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Adriana había permanecido discretamente alejada de aquella escena tras la lucha hasta que Mablung encontró el anillo y pidió su ayuda para analizarlo. Solo en ese momento se acercó al grupo, observando la brillante joya para intentar dilucidar la magia que pudiera esconder.
Arcana: 14
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los ojos de la alta elfa se fijaron en el anillo, mientras comenzaban a irradiar una leve efervescencia arcana, como un gas azulado que se elevaba tras iluminar su perfecto iris verde esmeralda. La hechicera extendió su mano sobre el pequeño objeto, pero sin tocarlo, y su posible ascendencia mágica le fue revelada.
Mientras el paciente monje parecía suspirar mirando hacía su espalda, donde el supuesto templo oculto se escondía... señalando en la dirección este, apremió a los agentes a que le siguieran, ya sin importarle que cadáveres transportaran con ellos. Sólo hizo un pequeño apunte antes de seguir caminando lentamente en la dirección que previamente había indicado con su dedo índice:
- La capilla de Lathander es camposanto... no deberéis temer, allí estaréis a salvo... a menos que seáis portadores de un mal acérrimo que anide en vuestro interior... en tal caso... no podréis pisar sus alrededores... pero entiendo que héroes como vosotros no deberían temer a esa bendición otorgada por el Señor del Renacer.
Sus palabras sonaron algo extrañas, como si ... hubiera sido capaz de adivinar algún tipo de profecía o augurio sólo para él destinado.
Adriana centró su atención en el anillo. Tras los primeros segundos en los que el color de sus ojos se transformó en un verde intenso, frunció el ceño escudriñando todo lo que podía extraer de aquel objeto. Acercó su mano a la joya, paseando sus finos y delicados dedos por encima de ella, a escasos milímetros, sin llegar a tocarla.
- Sin duda es mágico - susurró a sus compañeros, concentrada - pero no detecto maldad o bondad alguna en él. Parece que ésta característica se la aportará aquel que use este objeto y solo dependerá de la pureza de sus intenciones, de su alma - hace una pequeña pausa - aquel o… aquellos, ya que su naturaleza parece revelar que su magia se activa con dos personas, un portador y algún otro que se una con finalidades tan dispares como repartir salud, efectos mágicos o causar daño -
La hechicera cerró los ojos fuertemente durante unos segundos. Al abrirlos, el color azul cielo característico había vuelto a su mirada, abandonando el trance. Miró alternativamente al druida y al caballero.
- Mablung, Leobald, será mejor que os hagáis cargo vosotros de este objeto -
Sin más dilación, se separó tomando algo de distancia entre ella y el anillo. No quería que, por error, cayera en sus manos y desatara cualquier terrible consecuencia derivada de su maldición. Fue en este momento en el que escuchó las palabras del monje. Se detuvo como un resorte. Ella no podría entrar allí, sus entrañas se lo gritaban desde lo más profundo. Lanzó una mirada preocupada a Godric y a Mablung, reanudando la marcha a pasos lentos, quedándose rezagada.
Godric se segundos antes de poder leer la nota y se fijó en la preocupada mirada de Adriana. Se acercó an ella y le tomó la mano con la que no sostenía la nota. Mirándola a los ojos le susurró.
- Adriana las guardas del Templo no deben preocuparte. Se fijan en el alma de los que entran, y la tuya es noble y pura. Puede que te aflija una maldición pero no ha manchado la pureza de tu ser. - Le aprieta un poco la mano para infundirle ánimo - Ahora le comento al clérigo si eso te hace sentir más segura y, en caso de que no puedas pasar, yo me quedo en la puerta contigo. No temas. Ahora no te quedes rezagada, voy a leer la nota por si nos da alguna pista más de los poderes del anillo y enseguida os alcanzo- le dijo con una sonrisa.
Cuanso se quedó solo comento en voz baja
- Tú si que debes tener cuidado con esas guardas pequeño amigo. - dijo sin pensar realmente en cómo se había dirigido al diablillo y se dispuso a leer la nota antes de que los demás se alejaran demasiado y se quedara solo en aquel pantano.
Mablung miro el anillo y dijo:- Mejor que se lo quede Leobald, no creo que este hecho para un cambiaformas-.
-¿Nos vas a contar que dice la nota?- preguntó mirando a Godric.
Tras lo cual se volvió hacia el clérigo y le dijo:- Creo que tienes una idea equivocada de quienes somos, dudo que haya entre nosotros alguien que pueda entrar en la categoría de héroes, de hecho encajamos mas en el ideal de villanos. Cada uno de nosotros porta una sombra en su interior, es cierto que algunos tratan de "redimirse" y renegar de ella, pero otros la aceptamos como parte de nuestro ser. Si supone un problema sería mejor separar nuestro caminos, tenemos tareas que cumplir en el pantano con cierta premura y no quiero añadir obstáculos innecesarios a nuestro camino.-
Mientras esperaba la respuesta del clérigo se acerco a los cadáveres de los mercenarios con la intención de cortarles la cabeza y tirar los restos al foso.
El misterioso y no tan cuerdo monje escuchó las palabras del agresivo druida acerca de la oscuridad que todos los presentes portaban. No pareció inmutarse en lo más mínimo, y dejó al elfo de Dreadwood acabar su soliloquio antes de contestar.
- Yo no decido las reglas del camposanto, ni siquiera puedo desactivar su influencia o activarla, pero podéis acercaros y ver si sois afectados antes de decidir si abandonáis este camino, ... como os dije, allí se encuentra algo, o más bien alguien, que quizás estéis buscando, y quizás podáis ayudarnos de paso con un insidioso mal que se arremolina en nuestra casa. Pero entiendo vuestro recelo, y si elegís separar aquí nuestros caminos, lo respeto... intentaré llamar al resto de mis hermanos y portaremos el cuerpo de mi compañero para que reciba santo sepulcro. El resto no es de nuestra incumbencia. Aunque me sería difícil de creer que un aliado de nuestra fe, como vuestro sacerdote, se niegue a ayudar a miembros de su propia congregación, pero cosas más extrañas he visto a lo largo de mi lóngeva vida.
Mientras el desarrapado y costroso monje seguía esperando decisiones por parte de los agentes, mientras hacía un esfuerzo ingente por disimular el dolor que le producía emitir cada palabra, una diminuta voz, que provenía muy cerca de Godric, susurró a su único amigo acerca de sus ulteriores intenciones al respecto, aunque los compañeros cercanos podían oírla parcialmente.
- No me acercaré ni por asomo a ese lugar... sólo con la posible idea de que pueda radiar algo santo, hace saltar todas mis alergias... por cierto... no deberías hacer caso a las sandeces de esa misiva, es un galimatías sin sentido... y escrito sólo con la intención de confundir e influenciar al muchacho... por cierto, ya que estos monjes parecen adorar a Lathander, parece un buen lugar para deshacerte de esa arma tuya... tan molesta... una carga menos. Adriana estaría orgullosa de tí.
Leobald asintió a Adriana y tomó el anillo de hematite para guardarlo sin más.
—Respecto a la nota manuscrita, ¿podría verla, Godric, por favor? —pidió al joven acólito—. Por mi parte, os ayudaré en cuanto pueda, perded cuidado —dijo mientras al extraño con tono conciliador— ¿Cual es vuestro nombre, hombre santo? Quizás podáis advertirnos también de algunos de los peligros de los pantanos. Esos hombres lagarto, por ejemplo. Dadnos un momento para esclarecer el asunto del pergamino y os seguiremos a vuestro refugio.
El cuerpo inerte del joven noble reposaba a sus pies, envuelto en su propia capa.
