Remington se mostró preocupado por la carta y el nuevo giro de los acontecimientos, pero no sorprendido.
—Es evidente ahora que todo lo que nos ha pasado desde ayer está relacionado. Los monstruos embozados, los poderes de Averil, la traición de los mercenarios, la desaparición de los dioses de los cielos y el ejército de Takhisis —habló con seguridad—. Creo que uno de los monstruos embozados pagó a los mercenarios para que traicionaran su juramento y debilitaran las defensas de Volger antes de la llegada del ejército invasor. Sospecho que ellos también sirven al dragón de cinco cabezas. Recordad que los guerreros que les acompañaban también llevaban su símbolo.
Sir Arthur se restregaba contra el dorso de su mano mendigando unas caricias, pero Remintong se mostraba ausente. Aun sabían pocas cosas con certeza y debían resolver eso cuanto antes para mover ficha en la dirección más inteligente. Repasó la caligrafía de la carta del funesto emisario.
La idea de navegar de noche, a oscuras, tan cerca de la orilla y sin un patrón competente le hizo ponerse lívido, pero fue la mención del lanzapersonas la que hizo que su estomago se cerrara sobre si mismo provocándole palpitaciones.
—Algo puedo hacer —respondió a Saxa por alusiones con apenas un hilo de voz—, pero no estoy seguro de si alcanzará para todos. Será mejor ir a ver qué tiene que contar ese gnomo —tragó saliva, asintió y recogió su mochila para echársela sobre los hombros.
Sir Arthur dio unos pasos elegantemente a su lado, cruzándose entre sus piernas sin estorbar su paso.
- No hace falta que os mováis -dice Darret al ver que Remington cogía su mochila dispuesto a salir - Yo traeré a Than. No tardaré mucho. -
Mientras esperan, Yalme les sirve a todos una sopa y algo de pescado a la brasa para que puedan cenar. Está algo frío, pero agradecen el gesto y son conscientes de lo hambrientos que estaban.
Darret vuelve cuando están terminando, seguido de una gnoma de pelo rubio y mirada viva, que viene cargada con una pesada mochila casi tan grande como ella.
- Permitidme que os presente a.. - comienza Darret
Becklin levanta las manos intentado parar la berborrea del gnoma y sólo lo consigue parcialmente.
- Más despacio querida - le dice con voz pausada y la gnoma se para a mitad de su frase y coge aire para volver a empezar a hablar, esta vez intentado hablar para que los demás puedan entenderla.
- Perdón, a veces me emociono. Hola a todos, mi nombre en Than. Darret me ha dicho que necesitáis usar el Lanzapersonas -dice esperando, ahora si, a que la contesten.
Desde una mesa cercana, Lord Bakaris y su hijo no pueden evitar lanzar una carcajada despectiva.
- Estamos apañados como tengamos que depender de los inventos de esa... - dice el joven noble a su padre el cual sonríe socarrón. Hablan entre ellos, pero no les importa hablar en voz suficientemente alta como para se les oiga sin mucho esfuerzo.
Than agacha la cabeza pero Darret la toca el hombro y le dice en voz baja
Saxa respira una, dos, tres veces. Luego se aclara la garganta antes de hablar, e intentando sonar lo más educada posible, se dirige a Lord Bakaris y su hijo:
- ¿Tienen vuestras mercedes alguna otra idea que deseen compartir con nosotros para que podamos valorarla en conjunto con las que ya han sido propuestas? Estaremos encantados de escucharla. Estamos en un verdadero embrollo y no nos vendrá mal analizar todas nuestras posibilidades.
Saxa pregunta esto con total sinceridad. Le encantaría conocer más alternativas. Pero también se imagina que esos dos nobles, que no han hecho más que ser despectivos con cualquiera de más baja alcurnia - y, especialmente, estatura - que ellos, no van a proponer nada. Aún así, se queda mirando esperando sus respuestas. Si tras unos instantes no hay ninguna, entonces vuelve su atención a Than.
- Encantada, Than. Soy Saxa - la bárbara ofrece su gran mano para estrechar la pequeñita de la goma - Te seré sincera: ese lanzapersonas me da un poco de reparo. Pero tenemos que estar abiertos a todas las opciones. Así que, cuéntanos, por favor. - dice mientras la invita con un movimiento de su mano a sentarse con ellos.
- ¡Por supuesto que si! - exclama Lord Bakaris ante las palabras de Saxa. - Ya iba siendo hora de que alguien reconociera mi posición aqui -dice incorporándose y acercándose a la mesa, seguido por su hijo que mira a todos con superioridad.
- Os lo perdonaré esta vez Raven -dice dirigiéndose a la Alcaldesa e ignorando por completo a Becklin, Cudgel y los demás - porque entiendo que las circunstancias os vienen grandes. No no - la interrumpe antes de que pueda hablar - No debéis disculparos, lo habéis hecho bien dadas las circunstancias y teniendo en cuenta vuestras... limitaciones. -Su tono condescendiente es casi insoportable.
- Bien. Esto es lo que haremos. -Se coloca en la cabecera de la mesa - Reuniremos a las fuerzas de la milica que nos quedan, quizá incluso contando con la ayuda de estos... aliados -dice buscando la palabra adecuada para dirigirse al grupo - y saldremos por la puerta principal. Al menos dos arqueros, una de los cuales podríais ser vos querida -le dice dirigiéndose a Uri con tono paternal - no creáis que nos ha pasado desapercibida vuestra pericia, nos darán cobertura mientras cargamos hacia el frente. Debemos demostrar a esos bandidos que no nos amedrentamos o estaremos perdidos. Subiremos a la colina y atacaremos a esos arqueros antes de que puedan recuperarse. Después - se gira para dirigirse a Cudgel - Traeréis a lo que quede de vuestros hombres a la ciudad y se pondrán bajo mi mando. Tranquila - dice levantando una mano para cortar la réplica de la enana - Seréis mi lugarteniente y podréis pasar mis órdenes a las tropas. Nos reagruparemos mientras unos exploradores nos dan la ubicación del campamento de esos rufianes. Saldremos a su búsqueda y caeremos sobre ellos mientras se preparan para venir a la ciudad. - Se yergue, dejando las manos cruzadas sobre su pecho, satisfecho - Para la cena podremos estar celebrando que nos hemos librado de esta amenaza bajo mi liderazgo. Como veis ya no serán necesarios sus servicios. Podéis retiraros - dice haciendo un gesto con la mano a Than, la cual se queda mirando a Raven, Darret y los demás, confundida, sin saber muy bien qué hacer, mientras sujeta frente a ella la extraña mochila que traía.
Fritz estaba encantado con la llegada de Than a la taberna y pronto se contagió del ímpetu de la gnoma. Conocer aquella mente superior encerrada en un cuerpo inferior le fascinaba.
-HolayosoyFritzfoxstiltonsonreklessfireestodounplacerconocerteydecirtelasganastanterriblesquetengodeprobartuinventoasicomoiralgundiatumontaña- Dijo emocionado y satisfecho por saber hablar Gnomo. Y no solo eso! por primera vez desde que salió de Kendermore tenía una conversación a la velocidad correcta. -Cómovamosapoderacabaralotroladodelosarquerosysorprenderlos?
Pero en el momento que comenzaban a hacer migas llegó al molesta interrupción de los dos desagradables Bakaris. Pero como podían decir semejantes barbaridades ante equel avance social, científico y tecnológico que podría cambiar el paradigma actual en una de las revoluciones a todos los niveles no vista desde centurias previas al cataclismo. Pero peor fueron los reproches a Saxa y las faltas a Uri. Ahh no amigo ahí se están cruzando todos los límites! A su "pequeña" bárbara nadie le iba a hablar así. Le encantaba cuando la guerrera de pelo rojo le dedicaba aquel trato maternalista pero también adoraba protegerla, discreto, sin que ni ella y ni los demás se percataran para que no se pudieran burlar o ella no lo aceptara de buena gana. A veces la gente alta no se siente bien cuando un canijo te ayuda y Fritz no era de los que necesitaba agradecimientos a sus actos. Así que cuando se acercaron sin percatarse de la vara hoopak sobre la mesa y la cercanía del cinto a la punta afilada del palo kender lo vio mas claro que un niño con una tarta.
"Para la cena podremos estar celebrando que nos hemos librado de esta amenaza bajo mi liderazgo."fueron las últimas palabras previas al fatal desenlace. Hinchando pecho y barriga la hebilla no pudo contener aquel despliegue en un cinto con tan sutil corte que reventó haciendo volar todo. Barbilla arriba, brazo alzado victorioso, mano en la camisola y abajo todo lo demás. Los pantalones por los tobillos dejaban al aire unos horteras calzones a rayas con los colores de la casa Bakaris.
Pasa un segundo antes de que Lord Bakaris se percate de qué ha pasado e intenta, apresuradamente subir de nuevo sus pantalones. Ante la explosión del cinturón de su padre, el joven Bakaris corre a en su ayuda. La atropellada conjunción de cuatro manos no ayuda a que el noble se tape los calzones lo antes posible.
