Zhar lanza una maldición en su idioma cuando ve, impasible, que uno de sus aliados es prácticamente consumido en el plateado fuego de Aegnor. Viendo los infructosos intentos del enano para liberarse, y pese que este consigue lanzarla su hacha que le deja un corte en el hombro, Zhar se mueve con sorprendente rapidez y agilidad para alguien de su tamaño. Fiándose de su instinto como guerrero y mientras una runa se ilumina en su espalda, deja caer la gran alabarda contra el lugar desde donde salieron las llamas de Aegnor. Gowther tiene apenas una décima de segundo para levantar sus defensas mágicas y usar su acero para bloquear la masiva arma que cae sobre él, pero sabe que no lo logrará, y que posiblemente su hombro se disloque o su brazo se parta al tratar de detener semejante hoja.
- ¡¡ CUIDADO ZHAR !! ¡¡ TIenes algo horrible en tu cara!! Ah no... es tu nariz... -
Las palabras de Guilbert distraen apenas unas centésimas a Zhar, pero logran el efecto deseado. Los agudos ojos de Gowther detectan el ligero cambio en el ángulo de ataque de su contrincante y es todo lo que necesita. De haber estado visible todos hubieran podido ver la elegante maniobra, levantando la guarda de la espada por encima de su cabeza, dejando el filo a su izuquierda, protegiendo el cuerpo y haciendo que la alabarda deslice por el mismo, mientras él continúa girando. La pesada arma golpea el suelo de donde salen chispas y la resolución de Gowther se fortalece. Zhar intenta atacar de nuevo pero esta vez el ágil Èl'Tael ya no está ahí. El arma se incrusta en la cercana columna y con un gruñido de rabia y frustración, Zhar la desencaja.
Zevatur respira al ver que el foco de la acción se ha desplazado al otro extremo de la sala. Al fin tiene un respiro para considerar la situación. Desesperada es poco. Pero la veteranía de tantos combates enfría su pánico, con serio y profesional semblante, estudia la situación desde la altura privilegiada de su improvisada atalaya. Dos enemigos parecen destacar sobre el resto, el imparable guerrero de la alabarda, alias “controlo todo el campo de batalla”, y el peligrosísimo mago. Tras descartar la bola de fuego por intuir que Gothwer estaba por allí metido, concentra su ataque sobre ellos dos, uniéndose al re-traqueteante ataque concentrado de sus compañeros. Dos rayos de fuego salen certeramente apuntados a ellos, uno impacta en la Zhar pero el otro se desvía cuando Zhar invoca una runa brumosa que confunde a Zevatur y hace que el rayo que iba apuntado a Willfort se desvíe hacia Guilbert. El joven muchacho hizo una mueca de frustración, aquellos enemigos disponían de mil artimañas.
“!Bien muchacho!. Van gastando sus recursos. Ahora, devuélveme mi soplido. ¡Yo acabare con ese mago!” Exclamó Canela mentalmente para Zevatur. El joven miró a Hela considerando una cura, pero ahora estaba fuera de inminente peligro y el mago podía ser aun más peligroso si le permitían lanzar más conjuros. El poder de su sangre transmitió el poder del soplido a canela el cual revoloteó amenazantemente con temeraria sobreconfianza transmitiendo mentales y amenazantes imágenes de fuegos calcinantes a Willfort.
Después, previniendo una posible respuesta de los taimados asesinos y del mago, si lograba sobrevivir, Zevatur se refugió detrás de la columna, subiendo aun más hacia el techo.
Mientras el combate rugía tras la columna. Canela, raudo, siguió a Aurinax hacia el sangriento corazón del combate, dispuesto a incinerar a sus enemigos. Aurinax, Ash, Ancan... los ataques y acciones se sucedían rápida y mortalmente. Entonces Canela se situó al lado de la imponente figura de Aurinax y sopló hacia el mago. Distraído como estaba por tantos ataques centrados en él, no le dio tiempo a reaccionar al fuego del aliento y cegadoras llamas le cubrieron por completo. El fogonazo se desvaneció revelando a un Willfort que yacía en el suelo, muerto por las intensas quemaduras. Canela gritó a su manera, proyectando imágenes de todos los mercenarios incinerados por el poder del duo de poderosos dragones, Aurinax y el mismo.
Ash, agachado sobre Helayna, y una vez estuvo seguro de haberla estabilizado, recuperó su ballesta de entre sus enseres a la espalda. Intentando olvidar la debilidad que le recorría el cuerpo, tiró del tensor ayudándose de una pierna y colocó el virote en el canal de salida. Apuntó al mayordomo, contuvo el aliento para ganar precisión y tiró del mecanismo de disparo con suavidad pero sin entretenerse. La saeta voló con fuerza hasta morder el hombro del insidioso Willifort, que tanto mal les había hecho. Solo entonces se concedió respirar profundamente y reponerse para el siguiente salto sacando fuerzas de flaqueza.
—¡Concentremos esfuerzos Fragmentos! —gritó para hacerse oír en el fragor de la batalla.
Cuando el fuego de Canela cayó sobre el hechicero de los Casalanter el guerrero bramó de júbilo.
La muerte entre las furiosas llamas de Canela del mayordomo de los Cassalanter no parece afectar a los mercenarios contratados por estos. El elfo caído lanza dagas a varios de ellos, pero parece que no es tan efectivo ahora que todos saben dónde está. Se queda de manera preventina parcialmente a cubierto por las sombras y el enorme pilar, pero ha tenido que apuntar con cuidado para intentar alcanzar a Gowther, quien, viendo que la daga que le lanza el asesino va directa a su corazón, utiliza su magia para desviarla. Sin embargo, su atención está en el elfo asesino y no espera ver aparecer entre las sombras que los rodean a la yuan-ti, que clava su arma en el estómago del El'Tael, que cae al suelo en un charco de su propia sangre.
Kath se mueve para interceptar al Ejecutor. Lanza dos ataques pero Ancan los desvía con su hacha, la cual levanta para descargarla sobre la cazadora, pero Aurinax mueve una de sus garras y el temible semi-dragón vuelve a desaparecer con un grito de rabia en una dimensión paralela.
Guilbert mirá a su alrededor, por cada pequeña victoria parecen recibir otro duro golpe. La caída de Gowther y Hela los deja en desventaja, pero al menos ellos han acabado con el mayordomo y Aurinax parece tener bajo control al loco de Ancan. La cuestión es ¿qué podía hacer él? ¿ayudar a Morko a librarse de sus ígneas ataduras? ¿sanar a Gowther para que se uniera de nuevo a la lucha? ¿desatar su magia contra la monje asesina magos? ¿tratar de atacar con su espada al gigantesco bugbear? Fuera lo que fuera tendría que hacerlo rápido pues la vida de sus amigos y la suya propia dependía de ello.
El número de enemigos se reducía con mas lentitud que el de aliados. Sin duda sabían quien era mas peligroso ignorándo al bardo por completo que malgastaba recursos contra aquellos formidables adversarios. Frustrado por la incapacidad de ayudar a sus compañeros gruñó rabioso, acariciando el laúd con acordes del himno de la orden y generando de entre las sombras la terrible carga debastadora de un highlander claymore en mano contra Zhar, la Torre. Quizá eso le daba el tiempo necesario.
-Levanta Maese Morko-dijo ayudando al enano mientras se abrasaba sus propias manos.- Necesitamos tu hacha.. yo iré a ayudar a los demás..
Sin fantasmas que le dieran soporte debido a su cobardía y miedos, Martin se volvió a ver sólo y asustado. EL dragón dorado al que había jurado defender, estaba a punto de caer, ... para sumar otro fracaso más en su larga lista de trofeos "nefastos" como incapaz del grupo. Ignorado hasta por los enemigos, observó que sólo tenía en su linea de visión al descomunal Zhar, perfecto, hierático, impenetrable...
Tenía que demostrar que podía aportar algo al combate y a los suyos, así que volvió a sacar un par de flechas de su carcaj para intentar al menos distraer a la mole blindada que amenazaba con derribarlo todo a su paso, especialmente a Morko.
Las saetas volaron inofensivas, estrellándose con un sonoro golpe de metal contra metal... cayendo inocuas al suelo... Zhar ni siquiera se percató del ataque, no merecía su atención, y con razón. Repentinamente, parte de su pétrea piel pareció abrirse, dejando un surco allá donde el verdadero proyectil espectral había probado la carne, una herida profunda y sangrante...
El bastardo cerró los para volver a abrirlos, Intentando asimilar lo que había pasado... al parecer una de las dos saetas había desarrollado un eco fantasmal, traslúcido, casi imperceptible, y como una afilada alma en pena, había cobrado su pieza.
Zevatur respiró hondo de nuevo detrás de la columna tras la que se escondía. El rechinar de metal y gemidos de dolor componía una tensa sinfonía. El silencio de la mayoria de los combatientes marcaba su concentración y lo mucho que todos se jugaban. Los mercenarios eran realmente duros de pelar, pero sus compañeros parecían estar dándolo todo. Zevatur se asomó detrás de la columna dispuesto a dar, el también, lo mejor de sí mismo. Dos rayos de fuego gemelos impactaron dolorosamente sobre Zhar y Thukash. Su siluetoa se cubio de un fuego amenazante. Con un movimiento de la mano curó a Helaya que brilló con un halo de llamas curadoras, que ya había permaneció demasiado tiempo en el suelo. Después se refugió detrás de la columna de nuevo, agazapado en la altura.
Las llamas curativas sobre Helayna y la vuelta del color a su rostro devolvieron a Ash la confianza que había olvidado. Ella vivía, estaba fuera de peligro, eso lo era todo. Le debía otra al chico. Asintió a Zevatur. Era tiempo de que aquellos malanacidos pagarán la cuenta.
Entonces vio el hueco en las defensas de La Torre. El resto de Fragmentos había hecho su trabajo. Era hora de barrer la basura. Dejando atrás su ballesta y asiendo a Úrsula con determinación, puso a funcionar todos los músculos de su ser para cubrir la distancia imposible que le separaba de su objetivo. Libre de las corrientes mágicas del maldito mago, el vigor regresaba a su cuerpo y este respondía con la energía de cien soles. Con un salto atlético y un rugido airado devoró los últimos metros, levantando a Úrsula por encima de su cabeza con ambas manos.
El mandoble partió armadura y hueso con un feo crugido mientras el peso del enorme Ash caía sobre el monstruo. Con la empuñadura del oso casi atrapada en el cuerpo, La Torre se derrumbó al fin con una mirada de incredulidad en sus ojos.
