Los puños de nudillos blancos, provocados por la tensión ejercida sobre ellos, pareció relajarse cuando finalmente Bastianes volvió a dirigirse al caballero. De algún modo, una oleada balsámica pareció derramarse sobre los sentimientos de confrontación mal gestionada, provocando que el alto comandante volviera suavizar su discurso.
- Entiendo vuestro recelo hacia esa facción, sé el daño que causó en el pasado, especialmente para algunos miembros de este grupo. Pero todas sus supuestas intervenciones son bastante circunstanciales de momento y no hay evidencias directas que así lo indiquen. El robo del aceite del faro no fue suyo, sino de los contrabandistas que servían a Sanbalat, sería poco probable que quien nos venda el aprovisionamiento a precios tan desorbitados, también nos lo robe después... ¿para vendérnoslo de nuevo? Sin duda les terminaríamos descubriendo y su lucrativo negocio se acabaría, no les sale rentable "jugárnosla". En cuanto al resto de eventos que podrían implicarlos, de momento sólo tenéis palabras, pero no pruebas físicas o documentos que los impliquen, Necesitamos eso si queréis que demos algún paso, de momento, a su manera, y a pesar de su pasado, sirven a la Corona, es un mal menor a costa de que el sentido de este asentamiento fortificado exista, mantener el faro siempre encendido, ocurra lo que ocurra.
Tras dejar zanjado el tema que pudiera ser más conflictivo, el Alto Mariscal se volvió a sentar justo antes de que Adriana interviniera. Bastianes parecía aún bajo el influjo pacífico de Leobald, así que no fue descortés con la alta elfa, aún así, éste evitó mirarla directamente en todo momento.
- Llegas tarde, fueron ahorcados y sus cuerpos arrojados por el acantilado para ser alimento de los peces, no hay tumbas ni gastos de la Corona para contrabandistas o piratas. Siento que tu petición llegara tarde, pero si te sirve de consuelo, dudo que hubiera cambiado nada. En cuanto a la fiesta, ya aprobé que pudierais acudir, si es la voluntad de Eliander, pero esto es un puesto militar, no hay ropas o vestimentas de gala. Quizás las doncellas que sirven aquí puedan encontrarte algo, o tenéis la opción de solicitar un préstamo a Targos y alquilaros lo que necesitéis en Saltmarsh antes del evento.
La respuesta de Bastianes le dejó descolocado. Esperaba muestras de incredulidad o de acusaciones de querer librarse de aquel servicio. Tan solo acertó a asentir con la cabeza primero y quedarse paralizado ante la sonrisa de Julius después. Sus ojos, cubiertos de una venda nueva y de un parche de viejo cuero ennegrecido se dirigieron a sus compañeros, estudiando a cada uno de ellos un momento. Se detuvo en Adriana y su sonrisa cargada de ternura, tras un momento sonrió de vuelta y pareció reconsiderar algo que había estado en su cabeza.
- Os agradezco las gestiones. - Dijo aun con incredulidad.
Tras su intervención escuchó el resto de la conversación más relajado. Sintió la expeditiva justicia de Bastianes para los contrabandistas con culpabilidad y la anotó mentalmente. El destino de Nadie era una excepción, no la norma. También anotó mentalmente que para romper la dependencia con los alquimistas debían reemplazar el combustible que proporcionaban al faro. Para ello debían volver a hablar con el Cerebro, único medio que conocían de recrear la formula.
- Gracias, Señor - musitó con seriedad Adriana, con la mirada fija en el suelo. La pequeña llama de esperanza que aún mantenía sobre el destino de los contrabandistas se esfumó. Por un momento, la imagen de sus cuerpos descendiendo inertes hacia el fondo del mar perturbó su ánimo, sintiéndose en parte responsable. Las palabras de Bastianes no ayudaron a reducir esa sensación.
Cuando se dio por zanjada la reunión y salieron del despacho, la alta elfa comunicó a sus compañeros su deseo de acudir al almacén a ver a Targos, prometiéndoles no demorarse mucho, ya que las tareas se les acumulaban en Saltmarsh antes de la hora de la fiesta.
Se dirigió con celeridad hasta el edificio y llamó a la puerta con decisión, abriéndola sin esperar respuesta.
- Buenos días Señor Targos. Me alegro de volver a verle- le dedicó una sincera sonrisa - No me demoraré mucho, debemos regresar a la ciudad lo antes posible- apoyó sobre la mesa una pequeña bolsa de viaje que llevaba consigo y, tras rebuscar unos segundos, depositó un bulto envuelto en un pañuelo blanco, anudado y enlazado con una pequeña cuerda. Se lo ofreció al hombre - Por favor, acepte esto como pago de mi deuda contraída. Puede que para usted solo represente riqueza, pero le aseguro que casi perdemos la vida en la hazaña de conseguirlo. Es mucho más que dinero, se lo aseguro. Y no aceptaré un no por respuesta - Targos ya se había negado a aceptar monedas anteriormente, pero Adriana esta vez no estaba dispuesta a permitirlo.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La conversación con Targos de Adriana ha seguido por privado, así que continuamos...
La víspera de la gran Fiesta en su honor, los héroes de Saltmarsh, se acercaba. En la posada de “La Cabra de Mimbre” todos se movían rápido para preparar sus últimos retoques, al menos aquellos a los que aún les importaba algo el protocolo.
El fuego de la chimenea crepitaba con intensidad, aportando calor y cierta aura de familiaridad al recinto. El acogedor salón contenía ya a casi todos los invitados, y a los que no lo estaban también. Nadie parecía descansar cerca del fuego por primera vez desde que hizo esa posada también su hogar, y su mirada estaba fijada en las llamas, ajeno a todo lo que le rodaba salvo al sabroso plato de pato en su salsa con patatas cocidas que había preparado rápidamente Godric para los que quisieran tomar algo antes de acudir al evento.
Ostor, lucía una pequeña pajarita que nadie sabía de donde se había sacado y que nadie tenía el interés de preguntarle, la respuesta podría ser demasiado macabra. Pero le daba un aspecto cómico y siniestro a la par. Era una pena que al tener que permanecer invisible, nadie fuera capaz de apreciar su gusto por “Las buenas formas” en aquella fiesta tan esperada.
El traje de Khalión lucía sobre una de las mesas más alejadas, como un soltero fracasado al que nadie quería, aunque este había sido elegido expresamente por Adriana tras intercambiar sus lingotes por monedas de plata. En efecto, como le había asegurado Targos, la casa de intercambio parecía favorecer de algún modo a la Corona, y en especial, a los amigos de Manistrad, por lo que no había perdido apenas rédito con el trato.
Su espectacular vestido parecía acompañarle grácilmente con cada movimiento, sintiéndose afortunada de haber encontrado algo tan exquisito y de su talla en una ciudad más caracterizada por su olor a pescado podrido y marineros borrachos… había sido casi un milagro se podía decir.
