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TocToc detuvo a Nadie antes de que se alejase hacia la entrada. Aunque una nueva posible deserción de Nadie se pasó por la cabeza, pensó que nada ganaba advirtiéndole. Por el contrario, se decidió a ayudarle. Con un intrincado gesto y conjuró unas cuantas bayas y gusanos. - Ten cuidado, la soledad es vulnerabilidad. - Con la mirada posada en una de las paredes asintió enfáticamente, reforzando sus propias palabras y le paso una mitad aleatoria de las bayas, gusanos o larvas. - No es mucho, pero te puede ayudar.
Durante la marcha el hombre cuervo intentó moverse en silencio, ocultándose en las sombras y evitando los charcos, retrasándose un par de pasos. La tarea era difícil ya que debía ir a la misma velocidad que el grupo. Al llegar a la niebla recorto los pasos, si se perdía en aquel sitio los problemas podían multiplicarse.
La cara de Mablung se torno en un gesto agrio cuando el paladin decidio volver para unir al grupo y un gruñido salio de él cuando paso a su lado. El druida no se fiaba nada de él, asi que no puso problemas cuando se puso al frente, de este modo vería venir su ataque.
Mas pendiente de los movientos de Leobald que de los que pasaba a su alrededor, Mablung se introdujo por el túnel sigueindo al resto de sus compañeros. Tan obcecado estaba vigilando al paladin que no se percato de extraña neblina hasta uqe la tuvieron a sus pies.- El amo y las ratas no son los unicos habitantes de estos túneles, seamos prudentes- dijo hacia sus compañeros, mientras trataba de otear sin mucho exito la extraña neblina.
La densa bruma permitía ver desde rodillas hacia arriba, todo lo que cubriera la luz que emanaba de la moneda plateada de Godric para los que no poseían el don de la visión en la oscuridad, lo que era casi la totalidad del campo visual de los agentes, aunque era prácticamente imposible distinguir nada entre las neblinas por debajo de esa linea de flotación. Todo el grupo se preparó para lo peor, puesto que ese extraño efecto atmosférico no parecía nada natural, como si una lejana inteligencia lo estuviera dirigiendo... Quizás fuera paranoias, o quizás fuese más real y palpable de lo que uno quisiera imaginar, ... pero la situación acrecentó el estado de alarma de todos los allí presentes.
El avance hasta la intersección en forma de cruz se sucedió con cautela, aunque apenas se podía distinguir nada entre esos tenebrosos corredores de aspecto desigual y conquistados por el moho. Cuando el grupo se situó justo en el punto donde los cuatro caminos convergían, Godric intentó dirigir su fuente de luminiscencia bendecida por Lathander hacia las posibles tres salidas, intentando encontrar alguna pista de por donde seguir, ya que los asustadizos roedores habían vuelto con su amiga y se escondían temblorosos en sus bolsillos una vez más, lo que había anulado la capacidad de encontrar el camino correcto.
Fue Adriana, con su experta visión heredada de su exquisita linea de sangre élfica, la que detectó algo extraño en dos de los pasillos, justo los que cruzaban de manera perpendicular su camino, ... en cada uno de ellos, le pareció ver una distorsión de la luz, de alguna manera, los haces brillantes que radiaban de la moneda, encontraran una especie de barrera traslúcida donde su recorrido cambiaba levemente de dirección, como si se tratara de algún muro de fuerza casi invisible. La primera reacción fue avisar a sus compañeros de tan errático comportamiento de la realidad... pero apenas pudo dejar aflorar las primeras palabras cuando esas deformaciones del espacio parecieron moverse ante sus ojos, intentando aplastarlos a todos por ambos lados...
Tirarme los cuatro primeros una tirada de Salvación de Destreza (Dif. 12) ... Adriana la hace con ventaja.
La alta elfa consiguió saltar atrás empujando instintivamente a Godric consigo, evitando que fuese arrollado por unas extrañas masas informes que parecía poseer cierta voluntad propia. Una por cada lado parecieron intentar engullir a la mayor parte del grupo. Afortunadamente, y a pesar de ser sorprendidos, Mablung y Leobald pudieron reaccionar a tiempo, aunque el caballero sintió como una de ella se deslizó muy cerca suyo, un segundo más en reaccionar le podía haber costado bastante caro...
Adriana dio un respingo ante la visión de aquellas asquerosas y pegajosas gelatinas, mostrando en su rostro una palpable repugnancia. Su primer impulso, al tenerlas tan cerca y sentirse amenazada y sin espacio para maniobrar, fue activar casi instintivamente el teletransporte que la posicionó tras Khalion. El rastro de luces chispeantes y coloridas que dejó tras de sí fue inmediatamente engullido por la niebla espesa y oscura que les envolvía, pero la brillantina desprendida aún tardó en desaparecer mientras caía lentamente por el espacio.
