Mablung casi no podía creer lo que veía, toda una sub ciudad operando en las alcantarillas sin que los habitantes de la superficie sospechasen lo más mínimo, esa idea le hizo gracia al imaginarse la cara de Eliander ante tal cosa. Y la sonrisa mudo a estupefacción cuando vio al cerebro flotante en su tanque. Parpadeando varias veces para cerciorarse de que era real, casi no salía de su asombro, claramente tendría unas palabras con Squick sobre la naturaleza de su señor. Las palabras de sus compañeros le sacaron de ese estado y dijo:- Me lo parece a mi somos el último recurso de esta ciudad para resolver aquello que sus habitantes no quieren o no pueden hacer.- comentó en voz baja hacia sus compañeros más cercanos. Dirigiéndose al resto dijo:-¿Que información nos facilitará si acabamos con lo que sus secuaces no han sido capaces de acabar? .Por otro lado yo también tengo preguntas, ¿serán respondidas también?.- Eso sería mejor preguntárselo directamente al Amo, pensó para sí mismo.
Dirigiéndose al cerebro y mirando hacia donde debería tener lo ojos dijo:- Soy Mablung, druida de Dreadwood, y también tengo preguntas, relacionadas con Ferrin y su asesino, así como sobre los alquimistas de la isla Paraíso. Si realizamos esta labor de caza, entiendo que o tendremos respuestas o indicaciones para obtenerlas.
-¿A parte de es un ser acuático, tenemos más información sobre nuestra posible presa?-
Leobald saludó con un ligero cabeceo a sus compañeros cuando llegaron al pie de la columnata. Una sonrisa ligera y sincera les dio la bienvenida. La frente despejada, los cabellos níveos asomando en las sienes y su rostro amable le daban un aire sereno. Pareciera más gallardo y digno de confianza. Con las manos a la espalda, aguardó en silencio mientras sus compañeros intervenían. El caballero optó por la prudencia, dado que era el último en llegar al grupo y no tenía claras las expectativas de sus compañeros respecto a este encuentro ¿Qué cuestiones venían a plantear? Él pensaba que estaban aquí por el asunto de Adriana.
Suavemente, avanzó un par de pasos y acercó su mano al hombro del anciano hombre rata, antes de que fuera demasiado tarde. Mientras los demás hablaban, musitó un plegaria a Tyr para aliviar la carga a la que la posesión mental del Amo le estaba sometido.
Lay on Hands Pool: le curo 2 puntillos de vida antes de que le de un parraque.
La criatura que soportaba el peso de la conversación pareció sentirse reconfortada de algún modo cuando Leobald le puso la mano en su hombro, recobrando parcialmente algo de sus fuerzas. Dirigiéndose al druida, el ser que se parecía a un Squick extremadamente vetusto, asintió con cierto respeto hacia el elfo de los bosques.
- En efecto, si está en nuestras manos compartir ese conocimiento, lo haremos, o sino, os dirigiremos hacia quien pueda ayudaros. De hecho mientras llegábais, parte de vuestra cuestión principal, ya ha sido respondida, como acto de buena fe por nuestro lado... tus compañeros te pueden poner al día al respecto. Aunque sinceramente la situación de Ferrin y su situación nos es relativamente nueva, su guardían... no nos acercábamos mucho, puesto que no nostenía en mucha estima, y a veces pretendía usarnos como aperitivo... quizás su estado de desnutrición influyera en su comportamiento claro.
El roedor humano hizo una pausa antes de proseguir, no sin antes intentar resistirse sin ningún éxito a unas toses que le hicieron temblar como una marioneta rota.
- En cuanto a los Alquimistas... si, algo sé, como ya les he contado a tus aliados....
Nuevas revelaciones sobre temas que quizá tampoco le interesaban en demasía. Dar caza a cosas a cambio de otras. De pronto todos eran el demasiadas veces cuestionado Khalion que ante la evolución del grupo no descartaba ver al escrupuloso caballero revanando cabezas sin miramientos. Seguro que desde un humano supremacista tan solo valora separar cabeza de tronco en aquello que no es humano, en desprecio total por otros seres y especies.. ya lo había vivido cuando solo su dicina capacidad sanatoria le había salvado de soldados sobervios que encontraban placer en el tormento de elfos y bichos raros como un joven aasimar.
-Información fútil pues de nada servirá de ser borrada de nuestras cabezas..-respondio prgamático- tan inútil como obtener garantías de que al final no sea eso mismo lo que nos ocurra tras éxito de semejante campaña. -Pese a las dudas, volver a la caza le despertaba algo en el interior..-Si de caza hablamos mejor tratar con profesionales..-dijo mirando a la enfermiza concurrencia de aquellos salones del inframundo.-Las cosas se pagan a justo precio..- dijo sin saber si mirar a la ratayayo o al cerebro dentro del tarro.- Y algo que se escapa de las capacidades locales debe ser recomepnsada con similar excepcionalidad.. y no parece que información cubra la apuesta.
- A lo que el Amo se refiere, Mablung, - dijo la alta elfa acercándose al druida y rodeando su brazo, parecía que estuviese apoyándose en él para descansar de lo agotador que le resultaba cualquier movimiento - es que en su vida pasada fue parte integrante de los Alquimistas - en este punto presionó débilmente su mano alrededor del musculoso bíceps de su compañero, como si quisiera retenerle ante una posible explosión de ira - Su historia es un dramático desenlace de desdichados acontecimientos, en los que quizá el karma, el destino o los mismos dioses le devolvieron en su propia carne las atrocidades que cometió con otros cuando investigaba como catedrático en la universidad de los Alquimistas en Isla Paraíso. Se convirtió en un espécimen de experimentación más, y fue sometido a terribles torturas hasta terminar como se presenta ahora ante nosotros. Los habitantes de este infra-reino le salvaron y ayudaron, y ahora él intenta devolverles el favor ocultándoles y protegiéndoles, intentando redimir todo el mal que causó - su voz denotaba una profunda compasión hacia aquella víscera - Sin duda, el Amo podrá resolver muchas de tus dudas con respecto a los alquimistas, Mablung - concluyó, esperando la reacción del druida, sin soltarle del brazo.
- Quizá también pueda ayudarnos en otra importante y urgente cuestión- dijo mirando al anciano rátido - Adso y Adklo, el protegido, han desaparecido - les nombró sin dar más explicaciones, dando por hecho que no eran necesarias - creemos que están en grave peligro, pero no conocemos estos parajes y nos sentimos perdidos, no sabemos por dónde comenzar a buscar. Quizá usted, o sus súbditos, hayan visto o escuchado algo que pueda centrarnos en su búsqueda-
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Eran muchas preguntas que necesitaban respuestas. A cambio solo debían derrotar a una invasiva criatura, cuestión que en el fondo también formaba aparte de su cometido como agentes. Tan solo quedaba la cuestión de si serian capaces de matarla o no. Miró a sus compañeros y les observo mientras preguntaban sus muchas dudas. Un sentimiento de inevitabilidad le hizo decidirse. Si iban a sobrevivir en Saltmarsh no seria escondiéndose. Y si moría en el intento, quizás allá abajo estaría a salvo de Akrul.
- Yo digo que aceptemos. Además de lo que pueda hacer el Amo por nosotros, es nuestro deber acabar con las amenazas de la ciudad.
Las palabras de Adriana parecieron golpear al druida y la hechicera pudo sentir como los músculos del druida se tensionaban y en su cara se veía al pugna por controlar su ira, un antiguo alquimista allí mismo, Mablung no lo podía creer. Mirando a sus compañeros, en especial a Adriana. reprimió la primera respuesta que iba a dar y muy despacio el druida dijo:- Entiendo que cuando se produjeron los ataques contra el bosque, ya no formabas parte de tu antigua hermandad,- en este punto su voz se convirtió en casi un susurro- los alquimistas y que por lo tanto estas al margen de sus acciones-.
