Sir Arthur se enredó en sus piernas. Remington apenas había pegado ojo durante la noche. El frío, la culpabilidad y el sentimiento de fracaso le habían mantenido en vela. Estaba agotado.
—Ah, estás ahí. Me preguntaba cuando aparecerías —sonrió al gato con ternura mientras este volvía a maullar—. ¿Qué dices? Oh, pero ¿qué hacen aquellos? Será mejor ayudarles.
El joven aprendiz buscó entre los enseres que tenían a bordo para conseguir una cuerda que tirar al bote de los chicos.
Fresco como una lechuga pelirroja llegó Fritzz hasta el desembarco. No todos estaban tan contentos por escapar.. numerosas bajas y dolorosos sacrificios quedaban atrás. Aquella pareja parecía bastante apenada.
-Hola..- apareció ante ellos entre saltitos.- Estáis bien? bueno.. bien no estais.. esta claro, pero bueno.. vivos si.. que a veces es malo porque solo estando vivo te puedes poner triste.. y claro.. son los pobres que no lo cuentan los que no pueden pasar un mal rato recordando a quien peor suerte tuvo.. ¿verdad?. Yo.. bueno.. he perdido a una amiga que hacía unos inventos super molones.. y digamos que.. bueno.. tengo la mala suerte de poder recordarlo..
La pareja tarda en mirar hacia Frizzt. La mujer, que parece joven pero su mirada es la de una mujer anciana. Frizzt no puede llegar a comprender qué tipo de pena puede haber hecho eso al alma de alguien en tan sólo una noche. Claro que conoce la tristeza, pero por suerte para el hombrecillo hay demasiadas cosas en el mundo que reclaman su atención como para centrarse en ese sentimiento mucho tiempo.
La joven mira al kender e intenta decir algo pero baja la cabeza cuando las lágrimas anegan sus ojos y baja la cabeza. El hombre a su lado, de una edad similar pero de mirada hundida como ella, tan sólo rompe a llorar también, los hombros hundidos.
Frizzt se da cuenta de que ambos están tiritando de frio y por el shock.
-Un momento- y desapareció entre saltitos tan rápido que había aparecido. Si ya un kender parece que va acelreado, los saltos hacían del kender un portento del atltismo y tan pronto estaba cogiendo una manta como estaba de vuelta haciendo un fuego con los materiales que todo buen estudioso de mazmorras lleva siempre en su petate.
-Bueno.. espero que entréis en calor antes de que podamos seguir!-dijo a la pareja mientras el marido abrazaba a su mujer bajo la manta.- Necesitais algo? si no.. Adiós!
Y de la misma manera que llegó se marchó interesado por como un pelícano trataba de dormirse aún con un salmonete alojado en la papada de su pico.
Uri se situó en una de las barcazas, oteando el horizonte inescrutable que escondía la cerrada noche. Durante el viaje, se dedicó a interesarse por el bienestar de aquellos a los que acompañaba y turnándose con algún otro volgeriano para remar, evitando descansar y enfrentarse a todos esos abrumadores sentimientos que intentaba mantener a ralla.
Al llegar, acercándose junto a Saxa al barco en el que había navegado la anciana, una pequeña lágrima descendió por su mejilla al comprobar que no había superado el viaje. De pronto su vida se había convertido en muerte y destrucción a su alrededor, frustración y pena. Jamás hubiera imaginado que este sería su destino el día que abandonó su tierra natal para acudir al entierro de su amigo.
Limpiándose la cara con la manga, como era habitual, asintió a Saxa ante la idea de enterrar a la mujer en el lugar más bonito que encontraran. Era lo único que podían hacer por ella.
- Vayamos hacia el campamento - comentó en un susurro - seguro que necesitan nuestra ayuda - la elfa se encaminó hacia las hogueras que ya empezaban a crepitar a lo largo de la orilla. Quería reunirse con Fritz y Remi cuanto antes para asegurarse de que todos estaban bien.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Tras ayudar entre Averil y Remington a los muchachos a controlar su barca. Los compañeros se reunen en el improvisado campamento. Los habitantes de la destruida Vogler, pese a las terribles pérdidas y penurias pasadas, no dejan de agradecer a los amigos su ayuda en la batalla. Ninguno ignora que, de no haber sido por ellos, muchos más habrían perecido en el ataque. Las muestras de agradecimiento son discretas, entrechocar de manos, asentimientos y algún ocasional abrazo, pero no hay alegria en el campamento, aunque sí alivio al haber sobrevivido a tan terrible destino.
Reunidos cerca de las barcas con Raven y Darret, le entregan la caja que recuperaron de la torre y dentro encuentran una hermosa armadura completa con el símbolo del Martín Pescador emblasonado en el peto. Darret cae de rodillas y con lágrimas en los ojos pasa su mano por la armadura que su mentora había encargado para él.
Mientras Darret, con ayuda de Averil, se retira para ponerse su nueva armadura, Uri se da cuenta de que hay dos personas que echa en falta. Lord Bakaris y su hijo.
De camino al campamento con sus compañeros, Saxa iba devolviendo los agradecimientos y los saludos como buenamente podía. En otro momento, en otras batallas, habría celebrado el éxito con grandes risas y jolgorio, pero aquella vez no se sentía así. Quizás fuera el cansancio, o pensar en cómo había quedado la ciudad, o quizás el último golpe, al encontrarse con la muerte de aquella adorable anciana. Quizás una combinación de todo. Tan sólo quería descansar un poco y después continuar hacia Kalaman, la ciudad donde todos podrían sentirse a salvo.
Las lágrimas de Darret no la hicieron sentir mucho mejor. Pero, intentando ser positivos, al menos habían podido cumplir el deseo de Becklin. ¿Donde estaría Becklin? ¿Y Cudgel? ¿Estarían bien? No hace tanto le había dicho a Averil que confiara en volver a verlas con vida, pero a pesar de que se lo repetía una y otra vez, una voz en su interior le hacía dudar.
Se sentó pesadamente delante de un fuego que alguien había preparado y suspiró largamente. Pero poco le duró el rato de descanso. Cuando Uri comentó que los Bakaris no estaban su primera reacción fue la de pensar "¿Y qué? Me da igual. ¡¡ME DA IGUAL!!".
... pero al fin y al cabo, por muy insoportables, insultantes, entrometidos, estirados e imbéciles que fueran ... eran voglerianos. Y habían prometido ponerlos a salvo. Maldiciendo todo lo habido y por haber se levantó como una saeta:
- ¡Maldita sea mi estampa! ¿Quienes fueron los últimos en verlos? ¿En qué barco iban? ¿Alguien les vio descender? - preguntó a la gente que había alrededor.
