Alejándose del gentío y de la estridente escena que estaban protagonizando en el otro extremo del gran salón, Nock, salió a los balcones, completamente empapados por la lluvía, y aunque parecía que el encapotado y negro cielo había dejado de castigar con dureza la zona, aún lloviznaba con cierta ligereza. Una vez fuera, el kenku pudo percibir como la terraza era mucho más grande de lo que parecía, y en caso de que hubiera habido buen tiempo, casi la totalidad de la fiesta se podría haber realizado allí mismo.
En una esquina, junto a la barandilla sur, la extraña pareja de Capitán de la Guardia y Maestre de las Minas de Plata, intentaban mantener algo de compostura mientras Eliander sujetaba la cabeza de la enana que no dejaba de vomitar cerveza y restos de la cena a la calle desde una altura de varios metros. El emplumado agente, observó, como el responsable de la milicia, parecía distraído mientras apoyaba a su compañera mirando a los callejones cercanos, especialmente a los más estrechos y oscuros que desembocaban en la gran plaza central del mercado, cuyo eje, era el pozo donde Khalion previamente había tirado algo en su interior.
Volviendo al lugar donde el conflicto parecía haber cogido fuerza, Leobald y Adriana intentaban apoyar a un destrozado emocionalmente Flabius, allí, éste se dejó levantar por el caballero, mientras sus compañeros parecían permitir que eso sucediera, mirando de reojo a los dos agente por un momento, para desplazar su foco de atención y odio sobre un Mablung que se alejaba con total indiferencia.
- Si por favor, ... abajo estaré mejor ... al menos vosotros tenéis algo de educación y, lo más importante, oléis bien... Con un gesto más parecido al siseo de una gata enfadada que al de un humano, alejó con con un aireado gesto de su mano a los demás, y bajó a solas con Leobald al hall de entrada, dejando a Adriana arriba más tranquila por su estado. Ambos fueron acercándose lo más posible a los portones que daban paso al exterior del magno edificio, donde el senescal de eventos pidió al caballero que entreabriera uno éstos para poder respirar algo del fresco nocturno.
El caballero dejó con cuidado al funcionario recostado en su asiento y se acercó a la puerta. Cerciorándose de que no hubiera nadie acechando al otro lado, entornó la hoja de madera para dejar entrar el frío aire nocturno cargado de humedad. No se separó de la puerta, mientras observaba a Flabius recomponerse un poco. Había algo en todo aquel histrionismo que le mantenía alerta. ¿Era todo una farsa? En cuanto la estancia renovó mínimamte el aire, cerró la puerta de nuevo. La noche en Saltmarsh era peligrosa.
—¿Estáis mejor? —su voz sonó sosegada y conciliadora mientras se acercaba a él—. Lamento todo esto, parecéis un hombre culto, pero sometido a mucha presión ¿Me equivoco? —trató de que se explicase.
Adriana observó nerviosa cómo Leobald y Flabius se encaminaban a la planta inferior por las escaleras, preocupada ahora por apaciguar los ánimos en la sala principal y reconducir la situación de manera que la fiesta continuara como si no hubiera sucedido nada. Necesitaba una distracción lo suficientemente potente pero que no suscitara sospechas, así que detectó al bardo al que todos ignoraban y se dirigió a él con celeridad.
Tras unas palabras cruzadas entre hombre y elfa, el músico intentó llamar la atención de los congregados tocando una tonada rítmica y agradable que invitaba a bailar y, con suerte, a apaciguar a las fieras.
La alta elfa sonrió ampliamente y se dirigió a los invitados con unas animosas palabras: - Amigos, bailemos, disfrutemos de la noche como se merece - y acto seguido, se dirigió a Godric al que, con una graciosa reverencia, invitó a bailar. Sin darle opción a negarse, le condujo al centro de la improvisada pista de baile, con la esperanza de que el resto de invitados se unieran.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Adriana observó con su aguda percepción como Flabius, situado al lado de la puerta pero de espaldas a ella, intercambiaba unas breves palabras con Leobald, el rostro del caballero, normalmente agotado y defraudado por todo lo que le rodeaba pareció cambiar radicalmente, o quizás había sido una impresión falsa de la alta elfa... en cualquier caso, se acercó a Godric y tras arrastrarlo al centro del gran salón, pronto comenzaron a bailar como si nadie les estuviese mirando.
Algunos gritos de sorpresa acompañaron los primeros pasos, aunque la inteligente hechicera, los asoció sin duda a los expresados ante algo que llama la atención de manera positiva. La pareja pareció dar vueltas mientras los rostros de los que les contemplaba se emborronaban al concentrarse tan sólo en ellos mismos, ya que Adriana dirigía a Godric, guiando al muchacho en vez de lo contrario, como estaría dispuesto según la corte. Un poco de irreverencia siempre venía bien, y ya que Mablung había volcado toda la suya, aún quedaba margen para romper alguna antigua regla sobre bailes de salón.
El elocuente bardo de efervescentes melenas blancas, pronto se dio cuenta de la intención de la invitada de honor de pelo como el fuego, y correspondiendo con el estilo de danza que ella había elegido, comenzó a tocar una balada pegadiza y animada, lo que provocó que casi de inmediato, decenas de invitados se lanzaran a la pista improvisada que había abierto los dos agentes de la Corona.
Risas y cantos les acompañaban por doquier, como figuras perfectas en un baile sincronizado, y en el centro de todos, estaban ellos, abandonándose a la poca felicidad que hasta ahora les había traído su viaje hasta allí, olvidando por unos momentos que aún eran reos, que demonios y enfermedades rondaban sobre sus almas, que intrigas y asesinos en las sombras pugnaban por arrebatarles la vida... pero en aquel momento, justo en ese momento, nadie les podría arrebatar aquello... algo suyo... y que quizás quedaría en el recuerdo, por muchos años, si sobrevivían a lo que estaba por venir...
Flabius parecía haber vuelto a su lugar habitual, recuperando su trabajo de dirigir el evento, en uno de los giros, su mirada se cruzó por un momento con Adriana, y de algún modo, en el fondo de su memoria, éste le resultó familiar.
Leobald se reincorporó al salón de la fiesta unos pasos por detrás del senescal. Su rostro circunspecto enmarcaba una mirada suspicacia hacia Flabius. Sólo duró un momento. Enarcando una ceja y plantado junto a una columna del salón de baile, se llevó la mano al mentón, reflexivo. Parecía completamente ajeno a las alegres notas del bardo o las agraciadas coreografías corteses de Adriana y Godric. Como si estuviese a un país de distancia.
Tras los primeros momentos de tensión en los que Adriana no sabía si su argucia daría resultado, la alta elfa comenzó a relajarse al observar cómo los invitados se unían a la pista y disfrutaban, igual que ellos, de la danza improvisada.
Después de tanto tiempo, sintió que una felicidad enterrada en lo más profundo emergía de nuevo apoderándose de cada poro de su piel. Giraba y giraba dirigiendo a Godric con una soltura digna de una alta elfa criada y entrenada en la Corte, desplegando todo su encanto y su pericia. La hechicera cerraba los ojos en algunos momentos, disfrutando plenamente de esa sensación de libertad, para luego abrirlos y mirar de manera cómplice al sacerdote, mientras se reía divertida, embriagada tanto por el alcohol como por la adrenalina del baile y de la música.
Hubiera congelado ese momento para siempre, pero su voz interior, esa que se aferraba a la realidad y la cordura, le susurró que debía volver a ser consciente de dónde estaba y cuál era su cometido. Más comedida, aminorando la marcha y adoptando un ritmo más lento y acompasado, Adriana acercó su cuerpo aún más al de su compañero para susurrarle unas palabras - Gracias por este momento, Godric - su tono era sincero y profundamente agradecido. Aprovecho para mantenerse en esa posición, mientras su mirada rastreaba a cada uno de los componentes de aquella fiesta, entre lo cuales se encontraba Leobald que reaparecía unos metros detrás de Flabius. Sus ojos, azules como el cielo despejado en un día de primavera, comenzaron a cambiar de color, oscureciéndose hasta convertirse en un verde aceituna intenso y brillante.
Flabius, su mirada… creía haberla reconocido en alguien tiempo atrás pero… ¿sería posible que… fuera él? Leobald, contrariado y meditabundo, más de lo normal. La conversación con el senescal parecía haberle turbado sobremanera.
Varios compases más tarde, cuando la música llegó a su fin y Adriana se separó de Godric, el color de su mirada volvía a ser el azul hipnotizante de siempre. Le sonrió de nuevo y, aferrándose de su brazo, abandonó la pista visiblemente emocionada.