- No.. espera... deja que te ayude... no quita... deja.. .ya!- susurran entre los dos.
Finalmente, Lord Bakaris, sujetando como puede los pantalones e intentando mantener la compostura mira al rededor mientras el resto intenta no reirse abiertamente y dice.
El joven Bakaris recoge la hebilla del reventado cinturón del centro de la mesa.
Ambos se giran y abandonan el Cangrejo de Latón.
Dejados, por fin, con sus planes, Raven, aún aguantándose la risa para no ofender al noble, indica a Than que por favor continue y la gnoma contesta a las preguntas de Saxa y Fritz.
- Bueno... -dice intentando mantener una velocidad normal al hablar. - Estuve pensando mucho tiempo en cómo solucionar que Becklin pudiera ir a cualquier parte de Vogler usando el Lanzapersonas sin necesidad de poner redes en todas las casas... y se me ocurrió esto viendo como un diente de león caía desde el acantilado al río. Yo lo llamo Narycrash -
Coloca con algo de esfuerzo la pesada mochila encima de la mesa. Ahora que la pueden ver mejor ven que la parte superior parece estar cerrada mediante un cierre metálico, como si hubiera unido un cofre con una mochila, y que toda ella tenía un armazón metálico que le otorgaba rigidez y la mantenía en la misma postura Diferentes tubos y ruedas entrelazadas se alienan por los laterales y el frente de la mochila. Además de las dos cinchas para colocarla a la espalda, contaba con otra más, similar a un cinturón, que servía para ajustarse el artilugio a la cintura, y otras dos cinchas más pequeñas, pero colocadas en la parte inferior para, según iba explicando Than, meter las piernas. De la parte derecha salía una curiosa cadena que terminaba en un asa. Fritz casi no podía esperar a preguntar qué era aquello cuando Than, tras terminar de explicar que todas las correas eran ajustables, dijo.
- Entonces... la persona se coloca el Narycrash, se sube al Lanzapersonas y activamos este.. cuando llega a lo más alto de su vuelo -mueve las manos formando una parábola, simulando lo que ocurriría al lanzar a una persona con una catapulta - entonces, tira de este asa - uniendo palabra y acción, Than da un fuerte tirón del asa y la cadena del lateral y... No pasa nada. La gnoma pone cara de extrañeza y vuelve a tirar. Nada. Suelta la cadena y se pone a mirar muy de cerca el Narycrash murmurando para sí
Repentinamente el Narycrash se activa y la parte superior de este se abre y deja salir un montón de globos de tela que se hinchan inmediatamente y se mantienen unidos al extraño artilugio mediante redes de pesca. Than cae hacia atrás dando un pequeño grito del susto y todos se echan hacia atrás sobresaltados.
- Jejejeje - Than se levanta rascándose las posaderas pero satisfecha - parece que se ha levantado un poco temperamental. Jejejeje. En cualquier caso, como veis esto detiene la caída de la persona y la deposita en el suelo con delicadeza. -dice sonriendo. - ¿Listos para usarlo entonces ?-pregunta
Saxa había luchado en muchos, muchísimos combates. Tantos que ya había perdido la cuenta. Pero ni el mas extenuante de todos ellos había resultado a sus ojos tan agotador como el tener que mantener la compostura delante de aquél imbécil de Bakaris. Sus manos, que sujetaban los bordes de la mesa en un intento de autocontención, tenían los nudillos ya blancos, y los músculos de la cara estaban también algo tensos precisamente por intentar aparentar lo contrario.
Mientras Lord Bakaris soltaba su discurso condescendiente, que insultaba todas las personas de aquella mesa de tan variadas maneras, la bárbara imaginaba lo bonito que sería poder lanzar aquella mesa por los aires, haciendo que el contenido de la misma golpera, cubriera y manchara de mil artísticas maneras tanto el cuerpo como el orgullo de aquella pareja de nobles. En su cabeza todo transcurría a una velocidad lenta y pausada, y esto les daba a a todos sus compañeros la oportunidad de disfrutarlo como si se tratara de una obra de teatro perfectamente ensayada. Y al final de la obra, podían levantarse y aplaudir con satisfacción y alegría.
Tal que así. Sería tan bonito poder hacer esto..! xD
Pero por desgracia, aquello tan solo podia estar en su mente porque por algún estúpido arreglo social, simplemente tenían que aguantar que Bakaris y su hijo pudieran decir lo que les diera la gana sin casi replicar. O al menos sin replicar como a Saxa le gustaba replicar.
Respirando de nuevo una, dos, tres .... y hasta diez veces, Saxa abrió la boca para intentar hablar lo más pausadamente posible. Iba a preguntar a Bakaris cómo podía esperar que su plan funcionara teniendo en cuenta que en la ciudad solo quedaban unos veinte efectivos. Cómo podía asegurar que iban a triunfar sin conocer siquiera los números de los enemigos. ¿Y si eran 50? ¿Y si eran 100? ¿Y si eran muchos más? Además ... ¿"bandidos"? ¿En serio Lord Bakaris se pensaba que el Ejército Rojo de Takisis iba a estar compuesto por personas desorganizadas atacando de cualquier forma? Saxa no conocía a ese ejército, pero desde luego ella imaginaba personas perfectamente armadas, capaces de ser letales luchando en combate singular, y más aún si lo hacían estando bien dirigidos y coordinados. Y no dudaba de que quien fuera que estuviera al cargo de semejante ejército no permitiría que actuaran de otra forma.
En cualquier caso, no llegó a necesitar decir nada. La reaccción de Fritz no pudo llegar en mejor momento y, tan rápido como empezó la actuación de Bakaris, tan rápido terminó, y de una manera que no podía sentar peor a aquel noble: hiriéndole en su orgullo. Tan sólo había hecho falta un corte preciso en el momento y lugar adecuados. Impresionada, cuando ya Bakaris y su hijo se habían ido, la bárbara miró sonriente a Fritz, le aplaudió y dijo:
- Fritz, eres el mejor.
Tras eso apoyó una mano en el hombro de su pequeño amigo y le atrajo hasta sí en una suerte de semiabrazo en el que mantuvo al kender durante unos segundos. De qué manera tan sencilla y efectiva el pequeño había cuidado a sus compañeros de mesa, pensó Saxa, sonriendo para su interior porque se daba cuenta de que cada vez estaba más y más comoda con aquellas otras cuatro personas a las que el azar, y el recuerdo de Ispin, había decidido unir.
Cuando por fin se libraron de los nombles, la bárbara prestó atención a la explicación de Than. Se quedó unnnnnnnn pelínnnnnnn preocupada cuando el Narycrash no funcionó al momento y comentó.
- Hummmm, Than, dime que eso va a funcionar a la primera cuando lo usemos, por favor - dijo preocupada - Y seguro que va a funcionar conmigo, ¿no? Es que soy "un poco" más grande que los demás. No me malinterpretes, no quiero sonar como que estoy criticando tu trabajo cuando claramente no estoy en posesión del conocimiento que hay detrás de él. Es sólo que ... esto .... sí, lo admito.... todo esto de volar por los aires me da un pelín de canguelo. Tras decir esto dirige una mirada a Remi y piensa "bueno, si alguno de los Narycrash falla, pero Remi tiene opciones para que no nos estampemos en el último momento ... ¿quizás salga bien?"
Uri releyó incrédula la nota que habían recibido, ajena a lo acontecido en el exterior de la taberna. ¿La vida era siempre así de extraña y sorprendente aquí fuera? Dirigió su mirada a los congregados, sin entender muy bien qué estaba ocurriendo, sin saber qué decir, como si todo aquello fuera ajeno a ella. ¿Significaba esto que no volvería a su querido Qualenesti? De pronto se veía involucrada en una historia que no reconocía. ¿Debía permanecer con ellos, o hacer oídos sordos y regresar a su hogar? ¿Acaso tenía esa posibilidad?
Tras los primeros momentos de pánico interno, recordó a Ispin, observó a sus compañeros y a aquellos integrantes de esa ciudad que le habían abierto las puertas brindándole su hospitalidad. Recordó también a lo que se dedicaba, lo que era en lo más profundo de su ser: una guardiana. La angustia comenzó a desvanecerse como la niebla densa ante los rayos del sol. Permanecer aquí, ayudar a esta gente era lo correcto, aunque no llegara a comprender aún muy bien sus implicaciones. Simplemente dejaría que el destino guiara sus pasos, tal como le había enseñado Ispin.
Sin querer intervenir, dejó que el resto debatiera las posibles opciones. No tenía una opinión clara sobre qué hacer y estaba más bien acostumbrada a recibir órdenes y acatarlas pero, cuando escuchó el plan de la catapulta, sus ojos se abrieron como platos y su rostro reflejó una emoción contenida. La sangre exploradora y aventurera que recorría sus venas comenzó a bullir ante la idea de ser lanzada por los aires. ¿Qué podía salir mal?
Sonrió divertida ante la presencia de Than y su manera de hablar, aunque no entendió absolutamente nada. E ignoró por completo a los desagradables nobles cuando mencionaron su persona, lanzándoles solo una mirada de sincera extrañeza.
