracasado Guilbert mantenía el poderoso hechizo que indicaba allí donde se encontraba la pequeña niña dragón. Poco tardarían en encontrarles, y aunque no había nombrado a nadie.. se esperaban a todos con seguridad. Quizá disfrazarse de Martin provocaría unos momentos de caos muy necesarios para que el original escapara con la cría.
Pero fue al llegar a las escaleras cuando su corazón cerca estuvo de detenerse. Cierto que había escuchado su nombre a los demonios pero siempre lo atribuyó a los tejemanejes demoniacos que trataban de jugar con él.. ni era la primera vez ni sería la última. Asimilar aquella visión fue algo para lo que no estaba preparado y jamás lo estaría. Pocas cosas hacían enmudecer al parlanchín trovador.. y aquella era sin duda una de ellas.
Aquel puñado de segundos en silencio que parecían horas los dedicó en observar a aquella veterana humana tan familair para Guilbert. Se quedó con los detalles.. su rostro sin apenas marcas del paso del tiempo, la inconfundible espada de la orden y la ausencia del collar que sin embargo ahora colgaba del cuello del bardo. Aquellas palabras se clavaron en un ya vapuleado miembro de la orden. Asimilar que ella seguía viva era desvelar el gran misterio que había perseguido desde que desapareció la orden y con ella, todos los hermanos de armas, Francesca incluída.
-Estás.. -acertó a decir con un débil hilo de voz- estás viva.. todo este tiempo.. -las piezas iban encajando -¿Cómo pudiste...? -su voz se cortó, sobrecogido.-Tanta muerte.. desolación.. nuestros hermanos.. fuiste tú!
-
El rostro de la mujer pasa por diferentes estados mientras Guilbert la observa y, por fin, habla.
Una media sonrisa, muy conocida por el bardo, se asoma a sus labios mientras se observan en silencio.
La sonrisa termina de aflorar cuando Guilbert reconoce que esta viva, con casi una disculpa en su mirada Medio paso, inconsciente, hacia él.
Al hablar de los compañeros caídos el dolor y la empatía se refleja en su rostro
Y cuando la acusación llega y cae sobre ella como una maza inmisericorde, dolor por el injusto veredicto, decepción e incluso ¿miedo? El pequeño paso hacia el se convierte en uno hacia atrás, manteniendo las distancias.
-¿De verás crees que yo…? Tú… precisamente tú…-
parece que algo se rompe dentro de ella pero logra recomponerse aunque una leve vibración se percibe en su voz cuando vuelve a hablar.
- Escucha no hay tiempo para eso ahora. Hice lo necesario para atrapar al demonio que se había infiltrado entre nosotros y mantener la Espada a salvo y la Orden viva. Llevo años cazándolo y ahora estoy a punto de conseguirlo. Los Cassalanter. Ellos pueden averiguar el nombre del ser que aún hoy nos acecha en la sombras. Yo… - parece dudar pero se lanza - he hecho un trato con ellos. El nombre a cambio de mi ayuda. Sólo quieren el tesoro. ¿Qué son unas cuantas monedas a cambio de la venganza? ¿De librar al mundo de esa amenaza? Señé cómo suena pero escúchame. ¿Cuantas veces nos infiltramos en cultos? ¿Qué diferencia hay? -
Mientras Guilbert digiere esas palabras ella sigue halando aunque ahora también mira al resto del grupo.
- No soy la única que han reclutado. Evitemos derramar más sangre. La piedra por La Niña. Es la única oferta que creo puedo conseguir -
Sus ojos vuelven a clavarse en Guilbert.
- Por favor…-
PbP Character: A few ;)
Las palabras de Franccesca parecían dulces y suaves pero se clavaban en lo mas profundo del alma del bardo enmascarando traición y maldad. Aquella aparición repentina había dejado al descubierto un corazón blindado por el dolor y corroído por la culpa de ser el único superviviente. Cada vez que ella hablaba a la mente del bardo solo se llegaban los recuerdos de la fortaleza, derruída, rodeada de cadáveres mientras sostenía el cuerpo quemado de una mujer.. su armadura, su ropa, su colgante. Había enterrado su cuerpo y el de mas de un centenar de hermanos aquellos días. Con cada palabra el corazón de Guilbert volvía a protegerse, blindarse, esconderse en lo mas profundo.