- ¡Lo has hecho realmente bien, querido! - exclamó, encaminándose hacia una de las mesas para buscar una copa de vino.
Sedienta, bebió un sorbo y su mirada dudó entre la figura del Magistrado y la de Leobald. La alta elfa sentía la urgencia y necesidad de hablar con su compañero cuanto antes. Pero, tras su visita a la mansión, había sido testigo de lo extremadamente exigente que el Magistrado se mostraba ante el cumplimiento de las normas y el protocolo de la nobleza, y ya se habían demorado demasiado en acercarse a saludarle, más teniendo en cuenta las desdichadas circunstancias en las que abandonaron aquel lugar días atrás. Decidió dejar al paladín en soledad unos minutos más, volvería a por él para el próximo baile.
- Vuelvo en un momento - comentó al sacerdote, dirigiendo sus pasos al Magistrado.
- Señor Magistrado, Adrian, buenas noches - saludó con una profunda reverencia, y otra más leve dirigiéndose hacia el mayordomo - Permítame que le exprese mi más sincero alivio y regocijo al comprobar que está completamente recuperado. Y, una vez más, le presento mis mayores disculpas por el desafortunado incidente producido en su mansión en nuestra última visita. Asumo que sus cortinas han sido ya convenientemente sustituidas y su magnífico hogar recompuesto de los destrozos producidos. Pero hablemos de cosas más agradables… Espero que estén disfrutando de este evento tanto como nosotros, nos sentimos realmente honrados ante tal homenaje- continuó, mientras le daba un sorbo a la copa de vino que sostenía delicadamente entre sus manos; Adriana se preguntó si en aquella fiesta se serviría la Muerte Carmesí que tanto agradaba al Magistrado o simplemente se conformaría con vino - Tampoco puedo dejar pasar la oportunidad de agradecerle que decidiera condonar la pena de muerte a Nadie. Se ha convertido en un activo muy útil y casi imprescindible para el grupo y las misiones que Bastianes tiene a bien encomendarnos -
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric no tuvo opción ni de replicar a Adriana, y tenía que confesar, mientras la elfa le dirigía hacia el centro de la desierta pista de baile, que tampoco le importaba.
Disfrutó del momento que compartieron como si nada más existiese. Como si todo el dolor y las penurias de los pasados meses, como si los miedos y las dudas de los últimos días no hubiesen acontecido. Al escuchar reir a Adriana su corazón se sintió ligero y hasta se permitió sostneer con más firmeza a la elfa y dirigir él el baile por unos instantes para que ella pudiera abandonarse completamente a la sensación de libertad y alegria.
Cuando ella se acercó a él y dejó su cálido cuerpo pegado al suyo Godric pasó la mano por el delicado talle de ella y la sostuvo alli.
- No Adri... gracias a ti... - le susurró
Volvieron poco después a la fiesta, y aunque el joven sacerdote lamentó separarse del cuerpo de la elfa, una parte de su mente le conminó a centrarse en el presente ya que no podía obviar que estaban rodeados de, si no enemigos, al menos gente hostil. Cuando Adriana se separó para saludar al Magistrado y su manipulador mayordomo, Godric permaneció en segundo plano, no quería que su presencia trajera malos recuerdos al Magistrado.
Sin embargo se dedicó a observarle, intentando recordar, ahora que ese asunto había vuelto a su mente y disponía de algo de tiempo, qué afección podía ocasionar aquellos síntomas.
TocToc percibió la mezcla de olores, sonidos y sombras de la aguerrida pareja. El cuidado de Eliander hacia Manistrad le conmovió. Y la muestra de hermandad marcial le hizo sentir algo de envidia. Quizás algún día él y sus compañeros sintiesen algo así los unos por los otros. Pero el sentimiento de unión entre ellos aparecía y se desvanecía. Ahora tenía dudas de que algo así fuese a arraigar con el paso del tiempo.
Con rapidez regresó al interior para coger una de las lujosas y suaves servilletas y un vaso de agua. Entonces se acercó a ellos mientras la lluvia empapaba poco a poco su ropa. Con un silencioso ademán ofreció la servilleta a Eliander y dejó el vaso de agua cerca de la perjudicada Manistrad.
En aquella extraña fiesta no tenía mucho más que decir o preguntar y se apoyó en la barandilla en silencio. Sin poder llegar a ver aquello a lo que Eliander miraba se volvió hacia la más cercana fiesta. Allí percibió como en el luminoso interior, Adriana y Godric comenzaban un baile y la música cambiaba pronto para acompañarlos.
El contraste entre la oscuridad de los sucios y angostos callejones que Eliander había estado observado y la refulgencia de la centelleante fiesta en la que los invitados bailaban le amargó la boca. Ladeo la cabeza para escupir, intentando inútilmente deshacerse de ese amargor.
Mablung trato de hacer oídos sordos al parloteo de los pobres desgraciados que hacían de sirvientes, pero su paciencia se estaba agotando, la fiesta era un autentico incordio. Se dio la vuelta pensando en decirles cuatro cosas cuando la música empezó a sonar de nuevo, volviéndose hacia la pista de baile observo casi con ternura a los dos bailarines, Adriana sofisticada y manejando la situación con gran maestría y Godric...bueno en su favor había que decir que no se le caía la baba y parecía coordinar razonablemente bien sus miembros dada la situación. Una sincera sonrisa apareció en su salvaje rostro, puede que algunos si que sacasen algo bueno de la fiesta.
Mientras sus ojos seguían el baile se percato de la llegada del Flabius como si nada hubiese pasado, valiente pedazo de mierda farsante y cuentista, con un gruñido se dirigió hacia la balconada antes de que nadie pudiese decirle nada, una vez en el exterior dejo que la fina lluvia cayese sobre el, aliviando sus emociones. Una vez más calmado se fijo en sus compañeros de exterior y una ligera sensación de remordimiento alcanzó sus mente.
Con paso decidido se acerco a Eliander y Manistrad, y cuando la enana paró de vaciar todo su contenido estomacal le dijo: -Creo que os debo una disculpa, por mis palabras de antes, no estoy acostumbrado a estos eventos, aceptad mis disculpas y una invitación para que visitéis el círculo-
Cuando el baile de los homenajeados cesó, parte de las parejas, por educación y cortesía, también abandonaron la pista improvisada que había encajado sus pasos, entre risas y alegría, sin duda el tono de la fiesta había vuelto a subir, y la gente parecía disfrutar relajadamente en un ambiente distendido y cómodo, ignorando el hecho de que un funcionario de la casa consistorial había formado una escena minutos antes. Otras parejas permanecieron danzando, abandonándose a las perfectas notas encadenadas del más que eficiente bardo, al que empezaban de nuevo a rodearle de manera indiferente algunas de las muchachas más jóvenes que le sonreían discretamente detrás de abanicos de encaje.
El orondo Lord Morbius, alto magistrado de la corona, dejaba reposar su desproporcionado cuerpo cerca de una de las mesas de comida, de la que curiosamente, apenas cataba nada sólido, solo bebía de una elaborada copa en cristales de color rubí. El aroma a vino caliente fuertemente especiado, delató el contenido de su brebaje, cuando Adriana se acercó también portando su copa pudo apreciar los turbios efluvios que desprendía. La grotesca masa de piel ampollada y parcialmente vendada que era su persona, se giró torpemente para encararse a la alta elfa, a la que miró con un deje de condescendencia que rozaba lo irreverente. Aún así, sus palabras afloraron educadas aunque distantes.
- Le agradezco su preocupación Lady Ilinan, pero no estoy completamente recuperado, mis heridas aún supuran y el dolor dentro de mi por tal vejación en mi propia casa, quizás no tenga nunca sanación... pero ante todo soy un profesional y eso no ensombrecerá mi labor en la ciudad, ni en lo relacionado con vosotros, y el alto mariscal ya me compensó con creces ese... incidente... de hecho, hoy mismo al atardecer llegó una petición urgente de vuestro superior Bastianes para el archivado y sobreseimiento del caso de uno de vosotros, el bicho-pájaro,... al parecer un error burocrático le ha condenado erróneamente, y debe ser solventado con premura... Soy rápido con el papeleo cuando es relacionado con asuntos de La Corona... como la orden de reducción en la letalidad de la condena a vuestro mencionado amigo "Nadie" ... el hobgoblin ...
Levantando con esfuerzo su enorme brazo, el enfermizo juez agitó su mano en dirección a unas bebidas situadas en el otro extremo del gran salón mientras se dirigía a su senescal personal.
