Saxa no pudo contestar inmediatamente a Fritz. La veterana mercenaria estaba centrada ahora en evaluar la mejor opción para la supervivencia del grupo. Dejó que el kender se fuera ocupando de ir localizando las armas en su zurrón mágico y ella fue observando el campo de batalla.
Uri ya había acabado con uno de los enemigos de la derecha. Mientras, el grupo del semi-ogro seguía asesinando a diestro y siniestro. La mejor opción para la supervivencia del grupo parecía pasar por que Uri y Remi, que podían atacar a distancia, fueran debilitando al semi-ogro y a su grupo. Mientras, Averil, Fritz y ella podrían atacar a los que quedaban del grupo de la derecha.
Parecía una buena estrategia, pero aún tenían que implementarla y para ello necesitaban recuperar sus armas. Entonces ya si, se volvió a Fritz. No perdió mucho tiempo en extrañarse de que su gigantesca hacha hubiera podido caber en aquel zurrón tan pequeño, así que intentó rebuscar aquel familiar mango lleno de nombres y fechas grabados.
- Van a pagar por esto, Fritz. Créeme, que lo van a hacer - fue todo lo que pudo decir en respuesta a su pequeño amigo mientras buscaba.
El retumbar de los caballos se iba acercando a ellos. Frizt aún perplejo, luchaba con el cierre de su saquillo especial y rebuscaba metiendo el brazo hasta más allá del codo. El que el grupo del semi-ogro estuviera masacrando a una parte de la milica de Vogler unos metros más abajo no ayudaba a que el kender se concentrara. Por fin sacó la espada de Averil, que la Escudera cogió con presteza y se encaró con los jinetes que cargaban hacia ellos.
Remington quiso lanzar un orbe de fuego a sus atacantes pero, aunque consiguió mantener la presencia de ánimo para invocar su magia pese al cada vez más ensordecedor retumbar de los cascos, no la mantuvo para arrojar el orbe a uno de ellos, lanzándolo demasiado alto. De mente rápida, el joven aprendiz de mago corrió hasta el cercano muro, que aunque bajo, le podía proporcionar la suficiente cobertura contra los atacantes.
Uri acabó con uno de los jinetes con un disparo certero, mientras en las faldas de la colina el grupo de Gargois, el semi-ogro, se abría paso entre los pobres defensores.
Saxa no aguantó más la impaciencia y cuando Frizt sacó su pequeña espada corta del saquillo metió ella misma la mano, sin saber cómo usarlo, pero con la idea clara de recuperar su hacha. De pronto sintió el mango de la misma y cerró su mano ante él. Con un suspiro de satisfacción enarboló su arma, para ver pasar veloces a su lado a los jinetes.
Uno de ellos, habiendo visto esconderse al mago tras el muro, intentó cortar al hechicero pero lo hizo cuando su montura saltaba el muro y Remi vio como la espada pasaba varios centímetros por encima de su cabeza.
Averil desvió la lanza del segundo, empujando con el hombro al caballo para hacerle dar un paso lateral y cortar así su carga, enzarzándose con el jinete en un combate letal.
El tercero pasó raudo en busca de la elfa que había acabado con la vida de su compañero. Pero menospreció a la ágil elfa que se mantuvo firme hasta el último segundo. Girando sobre sí misma se apartó con rapidez del camino de la lanza y del caballo. El jinete, sorprendido de que su objetivo no estuviera donde debería estar, no pudo modificar el ángulo de su lanza a tiempo y esta se clavó contra el suelo donde había estado Uri. La inercia hizo que el asta de la lanza se doblase más allá de lo que parecía posible y por un segundo pareció que el jinete iba a ser derribado por su propia arma, pero en el último instante la madera cedió y la lanza se partió. Con un reniego el mercenario desenfundó una espada e hizo girar a su caballo para enfrenarse a la escurridiza elfa.
De otra parte de la lucha, uno de los mercenarios traidores, que ha sufrido una fea herida en la ceja, ve cómo el jinete tiene problemas y, recuperando su arma del cuerpo de un pueblerino, corre a unirse al jinete para acorralar a la elfa.
Sintiéndose ya más segura ahora que tenía el hacha en la mano, Saxa pudo ver por el rabillo del ojo cómo Averil hería con un buen golpe de su espada al mercenario que había cargado contra ella. También percibió que otro de ellos estaba demasiado cerca de Remi, y aunque no le gustaba la idea de dejar al mago expuesto, si Fritz podía acudir en su ayuda entonces no se quedaría solo y ella podría interceptar al que tenía delante. Siguiendo esta lógica, y soltando un grito, se lanzó hacia adelante, blandiendo su hacha hacia su enemigo. Pero por desgracia, no logró acertar.
Quizás fue porque aún no se podía creer lo que le estaba pasando. Había combatido muchas, muchísimas veces. Pero lo que había presenciado en aquél lugar ... eso ... eso no se lo había esperado para nada.
La exploradora miraba a sus compañeros con urgencia, mientras éstos iban recuperando sus armas y los jinetes se les echaban encima irremediablemente. Sobre todo le preocupaba el joven Remi que, tras su hechizo fallido, buscaba refugio tras el muro cercano.
Todo se desarrollaba a una velocidad vertiginosa y en cuestión de segundos el grupo estaba prácticamente rodeado. Miró a ambos lados buscando una alternativa. Necesitaba ganar terreno y se estaba quedando sin él. Mientras valoraba la idea de apartarse lo máximo posible, sintió la furia de la mirada no solo del enemigo más cercano, sino de otro espontáneo que acababa de aparecer frente a ella.
De un grácil salto hacia atrás, sin dar oportunidad a recibir un ataque, se posicionó justo al lado de Saxa, a la que lanzó una intensa y fugaz mirada de complicidad, para desviarla y apuntar al incauto que acababa de hacer acto de presencia. El grito de rabia que aquel humano profería se ahogó en su propia sangre cuando la flecha se clavó en su garganta, diluyéndose así su último aliento de vida.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remi trastabillaba entre el muro y su despiadado oponente, que había reconocido en él a una presa fácil. Aquello era una pesadilla ¿Acaso iba a morir allí? Aterrorizado y tratando de reprimimir un gritito, conjuró apresuradamente las palabras de protección para rodearse de la armadura de mago. Acto seguido se movió tan rápido como pudo para ponerse tras Fritz, pero el mercenario lanzó un tajo que estuvo a punto de hacerle una fea herida, de no ser porque los reflejos del aprendiz dieron la voz de alarma a tiempo.
—¡Kilpi!—gritó apretando el puño sobre su cabeza.
La espada rebotó desviada por una barrera de fuerza apenas perceptible, como un latido.
La batalla se recrudecía alrededor del grupo que resistía el embate de los traicioneros mercenarios. Pasada la sorpresa y el horror inicial, las fuerzas de Vogler comenzaban a reaccionar y la lucha empezaba a tomar otro sentido. Los mercenarios aún llevaban las de ganar pero ya no se enfrentaban a sorprendidos habitantes si no a la milica de Vogler que, con las órdenes de sus oficiales comenzaban a plantar cara a los asesinos.
