Rolthos gime al ver que la cuerda se tensa cuando la caída de Jen llega los primeros nudos y teme que su arma se parta por la mitad. Pero el asta ni siquiera se dobla.
La sala en la que ha descendido Jen, que se queda colgando de la cuerda, es mucho más grande de lo que podían percibir desde su posición. En realidad han llegado hasta una sala octogonal, que parece estar algo por debajo del nivel del resto de la construcción del Templo en ese nivel, seguramente para darle más altura aún a la sala. Hay cuatro empinadas escaleras que suben desde el suelo hasta cuatro puertas dobles en cada punto cardinal de la sala. Jen está al lado del altar, el cual está en una oquedad un poco más baja aún, en el centro de la sala, y las puertas le quedan a unos cuarenta pies de distancia en cada dirección, lo que hace que la habitación tenga unos ochenta pies en total de diámetro. La neblina cubre el suelo pero es tan ligera que Jen puede ver el mismo sin dificultad. Jen puede ver ahora los cuchillos y el cuenco de cristal, aún cubiertos de sangre que comienza a coagularse, pero no ve más restos de sangre ni en el altar ni en el suelo. El olor a sándalo del incienso que se quema en los braseros de cristal le impide oler la sangre, lo cual agradece. Sigue con la vista las cadenas de plata y se da cuenta que no podrían haber usado las mismas para bajar ya que a unos veinticinco pies de altura estas... desaparecen. No tiene ni idea de cómo o de dónde están colgadas.
La lechosa luz que envuelve todo parece provenir del mismo suelo, paredes y techo. Pero se ve interrumpida por la luz roja intermitente, que ahora que está más próxima a su foco se da cuenta que no desaparece del todo. La puerta norte es el origen de esa latiente luz roja. Cubierta con runas y pesadas cadenas, Jen se da cuenta que es una de las puertas que se utilizaron para sellar a Zugttumoy en el Templo. El fulgor rojizo, ahora que está tan próxima, es molesto y parece quemarle los ojos y la piel.
Le barde se tapa la boca cuando se da cuenta de otra cosa.
Una grieta ha aparecido en una de las hojas de las puertas dobles. Naciendo en la esquina superior derecha, ha ido creciendo y bajando hacia la cerradura. No es muy ancha, apenas llegará al centímetro, pero una de las runas protectoras, atravesada por la hendidura en la madera, ya no brilla.
Sin embargo el mithral, como lo llamó Oswald Glimfeather Tercero, sigue siendo poderoso. Jen siente que le duelen los ojos si sigue mirando la puerta y se le revuelve el estómago sólo con pensar en mirar de nuevo o siquiera en acercarse.
Le barde tiembla con el pensamiento de lo que implicaba aquella grieta. Mira arriba, la distancia que le separa del resto de sus compañeros. "Por los dioses si alguien me ve que baje aquí, teneis que ver esto, no quiero estar sole" piensa, con un escalofrio. Freneticamente escala la cuerda hasta subir una considerable distancia, y una vez alli coge un hilo de lana de su chaleco, y traza un símbolo en el aire. No quería tener que volver a subir hasta arriba del todo, pero tampoco poner un pie en aquella sala sin estar acompañade.
-Bajad, bajad, teneis que bajar. Tenei que ver esto, es terrible.- Susurra, transladando su voz en un tono discreto hasta donde estan sus compañeros, que calcula mas o menos que es hasta donde alcanza su hechizo. Ademas agita un brazo, mirando hacia arriba, haciendo gestos de saludo y de "venid aqui".
Luego baja por la cuerda y pone los pies en el suelo de la sala... perturbando ligeramente la neblina que se arremolina en el mismo. Mira curiose cómo esta vuelve a enroscarse en sus pies antes de mirar hacia arriba e indicar por gestos a Vraak que puede bajar el siguiente.
Rolthos se echó a un lado dejando que otros fuesen preparando el descenso. Apretó la mandíbula preocupado por su arma, que había comprado recientemente, y dejó escapar aire cuando vio que al menos aguantaba el pe sode Jen sin problemas. Pero aún quedaban los más pesados.
Por desgracia no podían asomarse todos al orificio, así que tan solo le podía observar la cara de Vraak para tratar de adivinar que pasaba.
Mientras esperaba miro alrededor, algo preocupado. Una vez que todos bajasen y retirasen la cuerda, sería difícil regresar por donde habían venido. Esperaba que hubiese salidas más sencillas. El susurro de Jen hizo que sintiese prisa por baja, pero posiblemente seria de los últimos.
Nessa repiquetea intranquila con los dedos en una de las paredes, preguntándose qué estará pasando allá abajo cuando, de repente, aparece un símbolo en el aire con el que parece que Jen les quiere indicar que bajen. Un gesto del semiorco, que ha estado siguiendo los movimientos de le barde, lo confirma.
Empieza a prepararse para el descenso y comenta el orden de bajada con los demás:
- ¿Y si bajas tú ahora, Vraak? Luego podemos ir Cruços, yo, Julian y por último Rolthos y Oswald. No dejemos a Jen ahí abajo sole más tiempo del necesario.
Vraak asiente a Nessa y baja sin problema. Uno a uno van descendiendo por la cuerda, evitando tocar el altar y poniéndose en un tenso círculo alrededor de la cuerda. Salvo los ruidos de su incursión no se escucha nada en la estancia. Con todos abajo y, aparentemente a salvo, Rolthos se descuelga y comienza a bajar, pero su peso, un poco más desequilibrado que el resto por su pesada armadura, hace que comience a girar sobre sí mismo mientras baja por la cuerda. En el último tramo, se da cuenta que su giro va a hacer que golpee el altar y, para evitarlo, intenta alejarse del mismo, pero el movimiento hace que el glaive en lo alto se desplace y caiga al vacío.
Rolthos sintió como la cuerda se quedaba completamente muerta en sus manos y no pudo hacer nada para evitar caer a plomo los últimos metros. Sorprendentemente consiguió evitar el altar, pero cayó mal y se hizo daño en el tobillo, armando algo de estrépito.
Jen supo que no podía hacer nada por evitar que el fornido paladín cayese, pero entonces miró hacia arriba y vio el glaive caer. Si la caída de Rolthos había hecho algo de ruido, aquel arma repiqueteando sería un escándalo. Pero no tenía que temer. Nessa se apoyó en un sorprendido Cruços y saltó para agarrar el glaive antes de que golpeara el altar o el suelo y aterrizó entre la neblina que cubría el suelo gris sin problema.
Nessa se quedó quieta, muy quieta, con el asta del glaive sujeta entre sus manos y la hoja del arma a escasos centímetros del suelo. Una caída peor junto con una reacción más tardía y hasta el último acólito de quien quiera que fuese que estaba actuando en el templo se habría enterado de la presencia del grupo.