Sin embargo, su ánimo, que debería estar en su mejor momento al verse envuelta de nuevo en lo que más amaba de su pasado, un gran evento social a su altura, parecía algo alicaído tras las noticias y acontecimientos de los últimos días.
La preocupación por la falta de su compañero enmascarado también hizo mella en ese estado mental, y con un suspiro asumió que éste no iba a llegar a tiempo o directamente no llegaría nunca.
La grata sorpresa no se hizo esperar cuando la puerta de la posada se abrió de par en par, dejando entrar parte de la cortina de llovizna que parecía arreciar más intensamente esta noche, lo que iba a suponer un problema para el traslado desde ese lugar hasta el edificio consistorial donde se celebraba el festejo.
Un celestial caído, sin máscara y empapado de pies a cabeza, atravesó el umbral de entrada sin mediar palabra hasta situarse con grandes zancadas cerca del calor de la acogedora chimenea, justo al lado de Nadie. Envainada en su cinto se adivinaba el pomo de Alure, la espada de hoja curva y uno de los pocos recuerdos que quedaban de los hermanos norteños.
Agua y mas agua, que calaba ropas y armas pero parecía evitar la mágica superficie de la cota marinera y gotas que parecían jugar al rededor de la envainada Alure. Sus ojos, todo azul sin pupila delatora escondían su mirada. Pese al estado de su equipo y el suyo propio no parecía hacer mella en él, es mas, hasta aprecía agradecer el confort que las condiciones climáticas le otorgaban.
-He fracasado en intenciones y hechos en la misión encomendada.-Acertó a decir- Y comprometido un secreto que ojalá hubiera quedado en eso. He comprometido vidas y quizá mostrado al cazador su presa mas valiosa.. Chak no se encontraba allí cuando llegué.. y de enterarse no guardará los respetos y cautelas de nuestros últimos cruces. Su hermano.. otro gemelo especial.. y portando la moneda he delatado su existencia.. No.. no podía dejarlo allí esperando a caer en las tenebrosas influencias donde ya se mueve Adklo..
Godric se alegró de ver a Khalion pero, como siempre, su particular manera de narrar los hechos le confundía.
- No me extraña que no pudiéramos confiar en Chak pero... ¿Dices que tiene un gemelo especial? ¿También él? ¿ Y no les cazan sus compañeros? ¿ A quién no podías dejar allí? ¿Adklo? ¿Pero no estaba muerto? ¿No era un cazado en lugar de un cazador? -A cada frase de Khalion Godric se sentía más confundido.
¿Aquel cerebro estaba mandando mensaje distinto a cada agente? El cansancio se apoderaba del aasimar tras un día entero cabalgando hasta la extenuación. Casi derrotado por el agotamiento se recostó sobre uno de los sillones meditando la información a recapitular.
-Hasta el momento sabemos que años hace, un número desconocido de parejas de hermanos se juntaron en un horfanato.. con le tiempo uno de cada par cambió. Adklo, el azulado servidor del señor tentacular que escondían en templo su ahora muerto hermano Adso y el clérigo convertido en el ser de gusanos.. el enorme gigante de la taberna hermano del sueño.. y ahora el hermano de Chak que se escondía en un enorme monasterio cerca de Burle en el linde con el bosque. Por eso Chak no hacía presencia en tan horrible competición.. sabedor que su propia sangre era caza mayor.
El tono de Khalion decayó, casi hasta un susurro melancólico. El dolor se escondía entre sus palabras. El fracaso tintaba su discurso.
-Fallé en palabra dada a Adso y Adklo que les protegería. Uno ha muerto y el otro es un servidor del ente tentacular que enfrentamos bajo ciudad. Ahora le sirve por mi fracaso-su expresión tornaba sombría y el brillo de sus ojos desaparecía..- No podía dejar que otro cayera en sus manos.. lo siento.. yo desvelé su existencia llevando la moneda y debía elegir entre una vida de servidumbre al mal o..-palabras entrecortadas difíciles de expresar..- o un final digno. Fue lo mas.. humano.
Mientras el aasimar habla Godric retira una tetera de agua caliente que estaba calentando para poner una tila a Adriana, pero finalmente le sirve un té a Kahlion.
- Tus noticias son terribles... - le dice y se arrodilla frente a él para que no tenga que levantar la agotada vista. Apoya una mano en su antebrazo intentando transmitirle calor - Pero has hecho lo correcto. Dudo que fuera culpa tuya que el hermano azulado de Adso, Adlok? - dice inseguro de pronunciar bien el extraño nombre - decidiera seguir a aquel ser, pero... si así lo hizo, ya viste lo que ocurre... - un escalofrío recorre al joven clérigo - su alma ahora descansará y rezo a Lathander para que una a los dos hermanos y encuentren la paz que no pudieron encontrar en vida. A veces... a veces es necesario cortar un miembro para salvar todo el cuerpo - finalizó recitando una de las frases que le decia su maestro doctor en el frente. Dió unos suaves golpecitos en el brazo a Khalion mientras se levantaba.
- Tómate el té, te sentará bien... - le asegura - y... me alegro de verte sin la máscara Khalion.
Mablung se presento en la posada con sus ropas de siempre, aunque parecía que el druida había tratado sin mucho esmero de quitar algo del polvo y la suciedad...quizás debería hacerse con otro juego, pensó para si mismo, es una buena idea concluyo con una sonrisa mientras observaba a Adriana vestida de gala.
Tras las revelaciones de Khalion la mirada del druida se fueron directas hacia el paladín, su compañero acaba de declararse culpable de asesinato...
TocToc había expresado su intención de no ir con un traje especial a la fiesta. - Con suerte no me dejaran pasar, pero prefiero vestir como lo que soy, un agente.
Sin embargo si se había acicalado, ordenado, colocado y arreglado las plumas y sus escasas ropas era nuevas y limpias. Después de la conversación con Bastianes Nock permanecía en silencio comiendo las patatas de Godric y considerando su siguiente línea de acción. Al principio no prestó demasiada atención a las palabras de Khalion. Pero al final había dejado la cuchara y le prestó toda su atención, intentado desentrañar lo que realmente quería decir.
- ?Dices que revelaste la localización del hermano de Chak y para evitar que sufriese un destino horrible... lo mataste? - Dijo sin querer comprender lo que acababa de oir.
El atuendo que Adriana había elegido para él reposaba en el respaldo una silla del comedor, impecablemente doblado.
Leobald, observó a Khalion acercarse al hogar con cierto alivio. Al menos estaba de vuelta, eran buenas noticias, no estaba seguro de si desertaría de aquel grupo. A medida que el cazarrecompensas contaba su críptica historia el rostro del veterano caballero se fue tornando pétreo y sus ojos claros adoptaron un frío gélido y triste. Mablung pudo reconocer esa mirada. Se diría que las palabras paternales Godric eran del todo vacuas para Leobald, meridianamente fingidas. ¿El asesinato de un inocente no solo no era llorado, sino incluso justificado por Godric? ¿Qué había pasado? TocToc expuso en alto mejor las inquietudes que flotaban el aire respecto a lo que el celestial les acababa de relatar. Se limitó a escuchar.
