Aún con la adrenalina recorriendo sus venas, Uri observó con sus ojos de elfa a los enemigos entre los árboles. Su sonrisa se desdibujó hasta convertirse en un rictus serio, síntoma de la concentración mientras aseguraba posición flexionando ligeramente las rodillas y buscando el hueco exacto entre los troncos y la vegetación.
La flecha silbó casi imperceptiblemente cuando salió despedida entre sus dedos, impactando en un sorprendido humano que parecía ser el cabecilla de los centinelas. No fue suficiente para acabar con su vida, pero al menos le facilitaba el camino al resto de sus compañeros.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los ojos verdes de Saxa están fijos en su objetivo: el capitán de los arqueros. Se queda quieta, muy quieta observándole mientras el hacha cuelga de su mano derecha. Inspira y espira un par de veces. Sabe que no deben fallar y que sus ataques tienen que ser especialmente certeros para evitar que el grupo de arqueros no de la voz de alarma.
Cuando Uri empieza a tensar la cuerda del arco, la bárbara hace lo propio y termina de agarrar el hacha con la izquierda. Su cuerpo se tensa, preparándose para el ataque. En el momento en que la flecha impacta en el capitán, Saxa lo toma como su pistoletazo de salida y se lanza sobre él. El ataque de la gran guerrera le alcanza de lleno en la espalda, y aunque el daño es tremendo y el hombre queda muy malherido, no consigue matarlo. Saxa chasquea la lengua, molesta por esto, pero justo en aquel momento la espada de Averil atraviesa al desdichado capitan, que cae, ahora sí, fulminado al suelo. El ataque de la escudera de Solamnia consigue además vigorizar a sus dos compañeras, que ahora sienten se sienten más energía para enfrentar al resto de los arqueros.
Estos no se quedan parados, y al ver a su capitán muerto, dos de ellos deciden intentar devolverles el favor, focalizando sus ataques en Saxa. Sus golpes impactan certeros, pero la bárbara no los siente con la misma intensidad que los atacantes hubiesen deseado. Es como si todo lo vivido aquellos días hubieran fortalecido el cuerpo de la pelirroja sureña hasta límites insospechados.
Una nueva flecha, disparada por la aún escondida Uri, se clava en el hombro de los contrincantes de Saxa. En su vuelo, la flecha pasa cerca de los brazos de la bárbara que justo están elevados e iniciando el arco de bajada del arma, que se clava en el pecho del arquero con tanta fuerza que el hombre cae con un golpe seco, sin emitir ruido alguno.
Fritz y Remi no están ociosos, y con una combinación de magia y buena puntería acaban con otro de los arqueros. Dos de ellos sacan sus espadas, que parecen brillar con un fulgor rojizo y se enzarzan en un combate mortal con Saxa y Averil. Uno de ellos intenta acertar con sus flechas a la escondida elfa, pero Uri no deja de moverse entre los troncos de los árboles y las flechas no encuentran su objetivo.
Viendo que flechas, hachas, piedras y espadas vuelan a su alrededor con alegria, Remi decide protegerse con su magia para evitar disgustos.
El último de los arqueros, viendo la situación desesperada, saca su espada para intentar cubrirse, pero corre hacia el cuerpo caído del oficial e intenta coger un cuerno que cuelga del cinto del malogrado sargento.
Al pasar a su lado, Averil consigue hacerle un corte en una pierna, pero eso no detiene al hombre que se deja caer y gatea hacia su objetivo.
Viendo las intenciones del hombre que gatea hacia el cuerpo del capitán, Saxa no duda ni un milisegundo. Alza el hacha y lo descarga sobre el hombre, que sólo tiene tiempo de mirar con ojos llenos de pánico hacia lo que claramente va a ser su final. Cuando su cabeza rueda unos pasos más allá, los ojos sin vida aún mantienen esa expresión. A pesar de todos los años que lleva combatiendo, la bárbara no es inmune a esto. No se siente especialmente bien por toda la muerte que está repartiendo, pero sabe que no hay elección: si no reacciona rápido ... si se permite dudar ... será la buenga gente de Vogler quien acabe pagando el precio.
Así que simplemente resopla y se prepara para recibir un nuevo embate del enemigo que la hirió instantes antes. Éste vuelve a acertar, pero Saxa aprieta los dientes y ejerciendo presión con su cadera y sus muñecas, consigue que el hombre pierda momentáneamente el equilibrio. Aprovechando esto en su favor, la guerrerra consigue acabar con él también.
Tan sólo queda ya uno de los arqueros del Ejército Rojo en pie. Saxa va a por él inmediatamente y aunque consigue propinarle un buen tajo, es Averil quien finalmente se cobra la pieza.
La lucha ha sido rápida pero decisiva. El grupo se alza victorioso y Averil se aproxima al cortado y hace la señal acordada a la empalizada de la ciudad. Casi inmediatamente la puerta se abre y Cudgel sale, saludando al grupo corre en dirección a su campamento. Cansados y preocupados, el grupo comienza el camino de vuelta. Deben caminar un rato entre el bosque cargando los naycrashers. Al ir a recogerlos Fritz se da cuenta que los globos siguen flotando en el aire. La idea de que quizá puedan usarlos para descender por el cortado y llegar en apenas un minuto a las puertas en lugar de dar el largo rodeo hace que se olvide del cuerno que ha cogido del cuerpo del sargento del Ejército de Takishis.
Cuando aquellos pocos desgraciados se dieron cuenta de lo que estaba pasando, la mitad ya estaba sin cabeza. Fritz aprovechó la honda de su palo Hoopak para asestar un golpe terrible en aquellos malvados seguidores de Taquisis que amenazaban a todo inocente de la ciudadela que pretendiera salir. No perdía ojo de Saxa, intentando descubrir su tecnica secreta para convertir gente en piedra.. sin embargo, de entre su repertorio bárbaro, se había decantado aquella vez por el otro truco que tan binen le salía, hacer gente bajita.
Con la ciudad liberada de arqueros era.. un cuerno de sargento.. el momento de elegir su siguiente.. un camafeo de una señora ahora mas alta que su marido y un niño joven.. movimiento en.. nada mas en este bolsillo.. su incursión hacia el campamento rival o volver.. en este otro bolsillo tampoco nada.. al pueblo con los demás. Contempló aquel cuerno mientras inflaba su caja torácica y mofletes justo cuando salía Cudgel por la puerta señalándola para compartirlo con los demás. Hinchó el pecho, esta vez convencido justo en el momento que Uri y su graciosa compañera encontraban unas huellas y rastros.. uaaallaaaaaa.. podrían ir al campamento de los malvados Takishianos. Entre saltitos desapareció entre la maleza y antes de saber qué era kender y qué naturaleza, tapando su ígnea cabellera con el sombrero de cuero extraviado por su primo, su palo hoopak y un bonito cuerno en su mano y cada vez mas cerca de su boca..
El grupo traza planes rápidamente y Uri y Fritz se adentran siguiendo las huellas que dejaron los soldados al colocarse para vigilar la entrada al pueblo.
Avanzan lentamente y con cuidado, através de jaras y matorrales, hasta llegar a una trocha abierta por los animales para ir hacia un riachuelo. Enviando un par de veces a Bellota para que le diga a los demás que avancen, manteniéndose a una distancia de unos cien pies, Uri va siguiendo las huellas en el sendero, si es que el camino puede llamarse así.
Cuando han descendido de la elevación y se encuentran cerca del riachuelo, la elfa se detiene preocupada. Hay más huellas aquí que las que han venido siguiendo. Puede ver las huellas de un jinete, seguramente la mujer que les entregó el mensaje, ya que las huellas se desvían hacia el suroeste, en dirección al camino principal a Vogler. Pero hay más. Hay huellas de pies extraños y reptilianos, que parecen venir, pero desaparecer. Uri tira de Fritz tras un matorral justo cuando el kender se estaba llevando el cuerno a los labios y le señala hacia un árbol cercano.
Allí, entre las ramas, Fritz descubre lo que los agudos sentidos de la elfa ya habían encontrado. Apostado hay una de las figuras encapuchadas que poseen alas coriáceas. Está atento al camino y ha sido gracias a la pericia de ambos que no les ha descubierto. Al parecer han dejado vigias en el camino hasta el campamento, y sin duda, está apostado para dar la alarma en caso de escuchar el sonido del cuerno de los centinelas, pues él también tiene uno en la mano, dispuesto a ser tocado y avisar a sus compañeros.