-En ese caso denos un momento para acabar aquí y le seguiremos hasta templo- tras lo cual el druida se puso a la faena de decapitar los dos cuerpos y tirarlo al foso, aunque mantenia parte de su atención en Godric a la espera de que relevase el contenido de la nota.
Khalion trataba de escuchar los leves susurros del cosido humano mientras los cortesanos se entretenían con mensajitos y bisutería arcana. Junto al druida formaba la dupla pragmática, lejos de remilgos, en primera instancia debían garantizar que aquel encuentro no se repitiera.
-En mi antiguo gremio se valora el honor entre iguales.. -dijo ante los cuerpos aún sin cercenar.- pero la muerte es un riesgo asumiudo con cada acuerdo de caza aceptado. No aspiramos a mas, no aspiramos a menos. Fue justa lid y honorable cruce de aceros contra rival superior. -Reconoció a su manera en improvisado sepelio gremial.-
Mnateniendo Allure envainada desenfundó su cimitarra mundana para ayudar al druida a decapitar los mas que probables zombis a futuros. -Esa pieza sería bien valorada por la peletera de Saltmarsh. Lastima desconocer la labor de desuello y carecer del tiempo preciso.
Ya junto al resto, escuchando a la elfa cayó en la cuenta.-Desde que nos movemos por estos lares son muchas las circunstamcias que afectan a nuestras naturalezas. La piedra anciana y constelaciones de otros cielos, unas con efectos temporales, otras como el puente del rey afectando a los no humanos.. Querría saber mas de ese templo y de afectarnos también mantener guardia fuera.-miraba con desagrado bajo máscara al demonio volador del joven humano. -No debéis quedaros sola y a solas con este entorno, milady.
Godric permaneció un largo minuto en silencio con la nota en la mano. Aquellas palabras le eran dolorosamente conocidas. Los recuerdos de aquella aciaga noche aún le dolían. Los gritos de su amada, las carcajadas de su madrastra, sus propios gritos al acabar con la vida de la demonista e intentar salvarla... su fracaso, la mirada de ella, suplicante y en parte incrédula por ver que él le fallaba... pero en aquella ocasión las medias verdades, las falsas acusaciones no le produjeron el enfado y la frustración que le habían acompañado desde que lo guardias le encontraran arrodillado en aquella malditao mazmorra. Se sorprendió de la falta de respuesta emocional a ese respecto por su parte. Quizá el haberse sincerado con el resto de Agentes y que estos no le juzgaran en demasía, e incluso que Adriana le hubiese creído, habían comenzado a cerrar aquella herida.
Al escuchar a Leobald Godric se encogió de hombros y le pasó la nota. Con voz de hastío e incluso de lástima al referirse al joven caído dijo.
- No es más que una nota del Conde Gregorious repitiendo su versión de la historia. Y llena de medias verdades y tergiversaciones. Lo mismo que hizo en mi juicio. - Mientras Leobald ojeaba la nota Godric continuó hablando - Por ejemplo aquella maldita mujer no era la madre natural de... -esta es la única vez que su voz se quiebra, parece que no es capaz de pronunciar su nombre - .. ella. A la vista está que no huí. Acepté el juicio pensando que la verdad saldría a la luz. Este hombre, que ignora a su hija de tal manera que hasta ha cambiado el nombre de su baronía para honrar a la demonista, o era su aliado o sigue siendo un necio bajo su influjo.Además es un irresponsable y un manipulador. No sólo ha enviado al pobre Rufus a su muerte, de no haber caído en batalla con nosotros probablemente alguien le habría acabado cortando el cuello para robarle, si no que parece dispuesto a arriesgar su propia casa dando ordenes contrarias a la sentencia de la Corona. Ojalá pudiera borrar todo el daño que le he causado a esa familia, ojalá hubiera sido más fuerte, más rápido... más poderoso -dice casi ya para sí mismo.
(La nota y ahorro al master repetirla. Godric no tiene nada que esconder )
“Estimado Rufus III, querido y apreciado segundo sobrino del Barón de la Viuda, antes conocido con Barón del Grifo Rapaz, que esta carta y dedicadas palabras sirvan para recordarte el verdadero propósito de tu misión, que nunca olvides por qué nuestra casa no descansará hasta que los terribles actos de tan aciaga noche queden vengados, y nuestras almas puedan descansar en paz, quizás incluso las de aquellas que fueron arrastradas al mismísimo infierno tras el nefando ritual que fue practicado bajo los torreones de nuestra mansión, bajo nuestro mismo techo.
No confíes en nadie ni en nada, y persigue al asesino de tu prima y de tu tía hasta destruirlo, para que sus memorias descansen algún día bajo el seno del piadoso Ilmater, si eso aún es posible.
Recuerda como ese traicionero demonologista se infiltró en nuestra familia, con su cándida voz y sus altruistas actos, que tanta maldad y vileza escondían. Como sedujo a mi hija, poco a poco, atrayéndola no sólo a sus pecaminosos brazos y actos, sino a su verdadera fe, la del mismísimo Asmodeus. Como envenenó su mente lentamente, hasta tenerla totalmente bajo su control. Y como nosotros le fallamos a ella, no siendo conscientes de lo que se avecinaba hasta que fue demasiado tarde.
Aún rezo por mi amada esposa, Agrain, que fue la única en percatarse de que algo no andaba bien, hasta que esa sospecha le trajo la misma condena o algo quizás peor… puesto que no hay peor castigo o pesadilla para una madre, que el ver como tu propia hija, enaltecida por su diabólico aliado con piel de sanador, te sacrifica en un altar infernal para abrir un portal al mismísimo averno.
Como según los múltiples testigos, que, alertados por los terribles alaridos de esa santa esposa, siendo sometida a la peor de las torturas, llegaron justo a tiempo de ver como esa daga se clavaba en su corazón mientras su cuerpo perdía la vida sobre aquel impío altar a ese Dios del inframundo. Todos me describieron con exacto detalle como mi hija atravesó ese portal mientras su piel se calcinaba y su forma cambiaba a la de un hermoso pero mortal diablo, cuernos y alas, azufre y fuego… toda su inocencia truncada… y mientras él… sólo podía perderse entre sus propias carcajadas de locura y éxtasis ante una obra tan infame y exitosa de cobrarse dos almas para la sima eterna.
El traidor huyó, a pesar de las decenas de bajas que desató sobre mis guardias, de como invocó ese fuego abrasador que surgía de más grietas y portales a ese mundo que no debería existir, y al que mi pequeña Alda nunca debió llegar. Aún así no se fue indemne, … el misericordioso Ilmater otorgó a nuestro pater Fidelis el suficiente poder como para maldecirle… medrarle… y aun así lo logró, junto a su sombrío familiar. Su regocijo, y su locura llena de ira y risas que perforaban hasta las mentes mas cuerda perdurará en nuestros más siniestros sueños privándonos del descanso… pero no podrá huir para siempre.
Da igual donde o cuanto se oculte, todos los recursos de nuestra familia, nuestros caballeros, y todos los medios disponibles, serán invertidos en que esa criatura de pura maldad, porque no puedo llamarle humano, pague por lo que hizo. Ya hemos enviado incluso enviados divinos de alto poder, pero no hemos obtenido éxito alguno en encontrarle, ni siquiera pagando por los más poderosos augurios. Algo o alguien le oculta. Destruye esa fuente y arrástralo a luz de nuevo, como él arrastró a nuestros seres queridos, y una vez expuesto, otórgale la más vil de las muertes.
Recuerda Rufus por lo que combates, por lo que luchas, no sólo por eliminar a ese demonio de este plano, sino por la salvación de las almas de tus más cercanos parientes.
Con respeto y admiración.