Un hombre de mediana edad, con una improvisada venda en su cabeza que cubria la mayor parte de su frente y estaba manchada de sangre seca contestó a la agitada bárbara.
- Yo les vi descender de los barcos y comentar que se dirigían a Kalaman para negociar nuestra entrada en la ciudad y solucionar nuestro estatus de refugiados. Me pareció buena idea - comenta sin que nadie le pregunte - Al fin y al cabo son nobles ¿no? Entre ellos se entienden bien. -
Raven comparte una mirada preocupada con Saxa.
- No quiero dejar a la gente sola en este momento -dice con voz cansada - ¿Por qué no vais vosotros con Darret como enviados de la ciudad? Ya habéis hecho bastante por supuesto pero ahora mismo sois en los que más puedo confiar... -
La bárbara maldice por lo bajo. Esos dos iban a liar algo, seguro. Pero no expresó sus pensamientos en voz alta delante de Raven, que ya tenía bastantes preocupaciones encima. Así que simplemente asintió y mirando a sus compañeros preguntó:
- ¿Vamos?
Les hubiera venido bien un descanso, pero estaba claro que aquel no iba a ser el momento. Al menos estaban en tierra y no huyendo en embarcaciones. "Nada como el suelo firme bajo los pies", pensó.
Sir Arthur asomaba la cabeza entre sus tobillos mientras Remington observaba al caballero de Solamnia alejarse. Muertos, estaban todos muertos. Y ninguna armadura reluciente iba a cambiar eso. Alguien debía decirlo en alto para poder pasar página y concentrase en lo siguiente. Sin embargo, no se vio con el valor de hacerlo. En cualquier caso, no tenían tiempo de llorar. Los dioses habían descendido de las estrellas y amenazaban Krynn. El vacío en los cielos, el retorno de los poderes divinos de Averil, un ejército de hombres dragón, todo estaba claro y Vogler sería la primera de muchas. Había leído bastante sobre batallas para saber que el hambre del conquistador es insaciable si se sabe ganador.
—Un momento Saxa —detuvo a la fogosa guerrera—. Alcadesa Raven, si no vais a venir a la ciudad deberías firmarnos algún poder para hablar por vos —pidió educadamente extendiendo un pergamino a la alcaldesa—. Los Bakaris seguramente esgrimirán sus títulos y nosotros solo tendremos nuestra palabra y la armadura de la dama Uth Viharin.
Uri negó con la cabeza al darse cuenta de la desaparición de los nobles, en señal de disconformidad, temiendo lo que aquellos personajes pudieran relatar al llegar a Kalaman. Sin duda era imperioso dirigirse a la ciudad.
La cazadora observó a la alcaldesa Raven con urgencia tras las palabras de Remi, que le parecieron del todo convenientes. Necesitaban una carta de presentación más allá de su propia palabra.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Raven asiente y rápidamente prepara una carta en la que nombra al grupo sus mensajeros oficiales y escribe unas líneas pidiendo ayuda a Kalaman para acoger a los refugiados de Vogler.
Cansados, con ojeras, y con la misiva como única arma para llevar a cabo su misión, los antiguos amigos de Crispin se ven de nuevo con la responabilidad de cuidar de lo que queda de Vogler sobre sus hombros.
Al acercarse hacia la amurallada ciudad, la imponente muralla y las increibles estatuas les imponen bastante pero se nota que a ellos les impresiona por ser la primera vez que están bajo la sombra de tales monumentos que datan de antes del Cataclismo, pues, pese a lo temprano de la hora, decenas de personas salen de la ciudad o hacen cola esperando su turno para entrar en la misma. Uri se da cuenta de que está saliendo un grupo de ciudadanos con cara preocupada, que guían un par de carros cargados con mantas, agua fresca, leche y pan recién horneado. Se dirigen en dirección opuesta a donde han venido ellos, sin duda los vigias de la ciudad han visto a los refugiados y algunos ciudadanos han corrido en su auxilio. Es, sin duda, una buena señal. O puede que los Bakaris hayan conseguido que la ciudad comience a enviar ayuda, aunque no parecía nada oficial.
Su turno llega pronto, y se detienen ante dos guardias con la librea azull y blanca de Kalaman. Uno de ellos mira severamente a Fritzz y el otro les pregunta.
- Buenos dias. Nombre y asunto que les trae a Kalaman por favor. -
Remi miró a sus compañeras un momento, asintió y se adelantó con el manuscrito en la mano antes de que lo hiciera el kender.
—Buenos días. Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas —se presentó con formalidad llamando la atención del guardia—. Mis compañeros y yo somos la delegación de los refugiados de Vogler. Estamos aquí en calidad de validos de alcaldesa Raven Uth Vogler —dijo con suavidad tendiéndole el pergamino para su consulta—. Tenemos la intención de pedir una audiencia con el Gobernador, informarle de lo sucedido y llegar a un acuerdo respecto a las condiciones de asilo de cuanto queda de Vogler —añadió con cierto pesar.
Con las manos a la espalda esperó pacientemente a que el guardia les franquease la entrada a las imponentes murallas de Kalaman.
Mientras el kender se acerca a una de las enormes estatuas de la imponente muralla de Kalaman, mientras saca un bloc de notas y comienza a hacer un dibujo de la misma, bajo la atenta mirada de uno de los dos guardias, el otro comprueba la carta de presentación que llevan los compañeros. Satisfecho les devuelve la misma y les hace un gesto para que procedan al interior de la ciudad.
- Id al Castillo y allí os atenderán - dice
Atravesar la ciudad de Kalaman es, cuando menos, chocante para los amigos. Tras la devastación y del pueblo de Vogler, ver una ciudad como Kalaman, con sus animadas calles, el trajín de personas desde y hacia la Plaza del Mercado les deja una mezcla de sensaciones. No pueden evitar pensar que Vogler era así hace tan sólo unas horas, pero desde luego, las defensas y el tamaño de la ciudad les tranquiliza, asi como ver regularmente parejas o grupos de soldados de la ciudad. Aproximadamente en el centro de la misma, elevado de la misma por unos acantilados de aproximadamente un centenar de metros, el Castillo de Kalaman se eleva por encima de toda la urbe. El camino que les conduce a sus puertas está flanqueado por dos estatuas similares a las que rodean la muralla de la ciudad. En las puertas del castillo vuelven a mostrar la carta de Raven y uno de los guardias se ofrece a guiarles.
- Vuestros nobles ya están reunidos con el Consejo - les informa, algo extrañado.
Tras cruzar las puertas del castillo y mientras cruzan el empedrado patio del castillo reconocen una figura que se acerca a ellos con aire altanero. Bakaris el Joven. El muchacho, con una venda en la herida sufrida en la batalla de Vogler, que no parece tan grave como aparentaba en un primer momento, sonríe con suficiencia.