Ash escupió sobre el cuerpo inerte y recuperó su espada de un tirón.
Al caer, atravesado por la espada de Ash el Magnífico, el cuerpo del bugbear comenzó a menguar. Aún era una criatura grande, sin duda más alta que Ash, pero al abandonar la vida su cuerpo, la magia que le hacía ser es imponente figura en el campo de batalla desapareció también. El guerrero no pudo evitar sonreir para sí, pues sentía renacer la confianza en su pecho. Aquellos mercenarios les habían golpeado a base de bien, pero sólo ahora Ash comenzaba a comprender lo grave que había sido la herida inflingida. No era del cuerpo, si no del espíritu, y la actitud de Gowther, incluso de Martin y la suya propia durante el combate así lo demostraba. Eran formidables enemigos sin duda, pero no imbatibles, y menos para ellos si trabajan en equipo.
Thukash no tuvo tiempo de lamentar la caída de su compañero, pues Aurinax se abalanzó implacable sobre él. La ágil yuan-ti consiguió esquivar una garra pero el dragón dorado era un veterano en muchas batallas y había previsto aquel movimiento por su parte. Las garras grandes como espadas se clavaron profundamente en el cuerpo de la asesina y sólo la extrema agilidad de esta evitó que las poderosas mandíbulas le cercenaran la cabeza, aunque le hicieron una profunda herida en el hombro. El dragón no había terminado pues castigó a Thukash varias veces con la cola, golpeándola como un látigo.
Con un sonoro pop, Ancan el Ejecutor volvió a aparecer en la sala. Esta vez estaba cubierto de una sustancia dorada, parecida a melaza o miel. Rugió de rabia e impotencia.
- RRAAAAAGGH AURINAX... ¿MIEL??!! OSAS HACER ESTO AL EJECUTOR DE TIAMAT?? PAGARAS POR ELLO!! -
El dragón dorado tan sólo sonrió, de manera casi inocente ante la acusación del enfurecido medio-dragón.
Como respuesta a las amenazas del paladin oscuro, Canela voló hacia él y dejó escapar el ígneo aliento del que le había imbuido Zevatur. Las llamas le envolvieron y Ancan gruñó de dolor y frustración. Pero las llamas no fueron su verdadero problema. Usando la llamarada como cobertura para saltar sobre él, Kath, que había estado esperando este momento, saltó sobre Ancan. Colocando ambos pies en el pecho cubierto por la negra armadura, clavó profundamente la espada corta que su mentor, Martin, le regalara tiempo atrás. El frío acero penetró hasta la empuñadura por el cuello del semi-dragón, atravesando escamas, piel, músculo, hueso y el corazón.
- Has sido ejecutado... lagarto... -
Le dice Kath mirándole a los ojos.
Ancan abre la boca, incrédulo pero sintiendo cómo la vida se escapa de su cuerpo. Una llamarada se perfila en su garganta, pero el frío que emana de los poderes de Kath consume por completo el fuego abrasador de la ira de Ancan y congela su cuerpo. Kath se impulsa hacia atrás, ejecutando un mortal hacia atrás y liberando su espada. Ancan cae de espaldas, su cuerpo congelado se parte en mil añicos al golpear el suelo.
Viendo que sus dos contractores habían caído, al igual que uno de sus aliados, Sting lanzó un simple silbido y se movió rápidamente, como una sombra entre la batalla. En un parpadeo Ash lo tenía frente así. Pensó que el elfo de los bosques iba a atacarle, pero utilizó una de sus múltiples dagas para cortar algo de pelo del caído Zhar. Ash intentó golpearle con Úrsula, pero Sting ya se estaba moviendo de nuevo hacia las escaleras. En el umbral de las mismas, el elfo renegado se detuvo otro instante. Su mirada se cruzó con la de Martin, incluso a través de la enorme sala. Fue sólo un segundo, pero Martin pudo observar en los ojos del asesino un reflejo de los suyos propios. Ambos habían pasado por muchas cosas parecidas. Sting hizo una leve inclinación de cabeza hacia el otro renegado de la Academía de las Sombras antes de desaparecer escaleras arriba. Thukash no tardó en seguir a su aliado, moviéndose tan rápido que era dificil poder seguirla el rastro.
Guilbert se quedó jadeando, con las manos doloridas y quemadas tras ayudar a escapar a Morko de los grilletes ígneos y mirando con desconfianza hacia la sombra de las escaleras por donde los dos asesinos habían desaparecido.
El semilelfo bastardo miró a su alrededor, agotado pero prácticamente indemne, al menos físicamente, la parte de su alma quebrada y su falta de confianza, serían heridas que tardarían mucho más en sanar, si es que algún día lo llegaban a hacer. El cruce de miradas con Sting fue significativo, haciéndole preguntarse que había llevado a aquel misterioso miembro abandonar el camino de la Academia de servir al fin último de la alta raza élfica, en cambio optando por venderse como mercenario... quizás había algo más detrás, y en realidad nunca se había apartado de ese sendero en realidad.
Guardando su arco, afianzándolo sobre su espalda, recorrió el campo de batalla con ojo analítico, asumiendo los errores cometidos e intentando entender algo más de sus caídos enemigos. Con un silbido agudo llamó a Seeker que voló de regreso desde las alturas hasta su hombro. Fue cuando se encontró a Gowther yaciendo en el suelo inerte... hasta ese momento no había sido consciente de su situación porque el enorme dragón dorado Aurinax, había bloqueado su linea de visión a la zona donde el eladrín había combatido.
Su corazón dio un vuelco y se desplazó a toda velocidad a su lado, pero sin tocarle, de algún modo aún pesaba sobre él la reverencial admiración que sentía por los de su raza. Como si con siquiera rozarle, fuera a mancillar su perfección absoluta. Alzando su mano sobre él, entonó unas antiguas palabras druídicas, conocidas sólo en los rincones más profundos de los remotos bosques ancestrales y primigenios. Mientras la breve letanía se desplegaba, el ex-asesino dibujó con sus dedos algún tipo de glifo, que brilló por unos momentos con una incandescencia verde.
Un espíritu del plano natal de Gowther, el Feywild, apareció sobre su figura, con la forma de un oscuro cuervo traslúcido de iridiscente plumaje azulado metálico, sus alas comenzaron a agitarse sobre el caído el'tael, comenzando a sanar y cerrar sus heridas poco a poco... a cada batir. Sin mirar a nadie más, en parte por la vergüenza de su actuación insuficiente en la batalla, Martin susurró unas palabras de consuelo a Gowther mientras esperaba que éste se recuperara.
- No te preocupes... te pondrás bien... todos lo haremos... de algún modo.
Martin conjura su último hechizo de nivel 2: Healing Spirit En la casilla de Gowther
¡Los asesinos huían! Habían ganado contra todo pronóstico. Resiliencia era la palabra que parecía definir a aquel grupo. Tras unos pasos se plantó bajo la enorme figura del dragón.
—Yo soy Ash, líder de los Fragmentos Extraordinarios. Gracias por todo —saludó respetuosamente a Aurinax, que enroscaba su imperial cola en torno a sus garras mientras les observaba desde sus ojos de miel—. Sin tu ayuda mis amigos y yo mismo habríamos perecido. Te debemos una y puedes cobrarte el favor cuando quieras —asintió con seguridad antes buscar de nuevo a los suyos.
Ash observó a los Fragmentos lamerse las heridas y cuidó de que todos los heridos tuvieran atención por parte de Zevatur y Guilbert. Cuando Hela pudo levantarse, caminó entre los enemigos caídos recogiendo sus armas. Cambió su capa raída por la del malvado Ankan, que yacía esparcido por el suelo. El rojo vino de la nueva tela le sentaba bien, le daba un aspecto más regio.
—Aurinax, si tienes poder para ocultar la entrada mágica, cerrarla o cambiarla de sitio te sugiero que lo hagas —dijo al dragón de nuevo—. La lista de indeseables que quieren este tesoro es larga y esos que corren no era los únicos. Por lo demás nuestro trabajo era encontrar la cámara para los Lores y hemos cumplido. Tu protegida esta a salvo, hemos cuidado de ella. Está en manos de Khelben y Laeral.
Hela recobró la consciencia visiblemente turbada y tardó unos momentos en centrarse y recordar dónde se encontraba. Abrazó a Ash con urgencia, aferrándole fuertemente. Ahora era consciente de que la oscuridad y la calma de la que despertaba era demasiado real, demasiado tangible e inquietantemente agradable. Había estado a punto de abandonarse a la muerte y regresar con la Reina Cuervo y no se hubiera perdonado nunca dejar atrás a Ash.
¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? Alzó la mirada y observó que, una vez más, los Fragmentos Extraordinarios habían salido victoriosos. Desde luego, no gracias a ella.
- Perdóname…- le susurró avergonzada y algo triste - no he servido de mucha ayuda esta vez -
Le soltó con cuidado y se puso en pie lentamente, sintiéndose aún mareada y aturdida. Se interesó por el estado de sus compañeros, especialmente por el de Gowther, cuya conducta en la batalla había dejado patente una inestabilidad en su cordura que no era ni habitual ni deseable. Le observó desde la distancia, asegurándose de que se encontraba estable y observó su alrededor.
La figura del dragón llamó poderosamente su atención, tanto que se acercó lentamente hacia él, mientras Ash le dirigía unas palabras. Anonadada ante su visión, sin emitir palabra, se limitó a observarle atentamente.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Gowther estaba muerto, o al menos eso creía. Sin embargo, en algún lugar de su mente, podía sentir cómo algo merodeaba a su alrededor. Sombras escurridizas se movían a su en torno a el, susurrando palabras ininteligibles en su oído. Las sonrisas siniestras parecían lo que no eran, y el miedo se apoderaba de él. Intentó moverse, pero se sintió atrapado en un lugar oscuro y sin fin. La sensación de estar anclado en su propia mente era abrumadora, y Gowther empezó a temer que nunca pudiera escapar de allí. Las sombras se acercaban cada vez más, y el miedo se convirtió en terror.
De repente, sintió una luz brillante que lo envolvía, y las sombras se alejaron. Una risa siniestra resonó en su mente, y Gowther supo que no estaba solo. Alguien o algo estaba tratando de sacarlo de su descanso eterno. De repente, sintió una sacudida, y la sensación de estar atrapado desapareció. Abrió los ojos y vio a Martin a su lado, concentrado en lanzar un hechizo curativo. Gowther se sintió agradecido por la ayuda, pero también sabía que tendría que enfrentar el miedo y la oscuridad que había experimentado en su mente. Sabía que tendría que encontrar la fuerza dentro de sí mismo para luchar contra la oscuridad y proteger a sus seres queridos.
