Saxa se queda unos instantes observando el broche, pensativa. Finalmente se lo pone en el pecho, cerca del corazón. En todos aquellos años como mercenaria jamás se había imaginado que acabaría como escudera de ninguna gran ciudad, pero ahí estaba: con juramento, broche, paga y todo. El paquete al completo.
"En la guerra y en la paz, hasta que mi servicio termine."
Aquellas palabras pesaban y la bárbara se sentía atrapada por ellas. Nunca antes había tenido aquella sensación en ninguno de los trabajos que había llevaba acabo. Empezaba uno, lo terminaba y a otra cosa. Esto era completamente distinto.
Con todos estos pensamientos en mente, la voz le salió un poco ronca cuando les dijo al resto:
- Salgamosde aquí. Habrá que volver al campamento y poner todo esto en marcha. Además, necesito que me de un poco el aire...
Todos, pero en especial Saxa, recibieron con gratitud el fresco aire del exterior del castillo mientras caminaban hacia las puertas del mismo, atravesando el patio. Uri se alegró de poder salir y hacer algo más que estar sentada en una mesa aburrida mientras los demás discut... la elfa sintió un vuelco en el corazón. El estómago se le bajó a los pies y un sudor frio recorrió su espalda. Habían estado tan preocupados por el futuro de los Voglerianos, por Averil, y por las intrigas del egocéntrico noble que se habían olvidado por completo de Frizzt. Si ella se había aburrido, no podía imaginar el tedio que habría sentido el pequeño hombrecillo de bamboleante copete. La elfa se dio cuenta de que no le escuchaba, es más que hacia mucho que no le oía. Y sintió pánico al reconocer que, por su descuido, tenían entre manos a una de las criaturas más temidas de todo Ansalon. Un kender aburrido. Con cuidado, como si temiera despertar a una bestia dormida en su guarida, miró alrededor. No sabía que sería peor, si encontrar al kender o no. Unos guardias paseaban por las murallas con aire aburrido. Un carromato estaba siendo descargado mientras el mercader hablaba con un sirviente y dos mozos se fanaban por bajar pesados fardos al suelo. Un mozo de cuadra llevaba a un caballo hacia las cuadras, sus cascos resonando en las paredes de piedra del patio. Una doncella tiraba de la cuerda del pozo para sacar un cubo de agua, el rostro congestionado por el esfuerzo... unas gaviotas graznaron al sobrevolar las almenas... todo parecía normal. Cuando escuchó unos gritos y una pequeña conmoción que venía de la parte posterior del edificio principal casi sintió alivio. En lo que ella tardó en avisar al resto, que se habían adelantado un poco mientras ella tenía su pequeño ataque de pánico, de la parte trasera del edificio aparecieron tres guaridas que escoltaban y guiaban, no con mucha delicadeza todo había que decirlo, a un muy indignado Frizzt hacia la salida del castillo.
- ¡¡Esto es un ultraje!! -se quejaba el kender - Os digo que sólo estaba explorando por el más puro interés científico y arqueológico!! ¿Sabías que los pilares donde se levanta el castillo datan de antes del Cataclismo? ¡Cómo vas a saberlo? Si tu hermanastra se quedó todo el cerebro del que era capaz de otorgaros tu madre... ay! no hace falta dar capones!! Que manía tenéis los humanos con los capones!!. ¿Sabías que hay una entrada a las catacumbas? ¿Cómo que selladas desde hace siglos? Pero si estaba a punto de entrar cuando he sido tan groseramente interrumpido por vosotros!! ¿Es una costumbre de los guardas de esta ciudad? ¿Por eso estáis siempre de tan mal humor? ¿Porque os interrumpis cuando os amancebais con vuestras parejas? Igual es eso... quizá deberíais uniros a la fiesta... una vez en Palanthas entré en una fiesta así... no entiendo porqué se enfadaron si sólo estaba contando brazos y piernas para averiguar cuanta gente había en un solo lecho... eh! eh! ¡No me des más capones! ¡Como se entere mi amiga Saxa os vais a enterar!! Es capaz de convertiros en piedra con su hacha!! Es una hechicera muy poderosa, aunque no parece en nada a una hechicera... claro que Remington tampoco y... oh mira!! ahi están!!! Chicos!! ¿podeís decirle a estos señores que somos invitados del Gobernador? -
Saxa suspiró y se frotó la frente. ¿Cómo podía haberse olvidado del renacuajo? ¿Tanto se había frustrado por lo sucedido en la sala del Consejo que se había olvidado por completo de aquella bomba de relojería ambulante llamada Fritz?
Se dirigió a los guardias esbozando un gesto de disculpa:
- Podéis dejarle ir. Ya nos ocupamos nosotros.
Supuso que no haría falta mucho para persuadirles. La gente en general tendía a querer perder de vista a los kenders con inusitada velocidad.
Los soldados, viendo el distintivo que porta Saxa en el pecho, la miran con extrañeza, ya que no la conocen, pero acatan sus órdenes como superior suyo.
Pronto la pequeña comitiva deja el castillo y vuelven con Raven y los supervivientes de Vogler, quienes ya habían comenzado a recibir ayuda de algunos ciudadanos de Kalaman. Al escuchar las noticias todos suspiran aliviados y comienzan a recoger las pocas pertenencias que han conseguido rescatar y a reubicarse. Pronto llegan soldados de Kalaman con el Gobernador y la Mariscal y se aseguran que todos sean atendidos.