-Creo que la magia que imbuye la moneda es capaz de revelarlo.. y desconocemos la fuente de semajante magia.-contestó primero- Como a aquel druída del templo impío, que aceptó su sacrificio en el gran tablero donde juegan poderes que no comprendemos. Abandonado a su suerte sin culpas ni miramientos.-su rostro tornó serio contra los juicios de valor del resto de agentes.- No soy ningún asesino.-Devolvió la mirada reprovativa.- Mis actos son lícitos por naturaleza y no por estandartes o apellidos.. Sufría, rezaba.. aceptó fatal final y fallé en honor y palabra al dejarlo marchar. Ahora descansará, aliviado.
Un rato después, con todos ya preparados, buscó la forma de juntar aquel disfraz con su coraza, su espada y sus botas de piel.. dagas por doquier, su látigo y su capa.
- Si considerabas que la muerte era la unica salida, no somos quien para juzgarlo. La muerte es parte del ciclo y aqui todos hemos matado cuando lo hemos considerado necesario, y siempre habra quien te juzgue por ello sin haber estado ahi. Asi que por mi parte no le des mas vueltas- dijo Mablunh mientras se ponia en pie y recogia su capa.
TocToc observó el intercambio de palabras entre Leobald, Mablung, Godric y Khalion. Apartó de si mismo el plato de patatas que haya hace poco había disfrutado. Ahora sentía la comida en el esófago y un nudo en el estómago. Las palabras dev Khalion le recordaban vívidamente las justificaciones de Akrul. Todos y cada uno de sus atroces actos eran lícitos. Por otro lado, matar a alguien para salvarle podía estar justificado, el mismo prefería ese destino a caer en manos de Akrul.
Pero era una decisión individual que de ninguna manera no podía tomarse por una tercera persona la ligera trans unidad minutos de charla.
Ante las palabras del resto Godric se quedó boquiabierto
- espera ¿qué? No… lo que quiere decir es que por ir a verle ha descubierto su escondite y le ha puesto en peligro no que lo haya matado..- dijo cuando Mablung Leobald y knock hablaron -¿no? - pregunto a Khalion.
Cuanso el aasimar volvió a intentar dar explicaciones Godric se tuvo que sentar. Intentaba entender lo que decía su compañero. Aseguraba no ser un asesino pero a la vez decía que el hermano de Chak sufría y le había pedido que lo ejecutase?
- Pero… no entiendo… - dice Godric - Si sufría seguramente Lathander podría haber aliviado su sufrimiento… si estaba en peligro le podíamos haber protegido… una cosa es poner inadvertidamente en peligro a alguien y otra.. -
Godrix miraba de hito en hito a sus compañeros sintiéndose muy confuso y sin saber qué había pasado. Estaba interpretando todo mal y hasta se había equivocado de hermanos. Aquella maldita ciudad… Respiro hondo.
- Vamos a ver Khalion disculpa si te parece intrusivo pero creo que nos estamos liando. Hagamos lo siguiente contesta si o no a lo siguiente.
- ¿Sabias donde estaba oculto el hermano especial de Chak y fuiste allí a hablar con Chak?
Según iba contestando Godric asentía y volvía a preguntar.
- Hemos entendido que al llevar la moneda allí desvelaste sin quererlo su escondite a otros que si querían cazar al hermano pese a que esa horrible costumbre de tres dias había terminado. ¿Correcto? -
- El hermano de Chak estaba sufriendo físicamente por sus deformidades? -
¿y al saberse descubierto y en peligro te pidió que acabaras con el para acabar con tanto sufrimiento físico y mental?
trago saliva
- ¿y lo hiciste? ¿Mataste al hermano de Chak accediendo a sus deseos?
-Ya está dicho.. hice lo que había que hacer como cualquiera de vosotros hubiera hecho.-dijo cambiando la expresión melancólica anterior por otra de tedio.- La jornada ha sido larga y extenuante y han sido resueltas las amenazas de mi desliz. Acabemos el día de una vez en esa molesta celebración -Observó los ropajes festivos tratando de imaginar como pegaría aquello con una coraza y espada al cinto.
Godric mira al resto de sus compañeros… no era esto lo había entendido. Se sentía confuso. ¿Como era posible que Khalion, que tan vehemente había hablado sobre la justicia, pensara que aquello estaba bien y que habría sido la boca opción? A su mente acudieron argumentos para intentar que viera su error pero, supo que era inútil y además en algo si tenía razón, era hora de partir. Un ligero toque en la puerta le recordó que sus propios preparativos habían dado sus frutos. Fue a la puerta de la cerrada posada y abrió a un hombre enjuto de aspecto macilento y nariz aguileña. Solo me quedaban unos cabellos blancos y ralos en la coronilla y andaba ligeramente encorvado, acentuando el aspecto de ave de rapiña del hombre. Vestía un gabán negro hasta los pies que no dejaba adivinar mucho de su figura. - Oh ya estáis aquí Maese Tilpure. Si nos disculpa saldremos en un minuto -
El hombre pasó su mirada desdeñosa hacia el resto de agentes aunque se detuvo un Segundo más en la hermosa elfa elegantemente ataviada antes de desaparecer con un gruñido. - Veréis - explica Godrix al resto - Maese Tilpure solía llevar pasajeros entre Saltmarsh y otras ciudades de la costa/ últimamente solo lleva… pacientes al sanitario mental pero por esta noche ha accedido amablemente a llevarnos hasta la fiesta y traernos de vuelta al acabar. De esa manera burlaremos por una vez a la persistente lluvia y evitaremos estropear de barro los atuendos que nos ha conseguido Adriana -
Toma el chal que completa el vestido de la elfa y se lo ofrecerás ponérselo sobre los hombros. - Si estamos listos.. - pregunta al resto
El grupo se separó en dos partes, los que eligieron el vetusto pero elegante carruaje, y los que decidieron llegar a su festivo destino a pie, en cualquier caso, los primeros, al llegar decidieron esperar a los segundos, un detalle que recalcó Adriana como importante, puesto que al ser un evento construido en su honor, esa era la manera correcta.
La misma plaza de la gran casa consistorial estaba decorada con bolardos de colores y tiras de banderillas recorrían los elevados árboles que rodeaban el pozo que de día se usaba como eje del mercado central. Las triangulares formas se repetían con tres escudos en serie, el de Saltmarsh con sus juntos verdes, el de Cormyr, presidido por una brillante Corona, y un tercero que podría asociarse al más importante de los gremios, el de mercaderes, cuya influencia se esparcía fuertemente por toda la costa del Dragonmeere.