Uri le susurra a Bellota unas palabras y la pequeña ardilla corre en pos de sus retrasados compañeros para que detengan su avance. Fritz está seguro de que él y Uri podrían burlar a este vigía, y ahora que saben que hay más, encontrar y burlar al resto hasta encontrar al famoso "Ejército", pero ambos dudan de que el resto de compañeros sean capaces de tal hazaña.
Escondidos, temerosos de ser encontrados, deben tomar una decisión.
Uri estaba distraída. Lo sentía en el cosquilleo de la punta de sus dedos, en la precisión de sus disparos. Demasiadas emociones fuertes habían hecho mella en su concentración y se había reflejado en la ejecución de sus ataques. Halidnanthalassa la hubiera reprendido, como tantas veces había hecho en su periodo de iniciación como guardiana. Sintió una punzada de añoranza al no tenerle cerca y echó de menos sus firmes regañinas y sabios consejos. Pero sus compañeros habían sido perfectamente capaces de solventar la situación con eficacia; al fin y al cabo, eso era lo importante. Suspiró con melancolía y siguió adelante.
La perspectiva de adentrarse en la frondosidad de la naturaleza, fundirse con ella en absoluto silencio y seguir rastros furtivos entre la maleza, vigorizó el ánimo de la cazadora, dándole un nuevo objetivo en el que centrarse. Aunque era una actividad en la que ponía a prueba al máximo sus cinco sentidos, le reportaba una calma y serenidad que no hallaba de ninguna otra manera. Sonrió a Fritz, contenta por la cercana presencia del kender, pero inevitablemente alerta ante su caótica conducta que podía poner en riesgo el sigilo del que dependían en esta misión. Sorprendentemente, la discreción de Fritz superó todas las expectativas de la cazadora.
Escondida entre los matorrales, aferrando el nervioso cuerpo de Fritz para evitar que se moviera, observó entre los huecos de las ramas a la figura encapuchada. Los labios de la elfa emitieron un leve y rápido movimiento, dirigiendo unas palabras a Bellota, que reposaba en su hombro. La pequeña ardilla se escabulló, saltando y trepando por un tronco cercano y desapareciendo entre la maleza.
El leve movimiento en una zarza cercana llamó la atención del grupo que esperaba impaciente. Bellota recorrió la distancia que los separaba y se dirigió directamente hacia Saxa sin vacilar, saltando encima de su brazo y acercándose a uno de sus oídos.
- Deteneos. Ser alado apostado en la copa de un árbol. Han colocado vigías por el camino, portando cuernos para dar la voz de alarma. Hay dos opciones: intentar seguir avanzando nosotros dos solos para encontrar al ejército sin ser detectados, o que avancéis, aumentando el riesgo de que nos detecten y alerten al ejército - la ardillita se quedó muy quieta, mirando fijamente a Saxa, con los brazos flexionados esperando una respuesta.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Saxa observó cómo Fritz y Uri se internaban en la maleza para seguir el rastro de los centinelas. No quedaba más opción que esperar, pero no se quedó ociosa, sino que se dedicó a limpiar el hacha - y a sí misma - de toda la sangre que se había acumulado durante la escaramuza. Justo estaba terminando cuando notó cómo algo se le subía encima y le hacía cosquillas en la oreja.
- ¡Bellota! - la pequeñaja consiguió sacar una sonrisa a la guerrera que, internamente, aún estaba recordando la mirada de horror de aquél centinela que al que le había cortado la cabeza. Saxa le dio un toque cariñoso con el dedo índice en la cabecita mientras escuchaba el mensaje. Acto seguido se levantó, lo que el animalito aprovechó para moverse recolocarse en su hombro e incluso juguetear con su pelo, y compartió el mensaje con Averil y Remi.
- ¿Qué pensais? Si la situación fuera más sencilla, si no hubiera guardias apostados, quizás todavía pensaría que merece la pena que Uri y Fritz se acercen a investigar más. Pero siendo así - negó con la cabeza - Además, a saber a cuántas horas de distancia puede estar ese ejército. Me imagino que tienen que estar a varias horas, si no ya habrían entrado ¿no? ¿Tú que crees, Averil?
La escudera medita un instante antes de responder:
- Mmmm, a mí también me encaja que estén a varias horas de la ciudad. Me imagino que sus intenciones serán engrosar sus filas usando para ello a las buenas gentes de Vogler y, además, saquear la ciudad. Los vigías debían estar ahí apostados precisamente para impedir que nadie salga y con ello se lleven precisamente lo que necesitan: reclutas forzosos y cualquier recurso que pueda tener la ciudad. Con el mensaje que han transmitido, y recordando que cuentan con esos ... dracónidos ... si Uri y Frizt continúan y los atrapan, las represalias podrían ser terribles.
Saxa asiente lentamente, y mira hacia Remi, buscando su confirmación.
Remington se levantó del tronco donde estaba sentado y se alisó la túnica.
—Sí, tenéis razón, que vuelvan. Esto ha dejado de tener sentido. Es demasiado peligroso—asintió a Saxa visiblemente nervioso ante la mención de los dracónidos—. Quizá Cudgel tenga novedades. O una manera de pedir ayuda a Kalaman.
Una idea pasaba por la cabeza del kender ajeno al riesgo que corrían. ¿Quién soplaría mas fuerte el cuerno?. Hinchó de nuevo los mofletes hasta que vio a Uri dar aquel mensaje a Bellota. Estaba de acuerdo.,. y no veía manera de poder llegar hasta allí. Además los poderes de petrificación de Saxa quizá no funcionaran a distancia.. y antes de poder acercarse daría la voz de alarma. -Quizá, si le atraemos a una trampa podamos derrotarle antes de que avise a su campamento.. pero cuantas veces tendriamos que repetirlo hasta llegar?- susurró a la bien escondida elfa. -Una vez hablé con un dragón, ¿sabes? aunque no mucho porque tienen muy mal despertar, peor que el de un enano con resaca de azucar. Mira, tengo en este libro con suficientes palabras para entenderles.. aunque quizá me cueste cogerle el punto a su acento.-dijo muy convencido.
Saxa asiente a Remi, coge con cuidado a Bellota y la pone frente así para darle el mensaje. El bichito hace como que acerca la oreja para escuchar mejor y la bárbara se ríe, encantada. Qué bichito tan adorable. ¿Le habrá llevado mucho tiempo a Uri enseñarle ese truco?
-Bellota, dile esto a Uri: "Volved, es demasiado arriesgado. Volvamos al pueblo y decidiremos con Becklin y los demás los siguientes pasos".
La ardilla, obediente, hace una especie de saludo militar con su patita delantera derecha y sale disparada a entregar el mensaje. Saxa enarca las cejas y no puede evitar partirse de risa.
Uri continuó aferrando el cuerpo del kender con firmeza, escuchando con paciencia los susurros de su compañero relatando, en el peor de los momentos, sus hazañas pasadas. Si le dejaba hablar y simplemente asentía con la cabeza, su propia errática verborrea le llevaba de una idea a otra, olvidando el plan de atacar al vigía o de soplar el cuerno. Solo tenía que controlar que no subiera el tono o que no se retorciera demasiado.
Ella, en silencio, escudriñaba la naturaleza en busca de cualquier movimiento que revelara la presencia de Bellota. Afortunadamente, aquel escondite elegido entre los arbustos parecía ser suficiente para no ser detectados, pero no sabía cuánto tiempo más podrían aguantar.
Un leve movimiento de unas ramas, que bien podría haber sido provocado por el viento, dejó a la vista a la pequeña mascota que volvía con noticias. El hecho de que fuera una ardilla suponía el disfraz perfecto en un bosque, pasando completamente desapercibida ante cualquier enemigo.
Bellota trepó de árbol en árbol, dando un pequeño rodeo sin llegar hasta el hombro de Uri directamente, despistando cualquier mirada indiscreta que pudiera detectarla. La cazadora le hizo un gesto a Fritz para que guardara silencio y, una vez a su lado, la ardilla se acercó a su oido y transmitió el mensaje de Saxa.
- Debemos volver, es demasiado arriesgado - susurró sin intención de oponerse a las palabras de la bárbara - nos están esperando Fritz, pongámonos en marcha -
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Fritz buscaba entre las ramas la figura del dracónido. Se camuflaba perfectamente pese a su tamaño. Aquella mole escamosa era un buen rival para Saxa-petrificadora y no para un sencillo kender.. además aquellas alitas era juego sucio, contra eso no podía competir. Por unos intantes dudó si avanzar para llegar hasta su campamento, solo para garantizar el éxito, pero desisitió al final obedeciendo a Uri.
-Creo que podría llegar hasta su campamento.. o buscar un patrón en sus guardias y vigías..-dijo cuando ya estaban todos juntos.- Además, creo que soy capaz de entender su lengua.. -repitió para los demás. -Y no sabemos la dimensión de ese ejercito aún..
