Saxa se pasa la mano por la frente, preocupada. ¿No va a dejar entrar a los voglerianos en Kalaman? Esto sí que no se lo esperaba. ¿Que van a hacer para sobrevivir todo este tiempo? ¿Y como van a encontrar refugio cuando el ejército de Takhisis llegue a Kalaman. Cosa que, por supuesto, acabaría sucediendo si no lograban hacerles frente.
Incluso con estos pensamientos en la cabeza, no pudo evitar sonreír tras la intervención de Averil. La cara de Bakaris era un poema, uno muy agradable de presenciar. Pero no pudo regodearse en aquel inusitado placer durante mucho tiempo, ya que la pregunta de la mariscal la devolvió a la conversación.
- Es un ejército numeroso, bien entrenado y bien pertrechado. Lo componen humanos, pero también ... dracónidos. Los hay de diversos rangos. Hasta ahora solo habíamos visto los más "débiles", pero ayer en concreto trajeron consigo uno especialmente grande y fuerte con el que costó acabar. Y muy importante: tanto los más rasos como los más fuertes, tienen la habilidad de petrificar a los que estén a su alrededor en el momento de su muerte. Yo misma casi acabo convertida en una estatua. Convendría acabar con ellos a distancia a ser posibles. O ser excepcionalmente ágiles para apartarse cuando mueran. Por otro lado ... cuentan con importantes ingenios mecánicos. Trajeron uno con el tamaño y el aspecto de un dragón, que iba operado por dracónidos rasos, y que escupía fuego a su paso. Destrozó varios edificios de Vogler a su paso. Por fortuna, el ingenio de Fritz aquí presente superó al dragón, y lo hizo volar por los aires.
La sureña se rasca un momento la cabeza y mira a sus compañeros. ¿Se había dejado algo?
La exploradora observó a cada uno de los congregados manteniendo el silencio incómodo que se produjo los segundos posteriores a las palabras de Saxa. Arrugó la frente ligeramente y se rascó la coronilla, como hacía siempre que estaba nerviosa. Carraspeo, de manera dubitativa. Su voz resonó en la sala más alto de lo que esperaba, pero su tono no tembló.
- Antes del ataque, recibimos la visita de un mensajero entregando una carta de la Reina de los Dragones. Por orden de Belapharion, Voz de Takishis, nos instaban a alojar a las tropas del Invencible Ejército Rojo. Si el pueblo no accedía, la consecuencia sería la muerte - suspiró profundamente, confirmando que habían cumplido su palabra - Tras la visita previa, nos adentramos en los bosques para seguir su rastro. Las huellas nos dirigieron hacia el interior, huellas de seres extraños y reptilianos, que parecían recorrer un trecho del camino y desaparecer. Poco después, descubrimos a uno de esos seres de alas coriáceas, encapuchado, encaramado en la copa de un árbol, vigilando el camino, para dar la voz de alarma si avistaba a algún enemigo. Afortunadamente no nos descubrió, pero no pudimos seguir avanzando hasta el campamento - miró preocupada a los dirigentes de Kalaman, obviando esta vez a Bakaris.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remington observaba discretamente desde detrás de Uri. La negativa del Gobernador Miat a acoger a los de Volger había sido un jarro de agua fría, pero lo que más le molestaba era la connivencia del resto del Consejo. Disimuladamente, trató de leer sus rostros en busca de alguna señal de empatía o afinidad a sus problemas. ¿Tenían algún aliado allí? La mención del apellido Pathwater había despertado un interés poco común, que merecía indagarse ¿Quien era realmente Averil? En cualquier caso, si su palabra tenía valor en aquella sala de Kalaman, quizás era el momento de las revelaciones. Remi carraspeó y levantó la mano pidiendo la palabra. Sir Arhur le miraba atentamente desde sus botas, con las orejas muy tiesas, inclinando ligeramente la cabeza.
- Espera espera... ¿draqué? - pregunta la Mariscal a Saxa cuando Remington pide la palabra. Los ojos de los presentes se dirigen al mago en espera de sus palabras.
—Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas, aprendiz de túnica roja—asintió con un reverencia breve adelántandose un paso—. Respetados miembros del Consejo de Kalaman, me temo que lo que nos ha traído aquí no es solo un acto de pillaje, de una guerra al uso. Lo que está por venir no puede medirse con la vara de los hombres o los elfos—dijo con voz serena tratando de no parecer un lunático—. Están pasando cosas inauditas, que no ocurrían desde eras olvidadas. Yo solo soy un aprendiz, pero consultad a vuestros astrónomos, las constelaciones de los grandes dioses han desaparecido del firmamento. El Ejército Rojo usa hombres-dragón de alas coriáceas y extraños poderes y matan en nombre de Takishis, Señora de los Dragones. Si no queréis creerme, cosa que podría comprender, creed entonces la palabra de dama Pathwater. Ella es la prueba viviente de que el poder de Paladine ha vuelto a Ansalon—la miró extendiendo su mano hacia ella—. Nunca nadie había podido curar con su tacto.
Remington dejó que las palabras sobre dioses y poderes místicos calaran en el Consejo. Observando sus reacciones durante unos momentos.
—Aun es pronto para saber que está pasando exactamente, pero si no nos ayudamos unos a otros sospecho que seremos barridos como una brizna de hierba seca. Kalaman es el faro de la civilización en esta región, su baluarte. Los grandes líderes se miden por decisiones difíciles como esta —dijo mirando al Gobernador con humildad—. Si los pueblos de la región no pueden confiar en buscar protección y amparo bajo el ala de Kalaman y lo que representa —miró también a la Mariscal—, entonces quizá ni siquiera la vuelta de Paladine pueda salvarnos. Esas gentes fuera de las murallas no tienen nada. No les quitéis también la esperanza. Os ruego que lo recapacitéis.
Remi no podía creer que hubiera hablado tanto rato seguido y frente a personalidades tan notables. Al fin y al cabo era solo un muchacho. Tenía la boca seca, pero por alguna razón sentía que se estaba cometiendo una injusticia y aquel desapego era el germen de algo malo para todos. Sir Arthur frotó su cabeza contra su bota derecha emitiendo un débil maullido.