La batalla había concluido, pero la mente del Eladrin seguía en un estado de lucha interna. A pesar de haber protegido a sus compañeros con su propia vida, aún sentía el peso de su propia debilidad. Aquella voz intrusiva seguía susurrando en su mente, recordándole sus temores y dudas.
-"¿Qué piensas que estás haciendo, Hojacantante? ¿Realmente crees que puedes proteger a tus seres queridos con tu debilidad? Si flaqueas, tomaré el control y te mostraré cómo se hace de verdad." -El'tael apretó los dientes, tratando de ignorar la voz tenebrosa que resonaba en su cabeza. -"No eres real"-, se dijo a sí mismo, "-solo eres una creación de mi mente. No puedo permitir que me detengas."-"Pero soy real, guerrero",la voz maligna susurró con una risa siniestra. "Soy el miedo que te consume, la oscuridad que te rodea. Soy inevitable como el tiempo, te consumiré por completo."-
El'tael se tambaleó por un momento, sintiendo cómo la voz parecía envolverlo con sus garras frías. "No puedo permitirlo", susurró, apretando con fuerza la empuñadura de su espada mágica. "-Encontraré la fuerza para luchar contra ti, con mis amigos..."-"Pero no tienes la fuerza, guerrero. No eres suficiente... eres poco confiable. ¿Cómo puedes proteger a tus amigos si no puedes ni protegerte a ti mismo?" -
El elfo cerró los ojos, tratando de encontrar la calma en su interior. -"Soy fuerte", -susurró, "-tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos." Abrió los ojos de nuevo, mirándolos a su alrededor, preocupados por su bienestar. "Tengo que encontrar la fuerza dentro de mí y seguir adelante." -"Pero eso es imposible, guerrero. Estás destinado a caer, a ser consumido por la oscuridad. ¿No sería mejor para todos si simplemente aceptaras tu destino?"-
"¡No!",- El'tael gritó, sintiendo cómo la ira y la determinación crecían en su interior. -"No puedo permitir que me detengas. Tengo que seguir luchando, tengo que encontrar la fuerza para protegerlos."- Volvió a repetirse como si de un mantra se tratara. La voz tenebrosa pareció retroceder por un momento, pero luego volvió con más fuerza. -"No puedes hacerlo solo, guerrero. Necesitas mi ayuda, mi guía. Si me lo... permites, te mostraré cómo hacerlo de verdad."-Se hizo un silencio-"-...No...",- Musitó con ciertas dudas, sintiendo cómo la voz tenebrosa parecía envolverlo por completo. -"No te permitiré tomar el control. Soy fuerte, tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos."-
De nuevo, aquellos pensamiento parecieron emborronarse, pero El'tael sabía que no había ganado la batalla todavía. Sabía que tendría que seguir luchando, seguir encontrando la fuerza dentro de sí mismo para enfrentar los desafíos que se le presentaran en el futuro incierto y oscuro que tenía por delante. Pero también sabía que no estaba solo en esta lucha, que tenía a aliados a su lado para apoyarlo y ayudarlo en su camino hacia la fuerza y la valentía.
Aquellas insidiosas ideas seguían susurrando en la mente del Eladrin, recordándole su verdadera naturaleza. "Eres un ser de pura emoción, guerrero. Tu pueblo lo es. Desde los albores de la creación, os deleitáis con ellas, las sientes en lo más profundo de tu ser. No puedes negar lo que eres."
Como si tuviera el control sobre sus recuerdos, El'tael se estremeció, obligado a recordar la experiencia traumática con aquel noble de su pueblo. Había sido un acto de sadismo puro, una muestra de poder y control que había dejado cicatrices profundas en su alma. Y ahora, en medio de la batalla, era consciente de que había sentido en varias ocasiones una extraña sensación de placer al infligir dolor a sus enemigos.
"No, no puedo ser como ellos", susurró El'tael, tratando de negar lo que había sentido en su interior. "Soy un guerrero, sí, pero no soy un monstruo. No puedo permitir que la oscuridad me consuma."
"Pero ya lo eres, guerrero", la voz tenebrosa susurró con una risa siniestra. "Ya has probado el verdadero poder, la sensación de control que te da. ¿No te das cuenta de que yo solo soy la otra cara de la moneda en tu psique? Soy todo lo que no quieres ver..."
El'tael se estremeció de nuevo, sintiendo cómo la voz tenebrosa parecía conocerlo mejor que él mismo. "No, no puedo ser así", susurró de nuevo, tratando de luchar contra la idea que se estaba formando en su mente. "Soy un Eladrin, un ser de pura emoción, pero eso no significa que sea un monstruo. Hay espacio para el bien en mi." Aquello pareció alejarse por esta vez, pero El'tael sabía que tendría que seguir luchando y que no estaba solo en esta lucha, que tenía a sus amigos a su lado para apoyarlo y ayudarlo en su camino. Aunque por ahora, tendría que conformarse con ver restaurada la confianza de sus compañeros... De poder mirar a Kath a los ojos después de lo ocurrido... De ser digno de Aegnor...
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Aurinax bate sus alas y se posa sobre el tesoro, decenas de monedas se escurren y deslizan bajo el peso del enorme dragón.
Mira hacia las escaleras, gruñendo levemente al ver huir a los asesinos y como Morko sale en su persecución.
- Soy yo el que está en deuda con vosotros- dice inclinando la cabeza- por partida doble al parecer. No solo habéis devuelto la cordura a mi fraccionada mente. Los agentes de Tiamat me encontraron pese a mi disfraz y envenenaron mi cuerpo y mi mente con Magia destinada a mi estirpe.- su voz suena profunda, sabia, como la de un venerable y querido abuelo. - Vuestras palabras me han hecho recuperar la cordura Justo a tiempo al parecer. Y me dices que mi querida hija, que no protegida, se encuentra a salvo con los lotes ocultos de la ciudad. - Inclina la cabeza - Estoy en deuda, y la ciudad de Waterdeep también. De haber obtenido ese Bastón, puedes devolvérmelo ahora mi pequeño pariente - le dice a Zevatur - habrían podido perpetrar un ataque a gran escala contra la Ciudad. Hoy habéis salvado muchas vidas. -
Aurinax levanta la cabeza, estirando el cuello hacia las escaleras - Hmmm… demasiado impulsivo, como aquel al que sirve, si… es adecuado. Quizá queráis salvar una vida más y acudir en ayuda de vuestro amigo enano. Me temo que ha sobrestimado sus posibilidades contra esos asesinos. -
Como un resorte los Fragmentos corren escaleras arriba y no tardan mucho en encontrar a Morko tendido en las escaleras, tumbado en un charco de su propia sangre. Las artes curativas de Guilbert le devuelven el color y el príncipe enano abre los ojos y masculla una maldición por haber perdido a su presa.
- Han abandonado el lugar - confirma Aurinax ahora en su forma Tabaxi - venid, vayamos con Laeral y Blackstaff y pongamos la Camara a salvo. Toma - le dice a Martín entregándole la Piedra de Golgor y mirándole a los ojos. - No todas las hazañas se realizan con las armas. Tus acciones de hoy, y las que hiciste cuando la encontraste sola en las calles, os han dado la victoria hoy. Aprende a reconocer tus bendiciones. -
Aurinax guía a los Fragmentos hasta la puerta del exterior, la cual se cierra tras ellos y desaparece en el aire como si nunca hubiera existido. El aparentemente anciano Tabaxi, que camina ahora sobre un bastón de madera nornal en apariencia, guía a los candados y doloridos Fragmrntos por la calles de la ciudad, que continúan con su rutinaria y bullente actividad ajenas al drama y la batalla que se ha desarrollado por su futuro, hasta la Torre Blackstaff.
La sencilla puerta de madera negra se abre cuando se aproximan y pronto se encuentran todos sentados en la ya conocida sala junto a Laeral y Khelben. Mirt el Prestamista también está presente. La pequeña Mila corre a los brazos de su querido Señor Mittens y comienza a contarle excitada todas las aventuras que ha corrido estos días poniendo especial énfasis en el juego del escondite con Canela en la casa de los Fragmentos. El grupo toma un té en silencio intercambiando pocas palabras de momento escuchando con una sonrisa como la inocente niña narra las cosas desde su perspectiva. Saber que su inocencia y su vida están a salvo les reconforta el corazón y de alguna manera hace que todos los sufrimientos de los últimos días hayan merecido la pena. No se sienten especialmente heroicos ni victoriosos, hasta ese momento, en el que se dan cuenta de que todas sus heridas y penurias sirven para que una pequeña niña, y muchos otros, puedan seguir con sus vidas y alegrias
Gowther observa a la pequeña Mila mientras bebe su té, pero su mente está lejos de allí. La imagen de Morko tendido en las escaleras, bañado en su propia sangre, sigue atormentándolo. ¿Fue su muerte necesaria? ¿Fue su propia muerte el regalo que debió haber recibido en su lugar?
La voz oscura en su mente comienza a susurrar de nuevo, alimentando su desesperanza y su culpa. "Mira lo que has hecho, El'tael. Has atacado a alguien que confiaba en ti, has herido a alguien que considerabas un amigo. ¿Qué clase de persona eres?"
Gowther aprieta los dientes, tratando de ignorar la voz tenebrosa. Sabe que hizo lo que debía en la batalla, pero la culpa sigue pesando sobre él. "Soy un guerrero", murmura para sí mismo, "y a veces las decisiones que tomamos son difíciles. Pero eso no significa que no tenga remordimientos."
Aquello se ríe de su respuesta. "Remordimientos, dices. ¿Crees que eso te hace mejor persona? Eres débil, El'tael, y siempre lo serás. Nunca podrás escapar de la oscuridad que te rodea."
Gowther se siente abrumado por la voz tenebrosa, pero sabe que no puede permitir que lo controle. "No", murmura con determinación. "No puedo dejar que me consumas. Tengo que encontrar la fuerza para luchar contra ti, para proteger a mis seres queridos."-pensó. La maraña oscura se ríe de nuevo. "¿Serás capaz de hacerlo? ¿Serás capaz de encontrar la fuerza para luchar contra la oscuridad que te rodea?"
Gowther cierra los ojos, tratando de encontrar la calma en su interior. Sabe que no es fácil luchar contra sus propios demonios internos, pero también sabe que no está solo en esta lucha. Tiene a sus amigos a su lado, apoyándolo y ayudándolo en su camino hacia la fuerza y la valentía.