Pese a la decepción y frustración de Fritz, el pequeño grupo decide volver hasta Vogler y esperar acontecimientos. Además, la noche avanza, las Solinari casi a alcanzado el cenit en su viaje por la bóveda celeste, ahora desprovista de dos constelaciones, y el cansancio del día con las batallas y las emociones, comienza a hacer mella en los compañeros. Frtiz recupera el ánimo cuando llegan hasta los naycrashers y, casi sin pensárselo ni dar tiempo a los demás a discutir al respecto, se coloca el suyo y se lanza por el cortado al grito de "¡¡GERONIMOOOO!!!"
No sin cierta reticencia, pero confiando en la magia de Remi, el resto hace lo mismo. Ahora los globos que detienen la caída ya están fuera y todos llegan al suelo con suavidad.
Recorren los metros que les separan de la puerta de Vogler y, bajo el relieve del martin pescador que corona el arco de la puerta, se reúnen con la alcaldesa Raven, Becklin y Darret. Les ponen rápidamente al día de sus investigaciones.
- Habéis hecho bien - dice Becklin. Su rostro se ha ido tornando cada vez más preocupado según iban relatando las cosas - Parecen extremadamente bien organizados y esos vigías habrían dado la alarma a su campamento principal. Eso no sólo habría significado vuestra captura, o peor, si no seguramente algún tipo de represalia contra la ciudad. Habéis ganado tiempo, para Vogler y para Cudgel. - les reconforta.
- Id a descansar -dice una pálida, pero centrada Raven - Si alguien se lo ha ganado hoy sois vosotros. Estoy de acuerdo con Becklin esperemos las noticias de Cudgel. Apostaremos gente en la puerta y la torre como vigias. -
Cuando Raven les dice que vayan a descansar, Saxa no se lo piensa dos veces, sino que dirige un asentimiento de cabeza a todos los presentes y se retira a descansar.
Está tan extenuada que se queda dormida en cuanto se tumba y cierra los ojos. Y aunque el descanso es profundo, varias imágenes de lo sucedido durante el día se agolpan en su cabeza durante la noche: lo sucedido en la recreación de la batalla de High Hill, la llegada de la mensajera con la misiva de Belapharion - La Voz de Takhisis -, el vuelo con los Narycrashers y posterior aterrizaje en modo peso pluma, el combate contra los vigías ...
En un determinado momento, los sueños cambian de ubicación e incluso de línea temporal. Ya no está en Vogler. De repente vuelve a estar en su poblado. Y en lugar de ser una mujer madura, vuelve a ser una muchacha adolescente que está con su padre caminando por una zona donde la nieve les cubre hasta las rodillas. Seguramente están volviendo al pueblo tras conseguir algo de caza para la cena. En un momento determinado, Vidar toca el hombro de su hija y le pide que mire a lo lejos. La joven Saxa mira a donde le ha señalado y ve la figura de un enorme oso polar. No está haciendo nada en particular, simplemente seguir su camino seguramente en pos de conseguir lo mismo que los dos humanos: algo nutritivo que llevarse a la boca. De hecho, ahora que se fija, el oso realmente es una osa que va acompañada por dos pequeñines que la joven inicialmente no había visto. Seguramente porque estaban retozando en la nieve, a juzgar por cómo estan cubiertos por ella.
De repente todo se queda en silencio y ni Vidar ni los oseznos están allí ya. Sólo están Saxa y la osa polar. De alguna forma, y a pesar de la distancia, ambas establecen contacto visual y con esto parece que cada una reconoce y acepta la presencia de la otra.
El sueño vuelve a variar. Y esta vez ya no hay una Saxa adolescente, sino de nuevo una mujer madura sentada en posición de indio en un terreno helado. Aunque va con ropa ligera no siente frío. Frente a ella, y apoyada en sus cuartos traseros está la osa polar. A la bárbara no le cabe duda de que es la misma de instantes atrás. Vuelven a mirarse, en silencio. La osa levanta entonces su pata delantera derecha y la deja caer en el hombro de la humana. Saxa no se mueve, simplemente deja a la osa hacer. No siente miedo, sólo un profundo respeto hacia ella.
La osa saca las zarpas y marca el hombro derecho de Saxa. A pesar de que duele, no parece importarle. Es más, lo acepta sin dudar. Nota la sangre correr por su brazo, pero sigue sin moverse, simplemente mirando a la osa a los ojos y no haciendo nada más.
En ese momento, en Vogler, Saxa se despierta. ¡Ha descansado profundamente y se siente la mar de bien! Pero qué sueño tan extraño ha tenido. Por un momento se lleva la mano izquierda al hombro derecho, sólo para comprobar que todo está en orden y que, por supuesto, no hay herida alguna y por tanto no está sangrando. Y es cierto, no está sangrando. Pero ahora cinco marcas de buen tamaño - ya cicatrizadas en un intenso y casi refulgente color blanco - adornan su hombro derecho.
Uri se dejó caer en la cama terriblemente agotada. Todos sus músculos, rígidos por la tensión de los acontecimientos, se relajaron invadiendo su cuerpo con un abrupto torrente de cansancio. Se dejó mecer suavemente por la inconsciencia del sueño de los elfos y perdió la noción del tiempo y el espacio en pocos segundos.
La cazadora abrió los ojos súbitamente, en medio de la noche. Físicamente se encontraba restaurada tras el descanso, pero sus pensamientos se agolparon abrumándola como el fuerte repiqueteo de un tambor. Dio tres o cuatro vueltas sobre sí misma en la cama, analizando una y otra vez los acontecimientos de las últimas horas.
Incapaz de permanecer por más tiempo en aquel camastro, dio un salto y se lavó la cara, mirando por el ventanal. La luna brillaba fuera y todo permanecía en silencio. Sus compañeros aún tardarían unas horas en despertar y ella necesitaba invertir ese tiempo en alguna actividad o se volvería loca.
Se echó a la espalda su carcaj y su arco y el zurrón en el que guardaba los materiales para fabricar flechas. Intentando no hacer ruido, bajó las escaleras y salió a la fría noche de Vogler.
Decidió dar un paseo por el bosque cercano sin alejarse mucho, hasta encontrar un claro rodeado de frondosos árboles. Se sentó, recostándose en uno de los vetustos troncos y se dispuso a preparar sus herramientas. Concentrada en la tarea, comenzó a tallar una de las maderas para encajar una afilada punta de hierro.
No dejaba de reflexionar una y otra vez en la emboscada del día anterior. Su nerviosismo había provocado fallar varias veces y era algo que le inquietaba. Analizó uno a uno sus movimientos y sus reacciones, su estado mental en ese preciso momento, haciéndose consciente de cada una de sus sensaciones para intentar no volver a repetir sus errores en próximas batallas.
Una a una, las flechas fueron amontonándose mientras pasaban las horas, acompañada del viento y los susurros de los animales nocturnos. Cuando la claridad del amanecer empezaba sólo a adivinarse en el horizonte, un sonido alertó sus sentidos y un pequeño movimiento de hojas provocó que la cazadora se alzara y adoptara una posición de alerta.
Junto con su arco, se acercó a la zona, muy despacio para no ser detectada. Unos metros mas allá, un conejo se entretenía mordisqueando unas hierbas. Sin pensarlo, colocó la flecha y tensó el arco. Apuntó lentamente, más lentamente de lo que solía hacerlo, concentrándose intensamente en su presa. Mantuvo la posición varios segundos más de los habituales, su vista parecía agudizarse, la imagen de su objetivo hacerse más nítida, aguantó, hasta que sintió un quemazón entre los dedos que sujetaban la cuerda. Soltó la flecha que parecía más rápida y más mortal, retenida por la cazadora más de la cuenta. La presa murió en el acto.
Espiró el aire retenido en sus pulmones y se acercó al cuerpo sin vida del animal, sorprendida por lo que acababa de hacer. Tenía que volver a repetirlo.
Una hora más tarde y cuatro cadáveres de conejo después, Uri regresó a la posada, depositando su caza en la mesa de la cocina para ofrecerla como almuerzo del día.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remi se despidió de todos educadamente y se encerró en su cuarto. Estaba rendido, sí, pero aun tenía mucho que hacer. Lee, asimila, repasa y cuando creas saber, vuelve a leer, recordó a su vieja maestra Mildred como si la tuviera delante. No sabía cuando atacaría ese ejército y tenían que estar todo lo preparados posible. Encendió una vela con un movimiento de su varita unos susurros. Sacó tinta, pergamino y sus libros sobre el pequeño escritorio. Encaramado a la sencilla silla y encorvado sobre los manuscritos comenzaron a pasar las horas. Remi estaba ausente de todo. Sir Arthur reclamaba algunas atenciones, rozando el flequillo del joven con los bigotes, pero el aprendiz se limitaba a apartarlo suavemente tantas veces como fue necesario.