Suspiró largamente y miró con una sonrisa nerviosa a Rolthos, diciendo:
- Por los pelos...
Viendo que el paladín estaba bien a pesar del golpe le dio su arma y se giró para fijarse en lo que les estaba señalando Jen.
El fulgor rojo provenía de una puerta que, igual que las dos anteriores, molestaba en los ojos y tenía un poderoso conjuro que le impedía acercarse. La iluminación de las anteriores era verde y azul. "¿Por qué esa diferencia de colores...?" , se preguntó.
Pero fijándose un poco más, antes de que el brillo le molestara en exceso, comprendió qué era lo que tenía a Jen desencajade: la puerta estaba agrietada y una de las runas no brillaba...
La sonrisa se le esfumó de la boca y solo acertó a decir:
- Oh no. Oh no no no...
Miró a Oswald con miedo en los ojos:
- ¿Cómo vamos a arreglar eso?
Se arrepintió de preguntarlo al instante. ¿Cómo reparar un conjuro que había requerido un sacrificio de almas para crearlo en primer lugar? ¿Con más ... almas?
Se llevó las manos a la cara. En parte para taparse de la molesta luz, pero mayormente por miedo a la respuesta de Oswald.
Rolthos miraba a sus compañeros con orgullo observando como bajaban sin problemas. “Si algún grupo de arrojados aventureros puede desentrañar los peligros de este templo, son ellos ” pensaba mientras comenzaba a bajar.
La realidad le golpeó el trasero y cuando se incorporó agradeció a Nessa que hubiese recogido el glaive. Entonces miró a la puerta. La runa apagada y la más débil magia que sentía le preocuparon. Una vez más sintió como el resto sufría una fuerte aversión hacia el sello de la puerta, pero la débil magia no hizo efecto en él.
- Quizás mi caída haya llamado la atención de alguien, es mejor prepararse para algún encuentro, vigilad las entradas... mientras…
Con un suspiro se dispuso a acercarse a la puerta.
- Esto parece muy grave, pero sin conocimientos arcanos… deberíamos haber traído a algún erudito o mago con nosotros. Me acercare un poco a ver si entiendo algo.
Tras explicar sus intenciones se acercó a unos pasos hacia la puerta, intentando averiguar que podía haber dañado la puerta, si había sido desde fuera o desde dentro.
Jen y Nessa asienten mirando a Rolthos: efectivamente, deberían vigilar las puertas en caso de que pueda venir alguien que haya escuchado la caída del paladín.
Entre susurros, deciden que Jen y Cruços vigilarán la puerta sur, Nessa la este y Vraak y Julian la oeste. Cada grupo se va acercando al lugar asignado en silencio y con las armas listas, pero también atentos a lo que puedan decir Oswald y Rolthos sobre el estado de la puerta agrietada.
Oswald Glimfeather Tercero clava las uñas en el hombro de Rolthos cuando ve la puerta dañada. Ni siquiera se acuerda de agitar sus plumas cuando dice.
- Oh por los dioses. Esto es grave, muy muy grave. Menos mal que he decidido acompañaros, si no estaríais perdidos en un mar de preguntas - dice más para sí mismo que para ellos y, aparente y afortunadamente, sin haber escuchado el comentario del paladín sobre un erudito. - Esto no debería ocurrir, no debería. - gira su cabeza casi por completo para poder mirar a todos - Lo que quiero decir muchachos es que es imposible. Nessa, ¿puedes confirmar que la sangre que has dicho ver en esos utensilios es fresca? ¿si? -añade cuando la ranger mira a los cuchillos pero no los toca - Hmm ¿podría ser? pero ¿cómo? - parece que la rápida mente de Oswald Glimfeather Tercero ya está creando una teoría. - Hmmm.. hmmmm.. sí... están utilizando las almas de los sacrificios para debilitar las almas de aquellos que las sacrificaron para poder mantener a la criatura presa. Pero ¿cómo? -mientras habla y piensa no deja de mirar a su alrededor, en especial hacia la puerta - Si... diría que estamos en el Templo del Aire, la simbología concuerda, pero ¿cuál es el nexo de unión entre el sacrificio y la puerta? El mythral no estaba vinculado a los Templos Elementales, aunque algunas puertas estuvieran en ellos... no... debe haber alguna conexión, algún método que no conocemos aún. Debemos averiguarlo y debemos detener esto. Si si por supuesto mi querido Rolthos -dice pese a que el paladín no ha abierto la boca - Debemos averiguar si esto ocurre sólo con esta puerta o con las demás. Las otras no parecían afectadas, aunque no nos hemos acercado a la segunda aunque sí visto su resplandor. Pero ¿Significa esto que han destruido o dañado ya la cuarta? ¿O por el contrario han empezado por esta? ¿Se trata de algo que sólo conocen en el Templo del Aire o están colaborando entre todos de nuevo? Y si ha habido un sacrifico en esta sala hace apenas unos minutos ¿Dónde está el cuerpo? ¿O la sangre que debería salir del altar? - Oswald Glimfeather Tercero deja esas preguntas en el aire mientras mira, horrorizado, la debilitada puerta del norte.
Una inspección del resto de puertas, tras subir las escaleras que llevan hasta ellas revela que son puertas iguales, de bronce pulido y, tan bien hecho que parecen recién hechas. Dos grandes aldabas cuelgan del centro de las mismas para permitir que se abran o cierren. Sin embargo no son completamente lisas, si no que están cubiertas de horribles bajorrelieves de gente sufriendo bajo los devastadores efectos del viento, la lluvia, el granizo, la nieve. Aunque desagradables, no están protegidas por el poderoso mythral de la puerta del norte. Si están cerradas o no, y a dónde se dirigen es un misterio que, de momento, se queda pendiente de resolver.
Nessa deja rápidamente de lado su cuestión inicial sobre si se puede reparar la grieta en esta barrera. Parece evidente que lo prioritario ahora es que quien haya hecho esto no lo repita en el resto de barreras.
Con el comentario de Oswald sobre la ausencia de cuerpo y sangre, echa un vistazo al altar y también por el suelo para intentar buscar huellas o restos de sangre que pudieran permitirles seguir a quienes han realizado el ritual. ¿Habrían arrastrado el cuerpo del sacrificio? La neblina que cubre el suelo no facilita la búsqueda, pero los ojos expertos de la ranger localizan unas gotitas de sangre cerca del altar.
- Aquí hay restos de sangre. Pero es muy poca, tan solo unas gotitas. Como si alguien con una herida muy leve hubiese saltado desde el altar al suelo. No me cuadra nada con lo que me imagino que le han hecho a quien estuviera aquí tumbado.