Los rostros de preocupación por las noticias que traían los supervivientes de la caída de Vogler pasaron a un estupefacto silencio cuando Remington mencióno la capacidad curativa de Averil y el nombre de Paladine. Todas las miradas convergieron hacia Averil y el aprendiz de mago tuvo serias dudas de que alguien hubiera escuchado una sola palabra más de las que había pronunciado.
- Explicaos por favor... - medio ruega medio ordena el Gobernador a Averil.
La Caballero de Solamnia, visiblemente incómoda y lanzando una mirada a Remington que claramente quiere decir "bocazas" carraspea y del interior de su armadura saca y muestra el símbolo de Paladine al Consejo.
- Tuve una revelación poco antes de llegar a Vogler -comienza - No puedo explicarlo pero realmente sentí la presencia del antiguo dios que guió a Huma a mi alrededor. Cuando abrí los ojos este símbolo estaba en mis manos y supe que yo había cambiado para siempre. Pero yo... no curo con mi tacto, tan sólo ruego a Paladine que ayude a aquellos que sufren y él obra el milagro. No soy más especial que otros Caballeros de Solamnia, o incluso otros mortales, tan sólo... he escuchado la voz del Dragón de Platino. Estoy segura de que, con el tiempo, muchos más lograrán escucharla y aprenderán la verdad sobre los Dioses que nos ha sido vedada durante tanto tiempo. Mas no hablaré más de este asunto, no mientras las gentes de Vogler permanezcan desprotegidas a las afueras de la ciudad. Las palabras del hechicero son ciertas. Debéis prepararos para lo peor. No se trata de una banda de mercenarios o de un ataque de una desorganizada tribu de goblins o salvajes del este. Un Ejército, bien pertrechado y organizado se acerca. La ciudad debe prepararse -
Uri se da cuenta de que, mientras Averil habla y muestra su medallón, un miembro del Consejo, una mujer madura pero atractiva musita "bruja..." y recuerda las historias de poco después del Cataclismo cuando muchas mujeres y hombres fueron quemados en la hoguera por asegurar que aún escuchaban a los dioses. En aquella época la gente estaba enfadada con los dioses por haber desencadenado el Cataclismo y haber abandonado a Krynn, pero... ¿habría desaparecido por completo aquel rencor? o aún peor ¿habría sido transformado en miedo a lo desconocido? quizá Remington había sido impulsivo al contar aquel dato de Averil, pero ahora no se podía hacer nada y realmente iban a necesitar toda la ayuda posible, incluso la de los antiguos dioses, contra lo que se avecinaba.
Sin embargo al terminar de hablar el Consejo comenzó a murmurar y hablar entre ellos. Antes de que llegaran a levantar la voz el Gobernador llamó al orden y conferenció unos segundos en voz baja con la Mariscal y un par más de Consejeros.
- Os rogamos esperéis fuera.- les dijo a los compañeros - Lady Averil, vos quedaos, vuestro escudero puede quedarse también por supuesto -les dijo indicándoles unas sillas vacías en la mesa del Consejo. Un sirviente abrió la puerta tras ellos para dejarles salir y guiarles a una sala anexa, elegantemente decorada y acogedora, con una chimenea y una gran alfombra cubriendo el suelo.
Saxa apoya una mano en el hombro de Averil antes de salir de la sala. No sabía qué iba a pasar en cuanto salieran, pero tenía la impresión de que aquello no iba a ser fácil para la escudera de Solamnia.
Una vez fuera miró a sus compañeros con preocupación:
- Esto no me gusta un pelo. No solo no van a dejar entrar al pueblo a la ciudad, sino que encima quizás nos separen de Averil. Ahora que saben que es la elegida de Paladine, quizás quieran asignarle otro tipo de misiones y apartarla de la batalla. Al menos espero que Bakaris se muerda un buen rato la lengua, con el pedazo de corte que le ha metido Averil.
Se acerca un poco a la chimenea para entrar en calor y comenta:
- Espero que no nos tengan mucho rato esperando. Deberíamos volver con Raven y los demás.
Cuando salieron por la puerta y se quedaron a solas, Uri se dirigió al mago visiblemente afectada
- ¡Pero Remington! - exclamó, bajando la voz a continuación y acercándose mucho a él - ¿por qué has dicho eso? ¿Por qué les has contado el secreto de Averil?- su gesto, aunque mostraba cierto enfado, revelaba sobre todo preocupación - debía haber sido ella la que contara su historia cuando lo creyera conveniente… ¿no os habéis dado cuenta de lo que murmuraban? La han llamado bruja… ¿y si la hemos puesto en peligro? ¿Y si está siendo sometida, en este mismo momento, tras esas puertas, a un interrogatorio? - La cazadora suspiro profundamente y comenzó a pasear nerviosa de un lado a otro por la sala, con el ceño fruncido, desviando la vista continuamente hacia las puertas.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
—Ese secreto no iba a durar mucho, Uri. No desde que mostrara sus nuevos talentos frente a los Bakaris en nuestro último combate—aclaró—. Y necesitábamos ver qué aliados teníamos en esa sala. El Gobernador y la Mariscal podrían serlo, pero años de temor a la magia tras el Cataclismo pueden ser un problema para los demás—explicó con naturalidad—. En cualquier caso, deben superarlo ya o puede que sea demasiado tarde. No tenemos tiempo para tener tacto. El orden mundial tal como lo conocemos está cambiando. Sobrevivir a ese cambio dependerá de que los que mandan sean capaces de tomar las decisiones adecuadas rápido—chasqueó los dedos frente a su nariz—. Pero ahora depende de ellos. Voy a descasar un poco, la noche ha sido muy larga.
Dicho esto se retiró a un rincón sombrío con Sir Arthur. Buscó un sillón mullido, se echo la capucha y trató de dormir un poco. La noche había sido larga para todos y sabía que las reuniones a puerta cerrada podían durar más de la cuenta.