A media noche había transcrito un nuevo conjuro en su libro de las tres lunas. Por fin lo había comprendido, los hilos que tejían el conjuro ya no tenía secreto par él. Era justo que aquel fuera el primero en ser añadido a las páginas del libro. Remi reprimió un bostezó, miró las runas manuscritas moderadamente satisfecho y asintió. Entonces, susurró las palabras que deberían sellarlas para siempre. De pronto un sonoro golpe seco resonó en toda la planta de la posada. Sir Arthur saltó hasta encaramarse al perchero con el lomo erizado y bufando como un poseso. Otros gatos maullaron también en los tejados y la luz de un candil se encendió en la ventana de una casa vecina. Tras unos momentos de algarabía todo volvió a la tranquilidad. Por suerte nadie se había despertado en la posada. Remington, alarmado al principio, sonrió satisfecho con la varita aun caliente.
Pletórico de excitación, volvió a sentarse. Aun quedaba mucha noche y había descubierto la senda a otro interesante conjuro que debía explorar. Estaba muy cerca y el cansancio se había evaporado como por arte de magia. Lee, asimila, repasa y cuando creas saber, vuelve a leer. Sir Arthur se acurrucó sobre la cama, más calmado.
Poco antes del amanecer el otro conjuro había sido transcrito y sellado también. Remi, vencido por el sueño, roncaba despatarrado en la cama con Sir Arthur enredado en sus pies. Esa mañana sería el último en bajar a desayunar.
Al día siguiente Saxa baja por las escaleras de la posada y se sienta en una mesa para esperar a que el resto baje para desayunar y planear los siguientes pasos. Como está aun en proceso de despertarse - ¿quizás necesita probar de nuevo ese brebaje oscuro tan energético? - se frota los ojos, y después apoya el mentón en la mano mientras mira por la ventana, distraída. Ahí afuera, en algún lugar, el ejército de Takhisis está preparándose apara llegar a Vogler.
- Lo que te digo. Estaba tan tranquilo durmiendo, y de repente, BLAAAAAAAAAAAAAM. Menudo golpazo. Hasta se me cayeron mechones de pelo del susto. Con lo que le gusta mi pelo a mi chica. Sí, ya sabes, esa tan blaquita de la casa de al lado y que tiene esa manera tan encantadora de chuparse las patitas...
Saxa frunce el ceño escuchando tal conversación. ¿Chuparse las patitas? ¿Pero qué...? Mira alrededor y no ve a nadie. ¿Habrá sido alguien hablando en otra habitación?
- Vaya, vaya y de donde vino el golpe, ¿lo sabes?
- Pfff, qué se yo. Aunque vi a una ardilla subida en el hombro de esa elfa tan guapa y me pareció escuchar que decía"Remi! Remi! Ha sido Remi".¿Quién narices será Remi?
- No sé, la verdad. Estos dos-patas tienen todos hombres tan raros.
- ¿Dos-patas? ¿Cómo que dos-patas? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - dice Saxa en voz alta. Esta vez sí que se levanta, y al hacerlo aparta la silla demasiado rápido y esta se cae al suelo montando un poco de escándalo. De repente ve a dos gatos salir espantados, uno atigrado gris y otro negro. Justo cuando pasan por su lado, escucha al atigrado decir:
- ¡¡Ahhhhhhhhhh!! ¡¡Otra vez!! ¡¡Esa gigantesca dos-patas debe ser Remi!! ¡¡¡Ahhhh!! ¡¡Mi pelo nunca se va a recuperar a este paso!!!
Saxa se queda con los ojos como platos. En ese estado de estupefacción, coge la silla del suelo, la coloca con cuidado, se sienta, se frota la cara. Pide ese café. Se lo bebe. Ahora resulta que puede entender a los animales. Aha. Perfecto.
Volver a usar los artilugios de Than era taaaaaan emocionante que nada mas aterrizar quiso recoger los globos para guardarse el invento en su bolsa.. si es que entraba. Cuando llegaron a la posada estaba tan emocionado con su día como hambriento. Aquel metabolismo acelerado necesitaba muuuucho combustible y cuando apareció Yalme con el puchero dispuesta a servirle el menú infantil puso su mano sobre la cazuela impidiendo que se la llevara. -Puedes dejarla aquí..- Apartando el plato comenzó a comer directamente de la olla que contenía una ración que saciaría a un semiogro hambriento. El espectáculo dejó desencajados a mas de un parroquiano, que cuando la sorpresa se había pasado trataron de apostar a favor y en contra del kender.
Con la barriga bien llena subió a sus aposentos. Todo el día de aventuras había hecho que descuidara sus estudios y catalogación de documentos y libros. Solía hacerlo en privado, pues terminaba convirtiéndose en todo un fenómeno poder observar a un kender parado y concentrado entre papeles mas de 5 minutos. De su pequeña bolsa mágica extrajo libros, algunos de los que acordaba y otros que no.. quizá cayeron en su zurrón o quizá estaban ya entre las posesiones de Ispin. ¿Cuantas cosas mas tendría allí dentro y que jamas dijo a nadie? Tuvo que dejar su lectura un momento tras aquella ocurrencia. Primero intentó meter la cabeza por si podía ver el interior. Un minuto después y casi morado para la apnea desistió enfocando la busqueda a prueba y error. Primero imaginó una tarta.. metió la mano y... nada. Después pensó en piezas de fruta.. y Nada. Con algo de hambre y mucha frustracción siguió probando sin mucho exito.. una espada.. un arco.. monedas.. pelos de troll.. un gato.. un alambique.. unas pinzas de depilar cejas.. un vellocino de oro.. la cabeza de medusa.. una medusa.. una máscara de dracónido.. una vara de cristal azulado.. la dragonlance de huma.. un cuerno de soplar.. EL CUERNO DE SOPLAR adel que casi se había olvidado pareció en su mano. Por fin, nadie iba a incordiarle y podía jugar un rato con aquel instrumento, ajeno a las consecuencias. Encaramado en un taburete para asomarse bien por la ventana su pequeña caja torácica se hinchó hasta casi el doble de su tamaño, sus mofletes engordaron hasta colorearse, pegando los labios a la boquilla del asta y BLAAAAAAAAAAAAAAM!!!
El suelo tembló desiquilibrando al pobre Fritz que cayó de culo al suelo con un coro de maullidos de fondo. El cuerno cruzó volando la habitación justo donde un extraño cuadro de dos perros de caza miraban quietos su presa. Y poco aguantaron quietos tras el golpe, saltando el pequeño enganche que fijaba la pobre obra de arte a la pared el cuadro cayó con estrépito sobre la mesa de estudio en general y sobre el pequeño tintero abierto en particular. Como un calamar perseguido por un cachalote una cortina de tinta salpicó como una ola el escritorio, la silla, el juego de toallas limpias y las inmediaciones del pequeño hogar que tenía la habitación. Aquella tinta especial no se llevaba bien con el fuego y entre chisporroteos y pequeñas detonaciones cada gotita prendió como una noche de fuegos artificiales. Dos docenas de pequeños focos de incendio llenaron la habitación iluminándola como jamas nadie hubiera imaginado. Una de las explosiones hizo que cayera el perchero, enganchado con las cortinas, tirando de la barra cayendo sobre el orinal por suerte vacío, que voló directo a la cabeza de Fritz y de ahí a la libertad por la ventana que seguía abierta pero cada vez con menos adornos y menaje. El tintineo se alejaba según iba rodando callejón abajo entre mas gritos y quejidos de los felinos de Vogler mientras el kender caía conmocionado y aturdido.
En sus delirios, pudo ver runas y lenguajes antiguos incomprensibles pero que de pronto cobraban sentido. No sabía como sonaban las palabras pero si entendía el contexto. Chamuscada, tintada, y con todo por los suelos quedó la habitación cuando Fritz despertó. Con suerte su cama había sobrevivo al fuego y sobre ella desplegó como una pizarra papiros y libros. Mirándolos con detenimiento comenzó a entender lo allí escrito.. emocionado tradujo todo lo posible hasta caer rendido por el cansancio y temeroso de que aquellos nuevos poderes desaparecieran si se volvía a golpear la cabeza.