Barón Gregorius, señor de la baronía de la viuda"
- No os preocupéis - le tranquilza al mutilado clérigo - Iremos con usted y veremos cómo podemos ayudar. Yo llevaré el cuerpo de nuestro hermano caído. En cierto modo me siento responsable de su destino ya que fue utilizado para intentar matarme. Desconozco que artes utilizaron los cazarrecompensas para levantarlo como un no muerto, pero lo lamento mucho. -Dice reforzando la idea de que el grupo irá hasta el Templo. - Si, ,como teme Mablung nuestras sombras nos impiden entrar en el mismo, aún así haremos lo que podamos. Quisiera, sin embargo preguntaros algo. Por favor, no me contestéis con palabras, pues es evidente que os causan dolor - Godric no entendía porqué el clérigo se había autoimpuesto aquel castigo, pues lógicamente de haberlo deseado podría sanarse a sí mismo, aún así no pudo evitar comentar mientras los demás se aseguraban que los caídos no volverían a molestarles - Hacedme saber si puedo hacer algo para aliviar vuestra penitencia, pero como decía, por favor con señalarnos la dirección bastará. Verá hermano, hemos venido en busca de los hombres-largato. Traemos un mensaje de parte de la ciudad de Saltmarsh y puede que consigamos que las cosas no empeoren.¿Podeis indicarnos la dirección donde están? -
Una vez terminada la grotesca tarea por parte de Mablung y Khalion, y mientras andaban hacia el templò, algo rezagado del clérigo que les guiaba en cabeza por las ciénagas, Godric, carhgdo con el cuerpo del desafortunado clérigo que había sido utilizado como cebo para atraparle, contestó en voz baja a Ostor. Parecía más una costumbre hablarle así que intentar ocultar su voz al resto de los compañeros
- No Ostor no. Este hombre parece seguir a Amanutor, una versión antigua y más beligerante e... intransigente del Lord de la Mañana. No sé qué le ha podido llevar a comenter ese acto de tortura sobre sí mismo, pero no dejaré este arma sagrada en una capilla en mitad de un desierto. Como le prometí a Adriana, la llevaré tan pronto como seamos libres de nuevo ante el Señor del Amanacer, el patriaca de Lathander, y se la devolveré a él. Eso hará que se sienta orgullosa de mí. Ahora permite que me concentre en no romperme la espalda cargando con este pobre desdichado. -
Una vez los cuerpos descabezaos descansaban en el fondo del foso, Mablung envaino su cimitarra, le dio una palmada en la espalda a Godric y se dispuso a seguir al extraño clérigo. Por precaución saco su arco y coloco una flecha, solo por si acaso el pantano tenia otras sorpresas reservadas para ellos.
El monje se dispuso a acompañar a los agentes de Saltmarsh hasta su refugio sagrado, después de que las actividades de tala de testas acabara. Sus pasos parecían seguros entre los difíciles terrenos del pantano, e incluso si ya estaban sobre superficie más firme, el hombre sabía perfectamente donde pisar, como si hubiera habitado este tipo de entorno durante años. Dirigíéndose primero a Leobald, al que parecía mirar de reojo con cierto respecto desde sus hundidos ojos, éste reveló su nombre sin darle demasiada importancia. Pero para hacerlo, y debido al dolor que le producía emitir sonidos desde su propia persona, el misterioso humano alzo la mano y comenzó a conjurar algo... con una sumisa plegaria y alzando su mano derecha con la palma hacía arriba. Un halo de luz comenzó a formarse sobre ésta, y paso a conglomerarse en forma de esfera radiante contenida por curvilíneos adornos dorados y orbitada por tres alas luminiscentes. Como si fuera su propia voz, el angelical ente comenzó a hablar de algún modo como en nombre de su invocador.
"Familiar" de Artorius:
- Mi nombre es hermano Artorius, prelado de nuestro señor Lathander el renacido desde la ira y protector del mundo... En cuanto a los pantanos, hay muchos y diversos peligros. Al sur hay una inmensa bestia... devoradora de hombres... de escamas duras como el granito más sólido... y colmillos afilados como espadas, su cubil está cerca del mar, en una zona de manglares y aguas más profundas. Nos os acerquéis nunca. Están los hombres lagartos, liderados por su reina, son tremendamente territoriales y agresivos si no se saben tratar, además últimamente están mucho más activos, y mejor armados, ... de sus primitivas armas y armaduras de hueso, piedra y escamas... han pasado a poseer equipo en acero de bastante calidad... su fortaleza ocupa varias cavernas y subterráneos cerca de la costa, al suroeste, en una colinas bastante elevadas. Hay varias entradas, algunas más vigiladas que otras. Al norte, y atravesando el río Dunwater, está el bosque ahogado... donde se dice que hace años ocurrió algún tipo de cataclismo, quizás relacionado con la Plaga de Conjuros que asoló los Reinos... ahora es una zona infectada por la putrefacción, ... hongos venenosos y criaturas mutadas... Ningún ser vivo oriundo de estas marismas se atreve a moverse cerca de esa llaga tumefacta que es ahora esa zona.
Con un gesto de su mano, el prelado señaló en una dirección, al hablar de los hombres lagarto, como había solicitado Godric, y se giró haciendo una reverencia agradecido al joven sanador, por arrastrar a su compañero caído. Mientras, un mal contenido grito ahogado de pánico proveniente de Ostor, cuando la esfera radiante que hablaba hizo aparición, acompañó a un invisible aleteo que parecía alejarse de la zona raudo... quitándose de en medio ante lo que consideraba un inminente peligro para su diminuta pero diabólica presencia.
El paseo pareció proseguir por casi media hora más, y a pesar de que la capilla no estaba geográficamente demasiado lejos, el moverse por aquel entorno, enlentecía cualquier movimiento hasta la exhaustación, menos para Khalion, que sus botas le permitía caminar como si nada le entorpeciera, otorgándole una agilidad envidiada por todos los demás. Finalmente, el esfuerzo dio su fruto, y tras volver a la zona más pantanosa, abandonado la firmeza de las colinas, el paisaje se volvió más cenagoso, pero, en mitad de un remanso de aguas estancadas, sobre una pequeña isla, una bella capilla, que sin duda había conocido mejores tiempos les esperaba. La rodeaba unos jardines repletos de hermosas flores, que se entrelazaban con las lápidas de un disperso camposanto. Enredaderas e hiedras, escalaban los muros de gran parte de la estructura, dándole un aspecto de vergel bendecido. No parecía verse a nadie en el exterior, lo que también le otorgaba un aura de paz y tranquilidad, un remanso donde descansar. Lo más llamativo, era como de alguna manera, el encapotado cielo perenne de la región, parecía abrir un hueco entre las nubes justamente sobre la eclesíastica estructura, dejando caer un haz de luz solar que, atravesando el firmamento, iluminaba directamente la capilla.
Leobald leyó la nota y la guardó con rostro petreo. Asintió agradecido a las revelaciones del hermano Astorius y le siguió junto a sus compañeros entre la inmundicia del pantano.
El caballero caminaba trabajosamente arrastrando el cadáver del joven noble, que reposaba respetuosamente acomodado sobre su enorme escudo alagrimado. Como un penco de carga, tiraba del peso con resignación entre los juncos y el barro. La humedad y el peso del metal empezaban a hacer mella en sus castigadas articulaciones, pero no se quejó ni una sola vez.
Cuando la visión de aquel lugar sagrado apareció ante ellos se sintió renovar. Se permitió respirar profundamente antes de enjugarse el sudor y cubrir los últimos pasos hasta el refugio.