- Bru-qué!!?? Vamos, lo que me faltaba por oir. Después de todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí, todavía faltaría que se montase una especie de Inquisición Solámnica en torno a Averil cuando tendrían que estar literalmente besándole los pies. ¡Es que me c*** en mis ...!
La bárbara continúa soltando improperios durante un rato más hasta que inspira, espira, se cruza de brazos y parece calmarse.
- Remington tiene razón. Quizás tendría que haberlo dicho la propia Averil a su manera, pero está claro que esto iba a suceder en algún momento. Vamos a tener que vigilar bien nuestras espaldas una vez Averil salga de ahí.
Pese a que Sir Arthur, atendiendo a las órdenes telepáticas de Remi, se quedaba en la sala del consejo de manera muy casual, uno de los sirvientes le fue conduciendo fuera y no pudo quedarse dentro.
La conversación al otro lado se desarrolló durante unos cuantos, largos y tensos minutos, hasta que un sirviente volvió a por ellos abriendo las puertas que comunicaban con el salón. Todos vieron a varios miembros del Consejo saliendo de la sala por las puertas principales mientras ellos entraban. En la mesa quedaban Averil, Darrett, Lord Bakaris, la Mariscal Vendri y el Gobernador Miat.
Una vez se hubieron sentado el Gobernador carraspeó y con un tono decisivo dijo.
- La Ciudad de Kalaman está dispuesta a dar cobijo a vuestros convecinos en los barrios fuera de la ciudad, la protección de nuestros soldados y, mientras podamos compartirla, comida de nuestra mesa. Sin embargo, hay una condición -
La Mariscal recoge la palabra.
- La Ciudad de Kalaman está muy preocupada por los informes que traéis. Ninguno de los exploradores que he enviado en busca de respuestas ha regresado, sin embargo, vosotros no sólo os habéis enfrentado a este enemigo si no que habéis conseguido sobrevivir y proteger a todo un pueblo de su ataque. Dejaré a un lado consideraciones teológicas sobre si ha sido gracias o no a la ayuda de los... dioses... -parece que le cuesta incluso decirlo - es encomiable vuestro esfuerzo. Kalaman os necesita. Por lo tanto, a cambio de la ayuda de Kalaman a la gente de Vogler os pedimos que sirvais a Kalaman como Operativos Especiales sirviendo a las órdenes de Lord Bakaris y reportándole a él y a mí misma. Darret será nuestro oficial de enlace. Tendréis que jurar lealtad a Kalaman hasta que esta amenaza haya pasado. Se os otorgará el rango de Escuderos de Kalaman y se os proveerá de alojamiento en el Castillo y recibiréis una paga de 5 monedas de oro a la semana. Se os entregará una insignia especial para ser reconocidos como los enviados de mi rango, esto os otorgará un rango equivalente a teniente entre las filas de Kalaman. Ahora -dice mirando a Remi y a Uri - entendemos que algunos de vosotros podéis tener juramentos anteriores, aunque no es extraño que algunos magos hayan servido antes, si sería inaudito para gentes de los bosques, por eso entendemos que si no podeis por votos anteriores prestar juramento, esperamos que al menos uno de vosotros lo haga - dice mirando a Saxa. Parece evidente que el kender está descartado de pleno de salida - y contaremos con vuestra palabra de honor de ayudar a vuestra amiga y a Kalaman. -
Saxa sintió un inmenso alivio en cuanto escuchó que iban a permitir entrar a los voglerianos a la ciudad, pero todo el subidón que le proporcionó este noticia se convirtió en un tremendo batacazo cuando el Gobernador siguió hablando.
No se lo podía creer. ¿A las órdenes de Bakaris? ¿Tanto mal había hecho la bárbara en su vida para tener que sufrir semejante castigo? Sintió la rabia crecer en su interior y cómo sus mejillas iban adquiriendo un tono cada vez más parecido al de su pelo. Miró por el rabillo del ojo a los compañeros que tenía a su lado. Miró también a Averil, frente a ella, rogando que todo aquello fuera algún tipo de broma de mal gusto. Pero la expresión de sorpresa de los compañeros y el seriedad de la escudera de Solamnia le confirmaba que todo iba muy en serio.
Miró también a Bakaris. Qué contento debía de estar el maldito, obteniendo lo que siempre había deseado a pesar de que que no estaba a la altura y que sólo lo iba a recibir por haber nacido bajo la buena estrella de tener un apellido importante.
Su primer pensamiento fue el de decir que no. Que ni de broma se iba a poner a las órdenes de aquel mequetrefe. No sería la primera vez que abandonaba una trabajo por tener diferencias con un superior al que no podía respetar. Era fácil, muy fácil: hacía su petate, recogía su hacha y se ponía camino buscando un nuevo trabajo. Y si no aparecía nada, siempre podía volver a las tierras heladas que la habían visto nacer y crecer.
¿Pero realmente podía hacerle aquello al pueblo de Ispin...?
Notó que estaba apretando los puños cada vez más fuerte, y decidió poner los brazos tras la espalda, lo que le permitía dos cosas. Una, tener una pose más recta y seria. Y dos, contenerse un poco más de las ganas que tenía de partirle la cara al imbécil de Bakaris con su sonrisilla de superioridad. Entonces dijo:
- Con el debido respeto, Gobernador, Mariscal- no pensaba mencionar aquí al tercero en discordia, por el que no sentía ni un poco de ese concepto - Todo ese tiempo seguíamos a la líder de Vogler, que es la Alcaldesa Raven. ¿A qué se debe este cambio en la cadena de comando? ¿Qué significa para el pueblo de Vogler?
Quería preguntar una y mil cosas, cualquier cosa, con tal de no tener que decir que sí. Pero realmente no tenía más elección: solo podía aceptar, o largarse.
- Por otro lado, no habéis mencionado a la escudera Pathwarden. ¿Podremos seguir contando con ella como compañera de batalla, como hemos venido haciendo hasta ahora?
El Gobernador y la Mariscal se miraron un poco confusos ante la primera pregunta de Saxa. Sin embargo fue Averil la que contestó.