- Deteneos - dice - No sé dónde creéis que vais pero vuestra presencia aqui es innecesaria. Mi padre se está ocupando de todo lo necesario y nos encargaremos de que los pescadores reciban lo que merecen... necesitan. Podéis volver y tranquilizarlos. -La última frase parece más una orden que una sugerencia y va acompañada de un movimiento de mano que haria para despedir a unos sirvientes inútiles que no le han traido lo que había pedido.
Sería tan fácil, TAN fácil, darle un empujón al pequeño Bakaris para quitarlo de delante y pasar a la sala del Consejo a hacer lo que tenían que hacer. Sería tan bonito. Pero Saxa ya se había metido en suficientes problemas con aquel crío y su padre, y no podía darles el placer de regalarles un combate que la bárbara sabía perdido de antemano.
Así que respirando un par de veces, puso su mejor sonrisa y dijo:
- La alcaldesa nos ha pedido que asistamos y por supuesto haremos lo que la líder de Vogler nos ordene. Además, estoy segura de que el Consejo querrá escuchar lo sucedido de personas que estuvieron en primera línea de batalla y no abandonaron esa posición en ningún- y recalca esta palabra - momento. Por cierto, ¡qué rápido se ha curado la herida que recibisteis! ¡Estáis como una rosa! Casi pareciera que Paladine hubiera impuesto sus manos sobre ella para que hace unas horas estuvierais medio muerto y ahora se os vea tan bien. Debéis decirme en qué consistió el remedio, seguramente me venga bien. Mis heridas por desgracia se cierran a una velocidad considerablemente más lenta.
Remington enarcó una ceja. Por un momento estuvo tentado de dejar que Saxa y aquel idiota se pusieran al día con sus asuntos, pero tenían trabajo que hacer.
—Lainaa minulle tuoksua—susurró apenas imperceptiblemente mientras se acercaba—. La alcaldesa Raven nos ha enviado como validos suyos y no podemos irnos sin más —dijo ya en un tono audible adelantándose junto a Saxa—. Mi lord, ¿qué es ese olor? —acercó la nariz para retirarla con desagrado—. Quizá hayáis pisado algo. Es de entender que Lord Bakaris os haya dejado aquí—apuntó con fría condescendencia mientras pasaba al lado del noble que durante la siguiente hora despediría un hediondo aroma a mierda de vaca.
Bakaris el Joven comienza a replicar a la guerrera sureña.
- No me hagas reir... ¿alcaldesa de qué? La ciudad ha sido destruida, esa mujer no tiene... - pero es interrumpido no sólo por Remington y sus palabras, si no por un hedor nausabundo y potente que parece venir de todas partes.
El joven muchacho arruga la nariz. Intenta tomar una bocanada de aire pero le sobreviene una arcada. Todos da un paso hacia atrás, tapándose la boca y la nariz excepto Frizzt, que, movido por la curiosidad innata de su raza se acerca para olerlo mejor y acaba con los ojos llorosos y tosiendo.
Balbuceando una disculpa y enrojeciendo de vergüenza, el joven noble se aleja en busca de algún lugar donde lavarse y poder desprenderse del hedor que le acompaña.
El soldado, intentando disimular una sonrisa, les guía al intenrior de la fortaleza y les hace subir varios pisos y cruzar un pasillo cubierto por una elegante alfombra. Se detiene ante una puerta de madera doble, custodiada por dos soldados y les indica que esperen un momento en la puerta.
Uri detiene a Frizzt de irse a explorar en los segundos que transcurren hasta que la puerta vuelve a abrirse y el guardia les flanquea la entrada.
En el interior, en una sala bellamente decorada, con una cristalera justo enfrente de la puerta que da una especatuclar vista de la ciudad, la bahía y el mar, sentados en una mesa de madera de vallenwood, se encuentra el Concilio de Kalaman, y Lord Bakaris, que está sentado de espaldas a la puerta, cerca de la cabecera de la mesa, y mira por encima del hombro al grupo mientras un par de criados se esmeran en poner más sillas para los recien llegados.
Ocho figuras con gesto serio examinan a los recien llegados. De la cabecera de la mesa, un hombre alto y delgado, de largo pelo rubio recogido en una coleta y ojos grises, vestido con una túnica azul y amarilla, se levanta para darles la bienvenida.
- Bien hallados honorables invitados, soy el Gobernador Calof Miat, vuestro líder nos ha informado de lo ocurrido en Vogler, su valiente defensa de la ciudad y sus habitantes, y su impaciencia por reunir las tropas de Vogler y vengarse por las afrentas recibidas por estos invasores. -al decir esto hace una ligera inclinación de cabeza hacia Lord Bakaris, quien levanta el mentón desafiante ante vuestra intrusión.
- Sentaos - les invita - y decidnos - continua el Gobernador - ¿Está vuestra gente preparándose para la batalla? -
Saxa evita a toda costa mirar a Bakaris y hace su mejor inclinación ante los miembros del consejo.
- Os agradecemos de corazón vuestro recibimiento, especialmente en este momento tan duro para el pueblo de Vogler. Mi nombre es Saxa Strongblood, y ellos son- va señalando uno a uno a los compañeros - FritzFoxStiltonson RecklessFire, Urialanthalassa Adian y Remington Wizz. No somos naturales de Vogler, pero el destino ha querido que nos encontrásemos en la ciudad cuando tuvo lugar la invasión. Imagino que el Lord Bakaris os ha hablado de la alcaldesa de Vogler, Raven Uth Vogler, que coordinaba el día a día de la ciudad junto con Becklin Uth Vitharin, de los Caballeros de Solamnia.
Saxa ignora completamente cómo se han referido a Bakaris como el líder se Vogler. No va a insinuar que ha mentido - cosa que la pondría en problemas porque, ¿cómo va a mentir un noble de su alcurnia? - pero quiere dejar bien claros estos tres nombres.
- Precisamente venimos en nombre de la alcaldesa Uth Vogler, que se ha quedado en el campamento, atendiendo las necesidades de los voglerianos, y nos ha pedido venir aquí en su nombre. Desde luego, nos alegra ver que Lord Bakaris ha venido también a explicar las penurias que ha sucedido en su ciudad.
En este momento, Saxa dirige un asentimiento hacia Bakaris. ¿Que hubiera preferido dirigirle su hacha? Por supuesto. Pero por desgracia eso solo podía suceder en sus sueños.