Rió tapándose la boca cuando Fritz produjo su magia en los pantalones de aquel ser despreciable y por fin rió a carcajadas cuando abandonaron la sala.
Y, de pronto, el silencio que había mantenido hasta ese momento se quebró con una sola palabra, repleta de una alegre sorpresa.
- ¡¡Bellota!! - exclamó, sin poder reprimir la alegría, más impetuosa de lo que hubiera querido. Todos los presentes dirigieron su mirada a un pequeño animal que se colaba por una de las ventanas y atravesaba el espacio hasta llegar a Uri, trepaba por su pierna y su brazo y tomaba asiento en su hombro. Una entrañable ardilla se frotaba la nariz con las patitas delanteras, emitiendo un sonido tenue de rechinar de dientes.
La elfa se rascó la coronilla nerviosa, disculpándose por la interrupción.
- Perdón… esta es… Bellota - dijo acariciando su pequeña cabecita - ¿dónde te habías metido esta vez, pillina? hacía días que no te veía... - introdujo la mano en uno de sus bolsillos, sacando una pequeña avellana y ofreciéndosela al animal - saluda a nuestros nuevos amigos, creo que aún tardaremos una temporada en volver a casa -
La pequeña roedora recorrió rápidamente su mirada sobre todos los presentes, emitiendo unas palabras perfectamente audibles en lenguaje común - ¡Hola! ¡Soy Bellota! - Pero de pronto, el frenético movimiento de sus bigotes cesó abruptamente. Su mirada quedó fija en un objetivo y sus patitas suspendidas en el aire, petrificadas; apenas se la sentía respirar. El motivo de su reacción no era otro que la presencia de Sir Arthur que, a su vez, la miraba fijamente desde el otro lado de la sala.
Saxa mira sorprendida a Bellota, pero no tarda en mostrarse sumamente interesada en la confrontación en miniatura que parecía que estaba a punto de suceder. Le da un codazo a Fritz y le dice:
Remington asistió impávido a la perorata de lord Bakaris. Estaba a punto de intervenir cuando la bajada de pantalones espontánea le evitó gastar saliva y enemistarse con aquel inútil. No podía haber sido más oportuna, aunque aquellos calzones fueran una ofensa para los sentidos.
Cuando la pareja de nobles salieron de la sala rió con los demás de buen grado. Y aún lo hacía cuando Bellota hizo su aparición. Sir Arthur, con vista fija en la ardilla, caminó desde donde estaban con movimientos elegantes y sinuosos. Subió a la mesa de un salto, se sentó y se lamió el esponjoso pelaje blanco del pecho un par de veces. Remi, que había aguantado la respiración, se relajó y asintió con aprobación. Nunca estaba muy seguro de lo que su peludo compañero iba a hacer.
—Eso es, muy bien Sir Arthur. Uno no se come a los amigos –dijo el joven aprendiz premiando al gato con una caricia en el lomo.
Sir Arthur miró a Saxa, al mago y a la ardilla antes de seguir lamiéndose. Ninguno podría asegurar si el félido estaba acatando o si simplemente el plato de ardilla no entraba en su menú a esa hora del día.
—Será mejor que pongamos en marcha este alocado plan antes de que lo pensemos dos veces —zanjó Remi volviendo al asunto del lanzapersonas—. No creo que tengamos mucho tiempo.
Los saltitos de Fritz iban ganando altura y frecuencia según sus amigos se animaban por el mejor plan jamás pensado del mundo mundial. Normálmente la gente alta suele ser aburrida y poco dada a las aventuras, así que no cabía en si cuando vio el dispositivo de globos. Tan emocionado estaba que apenas apreció el ligeeeeeeero retardo que había desde que se solicitaba hasta que funcionaba.
-ThanCuantosDeEsosTienes?- le preguntó a la gnoma en su propio idioma.-TienesCacharrosDiminutosParaGratosYArdillasTambién?
Ante la caída de los pantalones y de la dignidad de Lord Bakaris, Averil trató de disimular una carcajada, en la que estallaron el resto de las representantes de la ciudad, y varias personas más que lo presenciaron, cuando los nobles hubieron abandonado la posada.
Becklin, que también se rio aunque de manera mucho más discreta, comentó - Ese hombre sólo trae problemas. Espero que no nos cause ninguno más. -
Than parecía emocionada y agradecida de ver que su trabajo era apreciado.
Cuando el kender se dirigió a ella, la gnoma le sonrió, se ajustó unas gafas grandes que se bajó de la frente y asintió a Fritz sonriendo amablemente. Cuando el sobreexcitado kender se despistó, casi al instante, con otra cosa se volvió hacia Saxa y Uri y les preguntó
- ¿Qué le pasa en la boca al kender? Noconsigoentendernadadeloquedi.. perdón. No consigo entender nada de lo que dice -
Por toda respuesta, Saxa simplemente se encogió de hombros. Ella tampoco le había entendido, pero estaba más que acostumbrada.
No dejando de tomar nota mental de que por fin había visto a la escudera de Solamnia reírse secundó a Remi diciendo:
- Estoy de acuerdo. Pongámonos en marcha, vamos. Cuanto más lo piense, más ganas me darán de echarme atrás.
"No pasa nada, Saxa, seguro que no te matas. Seguro que todo va bien y no acabas convertida en pulpa de color rojo contra el suelo .... seguro....", se dijo a si misma, soltando un largo suspiro.
Para los demás es difícil saber quién está más emocionado, si Than, Fritz, o Cudgel. Bueno, en realidad Cudgel está impaciente.
Los detalles del plan se perfilan rápidamente.
Than y Darret irán a por el resto de naycrashers que la gnoma estaba preparando para que Becklin y Darret pudieran hacer varios viajes antes de necesitarla. Fritz no puede aguantar y se va con ellos para ayudarles a cargar con las pesadas mochilas. Cudgel se apostará en la puerta y estará lista para salir en cuanto los osados guerreros le den la señal, o vea signos de lucha en el promontorio. Toman una frugal cena, y Becklin les guía hasta la fortaleza donde suben hasta lo alto de la torre.
Ahora que están al lado del artilugio pueden ver lo grande que es. Efectivamente, es básicamente una catapulta, pero en lugar de tener un lugar donde colocar los proyectiles, la horquilla es mucho más grande y ancha y parece tener una hamaca muy grande entre medias. Pueden caber fácilmente tres personas, cuatro si se aprietan un poco. Siendo Fritz pequeño podrán colocarse todos, si Averil o Saxa cogen al pequeño kender. Becklin, gracias a una manivela que acciona unas ruedas dentadas que están instaladas bajo el artilugio, lo mueve para colocarlo en la posición adecuada, mirando hacia el noreste y por encima de las puertas de la ciudad. La veterana guerrera mira hacia el objetivo y luego al grupo y niega pensativamente con la cabeza.
Este no tarda mucho en aparecer, con un naycrasher ya en la espalda y arrastrando otro más. Lo deja en el suelo y tras un largo "uaaaaalaaaa" al ver la catapulta, comienza a subirse sin esperar a los demás, ni a la escalera que Than señala existe para facilitar la subida de las personas al mismo. Darret y Becklin la cogen y la colocan para que todos puedan subir. Para cuando lo hacen Fritz ya se ha sentado y Saxa tiene que reptar por la superficie de cuero que forma parte de ese gigantesco tirachinas, para cogerle. No sin cierta dificultad todos acaban sentados sobre la enorme tira de cuero.
- Será mejor que os tumbéis - dice Than mientras comprueba que la dirección es buena y la corrige un par de grados para apuntar mejor. Todos sienten como, con crujidos y chasquidos, el lanzapersonas se mueve.
-¿Listos? - pregunta Becklin
Antes de que Fritz pueda contestar Than empuja una palanca enorme en la base y todos sienten el fuerte tirón que les lanza por los aires, olvidándose de su estómago a juzgar por la sensación. Antes de que se den cuenta, están volando por los aires, intentando mantenerse en equilibrio y ver hacia dónde van.
"¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿¿Por qué estoy haciendo esto??"es lo que va pensado Saxa todo el rato.
Quizás no tanto al principio, cuando van de camino hacia la torre. Pero una vez están colocándose en la hamaca, cuando ve cómo Fritz se sube alegremente en medio de unos cuantos "ualaaaaaaaaaaa"s, mientras lo coge en volandas y se aferra a él (¿lo hace para que se el kender se quede quieto o para no cambiar de idea y salir corriendo torre abajo?), y tras eso Becklin acciona la manivela .... empieza a repetírselo con muchísima más frecuencia.
Cuando finalmente Than empuja la palanca y salen por los aires, sus pensamientos se transforman en palabras:
- ¿¿¿ POR QUÉ ESTOY HACIENDO ESTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOoooooOooOOOOOOooooooOOOOOOooOOOoOoOOooo....???