En lo alto de la colina, donde estaban la alcaldesa Raven, Becklin y Cudgel, se podían escuchar también ruidos de lucha y órdenes apresuradas.
Remi había escapado del filo del arma del mercenario gracias a la magia. Averil desvió sin problema la lanza del mercenario que la acosaba con el escudo de Ispin. Uri, que no se había olvidado del soldado que la había intentado ensartar con la lanza, vio que este espoleaba al caballo para intentarlo de nuevo. Pero cometió un error fatal. Ignorar a la bárbara que, firmemente plantada, ahora sí tenía su arma lista le costó demasiado caro.
Saxa no dejó que el hombre pasara por su lado, levantando el hacha por encima de su cabeza, golpeó al mercenario en el pecho al pasar. Escuchó los huesos romperse y la sangre salpicó el rostro de la bárbara que observó con satisfacción como su enemigo caía al suelo y se partía la espalda con el impacto. El caballo galopó un poco dirección a la elfa, pero sin la guía del jinete pasó al lado de Uri piafando intranquilo, pero inofensivo.
Ya con la espada que Ispin le había regalado Fritz se sintió con garantías de enfrentarse a aquellos malos muy malos que de la forma mas cobarde estaban asesinando a indefensos ciudadnos de Vogler. El joven mago se escondía sin duda alguna peor que su gato, del que no había noticia. Sobrepasado por los acontecimientos hizo lo mas inteligente, juntarse para permanecer juntos con mas garantías de supervivencia. Con peores intenciones le siguió uno de los traicioneros mercenarios a caballo, dispuesto a dar cuenta del joven hechicero, que de no haber estado el frugal kender habría completado su misión. Desafortunadamente para él, un inofensivo humanoide saltarín apareció a su lado acertando con su espadita los ligamentos de la rodilla y el estribo que le sujetaba a su montura. Desequilibrado, cayó de la mejor manera posible, cabeza primero en un ángulo inverosímil y un crujido de vértebras que auguraba pocas opciones de responder a aquel ataque.
Apenas disfrutaban del encontronazo cuando un malherido Vogleriano consiguió llegar hasta su posición. No se lo pensó y extrajo el vial que Cudgel les había entregado pocas horas antes. Se arrodilló junto a él sin perder de vista las amenazas que sobre ellos se cernían. -Remi.. ayúdame, está muy mal.-esperando que el mago prestara cuidados mientras Fritz protegía la posición.
Remington asiente y da a beber la poción al herido el cual respira aliviado cuando sus heridas se cierran parcialmente y agradece al mago y al kender su ayuda, cierra los ojos un segundo pero al escuchar los ruidos de batalla a su alrededor, cierra la mano en torno a la lanza del mercenario caído y con un asentimiento a sus salvadores vuelve a la refriega para ayudar a sus amigos.
La bárbara, que ya destaca de forma habitual por su tamaño y lo fogoso de su largo cabello, parece ahora una llamarada completa cuando la sangre del enemigo que acaba de matar cubre su cara, parte de su atuendo y su enorme hacha. Volviendo a evaluar el campo de batalla, se fija en que en sus cercanías ya sólo queda vivo el contrincante de Averil. Mientras, el grupo del semi-ogro sigue acercándose poco a poco.
Sin pensar mucho, se apresta a situarse al lado de Averil y le dice:
- ¡Deja que te ayude con ese!
Sin esperar respuesta de ningún tipo, simplemente se lanza al ataque, su hacha destroza al mercenario y la escudera de Solamnia se queda liberada. Saxa grita entonces para que la oigan sus amigos:
- ¡Avanzad! ¡¡Todos juntos, vamos!! ¡¡Vamos a enseñar a esos desgraciados el precio por destrozar tantas vidas inocentes y el último deseo de Ispin!!
Empieza entonces a avanzar hasta el grupo del semiogro. Un despavorido caballo irrumpe en la escena huyendo de la batalla y casi se la lleva por delante, pero Saxa consigue apartarse en el último segundo y sigue preparada para recibir a sus enemigos.
Uri suspiró aliviada cuando Saxa se deshizo de aquel tipo que, claramente, tenía una fijación enfermiza con la elfa. Fritz también se había encargado de su propio atacante y, ahora que habían acabado con las distracciones, era urgente centrarse en el semi-ogro que asesinaba sin piedad a los voglerianos.
La cazadora tensó su arco al máximo y con su ojo diestro observó a su objetivo. A punto de soltar la cuerda, en el último momento, uno de los lugareños se interpuso en su visión, intentando defenderse de la ira de aquel ser. No lo vio claro y prefirió no correr el riesgo de dañarle a él en vez de al enemigo, así que con una sutil desviación de apenas unos milímetros, la flecha se perdió en el horizonte sin objetivo alguno.
Aprovechando la cercanía del árbol, Uri se impulsó desde el suelo para realizar una grácil cabriola que habría impresionado a los allí presentes si no hubiese sido porque la rama que escogió para agarrarse ya estaba medio quebrada. Aunque el cuerpo de la elfa era liviano, no pudo aguantar el peso y cayó de culo con un ruido sordo. Levantándose y sacudiéndose el polvo, ligeramente sonrojada de la vergüenza, decidió esta vez ocultarse tras el tronco y evitar males mayores. Desde donde se encontraba, estaba segura de no ser vista por el semi-ogro que ya había ganado terreno y se encaraba con Saxa y Fritz.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El semi ogro Gargois había tenido una mañana gloriosa. Un copioso desayuno que hubiera alimentado a 5 hombres y una paso por letrinas tan memorable como placentero. Un día redondo con el mejor colofón posible, un baño de sangre despiadado y salvaje y campo libre para realizar aquellas perversiones que aterraban hasta a sus propios compañeros de fechorías. Además, poco tardó en fijar su depravada obsesión en la bárbara sureña de pelo fogoso que se preparaba de manera inocente con armas de madera. Tan solo debía esperar la orden para romper la mascarada y gozar como hacía mucho.
Y no tuvo que esperar mucho pese que le parecieran eones para comenzar su personal carnicería. Cráneos aplastados y huesos fracturados, miembros amputados y hemorragias abiertas fueron el aperitivo perfecto pero poco saciador que rpecedían al plato principal, aquella humana corpulenta que le retaba sin miramientos desde lo alto de la colina. Blandía un hacha a dos manos que no debería tener, pero aquello solo hacía que su excitación creciera como algo lo hacía bajo su calzón. Todas las cautivas que le dejaban tras los saqueos no sobrevivían ni 10 minutos de sus "juegos" pero aquella corpulenta sureña auguraba que iba a ser el mejor puto día de toda su vida.