- Saxa, esto no tiene que ver con Vogler, Lord Bakaris es un noble de alta cuna que participa, al igual que nosotros, en la defensa de Kalaman. Responderemos ante él y la Mariscal - Recalca el plural y la inclusión de la Mariscal para, no sólo responder a su segunda pregunta si no con la esperanza de que la bárbara se de cuenta de la sútil inclusión de la Mariscal, y esperando que pudiera comprender las complejidades de la nobleza de Solamnia.
- Además -dice el Gobernador con toda la delicadeza que puede - Vogler ya no existe. Raven uth Vogler ha servido bien en su puesto y sus acciones para salvar a su gente hablan por si mismas, pero si los ciudadanos de Vogler pasan a formar parte de Kalaman ella no tiene... nada que decidir ni gestionar ya. Por supuesto que contaremos con ella para recolocar y aprovisionar y censar a los supervivientes pero su mandato ha... terminado lamentablemente. -
A la bárbara le lleva un rato mascar todas estas palabras. "A las órdenes de Bakaris" (aunque también de la Mariscal). "Vogler ya no existe". "Su mandato ha terminado". Le sientan como un buen puñado de hiel en la boca. Hiel que tendrá que tragarse si quiere ayudar ante lo que está por venir.
Le cuesta pronunciar las siguientes palabras, y cuando lo hace, lo hace mirando a Averil porque está tan furibunda con toda la situación que no puede establecer contacto visual con el Gobernador ni la Mariscal, ni mucho menos con Bakaris.
Remi negó al ofrecimiento con seriedad y casi con un poco de apuro. Miró de reojo a Saxa.
—No puedo comprometerme, lo siento, ya tengo un compromiso con Lunitari —se disculpó—. Aunque agradezco el gesto y ayudaré en lo que pueda, por supuesto.
Uri se deslizó al interior de la sala buscando con su mirada a Averil. Una vez la detectó y se cercioró de que se encontraba bien, adoptó una postura firme de respeto mientras escuchaba las palabras del Gobernador y la Mariscal.
Un profundo sentimiento de alivio la embargó cuando escuchó la intención de ayudar al pueblo, que se fue tornando en incomodidad al conocer la contrapartida de ese favor. ¿Servir a las órdenes de Lord Bakaris? ¿Jurar lealtad a Kalaman? Un escalofrío recorrió su espina dorsal y, como si lo estuviera viviendo en ese preciso instante, los recuerdos de su nombramiento como Guardiana de Qualinost inundaron su memoria. Los recién graduados desfilaban con orgullo en la parte alta de la Torre del Sol, hasta detenerse frente a Solostaran Kanan, que bendecía y otorgaba su aprobación a los nuevos miembros del ejército. Fue una de las pocas ocasiones en las que vio sonreír a Halidnanthalassa, su capitán, un elfo firme y serio, pero justo y muy sabio, del que ella había aprendido todo lo que sabía, del que había recibido la mejor enseñanza y los mejores consejos. Desvió su mirada unos segundos a Lord Bakaris. No podía existir un polo más opuesto a él.
- Urialanthalassa Adian- se presentó, acompañando sus palabras con una leve reverencia - Guardiana de Qualinost y servidora de nuestro rey el Orador de los Soles, Solostaran Kanan, a las órdenes de mi capitán Halidnanthalassa Nairel. No puedo faltar al juramento con mi reino, pero prometo ayudar en todo lo posible a la ciudad de Kalaman y sus habitantes -
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Tanto la Mariscal como el Gobernador aisntieron a las palabras de Uri y Remingtong.
La Mariscal se volvió hacia Lord Bakaris.
- Milord por favor.. - La Mariscal no parecia contenta con aquello, pero tampoco parecía tener opción.
El hombre se levantó, evidentemente satisfecho de sí mismo y con una sonrisa socarrona en los labios. Su mirada cuando se puso ante Saxa lo decía todo. Estaba disfrutando de aquello, viendolo como la reparación de las humillaciones que Saxa y sus amigos le habían inflingido en Vogler.
- Juras lealtad y seguir mis órdenes en la Guerra y la Paz hasta que tu servicio termine ? - le dice a Saxa.
Saxa tarda unos instantes en contestar. Tanto que incluso se hace ligeramente incómodo a los presentes en la sala. Finalmente, y tras soltar el aliento que estaba conteniendo, dice:
- Juro- " ...que pagarás por todo ... " -lealtad y seguir sus órdenes - " ... de una manera u otra... " -en la Guerra y la Paz, hasta que mi servicio termine- "...o mi nombre no es Saxa Strongblood."
Esta vez sí miró a los ojos de Lord Bakaris con ojos fríos como si fueran de hielo, confirmando el juramento realizado.
- El juramento para con la Ciudad de Kalaman- apunta la Mariscal recalcando las palabras - ha sido pronunciado y Kalaman cumplirá su parte. Te estamos agradecida Saxa Stronghold por tu servicio y honestidad. -
Lord Bajaris se retira ante la intervención de la Mariscal aunque al haber visto la mirada de Saxa parece haber sido satisfacción más que suficiente. De momento.
- Bien ahora que podemos dejar las formalidades atrás - dice el Gobernador- Podemos comenzar a ubicar a los refugiados. -
Parece que el Gobernador estaba deseando poder poner manos a la obra y la Mariscal saca un mapa de la ciudad y entre todos, sobre todo con la ayuda de Darret que parece conocer hasta el último de los refugiados, sus familiares y amigos cercanos, y procurando mantener a las familias y viejos vecinos lo más cerca posible entre las casa disponibles, pasan la siguiente hora. Finalmente dejan la Sala del Consejo con Averil y Darret y un listado de donde acoger a los refugiados de Vogler. A lo largo de la reunión un soldado trae dos pequeños broches con el escudo de Kalaman para la Mariscal la cual se los entrega a Darret y Saxa indicando que así serán reconocidos por los soldados de Kalaman.
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Saxa se pasa la mano por la frente, preocupada. ¿No va a dejar entrar a los voglerianos en Kalaman? Esto sí que no se lo esperaba. ¿Que van a hacer para sobrevivir todo este tiempo? ¿Y como van a encontrar refugio cuando el ejército de Takhisis llegue a Kalaman. Cosa que, por supuesto, acabaría sucediendo si no lograban hacerles frente.