-La Orden.. será vengada. Su destrucción fue por la mano del hombre y no los demonios.. y estamos los dos últimos supervivientes-dijo aún con un ápice de duda pero con la frialdad de un muerto en parte.- Infiltrada.. mercadeando con la vida de una cría. Eso tiene otro nombre..
Dolorido, con las piernas casi temblando, dió un paso atrás dejando en manos de los demás una decisión tan crítica, imposible él, de razonar tras la aparición de su otrora mentora.
Una vez más el dolor se refleja en la cara de la mujer que compartió entrenamientos, peligros, éxitos, fracasos, sabanas y suelos con un joven Guilbert.
- ¿De verdad piensas que habría permitido que le hicieran daño? No he sido yo la que ha intentado usarla en su beneficio y como espía. Yo estoy protegiéndola, como no pude proteger a nuestra… - Se calla. su labio tiembla, las emociones contenidas.
Guilbert recuerda su repentino alejamiento. Le dijo que se debía a una misión que la mantendría alejada durante meses… cuando volvió ella había cambiado, y pasaba mucho tiempo alejada del castillo.
- ¿Vais a aceptar? Hay mucho más en juego de lo que creéis - dice con un tono más frío dirigiéndose al resto.
PbP Character: A few ;)
Ash observaba a Guilbert de reojo, con los poderosos músculos en tensión, haciéndose eco de la perplejidad y aflicción de su compañero. ¿Aquella pájara era un viejo amor quizás? Discretamente activó el broche de protección. Daría tiempo al bardo para aclararse. Un par de latidos era suficiente, ya no quedaba nada. Esperar no era lo suyo y hacia demasiado que lo hacían. Un enemigo a solas, la matemática era sencilla, ceñirse al plan. Esta vez ni siquiera disparó alguna socarronería, estaba demasiado cansado, demasiado enfadado. Simplemente liberó al animal salvaje saltando sobre la mujer embutida en su armadura completa y descargó muerte brutalmente con Úrsula y Norma.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Las dos chicas de Ash comenzaron su baile morral y cortaron el aire entre el y la mujer con rapidez y eficacia mortal. Ambas llegaron hasta ella que miró hacia Ash con una extraña expresión en su cara.
Las dos hojas atravesaron a la mujer como si estuviese echa de aire, su imagen difuminándose ligeramente al ser atravesada por las espadas.
- Pero qué? Necios, estoy abajo. He aprovechado un momento en que estaba sola para intentar evitar… -
Mira hacia atrás, por encima de su hombro y dirige una última mirada a Ash.
Al experimentado guerrero le recorre un escalofrío ante esa mirada.
La mujer se desvanece con una última frase
- Recordad. Ha sido vuestra elección-
PbP Character: A few ;)
—Malditos hechiceros. Andando —masculló irguiéndose de nuevo—. Usad todo lo que tengáis esto se va a poner feo antes de mejorar.
Ash siguió el descenso a paso vivo, sin perder un instante.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Tras observar toda la escena, Morko escupio a sus pies mientras dijo:- Entiendo las motivaciones de esa mujer, pero jugar con la vida de un niña, simplemente a veces el precio por lo que queremos es demasiado alto y no se debe pagar. Sigamos- Tras lo cual enarbola su hacha sigueindo a Ash.
Zevatur observó la escena entre Guilbert y su fantasma del pasado. Parecía altamente emocional y nada bueno auguraba. Cuando Ash arremetió contra ella y se desvaneció, su aún joven semblante mostró signos de preocupación. La suerte estaba echada y la impetuosidad de sus compañeros podía costarle la muerte a la niña. Después de la escena ya no podía hacer nada y se resignó, eso sí, con férrea voluntad de salvar a la niña y hacer pagar a aquellos que la dañasen. – Vamos – Dijo apretando la mandíbula.