- Adrian por favor, ... trae algo más de aquel vino para nuestros acompañantes y para mi... y no tengas prisa... ya sabes... Que la luz de Lathander sea contigo.
Mientras el joven lacayo de Lord Morbius se alejaba, Godric no pudo evitar fijarse en como éste miraba hacía el techo en señal de hastío sin que su superior le observara.
Nock que tire Perception con desventaja si no tiene infravisión o algo parecido... aunque creo que como no tiene ojos, no se si llega a la distancia de los callejones del otro lado de la plaza.
[En la Terraza]
Cuando llegó Mablung, Manistrad parecida algo recuperada aunque le costaba mantener la verticalidad, y se apoyaba con su costado contra los pies de Eliander, mientras en una mano sostenía la copa de agua que Nock le había traído, y en la otra intentaba usar la servilleta para limpiarse los restos de vómito de su boca. Sin duda para ser una enana no parecía tolerar muy bien el alcohol a granel, lo que era algo paradójico, como todo en Saltmarsh.
- Acepto tus disculpas apuesto y "lascivo" elfo...- Manistrad sonrió al recordar las palabras usadas anteriormente por Flabius - Creo que no he tenido mi mejor entrada esta noche, y entiendo que a veces pueda ser algo intimidante a pesar de mi "tamaño", así que será un honor para mí visitar el claro druídico, por supuesto estás también invitado a la visitar la mina cuando te salga del rabo, es preciosa en esta época del año con el ruido de todos esos muertos surgiendo de los túneles más profundos... - La mirada de la jefa de la mina de plata se desvió hacia el Capitán de la Guardia durante unos segundos, como buscando cierta aceptación, Eliander correspondió con una silenciosa afirmación de su cabeza aunque su gesto transmitía que quizás podría haberlo hecho mejor - Hace una hermosa noche hoy a pesar de la lluvia, la ciudad está especialmente silenciosa, como con una calma antes de la tempestad de la década... y hablando de tempestad... ¿porqué coño chisporroteas como un si fueras un cable guía? ... ¿Es que nadie más se ha dado cuenta o es que sigo ebria? ...
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Entiendo que el pobre kenku ciego no llega a ver nada mas alla de los 120 pies. Por eso miraba a la fiesta y no a la calle. Pero tiro con desventaje por si oye o huele algo. Ponle los penalizadores y las desventajas oculas que consideres jaja. 18
A pesar de los ruidos guturales de Manistrad, Nock se relajó bajo la mansa llovizna nocturna. El placido momento se vio interrumpido por el conspicuo druida. Lamina los muertos y la observación de aquel chisporrotear que no parecía apaciguarse ni siquiera bajo la constante lluvia fina reavivaron su atención de nuevo.
- La mina... los no-muertos... Es algo que me afecta directamente, si más adelante surge la oportunidad seria un honor participar en la siguiente limpia o defensa. Estoy convencido de que no pararan. – Después observo a Mablung. – Si... ¿No será peligroso con la lluvia? ¿Quizás alguien podría electrocutarse?
Godric tuvo que controlarse para no saltar encima de aquel taimado mayodormo y estrangularlo con sus propias manos. Lamentó haber enviado a Ostor a otros menesteres pero realmente estaban rodeados de víboras. Se movió de manera casual entre la gente, o al menos eso pretendía, sin dejar de observar a Adrián y sus manos mientras preparaba bebida para el Magistrado. En su cabeza bullían varias opciones y ninguna era buena.
(Percepción 16 o Investigación 14 si procede para ver cómo prepara la bebida)
Mablung se apoyo en la balaustrada y mientras contemplaba el cielo nocturno respondió:- Digamos que he sido nombrado nuevo guardián del círculo y con el cargo y las responsabilidades venían ciertas ventajas, todo ello corroborado por Julius, imagino que en unos días recibiréis una misiva al respecto- finalizo volviéndose hacia Eliander.
Volviendo la mirada hacia los callejones y el cielo continuo-¿Que quería decir Flabius con eso de que el no era así, que le obligaban a serlo? y ¿qué es lo de la marea durmiente que decían los criados?¿algún tipo de secta local?.
- Lamento oír eso… - respondió Adriana ante las secuelas que el Magistrado aseguraba seguir sufriendo tras la visita desafortunada de los agentes - Si hay algo que podamos hacer por usted, ahora o en el futuro, para paliar su sufrimiento, no dude en hacérnoslo saber- las palabras de la alta elfa parecían sinceras y su gesto de verdadera preocupación. Pero cuando escuchó las noticias de la condena de Nock, sus facciones se relajaron y miró al orondo hombre esperanzada.
- Me llena de júbilo y alegría que el señor Nock quede liberado de una condena que no le correspondía. Una historia realmente inaudita que muestra, por parte de nuestro compañero, una honorabilidad difícil de encontrar en los tiempos que corren. No dudo de que, gracias a su intachable profesionalidad y sentido del deber y la justicia, Nock sea de nuevo libre en las próximas horas. Permítame que aproveche la oportunidad de mostrarle mi profundo agradecimiento- Adriana escenificó una leve reverencia ante Morbius. Esperaba que con este gesto y estas palabras el hombre se sintiera lo suficientemente agasajado como para acelerar el proceso de firmar y sellar esa documentación al salir de la fiesta o la mañana siguiente como tarde. Era lo único que estaba en sus manos para ayudar a su córvido compañero.
Tras una mirada de reojo, comprobó que Adrian tardaría escasos momentos en volver con las bebidas. Después del escáner al que había sido sometido mientras bailaba, no quería arriesgarse a permanecer mucho tiempo a su lado, y la amenaza de la Muerte Carmesí revoloteaba a su alrededor cuando la figura del mayordomo entraba en escena. La alta elfa había cumplido con el Magistrado y ya era hora de saltar a su siguiente tarea. Aprovechando el fin de una de las tonadas del bardo, y escuchando las primeras notas de la siguiente, la hechicera aprovechó el momento para despedirse de Morbius
- ¡Oh! - exclamó, sorprendida - va a tener que disculparme, Señor Magistrado, pero le prometí a Lord Leobald este baile sin discusión, si no cumplo mi palabra me temo que tendré que lidiar con un caballero muy enfadado, y no queremos eso, ¿verdad? - sonrió ampliamente - Le reitero nuestra disposición ante cualquier requerimiento que necesite. Disfrute de la fiesta - tras la conveniente reverencia, depositó su copa ya vacía sobre una mesa y se dirigió hacia el paladín
- Bailemos, Leobald - le sonrió y le habló divertida, sabiendo que ojos y oídos estaban pendientes de ellos - Desempolva tus habilidades encubiertas, comprobemos lo buen bailarín que estoy segura fuiste en tus años de juventud - agarrándole del brazo y sin aceptar una negativa, le acompañó hasta el centro de la pista.
Adriana sacó al caballero de sus pensamientos. Este compartió con la elfa una mirada cómplice y acompasó sus pasos a los de Adriana en seguida, como si sus pies recordaran por si mismos cierto automatismo algo oxidado.
—El asunto de Khalion parece bajo control, de algún manera su herencia celestial parece contener el mal demoníaco que le acecha — susurró el caballero cuando llevaban algunos pasos—. No así los demás. Primwater y el guardaespaldas del niño noble destilan maldad de manera sobresaliente —observó a los susodichos desenvolverse en sus respectivos papeles—. El mago y el caballero con el que he hablado también, aunque no llega a su nivel. La anfitriona parece neutral, así como el Magistrado y muchos otros, aunque casi todos juguetean con las bajas pasiones. El mayordomo del magistrado oculta sus inclinaciones éticas mágicamente, lo que no augura nada bueno.
Una vuelta les separó un momento.
—En cuanto Godric, solo tú puedes salvarle me temo —suspiró con tristeza—, a la vista está que ejerces cierta influencia sobre él. El chico retoza en convivencia con algo malvado, no sé si la fuente de sus poderes le embauca, pero Lanthander no concedería sus dones a quien acoge un insidioso demonio de las mentiras por sirviente. En cualquier caso no tengo a Godric por ningún idiota —añadió sopesando la gravedad de sus palabras.
Otro paso del rondó les volvió a separar de nuevo.