Fijando su objetivo en el cubo que tenía en frente, conjuró su luz purificadora con la esperanza de provocarle algún daño. Lo que volvió a surfir de sus manos, fue un haz verde y enfermizo que intentó golpear a un cubo compuesto de gelatina ácida y corrosiva del doble del tamaño de la alta elfa, ... era prácticamente imposible fallar, pero una fugaz imagen de cierto hombre norteño de torso esculpido por los temporales y la batalla consiguió aparecer en el momento menos oportuno en la cabeza de la alta elfa.
El hechizo impactó sobre la parte superior del canal, justo encima de Godric, y varios ladrillos y restos de piedra tallada calleron sobre la cabeza del pobre sacerdote... como si ... de algún modos, el instinto de la encantadora fuera no hacerle daño a las criaturas que tenía delante, sino a la competencia de cierto contrabandista...
Maldiciendo por su torpeza, Mablung apenas tubo tiempo de apartarse cuando aquella cosa surgió delante de sus narices para tratas de engullirlos. Una vez superada la sorpresa y teniendo un enemigo claro, Mablung sopeso la idea de transformarse, pero en aquel ridículo espacio y con el paladín traidor al lado su forma de bestia podía ser mas un impedimento que una ventaja. Con un rugido de frustración, se concentro durante unos instantes para luego descargar un golpe con sus manos sobre aquel cubo.
Cualquiera que en ese momento se fijase en las manos del druida hubiese visto como sus uñas se afilaban y endurecían hasta parece unas pequeñas garras que secretaban alguna sustancia corrosiva.
El druida lanzó un zarpazo al cubo que tenía delante, arrancando una buena porción de su viscoso ser y esparciéndolo por las paredes y el suelo. La criatura zozobró ante el poderoso embate del salvaje elfo, pero pareció recomponerse reemplazando la materia arrancada con nueva procedente de su interior.
Leobald trastabilló justo a tiempo para ponerse salvo de la masa gelatinosa que se les echaba encima. Separados del resto, compartió un mirada de reojo con Mablung y asintió mientras levantaba el escudo de nuevo. Al menos ninguno de los dos parecía herido. Entrecerró los ojos sobre el borde del escudo, pero apenas podía ver a los demás a través de la gelatina.
Cuando el druida descargó un zarpazo sobre el ser, tratando de abrirse camino, vio que aquella cosa podía ser herida. Sin demasiada convicción en aquel combate comprendió que poco más podía hacerse que blandir. Con un rápido movimiento dejó caer la antorcha y desenvainó la espada. La tea siseó antes de apagarse bajo la extraña y espesa bruma, pero para entonces el caballero ya lanzaba una estocada contra el mismo enemigo de Mablung. Acto seguido, trató de empujar con todas sus fuerzas a aquella masa con el fin de lograr un corredor despejado para sus compañeros. Tras la protección del escudo, clavó su hombro contra el metal y afianzó los pies mientras tensaba sus cansados músculos cuanto podía. Quizás pudieran pasar y dejar atrás a aquellas cosas, no parecían muy rápidas.
Khalion volvió a imitar al druida, arrancando grandes remanentes de babaza corrosiva del cubo que tenía justo en frente de él, con un corte perfectamente ajustado de su cimitarra, sesgó a la monstruosidad transparente como si fuera de mantequilla. Era difícil ejecutar un ataque con cierta precisión sobre algún punto débil de la criatura puesto que no había órganos vitales o anatomía diferente a la que sacarles provecho, pero aún así, el enmascarado se sintió satisfecho con su tajo, que generó una ominosa vibración sobre su enemigo tras lo cual, saltó hacía atrás con presteza y usó la cobertura que le otorgaba la alta elfa como parapeto.
Toctoc graznó con sorpresa. Las cosas que tenían delante no las había visto en la vida. Retrocedió un par de pasos alejándose de ellas en un acto reflejo de supervivencia. Echó una mirada atrás para ver si algo más se podía acercar por la retaguardia, intentando aprovechar la oscuridad para emboscarles. Cuando se sintió algo más seguro su segundo instinto tomó el control y sacó la ballesta para ayudar a la bandada. Con cuidado de no dar a sus compañeros apuntó y disparó a las criaturas, afortunadamente eran grandes y debería ser fácil acertar.
El virote se sumergió con un sonoro "Chof" dentro del gelatinoso cubo, y observó como comenzaba a disolverse lentamente en su intererior, no estaba seguro si le había causado daño o le había dado de comer... pero observando mejor se dio cuenta de que el proyectil había deformado parcialmente la superficie en un ángulo seguramente dañino para el reptante ser.
Leobald cortó con su espada otro pedazo de amalgama que esparció, provocando un encogimiento del ser como reacción. El problema surgió cuando intento desplazarlo empujándolo en diagonal para poder abrir paso. Cuando ejerció fuerza ayudado de su escudo para forzar el deslizamiento de la criatura, ésta no sólo no cedió, sino que cambió la densidad de su masa, provocando que el caballero, impulsado por su inercia y sus puntos de apoyo, entrara de golpe en el interior de su enemigo... quedándose flotando envuelto en una sustancia extremadamente corrosiva que le impedía respirar y que disolvía su carne y músculos con agresividad...