Raven se acerca a ellos
- Darret me ha contado todo. No sé cómo agradeceros vuestra ayuda, no quiero ni pensar qué habría pasado de no estar vosotros alli. Mucho se ha perdido pero sabed que vosotros habéis ganado una amiga... - incapaz de contenter la emoción les abraza a todos, incluso a Fritzz.
Uri, embriagada por la emoción de aquel momento y las palabras sinceras de Raven, comenzó a sollozar arropada por los brazos de sus amigos. Las palabras de la alcaldesa hicieron aflorar toda la culpabilidad que llevaba intentando enterrar en lo más profundo durante aquella jornada.
- Lo siento, chicos, lo siento, yo… - susurró mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, sorbiéndose los mocos ante la imposibilidad de limpiarlos con la manga - soy responsable de la muerte de Than, en la Torre de Vogler. No estuve atenta al draconiano que sobrevolaba la cima, no presté atención… y cuando quise reaccionar… fue demasiado tarde… yo, necesitaba decíroslo, tenéis que saberlo… solo puedo disculparme y prometer que intentaré hacerlo mejor… pobre Than… lo siento tanto…- cerró los ojos con fuerza, rememorando tristemente aquella imagen que no se borraría en lo corta o larga que fuera su vida.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La bárbara iba a responder a Raven, pero cuando Uri se derrumba pasa una mano por los hombros de la elfa y le dice:
- No fue culpa tuya, Uri. Esto es una guerra, y en la guerra siempre hay incontables pérdidas. No puedes salvarlos a todos.
Saxa calló un momento, rememorando sus largos años de batallas y viendose a sí misma reflejada en Uri cuando era más joven. Recordaba haber tenido una conversación similar con su padre, hace mucho tiempo, en una de aquellas visitas que hacía a su poblado cuando necesitaba volver a sus raices. Por aquél entonces el mango de su hacha tenía muy pocos nombres, dos o tres nada más. Nada que ver con la cantidad de marcas que adornaba aquel mango hoy en día. "Piensa en los que siguen vivos gracias a tí, pequeña", le había dicho Vidar varias veces.
- Piensa en los que siguen vivos gracias a tí, Uri.
Momentos más tarde, Saxa habla con Raven:
- Siento lo sucedido. Que ya no seas la alcaldesa. Si sirve de algo, no estoy de acuerdo con eso de que "Vogler ya no existe". Vogler existirá siempre y si cuando esto acabe puedo ayudar a que el pueblo vuelva a resurgir, así lo haré.
Averil pone una mano en el hombro de Uri, para consolarla. Raven se arrodilla y la abraza.
- Saxa tiene razón... mira cuanta gente has ayudado a salvar.. sin vosotros en el pueblo posiblemente todos estaríamos muertos o algo peor ahora mismo... Gracias Urilananthanassa... -
Raven agradece las palabras de Saxa.
- No te preocupes por eso. Temo que muchas cosas deben pasar antes de que Solamnia pueda recuperar un semblante de normalidad... y aún en ese caso no creo que ningún Señor o Señora se molestara en intervenir en las tierras de Kalaman para reconstruir el poblado... -hace un gesto con las manos - no nos preocupemos de eso ahora, los siguientes días van a ser complicados para muchos pero son buena gente y la mayoría podrá dedicarse a la pesca de nuevo... por supuesto sois más que bienvenidos siempre que queráis en...mira hacia la casa que le ha sido asignada - Mi nuevo hogar.. -dice con un suspiro de resignación. La casa está bien construida y es algo mayor que la del resto que se han asignado, incluso con un pequeño jardin trasero y su propio espacio para un huerto, como corresponde a su categoría de hidalga y como reconocimiento a su trabajo.
-Saxa - dice Raven cuando van a irse - Me gustaría darte algo - y acompañando las palabras con la acción deposita unas lentes unidas por una ancha tira de cuero para pasar por detrás de la cabeza y ajustar las lentes a los ojos del portador. - Fue un regalo que le hizo un Túnica Blanca a mi abuelo hace mucho tiempo. Te permiten ver en la oscuridad cuando te las pones -le dice. - Por favor acéptalas, creo que te serán más útiles a ti que a mi -le dice con un guiño.
La exploradora abrazó a Saxa y calmó su llanto. Sin Halidnanthalassa a su lado, sin sus padres y amigos, tan lejos de casa, se sentía pequeña y perdida. Pero Saxa conseguía reconfortar su espíritu turbado, encontrando en ella el apoyo que tanto necesitaba en tierras extranjeras. Al abandonar su hogar, creyó estar preparada para todo aquello que le deparara el mundo exterior, pero se daba cuenta de que aún le faltaba mucho por aprender. Y el aprendizaje, como siempre le había dicho su capitán, no era un camino sencillo. Ahora era consciente de la sabiduría que encerraban aquellas palabras.
Se recompuso y dio las gracias también a Raven, secando sus lágrimas y esbozando una débil sonrisa de agradecimiento. Tras la inyección de adrenalina, todo el cansancio acumulado cayó como una losa sobre sus hombros. Solo necesitaba comer algo caliente y dormir.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
- ¡Vaya! Gracias, Raven. Seguro que serán muy útiles, sí. Las cuidaré bien, te lo prometo - dijo, guardándoselas con cuidado en la mochila.