—En cuanto a ti, haré cuanto esté en mi mano para liberarte del mal que ha enraizado en tu ser como un parásito. Deberíamos buscar un clérigo poderoso, pero no será en Saltmarsh. En toda esta fiesta sólo podemos fiarnos de Knock, Manistrad y Eliander. Ese Flabius —frunció el ceño—. No creo ni una sola de sus palabras. Aprovecharse de los muertos para medrar en su oscura agenda de tradicionalista es deleznable —suspiró cansado de tantas serpientes—. Dice que es un aliado de mi padre, que este es inocente. Que es mi tío quien asesinó a mis hijas tratando de acabar conmigo y quien trata de implicar a mi padre en la conjura contra la Corona para heredar todos los títulos. No creo nada de lo que dice, pero ¿como es posible que supiera tanto de mi familia? —se preguntó extrañado—. Tengo que averiguar para quien trabaja realmente.
Manistrad miró´a Nock al comentar su ofrecimiento, y extendió una mano torpemente para intentar sujetar su hombre, quizás en señal de agradecimiento, quizás para usarlo como punto de apoyo, ... en cualquier casi, el tacto de su mano sobre las húmedas plumas del kenku pareció sorprender a la enana...
- Eres muy suave... ¿Qué me estabas diciendo? ... Ah si... eres bienvenido a limpiar la plaga que asola las minas, ... siempre que no intervenga con tus órdenes de más arriba, no quiero cabrear a Bastianes, ese hombre tiene cada vez más genio y menos paciencia... - Un ligero empujón de Eliander, hizo que la enana volviera a hilar su tema con cierta dificultad - En cualquier caso, no son muy peligrosos, supongo que simplemente son cadáveres animados... así que las fuerzas de seguridad de la mina no han tenido demasiados problemas con ellos... aún ..., aunque si es verdad, que cada vez parecen más y más frecuentes...
Cuando Mablung clavó su vista en los callejones, sólo oscuridad y silencio fueron percibidos por el elfo de los bosques, mientras, tranquilo, escuchaba a un Eliander algo agotado y empapado darle las oportunas explicaciones al druida. Era curioso como su tono de voz y estilo a referirse a él, a ambos agentes allí reunidos, parecía haber cambiado, y su aire militar que rozaba la marcialidad y la orden constante, había cambiado a otro más de igual a igual, con más camaradería, imitando el mismo trato que ya tenía de antemano con la enana.
- No sé a que refiere ese funcionario estirado, pero en cuanto a la marea durmiente, son un grupo rebelde afín a los tradicionalistas, probablemente incluso sean financiado a escondidas por alguno de ellos, pero no son más que terroristas aficionados y torpes, ... sus intentos de boicot o de hacer daño siempre han sido frustrados, y la mayoría de sus cabecillas ya han sido debidamente encarcelados... o sentenciados... apenas son un susurro ya, una brisa insignificante que lucha contra el muro de acero de La Corona... no tenéis que preocuparos por ellos, guardián del círculo.
Mientras Adriana se despedía de Lord Morbius algo precipitadamente para dirigirse a sacar al caballero a la zona de baile, éste no pareció dedicarle ninguna palabra de respuesta, ni siquiera a sus amables y estudiadas palabras de agradecimiento, sólo la observó con sus incómodos ojos de fondo amarillento enfermizo.
La música comenzó a sonar, dando paso a otra exquisita pieza, que, una vez más, como si el bardo supiera que es lo que necesitaban escuchar los invitados de honor, pasó a ser más tranquila, pero igualmente alegre, para que Leobald pudiera seguirle el paso a la espectacular y bella Adriana, volviendo a ejercer su sutil influencia para que ambos brillaran como correspondía en esta noche especial.
Mientras, un vigilado Adrian, sin acento en la "a", parecía demorarse más de lo que la alta elfa había calculado, y seguía eligiendo, en uno de los extremos de la cámara de eventos, un buen vino tinto afrutado y con cuerpo que fuera digno del paladar de su señor. Sin prisa, el senescal estudiaba cada botella, dando la espalda al corazón de la fiesta, ajeno a lo que allí ocurría y haciendo esperar al magistrado su tan esperado brebaje. Godric escuchaba discretamente como el pálido mayordomo hablaba para si mismo frases del estilo: - No, este tinto es demasiado insaboro para él ... debe ser más especiado ...
Mientras las parejas bailaban... la pelirroja agente parecía seguir disfrutando cada minuto de esa fiesta, girando con su vestido elegante, elegido con total acierto para la ocasión, y provocando que el vuelo se alzase lo justo para enseñar sus tobillos y enlazar el siguiente paso con un Leobald que parecía mantenerle bien el pausado ritmo. Ambos se susurraban al oído lo que sería sin duda el gozo y la alegría de compartir ese momento, pero la música opacaba su íntima conversación.
En uno de los últimos pasos que darían fin a la tonada que estaba acompañándolos en ese momento, algo extraño ocurrió. Una mano gorda, grotesca, y cubierta de ampollas sujetó con fuerza el hombro de Adriana por su espalda, lo que parecía algo prácticamente imposible de no haberse percibido antes, cuando el baile se estaba haciendo en círculos abarcando todo el campo de visión, y el obeso magistrado debería ser visible casi desde cualquier ángulo del salón... De algún modo, todos había ignorado su inconmensurable figura hasta ese momento.
Apartándolos con cierta rudeza y falta de educación... el inmenso juez que servía a la corona agarró a la alta elfa para proseguir él mismo con la formal danza...
- ¿me concedes este baile Lady Ilinan? Aun no hemos terminado... No querrás contrariar al encargado de liberar a tu amigo... ¿verdad?
Una lengua retorcida y abotargada asomó levemente de su boca... como si estuviera relamiéndose. Si las parejas de danzarines que rodeaban a los dos agentes oyeron las palabras de lord Morbius, esto parecía resultarle totalmente indiferente.
Godric desvió su vigilancia sólo durante unos segundos al ver la incómoda escena, y no pudo evitar contener una arcada cuando la delicada piel de alabastro de la alta elfa fue mancillada por el grotesco abrazo de la mole que ejercía como juez y jurado en la ciudad...
Una voz conocida hizo que girara su cabeza justo para encontrarse al senescal que estaba vigilando segundos antes a su lado, con dos copas de vino en sus manos. Una se la tendió a él con amabilidad mientras también le susurraba su opinión acerca de lo que estaba a punto de suceder.
- ¿Grotesco no es cierto? ... Me preguntaba cuanto iba a tardar en hacerlo... Quizás alguien debería pararle... a saber si podría hacerle daño a la bella Adriana, a veces no es capaz de controlar su monstruosa fuerza. Un acólito de la luz, un fiel de Lathander como vos, seguro que sabe encargarse de este asunto... puesto que ambos profesáis la misma fe...
Adrian se quedó mirando a Godric esperando su reacción,... mientras iba paseando su mirada del sacerdote a la dantesca pareja... pausadamente.
Tras reponerse de la sorpresa de la abrupta interrupción, Adriana se recompuso colocando ligeramente las telas de su vestido. Con una amplia sonrisa para nada falsa y perfectamente estudiada, se dirigió al hombre que reclamaba su atención.
- Por supuesto Señor Magistrado, será un placer y un honor concederle este baile - dio la espalda unos segundos al hombre para despedirse de Leobald con una mirada de resignación, y volvió hacia el Magistrado haciendo una pequeña reverencia.
Sus cuerpos se acoplaron para comenzar la danza. Obviamente, no era la primera y esperaba que no fuera la última vez, porque significaría acudir a más fiestas como esta, que se veía obligada a bailar con compañeros… incómodos, por expresarlo de manera suave. Los eventos de la Corona se caracterizaban por este tipo de situaciones. Ella lo sabía bien y hubiera significado una ofensa negarse, por no hablar de la amenaza velada y sutil sobre la libertad de Nock si no accedía a sus deseos. Le resultó innecesario y bastante ruin por parte del Magristrado, pero a este tipo de detalles también estaba acostumbrada, así era la política. Lo único fastidioso para la alta elfa era el hecho de haber dejado a medias la conversación con Leobald, pero ya tenía algo en lo que pensar mientras cumplía con Lord Morbius. La música dio comienzo y Adriana, de manera autómata, comenzó a moverse, manteniendo una sonrisa impasible en el rostro mientras le daba vueltas en su cabeza a las palabras de Leobald.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald parpadeó un par de veces, algo perplejo por la rudeza y la falta de decoro del orondo magistrado. Viendo que Adriana parecía lidiar con la situación con cierta elegancia, les dejó hacer, siempre atento por si debía intervenir. El juez parecía otra persona, muy diferente del afligido personaje que conocían, pero por el comportamiento de los presentes y su indiferencia no debía de ser la primera vez. Y después de lo que había percibido momentos antes, a Leobald tampoco le sorprendía demasiado.