Godric masculló un "no hagas nada" al cuello de su camisa para evitar que le oyera el paladin, aunque este parecía estar muy ocupado metiéndose en la extraña criatura. ¿Pero en qué estaba pensando?
Rogó a Lathander que sanara algunas de las heridas que estaba sufriendo el veterano guerrero e invocó la fuerza de las campanas celestiales que repicaban cuando un alma se unía al eterno coro de la Luz de la Mañana. Al parecer, estar replicaron con fuerza sobre la babaza gigante, cubriéndola de una resonancia divina radiante por unos dañinos segundos.
Esperaba que el sonido afectara a aquellos extraños seres que parecían disolver todo lo que tocaban.
Se colocó de tal forma, levantando su escudo que pudiera proteger a Adriana de aquellas cosas, y eso le obligó a desplazarse hacia su derecha unos pasos.
Adriana musitó una disculpa de la que solo ella fue testigo cuando su disparo erró y los ladrillos se desprendieron sobre el sacerdote. Pero su gesto de frustración y culpabilidad se tornó en horror cuando vio como Leobald era engullido por una de aquellas repugnantes masas.
Dudando, tanto de sus capacidades de combate como del efecto que produciría a su compañero paladín si intentaba dañar a aquel cubo que le retenía, se decantó por fijar su próximo objetivo en la otra gelatina. No se rendiría ante las adversidades.
De nuevo convocó la magia que brotó de sus manos, del mismo color verduzco enfermizo que le producía ese desasosiego desagradable.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Errando estrepitosamente una vez maz, quizás porque la maniobra evasiva de Khalion había conseguido desviar su atención junto al horror de ver al caballero comenzar a disolverse ante sus ojos, Adriana emitió un bufido de frustración mientras buscaba su próxima estrategia a seguir...
Mientras tanto los propios cubos gelatinosos parecieron cobrar vida. El que había engullido a Leobald y que vibraba intensamente bajo el castigo del enmascarado, extrajo un pseudópodo de alguna parte de su cuerpo, azotando el aire para dejar caer su extremidad sobre la cabeza del druida que tenía adyacente. Con un sordo latigazo, el intento de agresión fue fácilmente esquivado por un ágil Mablung, que apenas tuvo que moverse para evitar el golpe, mientras observaba con rostro impasible como la piel del paladín se iba separando de sus músculos, y su armadura comenzaba a burbujear lentamente en el interior de la criatura.
El otro cubo comenzó a desplazarse intentado engullir a Godric, que con su escudo levantando veía como el cúbico ente pugnaba por pasarle por encima y arrastrarlo consigo mismo mientras lo devoraba, y no contento con ese movimiento, éste continuó su camino hasta intentar hacer lo mismo con la alta elfa y el kenku.
Mablung no se preguntó que alocada idea se le habría pasado al paladin para meterse dentro de aquella cosa, pero eso le daba el espacio que necesitaba para transformarse. Con un rugido la figura del druida cambio para transformarse en un poderoso oso que acupo todo el espacio del canal.
Sin ninguna contemplación, ni para el cubo ni para con su ocupante, descargó su furia mordiendo y desgarrando con sus zarpas al cuerpor del extraño cubo.
Khalion sacó segundo acero para atacar a aquel engendro que ni sangraba ni se quejaba. Magnífica criatura, asesino perfecto, silencioso.. debería encontrar la manera de sumar esas capacidades a sus.. "recursos". Volvió a descargar su cimitarra de mano diestra para transferir energía pura al ser cúbico mientras con la segunda, en la siniestra, tajaba y cortaba. Con una cinta entrenada en demasía dejó el contacto cuerpo a cuerpo retrasandose un puñado de pies por el corredor.
TocToc se dispuso a disparar a la criatura que se abalanzaba contra él. Pero la velocidad con la que llegó hasta él le sorprendió, cuando terminó de cargar la ballesta ya la tenía encima. Tener que esquivar la a mole hacía que no pudiese encontrar un buen ángulo para disparar. Frustrado se agachó y con un quiebro, esquivando a las moles, se dirigió hacia un pequeño puente que Mablung tenía detrás. Allí, señaló a la mole que tenía a Leobald en su interior, marcándola para un futuro ataque. Aquella criatura no solo estaba disolviendo al más honesto de los agentes, si no que podía llegar a disolver las pertenencias el paladín que este custodiaba. Tembló pensando en todos los papeles que el mismo tenía en su posesión.