Durante el camino Mablung le preguntó a Artorius:- Antes mencionaste que en el templo había alguien a quien buscábamos. ¿ Quien es? Y como sabéis que buscamos a alguien?, no hemos mencionado nada de que hacemos en los pantanos.-
Mientras recorrían los últimos pasos para cruzar las cenagosas aguas que los separaban de la pequeña isla santuario, la esfera cargada de divinidad comenzó de nuevo a resonar en respuesta a las cuestiones planteadas por el druida. Su metálica voz, lejos de parecer fría y automatizada, portaba cálidos tonos casi musicales al comunicarse, transmitiendo las respuestas del prelado Artorius.
- Oh grandes preguntas, y lógicas a su manera, echaba de menos una charla con alguien ajeno a la orden que conservara tanta astucia. Sin duda hubieras sido un buen hechicero o erudito, pero por lo que vi en el combate contra aquellos degenerados, la naturaleza te reclamó primero... He observado vuestras cintas doradas atadas a vuestros antebrazos, no todos las portáis, pero si la mayoría, así que he deducido que sois Agentes de Saltmarsh, recordar que vuestros antecesores, perdieron la vida en este mismo pantano, y por tanto me sois ya familiares. En la capilla hay una persona que pertenece también a la milicia de Saltmarsh, o al menos lleva sus colores y emblema, alguien perdido que fue encontrado. No está en su mejor forma, pero si fuera de peligro... y aunque quizás no sea vuestra principal misión, puesto que os dirigís hacía la fortaleza de los hombres lagarto, podría estar agradecido de recibir vuestra ayuda.
Satisfecho de su respuesta, el monje vadeó con pericia los últimos bancales de los humedales y puso pie firme en la bendecida isla, mientras todos los invitados iban haciendo lo mismo, siguiendo sus pasos con cuidado y determinación. Una vez allí, se dieron cuenta de que la capilla que presidía la ínsula parecía mucho más grande de cerca, o quizás fuera el efecto óptico producido por el cono de luz solar que la bañaba, proporcionando calidez en sus rostros y almas. El aroma de las flores y jardines cuidados que rodeaban la estructura era embriagador y agradable, y desde la verde y fértil tierra que rodeaba a la planta principal del templo, se adivinaban decenas de lápidas, algunas, las más antiguas, languidecían prácticamente ocultas entre los arbustos cargados de coloridos brotes.
- Por favor pasad adentro... veo que a nadie le ha sido vetada la entrada... quizás vuestros corazones no sean tan oscuros como me habéis querido hacer creer, o quizás el divino poder que yacía en este lugar haya palidecido con los siglos y el desgaste. En cualquier caso os proporcionaremos cobijo y alimento, y con suerte, aceptaréis escuchar nuestro problema y hacerle honor a vuestras lealtades para ayudarnos a solucionarlo... aunque es peligroso y ... quizás sea demasiado pediros el favor, aceptaremos vuestra decisión sea la que sea. Pero lo primero es lo primero... atravesad el umbral y abandonad toda esp... perdón... toda penalidad. Dentro nos esperan el resto de hermanos.
El efecto de la isla pareció prácticamente inerte para algunos de los allí presentes, tanto Nadie, como Mablung, Nock o Leobald simplemente sentían como el peso del viaje y el cansancio, se volvía más liviano. Sin embargo, para algunos otros, los efectos secundarios comenzaron a hacer mella... Khalion volvió a sentirse sólo, aislado, y de algún modos sus azules e iridiscentes ojos que emanaban constantemente vapor mágico, dejaron de hacerlo. Por primera vez, a través de los orificios de su plateada máscara, se podían adivinar unos hermosos y profundos ojos élficos, de un color azul claro. El cambio en Adriana fue más interno que externo... su "conexión" con sus "hijos" y su nuevo heraldo había disminuido hasta prácticamente desaparecer, su piel se erizaba al sentir como casi, podía incluso sentir aquel contacto ya casi olvidado con Iram... en una versión casi insustancial... pero allí estaba... y luego estaba Godric...
Ha pasado tiempo, pero os recuerdo simplemente que había una misión secundaria que os pidió Eliander donde debíais encontrar a tres scouts perdidos en los pantanos. Teníais incluso nombres y rangos.
Adriana siguió a sus compañeros a través del barrizal con un gesto preocupado. Se aferraba a las palabras de ánimo de Godric como a una tabla de salvación, pero en su fuero interno seguía convencida de que no se le permitiría la entrada a las tierras sagradas a las que se aproximaban.
Cuando llegaron a la capilla, la luz y la magnificencia de la isla en medio de la nada, como un oasis en un desierto perdido, abrumaron su espíritu de fe y esperanza. El haz de luz que iluminaba el edificio guió sus pasos sin ser siquiera consciente de estar adentrándose en el límite marcado. Y solo se dio cuenta de haberlo rebasado cuando una profunda y apacible sensación inundó su interior, como si su maldición se hubiera retirado a un rincón, como si huyera del resplandor de bondad que emanaba de aquel lugar. Volvió a sentir el vínculo con Iram por primera vez en mucho tiempo. Cerró los ojos, relajando las facciones duras de su rostro, disfrutando de aquella sensación que tanto había echado de menos. Aún quedaba una esperanza, no estaba todo perdido.
Abrió los ojos con una tranquila sonrisa en el rostro, mientras se adentraba en la capilla con la intención de hablar, cuando fuera el momento, con el monje que les había conducido hasta aquí. Debía explorar la posibilidad, por pequeña que fuera, de ponerse en contacto con Iram.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric se detuvo en seco al llegar a la tierra firme y santificada por su dios. Había quedado algo rezagado al cargar con el cadaver del desdichado monje por el cenagoso terreno, de manera similar a su camino a la granja cuando apenas acababan de conocerse. Escuchó las palabras del heraldo celestial y parpadeó. Parecía confuso.
Con un grito de sorpresa dejó caer al suelo el inerte zombie que acarreaba a su espalda como una segunda y macabra mochila. Miró a su alrededor, intentando encontrar algún punto de referencia conocido, algún rostro amigo, pero el resto de los Agentes podían ver que en sus ojos solo había confusión. Una mano fue, de manera defensiva, hacia su arma, mientras la otra agarraba con fuerza la bandolera de su fiel zurrón, donde guardaba sus instrumentos de curación.
- Disculpad pero… ¿Quienes sois y donde estamos? ¿Donde está el padre Declan? ¿ Y los heridos? - parecía dirigirse sobre todo al ser que había hablado por Artorius en lugar de al mutilado monje, al reconocerlo como el único ser que servía a su Dios. - ¿ Y qué es esto y donde está mi maza? - pregunto muy confuso y casi para sí mismo al ver que, colgando de su cinto no estaba su arma habitual si no un extraño mango, Confuso y asustado, su pie izquierdo retrocedió, en actitud defensiva.
Adriana abandonó su estupor al escuchar las palabras de Godric. Se dio la vuelta y le miró extrañada.
- ¿Godric?… Godric, ¿estás bien? - tras unos segundos, al sentirle tan confuso y aturdido, se fue acercando lentamente hacia él, con los brazos estirados y ligeramente agachada, mostrándole con su lenguaje corporal su intención de no causarle ningún daño, intentando tranquilizarle con un susurro - Godric, soy yo, Adriana, nadie quiere hacerte daño, somos nosotros, tus compañeros- se quedó a escasos centímetros del sacerdote y, extendiendo su mano, rozó suavemente la de su amigo, mientras le miraba fijamente a los ojos.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La cara de Mablung paso del alivio, a la sorpresa a la estupefacción cuando vio lo que le pasaba a sus compañeros y volviéndose hacia Artorius le preguntó: - ¿ Cual dices que es el efecto de esta capilla? Parece como si Godric hubiese dejado de ser él o que el que nos acompañaba no era Godric-
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Adriana había permanecido discretamente alejada de aquella escena tras la lucha hasta que Mablung encontró el anillo y pidió su ayuda para analizarlo. Solo en ese momento se acercó al grupo, observando la brillante joya para intentar dilucidar la magia que pudiera esconder.