"Sí", murmura con determinación, "encontraré la fuerza para luchar contra ti. No puedo permitir que me detengas. Soy fuerte, tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos."
La voz oscura parece retroceder por un momento, pero Gowther sabe que tendrá que seguir luchando contra ella. Sabe que no es fácil, pero también sabe que no está solo en esta lucha. Y con esa certeza, se siente un poco más fuerte, un poco más capaz de enfrentar los desafíos que se le presenten en el futuro incierto y oscuro que tiene por delante.
Gowther abre los ojos y se mira en el reflejo de su taza de té. Por un momento, le parece ver como su propio rostro con un semblante desquiciado le guiña y sonríe con sorna. Un escalofrío recorre su espalda y se pregunta si su lucha contra la oscuridad es verdaderamente posible. Pero sacude la cabeza, alejando la imagen de su mente. No puede permitir que la oscuridad lo consuma, no puede defraudar a quienes confían en él. Tiene que seguir adelante, luchar y encontrar la fuerza para vencer a sus demonios internos.
Tras unos instante algo dubitativo, se levanta con inquietud. -Compañeros, necesito poner en orden mi libro de hechizos. Han sido unas horas complicadas y parece que mi libro se ha resentido-dice sonriendo forzadamente- Si me lo permiten-dijo mirando a Laeral y Blackstaff-me gustaría poder ir a la biblioteca-Continuó un confuso Gowther mientras abandonaba la estancia.
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"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Hela volvía a sentirse segura entre los muros de aquella torre. Con una tierna sonrisa, observaba a la niña contar con sus palabras las aventuras de los últimos días.
Sin quererlo, volvieron a su mente los recuerdos de su niñez, tan triste, tan solitaria, tan incomprendida, y una punzada de pesadumbre le atenazó la boca del estómago.
Pero eso quedaba muy lejos ya, ahora les tenía a ellos, a los Fragmentos Extraordinarios y, sobre todo, le tenía a él. Ya nunca volvería a sentir la angustia y el desconsuelo de la soledad más absoluta, ni el desamparo de saberse marginada entre los suyos. Había encontrado por fin a la familia que nunca tuvo y que siempre anheló. Y con Ash había descubierto el sentimiento más verdadero y profundo que jamás hubiera imaginado. Amor, lo llamaban, aquello que sus semejantes aseguraron que Hela nunca experimentaría, incluso su maestro se lo repitió en varias ocasiones. Se equivocaban, todos se equivocaban. Y Hela no podía sentirse más feliz de haber abandonado el plano de las sombras.
Las palabras de Gowther la obligaron a volver al presente y, con un gesto de extrañeza, le observó salir del comedor. Con un pequeño carraspeo para llamar la atención del resto del grupo, Hela decidió poner sobre la mesa el asunto que le atormentaba.
- Perdonad que os interrumpa, pero ahora que nuestro amigo Gowther se ha retirado, quiero aprovechar para compartir con vosotros la preocupación que me genera su comportamiento de las últimas horas. Creo que no está bien, me temo que su cordura se tambalea. Esas risas histriónicas, el ataque a Kath sin venir a cuento… ¿Os habéis percatado de todo esto o soy yo la que se ha vuelto paranoica? - preguntó con preocupación al resto.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Otro sorbo de la taza de té que al bastardo le supo a gloria, se apuntó mentalmente pedirle como favor personal alguna bolsita de esas exquisitas hierbas para llevarse con él a su inminente viaje al Norte... al menos así, cuando volviera a beberlas, sentiría que se llevaba una memoria agradable de su hogar con él. Martin se había acomodado de pie, recostado con su hombro izquierdo contra una de las paredes, muy cerca del grupo.
Las historias de la niña no pudieron evitar arrancarle una sonrisa, más debido a la inocencia que aún le quedaba y que esperara que conservara el máximo tiempo posible. No como la suya, arrancada desde que tenía apenas uso de razón para ser sometido a un brutal y cruento entrenamiento, no sólo para prepararle físicamente y con sus habilidades marciales y de infiltración, sino también para alienarle completamente en favor de la causa, fuesen cuales fuesen los medios necesarios.
Suspiró pensando en Sting, ... y en sus ulteriores motivaciones, ... y se planteó que quizás en él también podría haber camino a la redención, como ocurrió consigo mismo.
Los vapores de la infusión se elevaban en forma de finas volutas de aromáticas esencias, dándole un aspecto fantasmal a la estancia al mirar a través de ellas... Fue cuando Martin volvió a verlos, al principio al borde de su linea de visión, en las penumbras y sombras más pronunciadas de la estancia, pero poco a poco aparecían más nítidos, al menos para él. Los espectros que le habían abandonado en la batalla final comenzaron a volver a hacer su aparición. Héroes y eruditos caídos hace tiempo, todos leales servidores de la Tejedora de Destinos. Le miraban con sus ojos traslúcidos, sin juicios, sin rencores, solo expectantes... Con un discreto gesto, el semielfo agachó su cabeza en señal de respeto hacia todos ellos, y como consecuencia de esto, todos las almas animadas bajaron al unísono también la cabeza...
Martin se preguntó por unos segundos si realmente ellos le habían abandonado, o si lo que había ocurrido realmente es que él los había apartado de su lado...
La verdad sin tapujos que su compañera y amiga hechicera exponía ante todos, consiguió que pusiera atención a lo que se estaba a punto de debatir, perdiendo de vista momentáneamente a sus espectrales aliados.
- Creo que está teniendo problemas para gestionar sus emociones, ... viniendo de alguien que quizás las haya estado conteniéndolos durante siglos, ... es como romper un dique a punto de desbordarse y dejar que arrase con todo a su paso... entiendo sus maneras, pero estamos de acuerdo en que hay que hacer algo para ayudarle, lo que no sé es el qué... quizás dejarle su espacio ... o quizás pedir ayuda externa profesional... No lo sé... es un terreno sin explorar para mi también, y yo... todos, hemos estado bajo mucha presión últimamente...
La voz del ex-asesino sonó algo insegura al principio, pero mientras avanzaba en su diálogo fue corrigiéndose, mientras hablaba, aferró fuertemente la piedra que Aurinax le había otorgado, guardada en uno de sus bolsillos ocultos, y eso pareció darle confianza de algún modo.
Zevatur sintió la delicada y fina construcción del bastón deslizándose por sus manos. En general no sentía apego por los viene materiales, pero aquel bastón representaba un poder inmenso que incitaba a la avaricia. Sin embargo, también conllevaba una gran responsabilidad. Con alivio se lo paso a Aurinax.
Durante los agradecimientos y la caminata Zevatur apenas pudo articular palabra. Pasado el estrés del combate no podía dejar de admirar al anciano y poderoso dragón. Hablar con un dragón era uno de sus sueños, pero ahora que le tenía delante no sabía de qué hablar con él.
REspondiendo a Hela asintio a su observacion. - Gothwer no esta bien. Desde su muerte y resurrección algo ha cambiado, pero yo no sabría como ayudarle, si el mismo no pide ayuda... solo podemos mostrarle apoyo y comprensión. Y esperar que o bien se recupere y o bien pida ayuda.
Casi con timidez preguntó a Aurinax. - ¿Como es posible que el culto del dragón envenenase tu mente, como llegaron a ti y como averiguaron quién eres en realidad? Es posible que lo intenten de nuevo. Y además ahora que han entrado en la sala del tesoro, tienen mas información de la que sacar datos, lo mismo que los Cassalander y esos sanguinarios mercenarios que contrataron...
Ash permanecía junto a Hela, repantingado en su asiento moviendo ligeramente la tácita de te en su mano. Parecía contento y a menudo sonreía al ver jugar a Mila, ajena a todo. Bebía y comía, disfrutando de la cercanía de su pareja y de los pequeños placeres de la vida, como si el combate reciente fuera un recuerdo vago, gajes del oficio. Era muy bueno pasando página.
—Es verdad que algo le ronda por dentro —se incorporó un poco—, pero estoy de acuerdo con Zev —se encogió de hombros—. Es el mejor guerrero que conozco, después de mi, claro. Con todos esos trucos mágicos que usa, deberíamos pensar en alguna manera de pararlo sin hacerle daño, por si acaso. Disipar sus poderes por ejem... —se interrumpió abruptamente porque la pregunta al dragón que acababa de hacer el tiefling había rondado también su cabeza en la Cámara del Tesoro. ¿Cómo se había llegado a aquella situación?
Mientras los compañeros hablaban sobre la precaria estabilidad emocional del El'Tael Khelben adquirió un gesto serio, preocupado.
- Si lo que decis es cierto, espero que vuestro compañero se recupere. Quizá yo pueda ayudar con eso del tiempo... - el archimago comenzó a trazar un plan en su mente, y aunque parecía escuchar el resto de la conversación dejó que el peso de la misma recayera en los demás.
Ante las inquietudes de los Fragmentos Aurinax, en su disfraz del Sr. Mittens sonrió.
- Bueno - contestó a Zevatur - No debeis preocuparos porque el Culto, los Cassalanter, o nadie, averigüe dónde está la Cámara. ¿O acaso lo recordáis vosotros? - añade con un guiño.
Zevatur va a abrir la boca y de pronto se queda con ella abierta sin emitir ningún sonido. El dragón tiene razón. No recuerda absolutamente nada del camino que siguieron o cómo encontraron la Cámara. Todos los Fragmentos, excepto Martin, se miran y tras una rápida conversación confirman que recuerdan haber paseado por la ciudad, entrar en algunas tiendas y luego, como si se hubieran teleportado o de un viaje onírico se tratara, recuerdan la gran sala del tesoro, cubierta en sombras, y la batalla se les parece más bien el recuerdo de una pesadilla, pues los detalles se desdibujan en sus mentes. Si no fuera por las heridas que han sufrido incluso dudarían de que hubiese sido real. Al parecer, tan sólo Martin, poseedor de la Piedra, recordaba que eran necesarias tres llaves, sin embargo se sorprendió al darse cuenta de que ahora eran necesarias cinco, no tres llaves, y que ninguna tenía nada que ver con las que habían recabado unas horas antes.
- Sin embargo es dificil saber cómo me localizaron y me descubrieron en esta forma. No debemos subestimar el poder de Tiamat y creo que lo mejor será, hasta que esa amenaza haya sido eliminada, que me refugie en la Cámara-
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Zhar lanza una maldición en su idioma cuando ve, impasible, que uno de sus aliados es prácticamente consumido en el plateado fuego de Aegnor. Viendo los infructosos intentos del enano para liberarse, y pese que este consigue lanzarla su hacha que le deja un corte en el hombro, Zhar se mueve con sorprendente rapidez y agilidad para alguien de su tamaño. Fiándose de su instinto como guerrero y mientras una runa se ilumina en su espalda, deja caer la gran alabarda contra el lugar desde donde salieron las llamas de Aegnor.