Remington sintió el irrefrenable instinto de bajarse de aquel aparto diabólico en el momento en que subió, pero Than fue demasiado rápida. El fuerte tirón del brazo mecánico casi le hizo desvanecer. El mundo se convirtió en una macha borrosa que pasaba a toda velocidad por el rabillo el ojo. Subían y subían hacia el cielo como si fueran pájaros. Cuando sus vísceras se recuperaron de la aceleración del lanzamiento vino la sensación de ingravidez y por un momento casi se permitió sonreír. Casi, porque, en cuanto empezaron a caer, todos sus sentidos chillaron aterrados por el certero e inminente encuentro con la muerte. Caían cada vez a más velocidad y el aprendiz se dio cuenta de que no podía respirar. No recordaba cuando había dejado de hacerlo. Miró a los lados angustiado. Sus compañeros caían a su lado. Todos gritaban, incluso Fritz, aunque era difícil saber si de terror o de júbilo. ¡La palanca! Le recordó alguna parte ignota de su cerebro desesperada por salvarse de una muerte segura. Tiró del minúsculo mecanismo, pero nada sucedió. No había tiempo para lamentarse. ¡El conjuro! Le chilló otra parte de su cerebro. Lo había ensayado cientos de veces desde la torre más alta de la Maestra Krebs, pero nunca tan apresuradamente. Sus dedos se crisparon crispados en torno a su varita de tejo.
—¡Silea! —gritó tanto como pudo rompiendo el nudo de su garganta.
Y el vertiginoso descenso se volvió de pronto plácido y pausado. Por fin pudo volver a respirar. Descendían suavemente, como plumas mecidas en el viento. Remi notó como recuperaba el aliento y el color en las mejillas. Al ver a sus compañeros descender a su lado sintió un orgullo al que no estaba acostumbrado. ¿Su magia les había salvado?
Todos habían accionado sus anillas, la de Uri y Saxa no parecían funcionar y aunque Remington sintió el tirón en los hombros y las piernas cuando los globos comenzaron a frenar su caída, su magia realmente frenó su vertiginoso descenso. Tenía motivos para sentirse orgulloso ya que, efectivamente a Uri y a Saxa sus mochilas se activaron un poco más tarde de que la magia retuviera su descenso. Si, la rápida actuación del aprendiz les había salvado a todos.
A todos menos a Frizt que, de alguna manera, había quedado fuera de la zona de magia y no parecía que hubiera tirado de la anilla.
El pequeño kender estaba disfrutando como nunca. De la fuerza de la máquina a los segundos en los que parecía que se había quedado flotando, hasta el cada vez más rápido descenso. Una parte de su cerebro se preguntaba cómo de rápido podría llegar a ir, otra parte de su mente le recordó que quería probar el otro artilugio de Than y tiró de la anilla, desplegándose inmediatamente los globos y frenando su caída.
Miro hacia arriba para llamar a sus compañeros y enmudeció cuando Uri le hizo señas de guardar silencio y señaló hacia abajo. Los centinelas del Ejército Rojo estaban a unos metros bajo ellos, centrada su atención en la puerta no parecían haber visto el alocado plan de los defensores de Vogler. Su trayectoria les dejaría a unos metros a la espalda de los centinelas. En una posición estupenda para emboscarlas y sorprenderles.
Tras unos segundos de tensa mirada, Bellota reanudó su frenética actividad, royendo la avellana hasta hacerla desaparecer.
Uri se puso en pie emocionada, siguiendo al grupo dispuesta a disfrutar de la experiencia de la catapulta. Su pequeña compañera se hizo invisible a los ojos del grupo y nadie supo afirmar si se había escondido en algún pliegue de la ropa de la cazadora o, simplemente, había desaparecido de la misma forma que había hecho acto de presencia.
La adrenalina comenzó a recorrer las extremidades de la elfa mientras se subía a aquel invento. Sabía que aquello conllevaba riesgos pero la sensación de libertar, de vuelo libre surcando el cielo catapultada por los aires pesaba más que el miedo a que algo saliera mal.
Cuando la fuerza del artilugio la disparó hacia delante, su interior vibró de energía y la dopamina segregada por su cerebro inundó cada fibra de su cuerpo. Gritó desde lo más profundo de su estómago, rió a nerviosas carcajadas, sintiendo el aire frio en su rostro y la libertad del vuelo, con los ojos como platos, observando el inmenso horizonte, sin querer perderse ni un solo detalle de las vistas.
Tan emocionada estaba que, para cuando recordó tirar de la palanca, ya era demasiado tarde. No estaba segura de si se había retrasado ella o el invento no estaba funcionado. Pero ni siquiera le dio tiempo a ser consciente de lo que eso significaba. Se precipitaba hacia el suelo a una frenética velocidad, pero por alguna extraña razón no se asustó. Se preparó para recibir la caída, intentando adoptar una postura que le lastimara lo menos posible. En décimas de segundos valoró las posibilidades y, cuando se preparaba mentalmente para el golpe, una suave pero firme fuerza invisible se apoderó de su cuerpo, frenando el descenso y meciéndola dulcemente hasta el suelo.
- ¡Woooooow! - exclamó en voz baja, tras haber visto a los enemigos cercanos, dirigiéndose a sus compañeros - Esto ha sido… alucinante! ¿No creéis? - sonrió ampliamente al grupo y se desempolvó la ropa - Remington, ¡muchas gracias! ¡Has estado increíble! Ya me veía estampada contra el suelo. ¡Me ha encantado ese hechizo! ¡Quiero volver a probarlo! - le pidió dando saltitos de emoción.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Una vez lanzada a los aires, la bárbara apretó los dientes y cerró los ojos para intentar que el viaje hacia lo que preveía que sería un final estrepitoso pasara lo más rápido posible. Curiosamente, durante el vuelo, casi casi se olvidó de lo que estaba pasando e incluso agradeció sentir el viento refrescando su cara y revolviendo la melena rojiza que revoloteaba tras ella como si se tratase de un cometa en miniatura.
Quizás por todo esto tardó demasiado en recordar la palanca. Cuando de repente lo hizo y notó que al tironear de ella nada sucedía, Saxa entró en pánico. Pero fue un pánico de corta duración. Silencioso. No gritó, no se lamentó. Ni siquiera vio pasar su vida por delante de ella, como había oído describir a otras personas en situaciones cercanas a la muerte. Simplemente resopló y lo aceptó. "... siempre pensé que moriría atravesada por una espada...", se dijo.
Respiró hondamente y .... dejó que sucediera lo que tenía que suceder.
No esperaba volver a abrir los ojos. Pero, extrañada, lo hizo. Y descubrió que descendía gentilmente, como si se tratase de una pluma en lugar de una corpulenta humana. Comprobando que sus amigos también estaban a salvo, esperó a llegar al suelo con tanta tranquilidad que ni siquiera saber que tenían enemigos encima consiguió alterarla. ¿Qué eran cinco arqueros comparados con la posibilidad de quedar convertida en pulpa de Saxa? ¡Nada, por supuesto!
Una vez en el suelo, se quitó el narycrash y dijo en susurros:
- ¿"Alucinante"? ¡Si yo ya me daba por muerta!Espero no tener que volver a hacer esto nunca más. En cualquier caso, Remi, has estado magnífico - dijo, palmeando la espalda del mago. Saxa no midió muy bien la fuerza con que hizo este gesto, por lo que desequilibró a Remi y éste estuvo cerca de caer hacia adelante - Uy, perdona. Bueno, como iba diciendo, te debemos una bien gorda. Ahora ... - dijo señalando a los arqueros - ... al lío. Vamos a tener que ser rápidos y no permitir que den la voz de alarma.
Unas sencillas instrucciones para un sencillo ejercicio. Bing-brincando-bang-cayendo-chimpún-globos. Tan solo había que seguir las ordenes paso a paso. Volar era sin duda lo mas molón que había hecho en mucho tiempo!! Seguramente podía incluirlo en el top cinco justo detrás de la caída libre y a su vez justo detrás de desplegar unos globos de colores a la espalda cayendo exactamente donde Than había calculado.
Mientras flotaba pudo ver al resto de amigos, gente de poca fe, que caían confiando mas en las artes mágicas de Remi que en la ciencia y tecnología gnoma. Bueno, no podía reprocharles nada, la gente alta solía ser mas cerrada a la innovación y les gustaban las cosas de toda la vida, como la magia.
Ya en tierra vio a los arqueros que cubrían las puertas de la ciudad en sus parapetos, tan concentrados que no se habían percatado de su estupenda maniobra. En silencio todos parecían saber que tocaba hacer. Buscó la piedra con masaritasquepudo encontrar y preparó su palo Hoopak.
Remington se mostró preocupado por la carta y el nuevo giro de los acontecimientos, pero no sorprendido.
—Es evidente ahora que todo lo que nos ha pasado desde ayer está relacionado. Los monstruos embozados, los poderes de Averil, la traición de los mercenarios, la desaparición de los dioses de los cielos y el ejército de Takhisis —habló con seguridad—. Creo que uno de los monstruos embozados pagó a los mercenarios para que traicionaran su juramento y debilitaran las defensas de Volger antes de la llegada del ejército invasor. Sospecho que ellos también sirven al dragón de cinco cabezas. Recordad que los guerreros que les acompañaban también llevaban su símbolo.