Sigue buscando, investigando el suelo de varias de las escaleras. Cuando está en la del este exclama:
- ¡Aquí!- se agacha para ver mejor y añade - Sí, no hay duda. Aquí hay media huella casi borrada de una bota húmeda. Alguien ha entrado por aquí hace poco... - revisa la puerta en sí y añade - Mmmm, no parece que haya ningún mecanismo de trampa o alarmas, así que no debería haber problema en intentar abrir para salir por aquí.
Vuelve hacia dónde están los compañeros y dice:
- Bueno, al menos tenemos un punto por dónde empezar a investigar. Por cierto, Oswald, ¿qué significan los colores del mythral? Rojo, verde, azul ... ¿por qué son distintos entre sí?
- No estoy seguro a ese respecto. Yo también me lo estaba preguntando. Sólo puedo suponer que tendrá que ver con las auras de aquellos cuyas almas están embebidas en el hechizo. Pero no sé quien puede ser en cada caso. Lástima que no le podamos preguntar a él. Creo el hechizo y lo ejecutó, sólo él podria resolver esta duda... y reparar el daño causado aunque sospecho que para eso otra persona tendría que... -no termina la frase.
Rolthos asintió a Nessa. La perspectiva de que rompiesen las barreras era i quiet ante y la idea de tener que sacrificarse agrio su ánimo.
- Quizás no estén sacrificando a nadie. Quizás de estén automutilando, poco a poco... Debilitando las barreras. Sin duda debemos detener esto o si. No podemos avisar cuanto antes de lo que aquí pasa. - Dijo mirando a oswal, el era el único que podría salir de allí rápidamente si determinaban que había que avisar a alguien.
- Las dagas... Quizás nos den alguna pista. Mientras Nessa buscaba las huellas las examinó con cuidado.
Oswald Glimfeater Tercero, ensimismado como está en el estudio de la puerta, percibe demasiado tarde, las intenciones de Nessa y Rolthos.
- Rolthos no espe... -
Pero es demasiado tarde. El joven paladin ha cogido los cuchillos de cristal. Inmediatamente se arrepiente de haberlo hecho. Un dolor punzante le recorre desde las manos hasta el cerebro. Como si cientos de pequeñas agujas al rojo vivo se clavaran directamente en sus nervios.
Mientras Rolthos grita de dolor, un violento remolino se levanta a su alrededor, lanzándole a él y a Nessa por los aires. Toda la sala comienza a emitir un sonido zumbante, cada vez más agudo, que penetra en los cerebros de los compañeros como si quisiera taladrarlos.
Elevándose sobre los caídos Rolthos y Nessa un remolino de aire, que va capturando y soltando las brumas del suelo ayudándoles a verlo, se forma con una figura que recuerda vagamente un humanoide grande y alto. Un par de ojos creados con rayos con pequeños relámpagos se formaron y miraron con furia a los transgresores. Una boca se abrió formando una especie de boca negra en la masa informe de aire y con un rugido similar al sonido de un trueno se lanzó a por ellos para acabar con los impíos que habían osado perturbar el Templo del Aire.
El latigazo mental y la explosión sorprendieron amargamente a Rolthos, impactándole con fuerza. Aturdido y tumbado vio cómo se materializaba un elemental de aire en el altar. Mientras se levantaba y afianzaba sus piernas disponiéndose a atacarle vio como Jen y Cruços habían reaccionado con rapidez y ya le habían atacado.
Se impuso sus manos y tras sentir el aturdimiento desvanecerse le atacó impactándole una vez. No pensaba que su arma iba a tener mucho efecto en una masa de aire, pero tras el impacto sintió que el glaive se atrancaba en las volutas de aire. Con fuerza arrastró el mismo, haciendo que el negro glaive se adentrase en la criatura. Las runas en el bajo relieve del glaive se iluminaron apagadamente. Con más confianza se acercó al elemental, trabándose en cuerpo a cuerpo con él.
Implacable, el elemental continuó lanzando furiosos ataques que hirieron con intensidad a Rolthos, Julian y Nessa. Pero ni ellos ni el resto de los compañeros cejaron en sus ataques, que fueron debilitándole poco a poco hasta que los poderosos hachazos de Vraak terminaron por acabar con él. La criatura termió por disolverse en la neblina con un aullido que les heló la sangre a todos.
No pudieron recuperarse, ya que desde la seguridad de las sombras, un enemigo invisible les atacaba certeramente y golpearle era extremadamente difícil.
Cuando al fin Vraak acabó con el elemental de aire, Rolthos se centró en la criatura invisible. Mantenía una intensa atención en la criatura invisible, no se podía ver, pero sabía que estaba allí y no la iba dejar escapar. De pronto el impacto del arma de Jen le distrajo. Con dolor se acordó de todas las bolitas de papel que le habían lanzado con anterioridad.
Recuperó la atención y atacó a la criatura lanzando el glavie hacia adelante con fuerza y seguridad... pero la invisible criatura ya no estaba allí, in duda había aprovechado la distracción para evadir la atención del paladín. El glaive hizo un arco que impactó de lleno en uno de los braseros que colgaba del techo, haciendo que se balancease con ímpetu. De pronto, de los rescoldos que debía haber dentro, empezó a salir un humo negro...
El sonido de las cadenas del brasero tintineando pronto fue ahogado por el de la puerta detrás de Cruços abriéndose violentamente, las pesadas puertas moviéndose bajo el efecto de una fuerte ráfaga de viento.
En el dintel de la puerta aparecen tres figuras. Un hombre viejo, cubierto con una túnica grisácea, con rostro enjuto y tan sólo algo de pelo blanco que nace de sus sienes y dos figuras completamente cubiertas en armaduras completas que parecen flotar a sus lados, armadas con pesadas estrellas del alba.
Kelto, Clérigo del Templo del Aire.
El hombre mira con desprecio y odio hacia el grupo que ha osado profanar su templo y dice una simple orden en voz baja y sibilina.
-Matadlos-
Inmediatamente las dos figuras envueltas en armadura se lanzan hacia delante dispuestas a acabar con los profanadores.
Una de ellas vuela hacia el sorprendido Cruços y el arma se carga con la energía de un rayo. Chispas azules y moradas recorren el metal y estallan cuando la pesada bola con pinchos impacta al cazador en la cabeza. Cruços sale volando y cae al pie de las escaleras con todo el mundo dándole vueltas y un fuerte pitído en los oidos.
Nessa ve aparecer a los nuevos enemigos y grita cuando un instante después ve caer al cazador al suelo. El combate ya no estaba siendo tan favorable como había imaginado que iría cuando parecía que solo se tenían que enfrentar a dos enemigos, pero esto lo cambiaba todo para mucho, mucho peor.