Dejando atrás muerte y lamentos el semi ogro, mas caliente de lo normal, avanzó hacia su particular cita en lo alto de la loma. Pero aquel día solo hacía que mejorar. Junto a ella, otra pelirroja acorazada con un ridículo escudo verde, mas allá un pusilánime humano acongojado por los suelos y una elfa incapaz de subir a un arbol. Aquello iba a ser su personal parque de atracciones y no podía parar de fantasear con los "juguetes" que iba a usar. Unos pocos pasos mas y por fin llegó a la cita de sus sueños, embriagado y erecto como hacía tiempo, dispuesto a dar su trato especial y mejores y depravadas atenciones a la pareja de juguetes-hembra de pelo ígneo.
Nada podía joder aquel momento de perfecto.. -UUUaaaaaaaaaaalaaaaaaaaa...- dijo un mequetrefe de pelo rojo bajo un sombrero de cuero a la espalda de la guerrera, acercándose con estúpidos saltitos.- Mira Saxa!!! Tiene el cuerpo de su parte ogro pero por qué tiene colita de su parte humana?-dijo curioso..- Bueno, quizá esa mitad sea gnoma, no? JO, pero debe ser difícil ir al baño con esas manazas y tan poca.. bueno.. -Aún no había tenido tiempo de que la cólera guiara sus siguientes movimientos cuando se vio sujetandose las tripas. La orgía de visceras y sangre, aunque propias, llevaron a Gargois al siguiente nivel de incotrolable y sádica vorágine de maldad.
Aprovechando el grito de dolor mientras intentaba sujetarse las tripas tras el enorme tajo del pequeño kender, Averil no dejó que la sorpresa por la habilidad del hombrecillo con la hoja sólo estuviera rivalizada por su afilada lengua. Sin ocultar una media sonrisa por las palabras de Fritz y la expresión de rabia del maldito semi-ogro, Averil lanzó su espada hacia delante, clavándola profundamente en el hombro de Gargois.
El enorme semi-ogro gritó de dolor y miró con rabia a la pelirroja acorazada. Iba a hacer que se comiera aquel ridículo escudo verde que llevaba.
Saxa llega por fin al encuentro con el semi-ogro. Mientras se va acercando se fija en el estado abultado de su calzón y la bárbara no se puede creer lo que ve.
- ¿Pero en serio? ¿En serio está empalm...?
Se interrumpe cuando escucha el comentario de Fritz y entonces no puede evitar partirse de risa. Y esa risa parece darle renovadas energías a la mujer cubierta de rojo, que aferra su hacha con aún más firmeza y termina de acercarse al enorme ser.
Averil y Fritz ya le han hecho varias heridas y ella, desde luego, tiene intención de rematar la jugada:
- ¡Fin de la diversión, bastardo! - grita mientras hace un giro de muñecas que lleva a que el hacha corte de forma lateral ... llevándose con él la cabeza del semi-ogro, que sale despedida hasta varios pasos más alla.
Con una media sonrisa, y respirando con fuerza, Saxa comprueba como el resto del cuerpo golpea la tierra del campo de batalla.
Uri observaba con preocupación el enfrentamiento que estaba a punto de tener lugar entre Saxa y Fritz. Ese semi-ogro sanguinario y despiadado podía hacerles mucho daño.
De pronto, una voz que reconoció pertenecer al kender, se elevó por encima del fragor de la batalla. - “¿qué…? ¿Cómo…?” - se susurró a sí misma, sin dar crédito a las palabras que el kender profería por su boca. La elfa retuvo una sonora carcajada, pero no pudo evitar soltar una risa divertida y fijar su mirada de elfa en las partes nobles del enemigo para comprobar la veracidad de las afirmaciones de su compañero. Con una sonrisa en la cara, aún escondida, fue testigo con satisfacción de cómo Saxa terminaba con su miserable existencia.
Recuperada del ataque de risa inicial, fijó su siguiente objetivo en el grupo de dos que seguían masacrando a los milicianos. Apuntó y disparó, pero las palabras del kender resonaron en su cabeza y otra risita incontrolable evitó que su flecha acertara al enemigo con la fuerza suficiente como para herirle, dejándola simplemente clavada y colgante en la armadura.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los proyectiles de energía púrpura surcaron el aire del campo de batalla impactando a uno de los traidores. El mercenario, que estaba a punto de ensartar a otro de los desvalidos milicianos, cayó al suelo con el pecho carbonizado. Desde lo alto de la colina, Remington aun permanecía apuntando a su objetivo con la varita de tejo y cara de funeral.
No podía entender de qué se reían sus compañeros. ¡Aquello era horrible! Se jugaban el pescuezo y, aunque habían conseguido girar el rumbo de la batalla a su favor, aun podía pasar cualquier cosa. El aprendiz se apresuró a acercarse a sus compañeros para cerrar la formación.
Entre alegres saltitos Fritz comenzó el descenso de la loma adelantando a la rodante cabeza de Gargois que aún reflejaba la expresión de sorpresa. Su nuevo objetivo eran los remanentes mercenarios que aún luchaban cada vez con menos convicción. Ver a su lider derrotado y humillado por aquel extraño grupo de aventureros mucho mas peligrosos de lo que se esperaban no ayudaba para su moral. Y menos cuando el kender, a priori demasiado lejos, apareció a su lado y con un sencillo movimiento dejaba un nuevo cadáver bandido en el suelo.
Los mercenarios traidores que quedaban miraban a su alrededor confusos y con el miedo reflejado en sus rostros. Al parecer aquello no estaba saliendo como habían planeado. Bajando de lo alto de la colina, bajaba una Caballero de Solamnia con su arma en la mano. La milica de Vogler, aunque había sido diezmada en el ataque inicial, pasada la sorpresa de la traición se estaba reagrupando bajo las órdenes de Darret, al cual se le podía escuchar dando órdenes. El que la cabeza de su líder llegara rodando tras el kender que había desjarretado a uno de ellos fue lo que necesitaban y, usando las lanzas para mantener a raya a los defensores, salieron corriendo para perderse en los árboles del linde de la colina.
Saxa gruñó, dispuesta a salir corriendo tras ellos, pero una mano enguantada la detuvo.
- Déjalo Saxa -le dijo Averil tratando de calmarla - nos necesitan aqui..- hizo un gesto para indicarle la cantidad de caídos y heridos que había a su alrededor.
Los dos voglerianos que quedaban vivos les miraban con cara de agradecimiento pero uno se arrodilló al suelo y sostuvo en su regazo a un moribundo compañero.
- Pencus.. Pencus... aguanta - le suplicaba mientras intentaba, sin éxito detener la hemorragia del vientre del compañero caído.
Averil se arrodilló a su lado y lanzando un profundo suspiro, sacó de debajo de su armadura el símbolo de Paladine. Tal y como hiciera con el kender, extendió una de sus manos sobre la herida, sin llegar a tocarla, y una brillante luz plateada se extendió de su mano hasta el vientre del llamado Pencus. Ante los estupefactos ojos de todos, incluida Bekclin que llegaba a la carrera, la herida se cerró y dejó de sangrar y Pencus recobró algo de color.