- Mis señores, las únicas tropas de las que dispone Vogler están, por desgracia, ... en Vogler. Me refiero a los mercenarios Ironclad liderados por Cudgel Ironsmile y a la propia Becklin. Se quedaron impidiendo el paso al ejército invasor mientras los aquí presentes - dice en referencia a los cuatro compañeros e incluyendo, con excesiva generosidad, a Bakaris - organizábamos a los Voglerianos para traerlos con vida hasta Kalaman. Mis señores, lo que resta de Vogler no son guerreros: son ancianos, niños, mujeres y hombres que nunca han sujetado un arma. Me temo que no están en posición de reclamar el hogar que han perdido por la invasión de un ejército bien pertrechado, bien entrenado y en enorme superioridad numérica.
Saxa no añade nada más. Suficiente ha dicho ya. Y aunque ha intentado no dejar en mal lugar a Bakaris - porque, ¿cómo va un noble de su alcurnia a equivocarse? - no puede decir sin más que los voglerianos pueden presentar batalla alguna.
Uri caminaba boquiabierta por la ciudad de Kalaman, observando el nuevo mundo que se abría ante ella.
No estaba acostumbrada a aquella arquitectura, a esas edificaciones tan aglomeradas. En su tierra todo era más abierto, más boscoso, rodeado de naturaleza y colores verdes de infinidad de tonalidades. Kalaman se caracterizaba por el marrón y el color piedra, y un bullicioso gentío que atestaba las calles de actividad y frenética marcha.
Le invadió súbitamente una sensación de agobio y nerviosismo. Acostumbrada a ser una protectora y a reconocer los terrenos desconocidos, sus primeros análisis se basaban en detectar con la mirada los posibles puntos críticos que pudieran suponer una amenaza. Pero aquel lugar se encontraba plagado de callejuelas y recovecos, de multitud de personas que iban y venían saliendo y entrando de puertas desconocidas, de callejuelas serpenteantes. Le resultaba imposible controlar las amenazas, los múltiples estímulos que recepcionaban sus sentidos resultaban demasiado abrumadores.
Intentando controlar esa sensación de confusión, observó a sus compañeros, más acostumbrados a manejarse en estos contextos. Caminaban con determinación y seguros de sí mismos, incluso Remi que al principio parecía tímido y miedoso. Eso le reportó algo de tranquilidad. Fritz parecía especialmente entusiasmado, así que decidió no perderle de vista y asegurarse de que no se separaba del grupo, centrando su atención en lo que ella consideraba un objetivo manejable. Y más de una vez tuvo que agarrarle de la cintura del pantalón para que no saliera huyendo tras algo brillante o tras la melodía de algún músico callejero que alegraba el ambiente de la ciudad.
Al llegar a las puertas del castillo, su espíritu se imbuyó de todo el respeto que aquel edificio le transmitía, adoptando una postura de cierta sumisión. Así atravesaba el patio empedrado cuando la visión de Bakaris el joven produjo la tensión automática de todos los músculos de su cuerpo, y la palabra “problemas” en letras mayúsculas y luces de colores en su mente. Le miró con firmeza, mientras Saxa y Remi conversaban con él. No pudo evitar una sonrisa amplia y el gesto de pinzarse la nariz con los dedos cuando pasó a su lado para introducirse en el edificio. Se lo tenía bien merecido.
Una vez en la sala, reprodujo con exactitud las reverencias oportunas, sin quitarle ojo de encima a Bakaris padre, con una mirada determinada y dura.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
- Estas son unas noticias muy perturbadoras y tristes. Mi corazón está con las familias de aquellos que han perecido y con los supervivientes que han perdido sus hogares. - deja caer los hombros algo abatido - Sin embargo, coincidiréis conmigo en que no podemos dejar entrar a todo una población en la ciudad... me temo que vuestra situación esta lejos de ser única. -Algunos de los miembros del Consejo asienten ante estas palabras del Gobernador mientras este hace un gesto con la mano, dando la palabra a otro miembro del Concilio. Una estoica mujer vestida con una armadura completa y la librea amarilla y azul de Kalaman. - Mariscal Vendri... -
La mujer carraspea un poco antes de tomar la palabra mientras se endereza aún más en su silla.
- Soy la Mariscal Vendri -se presenta - Comandante de las fuerzas de Kalaman. Me uno a la preocupación del Gobernador por los habitantes de Vogler pero nada podemos hacer ya por esa población. -
Bakaris la interrumpe - ¿Cómo que no? Tenéis fuerzas suficientes para retomar la ciudad. No hagáis caso a esto advenendizos aventureros, ¿qué sabrán ellos de estrategia y batallas? Bajo mi liderazgo la gente de Vogler ansiará reclamar sus hogares en una gloriosa batalla. Si yo hubiera liderado la defensa de Vogler esto no habría ocurrido pero estos entrometidos... - dice señalando a Saxa - ... impidier.. -
- Si vos hubierais liderado la defensa de la ciudad ahora todos lo Voglerianos estarian muertos o hechos prisioneros -Le corta, tajante, Averil - Yo soy Averil uth Pathwarden, Escudera de la Corona -añade refiriéndose a una de las tres órdenes en las que se dividen los Caballeros de Solamnia - Y sé mucho de batallas y estrategia, tanto porque el Código y la Medida así lo exigen, como por la tradición de mi familia. Hasta ahora he guardado silencio por respeto a vuestro linaje Lord Bakaris, pero no consentiré que pongáis en peligro ni a los supervivientes de Vogler ni a los soldados de Kalaman. -
Incluso Fritzz se percata del asombro y respeto que produce la joven cuando revela su linaje entre los miembros del Consejo. Se produce un breve pero tenso silencio en el que Bakaris parece que va a abrir la boca un par de veces pero la acerada mirada de Averil hace que se lo piense mejor. Sin embargo, cuando la Mariscal vuelve a hablar masculla algo entre dientes que sólo Uri, con sus agudos sentidos logra escuchar.
- Qué sabras tú bruja... -masculla en el idioma de Solamnia. Sin embargo esto pasa desapercibido para el resto.
- Me alegra ver que sois consicente de mis problemas. - contesta la Mariscal a Averil - Veréis. Varias pequeñas comunidades, ninguna tan grande como Vogler, y granjas han sido atacadas y quemadas en las últimas semanas. Me temo que Vogler es la única que ha tenido supervivientes. Hemos enviado algunas patrullas, de veteranos soldados, pero ninguna ha regresado. Tan sólo logramos encontrar una de ellas, y sus miembros tenían profundas heridas producidas por garras. No puedo enviar a más hombres a ciegas. - ¿Qué podéis decirme de los enemigos que nos hostigan? -
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PbP Character: A few ;)
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Sir Arthur se enredó en sus piernas. Remington apenas había pegado ojo durante la noche. El frío, la culpabilidad y el sentimiento de fracaso le habían mantenido en vela. Estaba agotado.