Zevatur, Rolthos
Guilbert acabó en un rincón sumido en un mar de dudas y sentimientos encontrados. Todo cuadraba.. era la pieza que no encajaba en aquel terrible suceso cuando la orden acabó destruida. Durante años había investigado lo ocurrido y ahora todo tenía sentido.. todo.. o no todo?. Que había querido decir con esa última frase.. no pudo proteger nuestra.. nuestra qué?. Estaba tan derrotado que apenas pudo recriminar la actuación de Ash.
-Si trabaja para los Casslanter pagará por ello y por la muerte de todos los hermanos de la Orden. Si sus palabras esconden algo de verdad, evitará que la pequeña salga herida.. A fuego y furia!!
Usando el mismo hechizo que ya había usado con la niña decidió mandar un mensaje a su antigua mentora.. "La piedra es mas que una llave a un tesoro. Mucha gente morirá si la consiguen. Sálvala.. por todo lo que representaste y por el juramente que una vez me hiciste recitar. Sálvala." Y canceló el cantrip antes de poder recibir respuesta de Feanccesca.
-La niña.. está en esa dirección.. el hechizo de localización parece activo.
La shadar-kai observó la figura de la mujer con su gesto hierático y en tensión por si debía intervenir, pero pronto entendió que era mejor mantenerse al margen al tratarse de un asunto privado y personal entre ella y Guilbert. No obstante, no perdió atención a la conversación y a las consecuencias que de ella se derivaran.
Cuando Ash, con su impetuosa toma de decisiones que tanto le caracterizaba, se dirigió hacia la mujer dispuesto a finalizar con el problema en ese momento, Hela empuñó su bastón y dio un paso al frente. Le sorprendió su reacción pero no le iba a detener, tampoco hubiera podido. Al desvanecerse su figura cual encantamiento, la elfa lo entendió.
- Ha utilizado una proyección astral - comentó al grupo antes de seguir el camino - es un hechizo muy poderoso. No nos lo van a poner fácil ahí abajo - sentenció preocupada.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Las estrechas escaleras bajaban varios metros en espiral hasta llegar a una gran bodega en la que descansaban grandes barriles unos frente a otros. El grupo avanzó por al menos media docena de aquellos barriles que flanqueaban su paso como silenciosos guardianes. El olor a uva fermentada era fuerte en aquel lugar. Los barriles dieron paso a una bodega donde docenas de botellas reposaban en estanterías especialmente diseñadas para ello.
Al acercarse al fondo de la misma escucharon el leve quejido de una puerta al abrirse a su izquierda. Allí, oculta tras una estantería, había una puerta que daba a otras escaleras que descendían. Al parecer sus anfitriones habían abierto el acceso secreto para ellos. El interior de estas escaleras era algo más lúgubre que las anteriores pero al fondo podían distinguir el titilar de alguna antorcha.
Con gesto circunspecto bajaron de uno este nuevo tramo de escaleras. Nada se escuchaba más abajo y tras unos veinte o más metros de descenso, franquearon una puerta de madera negra reforzada con metal y entraron a un pasillo que más parecía un recibidor. Una elegante alfombra cubría el suelo. Otro tramo de escaleras descendía frente ellos, una vez más en su espiral. En la pared frente a ellos había un gran cuadro de un hombre elegantemente vestido, de cuidada perilla y que portaba un bastón con un impresionante rubí en el pomo. De las sienes del apuesto hombre aparecían un par de pequeños cuernos. Morko reconoció al instante a Asmodeus, Príncipe de los Infiernos.
Varios pasillos se abrían en las paredes norte, sur y otros dos en la misma pared este por la que habían llegado ellos, estas dos salidas bloqueadas por puertas similares a la habían abierto al final del tramo de sus escaleras.
Antes de que se preguntaran cuál sería el camino a seguir una cacofonía de voces susurraron a su alrededor.
"Abajo... abajo... bajo...abajo... jo.. "
Siguieron descendiendo y, gracias al sentido de la orientación bajo tierra de Morko, supieron que estaban descendiendo, una vez más, varias decenas de metros. Al contrario de lo esperado, sin embargo, en lugar de encontrar un ambiente cada vez más fresco, el aire parecía más caliente. No llegaba a ser agobiante, pero sin duda con todo el equipo que muchos de ellos portaban no era cómodo.