Una pequeña banda de música, con elegantes, pero bastante usados trajes, recibió a los invitados de honor, tocando con pompa varias tonadillas solemnes sobre un improvisado tablado que los elevaba junto a la entrada, mientras se empapaban impunemente bajo la llovizna.
Decenas de curiosos se habían concentrado cerca de la plaza, pero la eficiente guardia de la ciudad se encargaba de que nadie traspasara los límites del cordón humano de contención que habían construido en cada calle que desembocaba al corazón de la urbe portuaria. Las caras sombrías de la mayoría de ellos destilaban desprecio y desafío… pero de momento no asomaba ningún atisbo de la chispa de la rebeldía. Esa gente parecía más muerta por dentro que cualquier otro ser vivo que hubieran visto en años.
La entrada al Hall fue igualmente diplomática y pomposa, Flabius y sus lacayos, como buenos funcionarios, habían hecho un trabajo exquisito, aunque el primero, con el pañuelo listo para taparse la boca, parecía alejado de todo y de todos, supervisando desde una lejana esquina que cada detalle contara. Cuando Mablung y TocToc entraron, no pudo evitar echarse su pequeño escudo de tela de encaje sobre la boca y mirar a otro lado aguantando unas forzadas arcadas.
La alfombra roja atravesaba el gran salón, que otrora mancillaron con un celestial desangrándose, y se elevaba por las escaleras de mármol grisáceo a una segunda planta, escoltada por elaborados candelabros de pie en bronce a cada lado de ella, cada uno con media docena de velas aromáticas recién estrenadas. Lo que generaba un agradable olor de entrada, pero el ambiente quedaba cargado con ese penetrante olor a rosas maceradas a los pocos minutos.
Eda Oweland y Gellan Primewater, mecenas éste último principal de la fiesta, se encontraban en la balconada superior preparados para dar la cortés bienvenida a los héroes de la corona que habían liberado Saltmarsh de la corrupta trama de contrabandistas que asolaban sus costas.
Tras subir las escaleras, los agentes fueron acompañados al gran salón de fiestas, donde Gellan besó la mano de Adriana antes de entrar y fue danto la mano al resto de los invitados de honor, mientras Eda emitía una breve charla de bienvenida exaltando las virtudes de los agentes y su eficiencia… Su mirada durante la introducción, que parecía perderse por igual entre todos los invitados, hacia pausas más marcadas al dirigirse hacia Eliander, qué, como las decenas de demás invitados, esperaba en pie con su uniforme de gala dentro del elegante salón.
Las puertas se cerraron tras ellos para conservar la intimidad, y las diferentes personas que rondaban por allí, vestidos con los más nobles atuendos, se fueron acercando para saludad e intercambiar palabras de elogio con los homenajeados. La mayoría eran desconocidos para ellos y los varios grupos que se iban formando por afinidad, comenzaron a relajarse para comer y beber de los abundantes platos y licores que no sólo descansaban sobre una enorme mesa central, sino que paseaban varios criados para que todos pudiesen catar las mieles de los mejores y más exquisitos productos locales y de la capital.
El recinto donde se encontraban era tremendamente amplio, y emitía cierto eco, aunque éste era ahogado por las decenas de voces que charlaban, reían e incluso bailaban ajenas a todo lo que pudiera ocurrir en el exterior, como si se encontraran en un oasis donde atesoraran sus mejores momentos. Tres grandes puertas dobles acristaladas, daban salida a tres balconadas, aunque con la lluvia, todos preferían quedarse en el interior bajo un protector techo.
En un extremo, y sobre una elegante tarima bastante bien trabajada, un aparentemente joven bardo, parecía relajar el ambiente con unas hermosas melodías acompañado de su laúd. De pelo blanco como la nieve, y piel ligeramente azulada como el mar en calma, su larga melena parecía flotar y agitarse como si una ligera brisa la acariciara con ternura. Al parecer parecía bastante famoso, y al menos un tercio de los presentes estaba situado cerca de él disfrutando de sus bellas canciones sobre exóticas tierras lejanas y las maravillas que éstas ofrecían.
Los agentes reconocieron también un pequeño grupo de afines a la corona, donde aparte de Eliander, y algunos de sus oficiales, donde se echaba de menos a Kradokk, también pudieron ver a Manistrad y un par de enanos ya conocidos, que parecían compartir bebida con un semblante serio y ligeramente distante. Todos parecían haberse situado cerca del ala oeste y no se mezclaban en demasía con el resto.
Los principales tradicionalistas, como Eda y Gellan, paseaban sin descanso como excelentes anfitriones entre los demás grupos y personas, compuestos en su mayoría por nobles y altos cargos de los diferentes gremios principales, el de mercaderes, el de pescadores y marinos, y el de astilleros. Cerca de ambos, pero siempre marcando una distancia prudencial, parecía orbitar un tercero, un joven humano de aspecto elegante, rasgos afilados y de pose altiva, que, a pesar de su actitud, parecía haber salido de la adolescencia hacía pocas primaveras. Junto a él, como una sombra, otro humano de mucha más edad, parecía acompañarlo a cada paso, ejerciendo como un guardaespaldas muy metido en su trabajo. Con piel morena y cuidada barba blanca, sus ojos parecía pasearse por todos y cada uno de los allí presentes, como si estuviera en un constante análisis de posibles amenazas.
Entre los presentes, también destacaba un estrafalario mago de mediana edad, que iba ataviado con su toga ceremonial y un vistoso y colorido sombrero acabado en punta, pero parecía preferir la compañía sólo de sí mismo y de los platos de comida que iba rescatando de los criados. Por supuesto, el ceremonial Alto Magistrado, ya recuperado de su último incidente, arrastraba su grotesca masa corporal pesadamente por el lugar, manteniendo siempre la gran mesa de viandas a su alcance, junto a él, Adrian sin acento en la “a”, también embebido en sus ropajes más elegantes, con exceso de encajes y chorreras, parecía vigilar a su superior, más en el papel de enfermero consternado, que como mayordomo venido a más.
Diversos y peculiares personajes rondaban también la fiesta, como un caballero que sin duda había conocido tiempos mejores, usando su armadura ceremonial ajada, u otro enano que parecía ir por libre, con mas anillos que dedos, y elaboradas joyas decorando su cuello, densa barba y orejas. Un jovial e inquieto gnomo que disfrutaba de la compañía de los miembros de los gremios, y algunas damas que parecían emitir agudas risas más cercanas a las emitidas por alguna ave exótica, que a las de un ser humano, parecían completar el elenco.
Los puños de nudillos blancos, provocados por la tensión ejercida sobre ellos, pareció relajarse cuando finalmente Bastianes volvió a dirigirse al caballero. De algún modo, una oleada balsámica pareció derramarse sobre los sentimientos de confrontación mal gestionada, provocando que el alto comandante volviera suavizar su discurso.