—Ah, estás ahí. Me preguntaba cuando aparecerías —sonrió al gato con ternura mientras este volvía a maullar—. ¿Qué dices? Oh, pero ¿qué hacen aquellos? Será mejor ayudarles.
El joven aprendiz buscó entre los enseres que tenían a bordo para conseguir una cuerda que tirar al bote de los chicos.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Fresco como una lechuga pelirroja llegó Fritzz hasta el desembarco. No todos estaban tan contentos por escapar.. numerosas bajas y dolorosos sacrificios quedaban atrás. Aquella pareja parecía bastante apenada.
-Hola..- apareció ante ellos entre saltitos.- Estáis bien? bueno.. bien no estais.. esta claro, pero bueno.. vivos si.. que a veces es malo porque solo estando vivo te puedes poner triste.. y claro.. son los pobres que no lo cuentan los que no pueden pasar un mal rato recordando a quien peor suerte tuvo.. ¿verdad?. Yo.. bueno.. he perdido a una amiga que hacía unos inventos super molones.. y digamos que.. bueno.. tengo la mala suerte de poder recordarlo..
La pareja tarda en mirar hacia Frizzt. La mujer, que parece joven pero su mirada es la de una mujer anciana. Frizzt no puede llegar a comprender qué tipo de pena puede haber hecho eso al alma de alguien en tan sólo una noche. Claro que conoce la tristeza, pero por suerte para el hombrecillo hay demasiadas cosas en el mundo que reclaman su atención como para centrarse en ese sentimiento mucho tiempo.
La joven mira al kender e intenta decir algo pero baja la cabeza cuando las lágrimas anegan sus ojos y baja la cabeza. El hombre a su lado, de una edad similar pero de mirada hundida como ella, tan sólo rompe a llorar también, los hombros hundidos.
Frizzt se da cuenta de que ambos están tiritando de frio y por el shock.
PbP Character: A few ;)
-Un momento- y desapareció entre saltitos tan rápido que había aparecido. Si ya un kender parece que va acelreado, los saltos hacían del kender un portento del atltismo y tan pronto estaba cogiendo una manta como estaba de vuelta haciendo un fuego con los materiales que todo buen estudioso de mazmorras lleva siempre en su petate.
-Bueno.. espero que entréis en calor antes de que podamos seguir!- dijo a la pareja mientras el marido abrazaba a su mujer bajo la manta.- Necesitais algo? si no.. Adiós!
Y de la misma manera que llegó se marchó interesado por como un pelícano trataba de dormirse aún con un salmonete alojado en la papada de su pico.
Uri se situó en una de las barcazas, oteando el horizonte inescrutable que escondía la cerrada noche. Durante el viaje, se dedicó a interesarse por el bienestar de aquellos a los que acompañaba y turnándose con algún otro volgeriano para remar, evitando descansar y enfrentarse a todos esos abrumadores sentimientos que intentaba mantener a ralla.
Al llegar, acercándose junto a Saxa al barco en el que había navegado la anciana, una pequeña lágrima descendió por su mejilla al comprobar que no había superado el viaje. De pronto su vida se había convertido en muerte y destrucción a su alrededor, frustración y pena. Jamás hubiera imaginado que este sería su destino el día que abandonó su tierra natal para acudir al entierro de su amigo.
Limpiándose la cara con la manga, como era habitual, asintió a Saxa ante la idea de enterrar a la mujer en el lugar más bonito que encontraran. Era lo único que podían hacer por ella.
- Vayamos hacia el campamento - comentó en un susurro - seguro que necesitan nuestra ayuda - la elfa se encaminó hacia las hogueras que ya empezaban a crepitar a lo largo de la orilla. Quería reunirse con Fritz y Remi cuanto antes para asegurarse de que todos estaban bien.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Tras ayudar entre Averil y Remington a los muchachos a controlar su barca. Los compañeros se reunen en el improvisado campamento. Los habitantes de la destruida Vogler, pese a las terribles pérdidas y penurias pasadas, no dejan de agradecer a los amigos su ayuda en la batalla. Ninguno ignora que, de no haber sido por ellos, muchos más habrían perecido en el ataque. Las muestras de agradecimiento son discretas, entrechocar de manos, asentimientos y algún ocasional abrazo, pero no hay alegria en el campamento, aunque sí alivio al haber sobrevivido a tan terrible destino.
Reunidos cerca de las barcas con Raven y Darret, le entregan la caja que recuperaron de la torre y dentro encuentran una hermosa armadura completa con el símbolo del Martín Pescador emblasonado en el peto. Darret cae de rodillas y con lágrimas en los ojos pasa su mano por la armadura que su mentora había encargado para él.
Mientras Darret, con ayuda de Averil, se retira para ponerse su nueva armadura, Uri se da cuenta de que hay dos personas que echa en falta. Lord Bakaris y su hijo.
PbP Character: A few ;)
De camino al campamento con sus compañeros, Saxa iba devolviendo los agradecimientos y los saludos como buenamente podía. En otro momento, en otras batallas, habría celebrado el éxito con grandes risas y jolgorio, pero aquella vez no se sentía así. Quizás fuera el cansancio, o pensar en cómo había quedado la ciudad, o quizás el último golpe, al encontrarse con la muerte de aquella adorable anciana. Quizás una combinación de todo. Tan sólo quería descansar un poco y después continuar hacia Kalaman, la ciudad donde todos podrían sentirse a salvo.
Las lágrimas de Darret no la hicieron sentir mucho mejor. Pero, intentando ser positivos, al menos habían podido cumplir el deseo de Becklin. ¿Donde estaría Becklin? ¿Y Cudgel? ¿Estarían bien? No hace tanto le había dicho a Averil que confiara en volver a verlas con vida, pero a pesar de que se lo repetía una y otra vez, una voz en su interior le hacía dudar.
Se sentó pesadamente delante de un fuego que alguien había preparado y suspiró largamente. Pero poco le duró el rato de descanso. Cuando Uri comentó que los Bakaris no estaban su primera reacción fue la de pensar "¿Y qué? Me da igual. ¡¡ME DA IGUAL!!".
... pero al fin y al cabo, por muy insoportables, insultantes, entrometidos, estirados e imbéciles que fueran ... eran voglerianos. Y habían prometido ponerlos a salvo. Maldiciendo todo lo habido y por haber se levantó como una saeta:
- ¡Maldita sea mi estampa! ¿Quienes fueron los últimos en verlos? ¿En qué barco iban? ¿Alguien les vio descender? - preguntó a la gente que había alrededor.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Un hombre de mediana edad, con una improvisada venda en su cabeza que cubria la mayor parte de su frente y estaba manchada de sangre seca contestó a la agitada bárbara.