Incluso con estos pensamientos en la cabeza, no pudo evitar sonreír tras la intervención de Averil. La cara de Bakaris era un poema, uno muy agradable de presenciar. Pero no pudo regodearse en aquel inusitado placer durante mucho tiempo, ya que la pregunta de la mariscal la devolvió a la conversación.
- Es un ejército numeroso, bien entrenado y bien pertrechado. Lo componen humanos, pero también ... dracónidos. Los hay de diversos rangos. Hasta ahora solo habíamos visto los más "débiles", pero ayer en concreto trajeron consigo uno especialmente grande y fuerte con el que costó acabar. Y muy importante: tanto los más rasos como los más fuertes, tienen la habilidad de petrificar a los que estén a su alrededor en el momento de su muerte. Yo misma casi acabo convertida en una estatua. Convendría acabar con ellos a distancia a ser posibles. O ser excepcionalmente ágiles para apartarse cuando mueran. Por otro lado ... cuentan con importantes ingenios mecánicos. Trajeron uno con el tamaño y el aspecto de un dragón, que iba operado por dracónidos rasos, y que escupía fuego a su paso. Destrozó varios edificios de Vogler a su paso. Por fortuna, el ingenio de Fritz aquí presente superó al dragón, y lo hizo volar por los aires.
La sureña se rasca un momento la cabeza y mira a sus compañeros. ¿Se había dejado algo?
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La exploradora observó a cada uno de los congregados manteniendo el silencio incómodo que se produjo los segundos posteriores a las palabras de Saxa. Arrugó la frente ligeramente y se rascó la coronilla, como hacía siempre que estaba nerviosa. Carraspeo, de manera dubitativa. Su voz resonó en la sala más alto de lo que esperaba, pero su tono no tembló.
- Antes del ataque, recibimos la visita de un mensajero entregando una carta de la Reina de los Dragones. Por orden de Belapharion, Voz de Takishis, nos instaban a alojar a las tropas del Invencible Ejército Rojo. Si el pueblo no accedía, la consecuencia sería la muerte - suspiró profundamente, confirmando que habían cumplido su palabra - Tras la visita previa, nos adentramos en los bosques para seguir su rastro. Las huellas nos dirigieron hacia el interior, huellas de seres extraños y reptilianos, que parecían recorrer un trecho del camino y desaparecer. Poco después, descubrimos a uno de esos seres de alas coriáceas, encapuchado, encaramado en la copa de un árbol, vigilando el camino, para dar la voz de alarma si avistaba a algún enemigo. Afortunadamente no nos descubrió, pero no pudimos seguir avanzando hasta el campamento - miró preocupada a los dirigentes de Kalaman, obviando esta vez a Bakaris.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remington observaba discretamente desde detrás de Uri. La negativa del Gobernador Miat a acoger a los de Volger había sido un jarro de agua fría, pero lo que más le molestaba era la connivencia del resto del Consejo. Disimuladamente, trató de leer sus rostros en busca de alguna señal de empatía o afinidad a sus problemas. ¿Tenían algún aliado allí? La mención del apellido Pathwater había despertado un interés poco común, que merecía indagarse ¿Quien era realmente Averil? En cualquier caso, si su palabra tenía valor en aquella sala de Kalaman, quizás era el momento de las revelaciones. Remi carraspeó y levantó la mano pidiendo la palabra. Sir Arhur le miraba atentamente desde sus botas, con las orejas muy tiesas, inclinando ligeramente la cabeza.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- Espera espera... ¿draqué? - pregunta la Mariscal a Saxa cuando Remington pide la palabra. Los ojos de los presentes se dirigen al mago en espera de sus palabras.
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—Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas, aprendiz de túnica roja —asintió con un reverencia breve adelántandose un paso—. Respetados miembros del Consejo de Kalaman, me temo que lo que nos ha traído aquí no es solo un acto de pillaje, de una guerra al uso. Lo que está por venir no puede medirse con la vara de los hombres o los elfos —dijo con voz serena tratando de no parecer un lunático—. Están pasando cosas inauditas, que no ocurrían desde eras olvidadas. Yo solo soy un aprendiz, pero consultad a vuestros astrónomos, las constelaciones de los grandes dioses han desaparecido del firmamento. El Ejército Rojo usa hombres-dragón de alas coriáceas y extraños poderes y matan en nombre de Takishis, Señora de los Dragones. Si no queréis creerme, cosa que podría comprender, creed entonces la palabra de dama Pathwater. Ella es la prueba viviente de que el poder de Paladine ha vuelto a Ansalon —la miró extendiendo su mano hacia ella—. Nunca nadie había podido curar con su tacto.
Remington dejó que las palabras sobre dioses y poderes místicos calaran en el Consejo. Observando sus reacciones durante unos momentos.
—Aun es pronto para saber que está pasando exactamente, pero si no nos ayudamos unos a otros sospecho que seremos barridos como una brizna de hierba seca. Kalaman es el faro de la civilización en esta región, su baluarte. Los grandes líderes se miden por decisiones difíciles como esta —dijo mirando al Gobernador con humildad—. Si los pueblos de la región no pueden confiar en buscar protección y amparo bajo el ala de Kalaman y lo que representa —miró también a la Mariscal—, entonces quizá ni siquiera la vuelta de Paladine pueda salvarnos. Esas gentes fuera de las murallas no tienen nada. No les quitéis también la esperanza. Os ruego que lo recapacitéis.
Remi no podía creer que hubiera hablado tanto rato seguido y frente a personalidades tan notables. Al fin y al cabo era solo un muchacho. Tenía la boca seca, pero por alguna razón sentía que se estaba cometiendo una injusticia y aquel desapego era el germen de algo malo para todos. Sir Arthur frotó su cabeza contra su bota derecha emitiendo un débil maullido.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Los rostros de preocupación por las noticias que traían los supervivientes de la caída de Vogler pasaron a un estupefacto silencio cuando Remington mencióno la capacidad curativa de Averil y el nombre de Paladine. Todas las miradas convergieron hacia Averil y el aprendiz de mago tuvo serias dudas de que alguien hubiera escuchado una sola palabra más de las que había pronunciado.