Viendo que Uri se encuentra mejor, comenta al grupo:
- ¿Por qué no vamos a comer algo chicos? La verdad - y se masajea un hombro mientras dice esto - es que nos vendrá bien un descanso. Creo que necesito una buena cerveza y comida caliente, y ya sabéis lo que dicen: cuando el cuerpo te pide algo, hay que escucharle. Vente con nosotros, Raven, seguro que estás hambrienta y agotada también.
Por un momento, la perspectiva de pasar un rato tranquilo con sus amigos hizo que la bárbara se olvidase de todos los agobios y tristezas. Estarían esperandola al día siguiente, pero eso sería otro día. De camino a una posada, pasó la mano derecha por el mango de su hacha y esto le hizo recordar que había unos cuantos nombres que debía añadir al mismo.
Remi asistió con algo de vergüenza a la escena de desnudez de Urianthalassa. Nunca sabía que hacer o que decir en estas ocasiones así que se limitó a mirarla tímidamente y tratar de no exteriorizar demasiado el torrente compasión que sentía por la elfa. Por desgracia estaba completamente seguro de que esa escena se repetiría a menudo en las siguientes semanas. Se pregunto cuántos de ellos, su nueva familia, sobrevivirían al desastre que se avecinaba. Los nobles no parecían haberse hecho eco de lo que había dicho, cegados como siempre por las cosas pequeñas que atañen al poder en términos humanos.
Sir Arthur se acercó a la compungida guardiana del bosque y frotó su cabecita peluda en su bota mientras emitía un maullido suave. Le dedicó una mirada serena con sus ojos dorados, con la cabeza medio ladeada y volvió a frotarse entre ronroneos.
Remi observó las gafas mágicas cambiar de mano, sin poder evitar sentir curiosidad a pesar de todo.
—Lo siento amigas, pero tengo que entregar esa carta —interrumpió el aprendiz contento de pasar página sobre el asunto emocional—. El mundo se mueve muy rápido últimamente y quien sabe si tendré tiempo después. Me uniré a vosotros en cuanto lo resuelva. Aburridos asuntos de hechiceros, supongo—trató de quitarle importancia—, aunque el que quiera venir es bienvenido.
-¿Una carta de cosas de hechiceros? ¿Puedo verla?-dijo el joven kender mientras se acercaba a Remi y sobretodo a sus bolsillos..-Uaaalaaaa que es ésto? cerebro de mono titi? - sacando la mano del primer bolsillo de componentes del hechicero.. - uaggg.. que asco, esto sirve para volar?
Poco le duró investigar entre las pertenencias arcanas del hechicero. Pequeños bufidos sonaban cada vez que la mano del kender se acercaba las prendas de Remi. Dejó pasar unos segundos por si acaso Sir Arthur encontraba otros quehaceres.. infructuosamente. Poniéndose en cuclillas y acercando su nariz a la del familiar puso su mas seria cara de desaprobación al gato.. -Tú ganas- refumfuñó
Nada arrepentido volvió su atención a sus bolsillos y a las cosas encontradas en su paseo por el castillo. Una esponjita de maquillaje.. un alfiler de corbatín.. una faja de infante.. Algunas perdían su atención tan rápido como la habían ganado.. otras, aún conservaban su misterio e iban directas a su saquito contenedor.
-Venga pues.. vamos a ver esos asuntos de hechiceros! me muero de ganas por ver una torre de hechicería por dentro.
Con un profundo suspiro Remi permite que el hombrecillo le siga hacia la botica de Wyhan, el lugar donde debe entregar la carta... si consigue arrebatársela al kender que la agita en su mano izquierda mostrándosela a un guardia al que ha preguntado por direcciones para llegar a la Torre de la Alta Hechiceria.
Tras aclarar el lugar al que quieren llegar, y recuperar la carta, no les cuesta encontrar la tienda gracias a las indicaciones de los guardias.
La tienda, para decepción de Fritzz, es un simple edificio de dos plantas con las ventanas de la planta baja algo oscurecidas pero donde se distinguen distintos objetos y plantas expuestos para su venta.
Al entrar en la tienda les asalta un olor a regaliz y pimienta. La modesta tienda tiene unas cuantas mesas pequeñas donde se venden amuletos para la buena suerte y contra el mal de ojo, extraños huesos de animales y viales con etiquetas con remedios contra diferentes dolencias. Al fondo de la tienda, una mujer con el pelo negro como ala de cuervo, túnica negra con anchas mangas ribeteadas de plumas negras, está sentada tras un mostrador repleto de libros. Levanta la vista del libro que esta leyendo y os observa desde detrás de su nariz aguileña.
- Os lo advierto - dice - si ese kender osa tocar una sola de mis pertenencias no sólo le marchitaré las manos a él para que nunca pueda usarlas, atraparé vuestras almas y las usaré para conseguir los favores de los demonios del inframundo. -
Una vez lanzada su amenaza, que parece conseguir su efecto ya que Frizzt se detiene en seco a medio camino de coger una calavera de gato, gruñe un poco y baja de nuevo la mirada a su libro.