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Aún con la adrenalina recorriendo sus venas, Uri observó con sus ojos de elfa a los enemigos entre los árboles. Su sonrisa se desdibujó hasta convertirse en un rictus serio, síntoma de la concentración mientras aseguraba posición flexionando ligeramente las rodillas y buscando el hueco exacto entre los troncos y la vegetación.
La flecha silbó casi imperceptiblemente cuando salió despedida entre sus dedos, impactando en un sorprendido humano que parecía ser el cabecilla de los centinelas. No fue suficiente para acabar con su vida, pero al menos le facilitaba el camino al resto de sus compañeros.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los ojos verdes de Saxa están fijos en su objetivo: el capitán de los arqueros. Se queda quieta, muy quieta observándole mientras el hacha cuelga de su mano derecha. Inspira y espira un par de veces. Sabe que no deben fallar y que sus ataques tienen que ser especialmente certeros para evitar que el grupo de arqueros no de la voz de alarma.
Cuando Uri empieza a tensar la cuerda del arco, la bárbara hace lo propio y termina de agarrar el hacha con la izquierda. Su cuerpo se tensa, preparándose para el ataque. En el momento en que la flecha impacta en el capitán, Saxa lo toma como su pistoletazo de salida y se lanza sobre él. El ataque de la gran guerrera le alcanza de lleno en la espalda, y aunque el daño es tremendo y el hombre queda muy malherido, no consigue matarlo. Saxa chasquea la lengua, molesta por esto, pero justo en aquel momento la espada de Averil atraviesa al desdichado capitan, que cae, ahora sí, fulminado al suelo. El ataque de la escudera de Solamnia consigue además vigorizar a sus dos compañeras, que ahora sienten se sienten más energía para enfrentar al resto de los arqueros.
Estos no se quedan parados, y al ver a su capitán muerto, dos de ellos deciden intentar devolverles el favor, focalizando sus ataques en Saxa. Sus golpes impactan certeros, pero la bárbara no los siente con la misma intensidad que los atacantes hubiesen deseado. Es como si todo lo vivido aquellos días hubieran fortalecido el cuerpo de la pelirroja sureña hasta límites insospechados.
Una nueva flecha, disparada por la aún escondida Uri, se clava en el hombro de los contrincantes de Saxa. En su vuelo, la flecha pasa cerca de los brazos de la bárbara que justo están elevados e iniciando el arco de bajada del arma, que se clava en el pecho del arquero con tanta fuerza que el hombre cae con un golpe seco, sin emitir ruido alguno.
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Fritz y Remi no están ociosos, y con una combinación de magia y buena puntería acaban con otro de los arqueros. Dos de ellos sacan sus espadas, que parecen brillar con un fulgor rojizo y se enzarzan en un combate mortal con Saxa y Averil. Uno de ellos intenta acertar con sus flechas a la escondida elfa, pero Uri no deja de moverse entre los troncos de los árboles y las flechas no encuentran su objetivo.
Viendo que flechas, hachas, piedras y espadas vuelan a su alrededor con alegria, Remi decide protegerse con su magia para evitar disgustos.
El último de los arqueros, viendo la situación desesperada, saca su espada para intentar cubrirse, pero corre hacia el cuerpo caído del oficial e intenta coger un cuerno que cuelga del cinto del malogrado sargento.
Al pasar a su lado, Averil consigue hacerle un corte en una pierna, pero eso no detiene al hombre que se deja caer y gatea hacia su objetivo.
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Viendo las intenciones del hombre que gatea hacia el cuerpo del capitán, Saxa no duda ni un milisegundo. Alza el hacha y lo descarga sobre el hombre, que sólo tiene tiempo de mirar con ojos llenos de pánico hacia lo que claramente va a ser su final. Cuando su cabeza rueda unos pasos más allá, los ojos sin vida aún mantienen esa expresión. A pesar de todos los años que lleva combatiendo, la bárbara no es inmune a esto. No se siente especialmente bien por toda la muerte que está repartiendo, pero sabe que no hay elección: si no reacciona rápido ... si se permite dudar ... será la buenga gente de Vogler quien acabe pagando el precio.
Así que simplemente resopla y se prepara para recibir un nuevo embate del enemigo que la hirió instantes antes. Éste vuelve a acertar, pero Saxa aprieta los dientes y ejerciendo presión con su cadera y sus muñecas, consigue que el hombre pierda momentáneamente el equilibrio. Aprovechando esto en su favor, la guerrerra consigue acabar con él también.
Tan sólo queda ya uno de los arqueros del Ejército Rojo en pie. Saxa va a por él inmediatamente y aunque consigue propinarle un buen tajo, es Averil quien finalmente se cobra la pieza.
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La lucha ha sido rápida pero decisiva. El grupo se alza victorioso y Averil se aproxima al cortado y hace la señal acordada a la empalizada de la ciudad. Casi inmediatamente la puerta se abre y Cudgel sale, saludando al grupo corre en dirección a su campamento.
Cansados y preocupados, el grupo comienza el camino de vuelta. Deben caminar un rato entre el bosque cargando los naycrashers. Al ir a recogerlos Fritz se da cuenta que los globos siguen flotando en el aire. La idea de que quizá puedan usarlos para descender por el cortado y llegar en apenas un minuto a las puertas en lugar de dar el largo rodeo hace que se olvide del cuerno que ha cogido del cuerpo del sargento del Ejército de Takishis.
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Cuando aquellos pocos desgraciados se dieron cuenta de lo que estaba pasando, la mitad ya estaba sin cabeza. Fritz aprovechó la honda de su palo Hoopak para asestar un golpe terrible en aquellos malvados seguidores de Taquisis que amenazaban a todo inocente de la ciudadela que pretendiera salir. No perdía ojo de Saxa, intentando descubrir su tecnica secreta para convertir gente en piedra.. sin embargo, de entre su repertorio bárbaro, se había decantado aquella vez por el otro truco que tan binen le salía, hacer gente bajita.
Con la ciudad liberada de arqueros era.. un cuerno de sargento.. el momento de elegir su siguiente.. un camafeo de una señora ahora mas alta que su marido y un niño joven.. movimiento en.. nada mas en este bolsillo.. su incursión hacia el campamento rival o volver.. en este otro bolsillo tampoco nada.. al pueblo con los demás. Contempló aquel cuerno mientras inflaba su caja torácica y mofletes justo cuando salía Cudgel por la puerta señalándola para compartirlo con los demás. Hinchó el pecho, esta vez convencido justo en el momento que Uri y su graciosa compañera encontraban unas huellas y rastros.. uaaallaaaaaa.. podrían ir al campamento de los malvados Takishianos. Entre saltitos desapareció entre la maleza y antes de saber qué era kender y qué naturaleza, tapando su ígnea cabellera con el sombrero de cuero extraviado por su primo, su palo hoopak y un bonito cuerno en su mano y cada vez mas cerca de su boca..
El grupo traza planes rápidamente y Uri y Fritz se adentran siguiendo las huellas que dejaron los soldados al colocarse para vigilar la entrada al pueblo.
Avanzan lentamente y con cuidado, através de jaras y matorrales, hasta llegar a una trocha abierta por los animales para ir hacia un riachuelo. Enviando un par de veces a Bellota para que le diga a los demás que avancen, manteniéndose a una distancia de unos cien pies, Uri va siguiendo las huellas en el sendero, si es que el camino puede llamarse así.
Cuando han descendido de la elevación y se encuentran cerca del riachuelo, la elfa se detiene preocupada. Hay más huellas aquí que las que han venido siguiendo. Puede ver las huellas de un jinete, seguramente la mujer que les entregó el mensaje, ya que las huellas se desvían hacia el suroeste, en dirección al camino principal a Vogler. Pero hay más. Hay huellas de pies extraños y reptilianos, que parecen venir, pero desaparecer. Uri tira de Fritz tras un matorral justo cuando el kender se estaba llevando el cuerno a los labios y le señala hacia un árbol cercano.
Allí, entre las ramas, Fritz descubre lo que los agudos sentidos de la elfa ya habían encontrado. Apostado hay una de las figuras encapuchadas que poseen alas coriáceas. Está atento al camino y ha sido gracias a la pericia de ambos que no les ha descubierto. Al parecer han dejado vigias en el camino hasta el campamento, y sin duda, está apostado para dar la alarma en caso de escuchar el sonido del cuerno de los centinelas, pues él también tiene uno en la mano, dispuesto a ser tocado y avisar a sus compañeros.
Uri le susurra a Bellota unas palabras y la pequeña ardilla corre en pos de sus retrasados compañeros para que detengan su avance. Fritz está seguro de que él y Uri podrían burlar a este vigía, y ahora que saben que hay más, encontrar y burlar al resto hasta encontrar al famoso "Ejército", pero ambos dudan de que el resto de compañeros sean capaces de tal hazaña.