Arcana: 14
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los ojos de la alta elfa se fijaron en el anillo, mientras comenzaban a irradiar una leve efervescencia arcana, como un gas azulado que se elevaba tras iluminar su perfecto iris verde esmeralda. La hechicera extendió su mano sobre el pequeño objeto, pero sin tocarlo, y su posible ascendencia mágica le fue revelada.
Mientras el paciente monje parecía suspirar mirando hacía su espalda, donde el supuesto templo oculto se escondía... señalando en la dirección este, apremió a los agentes a que le siguieran, ya sin importarle que cadáveres transportaran con ellos. Sólo hizo un pequeño apunte antes de seguir caminando lentamente en la dirección que previamente había indicado con su dedo índice:
- La capilla de Lathander es camposanto... no deberéis temer, allí estaréis a salvo... a menos que seáis portadores de un mal acérrimo que anide en vuestro interior... en tal caso... no podréis pisar sus alrededores... pero entiendo que héroes como vosotros no deberían temer a esa bendición otorgada por el Señor del Renacer.
Sus palabras sonaron algo extrañas, como si ... hubiera sido capaz de adivinar algún tipo de profecía o augurio sólo para él destinado.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Mientras Adriana examinaba la joya y comenzaban a encaminarse hacia el templo con los cadavéres Godric desdobló la nota y leyó su contenido.
PbP Character: A few ;)
Adriana centró su atención en el anillo. Tras los primeros segundos en los que el color de sus ojos se transformó en un verde intenso, frunció el ceño escudriñando todo lo que podía extraer de aquel objeto. Acercó su mano a la joya, paseando sus finos y delicados dedos por encima de ella, a escasos milímetros, sin llegar a tocarla.
- Sin duda es mágico - susurró a sus compañeros, concentrada - pero no detecto maldad o bondad alguna en él. Parece que ésta característica se la aportará aquel que use este objeto y solo dependerá de la pureza de sus intenciones, de su alma - hace una pequeña pausa - aquel o… aquellos, ya que su naturaleza parece revelar que su magia se activa con dos personas, un portador y algún otro que se una con finalidades tan dispares como repartir salud, efectos mágicos o causar daño -
La hechicera cerró los ojos fuertemente durante unos segundos. Al abrirlos, el color azul cielo característico había vuelto a su mirada, abandonando el trance. Miró alternativamente al druida y al caballero.
- Mablung, Leobald, será mejor que os hagáis cargo vosotros de este objeto -
Sin más dilación, se separó tomando algo de distancia entre ella y el anillo. No quería que, por error, cayera en sus manos y desatara cualquier terrible consecuencia derivada de su maldición. Fue en este momento en el que escuchó las palabras del monje. Se detuvo como un resorte. Ella no podría entrar allí, sus entrañas se lo gritaban desde lo más profundo. Lanzó una mirada preocupada a Godric y a Mablung, reanudando la marcha a pasos lentos, quedándose rezagada.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric se segundos antes de poder leer la nota y se fijó en la preocupada mirada de Adriana.
Se acercó an ella y le tomó la mano con la que no sostenía la nota. Mirándola a los ojos le susurró.
- Adriana las guardas del Templo no deben preocuparte. Se fijan en el alma de los que entran, y la tuya es noble y pura. Puede que te aflija una maldición pero no ha manchado la pureza de tu ser. - Le aprieta un poco la mano para infundirle ánimo - Ahora le comento al clérigo si eso te hace sentir más segura y, en caso de que no puedas pasar, yo me quedo en la puerta contigo. No temas. Ahora no te quedes rezagada, voy a leer la nota por si nos da alguna pista más de los poderes del anillo y enseguida os alcanzo- le dijo con una sonrisa.
Cuanso se quedó solo comento en voz baja
- Tú si que debes tener cuidado con esas guardas pequeño amigo. - dijo sin pensar realmente en cómo se había dirigido al diablillo y se dispuso a leer la nota antes de que los demás se alejaran demasiado y se quedara solo en aquel pantano.
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Mablung miro el anillo y dijo:- Mejor que se lo quede Leobald, no creo que este hecho para un cambiaformas-.
-¿Nos vas a contar que dice la nota?- preguntó mirando a Godric.
Tras lo cual se volvió hacia el clérigo y le dijo:- Creo que tienes una idea equivocada de quienes somos, dudo que haya entre nosotros alguien que pueda entrar en la categoría de héroes, de hecho encajamos mas en el ideal de villanos. Cada uno de nosotros porta una sombra en su interior, es cierto que algunos tratan de "redimirse" y renegar de ella, pero otros la aceptamos como parte de nuestro ser. Si supone un problema sería mejor separar nuestro caminos, tenemos tareas que cumplir en el pantano con cierta premura y no quiero añadir obstáculos innecesarios a nuestro camino.-
Mientras esperaba la respuesta del clérigo se acerco a los cadáveres de los mercenarios con la intención de cortarles la cabeza y tirar los restos al foso.
El misterioso y no tan cuerdo monje escuchó las palabras del agresivo druida acerca de la oscuridad que todos los presentes portaban. No pareció inmutarse en lo más mínimo, y dejó al elfo de Dreadwood acabar su soliloquio antes de contestar.
- Yo no decido las reglas del camposanto, ni siquiera puedo desactivar su influencia o activarla, pero podéis acercaros y ver si sois afectados antes de decidir si abandonáis este camino, ... como os dije, allí se encuentra algo, o más bien alguien, que quizás estéis buscando, y quizás podáis ayudarnos de paso con un insidioso mal que se arremolina en nuestra casa. Pero entiendo vuestro recelo, y si elegís separar aquí nuestros caminos, lo respeto... intentaré llamar al resto de mis hermanos y portaremos el cuerpo de mi compañero para que reciba santo sepulcro. El resto no es de nuestra incumbencia. Aunque me sería difícil de creer que un aliado de nuestra fe, como vuestro sacerdote, se niegue a ayudar a miembros de su propia congregación, pero cosas más extrañas he visto a lo largo de mi lóngeva vida.
Mientras el desarrapado y costroso monje seguía esperando decisiones por parte de los agentes, mientras hacía un esfuerzo ingente por disimular el dolor que le producía emitir cada palabra, una diminuta voz, que provenía muy cerca de Godric, susurró a su único amigo acerca de sus ulteriores intenciones al respecto, aunque los compañeros cercanos podían oírla parcialmente.
- No me acercaré ni por asomo a ese lugar... sólo con la posible idea de que pueda radiar algo santo, hace saltar todas mis alergias... por cierto... no deberías hacer caso a las sandeces de esa misiva, es un galimatías sin sentido... y escrito sólo con la intención de confundir e influenciar al muchacho... por cierto, ya que estos monjes parecen adorar a Lathander, parece un buen lugar para deshacerte de esa arma tuya... tan molesta... una carga menos. Adriana estaría orgullosa de tí.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald asintió a Adriana y tomó el anillo de hematite para guardarlo sin más.
—Respecto a la nota manuscrita, ¿podría verla, Godric, por favor? —pidió al joven acólito—. Por mi parte, os ayudaré en cuanto pueda, perded cuidado —dijo mientras al extraño con tono conciliador— ¿Cual es vuestro nombre, hombre santo? Quizás podáis advertirnos también de algunos de los peligros de los pantanos. Esos hombres lagarto, por ejemplo. Dadnos un momento para esclarecer el asunto del pergamino y os seguiremos a vuestro refugio.