Tomando aire continuó:- Por lo que parece, eres otra victima de ellos, quizás merecidamente y tu condición actual sea el precio que has de pagar por tus acciones. No me mal interpretes, todos cargamos con las consecuencias de nuestro actos, pero si has roto los lazos con ellos y no te pones en el camino de su caída, creo...que podemos colaborar-
El druida se quedo mirando fijamente al cerebro esperando su respuesta y preparado para lo que pudiese acontecer con su respuesta.
El caballero cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna sin perder su aire de dignidad amable mientras Khalion trataba de negociar una mejor posición. En su opinión ya habían presionado suficiente, pero él acababa de llegar y quien sabe, quizá funcionase. Cuando Adriana puso al día a todos, Leobald enarcó una ceja imperceptiblemente. ¿Adso y Adklo? Así que les estaban buscando, bien. ¿Cuál era el papel de esos muchachos en todo esto? Tomó nota mental para preguntar a Adriana una vez salieran de la Corte de los Descarriados.
Leobald asintió a las nobles palabras de Toctoc. Él no se hubiera expresado mejor. Realmente no había muchas más opciones. Pero fue el druida quien realmente le sorprendió para bien. Con orgullo, admiró el gesto paciente de Mablung. Debía de haberle costado mucho. Si podía entenderse con un viejo enemigo como el Amo, todo estaba por escribir. Observó al druida con un creciente respeto mientras este miraba fijamente al enorme cerebro que burbujeaba en lo alto de la columna labrada.
El "Amo" volvió a hablar a través de su decrépita marioneta rátida, no sin antes esperar pacientemente a que todos los agentes y plausibles futuros aliados expusieran sus cuestiones y dudas. Parecía como si el cerebro flotante hubiese adquirido alguna especia de ... inmortalidad con su transformación y parte de su castigo, lo que le hacia enfrentarse a este tipo de conversaciones y tratos con una paciencia infinita.
- Adklo... si quizás sepamos donde está... cuando su mellizo intentó ponerle a salvo, no supo elegir bien sus aliados ni cubrir su rastro... incluso nuestros exploradores más novatos pudieron seguirles, es bastante torpe, aunque me temo que, quizás lleguéis tarde ... al menos para uno de ellos. Si cumplís vuestra parte, no dudaremos en añadir esa información como muestra de nuestro buen hacer al trato.
Las palabras del druida, conteniendo su ira, se deslizaron a través de sus cortados labios, como una lenta ponzoña usada para acabar con un insidioso enemigo... causándole el mayor sufrimiento posible en el proceso. El "Amo" esperó a que terminara para contestarle con una inquietante calma.
- En efecto, mi actual condición se remonta a mucho antes de ese aciaga noche, ... yo pertenecí a una generación anterior ... donde se decidió que premiar mi lealtad y el sacrificio de cualquier ética en favor de la ciencia y las maravillas que estaba a punto de descubrir, consistía en "ascenderme" a algo "superior"... y grotesco. Confinando mi mente y mis conocimientos por siempre en esta prisión viscosa... No, no comulgo con los Alquimistas en absoluto, y su caída, si algún día se produce, me provocará un gran regocijo...
La entonación producida por el vetusto hombre rata destilaba puro rencor... y aún así, el "Amo" decidió tomarse algunos segundos antes de proseguir, intentando templar su ánimo, para no emitir un juicio especialmente sesgado.
- Sus pecados contra tu pueblo, sin embargo, ... como lo diría, ... no es un comportamiento que yo achacaría a la organización a la que pertenecí... no suelen ser tan directos, ni intervenir de primera mano, ... algo más está ocurriendo, sus actos son muchos más caóticos y aleatorios... y sus intervenciones han perdido sutilidad y discreción, como si un cambio en sus objetivos y modo de operar muy opuesto a cuando yo... "servía" en sus filas se hubiera producido, ... es algo que me intriga, pero el acceso de mi gente a isla Paraíso es prácticamente imposible, y mis indagaciones no han conseguido avanzar apenas en ese campo.
Cuando el cerebro flotante que hacía de excelso anfitrión del grupo de agentes entendió que poco más se podía aportar, y que sus aliados ya habían tomado una decisión por mayoría, volvió a intervenir una última vez.
- Me llena de júbilo que hayáis tomado la decisión correcta, ... uno de mis rastreadores más veteranos os acompañará a los túneles más profundos, donde nuestro reino ya no ha lugar. Si necesitáis algo de equipo, podemos intentar proporcionároslo, aunque no prometemos que sea de una alta calidad. -Refiriéndose esta vez al rátido de piel blanca y edad extrema que había ejercido como mediador en todo el proceso, el "Amo", pareció dedicarle unas palabras de agradecimiento - Gracias por tu sacrificio, Gran Sabio de los Descarriados, que tu último aliento sirva de ejemplo para todos, y que tu carne, arrojada y usada para alimentar a nuestros jóvenes, sirva para transmitirles la sabiduría y la razón que acumulaste en vida... así sea...
El silencio llegó una vez más al gran salón, permitiendo una vez más que los ruidos de patrullas y movimiento en la zona más alejada del trono cogiera protagonismo. El cuerpo agotado del anciano hombre rata convulsión por unos momentos, ... antes de caer muerto y consumido sobre la ajada alfombra de color carmesí que conducía al cilíndrico trono... Al menos, la energía sanadora que Leobald le había proporcionado, había conseguido que sus últimos momentos de vida hubiesen sido más dignos y menos dolorosos. Lentamente y con cierto respeto, un par de guardias se acercaron a por el cuerpo inerte de la voz del "Amo", para arrojarlo a las hambrientas fauces de los más "jovenes" ... como tributo.
Aquellas palabras atravesaron toda defensa en la seguridad del aasimar. Su porte reducida por la revelación de un rotundo fracaso, defender al inocente gemelo.
-No puede ser..-a voz quebrada, insegura, indigna de su divina naturaleza.- psicópatas.. malnacidos.. ¿Por qué no les pretegisteis, vosotros que también sois cazados en esta repugnante costumbre homicida?.
Su lamento en voz alta, desatendido, en los últimos estertores del anciano rátido. Dantesco espectáculo que poco le conmovían sabiendo que su palabra era inafalible cuando el fin era la muerte pero terminaba fracasando siempre que la naturaleza del juramento era la vida.
Leobald suspiró con tristeza al oír el destino de Adso o su hermano. Observó con pesar cómo todo aquello afectaba a Khalion. Después de todo, no era el cazarrecompensas frío y despiadado que se empeñaba en parecer. Había sentido bien en él y su don no se equivocaba.
—Valor, Khalion. Uno de ellos aun nos necesita —dijo posando la mano comprensivamente sobre el hombro del asimar—. Acabemos con esto para poder socorrerlo. Ahora, más que nunca, te necesita. Reponte amigo, cacemos a ese monstruo de las profundidades y busquemos al chico.
El caballero asintió solemnemente a Khalion dando forma a su promesa.
TocToc se sorprendió al ver al viejo raatido caer muerto. Suspiro. La última escena le dejó claro que con el Amo no deseaba tener una alianza firme y de confianza. Al final no parecía realmente muy diferente de Akrul, utilizando otros seres y disponiendo de sus vidas para llevar a cabo sus designios. Al menos no demostraba la crueldad y sadismos del lich.
- Un breve descanso nos vendría bien, tus pruebas nos han debilitado y fatigado…
El grupo de agentes fue escoltado de vuelta por el gran salón y dirigidos a través de una de las múltiples salidas laterales, donde los pasillos volvían a coger formas cilínricas y era relativamente incómodo caminar a través de ellos, aunque eso no parecía afectar lo más mínimo a los habitantes de este submundo oculto. A lo largo del trayecto, el grupo de agentes no se cruzó con ningún miembro de la comunidad rátida que no pareciera un guerrero o un explorador armado, como si los civiles o las crías estuvieran en otro ala o localización diferente alejada de todo el núcleo que acotaba la entrada principal y el gran salón del "Amo"...