Leobald mantenía los ojos cerrados para protegerlos del contacto con el ácido. Incapaz de moverse, sentía como le ardía cada centímetro de la piel, mientras trataba de aguantar la respiración para no tragar nada de aquella sustancia ácida y viscosa en la que estaba sumergido. ¿Quién iba a pensar que sería literalmente engullido por aquel monstruo cuando trataba de empujarlo? Haciéndose un ovillo trató de exponer lo menos posible de superficie al ácido. Quizás este era el fin. De pronto, sintió el calor reparador de la curación mágica, que agradeció silenciosamente a quien quiera que hubiera sido. Desde luego estaba en manos de sus compañeros, eso lo sabía bien. Solo podía tratar de aguantar, darles tiempo. Trató de serenarse e invocó las fuerzas que necesitaba para curar algunas de sus heridas.
La alta elfa esquivó como pudo la mole que les perseguía, valorando en una fracción de segundo la posibilidad de introducir sus delicados e inmaculados brazos en la viscosidad del cubo corrosivo para intentar ayudar a Leobald, desechando al instante aquella opción.
Por miedo, asco, cobardía o una mezcla de las tres, se decantó por un ataque directo. Ni siquiera se movió del sitio. Esa cosa era muy grande, no entendía como no había acertado anteriormente. Debía intentarlo, aunque la falta de distancia le dificultaba un poco el ángulo y le resultaba un poco más complicado apuntar, pero comenzaba a sentirme extremadamente frustrada ante su nula habilidad y la inutilidad que representaba para el grupo.
Cuando el haz de luz impactó en la criatura produciéndole daño, Adriana suspiró algo más aliviada. El cambio de estrategia parecía funcionar, así que decidió, por el momento, mantenerse en el mismo sitio.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El cubo que acosaba a la alta elfa y que ofrecía una posición muy peligrosa para Godric al tenerlo prácticamente emparedado junto a la otra criatura que parecía disfrutar devorando a Leobald a pesar de su precario estado y consistencia, no tardó en responder al indignante ataque de Adriana. Extrayendo un convulso pseudópodo, intento aplastarla con una fuerza increible, levantando parte del adoquinado donde su tentáculo había golpeado. Afortunadamente la elfa vio venir de lejos el impacto, y lo tuvo bastante fácil para esquivarlo con bastante margen de error.
Sin embargo, el agonizante cubo que aún se aferraba en terminar de consumir al caballero, en sus últimos estertores, agitó otro de sus pseudópodos pillando completamente por sorpresa al gran oso que ahora era Mablung. El azote le cruzó su peludo rostro justo sobre el hocico, corroyendo su correosa piel alrededor de los ojos... Un aullido de dolor emanó con fiereza de la bestia herida, que agitaba su cabeza intentando sacudir parte de la sustancia ácida que le quemaba con crueldad toda la piel y pelo en la zona.
Con un rugido de dolor el oso se alzó sobre sus patas traseras mientras el acido siseaba por su rostro cegandole. Acogiendose a ese dolor y cegado por el acido, Mablun se lanzó de nuevo contra el cubo y su desdichado ocupante, lacerando y desgarrando con sus colmillos a todo lo que alcanzaba.
El ataque del oso enfurecido y parcialmente ciego terminó de destrozar lo que restaba del cubo, esparciendo restos pegajosos de gelatina corrosiva a su alrededor como si de un geyser de ácido se tratara. El caballero se vio liberado de su viscosa prisión, cayendo al suelo de rodillas e intentando aguantar la compostura mientras volvía a llenar sus pulmones de aire que no le quemara desde dentro... sobre su cabeza, varios zarpazos siguieron atacando el lugar donde hace escasos segundos descansaba, puesto que la furia ciega de la bestia no era capaz de distinguir bien más allá de su propio hocico...
Dando gracias a que seguía vivo, a pesar del dolor que provocaba cada centímetro de su torturada piel enrojecida y llena de ampollas al rozar con su armadura era casi insostenible, Leobald se preparó de nuevo para el combate, aprendiendo de su errores y procurando mantenerse lejos de un Mablung desbocado y sin control...
A dos cimitarras el aasimar asaltó con mal café al cubo que quedaba, con un muy certero tajo con el arma en su diestra y una quizá menos efectiva tajada con la de la siniestra. Aquellas magníficas criaturas podían ser derrotadas y esperaba que esta perdiera la consistencia como su compañera.
El combate era rápido pero podía oler el daño que le habia hecho a Leobald, la acre corrosión del metal y la carne. Concentrado, sin moverse, se concentró y apuntó a la mole gelatinosa. Presentaba una pose algo extraña ya que aunque la ballesta apuntaba correctamente, su cabeza parecía dirigirse hacia la pared.
Tras un instante el chasquido de la ballesta reverberó en la cueva, "Nock!" Disparó y al flecha voló certera hacia la criatura de gelatina "Whizz", impactándola de lleno "Thud".
Después se alejo del temible oso que estaba a su lado, su furia le hizo temer por sus siguiente accion.