Piensa frenéticamente que hacer. "¿Ataco al viejo y a sus criaturas? Quizás así ignoren a Cruços. Pero no...parece que se van a alejar ... ¿Quizás mejor al atacante invisible? Si pudiera distraerle de alguna forma quizás Vraak pueda terminar con él. Pero está lejos ... no llegaré a tiempo. ¡Maldita sea!"
Su corazón palpita con fuerza, se está asustando. Los enemigos aumentan y varios de los compañeros están bastante heridos... quizás si contaran con un aliado más ...
Se decide entonces. Toca la bellota encantada, envuelta la cinta verde menta que lleva ahora colgada de su cinto, y murmura un breve rezo a Madre para que su hijo espiritual acuda a la ella.
- Ayúdanos, Lobo, por favor ...
Nota el calor de la bellota contra su pierna, y con una chispa de esperanza ve como el lobo espiritual aparece junto a Vraak. Lobo parece percibir rápidamente la presencia enemiga, y no se demora en lanzar sus garras contra ella, pero el gruñido posterior indica que ha fallado.
Nessa chasquea la lengua, pero no duda de que su compañero acabará por cobrarse su presa.
El ataque de los recién llegados no había terminado.
El anciano clérigo comenzó a agitar sus brazos y manos en un movimiento circular, cada vez más rápido, mientras mustiaba palabras en un idioma extraño. La neblina bajo los pies de Vraak comenzó a agitarse y elevarse, y pronto el semi-orco estuvo rodeado de remolino grisáceo que aumentaba y aumentaba de velocidad. Con un último gesto, separando sus brazos, el remolino desapareció tan rápido como se había formado, la neblina desprendiéndose en jirones. Vraak había desaparecido. El clérigo sonrió triunfante.
La otra de las criaturas se lanzó hacia Rolthos pero este estaba preparado. Cuando el elemental estuvo al alcance de su glaive, el paladín golpeó con fuerza la placa pectoral de la armadura y un destello de luz dorada rodeó la forma casi etérea del elemental, el cual vio frustrado su avance. Para cuando quiso recuperarse, el hábil paladín había utilizado la inercia de su arma para girar sobre sí mismo y rodear al peligroso elemental para acercarse al clérigo, el cual siseó con furia hacia Rolthos.
Cruços sacudió su cabeza y desenvainó su espada para intentar protegerse del peligro que le acechaba, pero sus oídos aún le pitaban y le daba vueltas todo.
Rolthos utilizó la apertura que había conseguido entre los guardaespaldas del clérigo para avanzar hasta él. Invocando el poder de Mayaheine la hoja de su glaive se iluminó con una luz dorada que alejó momentáneamente las sombras del Templo del Aire. El brazo del paladín se mantuvo firme y su hoja atravesó la armadura del clérigo malvado, provocándole una tremenda herida en el abdomen. Escupiendo sangre, Kelto intentó alejarse del paladin, y sus guardaespaldas acudieron prestos al rescate, abalanzándose sobre Rolthos con total abandono, cosa que aprovechó Lobo para dañar un poco a uno de ellos.
Rolthos vio venir a uno de ellos, que afortunadamente abandonó al caído Cruços para defender a su amo, y consiguió detenerle con un certero golpe de su glaive. Cuando se preparaba para defenderse del otro que cargaba hacia él por su espalda sintió un fuerte golpe en la boca del estómago. El enemigo invisible también había acudido en ayuda del clérigo. El breve momento que necesitó Rolthos para recuperar su aliento fue suficiente para que el elemental se acerca lo bastante como para atacarle con su pesada arma. Una, dos veces el paladín sintió los duros golpes del elemental. La cadena de este comenzó a cargarse de electricidad y, con chispas saltando de esta a las piezas de armadura que le cubrían, levantó con ambas manos el arma por encima de su cabeza y la descargó con fuerza en Rolthos. Un fogonazo cegó momentáneamente a Jen cuando el rayo golpeó a su amigo con tanta fuerza como el arma de metal y cuando recuperó la visión vió a Rolthos caído en el suelo, su armadura humeante, su rostro cubierto de sangre y quemaduras.
El sacrificio del paladín no fue en vano, pues el dolor de sus heridas hizo que el clérigo perdiera el poder que mantenía a Vraak atrapado y con un sonido atronador el semi-orco reapareció allí donde estaba. Sus veteranos ojos reconocieron inmediatamente lo que estaba ocurriendo y sin dudarlo cargo lanzando un grito de guerra contra los enemigos que se arremolinaban alrededor del paladín para acabar con él. Si hacha infringió un castigo tremendo al elemental que había abatido a su compañero y hasta le arrancó varios trozos de la armadura que lo cubría.
Nessa se acercó a Jen y a Julian y disparó dos flechas contra el clérigo. Sólo la primera alcanzó su objetivo y apenas rozó un hombro de su objetivo. La segunda fue desviada por una ráfaga de viento invocada por el clérigo del Aire.
Viendo que el paladín había caído y que sus guardaespaldas le cubrían del semi-orco, El clérigo dejó que una ráfaga de viento le bajase de las escaleras para no ofrecer un blanco tan claro a la arquera. Sintió cómo el aire calmaba el dolor de sus heridas al acariciarle con delicadeza las mismas y se concentró en amasar más poder. A sus órdenes una nube negra y pesada comenzó a formarse en el techo de la sala, casi como un espejo del humo que crecía y crecía proveniente del brasero perturbado durante la lucha.
Con un gesto imperativo, un rayo descargó su energía entre Nessa, Jen y Julian, creando confusión y dolor entre ellos.
Pero Jen no se dejó intimidar. Había visto caer a Rolthos y sabía que no podía fallarle. Tras una rápida mirada a Julian para asegurarse que estaba bien y lanzarle un guiño cómplice, le barde volvió a incorporse, su chakram listo y uno de los aros que usaba en sus actuaciones, uno verde, ya girando en su muñeca.Lamzó su fiel arma a uno de los guardianes del Templo, la cual voló certera y golpeó al mismo en el casco. El impacto hizo que se moviera lo suficiente como para que Jen pudiera lanzar su aro al caído paladin. En su vuelo se iluminó con un agradable fulgor verde y al alcanzar a Rolthos las heridas más graves de su cabeza comenzaron a sanar, devolviéndole la consciencia.
Mientras su chakram rebotaba en una pared antes de volver a su mano Jen gritó a Rolthos "Arriba Campeón de Mayaheine!" le anima. El paladín abre los ojos y pese a tener la mirada aún algo borrosa y sentir dolor en cada músculo de su cuerpo aferró con determinación el asta de su arma.
Rolthos gime al ver que la cuerda se tensa cuando la caída de Jen llega los primeros nudos y teme que su arma se parta por la mitad. Pero el asta ni siquiera se dobla.