- Aún está malherido - informó Averil a su boquiabierto amigo - pero vivirá. -
- Gra.. gracias señora - dice el sorprendido amigo de Pencus con los ojos llenos de lágrimas - ¡¡gracias!! -
- No me las des a mi - responde la paladin - si no a Paladine. Es él quien ha sanado a tu amigo. Yo sólo soy su instrumento.. -
Becklin no podía creer lo que acababa de ver pero su mente militar se antepuso a la estupefacción.
- Seguidme - les dijo - Cudgel puede usar esos milagros que pareces capaz de hacer... -
Mientras subían corriendo, Becklin les contó cómo un mercenario traidor había aprovechado los primeros segundos de sorpresa para atravesar el pecho de Cudgel con una daga. Ella acabó con el traidor asesino, pero otros les atacaron. Raven se esforzó en intentar salvar a Cudgel mientras Becklin y Darret expulsaron de la tienda a los atacantes. Después, Darret se fue a organizar las defensas con las fuerzas que les quedaran y ella fue en búsqueda del líder semi-ogro y de ellos.
- Me alegro de haberos encontrado sanos y salvos. Y... aún no doy crédito. ¿Podrás repetirlo? - le preguntó, esperanzada a Averil.
La joven escudera tan sólo asintió.
Pronto llegaron a la tienda donde yacía Cudgel, en un charco de su propia sangre. Raven uth Vogler, la alcaldesa, intenta detener la hemorragia aplicando telas al pecho y espalda de la enana, pero nada parece funcionar. Cudgel está lívida, los labios amoratados y su cabeza ha caído de lado. Su vientre apenas se mueve, intentando llevar aire a unos pulmones dañados.
Una vez más Averil se arrodilla y retira las telas empapadas en sangre. Raven mira extrañada a Becklin, la cual asiente, y deja hacer a Averil. Esta vez extiende ambas manos sobre la horrible herida y musita una plegaria a Paladine.
Ante los atónitos ojos de todos la herida comienza a cerrarse bajo la cálida luz plateada que emana de las manos de Averil. La gente contiene el aliento mientras el color vuelve a la cara de Cudgel y esta abre los ojos lentamente, viendo cómo Averil hace algo que no se ha visto desde antes del Cataclismo en Krynn.
- Que me aspen -dice entre toses la enana mientras la vida vuelve a correr por sus venas - Creí que me reuniría con el viejo Ispín... juraría haberle visto colina abajo saludándome... yo... me siento... bien... -dice sorprendida mirando de hito en hito a Raven, Becklin y Averil. - Y ahora que se que voy a estar bien me siento mucho mejor - dice, y abraza agradecida a la sorprendida escudera.
- Esto... ¿cómo? pero... - la Alcadesa Raven apenas da crédito a lo que acaba de contemplar. - ¿Puedes... ? - pregunta a una azorada Averil - ¿Puedes sanar heridas con magia ? -
- Es Paladine quien lo hace.. Él guía mis manos.- responde una, a ojos vistas, cansada Averil.
- Otros necesitan de su poder..- dice Becklin poniendo una mano en el hombro de la Escudera la cual asiente y se levanta.
Becklin y Averil abandonan la tienda en busca de heridos a los que la magia de los dioses puedan salvar y pronto unen fuerzas con Darret que ha conseguido organizar a la escasa docena de supervivientes de la milica. Pese a todo, la victoria ha sido pírrica.
- Me alegro de veros sanos y salvos. - dice Cudgel - desde luego Ispin os enseñó bien. Y ha sido una suerte que os encontrárais con esa muchacha... ¿Sabíais que podía hacer eso? -
- Suerte - interviene Raven - o el destino... Tenemos que organizar la vuelta a la ciudad... disculpadme -dice - voy a intentar sobreponerme a... todo... y preparar a la gente para la vuelta. -
Tras intercambiar unas palabras con ellos, Raven se va en búsqueda de supervivientes y comienza, con ayuda de Darret, a organizarlos para la vuelta.
Cudgel tiene el rostro desencajado mientras contempla el campo de batalla.
- Esto.. esto es culpa mía. Yo traje a esos desalmados a la ciudad. Ispin, Becklin y Raven creían que era lo mejor para proteger la ciudad con todos esos rumores sobre batallas en el Este... me volví descuidada, acepté a gente demasiado rápido, sin ponerlos realmente a prueba, para aumentar nuestros números y ofrecer mejor protección a Vogler... y ahora... si no llega a ser por vosotros... -
Con los ojos como platos queriendo salirse de sus órbitas Fritz vio como la sanación mágica revivía a un Pencus listo de papeles. -Uaaaalaaaa Avy!!! Cómo has hecho eso?- miraba curioso a sus dos compañeras de viaje favorecidas por Lunitari, una capaz de petrificar y la otra de sanar. "Paladine" sin duda era una palbra que le resultaba conocida. Un Dios, que les abandonó como los demás. Entre sus papeles tenía referencias a él en viejas ruinas anteriores al cataclismo que había visitado sin invitación.
Cuando llegaron las noticias de la herida fatal de Cutgel que les hizo a todos correr hacia la loma, salvo por una pequeña parada en el descabezado cuerpo del semiogro y sobretodo en sus bolsillos y macuto. Una bolsa con 150 monedas de oro fue todo lo que encontró. Sin duda un pago generoso por la matanza a realizar.
-No entiendo por qué os han atacado o que esperaban conseguir.. pero estaban bien pagados.- les dijo a todos tras la sanación de la enana.-Qué batallas del este?- preguntó con toda la curiosidad kender posible.
- Eso eso, ¿cómo has hecho eso, Avy ? Jejejeje - pregunta Saxa, realmente más interesada en ese momento por el mote que le había puesto Fritz a Averil que por el milagro de la curación. Que no es que a la bárbara no le interesara o le restara importancia. Es solo que había visto cosas tan horribles ese día que necesitaba acudir al humor como medio de escape.
Al menos Darren, Cudgel, Becklin y la alcaldesa Raven estaban bien, y algunos de los Ironclad habían sobrevivido. Y lo mismo sus compañeros. Saxa observó con orgullo que, además de haber luchado magníficamente, esta vez no habían recibido ni una sola herida. Tenia claro que aquella no iba a ser la tónica general de los combates a los que se enfrentarán a partir de ahora - la bárbara tenía la impresión de que aquel no iba a ser el último - pero se alegraba igualmente por el resultado obtenido.
"Si tan solo hubiéramos podido evitar más muertes...", pensó mientras meneaba la cabeza, entristecida.
- No podías saberlo, Cudgel. No creo que fueran precisamente con carteles anunciando sus intenciones, ¿verdad? Seguro que hicieron todo lo posible por ponerlo complicado para que nadie supiera lo que iban a hacer - dice cuando escucha a la líder de los Ironclad culpándose.