Remington no duda que un túnica negra sea capaz de realizar tales horribles prodigios, pero aunque esta hechicera en concreto no sea capaz, lo más prudente sería no ponerla a prueba.
Remi asintió rápidamente y con cierta alarma a la mujer. Disimuladamente, conjuró entre susurros un colgante de jade con forma de sapo con unos ojos exageradamente saltones y, con rapidez, naturalidad y sin mediar palabra, canjeó con Firtz a cambio de la carta. Era difícil resistirse a la desviada mirada estrábica hacia el infinito cósmico de aquella bestezuela de jade. ¿Qué estaría pensando?
–Hola. Soy Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas –se presentó educadamente–. Ellos vienen conmigo. No queremos molestar. Traigo una carta que me fue confiada para entregarla aquí –le tendió la carta.
Sir Arthur observó con curiosidad aquel objeto de papel cambiando de manos.
Pimienta.. ¿pero que le pasa a la gente con esa terrible contramedida kender? Toda su infancia Fritz había luchado contra las pequeñas trampas repletas de polvo molido de pimienta que usaban algunos tenderos de su pueblo natal para mantener a los críos lejos. Uno iba, confiado, a por el pastel recién horneado con todo el hambre del mundo.. y ZAS, bombeta y nube de pimienta que te arreo. Ni un día llegaba a casa sin los ojos rojos como tomates y un incontrolable estornudo. Si a eso le unes perder una mano.. a ver, la izquierda ayuda pero todo sería planteárselo. Perder la derecha ahora que por fin sabía manejar la espada de Ispin si que sería un engorro.
Refunfuñando para sus adentros se sentó en el suelo y comenzó a ordenar al mas puro estilo kender el caótico diario donde dibujaba y anotaba todo descubrimiento pre-cataclismo que se iba encontrando.
Saxa se quedó unos pasos más atrás pensando en sus cosas mientras Remi llevaba a cabo su recado. Notando que con la oscuridad de la sala casi no veía tres en un oso polar se acordó de las gafas de Raven y se dijo que aquella era una buena oportunidad para probárselas. Se sorprendió al darse cuenta de que con ellas podía ver bastante bien, aunque todo estaba en escala de grises. "Curioso!", se dijo, "curioso y útil".
Así que mientras el túnica negra amenazaba a Fritz con marchitarle las manos y este reaccionaba portándose bien - para variar - la bárbara se dedicó a ojear los lomos de los libros que estaban en aquellas estanterías para entrenenerse un rato. " 'Compendio de conjuros de evocación' ... uf, aburrido ... 'Mil años de historia arcana magia' ... ajá, perfecto. Esto me vendría bien para quedarme frita más rápidamente por las noches ... 'Personalidades del mundo mágico y su aportación a....' ... demonios, me he cansado antes de terminar el título..."
La mujer miró a Remington como si fuera la primera vez que le viese, y le estudió de arriba abajo durante unos incómodos momentos con aire crítico. Luego, extendió la mano y tomó la carta sellada que el aprendiz de mago le tendía. Observó el intacto lacrado y, sin abrirlo, la dejó a un lado en el mostrados.
- ¿Quien fue tu Maestro o Maestra? - le preguntó y cuando Remi respondió con el nombre de su mentora dejò escapar un pequeño bufido. - ¿Y esa es la forma que te enseñó de presentarte a otro miembro de la orden? ¿Como un simple mensajero? -
Sir Arthur erizó el lomo y produjo un maullido grave y sostenido en la sala sin dejar de mirar a la hechicera. Mientras, Remi boqueaba sorprendido por aquel ataque dialéctico, sin saber muy bien qué decir. Entonces cerró la boca, se recompuso y entrecerró los ojos para mirar con recelo a la túnica negra.
—Aun no me he ganado la túnica y Lady Krebs me inculcó el no atribuirme más mérito del que merezco, señora del inframundo —dijo por fin sin poder contener cierto tono de sarcasmo—. El mundo se cae y no tenemos tiempo para aquello que no sea imprescindible. ¿Acaso he venido al lugar incorrecto? —dijo armado de un valor que no sabía muy bien de donde venía.
—Espero serlo, aunque aun soy solo un aprendiz —dijo con humildad primero para mantener la mirada de la hechicera después—. Recientes acontecimientos me empujan a dar saltos hacia adelante, aun a riesgo de no estar preparado —dijo sin disculparse—. Los peligros que se agolpan en el horizonte amenazan con tragarnos vivos si no damos la talla. Superé la prueba del Ojo en las ruinas de Rovina la Túnica Roja, pero temo que no sea suficiente. Ella fue quien me dio la misiva y la directriz de venir aquí.
- Entiendo - dice Wyhlan. - Debemos recordar que el Arte está por encima de todo para los miembros de la Orden. Pero tenemos que utilizar el Arte para superar los desafíos que se abalanzan sobre nosotros como un tsunami que nos afectará a todos. Dime joven Wizz ¿Dominas tu Arte o el Arte te domina a ti? -
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Saxa se queda unos instantes observando el broche, pensativa. Finalmente se lo pone en el pecho, cerca del corazón. En todos aquellos años como mercenaria jamás se había imaginado que acabaría como escudera de ninguna gran ciudad, pero ahí estaba: con juramento, broche, paga y todo. El paquete al completo.