La sala en la que ha descendido Jen, que se queda colgando de la cuerda, es mucho más grande de lo que podían percibir desde su posición. En realidad han llegado hasta una sala octogonal, que parece estar algo por debajo del nivel del resto de la construcción del Templo en ese nivel, seguramente para darle más altura aún a la sala. Hay cuatro empinadas escaleras que suben desde el suelo hasta cuatro puertas dobles en cada punto cardinal de la sala. Jen está al lado del altar, el cual está en una oquedad un poco más baja aún, en el centro de la sala, y las puertas le quedan a unos cuarenta pies de distancia en cada dirección, lo que hace que la habitación tenga unos ochenta pies en total de diámetro. La neblina cubre el suelo pero es tan ligera que Jen puede ver el mismo sin dificultad. Jen puede ver ahora los cuchillos y el cuenco de cristal, aún cubiertos de sangre que comienza a coagularse, pero no ve más restos de sangre ni en el altar ni en el suelo. El olor a sándalo del incienso que se quema en los braseros de cristal le impide oler la sangre, lo cual agradece. Sigue con la vista las cadenas de plata y se da cuenta que no podrían haber usado las mismas para bajar ya que a unos veinticinco pies de altura estas... desaparecen. No tiene ni idea de cómo o de dónde están colgadas.
La lechosa luz que envuelve todo parece provenir del mismo suelo, paredes y techo. Pero se ve interrumpida por la luz roja intermitente, que ahora que está más próxima a su foco se da cuenta que no desaparece del todo. La puerta norte es el origen de esa latiente luz roja. Cubierta con runas y pesadas cadenas, Jen se da cuenta que es una de las puertas que se utilizaron para sellar a Zugttumoy en el Templo. El fulgor rojizo, ahora que está tan próxima, es molesto y parece quemarle los ojos y la piel.
Le barde se tapa la boca cuando se da cuenta de otra cosa.
Una grieta ha aparecido en una de las hojas de las puertas dobles. Naciendo en la esquina superior derecha, ha ido creciendo y bajando hacia la cerradura. No es muy ancha, apenas llegará al centímetro, pero una de las runas protectoras, atravesada por la hendidura en la madera, ya no brilla.
Sin embargo el mithral, como lo llamó Oswald Glimfeather Tercero, sigue siendo poderoso. Jen siente que le duelen los ojos si sigue mirando la puerta y se le revuelve el estómago sólo con pensar en mirar de nuevo o siquiera en acercarse.
PbP Character: A few ;)
Le barde tiembla con el pensamiento de lo que implicaba aquella grieta. Mira arriba, la distancia que le separa del resto de sus compañeros. "Por los dioses si alguien me ve que baje aquí, teneis que ver esto, no quiero estar sole" piensa, con un escalofrio. Freneticamente escala la cuerda hasta subir una considerable distancia, y una vez alli coge un hilo de lana de su chaleco, y traza un símbolo en el aire. No quería tener que volver a subir hasta arriba del todo, pero tampoco poner un pie en aquella sala sin estar acompañade.
-Bajad, bajad, teneis que bajar. Tenei que ver esto, es terrible.- Susurra, transladando su voz en un tono discreto hasta donde estan sus compañeros, que calcula mas o menos que es hasta donde alcanza su hechizo. Ademas agita un brazo, mirando hacia arriba, haciendo gestos de saludo y de "venid aqui".
Luego baja por la cuerda y pone los pies en el suelo de la sala... perturbando ligeramente la neblina que se arremolina en el mismo. Mira curiose cómo esta vuelve a enroscarse en sus pies antes de mirar hacia arriba e indicar por gestos a Vraak que puede bajar el siguiente.
Rolthos se echó a un lado dejando que otros fuesen preparando el descenso. Apretó la mandíbula preocupado por su arma, que había comprado recientemente, y dejó escapar aire cuando vio que al menos aguantaba el pe sode Jen sin problemas. Pero aún quedaban los más pesados.
Por desgracia no podían asomarse todos al orificio, así que tan solo le podía observar la cara de Vraak para tratar de adivinar que pasaba.
Mientras esperaba miro alrededor, algo preocupado. Una vez que todos bajasen y retirasen la cuerda, sería difícil regresar por donde habían venido. Esperaba que hubiese salidas más sencillas. El susurro de Jen hizo que sintiese prisa por baja, pero posiblemente seria de los últimos.
Zevatur, Rolthos
Nessa repiquetea intranquila con los dedos en una de las paredes, preguntándose qué estará pasando allá abajo cuando, de repente, aparece un símbolo en el aire con el que parece que Jen les quiere indicar que bajen. Un gesto del semiorco, que ha estado siguiendo los movimientos de le barde, lo confirma.
Empieza a prepararse para el descenso y comenta el orden de bajada con los demás:
- ¿Y si bajas tú ahora, Vraak? Luego podemos ir Cruços, yo, Julian y por último Rolthos y Oswald. No dejemos a Jen ahí abajo sole más tiempo del necesario.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Vraak asiente a Nessa y baja sin problema. Uno a uno van descendiendo por la cuerda, evitando tocar el altar y poniéndose en un tenso círculo alrededor de la cuerda. Salvo los ruidos de su incursión no se escucha nada en la estancia. Con todos abajo y, aparentemente a salvo, Rolthos se descuelga y comienza a bajar, pero su peso, un poco más desequilibrado que el resto por su pesada armadura, hace que comience a girar sobre sí mismo mientras baja por la cuerda. En el último tramo, se da cuenta que su giro va a hacer que golpee el altar y, para evitarlo, intenta alejarse del mismo, pero el movimiento hace que el glaive en lo alto se desplace y caiga al vacío.
Rolthos sintió como la cuerda se quedaba completamente muerta en sus manos y no pudo hacer nada para evitar caer a plomo los últimos metros. Sorprendentemente consiguió evitar el altar, pero cayó mal y se hizo daño en el tobillo, armando algo de estrépito.
Jen supo que no podía hacer nada por evitar que el fornido paladín cayese, pero entonces miró hacia arriba y vio el glaive caer. Si la caída de Rolthos había hecho algo de ruido, aquel arma repiqueteando sería un escándalo. Pero no tenía que temer. Nessa se apoyó en un sorprendido Cruços y saltó para agarrar el glaive antes de que golpeara el altar o el suelo y aterrizó entre la neblina que cubría el suelo gris sin problema.
PbP Character: A few ;)
Nessa se quedó quieta, muy quieta, con el asta del glaive sujeta entre sus manos y la hoja del arma a escasos centímetros del suelo. Una caída peor junto con una reacción más tardía y hasta el último acólito de quien quiera que fuese que estaba actuando en el templo se habría enterado de la presencia del grupo.