El cuerpo inerte del joven noble reposaba a sus pies, envuelto en su propia capa.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
-En ese caso denos un momento para acabar aquí y le seguiremos hasta templo- tras lo cual el druida se puso a la faena de decapitar los dos cuerpos y tirarlo al foso, aunque mantenia parte de su atención en Godric a la espera de que relevase el contenido de la nota.
Khalion trataba de escuchar los leves susurros del cosido humano mientras los cortesanos se entretenían con mensajitos y bisutería arcana. Junto al druida formaba la dupla pragmática, lejos de remilgos, en primera instancia debían garantizar que aquel encuentro no se repitiera.
-En mi antiguo gremio se valora el honor entre iguales.. -dijo ante los cuerpos aún sin cercenar.- pero la muerte es un riesgo asumiudo con cada acuerdo de caza aceptado. No aspiramos a mas, no aspiramos a menos. Fue justa lid y honorable cruce de aceros contra rival superior. -Reconoció a su manera en improvisado sepelio gremial.-
Mnateniendo Allure envainada desenfundó su cimitarra mundana para ayudar al druida a decapitar los mas que probables zombis a futuros. -Esa pieza sería bien valorada por la peletera de Saltmarsh. Lastima desconocer la labor de desuello y carecer del tiempo preciso.
Ya junto al resto, escuchando a la elfa cayó en la cuenta.-Desde que nos movemos por estos lares son muchas las circunstamcias que afectan a nuestras naturalezas. La piedra anciana y constelaciones de otros cielos, unas con efectos temporales, otras como el puente del rey afectando a los no humanos.. Querría saber mas de ese templo y de afectarnos también mantener guardia fuera. -miraba con desagrado bajo máscara al demonio volador del joven humano. -No debéis quedaros sola y a solas con este entorno, milady.
Godric permaneció un largo minuto en silencio con la nota en la mano. Aquellas palabras le eran dolorosamente conocidas. Los recuerdos de aquella aciaga noche aún le dolían. Los gritos de su amada, las carcajadas de su madrastra, sus propios gritos al acabar con la vida de la demonista e intentar salvarla... su fracaso, la mirada de ella, suplicante y en parte incrédula por ver que él le fallaba... pero en aquella ocasión las medias verdades, las falsas acusaciones no le produjeron el enfado y la frustración que le habían acompañado desde que lo guardias le encontraran arrodillado en aquella malditao mazmorra. Se sorprendió de la falta de respuesta emocional a ese respecto por su parte. Quizá el haberse sincerado con el resto de Agentes y que estos no le juzgaran en demasía, e incluso que Adriana le hubiese creído, habían comenzado a cerrar aquella herida.
Al escuchar a Leobald Godric se encogió de hombros y le pasó la nota. Con voz de hastío e incluso de lástima al referirse al joven caído dijo.
- No es más que una nota del Conde Gregorious repitiendo su versión de la historia. Y llena de medias verdades y tergiversaciones. Lo mismo que hizo en mi juicio. - Mientras Leobald ojeaba la nota Godric continuó hablando - Por ejemplo aquella maldita mujer no era la madre natural de... - esta es la única vez que su voz se quiebra, parece que no es capaz de pronunciar su nombre - .. ella. A la vista está que no huí. Acepté el juicio pensando que la verdad saldría a la luz. Este hombre, que ignora a su hija de tal manera que hasta ha cambiado el nombre de su baronía para honrar a la demonista, o era su aliado o sigue siendo un necio bajo su influjo. Además es un irresponsable y un manipulador. No sólo ha enviado al pobre Rufus a su muerte, de no haber caído en batalla con nosotros probablemente alguien le habría acabado cortando el cuello para robarle, si no que parece dispuesto a arriesgar su propia casa dando ordenes contrarias a la sentencia de la Corona. Ojalá pudiera borrar todo el daño que le he causado a esa familia, ojalá hubiera sido más fuerte, más rápido... más poderoso - dice casi ya para sí mismo.
(La nota y ahorro al master repetirla. Godric no tiene nada que esconder )
“Estimado Rufus III, querido y apreciado segundo sobrino del Barón de la Viuda, antes conocido con Barón del Grifo Rapaz, que esta carta y dedicadas palabras sirvan para recordarte el verdadero propósito de tu misión, que nunca olvides por qué nuestra casa no descansará hasta que los terribles actos de tan aciaga noche queden vengados, y nuestras almas puedan descansar en paz, quizás incluso las de aquellas que fueron arrastradas al mismísimo infierno tras el nefando ritual que fue practicado bajo los torreones de nuestra mansión, bajo nuestro mismo techo.
No confíes en nadie ni en nada, y persigue al asesino de tu prima y de tu tía hasta destruirlo, para que sus memorias descansen algún día bajo el seno del piadoso Ilmater, si eso aún es posible.
Recuerda como ese traicionero demonologista se infiltró en nuestra familia, con su cándida voz y sus altruistas actos, que tanta maldad y vileza escondían. Como sedujo a mi hija, poco a poco, atrayéndola no sólo a sus pecaminosos brazos y actos, sino a su verdadera fe, la del mismísimo Asmodeus. Como envenenó su mente lentamente, hasta tenerla totalmente bajo su control. Y como nosotros le fallamos a ella, no siendo conscientes de lo que se avecinaba hasta que fue demasiado tarde.
Aún rezo por mi amada esposa, Agrain, que fue la única en percatarse de que algo no andaba bien, hasta que esa sospecha le trajo la misma condena o algo quizás peor… puesto que no hay peor castigo o pesadilla para una madre, que el ver como tu propia hija, enaltecida por su diabólico aliado con piel de sanador, te sacrifica en un altar infernal para abrir un portal al mismísimo averno.
Como según los múltiples testigos, que, alertados por los terribles alaridos de esa santa esposa, siendo sometida a la peor de las torturas, llegaron justo a tiempo de ver como esa daga se clavaba en su corazón mientras su cuerpo perdía la vida sobre aquel impío altar a ese Dios del inframundo. Todos me describieron con exacto detalle como mi hija atravesó ese portal mientras su piel se calcinaba y su forma cambiaba a la de un hermoso pero mortal diablo, cuernos y alas, azufre y fuego… toda su inocencia truncada… y mientras él… sólo podía perderse entre sus propias carcajadas de locura y éxtasis ante una obra tan infame y exitosa de cobrarse dos almas para la sima eterna.
El traidor huyó, a pesar de las decenas de bajas que desató sobre mis guardias, de como invocó ese fuego abrasador que surgía de más grietas y portales a ese mundo que no debería existir, y al que mi pequeña Alda nunca debió llegar. Aún así no se fue indemne, … el misericordioso Ilmater otorgó a nuestro pater Fidelis el suficiente poder como para maldecirle… medrarle… y aun así lo logró, junto a su sombrío familiar. Su regocijo, y su locura llena de ira y risas que perforaban hasta las mentes mas cuerda perdurará en nuestros más siniestros sueños privándonos del descanso… pero no podrá huir para siempre.
Da igual donde o cuanto se oculte, todos los recursos de nuestra familia, nuestros caballeros, y todos los medios disponibles, serán invertidos en que esa criatura de pura maldad, porque no puedo llamarle humano, pague por lo que hizo. Ya hemos enviado incluso enviados divinos de alto poder, pero no hemos obtenido éxito alguno en encontrarle, ni siquiera pagando por los más poderosos augurios. Algo o alguien le oculta. Destruye esa fuente y arrástralo a luz de nuevo, como él arrastró a nuestros seres queridos, y una vez expuesto, otórgale la más vil de las muertes.
Recuerda Rufus por lo que combates, por lo que luchas, no sólo por eliminar a ese demonio de este plano, sino por la salvación de las almas de tus más cercanos parientes.
Con respeto y admiración.