- Entiendo vuestro recelo hacia esa facción, sé el daño que causó en el pasado, especialmente para algunos miembros de este grupo. Pero todas sus supuestas intervenciones son bastante circunstanciales de momento y no hay evidencias directas que así lo indiquen. El robo del aceite del faro no fue suyo, sino de los contrabandistas que servían a Sanbalat, sería poco probable que quien nos venda el aprovisionamiento a precios tan desorbitados, también nos lo robe después... ¿para vendérnoslo de nuevo? Sin duda les terminaríamos descubriendo y su lucrativo negocio se acabaría, no les sale rentable "jugárnosla". En cuanto al resto de eventos que podrían implicarlos, de momento sólo tenéis palabras, pero no pruebas físicas o documentos que los impliquen, Necesitamos eso si queréis que demos algún paso, de momento, a su manera, y a pesar de su pasado, sirven a la Corona, es un mal menor a costa de que el sentido de este asentamiento fortificado exista, mantener el faro siempre encendido, ocurra lo que ocurra.
Tras dejar zanjado el tema que pudiera ser más conflictivo, el Alto Mariscal se volvió a sentar justo antes de que Adriana interviniera. Bastianes parecía aún bajo el influjo pacífico de Leobald, así que no fue descortés con la alta elfa, aún así, éste evitó mirarla directamente en todo momento.
- Llegas tarde, fueron ahorcados y sus cuerpos arrojados por el acantilado para ser alimento de los peces, no hay tumbas ni gastos de la Corona para contrabandistas o piratas. Siento que tu petición llegara tarde, pero si te sirve de consuelo, dudo que hubiera cambiado nada. En cuanto a la fiesta, ya aprobé que pudierais acudir, si es la voluntad de Eliander, pero esto es un puesto militar, no hay ropas o vestimentas de gala. Quizás las doncellas que sirven aquí puedan encontrarte algo, o tenéis la opción de solicitar un préstamo a Targos y alquilaros lo que necesitéis en Saltmarsh antes del evento.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La respuesta de Bastianes le dejó descolocado. Esperaba muestras de incredulidad o de acusaciones de querer librarse de aquel servicio. Tan solo acertó a asentir con la cabeza primero y quedarse paralizado ante la sonrisa de Julius después. Sus ojos, cubiertos de una venda nueva y de un parche de viejo cuero ennegrecido se dirigieron a sus compañeros, estudiando a cada uno de ellos un momento. Se detuvo en Adriana y su sonrisa cargada de ternura, tras un momento sonrió de vuelta y pareció reconsiderar algo que había estado en su cabeza.
- Os agradezco las gestiones. - Dijo aun con incredulidad.
Tras su intervención escuchó el resto de la conversación más relajado. Sintió la expeditiva justicia de Bastianes para los contrabandistas con culpabilidad y la anotó mentalmente. El destino de Nadie era una excepción, no la norma. También anotó mentalmente que para romper la dependencia con los alquimistas debían reemplazar el combustible que proporcionaban al faro. Para ello debían volver a hablar con el Cerebro, único medio que conocían de recrear la formula.
Zevatur, Rolthos
- Gracias, Señor - musitó con seriedad Adriana, con la mirada fija en el suelo. La pequeña llama de esperanza que aún mantenía sobre el destino de los contrabandistas se esfumó. Por un momento, la imagen de sus cuerpos descendiendo inertes hacia el fondo del mar perturbó su ánimo, sintiéndose en parte responsable. Las palabras de Bastianes no ayudaron a reducir esa sensación.
Cuando se dio por zanjada la reunión y salieron del despacho, la alta elfa comunicó a sus compañeros su deseo de acudir al almacén a ver a Targos, prometiéndoles no demorarse mucho, ya que las tareas se les acumulaban en Saltmarsh antes de la hora de la fiesta.
Se dirigió con celeridad hasta el edificio y llamó a la puerta con decisión, abriéndola sin esperar respuesta.
- Buenos días Señor Targos. Me alegro de volver a verle - le dedicó una sincera sonrisa - No me demoraré mucho, debemos regresar a la ciudad lo antes posible - apoyó sobre la mesa una pequeña bolsa de viaje que llevaba consigo y, tras rebuscar unos segundos, depositó un bulto envuelto en un pañuelo blanco, anudado y enlazado con una pequeña cuerda. Se lo ofreció al hombre - Por favor, acepte esto como pago de mi deuda contraída. Puede que para usted solo represente riqueza, pero le aseguro que casi perdemos la vida en la hazaña de conseguirlo. Es mucho más que dinero, se lo aseguro. Y no aceptaré un no por respuesta - Targos ya se había negado a aceptar monedas anteriormente, pero Adriana esta vez no estaba dispuesta a permitirlo.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La conversación con Targos de Adriana ha seguido por privado, así que continuamos...
La víspera de la gran Fiesta en su honor, los héroes de Saltmarsh, se acercaba. En la posada de “La Cabra de Mimbre” todos se movían rápido para preparar sus últimos retoques, al menos aquellos a los que aún les importaba algo el protocolo.
El fuego de la chimenea crepitaba con intensidad, aportando calor y cierta aura de familiaridad al recinto. El acogedor salón contenía ya a casi todos los invitados, y a los que no lo estaban también. Nadie parecía descansar cerca del fuego por primera vez desde que hizo esa posada también su hogar, y su mirada estaba fijada en las llamas, ajeno a todo lo que le rodaba salvo al sabroso plato de pato en su salsa con patatas cocidas que había preparado rápidamente Godric para los que quisieran tomar algo antes de acudir al evento.
Ostor, lucía una pequeña pajarita que nadie sabía de donde se había sacado y que nadie tenía el interés de preguntarle, la respuesta podría ser demasiado macabra. Pero le daba un aspecto cómico y siniestro a la par. Era una pena que al tener que permanecer invisible, nadie fuera capaz de apreciar su gusto por “Las buenas formas” en aquella fiesta tan esperada.
El traje de Khalión lucía sobre una de las mesas más alejadas, como un soltero fracasado al que nadie quería, aunque este había sido elegido expresamente por Adriana tras intercambiar sus lingotes por monedas de plata. En efecto, como le había asegurado Targos, la casa de intercambio parecía favorecer de algún modo a la Corona, y en especial, a los amigos de Manistrad, por lo que no había perdido apenas rédito con el trato.
Su espectacular vestido parecía acompañarle grácilmente con cada movimiento, sintiéndose afortunada de haber encontrado algo tan exquisito y de su talla en una ciudad más caracterizada por su olor a pescado podrido y marineros borrachos… había sido casi un milagro se podía decir.
Sin embargo, su ánimo, que debería estar en su mejor momento al verse envuelta de nuevo en lo que más amaba de su pasado, un gran evento social a su altura, parecía algo alicaído tras las noticias y acontecimientos de los últimos días.