Suspiró largamente y miró con una sonrisa nerviosa a Rolthos, diciendo:
- Por los pelos...
Viendo que el paladín estaba bien a pesar del golpe le dio su arma y se giró para fijarse en lo que les estaba señalando Jen.
El fulgor rojo provenía de una puerta que, igual que las dos anteriores, molestaba en los ojos y tenía un poderoso conjuro que le impedía acercarse. La iluminación de las anteriores era verde y azul. "¿Por qué esa diferencia de colores...?" , se preguntó.
Pero fijándose un poco más, antes de que el brillo le molestara en exceso, comprendió qué era lo que tenía a Jen desencajade: la puerta estaba agrietada y una de las runas no brillaba...
La sonrisa se le esfumó de la boca y solo acertó a decir:
- Oh no. Oh no no no...
Miró a Oswald con miedo en los ojos:
- ¿Cómo vamos a arreglar eso?
Se arrepintió de preguntarlo al instante. ¿Cómo reparar un conjuro que había requerido un sacrificio de almas para crearlo en primer lugar? ¿Con más ... almas?
Se llevó las manos a la cara. En parte para taparse de la molesta luz, pero mayormente por miedo a la respuesta de Oswald.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Rolthos miraba a sus compañeros con orgullo observando como bajaban sin problemas. “Si algún grupo de arrojados aventureros puede desentrañar los peligros de este templo, son ellos ” pensaba mientras comenzaba a bajar.
La realidad le golpeó el trasero y cuando se incorporó agradeció a Nessa que hubiese recogido el glaive. Entonces miró a la puerta. La runa apagada y la más débil magia que sentía le preocuparon. Una vez más sintió como el resto sufría una fuerte aversión hacia el sello de la puerta, pero la débil magia no hizo efecto en él.
- Quizás mi caída haya llamado la atención de alguien, es mejor prepararse para algún encuentro, vigilad las entradas... mientras…
Con un suspiro se dispuso a acercarse a la puerta.
- Esto parece muy grave, pero sin conocimientos arcanos… deberíamos haber traído a algún erudito o mago con nosotros. Me acercare un poco a ver si entiendo algo.
Tras explicar sus intenciones se acercó a unos pasos hacia la puerta, intentando averiguar que podía haber dañado la puerta, si había sido desde fuera o desde dentro.
Zevatur, Rolthos
Jen y Nessa asienten mirando a Rolthos: efectivamente, deberían vigilar las puertas en caso de que pueda venir alguien que haya escuchado la caída del paladín.
Entre susurros, deciden que Jen y Cruços vigilarán la puerta sur, Nessa la este y Vraak y Julian la oeste. Cada grupo se va acercando al lugar asignado en silencio y con las armas listas, pero también atentos a lo que puedan decir Oswald y Rolthos sobre el estado de la puerta agrietada.
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Oswald Glimfeather Tercero clava las uñas en el hombro de Rolthos cuando ve la puerta dañada. Ni siquiera se acuerda de agitar sus plumas cuando dice.
- Oh por los dioses. Esto es grave, muy muy grave. Menos mal que he decidido acompañaros, si no estaríais perdidos en un mar de preguntas - dice más para sí mismo que para ellos y, aparente y afortunadamente, sin haber escuchado el comentario del paladín sobre un erudito. - Esto no debería ocurrir, no debería. - gira su cabeza casi por completo para poder mirar a todos - Lo que quiero decir muchachos es que es imposible. Nessa, ¿puedes confirmar que la sangre que has dicho ver en esos utensilios es fresca? ¿si? - añade cuando la ranger mira a los cuchillos pero no los toca - Hmm ¿podría ser? pero ¿cómo? - parece que la rápida mente de Oswald Glimfeather Tercero ya está creando una teoría. - Hmmm.. hmmmm.. sí... están utilizando las almas de los sacrificios para debilitar las almas de aquellos que las sacrificaron para poder mantener a la criatura presa. Pero ¿cómo? - mientras habla y piensa no deja de mirar a su alrededor, en especial hacia la puerta - Si... diría que estamos en el Templo del Aire, la simbología concuerda, pero ¿cuál es el nexo de unión entre el sacrificio y la puerta? El mythral no estaba vinculado a los Templos Elementales, aunque algunas puertas estuvieran en ellos... no... debe haber alguna conexión, algún método que no conocemos aún. Debemos averiguarlo y debemos detener esto. Si si por supuesto mi querido Rolthos - dice pese a que el paladín no ha abierto la boca - Debemos averiguar si esto ocurre sólo con esta puerta o con las demás. Las otras no parecían afectadas, aunque no nos hemos acercado a la segunda aunque sí visto su resplandor. Pero ¿Significa esto que han destruido o dañado ya la cuarta? ¿O por el contrario han empezado por esta? ¿Se trata de algo que sólo conocen en el Templo del Aire o están colaborando entre todos de nuevo? Y si ha habido un sacrifico en esta sala hace apenas unos minutos ¿Dónde está el cuerpo? ¿O la sangre que debería salir del altar? - Oswald Glimfeather Tercero deja esas preguntas en el aire mientras mira, horrorizado, la debilitada puerta del norte.
Una inspección del resto de puertas, tras subir las escaleras que llevan hasta ellas revela que son puertas iguales, de bronce pulido y, tan bien hecho que parecen recién hechas. Dos grandes aldabas cuelgan del centro de las mismas para permitir que se abran o cierren. Sin embargo no son completamente lisas, si no que están cubiertas de horribles bajorrelieves de gente sufriendo bajo los devastadores efectos del viento, la lluvia, el granizo, la nieve. Aunque desagradables, no están protegidas por el poderoso mythral de la puerta del norte. Si están cerradas o no, y a dónde se dirigen es un misterio que, de momento, se queda pendiente de resolver.
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Nessa deja rápidamente de lado su cuestión inicial sobre si se puede reparar la grieta en esta barrera. Parece evidente que lo prioritario ahora es que quien haya hecho esto no lo repita en el resto de barreras.
Con el comentario de Oswald sobre la ausencia de cuerpo y sangre, echa un vistazo al altar y también por el suelo para intentar buscar huellas o restos de sangre que pudieran permitirles seguir a quienes han realizado el ritual. ¿Habrían arrastrado el cuerpo del sacrificio? La neblina que cubre el suelo no facilita la búsqueda, pero los ojos expertos de la ranger localizan unas gotitas de sangre cerca del altar.
- Aquí hay restos de sangre. Pero es muy poca, tan solo unas gotitas. Como si alguien con una herida muy leve hubiese saltado desde el altar al suelo. No me cuadra nada con lo que me imagino que le han hecho a quien estuviera aquí tumbado.