Escondidos, temerosos de ser encontrados, deben tomar una decisión.
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Uri estaba distraída. Lo sentía en el cosquilleo de la punta de sus dedos, en la precisión de sus disparos. Demasiadas emociones fuertes habían hecho mella en su concentración y se había reflejado en la ejecución de sus ataques. Halidnanthalassa la hubiera reprendido, como tantas veces había hecho en su periodo de iniciación como guardiana. Sintió una punzada de añoranza al no tenerle cerca y echó de menos sus firmes regañinas y sabios consejos. Pero sus compañeros habían sido perfectamente capaces de solventar la situación con eficacia; al fin y al cabo, eso era lo importante. Suspiró con melancolía y siguió adelante.
La perspectiva de adentrarse en la frondosidad de la naturaleza, fundirse con ella en absoluto silencio y seguir rastros furtivos entre la maleza, vigorizó el ánimo de la cazadora, dándole un nuevo objetivo en el que centrarse. Aunque era una actividad en la que ponía a prueba al máximo sus cinco sentidos, le reportaba una calma y serenidad que no hallaba de ninguna otra manera. Sonrió a Fritz, contenta por la cercana presencia del kender, pero inevitablemente alerta ante su caótica conducta que podía poner en riesgo el sigilo del que dependían en esta misión. Sorprendentemente, la discreción de Fritz superó todas las expectativas de la cazadora.
Escondida entre los matorrales, aferrando el nervioso cuerpo de Fritz para evitar que se moviera, observó entre los huecos de las ramas a la figura encapuchada. Los labios de la elfa emitieron un leve y rápido movimiento, dirigiendo unas palabras a Bellota, que reposaba en su hombro. La pequeña ardilla se escabulló, saltando y trepando por un tronco cercano y desapareciendo entre la maleza.
El leve movimiento en una zarza cercana llamó la atención del grupo que esperaba impaciente. Bellota recorrió la distancia que los separaba y se dirigió directamente hacia Saxa sin vacilar, saltando encima de su brazo y acercándose a uno de sus oídos.
- Deteneos. Ser alado apostado en la copa de un árbol. Han colocado vigías por el camino, portando cuernos para dar la voz de alarma. Hay dos opciones: intentar seguir avanzando nosotros dos solos para encontrar al ejército sin ser detectados, o que avancéis, aumentando el riesgo de que nos detecten y alerten al ejército - la ardillita se quedó muy quieta, mirando fijamente a Saxa, con los brazos flexionados esperando una respuesta.
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Saxa observó cómo Fritz y Uri se internaban en la maleza para seguir el rastro de los centinelas. No quedaba más opción que esperar, pero no se quedó ociosa, sino que se dedicó a limpiar el hacha - y a sí misma - de toda la sangre que se había acumulado durante la escaramuza. Justo estaba terminando cuando notó cómo algo se le subía encima y le hacía cosquillas en la oreja.
- ¡Bellota! - la pequeñaja consiguió sacar una sonrisa a la guerrera que, internamente, aún estaba recordando la mirada de horror de aquél centinela que al que le había cortado la cabeza. Saxa le dio un toque cariñoso con el dedo índice en la cabecita mientras escuchaba el mensaje. Acto seguido se levantó, lo que el animalito aprovechó para moverse recolocarse en su hombro e incluso juguetear con su pelo, y compartió el mensaje con Averil y Remi.
- ¿Qué pensais? Si la situación fuera más sencilla, si no hubiera guardias apostados, quizás todavía pensaría que merece la pena que Uri y Fritz se acercen a investigar más. Pero siendo así - negó con la cabeza - Además, a saber a cuántas horas de distancia puede estar ese ejército. Me imagino que tienen que estar a varias horas, si no ya habrían entrado ¿no? ¿Tú que crees, Averil?
La escudera medita un instante antes de responder:
- Mmmm, a mí también me encaja que estén a varias horas de la ciudad. Me imagino que sus intenciones serán engrosar sus filas usando para ello a las buenas gentes de Vogler y, además, saquear la ciudad. Los vigías debían estar ahí apostados precisamente para impedir que nadie salga y con ello se lleven precisamente lo que necesitan: reclutas forzosos y cualquier recurso que pueda tener la ciudad. Con el mensaje que han transmitido, y recordando que cuentan con esos ... dracónidos ... si Uri y Frizt continúan y los atrapan, las represalias podrían ser terribles.
Saxa asiente lentamente, y mira hacia Remi, buscando su confirmación.
- Les diré que vuelvan, ¿de acuerdo?
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Remington se levantó del tronco donde estaba sentado y se alisó la túnica.
—Sí, tenéis razón, que vuelvan. Esto ha dejado de tener sentido. Es demasiado peligroso —asintió a Saxa visiblemente nervioso ante la mención de los dracónidos—. Quizá Cudgel tenga novedades. O una manera de pedir ayuda a Kalaman.
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Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Una idea pasaba por la cabeza del kender ajeno al riesgo que corrían. ¿Quién soplaría mas fuerte el cuerno?. Hinchó de nuevo los mofletes hasta que vio a Uri dar aquel mensaje a Bellota. Estaba de acuerdo.,. y no veía manera de poder llegar hasta allí. Además los poderes de petrificación de Saxa quizá no funcionaran a distancia.. y antes de poder acercarse daría la voz de alarma. -Quizá, si le atraemos a una trampa podamos derrotarle antes de que avise a su campamento.. pero cuantas veces tendriamos que repetirlo hasta llegar?- susurró a la bien escondida elfa. -Una vez hablé con un dragón, ¿sabes? aunque no mucho porque tienen muy mal despertar, peor que el de un enano con resaca de azucar. Mira, tengo en este libro con suficientes palabras para entenderles.. aunque quizá me cueste cogerle el punto a su acento.- dijo muy convencido.
Saxa asiente a Remi, coge con cuidado a Bellota y la pone frente así para darle el mensaje. El bichito hace como que acerca la oreja para escuchar mejor y la bárbara se ríe, encantada. Qué bichito tan adorable. ¿Le habrá llevado mucho tiempo a Uri enseñarle ese truco?
- Bellota, dile esto a Uri: "Volved, es demasiado arriesgado. Volvamos al pueblo y decidiremos con Becklin y los demás los siguientes pasos".
La ardilla, obediente, hace una especie de saludo militar con su patita delantera derecha y sale disparada a entregar el mensaje. Saxa enarca las cejas y no puede evitar partirse de risa.
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Uri continuó aferrando el cuerpo del kender con firmeza, escuchando con paciencia los susurros de su compañero relatando, en el peor de los momentos, sus hazañas pasadas. Si le dejaba hablar y simplemente asentía con la cabeza, su propia errática verborrea le llevaba de una idea a otra, olvidando el plan de atacar al vigía o de soplar el cuerno. Solo tenía que controlar que no subiera el tono o que no se retorciera demasiado.
Ella, en silencio, escudriñaba la naturaleza en busca de cualquier movimiento que revelara la presencia de Bellota. Afortunadamente, aquel escondite elegido entre los arbustos parecía ser suficiente para no ser detectados, pero no sabía cuánto tiempo más podrían aguantar.
Un leve movimiento de unas ramas, que bien podría haber sido provocado por el viento, dejó a la vista a la pequeña mascota que volvía con noticias. El hecho de que fuera una ardilla suponía el disfraz perfecto en un bosque, pasando completamente desapercibida ante cualquier enemigo.
Bellota trepó de árbol en árbol, dando un pequeño rodeo sin llegar hasta el hombro de Uri directamente, despistando cualquier mirada indiscreta que pudiera detectarla. La cazadora le hizo un gesto a Fritz para que guardara silencio y, una vez a su lado, la ardilla se acercó a su oido y transmitió el mensaje de Saxa.
- Debemos volver, es demasiado arriesgado - susurró sin intención de oponerse a las palabras de la bárbara - nos están esperando Fritz, pongámonos en marcha -
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Fritz buscaba entre las ramas la figura del dracónido. Se camuflaba perfectamente pese a su tamaño. Aquella mole escamosa era un buen rival para Saxa-petrificadora y no para un sencillo kender.. además aquellas alitas era juego sucio, contra eso no podía competir. Por unos intantes dudó si avanzar para llegar hasta su campamento, solo para garantizar el éxito, pero desisitió al final obedeciendo a Uri.