Gowther tiene apenas una décima de segundo para levantar sus defensas mágicas y usar su acero para bloquear la masiva arma que cae sobre él, pero sabe que no lo logrará, y que posiblemente su hombro se disloque o su brazo se parta al tratar de detener semejante hoja.
- ¡¡ CUIDADO ZHAR !! ¡¡ TIenes algo horrible en tu cara!! Ah no... es tu nariz... -
Las palabras de Guilbert distraen apenas unas centésimas a Zhar, pero logran el efecto deseado. Los agudos ojos de Gowther detectan el ligero cambio en el ángulo de ataque de su contrincante y es todo lo que necesita. De haber estado visible todos hubieran podido ver la elegante maniobra, levantando la guarda de la espada por encima de su cabeza, dejando el filo a su izuquierda, protegiendo el cuerpo y haciendo que la alabarda deslice por el mismo, mientras él continúa girando. La pesada arma golpea el suelo de donde salen chispas y la resolución de Gowther se fortalece.
Zhar intenta atacar de nuevo pero esta vez el ágil Èl'Tael ya no está ahí. El arma se incrusta en la cercana columna y con un gruñido de rabia y frustración, Zhar la desencaja.
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Zevatur respira al ver que el foco de la acción se ha desplazado al otro extremo de la sala. Al fin tiene un respiro para considerar la situación. Desesperada es poco. Pero la veteranía de tantos combates enfría su pánico, con serio y profesional semblante, estudia la situación desde la altura privilegiada de su improvisada atalaya. Dos enemigos parecen destacar sobre el resto, el imparable guerrero de la alabarda, alias “controlo todo el campo de batalla”, y el peligrosísimo mago. Tras descartar la bola de fuego por intuir que Gothwer estaba por allí metido, concentra su ataque sobre ellos dos, uniéndose al re-traqueteante ataque concentrado de sus compañeros. Dos rayos de fuego salen certeramente apuntados a ellos, uno impacta en la Zhar pero el otro se desvía cuando Zhar invoca una runa brumosa que confunde a Zevatur y hace que el rayo que iba apuntado a Willfort se desvíe hacia Guilbert. El joven muchacho hizo una mueca de frustración, aquellos enemigos disponían de mil artimañas.
“!Bien muchacho!. Van gastando sus recursos. Ahora, devuélveme mi soplido. ¡Yo acabare con ese mago!” Exclamó Canela mentalmente para Zevatur. El joven miró a Hela considerando una cura, pero ahora estaba fuera de inminente peligro y el mago podía ser aun más peligroso si le permitían lanzar más conjuros. El poder de su sangre transmitió el poder del soplido a canela el cual revoloteó amenazantemente con temeraria sobreconfianza transmitiendo mentales y amenazantes imágenes de fuegos calcinantes a Willfort.
Después, previniendo una posible respuesta de los taimados asesinos y del mago, si lograba sobrevivir, Zevatur se refugió detrás de la columna, subiendo aun más hacia el techo.
Mientras el combate rugía tras la columna. Canela, raudo, siguió a Aurinax hacia el sangriento corazón del combate, dispuesto a incinerar a sus enemigos. Aurinax, Ash, Ancan... los ataques y acciones se sucedían rápida y mortalmente. Entonces Canela se situó al lado de la imponente figura de Aurinax y sopló hacia el mago. Distraído como estaba por tantos ataques centrados en él, no le dio tiempo a reaccionar al fuego del aliento y cegadoras llamas le cubrieron por completo. El fogonazo se desvaneció revelando a un Willfort que yacía en el suelo, muerto por las intensas quemaduras. Canela gritó a su manera, proyectando imágenes de todos los mercenarios incinerados por el poder del duo de poderosos dragones, Aurinax y el mismo.
Zevatur, Rolthos
Ash, agachado sobre Helayna, y una vez estuvo seguro de haberla estabilizado, recuperó su ballesta de entre sus enseres a la espalda. Intentando olvidar la debilidad que le recorría el cuerpo, tiró del tensor ayudándose de una pierna y colocó el virote en el canal de salida. Apuntó al mayordomo, contuvo el aliento para ganar precisión y tiró del mecanismo de disparo con suavidad pero sin entretenerse. La saeta voló con fuerza hasta morder el hombro del insidioso Willifort, que tanto mal les había hecho. Solo entonces se concedió respirar profundamente y reponerse para el siguiente salto sacando fuerzas de flaqueza.
—¡Concentremos esfuerzos Fragmentos! —gritó para hacerse oír en el fragor de la batalla.
Cuando el fuego de Canela cayó sobre el hechicero de los Casalanter el guerrero bramó de júbilo.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La muerte entre las furiosas llamas de Canela del mayordomo de los Cassalanter no parece afectar a los mercenarios contratados por estos. El elfo caído lanza dagas a varios de ellos, pero parece que no es tan efectivo ahora que todos saben dónde está. Se queda de manera preventina parcialmente a cubierto por las sombras y el enorme pilar, pero ha tenido que apuntar con cuidado para intentar alcanzar a Gowther, quien, viendo que la daga que le lanza el asesino va directa a su corazón, utiliza su magia para desviarla. Sin embargo, su atención está en el elfo asesino y no espera ver aparecer entre las sombras que los rodean a la yuan-ti, que clava su arma en el estómago del El'Tael, que cae al suelo en un charco de su propia sangre.
Kath se mueve para interceptar al Ejecutor. Lanza dos ataques pero Ancan los desvía con su hacha, la cual levanta para descargarla sobre la cazadora, pero Aurinax mueve una de sus garras y el temible semi-dragón vuelve a desaparecer con un grito de rabia en una dimensión paralela.
Guilbert mirá a su alrededor, por cada pequeña victoria parecen recibir otro duro golpe. La caída de Gowther y Hela los deja en desventaja, pero al menos ellos han acabado con el mayordomo y Aurinax parece tener bajo control al loco de Ancan. La cuestión es ¿qué podía hacer él? ¿ayudar a Morko a librarse de sus ígneas ataduras? ¿sanar a Gowther para que se uniera de nuevo a la lucha? ¿desatar su magia contra la monje asesina magos? ¿tratar de atacar con su espada al gigantesco bugbear? Fuera lo que fuera tendría que hacerlo rápido pues la vida de sus amigos y la suya propia dependía de ello.
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El número de enemigos se reducía con mas lentitud que el de aliados. Sin duda sabían quien era mas peligroso ignorándo al bardo por completo que malgastaba recursos contra aquellos formidables adversarios. Frustrado por la incapacidad de ayudar a sus compañeros gruñó rabioso, acariciando el laúd con acordes del himno de la orden y generando de entre las sombras la terrible carga debastadora de un highlander claymore en mano contra Zhar, la Torre. Quizá eso le daba el tiempo necesario.
-Levanta Maese Morko- dijo ayudando al enano mientras se abrasaba sus propias manos.- Necesitamos tu hacha.. yo iré a ayudar a los demás..
Sin fantasmas que le dieran soporte debido a su cobardía y miedos, Martin se volvió a ver sólo y asustado. EL dragón dorado al que había jurado defender, estaba a punto de caer, ... para sumar otro fracaso más en su larga lista de trofeos "nefastos" como incapaz del grupo. Ignorado hasta por los enemigos, observó que sólo tenía en su linea de visión al descomunal Zhar, perfecto, hierático, impenetrable...
Tenía que demostrar que podía aportar algo al combate y a los suyos, así que volvió a sacar un par de flechas de su carcaj para intentar al menos distraer a la mole blindada que amenazaba con derribarlo todo a su paso, especialmente a Morko.
Las saetas volaron inofensivas, estrellándose con un sonoro golpe de metal contra metal... cayendo inocuas al suelo... Zhar ni siquiera se percató del ataque, no merecía su atención, y con razón. Repentinamente, parte de su pétrea piel pareció abrirse, dejando un surco allá donde el verdadero proyectil espectral había probado la carne, una herida profunda y sangrante...
El bastardo cerró los para volver a abrirlos, Intentando asimilar lo que había pasado... al parecer una de las dos saetas había desarrollado un eco fantasmal, traslúcido, casi imperceptible, y como una afilada alma en pena, había cobrado su pieza.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Zevatur respiró hondo de nuevo detrás de la columna tras la que se escondía. El rechinar de metal y gemidos de dolor componía una tensa sinfonía. El silencio de la mayoria de los combatientes marcaba su concentración y lo mucho que todos se jugaban. Los mercenarios eran realmente duros de pelar, pero sus compañeros parecían estar dándolo todo. Zevatur se asomó detrás de la columna dispuesto a dar, el también, lo mejor de sí mismo. Dos rayos de fuego gemelos impactaron dolorosamente sobre Zhar y Thukash. Su siluetoa se cubio de un fuego amenazante. Con un movimiento de la mano curó a Helaya que brilló con un halo de llamas curadoras, que ya había permaneció demasiado tiempo en el suelo. Después se refugió detrás de la columna de nuevo, agazapado en la altura.
Zevatur, Rolthos
Las llamas curativas sobre Helayna y la vuelta del color a su rostro devolvieron a Ash la confianza que había olvidado. Ella vivía, estaba fuera de peligro, eso lo era todo. Le debía otra al chico. Asintió a Zevatur. Era tiempo de que aquellos malanacidos pagarán la cuenta.
Entonces vio el hueco en las defensas de La Torre. El resto de Fragmentos había hecho su trabajo. Era hora de barrer la basura. Dejando atrás su ballesta y asiendo a Úrsula con determinación, puso a funcionar todos los músculos de su ser para cubrir la distancia imposible que le separaba de su objetivo. Libre de las corrientes mágicas del maldito mago, el vigor regresaba a su cuerpo y este respondía con la energía de cien soles. Con un salto atlético y un rugido airado devoró los últimos metros, levantando a Úrsula por encima de su cabeza con ambas manos.
El mandoble partió armadura y hueso con un feo crugido mientras el peso del enorme Ash caía sobre el monstruo. Con la empuñadura del oso casi atrapada en el cuerpo, La Torre se derrumbó al fin con una mirada de incredulidad en sus ojos.