Alejándose del gentío y de la estridente escena que estaban protagonizando en el otro extremo del gran salón, Nock, salió a los balcones, completamente empapados por la lluvía, y aunque parecía que el encapotado y negro cielo había dejado de castigar con dureza la zona, aún lloviznaba con cierta ligereza. Una vez fuera, el kenku pudo percibir como la terraza era mucho más grande de lo que parecía, y en caso de que hubiera habido buen tiempo, casi la totalidad de la fiesta se podría haber realizado allí mismo.
En una esquina, junto a la barandilla sur, la extraña pareja de Capitán de la Guardia y Maestre de las Minas de Plata, intentaban mantener algo de compostura mientras Eliander sujetaba la cabeza de la enana que no dejaba de vomitar cerveza y restos de la cena a la calle desde una altura de varios metros. El emplumado agente, observó, como el responsable de la milicia, parecía distraído mientras apoyaba a su compañera mirando a los callejones cercanos, especialmente a los más estrechos y oscuros que desembocaban en la gran plaza central del mercado, cuyo eje, era el pozo donde Khalion previamente había tirado algo en su interior.
Volviendo al lugar donde el conflicto parecía haber cogido fuerza, Leobald y Adriana intentaban apoyar a un destrozado emocionalmente Flabius, allí, éste se dejó levantar por el caballero, mientras sus compañeros parecían permitir que eso sucediera, mirando de reojo a los dos agente por un momento, para desplazar su foco de atención y odio sobre un Mablung que se alejaba con total indiferencia.
- Si por favor, ... abajo estaré mejor ... al menos vosotros tenéis algo de educación y, lo más importante, oléis bien... Con un gesto más parecido al siseo de una gata enfadada que al de un humano, alejó con con un aireado gesto de su mano a los demás, y bajó a solas con Leobald al hall de entrada, dejando a Adriana arriba más tranquila por su estado. Ambos fueron acercándose lo más posible a los portones que daban paso al exterior del magno edificio, donde el senescal de eventos pidió al caballero que entreabriera uno éstos para poder respirar algo del fresco nocturno.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
El caballero dejó con cuidado al funcionario recostado en su asiento y se acercó a la puerta. Cerciorándose de que no hubiera nadie acechando al otro lado, entornó la hoja de madera para dejar entrar el frío aire nocturno cargado de humedad. No se separó de la puerta, mientras observaba a Flabius recomponerse un poco. Había algo en todo aquel histrionismo que le mantenía alerta. ¿Era todo una farsa? En cuanto la estancia renovó mínimamte el aire, cerró la puerta de nuevo. La noche en Saltmarsh era peligrosa.
—¿Estáis mejor? —su voz sonó sosegada y conciliadora mientras se acercaba a él—. Lamento todo esto, parecéis un hombre culto, pero sometido a mucha presión ¿Me equivoco? —trató de que se explicase.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Adriana observó nerviosa cómo Leobald y Flabius se encaminaban a la planta inferior por las escaleras, preocupada ahora por apaciguar los ánimos en la sala principal y reconducir la situación de manera que la fiesta continuara como si no hubiera sucedido nada. Necesitaba una distracción lo suficientemente potente pero que no suscitara sospechas, así que detectó al bardo al que todos ignoraban y se dirigió a él con celeridad.
Tras unas palabras cruzadas entre hombre y elfa, el músico intentó llamar la atención de los congregados tocando una tonada rítmica y agradable que invitaba a bailar y, con suerte, a apaciguar a las fieras.
La alta elfa sonrió ampliamente y se dirigió a los invitados con unas animosas palabras: - Amigos, bailemos, disfrutemos de la noche como se merece - y acto seguido, se dirigió a Godric al que, con una graciosa reverencia, invitó a bailar. Sin darle opción a negarse, le condujo al centro de la improvisada pista de baile, con la esperanza de que el resto de invitados se unieran.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Adriana observó con su aguda percepción como Flabius, situado al lado de la puerta pero de espaldas a ella, intercambiaba unas breves palabras con Leobald, el rostro del caballero, normalmente agotado y defraudado por todo lo que le rodeaba pareció cambiar radicalmente, o quizás había sido una impresión falsa de la alta elfa... en cualquier caso, se acercó a Godric y tras arrastrarlo al centro del gran salón, pronto comenzaron a bailar como si nadie les estuviese mirando.
Algunos gritos de sorpresa acompañaron los primeros pasos, aunque la inteligente hechicera, los asoció sin duda a los expresados ante algo que llama la atención de manera positiva. La pareja pareció dar vueltas mientras los rostros de los que les contemplaba se emborronaban al concentrarse tan sólo en ellos mismos, ya que Adriana dirigía a Godric, guiando al muchacho en vez de lo contrario, como estaría dispuesto según la corte. Un poco de irreverencia siempre venía bien, y ya que Mablung había volcado toda la suya, aún quedaba margen para romper alguna antigua regla sobre bailes de salón.
El elocuente bardo de efervescentes melenas blancas, pronto se dio cuenta de la intención de la invitada de honor de pelo como el fuego, y correspondiendo con el estilo de danza que ella había elegido, comenzó a tocar una balada pegadiza y animada, lo que provocó que casi de inmediato, decenas de invitados se lanzaran a la pista improvisada que había abierto los dos agentes de la Corona.
Risas y cantos les acompañaban por doquier, como figuras perfectas en un baile sincronizado, y en el centro de todos, estaban ellos, abandonándose a la poca felicidad que hasta ahora les había traído su viaje hasta allí, olvidando por unos momentos que aún eran reos, que demonios y enfermedades rondaban sobre sus almas, que intrigas y asesinos en las sombras pugnaban por arrebatarles la vida... pero en aquel momento, justo en ese momento, nadie les podría arrebatar aquello... algo suyo... y que quizás quedaría en el recuerdo, por muchos años, si sobrevivían a lo que estaba por venir...
Flabius parecía haber vuelto a su lugar habitual, recuperando su trabajo de dirigir el evento, en uno de los giros, su mirada se cruzó por un momento con Adriana, y de algún modo, en el fondo de su memoria, éste le resultó familiar.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald se reincorporó al salón de la fiesta unos pasos por detrás del senescal. Su rostro circunspecto enmarcaba una mirada suspicacia hacia Flabius. Sólo duró un momento. Enarcando una ceja y plantado junto a una columna del salón de baile, se llevó la mano al mentón, reflexivo. Parecía completamente ajeno a las alegres notas del bardo o las agraciadas coreografías corteses de Adriana y Godric. Como si estuviese a un país de distancia.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
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Tras los primeros momentos de tensión en los que Adriana no sabía si su argucia daría resultado, la alta elfa comenzó a relajarse al observar cómo los invitados se unían a la pista y disfrutaban, igual que ellos, de la danza improvisada.
Después de tanto tiempo, sintió que una felicidad enterrada en lo más profundo emergía de nuevo apoderándose de cada poro de su piel. Giraba y giraba dirigiendo a Godric con una soltura digna de una alta elfa criada y entrenada en la Corte, desplegando todo su encanto y su pericia. La hechicera cerraba los ojos en algunos momentos, disfrutando plenamente de esa sensación de libertad, para luego abrirlos y mirar de manera cómplice al sacerdote, mientras se reía divertida, embriagada tanto por el alcohol como por la adrenalina del baile y de la música.
Hubiera congelado ese momento para siempre, pero su voz interior, esa que se aferraba a la realidad y la cordura, le susurró que debía volver a ser consciente de dónde estaba y cuál era su cometido. Más comedida, aminorando la marcha y adoptando un ritmo más lento y acompasado, Adriana acercó su cuerpo aún más al de su compañero para susurrarle unas palabras - Gracias por este momento, Godric - su tono era sincero y profundamente agradecido. Aprovecho para mantenerse en esa posición, mientras su mirada rastreaba a cada uno de los componentes de aquella fiesta, entre lo cuales se encontraba Leobald que reaparecía unos metros detrás de Flabius. Sus ojos, azules como el cielo despejado en un día de primavera, comenzaron a cambiar de color, oscureciéndose hasta convertirse en un verde aceituna intenso y brillante.
Flabius, su mirada… creía haberla reconocido en alguien tiempo atrás pero… ¿sería posible que… fuera él? Leobald, contrariado y meditabundo, más de lo normal. La conversación con el senescal parecía haberle turbado sobremanera.
Varios compases más tarde, cuando la música llegó a su fin y Adriana se separó de Godric, el color de su mirada volvía a ser el azul hipnotizante de siempre. Le sonrió de nuevo y, aferrándose de su brazo, abandonó la pista visiblemente emocionada.
- ¡Lo has hecho realmente bien, querido! - exclamó, encaminándose hacia una de las mesas para buscar una copa de vino.