La preocupación por la falta de su compañero enmascarado también hizo mella en ese estado mental, y con un suspiro asumió que éste no iba a llegar a tiempo o directamente no llegaría nunca.
La grata sorpresa no se hizo esperar cuando la puerta de la posada se abrió de par en par, dejando entrar parte de la cortina de llovizna que parecía arreciar más intensamente esta noche, lo que iba a suponer un problema para el traslado desde ese lugar hasta el edificio consistorial donde se celebraba el festejo.
Un celestial caído, sin máscara y empapado de pies a cabeza, atravesó el umbral de entrada sin mediar palabra hasta situarse con grandes zancadas cerca del calor de la acogedora chimenea, justo al lado de Nadie. Envainada en su cinto se adivinaba el pomo de Alure, la espada de hoja curva y uno de los pocos recuerdos que quedaban de los hermanos norteños.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Agua y mas agua, que calaba ropas y armas pero parecía evitar la mágica superficie de la cota marinera y gotas que parecían jugar al rededor de la envainada Alure. Sus ojos, todo azul sin pupila delatora escondían su mirada. Pese al estado de su equipo y el suyo propio no parecía hacer mella en él, es mas, hasta aprecía agradecer el confort que las condiciones climáticas le otorgaban.
-He fracasado en intenciones y hechos en la misión encomendada.- Acertó a decir- Y comprometido un secreto que ojalá hubiera quedado en eso. He comprometido vidas y quizá mostrado al cazador su presa mas valiosa.. Chak no se encontraba allí cuando llegué.. y de enterarse no guardará los respetos y cautelas de nuestros últimos cruces. Su hermano.. otro gemelo especial.. y portando la moneda he delatado su existencia.. No.. no podía dejarlo allí esperando a caer en las tenebrosas influencias donde ya se mueve Adklo..
Godric se alegró de ver a Khalion pero, como siempre, su particular manera de narrar los hechos le confundía.
- No me extraña que no pudiéramos confiar en Chak pero... ¿Dices que tiene un gemelo especial? ¿También él? ¿ Y no les cazan sus compañeros? ¿ A quién no podías dejar allí? ¿Adklo? ¿Pero no estaba muerto? ¿No era un cazado en lugar de un cazador? - A cada frase de Khalion Godric se sentía más confundido.
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¿Aquel cerebro estaba mandando mensaje distinto a cada agente? El cansancio se apoderaba del aasimar tras un día entero cabalgando hasta la extenuación. Casi derrotado por el agotamiento se recostó sobre uno de los sillones meditando la información a recapitular.
-Hasta el momento sabemos que años hace, un número desconocido de parejas de hermanos se juntaron en un horfanato.. con le tiempo uno de cada par cambió. Adklo, el azulado servidor del señor tentacular que escondían en templo su ahora muerto hermano Adso y el clérigo convertido en el ser de gusanos.. el enorme gigante de la taberna hermano del sueño.. y ahora el hermano de Chak que se escondía en un enorme monasterio cerca de Burle en el linde con el bosque. Por eso Chak no hacía presencia en tan horrible competición.. sabedor que su propia sangre era caza mayor.
El tono de Khalion decayó, casi hasta un susurro melancólico. El dolor se escondía entre sus palabras. El fracaso tintaba su discurso.
-Fallé en palabra dada a Adso y Adklo que les protegería. Uno ha muerto y el otro es un servidor del ente tentacular que enfrentamos bajo ciudad. Ahora le sirve por mi fracaso -su expresión tornaba sombría y el brillo de sus ojos desaparecía..- No podía dejar que otro cayera en sus manos.. lo siento.. yo desvelé su existencia llevando la moneda y debía elegir entre una vida de servidumbre al mal o.. -palabras entrecortadas difíciles de expresar..- o un final digno. Fue lo mas.. humano.
Mientras el aasimar habla Godric retira una tetera de agua caliente que estaba calentando para poner una tila a Adriana, pero finalmente le sirve un té a Kahlion.
- Tus noticias son terribles... - le dice y se arrodilla frente a él para que no tenga que levantar la agotada vista. Apoya una mano en su antebrazo intentando transmitirle calor - Pero has hecho lo correcto. Dudo que fuera culpa tuya que el hermano azulado de Adso, Adlok? - dice inseguro de pronunciar bien el extraño nombre - decidiera seguir a aquel ser, pero... si así lo hizo, ya viste lo que ocurre... - un escalofrío recorre al joven clérigo - su alma ahora descansará y rezo a Lathander para que una a los dos hermanos y encuentren la paz que no pudieron encontrar en vida. A veces... a veces es necesario cortar un miembro para salvar todo el cuerpo - finalizó recitando una de las frases que le decia su maestro doctor en el frente. Dió unos suaves golpecitos en el brazo a Khalion mientras se levantaba.
- Tómate el té, te sentará bien... - le asegura - y... me alegro de verte sin la máscara Khalion.
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Mablung se presento en la posada con sus ropas de siempre, aunque parecía que el druida había tratado sin mucho esmero de quitar algo del polvo y la suciedad...quizás debería hacerse con otro juego, pensó para si mismo, es una buena idea concluyo con una sonrisa mientras observaba a Adriana vestida de gala.
Tras las revelaciones de Khalion la mirada del druida se fueron directas hacia el paladín, su compañero acaba de declararse culpable de asesinato...
TocToc había expresado su intención de no ir con un traje especial a la fiesta. - Con suerte no me dejaran pasar, pero prefiero vestir como lo que soy, un agente.
Sin embargo si se había acicalado, ordenado, colocado y arreglado las plumas y sus escasas ropas era nuevas y limpias. Después de la conversación con Bastianes Nock permanecía en silencio comiendo las patatas de Godric y considerando su siguiente línea de acción. Al principio no prestó demasiada atención a las palabras de Khalion. Pero al final había dejado la cuchara y le prestó toda su atención, intentado desentrañar lo que realmente quería decir.
- ?Dices que revelaste la localización del hermano de Chak y para evitar que sufriese un destino horrible... lo mataste? - Dijo sin querer comprender lo que acababa de oir.
Zevatur, Rolthos
El atuendo que Adriana había elegido para él reposaba en el respaldo una silla del comedor, impecablemente doblado.