- Yo les vi descender de los barcos y comentar que se dirigían a Kalaman para negociar nuestra entrada en la ciudad y solucionar nuestro estatus de refugiados. Me pareció buena idea - comenta sin que nadie le pregunte - Al fin y al cabo son nobles ¿no? Entre ellos se entienden bien. -
Raven comparte una mirada preocupada con Saxa.
- No quiero dejar a la gente sola en este momento - dice con voz cansada - ¿Por qué no vais vosotros con Darret como enviados de la ciudad? Ya habéis hecho bastante por supuesto pero ahora mismo sois en los que más puedo confiar... -
PbP Character: A few ;)
La bárbara maldice por lo bajo. Esos dos iban a liar algo, seguro. Pero no expresó sus pensamientos en voz alta delante de Raven, que ya tenía bastantes preocupaciones encima. Así que simplemente asintió y mirando a sus compañeros preguntó:
- ¿Vamos?
Les hubiera venido bien un descanso, pero estaba claro que aquel no iba a ser el momento. Al menos estaban en tierra y no huyendo en embarcaciones. "Nada como el suelo firme bajo los pies", pensó.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Sir Arthur asomaba la cabeza entre sus tobillos mientras Remington observaba al caballero de Solamnia alejarse. Muertos, estaban todos muertos. Y ninguna armadura reluciente iba a cambiar eso. Alguien debía decirlo en alto para poder pasar página y concentrase en lo siguiente. Sin embargo, no se vio con el valor de hacerlo. En cualquier caso, no tenían tiempo de llorar. Los dioses habían descendido de las estrellas y amenazaban Krynn. El vacío en los cielos, el retorno de los poderes divinos de Averil, un ejército de hombres dragón, todo estaba claro y Vogler sería la primera de muchas. Había leído bastante sobre batallas para saber que el hambre del conquistador es insaciable si se sabe ganador.
—Un momento Saxa —detuvo a la fogosa guerrera—. Alcadesa Raven, si no vais a venir a la ciudad deberías firmarnos algún poder para hablar por vos —pidió educadamente extendiendo un pergamino a la alcaldesa—. Los Bakaris seguramente esgrimirán sus títulos y nosotros solo tendremos nuestra palabra y la armadura de la dama Uth Viharin.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Uri negó con la cabeza al darse cuenta de la desaparición de los nobles, en señal de disconformidad, temiendo lo que aquellos personajes pudieran relatar al llegar a Kalaman. Sin duda era imperioso dirigirse a la ciudad.
La cazadora observó a la alcaldesa Raven con urgencia tras las palabras de Remi, que le parecieron del todo convenientes. Necesitaban una carta de presentación más allá de su propia palabra.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Raven asiente y rápidamente prepara una carta en la que nombra al grupo sus mensajeros oficiales y escribe unas líneas pidiendo ayuda a Kalaman para acoger a los refugiados de Vogler.
Cansados, con ojeras, y con la misiva como única arma para llevar a cabo su misión, los antiguos amigos de Crispin se ven de nuevo con la responabilidad de cuidar de lo que queda de Vogler sobre sus hombros.
Al acercarse hacia la amurallada ciudad, la imponente muralla y las increibles estatuas les imponen bastante pero se nota que a ellos les impresiona por ser la primera vez que están bajo la sombra de tales monumentos que datan de antes del Cataclismo, pues, pese a lo temprano de la hora, decenas de personas salen de la ciudad o hacen cola esperando su turno para entrar en la misma.
Uri se da cuenta de que está saliendo un grupo de ciudadanos con cara preocupada, que guían un par de carros cargados con mantas, agua fresca, leche y pan recién horneado. Se dirigen en dirección opuesta a donde han venido ellos, sin duda los vigias de la ciudad han visto a los refugiados y algunos ciudadanos han corrido en su auxilio. Es, sin duda, una buena señal. O puede que los Bakaris hayan conseguido que la ciudad comience a enviar ayuda, aunque no parecía nada oficial.
Su turno llega pronto, y se detienen ante dos guardias con la librea azull y blanca de Kalaman. Uno de ellos mira severamente a Fritzz y el otro les pregunta.
- Buenos dias. Nombre y asunto que les trae a Kalaman por favor. -
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Remi miró a sus compañeras un momento, asintió y se adelantó con el manuscrito en la mano antes de que lo hiciera el kender.
—Buenos días. Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas —se presentó con formalidad llamando la atención del guardia—. Mis compañeros y yo somos la delegación de los refugiados de Vogler. Estamos aquí en calidad de validos de alcaldesa Raven Uth Vogler —dijo con suavidad tendiéndole el pergamino para su consulta—. Tenemos la intención de pedir una audiencia con el Gobernador, informarle de lo sucedido y llegar a un acuerdo respecto a las condiciones de asilo de cuanto queda de Vogler —añadió con cierto pesar.
Con las manos a la espalda esperó pacientemente a que el guardia les franquease la entrada a las imponentes murallas de Kalaman.
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Mapa de Kalaman: Kalaman city
Mientras el kender se acerca a una de las enormes estatuas de la imponente muralla de Kalaman, mientras saca un bloc de notas y comienza a hacer un dibujo de la misma, bajo la atenta mirada de uno de los dos guardias, el otro comprueba la carta de presentación que llevan los compañeros. Satisfecho les devuelve la misma y les hace un gesto para que procedan al interior de la ciudad.
- Id al Castillo y allí os atenderán - dice
Atravesar la ciudad de Kalaman es, cuando menos, chocante para los amigos. Tras la devastación y del pueblo de Vogler, ver una ciudad como Kalaman, con sus animadas calles, el trajín de personas desde y hacia la Plaza del Mercado les deja una mezcla de sensaciones. No pueden evitar pensar que Vogler era así hace tan sólo unas horas, pero desde luego, las defensas y el tamaño de la ciudad les tranquiliza, asi como ver regularmente parejas o grupos de soldados de la ciudad.
Aproximadamente en el centro de la misma, elevado de la misma por unos acantilados de aproximadamente un centenar de metros, el Castillo de Kalaman se eleva por encima de toda la urbe. El camino que les conduce a sus puertas está flanqueado por dos estatuas similares a las que rodean la muralla de la ciudad. En las puertas del castillo vuelven a mostrar la carta de Raven y uno de los guardias se ofrece a guiarles.
- Vuestros nobles ya están reunidos con el Consejo - les informa, algo extrañado.