"En la guerra y en la paz, hasta que mi servicio termine."
Aquellas palabras pesaban y la bárbara se sentía atrapada por ellas. Nunca antes había tenido aquella sensación en ninguno de los trabajos que había llevaba acabo. Empezaba uno, lo terminaba y a otra cosa. Esto era completamente distinto.
Con todos estos pensamientos en mente, la voz le salió un poco ronca cuando les dijo al resto:
- Salgamos de aquí. Habrá que volver al campamento y poner todo esto en marcha. Además, necesito que me de un poco el aire...
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
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Todos, pero en especial Saxa, recibieron con gratitud el fresco aire del exterior del castillo mientras caminaban hacia las puertas del mismo, atravesando el patio.
Uri se alegró de poder salir y hacer algo más que estar sentada en una mesa aburrida mientras los demás discut... la elfa sintió un vuelco en el corazón. El estómago se le bajó a los pies y un sudor frio recorrió su espalda. Habían estado tan preocupados por el futuro de los Voglerianos, por Averil, y por las intrigas del egocéntrico noble que se habían olvidado por completo de Frizzt. Si ella se había aburrido, no podía imaginar el tedio que habría sentido el pequeño hombrecillo de bamboleante copete. La elfa se dio cuenta de que no le escuchaba, es más que hacia mucho que no le oía. Y sintió pánico al reconocer que, por su descuido, tenían entre manos a una de las criaturas más temidas de todo Ansalon.
Un kender aburrido.
Con cuidado, como si temiera despertar a una bestia dormida en su guarida, miró alrededor. No sabía que sería peor, si encontrar al kender o no.
Unos guardias paseaban por las murallas con aire aburrido. Un carromato estaba siendo descargado mientras el mercader hablaba con un sirviente y dos mozos se fanaban por bajar pesados fardos al suelo. Un mozo de cuadra llevaba a un caballo hacia las cuadras, sus cascos resonando en las paredes de piedra del patio. Una doncella tiraba de la cuerda del pozo para sacar un cubo de agua, el rostro congestionado por el esfuerzo... unas gaviotas graznaron al sobrevolar las almenas... todo parecía normal.
Cuando escuchó unos gritos y una pequeña conmoción que venía de la parte posterior del edificio principal casi sintió alivio.
En lo que ella tardó en avisar al resto, que se habían adelantado un poco mientras ella tenía su pequeño ataque de pánico, de la parte trasera del edificio aparecieron tres guaridas que escoltaban y guiaban, no con mucha delicadeza todo había que decirlo, a un muy indignado Frizzt hacia la salida del castillo.
- ¡¡Esto es un ultraje!! - se quejaba el kender - Os digo que sólo estaba explorando por el más puro interés científico y arqueológico!! ¿Sabías que los pilares donde se levanta el castillo datan de antes del Cataclismo? ¡Cómo vas a saberlo? Si tu hermanastra se quedó todo el cerebro del que era capaz de otorgaros tu madre... ay! no hace falta dar capones!! Que manía tenéis los humanos con los capones!!. ¿Sabías que hay una entrada a las catacumbas? ¿Cómo que selladas desde hace siglos? Pero si estaba a punto de entrar cuando he sido tan groseramente interrumpido por vosotros!! ¿Es una costumbre de los guardas de esta ciudad? ¿Por eso estáis siempre de tan mal humor? ¿Porque os interrumpis cuando os amancebais con vuestras parejas? Igual es eso... quizá deberíais uniros a la fiesta... una vez en Palanthas entré en una fiesta así... no entiendo porqué se enfadaron si sólo estaba contando brazos y piernas para averiguar cuanta gente había en un solo lecho... eh! eh! ¡No me des más capones! ¡Como se entere mi amiga Saxa os vais a enterar!! Es capaz de convertiros en piedra con su hacha!! Es una hechicera muy poderosa, aunque no parece en nada a una hechicera... claro que Remington tampoco y... oh mira!! ahi están!!! Chicos!! ¿podeís decirle a estos señores que somos invitados del Gobernador? -
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Saxa suspiró y se frotó la frente. ¿Cómo podía haberse olvidado del renacuajo? ¿Tanto se había frustrado por lo sucedido en la sala del Consejo que se había olvidado por completo de aquella bomba de relojería ambulante llamada Fritz?
Se dirigió a los guardias esbozando un gesto de disculpa:
- Podéis dejarle ir. Ya nos ocupamos nosotros.
Supuso que no haría falta mucho para persuadirles. La gente en general tendía a querer perder de vista a los kenders con inusitada velocidad.
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Los soldados, viendo el distintivo que porta Saxa en el pecho, la miran con extrañeza, ya que no la conocen, pero acatan sus órdenes como superior suyo.
Pronto la pequeña comitiva deja el castillo y vuelven con Raven y los supervivientes de Vogler, quienes ya habían comenzado a recibir ayuda de algunos ciudadanos de Kalaman. Al escuchar las noticias todos suspiran aliviados y comienzan a recoger las pocas pertenencias que han conseguido rescatar y a reubicarse. Pronto llegan soldados de Kalaman con el Gobernador y la Mariscal y se aseguran que todos sean atendidos.