En ese preciso momento Saxa se da cuenta de que está hablando con la líder de los Ironclad y que le está hablando con una familiaridad como si la conociera de toda la vida. La bárbara se pone un poco roja - cosa que ya no disimula la sangre que la cubría, porque se ha limpiado momentos antes - por lo que acaba rascándose un poco la cabeza y mirando hacia a un lado durante un instante para que no se note. Luego añade - Estoooo ... ¿bueno, y qué podemos hacer ahora? ¿Podemos ayudar más?
En cuanto la elfa, aún escondida tras el robusto tronco, detectó la huida de los enemigos, salió de su escondite para reunirse con sus compañeros.
Se acercó a Saxa y le tocó el hombro en señal de agradecimiento, tal y como estaba acostumbrada a hacer con sus compañeros guardianes. Sonrió ampliamente al ver a Fritz y, revolviéndole su roja cabellera, soltó una carcajada divertida: - ¡esa sí que ha sido buena!- Después, buscó a Remi con la mirada y se acercó a él. El pobre mago parecía estar pasando un verdadero mal rato: -¿estás bien, Remington? No te preocupes, parece que lo peor ha pasado ya- y seguidamente fue testigo de la segunda curación por parte de la caballero. Fascinada y boquiabierta, al igual que con la primera, no hizo comentario alguno.
Siguió al grupo para reunirse con Cudgel y los demás, aliviada de que finalmente estuvieran sanos y salvos gracias a la magia de Averil, y permaneció en silencio escuchando las preguntas y respuestas de los allí congregados. Tenía mucha curiosidad por descubrir ese peligro que parecía cernirse sobre ellos de manera inminente.
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"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
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Saxa no pudo contestar inmediatamente a Fritz. La veterana mercenaria estaba centrada ahora en evaluar la mejor opción para la supervivencia del grupo. Dejó que el kender se fuera ocupando de ir localizando las armas en su zurrón mágico y ella fue observando el campo de batalla.
Uri ya había acabado con uno de los enemigos de la derecha. Mientras, el grupo del semi-ogro seguía asesinando a diestro y siniestro. La mejor opción para la supervivencia del grupo parecía pasar por que Uri y Remi, que podían atacar a distancia, fueran debilitando al semi-ogro y a su grupo. Mientras, Averil, Fritz y ella podrían atacar a los que quedaban del grupo de la derecha.
Parecía una buena estrategia, pero aún tenían que implementarla y para ello necesitaban recuperar sus armas. Entonces ya si, se volvió a Fritz. No perdió mucho tiempo en extrañarse de que su gigantesca hacha hubiera podido caber en aquel zurrón tan pequeño, así que intentó rebuscar aquel familiar mango lleno de nombres y fechas grabados.
- Van a pagar por esto, Fritz. Créeme, que lo van a hacer - fue todo lo que pudo decir en respuesta a su pequeño amigo mientras buscaba.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
El retumbar de los caballos se iba acercando a ellos. Frizt aún perplejo, luchaba con el cierre de su saquillo especial y rebuscaba metiendo el brazo hasta más allá del codo. El que el grupo del semi-ogro estuviera masacrando a una parte de la milica de Vogler unos metros más abajo no ayudaba a que el kender se concentrara. Por fin sacó la espada de Averil, que la Escudera cogió con presteza y se encaró con los jinetes que cargaban hacia ellos.
Remington quiso lanzar un orbe de fuego a sus atacantes pero, aunque consiguió mantener la presencia de ánimo para invocar su magia pese al cada vez más ensordecedor retumbar de los cascos, no la mantuvo para arrojar el orbe a uno de ellos, lanzándolo demasiado alto. De mente rápida, el joven aprendiz de mago corrió hasta el cercano muro, que aunque bajo, le podía proporcionar la suficiente cobertura contra los atacantes.
Uri acabó con uno de los jinetes con un disparo certero, mientras en las faldas de la colina el grupo de Gargois, el semi-ogro, se abría paso entre los pobres defensores.
Saxa no aguantó más la impaciencia y cuando Frizt sacó su pequeña espada corta del saquillo metió ella misma la mano, sin saber cómo usarlo, pero con la idea clara de recuperar su hacha. De pronto sintió el mango de la misma y cerró su mano ante él. Con un suspiro de satisfacción enarboló su arma, para ver pasar veloces a su lado a los jinetes.
Uno de ellos, habiendo visto esconderse al mago tras el muro, intentó cortar al hechicero pero lo hizo cuando su montura saltaba el muro y Remi vio como la espada pasaba varios centímetros por encima de su cabeza.
Averil desvió la lanza del segundo, empujando con el hombro al caballo para hacerle dar un paso lateral y cortar así su carga, enzarzándose con el jinete en un combate letal.
El tercero pasó raudo en busca de la elfa que había acabado con la vida de su compañero. Pero menospreció a la ágil elfa que se mantuvo firme hasta el último segundo. Girando sobre sí misma se apartó con rapidez del camino de la lanza y del caballo. El jinete, sorprendido de que su objetivo no estuviera donde debería estar, no pudo modificar el ángulo de su lanza a tiempo y esta se clavó contra el suelo donde había estado Uri. La inercia hizo que el asta de la lanza se doblase más allá de lo que parecía posible y por un segundo pareció que el jinete iba a ser derribado por su propia arma, pero en el último instante la madera cedió y la lanza se partió. Con un reniego el mercenario desenfundó una espada e hizo girar a su caballo para enfrenarse a la escurridiza elfa.
De otra parte de la lucha, uno de los mercenarios traidores, que ha sufrido una fea herida en la ceja, ve cómo el jinete tiene problemas y, recuperando su arma del cuerpo de un pueblerino, corre a unirse al jinete para acorralar a la elfa.
PbP Character: A few ;)
Sintiéndose ya más segura ahora que tenía el hacha en la mano, Saxa pudo ver por el rabillo del ojo cómo Averil hería con un buen golpe de su espada al mercenario que había cargado contra ella. También percibió que otro de ellos estaba demasiado cerca de Remi, y aunque no le gustaba la idea de dejar al mago expuesto, si Fritz podía acudir en su ayuda entonces no se quedaría solo y ella podría interceptar al que tenía delante. Siguiendo esta lógica, y soltando un grito, se lanzó hacia adelante, blandiendo su hacha hacia su enemigo. Pero por desgracia, no logró acertar.
Quizás fue porque aún no se podía creer lo que le estaba pasando. Había combatido muchas, muchísimas veces. Pero lo que había presenciado en aquél lugar ... eso ... eso no se lo había esperado para nada.
Peindre l'amour, peindre la vie, pleurer en couleur ♫
Auriel | Shenua | Arren | Lyra
La exploradora miraba a sus compañeros con urgencia, mientras éstos iban recuperando sus armas y los jinetes se les echaban encima irremediablemente. Sobre todo le preocupaba el joven Remi que, tras su hechizo fallido, buscaba refugio tras el muro cercano.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Remi trastabillaba entre el muro y su despiadado oponente, que había reconocido en él a una presa fácil. Aquello era una pesadilla ¿Acaso iba a morir allí? Aterrorizado y tratando de reprimimir un gritito, conjuró apresuradamente las palabras de protección para rodearse de la armadura de mago. Acto seguido se movió tan rápido como pudo para ponerse tras Fritz, pero el mercenario lanzó un tajo que estuvo a punto de hacerle una fea herida, de no ser porque los reflejos del aprendiz dieron la voz de alarma a tiempo.