Sedienta, bebió un sorbo y su mirada dudó entre la figura del Magistrado y la de Leobald. La alta elfa sentía la urgencia y necesidad de hablar con su compañero cuanto antes. Pero, tras su visita a la mansión, había sido testigo de lo extremadamente exigente que el Magistrado se mostraba ante el cumplimiento de las normas y el protocolo de la nobleza, y ya se habían demorado demasiado en acercarse a saludarle, más teniendo en cuenta las desdichadas circunstancias en las que abandonaron aquel lugar días atrás. Decidió dejar al paladín en soledad unos minutos más, volvería a por él para el próximo baile.
- Vuelvo en un momento - comentó al sacerdote, dirigiendo sus pasos al Magistrado.
- Señor Magistrado, Adrian, buenas noches - saludó con una profunda reverencia, y otra más leve dirigiéndose hacia el mayordomo - Permítame que le exprese mi más sincero alivio y regocijo al comprobar que está completamente recuperado. Y, una vez más, le presento mis mayores disculpas por el desafortunado incidente producido en su mansión en nuestra última visita. Asumo que sus cortinas han sido ya convenientemente sustituidas y su magnífico hogar recompuesto de los destrozos producidos. Pero hablemos de cosas más agradables… Espero que estén disfrutando de este evento tanto como nosotros, nos sentimos realmente honrados ante tal homenaje - continuó, mientras le daba un sorbo a la copa de vino que sostenía delicadamente entre sus manos; Adriana se preguntó si en aquella fiesta se serviría la Muerte Carmesí que tanto agradaba al Magistrado o simplemente se conformaría con vino - Tampoco puedo dejar pasar la oportunidad de agradecerle que decidiera condonar la pena de muerte a Nadie. Se ha convertido en un activo muy útil y casi imprescindible para el grupo y las misiones que Bastianes tiene a bien encomendarnos -
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric no tuvo opción ni de replicar a Adriana, y tenía que confesar, mientras la elfa le dirigía hacia el centro de la desierta pista de baile, que tampoco le importaba.
Disfrutó del momento que compartieron como si nada más existiese. Como si todo el dolor y las penurias de los pasados meses, como si los miedos y las dudas de los últimos días no hubiesen acontecido. Al escuchar reir a Adriana su corazón se sintió ligero y hasta se permitió sostneer con más firmeza a la elfa y dirigir él el baile por unos instantes para que ella pudiera abandonarse completamente a la sensación de libertad y alegria.
Cuando ella se acercó a él y dejó su cálido cuerpo pegado al suyo Godric pasó la mano por el delicado talle de ella y la sostuvo alli.
- No Adri... gracias a ti... - le susurró
Volvieron poco después a la fiesta, y aunque el joven sacerdote lamentó separarse del cuerpo de la elfa, una parte de su mente le conminó a centrarse en el presente ya que no podía obviar que estaban rodeados de, si no enemigos, al menos gente hostil. Cuando Adriana se separó para saludar al Magistrado y su manipulador mayordomo, Godric permaneció en segundo plano, no quería que su presencia trajera malos recuerdos al Magistrado.
Sin embargo se dedicó a observarle, intentando recordar, ahora que ese asunto había vuelto a su mente y disponía de algo de tiempo, qué afección podía ocasionar aquellos síntomas.
( Medicina: 21 si aplica)
PbP Character: A few ;)
TocToc percibió la mezcla de olores, sonidos y sombras de la aguerrida pareja. El cuidado de Eliander hacia Manistrad le conmovió. Y la muestra de hermandad marcial le hizo sentir algo de envidia. Quizás algún día él y sus compañeros sintiesen algo así los unos por los otros. Pero el sentimiento de unión entre ellos aparecía y se desvanecía. Ahora tenía dudas de que algo así fuese a arraigar con el paso del tiempo.
Con rapidez regresó al interior para coger una de las lujosas y suaves servilletas y un vaso de agua. Entonces se acercó a ellos mientras la lluvia empapaba poco a poco su ropa. Con un silencioso ademán ofreció la servilleta a Eliander y dejó el vaso de agua cerca de la perjudicada Manistrad.
En aquella extraña fiesta no tenía mucho más que decir o preguntar y se apoyó en la barandilla en silencio. Sin poder llegar a ver aquello a lo que Eliander miraba se volvió hacia la más cercana fiesta. Allí percibió como en el luminoso interior, Adriana y Godric comenzaban un baile y la música cambiaba pronto para acompañarlos.
El contraste entre la oscuridad de los sucios y angostos callejones que Eliander había estado observado y la refulgencia de la centelleante fiesta en la que los invitados bailaban le amargó la boca. Ladeo la cabeza para escupir, intentando inútilmente deshacerse de ese amargor.
Zevatur, Rolthos
Mablung trato de hacer oídos sordos al parloteo de los pobres desgraciados que hacían de sirvientes, pero su paciencia se estaba agotando, la fiesta era un autentico incordio. Se dio la vuelta pensando en decirles cuatro cosas cuando la música empezó a sonar de nuevo, volviéndose hacia la pista de baile observo casi con ternura a los dos bailarines, Adriana sofisticada y manejando la situación con gran maestría y Godric...bueno en su favor había que decir que no se le caía la baba y parecía coordinar razonablemente bien sus miembros dada la situación. Una sincera sonrisa apareció en su salvaje rostro, puede que algunos si que sacasen algo bueno de la fiesta.
Mientras sus ojos seguían el baile se percato de la llegada del Flabius como si nada hubiese pasado, valiente pedazo de mierda farsante y cuentista, con un gruñido se dirigió hacia la balconada antes de que nadie pudiese decirle nada, una vez en el exterior dejo que la fina lluvia cayese sobre el, aliviando sus emociones. Una vez más calmado se fijo en sus compañeros de exterior y una ligera sensación de remordimiento alcanzó sus mente.
Con paso decidido se acerco a Eliander y Manistrad, y cuando la enana paró de vaciar todo su contenido estomacal le dijo: -Creo que os debo una disculpa, por mis palabras de antes, no estoy acostumbrado a estos eventos, aceptad mis disculpas y una invitación para que visitéis el círculo-
[En el gran Salón]
Cuando el baile de los homenajeados cesó, parte de las parejas, por educación y cortesía, también abandonaron la pista improvisada que había encajado sus pasos, entre risas y alegría, sin duda el tono de la fiesta había vuelto a subir, y la gente parecía disfrutar relajadamente en un ambiente distendido y cómodo, ignorando el hecho de que un funcionario de la casa consistorial había formado una escena minutos antes. Otras parejas permanecieron danzando, abandonándose a las perfectas notas encadenadas del más que eficiente bardo, al que empezaban de nuevo a rodearle de manera indiferente algunas de las muchachas más jóvenes que le sonreían discretamente detrás de abanicos de encaje.
El orondo Lord Morbius, alto magistrado de la corona, dejaba reposar su desproporcionado cuerpo cerca de una de las mesas de comida, de la que curiosamente, apenas cataba nada sólido, solo bebía de una elaborada copa en cristales de color rubí. El aroma a vino caliente fuertemente especiado, delató el contenido de su brebaje, cuando Adriana se acercó también portando su copa pudo apreciar los turbios efluvios que desprendía. La grotesca masa de piel ampollada y parcialmente vendada que era su persona, se giró torpemente para encararse a la alta elfa, a la que miró con un deje de condescendencia que rozaba lo irreverente. Aún así, sus palabras afloraron educadas aunque distantes.
- Le agradezco su preocupación Lady Ilinan, pero no estoy completamente recuperado, mis heridas aún supuran y el dolor dentro de mi por tal vejación en mi propia casa, quizás no tenga nunca sanación... pero ante todo soy un profesional y eso no ensombrecerá mi labor en la ciudad, ni en lo relacionado con vosotros, y el alto mariscal ya me compensó con creces ese... incidente... de hecho, hoy mismo al atardecer llegó una petición urgente de vuestro superior Bastianes para el archivado y sobreseimiento del caso de uno de vosotros, el bicho-pájaro,... al parecer un error burocrático le ha condenado erróneamente, y debe ser solventado con premura... Soy rápido con el papeleo cuando es relacionado con asuntos de La Corona... como la orden de reducción en la letalidad de la condena a vuestro mencionado amigo "Nadie" ... el hobgoblin ...
Levantando con esfuerzo su enorme brazo, el enfermizo juez agitó su mano en dirección a unas bebidas situadas en el otro extremo del gran salón mientras se dirigía a su senescal personal.