- Explicaos por favor... - medio ruega medio ordena el Gobernador a Averil.
La Caballero de Solamnia, visiblemente incómoda y lanzando una mirada a Remington que claramente quiere decir "bocazas" carraspea y del interior de su armadura saca y muestra el símbolo de Paladine al Consejo.
- Tuve una revelación poco antes de llegar a Vogler - comienza - No puedo explicarlo pero realmente sentí la presencia del antiguo dios que guió a Huma a mi alrededor. Cuando abrí los ojos este símbolo estaba en mis manos y supe que yo había cambiado para siempre. Pero yo... no curo con mi tacto, tan sólo ruego a Paladine que ayude a aquellos que sufren y él obra el milagro. No soy más especial que otros Caballeros de Solamnia, o incluso otros mortales, tan sólo... he escuchado la voz del Dragón de Platino. Estoy segura de que, con el tiempo, muchos más lograrán escucharla y aprenderán la verdad sobre los Dioses que nos ha sido vedada durante tanto tiempo. Mas no hablaré más de este asunto, no mientras las gentes de Vogler permanezcan desprotegidas a las afueras de la ciudad. Las palabras del hechicero son ciertas. Debéis prepararos para lo peor. No se trata de una banda de mercenarios o de un ataque de una desorganizada tribu de goblins o salvajes del este. Un Ejército, bien pertrechado y organizado se acerca. La ciudad debe prepararse -
Uri se da cuenta de que, mientras Averil habla y muestra su medallón, un miembro del Consejo, una mujer madura pero atractiva musita "bruja..." y recuerda las historias de poco después del Cataclismo cuando muchas mujeres y hombres fueron quemados en la hoguera por asegurar que aún escuchaban a los dioses. En aquella época la gente estaba enfadada con los dioses por haber desencadenado el Cataclismo y haber abandonado a Krynn, pero... ¿habría desaparecido por completo aquel rencor? o aún peor ¿habría sido transformado en miedo a lo desconocido? quizá Remington había sido impulsivo al contar aquel dato de Averil, pero ahora no se podía hacer nada y realmente iban a necesitar toda la ayuda posible, incluso la de los antiguos dioses, contra lo que se avecinaba.
Sin embargo al terminar de hablar el Consejo comenzó a murmurar y hablar entre ellos. Antes de que llegaran a levantar la voz el Gobernador llamó al orden y conferenció unos segundos en voz baja con la Mariscal y un par más de Consejeros.
- Os rogamos esperéis fuera.- les dijo a los compañeros - Lady Averil, vos quedaos, vuestro escudero puede quedarse también por supuesto - les dijo indicándoles unas sillas vacías en la mesa del Consejo.
Un sirviente abrió la puerta tras ellos para dejarles salir y guiarles a una sala anexa, elegantemente decorada y acogedora, con una chimenea y una gran alfombra cubriendo el suelo.
PbP Character: A few ;)
Saxa apoya una mano en el hombro de Averil antes de salir de la sala. No sabía qué iba a pasar en cuanto salieran, pero tenía la impresión de que aquello no iba a ser fácil para la escudera de Solamnia.
Una vez fuera miró a sus compañeros con preocupación:
- Esto no me gusta un pelo. No solo no van a dejar entrar al pueblo a la ciudad, sino que encima quizás nos separen de Averil. Ahora que saben que es la elegida de Paladine, quizás quieran asignarle otro tipo de misiones y apartarla de la batalla. Al menos espero que Bakaris se muerda un buen rato la lengua, con el pedazo de corte que le ha metido Averil.
Se acerca un poco a la chimenea para entrar en calor y comenta:
- Espero que no nos tengan mucho rato esperando. Deberíamos volver con Raven y los demás.
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Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Cuando salieron por la puerta y se quedaron a solas, Uri se dirigió al mago visiblemente afectada
- ¡Pero Remington! - exclamó, bajando la voz a continuación y acercándose mucho a él - ¿por qué has dicho eso? ¿Por qué les has contado el secreto de Averil? - su gesto, aunque mostraba cierto enfado, revelaba sobre todo preocupación - debía haber sido ella la que contara su historia cuando lo creyera conveniente… ¿no os habéis dado cuenta de lo que murmuraban? La han llamado bruja… ¿y si la hemos puesto en peligro? ¿Y si está siendo sometida, en este mismo momento, tras esas puertas, a un interrogatorio? - La cazadora suspiro profundamente y comenzó a pasear nerviosa de un lado a otro por la sala, con el ceño fruncido, desviando la vista continuamente hacia las puertas.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remi encajó los reproches de Uri con serenidad.
—Ese secreto no iba a durar mucho, Uri. No desde que mostrara sus nuevos talentos frente a los Bakaris en nuestro último combate —aclaró—. Y necesitábamos ver qué aliados teníamos en esa sala. El Gobernador y la Mariscal podrían serlo, pero años de temor a la magia tras el Cataclismo pueden ser un problema para los demás —explicó con naturalidad—. En cualquier caso, deben superarlo ya o puede que sea demasiado tarde. No tenemos tiempo para tener tacto. El orden mundial tal como lo conocemos está cambiando. Sobrevivir a ese cambio dependerá de que los que mandan sean capaces de tomar las decisiones adecuadas rápido —chasqueó los dedos frente a su nariz—. Pero ahora depende de ellos. Voy a descasar un poco, la noche ha sido muy larga.
Dicho esto se retiró a un rincón sombrío con Sir Arthur. Buscó un sillón mullido, se echo la capucha y trató de dormir un poco. La noche había sido larga para todos y sabía que las reuniones a puerta cerrada podían durar más de la cuenta.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Saxa suelta una maldición especialmente sonora:
- Bru-qué!!?? Vamos, lo que me faltaba por oir. Después de todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí, todavía faltaría que se montase una especie de Inquisición Solámnica en torno a Averil cuando tendrían que estar literalmente besándole los pies. ¡Es que me c*** en mis ...!