Al final de las escaleras llegaron a una sala muy similar a la de arriba, solo que esta vez el enorme y expertamente pintado cuadro, era de un enorme demonio rojo, de cuerpo musculoso, poderosas patas de cabra, con los brazos y las alas abiertas que parecían abarcar toda la sala. A los lados del mismo había dos pasillos. Helayna tuvo la sensación de que la pintura les invitaba a entrar en ellos. Kath echó un rápido vistazo y les informó que unos metros más adelante ambos terminaban en puertas de madera que estaban entreabiertas y detrás de las cuales había una gran sala. Al parecer ambos pasillos desembocaban en la misma sala principal.
La compañía de los Fragmentos Extraordinarios avanzó los metros que les separaban de aquella sala preguntándose dónde se habían metido esta vez.
En efecto ambas puertas daban a una gran sala rectangular. Grandes techos abovedados se elevaban casi a treinta pies por encima de ellos. Filas de anchas columnas talladas sostenían el alto techo y acrecentaban la sensación de encontrarse en un templo. hileras de velas, dispuestas de manera aparentemente aleatoria, iluminaban débilmente todo el gran espacio que ocupaba el mismo. La compañía había accedido por la pared este y por lo que podían distinguir a los lados, tanto al norte como al sur había dos alas, aparentemente vacías. Toda la sala apestaba a azufre.
Las paredes estaban cubiertas de tapices que, al igual que los bajorrelieves de las columnas, mostraban escenas dantescas en las que demonios varios torturaban o dominaban a las razas libres. En todas ellas predominaba, en ocasiones tan sólo como una figura ominosa en el fondo, otras como principal protagonista, la imagen del Príncipe de los Infiernos.
Al fondo del templo se podía distinguir una gran estatua del elegante y bello hombre con perilla y pequeños cuernos que parecía observarles. La sala descendía varios metros y en la parte de abajo se podía ver el fulgor de un fuego. El olor a azufre provenía de allí.
Ash se dio cuenta enseguida, aunque no estaban haciendo nada por esconderse, pudo ver varias figuras de demonios entre las columnas. Les observaban con ojos que reflejaban el fuego del altar y las velas. Portaban curvas lanzas y tridentes y todos poseían unas extrañas barbas que parecían agitarse con vida propia. Sin decir nada y sin moverse, siguen a la Compañía en su avance por la sala.
Frente a ellos todos pudieron ver una gran figura de casi dos metros y medio de alto, en el centro del templo que al principio habían tomado por una estatua pero al entrar ellos se giró en su dirección y les dedicó una sonrisa taimada. A Guilbert le recordó la de un gato a punto de comerse un ratón. Grandes brazos sostenían un enorme glaive, tan alto como Ash. Un grisáceo pelo hirsuto cubría su cuerpo y al sonreír mostró unos colmillos adornados con anillos. El bugbear más grande que ninguno ha visto jamás guarda el paso al fondo del Templo.
Casi al instante varias figuras se materializaron a sus pies.
Una, la reconocieron enseguida. El mayordomo de los Cassalanter, con su apariencia real, la que habían conseguido descubrir en las calles de Waterdeep.
Tras él, y un poco a su izquierda, un hombre y una mujer elegantemente vestidos les observaban como si se trataran de un exótico animal enjaulado y expuesto para divertimento de los ojos curiosos de la nobleza. De rostros angulosos y hermosos, el parecido entre ellos era evidente. La mujer llevaba el pelo recogido en un complicado moño, la última moda entre las mujeres nobles de Waterdeep, y portaba un largo y pesado vestido de seda y encaje amarillo y verde. El hombre, con un corte de pelo y perilla extremadamente parecidos a los de la pintura y estatua a su espalda, llevaba una levita de los mismos colores, un bastón con un rubí, y en su mano izquierda, que sujetaba una de las solapas de la levita podía verse un anillo de oro con el símbolo de los Cassalanter.