TocToc detuvo a Nadie antes de que se alejase hacia la entrada. Aunque una nueva posible deserción de Nadie se pasó por la cabeza, pensó que nada ganaba advirtiéndole. Por el contrario, se decidió a ayudarle. Con un intrincado gesto y conjuró unas cuantas bayas y gusanos. - Ten cuidado, la soledad es vulnerabilidad. - Con la mirada posada en una de las paredes asintió enfáticamente, reforzando sus propias palabras y le paso una mitad aleatoria de las bayas, gusanos o larvas. - No es mucho, pero te puede ayudar.
Durante la marcha el hombre cuervo intentó moverse en silencio, ocultándose en las sombras y evitando los charcos, retrasándose un par de pasos. La tarea era difícil ya que debía ir a la misma velocidad que el grupo. Al llegar a la niebla recorto los pasos, si se perdía en aquel sitio los problemas podían multiplicarse.
[Tooltip Not Found]: Gusanos:3, berries el resto.
Zevatur, Rolthos
La cara de Mablung se torno en un gesto agrio cuando el paladin decidio volver para unir al grupo y un gruñido salio de él cuando paso a su lado. El druida no se fiaba nada de él, asi que no puso problemas cuando se puso al frente, de este modo vería venir su ataque.
Mas pendiente de los movientos de Leobald que de los que pasaba a su alrededor, Mablung se introdujo por el túnel sigueindo al resto de sus compañeros. Tan obcecado estaba vigilando al paladin que no se percato de extraña neblina hasta uqe la tuvieron a sus pies.- El amo y las ratas no son los unicos habitantes de estos túneles, seamos prudentes- dijo hacia sus compañeros, mientras trataba de otear sin mucho exito la extraña neblina.
La densa bruma permitía ver desde rodillas hacia arriba, todo lo que cubriera la luz que emanaba de la moneda plateada de Godric para los que no poseían el don de la visión en la oscuridad, lo que era casi la totalidad del campo visual de los agentes, aunque era prácticamente imposible distinguir nada entre las neblinas por debajo de esa linea de flotación. Todo el grupo se preparó para lo peor, puesto que ese extraño efecto atmosférico no parecía nada natural, como si una lejana inteligencia lo estuviera dirigiendo... Quizás fuera paranoias, o quizás fuese más real y palpable de lo que uno quisiera imaginar, ... pero la situación acrecentó el estado de alarma de todos los allí presentes.
El avance hasta la intersección en forma de cruz se sucedió con cautela, aunque apenas se podía distinguir nada entre esos tenebrosos corredores de aspecto desigual y conquistados por el moho. Cuando el grupo se situó justo en el punto donde los cuatro caminos convergían, Godric intentó dirigir su fuente de luminiscencia bendecida por Lathander hacia las posibles tres salidas, intentando encontrar alguna pista de por donde seguir, ya que los asustadizos roedores habían vuelto con su amiga y se escondían temblorosos en sus bolsillos una vez más, lo que había anulado la capacidad de encontrar el camino correcto.
Fue Adriana, con su experta visión heredada de su exquisita linea de sangre élfica, la que detectó algo extraño en dos de los pasillos, justo los que cruzaban de manera perpendicular su camino, ... en cada uno de ellos, le pareció ver una distorsión de la luz, de alguna manera, los haces brillantes que radiaban de la moneda, encontraran una especie de barrera traslúcida donde su recorrido cambiaba levemente de dirección, como si se tratara de algún muro de fuerza casi invisible. La primera reacción fue avisar a sus compañeros de tan errático comportamiento de la realidad... pero apenas pudo dejar aflorar las primeras palabras cuando esas deformaciones del espacio parecieron moverse ante sus ojos, intentando aplastarlos a todos por ambos lados...
Tirarme los cuatro primeros una tirada de Salvación de Destreza (Dif. 12) ... Adriana la hace con ventaja.
La alta elfa consiguió saltar atrás empujando instintivamente a Godric consigo, evitando que fuese arrollado por unas extrañas masas informes que parecía poseer cierta voluntad propia. Una por cada lado parecieron intentar engullir a la mayor parte del grupo. Afortunadamente, y a pesar de ser sorprendidos, Mablung y Leobald pudieron reaccionar a tiempo, aunque el caballero sintió como una de ella se deslizó muy cerca suyo, un segundo más en reaccionar le podía haber costado bastante caro...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Adriana dio un respingo ante la visión de aquellas asquerosas y pegajosas gelatinas, mostrando en su rostro una palpable repugnancia. Su primer impulso, al tenerlas tan cerca y sentirse amenazada y sin espacio para maniobrar, fue activar casi instintivamente el teletransporte que la posicionó tras Khalion. El rastro de luces chispeantes y coloridas que dejó tras de sí fue inmediatamente engullido por la niebla espesa y oscura que les envolvía, pero la brillantina desprendida aún tardó en desaparecer mientras caía lentamente por el espacio.