La bárbara continúa soltando improperios durante un rato más hasta que inspira, espira, se cruza de brazos y parece calmarse.
- Remington tiene razón. Quizás tendría que haberlo dicho la propia Averil a su manera, pero está claro que esto iba a suceder en algún momento. Vamos a tener que vigilar bien nuestras espaldas una vez Averil salga de ahí.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Pese a que Sir Arthur, atendiendo a las órdenes telepáticas de Remi, se quedaba en la sala del consejo de manera muy casual, uno de los sirvientes le fue conduciendo fuera y no pudo quedarse dentro.
La conversación al otro lado se desarrolló durante unos cuantos, largos y tensos minutos, hasta que un sirviente volvió a por ellos abriendo las puertas que comunicaban con el salón. Todos vieron a varios miembros del Consejo saliendo de la sala por las puertas principales mientras ellos entraban. En la mesa quedaban Averil, Darrett, Lord Bakaris, la Mariscal Vendri y el Gobernador Miat.
Una vez se hubieron sentado el Gobernador carraspeó y con un tono decisivo dijo.
- La Ciudad de Kalaman está dispuesta a dar cobijo a vuestros convecinos en los barrios fuera de la ciudad, la protección de nuestros soldados y, mientras podamos compartirla, comida de nuestra mesa. Sin embargo, hay una condición -
La Mariscal recoge la palabra.
- La Ciudad de Kalaman está muy preocupada por los informes que traéis. Ninguno de los exploradores que he enviado en busca de respuestas ha regresado, sin embargo, vosotros no sólo os habéis enfrentado a este enemigo si no que habéis conseguido sobrevivir y proteger a todo un pueblo de su ataque. Dejaré a un lado consideraciones teológicas sobre si ha sido gracias o no a la ayuda de los... dioses... - parece que le cuesta incluso decirlo - es encomiable vuestro esfuerzo. Kalaman os necesita. Por lo tanto, a cambio de la ayuda de Kalaman a la gente de Vogler os pedimos que sirvais a Kalaman como Operativos Especiales sirviendo a las órdenes de Lord Bakaris y reportándole a él y a mí misma. Darret será nuestro oficial de enlace. Tendréis que jurar lealtad a Kalaman hasta que esta amenaza haya pasado. Se os otorgará el rango de Escuderos de Kalaman y se os proveerá de alojamiento en el Castillo y recibiréis una paga de 5 monedas de oro a la semana. Se os entregará una insignia especial para ser reconocidos como los enviados de mi rango, esto os otorgará un rango equivalente a teniente entre las filas de Kalaman. Ahora - dice mirando a Remi y a Uri - entendemos que algunos de vosotros podéis tener juramentos anteriores, aunque no es extraño que algunos magos hayan servido antes, si sería inaudito para gentes de los bosques, por eso entendemos que si no podeis por votos anteriores prestar juramento, esperamos que al menos uno de vosotros lo haga - dice mirando a Saxa. Parece evidente que el kender está descartado de pleno de salida - y contaremos con vuestra palabra de honor de ayudar a vuestra amiga y a Kalaman. -
La Mariscal espera vuestra respuesta.
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Saxa sintió un inmenso alivio en cuanto escuchó que iban a permitir entrar a los voglerianos a la ciudad, pero todo el subidón que le proporcionó este noticia se convirtió en un tremendo batacazo cuando el Gobernador siguió hablando.
No se lo podía creer. ¿A las órdenes de Bakaris? ¿Tanto mal había hecho la bárbara en su vida para tener que sufrir semejante castigo? Sintió la rabia crecer en su interior y cómo sus mejillas iban adquiriendo un tono cada vez más parecido al de su pelo. Miró por el rabillo del ojo a los compañeros que tenía a su lado. Miró también a Averil, frente a ella, rogando que todo aquello fuera algún tipo de broma de mal gusto. Pero la expresión de sorpresa de los compañeros y el seriedad de la escudera de Solamnia le confirmaba que todo iba muy en serio.
Miró también a Bakaris. Qué contento debía de estar el maldito, obteniendo lo que siempre había deseado a pesar de que que no estaba a la altura y que sólo lo iba a recibir por haber nacido bajo la buena estrella de tener un apellido importante.
Su primer pensamiento fue el de decir que no. Que ni de broma se iba a poner a las órdenes de aquel mequetrefe. No sería la primera vez que abandonaba una trabajo por tener diferencias con un superior al que no podía respetar. Era fácil, muy fácil: hacía su petate, recogía su hacha y se ponía camino buscando un nuevo trabajo. Y si no aparecía nada, siempre podía volver a las tierras heladas que la habían visto nacer y crecer.
¿Pero realmente podía hacerle aquello al pueblo de Ispin...?
Notó que estaba apretando los puños cada vez más fuerte, y decidió poner los brazos tras la espalda, lo que le permitía dos cosas. Una, tener una pose más recta y seria. Y dos, contenerse un poco más de las ganas que tenía de partirle la cara al imbécil de Bakaris con su sonrisilla de superioridad. Entonces dijo:
- Con el debido respeto, Gobernador, Mariscal - no pensaba mencionar aquí al tercero en discordia, por el que no sentía ni un poco de ese concepto - Todo ese tiempo seguíamos a la líder de Vogler, que es la Alcaldesa Raven. ¿A qué se debe este cambio en la cadena de comando? ¿Qué significa para el pueblo de Vogler?
Quería preguntar una y mil cosas, cualquier cosa, con tal de no tener que decir que sí. Pero realmente no tenía más elección: solo podía aceptar, o largarse.
- Por otro lado, no habéis mencionado a la escudera Pathwarden. ¿Podremos seguir contando con ella como compañera de batalla, como hemos venido haciendo hasta ahora?
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
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El Gobernador y la Mariscal se miraron un poco confusos ante la primera pregunta de Saxa. Sin embargo fue Averil la que contestó.