Tras cruzar las puertas del castillo y mientras cruzan el empedrado patio del castillo reconocen una figura que se acerca a ellos con aire altanero. Bakaris el Joven. El muchacho, con una venda en la herida sufrida en la batalla de Vogler, que no parece tan grave como aparentaba en un primer momento, sonríe con suficiencia.
- Deteneos - dice - No sé dónde creéis que vais pero vuestra presencia aqui es innecesaria. Mi padre se está ocupando de todo lo necesario y nos encargaremos de que los pescadores reciban lo que merecen... necesitan. Podéis volver y tranquilizarlos. - La última frase parece más una orden que una sugerencia y va acompañada de un movimiento de mano que haria para despedir a unos sirvientes inútiles que no le han traido lo que había pedido.
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Sería tan fácil, TAN fácil, darle un empujón al pequeño Bakaris para quitarlo de delante y pasar a la sala del Consejo a hacer lo que tenían que hacer. Sería tan bonito. Pero Saxa ya se había metido en suficientes problemas con aquel crío y su padre, y no podía darles el placer de regalarles un combate que la bárbara sabía perdido de antemano.
Así que respirando un par de veces, puso su mejor sonrisa y dijo:
- La alcaldesa nos ha pedido que asistamos y por supuesto haremos lo que la líder de Vogler nos ordene. Además, estoy segura de que el Consejo querrá escuchar lo sucedido de personas que estuvieron en primera línea de batalla y no abandonaron esa posición en ningún - y recalca esta palabra - momento. Por cierto, ¡qué rápido se ha curado la herida que recibisteis! ¡Estáis como una rosa! Casi pareciera que Paladine hubiera impuesto sus manos sobre ella para que hace unas horas estuvierais medio muerto y ahora se os vea tan bien. Debéis decirme en qué consistió el remedio, seguramente me venga bien. Mis heridas por desgracia se cierran a una velocidad considerablemente más lenta.
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Remington enarcó una ceja. Por un momento estuvo tentado de dejar que Saxa y aquel idiota se pusieran al día con sus asuntos, pero tenían trabajo que hacer.
—Lainaa minulle tuoksua —susurró apenas imperceptiblemente mientras se acercaba—. La alcaldesa Raven nos ha enviado como validos suyos y no podemos irnos sin más —dijo ya en un tono audible adelantándose junto a Saxa—. Mi lord, ¿qué es ese olor? —acercó la nariz para retirarla con desagrado—. Quizá hayáis pisado algo. Es de entender que Lord Bakaris os haya dejado aquí —apuntó con fría condescendencia mientras pasaba al lado del noble que durante la siguiente hora despediría un hediondo aroma a mierda de vaca.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
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Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Bakaris el Joven comienza a replicar a la guerrera sureña.
- No me hagas reir... ¿alcaldesa de qué? La ciudad ha sido destruida, esa mujer no tiene... - pero es interrumpido no sólo por Remington y sus palabras, si no por un hedor nausabundo y potente que parece venir de todas partes.
El joven muchacho arruga la nariz. Intenta tomar una bocanada de aire pero le sobreviene una arcada. Todos da un paso hacia atrás, tapándose la boca y la nariz excepto Frizzt, que, movido por la curiosidad innata de su raza se acerca para olerlo mejor y acaba con los ojos llorosos y tosiendo.
Balbuceando una disculpa y enrojeciendo de vergüenza, el joven noble se aleja en busca de algún lugar donde lavarse y poder desprenderse del hedor que le acompaña.
El soldado, intentando disimular una sonrisa, les guía al intenrior de la fortaleza y les hace subir varios pisos y cruzar un pasillo cubierto por una elegante alfombra. Se detiene ante una puerta de madera doble, custodiada por dos soldados y les indica que esperen un momento en la puerta.
Uri detiene a Frizzt de irse a explorar en los segundos que transcurren hasta que la puerta vuelve a abrirse y el guardia les flanquea la entrada.
En el interior, en una sala bellamente decorada, con una cristalera justo enfrente de la puerta que da una especatuclar vista de la ciudad, la bahía y el mar, sentados en una mesa de madera de vallenwood, se encuentra el Concilio de Kalaman, y Lord Bakaris, que está sentado de espaldas a la puerta, cerca de la cabecera de la mesa, y mira por encima del hombro al grupo mientras un par de criados se esmeran en poner más sillas para los recien llegados.
Ocho figuras con gesto serio examinan a los recien llegados. De la cabecera de la mesa, un hombre alto y delgado, de largo pelo rubio recogido en una coleta y ojos grises, vestido con una túnica azul y amarilla, se levanta para darles la bienvenida.
- Bien hallados honorables invitados, soy el Gobernador Calof Miat, vuestro líder nos ha informado de lo ocurrido en Vogler, su valiente defensa de la ciudad y sus habitantes, y su impaciencia por reunir las tropas de Vogler y vengarse por las afrentas recibidas por estos invasores. - al decir esto hace una ligera inclinación de cabeza hacia Lord Bakaris, quien levanta el mentón desafiante ante vuestra intrusión.
- Sentaos - les invita - y decidnos - continua el Gobernador - ¿Está vuestra gente preparándose para la batalla? -
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Saxa evita a toda costa mirar a Bakaris y hace su mejor inclinación ante los miembros del consejo.
- Os agradecemos de corazón vuestro recibimiento, especialmente en este momento tan duro para el pueblo de Vogler. Mi nombre es Saxa Strongblood, y ellos son - va señalando uno a uno a los compañeros - FritzFoxStiltonson RecklessFire, Urialanthalassa Adian y Remington Wizz. No somos naturales de Vogler, pero el destino ha querido que nos encontrásemos en la ciudad cuando tuvo lugar la invasión. Imagino que el Lord Bakaris os ha hablado de la alcaldesa de Vogler, Raven Uth Vogler, que coordinaba el día a día de la ciudad junto con Becklin Uth Vitharin, de los Caballeros de Solamnia.
Saxa ignora completamente cómo se han referido a Bakaris como el líder se Vogler. No va a insinuar que ha mentido - cosa que la pondría en problemas porque, ¿cómo va a mentir un noble de su alcurnia? - pero quiere dejar bien claros estos tres nombres.
- Precisamente venimos en nombre de la alcaldesa Uth Vogler, que se ha quedado en el campamento, atendiendo las necesidades de los voglerianos, y nos ha pedido venir aquí en su nombre. Desde luego, nos alegra ver que Lord Bakaris ha venido también a explicar las penurias que ha sucedido en su ciudad.
En este momento, Saxa dirige un asentimiento hacia Bakaris. ¿Que hubiera preferido dirigirle su hacha? Por supuesto. Pero por desgracia eso solo podía suceder en sus sueños.