Sir Arthur se restregaba contra el dorso de su mano mendigando unas caricias, pero Remintong se mostraba ausente. Aun sabían pocas cosas con certeza y debían resolver eso cuanto antes para mover ficha en la dirección más inteligente. Repasó la caligrafía de la carta del funesto emisario.
La idea de navegar de noche, a oscuras, tan cerca de la orilla y sin un patrón competente le hizo ponerse lívido, pero fue la mención del lanzapersonas la que hizo que su estomago se cerrara sobre si mismo provocándole palpitaciones.
—Algo puedo hacer —respondió a Saxa por alusiones con apenas un hilo de voz—, pero no estoy seguro de si alcanzará para todos. Será mejor ir a ver qué tiene que contar ese gnomo —tragó saliva, asintió y recogió su mochila para echársela sobre los hombros.
Sir Arthur dio unos pasos elegantemente a su lado, cruzándose entre sus piernas sin estorbar su paso.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
- No hace falta que os mováis - dice Darret al ver que Remington cogía su mochila dispuesto a salir - Yo traeré a Than. No tardaré mucho. -
Mientras esperan, Yalme les sirve a todos una sopa y algo de pescado a la brasa para que puedan cenar. Está algo frío, pero agradecen el gesto y son conscientes de lo hambrientos que estaban.
Darret vuelve cuando están terminando, seguido de una gnoma de pelo rubio y mirada viva, que viene cargada con una pesada mochila casi tan grande como ella.
- Permitidme que os presente a.. - comienza Darret
- ThanlartanquilosthenarestinlisquiperotodoelmundomellamaThanDarretmehadichoquequeréisusarmilanzapersonasperoqueospreocupaelaterrizajeVereisenelMontenoimportatenemosinstaladotodounsistemadelanzadoresquepermitenviajardeunnivelaotrorapidamentesobretodosubiendoclaroporquesabeisdondeestaelMontenoimportaverdad?cuirosamentenosotrosnolollamamosasisinoquefueronlosprimerosexploradoresqueencontraronnuestrohogarcuandopreguntaronaungnomocomosellamanaycomenzóadecirsunombrealllevartantoratoescuchandosupreciosonombreacabódiciendoNoImportaynoshizotantagraciaqueloadoptamosyahoratodoelmundoloconoceasielcasoesquetenemosunsistemaderedespara..
Becklin levanta las manos intentado parar la berborrea del gnoma y sólo lo consigue parcialmente.
- Más despacio querida - le dice con voz pausada y la gnoma se para a mitad de su frase y coge aire para volver a empezar a hablar, esta vez intentado hablar para que los demás puedan entenderla.
- Perdón, a veces me emociono. Hola a todos, mi nombre en Than. Darret me ha dicho que necesitáis usar el Lanzapersonas - dice esperando, ahora si, a que la contesten.
Desde una mesa cercana, Lord Bakaris y su hijo no pueden evitar lanzar una carcajada despectiva.
- Estamos apañados como tengamos que depender de los inventos de esa... - dice el joven noble a su padre el cual sonríe socarrón. Hablan entre ellos, pero no les importa hablar en voz suficientemente alta como para se les oiga sin mucho esfuerzo.
Than agacha la cabeza pero Darret la toca el hombro y le dice en voz baja
- Ni caso -
La gnoma le sonríe agradecida.
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Saxa respira una, dos, tres veces. Luego se aclara la garganta antes de hablar, e intentando sonar lo más educada posible, se dirige a Lord Bakaris y su hijo:
- ¿Tienen vuestras mercedes alguna otra idea que deseen compartir con nosotros para que podamos valorarla en conjunto con las que ya han sido propuestas? Estaremos encantados de escucharla. Estamos en un verdadero embrollo y no nos vendrá mal analizar todas nuestras posibilidades.
Saxa pregunta esto con total sinceridad. Le encantaría conocer más alternativas. Pero también se imagina que esos dos nobles, que no han hecho más que ser despectivos con cualquiera de más baja alcurnia - y, especialmente, estatura - que ellos, no van a proponer nada. Aún así, se queda mirando esperando sus respuestas. Si tras unos instantes no hay ninguna, entonces vuelve su atención a Than.
- Encantada, Than. Soy Saxa - la bárbara ofrece su gran mano para estrechar la pequeñita de la goma - Te seré sincera: ese lanzapersonas me da un poco de reparo. Pero tenemos que estar abiertos a todas las opciones. Así que, cuéntanos, por favor. - dice mientras la invita con un movimiento de su mano a sentarse con ellos.
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- ¡Por supuesto que si! - exclama Lord Bakaris ante las palabras de Saxa. - Ya iba siendo hora de que alguien reconociera mi posición aqui - dice incorporándose y acercándose a la mesa, seguido por su hijo que mira a todos con superioridad.
- Os lo perdonaré esta vez Raven - dice dirigiéndose a la Alcaldesa e ignorando por completo a Becklin, Cudgel y los demás - porque entiendo que las circunstancias os vienen grandes. No no - la interrumpe antes de que pueda hablar - No debéis disculparos, lo habéis hecho bien dadas las circunstancias y teniendo en cuenta vuestras... limitaciones. - Su tono condescendiente es casi insoportable.
- Bien. Esto es lo que haremos. - Se coloca en la cabecera de la mesa - Reuniremos a las fuerzas de la milica que nos quedan, quizá incluso contando con la ayuda de estos... aliados - dice buscando la palabra adecuada para dirigirse al grupo - y saldremos por la puerta principal. Al menos dos arqueros, una de los cuales podríais ser vos querida - le dice dirigiéndose a Uri con tono paternal - no creáis que nos ha pasado desapercibida vuestra pericia, nos darán cobertura mientras cargamos hacia el frente. Debemos demostrar a esos bandidos que no nos amedrentamos o estaremos perdidos. Subiremos a la colina y atacaremos a esos arqueros antes de que puedan recuperarse. Después - se gira para dirigirse a Cudgel - Traeréis a lo que quede de vuestros hombres a la ciudad y se pondrán bajo mi mando. Tranquila - dice levantando una mano para cortar la réplica de la enana - Seréis mi lugarteniente y podréis pasar mis órdenes a las tropas. Nos reagruparemos mientras unos exploradores nos dan la ubicación del campamento de esos rufianes. Saldremos a su búsqueda y caeremos sobre ellos mientras se preparan para venir a la ciudad. - Se yergue, dejando las manos cruzadas sobre su pecho, satisfecho - Para la cena podremos estar celebrando que nos hemos librado de esta amenaza bajo mi liderazgo. Como veis ya no serán necesarios sus servicios. Podéis retiraros - dice haciendo un gesto con la mano a Than, la cual se queda mirando a Raven, Darret y los demás, confundida, sin saber muy bien qué hacer, mientras sujeta frente a ella la extraña mochila que traía.
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Fritz estaba encantado con la llegada de Than a la taberna y pronto se contagió del ímpetu de la gnoma. Conocer aquella mente superior encerrada en un cuerpo inferior le fascinaba.
-HolayosoyFritzfoxstiltonsonreklessfireestodounplacerconocerteydecirtelasganastanterriblesquetengodeprobartuinventoasicomoiralgundiatumontaña- Dijo emocionado y satisfecho por saber hablar Gnomo. Y no solo eso! por primera vez desde que salió de Kendermore tenía una conversación a la velocidad correcta. -Cómovamosapoderacabaralotroladodelosarquerosysorprenderlos?
Pero en el momento que comenzaban a hacer migas llegó al molesta interrupción de los dos desagradables Bakaris. Pero como podían decir semejantes barbaridades ante equel avance social, científico y tecnológico que podría cambiar el paradigma actual en una de las revoluciones a todos los niveles no vista desde centurias previas al cataclismo. Pero peor fueron los reproches a Saxa y las faltas a Uri. Ahh no amigo ahí se están cruzando todos los límites! A su "pequeña" bárbara nadie le iba a hablar así. Le encantaba cuando la guerrera de pelo rojo le dedicaba aquel trato maternalista pero también adoraba protegerla, discreto, sin que ni ella y ni los demás se percataran para que no se pudieran burlar o ella no lo aceptara de buena gana. A veces la gente alta no se siente bien cuando un canijo te ayuda y Fritz no era de los que necesitaba agradecimientos a sus actos. Así que cuando se acercaron sin percatarse de la vara hoopak sobre la mesa y la cercanía del cinto a la punta afilada del palo kender lo vio mas claro que un niño con una tarta.
"Para la cena podremos estar celebrando que nos hemos librado de esta amenaza bajo mi liderazgo." fueron las últimas palabras previas al fatal desenlace. Hinchando pecho y barriga la hebilla no pudo contener aquel despliegue en un cinto con tan sutil corte que reventó haciendo volar todo. Barbilla arriba, brazo alzado victorioso, mano en la camisola y abajo todo lo demás. Los pantalones por los tobillos dejaban al aire unos horteras calzones a rayas con los colores de la casa Bakaris.