- Saxa, esto no tiene que ver con Vogler, Lord Bakaris es un noble de alta cuna que participa, al igual que nosotros, en la defensa de Kalaman. Responderemos ante él y la Mariscal - Recalca el plural y la inclusión de la Mariscal para, no sólo responder a su segunda pregunta si no con la esperanza de que la bárbara se de cuenta de la sútil inclusión de la Mariscal, y esperando que pudiera comprender las complejidades de la nobleza de Solamnia.
- Además - dice el Gobernador con toda la delicadeza que puede - Vogler ya no existe. Raven uth Vogler ha servido bien en su puesto y sus acciones para salvar a su gente hablan por si mismas, pero si los ciudadanos de Vogler pasan a formar parte de Kalaman ella no tiene... nada que decidir ni gestionar ya. Por supuesto que contaremos con ella para recolocar y aprovisionar y censar a los supervivientes pero su mandato ha... terminado lamentablemente. -
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A la bárbara le lleva un rato mascar todas estas palabras. "A las órdenes de Bakaris" (aunque también de la Mariscal). "Vogler ya no existe". "Su mandato ha terminado". Le sientan como un buen puñado de hiel en la boca. Hiel que tendrá que tragarse si quiere ayudar ante lo que está por venir.
Le cuesta pronunciar las siguientes palabras, y cuando lo hace, lo hace mirando a Averil porque está tan furibunda con toda la situación que no puede establecer contacto visual con el Gobernador ni la Mariscal, ni mucho menos con Bakaris.
- Está bien. Ayudaré a Kalaman.
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La Mariscal asintió en silencio.
- Antes de pronunciar tu juramento. ¿Alguien más? - preguntó a Uri y Remi.
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Remi negó al ofrecimiento con seriedad y casi con un poco de apuro. Miró de reojo a Saxa.
—No puedo comprometerme, lo siento, ya tengo un compromiso con Lunitari —se disculpó—. Aunque agradezco el gesto y ayudaré en lo que pueda, por supuesto.
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Uri se deslizó al interior de la sala buscando con su mirada a Averil. Una vez la detectó y se cercioró de que se encontraba bien, adoptó una postura firme de respeto mientras escuchaba las palabras del Gobernador y la Mariscal.
Un profundo sentimiento de alivio la embargó cuando escuchó la intención de ayudar al pueblo, que se fue tornando en incomodidad al conocer la contrapartida de ese favor. ¿Servir a las órdenes de Lord Bakaris? ¿Jurar lealtad a Kalaman? Un escalofrío recorrió su espina dorsal y, como si lo estuviera viviendo en ese preciso instante, los recuerdos de su nombramiento como Guardiana de Qualinost inundaron su memoria. Los recién graduados desfilaban con orgullo en la parte alta de la Torre del Sol, hasta detenerse frente a Solostaran Kanan, que bendecía y otorgaba su aprobación a los nuevos miembros del ejército. Fue una de las pocas ocasiones en las que vio sonreír a Halidnanthalassa, su capitán, un elfo firme y serio, pero justo y muy sabio, del que ella había aprendido todo lo que sabía, del que había recibido la mejor enseñanza y los mejores consejos. Desvió su mirada unos segundos a Lord Bakaris. No podía existir un polo más opuesto a él.
- Urialanthalassa Adian - se presentó, acompañando sus palabras con una leve reverencia - Guardiana de Qualinost y servidora de nuestro rey el Orador de los Soles, Solostaran Kanan, a las órdenes de mi capitán Halidnanthalassa Nairel. No puedo faltar al juramento con mi reino, pero prometo ayudar en todo lo posible a la ciudad de Kalaman y sus habitantes -
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Tanto la Mariscal como el Gobernador aisntieron a las palabras de Uri y Remingtong.
La Mariscal se volvió hacia Lord Bakaris.
- Milord por favor.. - La Mariscal no parecia contenta con aquello, pero tampoco parecía tener opción.
El hombre se levantó, evidentemente satisfecho de sí mismo y con una sonrisa socarrona en los labios. Su mirada cuando se puso ante Saxa lo decía todo. Estaba disfrutando de aquello, viendolo como la reparación de las humillaciones que Saxa y sus amigos le habían inflingido en Vogler.
- Juras lealtad y seguir mis órdenes en la Guerra y la Paz hasta que tu servicio termine ? - le dice a Saxa.
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Saxa tarda unos instantes en contestar. Tanto que incluso se hace ligeramente incómodo a los presentes en la sala. Finalmente, y tras soltar el aliento que estaba conteniendo, dice:
- Juro - " ...que pagarás por todo ... " - lealtad y seguir sus órdenes - " ... de una manera u otra... " - en la Guerra y la Paz, hasta que mi servicio termine - "...o mi nombre no es Saxa Strongblood."
Esta vez sí miró a los ojos de Lord Bakaris con ojos fríos como si fueran de hielo, confirmando el juramento realizado.
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- El juramento para con la Ciudad de Kalaman- apunta la Mariscal recalcando las palabras - ha sido pronunciado y Kalaman cumplirá su parte. Te estamos agradecida Saxa Stronghold por tu servicio y honestidad. -
Lord Bajaris se retira ante la intervención de la Mariscal aunque al haber visto la mirada de Saxa parece haber sido satisfacción más que suficiente. De momento.
- Bien ahora que podemos dejar las formalidades atrás - dice el Gobernador- Podemos comenzar a ubicar a los refugiados. -
Parece que el Gobernador estaba deseando poder poner manos a la obra y la Mariscal saca un mapa de la ciudad y entre todos, sobre todo con la ayuda de Darret que parece conocer hasta el último de los refugiados, sus familiares y amigos cercanos, y procurando mantener a las familias y viejos vecinos lo más cerca posible entre las casa disponibles, pasan la siguiente hora.
Finalmente dejan la Sala del Consejo con Averil y Darret y un listado de donde acoger a los refugiados de Vogler.
A lo largo de la reunión un soldado trae dos pequeños broches con el escudo de Kalaman para la Mariscal la cual se los entrega a Darret y Saxa indicando que así serán reconocidos por los soldados de Kalaman.
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