Barón Gregorius, señor de la baronía de la viuda"
- No os preocupéis - le tranquilza al mutilado clérigo - Iremos con usted y veremos cómo podemos ayudar. Yo llevaré el cuerpo de nuestro hermano caído. En cierto modo me siento responsable de su destino ya que fue utilizado para intentar matarme. Desconozco que artes utilizaron los cazarrecompensas para levantarlo como un no muerto, pero lo lamento mucho. - Dice reforzando la idea de que el grupo irá hasta el Templo. - Si, ,como teme Mablung nuestras sombras nos impiden entrar en el mismo, aún así haremos lo que podamos. Quisiera, sin embargo preguntaros algo. Por favor, no me contestéis con palabras, pues es evidente que os causan dolor - Godric no entendía porqué el clérigo se había autoimpuesto aquel castigo, pues lógicamente de haberlo deseado podría sanarse a sí mismo, aún así no pudo evitar comentar mientras los demás se aseguraban que los caídos no volverían a molestarles - Hacedme saber si puedo hacer algo para aliviar vuestra penitencia, pero como decía, por favor con señalarnos la dirección bastará. Verá hermano, hemos venido en busca de los hombres-largato. Traemos un mensaje de parte de la ciudad de Saltmarsh y puede que consigamos que las cosas no empeoren.¿Podeis indicarnos la dirección donde están? -
Una vez terminada la grotesca tarea por parte de Mablung y Khalion, y mientras andaban hacia el templò, algo rezagado del clérigo que les guiaba en cabeza por las ciénagas, Godric, carhgdo con el cuerpo del desafortunado clérigo que había sido utilizado como cebo para atraparle, contestó en voz baja a Ostor. Parecía más una costumbre hablarle así que intentar ocultar su voz al resto de los compañeros
- No Ostor no. Este hombre parece seguir a Amanutor, una versión antigua y más beligerante e... intransigente del Lord de la Mañana. No sé qué le ha podido llevar a comenter ese acto de tortura sobre sí mismo, pero no dejaré este arma sagrada en una capilla en mitad de un desierto. Como le prometí a Adriana, la llevaré tan pronto como seamos libres de nuevo ante el Señor del Amanacer, el patriaca de Lathander, y se la devolveré a él. Eso hará que se sienta orgullosa de mí. Ahora permite que me concentre en no romperme la espalda cargando con este pobre desdichado. -
PbP Character: A few ;)
Una vez los cuerpos descabezaos descansaban en el fondo del foso, Mablung envaino su cimitarra, le dio una palmada en la espalda a Godric y se dispuso a seguir al extraño clérigo. Por precaución saco su arco y coloco una flecha, solo por si acaso el pantano tenia otras sorpresas reservadas para ellos.
El monje se dispuso a acompañar a los agentes de Saltmarsh hasta su refugio sagrado, después de que las actividades de tala de testas acabara. Sus pasos parecían seguros entre los difíciles terrenos del pantano, e incluso si ya estaban sobre superficie más firme, el hombre sabía perfectamente donde pisar, como si hubiera habitado este tipo de entorno durante años. Dirigíéndose primero a Leobald, al que parecía mirar de reojo con cierto respecto desde sus hundidos ojos, éste reveló su nombre sin darle demasiada importancia. Pero para hacerlo, y debido al dolor que le producía emitir sonidos desde su propia persona, el misterioso humano alzo la mano y comenzó a conjurar algo... con una sumisa plegaria y alzando su mano derecha con la palma hacía arriba. Un halo de luz comenzó a formarse sobre ésta, y paso a conglomerarse en forma de esfera radiante contenida por curvilíneos adornos dorados y orbitada por tres alas luminiscentes. Como si fuera su propia voz, el angelical ente comenzó a hablar de algún modo como en nombre de su invocador.
"Familiar" de Artorius:
- Mi nombre es hermano Artorius, prelado de nuestro señor Lathander el renacido desde la ira y protector del mundo... En cuanto a los pantanos, hay muchos y diversos peligros. Al sur hay una inmensa bestia... devoradora de hombres... de escamas duras como el granito más sólido... y colmillos afilados como espadas, su cubil está cerca del mar, en una zona de manglares y aguas más profundas. Nos os acerquéis nunca. Están los hombres lagartos, liderados por su reina, son tremendamente territoriales y agresivos si no se saben tratar, además últimamente están mucho más activos, y mejor armados, ... de sus primitivas armas y armaduras de hueso, piedra y escamas... han pasado a poseer equipo en acero de bastante calidad... su fortaleza ocupa varias cavernas y subterráneos cerca de la costa, al suroeste, en una colinas bastante elevadas. Hay varias entradas, algunas más vigiladas que otras. Al norte, y atravesando el río Dunwater, está el bosque ahogado... donde se dice que hace años ocurrió algún tipo de cataclismo, quizás relacionado con la Plaga de Conjuros que asoló los Reinos... ahora es una zona infectada por la putrefacción, ... hongos venenosos y criaturas mutadas... Ningún ser vivo oriundo de estas marismas se atreve a moverse cerca de esa llaga tumefacta que es ahora esa zona.
Con un gesto de su mano, el prelado señaló en una dirección, al hablar de los hombres lagarto, como había solicitado Godric, y se giró haciendo una reverencia agradecido al joven sanador, por arrastrar a su compañero caído. Mientras, un mal contenido grito ahogado de pánico proveniente de Ostor, cuando la esfera radiante que hablaba hizo aparición, acompañó a un invisible aleteo que parecía alejarse de la zona raudo... quitándose de en medio ante lo que consideraba un inminente peligro para su diminuta pero diabólica presencia.
El paseo pareció proseguir por casi media hora más, y a pesar de que la capilla no estaba geográficamente demasiado lejos, el moverse por aquel entorno, enlentecía cualquier movimiento hasta la exhaustación, menos para Khalion, que sus botas le permitía caminar como si nada le entorpeciera, otorgándole una agilidad envidiada por todos los demás. Finalmente, el esfuerzo dio su fruto, y tras volver a la zona más pantanosa, abandonado la firmeza de las colinas, el paisaje se volvió más cenagoso, pero, en mitad de un remanso de aguas estancadas, sobre una pequeña isla, una bella capilla, que sin duda había conocido mejores tiempos les esperaba. La rodeaba unos jardines repletos de hermosas flores, que se entrelazaban con las lápidas de un disperso camposanto. Enredaderas e hiedras, escalaban los muros de gran parte de la estructura, dándole un aspecto de vergel bendecido. No parecía verse a nadie en el exterior, lo que también le otorgaba un aura de paz y tranquilidad, un remanso donde descansar. Lo más llamativo, era como de alguna manera, el encapotado cielo perenne de la región, parecía abrir un hueco entre las nubes justamente sobre la eclesíastica estructura, dejando caer un haz de luz solar que, atravesando el firmamento, iluminaba directamente la capilla.
Capilla de Lathander:
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Leobald leyó la nota y la guardó con rostro petreo. Asintió agradecido a las revelaciones del hermano Astorius y le siguió junto a sus compañeros entre la inmundicia del pantano.
El caballero caminaba trabajosamente arrastrando el cadáver del joven noble, que reposaba respetuosamente acomodado sobre su enorme escudo alagrimado. Como un penco de carga, tiraba del peso con resignación entre los juncos y el barro. La humedad y el peso del metal empezaban a hacer mella en sus castigadas articulaciones, pero no se quejó ni una sola vez.