Leobald, observó a Khalion acercarse al hogar con cierto alivio. Al menos estaba de vuelta, eran buenas noticias, no estaba seguro de si desertaría de aquel grupo. A medida que el cazarrecompensas contaba su críptica historia el rostro del veterano caballero se fue tornando pétreo y sus ojos claros adoptaron un frío gélido y triste. Mablung pudo reconocer esa mirada. Se diría que las palabras paternales Godric eran del todo vacuas para Leobald, meridianamente fingidas. ¿El asesinato de un inocente no solo no era llorado, sino incluso justificado por Godric? ¿Qué había pasado? TocToc expuso en alto mejor las inquietudes que flotaban el aire respecto a lo que el celestial les acababa de relatar. Se limitó a escuchar.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
-Creo que la magia que imbuye la moneda es capaz de revelarlo.. y desconocemos la fuente de semajante magia.-contestó primero- Como a aquel druída del templo impío, que aceptó su sacrificio en el gran tablero donde juegan poderes que no comprendemos. Abandonado a su suerte sin culpas ni miramientos. -su rostro tornó serio contra los juicios de valor del resto de agentes.- No soy ningún asesino.-Devolvió la mirada reprovativa.- Mis actos son lícitos por naturaleza y no por estandartes o apellidos.. Sufría, rezaba.. aceptó fatal final y fallé en honor y palabra al dejarlo marchar. Ahora descansará, aliviado.
Un rato después, con todos ya preparados, buscó la forma de juntar aquel disfraz con su coraza, su espada y sus botas de piel.. dagas por doquier, su látigo y su capa.
- Si considerabas que la muerte era la unica salida, no somos quien para juzgarlo. La muerte es parte del ciclo y aqui todos hemos matado cuando lo hemos considerado necesario, y siempre habra quien te juzgue por ello sin haber estado ahi. Asi que por mi parte no le des mas vueltas- dijo Mablunh mientras se ponia en pie y recogia su capa.
-¿Nos vamos?-
—¿Te pidió entonces que acabarás con su vida? —preguntó el caballero a Khalion sin moverse de donde estaba—. Mera curiosidad.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
TocToc observó el intercambio de palabras entre Leobald, Mablung, Godric y Khalion. Apartó de si mismo el plato de patatas que haya hace poco había disfrutado. Ahora sentía la comida en el esófago y un nudo en el estómago. Las palabras dev Khalion le recordaban vívidamente las justificaciones de Akrul. Todos y cada uno de sus atroces actos eran lícitos. Por otro lado, matar a alguien para salvarle podía estar justificado, el mismo prefería ese destino a caer en manos de Akrul.
Pero era una decisión individual que de ninguna manera no podía tomarse por una tercera persona la ligera trans unidad minutos de charla.
Zevatur, Rolthos
Ante las palabras del resto Godric se quedó boquiabierto
- espera ¿qué? No… lo que quiere decir es que por ir a verle ha descubierto su escondite y le ha puesto en peligro no que lo haya matado..- dijo cuando Mablung Leobald y knock hablaron -¿no? - pregunto a Khalion.
Cuanso el aasimar volvió a intentar dar explicaciones Godric se tuvo que sentar. Intentaba entender lo que decía su compañero. Aseguraba no ser un asesino pero a la vez decía que el hermano de Chak sufría y le había pedido que lo ejecutase?
- Pero… no entiendo… - dice Godric - Si sufría seguramente Lathander podría haber aliviado su sufrimiento… si estaba en peligro le podíamos haber protegido… una cosa es poner inadvertidamente en peligro a alguien y otra.. -
Godrix miraba de hito en hito a sus compañeros sintiéndose muy confuso y sin saber qué había pasado. Estaba interpretando todo mal y hasta se había equivocado de hermanos. Aquella maldita ciudad… Respiro hondo.
- Vamos a ver Khalion disculpa si te parece intrusivo pero creo que nos estamos liando. Hagamos lo siguiente contesta si o no a lo siguiente.
- ¿Sabias donde estaba oculto el hermano especial de Chak y fuiste allí a hablar con Chak?
Según iba contestando Godric asentía y volvía a preguntar.
- Hemos entendido que al llevar la moneda allí desvelaste sin quererlo su escondite a otros que si querían cazar al hermano pese a que esa horrible costumbre de tres dias había terminado. ¿Correcto? -
- El hermano de Chak estaba sufriendo físicamente por sus deformidades? -
¿y al saberse descubierto y en peligro te pidió que acabaras con el para acabar con tanto sufrimiento físico y mental?
trago saliva
- ¿y lo hiciste? ¿Mataste al hermano de Chak accediendo a sus deseos?
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-Ya está dicho.. hice lo que había que hacer como cualquiera de vosotros hubiera hecho.-dijo cambiando la expresión melancólica anterior por otra de tedio.- La jornada ha sido larga y extenuante y han sido resueltas las amenazas de mi desliz. Acabemos el día de una vez en esa molesta celebración -Observó los ropajes festivos tratando de imaginar como pegaría aquello con una coraza y espada al cinto.
Godric mira al resto de sus compañeros… no era esto lo había entendido. Se sentía confuso. ¿Como era posible que Khalion, que tan vehemente había hablado sobre la justicia, pensara que aquello estaba bien y que habría sido la boca opción? A su mente acudieron argumentos para intentar que viera su error pero, supo que era inútil y además en algo si tenía razón, era hora de partir.
Un ligero toque en la puerta le recordó que sus propios preparativos habían dado sus frutos.
Fue a la puerta de la cerrada posada y abrió a un hombre enjuto de aspecto macilento y nariz aguileña. Solo me quedaban unos cabellos blancos y ralos en la coronilla y andaba ligeramente encorvado, acentuando el aspecto de ave de rapiña del hombre. Vestía un gabán negro hasta los pies que no dejaba adivinar mucho de su figura.
- Oh ya estáis aquí Maese Tilpure. Si nos disculpa saldremos en un minuto -
El hombre pasó su mirada desdeñosa hacia el resto de agentes aunque se detuvo un Segundo más en la hermosa elfa elegantemente ataviada antes de desaparecer con un gruñido.
- Veréis - explica Godrix al resto - Maese Tilpure solía llevar pasajeros entre Saltmarsh y otras ciudades de la costa/ últimamente solo lleva… pacientes al sanitario mental pero por esta noche ha accedido amablemente a llevarnos hasta la fiesta y traernos de vuelta al acabar. De esa manera burlaremos por una vez a la persistente lluvia y evitaremos estropear de barro los atuendos que nos ha conseguido Adriana -
Toma el chal que completa el vestido de la elfa y se lo ofrecerás ponérselo sobre los hombros.
- Si estamos listos.. - pregunta al resto
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La Gran Fiesta de las Máscaras. Parte 1.
El grupo se separó en dos partes, los que eligieron el vetusto pero elegante carruaje, y los que decidieron llegar a su festivo destino a pie, en cualquier caso, los primeros, al llegar decidieron esperar a los segundos, un detalle que recalcó Adriana como importante, puesto que al ser un evento construido en su honor, esa era la manera correcta.
La misma plaza de la gran casa consistorial estaba decorada con bolardos de colores y tiras de banderillas recorrían los elevados árboles que rodeaban el pozo que de día se usaba como eje del mercado central. Las triangulares formas se repetían con tres escudos en serie, el de Saltmarsh con sus juntos verdes, el de Cormyr, presidido por una brillante Corona, y un tercero que podría asociarse al más importante de los gremios, el de mercaderes, cuya influencia se esparcía fuertemente por toda la costa del Dragonmeere.