Fijando su objetivo en el cubo que tenía en frente, conjuró su luz purificadora con la esperanza de provocarle algún daño. Lo que volvió a surfir de sus manos, fue un haz verde y enfermizo que intentó golpear a un cubo compuesto de gelatina ácida y corrosiva del doble del tamaño de la alta elfa, ... era prácticamente imposible fallar, pero una fugaz imagen de cierto hombre norteño de torso esculpido por los temporales y la batalla consiguió aparecer en el momento menos oportuno en la cabeza de la alta elfa.
El hechizo impactó sobre la parte superior del canal, justo encima de Godric, y varios ladrillos y restos de piedra tallada calleron sobre la cabeza del pobre sacerdote... como si ... de algún modos, el instinto de la encantadora fuera no hacerle daño a las criaturas que tenía delante, sino a la competencia de cierto contrabandista...
Godric, que me haga un ST de DEX (Dif. 10)
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Maldiciendo por su torpeza, Mablung apenas tubo tiempo de apartarse cuando aquella cosa surgió delante de sus narices para tratas de engullirlos.
Una vez superada la sorpresa y teniendo un enemigo claro, Mablung sopeso la idea de transformarse, pero en aquel ridículo espacio y con el paladín traidor al lado su forma de bestia podía ser mas un impedimento que una ventaja. Con un rugido de frustración, se concentro durante unos instantes para luego descargar un golpe con sus manos sobre aquel cubo.
Cualquiera que en ese momento se fijase en las manos del druida hubiese visto como sus uñas se afilaban y endurecían hasta parece unas pequeñas garras que secretaban alguna sustancia corrosiva.
El druida lanzó un zarpazo al cubo que tenía delante, arrancando una buena porción de su viscoso ser y esparciéndolo por las paredes y el suelo. La criatura zozobró ante el poderoso embate del salvaje elfo, pero pareció recomponerse reemplazando la materia arrancada con nueva procedente de su interior.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald trastabilló justo a tiempo para ponerse salvo de la masa gelatinosa que se les echaba encima. Separados del resto, compartió un mirada de reojo con Mablung y asintió mientras levantaba el escudo de nuevo. Al menos ninguno de los dos parecía herido. Entrecerró los ojos sobre el borde del escudo, pero apenas podía ver a los demás a través de la gelatina.
Cuando el druida descargó un zarpazo sobre el ser, tratando de abrirse camino, vio que aquella cosa podía ser herida. Sin demasiada convicción en aquel combate comprendió que poco más podía hacerse que blandir. Con un rápido movimiento dejó caer la antorcha y desenvainó la espada. La tea siseó antes de apagarse bajo la extraña y espesa bruma, pero para entonces el caballero ya lanzaba una estocada contra el mismo enemigo de Mablung. Acto seguido, trató de empujar con todas sus fuerzas a aquella masa con el fin de lograr un corredor despejado para sus compañeros. Tras la protección del escudo, clavó su hombro contra el metal y afianzó los pies mientras tensaba sus cansados músculos cuanto podía. Quizás pudieran pasar y dejar atrás a aquellas cosas, no parecían muy rápidas.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Khalion volvió a imitar al druida, arrancando grandes remanentes de babaza corrosiva del cubo que tenía justo en frente de él, con un corte perfectamente ajustado de su cimitarra, sesgó a la monstruosidad transparente como si fuera de mantequilla. Era difícil ejecutar un ataque con cierta precisión sobre algún punto débil de la criatura puesto que no había órganos vitales o anatomía diferente a la que sacarles provecho, pero aún así, el enmascarado se sintió satisfecho con su tajo, que generó una ominosa vibración sobre su enemigo tras lo cual, saltó hacía atrás con presteza y usó la cobertura que le otorgaba la alta elfa como parapeto.
Toctoc graznó con sorpresa. Las cosas que tenían delante no las había visto en la vida. Retrocedió un par de pasos alejándose de ellas en un acto reflejo de supervivencia. Echó una mirada atrás para ver si algo más se podía acercar por la retaguardia, intentando aprovechar la oscuridad para emboscarles. Cuando se sintió algo más seguro su segundo instinto tomó el control y sacó la ballesta para ayudar a la bandada. Con cuidado de no dar a sus compañeros apuntó y disparó a las criaturas, afortunadamente eran grandes y debería ser fácil acertar.
El virote se sumergió con un sonoro "Chof" dentro del gelatinoso cubo, y observó como comenzaba a disolverse lentamente en su intererior, no estaba seguro si le había causado daño o le había dado de comer... pero observando mejor se dio cuenta de que el proyectil había deformado parcialmente la superficie en un ángulo seguramente dañino para el reptante ser.