Cuando la visión de aquel lugar sagrado apareció ante ellos se sintió renovar. Se permitió respirar profundamente antes de enjugarse el sudor y cubrir los últimos pasos hasta el refugio.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
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Durante el camino Mablung le preguntó a Artorius:- Antes mencionaste que en el templo había alguien a quien buscábamos. ¿ Quien es? Y como sabéis que buscamos a alguien?, no hemos mencionado nada de que hacemos en los pantanos.-
Mientras recorrían los últimos pasos para cruzar las cenagosas aguas que los separaban de la pequeña isla santuario, la esfera cargada de divinidad comenzó de nuevo a resonar en respuesta a las cuestiones planteadas por el druida. Su metálica voz, lejos de parecer fría y automatizada, portaba cálidos tonos casi musicales al comunicarse, transmitiendo las respuestas del prelado Artorius.
- Oh grandes preguntas, y lógicas a su manera, echaba de menos una charla con alguien ajeno a la orden que conservara tanta astucia. Sin duda hubieras sido un buen hechicero o erudito, pero por lo que vi en el combate contra aquellos degenerados, la naturaleza te reclamó primero... He observado vuestras cintas doradas atadas a vuestros antebrazos, no todos las portáis, pero si la mayoría, así que he deducido que sois Agentes de Saltmarsh, recordar que vuestros antecesores, perdieron la vida en este mismo pantano, y por tanto me sois ya familiares. En la capilla hay una persona que pertenece también a la milicia de Saltmarsh, o al menos lleva sus colores y emblema, alguien perdido que fue encontrado. No está en su mejor forma, pero si fuera de peligro... y aunque quizás no sea vuestra principal misión, puesto que os dirigís hacía la fortaleza de los hombres lagarto, podría estar agradecido de recibir vuestra ayuda.
Satisfecho de su respuesta, el monje vadeó con pericia los últimos bancales de los humedales y puso pie firme en la bendecida isla, mientras todos los invitados iban haciendo lo mismo, siguiendo sus pasos con cuidado y determinación. Una vez allí, se dieron cuenta de que la capilla que presidía la ínsula parecía mucho más grande de cerca, o quizás fuera el efecto óptico producido por el cono de luz solar que la bañaba, proporcionando calidez en sus rostros y almas. El aroma de las flores y jardines cuidados que rodeaban la estructura era embriagador y agradable, y desde la verde y fértil tierra que rodeaba a la planta principal del templo, se adivinaban decenas de lápidas, algunas, las más antiguas, languidecían prácticamente ocultas entre los arbustos cargados de coloridos brotes.
- Por favor pasad adentro... veo que a nadie le ha sido vetada la entrada... quizás vuestros corazones no sean tan oscuros como me habéis querido hacer creer, o quizás el divino poder que yacía en este lugar haya palidecido con los siglos y el desgaste. En cualquier caso os proporcionaremos cobijo y alimento, y con suerte, aceptaréis escuchar nuestro problema y hacerle honor a vuestras lealtades para ayudarnos a solucionarlo... aunque es peligroso y ... quizás sea demasiado pediros el favor, aceptaremos vuestra decisión sea la que sea. Pero lo primero es lo primero... atravesad el umbral y abandonad toda esp... perdón... toda penalidad. Dentro nos esperan el resto de hermanos.
El efecto de la isla pareció prácticamente inerte para algunos de los allí presentes, tanto Nadie, como Mablung, Nock o Leobald simplemente sentían como el peso del viaje y el cansancio, se volvía más liviano. Sin embargo, para algunos otros, los efectos secundarios comenzaron a hacer mella... Khalion volvió a sentirse sólo, aislado, y de algún modos sus azules e iridiscentes ojos que emanaban constantemente vapor mágico, dejaron de hacerlo. Por primera vez, a través de los orificios de su plateada máscara, se podían adivinar unos hermosos y profundos ojos élficos, de un color azul claro. El cambio en Adriana fue más interno que externo... su "conexión" con sus "hijos" y su nuevo heraldo había disminuido hasta prácticamente desaparecer, su piel se erizaba al sentir como casi, podía incluso sentir aquel contacto ya casi olvidado con Iram... en una versión casi insustancial... pero allí estaba... y luego estaba Godric...
Ha pasado tiempo, pero os recuerdo simplemente que había una misión secundaria que os pidió Eliander donde debíais encontrar a tres scouts perdidos en los pantanos. Teníais incluso nombres y rangos.
" ¡Oh la Oscuridad...! "
Adriana siguió a sus compañeros a través del barrizal con un gesto preocupado. Se aferraba a las palabras de ánimo de Godric como a una tabla de salvación, pero en su fuero interno seguía convencida de que no se le permitiría la entrada a las tierras sagradas a las que se aproximaban.
Cuando llegaron a la capilla, la luz y la magnificencia de la isla en medio de la nada, como un oasis en un desierto perdido, abrumaron su espíritu de fe y esperanza. El haz de luz que iluminaba el edificio guió sus pasos sin ser siquiera consciente de estar adentrándose en el límite marcado. Y solo se dio cuenta de haberlo rebasado cuando una profunda y apacible sensación inundó su interior, como si su maldición se hubiera retirado a un rincón, como si huyera del resplandor de bondad que emanaba de aquel lugar. Volvió a sentir el vínculo con Iram por primera vez en mucho tiempo. Cerró los ojos, relajando las facciones duras de su rostro, disfrutando de aquella sensación que tanto había echado de menos. Aún quedaba una esperanza, no estaba todo perdido.
Abrió los ojos con una tranquila sonrisa en el rostro, mientras se adentraba en la capilla con la intención de hablar, cuando fuera el momento, con el monje que les había conducido hasta aquí. Debía explorar la posibilidad, por pequeña que fuera, de ponerse en contacto con Iram.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Godric se detuvo en seco al llegar a la tierra firme y santificada por su dios. Había quedado algo rezagado al cargar con el cadaver del desdichado monje por el cenagoso terreno, de manera similar a su camino a la granja cuando apenas acababan de conocerse. Escuchó las palabras del heraldo celestial y parpadeó. Parecía confuso.
Con un grito de sorpresa dejó caer al suelo el inerte zombie que acarreaba a su espalda como una segunda y macabra mochila. Miró a su alrededor, intentando encontrar algún punto de referencia conocido, algún rostro amigo, pero el resto de los Agentes podían ver que en sus ojos solo había confusión. Una mano fue, de manera defensiva, hacia su arma, mientras la otra agarraba con fuerza la bandolera de su fiel zurrón, donde guardaba sus instrumentos de curación.
- Disculpad pero… ¿Quienes sois y donde estamos? ¿Donde está el padre Declan? ¿ Y los heridos? - parecía dirigirse sobre todo al ser que había hablado por Artorius en lugar de al mutilado monje, al reconocerlo como el único ser que servía a su Dios. - ¿ Y qué es esto y donde está mi maza? - pregunto muy confuso y casi para sí mismo al ver que, colgando de su cinto no estaba su arma habitual si no un extraño mango,
Confuso y asustado, su pie izquierdo retrocedió, en actitud defensiva.
PbP Character: A few ;)
Adriana abandonó su estupor al escuchar las palabras de Godric. Se dio la vuelta y le miró extrañada.
- ¿Godric?… Godric, ¿estás bien? - tras unos segundos, al sentirle tan confuso y aturdido, se fue acercando lentamente hacia él, con los brazos estirados y ligeramente agachada, mostrándole con su lenguaje corporal su intención de no causarle ningún daño, intentando tranquilizarle con un susurro - Godric, soy yo, Adriana, nadie quiere hacerte daño, somos nosotros, tus compañeros - se quedó a escasos centímetros del sacerdote y, extendiendo su mano, rozó suavemente la de su amigo, mientras le miraba fijamente a los ojos.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
La cara de Mablung paso del alivio, a la sorpresa a la estupefacción cuando vio lo que le pasaba a sus compañeros y volviéndose hacia Artorius le preguntó: - ¿ Cual dices que es el efecto de esta capilla? Parece como si Godric hubiese dejado de ser él o que el que nos acompañaba no era Godric-