Una pequeña banda de música, con elegantes, pero bastante usados trajes, recibió a los invitados de honor, tocando con pompa varias tonadillas solemnes sobre un improvisado tablado que los elevaba junto a la entrada, mientras se empapaban impunemente bajo la llovizna.
Decenas de curiosos se habían concentrado cerca de la plaza, pero la eficiente guardia de la ciudad se encargaba de que nadie traspasara los límites del cordón humano de contención que habían construido en cada calle que desembocaba al corazón de la urbe portuaria. Las caras sombrías de la mayoría de ellos destilaban desprecio y desafío… pero de momento no asomaba ningún atisbo de la chispa de la rebeldía. Esa gente parecía más muerta por dentro que cualquier otro ser vivo que hubieran visto en años.
La entrada al Hall fue igualmente diplomática y pomposa, Flabius y sus lacayos, como buenos funcionarios, habían hecho un trabajo exquisito, aunque el primero, con el pañuelo listo para taparse la boca, parecía alejado de todo y de todos, supervisando desde una lejana esquina que cada detalle contara. Cuando Mablung y TocToc entraron, no pudo evitar echarse su pequeño escudo de tela de encaje sobre la boca y mirar a otro lado aguantando unas forzadas arcadas.
La alfombra roja atravesaba el gran salón, que otrora mancillaron con un celestial desangrándose, y se elevaba por las escaleras de mármol grisáceo a una segunda planta, escoltada por elaborados candelabros de pie en bronce a cada lado de ella, cada uno con media docena de velas aromáticas recién estrenadas. Lo que generaba un agradable olor de entrada, pero el ambiente quedaba cargado con ese penetrante olor a rosas maceradas a los pocos minutos.
Eda Oweland y Gellan Primewater, mecenas éste último principal de la fiesta, se encontraban en la balconada superior preparados para dar la cortés bienvenida a los héroes de la corona que habían liberado Saltmarsh de la corrupta trama de contrabandistas que asolaban sus costas.
Tras subir las escaleras, los agentes fueron acompañados al gran salón de fiestas, donde Gellan besó la mano de Adriana antes de entrar y fue danto la mano al resto de los invitados de honor, mientras Eda emitía una breve charla de bienvenida exaltando las virtudes de los agentes y su eficiencia… Su mirada durante la introducción, que parecía perderse por igual entre todos los invitados, hacia pausas más marcadas al dirigirse hacia Eliander, qué, como las decenas de demás invitados, esperaba en pie con su uniforme de gala dentro del elegante salón.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
La Gran Fiesta de las Máscaras. Parte 2.
Las puertas se cerraron tras ellos para conservar la intimidad, y las diferentes personas que rondaban por allí, vestidos con los más nobles atuendos, se fueron acercando para saludad e intercambiar palabras de elogio con los homenajeados. La mayoría eran desconocidos para ellos y los varios grupos que se iban formando por afinidad, comenzaron a relajarse para comer y beber de los abundantes platos y licores que no sólo descansaban sobre una enorme mesa central, sino que paseaban varios criados para que todos pudiesen catar las mieles de los mejores y más exquisitos productos locales y de la capital.
El recinto donde se encontraban era tremendamente amplio, y emitía cierto eco, aunque éste era ahogado por las decenas de voces que charlaban, reían e incluso bailaban ajenas a todo lo que pudiera ocurrir en el exterior, como si se encontraran en un oasis donde atesoraran sus mejores momentos. Tres grandes puertas dobles acristaladas, daban salida a tres balconadas, aunque con la lluvia, todos preferían quedarse en el interior bajo un protector techo.
En un extremo, y sobre una elegante tarima bastante bien trabajada, un aparentemente joven bardo, parecía relajar el ambiente con unas hermosas melodías acompañado de su laúd. De pelo blanco como la nieve, y piel ligeramente azulada como el mar en calma, su larga melena parecía flotar y agitarse como si una ligera brisa la acariciara con ternura. Al parecer parecía bastante famoso, y al menos un tercio de los presentes estaba situado cerca de él disfrutando de sus bellas canciones sobre exóticas tierras lejanas y las maravillas que éstas ofrecían.
Los agentes reconocieron también un pequeño grupo de afines a la corona, donde aparte de Eliander, y algunos de sus oficiales, donde se echaba de menos a Kradokk, también pudieron ver a Manistrad y un par de enanos ya conocidos, que parecían compartir bebida con un semblante serio y ligeramente distante. Todos parecían haberse situado cerca del ala oeste y no se mezclaban en demasía con el resto.
Los principales tradicionalistas, como Eda y Gellan, paseaban sin descanso como excelentes anfitriones entre los demás grupos y personas, compuestos en su mayoría por nobles y altos cargos de los diferentes gremios principales, el de mercaderes, el de pescadores y marinos, y el de astilleros. Cerca de ambos, pero siempre marcando una distancia prudencial, parecía orbitar un tercero, un joven humano de aspecto elegante, rasgos afilados y de pose altiva, que, a pesar de su actitud, parecía haber salido de la adolescencia hacía pocas primaveras. Junto a él, como una sombra, otro humano de mucha más edad, parecía acompañarlo a cada paso, ejerciendo como un guardaespaldas muy metido en su trabajo. Con piel morena y cuidada barba blanca, sus ojos parecía pasearse por todos y cada uno de los allí presentes, como si estuviera en un constante análisis de posibles amenazas.
Entre los presentes, también destacaba un estrafalario mago de mediana edad, que iba ataviado con su toga ceremonial y un vistoso y colorido sombrero acabado en punta, pero parecía preferir la compañía sólo de sí mismo y de los platos de comida que iba rescatando de los criados. Por supuesto, el ceremonial Alto Magistrado, ya recuperado de su último incidente, arrastraba su grotesca masa corporal pesadamente por el lugar, manteniendo siempre la gran mesa de viandas a su alcance, junto a él, Adrian sin acento en la “a”, también embebido en sus ropajes más elegantes, con exceso de encajes y chorreras, parecía vigilar a su superior, más en el papel de enfermero consternado, que como mayordomo venido a más.
Diversos y peculiares personajes rondaban también la fiesta, como un caballero que sin duda había conocido tiempos mejores, usando su armadura ceremonial ajada, u otro enano que parecía ir por libre, con mas anillos que dedos, y elaboradas joyas decorando su cuello, densa barba y orejas. Un jovial e inquieto gnomo que disfrutaba de la compañía de los miembros de los gremios, y algunas damas que parecían emitir agudas risas más cercanas a las emitidas por alguna ave exótica, que a las de un ser humano, parecían completar el elenco.
" ¡Oh la Oscuridad...! "