Finalmente y tras un laberíntico recorrido, llegaron a una sala más pequeña, más parecida a un lugar de avituallamiento o pequeño almacén que a cualquier otra cosa, pero al menos había cajas y bancos para descansar. Ésta tenía dos salidas, una por la que habían llegado y otra que conducía a otra zona donde la arquitectura se perdía para abrazar cavernas naturales desde donde el goteo continuo en diferentes frecuencias profetizaba un camino húmedo y resbaladizo. Los guardias de pelambre gris e incisivos pronunciados les indicaron con amabilidad que esperaran al guía y que no se tocara nada de las cajas de madera de medio tamaño que amueblaban parte de la estancia.
Tras prácticamente una hora de descanso, donde los agentes pudieron intercambiar sus ideas y los secretos más oscuros que quedaran pendientes, un hombre bajito de caminar encorvado se asomó con cierta expectación al lugar, entrando con cautela pero con una extraña sonrisa, mezcla de optimismo inocente y excitación poco disimulada. Su atuendo era parecido al de os guardias de la entrada, aunque quizás incluso un poco de peor calidad si eso era posible, y más adaptado a su tamaño, puesto que apenas sobrepasaba el metro y medio en estatura.
- ¡Soy Gurruk! Vuestro explorador designado para esta misión ... os acompañaré hasta los límites del reino, mucho más abajo, donde la protección del "Amo" no llega, y os traeré de vuelta sanos y salvos... para la Gloria de la Corte...! Espero que tengáis todo listo ya, así ¡que adelante!
El ágil humanoide parecía destilar entusiasmo por todos sus sucios poros, y sin dejar de moverse, como si permanecer quieto en un mismo lugar más de un segundo seguido le fuera a costar la vida, el hombrecillo se situo en cabeza sacando al mismo tiempo un rudimentario mapa dibujado sobre lo que parecía una piel de cuero muy fina.
- ¡Por aquí, seguidme! ... de nosortos depende el futuro de mi pueblo, ... me han dicho que no tengo que sufrir ninguna presión por ello, pero por alguna razón... si que lo hace... je je ... no me lo toméis en cuenta.
Las cavernas comenzaron a mostrarse traicioneras en cuanto a que el nivel de oscuridad era total, y se necesitaba de fuentes de luz ajenas para poder avanzar, ... Gurruk portaba en una de sus manos una tea ardiente que apestaba a combustible en mal estado emitiendo un exceso de humo quizás ligeramente tóxico, y en la otra, el preciado mapa que le habían otorgado bajo su protección.
La humedad tampoco ayudaba, y pequeñas corrientes de agua, como torrentes de agua dulce, recorrían la base de los caminos pedregosos y pulidos que seguían, obligando a los agentes a extremar la precaución para no resbalar a cada paso. A pesar de o rudimentario del mapa, con mucho dibujo y apenas anotaciones o escritos, el explorador rátido parecía moverse con cierta soltura interpretándolo con seguridad, y no dudaba apenas cuando alguna intersección o cámara más grande se abría ante ellos salpicada por estalagtitas y estalagmitas de gran tamaño, para volver a cerrarse en irregulares pasillos de nuevo.
A esas profundidades, la flora y la fauna parecían no existir literalmente, salvo algún ocasional hongo de aspecto insalubre... ni siquiera el moho había hecho mella en aquellos pasajes subterráneos. Por fín, tras una cantidad indeterminada de tiempo, el pasadizo que seguían se abrió a una enorme caverna... tan gigantesca, que era imposible ver sus límites más allá de donde se encontraban... La roca madre dio paso a un terreno más arenoso, y ante ellos, un profundo mar se abría paso hasta el horizonte. Éste apenas tenía oleaje, y el sonido de sus aguas al romper contra una playa de escasos metros de longitud era lo único que se escuchaba a parte de la cascada natural que caía a plomo desde una de las paredes de la gran cueva de límites infinitos, relativamente cerca de ellos.
El Mar Silente:
Gurruk, señaló hacia la caída de agua a lo largo de la costa a unos centenares de metros más adelante, por alguna razón, esa parte poseía cierta iluminación natural proveniente de su parte superior, donde la cascada rompía en la caverna. El pequeño rátido intento expresarse, aunque repentinamente, su capacidad de comunicación parecía extremadamente mermada.
- Detrás... cascada, reino de la bestia ... yo esperar ... aquí .... no acercar ... más ...
El explorador parecía frustrado ante su lamentable capacidad de expresarse... pero pareció satisfecho al final cuando se cercioró que había quedado clara su posición y su destino. Y con la agilidad que le caracterizaba, se desplazó con rapidez de nuevo por el pasaje por el que había llegado, apagando su antorcha y ocultándose en las sombras...
Tras el corto receso, Leobald se esforzó por seguir el paso rumbo a las profundidades. Cuando se detenían, trataba de interpretar el mapa de su guía rata por encima del hombro. Discretamente, trató de memorizar el itinerario. Quién sabe si no tendrían que volver a subir por sus propios medios.
Cuando llegaron a la boca de aquella cueva subterránea, se tomó uno momentos para apreciar el espectáculo natural. Observó la caverna inabarcable que se perdía en las sombras mientras que la luz natural arrancaba destellos de la cascada en su parte más alta. Sin duda era un paraje digno de ciertos poetas románticos, tan salvaje, tan ignoto. En su opinión era un reino más que digno para una bestia y esta, además, ponía trampas.
—Bien —dijo quedamente mientras observaba al guía apearse del grupo—. Ya seguimos nosotros desde aquí. ¿Algún proceder en especial? —preguntó a sus compañeros mientras encendía su propia lámpara de aceite—. ¿Alguien tiene algún talento para detectar las trampas?
La luz de la lámpara se rebeló momentáneamente contra las sombras justo antes de ser confinada a la campana de la linterna de ojo de buey. El cono de luz iluminó al grupo y casi una veintena de pasos más allá.
—Yo puedo acompañarle. O abrir la marcha en su defecto—sugirió mientras miraba a los demás con aire de abnegada resignación.
Durante la audiencia con el Amo Godric no abrió la boca, aunque durante un buen rato estuvo con la mirada perdida en algún punto más allá del frasco en cuyo interior residia aquel que ahora determinaba sus pasos.
Tan poco habló mucho durante el tiempo que estuvieron descansando y preparándose para el viaje, tan solo algunas palabras susurradas con Adriana.
El joven clérigo agradeció las vicisitudes del camino ya que al estar concentrado en no resbalar en la pulida y húmeda roca apenas tenía tiempo de escuchar sus propios pensamientos.
Sin embargo, al llegar a la enorme caverna y a las orillas de aquel mar subterráneo, no pudo evitar acercarse a la elfa y compartir aquel momento de sobrecogimiento y salvaje belleza con ella, aunque fuera tan sólo por la proximidad de sus cuerpos. La mano de él quedó muy cerca de la de ella mientras su mirada intentaba abarcar la inmensidad de aquella caverna con la limitada luz que provenía de la cascada.
Cuando su inquieto guía se perdió en las sombras Godric invocó la luz de Lathander en una roca y se la entregó a Leobald, poniéndola en la enguantada mano del caballero y cerrando su puño sobre ella antes de que terminara de preparar su lámpara de aceite.
Después se situó con el escudo y la maza dispuestos al lado de Adriana.
Adriana se recostó entre las cajas de suministros intentando descansar lo máximo posible. Preocupada por las últimas noticias de Adso y su hermano gemelo, permaneció en un meditabundo silencio, solo interrumpido por las escasas palabras que cruzaba con Godric de vez en cuando. Le preocupaba igualmente su estado físico, sabiendo que necesitaría aún unas horas más para reponerse del todo, horas de las que no disponían por la urgencia de la misión que iban a llevar a cabo. Solo deseaba y esperaba que su agotamiento no supusiera un lastre para el grupo. Acarició a sus pequeñas amigas con cariño, recuperando algo de templanza, mientras les ofrecía unas migajas de pan que escondía en sus bolsillos.