Raven se acerca a ellos
- Darret me ha contado todo. No sé cómo agradeceros vuestra ayuda, no quiero ni pensar qué habría pasado de no estar vosotros alli. Mucho se ha perdido pero sabed que vosotros habéis ganado una amiga... - incapaz de contenter la emoción les abraza a todos, incluso a Fritzz.
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Uri, embriagada por la emoción de aquel momento y las palabras sinceras de Raven, comenzó a sollozar arropada por los brazos de sus amigos. Las palabras de la alcaldesa hicieron aflorar toda la culpabilidad que llevaba intentando enterrar en lo más profundo durante aquella jornada.
- Lo siento, chicos, lo siento, yo… - susurró mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, sorbiéndose los mocos ante la imposibilidad de limpiarlos con la manga - soy responsable de la muerte de Than, en la Torre de Vogler. No estuve atenta al draconiano que sobrevolaba la cima, no presté atención… y cuando quise reaccionar… fue demasiado tarde… yo, necesitaba decíroslo, tenéis que saberlo… solo puedo disculparme y prometer que intentaré hacerlo mejor… pobre Than… lo siento tanto… - cerró los ojos con fuerza, rememorando tristemente aquella imagen que no se borraría en lo corta o larga que fuera su vida.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La bárbara iba a responder a Raven, pero cuando Uri se derrumba pasa una mano por los hombros de la elfa y le dice:
- No fue culpa tuya, Uri. Esto es una guerra, y en la guerra siempre hay incontables pérdidas. No puedes salvarlos a todos.
Saxa calló un momento, rememorando sus largos años de batallas y viendose a sí misma reflejada en Uri cuando era más joven. Recordaba haber tenido una conversación similar con su padre, hace mucho tiempo, en una de aquellas visitas que hacía a su poblado cuando necesitaba volver a sus raices. Por aquél entonces el mango de su hacha tenía muy pocos nombres, dos o tres nada más. Nada que ver con la cantidad de marcas que adornaba aquel mango hoy en día. "Piensa en los que siguen vivos gracias a tí, pequeña", le había dicho Vidar varias veces.
- Piensa en los que siguen vivos gracias a tí, Uri.
Momentos más tarde, Saxa habla con Raven:
- Siento lo sucedido. Que ya no seas la alcaldesa. Si sirve de algo, no estoy de acuerdo con eso de que "Vogler ya no existe". Vogler existirá siempre y si cuando esto acabe puedo ayudar a que el pueblo vuelva a resurgir, así lo haré.
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Averil pone una mano en el hombro de Uri, para consolarla. Raven se arrodilla y la abraza.
- Saxa tiene razón... mira cuanta gente has ayudado a salvar.. sin vosotros en el pueblo posiblemente todos estaríamos muertos o algo peor ahora mismo... Gracias Urilananthanassa... -
Raven agradece las palabras de Saxa.
- No te preocupes por eso. Temo que muchas cosas deben pasar antes de que Solamnia pueda recuperar un semblante de normalidad... y aún en ese caso no creo que ningún Señor o Señora se molestara en intervenir en las tierras de Kalaman para reconstruir el poblado... - hace un gesto con las manos - no nos preocupemos de eso ahora, los siguientes días van a ser complicados para muchos pero son buena gente y la mayoría podrá dedicarse a la pesca de nuevo... por supuesto sois más que bienvenidos siempre que queráis en... mira hacia la casa que le ha sido asignada - Mi nuevo hogar.. - dice con un suspiro de resignación. La casa está bien construida y es algo mayor que la del resto que se han asignado, incluso con un pequeño jardin trasero y su propio espacio para un huerto, como corresponde a su categoría de hidalga y como reconocimiento a su trabajo.
-Saxa - dice Raven cuando van a irse - Me gustaría darte algo - y acompañando las palabras con la acción deposita unas lentes unidas por una ancha tira de cuero para pasar por detrás de la cabeza y ajustar las lentes a los ojos del portador. - Fue un regalo que le hizo un Túnica Blanca a mi abuelo hace mucho tiempo. Te permiten ver en la oscuridad cuando te las pones - le dice. - Por favor acéptalas, creo que te serán más útiles a ti que a mi - le dice con un guiño.
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La exploradora abrazó a Saxa y calmó su llanto. Sin Halidnanthalassa a su lado, sin sus padres y amigos, tan lejos de casa, se sentía pequeña y perdida. Pero Saxa conseguía reconfortar su espíritu turbado, encontrando en ella el apoyo que tanto necesitaba en tierras extranjeras. Al abandonar su hogar, creyó estar preparada para todo aquello que le deparara el mundo exterior, pero se daba cuenta de que aún le faltaba mucho por aprender. Y el aprendizaje, como siempre le había dicho su capitán, no era un camino sencillo. Ahora era consciente de la sabiduría que encerraban aquellas palabras.
Se recompuso y dio las gracias también a Raven, secando sus lágrimas y esbozando una débil sonrisa de agradecimiento. Tras la inyección de adrenalina, todo el cansancio acumulado cayó como una losa sobre sus hombros. Solo necesitaba comer algo caliente y dormir.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Saxa miró las gafas anonadada:
- ¡Vaya! Gracias, Raven. Seguro que serán muy útiles, sí. Las cuidaré bien, te lo prometo - dijo, guardándoselas con cuidado en la mochila.