—¡Kilpi! —gritó apretando el puño sobre su cabeza.
La espada rebotó desviada por una barrera de fuerza apenas perceptible, como un latido.
Ash el guerrero — Dragon's Hoard (Spanish)
Leobald el caballero — Death and Pain at Saltmarsh (Spanish)
Keeper — Vigilantes en el Cielo (Spanish)
Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
La batalla se recrudecía alrededor del grupo que resistía el embate de los traicioneros mercenarios. Pasada la sorpresa y el horror inicial, las fuerzas de Vogler comenzaban a reaccionar y la lucha empezaba a tomar otro sentido. Los mercenarios aún llevaban las de ganar pero ya no se enfrentaban a sorprendidos habitantes si no a la milica de Vogler que, con las órdenes de sus oficiales comenzaban a plantar cara a los asesinos.
En lo alto de la colina, donde estaban la alcaldesa Raven, Becklin y Cudgel, se podían escuchar también ruidos de lucha y órdenes apresuradas.
Remi había escapado del filo del arma del mercenario gracias a la magia. Averil desvió sin problema la lanza del mercenario que la acosaba con el escudo de Ispin. Uri, que no se había olvidado del soldado que la había intentado ensartar con la lanza, vio que este espoleaba al caballo para intentarlo de nuevo. Pero cometió un error fatal. Ignorar a la bárbara que, firmemente plantada, ahora sí tenía su arma lista le costó demasiado caro.
Saxa no dejó que el hombre pasara por su lado, levantando el hacha por encima de su cabeza, golpeó al mercenario en el pecho al pasar. Escuchó los huesos romperse y la sangre salpicó el rostro de la bárbara que observó con satisfacción como su enemigo caía al suelo y se partía la espalda con el impacto. El caballo galopó un poco dirección a la elfa, pero sin la guía del jinete pasó al lado de Uri piafando intranquilo, pero inofensivo.
Fritz se disponía a ayudar al mago en apuros.
PbP Character: A few ;)
Ya con la espada que Ispin le había regalado Fritz se sintió con garantías de enfrentarse a aquellos malos muy malos que de la forma mas cobarde estaban asesinando a indefensos ciudadnos de Vogler. El joven mago se escondía sin duda alguna peor que su gato, del que no había noticia. Sobrepasado por los acontecimientos hizo lo mas inteligente, juntarse para permanecer juntos con mas garantías de supervivencia. Con peores intenciones le siguió uno de los traicioneros mercenarios a caballo, dispuesto a dar cuenta del joven hechicero, que de no haber estado el frugal kender habría completado su misión. Desafortunadamente para él, un inofensivo humanoide saltarín apareció a su lado acertando con su espadita los ligamentos de la rodilla y el estribo que le sujetaba a su montura. Desequilibrado, cayó de la mejor manera posible, cabeza primero en un ángulo inverosímil y un crujido de vértebras que auguraba pocas opciones de responder a aquel ataque.
Apenas disfrutaban del encontronazo cuando un malherido Vogleriano consiguió llegar hasta su posición. No se lo pensó y extrajo el vial que Cudgel les había entregado pocas horas antes. Se arrodilló junto a él sin perder de vista las amenazas que sobre ellos se cernían. -Remi.. ayúdame, está muy mal.- esperando que el mago prestara cuidados mientras Fritz protegía la posición.
Remington asiente y da a beber la poción al herido el cual respira aliviado cuando sus heridas se cierran parcialmente y agradece al mago y al kender su ayuda, cierra los ojos un segundo pero al escuchar los ruidos de batalla a su alrededor, cierra la mano en torno a la lanza del mercenario caído y con un asentimiento a sus salvadores vuelve a la refriega para ayudar a sus amigos.
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Uri suspiró aliviada cuando Saxa se deshizo de aquel tipo que, claramente, tenía una fijación enfermiza con la elfa. Fritz también se había encargado de su propio atacante y, ahora que habían acabado con las distracciones, era urgente centrarse en el semi-ogro que asesinaba sin piedad a los voglerianos.
La cazadora tensó su arco al máximo y con su ojo diestro observó a su objetivo. A punto de soltar la cuerda, en el último momento, uno de los lugareños se interpuso en su visión, intentando defenderse de la ira de aquel ser. No lo vio claro y prefirió no correr el riesgo de dañarle a él en vez de al enemigo, así que con una sutil desviación de apenas unos milímetros, la flecha se perdió en el horizonte sin objetivo alguno.
Aprovechando la cercanía del árbol, Uri se impulsó desde el suelo para realizar una grácil cabriola que habría impresionado a los allí presentes si no hubiese sido porque la rama que escogió para agarrarse ya estaba medio quebrada. Aunque el cuerpo de la elfa era liviano, no pudo aguantar el peso y cayó de culo con un ruido sordo. Levantándose y sacudiéndose el polvo, ligeramente sonrojada de la vergüenza, decidió esta vez ocultarse tras el tronco y evitar males mayores. Desde donde se encontraba, estaba segura de no ser vista por el semi-ogro que ya había ganado terreno y se encaraba con Saxa y Fritz.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
El semi ogro Gargois había tenido una mañana gloriosa. Un copioso desayuno que hubiera alimentado a 5 hombres y una paso por letrinas tan memorable como placentero. Un día redondo con el mejor colofón posible, un baño de sangre despiadado y salvaje y campo libre para realizar aquellas perversiones que aterraban hasta a sus propios compañeros de fechorías. Además, poco tardó en fijar su depravada obsesión en la bárbara sureña de pelo fogoso que se preparaba de manera inocente con armas de madera. Tan solo debía esperar la orden para romper la mascarada y gozar como hacía mucho.
Y no tuvo que esperar mucho pese que le parecieran eones para comenzar su personal carnicería. Cráneos aplastados y huesos fracturados, miembros amputados y hemorragias abiertas fueron el aperitivo perfecto pero poco saciador que rpecedían al plato principal, aquella humana corpulenta que le retaba sin miramientos desde lo alto de la colina. Blandía un hacha a dos manos que no debería tener, pero aquello solo hacía que su excitación creciera como algo lo hacía bajo su calzón. Todas las cautivas que le dejaban tras los saqueos no sobrevivían ni 10 minutos de sus "juegos" pero aquella corpulenta sureña auguraba que iba a ser el mejor puto día de toda su vida.