Pasa un segundo antes de que Lord Bakaris se percate de qué ha pasado e intenta, apresuradamente subir de nuevo sus pantalones. Ante la explosión del cinturón de su padre, el joven Bakaris corre a en su ayuda. La atropellada conjunción de cuatro manos no ayuda a que el noble se tape los calzones lo antes posible.
- No.. espera... deja que te ayude... no quita... deja.. .ya!- susurran entre los dos.
Finalmente, Lord Bakaris, sujetando como puede los pantalones e intentando mantener la compostura mira al rededor mientras el resto intenta no reirse abiertamente y dice.
- Hmm bien.. continuad preparándolo todo... iré a... solventar este.. pequeño contratiempo... -
El joven Bakaris recoge la hebilla del reventado cinturón del centro de la mesa.
Ambos se giran y abandonan el Cangrejo de Latón.
Dejados, por fin, con sus planes, Raven, aún aguantándose la risa para no ofender al noble, indica a Than que por favor continue y la gnoma contesta a las preguntas de Saxa y Fritz.
- Bueno... - dice intentando mantener una velocidad normal al hablar. - Estuve pensando mucho tiempo en cómo solucionar que Becklin pudiera ir a cualquier parte de Vogler usando el Lanzapersonas sin necesidad de poner redes en todas las casas... y se me ocurrió esto viendo como un diente de león caía desde el acantilado al río. Yo lo llamo Narycrash -
Coloca con algo de esfuerzo la pesada mochila encima de la mesa. Ahora que la pueden ver mejor ven que la parte superior parece estar cerrada mediante un cierre metálico, como si hubiera unido un cofre con una mochila, y que toda ella tenía un armazón metálico que le otorgaba rigidez y la mantenía en la misma postura Diferentes tubos y ruedas entrelazadas se alienan por los laterales y el frente de la mochila. Además de las dos cinchas para colocarla a la espalda, contaba con otra más, similar a un cinturón, que servía para ajustarse el artilugio a la cintura, y otras dos cinchas más pequeñas, pero colocadas en la parte inferior para, según iba explicando Than, meter las piernas. De la parte derecha salía una curiosa cadena que terminaba en un asa. Fritz casi no podía esperar a preguntar qué era aquello cuando Than, tras terminar de explicar que todas las correas eran ajustables, dijo.
- Entonces... la persona se coloca el Narycrash, se sube al Lanzapersonas y activamos este.. cuando llega a lo más alto de su vuelo - mueve las manos formando una parábola, simulando lo que ocurriría al lanzar a una persona con una catapulta - entonces, tira de este asa - uniendo palabra y acción, Than da un fuerte tirón del asa y la cadena del lateral y... No pasa nada.
La gnoma pone cara de extrañeza y vuelve a tirar. Nada. Suelta la cadena y se pone a mirar muy de cerca el Narycrash murmurando para sí
- Estonopuedesertodaslaspruebaspreliminareshandadoresultadosiacasoseactivabaantesdelodeseadodebodeajust.. -
Repentinamente el Narycrash se activa y la parte superior de este se abre y deja salir un montón de globos de tela que se hinchan inmediatamente y se mantienen unidos al extraño artilugio mediante redes de pesca. Than cae hacia atrás dando un pequeño grito del susto y todos se echan hacia atrás sobresaltados.
- Jejejeje - Than se levanta rascándose las posaderas pero satisfecha - parece que se ha levantado un poco temperamental. Jejejeje. En cualquier caso, como veis esto detiene la caída de la persona y la deposita en el suelo con delicadeza. - dice sonriendo. - ¿Listos para usarlo entonces ?- pregunta
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Saxa había luchado en muchos, muchísimos combates. Tantos que ya había perdido la cuenta. Pero ni el mas extenuante de todos ellos había resultado a sus ojos tan agotador como el tener que mantener la compostura delante de aquél imbécil de Bakaris. Sus manos, que sujetaban los bordes de la mesa en un intento de autocontención, tenían los nudillos ya blancos, y los músculos de la cara estaban también algo tensos precisamente por intentar aparentar lo contrario.
Mientras Lord Bakaris soltaba su discurso condescendiente, que insultaba todas las personas de aquella mesa de tan variadas maneras, la bárbara imaginaba lo bonito que sería poder lanzar aquella mesa por los aires, haciendo que el contenido de la misma golpera, cubriera y manchara de mil artísticas maneras tanto el cuerpo como el orgullo de aquella pareja de nobles. En su cabeza todo transcurría a una velocidad lenta y pausada, y esto les daba a a todos sus compañeros la oportunidad de disfrutarlo como si se tratara de una obra de teatro perfectamente ensayada. Y al final de la obra, podían levantarse y aplaudir con satisfacción y alegría.
Tal que así. Sería tan bonito poder hacer esto..! xD
Pero por desgracia, aquello tan solo podia estar en su mente porque por algún estúpido arreglo social, simplemente tenían que aguantar que Bakaris y su hijo pudieran decir lo que les diera la gana sin casi replicar. O al menos sin replicar como a Saxa le gustaba replicar.
Respirando de nuevo una, dos, tres .... y hasta diez veces, Saxa abrió la boca para intentar hablar lo más pausadamente posible. Iba a preguntar a Bakaris cómo podía esperar que su plan funcionara teniendo en cuenta que en la ciudad solo quedaban unos veinte efectivos. Cómo podía asegurar que iban a triunfar sin conocer siquiera los números de los enemigos. ¿Y si eran 50? ¿Y si eran 100? ¿Y si eran muchos más? Además ... ¿"bandidos"? ¿En serio Lord Bakaris se pensaba que el Ejército Rojo de Takisis iba a estar compuesto por personas desorganizadas atacando de cualquier forma? Saxa no conocía a ese ejército, pero desde luego ella imaginaba personas perfectamente armadas, capaces de ser letales luchando en combate singular, y más aún si lo hacían estando bien dirigidos y coordinados. Y no dudaba de que quien fuera que estuviera al cargo de semejante ejército no permitiría que actuaran de otra forma.
En cualquier caso, no llegó a necesitar decir nada. La reaccción de Fritz no pudo llegar en mejor momento y, tan rápido como empezó la actuación de Bakaris, tan rápido terminó, y de una manera que no podía sentar peor a aquel noble: hiriéndole en su orgullo. Tan sólo había hecho falta un corte preciso en el momento y lugar adecuados. Impresionada, cuando ya Bakaris y su hijo se habían ido, la bárbara miró sonriente a Fritz, le aplaudió y dijo:
- Fritz, eres el mejor.
Tras eso apoyó una mano en el hombro de su pequeño amigo y le atrajo hasta sí en una suerte de semiabrazo en el que mantuvo al kender durante unos segundos. De qué manera tan sencilla y efectiva el pequeño había cuidado a sus compañeros de mesa, pensó Saxa, sonriendo para su interior porque se daba cuenta de que cada vez estaba más y más comoda con aquellas otras cuatro personas a las que el azar, y el recuerdo de Ispin, había decidido unir.
Cuando por fin se libraron de los nombles, la bárbara prestó atención a la explicación de Than. Se quedó unnnnnnnn pelínnnnnnn preocupada cuando el Narycrash no funcionó al momento y comentó.
- Hummmm, Than, dime que eso va a funcionar a la primera cuando lo usemos, por favor - dijo preocupada - Y seguro que va a funcionar conmigo, ¿no? Es que soy "un poco" más grande que los demás. No me malinterpretes, no quiero sonar como que estoy criticando tu trabajo cuando claramente no estoy en posesión del conocimiento que hay detrás de él. Es sólo que ... esto .... sí, lo admito.... todo esto de volar por los aires me da un pelín de canguelo. Tras decir esto dirige una mirada a Remi y piensa "bueno, si alguno de los Narycrash falla, pero Remi tiene opciones para que no nos estampemos en el último momento ... ¿quizás salga bien?"
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Uri releyó incrédula la nota que habían recibido, ajena a lo acontecido en el exterior de la taberna. ¿La vida era siempre así de extraña y sorprendente aquí fuera? Dirigió su mirada a los congregados, sin entender muy bien qué estaba ocurriendo, sin saber qué decir, como si todo aquello fuera ajeno a ella. ¿Significaba esto que no volvería a su querido Qualenesti? De pronto se veía involucrada en una historia que no reconocía. ¿Debía permanecer con ellos, o hacer oídos sordos y regresar a su hogar? ¿Acaso tenía esa posibilidad?
Tras los primeros momentos de pánico interno, recordó a Ispin, observó a sus compañeros y a aquellos integrantes de esa ciudad que le habían abierto las puertas brindándole su hospitalidad. Recordó también a lo que se dedicaba, lo que era en lo más profundo de su ser: una guardiana. La angustia comenzó a desvanecerse como la niebla densa ante los rayos del sol. Permanecer aquí, ayudar a esta gente era lo correcto, aunque no llegara a comprender aún muy bien sus implicaciones. Simplemente dejaría que el destino guiara sus pasos, tal como le había enseñado Ispin.