-Creo que podría llegar hasta su campamento.. o buscar un patrón en sus guardias y vigías..-dijo cuando ya estaban todos juntos.- Además, creo que soy capaz de entender su lengua.. -repitió para los demás. -Y no sabemos la dimensión de ese ejercito aún..
Pese a la decepción y frustración de Fritz, el pequeño grupo decide volver hasta Vogler y esperar acontecimientos. Además, la noche avanza, las Solinari casi a alcanzado el cenit en su viaje por la bóveda celeste, ahora desprovista de dos constelaciones, y el cansancio del día con las batallas y las emociones, comienza a hacer mella en los compañeros. Frtiz recupera el ánimo cuando llegan hasta los naycrashers y, casi sin pensárselo ni dar tiempo a los demás a discutir al respecto, se coloca el suyo y se lanza por el cortado al grito de "¡¡GERONIMOOOO!!!"
No sin cierta reticencia, pero confiando en la magia de Remi, el resto hace lo mismo. Ahora los globos que detienen la caída ya están fuera y todos llegan al suelo con suavidad.
Recorren los metros que les separan de la puerta de Vogler y, bajo el relieve del martin pescador que corona el arco de la puerta, se reúnen con la alcaldesa Raven, Becklin y Darret. Les ponen rápidamente al día de sus investigaciones.
- Habéis hecho bien - dice Becklin. Su rostro se ha ido tornando cada vez más preocupado según iban relatando las cosas - Parecen extremadamente bien organizados y esos vigías habrían dado la alarma a su campamento principal. Eso no sólo habría significado vuestra captura, o peor, si no seguramente algún tipo de represalia contra la ciudad. Habéis ganado tiempo, para Vogler y para Cudgel. - les reconforta.
- Id a descansar - dice una pálida, pero centrada Raven - Si alguien se lo ha ganado hoy sois vosotros. Estoy de acuerdo con Becklin esperemos las noticias de Cudgel. Apostaremos gente en la puerta y la torre como vigias. -
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Cuando Raven les dice que vayan a descansar, Saxa no se lo piensa dos veces, sino que dirige un asentimiento de cabeza a todos los presentes y se retira a descansar.
Está tan extenuada que se queda dormida en cuanto se tumba y cierra los ojos. Y aunque el descanso es profundo, varias imágenes de lo sucedido durante el día se agolpan en su cabeza durante la noche: lo sucedido en la recreación de la batalla de High Hill, la llegada de la mensajera con la misiva de Belapharion - La Voz de Takhisis -, el vuelo con los Narycrashers y posterior aterrizaje en modo peso pluma, el combate contra los vigías ...
En un determinado momento, los sueños cambian de ubicación e incluso de línea temporal. Ya no está en Vogler. De repente vuelve a estar en su poblado. Y en lugar de ser una mujer madura, vuelve a ser una muchacha adolescente que está con su padre caminando por una zona donde la nieve les cubre hasta las rodillas. Seguramente están volviendo al pueblo tras conseguir algo de caza para la cena. En un momento determinado, Vidar toca el hombro de su hija y le pide que mire a lo lejos. La joven Saxa mira a donde le ha señalado y ve la figura de un enorme oso polar. No está haciendo nada en particular, simplemente seguir su camino seguramente en pos de conseguir lo mismo que los dos humanos: algo nutritivo que llevarse a la boca. De hecho, ahora que se fija, el oso realmente es una osa que va acompañada por dos pequeñines que la joven inicialmente no había visto. Seguramente porque estaban retozando en la nieve, a juzgar por cómo estan cubiertos por ella.
De repente todo se queda en silencio y ni Vidar ni los oseznos están allí ya. Sólo están Saxa y la osa polar. De alguna forma, y a pesar de la distancia, ambas establecen contacto visual y con esto parece que cada una reconoce y acepta la presencia de la otra.
El sueño vuelve a variar. Y esta vez ya no hay una Saxa adolescente, sino de nuevo una mujer madura sentada en posición de indio en un terreno helado. Aunque va con ropa ligera no siente frío. Frente a ella, y apoyada en sus cuartos traseros está la osa polar. A la bárbara no le cabe duda de que es la misma de instantes atrás. Vuelven a mirarse, en silencio. La osa levanta entonces su pata delantera derecha y la deja caer en el hombro de la humana. Saxa no se mueve, simplemente deja a la osa hacer. No siente miedo, sólo un profundo respeto hacia ella.
La osa saca las zarpas y marca el hombro derecho de Saxa. A pesar de que duele, no parece importarle. Es más, lo acepta sin dudar. Nota la sangre correr por su brazo, pero sigue sin moverse, simplemente mirando a la osa a los ojos y no haciendo nada más.
En ese momento, en Vogler, Saxa se despierta. ¡Ha descansado profundamente y se siente la mar de bien! Pero qué sueño tan extraño ha tenido. Por un momento se lleva la mano izquierda al hombro derecho, sólo para comprobar que todo está en orden y que, por supuesto, no hay herida alguna y por tanto no está sangrando. Y es cierto, no está sangrando. Pero ahora cinco marcas de buen tamaño - ya cicatrizadas en un intenso y casi refulgente color blanco - adornan su hombro derecho.
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Uri se dejó caer en la cama terriblemente agotada. Todos sus músculos, rígidos por la tensión de los acontecimientos, se relajaron invadiendo su cuerpo con un abrupto torrente de cansancio. Se dejó mecer suavemente por la inconsciencia del sueño de los elfos y perdió la noción del tiempo y el espacio en pocos segundos.
La cazadora abrió los ojos súbitamente, en medio de la noche. Físicamente se encontraba restaurada tras el descanso, pero sus pensamientos se agolparon abrumándola como el fuerte repiqueteo de un tambor. Dio tres o cuatro vueltas sobre sí misma en la cama, analizando una y otra vez los acontecimientos de las últimas horas.
Incapaz de permanecer por más tiempo en aquel camastro, dio un salto y se lavó la cara, mirando por el ventanal. La luna brillaba fuera y todo permanecía en silencio. Sus compañeros aún tardarían unas horas en despertar y ella necesitaba invertir ese tiempo en alguna actividad o se volvería loca.
Se echó a la espalda su carcaj y su arco y el zurrón en el que guardaba los materiales para fabricar flechas. Intentando no hacer ruido, bajó las escaleras y salió a la fría noche de Vogler.
Decidió dar un paseo por el bosque cercano sin alejarse mucho, hasta encontrar un claro rodeado de frondosos árboles. Se sentó, recostándose en uno de los vetustos troncos y se dispuso a preparar sus herramientas. Concentrada en la tarea, comenzó a tallar una de las maderas para encajar una afilada punta de hierro.
No dejaba de reflexionar una y otra vez en la emboscada del día anterior. Su nerviosismo había provocado fallar varias veces y era algo que le inquietaba. Analizó uno a uno sus movimientos y sus reacciones, su estado mental en ese preciso momento, haciéndose consciente de cada una de sus sensaciones para intentar no volver a repetir sus errores en próximas batallas.
Una a una, las flechas fueron amontonándose mientras pasaban las horas, acompañada del viento y los susurros de los animales nocturnos. Cuando la claridad del amanecer empezaba sólo a adivinarse en el horizonte, un sonido alertó sus sentidos y un pequeño movimiento de hojas provocó que la cazadora se alzara y adoptara una posición de alerta.
Junto con su arco, se acercó a la zona, muy despacio para no ser detectada. Unos metros mas allá, un conejo se entretenía mordisqueando unas hierbas. Sin pensarlo, colocó la flecha y tensó el arco. Apuntó lentamente, más lentamente de lo que solía hacerlo, concentrándose intensamente en su presa. Mantuvo la posición varios segundos más de los habituales, su vista parecía agudizarse, la imagen de su objetivo hacerse más nítida, aguantó, hasta que sintió un quemazón entre los dedos que sujetaban la cuerda. Soltó la flecha que parecía más rápida y más mortal, retenida por la cazadora más de la cuenta. La presa murió en el acto.
Espiró el aire retenido en sus pulmones y se acercó al cuerpo sin vida del animal, sorprendida por lo que acababa de hacer. Tenía que volver a repetirlo.
Una hora más tarde y cuatro cadáveres de conejo después, Uri regresó a la posada, depositando su caza en la mesa de la cocina para ofrecerla como almuerzo del día.
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Remi se despidió de todos educadamente y se encerró en su cuarto. Estaba rendido, sí, pero aun tenía mucho que hacer. Lee, asimila, repasa y cuando creas saber, vuelve a leer, recordó a su vieja maestra Mildred como si la tuviera delante. No sabía cuando atacaría ese ejército y tenían que estar todo lo preparados posible. Encendió una vela con un movimiento de su varita unos susurros. Sacó tinta, pergamino y sus libros sobre el pequeño escritorio. Encaramado a la sencilla silla y encorvado sobre los manuscritos comenzaron a pasar las horas. Remi estaba ausente de todo. Sir Arthur reclamaba algunas atenciones, rozando el flequillo del joven con los bigotes, pero el aprendiz se limitaba a apartarlo suavemente tantas veces como fue necesario.