Ash escupió sobre el cuerpo inerte y recuperó su espada de un tirón.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
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Al caer, atravesado por la espada de Ash el Magnífico, el cuerpo del bugbear comenzó a menguar. Aún era una criatura grande, sin duda más alta que Ash, pero al abandonar la vida su cuerpo, la magia que le hacía ser es imponente figura en el campo de batalla desapareció también. El guerrero no pudo evitar sonreir para sí, pues sentía renacer la confianza en su pecho. Aquellos mercenarios les habían golpeado a base de bien, pero sólo ahora Ash comenzaba a comprender lo grave que había sido la herida inflingida. No era del cuerpo, si no del espíritu, y la actitud de Gowther, incluso de Martin y la suya propia durante el combate así lo demostraba. Eran formidables enemigos sin duda, pero no imbatibles, y menos para ellos si trabajan en equipo.
Thukash no tuvo tiempo de lamentar la caída de su compañero, pues Aurinax se abalanzó implacable sobre él. La ágil yuan-ti consiguió esquivar una garra pero el dragón dorado era un veterano en muchas batallas y había previsto aquel movimiento por su parte. Las garras grandes como espadas se clavaron profundamente en el cuerpo de la asesina y sólo la extrema agilidad de esta evitó que las poderosas mandíbulas le cercenaran la cabeza, aunque le hicieron una profunda herida en el hombro. El dragón no había terminado pues castigó a Thukash varias veces con la cola, golpeándola como un látigo.
Con un sonoro pop, Ancan el Ejecutor volvió a aparecer en la sala. Esta vez estaba cubierto de una sustancia dorada, parecida a melaza o miel. Rugió de rabia e impotencia.
- RRAAAAAGGH AURINAX... ¿MIEL??!! OSAS HACER ESTO AL EJECUTOR DE TIAMAT?? PAGARAS POR ELLO!! -
El dragón dorado tan sólo sonrió, de manera casi inocente ante la acusación del enfurecido medio-dragón.
Como respuesta a las amenazas del paladin oscuro, Canela voló hacia él y dejó escapar el ígneo aliento del que le había imbuido Zevatur. Las llamas le envolvieron y Ancan gruñó de dolor y frustración.
Pero las llamas no fueron su verdadero problema. Usando la llamarada como cobertura para saltar sobre él, Kath, que había estado esperando este momento, saltó sobre Ancan. Colocando ambos pies en el pecho cubierto por la negra armadura, clavó profundamente la espada corta que su mentor, Martin, le regalara tiempo atrás. El frío acero penetró hasta la empuñadura por el cuello del semi-dragón, atravesando escamas, piel, músculo, hueso y el corazón.
- Has sido ejecutado... lagarto... -
Le dice Kath mirándole a los ojos.
Ancan abre la boca, incrédulo pero sintiendo cómo la vida se escapa de su cuerpo. Una llamarada se perfila en su garganta, pero el frío que emana de los poderes de Kath consume por completo el fuego abrasador de la ira de Ancan y congela su cuerpo. Kath se impulsa hacia atrás, ejecutando un mortal hacia atrás y liberando su espada. Ancan cae de espaldas, su cuerpo congelado se parte en mil añicos al golpear el suelo.
Viendo que sus dos contractores habían caído, al igual que uno de sus aliados, Sting lanzó un simple silbido y se movió rápidamente, como una sombra entre la batalla. En un parpadeo Ash lo tenía frente así. Pensó que el elfo de los bosques iba a atacarle, pero utilizó una de sus múltiples dagas para cortar algo de pelo del caído Zhar. Ash intentó golpearle con Úrsula, pero Sting ya se estaba moviendo de nuevo hacia las escaleras.
En el umbral de las mismas, el elfo renegado se detuvo otro instante. Su mirada se cruzó con la de Martin, incluso a través de la enorme sala. Fue sólo un segundo, pero Martin pudo observar en los ojos del asesino un reflejo de los suyos propios. Ambos habían pasado por muchas cosas parecidas. Sting hizo una leve inclinación de cabeza hacia el otro renegado de la Academía de las Sombras antes de desaparecer escaleras arriba. Thukash no tardó en seguir a su aliado, moviéndose tan rápido que era dificil poder seguirla el rastro.
Guilbert se quedó jadeando, con las manos doloridas y quemadas tras ayudar a escapar a Morko de los grilletes ígneos y mirando con desconfianza hacia la sombra de las escaleras por donde los dos asesinos habían desaparecido.
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El semilelfo bastardo miró a su alrededor, agotado pero prácticamente indemne, al menos físicamente, la parte de su alma quebrada y su falta de confianza, serían heridas que tardarían mucho más en sanar, si es que algún día lo llegaban a hacer. El cruce de miradas con Sting fue significativo, haciéndole preguntarse que había llevado a aquel misterioso miembro abandonar el camino de la Academia de servir al fin último de la alta raza élfica, en cambio optando por venderse como mercenario... quizás había algo más detrás, y en realidad nunca se había apartado de ese sendero en realidad.
Guardando su arco, afianzándolo sobre su espalda, recorrió el campo de batalla con ojo analítico, asumiendo los errores cometidos e intentando entender algo más de sus caídos enemigos. Con un silbido agudo llamó a Seeker que voló de regreso desde las alturas hasta su hombro. Fue cuando se encontró a Gowther yaciendo en el suelo inerte... hasta ese momento no había sido consciente de su situación porque el enorme dragón dorado Aurinax, había bloqueado su linea de visión a la zona donde el eladrín había combatido.
Su corazón dio un vuelco y se desplazó a toda velocidad a su lado, pero sin tocarle, de algún modo aún pesaba sobre él la reverencial admiración que sentía por los de su raza. Como si con siquiera rozarle, fuera a mancillar su perfección absoluta. Alzando su mano sobre él, entonó unas antiguas palabras druídicas, conocidas sólo en los rincones más profundos de los remotos bosques ancestrales y primigenios. Mientras la breve letanía se desplegaba, el ex-asesino dibujó con sus dedos algún tipo de glifo, que brilló por unos momentos con una incandescencia verde.
Un espíritu del plano natal de Gowther, el Feywild, apareció sobre su figura, con la forma de un oscuro cuervo traslúcido de iridiscente plumaje azulado metálico, sus alas comenzaron a agitarse sobre el caído el'tael, comenzando a sanar y cerrar sus heridas poco a poco... a cada batir. Sin mirar a nadie más, en parte por la vergüenza de su actuación insuficiente en la batalla, Martin susurró unas palabras de consuelo a Gowther mientras esperaba que éste se recuperara.
- No te preocupes... te pondrás bien... todos lo haremos... de algún modo.
Martin conjura su último hechizo de nivel 2: Healing Spirit En la casilla de Gowther
" ¡Oh la Oscuridad...! "
¡Los asesinos huían! Habían ganado contra todo pronóstico. Resiliencia era la palabra que parecía definir a aquel grupo. Tras unos pasos se plantó bajo la enorme figura del dragón.
—Yo soy Ash, líder de los Fragmentos Extraordinarios. Gracias por todo —saludó respetuosamente a Aurinax, que enroscaba su imperial cola en torno a sus garras mientras les observaba desde sus ojos de miel—. Sin tu ayuda mis amigos y yo mismo habríamos perecido. Te debemos una y puedes cobrarte el favor cuando quieras —asintió con seguridad antes buscar de nuevo a los suyos.
Ash observó a los Fragmentos lamerse las heridas y cuidó de que todos los heridos tuvieran atención por parte de Zevatur y Guilbert. Cuando Hela pudo levantarse, caminó entre los enemigos caídos recogiendo sus armas. Cambió su capa raída por la del malvado Ankan, que yacía esparcido por el suelo. El rojo vino de la nueva tela le sentaba bien, le daba un aspecto más regio.
—Aurinax, si tienes poder para ocultar la entrada mágica, cerrarla o cambiarla de sitio te sugiero que lo hagas —dijo al dragón de nuevo—. La lista de indeseables que quieren este tesoro es larga y esos que corren no era los únicos. Por lo demás nuestro trabajo era encontrar la cámara para los Lores y hemos cumplido. Tu protegida esta a salvo, hemos cuidado de ella. Está en manos de Khelben y Laeral.
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Hela recobró la consciencia visiblemente turbada y tardó unos momentos en centrarse y recordar dónde se encontraba. Abrazó a Ash con urgencia, aferrándole fuertemente. Ahora era consciente de que la oscuridad y la calma de la que despertaba era demasiado real, demasiado tangible e inquietantemente agradable. Había estado a punto de abandonarse a la muerte y regresar con la Reina Cuervo y no se hubiera perdonado nunca dejar atrás a Ash.
¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? Alzó la mirada y observó que, una vez más, los Fragmentos Extraordinarios habían salido victoriosos. Desde luego, no gracias a ella.
- Perdóname… - le susurró avergonzada y algo triste - no he servido de mucha ayuda esta vez -
Le soltó con cuidado y se puso en pie lentamente, sintiéndose aún mareada y aturdida. Se interesó por el estado de sus compañeros, especialmente por el de Gowther, cuya conducta en la batalla había dejado patente una inestabilidad en su cordura que no era ni habitual ni deseable. Le observó desde la distancia, asegurándose de que se encontraba estable y observó su alrededor.
La figura del dragón llamó poderosamente su atención, tanto que se acercó lentamente hacia él, mientras Ash le dirigía unas palabras. Anonadada ante su visión, sin emitir palabra, se limitó a observarle atentamente.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Gowther estaba muerto, o al menos eso creía. Sin embargo, en algún lugar de su mente, podía sentir cómo algo merodeaba a su alrededor. Sombras escurridizas se movían a su en torno a el, susurrando palabras ininteligibles en su oído. Las sonrisas siniestras parecían lo que no eran, y el miedo se apoderaba de él. Intentó moverse, pero se sintió atrapado en un lugar oscuro y sin fin. La sensación de estar anclado en su propia mente era abrumadora, y Gowther empezó a temer que nunca pudiera escapar de allí. Las sombras se acercaban cada vez más, y el miedo se convirtió en terror.
De repente, sintió una luz brillante que lo envolvía, y las sombras se alejaron. Una risa siniestra resonó en su mente, y Gowther supo que no estaba solo. Alguien o algo estaba tratando de sacarlo de su descanso eterno. De repente, sintió una sacudida, y la sensación de estar atrapado desapareció. Abrió los ojos y vio a Martin a su lado, concentrado en lanzar un hechizo curativo. Gowther se sintió agradecido por la ayuda, pero también sabía que tendría que enfrentar el miedo y la oscuridad que había experimentado en su mente. Sabía que tendría que encontrar la fuerza dentro de sí mismo para luchar contra la oscuridad y proteger a sus seres queridos.