Viendo que Uri se encuentra mejor, comenta al grupo:
- ¿Por qué no vamos a comer algo chicos? La verdad - y se masajea un hombro mientras dice esto - es que nos vendrá bien un descanso. Creo que necesito una buena cerveza y comida caliente, y ya sabéis lo que dicen: cuando el cuerpo te pide algo, hay que escucharle. Vente con nosotros, Raven, seguro que estás hambrienta y agotada también.
Por un momento, la perspectiva de pasar un rato tranquilo con sus amigos hizo que la bárbara se olvidase de todos los agobios y tristezas. Estarían esperandola al día siguiente, pero eso sería otro día. De camino a una posada, pasó la mano derecha por el mango de su hacha y esto le hizo recordar que había unos cuantos nombres que debía añadir al mismo.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Remi asistió con algo de vergüenza a la escena de desnudez de Urianthalassa. Nunca sabía que hacer o que decir en estas ocasiones así que se limitó a mirarla tímidamente y tratar de no exteriorizar demasiado el torrente compasión que sentía por la elfa. Por desgracia estaba completamente seguro de que esa escena se repetiría a menudo en las siguientes semanas. Se pregunto cuántos de ellos, su nueva familia, sobrevivirían al desastre que se avecinaba. Los nobles no parecían haberse hecho eco de lo que había dicho, cegados como siempre por las cosas pequeñas que atañen al poder en términos humanos.
Sir Arthur se acercó a la compungida guardiana del bosque y frotó su cabecita peluda en su bota mientras emitía un maullido suave. Le dedicó una mirada serena con sus ojos dorados, con la cabeza medio ladeada y volvió a frotarse entre ronroneos.
Remi observó las gafas mágicas cambiar de mano, sin poder evitar sentir curiosidad a pesar de todo.
—Lo siento amigas, pero tengo que entregar esa carta —interrumpió el aprendiz contento de pasar página sobre el asunto emocional—. El mundo se mueve muy rápido últimamente y quien sabe si tendré tiempo después. Me uniré a vosotros en cuanto lo resuelva. Aburridos asuntos de hechiceros, supongo —trató de quitarle importancia—, aunque el que quiera venir es bienvenido.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
-¿Una carta de cosas de hechiceros? ¿Puedo verla?- dijo el joven kender mientras se acercaba a Remi y sobretodo a sus bolsillos..-Uaaalaaaa que es ésto? cerebro de mono titi? - sacando la mano del primer bolsillo de componentes del hechicero.. - uaggg.. que asco, esto sirve para volar?
Poco le duró investigar entre las pertenencias arcanas del hechicero. Pequeños bufidos sonaban cada vez que la mano del kender se acercaba las prendas de Remi. Dejó pasar unos segundos por si acaso Sir Arthur encontraba otros quehaceres.. infructuosamente. Poniéndose en cuclillas y acercando su nariz a la del familiar puso su mas seria cara de desaprobación al gato.. -Tú ganas- refumfuñó
Nada arrepentido volvió su atención a sus bolsillos y a las cosas encontradas en su paseo por el castillo. Una esponjita de maquillaje.. un alfiler de corbatín.. una faja de infante.. Algunas perdían su atención tan rápido como la habían ganado.. otras, aún conservaban su misterio e iban directas a su saquito contenedor.
-Venga pues.. vamos a ver esos asuntos de hechiceros! me muero de ganas por ver una torre de hechicería por dentro.
Con un profundo suspiro Remi permite que el hombrecillo le siga hacia la botica de Wyhan, el lugar donde debe entregar la carta... si consigue arrebatársela al kender que la agita en su mano izquierda mostrándosela a un guardia al que ha preguntado por direcciones para llegar a la Torre de la Alta Hechiceria.
Tras aclarar el lugar al que quieren llegar, y recuperar la carta, no les cuesta encontrar la tienda gracias a las indicaciones de los guardias.
La tienda, para decepción de Fritzz, es un simple edificio de dos plantas con las ventanas de la planta baja algo oscurecidas pero donde se distinguen distintos objetos y plantas expuestos para su venta.
Al entrar en la tienda les asalta un olor a regaliz y pimienta. La modesta tienda tiene unas cuantas mesas pequeñas donde se venden amuletos para la buena suerte y contra el mal de ojo, extraños huesos de animales y viales con etiquetas con remedios contra diferentes dolencias.
Al fondo de la tienda, una mujer con el pelo negro como ala de cuervo, túnica negra con anchas mangas ribeteadas de plumas negras, está sentada tras un mostrador repleto de libros. Levanta la vista del libro que esta leyendo y os observa desde detrás de su nariz aguileña.
- Os lo advierto - dice - si ese kender osa tocar una sola de mis pertenencias no sólo le marchitaré las manos a él para que nunca pueda usarlas, atraparé vuestras almas y las usaré para conseguir los favores de los demonios del inframundo. -
Una vez lanzada su amenaza, que parece conseguir su efecto ya que Frizzt se detiene en seco a medio camino de coger una calavera de gato, gruñe un poco y baja de nuevo la mirada a su libro.
Remington no duda que un túnica negra sea capaz de realizar tales horribles prodigios, pero aunque esta hechicera en concreto no sea capaz, lo más prudente sería no ponerla a prueba.