Dejando atrás muerte y lamentos el semi ogro, mas caliente de lo normal, avanzó hacia su particular cita en lo alto de la loma. Pero aquel día solo hacía que mejorar. Junto a ella, otra pelirroja acorazada con un ridículo escudo verde, mas allá un pusilánime humano acongojado por los suelos y una elfa incapaz de subir a un arbol. Aquello iba a ser su personal parque de atracciones y no podía parar de fantasear con los "juguetes" que iba a usar. Unos pocos pasos mas y por fin llegó a la cita de sus sueños, embriagado y erecto como hacía tiempo, dispuesto a dar su trato especial y mejores y depravadas atenciones a la pareja de juguetes-hembra de pelo ígneo.
Nada podía joder aquel momento de perfecto.. -UUUaaaaaaaaaaalaaaaaaaaa...- dijo un mequetrefe de pelo rojo bajo un sombrero de cuero a la espalda de la guerrera, acercándose con estúpidos saltitos.- Mira Saxa!!! Tiene el cuerpo de su parte ogro pero por qué tiene colita de su parte humana? -dijo curioso..- Bueno, quizá esa mitad sea gnoma, no? JO, pero debe ser difícil ir al baño con esas manazas y tan poca.. bueno.. -Aún no había tenido tiempo de que la cólera guiara sus siguientes movimientos cuando se vio sujetandose las tripas. La orgía de visceras y sangre, aunque propias, llevaron a Gargois al siguiente nivel de incotrolable y sádica vorágine de maldad.
Aprovechando el grito de dolor mientras intentaba sujetarse las tripas tras el enorme tajo del pequeño kender, Averil no dejó que la sorpresa por la habilidad del hombrecillo con la hoja sólo estuviera rivalizada por su afilada lengua. Sin ocultar una media sonrisa por las palabras de Fritz y la expresión de rabia del maldito semi-ogro, Averil lanzó su espada hacia delante, clavándola profundamente en el hombro de Gargois.
El enorme semi-ogro gritó de dolor y miró con rabia a la pelirroja acorazada. Iba a hacer que se comiera aquel ridículo escudo verde que llevaba.
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Saxa llega por fin al encuentro con el semi-ogro. Mientras se va acercando se fija en el estado abultado de su calzón y la bárbara no se puede creer lo que ve.
- ¿Pero en serio? ¿En serio está empalm...?
Se interrumpe cuando escucha el comentario de Fritz y entonces no puede evitar partirse de risa. Y esa risa parece darle renovadas energías a la mujer cubierta de rojo, que aferra su hacha con aún más firmeza y termina de acercarse al enorme ser.
Averil y Fritz ya le han hecho varias heridas y ella, desde luego, tiene intención de rematar la jugada:
- ¡Fin de la diversión, bastardo! - grita mientras hace un giro de muñecas que lleva a que el hacha corte de forma lateral ... llevándose con él la cabeza del semi-ogro, que sale despedida hasta varios pasos más alla.
Con una media sonrisa, y respirando con fuerza, Saxa comprueba como el resto del cuerpo golpea la tierra del campo de batalla.
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Uri observaba con preocupación el enfrentamiento que estaba a punto de tener lugar entre Saxa y Fritz. Ese semi-ogro sanguinario y despiadado podía hacerles mucho daño.
De pronto, una voz que reconoció pertenecer al kender, se elevó por encima del fragor de la batalla. - “¿qué…? ¿Cómo…?” - se susurró a sí misma, sin dar crédito a las palabras que el kender profería por su boca. La elfa retuvo una sonora carcajada, pero no pudo evitar soltar una risa divertida y fijar su mirada de elfa en las partes nobles del enemigo para comprobar la veracidad de las afirmaciones de su compañero. Con una sonrisa en la cara, aún escondida, fue testigo con satisfacción de cómo Saxa terminaba con su miserable existencia.
"Hay una grieta en todo, así es como entra la luz"
Los proyectiles de energía púrpura surcaron el aire del campo de batalla impactando a uno de los traidores. El mercenario, que estaba a punto de ensartar a otro de los desvalidos milicianos, cayó al suelo con el pecho carbonizado. Desde lo alto de la colina, Remington aun permanecía apuntando a su objetivo con la varita de tejo y cara de funeral.
No podía entender de qué se reían sus compañeros. ¡Aquello era horrible! Se jugaban el pescuezo y, aunque habían conseguido girar el rumbo de la batalla a su favor, aun podía pasar cualquier cosa. El aprendiz se apresuró a acercarse a sus compañeros para cerrar la formación.
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Remington Wizz — Shadow of the Dragon Queen (Spanish)
Entre alegres saltitos Fritz comenzó el descenso de la loma adelantando a la rodante cabeza de Gargois que aún reflejaba la expresión de sorpresa. Su nuevo objetivo eran los remanentes mercenarios que aún luchaban cada vez con menos convicción. Ver a su lider derrotado y humillado por aquel extraño grupo de aventureros mucho mas peligrosos de lo que se esperaban no ayudaba para su moral. Y menos cuando el kender, a priori demasiado lejos, apareció a su lado y con un sencillo movimiento dejaba un nuevo cadáver bandido en el suelo.
Los mercenarios traidores que quedaban miraban a su alrededor confusos y con el miedo reflejado en sus rostros. Al parecer aquello no estaba saliendo como habían planeado. Bajando de lo alto de la colina, bajaba una Caballero de Solamnia con su arma en la mano. La milica de Vogler, aunque había sido diezmada en el ataque inicial, pasada la sorpresa de la traición se estaba reagrupando bajo las órdenes de Darret, al cual se le podía escuchar dando órdenes. El que la cabeza de su líder llegara rodando tras el kender que había desjarretado a uno de ellos fue lo que necesitaban y, usando las lanzas para mantener a raya a los defensores, salieron corriendo para perderse en los árboles del linde de la colina.
Saxa gruñó, dispuesta a salir corriendo tras ellos, pero una mano enguantada la detuvo.
- Déjalo Saxa - le dijo Averil tratando de calmarla - nos necesitan aqui.. - hizo un gesto para indicarle la cantidad de caídos y heridos que había a su alrededor.
Los dos voglerianos que quedaban vivos les miraban con cara de agradecimiento pero uno se arrodilló al suelo y sostuvo en su regazo a un moribundo compañero.
- Pencus.. Pencus... aguanta - le suplicaba mientras intentaba, sin éxito detener la hemorragia del vientre del compañero caído.
Averil se arrodilló a su lado y lanzando un profundo suspiro, sacó de debajo de su armadura el símbolo de Paladine. Tal y como hiciera con el kender, extendió una de sus manos sobre la herida, sin llegar a tocarla, y una brillante luz plateada se extendió de su mano hasta el vientre del llamado Pencus. Ante los estupefactos ojos de todos, incluida Bekclin que llegaba a la carrera, la herida se cerró y dejó de sangrar y Pencus recobró algo de color.
- Aún está malherido - informó Averil a su boquiabierto amigo - pero vivirá. -
- Gra.. gracias señora - dice el sorprendido amigo de Pencus con los ojos llenos de lágrimas - ¡¡gracias!! -
- No me las des a mi - responde la paladin - si no a Paladine. Es él quien ha sanado a tu amigo. Yo sólo soy su instrumento.. -
Becklin no podía creer lo que acababa de ver pero su mente militar se antepuso a la estupefacción.