Las fuerzas recuperadas en el frugal descanso se desvanecieron poco después de comenzar la caminata por los pasadizos. Intentando ocultar la fatiga, siguió a sus compañeros sin emitir queja alguna, pero de nuevo su respiración superficial y algo acelerada delataban su precario estado.
Cuando por fin llegaron a la inmensa gruta, la hechicera tomó aire, admirando la belleza de la creación de la naturaleza. Aprovechando la cercanía de Godric, se apoyó ligeramente en él, rodeando su brazo y tomándose unos segundos de descanso, tras los cuales se recompuso y animó a Betty y a Llagas a salir de sus bolsillos.
Fijó su mirada en el inmenso mar en calma, que le produjo un leve escalofrío; no tenía intención de molestar a lo que fuera que descansara en esa profunda oscuridad. Caminó lentamente hasta llegar a la pequeña playa mientras sus compañeros se preparaban para adentrarse tras la cascada y observó aquel lugar, en busca de algún rastro de vida o alguna señal que pudiera llamarle la atención, o algún destello de magia en las inmediaciones.
Detect Magic
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung se centro en si mismo durante el tiempo que esperaron en el desvencijado almacén. Cuando llego el momento de ponerse en marcha, el druida trato de memorizar el camino por lo que le pudiese pasar a su guía.
Cuando llegaron a su destino y vio al caballero con la luz y la armadura ofrecerse para ir primero el elfo dijo: - No creo que se buena idea que vayas el primero y atraigas la atención de lo que sea que mora en esa cascada alertándola de que estamos aquí, si luego queremos acabar con ella. Esperad aquí iré a echar un vistazo a la cascada y vuelvo, tendrás tu oportunidad para dialogar con ella y tratar de ver porque quiere quitarle su terreno a las ratidos del Amo- acabo diciendo con un deje sorna, para luego hacerle un gesto a Khalion por si quería acompañarle.
Tras lo cual moviéndose entre las sombras avanzó con cuidado hacia la cascada a la vez que buscaba signos de la criatura que allí habitaba.
La piedra iluminada por Godric lanzó destellos de luz por todo su entorno, iluminando parte de la playa y las oscuras aguas... gracias a ese resplandor, Adriana pudo observar que el agua que rompía contra la improvisada costa con diminutas olas de escasos centímetros de altura, era clara como el cristal, pura en extremo, y que la opacidad venía de un fondo posiblemente de origen basáltico... que precipitaba muy rápidamente en una sima insoldable a escasos metros de la linea de costa... La alta elfa y el druida esperaron escuchar el inconfundible sonido de murciélagos u otras criaturas que habitasen las profundidades, revolotear y huir ante la repentina presencia de luz... pero no ocurrió nada, solo silencio, interrumpido por el lejano oído de la cascada... y el murmurar de las olas. Adriana alzó su mirada unos momentos buscando algún resquicio de magia ajeno al grupo en la zona, sin éxito alguno.
Khalion parecía demasiado disperso como para atender las demandas de Mablung, así que el elfo de los bosques decidió acercarse sólo hasta la caída de la cascada natural, a pesar de que según se aproximaba a su objetivo, la luminiscencia que radiaba su parte más alta debería dificultar su sigilo, el druida parecía moverse con soltura, y pronto su figura comenzó a ser muy difícil de distinguir en contraste con las pulidas rocas grises que acordonaban la zona conteniendo en un pequeño lago el agua que caía con fuerza desde decenas de metros más arriba.
En efecto, el único superviviente de los Círculos de Dreadwood pudo ver una entrada no demasiado oculta detrás de la caída de agua, parecía una gruta que se adentraba de nuevo en las profundidades, alejándose del silencioso mar que recorría su flanco derecho. No vio el primer esqueleto hasta que estuvo casi encima de él y sus pies se tropezaron con la osamenta inerte que lo conformaba... allí abajo, a escasos metros de la gruta, ... cuando bajó la vista, pudo percibir decenas de ellos, la mayoría acumulados justo en la zona donde el agua descendente tocaba con el lago natural, y su presencia se esparcía hacía atrás, dentro de la gruta.
Gracias a su vista élfica acostumbrada a la penumbra, Mablung pudo distinguir que varios cráneos tenían la fisionomía de rátidos, alargados y con incisivos pronunciados, acompañados de espinas dorsales algo contorsionadas y encorvadas. Aunque la mayoría... no pertenecía a los sirvientes del Amo. Su corazón dio un vuelco cuando distinguió que decenas de cadáveres parcialmente podridos y sin apenas carne, aún conservaban las túnicas y simbología del Círculo Septentrional del bosque que fue su hogar hasta la gran masacre... Él no había pertenecido a aquel Círculo, puesto que era el más alejado al suyo, pero el elfo de los bosques no dudó ni un momento, parte de sus compañeros druidas yacían allí, abandonados sus cuerpos, pudriéndose desde hace años en aquel lugar... lo que levantaba más preguntas que respuestas... ¿Cómo habían llegado hasta aquí? ¿No se supone que todos los Círculos había perecido en la batalla contra los Alquimistas? ¿Conocía esta información el Amo y se la había ocultado, a pesar de que sabría que era lo primero que iba a encontrar aquí abajo? ...
Un sentimiento de repulsión y angustia atenazó a Mablung, prácticamente paralizándole en aquel lugar, tumba y testigo silente de parte de su antigua familia... podía sentirlo, súbitamente, una oleada de maldad y corrupción que retorcía el orden natural de la vida misma parecía emanar de aquel maldito lugar, desde más adelante... en el interior de esa gruta... donde algo abominable le esperaba...
Khalion señaló su armadura con motivos de los siete mares, con fabulosas propiedades entre las que no estaba la discrección. Aquellas escamas hacían demasiado ruido para acompañar al druida en una misión discreta.
-De conseguir que salga fuera cascada y mantenemos distancia del agua podríamos tener certera ventaja.. Una emboscada podría ser efectiva - dijo mirando al rátido acompañante, perfecto para atraer atenciones malintencionadas.
Tras conjurarse con su acero otorgando de Hex su cimitarra diestra, movió la enorme ballesta a dos manos de espalda al frente para cubrir la incursión del elfo hacia la catarata, acercándose para mantenerse siempre en rango de disparo.
En el almacén TocToc miró con curiosidad las cajas. ¿Víveres? ¿Ingredientes de alquimia? ¿Armas?... Recordando el penoso estado de las armas de los guardias de esta comunidad concluyó que lo que había en las cajas no debía ser de gran valor… A no ser que el Amo guardase algún tesoro para sí mismo. Con ese pensamiento sintió una casi irrefrenable curiosidad por su contenido ya que podía aclarar, en parte, las verdaderas intenciones del Amo. Así, sin tocarlas, las estudio con atención, oliendo y observando de cerca indicios que pudieran dar pistas de su contenido. Cuando fue evidente que los guardias se pusieron algo inquietos TocToc se limitó a descansar con el resto de sus compañeros.
- Gurruk - Repitió TocToc mientras seguía de cerca al rátido guía a través de los incomodos pasillos. A pesar de echar de menos su perdida vista aguda, su atención se fijó en las sensaciones de sus callosos pies. Nunca había prestado mucha atención a lo que palpaban. Pero, ahora que no podía percibir más allá de unos metros, su atención parecía haberse centrado en ellos. Sintió la curvatura del pasillo, la húmeda superficie y cuanto de resbaladizo era en cada punto, las corrientes de agua… Fascinado permaneció en silencio hasta llegar a la gran gruta.
Al llegar a la gran gruta se rezagó algo y observó como sus compañeros se detenían a admirar la belleza de la gruta en toda su grandiosa extensión. TocToc tan solo pudo ver como la oscuridad ocultaba todo lo que estaba más allá de su escaso radio de visión. Detrás de sus compañeros sintió la congoja de la perdida de la visión y alegría que había sentido al percibir con sus otros sentidos se convirtió en amargura. Casi paralizado observo como el druida avanzaba hacia la cascada.