La batalla había concluido, pero la mente del Eladrin seguía en un estado de lucha interna. A pesar de haber protegido a sus compañeros con su propia vida, aún sentía el peso de su propia debilidad. Aquella voz intrusiva seguía susurrando en su mente, recordándole sus temores y dudas.
-"¿Qué piensas que estás haciendo, Hojacantante? ¿Realmente crees que puedes proteger a tus seres queridos con tu debilidad? Si flaqueas, tomaré el control y te mostraré cómo se hace de verdad." -El'tael apretó los dientes, tratando de ignorar la voz tenebrosa que resonaba en su cabeza. -"No eres real"-, se dijo a sí mismo, "-solo eres una creación de mi mente. No puedo permitir que me detengas."-"Pero soy real, guerrero", la voz maligna susurró con una risa siniestra. "Soy el miedo que te consume, la oscuridad que te rodea. Soy inevitable como el tiempo, te consumiré por completo."-
El'tael se tambaleó por un momento, sintiendo cómo la voz parecía envolverlo con sus garras frías. "No puedo permitirlo", susurró, apretando con fuerza la empuñadura de su espada mágica. "-Encontraré la fuerza para luchar contra ti, con mis amigos..."-"Pero no tienes la fuerza, guerrero. No eres suficiente... eres poco confiable. ¿Cómo puedes proteger a tus amigos si no puedes ni protegerte a ti mismo?" -
El elfo cerró los ojos, tratando de encontrar la calma en su interior. -"Soy fuerte", -susurró, "-tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos." Abrió los ojos de nuevo, mirándolos a su alrededor, preocupados por su bienestar. "Tengo que encontrar la fuerza dentro de mí y seguir adelante." -"Pero eso es imposible, guerrero. Estás destinado a caer, a ser consumido por la oscuridad. ¿No sería mejor para todos si simplemente aceptaras tu destino?"-
"¡No!",- El'tael gritó, sintiendo cómo la ira y la determinación crecían en su interior. -"No puedo permitir que me detengas. Tengo que seguir luchando, tengo que encontrar la fuerza para protegerlos."- Volvió a repetirse como si de un mantra se tratara. La voz tenebrosa pareció retroceder por un momento, pero luego volvió con más fuerza. -"No puedes hacerlo solo, guerrero. Necesitas mi ayuda, mi guía. Si me lo... permites, te mostraré cómo hacerlo de verdad."-Se hizo un silencio-"-...No...",- Musitó con ciertas dudas, sintiendo cómo la voz tenebrosa parecía envolverlo por completo. -"No te permitiré tomar el control. Soy fuerte, tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos."-
De nuevo, aquellos pensamiento parecieron emborronarse, pero El'tael sabía que no había ganado la batalla todavía. Sabía que tendría que seguir luchando, seguir encontrando la fuerza dentro de sí mismo para enfrentar los desafíos que se le presentaran en el futuro incierto y oscuro que tenía por delante. Pero también sabía que no estaba solo en esta lucha, que tenía a aliados a su lado para apoyarlo y ayudarlo en su camino hacia la fuerza y la valentía.
Aquellas insidiosas ideas seguían susurrando en la mente del Eladrin, recordándole su verdadera naturaleza. "Eres un ser de pura emoción, guerrero. Tu pueblo lo es. Desde los albores de la creación, os deleitáis con ellas, las sientes en lo más profundo de tu ser. No puedes negar lo que eres."
Como si tuviera el control sobre sus recuerdos, El'tael se estremeció, obligado a recordar la experiencia traumática con aquel noble de su pueblo. Había sido un acto de sadismo puro, una muestra de poder y control que había dejado cicatrices profundas en su alma. Y ahora, en medio de la batalla, era consciente de que había sentido en varias ocasiones una extraña sensación de placer al infligir dolor a sus enemigos.
"No, no puedo ser como ellos", susurró El'tael, tratando de negar lo que había sentido en su interior. "Soy un guerrero, sí, pero no soy un monstruo. No puedo permitir que la oscuridad me consuma."
"Pero ya lo eres, guerrero", la voz tenebrosa susurró con una risa siniestra. "Ya has probado el verdadero poder, la sensación de control que te da. ¿No te das cuenta de que yo solo soy la otra cara de la moneda en tu psique? Soy todo lo que no quieres ver..."
El'tael se estremeció de nuevo, sintiendo cómo la voz tenebrosa parecía conocerlo mejor que él mismo. "No, no puedo ser así", susurró de nuevo, tratando de luchar contra la idea que se estaba formando en su mente. "Soy un Eladrin, un ser de pura emoción, pero eso no significa que sea un monstruo. Hay espacio para el bien en mi." Aquello pareció alejarse por esta vez, pero El'tael sabía que tendría que seguir luchando y que no estaba solo en esta lucha, que tenía a sus amigos a su lado para apoyarlo y ayudarlo en su camino. Aunque por ahora, tendría que conformarse con ver restaurada la confianza de sus compañeros... De poder mirar a Kath a los ojos después de lo ocurrido... De ser digno de Aegnor...
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Aurinax bate sus alas y se posa sobre el tesoro, decenas de monedas se escurren y deslizan bajo el peso del enorme dragón.
Mira hacia las escaleras, gruñendo levemente al ver huir a los asesinos y como Morko sale en su persecución.
- Soy yo el que está en deuda con vosotros- dice inclinando la cabeza- por partida doble al parecer. No solo habéis devuelto la cordura a mi fraccionada mente. Los agentes de Tiamat me encontraron pese a mi disfraz y envenenaron mi cuerpo y mi mente con Magia destinada a mi estirpe.- su voz suena profunda, sabia, como la de un venerable y querido abuelo. - Vuestras palabras me han hecho recuperar la cordura Justo a tiempo al parecer. Y me dices que mi querida hija, que no protegida, se encuentra a salvo con los lotes ocultos de la ciudad. - Inclina la cabeza - Estoy en deuda, y la ciudad de Waterdeep también. De haber obtenido ese Bastón, puedes devolvérmelo ahora mi pequeño pariente - le dice a Zevatur - habrían podido perpetrar un ataque a gran escala contra la Ciudad. Hoy habéis salvado muchas vidas. -
Aurinax levanta la cabeza, estirando el cuello hacia las escaleras - Hmmm… demasiado impulsivo, como aquel al que sirve, si… es adecuado. Quizá queráis salvar una vida más y acudir en ayuda de vuestro amigo enano. Me temo que ha sobrestimado sus posibilidades contra esos asesinos. -
Como un resorte los Fragmentos corren escaleras arriba y no tardan mucho en encontrar a Morko tendido en las escaleras, tumbado en un charco de su propia sangre. Las artes curativas de Guilbert le devuelven el color y el príncipe enano abre los ojos y masculla una maldición por haber perdido a su presa.
- Han abandonado el lugar - confirma Aurinax ahora en su forma Tabaxi - venid, vayamos con Laeral y Blackstaff y pongamos la Camara a salvo. Toma - le dice a Martín entregándole la Piedra de Golgor y mirándole a los ojos.
- No todas las hazañas se realizan con las armas. Tus acciones de hoy, y las que hiciste cuando la encontraste sola en las calles, os han dado la victoria hoy. Aprende a reconocer tus bendiciones. -
Aurinax guía a los Fragmentos hasta la puerta del exterior, la cual se cierra tras ellos y desaparece en el aire como si nunca hubiera existido.
El aparentemente anciano Tabaxi, que camina ahora sobre un bastón de madera nornal en apariencia, guía a los candados y doloridos Fragmrntos por la calles de la ciudad, que continúan con su rutinaria y bullente actividad ajenas al drama y la batalla que se ha desarrollado por su futuro, hasta la Torre Blackstaff.
La sencilla puerta de madera negra se abre cuando se aproximan y pronto se encuentran todos sentados en la ya conocida sala junto a Laeral y Khelben. Mirt el Prestamista también está presente. La pequeña Mila corre a los brazos de su querido Señor Mittens y comienza a contarle excitada todas las aventuras que ha corrido estos días poniendo especial énfasis en el juego del escondite con Canela en la casa de los Fragmentos.
El grupo toma un té en silencio intercambiando pocas palabras de momento escuchando con una sonrisa como la inocente niña narra las cosas desde su perspectiva.
Saber que su inocencia y su vida están a salvo les reconforta el corazón y de alguna manera hace que todos los sufrimientos de los últimos días hayan merecido la pena. No se sienten especialmente heroicos ni victoriosos, hasta ese momento, en el que se dan cuenta de que todas sus heridas y penurias sirven para que una pequeña niña, y muchos otros, puedan seguir con sus vidas y alegrias
PbP Character: A few ;)
Gowther observa a la pequeña Mila mientras bebe su té, pero su mente está lejos de allí. La imagen de Morko tendido en las escaleras, bañado en su propia sangre, sigue atormentándolo. ¿Fue su muerte necesaria? ¿Fue su propia muerte el regalo que debió haber recibido en su lugar?
La voz oscura en su mente comienza a susurrar de nuevo, alimentando su desesperanza y su culpa. "Mira lo que has hecho, El'tael. Has atacado a alguien que confiaba en ti, has herido a alguien que considerabas un amigo. ¿Qué clase de persona eres?"
Gowther aprieta los dientes, tratando de ignorar la voz tenebrosa. Sabe que hizo lo que debía en la batalla, pero la culpa sigue pesando sobre él. "Soy un guerrero", murmura para sí mismo, "y a veces las decisiones que tomamos son difíciles. Pero eso no significa que no tenga remordimientos."
Aquello se ríe de su respuesta. "Remordimientos, dices. ¿Crees que eso te hace mejor persona? Eres débil, El'tael, y siempre lo serás. Nunca podrás escapar de la oscuridad que te rodea."
Gowther se siente abrumado por la voz tenebrosa, pero sabe que no puede permitir que lo controle. "No", murmura con determinación. "No puedo dejar que me consumas. Tengo que encontrar la fuerza para luchar contra ti, para proteger a mis seres queridos."-pensó. La maraña oscura se ríe de nuevo. "¿Serás capaz de hacerlo? ¿Serás capaz de encontrar la fuerza para luchar contra la oscuridad que te rodea?"
Gowther cierra los ojos, tratando de encontrar la calma en su interior. Sabe que no es fácil luchar contra sus propios demonios internos, pero también sabe que no está solo en esta lucha. Tiene a sus amigos a su lado, apoyándolo y ayudándolo en su camino hacia la fuerza y la valentía.