Ammalia Cassalanter
Victorio Cassalanter
- Mis señores - dijo el mayordomo con voz melosa - Ammalia y Victorio Cassalanter se sienten honrados de recibirles en su humilde morada. Por favor reciban con los honores que se merecen a los Señores de la Villa, Lord y Lady Cassalanter - Con una reverencia extiende el brazo hacia sus señores y da un pequeño paso hacia atrás.
- Sed bienvenidos a mi casa - comienza el hombre. Guilbert reconoce la voz como la que le habló anteriormente. - Me hubiera gustado poder tratar este delicado asunto de otra manera pero el tiempo apremia y teníamos que llamar vuestra atención. Seré, si me lo permitís, directo. Necesitamos la Piedra. En realidad, necesitamos acceso al tesoro que guarda la Piedra. No se trata, al contrario que otros que la buscan, de avaricia. Como sin duda sabéis, nuestra familia tuvo en el pasado tratos con el Señor de los Infiernos. Mi hermana y yo hemos trabajado mucho y muy duro para cortar los lazos de nuestra familia con tales... criaturas - uno de los demonios que está entre los pilares gruñe levemente. - Sin embargo nos ha sido requerido el pago de una considerable suma para poder liberar las almas de nuestros padres de un funesto destino y poder quedar así, por fin, libres. Por lo tanto, os pedimos la Piedra. Por el alma de nuestros padres. -
La mujer a su lado se cubre el rostro con una máscara de porcelana, mirando de hito en hito a los miembros de la Compañía.
Mientras habla, tanto Helayna como Gowther reconocen el mismo hechizo que usó antes Francesca para hablar con ellos en el vestíbulo de la mansión. No están allí, al menos no directamente frente a ellos. Zevatur, gracias al extraño patrón de las sombras y el reflejo del fuego que arde unos metros más abajo, tras el gigantesco bugbear, deduce que es allí donde se encuentran realmente sus interlocutores. Canela clavó sus diminutas garras en su hombro, claramente preocupado por la situación.
- Mi hermana cree que pierdo el tiempo. Francesca me dice que no vais a escuchar. Pero yo tenía que intentarlo. Decidme Compañía de los Fragmentos Extraordinarios. ¿Vais a ayudarnos? -
PbP Character: A few ;)
Martin siguió totalmente oculto a sus compañeros dejando una prudencial separación entre ellos, bajando cada vez más en las profundidades de la tierra, y notando como la temperatura ascendía ominosamente a cada paso, una insidiosa inquietud comenzó a azorarle las entrañas. Atravesando puertas secretas y grandilocuentes salones dedicados a los demonios más poderosos conocidos, el semielfo palideció más aún si cabe, al llegar al templo empapado en olores sulfurosos... demonios armados se deslizaban en segundos planos, vigilantes...
¿Sería capaz de avanzar sin ser visto? Sabía que sus habilidades eran bastante óptimas contra humanos y criaturas de baja calaña, pero nunca había puesto a prueba sus habilidades contra tan terribles monstruos salidos literalmente del mismísimo infierno. Con prudencia extrema, intentó deslizarse sin ser visto por un lateral del templo, usando las columnas como protección, y estudiando los movimientos y posiciones de todos los infernales de barba afilada.
La visión del satánico bugbear le estremeció de pies a cabeza, y ni siquiera los fantasmas que le acompañaban y los héroes de la Reina Cuervo que le aconsejaban podían calmarle. Las palabras de los hermanos Cassalanter sonaron vacías y huecas en los oídos del bastardo, ... sibilinas y con más mentiras que verdad... - "Nunca te fíes de un demonio o de sus seguidores", fue la oración interna que le nació desde dentro... Sólo esperaba que sus compañeros no cediesen a sus taimadas artimañas y fueran capaces de ver a través del velo de medias verdades que se estaba tejiendo a su alrededor.
En cualquier caso su mirada se detuvo momentaneamente sobre el apuesto Guilbert, y confió en su criterio, no por ende, él había tratado con este tripo de criaturas toda su vida... para exterminarlas sin contemplaciones allí donde se enquistaran.
" ¡Oh la Oscuridad...! "