Sin querer intervenir, dejó que el resto debatiera las posibles opciones. No tenía una opinión clara sobre qué hacer y estaba más bien acostumbrada a recibir órdenes y acatarlas pero, cuando escuchó el plan de la catapulta, sus ojos se abrieron como platos y su rostro reflejó una emoción contenida. La sangre exploradora y aventurera que recorría sus venas comenzó a bullir ante la idea de ser lanzada por los aires. ¿Qué podía salir mal?
Sonrió divertida ante la presencia de Than y su manera de hablar, aunque no entendió absolutamente nada. E ignoró por completo a los desagradables nobles cuando mencionaron su persona, lanzándoles solo una mirada de sincera extrañeza.
Rió tapándose la boca cuando Fritz produjo su magia en los pantalones de aquel ser despreciable y por fin rió a carcajadas cuando abandonaron la sala.
Y, de pronto, el silencio que había mantenido hasta ese momento se quebró con una sola palabra, repleta de una alegre sorpresa.
- ¡¡Bellota!! - exclamó, sin poder reprimir la alegría, más impetuosa de lo que hubiera querido. Todos los presentes dirigieron su mirada a un pequeño animal que se colaba por una de las ventanas y atravesaba el espacio hasta llegar a Uri, trepaba por su pierna y su brazo y tomaba asiento en su hombro. Una entrañable ardilla se frotaba la nariz con las patitas delanteras, emitiendo un sonido tenue de rechinar de dientes.
La elfa se rascó la coronilla nerviosa, disculpándose por la interrupción.
- Perdón… esta es… Bellota - dijo acariciando su pequeña cabecita - ¿dónde te habías metido esta vez, pillina? hacía días que no te veía... - introdujo la mano en uno de sus bolsillos, sacando una pequeña avellana y ofreciéndosela al animal - saluda a nuestros nuevos amigos, creo que aún tardaremos una temporada en volver a casa -
La pequeña roedora recorrió rápidamente su mirada sobre todos los presentes, emitiendo unas palabras perfectamente audibles en lenguaje común - ¡Hola! ¡Soy Bellota! - Pero de pronto, el frenético movimiento de sus bigotes cesó abruptamente. Su mirada quedó fija en un objetivo y sus patitas suspendidas en el aire, petrificadas; apenas se la sentía respirar. El motivo de su reacción no era otro que la presencia de Sir Arthur que, a su vez, la miraba fijamente desde el otro lado de la sala.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Saxa mira sorprendida a Bellota, pero no tarda en mostrarse sumamente interesada en la confrontación en miniatura que parecía que estaba a punto de suceder. Le da un codazo a Fritz y le dice:
- Yo apuesto por la ardilla. ¿Tú que dices?
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Remington asistió impávido a la perorata de lord Bakaris. Estaba a punto de intervenir cuando la bajada de pantalones espontánea le evitó gastar saliva y enemistarse con aquel inútil. No podía haber sido más oportuna, aunque aquellos calzones fueran una ofensa para los sentidos.
Cuando la pareja de nobles salieron de la sala rió con los demás de buen grado. Y aún lo hacía cuando Bellota hizo su aparición. Sir Arthur, con vista fija en la ardilla, caminó desde donde estaban con movimientos elegantes y sinuosos. Subió a la mesa de un salto, se sentó y se lamió el esponjoso pelaje blanco del pecho un par de veces. Remi, que había aguantado la respiración, se relajó y asintió con aprobación. Nunca estaba muy seguro de lo que su peludo compañero iba a hacer.
—Eso es, muy bien Sir Arthur. Uno no se come a los amigos –dijo el joven aprendiz premiando al gato con una caricia en el lomo.
Sir Arthur miró a Saxa, al mago y a la ardilla antes de seguir lamiéndose. Ninguno podría asegurar si el félido estaba acatando o si simplemente el plato de ardilla no entraba en su menú a esa hora del día.
—Será mejor que pongamos en marcha este alocado plan antes de que lo pensemos dos veces —zanjó Remi volviendo al asunto del lanzapersonas—. No creo que tengamos mucho tiempo.
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Los saltitos de Fritz iban ganando altura y frecuencia según sus amigos se animaban por el mejor plan jamás pensado del mundo mundial. Normálmente la gente alta suele ser aburrida y poco dada a las aventuras, así que no cabía en si cuando vio el dispositivo de globos. Tan emocionado estaba que apenas apreció el ligeeeeeeero retardo que había desde que se solicitaba hasta que funcionaba.
-ThanCuantosDeEsosTienes?- le preguntó a la gnoma en su propio idioma.-TienesCacharrosDiminutosParaGratosYArdillasTambién?
Ante la caída de los pantalones y de la dignidad de Lord Bakaris, Averil trató de disimular una carcajada, en la que estallaron el resto de las representantes de la ciudad, y varias personas más que lo presenciaron, cuando los nobles hubieron abandonado la posada.
Becklin, que también se rio aunque de manera mucho más discreta, comentó - Ese hombre sólo trae problemas. Espero que no nos cause ninguno más. -
Than parecía emocionada y agradecida de ver que su trabajo era apreciado.
Cuando el kender se dirigió a ella, la gnoma le sonrió, se ajustó unas gafas grandes que se bajó de la frente y asintió a Fritz sonriendo amablemente. Cuando el sobreexcitado kender se despistó, casi al instante, con otra cosa se volvió hacia Saxa y Uri y les preguntó
- ¿Qué le pasa en la boca al kender? Noconsigoentendernadadeloquedi.. perdón. No consigo entender nada de lo que dice -
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Por toda respuesta, Saxa simplemente se encogió de hombros. Ella tampoco le había entendido, pero estaba más que acostumbrada.
No dejando de tomar nota mental de que por fin había visto a la escudera de Solamnia reírse secundó a Remi diciendo:
- Estoy de acuerdo. Pongámonos en marcha, vamos. Cuanto más lo piense, más ganas me darán de echarme atrás.
"No pasa nada, Saxa, seguro que no te matas. Seguro que todo va bien y no acabas convertida en pulpa de color rojo contra el suelo .... seguro....", se dijo a si misma, soltando un largo suspiro.
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Para los demás es difícil saber quién está más emocionado, si Than, Fritz, o Cudgel. Bueno, en realidad Cudgel está impaciente.
Los detalles del plan se perfilan rápidamente.
Than y Darret irán a por el resto de naycrashers que la gnoma estaba preparando para que Becklin y Darret pudieran hacer varios viajes antes de necesitarla. Fritz no puede aguantar y se va con ellos para ayudarles a cargar con las pesadas mochilas. Cudgel se apostará en la puerta y estará lista para salir en cuanto los osados guerreros le den la señal, o vea signos de lucha en el promontorio. Toman una frugal cena, y Becklin les guía hasta la fortaleza donde suben hasta lo alto de la torre.
Ahora que están al lado del artilugio pueden ver lo grande que es. Efectivamente, es básicamente una catapulta, pero en lugar de tener un lugar donde colocar los proyectiles, la horquilla es mucho más grande y ancha y parece tener una hamaca muy grande entre medias. Pueden caber fácilmente tres personas, cuatro si se aprietan un poco. Siendo Fritz pequeño podrán colocarse todos, si Averil o Saxa cogen al pequeño kender. Becklin, gracias a una manivela que acciona unas ruedas dentadas que están instaladas bajo el artilugio, lo mueve para colocarlo en la posición adecuada, mirando hacia el noreste y por encima de las puertas de la ciudad. La veterana guerrera mira hacia el objetivo y luego al grupo y niega pensativamente con la cabeza.
Este no tarda mucho en aparecer, con un naycrasher ya en la espalda y arrastrando otro más. Lo deja en el suelo y tras un largo "uaaaaalaaaa" al ver la catapulta, comienza a subirse sin esperar a los demás, ni a la escalera que Than señala existe para facilitar la subida de las personas al mismo. Darret y Becklin la cogen y la colocan para que todos puedan subir. Para cuando lo hacen Fritz ya se ha sentado y Saxa tiene que reptar por la superficie de cuero que forma parte de ese gigantesco tirachinas, para cogerle. No sin cierta dificultad todos acaban sentados sobre la enorme tira de cuero.
- Será mejor que os tumbéis - dice Than mientras comprueba que la dirección es buena y la corrige un par de grados para apuntar mejor. Todos sienten como, con crujidos y chasquidos, el lanzapersonas se mueve.
-¿Listos? - pregunta Becklin
Antes de que Fritz pueda contestar Than empuja una palanca enorme en la base y todos sienten el fuerte tirón que les lanza por los aires, olvidándose de su estómago a juzgar por la sensación. Antes de que se den cuenta, están volando por los aires, intentando mantenerse en equilibrio y ver hacia dónde van.
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"¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿¿Por qué estoy haciendo esto??" es lo que va pensado Saxa todo el rato.
Quizás no tanto al principio, cuando van de camino hacia la torre. Pero una vez están colocándose en la hamaca, cuando ve cómo Fritz se sube alegremente en medio de unos cuantos "ualaaaaaaaaaaa"s, mientras lo coge en volandas y se aferra a él (¿lo hace para que se el kender se quede quieto o para no cambiar de idea y salir corriendo torre abajo?), y tras eso Becklin acciona la manivela .... empieza a repetírselo con muchísima más frecuencia.