Mablung casi no podía creer lo que veía, toda una sub ciudad operando en las alcantarillas sin que los habitantes de la superficie sospechasen lo más mínimo, esa idea le hizo gracia al imaginarse la cara de Eliander ante tal cosa. Y la sonrisa mudo a estupefacción cuando vio al cerebro flotante en su tanque. Parpadeando varias veces para cerciorarse de que era real, casi no salía de su asombro, claramente tendría unas palabras con Squick sobre la naturaleza de su señor. Las palabras de sus compañeros le sacaron de ese estado y dijo:- Me lo parece a mi somos el último recurso de esta ciudad para resolver aquello que sus habitantes no quieren o no pueden hacer.- comentó en voz baja hacia sus compañeros más cercanos. Dirigiéndose al resto dijo:-¿Que información nos facilitará si acabamos con lo que sus secuaces no han sido capaces de acabar? .Por otro lado yo también tengo preguntas, ¿serán respondidas también?.- Eso sería mejor preguntárselo directamente al Amo, pensó para sí mismo.
Dirigiéndose al cerebro y mirando hacia donde debería tener lo ojos dijo:- Soy Mablung, druida de Dreadwood, y también tengo preguntas, relacionadas con Ferrin y su asesino, así como sobre los alquimistas de la isla Paraíso. Si realizamos esta labor de caza, entiendo que o tendremos respuestas o indicaciones para obtenerlas.
-¿A parte de es un ser acuático, tenemos más información sobre nuestra posible presa?-
Leobald saludó con un ligero cabeceo a sus compañeros cuando llegaron al pie de la columnata. Una sonrisa ligera y sincera les dio la bienvenida. La frente despejada, los cabellos níveos asomando en las sienes y su rostro amable le daban un aire sereno. Pareciera más gallardo y digno de confianza. Con las manos a la espalda, aguardó en silencio mientras sus compañeros intervenían. El caballero optó por la prudencia, dado que era el último en llegar al grupo y no tenía claras las expectativas de sus compañeros respecto a este encuentro ¿Qué cuestiones venían a plantear? Él pensaba que estaban aquí por el asunto de Adriana.
Suavemente, avanzó un par de pasos y acercó su mano al hombro del anciano hombre rata, antes de que fuera demasiado tarde. Mientras los demás hablaban, musitó un plegaria a Tyr para aliviar la carga a la que la posesión mental del Amo le estaba sometido.
Lay on Hands Pool: le curo 2 puntillos de vida antes de que le de un parraque.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La criatura que soportaba el peso de la conversación pareció sentirse reconfortada de algún modo cuando Leobald le puso la mano en su hombro, recobrando parcialmente algo de sus fuerzas. Dirigiéndose al druida, el ser que se parecía a un Squick extremadamente vetusto, asintió con cierto respeto hacia el elfo de los bosques.
- En efecto, si está en nuestras manos compartir ese conocimiento, lo haremos, o sino, os dirigiremos hacia quien pueda ayudaros. De hecho mientras llegábais, parte de vuestra cuestión principal, ya ha sido respondida, como acto de buena fe por nuestro lado... tus compañeros te pueden poner al día al respecto. Aunque sinceramente la situación de Ferrin y su situación nos es relativamente nueva, su guardían... no nos acercábamos mucho, puesto que no nostenía en mucha estima, y a veces pretendía usarnos como aperitivo... quizás su estado de desnutrición influyera en su comportamiento claro.
El roedor humano hizo una pausa antes de proseguir, no sin antes intentar resistirse sin ningún éxito a unas toses que le hicieron temblar como una marioneta rota.
- En cuanto a los Alquimistas... si, algo sé, como ya les he contado a tus aliados....
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Nuevas revelaciones sobre temas que quizá tampoco le interesaban en demasía. Dar caza a cosas a cambio de otras. De pronto todos eran el demasiadas veces cuestionado Khalion que ante la evolución del grupo no descartaba ver al escrupuloso caballero revanando cabezas sin miramientos. Seguro que desde un humano supremacista tan solo valora separar cabeza de tronco en aquello que no es humano, en desprecio total por otros seres y especies.. ya lo había vivido cuando solo su dicina capacidad sanatoria le había salvado de soldados sobervios que encontraban placer en el tormento de elfos y bichos raros como un joven aasimar.
-Información fútil pues de nada servirá de ser borrada de nuestras cabezas..-respondio prgamático- tan inútil como obtener garantías de que al final no sea eso mismo lo que nos ocurra tras éxito de semejante campaña. -Pese a las dudas, volver a la caza le despertaba algo en el interior..-Si de caza hablamos mejor tratar con profesionales..- dijo mirando a la enfermiza concurrencia de aquellos salones del inframundo.-Las cosas se pagan a justo precio..- dijo sin saber si mirar a la ratayayo o al cerebro dentro del tarro.- Y algo que se escapa de las capacidades locales debe ser recomepnsada con similar excepcionalidad.. y no parece que información cubra la apuesta.
- A lo que el Amo se refiere, Mablung, - dijo la alta elfa acercándose al druida y rodeando su brazo, parecía que estuviese apoyándose en él para descansar de lo agotador que le resultaba cualquier movimiento - es que en su vida pasada fue parte integrante de los Alquimistas - en este punto presionó débilmente su mano alrededor del musculoso bíceps de su compañero, como si quisiera retenerle ante una posible explosión de ira - Su historia es un dramático desenlace de desdichados acontecimientos, en los que quizá el karma, el destino o los mismos dioses le devolvieron en su propia carne las atrocidades que cometió con otros cuando investigaba como catedrático en la universidad de los Alquimistas en Isla Paraíso. Se convirtió en un espécimen de experimentación más, y fue sometido a terribles torturas hasta terminar como se presenta ahora ante nosotros. Los habitantes de este infra-reino le salvaron y ayudaron, y ahora él intenta devolverles el favor ocultándoles y protegiéndoles, intentando redimir todo el mal que causó - su voz denotaba una profunda compasión hacia aquella víscera - Sin duda, el Amo podrá resolver muchas de tus dudas con respecto a los alquimistas, Mablung - concluyó, esperando la reacción del druida, sin soltarle del brazo.
- Quizá también pueda ayudarnos en otra importante y urgente cuestión - dijo mirando al anciano rátido - Adso y Adklo, el protegido, han desaparecido - les nombró sin dar más explicaciones, dando por hecho que no eran necesarias - creemos que están en grave peligro, pero no conocemos estos parajes y nos sentimos perdidos, no sabemos por dónde comenzar a buscar. Quizá usted, o sus súbditos, hayan visto o escuchado algo que pueda centrarnos en su búsqueda-
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Eran muchas preguntas que necesitaban respuestas. A cambio solo debían derrotar a una invasiva criatura, cuestión que en el fondo también formaba aparte de su cometido como agentes. Tan solo quedaba la cuestión de si serian capaces de matarla o no. Miró a sus compañeros y les observo mientras preguntaban sus muchas dudas. Un sentimiento de inevitabilidad le hizo decidirse. Si iban a sobrevivir en Saltmarsh no seria escondiéndose. Y si moría en el intento, quizás allá abajo estaría a salvo de Akrul.
- Yo digo que aceptemos. Además de lo que pueda hacer el Amo por nosotros, es nuestro deber acabar con las amenazas de la ciudad.
Zevatur, Rolthos
Las palabras de Adriana parecieron golpear al druida y la hechicera pudo sentir como los músculos del druida se tensionaban y en su cara se veía al pugna por controlar su ira, un antiguo alquimista allí mismo, Mablung no lo podía creer. Mirando a sus compañeros, en especial a Adriana. reprimió la primera respuesta que iba a dar y muy despacio el druida dijo:- Entiendo que cuando se produjeron los ataques contra el bosque, ya no formabas parte de tu antigua hermandad,- en este punto su voz se convirtió en casi un susurro- los alquimistas y que por lo tanto estas al margen de sus acciones-.