A media noche había transcrito un nuevo conjuro en su libro de las tres lunas. Por fin lo había comprendido, los hilos que tejían el conjuro ya no tenía secreto par él. Era justo que aquel fuera el primero en ser añadido a las páginas del libro. Remi reprimió un bostezó, miró las runas manuscritas moderadamente satisfecho y asintió. Entonces, susurró las palabras que deberían sellarlas para siempre. De pronto un sonoro golpe seco resonó en toda la planta de la posada. Sir Arthur saltó hasta encaramarse al perchero con el lomo erizado y bufando como un poseso. Otros gatos maullaron también en los tejados y la luz de un candil se encendió en la ventana de una casa vecina. Tras unos momentos de algarabía todo volvió a la tranquilidad. Por suerte nadie se había despertado en la posada. Remington, alarmado al principio, sonrió satisfecho con la varita aun caliente.
Pletórico de excitación, volvió a sentarse. Aun quedaba mucha noche y había descubierto la senda a otro interesante conjuro que debía explorar. Estaba muy cerca y el cansancio se había evaporado como por arte de magia. Lee, asimila, repasa y cuando creas saber, vuelve a leer. Sir Arthur se acurrucó sobre la cama, más calmado.
Poco antes del amanecer el otro conjuro había sido transcrito y sellado también. Remi, vencido por el sueño, roncaba despatarrado en la cama con Sir Arthur enredado en sus pies. Esa mañana sería el último en bajar a desayunar.
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Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Al día siguiente Saxa baja por las escaleras de la posada y se sienta en una mesa para esperar a que el resto baje para desayunar y planear los siguientes pasos. Como está aun en proceso de despertarse - ¿quizás necesita probar de nuevo ese brebaje oscuro tan energético? - se frota los ojos, y después apoya el mentón en la mano mientras mira por la ventana, distraída. Ahí afuera, en algún lugar, el ejército de Takhisis está preparándose apara llegar a Vogler.
- Lo que te digo. Estaba tan tranquilo durmiendo, y de repente, BLAAAAAAAAAAAAAM. Menudo golpazo. Hasta se me cayeron mechones de pelo del susto. Con lo que le gusta mi pelo a mi chica. Sí, ya sabes, esa tan blaquita de la casa de al lado y que tiene esa manera tan encantadora de chuparse las patitas...
Saxa frunce el ceño escuchando tal conversación. ¿Chuparse las patitas? ¿Pero qué...? Mira alrededor y no ve a nadie. ¿Habrá sido alguien hablando en otra habitación?
- Vaya, vaya y de donde vino el golpe, ¿lo sabes?
- Pfff, qué se yo. Aunque vi a una ardilla subida en el hombro de esa elfa tan guapa y me pareció escuchar que decía "Remi! Remi! Ha sido Remi". ¿Quién narices será Remi?
- No sé, la verdad. Estos dos-patas tienen todos hombres tan raros.
- ¿Dos-patas? ¿Cómo que dos-patas? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - dice Saxa en voz alta. Esta vez sí que se levanta, y al hacerlo aparta la silla demasiado rápido y esta se cae al suelo montando un poco de escándalo. De repente ve a dos gatos salir espantados, uno atigrado gris y otro negro. Justo cuando pasan por su lado, escucha al atigrado decir:
- ¡¡Ahhhhhhhhhh!! ¡¡Otra vez!! ¡¡Esa gigantesca dos-patas debe ser Remi!! ¡¡¡Ahhhh!! ¡¡Mi pelo nunca se va a recuperar a este paso!!!
Saxa se queda con los ojos como platos. En ese estado de estupefacción, coge la silla del suelo, la coloca con cuidado, se sienta, se frota la cara. Pide ese café. Se lo bebe. Ahora resulta que puede entender a los animales. Aha. Perfecto.
- Fritz va a alucinar cuando se entere....
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Volver a usar los artilugios de Than era taaaaaan emocionante que nada mas aterrizar quiso recoger los globos para guardarse el invento en su bolsa.. si es que entraba. Cuando llegaron a la posada estaba tan emocionado con su día como hambriento. Aquel metabolismo acelerado necesitaba muuuucho combustible y cuando apareció Yalme con el puchero dispuesta a servirle el menú infantil puso su mano sobre la cazuela impidiendo que se la llevara. -Puedes dejarla aquí..- Apartando el plato comenzó a comer directamente de la olla que contenía una ración que saciaría a un semiogro hambriento. El espectáculo dejó desencajados a mas de un parroquiano, que cuando la sorpresa se había pasado trataron de apostar a favor y en contra del kender.
Con la barriga bien llena subió a sus aposentos. Todo el día de aventuras había hecho que descuidara sus estudios y catalogación de documentos y libros. Solía hacerlo en privado, pues terminaba convirtiéndose en todo un fenómeno poder observar a un kender parado y concentrado entre papeles mas de 5 minutos. De su pequeña bolsa mágica extrajo libros, algunos de los que acordaba y otros que no.. quizá cayeron en su zurrón o quizá estaban ya entre las posesiones de Ispin. ¿Cuantas cosas mas tendría allí dentro y que jamas dijo a nadie? Tuvo que dejar su lectura un momento tras aquella ocurrencia. Primero intentó meter la cabeza por si podía ver el interior. Un minuto después y casi morado para la apnea desistió enfocando la busqueda a prueba y error. Primero imaginó una tarta.. metió la mano y... nada. Después pensó en piezas de fruta.. y Nada. Con algo de hambre y mucha frustracción siguió probando sin mucho exito.. una espada.. un arco.. monedas.. pelos de troll.. un gato.. un alambique.. unas pinzas de depilar cejas.. un vellocino de oro.. la cabeza de medusa.. una medusa.. una máscara de dracónido.. una vara de cristal azulado.. la dragonlance de huma.. un cuerno de soplar.. EL CUERNO DE SOPLAR adel que casi se había olvidado pareció en su mano. Por fin, nadie iba a incordiarle y podía jugar un rato con aquel instrumento, ajeno a las consecuencias. Encaramado en un taburete para asomarse bien por la ventana su pequeña caja torácica se hinchó hasta casi el doble de su tamaño, sus mofletes engordaron hasta colorearse, pegando los labios a la boquilla del asta y BLAAAAAAAAAAAAAAM!!!
El suelo tembló desiquilibrando al pobre Fritz que cayó de culo al suelo con un coro de maullidos de fondo. El cuerno cruzó volando la habitación justo donde un extraño cuadro de dos perros de caza miraban quietos su presa. Y poco aguantaron quietos tras el golpe, saltando el pequeño enganche que fijaba la pobre obra de arte a la pared el cuadro cayó con estrépito sobre la mesa de estudio en general y sobre el pequeño tintero abierto en particular. Como un calamar perseguido por un cachalote una cortina de tinta salpicó como una ola el escritorio, la silla, el juego de toallas limpias y las inmediaciones del pequeño hogar que tenía la habitación. Aquella tinta especial no se llevaba bien con el fuego y entre chisporroteos y pequeñas detonaciones cada gotita prendió como una noche de fuegos artificiales. Dos docenas de pequeños focos de incendio llenaron la habitación iluminándola como jamas nadie hubiera imaginado. Una de las explosiones hizo que cayera el perchero, enganchado con las cortinas, tirando de la barra cayendo sobre el orinal por suerte vacío, que voló directo a la cabeza de Fritz y de ahí a la libertad por la ventana que seguía abierta pero cada vez con menos adornos y menaje. El tintineo se alejaba según iba rodando callejón abajo entre mas gritos y quejidos de los felinos de Vogler mientras el kender caía conmocionado y aturdido.
En sus delirios, pudo ver runas y lenguajes antiguos incomprensibles pero que de pronto cobraban sentido. No sabía como sonaban las palabras pero si entendía el contexto. Chamuscada, tintada, y con todo por los suelos quedó la habitación cuando Fritz despertó. Con suerte su cama había sobrevivo al fuego y sobre ella desplegó como una pizarra papiros y libros. Mirándolos con detenimiento comenzó a entender lo allí escrito.. emocionado tradujo todo lo posible hasta caer rendido por el cansancio y temeroso de que aquellos nuevos poderes desaparecieran si se volvía a golpear la cabeza.