Cuando finalmente Than empuja la palanca y salen por los aires, sus pensamientos se transforman en palabras:
- ¿¿¿ POR QUÉ ESTOY HACIENDO ESTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOoooooOooOOOOOOooooooOOOOOOooOOOoOoOOooo....???
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Remington sintió el irrefrenable instinto de bajarse de aquel aparto diabólico en el momento en que subió, pero Than fue demasiado rápida. El fuerte tirón del brazo mecánico casi le hizo desvanecer. El mundo se convirtió en una macha borrosa que pasaba a toda velocidad por el rabillo el ojo. Subían y subían hacia el cielo como si fueran pájaros. Cuando sus vísceras se recuperaron de la aceleración del lanzamiento vino la sensación de ingravidez y por un momento casi se permitió sonreír. Casi, porque, en cuanto empezaron a caer, todos sus sentidos chillaron aterrados por el certero e inminente encuentro con la muerte. Caían cada vez a más velocidad y el aprendiz se dio cuenta de que no podía respirar. No recordaba cuando había dejado de hacerlo. Miró a los lados angustiado. Sus compañeros caían a su lado. Todos gritaban, incluso Fritz, aunque era difícil saber si de terror o de júbilo. ¡La palanca! Le recordó alguna parte ignota de su cerebro desesperada por salvarse de una muerte segura. Tiró del minúsculo mecanismo, pero nada sucedió. No había tiempo para lamentarse. ¡El conjuro! Le chilló otra parte de su cerebro. Lo había ensayado cientos de veces desde la torre más alta de la Maestra Krebs, pero nunca tan apresuradamente. Sus dedos se crisparon crispados en torno a su varita de tejo.
—¡Silea! —gritó tanto como pudo rompiendo el nudo de su garganta.
Y el vertiginoso descenso se volvió de pronto plácido y pausado. Por fin pudo volver a respirar. Descendían suavemente, como plumas mecidas en el viento. Remi notó como recuperaba el aliento y el color en las mejillas. Al ver a sus compañeros descender a su lado sintió un orgullo al que no estaba acostumbrado. ¿Su magia les había salvado?
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Todos habían accionado sus anillas, la de Uri y Saxa no parecían funcionar y aunque Remington sintió el tirón en los hombros y las piernas cuando los globos comenzaron a frenar su caída, su magia realmente frenó su vertiginoso descenso. Tenía motivos para sentirse orgulloso ya que, efectivamente a Uri y a Saxa sus mochilas se activaron un poco más tarde de que la magia retuviera su descenso. Si, la rápida actuación del aprendiz les había salvado a todos.
A todos menos a Frizt que, de alguna manera, había quedado fuera de la zona de magia y no parecía que hubiera tirado de la anilla.
El pequeño kender estaba disfrutando como nunca. De la fuerza de la máquina a los segundos en los que parecía que se había quedado flotando, hasta el cada vez más rápido descenso. Una parte de su cerebro se preguntaba cómo de rápido podría llegar a ir, otra parte de su mente le recordó que quería probar el otro artilugio de Than y tiró de la anilla, desplegándose inmediatamente los globos y frenando su caída.
Miro hacia arriba para llamar a sus compañeros y enmudeció cuando Uri le hizo señas de guardar silencio y señaló hacia abajo.
Los centinelas del Ejército Rojo estaban a unos metros bajo ellos, centrada su atención en la puerta no parecían haber visto el alocado plan de los defensores de Vogler.
Su trayectoria les dejaría a unos metros a la espalda de los centinelas. En una posición estupenda para emboscarlas y sorprenderles.
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Tras unos segundos de tensa mirada, Bellota reanudó su frenética actividad, royendo la avellana hasta hacerla desaparecer.
Uri se puso en pie emocionada, siguiendo al grupo dispuesta a disfrutar de la experiencia de la catapulta. Su pequeña compañera se hizo invisible a los ojos del grupo y nadie supo afirmar si se había escondido en algún pliegue de la ropa de la cazadora o, simplemente, había desaparecido de la misma forma que había hecho acto de presencia.
La adrenalina comenzó a recorrer las extremidades de la elfa mientras se subía a aquel invento. Sabía que aquello conllevaba riesgos pero la sensación de libertar, de vuelo libre surcando el cielo catapultada por los aires pesaba más que el miedo a que algo saliera mal.
Cuando la fuerza del artilugio la disparó hacia delante, su interior vibró de energía y la dopamina segregada por su cerebro inundó cada fibra de su cuerpo. Gritó desde lo más profundo de su estómago, rió a nerviosas carcajadas, sintiendo el aire frio en su rostro y la libertad del vuelo, con los ojos como platos, observando el inmenso horizonte, sin querer perderse ni un solo detalle de las vistas.
Tan emocionada estaba que, para cuando recordó tirar de la palanca, ya era demasiado tarde. No estaba segura de si se había retrasado ella o el invento no estaba funcionado. Pero ni siquiera le dio tiempo a ser consciente de lo que eso significaba. Se precipitaba hacia el suelo a una frenética velocidad, pero por alguna extraña razón no se asustó. Se preparó para recibir la caída, intentando adoptar una postura que le lastimara lo menos posible. En décimas de segundos valoró las posibilidades y, cuando se preparaba mentalmente para el golpe, una suave pero firme fuerza invisible se apoderó de su cuerpo, frenando el descenso y meciéndola dulcemente hasta el suelo.
- ¡Woooooow! - exclamó en voz baja, tras haber visto a los enemigos cercanos, dirigiéndose a sus compañeros - Esto ha sido… alucinante! ¿No creéis? - sonrió ampliamente al grupo y se desempolvó la ropa - Remington, ¡muchas gracias! ¡Has estado increíble! Ya me veía estampada contra el suelo. ¡Me ha encantado ese hechizo! ¡Quiero volver a probarlo! - le pidió dando saltitos de emoción.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Una vez lanzada a los aires, la bárbara apretó los dientes y cerró los ojos para intentar que el viaje hacia lo que preveía que sería un final estrepitoso pasara lo más rápido posible. Curiosamente, durante el vuelo, casi casi se olvidó de lo que estaba pasando e incluso agradeció sentir el viento refrescando su cara y revolviendo la melena rojiza que revoloteaba tras ella como si se tratase de un cometa en miniatura.
Quizás por todo esto tardó demasiado en recordar la palanca. Cuando de repente lo hizo y notó que al tironear de ella nada sucedía, Saxa entró en pánico. Pero fue un pánico de corta duración. Silencioso. No gritó, no se lamentó. Ni siquiera vio pasar su vida por delante de ella, como había oído describir a otras personas en situaciones cercanas a la muerte. Simplemente resopló y lo aceptó. "... siempre pensé que moriría atravesada por una espada...", se dijo.
Respiró hondamente y .... dejó que sucediera lo que tenía que suceder.
No esperaba volver a abrir los ojos. Pero, extrañada, lo hizo. Y descubrió que descendía gentilmente, como si se tratase de una pluma en lugar de una corpulenta humana. Comprobando que sus amigos también estaban a salvo, esperó a llegar al suelo con tanta tranquilidad que ni siquiera saber que tenían enemigos encima consiguió alterarla. ¿Qué eran cinco arqueros comparados con la posibilidad de quedar convertida en pulpa de Saxa? ¡Nada, por supuesto!
Una vez en el suelo, se quitó el narycrash y dijo en susurros:
- ¿"Alucinante"? ¡Si yo ya me daba por muerta! Espero no tener que volver a hacer esto nunca más. En cualquier caso, Remi, has estado magnífico - dijo, palmeando la espalda del mago. Saxa no midió muy bien la fuerza con que hizo este gesto, por lo que desequilibró a Remi y éste estuvo cerca de caer hacia adelante - Uy, perdona. Bueno, como iba diciendo, te debemos una bien gorda. Ahora ... - dijo señalando a los arqueros - ... al lío. Vamos a tener que ser rápidos y no permitir que den la voz de alarma.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
Unas sencillas instrucciones para un sencillo ejercicio. Bing-brincando-bang-cayendo-chimpún-globos. Tan solo había que seguir las ordenes paso a paso. Volar era sin duda lo mas molón que había hecho en mucho tiempo!! Seguramente podía incluirlo en el top cinco justo detrás de la caída libre y a su vez justo detrás de desplegar unos globos de colores a la espalda cayendo exactamente donde Than había calculado.
Mientras flotaba pudo ver al resto de amigos, gente de poca fe, que caían confiando mas en las artes mágicas de Remi que en la ciencia y tecnología gnoma. Bueno, no podía reprocharles nada, la gente alta solía ser mas cerrada a la innovación y les gustaban las cosas de toda la vida, como la magia.
Ya en tierra vio a los arqueros que cubrían las puertas de la ciudad en sus parapetos, tan concentrados que no se habían percatado de su estupenda maniobra. En silencio todos parecían saber que tocaba hacer. Buscó la piedra con masaritasquepudo encontrar y preparó su palo Hoopak.