Tomando aire continuó:- Por lo que parece, eres otra victima de ellos, quizás merecidamente y tu condición actual sea el precio que has de pagar por tus acciones. No me mal interpretes, todos cargamos con las consecuencias de nuestro actos, pero si has roto los lazos con ellos y no te pones en el camino de su caída, creo...que podemos colaborar-
El druida se quedo mirando fijamente al cerebro esperando su respuesta y preparado para lo que pudiese acontecer con su respuesta.
El caballero cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna sin perder su aire de dignidad amable mientras Khalion trataba de negociar una mejor posición. En su opinión ya habían presionado suficiente, pero él acababa de llegar y quien sabe, quizá funcionase. Cuando Adriana puso al día a todos, Leobald enarcó una ceja imperceptiblemente. ¿Adso y Adklo? Así que les estaban buscando, bien. ¿Cuál era el papel de esos muchachos en todo esto? Tomó nota mental para preguntar a Adriana una vez salieran de la Corte de los Descarriados.
Leobald asintió a las nobles palabras de Toctoc. Él no se hubiera expresado mejor. Realmente no había muchas más opciones. Pero fue el druida quien realmente le sorprendió para bien. Con orgullo, admiró el gesto paciente de Mablung. Debía de haberle costado mucho. Si podía entenderse con un viejo enemigo como el Amo, todo estaba por escribir. Observó al druida con un creciente respeto mientras este miraba fijamente al enorme cerebro que burbujeaba en lo alto de la columna labrada.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
El "Amo" volvió a hablar a través de su decrépita marioneta rátida, no sin antes esperar pacientemente a que todos los agentes y plausibles futuros aliados expusieran sus cuestiones y dudas. Parecía como si el cerebro flotante hubiese adquirido alguna especia de ... inmortalidad con su transformación y parte de su castigo, lo que le hacia enfrentarse a este tipo de conversaciones y tratos con una paciencia infinita.
- Adklo... si quizás sepamos donde está... cuando su mellizo intentó ponerle a salvo, no supo elegir bien sus aliados ni cubrir su rastro... incluso nuestros exploradores más novatos pudieron seguirles, es bastante torpe, aunque me temo que, quizás lleguéis tarde ... al menos para uno de ellos. Si cumplís vuestra parte, no dudaremos en añadir esa información como muestra de nuestro buen hacer al trato.
Las palabras del druida, conteniendo su ira, se deslizaron a través de sus cortados labios, como una lenta ponzoña usada para acabar con un insidioso enemigo... causándole el mayor sufrimiento posible en el proceso. El "Amo" esperó a que terminara para contestarle con una inquietante calma.
- En efecto, mi actual condición se remonta a mucho antes de ese aciaga noche, ... yo pertenecí a una generación anterior ... donde se decidió que premiar mi lealtad y el sacrificio de cualquier ética en favor de la ciencia y las maravillas que estaba a punto de descubrir, consistía en "ascenderme" a algo "superior"... y grotesco. Confinando mi mente y mis conocimientos por siempre en esta prisión viscosa... No, no comulgo con los Alquimistas en absoluto, y su caída, si algún día se produce, me provocará un gran regocijo...
La entonación producida por el vetusto hombre rata destilaba puro rencor... y aún así, el "Amo" decidió tomarse algunos segundos antes de proseguir, intentando templar su ánimo, para no emitir un juicio especialmente sesgado.
- Sus pecados contra tu pueblo, sin embargo, ... como lo diría, ... no es un comportamiento que yo achacaría a la organización a la que pertenecí... no suelen ser tan directos, ni intervenir de primera mano, ... algo más está ocurriendo, sus actos son muchos más caóticos y aleatorios... y sus intervenciones han perdido sutilidad y discreción, como si un cambio en sus objetivos y modo de operar muy opuesto a cuando yo... "servía" en sus filas se hubiera producido, ... es algo que me intriga, pero el acceso de mi gente a isla Paraíso es prácticamente imposible, y mis indagaciones no han conseguido avanzar apenas en ese campo.
Cuando el cerebro flotante que hacía de excelso anfitrión del grupo de agentes entendió que poco más se podía aportar, y que sus aliados ya habían tomado una decisión por mayoría, volvió a intervenir una última vez.
- Me llena de júbilo que hayáis tomado la decisión correcta, ... uno de mis rastreadores más veteranos os acompañará a los túneles más profundos, donde nuestro reino ya no ha lugar. Si necesitáis algo de equipo, podemos intentar proporcionároslo, aunque no prometemos que sea de una alta calidad. - Refiriéndose esta vez al rátido de piel blanca y edad extrema que había ejercido como mediador en todo el proceso, el "Amo", pareció dedicarle unas palabras de agradecimiento - Gracias por tu sacrificio, Gran Sabio de los Descarriados, que tu último aliento sirva de ejemplo para todos, y que tu carne, arrojada y usada para alimentar a nuestros jóvenes, sirva para transmitirles la sabiduría y la razón que acumulaste en vida... así sea...
El silencio llegó una vez más al gran salón, permitiendo una vez más que los ruidos de patrullas y movimiento en la zona más alejada del trono cogiera protagonismo. El cuerpo agotado del anciano hombre rata convulsión por unos momentos, ... antes de caer muerto y consumido sobre la ajada alfombra de color carmesí que conducía al cilíndrico trono... Al menos, la energía sanadora que Leobald le había proporcionado, había conseguido que sus últimos momentos de vida hubiesen sido más dignos y menos dolorosos. Lentamente y con cierto respeto, un par de guardias se acercaron a por el cuerpo inerte de la voz del "Amo", para arrojarlo a las hambrientas fauces de los más "jovenes" ... como tributo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Aquellas palabras atravesaron toda defensa en la seguridad del aasimar. Su porte reducida por la revelación de un rotundo fracaso, defender al inocente gemelo.
-No puede ser..- a voz quebrada, insegura, indigna de su divina naturaleza.- psicópatas.. malnacidos.. ¿Por qué no les pretegisteis, vosotros que también sois cazados en esta repugnante costumbre homicida?.
Su lamento en voz alta, desatendido, en los últimos estertores del anciano rátido. Dantesco espectáculo que poco le conmovían sabiendo que su palabra era inafalible cuando el fin era la muerte pero terminaba fracasando siempre que la naturaleza del juramento era la vida.
Leobald suspiró con tristeza al oír el destino de Adso o su hermano. Observó con pesar cómo todo aquello afectaba a Khalion. Después de todo, no era el cazarrecompensas frío y despiadado que se empeñaba en parecer. Había sentido bien en él y su don no se equivocaba.
—Valor, Khalion. Uno de ellos aun nos necesita —dijo posando la mano comprensivamente sobre el hombro del asimar—. Acabemos con esto para poder socorrerlo. Ahora, más que nunca, te necesita. Reponte amigo, cacemos a ese monstruo de las profundidades y busquemos al chico.
El caballero asintió solemnemente a Khalion dando forma a su promesa.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
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Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
TocToc se sorprendió al ver al viejo raatido caer muerto. Suspiro. La última escena le dejó claro que con el Amo no deseaba tener una alianza firme y de confianza. Al final no parecía realmente muy diferente de Akrul, utilizando otros seres y disponiendo de sus vidas para llevar a cabo sus designios. Al menos no demostraba la crueldad y sadismos del lich.
- Un breve descanso nos vendría bien, tus pruebas nos han debilitado y fatigado…
Zevatur, Rolthos
El grupo de agentes fue escoltado de vuelta por el gran salón y dirigidos a través de una de las múltiples salidas laterales, donde los pasillos volvían a coger formas cilínricas y era relativamente incómodo caminar a través de ellos, aunque eso no parecía afectar lo más mínimo a los habitantes de este submundo oculto. A lo largo del trayecto, el grupo de agentes no se cruzó con ningún miembro de la comunidad rátida que no pareciera un guerrero o un explorador armado, como si los civiles o las crías estuvieran en otro ala o localización diferente alejada de todo el núcleo que acotaba la entrada principal y el gran salón del "Amo"...