Sigue buscando, investigando el suelo de varias de las escaleras. Cuando está en la del este exclama:
- ¡Aquí! - se agacha para ver mejor y añade - Sí, no hay duda. Aquí hay media huella casi borrada de una bota húmeda. Alguien ha entrado por aquí hace poco... - revisa la puerta en sí y añade - Mmmm, no parece que haya ningún mecanismo de trampa o alarmas, así que no debería haber problema en intentar abrir para salir por aquí.
Vuelve hacia dónde están los compañeros y dice:
- Bueno, al menos tenemos un punto por dónde empezar a investigar. Por cierto, Oswald, ¿qué significan los colores del mythral? Rojo, verde, azul ... ¿por qué son distintos entre sí?
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Oswald Glimfeather Tercero contesta a Nessa.
- No estoy seguro a ese respecto. Yo también me lo estaba preguntando. Sólo puedo suponer que tendrá que ver con las auras de aquellos cuyas almas están embebidas en el hechizo. Pero no sé quien puede ser en cada caso. Lástima que no le podamos preguntar a él. Creo el hechizo y lo ejecutó, sólo él podria resolver esta duda... y reparar el daño causado aunque sospecho que para eso otra persona tendría que... - no termina la frase.
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Rolthos asintió a Nessa. La perspectiva de que rompiesen las barreras era i quiet ante y la idea de tener que sacrificarse agrio su ánimo.
- Quizás no estén sacrificando a nadie. Quizás de estén automutilando, poco a poco... Debilitando las barreras. Sin duda debemos detener esto o si. No podemos avisar cuanto antes de lo que aquí pasa. - Dijo mirando a oswal, el era el único que podría salir de allí rápidamente si determinaban que había que avisar a alguien.
- Las dagas... Quizás nos den alguna pista. Mientras Nessa buscaba las huellas las examinó con cuidado.
Zevatur, Rolthos
Oswald Glimfeater Tercero, ensimismado como está en el estudio de la puerta, percibe demasiado tarde, las intenciones de Nessa y Rolthos.
- Rolthos no espe... -
Pero es demasiado tarde. El joven paladin ha cogido los cuchillos de cristal. Inmediatamente se arrepiente de haberlo hecho. Un dolor punzante le recorre desde las manos hasta el cerebro. Como si cientos de pequeñas agujas al rojo vivo se clavaran directamente en sus nervios.
Mientras Rolthos grita de dolor, un violento remolino se levanta a su alrededor, lanzándole a él y a Nessa por los aires. Toda la sala comienza a emitir un sonido zumbante, cada vez más agudo, que penetra en los cerebros de los compañeros como si quisiera taladrarlos.
Elevándose sobre los caídos Rolthos y Nessa un remolino de aire, que va capturando y soltando las brumas del suelo ayudándoles a verlo, se forma con una figura que recuerda vagamente un humanoide grande y alto. Un par de ojos creados con rayos con pequeños relámpagos se formaron y miraron con furia a los transgresores. Una boca se abrió formando una especie de boca negra en la masa informe de aire y con un rugido similar al sonido de un trueno se lanzó a por ellos para acabar con los impíos que habían osado perturbar el Templo del Aire.
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El latigazo mental y la explosión sorprendieron amargamente a Rolthos, impactándole con fuerza. Aturdido y tumbado vio cómo se materializaba un elemental de aire en el altar. Mientras se levantaba y afianzaba sus piernas disponiéndose a atacarle vio como Jen y Cruços habían reaccionado con rapidez y ya le habían atacado.
Se impuso sus manos y tras sentir el aturdimiento desvanecerse le atacó impactándole una vez. No pensaba que su arma iba a tener mucho efecto en una masa de aire, pero tras el impacto sintió que el glaive se atrancaba en las volutas de aire. Con fuerza arrastró el mismo, haciendo que el negro glaive se adentrase en la criatura. Las runas en el bajo relieve del glaive se iluminaron apagadamente. Con más confianza se acercó al elemental, trabándose en cuerpo a cuerpo con él.
Zevatur, Rolthos
Implacable, el elemental continuó lanzando furiosos ataques que hirieron con intensidad a Rolthos, Julian y Nessa. Pero ni ellos ni el resto de los compañeros cejaron en sus ataques, que fueron debilitándole poco a poco hasta que los poderosos hachazos de Vraak terminaron por acabar con él. La criatura termió por disolverse en la neblina con un aullido que les heló la sangre a todos.
No pudieron recuperarse, ya que desde la seguridad de las sombras, un enemigo invisible les atacaba certeramente y golpearle era extremadamente difícil.
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Cuando al fin Vraak acabó con el elemental de aire, Rolthos se centró en la criatura invisible. Mantenía una intensa atención en la criatura invisible, no se podía ver, pero sabía que estaba allí y no la iba dejar escapar. De pronto el impacto del arma de Jen le distrajo. Con dolor se acordó de todas las bolitas de papel que le habían lanzado con anterioridad.
Recuperó la atención y atacó a la criatura lanzando el glavie hacia adelante con fuerza y seguridad... pero la invisible criatura ya no estaba allí, in duda había aprovechado la distracción para evadir la atención del paladín. El glaive hizo un arco que impactó de lleno en uno de los braseros que colgaba del techo, haciendo que se balancease con ímpetu. De pronto, de los rescoldos que debía haber dentro, empezó a salir un humo negro...
Zevatur, Rolthos
El sonido de las cadenas del brasero tintineando pronto fue ahogado por el de la puerta detrás de Cruços abriéndose violentamente, las pesadas puertas moviéndose bajo el efecto de una fuerte ráfaga de viento.
En el dintel de la puerta aparecen tres figuras. Un hombre viejo, cubierto con una túnica grisácea, con rostro enjuto y tan sólo algo de pelo blanco que nace de sus sienes y dos figuras completamente cubiertas en armaduras completas que parecen flotar a sus lados, armadas con pesadas estrellas del alba.
Kelto, Clérigo del Templo del Aire.
El hombre mira con desprecio y odio hacia el grupo que ha osado profanar su templo y dice una simple orden en voz baja y sibilina.
-Matadlos-
Inmediatamente las dos figuras envueltas en armadura se lanzan hacia delante dispuestas a acabar con los profanadores.
Una de ellas vuela hacia el sorprendido Cruços y el arma se carga con la energía de un rayo. Chispas azules y moradas recorren el metal y estallan cuando la pesada bola con pinchos impacta al cazador en la cabeza. Cruços sale volando y cae al pie de las escaleras con todo el mundo dándole vueltas y un fuerte pitído en los oidos.
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Nessa ve aparecer a los nuevos enemigos y grita cuando un instante después ve caer al cazador al suelo. El combate ya no estaba siendo tan favorable como había imaginado que iría cuando parecía que solo se tenían que enfrentar a dos enemigos, pero esto lo cambiaba todo para mucho, mucho peor.