- Mis señores, las únicas tropas de las que dispone Vogler están, por desgracia, ... en Vogler. Me refiero a los mercenarios Ironclad liderados por Cudgel Ironsmile y a la propia Becklin. Se quedaron impidiendo el paso al ejército invasor mientras los aquí presentes - dice en referencia a los cuatro compañeros e incluyendo, con excesiva generosidad, a Bakaris - organizábamos a los Voglerianos para traerlos con vida hasta Kalaman. Mis señores, lo que resta de Vogler no son guerreros: son ancianos, niños, mujeres y hombres que nunca han sujetado un arma. Me temo que no están en posición de reclamar el hogar que han perdido por la invasión de un ejército bien pertrechado, bien entrenado y en enorme superioridad numérica.
Saxa no añade nada más. Suficiente ha dicho ya. Y aunque ha intentado no dejar en mal lugar a Bakaris - porque, ¿cómo va un noble de su alcurnia a equivocarse? - no puede decir sin más que los voglerianos pueden presentar batalla alguna.
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Uri caminaba boquiabierta por la ciudad de Kalaman, observando el nuevo mundo que se abría ante ella.
No estaba acostumbrada a aquella arquitectura, a esas edificaciones tan aglomeradas. En su tierra todo era más abierto, más boscoso, rodeado de naturaleza y colores verdes de infinidad de tonalidades. Kalaman se caracterizaba por el marrón y el color piedra, y un bullicioso gentío que atestaba las calles de actividad y frenética marcha.
Le invadió súbitamente una sensación de agobio y nerviosismo. Acostumbrada a ser una protectora y a reconocer los terrenos desconocidos, sus primeros análisis se basaban en detectar con la mirada los posibles puntos críticos que pudieran suponer una amenaza. Pero aquel lugar se encontraba plagado de callejuelas y recovecos, de multitud de personas que iban y venían saliendo y entrando de puertas desconocidas, de callejuelas serpenteantes. Le resultaba imposible controlar las amenazas, los múltiples estímulos que recepcionaban sus sentidos resultaban demasiado abrumadores.
Intentando controlar esa sensación de confusión, observó a sus compañeros, más acostumbrados a manejarse en estos contextos. Caminaban con determinación y seguros de sí mismos, incluso Remi que al principio parecía tímido y miedoso. Eso le reportó algo de tranquilidad. Fritz parecía especialmente entusiasmado, así que decidió no perderle de vista y asegurarse de que no se separaba del grupo, centrando su atención en lo que ella consideraba un objetivo manejable. Y más de una vez tuvo que agarrarle de la cintura del pantalón para que no saliera huyendo tras algo brillante o tras la melodía de algún músico callejero que alegraba el ambiente de la ciudad.
Al llegar a las puertas del castillo, su espíritu se imbuyó de todo el respeto que aquel edificio le transmitía, adoptando una postura de cierta sumisión. Así atravesaba el patio empedrado cuando la visión de Bakaris el joven produjo la tensión automática de todos los músculos de su cuerpo, y la palabra “problemas” en letras mayúsculas y luces de colores en su mente. Le miró con firmeza, mientras Saxa y Remi conversaban con él. No pudo evitar una sonrisa amplia y el gesto de pinzarse la nariz con los dedos cuando pasó a su lado para introducirse en el edificio. Se lo tenía bien merecido.
Una vez en la sala, reprodujo con exactitud las reverencias oportunas, sin quitarle ojo de encima a Bakaris padre, con una mirada determinada y dura.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El Gobernador Miat frunce el ceño y responde.
- Estas son unas noticias muy perturbadoras y tristes. Mi corazón está con las familias de aquellos que han perecido y con los supervivientes que han perdido sus hogares. - deja caer los hombros algo abatido - Sin embargo, coincidiréis conmigo en que no podemos dejar entrar a todo una población en la ciudad... me temo que vuestra situación esta lejos de ser única. - Algunos de los miembros del Consejo asienten ante estas palabras del Gobernador mientras este hace un gesto con la mano, dando la palabra a otro miembro del Concilio. Una estoica mujer vestida con una armadura completa y la librea amarilla y azul de Kalaman. - Mariscal Vendri... -
La mujer carraspea un poco antes de tomar la palabra mientras se endereza aún más en su silla.
- Soy la Mariscal Vendri - se presenta - Comandante de las fuerzas de Kalaman. Me uno a la preocupación del Gobernador por los habitantes de Vogler pero nada podemos hacer ya por esa población. -
Bakaris la interrumpe - ¿Cómo que no? Tenéis fuerzas suficientes para retomar la ciudad. No hagáis caso a esto advenendizos aventureros, ¿qué sabrán ellos de estrategia y batallas? Bajo mi liderazgo la gente de Vogler ansiará reclamar sus hogares en una gloriosa batalla. Si yo hubiera liderado la defensa de Vogler esto no habría ocurrido pero estos entrometidos... - dice señalando a Saxa - ... impidier.. -
- Si vos hubierais liderado la defensa de la ciudad ahora todos lo Voglerianos estarian muertos o hechos prisioneros - Le corta, tajante, Averil - Yo soy Averil uth Pathwarden, Escudera de la Corona - añade refiriéndose a una de las tres órdenes en las que se dividen los Caballeros de Solamnia - Y sé mucho de batallas y estrategia, tanto porque el Código y la Medida así lo exigen, como por la tradición de mi familia. Hasta ahora he guardado silencio por respeto a vuestro linaje Lord Bakaris, pero no consentiré que pongáis en peligro ni a los supervivientes de Vogler ni a los soldados de Kalaman. -
Incluso Fritzz se percata del asombro y respeto que produce la joven cuando revela su linaje entre los miembros del Consejo. Se produce un breve pero tenso silencio en el que Bakaris parece que va a abrir la boca un par de veces pero la acerada mirada de Averil hace que se lo piense mejor. Sin embargo, cuando la Mariscal vuelve a hablar masculla algo entre dientes que sólo Uri, con sus agudos sentidos logra escuchar.
- Qué sabras tú bruja... - masculla en el idioma de Solamnia. Sin embargo esto pasa desapercibido para el resto.
- Me alegra ver que sois consicente de mis problemas. - contesta la Mariscal a Averil - Veréis. Varias pequeñas comunidades, ninguna tan grande como Vogler, y granjas han sido atacadas y quemadas en las últimas semanas. Me temo que Vogler es la única que ha tenido supervivientes. Hemos enviado algunas patrullas, de veteranos soldados, pero ninguna ha regresado. Tan sólo logramos encontrar una de ellas, y sus miembros tenían profundas heridas producidas por garras. No puedo enviar a más hombres a ciegas. - ¿Qué podéis decirme de los enemigos que nos hostigan? -
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