Finalmente y tras un laberíntico recorrido, llegaron a una sala más pequeña, más parecida a un lugar de avituallamiento o pequeño almacén que a cualquier otra cosa, pero al menos había cajas y bancos para descansar. Ésta tenía dos salidas, una por la que habían llegado y otra que conducía a otra zona donde la arquitectura se perdía para abrazar cavernas naturales desde donde el goteo continuo en diferentes frecuencias profetizaba un camino húmedo y resbaladizo. Los guardias de pelambre gris e incisivos pronunciados les indicaron con amabilidad que esperaran al guía y que no se tocara nada de las cajas de madera de medio tamaño que amueblaban parte de la estancia.
Tras prácticamente una hora de descanso, donde los agentes pudieron intercambiar sus ideas y los secretos más oscuros que quedaran pendientes, un hombre bajito de caminar encorvado se asomó con cierta expectación al lugar, entrando con cautela pero con una extraña sonrisa, mezcla de optimismo inocente y excitación poco disimulada. Su atuendo era parecido al de os guardias de la entrada, aunque quizás incluso un poco de peor calidad si eso era posible, y más adaptado a su tamaño, puesto que apenas sobrepasaba el metro y medio en estatura.
- ¡Soy Gurruk! Vuestro explorador designado para esta misión ... os acompañaré hasta los límites del reino, mucho más abajo, donde la protección del "Amo" no llega, y os traeré de vuelta sanos y salvos... para la Gloria de la Corte...! Espero que tengáis todo listo ya, así ¡que adelante!
El ágil humanoide parecía destilar entusiasmo por todos sus sucios poros, y sin dejar de moverse, como si permanecer quieto en un mismo lugar más de un segundo seguido le fuera a costar la vida, el hombrecillo se situo en cabeza sacando al mismo tiempo un rudimentario mapa dibujado sobre lo que parecía una piel de cuero muy fina.
- ¡Por aquí, seguidme! ... de nosortos depende el futuro de mi pueblo, ... me han dicho que no tengo que sufrir ninguna presión por ello, pero por alguna razón... si que lo hace... je je ... no me lo toméis en cuenta.
Las cavernas comenzaron a mostrarse traicioneras en cuanto a que el nivel de oscuridad era total, y se necesitaba de fuentes de luz ajenas para poder avanzar, ... Gurruk portaba en una de sus manos una tea ardiente que apestaba a combustible en mal estado emitiendo un exceso de humo quizás ligeramente tóxico, y en la otra, el preciado mapa que le habían otorgado bajo su protección.
La humedad tampoco ayudaba, y pequeñas corrientes de agua, como torrentes de agua dulce, recorrían la base de los caminos pedregosos y pulidos que seguían, obligando a los agentes a extremar la precaución para no resbalar a cada paso. A pesar de o rudimentario del mapa, con mucho dibujo y apenas anotaciones o escritos, el explorador rátido parecía moverse con cierta soltura interpretándolo con seguridad, y no dudaba apenas cuando alguna intersección o cámara más grande se abría ante ellos salpicada por estalagtitas y estalagmitas de gran tamaño, para volver a cerrarse en irregulares pasillos de nuevo.
A esas profundidades, la flora y la fauna parecían no existir literalmente, salvo algún ocasional hongo de aspecto insalubre... ni siquiera el moho había hecho mella en aquellos pasajes subterráneos. Por fín, tras una cantidad indeterminada de tiempo, el pasadizo que seguían se abrió a una enorme caverna... tan gigantesca, que era imposible ver sus límites más allá de donde se encontraban... La roca madre dio paso a un terreno más arenoso, y ante ellos, un profundo mar se abría paso hasta el horizonte. Éste apenas tenía oleaje, y el sonido de sus aguas al romper contra una playa de escasos metros de longitud era lo único que se escuchaba a parte de la cascada natural que caía a plomo desde una de las paredes de la gran cueva de límites infinitos, relativamente cerca de ellos.
El Mar Silente:
Gurruk, señaló hacia la caída de agua a lo largo de la costa a unos centenares de metros más adelante, por alguna razón, esa parte poseía cierta iluminación natural proveniente de su parte superior, donde la cascada rompía en la caverna. El pequeño rátido intento expresarse, aunque repentinamente, su capacidad de comunicación parecía extremadamente mermada.
- Detrás... cascada, reino de la bestia ... yo esperar ... aquí .... no acercar ... más ...
El explorador parecía frustrado ante su lamentable capacidad de expresarse... pero pareció satisfecho al final cuando se cercioró que había quedado clara su posición y su destino. Y con la agilidad que le caracterizaba, se desplazó con rapidez de nuevo por el pasaje por el que había llegado, apagando su antorcha y ocultándose en las sombras...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Tras el corto receso, Leobald se esforzó por seguir el paso rumbo a las profundidades. Cuando se detenían, trataba de interpretar el mapa de su guía rata por encima del hombro. Discretamente, trató de memorizar el itinerario. Quién sabe si no tendrían que volver a subir por sus propios medios.
Cuando llegaron a la boca de aquella cueva subterránea, se tomó uno momentos para apreciar el espectáculo natural. Observó la caverna inabarcable que se perdía en las sombras mientras que la luz natural arrancaba destellos de la cascada en su parte más alta. Sin duda era un paraje digno de ciertos poetas románticos, tan salvaje, tan ignoto. En su opinión era un reino más que digno para una bestia y esta, además, ponía trampas.
—Bien —dijo quedamente mientras observaba al guía apearse del grupo—. Ya seguimos nosotros desde aquí. ¿Algún proceder en especial? —preguntó a sus compañeros mientras encendía su propia lámpara de aceite—. ¿Alguien tiene algún talento para detectar las trampas?
La luz de la lámpara se rebeló momentáneamente contra las sombras justo antes de ser confinada a la campana de la linterna de ojo de buey. El cono de luz iluminó al grupo y casi una veintena de pasos más allá.
—Yo puedo acompañarle. O abrir la marcha en su defecto —sugirió mientras miraba a los demás con aire de abnegada resignación.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Durante la audiencia con el Amo Godric no abrió la boca, aunque durante un buen rato estuvo con la mirada perdida en algún punto más allá del frasco en cuyo interior residia aquel que ahora determinaba sus pasos.
Tan poco habló mucho durante el tiempo que estuvieron descansando y preparándose para el viaje, tan solo algunas palabras susurradas con Adriana.
El joven clérigo agradeció las vicisitudes del camino ya que al estar concentrado en no resbalar en la pulida y húmeda roca apenas tenía tiempo de escuchar sus propios pensamientos.
Sin embargo, al llegar a la enorme caverna y a las orillas de aquel mar subterráneo, no pudo evitar acercarse a la elfa y compartir aquel momento de sobrecogimiento y salvaje belleza con ella, aunque fuera tan sólo por la proximidad de sus cuerpos. La mano de él quedó muy cerca de la de ella mientras su mirada intentaba abarcar la inmensidad de aquella caverna con la limitada luz que provenía de la cascada.
Cuando su inquieto guía se perdió en las sombras Godric invocó la luz de Lathander en una roca y se la entregó a Leobald, poniéndola en la enguantada mano del caballero y cerrando su puño sobre ella antes de que terminara de preparar su lámpara de aceite.
Después se situó con el escudo y la maza dispuestos al lado de Adriana.
PbP Character: A few ;)
Adriana se recostó entre las cajas de suministros intentando descansar lo máximo posible. Preocupada por las últimas noticias de Adso y su hermano gemelo, permaneció en un meditabundo silencio, solo interrumpido por las escasas palabras que cruzaba con Godric de vez en cuando. Le preocupaba igualmente su estado físico, sabiendo que necesitaría aún unas horas más para reponerse del todo, horas de las que no disponían por la urgencia de la misión que iban a llevar a cabo. Solo deseaba y esperaba que su agotamiento no supusiera un lastre para el grupo. Acarició a sus pequeñas amigas con cariño, recuperando algo de templanza, mientras les ofrecía unas migajas de pan que escondía en sus bolsillos.