- Adrian por favor, ... trae algo más de aquel vino para nuestros acompañantes y para mi... y no tengas prisa... ya sabes... Que la luz de Lathander sea contigo.
Mientras el joven lacayo de Lord Morbius se alejaba, Godric no pudo evitar fijarse en como éste miraba hacía el techo en señal de hastío sin que su superior le observara.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Nock que tire Perception con desventaja si no tiene infravisión o algo parecido... aunque creo que como no tiene ojos, no se si llega a la distancia de los callejones del otro lado de la plaza.
[En la Terraza]
Cuando llegó Mablung, Manistrad parecida algo recuperada aunque le costaba mantener la verticalidad, y se apoyaba con su costado contra los pies de Eliander, mientras en una mano sostenía la copa de agua que Nock le había traído, y en la otra intentaba usar la servilleta para limpiarse los restos de vómito de su boca. Sin duda para ser una enana no parecía tolerar muy bien el alcohol a granel, lo que era algo paradójico, como todo en Saltmarsh.
- Acepto tus disculpas apuesto y "lascivo" elfo... - Manistrad sonrió al recordar las palabras usadas anteriormente por Flabius - Creo que no he tenido mi mejor entrada esta noche, y entiendo que a veces pueda ser algo intimidante a pesar de mi "tamaño", así que será un honor para mí visitar el claro druídico, por supuesto estás también invitado a la visitar la mina cuando te salga del rabo, es preciosa en esta época del año con el ruido de todos esos muertos surgiendo de los túneles más profundos... - La mirada de la jefa de la mina de plata se desvió hacia el Capitán de la Guardia durante unos segundos, como buscando cierta aceptación, Eliander correspondió con una silenciosa afirmación de su cabeza aunque su gesto transmitía que quizás podría haberlo hecho mejor - Hace una hermosa noche hoy a pesar de la lluvia, la ciudad está especialmente silenciosa, como con una calma antes de la tempestad de la década... y hablando de tempestad... ¿porqué coño chisporroteas como un si fueras un cable guía? ... ¿Es que nadie más se ha dado cuenta o es que sigo ebria? ...
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Entiendo que el pobre kenku ciego no llega a ver nada mas alla de los 120 pies. Por eso miraba a la fiesta y no a la calle. Pero tiro con desventaje por si oye o huele algo. Ponle los penalizadores y las desventajas oculas que consideres jaja. 18
A pesar de los ruidos guturales de Manistrad, Nock se relajó bajo la mansa llovizna nocturna. El placido momento se vio interrumpido por el conspicuo druida. Lamina los muertos y la observación de aquel chisporrotear que no parecía apaciguarse ni siquiera bajo la constante lluvia fina reavivaron su atención de nuevo.
- La mina... los no-muertos... Es algo que me afecta directamente, si más adelante surge la oportunidad seria un honor participar en la siguiente limpia o defensa. Estoy convencido de que no pararan. – Después observo a Mablung. – Si... ¿No será peligroso con la lluvia? ¿Quizás alguien podría electrocutarse?
Zevatur, Rolthos
Godric tuvo que controlarse para no saltar encima de aquel taimado mayodormo y estrangularlo con sus propias manos.
Lamentó haber enviado a Ostor a otros menesteres pero realmente estaban rodeados de víboras.
Se movió de manera casual entre la gente, o al menos eso pretendía, sin dejar de observar a Adrián y sus manos mientras preparaba bebida para el Magistrado.
En su cabeza bullían varias opciones y ninguna era buena.
(Percepción 16 o Investigación 14 si procede para ver cómo prepara la bebida)
PbP Character: A few ;)
Mablung se apoyo en la balaustrada y mientras contemplaba el cielo nocturno respondió:- Digamos que he sido nombrado nuevo guardián del círculo y con el cargo y las responsabilidades venían ciertas ventajas, todo ello corroborado por Julius, imagino que en unos días recibiréis una misiva al respecto- finalizo volviéndose hacia Eliander.
Volviendo la mirada hacia los callejones y el cielo continuo-¿Que quería decir Flabius con eso de que el no era así, que le obligaban a serlo? y ¿qué es lo de la marea durmiente que decían los criados?¿algún tipo de secta local?.
- Lamento oír eso… - respondió Adriana ante las secuelas que el Magistrado aseguraba seguir sufriendo tras la visita desafortunada de los agentes - Si hay algo que podamos hacer por usted, ahora o en el futuro, para paliar su sufrimiento, no dude en hacérnoslo saber- las palabras de la alta elfa parecían sinceras y su gesto de verdadera preocupación. Pero cuando escuchó las noticias de la condena de Nock, sus facciones se relajaron y miró al orondo hombre esperanzada.
- Me llena de júbilo y alegría que el señor Nock quede liberado de una condena que no le correspondía. Una historia realmente inaudita que muestra, por parte de nuestro compañero, una honorabilidad difícil de encontrar en los tiempos que corren. No dudo de que, gracias a su intachable profesionalidad y sentido del deber y la justicia, Nock sea de nuevo libre en las próximas horas. Permítame que aproveche la oportunidad de mostrarle mi profundo agradecimiento- Adriana escenificó una leve reverencia ante Morbius. Esperaba que con este gesto y estas palabras el hombre se sintiera lo suficientemente agasajado como para acelerar el proceso de firmar y sellar esa documentación al salir de la fiesta o la mañana siguiente como tarde. Era lo único que estaba en sus manos para ayudar a su córvido compañero.
Tras una mirada de reojo, comprobó que Adrian tardaría escasos momentos en volver con las bebidas. Después del escáner al que había sido sometido mientras bailaba, no quería arriesgarse a permanecer mucho tiempo a su lado, y la amenaza de la Muerte Carmesí revoloteaba a su alrededor cuando la figura del mayordomo entraba en escena. La alta elfa había cumplido con el Magistrado y ya era hora de saltar a su siguiente tarea. Aprovechando el fin de una de las tonadas del bardo, y escuchando las primeras notas de la siguiente, la hechicera aprovechó el momento para despedirse de Morbius
- ¡Oh! - exclamó, sorprendida - va a tener que disculparme, Señor Magistrado, pero le prometí a Lord Leobald este baile sin discusión, si no cumplo mi palabra me temo que tendré que lidiar con un caballero muy enfadado, y no queremos eso, ¿verdad? - sonrió ampliamente - Le reitero nuestra disposición ante cualquier requerimiento que necesite. Disfrute de la fiesta - tras la conveniente reverencia, depositó su copa ya vacía sobre una mesa y se dirigió hacia el paladín
- Bailemos, Leobald - le sonrió y le habló divertida, sabiendo que ojos y oídos estaban pendientes de ellos - Desempolva tus habilidades encubiertas, comprobemos lo buen bailarín que estoy segura fuiste en tus años de juventud - agarrándole del brazo y sin aceptar una negativa, le acompañó hasta el centro de la pista.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Adriana sacó al caballero de sus pensamientos. Este compartió con la elfa una mirada cómplice y acompasó sus pasos a los de Adriana en seguida, como si sus pies recordaran por si mismos cierto automatismo algo oxidado.
—El asunto de Khalion parece bajo control, de algún manera su herencia celestial parece contener el mal demoníaco que le acecha — susurró el caballero cuando llevaban algunos pasos—. No así los demás. Primwater y el guardaespaldas del niño noble destilan maldad de manera sobresaliente —observó a los susodichos desenvolverse en sus respectivos papeles—. El mago y el caballero con el que he hablado también, aunque no llega a su nivel. La anfitriona parece neutral, así como el Magistrado y muchos otros, aunque casi todos juguetean con las bajas pasiones. El mayordomo del magistrado oculta sus inclinaciones éticas mágicamente, lo que no augura nada bueno.
Una vuelta les separó un momento.
—En cuanto Godric, solo tú puedes salvarle me temo —suspiró con tristeza—, a la vista está que ejerces cierta influencia sobre él. El chico retoza en convivencia con algo malvado, no sé si la fuente de sus poderes le embauca, pero Lanthander no concedería sus dones a quien acoge un insidioso demonio de las mentiras por sirviente. En cualquier caso no tengo a Godric por ningún idiota —añadió sopesando la gravedad de sus palabras.
Otro paso del rondó les volvió a separar de nuevo.