Piensa frenéticamente que hacer. "¿Ataco al viejo y a sus criaturas? Quizás así ignoren a Cruços. Pero no...parece que se van a alejar ... ¿Quizás mejor al atacante invisible? Si pudiera distraerle de alguna forma quizás Vraak pueda terminar con él. Pero está lejos ... no llegaré a tiempo. ¡Maldita sea!"
Su corazón palpita con fuerza, se está asustando. Los enemigos aumentan y varios de los compañeros están bastante heridos... quizás si contaran con un aliado más ...
Se decide entonces. Toca la bellota encantada, envuelta la cinta verde menta que lleva ahora colgada de su cinto, y murmura un breve rezo a Madre para que su hijo espiritual acuda a la ella.
- Ayúdanos, Lobo, por favor ...
Nota el calor de la bellota contra su pierna, y con una chispa de esperanza ve como el lobo espiritual aparece junto a Vraak. Lobo parece percibir rápidamente la presencia enemiga, y no se demora en lanzar sus garras contra ella, pero el gruñido posterior indica que ha fallado.
Nessa chasquea la lengua, pero no duda de que su compañero acabará por cobrarse su presa.
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El ataque de los recién llegados no había terminado.
El anciano clérigo comenzó a agitar sus brazos y manos en un movimiento circular, cada vez más rápido, mientras mustiaba palabras en un idioma extraño. La neblina bajo los pies de Vraak comenzó a agitarse y elevarse, y pronto el semi-orco estuvo rodeado de remolino grisáceo que aumentaba y aumentaba de velocidad. Con un último gesto, separando sus brazos, el remolino desapareció tan rápido como se había formado, la neblina desprendiéndose en jirones. Vraak había desaparecido. El clérigo sonrió triunfante.
La otra de las criaturas se lanzó hacia Rolthos pero este estaba preparado. Cuando el elemental estuvo al alcance de su glaive, el paladín golpeó con fuerza la placa pectoral de la armadura y un destello de luz dorada rodeó la forma casi etérea del elemental, el cual vio frustrado su avance. Para cuando quiso recuperarse, el hábil paladín había utilizado la inercia de su arma para girar sobre sí mismo y rodear al peligroso elemental para acercarse al clérigo, el cual siseó con furia hacia Rolthos.
Cruços sacudió su cabeza y desenvainó su espada para intentar protegerse del peligro que le acechaba, pero sus oídos aún le pitaban y le daba vueltas todo.
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Rolthos utilizó la apertura que había conseguido entre los guardaespaldas del clérigo para avanzar hasta él. Invocando el poder de Mayaheine la hoja de su glaive se iluminó con una luz dorada que alejó momentáneamente las sombras del Templo del Aire. El brazo del paladín se mantuvo firme y su hoja atravesó la armadura del clérigo malvado, provocándole una tremenda herida en el abdomen. Escupiendo sangre, Kelto intentó alejarse del paladin, y sus guardaespaldas acudieron prestos al rescate, abalanzándose sobre Rolthos con total abandono, cosa que aprovechó Lobo para dañar un poco a uno de ellos.
Rolthos vio venir a uno de ellos, que afortunadamente abandonó al caído Cruços para defender a su amo, y consiguió detenerle con un certero golpe de su glaive. Cuando se preparaba para defenderse del otro que cargaba hacia él por su espalda sintió un fuerte golpe en la boca del estómago. El enemigo invisible también había acudido en ayuda del clérigo. El breve momento que necesitó Rolthos para recuperar su aliento fue suficiente para que el elemental se acerca lo bastante como para atacarle con su pesada arma. Una, dos veces el paladín sintió los duros golpes del elemental. La cadena de este comenzó a cargarse de electricidad y, con chispas saltando de esta a las piezas de armadura que le cubrían, levantó con ambas manos el arma por encima de su cabeza y la descargó con fuerza en Rolthos. Un fogonazo cegó momentáneamente a Jen cuando el rayo golpeó a su amigo con tanta fuerza como el arma de metal y cuando recuperó la visión vió a Rolthos caído en el suelo, su armadura humeante, su rostro cubierto de sangre y quemaduras.
El sacrificio del paladín no fue en vano, pues el dolor de sus heridas hizo que el clérigo perdiera el poder que mantenía a Vraak atrapado y con un sonido atronador el semi-orco reapareció allí donde estaba. Sus veteranos ojos reconocieron inmediatamente lo que estaba ocurriendo y sin dudarlo cargo lanzando un grito de guerra contra los enemigos que se arremolinaban alrededor del paladín para acabar con él. Si hacha infringió un castigo tremendo al elemental que había abatido a su compañero y hasta le arrancó varios trozos de la armadura que lo cubría.
Nessa se acercó a Jen y a Julian y disparó dos flechas contra el clérigo. Sólo la primera alcanzó su objetivo y apenas rozó un hombro de su objetivo. La segunda fue desviada por una ráfaga de viento invocada por el clérigo del Aire.
Viendo que el paladín había caído y que sus guardaespaldas le cubrían del semi-orco, El clérigo dejó que una ráfaga de viento le bajase de las escaleras para no ofrecer un blanco tan claro a la arquera. Sintió cómo el aire calmaba el dolor de sus heridas al acariciarle con delicadeza las mismas y se concentró en amasar más poder. A sus órdenes una nube negra y pesada comenzó a formarse en el techo de la sala, casi como un espejo del humo que crecía y crecía proveniente del brasero perturbado durante la lucha.
Con un gesto imperativo, un rayo descargó su energía entre Nessa, Jen y Julian, creando confusión y dolor entre ellos.
Pero Jen no se dejó intimidar. Había visto caer a Rolthos y sabía que no podía fallarle. Tras una rápida mirada a Julian para asegurarse que estaba bien y lanzarle un guiño cómplice, le barde volvió a incorporse, su chakram listo y uno de los aros que usaba en sus actuaciones, uno verde, ya girando en su muñeca.Lamzó su fiel arma a uno de los guardianes del Templo, la cual voló certera y golpeó al mismo en el casco. El impacto hizo que se moviera lo suficiente como para que Jen pudiera lanzar su aro al caído paladin. En su vuelo se iluminó con un agradable fulgor verde y al alcanzar a Rolthos las heridas más graves de su cabeza comenzaron a sanar, devolviéndole la consciencia.
Mientras su chakram rebotaba en una pared antes de volver a su mano Jen gritó a Rolthos "Arriba Campeón de Mayaheine!" le anima. El paladín abre los ojos y pese a tener la mirada aún algo borrosa y sentir dolor en cada músculo de su cuerpo aferró con determinación el asta de su arma.
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