- Seguidme - les dijo - Cudgel puede usar esos milagros que pareces capaz de hacer... -
Mientras subían corriendo, Becklin les contó cómo un mercenario traidor había aprovechado los primeros segundos de sorpresa para atravesar el pecho de Cudgel con una daga. Ella acabó con el traidor asesino, pero otros les atacaron. Raven se esforzó en intentar salvar a Cudgel mientras Becklin y Darret expulsaron de la tienda a los atacantes. Después, Darret se fue a organizar las defensas con las fuerzas que les quedaran y ella fue en búsqueda del líder semi-ogro y de ellos.
- Me alegro de haberos encontrado sanos y salvos. Y... aún no doy crédito. ¿Podrás repetirlo? - le preguntó, esperanzada a Averil.
La joven escudera tan sólo asintió.
Pronto llegaron a la tienda donde yacía Cudgel, en un charco de su propia sangre. Raven uth Vogler, la alcaldesa, intenta detener la hemorragia aplicando telas al pecho y espalda de la enana, pero nada parece funcionar. Cudgel está lívida, los labios amoratados y su cabeza ha caído de lado. Su vientre apenas se mueve, intentando llevar aire a unos pulmones dañados.
Una vez más Averil se arrodilla y retira las telas empapadas en sangre. Raven mira extrañada a Becklin, la cual asiente, y deja hacer a Averil. Esta vez extiende ambas manos sobre la horrible herida y musita una plegaria a Paladine.
Ante los atónitos ojos de todos la herida comienza a cerrarse bajo la cálida luz plateada que emana de las manos de Averil. La gente contiene el aliento mientras el color vuelve a la cara de Cudgel y esta abre los ojos lentamente, viendo cómo Averil hace algo que no se ha visto desde antes del Cataclismo en Krynn.
- Que me aspen - dice entre toses la enana mientras la vida vuelve a correr por sus venas - Creí que me reuniría con el viejo Ispín... juraría haberle visto colina abajo saludándome... yo... me siento... bien... - dice sorprendida mirando de hito en hito a Raven, Becklin y Averil. - Y ahora que se que voy a estar bien me siento mucho mejor - dice, y abraza agradecida a la sorprendida escudera.
- Esto... ¿cómo? pero... - la Alcadesa Raven apenas da crédito a lo que acaba de contemplar. - ¿Puedes... ? - pregunta a una azorada Averil - ¿Puedes sanar heridas con magia ? -
- Es Paladine quien lo hace.. Él guía mis manos. - responde una, a ojos vistas, cansada Averil.
- Otros necesitan de su poder.. - dice Becklin poniendo una mano en el hombro de la Escudera la cual asiente y se levanta.
Becklin y Averil abandonan la tienda en busca de heridos a los que la magia de los dioses puedan salvar y pronto unen fuerzas con Darret que ha conseguido organizar a la escasa docena de supervivientes de la milica. Pese a todo, la victoria ha sido pírrica.
- Me alegro de veros sanos y salvos. - dice Cudgel - desde luego Ispin os enseñó bien. Y ha sido una suerte que os encontrárais con esa muchacha... ¿Sabíais que podía hacer eso? -
- Suerte - interviene Raven - o el destino... Tenemos que organizar la vuelta a la ciudad... disculpadme - dice - voy a intentar sobreponerme a... todo... y preparar a la gente para la vuelta. -
Tras intercambiar unas palabras con ellos, Raven se va en búsqueda de supervivientes y comienza, con ayuda de Darret, a organizarlos para la vuelta.
Cudgel tiene el rostro desencajado mientras contempla el campo de batalla.
- Esto.. esto es culpa mía. Yo traje a esos desalmados a la ciudad. Ispin, Becklin y Raven creían que era lo mejor para proteger la ciudad con todos esos rumores sobre batallas en el Este... me volví descuidada, acepté a gente demasiado rápido, sin ponerlos realmente a prueba, para aumentar nuestros números y ofrecer mejor protección a Vogler... y ahora... si no llega a ser por vosotros... -
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Con los ojos como platos queriendo salirse de sus órbitas Fritz vio como la sanación mágica revivía a un Pencus listo de papeles. -Uaaaalaaaa Avy!!! Cómo has hecho eso? - miraba curioso a sus dos compañeras de viaje favorecidas por Lunitari, una capaz de petrificar y la otra de sanar. "Paladine" sin duda era una palbra que le resultaba conocida. Un Dios, que les abandonó como los demás. Entre sus papeles tenía referencias a él en viejas ruinas anteriores al cataclismo que había visitado sin invitación.
Cuando llegaron las noticias de la herida fatal de Cutgel que les hizo a todos correr hacia la loma, salvo por una pequeña parada en el descabezado cuerpo del semiogro y sobretodo en sus bolsillos y macuto. Una bolsa con 150 monedas de oro fue todo lo que encontró. Sin duda un pago generoso por la matanza a realizar.
-No entiendo por qué os han atacado o que esperaban conseguir.. pero estaban bien pagados.- les dijo a todos tras la sanación de la enana.-Qué batallas del este?- preguntó con toda la curiosidad kender posible.
- Eso eso, ¿cómo has hecho eso, Avy ? Jejejeje - pregunta Saxa, realmente más interesada en ese momento por el mote que le había puesto Fritz a Averil que por el milagro de la curación. Que no es que a la bárbara no le interesara o le restara importancia. Es solo que había visto cosas tan horribles ese día que necesitaba acudir al humor como medio de escape.
Al menos Darren, Cudgel, Becklin y la alcaldesa Raven estaban bien, y algunos de los Ironclad habían sobrevivido. Y lo mismo sus compañeros. Saxa observó con orgullo que, además de haber luchado magníficamente, esta vez no habían recibido ni una sola herida. Tenia claro que aquella no iba a ser la tónica general de los combates a los que se enfrentarán a partir de ahora - la bárbara tenía la impresión de que aquel no iba a ser el último - pero se alegraba igualmente por el resultado obtenido.
"Si tan solo hubiéramos podido evitar más muertes...", pensó mientras meneaba la cabeza, entristecida.
- No podías saberlo, Cudgel. No creo que fueran precisamente con carteles anunciando sus intenciones, ¿verdad? Seguro que hicieron todo lo posible por ponerlo complicado para que nadie supiera lo que iban a hacer - dice cuando escucha a la líder de los Ironclad culpándose.
En ese preciso momento Saxa se da cuenta de que está hablando con la líder de los Ironclad y que le está hablando con una familiaridad como si la conociera de toda la vida. La bárbara se pone un poco roja - cosa que ya no disimula la sangre que la cubría, porque se ha limpiado momentos antes - por lo que acaba rascándose un poco la cabeza y mirando hacia a un lado durante un instante para que no se note. Luego añade - Estoooo ... ¿bueno, y qué podemos hacer ahora? ¿Podemos ayudar más?
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