"Sí", murmura con determinación, "encontraré la fuerza para luchar contra ti. No puedo permitir que me detengas. Soy fuerte, tengo que serlo. Mis seres queridos dependen de mí y no puedo defraudarlos."
La voz oscura parece retroceder por un momento, pero Gowther sabe que tendrá que seguir luchando contra ella. Sabe que no es fácil, pero también sabe que no está solo en esta lucha. Y con esa certeza, se siente un poco más fuerte, un poco más capaz de enfrentar los desafíos que se le presenten en el futuro incierto y oscuro que tiene por delante.
Gowther abre los ojos y se mira en el reflejo de su taza de té. Por un momento, le parece ver como su propio rostro con un semblante desquiciado le guiña y sonríe con sorna. Un escalofrío recorre su espalda y se pregunta si su lucha contra la oscuridad es verdaderamente posible. Pero sacude la cabeza, alejando la imagen de su mente. No puede permitir que la oscuridad lo consuma, no puede defraudar a quienes confían en él. Tiene que seguir adelante, luchar y encontrar la fuerza para vencer a sus demonios internos.
Tras unos instante algo dubitativo, se levanta con inquietud. -Compañeros, necesito poner en orden mi libro de hechizos. Han sido unas horas complicadas y parece que mi libro se ha resentido-dice sonriendo forzadamente- Si me lo permiten-dijo mirando a Laeral y Blackstaff-me gustaría poder ir a la biblioteca-Continuó un confuso Gowther mientras abandonaba la estancia.
"Esta perfecta melodía que acompasa y guía mi movimiento es la voz de mi compañera Aegnor"
Gowther Irerath, El'Tael de los Fragmentos Extraordinarios.
Hela volvía a sentirse segura entre los muros de aquella torre. Con una tierna sonrisa, observaba a la niña contar con sus palabras las aventuras de los últimos días.
Sin quererlo, volvieron a su mente los recuerdos de su niñez, tan triste, tan solitaria, tan incomprendida, y una punzada de pesadumbre le atenazó la boca del estómago.
Pero eso quedaba muy lejos ya, ahora les tenía a ellos, a los Fragmentos Extraordinarios y, sobre todo, le tenía a él. Ya nunca volvería a sentir la angustia y el desconsuelo de la soledad más absoluta, ni el desamparo de saberse marginada entre los suyos. Había encontrado por fin a la familia que nunca tuvo y que siempre anheló. Y con Ash había descubierto el sentimiento más verdadero y profundo que jamás hubiera imaginado. Amor, lo llamaban, aquello que sus semejantes aseguraron que Hela nunca experimentaría, incluso su maestro se lo repitió en varias ocasiones. Se equivocaban, todos se equivocaban. Y Hela no podía sentirse más feliz de haber abandonado el plano de las sombras.
Las palabras de Gowther la obligaron a volver al presente y, con un gesto de extrañeza, le observó salir del comedor. Con un pequeño carraspeo para llamar la atención del resto del grupo, Hela decidió poner sobre la mesa el asunto que le atormentaba.
- Perdonad que os interrumpa, pero ahora que nuestro amigo Gowther se ha retirado, quiero aprovechar para compartir con vosotros la preocupación que me genera su comportamiento de las últimas horas. Creo que no está bien, me temo que su cordura se tambalea. Esas risas histriónicas, el ataque a Kath sin venir a cuento… ¿Os habéis percatado de todo esto o soy yo la que se ha vuelto paranoica? - preguntó con preocupación al resto.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Otro sorbo de la taza de té que al bastardo le supo a gloria, se apuntó mentalmente pedirle como favor personal alguna bolsita de esas exquisitas hierbas para llevarse con él a su inminente viaje al Norte... al menos así, cuando volviera a beberlas, sentiría que se llevaba una memoria agradable de su hogar con él. Martin se había acomodado de pie, recostado con su hombro izquierdo contra una de las paredes, muy cerca del grupo.
Las historias de la niña no pudieron evitar arrancarle una sonrisa, más debido a la inocencia que aún le quedaba y que esperara que conservara el máximo tiempo posible. No como la suya, arrancada desde que tenía apenas uso de razón para ser sometido a un brutal y cruento entrenamiento, no sólo para prepararle físicamente y con sus habilidades marciales y de infiltración, sino también para alienarle completamente en favor de la causa, fuesen cuales fuesen los medios necesarios.
Suspiró pensando en Sting, ... y en sus ulteriores motivaciones, ... y se planteó que quizás en él también podría haber camino a la redención, como ocurrió consigo mismo.
Los vapores de la infusión se elevaban en forma de finas volutas de aromáticas esencias, dándole un aspecto fantasmal a la estancia al mirar a través de ellas... Fue cuando Martin volvió a verlos, al principio al borde de su linea de visión, en las penumbras y sombras más pronunciadas de la estancia, pero poco a poco aparecían más nítidos, al menos para él. Los espectros que le habían abandonado en la batalla final comenzaron a volver a hacer su aparición. Héroes y eruditos caídos hace tiempo, todos leales servidores de la Tejedora de Destinos. Le miraban con sus ojos traslúcidos, sin juicios, sin rencores, solo expectantes... Con un discreto gesto, el semielfo agachó su cabeza en señal de respeto hacia todos ellos, y como consecuencia de esto, todos las almas animadas bajaron al unísono también la cabeza...
Martin se preguntó por unos segundos si realmente ellos le habían abandonado, o si lo que había ocurrido realmente es que él los había apartado de su lado...
La verdad sin tapujos que su compañera y amiga hechicera exponía ante todos, consiguió que pusiera atención a lo que se estaba a punto de debatir, perdiendo de vista momentáneamente a sus espectrales aliados.
- Creo que está teniendo problemas para gestionar sus emociones, ... viniendo de alguien que quizás las haya estado conteniéndolos durante siglos, ... es como romper un dique a punto de desbordarse y dejar que arrase con todo a su paso... entiendo sus maneras, pero estamos de acuerdo en que hay que hacer algo para ayudarle, lo que no sé es el qué... quizás dejarle su espacio ... o quizás pedir ayuda externa profesional... No lo sé... es un terreno sin explorar para mi también, y yo... todos, hemos estado bajo mucha presión últimamente...
La voz del ex-asesino sonó algo insegura al principio, pero mientras avanzaba en su diálogo fue corrigiéndose, mientras hablaba, aferró fuertemente la piedra que Aurinax le había otorgado, guardada en uno de sus bolsillos ocultos, y eso pareció darle confianza de algún modo.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Zevatur sintió la delicada y fina construcción del bastón deslizándose por sus manos. En general no sentía apego por los viene materiales, pero aquel bastón representaba un poder inmenso que incitaba a la avaricia. Sin embargo, también conllevaba una gran responsabilidad. Con alivio se lo paso a Aurinax.
Durante los agradecimientos y la caminata Zevatur apenas pudo articular palabra. Pasado el estrés del combate no podía dejar de admirar al anciano y poderoso dragón. Hablar con un dragón era uno de sus sueños, pero ahora que le tenía delante no sabía de qué hablar con él.
REspondiendo a Hela asintio a su observacion. - Gothwer no esta bien. Desde su muerte y resurrección algo ha cambiado, pero yo no sabría como ayudarle, si el mismo no pide ayuda... solo podemos mostrarle apoyo y comprensión. Y esperar que o bien se recupere y o bien pida ayuda.
Casi con timidez preguntó a Aurinax. - ¿Como es posible que el culto del dragón envenenase tu mente, como llegaron a ti y como averiguaron quién eres en realidad? Es posible que lo intenten de nuevo. Y además ahora que han entrado en la sala del tesoro, tienen mas información de la que sacar datos, lo mismo que los Cassalander y esos sanguinarios mercenarios que contrataron...
Zevatur, Rolthos
Ash permanecía junto a Hela, repantingado en su asiento moviendo ligeramente la tácita de te en su mano. Parecía contento y a menudo sonreía al ver jugar a Mila, ajena a todo. Bebía y comía, disfrutando de la cercanía de su pareja y de los pequeños placeres de la vida, como si el combate reciente fuera un recuerdo vago, gajes del oficio. Era muy bueno pasando página.
—Es verdad que algo le ronda por dentro —se incorporó un poco—, pero estoy de acuerdo con Zev —se encogió de hombros—. Es el mejor guerrero que conozco, después de mi, claro. Con todos esos trucos mágicos que usa, deberíamos pensar en alguna manera de pararlo sin hacerle daño, por si acaso. Disipar sus poderes por ejem... —se interrumpió abruptamente porque la pregunta al dragón que acababa de hacer el tiefling había rondado también su cabeza en la Cámara del Tesoro. ¿Cómo se había llegado a aquella situación?
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Mientras los compañeros hablaban sobre la precaria estabilidad emocional del El'Tael Khelben adquirió un gesto serio, preocupado.
- Si lo que decis es cierto, espero que vuestro compañero se recupere. Quizá yo pueda ayudar con eso del tiempo... - el archimago comenzó a trazar un plan en su mente, y aunque parecía escuchar el resto de la conversación dejó que el peso de la misma recayera en los demás.
Ante las inquietudes de los Fragmentos Aurinax, en su disfraz del Sr. Mittens sonrió.
- Bueno - contestó a Zevatur - No debeis preocuparos porque el Culto, los Cassalanter, o nadie, averigüe dónde está la Cámara. ¿O acaso lo recordáis vosotros? - añade con un guiño.
Zevatur va a abrir la boca y de pronto se queda con ella abierta sin emitir ningún sonido. El dragón tiene razón. No recuerda absolutamente nada del camino que siguieron o cómo encontraron la Cámara. Todos los Fragmentos, excepto Martin, se miran y tras una rápida conversación confirman que recuerdan haber paseado por la ciudad, entrar en algunas tiendas y luego, como si se hubieran teleportado o de un viaje onírico se tratara, recuerdan la gran sala del tesoro, cubierta en sombras, y la batalla se les parece más bien el recuerdo de una pesadilla, pues los detalles se desdibujan en sus mentes. Si no fuera por las heridas que han sufrido incluso dudarían de que hubiese sido real.
Al parecer, tan sólo Martin, poseedor de la Piedra, recordaba que eran necesarias tres llaves, sin embargo se sorprendió al darse cuenta de que ahora eran necesarias cinco, no tres llaves, y que ninguna tenía nada que ver con las que habían recabado unas horas antes.
- Sin embargo es dificil saber cómo me localizaron y me descubrieron en esta forma. No debemos subestimar el poder de Tiamat y creo que lo mejor será, hasta que esa amenaza haya sido eliminada, que me refugie en la Cámara-
PbP Character: A few ;)