—En cuanto a ti, haré cuanto esté en mi mano para liberarte del mal que ha enraizado en tu ser como un parásito. Deberíamos buscar un clérigo poderoso, pero no será en Saltmarsh. En toda esta fiesta sólo podemos fiarnos de Knock, Manistrad y Eliander. Ese Flabius —frunció el ceño—. No creo ni una sola de sus palabras. Aprovecharse de los muertos para medrar en su oscura agenda de tradicionalista es deleznable —suspiró cansado de tantas serpientes—. Dice que es un aliado de mi padre, que este es inocente. Que es mi tío quien asesinó a mis hijas tratando de acabar conmigo y quien trata de implicar a mi padre en la conjura contra la Corona para heredar todos los títulos. No creo nada de lo que dice, pero ¿como es posible que supiera tanto de mi familia? —se preguntó extrañado—. Tengo que averiguar para quien trabaja realmente.
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Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
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[En la terraza]
Manistrad miró´a Nock al comentar su ofrecimiento, y extendió una mano torpemente para intentar sujetar su hombre, quizás en señal de agradecimiento, quizás para usarlo como punto de apoyo, ... en cualquier casi, el tacto de su mano sobre las húmedas plumas del kenku pareció sorprender a la enana...
- Eres muy suave... ¿Qué me estabas diciendo? ... Ah si... eres bienvenido a limpiar la plaga que asola las minas, ... siempre que no intervenga con tus órdenes de más arriba, no quiero cabrear a Bastianes, ese hombre tiene cada vez más genio y menos paciencia... - Un ligero empujón de Eliander, hizo que la enana volviera a hilar su tema con cierta dificultad - En cualquier caso, no son muy peligrosos, supongo que simplemente son cadáveres animados... así que las fuerzas de seguridad de la mina no han tenido demasiados problemas con ellos... aún ..., aunque si es verdad, que cada vez parecen más y más frecuentes...
Cuando Mablung clavó su vista en los callejones, sólo oscuridad y silencio fueron percibidos por el elfo de los bosques, mientras, tranquilo, escuchaba a un Eliander algo agotado y empapado darle las oportunas explicaciones al druida. Era curioso como su tono de voz y estilo a referirse a él, a ambos agentes allí reunidos, parecía haber cambiado, y su aire militar que rozaba la marcialidad y la orden constante, había cambiado a otro más de igual a igual, con más camaradería, imitando el mismo trato que ya tenía de antemano con la enana.
- No sé a que refiere ese funcionario estirado, pero en cuanto a la marea durmiente, son un grupo rebelde afín a los tradicionalistas, probablemente incluso sean financiado a escondidas por alguno de ellos, pero no son más que terroristas aficionados y torpes, ... sus intentos de boicot o de hacer daño siempre han sido frustrados, y la mayoría de sus cabecillas ya han sido debidamente encarcelados... o sentenciados... apenas son un susurro ya, una brisa insignificante que lucha contra el muro de acero de La Corona... no tenéis que preocuparos por ellos, guardián del círculo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
[En el gran Salón]
Mientras Adriana se despedía de Lord Morbius algo precipitadamente para dirigirse a sacar al caballero a la zona de baile, éste no pareció dedicarle ninguna palabra de respuesta, ni siquiera a sus amables y estudiadas palabras de agradecimiento, sólo la observó con sus incómodos ojos de fondo amarillento enfermizo.
La música comenzó a sonar, dando paso a otra exquisita pieza, que, una vez más, como si el bardo supiera que es lo que necesitaban escuchar los invitados de honor, pasó a ser más tranquila, pero igualmente alegre, para que Leobald pudiera seguirle el paso a la espectacular y bella Adriana, volviendo a ejercer su sutil influencia para que ambos brillaran como correspondía en esta noche especial.
Mientras, un vigilado Adrian, sin acento en la "a", parecía demorarse más de lo que la alta elfa había calculado, y seguía eligiendo, en uno de los extremos de la cámara de eventos, un buen vino tinto afrutado y con cuerpo que fuera digno del paladar de su señor. Sin prisa, el senescal estudiaba cada botella, dando la espalda al corazón de la fiesta, ajeno a lo que allí ocurría y haciendo esperar al magistrado su tan esperado brebaje. Godric escuchaba discretamente como el pálido mayordomo hablaba para si mismo frases del estilo: - No, este tinto es demasiado insaboro para él ... debe ser más especiado ...
Mientras las parejas bailaban... la pelirroja agente parecía seguir disfrutando cada minuto de esa fiesta, girando con su vestido elegante, elegido con total acierto para la ocasión, y provocando que el vuelo se alzase lo justo para enseñar sus tobillos y enlazar el siguiente paso con un Leobald que parecía mantenerle bien el pausado ritmo. Ambos se susurraban al oído lo que sería sin duda el gozo y la alegría de compartir ese momento, pero la música opacaba su íntima conversación.
En uno de los últimos pasos que darían fin a la tonada que estaba acompañándolos en ese momento, algo extraño ocurrió. Una mano gorda, grotesca, y cubierta de ampollas sujetó con fuerza el hombro de Adriana por su espalda, lo que parecía algo prácticamente imposible de no haberse percibido antes, cuando el baile se estaba haciendo en círculos abarcando todo el campo de visión, y el obeso magistrado debería ser visible casi desde cualquier ángulo del salón... De algún modo, todos había ignorado su inconmensurable figura hasta ese momento.
Apartándolos con cierta rudeza y falta de educación... el inmenso juez que servía a la corona agarró a la alta elfa para proseguir él mismo con la formal danza...
- ¿me concedes este baile Lady Ilinan? Aun no hemos terminado... No querrás contrariar al encargado de liberar a tu amigo... ¿verdad?
Una lengua retorcida y abotargada asomó levemente de su boca... como si estuviera relamiéndose. Si las parejas de danzarines que rodeaban a los dos agentes oyeron las palabras de lord Morbius, esto parecía resultarle totalmente indiferente.
Godric desvió su vigilancia sólo durante unos segundos al ver la incómoda escena, y no pudo evitar contener una arcada cuando la delicada piel de alabastro de la alta elfa fue mancillada por el grotesco abrazo de la mole que ejercía como juez y jurado en la ciudad...
Una voz conocida hizo que girara su cabeza justo para encontrarse al senescal que estaba vigilando segundos antes a su lado, con dos copas de vino en sus manos. Una se la tendió a él con amabilidad mientras también le susurraba su opinión acerca de lo que estaba a punto de suceder.
- ¿Grotesco no es cierto? ... Me preguntaba cuanto iba a tardar en hacerlo... Quizás alguien debería pararle... a saber si podría hacerle daño a la bella Adriana, a veces no es capaz de controlar su monstruosa fuerza. Un acólito de la luz, un fiel de Lathander como vos, seguro que sabe encargarse de este asunto... puesto que ambos profesáis la misma fe...
Adrian se quedó mirando a Godric esperando su reacción,... mientras iba paseando su mirada del sacerdote a la dantesca pareja... pausadamente.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Tras reponerse de la sorpresa de la abrupta interrupción, Adriana se recompuso colocando ligeramente las telas de su vestido. Con una amplia sonrisa para nada falsa y perfectamente estudiada, se dirigió al hombre que reclamaba su atención.
- Por supuesto Señor Magistrado, será un placer y un honor concederle este baile - dio la espalda unos segundos al hombre para despedirse de Leobald con una mirada de resignación, y volvió hacia el Magistrado haciendo una pequeña reverencia.
Sus cuerpos se acoplaron para comenzar la danza. Obviamente, no era la primera y esperaba que no fuera la última vez, porque significaría acudir a más fiestas como esta, que se veía obligada a bailar con compañeros… incómodos, por expresarlo de manera suave. Los eventos de la Corona se caracterizaban por este tipo de situaciones. Ella lo sabía bien y hubiera significado una ofensa negarse, por no hablar de la amenaza velada y sutil sobre la libertad de Nock si no accedía a sus deseos. Le resultó innecesario y bastante ruin por parte del Magristrado, pero a este tipo de detalles también estaba acostumbrada, así era la política. Lo único fastidioso para la alta elfa era el hecho de haber dejado a medias la conversación con Leobald, pero ya tenía algo en lo que pensar mientras cumplía con Lord Morbius. La música dio comienzo y Adriana, de manera autómata, comenzó a moverse, manteniendo una sonrisa impasible en el rostro mientras le daba vueltas en su cabeza a las palabras de Leobald.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Leobald parpadeó un par de veces, algo perplejo por la rudeza y la falta de decoro del orondo magistrado. Viendo que Adriana parecía lidiar con la situación con cierta elegancia, les dejó hacer, siempre atento por si debía intervenir. El juez parecía otra persona, muy diferente del afligido personaje que conocían, pero por el comportamiento de los presentes y su indiferencia no debía de ser la primera vez. Y después de lo que había percibido momentos antes, a Leobald tampoco le sorprendía demasiado.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)