PbP Character: A few ;)
Remi asintió rápidamente y con cierta alarma a la mujer. Disimuladamente, conjuró entre susurros un colgante de jade con forma de sapo con unos ojos exageradamente saltones y, con rapidez, naturalidad y sin mediar palabra, canjeó con Firtz a cambio de la carta. Era difícil resistirse a la desviada mirada estrábica hacia el infinito cósmico de aquella bestezuela de jade. ¿Qué estaría pensando?
–Hola. Soy Remington Wizz, de los Wizz de Palanthas –se presentó educadamente–. Ellos vienen conmigo. No queremos molestar. Traigo una carta que me fue confiada para entregarla aquí –le tendió la carta.
Sir Arthur observó con curiosidad aquel objeto de papel cambiando de manos.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Pimienta.. ¿pero que le pasa a la gente con esa terrible contramedida kender? Toda su infancia Fritz había luchado contra las pequeñas trampas repletas de polvo molido de pimienta que usaban algunos tenderos de su pueblo natal para mantener a los críos lejos. Uno iba, confiado, a por el pastel recién horneado con todo el hambre del mundo.. y ZAS, bombeta y nube de pimienta que te arreo. Ni un día llegaba a casa sin los ojos rojos como tomates y un incontrolable estornudo. Si a eso le unes perder una mano.. a ver, la izquierda ayuda pero todo sería planteárselo. Perder la derecha ahora que por fin sabía manejar la espada de Ispin si que sería un engorro.
Refunfuñando para sus adentros se sentó en el suelo y comenzó a ordenar al mas puro estilo kender el caótico diario donde dibujaba y anotaba todo descubrimiento pre-cataclismo que se iba encontrando.
Saxa se quedó unos pasos más atrás pensando en sus cosas mientras Remi llevaba a cabo su recado. Notando que con la oscuridad de la sala casi no veía tres en un oso polar se acordó de las gafas de Raven y se dijo que aquella era una buena oportunidad para probárselas. Se sorprendió al darse cuenta de que con ellas podía ver bastante bien, aunque todo estaba en escala de grises. "Curioso!", se dijo, "curioso y útil".
Así que mientras el túnica negra amenazaba a Fritz con marchitarle las manos y este reaccionaba portándose bien - para variar - la bárbara se dedicó a ojear los lomos de los libros que estaban en aquellas estanterías para entrenenerse un rato. " 'Compendio de conjuros de evocación' ... uf, aburrido ... 'Mil años de historia arcana magia' ... ajá, perfecto. Esto me vendría bien para quedarme frita más rápidamente por las noches ... 'Personalidades del mundo mágico y su aportación a....' ... demonios, me he cansado antes de terminar el título..."
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
La mujer miró a Remington como si fuera la primera vez que le viese, y le estudió de arriba abajo durante unos incómodos momentos con aire crítico. Luego, extendió la mano y tomó la carta sellada que el aprendiz de mago le tendía. Observó el intacto lacrado y, sin abrirlo, la dejó a un lado en el mostrados.
- ¿Quien fue tu Maestro o Maestra? - le preguntó y cuando Remi respondió con el nombre de su mentora dejò escapar un pequeño bufido. - ¿Y esa es la forma que te enseñó de presentarte a otro miembro de la orden? ¿Como un simple mensajero? -
PbP Character: A few ;)
Sir Arthur erizó el lomo y produjo un maullido grave y sostenido en la sala sin dejar de mirar a la hechicera. Mientras, Remi boqueaba sorprendido por aquel ataque dialéctico, sin saber muy bien qué decir. Entonces cerró la boca, se recompuso y entrecerró los ojos para mirar con recelo a la túnica negra.
—Aun no me he ganado la túnica y Lady Krebs me inculcó el no atribuirme más mérito del que merezco, señora del inframundo —dijo por fin sin poder contener cierto tono de sarcasmo—. El mundo se cae y no tenemos tiempo para aquello que no sea imprescindible. ¿Acaso he venido al lugar incorrecto? —dijo armado de un valor que no sabía muy bien de donde venía.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La mujer enarcó una ceja, sorprendida ante aquel descaro. Pero cuando volvió a hablar Remi notó un cierto interés que antes no tenía.
- No lo sé joven. Dímelo tú - le respondió - ¿Acaso te crees digno del Arte?
PbP Character: A few ;)
—Espero serlo, aunque aun soy solo un aprendiz —dijo con humildad primero para mantener la mirada de la hechicera después—. Recientes acontecimientos me empujan a dar saltos hacia adelante, aun a riesgo de no estar preparado —dijo sin disculparse—. Los peligros que se agolpan en el horizonte amenazan con tragarnos vivos si no damos la talla. Superé la prueba del Ojo en las ruinas de Rovina la Túnica Roja, pero temo que no sea suficiente. Ella fue quien me dio la misiva y la directriz de venir aquí.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- Entiendo - dice Wyhlan. - Debemos recordar que el Arte está por encima de todo para los miembros de la Orden. Pero tenemos que utilizar el Arte para superar los desafíos que se abalanzan sobre nosotros como un tsunami que nos afectará a todos. Dime joven Wizz ¿Dominas tu Arte o el Arte te domina a ti? -
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