Leobald cortó con su espada otro pedazo de amalgama que esparció, provocando un encogimiento del ser como reacción. El problema surgió cuando intento desplazarlo empujándolo en diagonal para poder abrir paso. Cuando ejerció fuerza ayudado de su escudo para forzar el deslizamiento de la criatura, ésta no sólo no cedió, sino que cambió la densidad de su masa, provocando que el caballero, impulsado por su inercia y sus puntos de apoyo, entrara de golpe en el interior de su enemigo... quedándose flotando envuelto en una sustancia extremadamente corrosiva que le impedía respirar y que disolvía su carne y músculos con agresividad...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Godric masculló un "no hagas nada" al cuello de su camisa para evitar que le oyera el paladin, aunque este parecía estar muy ocupado metiéndose en la extraña criatura. ¿Pero en qué estaba pensando?
Rogó a Lathander que sanara algunas de las heridas que estaba sufriendo el veterano guerrero e invocó la fuerza de las campanas celestiales que repicaban cuando un alma se unía al eterno coro de la Luz de la Mañana. Al parecer, estar replicaron con fuerza sobre la babaza gigante, cubriéndola de una resonancia divina radiante por unos dañinos segundos.
Esperaba que el sonido afectara a aquellos extraños seres que parecían disolver todo lo que tocaban.
Se colocó de tal forma, levantando su escudo que pudiera proteger a Adriana de aquellas cosas, y eso le obligó a desplazarse hacia su derecha unos pasos.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Adriana musitó una disculpa de la que solo ella fue testigo cuando su disparo erró y los ladrillos se desprendieron sobre el sacerdote. Pero su gesto de frustración y culpabilidad se tornó en horror cuando vio como Leobald era engullido por una de aquellas repugnantes masas.
Dudando, tanto de sus capacidades de combate como del efecto que produciría a su compañero paladín si intentaba dañar a aquel cubo que le retenía, se decantó por fijar su próximo objetivo en la otra gelatina. No se rendiría ante las adversidades.
De nuevo convocó la magia que brotó de sus manos, del mismo color verduzco enfermizo que le producía ese desasosiego desagradable.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Errando estrepitosamente una vez maz, quizás porque la maniobra evasiva de Khalion había conseguido desviar su atención junto al horror de ver al caballero comenzar a disolverse ante sus ojos, Adriana emitió un bufido de frustración mientras buscaba su próxima estrategia a seguir...
Mientras tanto los propios cubos gelatinosos parecieron cobrar vida. El que había engullido a Leobald y que vibraba intensamente bajo el castigo del enmascarado, extrajo un pseudópodo de alguna parte de su cuerpo, azotando el aire para dejar caer su extremidad sobre la cabeza del druida que tenía adyacente. Con un sordo latigazo, el intento de agresión fue fácilmente esquivado por un ágil Mablung, que apenas tuvo que moverse para evitar el golpe, mientras observaba con rostro impasible como la piel del paladín se iba separando de sus músculos, y su armadura comenzaba a burbujear lentamente en el interior de la criatura.
El otro cubo comenzó a desplazarse intentado engullir a Godric, que con su escudo levantando veía como el cúbico ente pugnaba por pasarle por encima y arrastrarlo consigo mismo mientras lo devoraba, y no contento con ese movimiento, éste continuó su camino hasta intentar hacer lo mismo con la alta elfa y el kenku.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mablung no se preguntó que alocada idea se le habría pasado al paladin para meterse dentro de aquella cosa, pero eso le daba el espacio que necesitaba para transformarse. Con un rugido la figura del druida cambio para transformarse en un poderoso oso que acupo todo el espacio del canal.
Sin ninguna contemplación, ni para el cubo ni para con su ocupante, descargó su furia mordiendo y desgarrando con sus zarpas al cuerpor del extraño cubo.
Khalion sacó segundo acero para atacar a aquel engendro que ni sangraba ni se quejaba. Magnífica criatura, asesino perfecto, silencioso.. debería encontrar la manera de sumar esas capacidades a sus.. "recursos". Volvió a descargar su cimitarra de mano diestra para transferir energía pura al ser cúbico mientras con la segunda, en la siniestra, tajaba y cortaba. Con una cinta entrenada en demasía dejó el contacto cuerpo a cuerpo retrasandose un puñado de pies por el corredor.
TocToc se dispuso a disparar a la criatura que se abalanzaba contra él. Pero la velocidad con la que llegó hasta él le sorprendió, cuando terminó de cargar la ballesta ya la tenía encima. Tener que esquivar la a mole hacía que no pudiese encontrar un buen ángulo para disparar. Frustrado se agachó y con un quiebro, esquivando a las moles, se dirigió hacia un pequeño puente que Mablung tenía detrás. Allí, señaló a la mole que tenía a Leobald en su interior, marcándola para un futuro ataque. Aquella criatura no solo estaba disolviendo al más honesto de los agentes, si no que podía llegar a disolver las pertenencias el paladín que este custodiaba. Tembló pensando en todos los papeles que el mismo tenía en su posesión.