Las fuerzas recuperadas en el frugal descanso se desvanecieron poco después de comenzar la caminata por los pasadizos. Intentando ocultar la fatiga, siguió a sus compañeros sin emitir queja alguna, pero de nuevo su respiración superficial y algo acelerada delataban su precario estado.
Cuando por fin llegaron a la inmensa gruta, la hechicera tomó aire, admirando la belleza de la creación de la naturaleza. Aprovechando la cercanía de Godric, se apoyó ligeramente en él, rodeando su brazo y tomándose unos segundos de descanso, tras los cuales se recompuso y animó a Betty y a Llagas a salir de sus bolsillos.
Fijó su mirada en el inmenso mar en calma, que le produjo un leve escalofrío; no tenía intención de molestar a lo que fuera que descansara en esa profunda oscuridad. Caminó lentamente hasta llegar a la pequeña playa mientras sus compañeros se preparaban para adentrarse tras la cascada y observó aquel lugar, en busca de algún rastro de vida o alguna señal que pudiera llamarle la atención, o algún destello de magia en las inmediaciones.
Detect Magic
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Mablung se centro en si mismo durante el tiempo que esperaron en el desvencijado almacén. Cuando llego el momento de ponerse en marcha, el druida trato de memorizar el camino por lo que le pudiese pasar a su guía.
Cuando llegaron a su destino y vio al caballero con la luz y la armadura ofrecerse para ir primero el elfo dijo: - No creo que se buena idea que vayas el primero y atraigas la atención de lo que sea que mora en esa cascada alertándola de que estamos aquí, si luego queremos acabar con ella. Esperad aquí iré a echar un vistazo a la cascada y vuelvo, tendrás tu oportunidad para dialogar con ella y tratar de ver porque quiere quitarle su terreno a las ratidos del Amo- acabo diciendo con un deje sorna, para luego hacerle un gesto a Khalion por si quería acompañarle.
Tras lo cual moviéndose entre las sombras avanzó con cuidado hacia la cascada a la vez que buscaba signos de la criatura que allí habitaba.
La piedra iluminada por Godric lanzó destellos de luz por todo su entorno, iluminando parte de la playa y las oscuras aguas... gracias a ese resplandor, Adriana pudo observar que el agua que rompía contra la improvisada costa con diminutas olas de escasos centímetros de altura, era clara como el cristal, pura en extremo, y que la opacidad venía de un fondo posiblemente de origen basáltico... que precipitaba muy rápidamente en una sima insoldable a escasos metros de la linea de costa... La alta elfa y el druida esperaron escuchar el inconfundible sonido de murciélagos u otras criaturas que habitasen las profundidades, revolotear y huir ante la repentina presencia de luz... pero no ocurrió nada, solo silencio, interrumpido por el lejano oído de la cascada... y el murmurar de las olas. Adriana alzó su mirada unos momentos buscando algún resquicio de magia ajeno al grupo en la zona, sin éxito alguno.
Khalion parecía demasiado disperso como para atender las demandas de Mablung, así que el elfo de los bosques decidió acercarse sólo hasta la caída de la cascada natural, a pesar de que según se aproximaba a su objetivo, la luminiscencia que radiaba su parte más alta debería dificultar su sigilo, el druida parecía moverse con soltura, y pronto su figura comenzó a ser muy difícil de distinguir en contraste con las pulidas rocas grises que acordonaban la zona conteniendo en un pequeño lago el agua que caía con fuerza desde decenas de metros más arriba.
En efecto, el único superviviente de los Círculos de Dreadwood pudo ver una entrada no demasiado oculta detrás de la caída de agua, parecía una gruta que se adentraba de nuevo en las profundidades, alejándose del silencioso mar que recorría su flanco derecho. No vio el primer esqueleto hasta que estuvo casi encima de él y sus pies se tropezaron con la osamenta inerte que lo conformaba... allí abajo, a escasos metros de la gruta, ... cuando bajó la vista, pudo percibir decenas de ellos, la mayoría acumulados justo en la zona donde el agua descendente tocaba con el lago natural, y su presencia se esparcía hacía atrás, dentro de la gruta.
Gracias a su vista élfica acostumbrada a la penumbra, Mablung pudo distinguir que varios cráneos tenían la fisionomía de rátidos, alargados y con incisivos pronunciados, acompañados de espinas dorsales algo contorsionadas y encorvadas. Aunque la mayoría... no pertenecía a los sirvientes del Amo. Su corazón dio un vuelco cuando distinguió que decenas de cadáveres parcialmente podridos y sin apenas carne, aún conservaban las túnicas y simbología del Círculo Septentrional del bosque que fue su hogar hasta la gran masacre... Él no había pertenecido a aquel Círculo, puesto que era el más alejado al suyo, pero el elfo de los bosques no dudó ni un momento, parte de sus compañeros druidas yacían allí, abandonados sus cuerpos, pudriéndose desde hace años en aquel lugar... lo que levantaba más preguntas que respuestas... ¿Cómo habían llegado hasta aquí? ¿No se supone que todos los Círculos había perecido en la batalla contra los Alquimistas? ¿Conocía esta información el Amo y se la había ocultado, a pesar de que sabría que era lo primero que iba a encontrar aquí abajo? ...
Un sentimiento de repulsión y angustia atenazó a Mablung, prácticamente paralizándole en aquel lugar, tumba y testigo silente de parte de su antigua familia... podía sentirlo, súbitamente, una oleada de maldad y corrupción que retorcía el orden natural de la vida misma parecía emanar de aquel maldito lugar, desde más adelante... en el interior de esa gruta... donde algo abominable le esperaba...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Khalion señaló su armadura con motivos de los siete mares, con fabulosas propiedades entre las que no estaba la discrección. Aquellas escamas hacían demasiado ruido para acompañar al druida en una misión discreta.
-De conseguir que salga fuera cascada y mantenemos distancia del agua podríamos tener certera ventaja.. Una emboscada podría ser efectiva - dijo mirando al rátido acompañante, perfecto para atraer atenciones malintencionadas.
Tras conjurarse con su acero otorgando de Hex su cimitarra diestra, movió la enorme ballesta a dos manos de espalda al frente para cubrir la incursión del elfo hacia la catarata, acercándose para mantenerse siempre en rango de disparo.
En el almacén TocToc miró con curiosidad las cajas. ¿Víveres? ¿Ingredientes de alquimia? ¿Armas?... Recordando el penoso estado de las armas de los guardias de esta comunidad concluyó que lo que había en las cajas no debía ser de gran valor… A no ser que el Amo guardase algún tesoro para sí mismo. Con ese pensamiento sintió una casi irrefrenable curiosidad por su contenido ya que podía aclarar, en parte, las verdaderas intenciones del Amo. Así, sin tocarlas, las estudio con atención, oliendo y observando de cerca indicios que pudieran dar pistas de su contenido. Cuando fue evidente que los guardias se pusieron algo inquietos TocToc se limitó a descansar con el resto de sus compañeros.
- Gurruk - Repitió TocToc mientras seguía de cerca al rátido guía a través de los incomodos pasillos. A pesar de echar de menos su perdida vista aguda, su atención se fijó en las sensaciones de sus callosos pies. Nunca había prestado mucha atención a lo que palpaban. Pero, ahora que no podía percibir más allá de unos metros, su atención parecía haberse centrado en ellos. Sintió la curvatura del pasillo, la húmeda superficie y cuanto de resbaladizo era en cada punto, las corrientes de agua… Fascinado permaneció en silencio hasta llegar a la gran gruta.
Al llegar a la gran gruta se rezagó algo y observó como sus compañeros se detenían a admirar la belleza de la gruta en toda su grandiosa extensión. TocToc tan solo pudo ver como la oscuridad ocultaba todo lo que estaba más allá de su escaso radio de visión. Detrás de sus compañeros sintió la congoja de la perdida de la visión y alegría que había sentido al percibir con sus otros sentidos se convirtió en amargura. Casi paralizado observo como el druida avanzaba hacia la cascada.
Zevatur, Rolthos