Zevatur, Rolthos
Leobald mantenía los ojos cerrados para protegerlos del contacto con el ácido. Incapaz de moverse, sentía como le ardía cada centímetro de la piel, mientras trataba de aguantar la respiración para no tragar nada de aquella sustancia ácida y viscosa en la que estaba sumergido. ¿Quién iba a pensar que sería literalmente engullido por aquel monstruo cuando trataba de empujarlo? Haciéndose un ovillo trató de exponer lo menos posible de superficie al ácido. Quizás este era el fin. De pronto, sintió el calor reparador de la curación mágica, que agradeció silenciosamente a quien quiera que hubiera sido. Desde luego estaba en manos de sus compañeros, eso lo sabía bien. Solo podía tratar de aguantar, darles tiempo. Trató de serenarse e invocó las fuerzas que necesitaba para curar algunas de sus heridas.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La alta elfa esquivó como pudo la mole que les perseguía, valorando en una fracción de segundo la posibilidad de introducir sus delicados e inmaculados brazos en la viscosidad del cubo corrosivo para intentar ayudar a Leobald, desechando al instante aquella opción.
Por miedo, asco, cobardía o una mezcla de las tres, se decantó por un ataque directo. Ni siquiera se movió del sitio. Esa cosa era muy grande, no entendía como no había acertado anteriormente. Debía intentarlo, aunque la falta de distancia le dificultaba un poco el ángulo y le resultaba un poco más complicado apuntar, pero comenzaba a sentirme extremadamente frustrada ante su nula habilidad y la inutilidad que representaba para el grupo.
Cuando el haz de luz impactó en la criatura produciéndole daño, Adriana suspiró algo más aliviada. El cambio de estrategia parecía funcionar, así que decidió, por el momento, mantenerse en el mismo sitio.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El cubo que acosaba a la alta elfa y que ofrecía una posición muy peligrosa para Godric al tenerlo prácticamente emparedado junto a la otra criatura que parecía disfrutar devorando a Leobald a pesar de su precario estado y consistencia, no tardó en responder al indignante ataque de Adriana. Extrayendo un convulso pseudópodo, intento aplastarla con una fuerza increible, levantando parte del adoquinado donde su tentáculo había golpeado. Afortunadamente la elfa vio venir de lejos el impacto, y lo tuvo bastante fácil para esquivarlo con bastante margen de error.
Sin embargo, el agonizante cubo que aún se aferraba en terminar de consumir al caballero, en sus últimos estertores, agitó otro de sus pseudópodos pillando completamente por sorpresa al gran oso que ahora era Mablung. El azote le cruzó su peludo rostro justo sobre el hocico, corroyendo su correosa piel alrededor de los ojos... Un aullido de dolor emanó con fiereza de la bestia herida, que agitaba su cabeza intentando sacudir parte de la sustancia ácida que le quemaba con crueldad toda la piel y pelo en la zona.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Con un rugido de dolor el oso se alzó sobre sus patas traseras mientras el acido siseaba por su rostro cegandole. Acogiendose a ese dolor y cegado por el acido, Mablun se lanzó de nuevo contra el cubo y su desdichado ocupante, lacerando y desgarrando con sus colmillos a todo lo que alcanzaba.
El ataque del oso enfurecido y parcialmente ciego terminó de destrozar lo que restaba del cubo, esparciendo restos pegajosos de gelatina corrosiva a su alrededor como si de un geyser de ácido se tratara. El caballero se vio liberado de su viscosa prisión, cayendo al suelo de rodillas e intentando aguantar la compostura mientras volvía a llenar sus pulmones de aire que no le quemara desde dentro... sobre su cabeza, varios zarpazos siguieron atacando el lugar donde hace escasos segundos descansaba, puesto que la furia ciega de la bestia no era capaz de distinguir bien más allá de su propio hocico...
Dando gracias a que seguía vivo, a pesar del dolor que provocaba cada centímetro de su torturada piel enrojecida y llena de ampollas al rozar con su armadura era casi insostenible, Leobald se preparó de nuevo para el combate, aprendiendo de su errores y procurando mantenerse lejos de un Mablung desbocado y sin control...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
A dos cimitarras el aasimar asaltó con mal café al cubo que quedaba, con un muy certero tajo con el arma en su diestra y una quizá menos efectiva tajada con la de la siniestra. Aquellas magníficas criaturas podían ser derrotadas y esperaba que esta perdiera la consistencia como su compañera.
El combate era rápido pero podía oler el daño que le habia hecho a Leobald, la acre corrosión del metal y la carne. Concentrado, sin moverse, se concentró y apuntó a la mole gelatinosa. Presentaba una pose algo extraña ya que aunque la ballesta apuntaba correctamente, su cabeza parecía dirigirse hacia la pared.
Tras un instante el chasquido de la ballesta reverberó en la cueva, "Nock!" Disparó y al flecha voló certera hacia la criatura de gelatina "Whizz", impactándola de lleno "Thud".
Después se alejo del temible oso que estaba a su lado, su furia le hizo temer por sus siguiente accion.
Zevatur, Rolthos